Exégesis • No.2 • 2da Época

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Exégesis Segunda Época, Núm.2, Año 32, Otoño 2018 - Primavera 2019

Revista de la Universidad de Puerto Rico en Humacao



CUERPO RECTOR Moisés Cartagena Aponte, Rector Interino Héctor L. Ayala del Río, Decano Interino de Asuntos Académicos Carlos O. Figueroa, Decano Interino de Asuntos Administrativos José A. Baldaguez Matos, Decano Interino Asuntos Estudiantiles JUNTA EDITORIAL Denny S. Fernández del Viso, Catedrático del Departamento de Biología Carlos Roberto Gómez Beras, Catedrático del Departamento de Español y Editor Dalma González Rodríguez, Catedrática del Departamento de Español Marcia Pacheco García, Catedrática del Departamento de Comunicación Elio Ramos Colón, Catedrático del Departamento de Matemática Ramonita Mayté Reyes Rodríguez, Catedrática del Departamento de Español Alinaluz Santiago Torres, Catedrática del Departamento de Español Raymond Tremblay Lalande, Catedrático del Departamento de Biología Ruth Vargas Scuotri, Catedrática del Departamento de Español Ana Vázquez Guilfú, Catedrática del Departamento de Sistemas de Oficina EVALUADORES EXTERNOS Fernando Cabrera, Universidad Pontificia Madre y Maestra de Santiago, Rep. Dominicana Dinorah Cortés -Vélez, Marquette University Silvia Monrós, traductora y poeta en Belgrado, Serbia Orlando Planchart, Universidad Interamericana Recinto de Ponce Diseño general: Carlos Roberto Gómez Beras Logo de Exégesis: diseño de Francisco J. Burgos González, exestudiante de la UPRH Imagen en cubierta: fotografía de Ileana Ayala Fontanez, exestudiante de la UPRH Artes de portadillas: grabados por la artista y arquitecta puertorriqueña Lilly Medina Escobar Arte de página opuesta: Trompeta, xilografía, 2017 Corrección final: Linda Ramos Cádiz ISSN: 1526-8667 Imágenes: Todos los derechos de las imágenes detalladas al final de cada ensayo pertenecen a los autores de las colaboraciones. La mismas no podrán ser utilizadas sin previa autorización de los titulares. Exégesis una publicación anual especializada de la Universidad de Puerto Rico en Humacao que se publica desde 1986, dirigida tanto a académicos como al público en general. Presenta artículos de investigación y obras de creación, en relación con las diferentes disciplinas universitarias con énfasis, pero no exclusivamente, en Puerto Rico e Hispanoamérica. Los autores son responsables de los contenidos por las publicaciones que aparezcan en Exégesis, y conservan todos los derechos que les otorgan las leyes de Derechos de autor. Exégesis Universidad de Puerto Rico en Humacao Biblioteca Águedo Mojica Apartado 860, Humacao, PR 00791 Teléfono (787) 850-0000 Correo electrónico editorrevistasuprh@gmail.com



EXÉGESIS Número 2 Segunda Época

Contenido PALABRAS DEL EDITOR POIESIS

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Poemas Mónica Manrique de Lara

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Poemas Pablo Blanco

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Poemas Farah Fallal

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EXÉGESIS Antulio Parrilla Bonilla: Una voz profética recuperada Luis N. Rivera Pagán

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El yihadismo caribeño de Trinidad y Tobago Efraín Vázquez Vera

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Educar niñas sin miedo José Manuel Encarnación

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Nemesio Canales, Michel de Montaigne y la crítica de la alta cultura Edil González Carmona

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Letras rojas para un Hostos invisible Carlos Rubén Carrasquillo Ríos

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Conversaciones con versos antillanos Alinaluz Santiago Torres

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EXÉGESIS Número 2 Segunda Época

Teatro testimonial argentino en Las putas de San Julián de Rubén Mosquera Fernando Operé

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25 años de cine de terror en México: 1953-1978 Edgar Soberón Torchía

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Dos corazones, cuatro ojos: Cold War de Pawel Pawlikowski Chemi González

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La salsa es vida: Tributo a Carmen Santiago Marta Jiménez Alicea

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El bolero entre discursos literarios e históricos: Una breve mirada Pablo Santos La inteligencia artificial invade la literatura Ofelia Berrido

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Retando a las vacunas en el mundo del nunca jamás Ana Llanos

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Cambios en la avifauna del campus de la UPR en Humacao luego del huracán María Raúl Pérez Rivera

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LECTORUM La batalla por el paraíso de Naomi Klein y mis memorias de tristeza y de esperanza Juan Casillas 147 Bajo el lente Gestalt: La casa de la forma de Joserramón Meléndez Zoé Jiménez Corretjer

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San Juan o la ciudad que (no) se repite en Simone de Eduardo Lalo Nancy Bird Soto 165 “Mas allá de la travesía” en Terapia perpetua de Pedro López Adorno David Cortés Cabán

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EXÉGESIS Número 2 Segunda Época

Correr la voz: A propósito de Palabras. Poesía chilena contemporánea Julián Gutiérrez

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El pájaro rojo: Tres actos para una (anti)novela de Carlos Canales Mario Antonio Rosa 181 Las cosas en fervor de ser latiendo: Felipe García Quintero en sus poemas G. A. Chávez

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La poesía de Luz María López Vírgilio López Lemus

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DOSSIER Cataluña - España: Los puentes literarios Andreu Navarra

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Campo lírico y ensoñación de un poeta: Federico García Lorca Francisco Vaquero

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Noches luminosas y días oscuros: La poesía de Hilario Barrero Antonio Cruz Romero

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José Luis Morante: Cartografías de la identidad Francisco Javier Gallego Dueñas

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Blas Muñoz Pizarro: Del olvido a la luz Gregorio Muelas Bermúdez

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Rosario Troncoso: Poeta del olvido Francisco Javier Gallego Dueñas Fugacidad, simbolismo y memoria en Las cenizas del nido de Ricardo Bellveser José Antonio Olmedo

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Idea de montaña: Un vaso de agua de Lola Mascarell Bibiana Collado Cabrera

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EXÉGESIS Número 2 Segunda Época

Haikus en dos voces: A la luz de la flor del almendro & À luz da flor da amendoeira de Gregorio Muelas y Carlos Castilho Pais Jesús Cárdenas

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La gota infinita del deseo de Roger Swanzy José Iniesta

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Tránsito de la piedra: Cinco de Teresa Garbi Luis Moliner

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MAGISTER Comida, alimento y cocina: La trilogía olvidada en la historiografía puertorriqueña Cruz Miguel Ortiz Cuadra

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EXÉGESIS Número 2 Segunda Época

PALABRAS DEL EDITOR

Este segundo número de la revista Exégesis, en su segunda época, es una enfática reafirmación de nuestro compromiso de continuar nuestra larga vida, prestigio y proyección en Puerto Rico, el Caribe, Hispanoamérica y Europa. Ya son treinta y tres años de labor que no dejan de ofrecernos nuevos retos y oportunidades de reinventarnos. A través de una convocatoria diversa y dialógica, intentamos cumplir nuestra filosofía editorial: ser un espacio (en papel y en el recinto) donde coincidan las visiones (convergentes y divergentes) sobre la realidad en trabajos (de creación e investigación) que reten las nociones tradicionales de la academia como un espacio estrictamente dividido (aparcelado y feudal) por los saberes exclusivos de cada disciplina universitaria. A Exégesis le interesan las colaboraciones de autores que estén dispuestos a dialogar con otras disciplinas más allá de la suya. Para eso, hemos dispuesto cinco secciones en la revista. La primera, “Poiesis”, reúne la creación de tres excelentes poetas que viven en España: la granadina Mónica Manrique de Lara, el argentino Pablo Blanco y la dominicana Farah Fallal (estos dos últimos residentes en Valencia). La segunda sección, “Exégesis”, recoge las colaboraciones de Luis N. Rivera Pagán, Efraín Vázquez Vera, José Manuel Encarnación, Edil González Carmona, Carlos Rubén Carrasquillo Ríos, Alinaluz Santiago Torres, Fernando Operé, Chemi González, Marta Jiménez Alicea, Pablo Santos, Ofelia Berrido, Ana Llanos, Raúl Pérez Rivera. Ellos nos ofrecen investigaciones (algunas más extensas o más breves) que transitan entre la Teología, la Inteligencia, la Política, la Historia, la Filosofía, la Literatura, el Teatro, el Cine, la Música, la Crónica, la Tecnología, la Biología y la Ornitología, entre otras. “Lectorum”, se nutre de las provocadoras lecturas de libros a cargo de Juan Casillas, Zoé Jiménez Corretjer, Nancy Bird Soto, David Cortés Cabán, Julián Gutiérrez, Mario Antonio Rosa, G. A. Chávez y Vírgilio López Lemus. Comentarios y reseñas que nos invitan a enfretarnos a estos texto o a volver a leerlos. “Dossier”, la cuarta sección, o espacio temático de la revista, esta vez convoca una muestra de la literatura española histórica y contemporánea según la leen y la interpretan los trabajos críticos de: Andreu Navarra, Francisco Vaquero, Antonio Cruz Romer, Francisco Javier Gallego Dueñas, Gregorio Muelas Bermúdez, José Antonio Olmedo, Bibiana Collado, Jesús Cárdenas, José Iniesta y Luis Moliner. “Magister”, para finalizar, es el discuro de aceptación, como mienbro de la Academia Puertorriqueña de la Historia, del Catedrático del Departamento de Humanidades de la

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Universidad de Puerto Rico en Humacao, Cruz Miguel Ortiz Cuadra. En el mismo, este humanista y académico nos entrega una mirada transdisciplinaria de tres aspectos olvidados de la historia de la alimentación puertorriqueña. Posdata: Queremos agradececer la generosidad de la joven arquitecta Lilly Medina Escobar quien, en su oficio como artista plástica, nos ha compartido su interpretación de la legendaria tradición de la gráfca puertorriqueña en seis hermosos trabajos que evocan la historia, el arte, la política y la literatura de nuestra cultura y nuestro devenir. Gracias a ella y a todos nuestros colaboradores.

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Poiesis


Ángela, xilografía, 2018


MÓNICA MANRIQUE MÓNICA MANRIQUE DE DE LARA LARA Exégesis 2Poemas Segunda Época

Poemas [poesía]

I Hay ratos que mi vida y mi cuerpo dejan de ser reales o continuos, de la pared ocre del patio que chorrea de lluvia, se hacen cristal distante las sábanas deshechas, ni tan siquiera la bruma se me acerca en absorto recuerdo, queda un tímido rastro de hambre como olor de algún guiso vencido, cada ruta de luz, cada ruido de vecinos se me aleja y ni siquiera abre un hueco, nombrar la nada me resulta pretencioso, esquivo limbo y duna, digo miedo como ilusión de salvación en el espejo, un sol de pezones desnudos y el deseo enmarañado frente al suelo, sé que hay tanta belleza, tanta belleza en los profundos quejidos del silencio, es tu ausencia mi sexo entregado, un solo pájaro se cierne en la ventana, rasgo del vidrio a esta tinta su canto, soy una flor desvanecida en el jardín por causa del invierno. II Aquella cima era el gozo inesperado pero el desnudo llegó hasta la sangre, 15


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caí por la ladera, yo creí que tu boca era un cauce, mas era el viento huido, la semilla brotó con la noche a través de mi espalda, he de regar el fruto, bajo a escribirte a la lumbre del día por la rotura crepitante de las hojas y en el agua del sueño, lejos fuimos enjambre, desperté para ser arrecife que pide ayuda a la gacela del olvido. III El crepúsculo envuelve la rama y hace temblar al fruto, es un ave que entrega en su vuelo el color de sus plumas al cielo, a través de la ventana migratoria solo las larvas ondean silenciosas en la noche desnuda, son sus alas futuras, invisibles bandadas de estrellas, luna llena de ancla y desvelo yo seré tu navegante de recuerdos, he traido este cesto a mi barca, la fruta fresca y luminosa del amor y el agua del anhelo. IV Sobre la tierna oscuridad de la tierra se apacigua el temblor de los astros, se alzan montañas que amamantan los cachorros revueltos de mi canto, yo me pliego para mirar tu luz por dentro, he colocado una silla vacía en esta cima junto a los árboles preñados de una línea ascendente de cielo, las ávidas miradas de los animales vivos 16


MÓNICA MANRIQUE DE LARA Poemas

y la silla vacía, frente a la cual espero tu llegada, el amor de tu aspecto, eres el nombre del que siempre había dudado, ahora te abraza cada sierpe del silencio, de la lluvia, del latido sagrado, los cipreses eternos en la brisa sienten por sus raíces tu existencia. V Arrecife sumergido en mi latido, soy un molusco adherido a tu estructura de ascensión, extravío y refugio, ¿quién será la bajamar que me desnuda? cuerpo al cielo habré de ser el oleaje, melodía indispensable del naufragio. VI Hallaré la transparencia del silencio, más tarde del olvido, qué seré yo para que algo me recuerde, por eso canto al río, al pájaro, al árbol por eso busco nidos en las sombras y fertilidad en el cielo, busco oxígeno en lo que perece sin lástima, ser a ratos como el manto de la lluvia, o este amor que te traigo con la completa imperfección de mi nombre. VII a Trinidad V Arjona

Esta honda maleza del bosque que a duras penas ha visto la luz, recoge y pacífica en su regazo el temblor de los animales huidos, 17


EXÉGESIS Poiesis

este amor que no teme a las sombras, este fondo de abrazo en el frío se sostiene en el más húmedo silencio y la ceguera, este fondo de madre en el bosque lo ha dado todo en el nido de tus ojos, dame del hambre la largura de sus tallos. VIII El pájaro en la rama sobre el río, la sombra de la rama bajo el agua, desdibujaban su humana leyenda, ajenos, desprendidos, en un acto de gobierno de sí mismos, poblaban el instante sin sus nombres, sin el estigma de su fama, tan espléndidamente desnudos, evanescidos en mis ojos por el sol, solté desde la pluma al cielo la mirada, el corazón del ave, volando sobre el cauce, era una barca que huía del poema.

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PABLO BLANCO BLANCO Exégesis 2Poemas Segunda Época

Poemas [poesía]

HORIZONTE Detrás del mar la ola que no llega la hora sacudida sobre la espalda del tiempo Detrás del mar el sueño titilante siempre por llegar terco de brillo y de cuerpo fugaz Detrás del mar la memoria el instante perdido el instinto arrebatado de lo que vendrá Detrás del mar los ojos que tuve el ansia disgregada la traición y la tierra Detrás del mar unos pies de fuego que nunca me olvidaron

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EXÉGESIS Poiesis

CON LAS MANOS Cuando me arranqué los ojos te vi brillante y posible las manos cortadas y el viento agrietado. Cuando me arranqué los ojos surgió lo imposible perenne y litúrgico inestable y límpido. No hay dios. No hay incógnita. Todo es claridad detrás de la incertidumbre. Cuando me arranqué los ojos festejaron los completos y un baile de sombras partió hacia el sol y murió en la sal justo ahí donde nacen las respuestas. Me arranqué los ojos y te vi. Ibas con la libertad doblándote la espalda. ESPACIO TIEMPO Será ayer cuando te veré antes del desastre. Será ayer cuando sabré lo que hiciste y no habrá niños muertos no habrá la preocupación que hoy no tenemos íbamos e iremos con el dolor zanjado. Fue mañana lo de ayer

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PABLO BLANCO Poemas

en ese flaco instante cuando nos besamos sin suceder. Será ayer, recién, cuando podríamos entenderlo. Fue mañana cuando todo se hizo inútil cuando hicimos de más lo que no era necesario. Será ayer la sonrisa fue mañana este devenir incansable. UNO Tres dice la letra sin saber de números tres desprecios tres infames desperdicios tres tercos tres que se enamoran tres en contra contra tres no fundamentos tres no virtudes tres en pares tres y palabras tres cuerpos que perecen inconsistentes tres sostenidos tres en bemoles de alambre tres son los hierros que cuelgan y sostienen hilos tres

de amor

óxido de tres y rojo

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EXÉGESIS Poiesis

tres púas de odio pendientes como si la palabra entendiese la letra LO DICHO A Sergio Blanco

No esperes el sigilo de la aurora, no des por cierta la belleza ni la sombra, ni la duda. No esperes del mal la buena sombra ni des por hecho lo evidente. No incendies con prisas el ocaso, no esperes la piedad de la esperanza ni llores los escombros escoltados entre el olvido, el pasado y el silencio. Me lo dijo un padre que no tuve. No esperes de la ausencia la caricia ni rompas con delirios lo inclemente, no des el alma a los cautivos ni esperes gratitud de los traidores. Es infértil la pluma de los necios, ecléctica la incerteza de lo cierto; no hay más vida que la errante, ya no existe eternidad, ya no existe este momento. Me lo dijo mi hermano como una instrucción para perderse en mi sangre.

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FARAH FARAH HALLAL Exégesis 2Poemas Segunda Época

Poemas* [poesía]

ESTADO DEL TIEMPO A veces el mar deja su cuenco y acaba desnudo en otra parte. Una novedad: “en otra parte” el cielo también es azul cuando le gusta y quema un poco el sol si le parece. Sin embargo, lo hondo y salino se subleva al borde de la costa, en el billete y en la ruta de esta obra cansada de sí misma. Mírala detenidamente: tuvo la suerte de conocer la guerra por documentales de televisión, cuando era solo una intención del ser, una expresión inapropiada de las bajas pasiones del siglo XX. A veces –claro– el mar deja su cuenco y acaba su maleta en otra parte: cargada con peces y colores (cada artículo de venta por separado). Sin embargo, las manos intentan recoger el agua que los otros lloran, y aspiran amontonar el polvo que encadena al viento. Mírala detenidamente: tuvo reuma cuando las chicas de su calle iban al ballet, y aprendió a nadar estrenando la mortaja. El mar es así. Muda de piel si le parece demasiado larga la serpiente o que la pobre no logra tragar bien

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la sensación de estar llegando siempre tarde. En resumen la cosa es como sigue: en el agua que perdimos se disuelve el tesoro de la infancia que transita por la perfección de la deriva. SECCIÓN INTERNACIONALES Antes el mar era un espejo ahora podredumbre trémula gangrena de los que dejan flotar el hambre en los ocho puntos cardinales de la memoria ¿dónde están los caracoles que llevan en la panza la música del mar? ¿y dónde las canciones de cuna de una isla que pasa de ser ella misma para ser esa otra, indiferente a su sinónimo? La isla se renueva escupiendo la sangre en los mitos de su habitante primitivo. Perdida la concepción del tiempo perdida la garantía de la prenda porque todo el Caribe es una deuda un monte de piedad y piedra imperceptible para el continente. De allí solo el alma puede salir nadando el cuerpo regresa a sus antepasados para arrastrar su arrogancia por las arenas y perderse en la playa no fuera a perderse en un anaquel de libros o en el cuarto frío de un carnicero. SECCIÓN LA REPÚBLICA Después del naufragio, ¿lees? los pies caminan por el dolor del agua es inminente el suicidio de esta isla en el malecón mira el futuro como quien ve un barco al fondo del mar pero no es más que un barco-caracol que arrastra el pasado lentamente

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FARAH HALLAL Poemas

porque cuando se vive en el archipiélago no es necesario hacerse hermano de nadie el pasado, el presente y el futuro son excesos del colectivo. Por eso las manos leen la prensa y sin oler a tinta sudan el hedor a puerto y a pescadería evitando la violencia del agua que nos acerca al olvido con la misma persistencia de las olas. COLUMNA DE FAMILIA Solloza Jung al margen de su coartada. La cavidad del tiempo echa fuera de sí su descendencia, la deposita junto a la miseria del bolsillo. Aquí caben las palmeras y caben las playas, como caben los Viernes Negros y los blue monday: cuando no hay comida, no se tiene hambre. Alrededor del fuego, el horizonte es de agua. Los tiburones sacan su lengua tenebrosa: los rosales no florecen cuando los ojos se inventaron para salirse de su órbita. Sangre caliente baila. Sangre caliente monta una yola y cruza hacia la promesa de Puerto Rico, pero esa isla muere todas las mañanas cuando sus muertos futuristas se levantan a buscar pan y gasolina. Liberty no tiene todo lo que pensaba. En cambio Jung da fe de que hay un sitio donde podemos ir a buscar cubos de agua. Los miserables no tienen sed, caminan por la José Martí vendiendo plátanos a diez y yuca a cinco. Caminan por la Pedro Livio Cedeño abrazando el Cementerio Nacional, llorando junto a sus muertos la pena de no poder nombrar otra calle. La Abraham Lincoln, por ejemplo. Allí se eleva el skyline y sus espejos desaniman el número ganador de lotería que nunca amanecerá en mi cama.

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SUCESOS La risa rueda por donde su cruz florece aliento sin esencia canto sin voz llamando a una flor de nueve años. A toda marcha va su sangre tragándose la tierra que le escupió y le quitó su cáscara, la forma de reír de tumbar guayabas y colectar peces. Ahora le llevan en sus colas. y juega con ellos en el charco de la muerte. SUPLEMENTO DOMINICAL Cuando era niña me dio por visitar ancianos –será porque crecí sin abuelos– entonces mi inocencia visitaba a doña Negra que no era como yo, pero a mí no me llamaban niña Blanca. Doña Negra era ciega y su ceguera vivía en la carretera de Mandinga (la del Caribe claro, claro... pues África queda muy lejos para mudarse). Entonces Mandinga no era una calle con edificios de cuello largo. Si preguntas a mis pies, ellos dirían: «Mandinga era una línea eterna y polvorienta, un camino que nunca acababa de terminar». Y dirían, además, que visitar a las abuelas ajenas no tiene gracia. Menos si no pueden verte. Menos si no saben tu nombre. El corazón diría otra cosa, por ejemplo: «Mandinga era una línea de casas de madera de negros que heredaron de sus abuelos el sabor amargo de la esclavitud». Porque Mandinga es más que una carretera polvorienta de mi memoria. Es el océano que llevó en su lomo a los esclavos hasta esta avenida caribeña y moderna. *Selección del libro inédito Coser el agua

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ExĂŠgesis


Santa Lola, xilografĂ­a, 2018


LUIS N. N. RIVERA LUIS RIVERA PAGÁN PAGÁN Antulio Parrilla Bonilla: Una voz Época profética recuperada Exégesis 2 Segunda

Antulio Parrilla Bonilla: Una voz profética recuperada [teología-historia-estudios culturales-poesía]

R

ecordar al obispo católico Antulio Parrilla Bonilla renueva en mi memoria unos versos del poemario Canto de la locura (1976), de Francisco Matos Paoli, uno de nuestros grandes poetas nacionales: Yo quisiera vivir sin tener que ser profeta… perder la huella de la noche, no sostener* más la perla del abismo… Pero es imposible, Dios mío. “Yo quisiera vivir sin tener que ser profeta… Pero es imposible, Dios mío”. Matos Paoli se formula esa conmovedora reflexión íntima encarcelado en una lúgubre mazmorra por su entrega sacrificada a la patria y su devoción a la más genuina vivencia religiosa. La fidelidad a su vocación poética tuvo un precio elevado: represión por sus afanes libertarios, menoscabo por parte de diversos jerarcas políticos y eclesiásticos. Pero no podía contenerse: tenía que escribir su palabra, sin medir las consecuencias, sin dejarse seducir por cálculos de ganancia individual o amedrentar por amenazas de quienes se jactaban de ser dueños y señores del universo. Me pregunto, ¿cuántas noches de soledad y silencio, tras sus devociones nocturnas, al irse a reclinar en una habitación

austera y sencilla, Antulio Parrilla Bonilla, en el interior de su alma, se debatió con una ansiedad similar: “Yo quisiera vivir sin tener que ser profeta…” y finalmente, tras un agudo e intenso drama, se contestaba - “pero es imposible, Dios mío”. Como el poeta Matos Paoli, el obispo Parrilla Bonilla no podía evadir la vocación que animaba su espíritu: vivir a la usanza y semejanza de los profetas bíblicos, constituirse en la conciencia ética de su patria, la vibrante voz que convoca a la liberación y la justicia. Sin permitirle a los poderosos de este mundo, sean políticos o eclesiásticos, silenciar su palabra. Aunque en tantas ocasiones pareciera ser aquel anacoreta cuya solitaria voz clamaba en el desierto (Isaías 40:3; Marcos 1:3), sin ser escuchado por caciques seculares ni prelados religiosos. Antulio Parrilla Bonilla fue el regalo de Reyes para nuestra nación caribeña al nacer el 6 de enero de 1919, hace exactamente un siglo. La descolonización política, económica y espiritual del pueblo puertorriqueño y la solidaridad con los excluidos y marginados fueron las marcas prioritarias del ministerio profético del obispo católico Antulio Parrilla Bonilla. En un acto ecuménico, celebrado en Lares, Puerto Rico, el 23 de septiembre de 1970, Parrilla Bonilla, con la puritana seriedad que siempre le caracterizó, lanzó el

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EXÉGESIS Exégeesis

siguiente desafío a los representantes de las distintas iglesias allí presentes: A lo largo de todo el Antiguo Testamento [Dios] llamó profetas como Isaías, Amós… y otros para que denunciaran las injusticias sociales, la explotación… Los eclesiásticos que pretenden evadir la grave responsabilidad de comprometerse con la dura labor de librar a Puerto Rico de todas sus opresiones… están presentando al pueblo un Cristo falso. Jesús vino a salvar al… género humano, total e integralmente, en todas sus dimensiones… Por esto compete a los ministros del Señor el compromiso de liberación. Los próximos años de esta década verán más sacerdotes, más ministros y más monjas y laicos comprometidos en las cárceles, en las cámaras de tortura, en los tribunales, en el desprestigio…, pero ¡ay de la Iglesia de Cristo si no da testimonio en la ingente tarea de la liberación del mundo en todas sus formas! Lo sorprendente de tan atrevida y audaz aseveración, proferida no en un acto político en una plaza pública, sino en un contexto litúrgico, en el seno de la iglesia católica de Lares, es que acontece un año antes de publicarse el libro al que se acredita el surgimiento de la teología latinoamericana de liberación - Teología de la liberación (1971) de Gustavo Gutiérrez - y una década antes del asesinato, también en un ambiente eclesiástico, del arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero. Parrilla Bonilla mostró una característica distintiva esencial del profeta: la capacidad de distinguir los signos de los tiempos y de vislumbrar los retos que la historia lanza a quienes se comprometen a fondo con el apostolado cristiano.

Para honrar el centenario de su natalicio, el libro de Miguel Santiago Santana, Antulio Parrilla Bonilla: obispo y profeta de Puerto Rico, publicado inicialmente en el 2013 por la Fundación El Piloto, disfruta de una nueva edición (Publicaciones Gaviota, 2018). Esta obra es una vasta y valiosa contribución a la historiografía puertorriqueña, la social, la política y la eclesiástica. Culmina largos e intensos años de investigación cuidadosa y rigurosa, regida por el interés devoto de rescatar la memoria de un obispo católico que en su tiempo fuese la principal figura profética a todo lo largo y ancho de su patria y su iglesia y quien estuvo siempre dispuesto a asumir el costo que tradicionalmente corresponde a los profetas: marginación, exclusión y persecución. Este libro es un proyecto literario fruto, por un lado, de la pasión que un autor, inteligente y sensible, siente por un tema que le seduce y fascina y, por el otro, de su escrupulosidad académica en la ardua y laboriosa empresa de analizar textos y eventos. En agosto de 1969, en el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) que había fundado en Cuernavaca, México, Iván Illich increpó a algunos puertorriqueños que cenábamos con él, diciéndonos: “Ustedes en Puerto Rico no siempre valoran los grandes seres humanos que viven en su tierra”. Esas palabras me vinieron a la memoria al leer este libro de Miguel Santiago Santana sobre el pensamiento teológico y la obra pastoral de Antulio Parrilla Bonilla. Lamentablemente, hemos relegado al olvido los aportes que a la sociedad puertorriqueña y a nuestras vivencias espirituales nos legó este insigne compatriota que dedicó toda su vida al apostolado cristiano, la libertad de su patria y el logro de una sociedad solidaria y equitativa. Pero siempre hay quienes se aprestan a revivir las memorias injustamente relegadas

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LUIS N. RIVERA PAGÁN Antulio Parrilla Bonilla: Una voz profética recuperada

y marginadas. Son seres que logran forjar la feliz combinación del rigor académico y la fascinada pasión por su objeto de estudio, sobre todo cuando éste llena la medida de la máxima plenitud humana. De esa manera contribuyen al enriquecimiento de la conciencia histórica de las nuevas generaciones. Uno de ellos es el autor de este libro: Miguel Santiago Santana. Todos estamos en deuda con Miguel Santiago Santana por su solícita dedicación al análisis del pensamiento y la obra pastoral del obispo Parrilla Bonilla. Han sido años de devoto estudio del rico caudal de libros, ensayos, artículos de periódico, discursos, conferencias, homilías, informes y cartas de un líder eclesiástico que honra la historia de nuestro país. Se trata de la difícil pero honorable tarea de recuperar la memoria postergada y marginada de un ser humano que vivió y laboró con ahínco y afán incansables por forjar una mejor iglesia y un Puerto Rico más digno. De los esfuerzos académicos de Santiago Santana brotaron dos disertaciones aprobadas por el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, una de maestría - Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, S.J. (1919-1994): su ética cristiana y su oposición al Servicio Militar Obligatorio en Puerto Rico y a la Guerra de Vietnam (2006) y otra de doctorado - La Doctrina Social de la Iglesia en la vida, pensamiento y obra del obispo Antulio Parrilla Bonilla, S. J. (1919-1994) (2012) y, finalmente, este libro que ahora enriquece las bibliotecas y librerías de nuestro país.

Nuestro autor cumple a cabalidad los objetivos que se impuso al iniciar su investigación: –Estudiar la vida del obispo Parrilla Bonilla: la evolución de su devoción religiosa que le conduce primero al sacerdocio, luego a la Compañía de Jesús y finalmente al episcopado; el desarrollo de su pensamiento teológico y de sus interpretaciones de la doctrina social de la iglesia católica que le convierte, a la postre, en uno de los pioneros en Puerto Rico de la emergente teología de la liberación; su creatividad dirigiendo o forjando entidades, como la Acción Social Católica y el Centro Social Juan XXIII, que encarnen los principios liberadores del evangelio; el liderato que asume, con mucha modestia pero cabal dedicación, en los esfuer zos por liberar la patria puertorriqueña de la subordinación colonial; sus afanes vigorosos contra el militarismo, en un momento en que la juventud puertorriqueña se veía obligada a servir en el ejército de los Estados Unidos y así participar en la guerra de Vietnam que, según Parrilla, constituía una agresión ilegítima contra un pueblo que luchaba por su plena unificación y descolonización; y, finalmente, su inagotable labor promoviendo el cooperativismo como posible semilla de un socialismo humanitario, participativo y democrático. –Ubicar la vida y la obra del obispo Parrilla Bonilla en su contexto histórico, marcado por la invasión armada estadounidense en Indochina, la utilización de buena parte

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de nuestro territorio patrio para actividades militares, el servicio militar obligatorio impuesto a nuestra juventud, la criminalización y persecución del independentismo, las críticas renovadas al capitalismo por privilegiar el lucro individual sobre el bien común, los movimientos de liberación nacional que proliferaban por todo el tercer mundo, los vientos renovadores en la iglesia tras el segundo concilio vaticano (1962-1965) y el cónclave del episcopado latinoamericano en Medellín (1968), las nuevas corrientes teológicas progresistas y de matices emancipadores. –Despertar la conciencia de los lectores, entre ellos el que escribe estas líneas, de la necesidad de recuperar y validar la memoria de quien en un momento específico de nuestra historia nacional jugó un papel significativo y crucial en la ardua labor de concebir y labrar una sociedad de mayor autonomía personal y comunitaria, una comunidad en la que prevalezca la liberación de los seres más vulnerables, los empobrecidos, marginados y despreciados. Esta tarea se logra gracias a la escritura diáfana y elegante de Santiago Santana, fruto indudable de innumerables noches de desvelo en continua búsqueda de la redacción precisa y feliz, aquella que expresa fielmente el contenido que se desea destacar. Santiago Santana reproduce diversos escritos de Parrilla Bonilla los cuales, leídos hoy, décadas después de haber sido redactados o pronunciados (muchos fueron discursos, conferencias, ponencias u homilías), sorprenden por su audacia y radicalidad. Veamos algunos breves ejemplos: […] el compromiso político ha de ser a favor de los oprimidos, de los de abajo. Cualquier otro compromiso, apoliticismo o neutralismo es realmente una farsa que encubre

consciente o inconscientemente el favorable alineamiento en pro de los privilegiados, de los dominadores y de los opresores. El verdadero cristiano… no teme a la persecución, ni a las cárceles, ni a las estrecheces económicas, ni al vilipendio, ni a la difamación, ni al riesgo de la muerte. El cristiano no puede ser extraño a las penas y a los sufrimientos de los oprimidos, de los explotados y de los que no tienen voz… Los cristianos, a base del Evangelio, no tienen más remedio que optar por los oprimidos dondequiera que estén ubicados. La pregunta principal que me surge de este esfuerzo literario notable llevado a cabo tan fructíferamente por Santiago Santana es la siguiente: en esta época nuestra donde impera el neocapitalismo global y su idolatría del libre mercado como la única alternativa para configurar la sociedad humana, ¿es todavía viable proponer una teología de carácter liberador integral? ¿O es que ya estamos en el ocaso de todo pensamiento utópico, en la clausura definitiva de toda inspiración radical de emancipación humana y social? Creo leer, entre las líneas de este excelente libro, una negativa a la resignación, una convocatoria a renovar, en otro contexto socio-histórico y quizá con matices y énfasis algo distintos, la visión liberadora y profética que encarnó el obispo Antulio Parrilla Bonilla. A mí al menos, me parecen erradas las predicciones prematuras y generalmente interesadas de la disolución de las teologías de liberación. Más bien, lo que acontece es una diversificación de temas y perspectivas que no abdican la hermenéutica teológica liberacionista. De hecho, las fuentes matri-

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LUIS N. RIVERA PAGÁN Antulio Parrilla Bonilla: Una voz profética recuperada

ces originales de la teología de liberación transcurren actualmente por un proceso de fortalecimiento por las siguientes razones: Primero, la persistencia tenaz de la pobreza y las asimetrías socioeconómicas, incrementadas por la globalización neoliberal y la hegemonía planetaria del sistema capitalista de mercado que pretende transmutar, a manera de un avaro rey Midas, todo lo que toca en lucro. Sus más devotos feligreses han augurado el fin de la historia, frase enigmática cuya oculta semántica preconiza la permanencia de un sistema económico que valora el cálculo de ganancias sobre la promoción humana equitativa y que para garantizar su dominio no vacila en emplear distintas modalidades de violencia imperial. Vivimos en un período histórico donde las desigualdades sociales se incrementan gracias al poder con pretensiones omnímodas del capitalismo financiero, hegemónico en nuestra era posmoderna. Es una nueva configuración de potestad global que requiere de nosotros, por consiguiente, novedosas reflexiones teóricas críticas. Segundo, la rebeldía de los excluidos y empobrecidos, que reclaman un orden social alterno y forjan nuevas instancias de resistencia. Ciertamente, son variados los postulados de reivindicación de los diversos movimientos sociales. Hay quienes repudian la miseria a la que intenta destinárseles, otros reclaman el reconocimiento de la plena dignidad de su raza, sexo, identidad cultural, nacionalidad u orientación sexual. Esas distintas trincheras confieren complejidad teórica y práctica, pero también amplían las fronteras de los imaginarios utópicos que incentivan la resistencia social. Las teologías de la liberación se niegan a acatar las condenas y anatemas que tantas jerarquías eclesiales le han proferido, en estrecha consonancia con poderes muy profanos y

seculares. Todo este caleidoscopio teológico suscita una transformación radical de la manera de ser iglesia en la historia. Persiste la encomienda de reconfigurar el pensamiento y la praxis eclesial desde la perspectiva de y la solidaridad con los diversos rostros de los excluidos y marginados. Tercero, la recuperación, por parte de muchos creyentes, de la desafiante tesitura profética de las tradiciones bíblicas. Por más que se intente domesticar la fe cristiana, es imposible silenciar las memorias subversivas que anidan en sus textos y tradiciones más íntimas. El evangelio, como ha escrito el teólogo español José María Castillo, es: [...] el recuerdo peligroso de la libertad que cuestiona todas nuestras opresiones, nuestros miedos, nuestros desalientos, nuestras cobardías y también nuestras seguridades. Por eso el Evangelio es memoria subversiva, que nos descubre horizontes insospechados de libertad y autenticidad. Sólo así podremos recuperar el significado y la práctica de la Religión de Jesús. Las teologías de liberación, de orígenes muy diversos y múltiples talantes resignifican y recontextualizan esas memorias rebeldes. Es ahí donde se encuentra su peculiar ruptura epistémica. Por último, retumba vigorosa la acuciante conciencia de que Dios aún importa. En el interior de los conflictos sociales, políticos y económicos que trastornan nuestras vidas, Dios es repensado y sentido no como trascendencia impasible e inmutable, sino, a la manera bíblica, como Quien escucha con esmero y compasión el clamor de los oprimidos y excluidos. Cuando las miserias sociales que afligen la vida comunitaria se hacen intolerables, la memoria del Dios libertador de los oprimidos irrumpe

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dramáticamente. Más allá de las disputas interminables entre el secularismo recalcitrante y el fundamentalismo religioso, el texto paradigmático de emancipación social vuelve a resonar vigorosamente: Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo… (Deuteronomio 26:6-9). Como todo excelente libro, esta obra suscita inevitablemente interrogantes y observaciones críticas. Con el permiso del autor, y con el afecto que él sabe que le tengo y la admiración que profeso a su labor académica y literaria, enumero brevemente tres de ellas: 1- 1960 fue un año crucial para la relación entre la iglesia católica de Puerto Rico y la política. Los obispos católicos –James P. Davis y James E. McManus– emiten en octubre sendas cartas pastorales acusando al gobierno de atentar contra los principios cristianos y doctrinas morales del país y auspician la creación de un partido de clara tesitura católica, el Partido Acción Cristiana. Fue una confrontación cruenta y muy sonada. Aún después de las elecciones de ese año, este asunto fue objeto de acalorados debates. Aunque Santiago Santana afirma que Parrilla Bonilla, tras varios años fuera de Puerto Rico, primero en Cuba haciendo el noviciado jesuita y luego en un cargo parroquial en Nueva York, regresa al país en 1960 y que, por solicitud del arzobispo Davis, asume en 1961 la dirección de la oficina de Acción Social Católica de la arquidiócesis

de San Juan, nada indica sobre las visiones, ideas u opiniones que pudiese haber tenido este joven sacerdote sobre esta cuestión tan disputada en ese tiempo. Pregunto: ¿a qué se debe tan enigmático y extraño silencio? 2- A lo largo de su libro, Santiago Santana intenta demostrar que el ministerio de palabra y acción de Parrilla Bonilla estaba en plena sintonía con la doctrina social oficial de la iglesia católica, tal cual ésta se expresa en documentos conciliares oficiales y múltiples encíclicas y declaraciones papales. Pero al ejecutar esta estrategia hermenéutica apologética menciona de paso encíclicas papales y decretos de las más altas jerarquías vaticanas que, con mucha honestidad, considero poco loables o emancipadoras. Decretos que merecen, cuando menos, una nota de reserva crítica. Me refiero a documentos como Mirari vos (1832) de Gregorio XVI, una diatriba contra los principios liberales centrales a toda sociedad democrática, el Syllabus errorum (1864) de Pío IX, una larga y abominable lista de libros prohibidos e ideas censuradas, Divini redemptoris (1937) de Pío XI, con sus acerbas denuncias a la revolución mexicana y la república española, a todas luces un tácito apoyo a la insurrección franquista, y la declaración de marzo de 1986 de la Congregación para la Doctrina de la Fe, “Instrucción sobre libertad cristiana y liberación” (Libertatis conscientia), una amonestación crítica a la teología latinoamericana de liberación, publicada con el aval del entonces prefecto de esa Congregación, cardenal Joseph Aloisius Ratzinger, y el visto bueno del Sumo Pontífice, Juan Pablo II. Hay que tener sumo cuidado a fin de evitar que la honrosa recuperación de la memoria de Antulio Parrilla Bonilla como sacerdote, obispo y profeta se empañe con aparentes apologías de documentos eclesiales que tras

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el segundo Concilio Vaticano y el cónclave episcopal latinoamericano de Medellín son ya, incluso al interior de la iglesia católica, indefendibles en su integridad. 3-Solo de paso y muy brevemente Santiago Santana menciona los artículos periodísticos que con relativa frecuencia escribió Parrilla Bonilla sobre el tema del control de la natalidad. Esos textos se reprodujeron en un libro titulado Neomaltusianismo en Puerto Rico (Río Piedras, PR: Editorial Juan XXIII, 1974). Son escritos en los que resuenan fuertes ecos, aunque algo revestidos de un ánimo tercermundista y anti imperial, de la encíclica Humanae vitae, emitida en julio de 1968 por Pablo VI, uno de los documentos papales que, lo admito, despiertan en mi escasa aprobación. Esos artículos de Parrilla Bonilla suscitan en mi persona dos reacciones: primero un inmensurable y persistente hastío y luego una irónica sonrisa al percibir como ciertos varones de iglesia –sacerdotes, teólogos y obispos– pretenden decretar a las mujeres lo que les es permitido hacer en asuntos que tocan muy íntimamente a su sexualidad y derechos reproductivos. Es mal viejo, congénito y por lo visto difícil de curar. Por suerte, cada vez son menos las mujeres que en esa cuestión siguen al pie de la letra las prescripciones y proscripciones de los jerarcas eclesiásticos. La excelencia de este libro de Miguel Santiago Santana es doble: restaurar la memoria de una de las figuras cimeras de la historia eclesiástica y social de Puerto Rico y retarnos a proseguir con nuevos bríos, en nuestro peculiar momento histórico, la lucha dual que Antulio Parrilla Bonilla acometió con devoción incesable: la descolonización política, económica y espiritual del pueblo puertorriqueño y la solidaridad con los excluidos y marginados

de nuestra patria. Nuestra profunda gratitud a Miguel Santiago Santana por legarnos esta valiosísima obra. Inicié estas reflexiones con un verso de Canto de la locura, de Francisco Matos Paoli. Permítaseme concluirlas con otro poema del mismo autor, esta vez de su libro Contra la interpretación (1989)… Porque estoy vencido por el otro que sufre por el clamor de una muchedum- bre hambrienta. Entonces, como el Cristo, cojo el pan, cojo el pez, los mul- tiplico. Y así traigo al mundo el silencio fiel de Dios, la gracia del camino de Damasco que pone un nombre nuevo a Saulo: el forjador incorregible de la lo cura de la cruz... Imagen Antulio Parrilla Bonilla, pág. 31.

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EFRAÍNEXÉGESIS VÁZQUEZ-VERA Exégesis Exégesis 2 Segunda Época

El yihadismo caribeño de Trinidad y Tobago [estudios sociales-estudios culturales-inteligencia]

importantes sobre terrorismo se encuentran en los países que más sufren las consecuencias directas de esta lacra. Es por lo que el terrorismo se relaciona más con lugares como Nueva York, Londres, Madrid, París, Siria e Irak, y la región de Medio Oriente en general. En consecuencia, otros escenarios quedan al margen de los estudios académicos y análisis por ser considerados menos relevantes y distantes, como es el caso de la región caribeña. Cuando pensamos en el Caribe, la primera imagen que nos viene a la mente es la del turismo en playas paradisiacas. Pocos pueden pensar que el Caribe enfrenta una seria amenaza terrorista por parte del yihadismo internacional. Hay que hacer un gran esfuerzo para aceptar la idea de que puedar existir un vínculo entre el Caribe y el yihadismo. Entendamos que el Caribe es sinónimo de fragmentación y diversidad. En el Mar Caribe se sitúan la mayor cantidad de pequeños estados o mini estados en el mundo, con una gran diversidad entre sus componentes: políticos (colonias, repúblicas), geográficos (islas, continentes); así como étnicos, culturales, religiosos, económicos, etc. El término Caribe viene de los indios Caribes, también conocidos como los Kalinago, quienes eran habitantes de las Antillas

Introducción El estudio del terrorismo es complejo y dinámico. Lamentablemente, se conoce más del terrorismo por la información que difunden los medios de comunicación de masas, que por la escasa investigación sobre el tema. Hay muchos tipos de terrorismo: el nacionalista separatista, el político religioso, y el político de derecha o izquierda, entre otros (Bakker, 2006: 17). En el presente trabajo utilizaremos la definición de terrorismo utilizada por el Consejo de la Unión Europea como: un acto intencional con el objetivo de intimidar por medio de la violencia física o verbal a la población civil, gobierno u organización internacional, para que se abstenga de hacer algo o tome alguna acción concreta (Bakker, 2006: 37). Describir el terrorismo en nombre del islam es sensitivo y difícil. En los medios de comunicación se utilizan, indistintamente, los conceptos de terrorismo islámico o yihadismo. En el presente trabajo utilizaremos el concepto de yihadismo por entender que es más apropiado, que utilizar el adjetivo de islámico para describir el terrorismo. Existen trabajos importantes sobre terrorismo y yihadismo que se enfocan en los escenarios más protagónicos de este fenómeno. Los centros de investigación más

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EFRAÍN VÁZQUEZ-VERA El yihadismo caribeño de Trinidad y Tobago

Menores a la llegada de los europeos. Lo indios Caribes, a diferencia de los indios Taínos o Arauacos, se caracterizaron por su espíritu indomable que le creó fama de temibles guerreros. El Caribe es llamado en ocasiones como el Mediterráneo americano; es un lugar de intercambio entre Europa y América. Se caracteriza por una enorme diversidad cultural y racial pues es punto de encuentro y convivencia de diferentes culturas y razas. Estas diferencias culturales tienen su origen en la presencia de diferentes metrópolis colonizadoras: España, Dinamarca, Suecia, Francia, Gran Bretaña, Holanda. Esas diferencias se acentuaron más por ser el Caribe escenario de confrontación europea constante donde territorios pasaban de una metrópoli a otra con facilidad. Existe un número considerable de idiomas y dialectos, junto a una igual variedad de razas y religiones que han convertido al Caribe en un microcosmos. Además de los idiomas europeos, existen otros idiomas y formas autóctonas de expresión oral que demuestran la riqueza y diversidad cultural de la zona: el creol en Haití, el papiamento en Curaçao, lenguas indígenas en Guyana y Surinam, el smantonga en Surinam, el patois en las islas francesas, el chino mandarín, el árabe e hindú. Tal diversidad se manifiesta también en las religiones: cristianismo (catolicismo, evangélicos, pentecostales, teleevangelistas), islam, hindú, bahai, sincretismo, vudú, santería, shangó, zión, tamboo bamboo, camboula y pacomania, rastafari, y pukkumina. Aun cuando existen diferencias culturales, el Caribe posee una historia común que le define, que está caracterizada por: colonización, esclavitud, sistema de plantaciones de azúcar, emancipación, dependencia e interdependencia.

La República de Trinidad y Tobago se ha convertido en el epicentro yihadista en el Caribe, lo que amenaza no solo su seguridad, sino la de toda la región, e incluso Norte América, Europa y Medio Oriente. En el presente trabajo analizaremos el fenómeno yihadista en Trinidad y Tobago, y la incorporación de yihadistas trinitenses a las filas del Estado Islámico de Irak y el Levante, al que nos referiremos en este trabajo como el Estado Islámico. En primer lugar, analizaremos al yihadismo internacional y su conceptualización, pasando por el proceso de reclutamiento, motivaciones y retornados. Una vez tengamos una visión general del yihadismo internacional nos adentraremos en el caso de Trinidad y Tobago exponiendo la historia y los antecedentes yihadistas en el país caribeño. Igualmente, presentaremos los intereses yihadistas internacionales en Trinidad y Tobago, y la vinculación del yihadismo trinitense con el crimen organizado, lo que le hace un caso especial. Por último, ofreceremos nuestras conclusiones en la que se destacan recomendaciones para enfrentar la amenaza yihadista en Trinidad y Tobago. Metodología En el presente trabajo partimos de los conceptos generales sobre el terrorismo yihadista que se encuentran en estudios y análisis europeos para adentrarnos al caso específico de Trinidad y Tobago. Debemos alertar que la investigación sobre el yihadismo es difícil por las limitaciones que existen de información. Además de que la información es escasa, mucha es elaborada y recopilada por fuerzas de seguridad e inteligencia del Estado, lo que la hace restringida y en ocasiones secretas. A través de libros, artículos académicos, y periodísticos, documentales e informes

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gubernamentales y de organizaciones internacionales analizaremos el fenómeno yihadista en Trinidad y Tobago para tratar de comprender por qué desde Trinidad y Tobago se generó el mayor número de combatientes yihadistas per cápita del hemisferio occidental. Igualmente, se pretende realizar un análisis de la variación de las similitudes y diferencias entre el yihadismo trinitense y el europeo. Mediante una combinación de fuentes cualitativas y cuantitativas se realizará un estudio explicativo descriptivo para comprender las características únicas y especiales de Trinidad y Tobago que explican el alto número de combatientes yihadistas. Igualmente, pretendemos demostrar que hasta que no se enfrenten de forma efectiva las condiciones internas que permiten la parálisis nacional anti-yihadista, la amenaza yihadista en Trinidad y Tobago continuará.

yihadismo un concepto de vocación internacionalista, se debe hacer la distinción entre yihadismo nacional e internacional. El yihadismo nacional es aquel que combate en su lugar o región de origen. En el presente trabajo ponemos énfasis en el fenómeno del yihadismo internacional con sus combatientes extranjeros fuera de la tutela estatal en un conflicto armado político-religioso. Debemos tener claro que el yihadismo, en general, incluye actos violentos y actividades de apoyo financiero, el reclutamiento y la compra de armas y explosivos. El escenario del primer gran conflicto yihadista fue Afganistán, luego de la invasión de la Unión Soviética en 1979. Ha sido en Irak y en Siria donde se alcanzó el máximo nivel de éxito yihadista (Gurski, 2017: 65). Desde que se proclamó el Califato en junio de 2014, se estima que el Estado Islámico ha reclutado 40 mil yihadistas procedentes de 100 estados (Barret: 7).

El yihadismo internacional En el Corán se menciona, en varias ocasiones, el concepto de la Yihad, que podríamos traducirlo al español como “una lucha”. Se utiliza en el Corán en dos sentidos: la gran Yihad, que se refiere a la lucha interior de cada ser humano para ser mejor y cumplir con las enseñanzas del profeta Mahoma; y la otra, como la Yihad menor que es el uso justificado y autorizado de la violencia contra la opresión. A estas dos definiciones coránicas debemos añadir una tercera, la Yihad terrorista, que es la interpretación de una minoría que hace referencia a una agenda política religiosa para imponer por la fuerza una burocracia Pan Islámica con la idea romántica de la restauración del Califato, el terrorismo más peligroso (Bakker, 2015: 70). A esta última se le califica como yihadismo, siendo un yihadista aquel que abraza la idea del yihadismo. Siendo el

El reclutamiento y sus motivaciones El uso de combatientes extranjeros en conflictos civiles no es un fenómeno nuevo, e históricamente las motivaciones de tal uso no han sido siempre por motivos religiosos o étnicos. Se trata de un fenómeno más bien de occidente que del Medio Oriente, ya que históricamente tenemos más ejemplos de este en occidente (Malet, 2013: 2,11). No son mercenarios, ni fanáticos, pues los mueve la percepción de amenaza, de aventura, de falta de oportunidades, de hermandad de grupo y de sentido de comunidad. En el caso del yihadismo, no es cierto que el yihadista sea pobre, enojado y fanático religioso. Es más, en los procesos de radicalización yihadista estudiados no se observan en ellos traumas psicológicos serios. Las creencias y la fe son importantes, pero no determinantes en el proceso de radicalización

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yihadista. Es por eso por lo que no se puede explicar el fenómeno yihadista como uno exclusivamente de fanatismo religioso, pues participan en él otros factores que no son más destacados. Existe en el yihadismo una desnacionalización, en la que las fronteras son irrelevantes y se combate por la comunidad global islámica. La globalización y la Internet, con sus redes sociales, han ayudado a su internacionalización y aumento (Malet, 2013: 213) (Bakker, 2006: 167). Si es cierto que los combatientes extranjeros han sido históricamente una minoría en los conflictos, igualmente se debe reconocer que su participación ha sido decisiva ya que suelen llevar a cabo los actos de mayor violencia y arrojo. Su reclutamiento es una decisión estratégica de pasar de tácticas de guerrillas a ser una fuerza más convencional de guerra, a través de los recursos humanos (Malet, 2013: 6, 10). A través de la historia, los reclutadores de combatientes extranjeros proyectan el conflicto bélico como una amenaza para la comunidad de la que forman parte. Presentan a los candidatos yihadistas la idea de que la existencia de su comunidad está amenazada. Al parecer, es la amenaza lo realmente importante y no tanto los aspectos religiosos o étnicos. Rara vez se ofrecen incentivos económicos importantes a los candidatos. El reclutamiento ocurre cuando se busca aumentar los recursos para maximizar una victoria o hacer el mayor daño posible. Los reclutadores identifican candidatos en los que de antemano se conoce la posibilidad que simpaticen con la lucha. Los candidatos son identificados por su activismo o visibilidad en instituciones de la comunidad, por su identificación con los marginados y por un sentimiento de sentirse parte de una minoría amenazada. Las estructuras sociales de la comunidad amenazada ofrecen

el argumento y el mecanismo para dicha participación. Los reclutados se sienten más vinculados a su comunidad que a la sociedad nacional. Se trata de un reclutamiento selectivo, más que uno difundido por las masas, por existir en la mayoría de los casos prohibiciones legales. Se utilizan mensajes para activar el sentido de obligación y la idea de la defensa propia. En otras palabras, se trata de un mensaje del deber para hacer ver una guerra distante como una en legítima defensa. Es un mensaje elaborado con las mejores prácticas y técnicas de la mercadotecnia y la publicidad (Malet, 2013: 3-5). El yihadismo se basa en la noción de que el mundo islámico está bajo ataque de occidente, y por ello los verdaderos musulmanes tienen el mandato divino de contraatacar. El carácter divino del mandato es esencial dentro del discurso yihadista y es justificado con el Corán y los hadiths que son acciones o ideas atribuidas por referencia al profeta Mahoma (Gurski, 2017: 16). El concepto de que la comunidad de creyentes del islam, o la ummah, está en peligro, por lo que existe un sentido de responsabilidad y patriotismo religioso, permite que se convierta en un sentimiento similar al del nacionalismo. Los yihadistas se consideran soldados de la ummah (Gurski, 2017: 71). La hijrah ocurrió al principio del islam en el año 622 d.c. cuando el profeta Mahoma abandonó la Meca por invitación de los habitantes de la ciudad de Yatrib, hoy Medina. Este evento marca el nacimiento de la ummah y es el año 1 en el calendario islámico, conocido como el hijri. Los reclutadores de yihadistas hacen referencia a este evento histórico para hacer un paralelismo al llamar a abandonar el occidente no creyente y emigrar hacia la nación musulmana, en

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este caso el Califato creado por el Estado Islámico (Gurski, 2017: 72). Se define a occidente como un lugar de pecado y vicio por ello debe ser abandonado por los verdaderos musulmanes, y emigrar hacia donde los musulmanes sean mayoría y reine la ley islámica o la sharía. Se recalca que solo así se puede practicar con libertad las obligaciones dictadas por Allah (Gurski, 2017: 74). Antes de la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos, no existían estudios sobre las motivaciones de los combatientes extranjeros (Malet, 2013: 8). Los yihadistas internacionales proceden de todas partes y de todas las clases sociales. Muchos señalan que es imposible elaborar un perfil de estos yihadistas (Gurski, 2017: 69). Algunos yihadistas han manifestado, reiteradamente, que su incorporación al Estado Islámico y otros grupos, como Jabhat al-Nusra, se debe a un genuino interés por ayudar a sus hermanos musulmanes. La crueldad de la guerra siria y su drama humano ante la indiferencia de occidente, son el mayor aliciente. Incluso, algunos yihadistas afirman que inicialmente fueron con la intención de realizar trabajo humanitario, pero terminaron incorporándose al Estado Islámico (Gurski, 2017: 77). Un fenómeno que hace diferente la guerra en Siria es la incorporación de mujeres yihadistas, que se han visto seducidas por los mensajes en la Internet y redes sociales y la idea del califato (Gurski, 2017: 96) No existen estimados precisos sobre cuántas mujeres se han unido al yihadismo, pero se calcula que entre 48 a 86 (Barret: 9). Podemos resumir las razones por las cuales una persona decide ser un combatiente extranjero: 1. Por reconocer en esto una gran causa y el deber de ayudar a otros.

2. Por nacionalismo y patriotismo. 3. Por la búsqueda de aventura. 4. Para obtener un beneficio económico. 5. Y para obtener una ocupación y tener algo que hacer (Gurski, 2017: 13). Los retornados Recientemente, el Estado Islámico ha estado perdiendo territorio, y su capital en Siria, Raqqa, fue ocupada por fuerzas gubernamentales y aliadas en octubre de 2017. Esta situación ha propiciado que muchos yihadistas extranjeros regresen a sus países de origen, lo que representa una amenaza a la seguridad de esos países. Los retornados tienen una gran experiencia militar, son muchos de ellos expertos en el manejo de explosivos y armas. Está más que justificada la preocupación de los países receptores de retornados. Se calcula en unos 5,600 yihadistas retornados en 33 países (Barret: 4). Muchos tienen heridas mentales y físicas que conllevan un costo para el Estado de origen. Muchos se convierten en radicalizadores, y otros regresan al yihadismo (Gurski, 2017: 108). Uno de cada nueve retornados comete actos terroristas; esto es casi solo el 10 %. Los inspirados por la lucha yihadista cometen más actos terroristas que los retornados. Esto es así pues los retornados se inclinan más a formar parte de algo nuevo que destruir lo viejo, aun así, no dejan de ser una amenaza (Barret: 14). Existen tres tipos de retornados: el que trae instrucciones para atacar, el que abandona el yihadismo, pero mantiene un vínculo, y el desencantado (Gurski, 2017: 106). Determinar las intenciones de cada uno de los retornados es el gran reto que enfrentan las fuerzas de seguridad e inteligencia

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de los estados que los reciben Se trata de una tarea imposible de cumplir al cien por ciento, pues solo basta un retornado para causar un acto terrorista. Esta realidad genera, comprensiblemente, ansiedad entre la población y los gobiernos receptores de retornados.

origen indio, integrados socialmente, y los afrostrinitenses conversos, menos integrados y donde se encuentran la mayoría de los radicales musulmanes y yihadistas (BadriMaharaj, 2017: 174) (McCoy & Knight, 2017: 5). Es difícil imaginarse que Trinidad y Tobago sea un centro de reclutamiento yihadista cuando se trata de una república caribeña próspera, democrática y pacífica en la que la mayoría de la minoría musulmana está integrada a la sociedad y no existe el racismo, aunque existen tensiones raciales entre trinitenses de ascendencia india y africana.

El yihadismo en Trinidad y Tobago La República de Trinidad y Tobago es un Estado caribeño de 5,100 Km2 compuesta por dos islas, ubicada al final de la cuenca del Caribe a 11 km de la costa venezolana. Es una república parlamentaria que obtuvo su independencia del Reino Unido el 31 de agosto de 1962, quien la conquistó de España en 1797. Es un Estado industrializado que ocupa la posición número 65 del Índice de Desarrollo Humano entre los países de desarrollo humano alto (PNUD, 2016: 23). Su principal actividad económica es la industria petroquímica y las exportaciones de petróleo y gas, que representa el 80 % de sus exportaciones y el 40% de los ingresos (McCoy & Knight, 2017: 5). En el 2016, el ingreso nacional bruto del país fue de 43.37 billones de dólares norteamericanos, con un ingreso nacional bruto per cápita de 31,770 dólares norteamericanos, lo que le coloca como uno de los países más ricos per cápita de América. Su riqueza le ha permitido construir un robusto sistema de asistencia social (Banco Mundial, 2018) (McCoy & Knight, 2017: 5). Su población es de 1.3 millones de personas (Banco Mundial, 2018). El origen de su población se divide en 35.4 por ciento indio; 34.2% africano; y 22.8% mestizo. El 57% de la población es cristiana, el 18% hinduista y el 5 por ciento son musulmanes. Cabe destacar que dentro del grupo de musulmanes existen dos grupos, los de

Historia y antecedentes La manera de cómo llegó el islam a Trinidad y Tobago es desconocida por académicos y escritores. La historia oral señala que inició durante el periodo colonial británico con la llegada de esclavos de África occidental. El grueso de la población musulmana llegó al país caribeño con los indios musulmanes procedentes de los que una vez fueron estados mongoles de Uttar Pradesh y Bihar, en el norte de la India. Su llegada fue como sirvientes escapando del clima de violencia e inestabilidad en la India británica a mediados del siglo XIX. Esa inmigración musulmana se caracterizó por su pacifismo y laboriosidad. A mediados del siglo XX, muchos afrotrinitenses se convirtieron al islam procedentes del cristianismo e influenciados por el movimiento norteamericano Black Power, específicamente la Nación del Islam de Elijah Muhammed. Es por ello, que en el caso de los afrostrinitenses el islam representa un sentido de regreso a una identidad original violentada por la historia esclavista y colonial. La mayoría de los musulmanes en Trinidad y Tobago son de la tradición sunní, aunque existe una

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significativa minoría chiita. Marginalmente, existe una minoría salafista seguidora del hanbalismo. La principal asociación islámica en Trinidad y Tobago, reconocida y apoyada por el gobierno es Anjuman Sunnat-ulJamaat Asociation. Esta asociación está más relacionada con los indios trinitenses musulmanes, y recibe muchas críticas por parte de los afrotrinitenses musulmanes por no ser representativa y ser discriminatoria (McCoy & Knight, 2017: 5-6). Se vincula el crecimiento reciente del salafismo en Trinidad y Tobago a Arabia Saudita que durante los años 70 financió a través del Banco Islámico de Desarrollo visitas al país caribeño de imanes seguidores del wahabismo para educar y reclutar jóvenes musulmanes que posteriormente eran enviados a Arabia Saudita para continuar sus estudios profesionales y religiosos, y luego regresar a Trinidad y Tobago a predicar y trabajar (Cottee, 2016) (McCoy & Knight, 2017: 6). El primer acto de radicalismo musulmán en Trinidad y Tobago ocurrió el 27 de julio de 1990, cuando 114 miembros del grupo musulmán radical Jammat-al-Muslimeen tomaron por la fuerza el edificio del Parlamento (The Red House) y la estación de televisión pública (Trinidad and Tobago Television) en la capital Puerto de España. La intentona golpista fue encabezada por el expolicía, afrotrinitario converso y educado en Canadá, Imán Yasin Abu Bakr, nacido en 1941 como Lennox Philip. Con la toma del Parlamento, los radicales se hicieron por seis días con 40 rehenes, incluido el Primer Ministro, Arthur N.R. Robinson, quien fue herido de bala, siete ministros, miembros de la oposición y periodistas. Ese tipo de acción no tenía precedente en Trinidad y Tobago, y se trata del evento más violento

en la historia del país (Badri-Maharaj, 2017: 175) (McCoy & Knight, 2017: 9). Durante la primera hora de la insurrección, la policía trinitaria colapsó y abandonó la capital. Les tomó horas y muchas dificultades a las fuerzas armadas organizar una fuerza que combatiera a los insurgentes. El apoyo popular al levantamiento fue mínimo, pero el colapso del sistema de seguridad creó un verdadero caos en Puerto de España. Yasin Abu Bakr se rindió, no sin antes negociar una amnistía total para sus colaboradores, a cambio de respetar la vida de los rehenes. El resultado final de la intentona de golpe de estado fue de 24 muertos, 231 heridos y saqueos masivos por un costo de millones de dólares norteamericanos (Badri-Maharaj, 2017: 176). El grupo argumentó que el levantamiento fue espontáneo, pero existe evidencia de que fue planificado un año antes, e incluso se planificó el asesinato del primer ministro, Robinson. Aunque el grupo estaba siendo vigilado y monitoreado constantemente, las fuerzas de seguridad fueron incapaces de evitar la intentona. No hay duda de que se subestimó la amenaza y la respuesta no fue la adecuada por parte de las fuerzas de seguridad trinitenses (Badri-Maharaj, 2017: 176). Este intento de golpe de Estado convierte a Trinidad y Tobago en el único país del hemisferio occidental en sufrir una insurrección islámica (Cottee, 2016). El grupo radical recibió recursos económicos, material bélico y el entrenamiento de entre 18 a 25 militantes por parte del gobierno libio de Muamar el – Gadafi, a través del World Islamic Call Society (WICS), lo que ubica a esta intentona de golpe de Estado como el primer caso de conexión entre el terrorismo internacional y Trinidad y Tobago (Badri-Maharaj, 2017: 174) (McCoy & Knight, 2017: 9).

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Las razones para la intentona de golpe de Estado son complejas, y no han sido entendidas claramente. Al parecer, las tensiones sociales del momento en el que se percibía que los intereses políticos y económicos del gobierno del afrotrinitense Arthur Robinson discriminaba contra los afrostrinitenses en favor de los indios trinitenses. Previo a la intentona, Trinidad y Tobago experimentaba una grave crisis socioeconómica con altos niveles de desempleo, criminalidad e inflación, siendo los afrotrinitenses los más perjudicados. Unido a este clima de inestabilidad socioeconómica, el detonante de la insurrección fue la inminente intervención de la policía trinitense en el complejo de Jammat-alMuslimeen por una disputa de la propiedad de las tierras que ocupaban en Puerto de España, en favor de otra organización musulmana. Independientemente de las razones expuestas, es importante señalar que existe evidencia de una planificación de actos de violencia de carácter revolucionario por parte de Jammat-al-Muslimeen desde su creación a mediados de los años 80 (McCoy & Knight, 2017: 10). Jammat-al-Muslimeen fue creado inicialmente como un grupo para combatir el narcotráfico, el discrimen y la pobreza. Creció rápidamente gracias al apoyo libio y estableció alianzas con otros grupos radicales de las 85 mezquitas que existían en el país; hoy existen unas 175. Un año antes del levantamiento, su influencia creció en la vida política y criminal de Trinidad y Tobago. Infiltraron la aduana para traer armas y municiones. Los contactos que la organización mantenía con la policía y el ejército pudieron haber sido un factor que explique la inefectividad de las fuerzas de seguridad en prevenir y responder al

alzamiento (Badri-Maharaj, 2017: 176) (McCoy & Knight, 2017: 6, 11). Luego de otorgada la amnistía, la influencia y prestigio de Jammat-al-Muslimeen creció. Se creó una especie de imagen de intocable e impunidad sobre la organización que le trajo un incremento de los vínculos con políticos, partidos políticos y otros grupos criminales. El que Yasin Abu Bakr y sus seguidores fueran acusados reiteradamente de actos criminales como la extorsión y el asesinato, sin ninguna consecuencia, aumentó el respeto de la organización en el bajo mundo. Como consecuencia, existe en Trinidad y Tobago una gran desconfianza al aparato de seguridad e inteligencia y del sistema de justicia (Badri-Maharaj, 2017: 176) (McCoy & Knight, 2017: 11). El que no se castigara a Jammat-alMuslimeen, trajo la consecuencia nefasta de fortalecer el movimiento yidahista y estimuló la creación de otros grupos similares como Jamaat-al-islami-al-karibi (Grupo Islámico del Caribe), Waajihatul Islaamiyyah (Frente Islámico), y Jamaat-al-Murabiteen (Los almorávides). Cabe destacar que ninguno de estos grupos forma parte de la lista de organizaciones terroristas de los Estados Unidos y la Unión Europea. Es decir, como resultado del fallido golpe de estado de Jammat-al-Muslimeen, Trinidad y Tobago se convirtió en terreno fértil para el reclutamiento posterior de yihadistas (Badri-Maharaj, 2017: 176). En la actualidad, el total de miembros de Jammat-al-Muslimeen es indeterminado. Algunos calculan que podría ser de unos mil miembros. Cuentan con un complejo de ocho acres en Mucurapo Road que incluye una mezquita, escuelas, tiendas, negocios y viviendas. Realizan actividades de caridad en los barrios circundantes, lo que le ha ganado reputación e influencia. Afirman abogar por

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todos los ciudadanos de Trinidad y Tobago, y dicen oponerse a toda forma de discriminación, pobreza, corrupción y narcotráfico. Esa combinación de sentido de comunidad y asistencialismo social conduce a que algunos la comparen con grupos como Hezbolá y Hamás. Actualmente su radicalización ha tomado una nueva dimensión con el mensaje en redes sociales e internet del Estado Islámico. Los barrios pobres y marginados de Trinidad y Tobago suelen ser sus centros de operaciones predilectos (Badri-Maharaj, 2017: 176) (McCoy & Knight, 2017: 10). Reiteradamente Jammat-al-Muslimeen y demás organizaciones similares han manifestado su simpatía y adhesión con Al-Qaeda y el Estado Islámico. Señalan como su objetivo la creación de la República Islámica de Trinidad y Tobago. No se tiene certeza cuántos de los miembros de esas organizaciones se han radicalizado, pero se calculan que unos 40 adultos (24 hombres y 16 mujeres) y 30 niños (18 niños y 12 niñas), para un total de 70 personas, aceptaron el llamado para convertirse en yihadistas del Estado Islámico. En términos comparativos, aproximadamente 1 de cada 19,100 trinitenses ha viajado como yihadista, mientras en los Estados Unidos 1 de cada 1.87 millones de residentes lo ha hecho (CTED, 2015: 66). Los ciudadanos trinitenses son muy valorados en el Estado Islámico ocupando puestos de liderato (Robles, 2017). La mayoría de ellos llegó a Siria o al menos Turquía. Otros números estimados de yihadistas trinitenses van desde 100 a 400. El reclutamiento en Trinidad y Tobago, entre los afrotrinitenses conversos ha sido tan exitoso que se han utilizado trinitenses en videos de propaganda del Estado Islámico (Badri-Maharaj, 2017: 177-8). Este nivel de reclutamiento yihadista para un país de 1.3 millones de

habitantes, entre los que un poco más de cien mil personas son musulmanes, coloca a Trinidad Tobago como el país con mayor tasa de reclutamiento yihadista en el hemisferio occidental (Cottee, 2016) (McCoy & Knight, 2017: 14). La doctrina de estos grupos radicales trinitarios puede definirse como una mezcla del islam salafista y la retórica del movimiento norteamericano de los años 70 Black Power, que tuvo muchos adeptos en Trinidad y Tobago. Como señalamos anteriormente, la mayoría de los reclutas yihadistas son afrotrinitense, pero incluso indios trinitenses han sucumbido ante el mensaje. Estos últimos están más integrados en la sociedad trinitense y son más educados, por lo que se han convertido en el objetivo preferido de reclutadores yihadistas (Badri-Maharaj, 2017: 178). No existen estudios rigurosos y científicos sobre el perfil del yihadista trinitense, lo que demuestra la debilidad de los servicios de inteligencia. Los escasos estudios realizados por la policía de Trinidad y Tobago describen al yihadista trinitense como afro converso, menor de 35 años, arrogante, sin paciencia, con problemas matrimoniales, incapaces de vivir entre no musulmanes, creen que son discriminados por ser musulmanes, son de clase social baja o media, fueron criados por un padre o madre soltera, no conocen el Corán, y la mayoría están desempleados. Cabe destacar, que según la policía trinitense el perfil yihadista es muy similar al perfil de los miembros del crimen organizado. Algunos yihadistas trinitenses vienen de otros estratos sociales como un medallista olímpico y un abogado prominente, pero la mayoría son de escasos recursos económicos y desertores escolares con una educación básica (Badri-Maharaj, 2017: 178) (McCoy & Knight, 2017: 17).

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Entrevistas académicas realizadas a musulmanes radicales trinitenses han identificado dos motivaciones en común para unirse al Estado Islámico: el deseo de alcanzar una libertad religiosa y el beneficio económico. Relacionado a la segunda motivación, es importante señalar que existe en Trinidad y Tobago el rumor de que cada combatiente trinitense que se incorpore a las filas del Estado Islámico recibirá 100 dólares norteamericanos diarios. Otras de las motivaciones que destacan es el sentido de aventura y de identidad (McCoy & Knight, 2017: 16) La profesora del Instituto de Criminología y Seguridad Pública de Trinidad y Tobago, Meredith L. Patten, ha señalado que: Como las gangas u otros grupos de subcultura, el Estado Islámico busca objetivos fáciles, lo más vulnerables. Además de la religión y la ideología, el Estado Islámico puede enfocarse en las penurias que los trinitenses enfrentan cada día, prometiendo una mejor vida, y más importante aún, un propósito de vida (T.A.) (de Arimateia da Cruz, 2016: 3). Si realizamos una comparación entre los perfiles de los yihadistas europeos y los trinitenses, encontramos que: 1. En Europa el yihadismo presenta un perfil racial e inmigrante, mientras en Trinidad y Tobago no. 2. El elemento religioso en el yihadista europeo es mayor que en el trinitense. 3. El crimen organizado tiene una mayor influencia entre los yihadistas trinitenses que en el europeo. 4. En Trinidad y Tobago, la mayoría de los yihadistas son conversos, mientras en Europa no.

5. Entre los yihadistas europeos está dividida a la mitad la pertenencia a clases sociales entre alta/media y baja, mientras que en Trinidad y Tobago la mayoría son de clase baja. 6. El yihadista europeo tiene más destrezas laborales que el trinitense. 7. Y existe un mayor índice de desempleo en el yihadista trinitense que en el europeo (Bakker, 2006: 555). El primer yihadista trinitario que públicamente realizó un llamado público a sus compatriotas musulmanes para apoyar la Yihad del Estado Islámico fue el afro trinitense converso, Abu Sa’dat-trinidadi, nacido como Shane Dominic Crawford (BadriMaharaj, 2017: 173) En una entrevista en la revista electrónica del Estado Islámico, Dabiq, número 15, Sa’dat-trinidadi confiesa ser un francotirador del Estado Islámico, y condenó a sus compatriotas musulmanes por continuar viviendo en “[…] un lugar donde no hay honor y que se les obliga a vivir en humillación, sometidos por no creyentes.” (T.A.). Igualmente hizo un llamado a los musulmanes trinitenses a “[…] aterrorizar a los no creyentes en sus propias casas y hacer que su sangre corra por las calles.” (T.A.) Solo tres días después de hacerse pública esa entrevista, ocho mujeres trinitenses con sus hijos fueron detenidas al sur de Turquía intentando entrar a territorio sirio controlado por el Estado Islámico (Cottee, 2016). Abu Sa’dat-trinidadi estuvo toda su juventud luchando por obtener un empleo estable y llegó a vender pescado para sostener a su familia. Sus familiares le describían como una persona frustrada. En el 2013 vendió sus pocas pertenencias, un automóvil y un televisor, y viajó junto a sus dos esposas y un amigo hacia territorio controlado por el Estado Islámico en Siria, vía Londres y Turquía. Sa’dat-trinidadi asistía a la mezquita

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de Río Claro dirigida por el Imán Nazim Mohammed, antiguo miembro de Jammatal-Muslimeen, y vinculado al reclutamiento yihadista (McCoy & Knight, 2017: 14). Casi todos los mensajes de yihadistas trinitenses son de apoyo al Estado Islámico y denuncian que el islam en Trinidad y Tobago está reprimido y restringido (BadriMaharaj, 2017: 178). Se señala reiteradamente una vinculación entre el yihadismo trinitense y Venezuela. El líder de Jammat-al-Muslimeen, Yasin Abu Bakr, ha manifestado reiteradamente su admiración por el líder venezolano, Hugo Chávez. Venezuela ha sido la ruta predilecta de los yihadistas trinitenses que desean incorporarse al Estado Islámico, y se han denunciado reiteradamente el contrabando de armas, municiones, drogas y el lavado de dinero desde Venezuela. La cercanía geográfica entre Venezuela y Trinidad y Tobago, la porosidad de las costas trinitenses y la existencia previa de actividad criminal entre ambos países han consolidado la vinculación. En el 2014 se arrestó en Caracas a 19 ciudadanos trinitenses bajo sospecha de tener la intención de viajar a Siria para unirse al Estado Islámico. Entre el grupo había ocho hombres, tres mujeres y ocho niños. Tres de los hombres se identificaron como imanes. De los ocho hombres, cinco fueron acusados formalmente de terrorismo y al resto del grupo se le permitió regresar a Trinidad y Tobago. Entre la evidencia que se encontró había 100,000 dólares norteamericanos, 66 pasaportes, ropa militar, computadoras y teléfonos satelitales. Se descubrió, además, que los hombres obtuvieron en Venezuela entrenamiento militar por parte de dos policías venezolanos, como parte de los preparativos para unirse al Estado Islámico. Para algunos, este caso demuestra la

conexión terrorista entre Trinidad y Tobago y Venezuela (McCoy & Knight, 2017: 14) Los intereses yihadistas en Trinidad y Tobago Trinidad y Tobago presentan características especiales que le hacen atractiva a los intereses yihadistas, a pesar de que el país caribeño posee una minoría musulmana, que haría imposible crear una república islámica. En otras palabras, el yihadismo en Trinidad y Tobago, a pesar de declarar reiteradamente que su aspiración es crear una república islámica en el Caribe, sabe que ese objetivo no es viable. Son otros los intereses yihadistas en Trinidad y Tobago. El yihadismo internacional tiene muy presente que en Trinidad y Tobago se pueden realizar ataques terroristas contra intereses norteamericanos y europeos. Igualmente, desde el país caribeño se pueden organizar y lanzar ataques contra los Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña. Trinidad y Tobago es visto como una “cabeza de playa” del yihadismo internacional en el hemisferio occidental. Ningún otro lugar del hemisferio occidental presenta un clima tan propicio para el desarrollo yihadista. Se trata de un lugar idóneo para la obtención, no solo de recursos humanos, sino de armas y recursos económicos. Como veremos más adelante, la vinculación del yihadismo con el crimen organizado en Trinidad y Tobago facilitan esos objetivos. Debemos señalar que Trinidad y Tobago es el principal exportador de gas licuado (LNG) a los Estados Unidos. Según los datos del Ministerio de Energía de Trinidad y Tobago, la producción de LNG en enero de 2018 alcanzó los 2,7 millones de metros cúbicos, registrando la producción mensual de LNG más alta desde enero de 2015 (GNL Global, 2018). Los buques tan-

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que que transportan ese producto podrían convertirse en un arma formidable para un objetivo terrorista. Las petroquímicas e instalaciones petrolíferas en Trinidad y Tobago están pobremente protegidas y la mayoría están en manos de intereses extranjeros (Las británicas BP, Shell, Gasfin, y Centrica, la unidad CIC del fondo soberano de China, y Summer Soca de Estados Unidos), lo que las convierte en objetivos potenciales (BadriMaharaj, 2017: 175). El país caribeño posee una posición geográfica estratégica, que unida a su estrecha relación con los Estados Unidos y Gran Bretaña, le convierte en un enclave geoestratégico importante. Trinidad y Tobago está bien conectada por vía área y marítima con el mundo, lo que le hace atractiva para el reclutamiento y posible centro de operaciones desde donde lanzar ataques yihadistas. Existen aproximadamente 40 vuelos directos desde Piarco International Airport a el Caribe, los Estados Unidos, Venezuela, Gran Bretaña y Canadá. Los trinitarios no necesitan visados para entrar en Gran Bretaña, el espacio Schengen, Turquía, y la mayoría de los países del Caribe. Igualmente, debemos tomar en consideración el tamaño considerable de la diáspora trinitense residente en los Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, lo que aumente y facilita el flujo de personas. Además, podemos señalar que Trinidad y Tobago posee una población heterogénea en la que cualquier yihadista podría infiltrarse y pasar desapercibido (Badri-Maharaj, 2017: 175). A pesar de que Trinidad y Tobago es un aliado en la lucha contra el terrorismo internacional, sus fuerzas de seguridad e inteligencia carecen de los recursos humanos, económicos y de entrenamiento para enfrentar la lucha yihadista, lo que convierte al país caribeño en un lugar relativamente cómodo

para realizar actividades yihadistas. Trinidad y Tobago cuenta con cinco mil efectivos en sus fuerzas armadas y 6,500 policías, cuya mayoría carece del entrenamiento adecuado y no dan abasto para enfrentar la ola criminal que azota al País; menos podrán enfrentar la amenaza yihadista. Su servicio de inteligencia, el Strategic Service Agency, tienen grandes carencias de todo tipo (BadriMaharaj, 2017: 175). El yihadismo trinitense y el crimen organizado La propaganda yihadista utiliza la violencia, el culto a las armas y a la muerte para atraer adeptos. Para una sociedad tan violenta como la trinitense, la apología a la violencia resulta la estrategia más efectiva para el reclutamiento. En 2017 se registraron 494 asesinatos en Trinidad y Tobago. En el 2011 se declaró un estado de emergencia como respuesta a la ola criminal que azotaba al país caribeño y descubrirse un complot para asesinar a la primera ministra Kamla Persad-Bissessar y miembros de su gabinete. Se detuvo por dos semanas a Abu Sa’dat-trinidadi por sospecha de haber formado parte de la conspiración; posteriormente este pudo escapar hacia Siria, vía Venezuela, y unirse al Estado Islámico. Cabe señalar que Abu Sa’dat-trinidadi fue acusado en el 2010 por tenencia ilegal de armas de fuego y municiones (Cottee, 2016) (McCoy & Knight, 2017: 14). Desde la aparición de movimientos radicales islámicos en Trinidad y Tobago, como Jammat-al-Muslimeen, comenzó un vínculo estrecho con el crimen organizado. Estos grupos radicales captaron la atención de las autoridades trinitenses, no por su vínculo con el terrorismo internacional, sino por la lucha contra el crimen organizado. El crimen organizado en Trinidad y Tobago cuenta con

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la infraestructura y la experiencia que beneficia al terrorismo internacional. Tienen experiencia en el lavado de dinero y el contrabando de armas y personas, que los convierte en el socio ideal (Badri-Maharaj, 2017: 179) Igualmente, el terrorismo internacional se podría beneficiar del hecho de que Trinidad y Tobago es un puente del narcotráfico desde Sur América hacia los Estados Unidos y Europa (de Arimateia da Cruz, 2016: 2). Se podría señalar que en Trinidad y Tobago el terrorismo internacional y el crimen organizado son la misma cosa. Esa combinación es explosiva y ofrece un clima ideal para reclutamiento yihadista. Se calcula que existen en Trinidad y Tobago 100 gangas criminales, de las cuales gran parte se califican como gangas musulmanas. Se calcula que unas 21 gangas dominan gran parte de la capital trinitense; Puerto de España es administrado por estas y no por sus funcionarios electos. Muchas de estas gangas tienen una estructura, subcultura y organización muy similar a las maras centroamericanas, e incluso alguna ganga musulmana, como la denominada Unrulies, se han identificado como parte del Estado Islámico. Las organizaciones islámicas radicales han creado un Estado paralelo que ofrece servicios sociales, lo que aumenta su prestigio y apoyo popular. Los partidos políticos han coqueteado con las gangas, que con el tiempo han expandido sus operaciones fuera de la capital (BadriMaharaj, 2017: 180) (McCoy & Knight, 2017: 21,24). Un elemento destacado en la radicalización de los jóvenes musulmanes trinitenses son las prisiones. El país caribeño tiene una de las tasas más alta de población penal en el mundo. El sistema de prisiones en Trinidad y Tobago se ha convertido en un centro

efectivo de radicalización musulmana. Hoy, las prisiones trinitenses son controladas por musulmanes radicales. Ser musulmán en el sistema de prisiones trinitenses se ha convertido en una necesidad por la seguridad y protección que brinda (McCoy & Knight, 2017: 24). Como de igual manera las maras centroamericanas lograron exportar su modelo y subcultura criminal a otros países, preocupa a muchos que las gangas trinitenses logren exportar su modelo a otros países del Caribe, y con ello el islam radical. Muchos países del Caribe presentan situaciones parecidas a Trinidad y Tobago lo que permitiría expandir el extremismo y terrorismo en la región (McCoy & Knight, 2017: 26). A esta situación, debemos añadir que la seguridad y los servicios de inteligencia son deficientes. Como se señaló anteriormente, las costas de Trinidad y Tobago son extremadamente porosas, lo que facilita el contrabando de armas y personas, en especial desde Venezuela. El sistema judicial no es efectivo para conducir procesos judiciales largos y el sistema de protección de testigos es muy deficiente, lo que permite la impunidad (Badri-Maharaj, 2017: 180). Conclusiones El yihadismo en Trinidad y Tobago representa un claro ejemplo de la capacidad del Estado Islámico para adaptarse y aprovechar la vulnerabilidad de un Estado caribeño como Trinidad y Tobago (McCoy & Knight, 2017: 29). Se trata de un modelo exitoso que muy bien puede ser imitado por grupos yihadistas en otras partes del mundo. Trinidad y Tobago presenta todos los elementos necesarios para el desarrollo de la radicalización islámica y el yihadismo. El contubernio de partidos políticos y políticos que apoyan grupos radicales islámicos y el

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crimen organizado ha facilitado el trabajo de reclutamiento. No es extraño entonces, que Trinidad y Tobago sea el Estado en el hemisferio occidental con el mayor número per cápita de yihadistas. La marginalización social, la pobreza, y la inseguridad, junto a la Internet y las redes sociales, han sido grandes aliados para alcanzar ese sitial. Por su localización geográfica, libertad de movimiento y debilidad del Estado, el país caribeño y la región, enfrentan la continua amenaza de sufrir atentados terroristas dentro de sus fronteras, y que desde su territorio se organicen y se puedan ejecutar actos de terrorismo internacional. Reiteramos que la fortaleza del yihadismo en Trinidad y Tobago está en la fortaleza del crimen organizado y su vínculo con las esferas de poder. No existe una política antiyihadista coherente, no existe voluntad y no hay consensos entre la población. Aun así, reiteramos que no existe la posibilidad de que Trinidad y Tobago se convierta en una república islámica (Badri-Maharaj, 2017: 185). Los Estados Unidos y la comunidad internacional han solicitado, reiteradamente, a Trinidad y Tobago que endurezca sus leyes anti yihadistas y aumente la colaboración internacional. Específicamente, los Estados Unidos ha realizado encuentros con la comunidad musulmana en su embajada en Puerto España y ha financiado talleres anti extremistas en los Estados Unido, esfuerzos que no son correspondidos por el Estado trinitense (Robles, 2017). Los retornados yihadistas trinitenses son una seria amenaza para la seguridad del país y la región. Dado el vínculo entre los grupos radicales islámicos y la política, existen voces que procuran que el retorno sea libre y sin restricciones. No hay consenso entre las fuerzas políticas trinitenses

para cumplir con la resolución 2178 de la Organización de las Naciones Unidas del 2014 que obliga a controlar los retornados e informar sobre combatientes yihadistas, por lo que su cumplimiento está en duda. Ante la debilidad de los sistemas de seguridad e inteligencia en Trinidad y Tobago, este supuesto sería desastroso; considerando que se trata de un país con más 15 mil armas ilegales (Badri-Maharaj, 2017: 182). No hay duda de que el primer paso para combatir el yihadismo en Trinidad y Tobago debe ser el dejar atrás las divisiones y el oportunismo político. Lamentablemente, mientras el país caribeño experimente un agravamiento de su situación socioeconómica por la mala gobernanza y la baja en los precios de los hidrocarburos, proporcionalmente, así será el incremento de su radicalismo musulmán y del yihadismo. En la medida que el gobierno trinitense sea incapaz de combatir el crimen organizado, el contrabando de drogas, de personas y armas, así también será el crecimiento y consolidación de la radicalización musulmana y el yihadismo (McCoy & Knight, 2017: 30). Según el ex comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, el general John F. Kelly, “[…] las pequeñas naciones caribeñas están muy preocupadas por el retorno de extremistas islámicos con el objetivo de realizar operaciones terroristas, ya que no cuentan con la capacidad para enfrentar el problema. Una vez de regreso, pueden viajar libremente y potencialmente cruzar la frontera de los Estados Unidos” (T.A.) (de Arimateia da Cruz, 2016: 5). De igual forma, el general Kelly ha expresado la incapacidad de los norteamericanos de dar seguimiento a los movimientos de los yihadistas trinitenses (Baron, 2015). Es muy probable, que la falta de sofisticación del yihadista trinitense ha evitado

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un mal mayor en Trinidad y Tobago y en la región. Recientemente, el Ministerio de Seguridad Nacional de Trinidad y Tobago creó el Grupo de Trabajo Interagencial de Contraterrorismo Nacional para corregir las deficiencias de comunicación e intercambio de información entre agencias gubernamentales trinitenses en la lucha contra el terrorismo. Sus objetivos son: detectar e impedir atentados y actividades terroristas en Trinidad y Tobago; e identificar, perseguir y procesar a terroristas (Departamento de Estado, 2016: 299-300). El Grupo de Trabajo aprobó el 1 de noviembre de 2017 una Estrategia Nacional Contraterrorista cuya implementación está aún en proceso, y creó una Unidad Anti-Terrorista dentro de la policía de Trinidad y Tobago (Alexander, 2017). Aún está por verse el efecto que tendrá en la lucha anti-yihadista el esfuerzo anteriormente descrito. Son muchas las recomendaciones que históricamente se le han presentado a Trinidad y Tobago para lograr una mayor efectividad y cumplir con los compromisos internacionales. Reconocemos que algunas de esas recomendaciones se han iniciado pero su implementación ha sido tímida, por lo motivos expresados anteriormente. Entre esas recomendaciones encontramos las siguientes: 1. Mejorar el perfil del yihadista trinitense. 2. Mejorar la capacidad de inteligencia y seguridad con apoyo internacional. 3. Evitar el retorno de yihadistas trinitenses. 4. Crear un registro de imanes en Trinidad y Tobago. 5. Establecer un centro de rehabilitación del extremismo, utilizando la experiencia previa de Trinidad

y Tobago en la rehabilitación de miembros de gangas y drogadictos. 6. Y establecer una política nacional consensuada por los partidos políticos que incluya a la sociedad civil, grupos religiosos y a las comunidades india y afrodescendiente (Fraser-Rahim, 2018). Dada la realidad compleja del yihadismo en Trinidad y Tobago, y el grado de penetración del radicalismo islámico en el Estado, la comunidad internacional no debe esperar que sus llamados a endurecer la lucha anti yihadista y a que se cumplan los compromisos internacionales tengan un efecto real. Es necesario realizar una presión más directa y contundente por parte de la comunidad internacional, que podría llegar a las sanciones internacionales. No bastan los gestos y las manifestaciones de buena voluntad por parte de los gobiernos trinitenses. Obviamente, la comunidad internacional debe brindar un decidido apoyo al país caribeño, por quedar demostrado su incapacidad para enfrentar la amenaza. Por último, la comunidad internacional debe apoyar que Trinidad y Tobago encuentre su propia estrategia y tácticas a seguir en la lucha contra el yihadismo. Advertimos que la importación de fórmulas europeas y norteamericanas que no tomen en cuenta la particularidad y especificidad del país caribeño están destinadas al fracaso. Bibliografía Alexander, Gail (2017), “T&T counterterrorism strategy approved Nov 1”, en Trinidad & Tobago Guardian, Puerto de España, 26 de noviembre (http://www. guardian.co.tt/news/2017-11-25/tt-counter-terrorism-strategy-approved-nov-1) Badri-Maharaj, Sanjay (2017), “Globalization of the jihadist threat: Case study

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JOSÉ MANUEL ENCARNACIÓN JOSÉ MANUEL ENCARNACIÓN Educar 2niñas sin miedo Exégesis Segunda Época

Educar niñas sin miedo [pedagogía-sociología-estudios culturales]

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Una niña juega con sus dos muñecas y las regaña paraque se queden quietas. Ella también parece una muñeca, por lo linda y lo buena que es y porque a nadie molesta. –José H. Figueira, Uruguay, Adelante, 1940

l ascenso social de la mujer es inevitable. El paradigma del mundo diseñado y construido por hombres para hombres desde la perspectiva social de los hombres, agoniza. Esa realidad es señal irrefutable del auge de una auténtica revolución social que reta teorías, creencias y políticas androcéntricas, las mismas que han dejado de lado a la figura femenina en asuntos de derechos humanos, ciudadanos, laborales, en fin, en un estado de aparente ausencia en la historia. Al aproximarnos al primer cuarto del siglo XXI, las estructuras masculinas, excluyentes y discriminatorias, que se han servido del conocimiento como herramienta de manipulación para afianzar su dominio, continúan resquebrajándose moral y legalmente frente a los enormes logros de la mujer. Además, la sociología femenina ha extendido sus horizontes desvelando perspectivas que provocan un llamado a la responsabilidad social global, una nueva actitud hacia el fenómeno de la participación y contribución de las mujeres en la sociedad. Emerge una comprensión diferente de la vida social a la que la educación está convocada como factor influyente hacia el levantamiento definitivo de la mujer frente a las amenazas de una estructura anquilosada que aún se resiste a reconocer sus derechos

naturales, sus talentos, capacidades y virtudes, resiste su dignidad. Por eso es pertinente considerar aquí el pensamiento hostosiano, un iluminado legado decimonónico de agudo repunte en este tema. Eugenio María de Hostos es y será siempre un referente importante sobre mujer, sociedad y educación por lógico, por justo y por adelantado. En su reclamo por la educación de la mujer, descubrimos que más allá de las amenazas que el sistema presenta a la mujer en su lucha por la movilidad social, debemos reflexionar también sobre las amenazas que la mujer le puede representar a los promotores y beneficiarios del orden social. Observó oportunamente el Ciudadano de América: [...] no es extraordinario que cuando concebimos en la rehabilitación total de la mujer la esperanza de un nuevo orden social, la esperanza de la armonía moral e intelectual, nos espantemos: entregar la dirección del porvenir a un ser a quien no hemos sabido todavía entregar la dirección de su propia vida, es un peligro pavoroso […] ese peligro es obra nuestra, es creación nuestra; es obra de nuestros errores, es creación de nuestras debilidades; y nosotros los hombres, los que monopoliza-

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mos la fuerza de que casi nunca sabemos hacer justo empleo; los que monopolizamos el poder social, que casi siempre manejamos con mano femenina; los que hacemos las leyes para nosotros, para el sexo masculino, para el sexo fuerte, a nuestro gusto, prescindiendo temerariamente de la mitad del género humano […] (1873) En ese sentido hostosiano es que se plantea aquí que hay que Educar niñas sin miedo. El análisis, no pretende redescubrir fines educativos, ni ideas frescas, tampoco agotar la totalidad de las vertientes interpretativas sobre un asunto tan complejo. Sólo se acentúa mínimamente en dos perspectivas básicas ante la desigualdad, marginalidad y el prejuicio que emana de la circunstancia actual de la mujer: la ético-política y la docente. Primero, se afirma que para dar

sostenibilidad a una iniciativa del alcance humano que tiene la lucha por los derechos de la mujer, hay que crear las condiciones ético-políticas que permitan un proceso educativo que, además de propiciar competencia cívica y responsabilidad social en torno a los derechos de la mujer, aspire definitivamente a la equidad y al desarrollo de cada niña al máximo de su potencial. Subrayamos aquí, que las experiencias de aprendizaje a las que se exponga a las niñas, trasciendan la quietud, el silencio y la absurda obediencia a la que ciertos contextos culturales la han relegado y la mantienen. El poder de educar Corresponde a la educación y a quien educa, la encomienda de institucionalizar definitivamente el reposicionamiento femenino. El cambio tiene que empezar en las aulas, con líderes educativos creativos

La niña sin miedo, la estatua de bronce creada por Kristen Visbal y que fue temporeramente situada frente al icónico Toro que embiste en la zona de Wallstreet, en la ciudad de Nueva York. La imagen, entre otras interpretaciones, pudiera invitar a educar niñas sin miedo, para impugnar lo que ha sido la historia de la desigualdad de la mujer en las estructuras de poder, esas cuyo andamiaje sostiene el sistema socioeconómico que distribuye la riqueza y las oportunidades bajo los fundamentos elitistas, discriminatorios, a veces misóginos, del capitalismo salvaje. (Foto: Michael Fitzsimmons / Alamy Stock)

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que persigan que las niñas tengan las herramientas cognitivas y socio emocionales para librarse de los estereotipos curriculares, que vivan felices y sin miedo a jugar, sin miedo a relacionarse con otras personas, sin miedo a apropiarse de su propio proceso de desarrollo, sin miedo a aprender a ser mujer, a pensar y sentir diferente, sin miedo a defender la integridad de su ser; a aprender, a preguntar, a dudar y a investigar; sin miedo a emprender para construir una sociedad más justa, sin miedo a reclamar sus derechos y hacerlos valer, sin miedo a luchar contra la histórica marginalidad, contra el prejuicio, contra la inanición y enajenación que su género ha padecido; sin miedo, sin miedo a enfrentar la embestida de las fuerzas del capitalismo salvaje que la devalúa en capacidad, le remunera menos por su trabajo y le obstruye su progreso académico y profesional. A ese deber no puede ser indiferente la educación, no puede rehuir a desarrollar mujeres sin miedo a expresar su pensamiento y su sentimiento a través de las artes, de las ciencias, del deporte, dispuestas a estudiar y enfrentar los problemas del mundo; sin miedo a la libertad. Por tal razón, es imprescindible desarrollar en las niñas conciencia ciudadana, de organización, interconexión e interdependencia, para influenciar en otras mujeres y también en los hombres, con pensamiento inclusivo y con gestión cívica de equidad y solidaridad durante el transcurso de sus vidas. Un ejemplo de que esta aspiración se logró materializar es la participación de la niña canadiense Severn Suzuki, en La cumbre de la Tierra, 1992. Allí, frente a sobre un centenar de jefes de Estado, Suzuki denunció el severo impacto ambiental de las decisiones o inacciones políticas estaban provocando a nivel global y cómo las mismas se distanciaban de compromisos

públicos contraídos por ellos, dejando en incertidumbre al futuro de su generación: Hola, soy una niña de 12 años, hablando en nombre de ECO, una Organización de niñas de 12 y 13 años, a favor del medio ambiente, que intentamos marcar una diferencia. Hemos reunido todo el dinero para venir aquí nosotras mismas, recorriendo 5 mil millas, para decirles a los adultos que deben cambiar. Viniendo aquí hoy, no voy a ocultar mi objetivo: Estoy luchando por mi futuro… Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él… Aunque estoy llena de rabia, no estoy ciega, y, aunque tengo miedo, no me asusta decirle al mundo cómo me siento… Mi padre siempre dice: Eres lo que haces, no lo que dices. Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Los desafío: por favor, que sus acciones reflejen sus palabras. (1992) Una niña desafió a los jefes de Estado porque sus experiencias de aprendizaje le empoderaron y su motivación floreció en acciones ciudadanas. Suzuki tenía el poder de su conciencia y de las competencias cívicas para encauzar su iniciativa. Fue la educación. En esta etapa de la historia es importante que los países asuman la autocrítica sobre sus sistemas educativos y evalúen sistemáticamente el alcance de sus resultados sociales respecto de la circunstancia de la mujer. En la medida que sus recursos lo permitan, cada nación debe se asegurase de afinar o reconceptualizar sus sistemas escolares filosófica

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y curricularmente a partir de una visión de mundo en el que las niñas, además de estar en igualdad de oportunidad de desarrollo y seguridad respecto de los niños, no teman dar continuidad progresiva a la revolución de género que avanza. Las niñas tienen derecho al liderato, a fluir libremente en disposición a asumir de manera informada y responsable, una toma de decisiones estratégica que adelante su éxito en la vida y del mismo modo la justicia social. Las palabras de la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai, recogen la esencia del punto anterior: El sabio dijo: La pluma es más poderosa que la espada. Es cierto. Los extremistas tienen miedo a los libros y bolígrafos. El poder de la educación les da miedo. Tienen miedo de las mujeres. El poder de la voz de las mujeres les da miedo… (2014). La educación es la mayor y más poderosa ofensiva contra el miedo. Claro, una educación no doctrinaria. Por tal razón es determinante procurar una docencia competente, efectiva y socialmente eficiente. Esa precisamente es la segunda perspectiva en este análisis: quién educa y cuál es su deber. Para el Maestro Hostos, el deber primario de todo docente es educar la conciencia individual. En este caso, todo educador o educadora debe asumir el imperativo ético de ser un ente proactivo a favor de una conciencia de equidad, un recurso dinámico que reconozca y valore la dignidad de la mujer y su derecho a tener una existencia de libertad. Por tanto, tampoco se puede tener miedo a educar en dirección al cambio, hacia la revolución inevitable de la equidad. Evidentemente quien educa es un vector de transformación social. Su misión esencial es canalizar hacia el alumnado todo el poder posible a través de experiencias de

calidad que propendan al descubrimiento de nuevo conocimiento, al desarrollo de destrezas y habilidades que amplíen su autonomía, así como la adopción de actitudes pro-sociales. Quien educa construye su autoridad mientras educa para la solidaridad, para la equidad y lo modela. El ejemplo y la mentoría constituyen factores determinantes en la formación ciudadana y ético política de toda persona. Además, quien educa, posee la encomienda de democratizar legítimamente los espacios de aprendizaje, esos en los que las niñas deberían desarrollarse y concienciarse como agentes de cambio y quizás, en parte de las nuevas generaciones de educadoras que no tienen miedo de cambiar el sistema desde la práctica educativa en las aulas depositando poder en las niñas, en la gente “[…] es por eso que matan a las maestras. Es por eso que están destruyendo escuelas todos los días: porque tienen miedo al cambio y a la igualdad que llevaremos a nuestra sociedad.” (Yousafzai, 2014) En ese sentido, se acoge la perspectiva del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien clarifica el miedo como “el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para combatirla” (2007). En la medida que la mujer se eduque en el entendimiento de su circunstancia para mitigar su ignorancia y la ignorancia del hombre, mitigar sus amenazas, impugnarlas y erradicarlas, se habrán logrado dos cosas: por un lado, una educación liberadora y equitativa en el contexto de las necesidades e intereses de la mujer; de otro, mujeres valientes, sin miedo gracias a quienes les educaron en conciencia y gestión ciudadana. El cambio hay que forjarlo desde el interior del sistema educativo, usando, aplicando, adaptando los espacios, el tiempo

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y los recursos que ofrecen, a los intereses y necesidades de justicia social que en este caso de los derechos de la mujer es evidente. Y para ese cambio, la docencia es determinante. Por tanto, las instituciones que preparan docentes, profesionales de la educación en todos los países del mundo, también tienen el deber de proponer, y aportar al desarrollo de agendas comunes, consensos de trabajo global como el de impulsar programas de formación que penetren la complejidad social, cuestionen e impugnen las estructuras que no reflejen sensibilidad humana y eduquen para que las circunstancias evolucionen en favor de todos y de todas. La docencia es fundamental porque además de ser el contacto permanente en el desarrollo de las generaciones, es el medio más efectivo para contextualizar los contenidos y aprendizajes por su capacidad para ejercer y fomentar el libre pensamiento en las aulas. El Informe de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer 1995, en muchos sentidos ilustra el planteamiento anterior. En el plano educativo, se estableció lo siguiente en cuanto a la educación de las niñas: Las niñas suelen ser consideradas inferiores y se les enseña a ponerse siempre en último lugar, con lo que se les quita el sentido de su propia dignidad. La discriminación y el descuido de que son objeto en la infancia pueden ser el comienzo de una espiral descendente que durará toda la vida, en la que la mujer se verá sometida a privaciones y excluida de la vida social en general. Deben adoptarse iniciativas para preparar a la niña a participar, activa y eficazmente y en pie de igualdad con el niño, en todos los niveles de la dirección en las

esferas social, económica, política y cultural… Los medios educativos viciados por prejuicios basados en el género, como los programas de estudios, materiales y prácticas, las actitudes de los profesores y las relaciones dentro del aula, refuerzan las desigualdades de género ya existentes. (ONU, 1995) Al tomar una muestra de dos de los objetivos estratégicos con respecto a la condición de las niñas en el mundo, que entonces se trazó el liderato mundial desde la República Popular China, notamos que los mismos pudieran ser reescritos para emprenderlos a partir de hoy: 1. Eliminación de todas las formas de discriminación contra la niña. 2. Eliminar la discriminación contra las niñas en la educación y en la formación profesional. El informe de Beiging ilustra el estado general de la mujer en el contexto de su ciclo vital: “en muchos países se discrimina contra la niña desde las primeras fases de la vida, durante toda su niñez y hasta la edad adulta.” Casi 25 años desde la publicación del citado informe, y en ocasión del Día Internacional de la Mujer, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU, advirtió que: “Las mujeres y las niñas deben tener oportunidades para contribuir al cambio real, así como a configurar las políticas, los servicios y la infraestructura que repercuten en sus vidas.” (2019) Uno de los cambios importantes que el mundo experimenta ocurre en el contexto de la economía del conocimiento en la Era Informática. En la actualidad las profesiones relacionadas a las Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas continúan tomando un gran auge en universidades y en el mercado

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laboral por su nivel de influencia en el futuro y por bien remuneradas. Curiosamente en las estadísticas de participación educativa en el contexto de género, estas son dominadas por hombres. Al observar el área de ciencias de cómputos, una de gran necesidad y auge a nivel mundial, la reducción de la presencia femenina es notable. La Revista WIRED, dedicada a temas tecnológicos, dio a conocer la tendencia descendente que desde inicios de la década de los 90, cuando el fenómeno alcanzó un 37% de participación, hasta el 2015 en que fue medido en 25%. Es decir, que por cada cuatro profesionales que se desempeñan en empleos de ciencias de cómputos sólo uno es mujer. Maria Klawe, la exitosa presidenta del Colegio Harvey Mudd en Claremont, California, donde la presencia de mujeres se ha elevado de 10% a 40%, lo interpreta como una cuestión de transformación social vinculada al futuro de las mujeres y otros grupos vulnerabes, “para que una amplia fracción de gente (mujeres) tenga oportunidades de trabajo productivo.” (2018) En el 2017, la Organización de las Naciones Unidas ha advertido de forma contundente sobre la disparidad salarial entre mujeres y hombres. Según los datos de la entidad, la llamada brecha salarial alcanza un 23% a nivel global. Es decir que una mujer recibe honorarios de 77 centavos por cada dólar que obtiene un hombre como producto de su trabajo. Así es en los Estados Unidos de Norteamérica, aunque en Europa, específicamente en Suecia y Francia, ellas ganan un 31 % menos, y en Alemania hay registros de un 49% por debajo del salario masculino. En los países asiáticos como Turquía, el riesgo de sostenibilidad que enfrenta la mujer es dramático, hasta un

75% de brecha salarial respecto del hombre. (ONU, 2017) Este escenario, nada alentador para la mujer, puede cambiar si ocurren los reclamos sociales, las iniciativas políticas y educativas necesarias para detener esta realidad. Tales acciones no solamente representan responsabilidades gubernamentales o institucionales, son también responsabilidades ciudadanas con la equidad, con la justicia para la mujer, con una sociedad inclusiva y democrática. Este es el espacio educativo al que los pueblos del mundo y sus sistemas educativos están indelegablemente llamados. El futuro de la mujer tiene que ser distinto. Por tanto, se debe comenzar con las niñas. Hacia el 2030 En el año 2015, el Foro Mundial sobre Educación celebrado en la República de Corea, se divulgó la Declaración de Incheon. El informe titulado Educación 2030: Hacia una educación inclusiva y equitativa de calidad y un aprendizaje a lo largo de la vida para todos, extendió la visión del movimiento Educación para todos iniciado en Jomten, Tailandia en 1990 y reafirmado en Dakar, Senegal en el 2000. El fin del movimiento es “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. La relevancia del informe descansa precisamente sobre la clara agenda global inclusiva y equitativa que propone a las naciones del mundo: La inclusión y la equidad en la educación y a través de ella son la piedra angular de una agenda de la educación transformadora, y por consiguiente nos comprometemos a hacer frente a todas las formas de exclusión y marginación, las disparidades y las desigualdades

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en el acceso, la participación y los resultados de aprendizaje. Ninguna meta educativa debería considerarse lograda a menos que se haya logrado para todos. Por lo tanto, nos comprometemos a realizar los cambios necesarios en las políticas de educación y a centrar nuestros esfuerzos en los más desfavorecidos, especialmente aquellos con discapacidad, para velar por que nadie se quede atrás. (1990) Los principios del movimiento Educación para todos son un marco de referencia consensuado para fortalecer cultural y políticamente las sociedades a través del alineamiento con los sistemas educativos, sus metas, reformas, proyectos curriculares y demás iniciativas: Reconocemos la importancia de la igualdad de género para lograr el derecho a la educación para todos. Por consiguiente, nos comprometemos a apoyar políticas, planes y contextos de aprendizaje en que se tengan en cuenta las cuestiones de género, así como a incorporar estas cuestiones en la formación de docentes, los planes y programas de estudios, y a eliminar la discriminación y la violencia por motivos de género en las escuelas. (1990) El alcance de los compromisos globales de Jomten 1990, han permitido trazar una ruta educadora hasta el 2030, importante para el ascenso social de la mujer. El Marco de Acción del Informe Educación 2030, incluye una serie de objetivos en sintonía con el reposicionamiento de la mujer en la sociedad a partir de una educación que propenda a la equidad de género. El llamado, entre diversas relevancias, es a “velar por que todas

las niñas y todos los niños terminen los ciclos de la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad… y que dispongan del acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y a una enseñanza preescolar de calidad…” En adición, la Declaración de Incheon aspira a que al 2030, “los países se aseguren del acceso en condiciones de igualdad para todos los hombres y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria.” (2015) Phumzile Mlambo-Ngcuka Directora Ejecutiva de ONU Mujeres y Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas ha dejado claro la dirección del esfuerzo al que se ha convocado al mundo: En la Declaración de Incheon asumimos el compromiso de promover una educación no discriminatoria que reconozca la importancia de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer para el desarrollo sostenible. Tenemos pues una oportunidad única de colaborar entre distintos sectores para hacer realidad el propósito de la Educación para Todos: lograr unas sociedades pacíficas, justas e igualitarias. Solo podremos construir un mundo donde haya igualdad entre las personas si la educación también transmite universalmente este mensaje. (2019) La educación y sus reformas a lo largo y ancho del planeta han de constituir el medio principalísimo para dar continuidad a la construcción social de una nueva realidad humana en la que el género femenino consiga el lugar que le corresponde en la sociedad y en la historia. A pesar de las injusticias y de la indiferencia que aún nubla

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la esperanza de equidad entre mujeres y hombres, el reposicionamiento de la mujer en los diferentes espacios que conforman la perspectiva social se está expandiendo continua y aceleradamente. La mujer se desplaza progresivamente, ya no se queda quieta, ya no hace silencio para no molestar a nadie como leían las niñas uruguayas en primaria. Ahora se mueven de un plano de fragilidad e invisibilidad a uno de fortaleza y liderato honesto, digno, como hizo el eco que produjo la inquebrantable voz sin miedo de la entonces niña pakistaní (17 años de edad) Malala: Hay que decir la verdad. La verdad acaba imponiéndose al miedo… Teníamos dos opciones, estar calladas y morir o hablar y morir, y decidimos hablar… Hoy me estoy centrando en los derechos de la mujer y la educación de las niñas, ya que ellas son las más afectadas. Hubo un tiempo en que las activistas pidieron a los hombres que lucharan por ellas. Pero esta vez vamos a hacerlo por nosotras mismas. No estoy diciendo que los hombres se aparten de hablar sobre los derechos de la mujer; me estoy enfocando en que las mujeres sean independientes y luchen por sí mismas. (2014)

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EXÉGESISCARMONA EDIL F. GONZÁLEZ Exégesis Exégesis 2 Segunda Época

Nemesio Canales, Michel de Montaigne y la crítica de la alta cultura [crítica-literatura-estudios culturales-filosofía]

A

comienzos del siglo XX, el escritor Nemesio Canales renovó en Puerto Rico la tradición ensayística fundada por Michel de Montaigne, lo cual le ubicó en una relación conflictiva con el canon literario isleño. Este trabajo pretende disertar sobre el modo en que se posiciona Paliques (1915) de Canales ante la alta cultura y, específicamente, ante algunos asuntos excluidos de ese ámbito cultural como son los tópicos ligados al cuerpo, lo cotidiano y la mirada irónica del sujeto del ensayo sobre la realidad social y cultural que vive. La hipótesis de este estudio es que Nemesio Canales, en lugar de acogerse a la concepción culturalista (Gelpí) en torno a la misión trascendental del intelectual como guía del pueblo a través de la senda de la Cultura y la Civilización, se dedicó precisamente a socavar las premisas de ese metarrelato propio de la metafísica, oponiéndole una ensayística caracterizada por la ironía, la inversión de los valores de la alta cultura y la autoparodia. La escritura de Canales, que caracterizaremos como carnavalesca, optó por valorar las realidades del cuerpo y sus goces, lo cercano y lo presente, lo intrascendente y lo cotidiano. Además, rechazó la aversión hacia la cultura estadounidense, típica del contexto modernista en Hispanoamérica,

al criticar el binarismo dominante entre los letrados puertorriqueños que tendía a asociar a Estados Unidos con la civilización y a Latinoamérica con la cultura, de manera que los primeros ostentarían la riqueza material, mientras que los segundos monopolizarían la riqueza espiritual. Por esta razón, el escritor jayuyano asumió posturas que, de acuerdo con los intelectuales tradicionales isleños, se percibieron como política y literariamente triviales. El título mismo de su colección de ensayos: Paliques, de entrada, señala la filiación montaigneana en la medida en que el texto se autofrivoliza. Contrariamente, la tradición humanista dominante tendía a simular la transparencia del mensaje tras la máscara de la nobleza de su prédica. Para nuestro ensayista montaigneano, lo relevante en sus textos no es tanto la trascendencia del tema, sino el modo inusitado en que se discurre sobre los asuntos, muchos de ellos contingentes y frívolos. Digamos que Canales se tomó libertades en su escritura que la solemnidad letrada no permitía. La cultura popular vs. la alta cultura En este estudio, echaremos mano a las ideas que Mijaíl Bajtín expone en su libro La obra de François Rabelais y la cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento

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EDIL F. GONZÁLEZ CARMONA Nemesio Canales, Michel de Montaigne y la crítica de la alta cultura

(1941). Este teórico ruso propone al carnaval como un elemento relevante de la cultura popular que influye de manera notable en el canon literario. El carnaval escenifica la abolición de las jerarquías y la liberación de la verdad dominante (Bajtín 18). También plantea que el carnaval ignora toda distinción entre actores y público. Bajtín destaca el factor humanizante de la fiesta popular: El hombre, en el estado de igualdad carnavalesca, se siente hombre entre los hombres (19). También destaca su factor regenerador: La risa carnavalesca es ambivalente porque es alegre y burlona, afirma y niega, sepulta y resucita a la vez (20). Este crítico identifica algunas de las tácticas discursivas de lo que llama rebajamiento carnavalesco: el uso del tuteo y los apodos, el relajo, los epítetos burlones o afectivos, las imágenes del cuerpo y sus apetitos como comer, beber y copular. Bajtín define el realismo grotesco como la transferencia de todo lo que es elevado, abstracto, ideal o espiritual a lo material, corporal o terrestre (29). El realismo grotesco gusta de representar lo que está en transformación e inacabado. Se trata de la violación del canon clásico que imita las formas y proporciones de la naturaleza. Bajtín opone la alegría regeneradora del grotesco renacentista al tono luctuoso del grotesco romántico. Propone, en fin, que el canon occidental moderno se caracteriza por la incorporación de este elemento de la cultura popular. En ese canon figuran autores como Giovanni Boccaccio, William Shakespeare, Miguel de Cervantes y el fundador del ensayo, Michel de Montaigne.

Montaigne ante la cultura Montaigne inició el género del ensayo en el Renacimiento rechazando todo propósito edificante y trascendental (Castañon 36). En su escritura, Montaigne no pretendió servir a la humanidad ni se percibió como un guía espiritual del lector. Dice Montaigne en el prólogo de sus Ensayos (1580): “De entrada te advierto que con él no me he propuesto otro fin que el doméstico y privado. En él no he tenido en cuenta ni el servicio a ti, ni mi gloria” (Montaigne 39). Termina el prólogo rebajándose: “Así, lector, yo mismo soy la materia de mi libro: no hay razón para que ocupes tu ocio en tema tan frívolo y vano” (39). La primera impresión que tenemos al leer estas líneas es que estamos ante el tópico de la falsa modestia. Sin embargo, dada la consistencia y coherencia de sus planteamientos, se percibe que el interés del ensayista por lo trivial más que por lo trascendental corresponde a su postura filosófica. Montaigne rehúye el escenario pedagógico, más bien, su ensayo se construye como un lugar para la interrogación del yo. La postura de Montaigne ante la cultura puede calibrarse a partir de su opinión sobre la Conquista de América. El fundador del ensayo fue una de las primeras voces críticas de las crueldades de la Conquista. En su conocido ensayo titulado “De los caníbales”, el ensayista francés expone su punto de vista relativista: Y el caso es que estimo, volviendo al tema anterior, que nada bárbaro o salvaje hay en aquella nación, según lo que me han contado, sino que cada cual considera bárbaro lo

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que no pertenece a sus costumbres (267). Respecto a los llamados salvajes, en ese mismo ensayo dice que al menos ellos “no combaten para conquistar nuevas tierras” (273), “ni asan poco a poco a sus vecinos y conciudadanos bajo pretexto de piedad y religión” (272). Como vemos, nuestro autor se alejó del antagonismo clásico entre los conceptos de civilización y barbarie, binarismo que se traduce o corresponde a la oposición entre la alta cultura y la cultura popular. En el ensayo titulado “De Demócrito y Heráclito”, Montaigne propone lo que podríamos calificar como su poética de la improvisación (Gómez). Manifiesta el propósito de meramente discurrir, con lo cual destaca el interés por el proceso espontáneo del pensamiento, azaroso y asistemático: “Tomo al azar el primer tema que se me presenta. Todos me son igualmente buenos” (369). Los temas pueden serle familiares o no, pueden ser nobles o vanos. Sembrando una frase aquí, otra allá, muestras desgajadas de su conjunto, separadas sin designio ni promesa, no me veo obligado a hacer cosa que valga ni a mantenerme yo mismo sin variar cuando me plazca y sin rendirme a la duda o a la incertidumbre o a mi estado original que es la ignorancia (369). Su modo de desarrollar el tema es desordenado, lo que puede verificarse en cualquiera de sus ensayos. Dicha práctica muestra una noción de libertad que contrasta con la rigurosidad propia de la alta cultura. El ensayista no pretende persuadir, sino explorar. Montaigne produce una textualidad caracterizada por el escepticismo y por lo inacabado: “Y jamás pretendo

tratarlos [los temas] por entero. Pues de nada puedo ver el todo” (369). Esta poética responde al concepto que tiene el escritor francés respecto del ser humano. Nos dice que las condiciones del conocimiento humano son la incertidumbre, la parcialidad y la ignorancia, por lo que cualquier pretensión de alcanzar la verdad o abarcar el conocimiento sobre un asunto mediante la escritura es ilusoria. Montaigne reconoce la relevancia del ámbito de lo cotidiano: Todo acto nos descubre. La misma alma de César que se muestra al ordenar y dirigir la batalla de Farsalia, muéstrase también al organizar la empresas amorosas del ocio (369). Borra así la jerarquía clásica de lo épico sobre lo doméstico. El autor aborda desenfadadamente los asuntos del cuerpo. En el ensayo titulado “De las costumbres antiguas”, este escritor discurre sobre el baño, la depilación, el descanso, el modo de comer, el defecar y los diversos deleites corporales. Montaigne concluye el ensayo “De Demócrito y Heráclito” profesando el carácter risible de la condición humana: Demócrito y Heráclito son dos filósofos, el primero de los cuales, estimando vana y rídicula la condición humana, no salía en público sino con el semblante burlón y sonrriente; Heráclito, sintiendo piedad y compasión de esa misma condición nuestra, tenía por ello el semblante apenado continuamente y los ojos llenos de lágrimas (371). En esta cita queremos llamar la atención sobre la inclusión del sujeto del ensayo en la muchedumbre, igualitarismo que se desprende de la frase en itálica. La opción del sujeto del ensayo es la de Demócrito. Podemos relacionar la oposición entre la risa

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de ese filósofo y la pena de Heráclito con la oposición entre el grotesco popular y el grotesco romántico como hemos visto que Bajtín la plantea. Esta escritura, sin duda, socavó los discursos autoritarios y unívocos, tanto de la Iglesia como de la monarquía. El tribunal de la Santa Inquisición censuró Essais entre la cristiandad a partir de 1676. La primera vez que se publicó el texto del ensayista francés en español fue en 1898.

le impuso posteriormente la generación treintista, que les bautizó como la generación del trauma (52). La generación modernista rechazó el orden colonial y autoritario, a la vez que celebró los aspectos modernizadores que se impulsaron en la Isla a principio del siglo XX (53). El sujeto ensayístico de Canales se representa en oposición a la corriente arielista del procerato representado por José de Diego. Este último fue defensor de la situación isleña previa a la invasión norteamericana y representó la ideología del patriciado boricua: los hacendados que vinieron a menos a causa de los cambios políticos y económicos que dicha invasión provocó. A partir de su hispanofilia, De Diego postuló la tesis de que Estados Unidos poseía el poder político, pero que los hispanos ostentaban la cultura. Fue el abanderado de la hispanidad, por lo que se le conoció como “El Caballero de la Raza”. Ello no fue impedimento para que, también, fuera abogado de las monopolísticas corporaciones azucareras norteamericanas (González). El crítico Rogelio Escudero ha planteado que la militancia de Canales se fue radicalizando desde posiciones liberales hacia una confrontación directa con el estado burgués en la etapa final de su vida. En su libro Literatura y periodismo en Nemesio Canales, Escudero examina la reflexión que desarrolla Canales sobre los medios de comunicación masiva como el periódico, el teatro y el cine. Para Canales, los medios de comunicación masiva eran instrumentos utilizados por las élites burguesas para dominar al pueblo.

La crítica en torno a Canales Un escritor que, a principios del siglo XX en Puerto Rico, se insertó en la tradición de Montaigne es Nemesio Canales. José Luis González, en su artículo titulado “Literatura e identidad nacional en Puerto Rico” (1980), argumenta que Canales representó “la tradición progresista de la intelectualidad burguesa puertorriqueña del siglo XIX” (González 85). María Elena Rodríguez Castro, en su artículo titulado “Tradición y modernidad: El intelectual puertorriqueño ante la d é c a d a d e l t r e i n t a” (1988), traza un mapa de la modernización del campo letrado en Puerto Rico luego de la invasión de 1898. Señala que los literatos se representaban en relación problemática con el Ateneo Puertorriqueño, al cual asociaban con la preservación de una alta cultura anquilosada (Rodríguez 49). Estos escritores modernistas, más bien, buscaron ponerse a tono con los últimos cambios y mostraron cierta euforia ante la modernidad. Añade Rodríguez Castro que la complejidad ideológica de estos intelectuales está lejos de ser nombrada por la rúbrica que

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Denunciaba a los periódicos porque sólo enfocaban los asuntos relacionados con las personalidades artísticas o políticas vinculadas a la alta cultura, omitiendo la reflexión crítica en torno a los procesos sociales y la cultura popular. Rafael Bernabe es autor del libro La maldición de Pedreira (Aspectos de la crítica romántico-cultural de la modernidad en Puerto Rico), en el que expone su tesis sobre el predominio de la ideología románticoburguesa en nuestra ciudad letrada. Este crítico reconoce que en Canales no hubo nostalgia por el pasado, sino que “su temperamento democrático e igualitario, le llevaban a abrazar con considerable entusiasmo los cambios económicos y sociales que vivía el país a principios del siglo XX” (Bernabe 65). Define a Canales como un socialista romántico (70). Bernabe compara a Canales con otros teóricos que él considera socialistas románticos como Herbert Marcuse, Walter Benjamin, el joven George Lukács, Oscar Wilde, el mismo joven Carlos Marx, entre otros. También plantea la afinidad ideológica entre Rosendo Matienzo y Canales en tanto simpáticos a la lucha de la mujer, a las ideas republicanas más radicales, a la distribución igualitaria de la riqueza y al movimiento obrero (Bernabe 78). Carlos Rojas Osorio le dedica unas páginas a nuestro escritor en su libro Pensamiento filosófico puertorriqueño. En el capítulo titulado “Nemesio Canales: vitalismo y socialismo”, el autor explica lo que propone como los objetivos más relevantes de la crítica canalesiana: la moral convencional, el individualismo liberal y la situación política de la mujer. Rojas acierta en destacar la crítica de Canales contra la noción moderna del progreso. En el momento de definir el socialismo, Canales

vislumbra que este sistema acaso no nos traiga progreso económico, a lo que resta importancia aduciendo que el ser humano tiene mejores motivaciones para sus actos que el sencillo afán de acumular riquezas, como lo son el afán de saber, amar y ser reconocido. Por mi parte, propongo matizar la lectura ideológica de los ensayos de Canales en tanto que en su escritura predomina la estrategia de socavar la figuración de un sujeto fijo y estable de la escritura, según se desprende de las propias palabras de Canales citadas en el libro de Bernabe: “Consecuente con la vieja costumbre de llevarme la contraria a mí mismo” (84). Canales no se autofiguraba como un sujeto determinado monolíticamente por una ideología, sino como una articulación nómada de contradicciones. Samuel R. Quiñones y Rogelio Escudero han comentado el recurso de la autodegradación del sujeto del ensayo canalesiano. A ello, podemos añadir que, en el prólogo de Paliques, Canales se declara humorista filosófico, por lo que sospechamos que nuestro autor valoraba los argumentos filosóficos como formas de relativizar las ideas y de confrontar al lector y a la alta cultura. La crítica de la alta cultura en Paliques El propio título Paliques alude al tono lúdico y ligero de los textos. El ensayo “La seriedad de mi tío” comienza con un epígrafe de Federico Nietzsche: “La madurez del hombre consiste en hallar la seriedad que de niño ponía en sus juguetes” (Canales 7). Inmediatamente, al comienzo del ensayo se ridiculiza este epígrafe al hacerse referencia a la dificultad de titular, al “problema terrible del epígrafe” (7) y a la fealdad del nombre del autor. Canales expone así el proceso espontáneo, azaroso y contingente de la

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escritura. El texto comienza exhibiendo su condición de artificio literario, uno de los principales rasgos de la carnavalización de la literatura, según Bajtín. Además de la autoparodia y de la autoreferencialidad, observemos que la ambigüedad de ese epígrafe despliega un juego de palabras que consiste en invertir la relación tradicional de la oposición juego infantil vs. seriedad del adulto, haciendo coincidir los contrarios. De esta manera, Canales aborda un tema que ya hemos destacado en la escritura de Montaigne, la condición ridícula del hombre. En este primer ensayo de Paliques, se plantea el propósito de ir a contracorriente de la alta cultura, esto es, ir en pos de “todo lo que en [la vida] parece risible y absurdo” (7). El sujeto ensayístico presenta a una figura de autoridad, el tío serio, austero, de apariencia majestuosa y respetable, que es, además, alcalde, en fin, modelo de “las magnas cosas que el mundo venera...” (8). Las metáforas que utiliza para caracterizar al tío sugieren pesadez: un convento, una catedral o una momia. Estas imágenes que asocian religión y caducidad nos remiten al conocido escepticismo del autor. A esa pesadez del tío se opone el reconocimiento, como condición humana, de la imposibilidad de conocer trascendentalmente. Para Canales, vivir es “marchar a tientas en la densa lobreguez de un misterio insondable; no saber ni de dónde venimos ni a dónde vamos” (7-8). Igual que en la obra de Montaigne, la voz del ensayo se destrona al reconocerse ignorante. La relativización del saber enfrenta a Canales con la actitud magisterial de quien se siente ocupando el lugar de la verdad. A su reflexión sobre los límites de la alta cultura, Canales incorpora lo festivo y carnavalesco por medio de una alusión a Don Quijote con la que Canales predica el

rebajamiento de lo elevado según lo plantea Bajtín: “Aquella zapateta que le pedía el cuerpo a Don Quijote en su escondrijo de Sierra Morena, como para desentumecer su cuerpo y emanciparlo un momento de su incómoda pose caballeresca” (9). Ese primer ensayo de Paliques termina aludiendo al suicidio del tío como un destino figurado de la pesadez de la alta cultura y su hegemonía cultural. Canales dedica varios ensayos a la reivindicación de las mujeres. En estos, se define claramente la crítica del sujeto ensayístico a la alta cultura, dado que lo femenino ha estado tradicionalmente recluido en la esfera de lo doméstico. Es conocido que Canales fue el primer político que propugnó en 1909 en la Cámara de Delegados la igualdad plena de los derechos de las mujeres y los hombres. En el ensayo “El voto femenino”, el Derecho, uno de los más importantes ámbitos de la alta cultura, se convierte en objeto de la mirada irónica del sujeto, quien se refiere a “las atrocidades jurídicas que se llaman leyes” (188). Los defensores de la alta cultura, opuestos al proyecto presentado por Canales para que las mujeres puedan ejercer el voto, se caracterizan por la seriedad y la pesadez: “Todos los hombres serios de la Cámara miraron mi proyecto con esa cargante risita de desdén que los tales hombres serios tienen para todo aquello que no entienden” (188). Estos hombres a los que se enfrenta el sujeto ensayístico son enrostrados por José de Diego, quien convenció “a todo el mundo de que yo [Canales] estaba loco y que nuestras castas y angelicales mujeres estaban muy bien como estaban” (189) (énfasis paródico del autor). Estos próceres, que generalmente son representados en nuestra historiografía con cierta distancia y respeto épicos, aparecen aquí rebajados por medio de la ironía. Como Bajtín señala, la risa les

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niega a estos personajes cualquier aura de excepcionalidad. Además de la irónica caracterización del procerato que defiende la alta cultura y de la idealizada representación de la mujer que profesa ese sector, el sujeto ensayístico se autorepresenta burlonamente como: “este pequeño hombre de cara gorda, irregular y aburrida, nacido en Jayuya” (189). La autocaricaturización es un rasgo carnavalesco de su escritura. El ensayista se destrona representando su propia corporeidad de forma grotesca. Canales se burla del binarismo establecido por la alta cultura entre “las graves cuestiones” de los hombres y “las bellas frivolidades del mundo femenil” (17). Según propone en el ensayo “Ponce femenino”, las mujeres han servido “para librar un poco a este mundo de la carga abominable de sosera y de tedio a que nosotros los hombres le hemos condenado” (17). Otra vez el texto aparece estructurado por los ejes gozo/aburrimento, frivolidad/ pesadez o risa/seriedad, donde se privilegia al gozo, la frivolidad y la risa. El conflicto entre la pesadez de la alta cultura y la liviandad popular tiene como trasfondo filosófico al espíritu de la pesadez y el de la risa según se desarrolla en Así habló Zaratustra de Federico Nietzsche. En el ensayo “Mi sueño”, el sujeto ensayístico intenta dormirse para olvidar la historia y la civilización. Canales echa mano del filósofo alemán para criticar el carácter ilusorio del progreso: “yo no simpatizo con el hombre del porvenir, con el superhombre, si no me lo imagino sin piernas” (28). Ello, con el objeto de no “correr tras tanta ilusión engañosa,” como es la idealización del progreso (28). Esa crítica al idealismo, que el autor adjudica al procerato isleño, se desarrolla

ampliamente en muchos de los ensayos de Paliques. José Luis González y Rafael Bernabe reconocen la afinidad ideológica entre Matienzo y Canales, basada en una profunda convicción democrática. Sin embargo, podemos señalar una de sus divergencias. En Matienzo, se da la defensa de la alta cultura, mientras que en Canales observamos lo contrario. La crítica de los altos ideales hace a nuestro autor aparecer ante el procerato como un reaccionario. En el ensayo “Mi fe”, el sujeto del ensayo se justifica ante la acusación de Rosendo Matienzo de que él es un “hombre sin fe y sin amor a los ideales” (151). Canales le responde a Matienzo (a quien, de hecho, admiraba): “Todas las abominaciones de la historia son hijas, precisamente, de la pindonga esa [la fe]” (153). Culmina ese ensayo diciendo que él le canta “a la inmensa vanidad y a la infinita vacuidad de todo” (154). De acuerdo con la alta cultura que representa Matienzo, la posición de Canales es la de un charlatán de feria. Pero para el sujeto ensayístico, se trata más bien de una crítica a las verdades absolutas, al autoritarismo, al elitismo y a la rigidez ideológica. En síntesis, he pretendido mostrar cómo se articula en Paliques la crítica de la alta cultura a partir de la noción bajtiniana del carnaval. Destacamos que la risa de Canales entronca con la escritura irreverente de Montaigne, sobre todo, con su escepticismo, la exploración de puntos de vista inusuales y el rebajamiento del sujeto de la escritura. La valoración del cuerpo, lo cotidiano y la cultura popular destacan como alternativa al idealismo y el autoritarismo que Canales identifica en muchos de sus compañeros políticos.

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Este posicionamiento canalesiano ante la escritura y la cultura fue valorado de forma conspicua por la generación del 1970, una de nuestras generaciones de autores más desenfadadamente críticos.

Ortiz, Julia Cristina. “Parejas felices: Canales y la contralectura de las felices parejas: Mujer, matrimonio y marginalidad”. Cupey: Revista de la Universidad Metropolitana. 8, 1991: 101-6. Quintero Rivera, Ángel. “Apuntes para una sociología del análisis social en Puerto Rico: El mundo letrado y las clases sociales en los inicios de la reflexión sociológica”. Patricios y plebeyos: burgueses, hacendados, artesanos y obreros. Las relaciones de clase en el Puerto Rico de cambio de siglo. Río Piedras: Huracán, 1988: 189-279. Quiñones, Samuel R. Canales, el humorista de Puerto Rico. San Juan: Publicaciones del Senado de Puerto Rico, 1961. Rodríguez Castro, María Elena. “Tradición y modernidad: El intelectual puertorriqueño ante la década del treinta”. Op. Cit.: Boletín de Investigaciones Históricas 3 (1987-88): 45-66. Rojas Osorio, Carlos. Pensamiento filosófico puertorriqueño. San Juan: Isla Negra Editores, 2002.

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Imágenes Pág. 63, Michel de Montaigne. Pág. 65, Nemesio Canales.

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Letras rojas para un Hostos invisible (en homenaje a Carlos Rojas) [historia-estudios sociales-estudios culturales]

cho de otra manera, Puerto Rico, ha educado a las nuevas generaciones para mantener la colonia y el control de la metrópolis. “Puerto Rico, es un puntito imperceptible en el mapa, sin recursos naturales y sin los americanos (estadounidenses) nos morimos de hambre”. Esta premisa ha permeado en la mayoría de las modalidades de la educación formal e informal, pública y privada en los últimos años. Las evidencias van desde los resultados eleccionarios, donde los partidos anexionistas van ganando adeptos y los separatistas van menguando hasta los nombres que las nuevas generaciones escogen para sus hijos e hijas, en esta última instancia, se percibe un desprecio por el idioma vernáculo. Son muchos los puertorriqueños y puertorriqueñas que desconocen la vida y obra de sus próceres. Eugenio María de Hostos, es uno de esos nombres ignorados, incluso para muchos de los egresados de estudios superiores en el país. Las aportaciones de Hostos a la educación han sido acogidas por el Departamento de Educación de Puerto Rico (2003), pero nunca como en la República Domincana y Chile. Sin embargo, esta acogida parece no reflejarse en acciones de cambio socio-político y económico concretas.

Introducción a palabra educación proviene del latín educhere, sacar, extraer o educare, formar, instruir. De otra parte, puede definirse como el proceso multidireccional mediante el cual se facilitan conocimientos, valores, costumbres, formas de pensar, sentir y actuar. El proceso de vinculación y concienciación cultural, moral y conductual. Así, a través de la educación, se espera que las nuevas generaciones asimilen y aprenden: saberes, normas de comportamientos, modos de ser y formas de ver el mundo de sus ancentros, creando además otras nuevas. La educación es una de las formas de socialización de casi todas las sociedades del mundo. Es decir, que la educación formal e informal es parte del proceso político de toda sociedad, su contenido lleva a los educandos de ambos sexos, a insertarse en la cultura. Los agentes de la educación entonces son promotores del mantenimiento o del cambio o de las ideas y valores que se traducen en las estructuras sociales de cada país. Cuando se desea analizar la realidad puertorriqueña sobre todo de los pasados cien años desde el 1920 hasta el presente y por supuesto, sin obviar la invasión de los Estados Unidos de América (EE. UU.), se destaca el rol político de la educación. Di-

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Desde antes de la década de los sesenta, el entonces Departamento de Instrucción Pública (DIP) buscó implantar modelos de mayor calidad para alcanzar mayor número de estudiantes, logrando bajar los índices de anafalbetismo. En el 1968, cuando por primera vez ganó la gobernación el Partido Nuevo Progresista, se detuvo toda invocación y se regresa al modelo tradicional de enseñanza. Desde entonces, hasta la década del noventa el control del poder político mediante la educación se centralizó en la burocracia y la nómina del DIP. Frente a esto, los cambios en el DIP debilitaron la revision total del currículo. Luego del 1992, bajo el mandato del partido asimilista PNP, capitaneado por el doctor en medicina Pedro Juan Roselló González, se aprueba la Ley 68 para reformar la educación de Puerto Rico. Se oficializa el cambio de nombre al Departamento de Educación, se transforma el Consejo de Eduación de Puerto Rico para acreditar las escuelas públicas y privadas. Esta ley fue enmendada en 1993 y en 1999 para crear las escuelas de la comunidad. Aún así las ideas hostosianas de la educación permanecieron invisibles. En la década del 2000, bajo la secretaría del doctor César Rey, se creó el Instituto Nacional de Revisón Curricular (INDEC) en el Departamento de Educación. Ahora bien, al día de hoy, el sistema educativo público del país sigue ineficiente y desigual, con una filosofía hostosiana imperceptible (Fundación de las Humanidades; 2015). Se concurre con Villarini (2015) destaca que: En la actualidad el paso a lo que algunos han llamado una sociedad post-industrial está marcado por una economía en la que predomina la producción, distribución

y consumo de información a través de sistemas tecnológicos. De aquí que cobra preeminencia en los movimientos de reforma educativa la crítica a la educación que se limita a la transmisión de información y no al desarrollo de las capacidades para buscarla, analizarla y evaluarla a través de la tecnología de las computadoras. Este movimiento abre un espacio de lucha para intentos de reforma en sentido humanista y emancipador. Decimos de lucha porque la lógica detrás de tales llamados de reforma educativa es la del capital en una nueva etapa de desarrollo que, por ende co-opta en sentido de la dominación las posibilidades que abre. Así cada espacio que abre, por ejemplo, el espacio virtual de la Internet, busca ser asimilado en su lógica de la competencia feroz de una economía de Mercado. Por lo tanto, retomar la filosofía educativa de Eugenio María de Hostos, parece ser el reto de una agenda inconclusa en la educación nacional puertorriqueña, de cara a las próximas generaciones. Biografía del prócer El 11 de enero de 1839, en el barrio Río Cañas de Mayagüez, nació Eugenio María de Hostos, hijo de un escribano mayagüezano, Eugenio de Hostos y su madre Hilaria Bonilla. Él pasó la mayor parte de su infancia en su pueblo. Su padre, se interesó en la educación de sus hijos y comenzó a enviarlos a Bilbao, España. Hasta esos lares llegó Hostos, luego de graduarse del Liceo de San Juan tras su hermano mayor, con sólo trece años, tan temprano como

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en el 1852. Su vida habría de ser sacudida muy pronto por pérdidas familiares significativas: la muerte de su hermano mayor, en el 1854 y el fallecimiento de su madre en el 1862. Ella había acudido a España a cuidar de sus hijos y de sí misma, enfermó tras la muerte del primogénito y el fallecimiento de otros dos hermanos. Tal parece, según Reyes Dávila (2015) que, como consecuencia directa de la muerte de la madre, tras la pérdida del hermano mayor, Eugenio, se vio obligado a interrumpir sus estudios, próximo a finalizar el año. Hostos volvió a Bilbao un año después, pero no pudo conseguir que se le impartieran los exámenes correspondientes. Luego ingresa a la Universidad Central –hoy Complutense– de Madrid, donde se matriculó en las facultades de Derecho y Filosofía y Letras. Allí fue discípulo de don Julián Sanz del Río, ilustre filósofo que introduce y promueve el krausismo en España. No obstante, la falta del año sin terminar, impidió que los estudios le fueran acreditados. En consecuencia, Hostos nunca se graduó de carrera alguna. En 1868, año del Grito de Lares, se declaró a favor de la independencia de Puerto Rico, y desde 1870 comenzó su trabajo a favor de la emancipación de su país y la de Cuba, desde sus escritos periodísticos, en Nueva York. A esta última ciudad regresó luego de 1898, a raíz de la invasión de los EE.UU a su patria. Es allí donde le escribe al presidente McKinley, señalando la importancia de establecer un gobierno civil en Puerto Rico, que democrátizará la educación puertorriqueña. Años antes de esa petición al presidente estadounidense, Hostos había comenzado su carrera como docente en Caracas, Venezuela. Más adelante, fundó la Escuela Normal para graduar maestros, en la Re-

pública Dominicana. Esta escuela se hizo famosa, al ser declarada por las autoridades eclesiásticas católicas dominicanas como, la “escuela sin Dios”. La razón fue que el currículo era totalmente laico, libre de contenidos religosos doctrinales exclusivos de una filosofía religiosa. De otra parte, parece que en Chile, su labor fue más respetada, pues consiguió un trabajo remunerado que le dió estabilidad financiera. Más adelante, tuvo la oportunidad de aplicar su filosofia educativa en el propio Estados Unidos. Nunca descuidó su lucha política, regresó a Puerto Rico y fundó la Liga de Patriotas. Sin embargo, desencantado con el gobierno militar estadounidense, se autoexilia en la República Dominicana, donde fallece 11 de agosto de1 1903. Antecedentes a los principios filosóficos de Hostos La filosofía hostosiana, además de las ya mencionadas ideas krausistas tiene una marcada influencia de la Antigua Grecia y la China milenaria, la India, Italia, Francia. En los escritos hostosianos pueden anotarse la influencia de filósofos tales como Socrátes, Montaigne, Comenio, Rousseau, Pestalozzi, Froebel y Lancaster. Eugenio María Hostos, guiado por los principios fundamentales de la pedagogía de Pestalozzi, establece que la educación de las facultades humanas debe ser armónica y gradual. La educación para Hostos es un proceso de liberación humana a través de la cual se espera conseguir la liberación del colonialismo pudiendo ser el medio para lograr una transformación de la sociedad, sobre todo, la puertorriqueña de principios de siglo XX. El prócer mayaguezano veía la educación como el proceso para el desarrollo de la razón, el desarrollo de un hombre [interpretado como ser humano]

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completo, lo que incluye, cuerpo, razón, sentimiento y conciencia moral. Hostos abogó por el derecho del niño a buscar la verdad por sí mismo, a eliminar la memorización mecánica y por la actividad como única forma de crear los intereses cognitivos. El ser humano para Hostos, es cuerpo, razón, sensibilidad y conciencia. También dio importancia al estudio científico bajo el sistema de instruir para inducir, inducir para deducir y deducir para sistematizar. De otra parte, Hostos ve al maestro como un auxiliar de la naturaleza, cuyo ejercicio siempre se aplica a un objeto, como parte del arte educativo y al mundo que nos rodea, como estímulo ideóneo para el desarrollo de la razón. Visto desde este punto, la enseñanza debe ser adecuada al estado de la razón, en cada etapa del desarrollo de la persona. La enseñanza debe comenzar con la reflexión de los conocimientos previamente adquiridos y la observación del ambiente.

gía, ontología, estética y receptividad. Estas dimensiones del ser humano se definen de la siguiente, manera: Cuerpo - es un organismo de organismos que necesita cuidados. Razón - asume las funciones de la mente. Sensibilidad - los afectos (sentimientos y emociones) pasiones e instintos donde la voluntad que dirige y une la conducta. Conciencia-ideales éticos La educación tiene que dirigirse a cada una de esas dimensiones, para alcanzar la plenitud. Esto implica que un educador o educadora de cualquier nivel debe asegurarse que el contenido curricular de su curso apela, mediante la ética, a impactar la sensibilidad y la razón que hará de ese organismo uno distinto al resto de la naturaleza de los seres vivos. Me parece, que ese es el reto de todo educador desde tiempos milenarios, hacer del proceso pedagógico o andragógico uno pertinente a la necesidad de la persona a contestarse las clásicas preguntas: ¿Quién soy? y, ¿hacia dónde voy? La mente es la sede de la razón. Esta a su vez es el área del organismo que contiene funciones superiores e inferiores. Entre las funciones superiores está el sentir, pensar y querer. La mente rige las funciones del cuerpo, de ahí que Hostos no destaca la dualidad mente cuerpo como hacen otros filósofos. El objetivo de la educación en todas las etapas del ser humano es enseñar a razonar. Razonar es conducir hacia afuera, es el educhere, de la filosofía griega. La cultura del que razona comienza desde que cultiva la tierra, de ahí el concepto: agricultura,

Principios de la filosofía hostosiana En Puerto Rico uno los principales promotores de la filosofía hostosiana es el doctor Carlos Rojas Osorio. Es desde su óptica que en este artículo se describen, analizan y se sugieren las prácticas educativas de sus principios. Rojas (2009), hace visible la gran aportación que la aplicación de los postulados de Hostos alcanzarían en la educación puertorriqueña. Dicho de otra manera, si el Departamento de Educación retoma su agenda de revisión curricular holística, la obra de Hostos según Rojas Osorio es lectura obligada. El ser humano para Hostos, es cuerpo, razón, sensibilidad y conciencia. Sus principios tienen varios componentes: lógica, pensamiento, ética, voluntad, epistemolo-

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primera fuente de reflexión de los pueblos antiguos. Mediante la razón, el ser humano alcanza su independencia y estimula su iniciativa y la imaginación. Es decir, que el ser humano se suelta de las ataduras de la ignorancia y se lanza al conocimiento que le permite ser libre, progresar, independizarse y ser pleno. Por esto, todo aparato de control, sea el Estado o un discurso ideológico o religioso, se convierte en un obstáculo en la propuesta de Eugenio María de Hostos. Ahora bien, Rojas (2009) advierte que el pensamiento hostosiano en su filosofía educativa, en el ser humano la razón debe estar iluminada por la conciencia, para que pueda elegir lo correcto y lo justo tanto para sí como para sus semejantes. Esta guía de conducta es proporcionada por los valores. De ahí la gran importancia en que la persona debe llegar a maximizar sus conocimientos con los medios que podamos lograrlos. La educación completa del ser humano, según Hostos, incluye la educación moral. En sus obras, el prócer puertorriqueño aclara que la moral es laica, no sectaria y menos la asociada al escolásticismo católico romano. Es insistente Hostos, nos dice Rojas (2009), que ninguna religión debe proclamarse como la verdadera, sino que todas son medios de interpretar la divinidad. Es por eso que la educación moral debe incluir el estudio desde las religiones, donde se retrata la búsqueda milenaria del ser humano por lo transcendente para entender su realidad y darle dirección ética a sus proyectos. La religión debe contener una ética altruista fundada en el Gran Ser o en la Humanidad. Otro de los componentes de la filosofía hostosiana, según Rojas (2009), lo es el aspecto científico. La ciencia que Hostos describe es una no empírica, donde el conoci-

miento se racionaliza de forma sistemática. El doctor Rojas plantea, que para Hostos, la ciencia no es más que la interpretación de la naturaleza física moral e intelectual de lo que rodea al ser humano. Las ciencias, Hostos las divide en experimentales (abstractas y concretas) racionales, matemáticas, naturales y sociales. Cada una definida con unas características particulares. También uno de los componentes de los fundamentos de la filosofía educativa hostosiana, es el componente político, ya que se trata de una educación para la democracia donde la sociedad, en nuestro caso la puertorriqueña, aprenda a cumplir con sus deberes y a defender sus derechos. El alcance de este componente, que Aragunde en Rojas (2002) recalca donde tenemos que ser generosos con los que difieren de nuestra visión y destino político para bien de nuestra nación puertorriqueña. Esto, en clara referencia a la estadidad como un estatus tan digno como la independencia. Esta posición es cónsona con el alto sentido moral hostosiano y su definición de democracia. Así se proclama el rol social de la educación y se comprueba el milenario supuesto de que la persona humana es gregaria y a su vez “animal politico”. La enseñanza en Eugenio María de Hostos Para Hostos, lo que el maestro tiene que enseñar es la ciencia. La clasificación científica para el prócer mayagüezano, presenta una reorganización que podría ser contraria a la visión empírica. Hostos dividió las ciencias en experimentales (abstractas y concretas). Cada una definida con unas características particulares. En detalle, se refiere a que las matemáticas, la física, química y la sociología, se clasifican en experimentales abstractas. Mientras que

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denomina experimentales concretas la: mecánica, mecánica celeste, política, acústica, electrología, química inorgánica, zoología, botánica y la antropología. De otra parte, las ciencias sociales y morales, la historia, el derecho, la ética y la éstética pertenecen al campo de la ciencia racional. Esta clasificación sugiere unas definiciones y divisiones marcadas y a la vez complementarias, consistentes con el discurso hostosiano de la integralidad. Finalmente, Rojas Osorio (2009) recalca que la misma es personalista, pero no individualista, es decir que contempla y plantea el desarrollo pleno o integral del ser humano incluyendo su relación social. En síntesis, el principio básico de esta filosofía es educar la razón.

y maestro, entran en un diálogo donde se indaga sobre la pregunta y se busca que el educando sea conocedor y creador al unísono, con repercusiones similares en el que educa. Esta dinámica mayéutica es la mejor manera de educar en la moral. Todo educador debe ser entonces maestro de conciencia, pero no mediante la imposición, sino, la inducción y la deducción, de manera que el alumnado encuentre la verdad natural y su relación con la ley que se desprende de la misma. Cuando el ser humano elige desde su propia voluntad, entonces adelanta su libertad y arrincona la ignorancia. El postulado es que a mayor ignorancia, mayor esclavitud bajo el poder dominante. La estrategia del buen maestro es promover que su estudiantado, conozca por sí mismo la verdad y que la elige como un deber moral. El siglo XX, le facilitó a la ciencia corroborar estos supuestos vistos desde distintos ángulos a través del biólogo Piaget, los sicólogos Kolhberg y Gilligan, y el neurocientífico Vygoskty. La comprobación de esta internalización de la moral en los discípulos es cuando conocer nos lleva a escoger cumplir la regla, la norma y el acuerdo. Se parte del supuesto y se comprueba en la praxis cotidiana que descubrir la verdad fuerza a cumplirla como un bien para sí y sus semejantes. En otras palabras, la formación moral del ser humano consiste en desarrollar la capacidad de razonar, relacionar, idear, pensar y juzgar para resolver los conflictos entre: razón e instinto. La razón, planteó Hostos, vence a lo irracional o a nuestra naturaleza animal y se hace más libre, ya que vehiculiza que la persona se gobierne a sí misma. Quien se gobierna a si mismo quiere los mismo para su patria.

Estrategias y métodos de enseñanza Las estrategias y métodos de la enseñanza que esbozó Hostos, según Rojas (2009), se resume en que el educando, no importa su edad o sexo, se perciba a sí mismo. La verdad, máxima de todo proceso de enseñanza y de las materias que se aspiran a dominar, se adquiere a través del aprendizaje. Sin embargo, el aprendizaje donde los seres humanos más que aprender mediante la memorización, intuición y otras percepciones, debe ser un proceso plural e inclusivo. El aprendizaje es holístico, cuando se supera el concepto y el método, cuando se aprende a aprender. Para Hostos, concluye Rojas (2009), la razón es parte del desarrollo natural de su devenir. Por eso, debe darse de forma gradual y progresiva. Esto debe ser integrado y practicado en la secuencia curricular y en los grados o niveles de la escuela moderna. En cuanto al método recomendado, es el mayeútico socrático, donde alumno

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Josemilio González, en Rojas (2009), nos resume la propuesta hostosiana con la siguente cita: La educación puede ser el factor que nos salve del desastre. Seamos capaces, como lo fue Hostos, de enfrentarnos a los reaccionarios, de combatir por la libertad y la conciencia y de pensar audaz y creadoramente en aras de nobles ideales de personalidad humana, patria y civilización. Es decir que ese es el reto de la comunidad educativa puertorriqueña.

población, incluyendo a muchos profesionales de la educación y de la sicología. El nombramiento del edificio de la Facultad de Educación con el nombre del prócer es reciente. Hasta los años setenta, el antiguo edificio que albergaba al estudiantado de los futuros maestros y maestras del país, se le conocía como Pedagogía y llevaba el nombre del educador puertorriqueño Juan José Osuna. El curso de la filosofía hostosiana, sigue siendo opcional. A Hostos no se le reconoce como un precursor del pensamiento sicológico desde los inicios de la disciplina en la isla y en las aulas universitarias de la entonces Escuela Normal. Tampoco existe un curso formal de los Fundamentos Filosóficos Hostosianos de la Sicología, que le haga justicia al prócer antillano.

Críticas a la filosofía educativa de Hostos Lectores de Hostos piensan que su planteamiento de que la literatura romántica no era liberadora. Lo que se perfila como una de las críticas más poderosas a su filosofía. Si se desea actualizarla se puede entender, desde esta óptica, a la enajenación moderna causada por los medios de comunicación que erotizan el amor, que tergiverzan la recreación por la diversión, donde el sujeto se despersonaliza y se niega como ser racional y revive sus instintos en todas sus manifestaciones como objeto de consumo. Sin embargo, si se toma literalmente, se puede acusar a Hostos de ser demasiado racionalista y proclamar la hegemonía de la razón por encima de los sentimientos y emociones. Los afectos que son parte de la naturaleza humana, brindan información valiosa que se puede razonar. Todo sensación afectiva, que se recoge en la literatura, no necesariamente niega los principios de libertad que propone Hostos. Por otro lado, en Puerto Rico, la filosofía educativa, como se estableció, pasa por desapercibida por gran parte de la

Conclusiones Eugenio María de Hostos probó que no es necesario tener un grado académico para serlo. Evidenció con su propia vida, los postulados de razón y libertad como formas de alcanzar una convivencia moral, sin necesidad de imponer creencias y dogmas religiosos y políticos. No se debe decir que la filosofía hostosiana ha fracasado, pues en muchos lugares no se ha experimentado y donde se busca aplicar, se la encuentra tan radical que no se ha podido implantar hasta sus útlimas consecuencias. Nota final En este trabajo, Carlos Rojas Osorio es la fuente principal, e inspiración, sobre la obra hostosiana. Catedrático jubilado de la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Donde le fue conferido el grado de Profesor Emeritus, en 2016. Completó un Bachillerato en Artes de la Universidad Gregoriana de Roma, con especialidad en Teología, una

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Licenciatura en filosofía de la Universidad Santo Tomás de Aquino también en Roma y posteriormente obtuvo un Doctorado en filosofía de la Universidad Javeriana de Bogotá, en 1981. Su carrera profesional en Puerto Rico se inició en la hoy Pontificia Universidad Católica y luego paso a ser parte de la Universidad de Puerto Rico. En 1988, ganó el reconocimiento de los estudiosos del Caribe por el libro Hostos: apreciación filosófica. El Dr. Rojas Osorio marcó un hito con su publicación Bibliografía de la filosofía en Puerto Rico, junto al doctor Antonio Mansilla Triviño, en el 1993; y estableció los parámetros de esta disciplina contemporánea en el Caribe con su libro Filosofía moderna en el Caribe hispano, escrito en 1997. Fue reconocido con la Cátedra de Honor de Eugenio María de Hostos y con el premio Frantz Fanon por la Asociación Caribeña de Filosofía. Al momento, cuenta con más de 22 libros publicados sobre diversos aspectos de la filosofía, entre ellos: Hostos, apreciación filosófica; Foucault y el pensamiento contemporáneo; Latinoamérica, cien años de filosofía; Pensamiento filosófico puertorriqueño; El asombro del pensar; La filosofía, sus transformaciones en el tiempo; y Del ser al devenir. Corrientes estéticas latinoamericanas y Marx y Nietzsche. Hasta esta fecha, dirige el Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades en el Recinto de Río Piedras, del primer centro docente del país.

de: www.enciclopediapr.org/esp/article. cfm?ref=06081401 Gutiérrez Laboy, R. (2015). Eugenio María de Hostos y su idea dominante: Esbozo biográfico. Recuperado de: https://www. ensayistas.org/filosofos/puertorico/hostos/ introd.htm Instituto Nacional para la Reforma Curricular-Departamento de Educación. (2003). Proyecto de reforma curricular: Fundamentos teóricos y metodológicos. San Juan. Publicaciones Puertorriqueñas, Inc. Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.ª edición) Madrid. Reyes Dávila, M. (2015). Eugenio María de Hostos: Biografía mínima. Recuperado de: www.mayaguezsabeamango. com/.../1034-eugenio-maria-de-hostosbiografia-minima Rojas Osorio, C. (2009). “Filosofía de la educación (de Europa a Latinoamérica)”. Humacao, Puerto Rico. Copia fotostática. _____. (2012) Eugenio María de Hostos and his pedagogical thought. Curriculum Inquiry, Vol. 42 Num. 1 January. _____. (2013) “La liga de patriotas puertorriqueños”. Exégesis. Revista de la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Año 27, Num. 74. Villarini, A. (2015). Calidad educativa y desarrollo humano basado en competencias. Recuperado de: http://www. monografias.com/trabajos37/calidadcompetencias/calidadcompetencias2. shtml#ixzz3VEDvl3PU

Referencias Aragunde, R. en Rojas Osorio, C (2002). El pensamiento filosófico puertorriqueño. San Juan. Isla Negra Editores. Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. (2015). Breve historia de la Educación en Puerto Rico. Recuperado

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Conversaciones con versos antillanos [filosofía-historia-poesía-estudios culturales] Somos cada uno artistas de nuestra vocación. –Águedo Mojica Marrero

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a conmemoración de un natalicio siempre es importante, mas la celebración de una vida es algo más. Al celebrar participamos de una alegría colectiva provocada por la existencia de alguien que nos complace conocer y tener entre nosotros. Al convocarnos a conversar con don Águedo Mojica Marrero ciento once años después de su nacimiento reconocemos la presencia de su amor a la sabiduría y el espíritu artístico que le acompañaba. Una conversación que radica en un espacio atemporal, distantes en sus presencias corporales físicas, mas cercanas en el querer, su amor a Puerto Rico. Entre ellos son muchos los encuentros y pocos los desencuentros en cuanto a lo que este amor significa, sobre todo cuando de arte, vocación y belleza se trata. En este vuelo imaginario encontrémonos con Águedo Mojica Marrero, Eugenio María de Hostos y Julia de Burgos. En el ensayo “Las ideas filosóficas de Don Águedo Mojica“ (Cap. XI, p. 191), el Dr. Carlos Rojas Osorio nos explica el concepto de libertad en cuanto al individuo según Don Águedo. En este concepto la máxima aspiración debe ser el reconocimiento individual de la vocación de cada ser humano y su “voluntad de creación” para alcanzar la libertad, la fundamental,

la de sí mismo. Por tanto, para lograrlo las personas deben contar en su formación con un sistema social que les facilite la búsqueda, reconocimiento y desarrollo de esta vocación. Don Águedo elabora su tesis en el ensayo, “Pedagogía como praxis fundamental”, pero, sobre todo, con su propio ejemplo, pues a pesar de las precariedades materiales con las que haya llegado a la vida alcanzó ser artista de sus talentos: músico (era chelista), políglota, filósofo, abogado y político, pero, sobre todo, fue artista de su vocación: Maestro. Según sus propias palabras: La educación no puede tener en el ordenamiento democrático objetivo más alto que esta transformación del animal biológico y político en una persona moral (Rojas Osorio, p. 195). Con este espíritu y en este espíritu abogó por la autonomía, descentralización administrativa y la democratización de los procesos de toma de decisiones de la Universidad de Puerto Rico y nos entregó la ley que creara los Colegios Regionales, en especial, este que hoy le rinde tributo, Recinto de Humacao, su Patria Chica. De él dijo el Maestro José Ferrer Canales: Fue humanista iluminado que encarna las más puras esencias de

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nuestro pueblo, que exaltó a valores como Hostos, Betances, Darío y Morel Campos… (Rojas Osorio, p. 192). En este momento Don Eugenio María de Hostos se siente invocado y entra en la conversación recordando su último texto de 1903, “Tratado de sociología”, en: Hostos como precursor de la escuela sociológica del derecho en América. Patria y Sociología de Lic. Juan Mari Brás: Esa propiedad que llamamos Libertad, es el modo natural de hacer las cosas […} la tendencia a imponer nuestro propio modo de ser a nuestro modo de proceder... (p. 23) Cuando más conciencia tenemos de las funciones físicas y psíquicas de nuestro ser, tanto más vigorosamente nos apegamos al modo natural de hacer las cosas. (p. 23) Don Águedo y Don Eugenio comparten miradas, nos comparten sus miradas y nos miran. Nos preguntan qué ha pasado con la ancestral “paideia”, con la moral, con el arte, con la educación, con la libertad… La conversación de miradas continúa. El tema inevitable es el exilio, ese que nunca es voluntario. Águedo le cuenta a Hostos de cómo en busca de la plenitud de su vocación tuvo que irse un tiempo de Puerto Rico, un exilio necesario, mas no voluntario, convencido de poder regresar para compartir su vocación y ser Maestro. Así le cuenta como a su regreso tuvo que asumir posiciones difíciles en la política, pero sobre todo, del dolor de la tortura y muerte de Don Pedro Albizu Campos. Hostos guarda un luctuoso silencio, Águedo le acompaña. Un dialéctico silencio que

hizo detener el tiempo, hasta que el eco de la palabra exilio trajo a la conversación al patriota dominicano, Federico Henríquez y Carvajal: El 7 de mayo de 1875 llegué a Puerto Plata, como huésped agradecido de la juventud que me recibió i allí se hallaba el Dr. Betances asistiendo al General Luperón de un fuerte ataque de reumatismo. Desde mi primera visita al enfermo se me incluyó a la tertulia que a diario se firmaba en torno de su lecho. Allí se discurría sobre tópicos diversos, relacionados con la política vernácula, que atañían a la guerra de Cuba, a la revolución en favor de Puerto Rico i al ideal antillanista. Los contertulios eran pocos i los mismos de siempre. Algunas veces sólo éramos cuatro: Luperón, Betances, Segundo Imbert i el amigo de los tres. Así pasaron tres semanas; i un día nos dijo el Dr. Betances, con su sonrisa a flor de labios, que nos traía una fausta noticia. Era fausta e inesperada. “Hostos había salido de Nueva York con destino a Puerto Plata.” Bayoán seguía viajando i sería nuestro huésped bienvenido. Eugenio María de Hostos, el peregrino del archipiélago del Caribe, entró al país por la puerta franca de Puerto Plata. Trájolo a su bordo el “Tybee”, vapor mercante de la línea “Clyde”. Betances lo recibió en el muelle i, sin pérdida de tiempo, llegó con él a la morada del prócer restaurador. La presentación de su paisano i amigo fue cordial y digna de los merecimientos cívicos del huésped recién llegado.

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I este quedó incorporado gentilmente a la amistosa tertulia antillana. Betances debió pensar que –muerto Ruiz Belvis en Chile, a deshonra y en peores condiciones que el soldado desconocido– Hostos era o sería para él un hermano espiritual, como lo había sido su malogrado compañero. (Mari Brás, p. 17) Hostos habló de su exilio en la República Dominicana y su gran proyecto educativo, a pesar de las oposiciones clericales y los muchos inconvenientes vividos luego de este importante recibimiento. Peregrinación y exilio en contra canto de belleza con la creación de la “Escuela Normal”, universidad donde las mujeres se educaron y educaron. Don Eugenio torna la mirada a la contemplación y menciona la poesía y a dos grandes poetas, su compatriota, comadre y amiga Lola Rodríguez de Tió y su extraordinaria alumna y amiga Salomé Ureña Díaz de Henríquez. Los pro-hombres vuelven a cruzar miradas, la educación de la mujer, su completa participación ciudadana y el reconocimiento de la excelencia de la expresión de sus talentos y vocaciones, debieron ser aspiraciones conquistadas en las primeras décadas del siglo XX. Un siglo que comenzó repleto de voces femeninas llenas de poesía en su prosa y en sus versos. Poetas atrevidas, denunciadoras, innovadoras, intelectuales, dilectas y contundentes. De Gertrudis, “mucho hombre esa mujer” de ella se decía, a Gabriela, premio Nobel de literatura. De Salomé, maestra de maestras a Sherezada, toda lucha. De Lola, grito y ternura libertaria, a Julia, justicia, lucha, amorosa pasión. Del eco del tiempo se escuchan unos versos:

Yo vislumbro tu espíritu anudan /do las islas Las Antillas que juntas o se mue- /ren o se salvan. Las tres sufren cadenas, las tres re- /zan y lloran. Y las tres, encendidas, romperán /su desgracia. Rafael, por tu símbolo se entre- /cruzan las islas. El gran Máximo Gómez a tu /mano se enlaza Y con alma fundida de Quisque- /lla y de Cuba A su patria de sangre sus impulsos /traslada. (Obra poética completa, estrofas de un poema dedicado a Rafael Trejo, p. 267) Julia de Burgos, puertorriqueña nacida en el 1914, mujer de su tiempo, valiente, inteligente, educada, dueña de sí misma y revolucionaria. Descubrió la poesía en su entorno. La belleza le hablaba. La naturaleza del campo que la vio nacer la personificó y el río se alargó en su espíritu y se volvió llanto: “El más grande de todos nuestros llantos isleños /si no fuera más grande el que de mí sale /por los ojos del alma para mi esclavo pueblo” (p. 30). Atleta, de talento matemático y amor al conocimiento deviene en una mujer de carácter, maestra, nacionalista, revolucionaria: No hay otro camino para el hombre de ahora, que situarse en una de estas dos alternativas. O se sitúa al lado de las fuerzas reaccionarias o escoge el camino del progreso que siempre es un camino de libertad, por más que quiera ser desvirtuado por demagogos al servicio de las fuerzas retrógadas de siempre. No hay punto medio

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para el hombre de hoy. Ya no caben especulaciones. El hombre ha dejado de ser retórico para convertirse necesariamente, por todas las circunstancias en que vive, en un ser científicamente social. O está en un sitio o en otro; no puede estar a un tiempo en las dos posiciones antedichas. Tomemos el caso de los pequeños tiranuelos de América. Una campaña continental se ha abierto para condenar y gestionar la liquidación de los regímenes facistoides de Trujillo, Somoza y Carias, los monstruosos tiranos de Santo Domingo, Nicaragua y Honduras respectivamente. O levantamos los americanos nuestra voz y nuestro esfuerzo para ayudar a destruirlos, o nos colocamos automáticamente, por indiferencia o simpatía, al lado de sus gobiernos criminales. El caso de España ofrece iguales ángulos. O estamos con la República absoluta, sin plebiscito, puesto que ya fue hecho por la mayoría del pueblo español, o seremos sostenedores del traidor Franco. En Puerto Rico solo hay dos caminos. O exigir el reconocimiento incondicional de nuestra independencia, o ser traidores a la libertad, en cualquier forma de solución a nuestro problema que se nos ofrezca. (Julia de Burgos Seminario Hispano, New York, 1945). (Chiqui Vicioso, “Julia de Burgos: La Nuestra”, en Julia de Burgos: Me llamarán poeta, p. 288) No nos sorprende entonces que el intelectual dominicano, Juan Isidro Jiménez

Grullón encontrara en Julia un amor correspondido en cuerpo, mente y espíritu. Se conocieron cuando él visitó Puerto Rico a dar una conferencia sobre Hostos para el centenario de Hostos en 1939. Ella tenía 24 años, él 35. Se fueron a Nueva York y luego a Cuba. Él era médico, muy culto, de familia reconocida en Santo Domingo. Ella era de origen humilde, maestra, mujer de convicciones firmes, radical y poeta. No había oportunidad de un final de cuento de hadas, mas la poesía que le nació a ella aún hoy nos permite atisbar la fuerza de la pasión y la ternura: El mar y tú La carrera del mar sobre mi puerta es sensación azul entre mis dedos y tu salto impetuoso por mi es- /píritu es no menos azul, me nace eterno. Todo el color de aurora despertada el mar y tú lo nadan a mi encuen- /tro y en locura de amarme hasta el /naufragio van rompiendo los puertos y los /remos. ¡Si tuviera yo un barco de gaviotas, para solo un instante detenerlos, y gritarle mi voz a que se batan en un sencillo duelo de misterio! Que uno en el otro encuentre su /voz propia que entrelacen sus sueños en el /viento que se ciñan estrellas en los ojos para que den unidos sus destellos. Que sea un duelo de música en el /aire

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las magnolias abiertas de sus besos que las olas se vistan de pasiones y la pasión se vista de veleros. Todo el color de aurora despertada el mar y tú lo estiren en un sueño que se lleve mi barco de gaviotas y me deje en el agua de dos cielos. (Obra completa, p.102 y 103) Julia y Juan Isidro vivieron en La Habana cerca de Juan Bosh y su compañera. Allí conocieron a muchos intelectuales y Julia estudió en la universidad. Conocieron a Neruda. Neruda conoció la poesía de Julia y anticipó lo que hoy sabemos, que es una de las más grandes de América. Volvieron a Nueva York separados. Juan se casó en Santo Domingo, Julia nunca pudo visitar la República Dominicana. No solo porque la familia Jiménez Grullón no la recibiría, si no porque fue crítica del dictador Trujillo: Himno de sangre a Trujillo Dictador, ¿a qué nuevos horizon /tes de crimen vuelves hoy a apuntar tu mirada /suicida? Esa cumbre de muertos donde /afianzas tu triunfo. ¿Te podrá resguardar del puñal de /la vida? Ése pálido miedo que otra vez te /levanta, ¿durará sobre el rostro de un mun- /do que te espía? Dictador de ese hermoso pueblo /dominicano masacrado en sus ansias y dormi- /do en sus iras, ¿De qué llevas tu cetro? ¿De qué /sol te alimentas? (Obra poética completa, una estrofa, p. 278)

Julia de Burgos murió muy pronto. No cuidó su salud y se entregó por entero al amor, a ese que no tiene límites y solo sabe dar y entregar. La UPR Recinto de Humacao, a instancias del académico Juan Antonio Rodríguez Pagán, le otorgó un Doctorado Honoris Causa y en ese mismo Recinto se hizo un simposio sobre el estudio de su obra en el 2014; mas fue Santo Domingo quien dio un paso adelante en la celebración del centenario como una iniciativa de la poeta dominicana Chiqui Vicioso. Como resultado de los esfuerzos colaborativos para el estudio de la obra de Julia, la Editorial Patria de PR preparó una edición seria y elegante de las entrevistas que le realizara, la poeta, a Juan Isidro Grullón y Juan Bosh en su madurez, sobre sus experiencias de vida junto a Julia. El pasado mes de febrero de este año 2019, la semana anterior al natalicio de la poeta, se presentó el libro Julia de Burgos en Santo Domingo de Chiqui Vicioso. La puesta en escena de este libro en Santo Domingo estuvo acompañada por la presentación del comité creado en la República Dominicana de Amigos de Puerto Rico. Este grupo tiene como metas la solidaridad con PR y el estudio de la historia de ambos pueblos para entendernos mejor y ayudarnos en la búsqueda de soluciones de corte socio político y económico. La jornada comenzó en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Al terminar la presentación la Decana de Humanidades extendió la invitación de hacer una propuesta para crear “La cátedra Extracurricular Julia de Burgos” en la UASD. De igual manera, se presentó el proyecto en el Centro Cultural Perelló en Baní, en el Centro León en Santiago y en San Pedro de Macorís. Por igual, se inauguró la exposisión del artista

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plástico Alí Francis sobre la obra de Julia de Burgos, “Encuentros en el tiempo”, en el continuo del compromiso y amor patrios: Sueño antillanista. Viaje antillano de encuentros y desencuentros. Los restos de Hostos aún descansan en la Patria que le regaló un hogar, República Dominicana; Julia de Burgos, a quien no dejaron llegar a Santo Domingo, hoy tiene una escultura bellísima en un parque que mira al río Osama y al mar, y pronto entrará en su Universidad. Las miradas de Don Eugenio María de Hostos y Don Águedo Mojica Marrero se encuentran con la de Julia de Burgos... se reconocen “Artistas de su vocación”, “Maestros de la libertad”, “Poetas de la vida”, “Amantes de las patrias antillanas”. La conversación deberá culminar con verso, sugieren despedirse con la lectura de un poema, tal como lo define el filósofo Francisco José Ramos al decir que: “La lectura de un poema implica abrirse a la comprensión de sus silencios”: Poema con destino Si en este sitio, en este fijo sitio se detuviera el /mundo, Dios no tendría que comenzar de nuevo la Crea- /ción.

Flores de viento! Tierra y agua de amor! Aire de sueño! Las estrellas llamaríanle hermano al cemente- /rio y nadie encontraría en el lenguaje la palabra “muerte”. Ni morales ni físicos habría más entierros, y Dios descansaría... y tendría otro destino el universo. (Obra poética completa, p. 121122) Referencias Mari Brás, Juan. Hostos como precursor de la Escuela Sociológica del Derecho en América. Patria y Sociología. Colombia, Ediciones Barco de Papel, 2008. Ramos, Francisco José. La significación del lenguaje poético. España, Ediciones Antígona, S. L., 2012. Rojas Osorio, Carlos. Pensamiento filosófico puertorriqueño. San Juan, Puerto Rico, Isla Negra Editores, 2002. Vicioso, Chiqui. Julia de Burgos en Santo Domingo. San Juan, Puerto Rico, Editorial Patria, 2018. _____. Julia de Burgos: Obra poética completa. La Habana, Editorial Casa Las Américas, 2013. _____. Julia de Burgos: “Me llamarán poeta”. Revista Exégesis, Humacao, Puerto Rico, Año 30, Núm 76 - 79, 2016.

Solo dejarme, como estoy, soñan- /do a ser lucero enamorando al sol, y dejarte en las manos albas libres para la inmensa siembra de mi /amor. Qué mundo forjaríamos del mundo! Qué azul nuestro secreto! Hijos de claridad!

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EXÉGESIS FERNANDO OPERÉ Exégesis Exégesis 2 Segunda Época

Teatro testimonial argentino en Las putas de San Julián de Rubén Mosquera

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ntre 1920 y 1922 tuvo lugar en la región más austral del continente americano, en la Patagonia, uno de los acontecimientos más luctuosos de la problemática historia del país, el fusilamiento sin juicios previos de mil doscientos peones de las estancias de ovejas, que durante cerca de dos años habían mantenido unas huelgas intermitentes con el fin de conseguir mejoras en sus deplorables condiciones laborales. Los desdichados acontecimientos pasaron relativamente inadvertidos, y pronto fueron olvidados. Como siempre ocurre, hay un testigo, un sencillo y simple testigo que se empeña en dar luz a lo que se ha ocultado. Así fue como Osvaldo Bayer, historiador nacido en Río Gallegos, capital de la provincia patagónica de Santa Cruz, abrumado por lo que se oía, decidió investigar lo ocurrido en aquellos años. Se interesó por el tema a partir de relatos orales, y del libro La Patagonia Trágica, escrito por José María Borrero y publicado en 1928. En este libro, Borrero acomete contra los estancieros del sur argentino, por el humillante trato impuesto a las comunidades originarias, y por las indignantes condiciones de trabajo que imponían a los trabajadores, pero principalmente, por las masacres de peones rurales perpetradas entre 1921 y 1922. La

estructura del texto tiene el formato crónicas periodísticas con interpretaciones que el autor aventura no apoyadas siempre con evidencias documentales. Así por ejemplo, Barrero desliga toda responsabilidad tanto del coronel Varela, que llevó a cabo la persecución y posterior orden de fusilamientos, como al presidente del país cuando las acciones tuvieron lugar, Juan Hipólito Yrigoyen. En su análisis carga toda la culpa en las espaldas del gobernador del territorio de Santa Cruz, Edelmiro Correa Falcón, un ultraconservador, que ejercía también como secretario de la Sociedad Rural en la provincia. Osvaldo Bayer conocía el libro y conocía también los cuentos orales que seguían circulando en el territorio de boca en boca. Decidió que había que intentar dar luz a lo que parecía nebuloso. Para ello, se desplazó a la zona y durante largas temporadas, visitó las estancias y pueblos donde tuvieron lugar los eventos, entrevistó a los pocos protagonistas aún con vida, e inició una larga y difícil investigación. El resultado fue la publicación en cuatro volúmenes con el título de Los vengadores de la Patagonia trágica, conocido también como La Patagonia rebelde, publicado entre 1973 y 1974. La publicación fue un bombazo editorial, y despertó la conciencia del pueblo argentino.

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Basado en este libro en 1974, Héctor Olivera lo llevó al cine con el mismo título La Patagonia rebelde, que recibió muy buenas críticas, inició un largo debate y facilitó que los acontecimientos que dieron vida al texto siguieran vivos en la conciencia nacional. Basándose en el libro, y con la colaboración directa de Osvaldo Bayer, el dramaturgo y director de teatro Rubén Mosquera, realizó una interesante e inteligente versión teatral, que estrenó en Buenos Aires en el teatro Cervantes, con el título de Las putas de San Julián. Me propongo en esta ponencia seguir la trayectoria de los acontecimientos que dieron vida al libro de Osvaldo Bayer y su transformación de texto histórico primero, en versión cinematográfica después, para desembocar en el éxito de público y de crítica de la versión dramática que Rubén Mosquera montó en Buenos Aires y que alcanzó las cien representaciones en numerosos escenarios de todo el país. Los inicios del siglo XX fueron unos años combativos de grandes luchas de clase que expresaban el mal contento de las clases obreras, animadas por las recién llegadas doctrinas socialistas, marxistas y anarquistas, surgidas en el siglo anterior pero que cobraron especial vida a primeros del siglo XX. En 1910 estalló la Revolución Mexicana, en 1917 la Revolución Rusa, que se presentaron como modelos a seguir. Estas revoluciones no se limitaron a un país, sino que en su base llevaban implícitas la idea de la revolución proletaria por todo el mundo. Su foco originario fue Europa con el inicio

de la sindicalización, la Primera y la Segunda Internacional, y la difusión de acciones de las células anarquistas. La situación en Argentina tenía sus características propias y ritmo, aunque desde primeros de siglo la aparición del Partido Radical estaba abriendo una vía a la conciencia proletaria. La Patagonia es un enorme territorio en el sur del continente que, hasta finales del siglo XIX había carecido de interés. De hecho, los límites del territorio patagónico entre Chile y Argentina no habían sido establecidos hasta muy tarde, e incluso en esas fechas todavía eran tema de litigio. Tenía una extensión de más 100.000 kilómetros cuadrados vagamente poblado por partidas de indios tehuelches y en las zonas andinas por mapuches provenientes del lado chileno de la cordillera. La llamada Conquista del Desierto liderada por el que más tarde sería presidente de la nación Julio Argentino Roca entre 1878 y 1890, limpió estos territorios de sus históricos pobladores, y arrinconó las tribus sobrevivientes en los valles y lagos del oriente andino. Las puertas se abrieron a la explotación minera y a la creación de extensas estancias de ganado lanar, que a primeros de siglo gozaban de amplia demanda internacional. Para 1920 Mauricio Braun, de origen alemán, era dueño de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego con una extensión de 1,376,160 hectáreas, que grosso modo producía unos 5,000 millones de kilos de lana, 700 kilos de cueros, y dos millones de kilos de carne, anuales. Era también propietario de minas de cobre,

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bancos y frigoríficos. Los Braun pronto se asociaron con la familia Menéndez con los que ampliaron sus propiedades. En ellas prestaba sus servicios una población variopinta compuesta por descendientes de indios mapuche, gauchos, peones de origen mayoritariamente argentino, pero con considerable presencia chilena y española. Los años posteriores al final de la Primera Guerra Mundial sufrió un descenso notable de los precios de la lana en los mercados internacionales, provocando una crisis financiera en estas compañías exportadoras y una acumulación de stocks de lana con incierto futuro. La crisis coincidió con las primeras demandas de mejoras económicas y laborales entre los peones de algunas de las estancias de mayor raigambre que en esas fechas empezaban a asociarse. Entre 1920 y 1921 se produjeron las primeras huelgas impulsadas por la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), y lideradas por sindicalistas venidos de Europa, entre ellos Antonio Soto, de origen español, y a la sazón secretario de la Sociedad Obrera de Río Gallegos, así como el alemán Shultz y el argentino Facón Grande. Las huelgas se extendieron intermitentemente dos años, 1920-22, con algunos incidentes violentos como los ocurridos en la estancia Los Cerritos. En 1920 una comisión de indios mapuche había solicitado audiencia del presidente Yrigoyen que, haciéndose eco del conflicto y las distintas demandas, decidió enviar al teniente coronel Héctor Benigno Varela al mando del Décimo Regimiento de Caballería para pacificar la zona. Varela, en su primera visita simpatizó con los huelguistas ya que algunas de sus reivindicaciones le parecieron justas. Logró un acuerdo que representaba la implementación de algunas de las reformas exigidas por los peones y esquiladores a

pesar de la resistencia de los estancieros. Sin embargo, tras la firma, estos no cumplieron su parte del trato, y tras un largo paréntesis las huelgas retornaron, en esta ocasión con actos violentos incluso vandálicos, con ocupación de estancias, toma de rehenes y enfrentamientos a las fuerzas del orden. Las huelgas tuvieron el efecto de detener toda actividad portuaria y comercial en Puerto Deseado, Santa Cruz, San Julián y Río Gallegos, las ciudades más emblemáticas de la Patagonia. Los propietarios y el gobernador llevaron de nuevo sus quejas a Buenos Aires, por lo que el gobierno envió un segundo batallón del ejército, de nuevo al mando del coronel Varela, en esta ocasión con órdenes más determinantes. Había que acabar con las huelgas a toda costa. En este segundo viaje, el coronel Varela se comportó como un militar que cumple órdenes, no como una representante que media en un conflicto. La caballería, bajo su mando, persiguió a los grupos huelguistas en las principales estancias donde se habían atrincherado y llevaron a cabo las primeras ejecuciones en masa: 480 en Cañadón León, 500 en La Anita y cifras similares en otras estancias hasta alcanzar la suma de 1,200. Además, cientos de huelguistas que se creían anarquistas o bolcheviques fueron encarcelados en prisiones locales o enviados a Buenos Aires. El film de Héctor Olivera, La patagonia rebelde, se estrenó en 1974. Aunque Olivera afirmó que tuvo la idea de hacer la película cuando leyó el libro de David Viñas, Los dueños de la tierra de 1959, en realidad la película es bastante fiel al libro de Osvaldo Bayer, La patagonia rebelde, quien coescribió el guion junto con Olivera y Fernando Ayala. La versión teatral de Rubén Mosquera parte de una anécdota casi ignorada entre

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las 429 páginas del texto de Osvaldo Bayer. En la página 307 se hace referencia a un incidente que ocurrió cuando, como premio a sus acciones pacificadoras, se permitió a los soldados que habían llevado a cabo la represión y los fusilamientos, asistir por tandas a las prostíbulos de los pueblos lindantes. Así lo narra Bayer: En San Julián se avisó a Paulina Rovira, dueña de la casa de tolerancia “La Catalana”. Pero cuando la primera tanda de soldados se acercó al prostíbulo, doña Paulina salió presurosa a la calle y conversó con el suboficial. Algo pasaba, los muchachos se comenzaron a poner nerviosos. El suboficial les vendría a explicar: algo insólito, las cinco putas del quilombo se niegan. Y la dueña afirma que no las puede obligar. El suboficial y los conscriptos lo toman como un insulto… Todos en patota tratan de meterse en el lupanar. Pero de ahí salen las cinco pupilas con escobas y los enfrentan al grito de ¡asesinos! ¡porquerías!, ¡con asesinos no nos acostamos! (307-08). Bayer anota las detenciones e interrogatorios a que fueron sometidas las pupilas rebeldes, y su envío a presidios en el corazón de la Patagonia, y a Usualla en la Tierra del Fuego. En la investigación realizada por Bayer muchos años después de ocurridos los luctuosos acontecimientos, solo se pudo hallar el paradero de una de ellas, Maud Foster, que regresó a San Julián y regentó el prostíbulo hasta su muerte. Su tumba se conserva en esta ciudad. La historia de las pupilas, de dos páginas de extensión, la cierra Bayer con esta nota emotiva: “He aquí sus nombres, tal vez los mencionaremos como un pequeño homenaje o, no digamos

homenaje, digamos recuerdo de las cinco mujeres que cerraron sus piernas como gesto de rebelión” (309). Las meretrices de San Julián usaron su mejor arma, sus cuerpos. Para el ejército esta era una afrenta imperdonable. Sin embargo, la versión oficial se esforzó por mantener el silencio sobre este evento y sus pormenores. La Catalana era un local popular, prostíbulo o quilombo en el pueblo de San Julián. No había mucho que hacer en este perdido pueblo patagónico. Allí arribaban los peones de las estancias y los esquiladores los días de paga. Con el tiempo se habían establecido unas relaciones entre estos dos grupos marginales. Las meretrices hacían su trabajo y recibían el reconocimiento y la paga correspondiente. El texto de Mosquera se centra en la anécdota intrascendente a partir de la cual se humaniza lo que puede ser considerada una epopeya del far south. En la historia del continente han sido muchos los acontecimientos represivos de este tipo que han pasado inadvertidos por el silencio oficial o por carecer del historiador o dramaturgo de turno que las haya sacado del ostracismo. Las putas de San Julián protagonizaron un acto heroico, se convirtieron en modernas Lisístratas, la comedia de Aristófanes, del 411 aC, que se centra en la postura intransigente que las mujeres griegas adoptaron para acabar con la guerra del Peloponeso, negando a sus maridos y amantes sexo para forzarles a negociar la paz y dar fin a la guerra. El aspecto humano y reivindicativo de las mujeres de San Julián sirvió de eco para que los luctuosos acontecimientos se conociesen miles de kilómetros al norte, en la capital de la nación, lugar donde en la Argentina o ocurre todo o no ocurre nada. Los fusilamientos sin juicios previos hubieran pasado inadvertidos a no ser por

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la respuesta de estas cinco mujeres del prostíbulo La Catalana, quienes decidieron enfrentarse a la injusticia con sus propias armas. Mientras el film La patagonia rebelde se centra en torno al aspecto social y político de las huelgas, es decir las confrontaciones entre estancieros, peones de las estancias y las fuerzas civiles y militares, la obra de Rubén Mosquera desciende al drama humano. Parte de la anécdota y combina las vidas en el prostíbulo, las expectaciones de las pupilas y sus esperanzas, con sus indignadas reacciones cuando empiezan a llegar las primeras noticias de las huelgas y los fusilamientos. El drama de Mosquera nos permite conocer a las trabajadoras del prostíbulo, sus nombres, sus deseos e inclinaciones, también sus limitadas esperanzas en esa parte del mundo un tanto perdida. Varios de los actos se centran en la dramatización de las vacilaciones y dudas de estas mujeres cuando se ven obligadas a enfrentar las consecuencias de la huelga y sus efectos, es decir, la posibilidad de que los peones no lleguen jamás a buscar sus servicios y por lo tanto pierdan sus emolumentos, o cuando echen en falta a ese cliente particular que les ha regalado un vestido rojo y con el que han establecido cierta conexión emocional. La tensión crece pues no todas ellas están de acuerdo en cómo responder a las acciones del ejército. Mosquera les otorga nombres, emociones y sensibilidades. Bien es cierto que son los nombres reales que aparecen en el libro de Bayer, pero también es cierto que Mosquera les dota de una personalidad con la que enhebrar los conflictos humanos que las escenas del prostíbulo van a representar. Son escenas de un gran realismo dramático que el autor combina con los feroces interrogatorios a que fueron sometidas las pupilas por parte de oficiales del ejército en

su intento de hallar un chivo expiatorio, un culpable o incitador de lo que se entendía como un insulto al ejército y su alto destino. No es posible, se pensó, que la idea hubiera surgido de ellas, desgraciadas prostitutas. Incluso en esas escenas de una gran violencia, los torturadores se dirigen a las pupilas hurgando en sus debilidades en función de sus biografías. A la española María Juliache, de 28 años y soltera, la amenazan con deportarla a su país, sino colabora. Lo mismo a Maud Foster, inglesa, que había estado prometida a uno de los Menéndez, es decir uno hijo de la familia de los grandes propietarios estancieros. La madama, doña Paulina, dueña del local, es la más indecisa. Se juega más que las demás, conoce a sus clientes que son la élite de la ciudad, al gobernador y los comisarios. No puede defraudarles y pone presión en sus pupilas para que cumplan con su obligación y atiendan a los meritorios soldados. Posiblemente el acierto escénico de Mosquera fue descender a lo más sensible del drama humano. Una muerte de un niño mueve más que cien muertes en un bombardeo. La versión teatral de Rubén Mosquera contó con la presencia en el escenario de Osvaldo Bayer, quien había colaborado en el guion, como lo hizo en la película. Su rol consistió en dar vida a un testigo presencial que en escena habla con la Muerte que lo viene a buscar, dialoga también con su madre, quien había sido testigo de los acontecimientos sucedidos entonces y por lo tanto su principal informante, e incluso baila con Marlene Dietrich, su eterno amor platónico, que lo persigue para llevarlo al sueño final. Bayer tenía 87 años cuando se brindó a representar la obra por los diversos escenarios del país, concretamente actuó en 90 representaciones. El personaje Bayer, actuado por él mismo a los 87, convive en

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la obra con el Bayer de 60 años, edad que tenía cuando realizó la investigación histórica. Este personaje estaba representado por otro actor. Con este mecanismo dramático se ponía sobre el tapete la ausencia de contradicciones entre las diferentes etapas de la vida de Osvaldo, a pesar de los distintos niveles de información de cada uno de los tres en relación a la Argentina de su tiempo y a la Argentina actual. En la versión que montamos en la Universidad de Virginia, sustituimos a Osvaldo Bayer, por un historiador. La misión consistía en hacer participar a la audiencia mediante relatar algunos de los acontecimientos históricos que rodearon el drama. Es decir, la situación social y económica de las estancias, las amenazas de los movimientos obreros y anarquistas a inicios del siglo XX, las desigualdades sociales, la controvertida participación del gobierno radical de Hipólito Yrigoyen ordenando poner fin a la huelga, etc. Este personaje historiador-narrador, invitaba a la audiencia a participar a través de preguntas, bien para aclarar posibles malos entendidos, o para enmarcar el drama humano que se estaba desarrollando en el escenario. Su actuación establecía cortes en la representación, de tal forma que el texto quedaba fraccionado o dividido en tres partes bien definidas: el interior del prostíbulo La Catalana con sus pupilas y la madama, la actuación del historiador que enmarcaba el texto y contestaba las preguntas de la audiencia, y las torturas a las que cada una de las pupilas se veía sometida durante los interrogatorios. Con Las putas de San Julián se cerraba uno de los episodios históricos más luctuosos de la historia argentina. La aparición del libro fue vital para recuperar el interés de numerosos intelectuales en la investigación

de los sucesos por tanto tiempo silenciados, y darles difusión. El propio Osvaldo Bayer confesó en Los vengadores de la Patagonia trágica, que su acercamiento al tema y las investigaciones que dieron forma a la obra, fueron incitadas por la lectura del libro de Borrero La patagonia trágica. Sin embargo, el texto de Bayer tiene otro enfoque y dimensión, que surge a partir del desarrollo de las palpitaciones políticas que conectaron los crímenes y fusilamientos, y que involucraron directamente a Hipólito Yrigoyen, el presidente Radical y su gobierno, en las toma de decisiones y decretos para acabar con las huelgas a toda costa. La película, basada en el libro, se estrenó durante el breve y segundo mandato del general Domingo Perón. Pero tras su muerte el 12 de octubre, fue prohibida por el gabinete que presidía su segunda esposa, Isabel Perón. Incluso los realizadores y la mayoría del elenco tuvieron que partir al exilio. Jorge Cepernic, gobernador peronista de Santa Cruz, fue encarcelado seis años durante la dictadura militar por haber permitido la filmación de la película en la provincia. En Argentina el film se pudo volver a exhibir en 1984, al final de la dictadura militar y la recuperación de la democracia. Ganó el Oso de Plata en el Festival Internacional de Berlín de 1974. Por su parte la obra de teatro de Rubén Mosquera fue todo un éxito en la Argentina. Fue vista por más de 25,000 espectadores. Se presentó en la gran mayoría de las provincias de la república, y recogió el clamor de la crítica y el público. Bayer, por su parte, fue declarado huésped de honor, y visitante ilustre en la Legislatura de la provincia de Santa Cruz que estableció que La patagonia trágica, con sus cuatro tomos, fuese lectura obligatoria

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en los colegios de la provincia. En la tumba de Maude Foster, la pupila que regresó tras su exilio, hay flores constantes que anónimos visitantes o vecinos renuevan. Bibliografía Bayer, Osvaldo. Los vengadores de la Patagonia trágica. Buenos Aires: Editorial Galerna, 1972 Bayer, Osvaldo. La patagonia rebelde. Buenos Aires: Editorial Nueva Imagen, 1980. Borrero, José María. La patagonia trágica. Buenos Aires: Continente, 1999. Mosquera, Rubén. Las putas de San Julián (manuscrito) Olivera, Héctor. La patagonia rebelde (1974). Imagen Pág. 85, puesta en escena de la obra en Virginia University.

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EDGARD SOBERÓNTORCHIA TORCHIA ÉDGAR SOBERÓN 25 años de Exégesis cine de terror en México: 2 Segunda Época1953-1978

25 años de cine de terror en México 1953-1978 [crítica-cine-estudios culturales-historia-memoria]

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ste escrito comenzó como una lista de cintas de terror mexicanas que vi y disfruté en mi infancia y adolescencia, pero devino en una travesía a lo largo de 25 años en que se produjeron significativos títulos del género en «el país más surrealista del mundo»... y en los cuales, curiosamente, muchos actores del cine de Luis Buñuel desempeñaron papeles claves. El cine de terror, visto con respeto, es uno de los géneros más románticos del séptimo arte. Es el que aborda, desde una peculiar perspectiva, la muerte, el odio, el vicio o lo deforme en franca oposición a la belleza, el amor y la vida plena. Unas pocas veces llegan a finales felices, aunque a costa del dolor, pérdidas o defunciones, pero la mayoría tiene resultados lamentables, en propuestas en las cuales predominan los crímenes, las mutilaciones, el derramamiento de sangre, jugos de todos los colores, efectos visuales y despiadado humor. Dado el culto a la muerte en México, que incluye originales manifestaciones festivas y ritos, no resulta extraño que, a principios de la década de 1950, se desatara una abundante producción de películas terroríficas, que se extendió por 25 años. A continuación, a partir de títulos escogidos, les propongo un recorrido por esa filmografía curiosa y no pocas veces brillante,

que enriqueció el legado del género en el ámbito mundial. El monstruo resucitado (1953) Santiago Luciano Urueta Rodríguez, alias Chano, hijo de un político mexicano que tuvo participación de relieve en la revolución de 1910, fue probablemente el director de cine de terror más prolífico de México. Cinco de sus películas están incluidas en esta lista, pero el cineasta no es tan bien conocido o elogiado como Fernando Méndez y Carlos Enrique Taboada. Por un lado, Urueta hizo sus películas cuando el género era menospreciado por las industrias y los críticos cinematográficos en todo el mundo; y, por otro, la mayoría de los fanáticos del cine de terror no ha visto su obra. Típica producción de bajo presupuesto rodada dentro de estudios, El monstruo resucitado fue su primera aventura en el género de terror, mezclado con ciencia ficción, una frecuente combinación. La acción transcurre en un lugar «exótico» (los Balcanes) con nombres extranjeros, pero todo se ve tan genuinamente mexicano como un puesto de venta de tacos. Dos años antes de aparecer en Ensayo de un crimen, retrato de un necrófilo dirigido por Luis Buñuel, la bella actriz checa Miroslava [Stern] fue elegida para el papel de una periodista que conoce a un hombre

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misterioso, el cual resulta ser un científico loco deforme, y que termina siendo cortejada por un cadáver viviente. 1953 fue un buen año para Urueta, pues también realizó La bestia magnífica (con Wolf Ruvinskis y Miroslava), una de las películas que desató el gusto por el «cine de lucha libre» que fue muy popular durante décadas.

la historia de un campesino que llega a la ciudad de México, triunfa como luchador y se transforma en un monstruo, al caer víctima de un científico loco, que hace experimentos criminales con luchadores y animales. Al éxito del filme en las taquillas ayudó la impresionante presencia de Wolf Ruvinskis, el apuesto luchador y actor profesional argentino, nacido en Letonia de padres judíos. Su ascenso final, convertido ya en bestia, por las paredes de un edificio es evocador de la secuencia final del King Kong original.

La Bruja (1954) Después de El monstruo resucitado, Chano Urueta regresó a los Balcanes sin salir de los estudios Churubusco Azteca y rodó esta peliculita encantadora con un presupuesto exiguo. Cuenta una historia parecida a la del monstruo, aunque sin la visión imparcial de un extraño, como la periodista, en aquélla: aquí, otro científico loco (Julio Villarreal, coprotagonista de Una mujer sin amor de Buñuel) busca vengar la muerte de su hija asesinada. Sin embargo, en lugar de resucitar muertos, Villarreal se vale de una mujer fea apodada la Bruja, a la que transforma en la deslumbrante Lilia del Valle, cada vez que la intermediaria debe seducir a alguno de los tres culpables y matarlo. Pero el amor se interpone en el camino, todo se complica y nos conduce a un juicio (que recuerda a M, el maldito de Fritz Lang), en el cual la Bruja es juzgada por sus compañeros del bajo mundo. El elenco incluía al galán Ramón Gay, que intervino en otras películas de terror que se enumeran aquí, antes de morir asesinado por un marido celoso.

El vampiro (1957) En octubre de 1957 se inició el reconocimiento internacional de las películas de terror mexicanas, con el estreno de El vampiro, obra maestra de Fernando Méndez que se convirtió en filme de culto. El éxito de la película tomó a todos por sorpresa, ya que era un título en el marco industrial del cine mexicano. Además la obra era firmada por un cineasta que podía terminar una comedia erótica urbana en la noche, y comenzar un drama de charros a la mañana siguiente. Escrito por el guionista costarricense Ramón Obón (asociado con todas las principales películas de terror mexicanas hechas durante la edad de oro del género) y producido por el actor Abel Salazar (que había financiado El monstruo resucitado de Urueta), esta vez los Balcanes fueron sustituidos por localizaciones reales de la campiña mexicana y por sombríos decorados en los estudios Churubusco, y por primera vez se abordaba una historia de vampiros. En la sombría hacienda de su familia, la heroína (Ariadne Welter, la novia católica en Ensayo de un crimen de Buñuel) descubre a sus parientes aterrados, sometidos a la sumisión de un noble europeo, que vive de sangre. A pesar de sus efectos

Ladrón de cadáveres (1957) Al director Fernando Méndez no le pasó inadvertida la popularidad de La bestia magnífica y filmes similares, y reconoció el potencial de combinar terror y lucha libre en el cine. Gracias a ello, en septiembre de 1957, se anotó el primer éxito del año con

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especiales de bajo costo, varios elementos fueron notables: la originalidad del guion, la cinematografía en blanco y negro, la primera aparición mundial de un vampiro con colmillos, el papel proactivo que las mujeres juegan en la trama y, sobre todo, el seductor desempeño del actor español de 28 años, Germán Robles en su primera actuación en cine, como el conde Lavud. Todos estos elementos contribuyeron al éxito comercial de la cinta, dando lugar a una continuación, El ataúd del vampiro.

El castillo de los monstruos (1958) La mezcla de actores cómicos con iconos de terror es una práctica muy antigua en el cine, desde la época silente, y no era rara en las películas mexicanas: para 1958, ya Germán Valdés «Tin Tan» había hecho Hay muertos que no hacen ruido en 1944, Mario Moreno «Cantinflas» protagonizó Un día con el Diablo al año siguiente, y Adalberto Martínez «Resortes» intervino en Yo dormí con un fantasma en 1949 y Muertos de risa en 1957. Pero fue Antonio Espino «Clavillazo» quien, bajo la dirección de Julián Soler, tuvo el mayor éxito con esta comedia en la que conoce a Drácula, Frankenstein, la momia, el hombre lobo y el monstruo de la Laguna Negra, al llegar al castillo de otro científico loco para salvar a su novia, interpretada por la cantante, bailarina y comediante Evangelina Elizondo. Después de esta película, la combinación de cómicos y monstruos se hizo aún más popular, incluyendo La casa del terror dos años después, en la cual Tin Tan tuvo como coprotagonista a Lon Chaney Jr., en el papel del hombre lobo.

La momia azteca (1957) El tercer éxito de terror mexicano de 1957 fue lanzado en noviembre, dirigido por Rafael Portillo y escrito por Alfredo Salazar, hermano del actor y productor Abel Salazar. Fue la primera entrega de una trilogía con los mismos personajes, en la que se combinaba el terror (al resucitar a una momia, clásico icono del género) y el folclor mexicano, incluyendo un número musical interpretado por el ballet de Stella Inda, que interpretó a la madre en Los olvidados de Buñuel. La momia del guerrero Popoca sale de su tumba en una pirámide, cuando varios científicos (Ramón Gay, entre ellos) la profanan y roban el peto de oro que contiene la clave para encontrar el tesoro de los aztecas. Además, la momia desea a la hermosa Flora (Rosita Arenas, esposa de Abel Salazar), vivo retrato de Xóchitl, su amada princesa azteca. En la trama, también hay un villano interpretado por Luis Aceves Castañeda, que trabajó con Buñuel en siete películas, incluyendo Subida al cielo y Abismos de pasión, y participan varios luchadores profesionales como sus secuaces. La película fue un gran éxito y aunque las dos continuaciones fueron menos efectivas, mantuvieron a "la momia" en demanda.

Misterios de la magia negra (1958) A fines de 1958, durante dos días consecutivos, Miguel M. Delgado y el emigrante alemán Alfredo B. Crevenna hicieron honrosas contribuciones al cine de terror mexicano. El primer estreno fue el de este drama de Delgado, realizador favorito de Cantinflas, a quien dirigió en 30 películas. El cineasta no era ajeno al terror y terminó su carrera haciendo películas sobre luchadores y monstruos. Sin embargo, la verdadera rareza fue el guionista Ulises Petit de Murat, quien había escrito varios clásicos del cine argentino, incluyendo filmes de Mario Soffici como El extraño caso del hombre y la bestia, adaptación cinematográfica de la historia de

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Robert Louis Stevenson sobre el Dr. Jekyll y el Sr. Hyde. En México, Petit firmó este drama mórbido sobre una bruja (Nadia Haro Oliva, una de las invitadas en El ángel exterminador de Buñuel) y muertos vivientes que, tal vez por la falta de experiencia de Delgado en el género, no alcanzó el nivel de grand guignol que su relato poseía en potencia. Sin embargo, no es una película que pasó inadvertida y, aún hoy, a pesar de la ausencia de una versión restaurada, cuenta con admiradores.

Misterios de ultratumba (1959) En 1959 Fernando Méndez confirmó su título de maestro mexicano de terror gótico y Rafael Baledón tuvo la oportunidad de dirigir un filme de género muy efectivo. Ambos cineastas, así como el guionista Ramón Obón, se pusieron al servicio del rubio jinete Gastón Santos, matador de toros profesional e hijo de un acaudalado y poderoso político mexicano, cuando quiso convertirse en estrella del cine, en filmes en los que usualmente aparecería montando su caballo Rayo de Plata. A la verdad, a Gastón no le fue mal en la taquilla con sus charro-westerns, en los que había elementos de terror. De todas sus intervenciones, la mejor es Misterios de ultratumba, cinta lúgubre en la que no hubo lugar para Rayo de Plata, y que, para algunos fanáticos del género, marcó el punto álgido de la breve carrera de Méndez en el cine de terror. No tan coherente y efectiva como El vampiro, la película relata en tono fatídico el drama de dos científicos (Rafael Bertrand y Antonio Raxel) que pierden la cordura al explorar los "misterios del más allá ", en la tradición de Mary Shelley y Edgar Allan Poe. Dos años después, Méndez, Obón y Santos trabajarían juntos una vez más en El grito de la muerte, última película de terror del director.

El hombre que logró ser invisible (1958) El segundo lanzamiento fue una nueva versión de la historia de H.G. Wells sobre el científico cuyos experimentos lo llevan a experimentar la invisibilidad en sí mismo, y debe pagar las consecuencias. Un año antes, Crevenna había dirigido a Ninón Sevilla en Yambaó, una historia de sexo y santería, con elementos de fantasía macabra, como brebajes mágicos, posesiones de espíritus y hechizos. En este relato, las pasiones también se desbordan: el hombre invisible enloquece y varias personas mueren asesinadas en extraños eventos. Sin embargo, al final se reestablece el orden sin cuestionamientos morales. La presencia del primer actor Arturo de Córdova (protagonista de Él de Buñuel, de varios clásicos del cine mexicano y algunas cintas extranjeras, como Dios se lo pague y ¿Por quién doblan las campanas?) le dio prestigio al producto, pero poco más. Después de este estreno, Crevenna siguió alternando entre terror, melodramas, películas eróticas y dramas con los mejores luchadores de México.

El hombre y el monstruo (1959) Apuesto protagonista en sus años mozos, Rafael Baledón había dirigido a Gastón Santos en el amorfo western de terror El pantano de las ánimas, que fue muy popular en 1957, a pesar de sus deficiencias. En El hombre y el monstruo, producido por Abel Salazar, Baledón se tomó un descanso de los filmes del joven torero y hubo un notable progreso, con este cuento inspirado en la leyenda de Fausto.

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El director contó con el buen actor español Enrique Rambal (Nobile, el rico anfitrión en El ángel exterminador de Buñuel) como el pianista Samuel Magno, un hombre que hizo un pacto con el Diablo para convertirse en gran pianista. Cumplido su deseo, el pacto, sin embargo, tiene secuelas: cada vez que interpreta una determinada pieza musical, el pianista se convierte en un monstruo... Sólo logra domesticarlo su madre (Ofelia Guilmáin, también en El ángel exterminador como invitada de Nobile), pero Magno decide tomar bajo su tutela a una muchacha (Martha Roth), y las cosas se complican cuando un periodista (Salazar) llega a la siniestra hacienda del pianista, en busca de una entrevista. Un drama de terror apreciable, lleno de suspenso y momentos de gran tensión.

Gavaldón creó atmósferas efectivas y ricos conjuntos visuales que solemos asociar con el terror gótico. Fotografiada por el maestro Gabriel Figueroa, sus imágenes se encuentran entre las mejores que crearon los cinefotógrafos mexicanos activos en el género, como Víctor Herrera y José Ortiz Ramos. La Llorona (1960) La leyenda de la Llorona volvió a la pantalla 27 años después de que el cineasta cubano Ramón Peón hiciera la primera versión. Para dirigir este recuento se contrató a otro cubano, René Cardona, que tuvo una larga carrera como actor en más de cien películas, y dirigió aún más cintas de todos los géneros. La mejor película de terror de Cardona quizá sea este drama, basado parcialmente en una obra de teatro que relata los orígenes de la leyenda. Volviendo a los días de la conquista española de América, una bella mestiza es traicionada por el conquistador español que ama, con consecuencias letales para todos, como la maldición que persigue a los descendientes del hombre hasta el presente. La producción fue respetable, con un elenco de grandes nombres en la industria de cine mexicano, encabezado por María Elena Marqués, que tuvo el papel de la madre en la versión cinematográfica que hizo el Indio Fernández de La perla de Steinbeck, en 1947.

Macario (1960) En 1960 Roberto Gavaldón, uno de los cineastas más distinguidos de la llamada «edad de oro del cine mexicano», dirigió esta versión cinematográfica de The Third Guest, relato de B. Traven (el mismo que inspiró El tesoro de la Sierra Madre de John Huston), a su vez basado en un cuento de hadas de Jacob y Wilhelm Grimm. La película fue nominada a la Palma de Oro en Cannes y al Oscar a Mejor Filme Extranjero, mientras que Ignacio López Tarso fue escogido Mejor Actor en el Festival de Cine de San Francisco. Macario (López Tarso) es un campesino que se enriquece cuando la Muerte (Enrique Lucero) le otorga una poción que puede curar casi todas las enfermedades, como un gesto de agradecimiento por compartir su comida. La codicia, la envidia y la Inquisición no tardan en ocasionar la tragedia. Aunque Macario es menos filme de terror que fábula moral con dosis de fantasía,

Muñecos infernales (1961) En 1961, tres directores firmaron sus mejores contribuciones al cine de terror mexicano y mantuvieron viva la popularidad del género: Benito Alazraki, Fernando Cortés y Alfonso Corona Blake. Alazraki había creado expectativas con su ópera prima Raíces, por su corte social y el enfoque antropológico de los personajes.

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Sin embargo, la obra era más afín con los cuentos de Francisco Rojas González, que con Alazraki, quien rápidamente pasó a dirigir productos comerciales predecibles, como Muñecos infernales, película de terror lanzada en abril, que fue un éxito sorpresivo. La historia versa sobre la maldición mortal de cuatro arqueólogos que profanaron un templo vudú y robaron un ídolo sagrado durante viaje de investigación en Haití. El elenco incluyó a la frecuente estrella de Alazraki, la bella actriz española Elvira Quintana, que murió en 1968 pocos meses antes de cumplir 33 años.

El mundo de los vampiros (1961) Como Alazraki, Alfonso Corona Blake debutó con una obra de prestigio titulada El camino de la vida, drama social escrito por Matilde Landeta, a quien se le arrebató la dirección de la cinta. El producto final fue elogiado en Berlín y ganó los principales premios de cine de México. Pero con los años, se comprobó que Landeta era la inspirada autora y cineasta, mientras que Corona Blake fue un útil artesano que, en toda su carrera, se inclinó hacia el melodrama. De modo que es una rareza que firmara esta película de vampiros, lanzada en noviembre de 1961. Producida por Abel Salazar y escrita por Ramón Obón, es una historia muy original, en torno a un apuesto y aristocrático vampiro que quiere controlar el mundo, pero primero tiene que ultimar a todos los descendientes de la familia que mató a los suyos. Para su desgracia, el conde tiene que enfrentarse a un hombre que puede neutralizar su estirpe a través de la música. Corona Blake no hizo mucho cine y se retiró joven. Sin embargo, tenía buen ojo para lanzar mujeres hermosas y sensuales en las tres cintas de terror que hizo. Más adelante veremos, cómo es recordado por eso.

La marca del muerto (1961) El puertorriqueño Fernando Cortés era miembro de una popular familia de artistas del mundo del espectáculo, entre ellos su esposa Mapy Cortés y su sobrina Mapita Cortés (que fue la «dama joven» de la ya comentada Misterios de ultratumba). Don Fernando hizo su primera aproximación al cine de terror (en clave de comedia) al dirigir a Tin Tan en la graciosa El fantasma de la opereta, y luego realizó esta única incursión seria en el género. La marca del muerto no es tan mala como algunos creen, al pensar que la fea versión reeditada y doblada al inglés por el mercenario Jerry Warren o K. Gordon Murray, es la película original. Pero no: a los fanáticos del género, les complacerá descubrirla tal como fue concebida. El título alude a un científico ejecutado por los crímenes que cometió al tratar de lograr la inmortalidad. Cuando un descendiente le devuelve la vida, el resucitado no ha aprendido su lección y vuelve a sus malas acciones. Ambos personajes fueron interpretados por el galán mexicano Fernando Casanova, quien intervino en Él de Buñuel.

Espiritismo (1962) El productor Guillermo Calderón –el hombre detrás de los clásicos melodramas musicales de Ninón Sevilla, la trilogía de la momia azteca y los filmes del Santo, el Enmascarado de Plata- volvió a formar equipo con el director Benito Alazraki, un año después de la exitosa Muñecos infernales (Cf.) Ambas cintas comparten la tendencia a predicar sobre el ocultismo, con sermones sobre la actividad paranormal, las religiones extranjeras y los fantasmas... Lo curioso es que, al final de Espiritismo, la arenga de poco

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sirvió y nos deja la nefasta aparición de un muerto vivo que espanta al elenco central. Aunque Calderón se acredita el argumento, el filme es otra versión fílmica de The Monkey Paw de W.W. Jacobs, condimentada con la ambición pequeño-burguesa y el temor católico de una matriarca (Nora Veryán) que lleva a su familia a la destrucción.

director de cine o guionista, pero tres años después de su llegada a México, el manchego empezó a dirigir cine, con énfasis en los melodramas. Por lo cual, el lanzamiento de esta película en septiembre de 1962 fue una sorpresa bienvenida. El vampiro sangriento es la primera parte de un díptico con nombres rebuscados, en torno al vampiro Siegfried von Frankenhausen, conde alemán que vive en la ruralía mexicana con su malvada ama de llaves, Frau Hildegarda (la argentina Bertha Moss, invitada a cenar en El ángel exterminador) y su esposa Eugenia (interpretada por la guapa Erna Martha Bauman, Señorita México 1956). De vez en cuando, el conde se convierte en murciélago de orejas enormes, mientras que su némesis Válsamo de Cagliostro (Antonio Raxel), su hija Inés (Begoña Palacios) y su novio, el Dr. Ricardo Peisser (Raúl Farell), intentan destruirlo. Sin embargo, Frankenhausen es más listo... El papel lo interpretó otro español, Carlos Agostí, que carecía del siniestro encanto de Germán Robles para inducir el terror con gracia. Continuada por La invasión de los vampiros.

El espejo de la bruja (1962) En 1962, Chano Urueta lanzó dos clásicos: el primero fue esta producción de Abel Salazar, un cuento de brujería, locura y desquite, cuya originalidad quizá provenga del guionista Carlos Enrique Taboada, el cual se convertiría en uno de los principales directores del cine de terror mexicano. Taboada había escrito argumentos y guiones para series como Nostradamus y Chucho el Roto, pero en esta historia co-escrita con el guionista argentino Alfredo Ruanova, la acción está en manos de pocos personajes y transcurre en un par de localizaciones, lo cual resultó en una obra contundente de tensión y terror. El drama cuenta la historia de un científico (Armando Calvo) que envenena a su esposa, para contraer nupcias con su amante, lo cual provoca la ira de la madrina hechicera de la difunta, que decide vengarse. Siempre he pensado que es una pena que El espejo de la bruja no tuviera un presupuesto holgado para contar con buenos efectos visuales. Sin embargo, es un drama de terror eficaz, con actuaciones apropiadas de Isabela Corona como la bruja, y Dina de Marco y Rosita Arenas como las dos mujeres del villano.

Santo contra las mujeres vampiro (1962) El año siguiente al Mundo de los vampiros, Alfonso Corona Blake hizo esta película de vampiros de culto que tiene pocas cosas que elogiar. A veces se torna muy aburrida con largos discursos y luchas interminables; y su presupuesto exiguo no ayudó. Sin embargo, en compensación, la cinta contó con la participación de Santo, el Enmascarado de Plata, luchador que sobresalía entre el montón; buena fotografía de José Ortiz Ramos; y tres bellas actrices que eran mucho más sensuales que cualesquiera «dama en peligro» o monstrua de la productora británica Hammer Film:

El vampiro sangriento (1962) Antes de llegar a América, Miguel Morayta Martínez luchó con los republicanos durante la guerra civil española. No hay referencias de ninguna obra previa como

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la escultural Lorena Velázquez como Zorina, reina de los vampiros; la bonita María Duval como la potencial heredera del reino, y la más bella de todas, Ofelia Montesco (otra exalumna de El ángel exterminador), como Tundra, la suma sacerdotisa de los vampiros. Es posible que el éxito de la película de Corona Blake, más que la ya citada Bestia magnífica, sea la responsable directa de la demencial ola de películas baratas protagonizadas por luchadores de todo tipo y color que combatían contra cualquier monstruo, sobrenatural o extraterrestre, incluyendo a Neutrón, Blue Demon o Mil Máscaras que, para 2015, aún luchaba contra la momia azteca. En 1963 Corona Blake hizo su tercera y última incursión en el género de terror, Santo en el museo de cera, antes de volver a los melodramas. En el elenco, participaron otros invitados de El ángel exterminador: Augusto Benedico, Xavier Loyá y Antonio Bravo. El barón del terror (1962) Después de Santo contra las mujeres vampiro, otra rareza de culto llegó a los cines en noviembre y superó la historia de luchadores y vampiros por su extrañeza y valor kitsch. El barón del terror fue la segunda oferta de Urueta en 1962 y probablemente sea el título de terror por el cual el cineasta es más recordado, a causa de su concepto insólito. La historia tiene un comienzo similar al de La máscara del demonio de Mario Bava, en el cual el barón Vitelius d'Estera es sentenciado a morir en la hoguera por la Inquisición, acusado de brujo y seductor. El barón maldice a sus jueces y 300 años después regresa para vengarse, como un horrible monstruo que se alimenta de cerebros humanos. Vitelius ultima a descendientes de los inquisidores y tiene suficientes embutidos cerebrales en casa para comer, pero, sin razón alguna, también mata brutalmente a personas inocentes.

Producido con un presupuesto ínfimo por Abel Salazar, quien además asumió el papel del barón, el dinero parece invertido solamente en el elenco (que incluye a "estrellas buñuelianas" como Ariadne Welter y Ofelia Guilmáin). Lo curioso de El barón del terror es que, aunque todos coincidimos en que es una película mala, ninguno puede negar la extraña fascinación que ejerce. La cabeza viviente (1963) Chano Urueta estrenó la primera película importante de terror de 1963, La cabeza viviente, la cual resultó la menos efectiva y su última colaboración con Abel Salazar. Los escritores, a falta de algo original, reciclaron una vez más el cuento de la profanación de una tumba de nativos americanos y el precio que los arqueólogos deben pagar. Esta vez, sin embargo, no hay momia de la cual huir, por lo cual la acción se centra en la inmóvil cabeza del título, que no resulta muy aterradora. Después de esta producción, Urueta hizo algunos melodramas, muchos westerns y películas de lucha libre, en una de las cuales introdujo a la nueva estrella, Blue Demon. También interpretó el papel de Tsekub Baolyán en la adaptación cinematográfica de los cómics de Chanoc, y revivió su carrera como actor de cine, incluidas producciones extranjeras de Ralph Nelson, Henri Verneuil y dos de Sam Peckinpah (The Wild Bunch y Bring Me the Head of Alfredo García), antes de retirarse. El beso de ultratumba (1963) Después del retiro de Méndez en 1961 y la tardía preferencia de Urueta por los westerns y las películas de lucha, la oferta de cine de terror se redujo en los años siguientes. Rafael Baledón se convirtió en la figura central del género, con tres estrenos consecutivos

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en 1963-64, y un nuevo nombre que se sumó a la lista de cineastas: el director de arte Carlos Toussaint, hizo a un lado diseños de escenografías, decoraciones y utilerías, y optó por dirigir películas solamente. Sin embargo, solo hizo esta cinta de terror, que tiene sus admiradores. Cuando en la segunda mitad el filme se convierte en un relato de casa embrujada, Toussaint hace un uso inteligente de los espacios y la atmósfera, evoca el pavor potencial en lo cotidiano y llega a una resolución decisivamente fantasmagórica. Escrito por dos periodistas (que también fungían como productores), se ha sugerido que la historia pudo estar basada en una crónica sangrienta de la vida real. Es la clásica trama del hombre que se casa por dinero y, cuando descubre que el padre de la novia murió arruinado, trata de enloquecerla y matarla para cobrarle su seguro de vida. Es un ejercicio de crueldad que conduce a la muerte y un final sorpresivo.

La influencia de Bava es evidente una vez más (hasta en el cartel original), la partitura musical de Gustavo César Carrión para El vampiro se vuelve a usar efectivamente una vez más, y una vez más José Ortiz Ramos ofrece excelente fotografía en blanco y negro. La conexión de las películas de terror mexicanas con El ángel exterminador, se da aquí con la protagonista, Rita Macedo, quien fue la elección original de Buñuel para el papel de la señora Nobile, pero fue sustituida por Lucy Gallardo al quedar embarazada. Con todo, Macedo aparece como tal en la escena final de la iglesia. Museo del horror (1964) En 1964 Rafael Baledón estrenó ocho películas, por lo cual es fácil deducir que tuvo que rodar cada cinta en cuestión de semanas. En un momento en que casi todos los directores de género preferían las películas de luchadores o cómicos contra monstruos, Baledón fue fiel al terror de la «vieja escuela», al proponer este cuento con pocas sorpresas, pero con una atmósfera tensa y de mal agüero. Doña Emma Roldán, mandona y malhumorada como sólo ella sabía hacerlo, administra una pensión en la que hay tres sospechosos de la desaparición de mujeres: Julio Alemán, un estudiante de medicina, demasiado apuesto para ser el malo; Carlos López Moctezuma, demasiado viejo para correr detrás de las víctimas; y Joaquín Cordero (protagonista de El río y la muerte de Buñuel), un sospechoso demasiado obvio. Las víctimas son secuestradas y asesinadas por un enmascarado. Aunque no es tan sombría como La maldición de la Llorona, este Museo del horror mantuvo vivo el espíritu del cine de terror gótico.

La maldición de la Llorona (1963) Baledón estaba muy ocupado en ese momento, pero en agosto de 1963 tuvo suficiente inspiración y respiro para ofrecer La maldición de la Llorona, que los especialistas consideran su principal aporte al cine de terror mexicano. El productor Abel Salazar y su esposa Rosita Arenas interpretaron a una pareja casada que, para preservar su vida, debe luchar contra una bruja, un mayordomo con cicatrices, un prisionero en el ático y un espíritu malvado. Invitada por su tía, la esposa regresa después de 15 años a la hacienda de su pariente, la cual tiene un plan para devolverle la vida a una vieja bruja. La sobrina, por supuesto, juega un papel clave en el proceso y para ello fue convocada.

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En la primera historia, Ariadne Welter queda atrapada en un complot para matar a la esposa de su amante en una casa grande y solitaria, mientras que, en el segundo cuento, Alicia Caro se encuentra encerrada en un mausoleo. Como muchas de las películas que evitan lo sobrenatural y prefieren elaborar una intriga, Cien gritos de terror deja la sensación de que algo quedó sin resolver, lo que aumenta su enigmática falta de conexiones con el mundo exterior de la casa y la cripta. Como en la mayoría de los aportes de Obón, Cien gritos de terror fue un paso importante en la evolución del cine de terror en México.

La loba (1965) El mejor aporte de las nueve películas que dirigió Rafael Baledón en 1965 fue La loba. Nuevamente el cineasta produjo una película de terror sin pretensiones, pero creo que es el único aporte original que hizo el cine mexicano de la época al cine de licantropía y la única cinta sobre una mujer loba. Baledón contó con el experto Ramón Obón como guionista y, en mi opinión, esta fue la mejor contribución que hizo el cineasta a los años dorados del cine de terror mexicano. Kitty de Hoyos (una de las actrices pioneras en interpretar escenas de desnudos en el cine mexicano) es pedida en matrimonio por un médico (Joaquín Cordero, otra vez) que no tiene idea de la conversión que sufre su prometida cada vez que la Luna está llena. Baledón hizo que un acróbata interpretara a la loba, y la Hoyos (que en nada se parece al hombrelobo de Lon Chaney, con camisas de mangas largas y jeans) se desnudó voluntariamente cuando afloraba su lado canino. La loba fue un buen adiós al género de Baledón, quien siguió dirigiendo y reanudó su carrera como actor.

El escapulario (1968) En 1968, mientras viejas estrellas del género –como Boris Karloff, John Carradine, Lon Chaney Jr. y Basil Rathbone– eran contratadas para aparecer en productos de bajo presupuesto indignos de su gloria pasada, el terror mexicano había entrado en una nueva era. Los tiempos habían cambiado... los filmes eran concebidos como productos de alto perfil para la intelligentsia urbana, como sustitutos de las populares películas de terror gótico de Urueta, Méndez, Baledón y los demás. Estrenado en enero de 1968, El escapulario es un efectivo ejemplo de la fórmula con buen resultado. Rodado en blanco y negro por Gabriel Figueroa, cuenta la historia de una anciana (Ofelia Guilmáin), que llama a un sacerdote a su lecho de muerte, le entrega un escapulario y le cuenta la historia del efecto milagroso que tuvo en sus hijos, cuyas historias son evocadas en la pantalla. Al éxito de la empresa, contribuyó Servando González, quien fue traído para co-escribir y dirigir la cinta, después de haber hecho los elogiados dramas naturalistas Yanco y Viento negro.

Cien gritos de terror (1965) En 1965, los luchadores mexicanos prácticamente habían asumido el linaje expresionista y peleaban contra los monstruos clásicos de los estudios Universal y algunos propios, como la momia azteca y las de Guanajuato. Un nuevo tipo de terror (en realidad, nuevo para México) se convertía en la norma: las películas aspiraban a tener un toque de «sofisticación» que atrajera a la clase media. La película de transición, en mi opinión, es este buen ejercicio de espantos, integrada por dos historias diferentes escritas y dirigidas por Ramón Obón, en su única labor como director ya que murió siete meses después de su estreno.

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Hasta el viento tiene miedo (1968) Cuatro meses después del estreno de El escapulario, Carlos Enrique Taboada lanzó Hasta el viento tiene miedo, primera entrega de su tetralogía de terror. Es un melodrama sobre cuatro chicas que, durante vacaciones, permanecen en un internado asediado por un fantasma vengativo. La película convirtió a Taboada en el nuevo gurú de los sustos mexicanos con su marca de «sutil y fino horror», término que suena más forzado que inspirado. Esta fórmula usualmente consistía en sustos oblicuos, seudoartísticos y eufemísticos para sobrecoger a las audiencias pequeñoburguesas, no adeptas al terror populachero de la momia azteca, el Santo y La Llorona. La receta se repitió en las películas restantes, El libro de piedra, Veneno para las hadas y Girón de niebla. En mi caso, el terror de Taboada se me hizo demasiado elaborado y muy frío. Sin embargo, su opción es uno de los caminos que tomó la película de terror. A veces es preferible a la alternativa sangrienta y ambas opciones han inspirado algunas buenas obras... En el elenco intervino Enrique García Álvarez, «alumno buñueliano» visto en El ángel exterminador y Simón del desierto. La mansión de la locura (1973) Hijo de familia pudiente, Juan López Moctezuma fue un muchacho rebelde que pasó por la radio, la televisión, el teatro y el cine de otros antes de realizar sus tres principales filmes de terror, por los que se dio a conocer internacionalmente, ganó varios premios y cerró la era dorada del cine mexicano. Lejos de las que les precedieron, sus películas eran visualmente transgresoras y de ideas anárquicas, cristalizaciones de ricos y coloridos relatos de locura que ninguno de los anteriores creadores del género

en México se había atrevido ni a soñar. Sin duda fue influido por la estética del «teatro pánico» de Alejandro Jodorowsky, mientras observó al maestro trabajar en Fando y Lis y El Topo, dos películas que ayudó a producir. López Moctezuma se independizó cuando cumplió 40 años e hizo esta adaptación de la historia The System of Doctor Tarr and Professor Fether de Edgar Allan Poe sin sus elementos de comedia negra y protagonizada por Claudio Brook, habitual en el cine de Buñuel, quien le dio el papel principal en Simón del desierto. La película fue filmada y lanzada en inglés, con la colaboración de artistas de prestigio a ambos lados de la cámara, como la fotógrafa y escritora surrealista Leonora Carrington, quien fungió como asesora visual. La trama relata cómo los internos de un manicomio toman el control de la institución, lo que lleva a actos de violencia y muerte. López Moctezuma esperó un par de años antes de lanzar su próxima película. Alucarda: La hija de las tinieblas (1977) En 1974 Julián Soler estrenó Satanás de todos los horrores, una nueva versión de La caída de la casa de Usher de Poe, que parece confirmar la influencia de La mansión de la locura en el cine de terror mexicano. Para Juan López Moctezuma, sin embargo, Poe y su obra fueron tan incidentales como la de Sheridan Le Fanu, cuya novela Carmilla inspiró esta obra maestra de «sangre derramada». Los sonidos e imágenes de Alucarda son desbordantes y llevaron al editor de la revista Psychotronic Video a declarar que se trataba de la cinta con «más sangre, chillidos y desnudos que cualquier película de terror» en la que pudiera pensar. Supongo que efectivamente lo fue, al menos en su día, y

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cuestionó la «idoneidad» de las mini-épicas mexicanas de terror que estaban de moda, hechas para la clase media; y el erotismo estirado de los vampiros y sus víctimas, en los productos de la británica Hammer Film de esos años. De igual manera, la cinta confrontó la presunción de aquellos directores mexicanos de género que negaban sus raíces culturales, para hacer un cine de terror hecho en el limbo. En el tiempo de maestros del género como Fernando Méndez, Chano Urueta y Rafael Baledón, los nombres y lugares exóticos de sus películas eran intentos ingenuos de cosmopolitismo, que nos hacían reír y entrar en pánico, como también lo fueron productos como La momia azteca de Portillo, que jugó con culturas precolombinas y folklore mexicano, pero también se alineó con la momia egipcia de Universal Films. Aquí el cosmopolitismo se hizo universal y se arraigó en la extrañeza y en la emoción excesiva que los mexicanos pueden sacar de sí mismos como rasgo cultural. La representación del fanatismo, la culpa, el vicio y la muerte en Alucarda, entre monjas y monjes dementes (y lascivos), ilustra una vez más cuán correcto fue André Breton cuando declaró a México «el país más surrealista del mundo». Nuevamente con Claudio Brook a la cabeza del elenco, la película de Juan López Moctezuma cerró con broche de oro una era de filmes sugerentes y algunos magníficos, todos de bajo costo, en la historia de la creación de productos culturales de terror, hechos en México entre 1953 y 1978.

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CHEMI GONZÁLEZ CHEMI GONZALEZ Dos corazones, cuatro ojos:2 Cold War Época de Pawel Pawlikowski Exégesis Segunda

Dos corazones, cuatro ojos: Cold War de Pawel Pawlikowski [crítica-cine-estudios culturales-historia]

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old War es la película más reciente del cineasta polaco Pawel Pawlikoswki, ganador del Oscar a mejor película extranjera por su anterior largometraje Ida (2014). Al igual que dicho filme, Cold War continúa la exploración del director de la Polonia de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y su proceso histórico de sanación y de heridas abiertas. Al igual que Ida, Pawlikowski filma en un poderoso blanco y negro y mantiene en brevedad su metraje –90 minutos–. Si en Ida el mundo de la fe, la religión y el catolicismo ofrecían el punto de partida, a través de la historia del personaje titular, una monja católica que se enfrenta a un pasado desconocido y su origen judío; en Cold War es la música y el mundo del espectáculo donde Pawlikowski continúa esta especie de relato. Quisiera señalar que Pawlikowski comenzó su carrera audiovisual como director de documentales para la televisión británica. Este dato sin duda informa el comienzo de Cold War que se asemeja a un documental antropológico sobre las formas más remotas de la música folclórica polaca. Vemos personajes y estampas de pobladores de la Polonia rural ejecutando diversos instrumentos, cantando y manteniendo diferentes conversaciones sin inmediatamente conectar los puntos. De pronto, irrumpe una leyen-

da que reza “Polonia 1946”. Un grupo de personas de diversas edades se bajan de unos enormes autobuses, y entran a una enorme y, al parecer, vacía mansión. Rápido, como espectador, reacciono y me pregunto si se trata de algún campo de concentración que se quedó olvidado, prisioneros de guerra o algo por el estilo. En la próxima escena conocemos a Wiktor (Tomasz Kot), pianista, arreglista y conductor musical y a Irena (Agata Kulesza) ambos músicos de renombre que entrevistan diversos candidatos para un nuevo proyecto musical. Una de las candidatas, Zula (Joana Kulig, en una de esas actuaciones que convierten a una actriz en leyenda) flecha inmediatamente a Wiktor que indaga sobre ella. Zula tiene un pasado turbio que incluye una estadía en la cárcel por asesinar a su padre cuando este intentó abusar sexualmente de ella –o en sus palabras: “lo asesiné porque me confundió con mi madre”–. Dicho pasado, combinado con su halo de misterio y voz poderosa, hace que no pase mucho tiempo en que Wiktor caiga rendido a los pies de Zula, y esta corresponda. El proyecto musical en que ambos están involucrados resulta ser el de una gran orquesta y coro ambulante, comisionado por el régimen estalinista dominante en Polonia para cantar sus virtudes en suelo patrio. El

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filme, entonces, nos presenta la relación de Wiktor y Zula en pleno apogeo, constantemente en gira por diferentes puntos de Polonia y la Europa del Este, por los años subsiguientes. Zula confiesa a Wiktor, en una discusión, que las autoridades le han amenazado con poner en jaque su situación legal sino coopera en divulgar información sobre Wiktor quien ha comenzado a tener diferencias con el régimen y en secreto desea desertar. Un viaje a Berlín les da la oportunidad de escapar hacia París, pero solo lo hace Wiktor. Ya en la capital francesa, Wiktor se desempeña como pianista en varios clubs de jazz y como compositor y arreglista de música de cine. Un día, lo sorprende nuevamente Zula quien ha logrado llegar a París gracias a su matrimonio con un italiano –que nunca vemos–. Es en París que su relación implosiona entre celos y diferencias culturales, hasta llegar a su punto de ebullición. Wiktor terminará en un campo de concentración con Zula sacrificándose para salvarlo. La formal, precisa y bien estudiada puesta en escena y guion de Pawlikowski –que cubre tres décadas en donde no nos muestra todo, a veces solamente retazos de todo, pero no sentimos que haga falta– se complementa poderosamente con el trabajo nominado al Oscar de su director de fotografía, Lukasz Zal, quien hace una labor rica en contrastes y en la maximización del blanco y negro, en donde cada encuadre destila un virtuosismo visual estimulante. En la primera parte del filme, ambientada en Polonia y la Europa del Este, dominan los planos estáticos, el movimiento de cámara mínimo y los contrastes mutados, y fríos, con constantes juegos entre el blanco y el

gris. En la segunda parte, ambientada en París, la cámara se permite mayor fluidez, domina el negro y los constantes nocturnos y una estética menos depurada, mas cálida, que nos acerca como espectadores a la crisis de pareja de Zula y Wiktor. En la primera parte Pawlikowski y Zal parecen tener una clara influencia visual del cine ruso y los documentales de propaganda comunista de la posguerra, y ya en el segmento parisino entran en juego las influencias de la nueva ola francesa –en boga para los años en que los personajes viven en París. Si la música era una parte importante de Ida, en Cold War es básicamente la coprotagonista del filme y parece ser la amante, el barómetro y la razón de ser de la pareja Zula/Wiktor, tanto así que en París la ruptura de la pareja se propicia por la manera en que Wiktor para cumplir el sueño de Zula de dejar testimonio grabado de la música que hacen juntos, hace un arreglo musical y graba la canción “Dwa Serduzka” (Dos Corazones) que es el leitmotiv del filme. Originalmente, un lamento en forma de himno la versión que graban en París parece una criatura bastarda de aquello que en principio era al convertirse en una torch song cadenciosa y arropada por jazz. Zula no puede reconciliar el hecho de haber dejado atrás lo que eran a pesar de las promesas del mundo occidental. La música como expresión del alma más pura de un pueblo y su constante proceso de metamorfosis es un aspecto que fascina a Pawlikowski. Si el filme arranca con las expresiones musicales más primitivas, luego, en esas casi antropológicas secuencias introductorias, nos enfrenta a la “limpieza” de dichas melodías en búsqueda no solo de acercarlas a

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CHEMI GONZÁLEZ Dos corazones, cuatro ojos: Cold War de Pawel Pawlikowski

la modernidad y a un público más amplio sino, como dice uno de los personajes, a la “búsqueda de una raza perfecta”, librando a la expresión folclórica de toda conexión étnica posible y enfatizando así la conversión de dicha expresión en un producto accesible, mercadeable, moderno- otro personaje le afirma a Wiktor: “nunca me gustó mucho la música folclórica, pero lo que ustedes hacen me gusta mucho”, es decir la aceptación de lo “étnico” vía su blanqueamiento y empaque “universal”. Dicho proceso no esta exento, claro está, de la misma imagen que se proyecta con el contenido musical, cuando otro personaje comenta cómo una de las cantantes del coro con su pelo castaño no encaja con la imagen “pura” de las otras cantantes rubias que es la imagen que quieren proyectar como colectivo, haciendo la conexión entre la raza “ariana” con el comunismo estalinista. Canciones folclóricas, lamentos de amor perdidos y cantatas a Stalin son entremezcladas en un repertorio que une valores y tradición con futuro, como toda buena estrategia política- en este caso; todo con la omnipresente imagen del rostro de Stalin flanqueando el coro femenino. El “jazz” representa la modernidad y el espacio creativo al que Wiktor aspira llegar y lo consigue en París. Zula, a la vez que la irrupción y el quiebre del pasado en su vida, representa el incierto futuro de la misma modernidad –en una de las secuencias más celebradas del filme, baila escandalosamente el “Rock Around the Clock” de Bill Hailey and the Comets ante la vergüenza de Wiktor. Cold War concluye de forma lógica para su pareja protagonista. De la forma en que ellos eligen que termine. El final ha causado críticas y revuelo, pero como sus protagonistas no encuentro otra manera lógica de acabar con su odisea. Los que me leen tam-

bién tendrán que verlo por sí mismos para llegar a sus propias conclusiones. El final de Wiktor y Zula parece ser para ambos el regreso al lugar común, a todo lo que les quitó esa guerra fría literal y figurativa del título. Los círculos también se cierran. Los procesos de sanación perduran como para la misma Polonia, todavía como nación, expurgando sus culpas en un proceso infinito. Y entre medio de todo eso, siempre habrá dos corazones y cuatro ojos comiéndose de pasión, enfrentados a sí mismos. Resulta curioso que Pawel Pawlikowski es uno de los pocos cineastas de renombre, que me puedan llegar a la mente, al recordar los grandes nombres del cine polaco: Andrzej Wajda, Roman Polanski, Krystofz Kieslowkski, Agniezka Holland, Andrzej Zulawski y Jerzy Soliwnoski, que son también nombres que han dejado huella en el cine mundial. De todos ellos es, sin embargo, el ya fallecido Wajda el que más trabajó en su Polonia natal desarrollando casi toda su filmografía allí, contrario a Polanski, Holland, Zulawksi o Kieslowski que desarrollaron carreras más internacionales. Cold War es, apenas, la primera película polaca en entrar al festival de Cannes desde 1990, allí ganó el premio al mejor director, tuvo una ovación de pie de 20 minutos y se dice que fue la película de consenso de crítica y público en la pasada edición del 2018. Arrasó con los premios de la Academia del Cine Europeo –los Félix– e incluso logró el premio a la mejor dirección de fotografía de la ASC –Asociación de Directores de Fotografía de Estados Unidos–, fue, además, éxito de taquilla en Polonia. Pawlikowski había desarrollado ya una carrera notable en Reino Unido en donde estudió, trabajó para la televisión, y realizó notables trabajos de ficción como Last Resort (2000), My Summer of Love (2004) o The Woman in

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the Fifth (2011). Al volverse a radicar en Polonia, y empezar a preparar Ida, varias casas productoras le mostraron resistencia al tratarse de un proyecto pequeño en blanco y negro en su Polonia natal, habiendo ya experimentado la comodidad de hacer cine producido en Inglaterra. Cold War, ha dicho Pawlikowski, es dedicada e inspirada en la historia de amor de sus padres que como los de Wiktor y Zula abarcó varias décadas y capitales del continente europeo. Pawlikowski con sus dos más recientes filmes no solo se ha convertido en el embajador y director “superestrella” del cine polaco, sino también en el cronista visual de un país remoto y desconocido para nosotros, y al parecer todavía con demasiadas heridas abiertas, ávido de escarbar en su posguerra y reinventar su historia.

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MARTA I. I. JIMÉNEZ MARTA JIMÉNEZ ALICEA ALICEA La salsa es vida: Tributo a Carmen Exégesis 2 Segunda Época Santiago

La salsa es vida: Tributo a Carmen Santiago [música-memoria-literatura-estudios culturales] para Julito y Carmín

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l universo caribeño se caracteriza por su musicalidad y los puertorriqueños no somos la excepción. Ya Palés en su poesía negroide resalta este hecho como factor dominante de nuestra psique colectiva a través de los versos de Majestad Negra, Danza negra y muchos otros del Tun tún de pasa y grifería (1937). Para denunciar el mundo caótico en que habitaba y postular su fin, la ponceña Rosario Ferré se vale de la voz “Maquinolandera” –concebida por licencia poética de la pluma del Sonero Mayor, Ismael Rivera– y popularizada por El Gran Combo. La guaracha del Macho Camacho, novela que Luis Rafael Sánchez publicara en 1976 refleja la enajenación colectiva resultado del gusto –casi obsesión– por dicha pieza musical. Por su parte, en su ensayo El chango como pájaro nacional (1993) Magali García Ramis explica que: “Al igual que al puertorriqueño le gusta la música y se transforma cuando canta y toca, el chango canta: ‘eriza las plumas del lomo, abre el rabo y deja caer las alas’”. Resulta evidente, entonces, la estrecha filiación que surge entre la música, en este caso la salsa, y la vida del puertorriqueño. Es precisamente esta coyuntura la que afianza el enlace con el discurso literario. No hay que olvidar que una canción, sea de salsa, bolero o hasta del terrible

reggaetón, no es sino un poema cuyo fin principal es ser cantado. Representante del género lírico se sostiene en gran medida por los recursos de estilo que aportan a la musicalidad. Otro elemento básico lo constituye el estribillo o coro, que puede fungir, asimismo, como afirmación del tema tratado. Como indicáramos, las canciones de salsa son muy populares en nuestra isla. Descendientes directas de la bomba y la plena, así como del son cubano y otros tantos ritmos tropicales, la salsa se cocina en frío. Es la diáspora caribeña radicada en Nueva York quien allá por los sesentas y setentas se da a la tarea de enriquecer y popularizar el género. Son las voces de Willie Colón, Rubén Blades, Héctor Lavoe, Celia Cruz, los arreglos de Johnny Pacheco y las contribuciones de otros excelentes artistas firmados por el sello Fania quienes consiguen fusionar a Puerto Rico, Panamá, Cuba, República Dominicana y otras tierras hermanas en un solo ritmo. Desde su nacimiento, la salsa se ha caracterizado tanto por el repique cadencioso de los tambores y otros instrumentos, así como por las temáticas pueblerinas que incluso le dieron sabor juglaresco. Estos rasgos, así como el prejuicio inicial de las clases altas la hermanan más estrechamente

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con la plena. En este punto recomendamos la lectura del célebre ensayo del treintista Tomás Blanco, titulado muy asertivamente “Elogio de la plena”. Dejando de lado la connotación social para retomar la sonoridad de la salsa, es menester destacar que este ritmo no le canta solo a la alegría, sino que es capaz de reproducir en sus imparables soneos el dolor y las injusticias cotidianas. Este es el caso de “Carmen Santiago”, elegía en salsa escrita por Eladio Jiménez hace ya más de 40 años. Oriundo de Juncos, pueblo del este de Puerto Rico, Eladio fue básicamente un autodidacta ya que debido a la difícil situación económica familiar solo pudo cursar estudios hasta el nivel intermedio. Este hecho no minimizó la riqueza de su verbo como puede notarse en sus composiciones tanto de salsa como de bolero: Humo extraño, Mírala donde va, Jesucristo, El jíbaro y la naturaleza y muchas otras. En 1976 graba el bolero Pronóstico del tiempo y en 1979 graba –en calidad de solista– la melodía Carmen Santiago. Ambas composiciones permanecen como sus canciones más exitosas ya que, incluso, han hecho la transición del vinil a las actuales fuentes tecnológicas. Esta rítmica composición inicia contextualizando cronológicamente la historia, así nos enteramos que “Fue por el año cincuenta lo que les voy a explicar”, afirmación con la que la voz lírica establece su autoridad. Muy pronto se inserta la tónica trágica, esto cuando expresa que “Este momento es preciso y tenía que llegar”. Para presentar a la protagonista se ofrecen sus antecedentes familiares y geográficos: “Se llamó Carmen Santiago/ Su padre fue Encarnación/ Jíbara del Valenciano”. Hay también un intento de caracterización directa cuando se destaca que fue “mujer

de preocupación” o sea, fue una mujer responsable, preocupada por sus asuntos. El cuadro se completa cuando se menciona a su familia directa, a sus hijos: “ De Carmen nacieron tres hijos/ Junior, Julito y Carmín”. Al llegar a este punto se precipita el conflicto: “Y la vida estaba dura pa’ poder sobrevivir”. Como solución a este conflicto, Carmen se enfrenta a la disyuntiva de quedarse desempleada en su pueblo o separarse de sus hijos para trabajar en otro pueblo. Ella opta por lo segundo y así “mete el brazo” para despalillar tabaco, hasta el desenlace en el que “le dijeron al hijo que un carro la había matado”. Resulta interesante destacar que la voz lírica no cede su autoridad sobre los hechos narrados, como se nota cuando menciona solo el destino del hijo mayor –“a un colegio lo llevaron/ siendo para ella un dolor”. También cuando presenta la muerte de la madre focalizada solo en este hijo. Como vimos, la historia de Carmen Santiago toma acción en el Puerto Rico de los años cincuenta, época difícil económicamente porque supone el inicio de la transición de la economía agraria a la industrial. El nivel de analfabetismo era amplio, igual que la demarcación social. Si para un padre era difícil mantener a su familia, el reto era aún mayor para una madre sola. Para esas fechas no había ninguna ayuda gubernamental que permitiera a una madre sostener a la familia, mucho menos existían organismos gubernamentales para garantizar que los padres contribuyeran con el sustento de los hijos. Como resultado, para una madre sola con tres hijos, como era el caso de Carmen, resultaba cuesta arriba luchar por la supervivencia. Las alternativas para las mujeres negras, semi analfabetas y pobres –como muchas– no eran nada envidiables. Podían dedicarse a ser sirvientas, lavanderas, niñeras, cocineras, operarias de

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fábricas e incluso prostitutas. Consciente de esta situación, Luisa Capetillo (18791922) una anarquista que fue madre soltera por elección y estuvo encarcelada por usar pantalones, viajaba por la isla para instruir a las obreras de las fábricas de tabaco. Les leía obras teatrales y otros textos, muchos de su autoría, basados en el ideario socialista para instarlas a luchar. Quizás Carmen se topó alguna vez con Luisa, pero, tristemente, su vida no cambió. Su decisión de dejar a sus hijos a cargo de una vecina, Yaya, nuevamente reitera la poca supervisión gubernamental que existía. En el lado positivo, trae sin embargo, el tópico de la solidaridad, la hermandad en un universo de una precaria economía. Cuando Eladio escribió esta canción quiso ofrecer un emotivo y sencillo homenaje a su madre, sin percatarse quizás de que ofrecía un pedazo de historia. De esa historia que trasciende lo propio y se magnifica y refleja a muchos. En conclusión, consideramos que Carmen Santiago se reviste de una singular importancia ya que se trata de una elegía no solo a esta protagonista, sino a muchas mujeres de ese tiempo. Se trata también de un lamento por una era revestida de tragedia, aunque marcada por el amor. Para mí, es el recuerdo de la vida de mi abuela que he vivido a través de mi tío, mi padre y mi tía: como un símbolo dual: triste y a la vez lleno de vida.

Ethnomusicology, vol. 3, núm. 2, 1994, pp. 249-80, academicworks.cuny.edu/cgi/ viewcontent.cgi?article=1024&context=jj_ pubs. Recuperado el 2 de febrero de 2019. Quintero Rivera, Angel G. “Salsa, identidad y globalización. Redefiniciones caribeñas a las geografías y el tiempo”. Trans. Revista Transcultural de Música, no. 6, 2002, pp. 45-52. Renta, Priscilla. “Salsa Dance: Latino/ a History in Motion”. Centro Journal, vol. XVI, no. 2, 2004, pp. 138-157. Thompson, Donald. “La música contemporánea en Puerto Rico”. Revista musical chilena, vol. 38, no. 162, 1984, pp. 110-118, revistamusicalchilena.uchile. cl/index.php/RMCH/article/view/13276. Recuperado en 31de enero.

Bibliografía Flores, Juan. “Boleros, guarachas y el frenesí de la rumba”. Boletín Música, no. 40, 2015, pp. 1-9, casadelasamericas.org/ publicaciones/boletinmusica/40/juanflores. pdf. Recuperado en enero 30 de 2019. Manuel, Peter L. “Puerto Rican Music and Cultural Identity: Creative Appropriation of Cuban Sources from Danza to Salsa,”

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El bolero entre discursos literarios e históricos: Una breve mirada [crítica-música-estudios culturales-historia]

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l bolero, fórmula musical popular, nace en el este de Cuba específicamente en Santiago, en la década de los ochenta del siglo XIX. Este fenómeno musical se difunde por las Antillas hispanoparlantes, pero cuando verdaderamente alcanza su divulgación internacional es después de haber pasado por México; este llega allí a finales del siglo XIX. Fue a través de la península de Yucatán y es allí donde el bolero se desacelera y se suaviza al ponerse en contacto con la canción de los trovadores yucatecos, esta estaba muy relacionada con la poesía romántica. Otro dato interesante es la instrumentación. En Cuba, la guitarra era el instrumento base de acompañamiento. En México, el piano y el violín comienzan a ocupar ese primer plano antes ocupado por la guitarra. Esto le da más intimidad a la letra y desde entonces pasa a ser más romántica y amorosa. Analizando al bolero como texto literario popular daré como ejemplo, “Inolvidable” (1944, Julio Gutiérrez) la construcción del yo bolerístico se trabaja a base de un intento de olvido por parte del yo hacia el ser amado. “Inolvidable” En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse, imborrables momentos que siempre guarda el corazón,

porque aquello que un día nos hizo temblar de alegría es mentira que hoy pueda olvidarse con un nuevo amor. He besado otras bocas buscando nuevas ansiedades y otros brazos extraños me estrechan llenos de emoción pero solo consiguen hacerme recordar los tuyos, que inolvidablemente vivirán en mí. La primera estrofa, que podrían ser los primeros ocho versos, comienza con una generalización, que, como casi todas, es errónea. En la vida pueden existir amores que no se puedan olvidar del todo, aunque con el transcurrir del tiempo siempre se baja o merma la intensidad del sentimiento amatorio, pero también cabe la posibilidad de que sí haya amores que se pueden olvidar. El yo nos muestra que los recuerdos que él tiene los atesora, “los guarda en su corazón”; sus experiencias pasadas de amor recíproco fueron tan intensas que aún no las ha podido olvidar, “son imborrables”. La evocación de la memoria del yo está invadida por la constante aparición del tú. Es una evocación continua del recuerdo, del pasado feliz y alegre: “porque aquello que un día nos hizo/ temblar de alegría”. Sin embargo, el yo, dentro de su recuerdo perturbado-amoroso,

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experimenta con nuevos amores, aunque no tiene éxito en el proceso de olvidarse del anterior. La voz poética no logra deshacerse del ser amado aunque este se relaciona con otra persona. El tú es la evocación del ser amado. El yo, en este bolero, construye al tú desde la memoria. La segunda parte del bolero consta de siete versos. En esta se acentúa el hecho de que el presente del yo lo que le hace es recordar su pasado: […] Inolvidable es, por definición, la figura del tiempo que gira en torno al pasado, el hablante amoroso en el bolero nos recuerda siempre que esa enseñanza originaria por medio de la cual el ser amado –en el tiempo arcaico del alma donde se forman todos los ideales– nos inicia en ese mundo raro que, luego, aprendemos a conocer tan bien, se repite siempre en el presente, frente a cada nuevo ser que amamos… (Castillo Zapata 75-76). El yo está aferrado a la “unión ideal” que, quizás algún día, vivió con el tú. El amado o amada es incapaz de librarse de la imagen casi sagrada de su amor perdido. Aunque ha besado otras bocas, aunque otros brazos y extraños, lo han abrazado, él o ella sigue apegado al ideal amoroso del pasado. Llama a los brazos de su amor presente extraños, o sea que está viviendo una realidad totalmente distinta de la que vivió y de la que tampoco siente ser parte. Hace uso de la metonimia: “y otros brazos extraños me estrechan”. Y en el siguiente verso hace uso de la personificación: “llenos de emoción”. Prefiere vivir con el recuerdo, no quiere desecharlo de su memoria. Por eso termina su canto: “que inolvidablemente vivirán en mí”. La metonimia tiene la función de apuntar a los brazos y el ser amado. La per-

sonificación hace hincapié en dicha relación (brazos-persona amada). En este bolero el autor no utiliza metáforas directas aunque sí, el texto contiene aspectos de la temporalidad que pueden tener valor metafórico, es un lenguaje sencillo y su mensaje es directo. “Inolvidable” es un bolero que, con su cotidianidad en la palabra, expresa de forma perdurable el sentimiento del amor. Con un sentido nostálgico, este bolero trabaja la cuestión de la memoria a través del recuerdo del tú. El yo actúa de modo pasivo y le otorga el protagonismo al tú. Ese tú es el recipiente del amor y la memoria: del amor ausente pero que sigue siendo anhelado. Por otro lado, tenemos en el género del bolero el discurso histórico-social. Daremos por ejemplo un bolero antiguo iniciador de la trova santiaguera cubana. Según Ramón Cisneros Jústiz, historiador de la trova santiaguera, en este inicio se trataba de cantos juguetones o anecdóticos muy simples y populares que transmitían mensajes o quejas. Veamos una estrofa de este tipo de bolero, composición de Eulalio Limonta: ¡Qué pluma, qué pluma tan mala, agua no me quiere dar! ¿Por qué tiene a los vecinos muertos de sed sin cesar…?1 (Quintero 258). En Puerto Rico en la década del 30 tenemos un gran ejemplo de discurso histórico. “Lamento borincano” hace una etnografía social y económica del Puerto Rico de los años difíciles de esta década. Rafael Hernández estando en Nueva York compone este éxito. En el cual recoge la desilusión de un jíbaro, representante del pueblo puertorriqueño, vendedor de productos agrícolas y, quizás hasta su propio cultivo, caminando jubiloso hacia el pueblo para tratar de vender

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algo, pero es tanta la pobreza a su alrededor que regresa a su hogar sin lograr venta alguna y sintiendo tristeza por la incertidumbre de sus hijos y su familia. “Lamento borincano” Sale loco de contento con su cargamento para la ciudad sí, para la ciudad. Lleva en su pensamiento todo un mundo lleno de felicidad sí, de felicidad. Piensa remediar la situación del hogar que es toda su ilusión, sí. Y alegre el jibarito va pensando así, diciendo así, cantando así por el camino; si yo vendo la carga, mi Dios /querido, un traje a mi viejita voy a comprar. Y alegre también su yegua va al presentir, que su cantar es todo un himno de alegría, y en eso les sorprende la luz del día llegan al mercado de la ciudad. Pasa la mañana entera sin que nadie pueda su carga comprar ay, su carga comprar ay. Todo, todo está desierto el pueblo está lleno de necesidad ay, de necesidad ay. se oye este lamento por doquier, de mi desdichada Borinquen, sí.

Y triste, el jibarito va pensado así, diciendo así, llorando así por el camino; ¿Qué será de Borinquen, mi Dios querido? ¿Qué será de mis hijos y de mi hogar? Borinquen, la tierra del Edén la que al cantar el gran Gautier llamó la perla de los mares, ahora que tú te mueres con tus pesares déjame que te cante yo también, yo también. Esta canción refleja un sentir colectivo del jíbaro puertorriqueño. Puerto Rico sufrió el 13 de septiembre de 1928 el paso del fuerte huracán categoría 5, San Felipe (160 mph). Causó gran devastación matando a más de 300 personas y destruyendo todo tipo de viviendas a su paso. Hay que recordar que las estructuras y construcciones de esa época eran muy frágiles si las comparamos con las de hoy día. El historiador puertorriqueño Francisco A. Scarano en su libro Puerto Rico: Cinco siglos de historia en una de las partes que describe la situación del Puerto Rico de ese entonces lo subtitula así: “Todo está desierto, el pueblo está muerto de necesidad”: La Gran Depresión surtió, en sus aspectos económicos, dos efectos principales en Puerto Rico: primeramente, se redujo drásticamente la capacidad de la economía insular para suministrar ingresos y empleos y, en segundo lugar, disminuyó aceleradamente la importancia relativa de la agricultura, actividad que había sido, como se sabe, la ocupación económica primordial del país a lo largo de la historia (770).

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PABLO ALEXIS SANTOS El bolero entre discursos literarios e históricos: Una breve mirada

Queda así contextualizado. La música popular, entre sus características intrínsecas, está ser “popular”, llegar al sentir colectivo, ser parte de una emoción de sentimientos compartidos. No solamente expresa algo y ya, sino que nos hace comprender, y hasta entender, una realidad momentánea. Expresa una problemática, celebra un logro, llora un fracaso, en fin, comparte cada situación nacional. La música popular es un constructo de expresión social del sujeto colectivo. Nota 1 En Santiago de Cuba, en otras regiones y países, se le llama pluma a la llave del agua. Bibliografía consultada Castillo Zapata, Rafael. Fenomenología del bolero. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, C.A., 1990. Quintero Rivera, Ángel G. Salsa, sabor y control. Sociología de la música tropical. México: Siglo XXI, 1998. Scarano, Francisco A. Puerto Rico: Cinco siglos de historia. Santafé de Bogotá: McGraw-Hill Interamericana, S.A, 1993. Bibliografía adicional Santiago Torres, Alinaluz. La poética del bolero en Cuba y Puerto Rico. San Juan: Isla Negra Editores, 2009.

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EXÉGESIS OFELIA BERRIDO Exégesis Exégesis 2 Segunda Época

La inteligencia artificial invade la literatura [ciencia-literatura-estudios culturales]

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a narrativa acuña en su seno la historia humana en una mutua convergencia de caminos: la unión de la mente ancestral con la mente nueva donde cada una crece y se reinterpreta en contacto con la otra. Este acto de reinterpretación se remonta a un proceso dual en que la narrativa permite que lo ajeno, a nuestro presente cotidiano, se convierta en familiar; y que lo familiar se convierta en extraño al ser visto desde la cosmovisión del otro. Para decirlo de otra manera, desaprendemos parte de nuestra propia perspectiva para abrirnos a la capacidad de ser otro o distinto y, por tanto, entender a partir de nuevos significados. Cada uno es engrandecido por el otro como muestra fehaciente de la interdependencia del lector y el escritor. De esta manera, el círculo hermenéutico (interpretativo) de la lectura apunta a un diálogo mutuo en el sentido etimológico de dia-legein (de lo uno a lo otro-razonar, definir). Intercambio entre dos entes desde posiciones y cosmovisiones individuales y únicas, diferencias que se dan para aprender de las mismas. Pero nos ha alcanzado la cuarta revolución industrial con su aspiración de innovación y sus avances tecnológicos exponenciales: sus sistemas ciber-físicos, industrias y productos inteligentes, la Internet de las cosas y servicios, la hiperconectividad y el

“Big data” [data grande]. En muchos ámbitos como en la Medicina y en la Educación los logros para la humanidad son extraordinarios y de gran beneficio (en manos éticas), pero en el ámbito de la creación escrita el asunto resulta perturbador. Todos los que han tenido contacto con computadoras han utilizado los procesadores de palabras que permiten corregir la ortografía de los textos, buscar sinónimos, antónimos, traducir textos, buscar y realizar referencias sin ningún tipo de errores e incluso las últimas versiones sugieren frases y hasta párrafos para completar nuestras ideas. Se han desarrollado Procesadores de lenguaje natural (PLN) que desde hace un tiempo ayudan al estudio de la Lingüística y la Literatura. Según Hirschberg y Manning (2015) los PLN “emplean técnicas computacionales con el fin de aprender, entender y producir contenidos con lenguaje humano”. W. Randolph Ford, inventor graduado en psicología experimental, PhD en Inteligencia Artificial de la Universidad John Hopkins y actual jefe del área de investigación de QwikIntelligence Inc., profesor de Analítica del Departamento de Ciencia de Data de “Harrisburg University of Science and Technology” [Universidad de Harrisburg de Ciencia y Tecnología] se ha destacado por varias patentes de procesadores desde

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OFELIA BERRIDO La inteligencia artificial invade la literatura

2003 (Justia Patents, 2003, 2005, 2009), pero hay otros importantes científicos y compañías que trabajan en ello. Estos procesadores permiten determinar las palabras que tienen afinidades; estudiar frases completas y determinar posibles significados e incluso, determinar por el tipo de palabras utilizadas y su frecuencia las emociones que quiere transmitir el texto o las que abrigaba el autor al escribirlo (Glorot et al., 2011). Además, puede brindar síntesis del discurso, análisis del lenguaje, respuestas a preguntas, recuperación y extracción de información… Gran cantidad de personas se han beneficiado del procesador de palabras. El más reciente PLN resulta de gran ayuda para los escritores, estudiosos de la literatura, profesores y estudiantes ya que, según el objetivo que se busque, permite realizar análisis morfológico o léxico, sintáctico, semántico y pragmático. En el campo del PLN la inteligencia artificial es enlazada con la lingüística para estudiar las interacciones entre tecnología y lenguaje humano. Hasta aquí, como puede observarse, todo resulta positivo y de gran utilidad. Pero la versión más avanzada del PLN es capaz de crear no solo noticias verdaderas o falsas sino de crear literatura: nuevas novelas, relatos, cuentos, ensayos, poesías, en fin… todo tipo de literatura y noticias a partir de la información acumulada en la Internet que, por supuesto, incluye la literatura de todos los tiempos. El “Big Data”, tecnología de almacenamiento de grandes cantidades de datos, y los procedimientos adoptados para encontrar patrones repetitivos dentro de esos datos dan soporte al programa. Este sistema permite que las tareas puedan beneficiarse de técnicas sin supervisión siempre y cuando existan suficientes datos. La máquina aprende sola y lo hace desde

textos sin formato. Recientemente, esta avanzadísima versión del PLN llamada GPT2 fue presentada de manera pública. La compañía que creó esta nueva versión asegura tener como misión: “asegurar que la inteligencia general artificial beneficie a toda la humanidad”. No obstante, reconocieron, que en manos indebidas el sistema podría resultar peligroso (OpenIA, 2019). En este siglo el paradigma mimético de Aristóteles ha sido utilizado por los creadores de los nuevos mundos tecnológicos para componer narrativas artificiales, imitando lo humano. El imaginario es reemplazado por el paradigma productivo a través de redes neuronales artificiales. Estamos en pleno riesgo de que se arranque de raíz el legado de la narrativa humana que deja huellas del sentir y de la historia de los pueblos. Y así, el mundo del silicio, de los algoritmos y de los chips crea una imaginación artificial que escribe la nueva literatura. Se trata de la reproducción de palabras y frases de mayor interés según el tema de que se trate. La selección se realiza a través de algoritmos de aprendizaje (fórmulas probabilísticas). Utiliza el “Machine Learning” [aprendizaje automático] que en su uso más básico usa algoritmos para mapear datos, aprender de ellos y luego ser capaces de hacer predicciones (Rodríguez, 2018). En el “Deep Learning” [aprendizaje profundo], la máquina aprende a través de ejemplos y “extrae una representación significativa de cada revisión de una manera no supervisada”. Las áreas de aplicación y focos de investigación principales del “Deep Learning” son las siguientes: el lenguaje natural y el procesamiento de textos, la recuperación de información y el procesamiento de información multimodal, habilitados por el aprendizaje profundo de tareas múltiples (Li Deng y Dong Yu, 2014).

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Se trata de la Literatura de la era de las máquinas. Danza virtual de contenidos programados, narrativas creadas quien sabe con qué fines ulteriores. Palabras y frases seleccionadas por su valor probabilístico y su fin ulterior. Calcos transformados por programaciones. Literatura convertida en data que se desmembra y une en forma de narración. Sin lugar a dudas, la creación tendrá otro significado: será realizada por la IA que suplanta la mente humana en su más altruista función, la de crear arte como expresión del espíritu. Las empresas tecnológicas penetran con sus máquinas para la creación de un nuevo mundo donde la verdad puede no tener valor. Todo es programado. Todo es data, convertida en información y en conocimiento probabilístico. La fecunda imaginación humana que faculta al escritor para la creación de magníficos textos escritos corre peligro. Y con ello, la capacidad para producir y simular nuevos objetos, personas e ideas con el ojo de la mente; la representación de objetos reales o ideales; la recreación de experiencias pasadas; la potencia de solucionar problemas, evocar y crear nuevos mundos con una selección de palabras y frases que manifiestan el espíritu humano… ¿De qué servirá ahora? No se trata de una imaginación infecunda atada a fantasías sino de una imaginación enlazada a las necesidades de la sociedad dando soporte a la vida y ayudando a su transformación en todo el ámbito que concierne a lo humano. Todo ello se va dejando de lado para anunciar el arribo de una literatura automatizada, manipulada. Cuando recordamos que la imaginación humana es signo de vida se convierte de inmediato en un problema filosófico de gran magnitud sobre el cual debemos reflexionar. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo podemos escapar de un sistema que anuncia el fin

de todo menos de sí mismo? ¿Hoy lo real y lo irreal se convierten en una imitación vacía del otro? Plagiada la imaginación por las máquinas equivale a la desaparición del ser pensante, el ser humano y su huella, la literatura y sus efectos positivos sobre las generaciones venideras. ¿Hay supervivencia posible para la imaginación humana, después de está deconstrucción? Creo que estamos en peligro de que la obsesión por la tecnología pueda terminar con la cultura tal como la conocemos. Porque en nuestra cultura el ser humano tiene un papel ético, artístico y político que desempeñar. Hemos estado expuestos a la manipulación de información, de interpretaciones, de significados, historia y valores, pero jamás en una magnitud como la actual. ¿Es posible que la imaginación vuelva a ser humana una vez que la verdad haya sido completamente borrada del escenario de existencia? ¿Qué hacer frente a la lógica de la transposmodernidad, época de las máquinas que se acompaña de su propia ideología con el aplazamiento interminable y retroceso infinito de las libertades humanas? La “Singularidad” (IAS, la inteligencia artificial sobrehumana) se va haciendo plenamente visible a medida que se multiplican, exponencialmente, la tecnología y sus efectos. Los significados desaparecen, todo es igual. Y mientras el abismo está a dos pasos, vivimos la ceguera de Saramago en la que nos olvidamos de la responsabilidad que significa poder ver cuando otros no pueden. Y así este nuevo mundo nos recuerdan sus palabras: «Hay en nosotros una cosa que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos» (Saramago, 1995). La IAS amenaza con destruir esa cosa sin nombre, vital y transcendente: el Ser de la naturaleza humana. La intuición grita, pero todos estamos ciegos y sordos.

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OFELIA BERRIDO La inteligencia artificial invade la literatura

Los poseedores del poder tecnológico son parcos al hablar de los riesgos. La promoción y mercadeo masivo de los aspectos positivos (importantes y dignos de ser reconocidos como aporte a la humanidad) de la nueva tecnología ha opacado los riesgos, lo que les ha permitido actuar libremente. Y así, “si nadie se queja ni da cuenta de lo que pasa”; “entonces, se puede actuar libremente” (Kearney, 1988). No les interesa ser escuchados. Están en libertad de hacer y ese máximo poder no necesita de discursos abiertos que evidencien sus intenciones. Sus inventos a favor de la humanidad pesan demasiado, pero el precio a pagar es excesivamente alto. Con todo, el Congreso de los Estados Unidos realizó audiencias tras los escándalos por invasión a la privacidad provocados por ciertas empresas responsables de sitios de redes sociales y, ante el avance de la Inteligencia artificial (IA) realizó tres audiencias con expertos de las más reconocidas compañías tecnológicas de su país para asegurar, según explicaron que se preserve la vanguardia tecnológíca de los Estados Unidos respecto a la IA. Miembros del congreso puntualizaron, además, que buscaban asegurar acciones éticas, orientadas a la diversidad y a las mejores prácticas. Los ejecutivos y científicos citados aprovecharon para explicar las ventajas de la IA y para explicar la importancia de recibir mayores fondos para la investigación. Todos realizaron planteamientos positivos y convincentes, presentando sus aportes a múltiples industrias. Fue interesante y esperanzador ver que el congreso se preocupa por conocer con cierta profundidad estos importantes asuntos porque las legislaciones al respecto son vitales. Como humanos al refutar la imitación, sin origen (nombre) o con origen falso,

reconocemos que más allá de la máscara (máquina) hay un rostro ominiabarcante con intenciones y fines específicos. Los modelos convencionales de imaginación, nuestras nociones del sí mismo y de otros se volverán cada vez menos seguras e irán desapareciendo con el advenimiento y avance exponencial de la lA. Poco a poco, los sentidos nos traicionan: todo se ha vuelto indiferente. Lo desconocido (las máquinas y la automatización) se ha vuelto familiar y lo nuevo habitual. En todas partes se sospecha las maquinaciones del mundo de hoy, pero el silencio es general. Los pocos despiertos claman en el desierto y su retórica no tiene trascendencia. Estamos muy ocupados con banalidades, jugando los juegos que juega la gente. Los escritores queremos ser escuchados y respetados en nuestra alteridad. ¿Pero qué diríamos? Estamos enfrentados a un vacío peor que el existencial. La mente y el corazón del hombre y la mujer se resisten a la asimilación de procesos deshumanizantes. ¿Qué estamos viviendo? ¿Los pródromos del apocalipsis? Estamos en el centro de la peor comedia humana que hayamos atravesado, y de tanto reír da deseos de llorar. Y como la comedia y el drama son caras de una misma moneda, la angustia provocada por la tragedia de la existencia parece no darle respiro al ser humano. Entonces, ¿cómo podemos combatir esta expansión de la tecnología del simulacro en nuestros espacios interiores y exteriores? ¿Dónde vamos a encontrar un lugar en el que podamos comenzar a imaginar proyectos alternativos de existencia social que contrarresten con la parálisis a la que la sorprendente tecnología nos induce? ¿Qué hacer para evitar este control no solo de la comunicación en masas sino del arte mismo reconocido, a través de los tiempos, como sede de la resistencia frente a todo lo que daña a la humanidad?

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Reflexionemos para actuar en consecuencia. ¡Evitemos la desaparición de lo humano! Nota Al citar favor usar: Berrido, O. (2019). “La inteligencia artificial invade la literatura”. Universidad de Puerto Rico en Humacao: Exégesis. Núm.2. Segunda Época. Referencias Glorot, X., Montreal, I. Bordes, A, Bengio, Y. (2011). Domain Adaptation for Large-Scale Sentiment Classification: A Deep Learning Approach [Adaptación del dominio para la clasificación de sentimientos a gran escala: un enfoque de aprendizaje profundo]. Canada: Université de Montréal. Recuperado de URL: http://www.icml-2011. org/papers/342_icmlpaper.pdf Hirschberg, J. y Manning, C. (2015). Advances in natural language processing [Avances en el Procesamiento del Lenguaje Natural]. Science 17 Jul 2015: Vol. 349, Issue 6245, pp. 261-266. DOI: 10.1126/ science.aaa8685 Justia Patents (2018). Patents by inventor W. Randolph Ford [Patentes por el inventor W. Randolph Ford]. Recuperado de URL: https://patents.justia.com/ inventor/w-randolph-ford, 2018 Kearny, R. (1998). The wake of the imagination [El despertar de la imaginación]. London: Routledge. Li Deng and Dong Yu (2014). “Deep Learning: Methods and Applications” [Aprendizaje profundo: métodos y aplicaciones]. Foundations and Trends® in Signal Processing: Vol. 7: No. 3–4, pp 197387. Recuperado de URL: http://dx.doi. org/10.1561/2000000039 Radford, A., Wu D., J., Amodei, D., Miles, C., Sutskever, B. (2019). Better

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ANA M. DEL LLANO ANA M. DEL LLANO Retando a lasExégesis vacunas2enSegunda el mundo del nunca jamás Época

Retando a las vacunas en el mundo del nunca jamás [ciencia-biología-medicina-historia-estudios culturales]

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os grandes adelantos en las ciencias naturales durante los últimos siglos y décadas recientes, y su divulgación correcta o incorrecta han llevado una serie de conceptos importantes a todos los hogares. A menudo escuchamos las controversias sobre las vacunas y las alarmantes consecuencias de las decisiones de algunos padres opuestos a que sus hijos sean inmunizados; nos encontramos personas buscando productos “orgánicos y naturales” sin saber lo que los define y si en efecto son saludables; estos y otros clientes gastan una cantidad considerable de dinero comprando probióticos, mientras muchos abusan de los desinfectantes y antibióticos. Por otra parte, alguna que otra persona conoce sobre las implicaciones de una guerra biológica pero no puede dar información certera que ayude a enfrentar los posibles problemas del futuro. La ciencia, en particular la Microbiología, sienta las bases para entender la lógica de nuestras actividades cotidianas y trata de calmar nuestros miedos ante lo invisible. Tal y como hizo el inmunólogo Kendall Smith (1) de la Universidad de Cornell en su publicación sobre Louis Pasteur, podemos citar a Victor Hugo y la pregunta de que si el microscopio o el telescopio tiene la mayor visión. Sin duda alguna que para asuntos de salud y prevención el microscopio ha sido

una herramienta poderosa. Sin embargo, pocos pueden dar detalles concretos sobre estos temas del mundo microscópico que son de crucial importancia, dado que nos afectan a todos, científicos y miembros de la comunidad en general. Podemos escribir libros sobre la actitud errónea de algunos padres y grupos organizados en contra de las vacunas, basada en premisas falsas de su relación con condiciones como el autismo. Pero esta actitud hostil hacia las inmunizaciones contrasta marcadamente con los lamentos de padres en países tercermundistas que han perdido varios hijos por no tener acceso a las mismas vacunas que otros rechazan, particularmente la del sarampión. Del mismo modo, el ataque a las vacunas ya existentes contrasta con el deseo de tantos y tantos ciudadanos del mundo que se preguntan por qué no hay vacunas comerciales disponibles en contra del VIH, el Ébola, la malaria, la sífilis o la gonorrea. Los que atacan las vacunas no conocen mucho de historia, y es posible que tampoco hayan conversado con sus parientes mayores sobre las enfermedades de su infancia y las consecuencias. Los que conocieron los estragos de la tosferina, difteria y poliomielitis pueden dar testimonio de que estas y otras enfermedades no son infecciones leves que fortalecen nuestro sistema immune. Ellas,

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junto al sarampión común y el alemán, la meningitis y la tuberculosis son y han sido algunas de las infecciones serias que comprometen nuestra salud y que se han caracterizado por su grado de mortalidad o capacidad para causar daño permanente. Algunos padres jóvenes habrán visto películas en las que aparece el presidente Franklin D. Roosevelt en silla de ruedas o con dificultad para levantarse o caminar, y tal vez no tienen idea de que su salud se quebrantó de adulto, cuando contrajo poliomilitis luego de visitar un campamento de verano en una época en la que todavía no existía la vacuna correspondiente. En un artículo sobre la historia de las vacunas el pediatra Stanley Plotkin (2) de la Universidad de Pennsylvania, comienza indicando que uno de los capítulos más brillantes en la historia de la ciencia es el impacto de las vacunas en la longevidad y salud humana. Los pediatras lo saben y lo dicen, sin embargo algunas personas de la comunidad sin los debidos conocimientos toman decisiones poco sabias que ponen en riesgo precisamente a lo que quieren “proteger”. La historia más conocida y exitosa en el campo de la prevención de una enfermedad infecciosa es la de la viruela. El deseo de prevenir enfermedades es muy antiguo, y nos podemos remontar a la época de los griegos y sus observaciones interesantes acerca de esta enfermedad de gran impacto por su grado de mortalidad y las marcas en la piel que dejaba en los sobrevientes. Los

griegos sabían que la viruela solamente daba una vez, ya que de alguna forma misteriosa las personas quedaban protegidas luego de haberla padecido y sobrevivir. Otras culturas en diversos momentos hicieron lo que pudieron para prevenir el contagio de la viruela. En un artículo publicado recientemente por Alfredo Morabia (3) en el Journal of the Royal Society of Medicine, el autor nos recuerda que en gran parte de Asia y el norte de África durante siglos se usó la variolación para tratar de proteger en contra de la viruela usando material de personas infectadas o polvos secos de las pústulas de pacientes con la enfermedad, en un procedimiento que llegó a Inglaterra en 1721 por mediación de lady Mary Wortley Montagu, la esposa del embajador británico en Turquía. Esto antecedió a la primera inmunización hecha por Edward Jenner en 1796, utilizando material proveniente de la mano de una mujer infectada con vaccinia, un agente infeccioso de las vacas que no era el causante de la viruela, pero protegía de la enfermedad. Podemos decir que lo que comenzó con Jenner y su inmunización en contra de la viruela resume todo lo que puede ocurrir en este tipo de iniciativa científica: hubo rechazo inicial al procedimiento por parte de la población, eventualmente ganó popularidad, figuras importantes de la talla de Thomas Jefferson le dieron un rol oficial en sus protocolos de salud pública, la Organización Mundial de la Salud (OMS) intervino agresivamente en el proceso durante el siglo

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20, y para el 1980 la enfermedad estaba erradicada del planeta. Esto es un resumen a gran velocidad sobre lo ocurrido a partir del siglo XVIII, pero tiene los elementos necesarios para que se entienda que cuando un reto se coge en serio los logros son extraordinarios. En la historia de la erradicación hay que señalar la gran importancia de la OMS a partir del 1967 y su meta de que nunca jamás se vieran casos tan tristes como la viruela en niños e infantes. El Intensified Eradication Program iba a trabajar con América del Sur, Asia y África, ya que en otros continentes la viruela ya había sido controlada. Y la OMS logró sus objetivos, a pesar de que al final de su campaña de inmunizaciones quedaban casos aislados en sitios como Bangladesh y Somalia, con complicaciones sociopolíticas que dilataban el asunto. D. A. Henderson (4) publicó en 1987 un análisis interesante sobre los principios que rigieron los protocolos de la OMS en su rol de catalizar y orquestar un gran esfuerzo, y las lecciones aprendidas del programa de erradicación. No es a menudo que podemos ver una iniciativa monumental donde se creó un programa especial con objetivos definidos, hubo compromiso político, se trabajó con las comunidades, se atrajeron recursos, hubo supervisión efectiva, se logró establecer un control de calidad, se formaron redes de equipos profesionales y se trabajó con la logística de todo el proceso. Casi nada, ¿verdad? La epopeya de la OMS parece una historia surreal, cuando tomamos en cuenta la falta de presupuesto de los países más pobres, los conflictos ideológicos y las guerras, las altas temperaturas que requerían que se usara material liofilizado que se mantuviera estable, la falta de vehículos que llegaran a sitios remotos y la necesidad de personas entrenadas que pudieran seguir instrucciones. Y sin embargo, habrá obje-

tores al procedimiento establecido por la OMS, alegando que la temida viruela pudo ser erradicada del planeta ya que los países elevaron sus estándares de salud pública en general y mejoró la calidad de vida de todos. Dado que estas alegaciones no son ciertas, porque evidentemente sitios como Somalia y Bangladesh no subieron de forma repentina al primer mundo, debemos apoyar las más recientes iniciativas de la OMS que se han enfocado en controlar otras infecciones devastadoras, siendo el sarampión y la poliomielitis grandes prioridades a nivel mundial. Estas iniciativas han enfrentado una buena cantidad de problemas, incluyendo las objeciones de muchos padres en los países donde las inmunizaciones son reglamentarias, y los grupos extremistas que interfieren con el paso de las organizaciones que van a suministrar las vacunas. Luego de la inmunización desarrollada por Jenner en contra de la viruela en el siglo XVIII la historia de las vacunas continuó en el siglo XIX, siendo Louis Pasteur otro visionario que desarrolló preparaciones que protegían en contra del cólera de aves y de la rabia, publicando sus hallazgos en 1880 y 1885 respectivamente. Las publicaciones originales son una joya que podemos encontrar bajo los temas de la maladie appellee vulrgairment cholera des poules y el methode pour prevenir la rage apres morsure (ambos en Comptes Rendus de la Academia de Ciencias). Según indicado por Kendall Smith (1) en su artículo de revisión sobre Pasteur, entre los 1880s y la mitad del siglo veinte nadie reprodujo su trabajo con organismos atenuados para producir vacunas. La atenuación de microorganismos era crucial para poder desarrollarlas, ya que utilizaban agentes infecciosos que habían sido tratados por algún método innovador para que no fueran tan virulentos. A diferencia de Jenner,

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que había usado un agente distinto y menos peligroso para proteger en contra de la viruela, Pasteur estaba interesado en usar a los mismos organismos que causaban dichas infecciones, pero modificados. Curiosamente, Pasteur había presentado sus resultados con el cólera de aves en la Academia, pero no había dado detalles sobre la atenuación del causante. Eventualmente el genio francés indicó que su método simplemente conllevó cultivar al organismo por un tiempo prolongado. Y planteó su teoría de que todas las enfermedades desastrosas del momento, incluyendo viruela, fiebre reumática, sarampión alemán, sífilis, ántrax, fiebre amarilla y tifus podían ser controladas mediante vacunaciones. Otro científico contemporáneo de Pasteur, de apellido Toussaint había logrado inmunizar en contra del ántrax usando calor para atenuar al patógeno. Este mismo investigador también usó agentes químicos, ácido carbólico o bicromato de potasio, para atenuarlo. Según indicado por Smith basado en un libro publicado por R. Geisen en 1995, cabe resaltar que Toussaint no recibió en aquel momento el debido crédito por su aportación, y murió joven por trastornos mentales. Esto llevó a que la vacuna en contra del ántrax se relacionara con Pasteur, aunque su gran rival en Alemania, Robert Koch, se aseguró de darle el crédito a la persona correcta y el gobierno francés hizo lo propio en 1998. El relato de Pasteur en la Academia con respecto a su vacuna en contra de la rabia resultaba una historia difícil de creer en el 1885. Su explicación tiene que haber sonado complicada aún para los eruditos presentes en la audiencia, ya que su procedimiento conllevaba usar animales experimentales y obtener material de cordones espinales desecados. Hay que recordar que a diferencia de los causantes del cólera y el ántrax, que

eran bacterias visibles por los microscopios del momento, la rabia es causada por un virus y Pasteur no tenía forma de saber si el agente infeccioso estaba inactivo. Pero había usado su preparación en un niño mordido por un perro rabioso, y luego de trece inoculaciones el niño, Joseph Meister, seguía vivo. De ahí en adelante la vacuna en contra de la rabia sería solicitada por personas que habían tenido encuentros peligrosos con animales, y su uso se insertó en la historia de la Microbiología. Por otra parte, la respuesta en aquel momento de los granjeros en varias regiones del mundo en relación a la disponibilidad de la vacuna en contra del ántrax pone de relieve lo que todos sabemos y muchos no quieren aceptar: las vacunas son necesarias para prevenir infecciones serias y si las hay, debemos usarlas. Los granjeros querían salvar a sus animales, del mismo modo que todos deberíamos querer proteger a nuestros niños de enfermedades serias. Según Smith, la vacuna que Pasteur le proveyó a los granjeros posiblemente era la forma atenuada químicamente desarrollada por Toussaint. Este procedimiento se comercializó, generando fondos que aportaron a la fundación del instituto Pasteur en 1885. Del mismo modo, la vacuna de la rabia generó contribuciones a nivel mundial, y los fondos se usaron para la construcción del primer edificio del Instituto. Otros contemporáneos de Pasteur, y colaboradores de Koch en Alemania, Paul Ehrlich y Emil von Behring se dedicaron a estudiar las toxinas producidas en tétano y difteria, que eventualmente pudieron ser usadas de forma modificada o toxoides para evitar las infecciones, especialmente en la infancia. Un artículo corto publicado por el patólogo J. L. Turk (5) en 1994 destaca la importancia del trabajo de Ehrlich como pionero cuando amanecía la Inmunología.

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Si bien es cierto que otros colegas estaban más dedicados directamente a la producción de las vacunas, Ehrlich trabajó una serie de modelos teóricos que explicaban lo que ocurre cuando nos exponemos a agentes extraños, algo que era crucial para darle credibilidad al proceso de la inmunización que se iba popularizando. Posteriormente se desarrollaron las vacunas en contra de la peste bubónica en 1887, asociada a las contribuciones de Yersin, y la que protege de la tosferina, asociada a los trabajos de Bordet y Gengou en 1926. Temprano en el siglo XX también surgió la vacuna en contra de la tuberculosis, conocida como BCG o bacilo de Calmette-Guerin, y la de la fiebre amarilla, que era muy necesaria para los residentes en colonias y participantes de operativos militares destacados en áreas tropicales. Un dato curioso presentado por Ratto-Kim y colaboradores (6) al respecto es que por décadas el ejército de Estados Unidos ha estado interesado en la elaboración de vacunas, y la adquisición de Cuba luego de la Guerra Hispanoamericana provocó que los soldados estadounidenses estacionados en la isla sufrieran grandemente con la fiebre amarilla, lo que hacía patente que era necesario conocer el ciclo de vida del causante y la forma de prevenirla. Según podemos deducir de una tabla presentada por el pediatra Plotkin (2), la historia de las vacunas siguió una carrera vertiginosa en la segunda mitad del siglo 20, y eventualmente el mundo contó con otras muy necesarias, siendo notable la que protege de la poliomielitis o parálisis infantil. Cabe resaltar que la generación de los baby boomers fue la primera en tener disponible esta vacuna, y por lo tanto, la incidencia de la enfermedad se redujo de forma monumental en aquellos países que la fueron incluyeron en su protocolo de prevención de enfermedades contagiosas. Salk y

Sabin, además de Koprowski, son los héroes que asociamos al desarrollo de estas vacunas, y es relevante mencionar algunos datos significativos sobre la logística de dos métodos distintos de prevención. La historia reciente de la poliomielitis y los esfuerzos para erradicarla han sido discutidos por Nathanson y Kew (7) en un artículo publicado en el 2010. Algunos puntos importantes que ellos han resaltado incluyen el hecho de que la infección es causada por uno de tres virus que son transmitidos por la excreta y se multiplican en el tejido gastrointestinal. Ocasionalmente puede ocurrir la invasión del sistema nervioso central, causando parálisis flácida de las extremedidades en aproximadamente 1 de 150 casos (1 de 200 según otras fuentes de información). Aunque la infección puede dar tanto en adultos como menores, la gran cantidad de niños que desarrollaban parálisis hizo que se describiera como “infantil”. Curiosamente, durante el siglo XIX la epidemiología relacionada a la parálisis reflejó una serie de cambios que han sido asociados a las mejoras en la salud pública y la higiene. Antes del siglo XIX la mayoría de los infantes se infectaban a los 6-12 meses de edad, y por lo tanto, estaban protegidos por anticuerpos presentes en la leche materna que evitaban que el virus pasara del tracto gastrointestinal a la sangre y posteriormente al sistema nervioso. Las medidas de higiene y salud pública atrasaron el momento en el que los niños se infectaban, y por lo tanto ya no tenían tanta protección pasiva de origen materno. Un caso particularmente interesante ocurrió en Casablanca, Marruecos en los 1950s, donde una epidemia de parálisis infantil afectó 20 veces más a los residentes del sector europeo que tenían más prácticas higiénicas que los nativos. Las dos vacunas que fueron diseñadas para prevenir la poliomioelitis se conocen

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como IPV, asociada a Salk, y OPV, asociada a Sabin. La vacuna IPV es trivalente, ya que contiene a los 3 virus inactivos, y se administra mediante inyección. La OPV usualmente se ha usado de forma trivalente, pero existe de forma individual para cada virus o de forma divalente para proteger en contra de dos de ellos. La forma trivalente ha sido usada en muchos países durante las campañas masivas de inmunización, pero la OPV en general tiene el problema de que los virus no están en forma inactiva, y eventualmente pueden mutar hasta volver a su estado salvaje. Por otra parte, la administración de una vacuna de forma oral ha sido muy ventajosa a la hora de inmunizar poblaciones muy numerosas, además de que no requiere el uso de jeringuillas y material estéril o desechable. Bahl y colaboradores (8) han resumido las iniciativas de la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) con respecto a la poliomielits, conocida simplemente por polio. Cabe resaltar que la AMS es el cuerpo de la OMS que toma las decisiones y acciones futuras, e incluye delegaciones de todos los países participantes de la organización. En el 1988 la meta de la AMS era erradicar a la polio para el 2000. A pesar de que hubo bastante progreso, la meta no se logró. Los eventos se pueden resumir a nivel de los éxitos obtenidos en Asia, que quedó certificada libre de polio en el 2014. Otras regiones ya habían logrado erradicar la enfermedad debido a que tenían buena infrasetructura y habían podido llevar a cabo las campañas nacionales para elevar la cantidad de personas inmunes por encima de lo reglamentario para crear inmunidad de rebaño, que es 75% de la población. En el 2012 se estableció la Global Polio Eradication Initiative, en la que se acordó dejar de utilizar a nivel global a la vacuna oral de Sabin por el hecho de que el virus podia revertir

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a su estado salvaje. El 2016 se destacó por ser el año con el número menor de casos de polio en los países endémicos. Debemos señalar que al igual que ocurrió con Somalia y Bangladesh en relación a la viruela, hoy en día los casos de polio que van quedando se concentran en Nigeria, Afganistán y Pakistán (estos últimos son vecinos). Países que sin duda alguna han pasado por situaciones difíciles y extremas que dificultan que se logre la meta de la OMS. Según Abimbola y colaboradores (9), la parte final para poder erradicar la poliomielitis requiere manejar la violencia en estos países y trabajar con la falta de confianza hacia los gobiernos y los protocolos de vacunación. Inclusive, en una estrategia que algunas personas pueden encontrar rara, ellos recomiendan que la publicidad asociada a las vacunas disminuya, de forma que los trabajadores de la salud que las administran corran un riesgo menor de ser atacados por grupos terroristas enfocados en su lucha en contra de la influencia occidental. Además, existen otras complicaciones que hacen que el camino no sea tan “fácil” como con la erradicación de la viruela, y que han sido señaladas por Bahl et al (8). En el caso de la polio, hay que seguir cultivando los virus que se utilizan para hacer las vacunas, y por lo tanto, se requiere que los laboratorios que las han preparado en el pasado sigan trabajando, pero con las nuevas especificaciones con respecto al virus que se estará usando. Por otro lado, la infección con polio es más complicada que la viruela, ya que se ha demostrado que puede haber personas infectadas de forma crónica, lo que permite que el virus se multiplique y la excreción siga siendo posible. En palabras sencillas, que algunas personas pueden seguir siendo una fuente de la infección por un tiempo prolongado. Pero sin duda alguna el objetivo de la OMS sigue vigente, y una


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vez se certifique la erradicación de la polio, en el momento en que ocurra, el reto será mantener la vigilancia necesaria y dirigir los fondos hacia otros programas igualmente necesarios. Volviendo a los grandes logros que se obtuvieron en el control masivo de la parálisis infantil posiblemente el éxito de la India ha sido el más brillante, según discutido por John y Vashishtha (10) en el Indian Journal of Medical Research. El logro fue aclamado a nivel global, y representó un cambio notable: un país hiperendémico, con un historial de 500-1000 niños quedando paralíticos al día, pudo certificar en el 2014 que estaba libre de la infección. A pesar de que la vacunación en sí tardó en reducir la cifra de enfermos, eventualmente se logró interrumpir la transmisión mediante esfuerzos extraordinarios que incluían llevar a cabo campañas de vacunación varias veces al año e identificar y vacunar a cada niño. Algo notable, dado el caso de que la India en un momento dado era el país en desarrollo más afectado por la poliomielitis, y sin embargo, temprano en el 2014 las autoridades podían decir que nunca jamás iban a tener casos de parálisis infantil. La tercera iniciativa importante que debemos mencionar es la relacionada a la posible erradicación del sarampión. Alya Dabbagh y colaboradores (11) han reseñado en el Morbidity and Mortality Weekly Report del Centers for Disease Control and Prevention (CDC) las metas de la AMS. Estas metas a grandes rasgos proponen eliminar al sarampión para el 2020, pero las estrategias parciales que elaboraron para el 2015 no se pudieron cumplir. Los objetivos incluían aumentar la cantidad de niños menores de un año que recibían la primera dosis de la vacuna, reducir la incidencia anual a menos de 5 casos por millón de habitantes, y reducir en 95% la mortalidad que se estimó

para el 2000. A pesar de que las metas no se lograron en su totalidad, debemos señalar que las inmunizaciones lograron evitar 20.4 millones de muertes entre el 2000 y el 2016. Evitar más de 20 millones de muertes es un evento extraordinario, dado el hecho de que al igual que ha ocurrido con la viruela y el polio, algunos países siguen siendo endémicos y los niños viven en condiciones que permiten el contagio del sarampión. En estos países hay alrededor de otros 20.8 millones de niños que no recibieron la vacuna en el período bajo estudio. ¿Y cuáles son los países con alta tasa de nacimientos y cubierta de vacunaciones en contra del sarampión por debajo de lo óptimo? Más de la mitad de los casos de niños no vacunados (11 millones) se concentraron en Nigeria, India, Pakistán, Indonesia, Etiopía y la República Democrática del Congo. No hay que ser un experto en geografía para darse cuenta de que los sitios más difíciles que van quedando al final de las campañas de vacunación se encuentran en los mismos continentes, Asia y África, dado que las condiciones demográficas y sociopolíticas son similares a pesar de que tienen sus peculiaridades regionales/ culturales, y tradicionalmente han tenido condiciones que favorecen la transmisión de la viruela, la polio y el sarampión. Por lo pronto, sigue la esperanza de que nunca jamás volvamos a tener casos de sarampión en el mundo. Más adelante veremos que este patrón ha tenido un cambio sorpresivo, al reportarse nuevos brotes de sarampión en América del Norte y Europa debidos principalmente a la negación de algunos padres de vacunar a sus hijos. ¿Y por qué vacunar a nuestros niños en contra del sarampión, y por qué la infección puede ser mortal? Algunos datos importantes han sido destacados por Holzmann y colaboradores (12) en un artículo

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de revisión publicado en el 2016. Estos autores señalan un dato importante, y es que el sarampión es tan contagioso entre los humanos, que la tasa de inmunización debe ser de más de 95% para controlarlo. O sea, que se requiere que prácticamente toda la población vulnerable sea vacunada, a diferencia de otras infecciones donde la inmunidad de rebaño se logra con 75%. Otra información importante es que el sarampión puede tener complicaciones serias y a veces fatales, especialmente en residentes de países en desarrollo donde la falta de nutrición debilita a los niños. Alrededor de 150,000 pacientes mueren de sarampión al año, y la infección puede tener consecuencias como encefalitis y predisposición hacia las infecciones oportunistas. Por otra parte, la buena noticia es que el virus del sarampión común solamente infecta a los humanos, y no nos tenemos que preocupar de que haya reservorios animales. La historia de las vacunas y los éxitos alcanzados pueden sonar interesantes para muchos, pero otros típicamente estarán pensando puramente en asuntos de seguridad. Pues bien, podemos resumir que la preparación de los materiales usados en las inmunizaciones ha ido evolucionando hacia formas menos estimulantes de las reacciones fuertes tan temidas. Ninguna de las vacunas desarrolladas a través del tiempo debía causar la enfermedad en sí, ya que lo mínimo que se podia hacer era atenuar a los organismos al estilo de Pasteur. O en el caso de la viruela, se usaba un organismo distinto que se le parecía, pero que en los humanos sanos no debía causar grandes problemas. Sí se observaron casos de eczema vaccinatum (EV) y vaccinia progresiva (PV), según ha sido descrito en detalle por Reed y colaboradores (13). El eczema ocurría en personas que padecían de dermatitis, y la vaccinia

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progresiva o diseminación lenta del virus se presentaba en personas con deficiencias en inmunidad celular. O sea, que personas con VIH no podrían haber recibido la vacuna convencional contra viruela porque su sistema immune no podia combatir la vaccinia. Otras complicaciones de este tipo de vacuna podían ocurrir de vez en cuando con personas que padecían alguna condición que se agravaba con el proceso inflamatorio generado por la vacuna. Es interesante que aún cuando la viruela está erradicada no se ha bajado la guardia ante la posibilidad de que pueda resurgir mediante el uso de armas biológicas, y hay toda una serie de vacunas nuevas que han sido diseñadas para causar menos problemas en personas inmunosuprimidas, ya sea por alguna infección o por algún tratamiento usado en pacientes de trasplantes y cáncer. A manera de ejemplo, Greenberg y colaboradores (14) han publicado sus hallazgos sobre el uso de una vacuna basada en la cepa de vaccinia modificada llamada Ankara en personas en las edades de 56-80 años, evaluando los parámetros de seguridad al monitorear posibles eventos adversos que puedan surgir, ya sean síntomas locales o sistémicos. Así que la seguridad sí es una consideración importante a la hora de preparar nuevas vacunas. Las vacunas en contra de fiebre tifoidea, cólera y peste bubónica desarrolladas al final del siglo XIX representaban un paso más adelantado, ya que contenían a las respectivas bacterias muertas pero enteras. El punto de matarlas era un avance importante, porque definitivamente evitaba que el patógeno pudiera revertir a su estado natural mediante alguna mutación. Pero el uso de agentes enteros aún podia causar reacciones bastante notables, ya que nuestro cuerpo es fuertemente estimulado por diversos componentes microbianos, siendo notable el


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lipopolisacárido (LPS) de la pared celular de algunas bacterias. Por lo tanto, era necesario preparar nuevas vacunas usando solamente proteínas purificadas o polisacáridos conjugados a alguna proteína para poder generar inmunidad aún en infantes. Estos procedimientos se usaron ampliamente en el siglo XX, han continuado en el siglo XXI y a ellos se ha unido la producción de proteínas recombinantes a partir del material genético microbiano, y las innovadoras vacunas de ADN o ARN. En la categoría de proteínas recombinantes caen la vacuna en contra de hepatitis B, desarrollada en 1986, la vacuna que protege del papilloma, producida a partir del 2006, y la desarrollada en el 2013 en contra de la meningitis. O sea, y en palabras sencillas que cualquiera puede entender, la producción de vacunas se ha ido encaminando durante décadas a generar preparaciones con una menor posibilidad de provocar efectos secundarios adversos. Obviamente, no todas las vacunas administradas en el siglo XXI son preparadas mediante biotecnología avanzada, algo que en el sentido económico es positivo, ya que los países más pobres no pueden manejar el alto costo de las vacunas y por lo tanto diversas preparaciones se siguen procesando de la forma tradicional inicial. Una de las vacunas que más se ha estudiado y documentado con respecto a la seguridad es la que protege contra difteria (D), tétano (T) y tosferina o pertussis (P). De estas tres enfermedades, el componente asociado a la tosferina ha sido el que más problemas ha causado, de ahí que viéramos que la vacuna DTP evolucionó hacia una forma con menos reacciones adversas llamada DTaP (y Tdap), donde la letra a significa acelular, o sea, que no tiene los componentes bacterianos más asociados con reacciones intensas. El pediatra Stanley

Plotkin (15) ha analizado el problema de la pertussis, indicando que ha resurgido en niños y adolescentes luego de haber estado mayormente controlada. Hay una serie de factores involucrados en el resurgir de la tosferina, incluyendo la reducción en la tasa de vacunación, pero sin duda alguna que el cambio que se hizo de DTP a DTaP tuvo algo que ver, ya que la inmunidad que provee no es igual. Este es un ejemplo del impacto que tuvo la opinión pública hacia forzar un cambio cuyas consecuencias se han comenzado a notar en años recientes. Viendo la perspectiva histórica, a mediado de los 1940s se comenzó a vacunar en contra de la tosferina usando una vacuna con las bacterias enteras, Según lo indicado por Cherry (16) en su artículo del 2012, la inmunización fue exitosa en países como Estados Unidos, eliminando las epidemias que ocurrían cada varios años y disminuyendo los casos de la infección a menos de 1 por 100,000, según datos para el 1973. Sin embargo, la inmunidad no dura de por vida, a diferencia de lo observado para el sarampión, y las vacunas no logran eliminar del todo la posibilidad de adquirir la infección. El aumento en el número de casos reportados también ha sido relacionado a un mayor grado de conocimiento por parte de la comunidad científica y el público en general, sumado a mejores técnicas de diagnóstico a nivel molecular. Pero hay que enfatizar el punto importante de que la vacuna DTaP es menos potente que la DTP, y por lo tanto, ofrece una protección menor ante brotes y epidemias. Y las personas que adquieren la infección, especialmente los infantes no inmunizados porque no tienen la edad para recibir la vacuna, se enfrentan a complicaciones y una posible muerte. La tosferina siempre ha sido temida por sus ataques de tos intensa que dificultan respirar, de ahí que exista la estrategia de inmunizar a

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los adultos que tengan contacto con infantes y las recomendaciones de que las mujeres embarazadas se vacunen. Y por supuesto, también se ha recomendado que se adelante la edad en que se comienza a vacunar a los bebés, incluyendo la posibilidad de que se haga al nacer. Otras alternativas detalladas por Plotkin en su artículo incluyen dar más refuerzos de la vacuna, aumentar la cantidad de los componentes antigénicos y usar nuevas preparaciones, pero todas ellas representan un aumento en los costos y requieren pruebas clínicas a gran escala. La lucha de la OMS en conjunto con agencias nacionales y estatales en contra de varias enfermedades ha enfrentado complicaciones de todo tipo, incluyendo el aumento en la oposición a las vacunas por parte de padres y grupos organizados. La falsa asociación de la vacuna MMR (que protege de sarampión común, sarampión alemán y paperas) con el autismo es notable y ha tenido consecuencias terribles. Según analizado por Gerber y Offit (17), todo comenzó en el 1998 cuando el gastroenterólogo Andrew Wakefield y sus colegas publicaron un artículo en The Lancet (artículo que eventualmente fue retractado) en el que describían a ocho niños con síntomas de autismo que comenzaron al mes de recibir la vacuna. Estos niños también presentaban trastornos intestinales y Wakefield concluyó que la inflamación intestinal llevaba a que ciertos péptidos llegaran a la sangre y eventualmente al cerebro, afectando su desarrollo. El estudio ha sido criticado por no tener controles adecuados, no obtener datos a ciegas, y tampoco tener una forma completa de obtenerlos. En general se puede deducir que el estudio tuvo fallas en su diseño y se ha señalado el hecho de que ambos asuntos, recibir la vacuna MMR y desarrollar autismo pueden ser eventos

no relacionados que quedan asociados por coincidencia, dada las edades en que ambos procesos ocurren. Otro punto interesante es que en muchos niños el autismo no es precedido por síntomas gastrointestinales, además de que las vacunas en contra del sarampión común, sarampión alemán y paperas no causan inflamación intestinal y no alteran las funciones de las barreras normales. En el 2008 Hornig y colaboradores (18) publicaron que no hay diferencia en la expresión del genoma viral del sarampión en niños con o sin autismo, y tampoco se ha encontrado que exista algún péptido de origen exógeno que viaje del intestino al cerebro. La publicación de Wakefiled causó alarma entre los padres, pero el miedo debió haberse calmado luego de que muchos estudios independientes llevados a cabo en relación a los programas masivos de vacunación generaron una gran cantidad de datos que pudieron ser comparados con otros parámetros, por ejemplo, el expediente médico de los vacunados. Pero la historia en contra de las vacunas tenía otro componente además del miedo a su contenido de material viral, y es el uso del timerosal a manera de preservativo. El timerosal es un componente derivado del mercurio que se encuentra en algunas vacunas (no en la MMR) y obviamente fue asociado por algunas personas con el autismo, aunque no se ha encontrado tal asociación y el CDC lo confirmó, al igual que no se encontró en una serie de estudios independientes que se llevaron a cabo en Estados Unidos y varios países de Europa a principios del siglo XXI. Siguiendo con el análisis hecho por Gerber y Offit (17), ya que la vacuna MMR y el timerosal no eran el causante del autismo en niños, enseguida aparecieron nuevas teorías, especialmente la que sugiere que la administración de varias vacunas a la vez abruman o debilitan al sistema immune

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y crean un desbalance en su relación con el sistema nervioso. Esta premisa también es falsa, del mismo modo que tampoco es cierto que las vacunas de hoy en día tienen demasiados componentes. Al contrario, la tecnología moderna los ha reducido, y el total de proteínas y carbohidratos de origen bacteriano o viral en las vacunas es menor que el de hace décadas. Deberíamos esperar que con todas las publicaciones, aclaraciones y estudios internacionales el miedo a las vacunas debería haber disminuído, y sin embargo, en los últimos años hemos visto un aumento tan notable en los casos de sarampión en distintas partes del mundo que la OMS se manifestó al respecto en meses recientes. Y el CDC se ha visto obligado a poner anuncios en los aeropuertos, lo que sorprende a muchos porque parece un viaje al pasado. Según Durrheim y colaboradores (19), los nuevos casos de sarampión son el canario en la mina. Los brotes que aparecen en distintos sitios ofrecen información demográfica importante, incluyendo componentes de edad, cultura, y aspectos sociales, religiosos y étnicos. Cada brote representa un bolsillo de personas vulnerables por no tener inmunidad adecuada. Algunas comunidades se están perdiendo los beneficios de la vacuna en contra del sarampión, ya sea por falta de acceso a los programas de vacunación o por la resistencia en contra de las vacunas por parte de diversos grupos. Según Richard Stein (20), editor de la revista GERMS, estamos en la era dorada de las conspiraciones en contra de las vacunas, aunque el proceso en sí no es nada nuevo, porque siempre han existido personas y grupos en contra de ellas. Pero al presente hay demasiada comunicación disponible, y todo tipo de rumor atenta en contra de las inmunizaciones, incluyendo fantasías al

estilo de que las aerolíneas vacunan a la gente mediante el aire acondicionado de los aviones. Algo absurdo, porque en el protocolo de inmunizaciones no existe ninguna que se administre mediante aerosoles. La falta de información, o la información incorrecta tiene un gran impacto en la salud pública, especialmente cuando los mitos y opiniones sin base científica son divulgados en los medios sociales. Hay figuras religiosas, celebridades, quiroprácticos, madres con sus blogs, y todo tipo de persona bien o mal intencionada atentando en contra de las vacunas. Y dentro de las comunidades hay muchos padres con dudas hacia ellas y que buscan ayuda en foros no oficiales, lo que provoca que en algunos casos retrasen la vacunación de sus hijos, y en otras instancias se nieguen por completo a hacerlo. El retraso en la vacunación de un niño o adolescente puede ser tan peligroso como no inmunizarlo, ya que hay unas edades muy importantes para hacerlo. Por ejemplo, la vacuna en contra del papilloma debe ser adminstrada antes de que las personas tengan actividad sexual. Igualmente, los bebés deben ser vacunados en unos momentos cruciales de su vida, y si no lo hacemos, nos arriesgamos a que contraigan algunas de las enfermedades típicas de la infancia. Lo interesante del caso en contra de las vacunas es que sus oponentes no se han dado cuenta de que el asunto es uno de probabilidades. Todas las acciones humanas conllevan cierto grado de riesgo, ya sea ir al dentista, montarse en un auto, viajar en avión o comerse una almendra. Lo que hay que poner en la balanza es la probabilidad de daño generado por una vacuna versus el efecto letal o daño permanente que pueda tener una enfermedad infecciosa. Y en todos los casos que hagamos la comparación, la enfermedad sale por encima de la vacuna. En un ejercicio hipotético, alguna

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infección puede tener 20% de mortalidad (1/5), mientras que la vacuna correspondiente produce algún tipo de reacción no deseada en 1/500,000 inmunizados. Es obvio que ningún padre desea que alguno de sus hijos pueda ser el desafortunado que se enferme en medio millón de personas, pero la probabilidad es mucho más remota que si no lo inmuniza y lo pone en riesgo de ser uno de cinco que mueren. La consecuencia final de que se disminuya la inmunización de los niños es que algunas enfermedades que estaban controladas, como el sarampión, resurjan. Y cuando lo hacen vienen con la misma intensidad que antes, porque los patógenos en la comunidad no han sido atenuados y tampoco han mutado espontáneamente para ser menos peligrosos. Las enfermedades infecciosas no conocen el mundo humano del “nunca jamás” y si no las controlamos, volverán a ser parte de nuestras vidas y nos enfrentaremos a nuevas desgracias que debieron quedar de forma permanente en el pasado. Bibliografía Smith K. A. (2012). Louis Pasteur, the father of Immunology? Frontiers in Immunology 3, 1-9. Plotkin S. (2014). History of vaccination. PNAS 111, 12283-12287. Morabia A. (2018). Edward Jenner’s 1798 report of challenge experiments demonstrating the protective effects of cowpox against smallpox. Journal of the Royal Society of Medicine 111 (7), 255-257. Henderson D. A. (1987). Principles and lessons from the smallpox eradication program. Bulletin of the World Health Organization 65: 535-546. Turk J. L. (1994). Paul Ehrlich- the dawn of immunology. Journal of the Royal Society of Medicine 87: 314-315.

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EXÉGESIS RAÚL A. PÉREZ-RIVERA Exégesis Exégesis 2 Segunda Época

Cambios en la avifauna del campus de la UPR en Humacao luego del huracán María [biología-ornitología-biodiversidad]

Introducción uchos campus universitarios se han convertido en santuarios urbanos, porque en estos se siembra una amplia gama de vegetación, a modo de ornato y de producir un ambiente agradable para la comunidad universitaria. Estos árboles, al igual que las áreas con césped, proveen de refugio, lugares de alimentación y para reproducirse un nutrido número de animales, en particular las aves (Carbo-Ramírez y Zuria 2011, Oliver et al. 2011, Chakdar et al. 2016). Además, en muchos de estos recintos universitarios, se dejan áreas sin desarrollar que con el tiempo se convierten en bosquecitos secundarios que a su vez llenan los requisitos ecológicos de otras especies (Oliver et al. 2011). El recinto universitario de la Universidad de Puerto Rico en Humacao (de aquí en adelante UPRH), es uno de estos casos y previo al huracán María, se habían informado 48 especies de aves, de las cuales 24 son residentes, es decir que se reproducen o en algún momento se reprodujeron en el campus. Los huracanes son fenómenos atmosféricos que traen fuertes vientos y lluvias torrenciales. Estos tienen un efecto adverso sobre muchas especies de aves. De acuerdo con Danforth luego del huracán San Felipe, casi desaparecieron la Paloma sabanera

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(Patagioenas inornata wetmorei) y el Juí (Myiarchus antillarum) (Danforth 1936). Por su parte el huracán Hugo, causó gran mortalidad entre los Pitirres (Tyrannus dominicensis), que tenían un dormidero en la UPRH. Los huracanes también son un elemento de dispersión para algunas especies. El Huracán Georges trajo al campus especies como la Llorosa (Nesospingus speculiferus), que es un ave típica de bosques (Pérez-Rivera 1998). El 22 de septiembre del 2017, pasó sobre Puerto Rico, el huracán María con vientos sostenidos de 155 mph. Este entró por la parte este de la Isla, causando gran daño a la vegetación y afectando los organismos que se refugiaban y utilizaban la misma como alimento, en particular las aves. Luego del huracán María y hasta finales de diciembre del 2018, mensualmente se condujeron censos en la UPRH, para determinar los cambios que causó la tormenta en la avifauna del campus. El censo cubrió los diferentes tipos de hábitats que hay en el campus. Entre estas áreas arboladas, hay un pequeño bosque natural, rodales de caoba, áreas de césped a lo largo de una pequeña quebrada estacional. Se incluye información de observaciones incidentales en Juncos y en Caguas.

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El objetivo de este trabajo es informar los cambios en la avifauna que ocurrieron posterior al huracán María, haciendo énfasis en las nuevas especies que se observaron y aquellas que no se han vuelto a ver o se han observado en números muy bajos luego del paso de la tormenta. Nuevos informes para el campus de la UPR-Humacao Playero Solitario – El Playero Solitario (Tringa solitaria) es un ave migratoria típica de las orillas de cuerpos de agua dulce (Canevari et al. 2001) y común en lugares como el Refugio de Vida Silvestre de Humacao. Uno de estos playeros apareció en la UPRH a finales de octubre y permaneció en el campus hasta mediados de diciembre del 2017. El playero llegó al recinto universitario luego de que limpiaran, con una máquina, la quebrada estacional que se encuentra aledaña a los edificios de Biología y que haremos referencia en este trabajo como el “caño”. La limpieza proveyó al ave de lugares en donde posarse y poder capturar los insectitos de los cuales se alimenta. Un segundo avistamiento fue hecho en 18 octubre de 2018, en una charca que se forma cerca de la pista de tartán, en la parte este del campus. Playero Coleador – El Playero Coleador (Actitis macularius) es también un ave migratoria que utiliza tanto orillas de cuerpos de agua dulce como salada (Canevari et al. 2001). Es muy parecido al ave previamente descrita, pero puede separarse por las manchas en el pecho y sus constantes movimientos de balanceo. Este playero también apareció en la UPRH a finales de octubre y permaneció en el “caño” hasta mediados de diciembre del 2017 (Figura 1). En los censos que se llevaron a cabo de enero a diciembre del 2018, la especie no volvió a observarse.

Tórtola Rabiche – La Tórtola Rabiche (Zenaida macroura) es típica del suroeste de Puerto Rico y de Vieques (Raffaele, 1989). No obstante, es rara en el área de Humacao. El 20 de octubre de 2017, se observó una de estas aves en la parte posterior del campus UPRH. Después de dicha fecha el ave no fue observada. Otro espécimen, posiblemente también desplazado, se observó en Caguas, también durante el mes de octubre. Bobito – Esta especie es típica de la parte central y oeste de Puerto Rico (Oberle 2003). Un individuo de Bobito (Contopus portoricenis) apareció en la UPRH, el 24 de octubre de 2017. En el censo que se llevó a cabo una semana después, no se observó al pajarito y desde entonces no se ha podido localizar. Es probable que esta ave haya sido desplazada por el huracán María, y estuvo en el campus varios días y posteriormente dejó el recinto tratando de regresar a su lugar de origen. Otra posibilidad es que haya sido depredada, por uno de los falcones que se establecieron en el campus, luego del huracán, y que hicieron gran daño a otras especies de pájaros como los pitirres (Tyrannus dominicensis). Pájaro Bobo Menor – El Pájaro Bobo Menor (Coccizus minor) es relativamente común en Humacao y municipalidades adyacentes. Sin embargo, es un ave de bosques y no suele visitar áreas urbanas. Una de estas aves apareció en la UPRH un mes después del paso del huracán María. Este se observó en el cuadrángulo de árboles del edificio de Ciencias Naturales y luego de dos semanas se observó ocasionalmente, en los censos que se llevaron a cabo. Sin embargo, en octubre y noviembre de 2018, se observó un espécimen, con regularidad, alimentándose de las larvas de una alevilla, que atacó al árbol de Uva de playa (Coccoloba uvifera) que hay aledaño al “caño”. Nunca se llegó a observar

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más de un individuo a la vez de esta especie en el campus. Judío o Garrapatero – El Judío o Garrapatero (Crotophaga ani) es otra ave común en Humacao y sus municipalidades circundantes. Sin embargo, es más típica de áreas abiertas con árboles y alrededores de ganaderías, donde suele anidar en los bambusales (Bambusa vulgaris), que se siembran para proveerle sombra a las reses. Un grupo de cinco individuos se observó en noviembre del 2017 y otro similar en enero del 2018. Las dos veces el grupo fue observado a lo largo de la fila de vegetación contigua al edificio de la comandancia de la policía en Humacao a eso de las 7:00 am. Zumbador Verde – Un individuo de Zumbador Verde (Anthracothorax viridis) fue observado en el censo que se llevó a cabo en el mes de noviembre. Esta ave ya había sido vista, previamente, por un grupo de estudiantes del programa de Manejo de Vida Silvestre. Este es el típico zumbador de las montañas de Puerto Rico, y es posible haya sido desplazado a Humacao, por el huracán María. De igual forma, el colega Alberto Molina Opio observó, con regularidad, un individuo de esta especie de zumbador en Juncos, posiblemente, también desplazado de la zona central. Juí – El Juí (Myiarchus antillarum) es una especie típica de matorrales y de cafetales en la parte central de la Isla (Oberle 2003). Una pareja de estas aves se observó en los censos de aves que se llevaron a cabo desde septiembre 2017 hasta noviembre del 2018 (Figura 2). No hay evidencia que, durante su estadía, el ave se haya reproducido en el campus. Calandria – La Calandria (Icterus portoricensis) es una de las aves endémicas de Puerto Rico. Esta especie tiene una

distribución amplia y está presente en la municipalidad de Humacao (Figura 3). Sin embargo, nunca se había observado en el campus. Un individuo de esta especie se observó, casi a diario, del 26 de octubre hasta el 12 de noviembre de 2017. El pájaro fue visto visitando las palmas reales (Roystonea borinquena), que se encuentran en el área aledaña a la comandancia de la policía de Humacao. Esta ave no ha sido encontrada en los censos que se han llevado a cabo durante el 2018. Es probable que la Calandria haya estado en nuestro campus mientras duraron los recursos alimentarios que las palmas reales estaban proveyendo a un gran grupo de aves inmediatamente después del huracán (Pérez-Rivera 2018). La Calandria es un ave insectívora que anida en palmas reales (Pérez-Rivera 1977). Cabe la posibilidad de que en un futuro cercano el ave se establezca en nuestro campus ya que en el mismo hay hábitat apropiado para esta. Reinita Manchada – Una Reinita Manchada (Setophaga magnolia) fue observada en varias ocasiones durante los meses de octubre a diciembre del 2018. Esta se observó alimentándose de insectos pequeños, que encontró en los árboles de Pterocarpus (Pterocarpus indicus) y Roble Blanco (Tabebuia heterophylla). Esta reinita es un migratorio ocasional para Puerto Rico (Raffaele 1989) y es la primera vez que se observa en la UPRH. Especies que han desaparecido o que se han encontrado en números muy bajos Martinete – Previo al huracán, el Martinete (Butorides virescens) se encontraba presente la mayor parte del tiempo a lo largo del “caño”, el cual estaba parcialmente cubierto con vegetación. En el 2016 se encontró un nido de esta especie en uno de los árboles de Pterocarpus que se encuentra en la parte

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oeste del campus. Luego del huracán, y de la limpieza del “caño”, se ha observado ocasionalmente tan solo un individuo (Figura 4). Zumbador de Pecho Azul – El Zumbador de Pecho Azul (Eulampis holosericeus) era considerado un residente común de la UPRH (Pérez-Rivera y Ubiles 2008). Luego del huracán, se observaron individuos de este libando en flores de Roble Blanco. Sin embargo, a partir de noviembre del 2017, esta especie dejó de observarse en el recinto y sus alrededores. En noviembre del 2018, se observó un individuo en la UPRH, esto es 13 meses luego del paso del huracán María (Figura 5). Zumbador Dorado – El Zumbador Dorado (Anthracothorax dominicus) se consideraba la segunda especie más común de zumbador en el campus (Figura 6). En octubre del 2017, se llegaron a observar hasta cuatro individuos, alimentándose simultáneamente en la línea de robles que hay entre los edificios de Biología. Sin embargo, al igual que el Zumbador de Pecho Azul, a partir de noviembre del 2017, esta ave dejó de observarse en el recinto universitario. Durante el 2018, no se observó en ninguno de los censos llevados a cabo. Zumbador Crestado – El Zumbador Crestado (Orthorhynchus cristatus), se le consideraba un visitante ocasional a la UPRH. Sin embargo, desde el huracán María, no ha podido observarse nuevamente. Esta especie parece haber sido una de las más afectadas por el huracán, en la parte este de la Isla. Se consideraba muy común desde Fajardo hasta Yabucoa. No obstante, luego del huracán se ha convertido en una de las especies más raras en todo el litoral. Veterano – El Veterano (Estrilda melpoda) era considerado un visitante regular, particularmente desde agosto a noviembre (Pérez-Rivera 2015). Sin embargo, luego

del huracán la especie no ha podido ser localizada, aunque el hábitat para esta especie (hierbazales) ha incrementado, particularmente, en las áreas sin árboles en la parte posterior del recinto (Figura 7). Esta especie se consideraba común en Humacao y las municipalidades circundantes. Diablito – El Diablito (Lonchura cucullata), se podía observar a diario en nuestro campus, particularmente, en lugares con yerbas altas de los géneros Digitaria, Panicum y Chloris, entre otras (Figura 8). Nidos de esta especie se encontraban todos los años. No obstante, posterior al huracán, la especie no ha vuelto a observarse. El ave no ha podido ser localizada, aun cuando hay hábitat (ej. hierbazales) muy adecuado para esta. Dicha especie se considera común virtualmente en todo Puerto Rico (Pérez-Rivera 2015). No obstante, parece ser otra de las especies más afectadas tras el paso del huracán María. Viuda Colicinta – La Viuda Colicinta (Vidua macroura) era un visitante regular del campus de la UPRH desde finales de agosto hasta diciembre. El número de individuos observados ya se había reducido en los últimos 5 años. No obstante, se podían observar uno que otro individuo en la parte posterior del campus, cercano al área de bosque natural. Sin embargo, luego del huracán la especie no ha vuelto a observarse en el recinto universitario, ni en los alrededores inmediatos. Gorrión Inglés – El Gorrión Inglés (Passer domesticus) se podía observar en el campus, virtualmente a diario entre los meses de mayo a septiembre. Casi todos los postes que hay en el estacionamiento del edificio de Administración de Empresas, eran usados para anidar por estas aves. Luego del huracán hemos observado a esta especie en tan solo dos ocasiones y en números reducidos (1 a 2 individuos). En diciembre 2018

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hubo un avistamiento cerca de la entrada del recinto. Sin embargo, no hay indicios de que se hayan reproducido durante el 2018 en la UPRH. Reinita Común – La Reinita Común (Coereba flaveola) se observó en grupos relativamente grandes (hasta de 10 individuos) dos semanas después del paso del huracán (Figura 9). Especies como el Roble blanco y la Ruelia (Ruellia brittoniana) dieron una florecida inesperada y las reinitas aprovecharon para libar de sus flores. Inclusive, tres individuos construyeron nidos para pernoctar en árboles de Roble blanco. Sin embargo, desde mediados de octubre sus números comenzaron a reducirse y no se encontró otro nido de pernoctar hasta marzo del 2018. En los censos, no se observaron más de cinco individuos por día cuando en años previos al huracán, lo usual era encontrar de 15-20 individuos. Discusión Luego del huracán María, hemos observado en nuestro campus 34 especies de aves (Tabla 1). Algunas de las residentes han desaparecido, pero esto ha sido compensado con la llegada de otras especies. Entre las especies previamente no informadas encontramos a: el Playero Coleador (Actitis macularia), Playero Solitario (Tringa solitaria), Tórtola Rabiche (Zenaida macroura), Pájaro Bobo Menor (Coccizus minor), el Judío o Garrapatero (Crotophaga ani), el Zumbador Verde (Anthracothorax viridis), el Bobito (Contopus latirostris), el Jui (Myarchus stolidus), la Reinita Manchada (Setophaga magnolia) y la Calandria (Icterus portoricensis). Con estos, el número de aves informadas para el campus de la UPRHumacao aumenta a 58 (Tabla 2), lo que es un número considerable para un campus, relativamente, pequeño.

Las dos especies de playeros mencionadas en este trabajo permanecieron por un tiempo en el campus ya que al limpiarse el “caño” se estableció hábitat adecuado para estas dos especies. La Tórtola Rabiche, el Zumbador Verde, el Bobito, y la Calandria probablemente fueron llevados al campus por la acción de los fuertes vientos. Aparentemente, fueron desplazadas a nuestro campus como fue desplazada la Llorosa por el Huracán Georges (Pérez-Rivera 1998). El Pájaro Bobo Menor, el Judío y el Juí, posiblemente llegaron a nuestro campus al verse obligados a expandir sus territorios de alimentación por la casi total eliminación de vegetación en lugares aledaños. Cabe señalarse que la vegetación en el campus sufrió daño, pero mucha quedó protegida por la presencia de edificios, como fue obvio en el cuadrángulo de los edificios de Ciencia. La ausencia del Martinete es probable se deba a que se utilizó una máquina para limpiar el “caño”, y se extrajo casi toda la vegetación que cubría los márgenes de este. La limpieza eliminó el hábitat de organismos que formaban parte de la dieta de estas aves como insectos, pequeños lagartijos y coquíes (Wetmore 1916). Junto con la vegetación se eliminó la cubierta necesaria para que estos pájaros se sintieran protegidos. No obstante, la capa herbácea en el “caño” se ha ido recuperando y es probable que esta especie vuelva a establecerse en el recinto en un futuro cercano. Muchas de las especies que dejaron de observarse son especies pequeñas que se alimentan de néctar, frutas y semillas. Los colibríes, reinitas y gorriones, durante un huracán, suelen refugiarse en el suelo metiéndose en la base de yerbas altas. Sin embargo, las inundaciones repentinas de estos lugares causan que se ahoguen. Esto fue lo que se

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encontró en nuestro campus luego del paso del huracán Hugo. En el caso de los zumbadores, como son aves tan pequeñas y de metabolismo tan alto, los fuertes vientos deben haber sofocado muchos de estos. Cuando las ventiscas duran mucho tiempo es muy probable, que este tipo de ave muera de agotamiento y de falta de energía, como efecto del largo tiempo en que no pueden alimentarse. Además, aves debilitadas por efecto de una tormenta pueden estar a mayor riesgo de ser depredadas, particularmente, cuando la tormenta elimina el follaje de la vegetación (Engstrom and Evans 1990, Wiley y Wunderle 1993). Aunque el efecto directo de un huracán pudiera ser sustancial sobre especies pequeñas, los estudios han demostrado que el mayor impacto es posterior a estos (Waide 1991, Wauer y Wunderle 1992, Wiley y Wunderle 1993). Los fuertes vientos lo primero que eliminan de la vegetación, lo son flores y frutos. Así, que el grupo de las nectívoras y las frugívoras es el que suele ser mayormente afectado (Waide 1991). En St. John (Island Vírgenes Americanas) se informó un patrón de descenso poblacional asociados a la dieta (Askins y Ewert 1991). Askin y Ewert (op cit) notaron descensos considerables en aves nectívoras como el Zumbadorcito Crestado y la Reinita. Esto puede utilizarse como explicación para la desaparición del grupo de los zumbadores en nuestro campus y la reducción marcada en el número de reinitas. La limpieza del “caño” puede también haber contribuido al descenso poblacional de dichas especies. A lo largo de este crecían un grupo sustancial de heliconias (Heliconia psittacorum), que eran usadas como fuente de alimentos por zumbadores y reinitas. El caso del Veterano, el Diablito, la Viuda Colicinta y el Gorrión Inglés, es más

difícil de explicar, porque entre la vegetación menos afectada se pueden mencionar las yerbas, particularmente las rastreras. Sin embargo, Wauer y Wunderle (1992) y Wiley y Wunderle (1993) indican que entre las especies más vulnerables a los huracanes se incluyen a aquellas que se alimentan de semillas. Previo a la década del 1970, el Veterano estaba circunscrito a la parte suroeste de Puerto Rico (Danforth 1936). Sin embargo, en la década del 1970 hubo otra reintroducción de esta especie a través de las tiendas de animales y la “nueva sangre” propicio que la especie se dispersara por toda la Isla (Pérez-Rivera 1979). No obstante, el parasitismo reproductivo por parte de la Viuda Colicinta y los huracanes Hugo, Georges y Hortensia, redujeron las poblaciones de estas aves sustancialmente. María, parece haber afectado a esta especie más que los otros huracanes previamente mencionados posiblemente por la gran fortaleza de sus vientos. Otros pinzones como el Gorrión Fresa (Amandava amandava) y el Veterano Ojirojo (Estrilda astrild) desaparecieron luego del Huracán Hugo (Pérez-Rivera 2015). Es menester indicar, que estos pinzones y gorriones fueron introducidos en nuestra Isla y evolucionaron en lugares en donde nunca estuvieron expuestos a este tipo de “presión” ambiental. Es probable que a esto se deba la aparente susceptibilidad a este tipo de fenómeno atmosférico (PérezRivera 2015).

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Resumen, Conclusiones y Recomendaciones Es de esperarse cambios en la avifauna de un área urbana, como un campus universitario, porque algunas especies llegan únicamente para reproducirse (ej. Querequequé – Chordeiles gundlachii) y otras


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durante el periodo migratorio (Leveau y Leveau 2012). No obstante, un huracán como María, puede traer cambios más prolongados y algunos de estos permanentes. Por ejemplo, Hugo, destruyó los árboles en donde anidaban una pareja de Guaraguaos (Buteo jamaicensis) y desde entonces el ave no se ha vuelto a reproducir en el campus (Figura 10). No obstante, aunque el huracán María parece haber sido el responsable de que algunas especies hayan desaparecido y otras se consideren raras, el hecho de que se observaran 34 especies, incluyendo diez previamente no informadas, es prueba del valor que tiene nuestro campus como refugio para las aves. Este valor pudiera incrementarse con la siembra, de vegetación más variada y de probada resistencia a los huracanes, en aquellos lugares en donde perdimos vegetación. Debe tomarse en consideración las necesidades ecológicas de las aves en la planificación de las especies de plantas a sembrarse (Stagol et al. 2010, Torres et al. 2014). Trabajos en proceso En estudios se ha encontrado que muchas especies luego de descender en números empiezan a recobrarse entre 9 y 17 meses después del paso de un huracán (Wiley y Wunderle 1993). Durante el 2019 hemos seguimos conduciendo estudios para determinar cuánto tiempo le toma recuperarse a la avifauna que suele encontrarse en el campus de la UPR-Humacao. Nota de agradecimiento A estudiantes del programa de Manejo de Vida Silvestre y a Alberto Molina Opio, que compartieron información conmigo. Las fotografías en este trabajo fueron todas tomadas por Molina Opio. Se extiende el

agradecimiento a la Dra. Alinaluz Santiago Torres, por sus correcciones a este trabajo. Referencias Askins, R. A. and D. N. Ewert. 1991. Impact of Hurricane Hugo on bird populations on St. John, U.S. Virgin Islands. Biotropica 23: 48 1487. Canevari, P., Castro, M., Sallaberry, M. y L. G. Naranjo. 2001. Guía de los Chorlos y Playeros de la Región Neotropical. American Bird Conservancy. Santiago de Cali, Colombia. Carbo-Ramírez, P. and I. Zuria. 2011. The value of small urban greenspaces for birds in 262 a Mexican city. Landscape and Urban Planning 100: 213-222. Chakdar, B., Choudhury, P. and H. Singha. 2016. Avifaunal diversity in Assam University Campus, Silchar, India. Journal of Threatened Taxa 8: 8369-8378. Danforth, S. 1936. Los Pájaros de Puerto Rico. Rand Mc Nally y Co. N.Y. Engstrom, R. T and W. Evans. 1990. Hurricane damage to Red-cockaded Woodpecker (Picoides borealis) cavity trees. Auk 107: 608-610. Leveau, L.M. and C.M. Leveau. 2012. The role of urbanization and seasonality on the temporal variability of bird communities. Landscape and Urban Planning 106: 271-309. Oberle, M. 2003. Las aves de Puerto Rico en Fotografías. 2nda. Ed. Editorial Humanitas. San Juan, PR. Oliver, A.J., Hong-Wa, C., Devonshire, J., Olea, K.R., Rivas, G.F. and M.K. Gahl. 2011. Avifauna richness enhanced in large, isolated urban parks. Landscape and Urban Planning 102: 215-225. Pérez-Rivera, R. A. 1977. Aves que utilizan la Palma Real (Roystonea borinquena)

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para anidar en Puerto Rico. Science-Ciencia 4: 96-97. _____. 1979. Algunas notas sobre la distribución del Turpial (Icterus icterus ridgwayi) y el Veterano (Estrilda melpoda). Science-Ciencia 6: 182-183. _____. 1998. Desplazamiento de Llorosas de Puerto Rico (Nesospingus speculiferus) por el Huracán Georges. El Pitirre 11: 93-94. _____. 2015. Los pinzones y gorriones exóticos de Puerto Rico. El Bien-te-veo 20: 5-9. _____. 2018. Important plants for urban birds in Puerto Rico, after the impact of a severe hurricane. Equilibrium 2(1): 20-34. Pérez-Rivera, R.A. y A. Ubiles. 2008. Técnicas de forrajeo del Zumbador de Pecho Azul (Eulampis holosericeus) en árboles de Roble. El Bien-te-veo 12: 2-4. Raffaele, H. 1989. Una guía a las aves de Puerto Rico y las Islas Virgenes. 2nda Ed. Publishing Resources Inc. Santurce, P.R. Stagoll, K., Manning, A.D., Knight, E., Fischer, J. and D.B. Lindermayer. 2010. Using bird-habitat relationships to inform urban planning. Landscape and Urban Planning 376 98: 13-25. Torres, O., Pérez-Rivera, R. A. y M. J. Ramos. 2014. Fenología de especies de árboles comunes en el recinto de la UPRHumacao y su importancia para las aves residentes. El Bien-te-veo 19: 12-13. Waide, R. B. 1991 The effect of Hurricane Hugo on bird populations in the Luquillo Experimental Forest, Puerto Rico. Biotropica 23: 475–480. Wauer, R. and J. Wunderle. 1992. The effect of hurricane Hugo on bird populations on St. Croix, U.S. Virgin Islands. Wilson Bulletin 104: 656-673.

Wetmore, A. 1916. Birds of Porto Rico. U.S. Department of Agriculture. Bulletin No. 326. Washington, D.C.

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Wiley, J. and J. Wunderle Jr. 1993 The Effects of Hurricanes on Birds, with Special Reference to Caribbean Islands. Bird Conservation International 3: 319-349.


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Figura 1. Playero Coleador (Actitis macularius).

Figura 2. Jui, foto. A. Molina. (Myiarchus antillarum).

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Figura 3. Calandria (Icterus portoricensis).

Figura 4. Martinete (Butorides virescens).

Figura 5. Zumbador de Pecho Azul (Eulampis holosericeus).

Figura 6. Zumbador Dorado (Anthracothorax dominicus).

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Figura 7. Veterano (Estrilda melpoda).

Figura 8. Diablito, foto A. Molina. (Lonchura cucullata).

Figura 9. Reinita de Puerto Rico (Coereba flaveola portoricensis).

Figura 10. Guaraguao, foto. A. Molina. (Buteo jamaicensis).

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Lectorum


Velita de María, xilografía, 2017


JUAN JUAN CASILLAS CASILLAS ÁLVAREZ ÁLVAREZ La batalla por el paraíso de Naomi y mis memorias ExégesisKlein 2 Segunda Época de tristeza y de esperanza

La batalla por el paraíso de Naomi Klein y mis memorias de tristeza y de esperanza [crítica-historia-memoria-estudios culturales]

A Rubén Soto

A

l principio de julio estuve leyendo por las sombras del Viejo San Juan varios libros muy intensos que tocan la experiencia de pueblos ante la adversidad en el transcurso de hechos históricos, como también, la adversidad en las catástrofes naturales. De la periodista Naomi Klein me leí su más reciente libro La batalla por el paraíso: Puerto Rico y el capitalismo del desastre. Este ensayo tiene mucha tela y a mí, en particular, me provoca su lectura una extensa reflexión sobre el esquema del “shock” y el capitalismo del desastre. La doctrina del shock y el capitalismo del desastre son las últimas modalidades de nuestro sistema económico que conoce muy bien la periodista Naomi Klein. Justamente este modelo opera en la isla desproporcionadamente trayéndonos, en menos de una década, más turbulencias y peligros que mar serena y confianza. Y a modo de confesión, añado a este ensayo mis palabras, a veces para confrontar y otras veces son testimonios de mi visita a Puerto Rico durante el verano pasado. Me propongo aquí tender un puente entre La batalla por el paraíso y mi tensión vivida, que es nada menos que un abanico de experiencias con mis buenos amigos. Que sirvan el libro de Klein y mis reflexiones para ampliar la vocación luchadora del puertorriqueño.

La batalla por un futuro mejor en nuestra isla es centenaria, hay de todo y la llevamos con preocupación y dignidad. Sin embargo, cruzarse de brazos no es el mejor ejemplo en estos tiempos, tampoco es algo que nos caracterice. Agamenón le dijo a su pueblo: “En las malas fortunas seamos audaces para elegir un nuevo camino”. Precisamente, elegir un nuevo camino es el verdadero desafío de este siglo para salir de la mala fortuna. Ser audaces es la consigna. La batalla por el paraíso nos da noticias de una visita a la isla después del furioso ataque de María. Es un pequeño libro que apetece leer porque es una lectura muy coherente con lo que ha vivido Puerto Rico tras el huracán. Digamos que su lectura nos ilustra de verdad y Klein nos lanza rápidamente a un pensamiento crítico sobre lo ocurrido el pasado año. Su elaboración como cronista de hechos está viva porque aún están frescas las heridas del desastre. Es por ello que la lectura trasluce entre la tristeza y la esperanza. No es una lectura para olvidar, sino para pensar quiénes somos después de María. La batalla por el paraíso refuerza profundamente la audacia de los boricuas. Por lo tanto se puede decir que es una radiografía de cuerpo presente que examina los enfrentamientos de cómo rehacer la economía de

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la isla y en manos de quién está la responsabilidad de recuperación. Después del huracán María, la clase gobernante ha estado muy ofuscada en la repartición política del botín del desastre que se estiman en cientos de millones de dólares. Se quiere adquirir la faja de millones sin medir la viciosa dependencia económica del gobierno local a los fondos federales. Los administradores de la colonia usan el desastre de la economía para acelerar la anexión de la isla en medio de la llamada recuperación. A grandes rasgos la ideología estadista de hoy usa la condición de devastación y empobrecimiento destapado para “visibilizar” y “potenciar” las ilusiones anexionistas. El PNP se ha convertido en un partido parasitario del capitalismo del desastre. Es muy notorio que el gobernador Rosselló, figura de la crisis, haga múltiples llamados al neoliberalismo para crear un nuevo Puerto Rico. Cada vez que el gobernador se asoma con una nueva legislación contra el desastre piensa estar dando sólidos pasos hacia la integración del paraíso profanado a la santa hermandad de la Unión Americana. A parte de que el gobernador se esfuerza mucho por problematizar el colonialismo con un asunto de derechos civiles. Fenomenal: el gobernador piensa que el huracán María nos pilló y nos desnudó vergonzosamente como “ciudadanos americanos de segunda clase”. 2 Generalmente; los gobiernos quieren desempeñar una tarea armoniosa en periodos de recuperación. Buenos gobiernos procuran evitar más atropellos al pueblo afectado por el desastre. Por el contrario,

los malos gobiernos inclinan la historia de la recuperación y las crisis en consonancia a sus propios intereses. ¿Qué ocultan hoy los administradores de la colonia y por qué tanta falta de franqueza de parte del señor gobernador Rosselló? Sin embargo, es más significativo que se señalen los problemas y se logren soluciones por la misma gente que los sufrió. Preguntémonos a un año del huracán María por qué las islas Vieques y Culebra continúan sin el derecho a la electricidad. Los líderes de la UTIER, movimiento laboral del pueblo, ha señalado una y otra vez cómo reparar el cable que le suple energía eléctrica a Vieques y Culebras desde la isla grande. La Unión ha denunciado que el gobierno no tiene el interés en restaurar el servicio de electricidad como estaba porque espera privatizar la electricidad en las islas. En el libro del que hablamos hay una frase del gobernador Rosselló que dice: “Superando la adversidad, también se presentan grandes oportunidades para construir un nuevo Puerto Rico” (Klein p.49). Según las palabras del gobernador estos municipios no tendrán servicio de electricidad hasta tanto no aparezca la empresa que pueda lucrarse del derecho a la electricidad. Por otro lado, Klein rescata a personas e instituciones comunitarias que tuvieron un efecto constructivo en hechos de trascendencia pública durante y después del desastre. Casa Pueblo en Utuado, nunca negó el derecho a la electricidad a los ciudadanos durante el desastre. A la catástrofe no le siguió una transición ponderada para superar el desastre, por el contrario, el gobierno insistió en seguir hacia delante con el caos. Después del huracán María llegaron los mercenarios del

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fracaso quienes improvisaron un “proceso de reconstrucción ” muy bien aprovechado por los inversionistas. Este proceso se puso por encima de la urgencias de la población. Y con esto una nueva relación con el desastre se iniciaba. Interesadamente, el gobierno descubre la felicidad del desastre y se permite “la oportunidad en la adversidad”. El tremendo impacto socio-económico del huracán abrió las puertas a un nuevo erotismo de oportunidades, de dependencias y de negocios especulativos, etiquetados como “innovadores y creativos”. Cuando la administración usa los términos “innovar” o “creatividad” intenta descalificar la realidad y el activismo de la izquierda. En tanto que anular lo que son los puertorriqueños es el objetivo principal de los líderes anexionistas durante el desastre. A la vista se crea una serie de legislaciones de la crisis que van en contra del bienestar del pueblo en ruinas. De modo que este pacto perverso de arruinar más al país, destruyendo toda identidad y patrimonio, se acelera con la ambición de apoderarse de los fondos federales que sin duda van a favorecer mayormente a contratistas y a empresas foráneas en Puerto Rico y cuyos aliados son siempre la derecha política y la burguesía colonial. Este modelo de recuperación a ciegas se introduce sin consultar a los puertorriqueños y sin respetar a los perjudicados de antes y después del ciclón María. El gobierno ha demostrado que consultar al pueblo es una pérdida de tiempo porque lo importante es “viabilizar” rápidamente los intereses creados. En el concierto del capitalismo del desastre el crimen corre a la par con la generosidad. Y el gobierno ha aprovechado el desastre natural para socavar todo tipo de soberanía e identidad. Evidentemente, el gobierno anexionista ha insistido que quienes sufrieron el desastre se

deben sentir avergonzados por carecer estos de los derechos civiles americanos. Es decir, nuestra falta es no haber sido un estado por tanto el que sufre el mismo es responsable de apañarselas. De esta manera ha quedado perfilada la recuperación oficial, y así mismo, se ha introducido a la isla la riqueza del desastre. Lo peor es que el proceso regulador del desastre nos ha obligado despreciar lo que éramos antes de María. Esta demanda de afuera por tirar es también una condición indispensable para “visualizar el espacio” y liberar el saqueo con el fin de crear una “nueva normalidad” de acumulación de riquezas y de favoritismos por ella. La acumulación de riqueza por medio de las ayudas federales es un negocio antagónico que repercute en mayor desigualdad. Los invitados a este banquete de mezquindad crean una cloaca cuyo fondo toca una brutal cultura materialista y egocéntrica. Los dineros dedicados a la recuperación generan más fraudes y más miserables monumentos al capitalismo del desastre. Tomás Moro dijo: “El hombre es el lobo del hombre”. Es decir que la recuperación de María se come al que más sufrió el impacto del huracán. Cuando el lector se adentra a fondo del libro de Klein, concluye que FEMA y nuestro gobierno nos convirtieron en un casino de miserias humanas. Sin embargo, a pesar de los pesares, la doctrina del “shock”, como apunta Klein, ha tenido una tremenda respuesta en Puerto Rico. De manera que la transparencia del mal, el fraude, la incompetencia y la desigualdad son reveladas en este libro. La respuesta oficial al desastre introdujo más neoliberalismo elevando más la injusticia en la sociedad puertorriqueña del siglo XXI. Cuando regresé a Boston con mucho pesar, me sorprendió la muerte del don Rubén Soto, una queridísima persona veci-

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no del Viejo San Juan. Antes de morir, él me contó muchas historias de lo que hizo la gente para salvar sus vidas y sus propiedades. También, me dijo que por experiencia propia le costaba que la política partidista del desastre seguía apretando duramente a los puertorriqueños. “El país fue militarizado” me dijo con mucho dolor. Me contó que José no tuvo la misma suerte, el humilde guitarrista que tocaba boleros en la placita del Hotel Convento, murió poco después del azote por la escasez de medicamentos. En la página 60, Klein escribe lo siguiente: “Entonces, llegó María. Y con ella, esas mismas políticas que se habían rechazado volvieron rugiendo con ferocidad de categoría 5”. Las palabras de Naomi Klein me resonaron al oído como si fueran las mismas palabras agónicas que oí decir de don Rubén Soto en una de esas noches despejadas del Viejo San Juan. Es cierto que cada puertorriqueño ha perdido un amigo cuya vida fue cortada por la barbarie de la recuperación y aún son múltiples sus crímenes. 3 La anexión la pasa bárbaramente con el capitalismo del desastre. La colonia ha tenido muchos fatales procesos los cuales nuestros historiadores y economistas dan cuenta de ello. Y hoy inmersos brutalmente en el más reciente experimento del capitalismo se quiere aniquilar la parte más hermosa de los puertorriqueños que es el amor a la isla, nuestra solidaridad y la identidad que gozamos. El señor Rosselló es el “comisionado” del nuevo experimento y gestiona cada día que nuestro patrimonio e identidad puertorriqueña se conviertan en un cuerpo histórico muerto sin que tenga relevancia con el presente ni con el futuro. Este perverso experimento es fuente de enriquecimiento, de ambiciones anexionistas

cuyo fin es apuntarle más fracasos a nuestro tejido histórico, lingüístico y colectivo. Sin tomarse precauciones, sin tomarse el parecer de los boricuas y, aprovechando la holgura que genera el desastre, el gobernador Rosselló aprieta hasta el fondo el pedal para acelerar más la máquina de estadidad. Los despojos materiales y humanos que dejó huracán María son el combustible que hoy aviva la anexión de Puerto Rico. Desde los comienzos del ensayo de la periodista canadiense Naomi Klein, nos informa de otros protagonismos más alternativos inmersos en tierra adentro. Desconfiado de la política partidista, el pueblo mismo ha buscado otro lado más afincado con los orígenes, más autónomos y con intereses patrióticos para ampliar soberanías después de María. En las actuales circunstancias el gobierno se ha aproximado con el oportunismo de beneficiarse de la recuperación. Mientras que las organizaciones alternativas muestran una determinación que ha patriotizado la catástrofe, la esperanza y la resiliencia. La gente a pie, los docentes, los universitarios, los líderes comunitarios y hasta los científicos del país son los que han marcado el camino a seguir y son los campeones vigilantes del patrimonio nacional y, además, son los defensores del bien común entre los puertorriqueños. Tarea que el gobierno no ha intentado hacer por sus propios méritos. Este giro del pueblo no es para menos porque la colonia es actualmente un resumen de recetas y estadísticas que trazan su fracaso desde hace décadas atrás. El sufrimiento en los campos y barriadas en Puerto Rico ha hinchado las barrigas de los inversionistas americanos. Viendo las cosas tal y como son, se diría que la isla está destinada a desaparecer por las frecuentes tempestades o por el aniquilante aspecto siniestro del colonialismo. La

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prolongación de la tempestad ha beneficiado mucho a los seguidores del colonialismo. Tanto la geografía, el calentamiento global y la historia colonial misma nos están sacudiendo sin pausa ni piedad alguna. Y aún hay quienes anuncian más catástrofes como si Puerto Rico hoy fuera una isla maldita condenada a fracasar. Pero la mayor catástrofe es el miedo que nos hace sentir que todo se desmorona a nuestro alrededor. La isla del bienestar se nos acabó porque nuestro progreso era una apariencia. La dependencia indigna y el desmedido beneficio propio son malas alianzas. Los puertorriqueños tenemos que dejar de actuar movidos por el miedo, después de María hay que ya empezar a sembrar soberanías y civismo. Naomi Klein nos muestra que se está sembrando soberanía y civismo en tierra adentro y es ahí, nos dice, donde se encuentran las fuerzas legítimas que podrían cambiar el giro del “shock”. La gente con sus buenos líderes buscarán tener el país en sus manos. Klein llegó a Puerto Rico en enero del 2018 por invitación de los profesores de la Universidad de Puerto Rico. En su recorrido por la isla tuvo oportunidad de hablar con los estudiantes, entrevistó a políticos, a líderes comunitarios y, sobre todo, presenció directamente la magnitud socio-económica del impacto del huracán María. Para Klein la isla ha sido centro de un perfecto ejemplo de la ejecución casi-militar del capitalismo del desastre y, desde luego, la población ha tenido que tolerar más a un estado colonial vengativo. Los trabajadores asalariados y los pensionados son estrangulados por las políticas de austeridad las cuales son consentidas a sabiendas de sus daños. La Fortaleza, la mansión colonial, hoy día está ocupada por un devoto partidario de la privatización de todos los bienes públicos del

estado y lleva una campaña de desmantelar las reivindicaciones jurídicas y laborales de los trabajadores y profesionales puertorriqueños. La Fortaleza es la oficina principal del capitalismo del desastre en la isla. El primer ejecutivo ha criminalizado la sociedad civil, además, de que ha incapacitado el bienestar general en toda la isla. Naomi Klein nos regala un libro sobres lo que vio, lo que quedó y nos relata sobre los diferentes ángulos que ha tomado la recuperación después de María. Hablemos un poco ahora de los ángeles que han bajado de los EUA a Puerto Rico y que aparecen en el texto, La batalla por el paraíso. 4 Los ángeles del capitalismo del desastre. Veamos que después de María se introduce en el escenario de la catástrofe unos nuevos profetas de la recuperación que forman parte del neocapitalismo. Llegan a la isla dotados de conocimientos en “potenciar la economía”, un credo para el gobierno y la cultura oficial del desastre. Los nuevos ángeles se proclaman salvadores de Puerto Rico y se autodenominan como puertocriptos. Estos angelitos se aprovechan del río revuelto y de la quiebra de la economía o de cualquier otro cisma. Los criptorrican fueron los primeros rescatistas mercantilistas en responder al llamado de la Fortaleza. Y se les ha dicho que Puerto Rico es una tabla rasa para las oportunidades neo-liberales. Estos “emprendedores” han llegado a la isla como aliados del gobierno y traen un “entusiasmo filantrópico” que es contagioso ya que vienen a socorrer al país con el milagro de la criptomoneda. Esta atrevida generación de alquimistas cibernéticos tiene mano libre para convertirse en los máximos protagonistas del progreso en un escenario de crisis y desastre. Los nuevos piratas del Caribe, como acostumbraban los pirata y les fascina sa-

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quear los tesoros de las islas, rehúsan pagar impuestos, echan mano inmediatamente a los inmuebles y a los recursos naturales de interés turístico. Ellos no conocen límites dónde se instalan sus empresas. No les cuesta nada chantajear a la población, hacen yoga para relajarse y se creen superiores porque traen el cripto-oro. Hace cinco siglos que los conquistadores amasaron grandes fortunas intercambiando espejos y otras chucherías por pepitas de oro que les daban los aborígenes. Los cripto conquistadores también intercambian espejos donde pueden mirarse las víctimas del huracán María. Gracias a la hospitalidad de la víctima, los cripto aventureros invaden la isla del encanto apropiándose de todo objeto de valor. Ya instalado en el territorio del desastre comienzan a predicar un nuevo “destino manifiesto” con manos de seda. Muy inquieto con este tema se me ocurrió llamar a un amigo estimado y le conté del libro de Klein sobre Puerto Rico y le pregunté si sabía de la banca de la criptomoneda que se mencionaba en el texto. El amigo me contestó con mucho conocimiento del tema y para mi sorpresa me dijo que su hijo de 17 años era uno de ellos. Me quedé sin aire pensando que una gran mayoría de los inversionistas del cripto dinero son aún adolescentes de colegios y de universidades americanas. Y pensé que estos adolescentes llegan a la isla a jugar con el desastre, a mejorar su español durante una excursión que en América llaman “field trip”. Me acordé que el gobernador Rosselló es también un adolescente de la criptocracia y un graduado de MIT. Si te das un paseo por el Viejo San Juan, por el Condado y por Santurce vas a ver en acción a los cripto inversionistas interactuando con los vecinos como si nada. Están entre nosotros. Nos rodean.

Conocí en el Viejo San Juan a uno de estos embajadores del despojo y del trauma del “shock”. Vestía con un sombrero de Panamá, tenía unas espectaculares gafas oscuras de sol, vestía pantalones caquis cortos, una camiseta etiquetada con los emblemas de la calle San Sebastián y también andaba con unas chancletas playeras. En su cuerpo había instalado un súper imponente iPhone que lo mismo ordenaba un café que una línea de crédito. Además, era un navegante de las redes sociales y le daba igual tener una conversación con los jefes en California o bajar una plataforma que traduce al inglés el rápido español de los puertorriqueños o cualquier otro idioma. Era un clásico cibernauta que llevaba una consistente vigilancia de sus inversiones en la cripto economía. El cripto-explorador estaba sentado en la glorieta de la Plaza de Armas como una paloma esperando por la comida. Son estos jóvenes empresarios de nuevo cuño que comparan notas y planes con otros de igual calibre en Nueva York o la Florida. El chico se veía satisfecho, súper privilegiado por estar dotado de antemano de incentivos económicos que no disfrutan los isleños. Mientras tanto, los parroquianos de los adoquines se quejaban que los cripto-tipos se habían comprado medio Viejo San Juan para dormir. Entre la calle Luna y Sol, los criptopositivos se la pasan bárbaramente y gratifican aquí sus éxitos consumiendo “gasolina” acompañada de fritangas criollas. Ellos aspiran a la transparencia de sus acciones “visibles” y prometen estilos democráticos cara a cara con los “residentes”. Hasta pueden mostrar su integridad pasando una siesta en una hamaca típica. La tradición, los criollismos y los símbolos patrios no los intimidan, por el contrario, piensan que son válidos emblemas que aprovechan

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para desplayar a los vecinos de Santurce su visión global de la comercialización digital de la isla. Les gustan los protocolos, les gusta que otros hablen y participen pero son irreverentes. Se ofenden con las narraciones de luchas de resistencias sociales y de patriotismo del cual no se sienten carentes. Justamente ese es el Talón de Aquiles de los criptorican. No les hablen de historias nacionales porque no creen en el pasado, ni de ilustres patriotas como don Pedro Albizu Campos. No saben de modelos de producción, ni de las luchas de los trabajadores, ni de huelgas universitarias, ni de rescates de terrenos ni de las escuelas cerradas, ni de nuestros miles de refugiados ni de protestas civiles contra la políticas de austeridad. Los cripto pensadores visualizan un nuevo país, que no es el suyo, de manera ficticia, sin historia, sin poesía y sin conflictos amargos. No oyen al que se queja y el que defiende lo suyo es un “desmotivador” y quieren que todos por igual sean resueltos “emprendedores” y “exitosos” capitalistas. La justicia social no es algo que le apasione a la criptoconsciencia. Son inversionistas satisfechos y alegres. Traen un culto al futuro y estiman que la isla recuperada a instancias de ellos será un mejor país para atraer consumidores globales. 5 Recientemente me llegó a mi cuenta de “Facebook” un video de una cripto asamblea que contaba con los vecinos del Santurce. (Consulte Foreign Corresponden, FB. 23 de julio del 2018) Los vecinos originarios escucharon con atención el optimismo inmejorable de la cripto delegación encabezada nada menos que por el cripto magnate Brock Pierce, un millonario “hippie” que quiere transformar Puerto Rico. Todos los convocados parecían rivales cono-

cidos que sabían muy bien lo que defendían y todos eran jóvenes marcados por la misma generación pero con diferentes abordajes y puntos de vistas sobre el futuro de Santurce y de Puerto Rico. La confrontación era clara entre los de aquí y los de allá. Era un partido entre criollos y yanquis. El mensaje de los cripto bucaneros era parejo y bien recitado con un entusiasmo de “América para los Americanos” y estaban “entusiasmados” con la isla destrozada. Por lo tanto, les interesaba mucho ocupar un sitio importante en la reconstrucción agarrando el futuro de Puerto Rico por el camino limpio y sin trabas para “autorrealizarse”. Son transparentes y “exitosos” egocentristas porque el tiempo es dinero y las oportunidades que le ofrecía el huracán María era halagadoras pero no eran para siempre. De modo que, ellos actúan rápido y quieren decir su “story” de que son los únicos protagonistas para “potenciar” un desastre natural. Vienen a compartir “share” su historia de éxitos en tiempos de fracasos. Ellos buscan que le den un “like” a la prédica de logros inversionistas con un sujeto en condiciones de precariedad. Ellos no hablan de consecuencias negativas en donde están afincados con su bolsa de valores invisibles. Pero los paisanos que asistieron a este “conversatorio” anunciado no eran unos tontos. Ellos conocen sus intenciones lucrativas y entienden bien el vocabulario del cripto lenguaje. Para la incomodidad de los cripto filósofos, los jóvenes atrevidos e inteligentes de Santurce, tienen su propia historia y también quieren compartirla y son capaces de luchar y dar el todo por el todo por ella. En el cripto conversatorio, los jóvenes de aquí no le dieron un “like” al criptomensaje. En fin fueron considerados como unos disidentes y de radicales por la cripto delegación. En el video, los jóvenes puertorriqueños ven las cosas de manera distinta y están más del

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lado del desgastado país. Los de aquí usan la historia como arma y no se inmutan en el debate y le dicen unas irrefutables verdades a las incrédulas criptocaras. Sin embargo, los de allá no muestran ni una chispa de vergüenza, afirman sus convicciones, no claudican a su destino evangélico y para evitar humillaciones prefieren irse a otra parte que los reciban sin protestas. Al final del video uno de los criptocabecillas acusa a los criollos de ingratos. Los chicos de la criptomoneda se sienten inmunes a todo adversario y calamidad propia. Y son expertos en sacar beneficios donde los llaman y poco les importa los sentimientos y las denuncias del que sufre las políticas de austeridad. A los jóvenes de aquí la historia les ha enseñado atacar al que venga a la isla a disfrutar de su sufrimiento. Para los de aquí la justicia social y la soberanía tienen valor e importancia. Nuestros jóvenes tienen voz propia, representan la nueva izquierda del siglo XXI, que está rotundamente en contra del colonialismo y del capitalismo del desastre. Además, son militantes de los derechos humanos, defensores de los recursos naturales y atacan todos los día la Ley PROMESA. Ellos son una generación crucial que en estos momentos están sacando la cara por el país. Están dotados de un nuevo activismo muy diverso que asume diferentes tareas soberanistas. Ellos son estudiantes de las escuelas públicas, docentes, universitarios o líderes de organizaciones comunitarias, nuevos agricultores y trabajadores del medio ambiente. Y no pasemos por alto, la enorme contribución de la diáspora solidaria a la vida puertorriqueña, hacedora y militante. Ellos están muy atentos de sus hermanos en la isla y, sin duda alguna, se han ganado un lugar importante en nuestra realidad particular de este siglo.

6 El gobernador Rosselló es parte de estos dulces mercenarios de la criptomoneda que han invadido el paraíso en conflicto. En una ocasión dijo que Puerto Rico después de María es “un lienzo blanco”. En otras palabras que la isla hoy día es “tabla rasa”, por lo tanto, los puertocriptos tienen licencia para hacer lo que le den ganas. Cómodamente el gobernador ha vendido la isla a estos milenios californianos y ellos nos han puesto la etiqueta de “cripto Island”. En la primera parte del libro de Klein describe a Puerto Rico como “un oasis solar” o como una “batalla por el paraíso”. Los californianos de la criptomoneda son expertos en la macroeconomía y el gobierno local los protege manteniendo el fracaso calculado del país. Mantener la isla en las ruinas es la condición propicia para los inversionistas de todo tipo. Veamos. El gobierno del PNP insiste en crear fallos en las instituciones públicas y del bien común. El patrimonio nacional y las instituciones que sirven al país son tratadas intencionalmente como mercancías de intercambios. Las instituciones públicas son saboteadas, acortan su vida y las quieren matar para obligarlas a degollarse con la privatización. Parece ser que la vida en nuestra isla está planificada para que falle. Durante los meses después del huracán María, las políticas del gobierno estaban dirigidas para que los puertorriqueños no tuvieran recuperación ni mucho menos bienestar alguno. El desastre es lucrativo y había que prolongarlo aunque murieran personas por la falta de servicios vitales. Había que desanimar cruelmente a la población y ya sabemos que decenas de miles puertorriqueños han abandonado la isla. Ser refugiado se convirtió en un lucrativo negocio para las

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empresas americanas involucradas en este éxodo humano. De esta lectura también se sacan muchos paradigmas del desastre como los siguientes: Que en los desastres naturales y políticos los daños los tienen las empresas y casas de los ricos y los pobres no tienen daños y nada por recibir. De la experiencia post María se aprende que la miseria no es mala para la inversiones solapadas y lucrativas. Que la publicidad es más importante que la ayuda a los necesitados (en el día de hoy aun siguen saliendo noticias de vagones repletos de alimentos ya podridos que nunca fueron distribuidos a los necesitados). Otros paradigmas son los siguientes: las condiciones de desorden y confusión son aprovechadas por el canibalismo inversionista. La caída de la economía durante el desastre no se debe detener para que la población sufra hasta el último dólar enviado por FEMA. Los números más importantes se cuentan en millones de dólares y no en miles de víctimas. Anunciar falsas soluciones optimistas es más importante que la cooperación y la solidaridad. Que los problemas sociales favorecen más si son “visibles” y desfavorecen si son resueltos. Y no menos importante es el paradigma, de que siempre se debe sospechar de lo grandilocuente, Unidos por Puerto Rico fue un fiasco de la filantropía controlada por las empresas privadas. Este me gusta mucho porque los pequeños esfuerzos demuestran que son más constructivos y aportan más que los proyectos de “impactos” del gobierno con “mucho ruido y pocas nueces”. Casa Pueblo, una organización sin fines de lucro que ya existía antes del huracán, hizo muchísimo por su municipio y ha asistido a muchas familias con muy poco. En Casa Pueblo la patria es buena salud, buena educación para todos, soberanía y

solidaridad mancomunada. El egoísmo que persigue el lucro duele y nunca soluciona nada por las buenas. Klein cuenta en su relato como se establece una cocina comunitaria en el barrio Mariana de Humacao y otro proyecto que mencionó fueron las brigadas de recogidas de escombros para normalizar el vecindario. (p. 74-75) Es relevante decir que todas estas iniciativas se establecieron efectivamente sin la intervención del estado adiposo y mayormente dedicado a hacer un inventario de camiones, vagones, ejecutivos, ascensores de la crisis, cadenas de TV y entrevistas. Los escombros y el hambre que creó María fueron un súper banquete para muchos incapaces de entender las vicisitudes postMaría. El desastre de la tormenta generó un turismo de la calamidad que aún genera intereses individuales. El país lo cubrieron de toldos azules, el color elegido para un Paraíso inventado indecentemente. Klein en su viaje a nuestro desastre interroga a los protagonistas y quiere saber de qué lado está la esperanza y la recuperación de la isla. Hay que leer el libro para enterarse de quiénes fueron los verdaderos héroes de la recuperación inmediata post-María. 7 Inconmensurable año del huracán María. El cuadro de miseria social contra los habitantes de la isla ya existía y caminaba a toda marcha antes del huracán María. La realidad abre los ojos y es campeona de toda reflexión. Toda esta infame historia fue recibida por el huracán María el 20 de septiembre. Las 24 horas que duró la tempestad convirtió a la isla en un gigantesco escombro socio-económico y por meses nos convertimos en la población más desamparada e impotente del Caribe. La magnitud de los daños fue tratada sin prontitud ni

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conocimiento. El gobierno anexionista manejó la crisis con absoluta ineptitud con la intención de añadir un escalón más a la anexión de la isla. Los intereses lucrativos y político partidistas han surgido de las sombras de María y las ganancias particulares obtenidas de la desgracia fueron un espectáculo bochornoso. Sabemos cómo empresas y proveedores abusaron de los precios del agua y de los alimentos, los generadores de electricidad, los medicamentos, de la gasolina y del éxodo de miles de personas al exterior. Y ellos se pasaron por alto la terrible emergencia y ante la furia del pueblo fueron irreverentes porque mantener la especulación de la economía de mercado fue más importante que la necesidades básicas de la familia, la justicia y la hospitalidad. El desastre capitalista estima que hace “más bien que mal” por tanto ese “dejar hacer”, la libre voluntad empresarial, se va por encima de las leyes y la moral. Al mismo tiempo que leía La batalla por el paraíso, compartía mis reflexiones con mis paisanos del Viejo San Juan. Muchos ya habían leído el librito de 92 páginas. Y la mayoría coincidían con los hallazgos de Naomi Klein. Sus libros se han traducido a más de 30 idiomas y su renombrado estudio sobre “La teoría del shock” sirve de subsuelo para ejemplificar a Puerto Rico como experimento colérico del capitalismo del desastre. Nadie puede negar que nuestro país ha sido un calculado proyecto colonial donde el neocapitalismo se ha expresado con toda brutalidad y en donde las corporaciones americanas se les ha permitido jugar con nuestro destino histórico y natural. Le mostré el pequeño libro a mis paisanos y como dije antes muchos lo habían leído ya. No es obligatorio estar en desacuerdo con Klein –me comentó un funcionario jubilado– pero es ciertamente admirable que

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ella estuvo aquí, camino el país e informó al mundo la gravedad del desastre que ocultó el gobierno. Y algunos me decían repetidas veces lo siguiente: “Los de afuera estaban mejor informados de la crisis que nosotros mismos”, “el gobierno se lavó las manos como Pilatos y fue política barata lo que ofreció como respuesta a la crisis. María fue un gran negocio publicitario para Rosselló y su corte. Todos perdimos algo con María, propiedades, amigos y familiares”. Me daba cuenta que las cosas se ponían muy tensas en el debate con la simple alusión a María y al gobernador Rosselló. En la agradable charla mencioné la impagable contribución de la Casa Pueblo en Utuado. Esperaba una respuesta adversa a Klein, sin embargo no fue así. Resumo aquí un poco el malestar que expresaron: “El gobierno de por sí no contribuyó desinteresadamente a nuestras necesidades. Las ayudas del gobierno fueron tardías y eran un dolor de cabeza recibirlas. Ante la multiplicidad de escándalos y propaganda partidista surgió la indignación del pueblo en general contra la respuesta fraudulenta del gobierno. De inmediato surgieron de nosotros los puertorriqueños otra manera de pensar, organizar y concretar soluciones para cambiar el monumental desastre que dejó el huracán María. De Unidos por Puerto Rico opinaban lo siguiente: Esa organización fue un grupo de riquitos del PNP. La presidenta era la esposa del gobernador quien representó al pueblo de Yabucoa en el concurso de belleza Miss Puerto Rico. Yabucoa fue uno de


JUAN CASILLAS ÁLVAREZ La batalla por el paraíso de Naomi Klein y mis memorias de tristeza y de esperanza

los municipios más afectados por María y hasta el día de hoy no han recibido ninguna ayuda de Unidos por Puerto Rico. Ahí lo que habían eran intereses creados. Mientras tanto, aún en la última semana de julio de esta año en curso, un grupo de voluntarios encabezados por la maravillosa Betsy Collazo se reúnen todos los sábados en Río Piedras para empacar víveres que son enviados a familias que no se han recuperado del desastre. “Relief4PR.org” sigue con mucha más dedicación que nunca ayudando a los municipios de Yabucoa, Aibonito, Patillas y Humacao. Su labor es extraordinaria y buscan de más voluntarios. Y el país se pregunta ahora mismo a dónde se fueron los cuarenta millones de dólares que recaudaron Unidos por Puerto Rico. El último sábado del mes de julio me uní a un grupo de voluntarios dirigidos por Betsy Collazo y la diáspora. Allí estuve toda una mañana llenando bolsas de alimentos en una atmósfera de generosidad contagiosa. Debemos estar muy agradecidos de muchos voluntarios como la docente Maryke Hoogeveen quien es de Holanda y es una enamorada de Puerto Rico. Con sus estudiantes de “pre-escolar” en el estado de Colorado y los padres han organizado más de una campaña de ayuda a las familias perjudicadas con el pasado huracán. Me dijo en una ocasión que sus estudiantes pensaban que ella era puertorriqueña. 8 La conversación con mis estimados amigos se extendía siempre hasta la medianoche, algo normal para los residentes del Viejo San Juan, quienes siempre tienen mucho que decir sobre la historia y la poesía de la ciudad. Algunos de los siempre despiertos del Viejo San son: Miguel Santiago,

Robert Millán, Luis Alonso Arana, Sylvia Vázquez, Evelyn López, Ignacio Jiménez y su esposa venezolana. Aún la furia de María saca lágrimas y están las venas abiertas de las víctimas y el dolor no ha encontrado cura porque estos vecinos saben que todo boricua perdió algo importante y generoso en sus vidas con el huracán María. Un conocido de la diáspora me dijo: La batalla por el paraíso debería ser una lectura obligada de todos los puertorriqueños. En eso que chiquilla me ruega que le preste el libro y ni corto ni perezoso se lo entregué y hasta el día de hoy no la he vuelto a ver. Más tarde me hice de otro ejemplar con la satisfacción de saber que las ventas del libro serían donadas al JunteGente. Klein nos dice que a raíz del desastre dio lugar un nuevo perímetro fuera del alcance de los políticos, más solidario y más efectivo que las instituciones gubernamentales. Mucho más se amplió el entorno no-oficial con la cooperación y el apoyo mayoritario de la diáspora puertorriqueña en los Estados Unidos. Más sumando los activistas de aquí, se crearon nuevas vías de colaboración para salir de la destrucción inmediata del huracán. A través de la lectura podemos darnos cuenta de cómo emergió una coherente visión para trabajar la crisis y salvar las vidas de muchos puertorriqueños sin énfasis en la intervención de la tradicional política partidista. De las secuelas de María aún hay mucho que decir, pero lo cierto es que el huracán desata mucha ira contra el gobierno. María dejó laceradas muchas carencias de miles de refugiados puertorriqueños forzados a trasladarse a los Estados Unidos. En cambio, María nos dejó prodigiosos momentos de solidaridad y optimismo que fueron posibles después de “shock” de la tempestad mercantil. Y aquí me siento obligado a

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mencionar los versos famoso en Heraldos Negros del peruano César Vallejo: “Hay golpes en la vida yo no sé. /Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras/ en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte”. Los peores golpes son los deliberados y después de María muchos quisieron comprar la esperanza y la recuperación con el abuso y el dinero. Pero los audaces eligieron el camino de la recuperación con la solidaridad de todos y con esfuerzo propio organizado e inteligente. Las comunidades organizadas, el trabajo voluntario y las pequeñas soberanías de cultivos, las ecológicas, las de salud y las educativas fueron las responsables de inventar alegría y esperanza contra el oportunismo, la indiferencia y los buitres. En Puerto Rico, justamente a un año del desastre, sus propios habitantes afirman que el principio de la recuperación ha estado marcado por la participación abnegada y el activismo cívico de individuos y de agrupaciones no afiliadas a la empresas públicas o privadas. Los puertorriqueños de tierra adentro sabían que contar con el gobierno era una diligencia frívola porque les prometían un futuro mejor que nunca llegaba. El gobernador Rosselló se echó a sus hombros para sí mismo toda la recuperación de la magnitud del desastre de María como si él fuera un “cowboy del oeste americano”. Fue un grave error político porque no tomaba en cuenta que la catástrofe tenía un peso superior a la política partidista y a su egocentrismo “visible”. Juntos el desastre y restauración eran un peso superior al oportunismo de empujar la anexión de Puerto Rico durante el desastre. Por otro lado, la necesidad de salir de la devastación que hizo huracán el María estaba por encima del neoliberalismo. Impulsar la estadidad y el abuso del mercado fueron las prioridades del

gobernador durante y después del desastre atmosférico. Es vergonzoso que antes de dar un paso hacia adelante el gobernador sigue cayendo de rodillas por no tener fuerzas suficientes para estar del lado y junto al pueblo que lo eligió. El gobierno anexionista ha convertido a Puerto Rico en una tumba para los puertorriqueños. Naomi Klein viajó inmediatamente a Puerto Rico durante la crisis tropical y después nos regala un hermoso relato solidario extraído de su visita a muchos lugares destruidos por el huracán. El capitalismo del desastre nos impide respirar unidos, construir unidos y recuperarnos unidos y libremente. Naomi Klein, gracias por estar del lado de los buenos puertorriqueños que dicen que “es obligado recordar”. En las elecciones próximas recordemos las pérdidas, recordemos las manos generosas y la alabanza a la liberación que podría traernos el huracán María. Y como el ave fénix levantémonos entre nuestras propias cenizas sin lastimar nunca a un solo puertorriqueño.

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ZOÉ JIMÉNEZ JIMÉNEZ CORRETJER CORRETJER ZOÉ Bajo el lente Gestalt:Exégesis La casa2deSegunda la formaÉpoca de Joserramón Meléndez

Bajo el lente Gestalt: La casa de la forma de Joserramón Meléndez [literatura-psicología-crítica literaria]

M

ás allá de una semiótica de la forma, el libro de Joserramón Meléndez, dibuja una línea fronteriza entre la visión totalizante de una realidad y la suma de sus partes. Su libro es más bien una casa, una configuración que se percibe a partir de la construcción poética. En ella, los principales fundamentos de la percepción fecundan la simbiosis de un espacio que se convierte en la nación de la palabra y del pensamiento. En esta investigación me propongo discutir algunos aspectos de La casa de la forma desde el lente del modelo alemán Gestalt que nos ilumina la visión del poeta y nos ayuda a sumergirnos en la complicidad de su sistema poetológico. Veremos cómo algunos de los principios de la psicología Gestalt pueden servirnos para establecer parámetros de análisis en el marco de la creación conceptual de la poesía de Joserramón Meléndez. Esto es así porque tanto en el modelo Gestalt como en las teorías de cognición poéticas, encontramos vertientes que enfocan los procesos creativos, la formulación de las imágenes, los procesos

lúdico-poéticos, y el uso del lenguaje como órgano mental, entre otros. No debemos descartar la aplicación lingüística a la que nos remite Meléndez en su libro y que desde un punto de partida cognitivo, refuerza la teoría de los procesos de pensamiento que ocurren en la mente del autor. Por “poética cognitiva” nos vamos a referir al concepto acuñado por Reuven Tsur en los años 80’ para describir una fenomenología conceptual entre la impresión lingüística de los textos literarios y los procesos metacognitivos del escritor. En su libro Toward a Theory of Cognitive Poetics, Tsur describe estos procesos sistemáticos en las estructuras de los textos y sus efectos de percepción. En ellos alude también a la construcción gestáltica del espectro psicológico que se incluye en los textos que analizó. La relación entre el lector y el texto va a determinar bastante el efecto literario y su composición. Esta visión interdisciplinaria de la concepción artística, desemboca en un afluente de perspectivas que inducen a una integración de análisis psicolingüístico y científico, entre otros, porque explora ese

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intento de búsqueda entre el lenguaje y la forma inherente en los procesos de información humana que nos explica Tsur. Partiendo de este concepto, la mirada hacia La casa de la forma toma matiz semejante en el que no podemos dejar fuera estos procesos metacognitivos que se producen desde una óptica consciente en el poeta y que desembocan en el objeto creado, en su totalidad, en la obra de arte compuesta y parafraseada, fundamentada e intertextualizada, cimentada y bien pensada por Meléndez. De aquí, que el basamento teórico de Tsur, nos sirve para constatar que esas cualidades percibidas, forman parte del concepto de totalidad y de una estructura fija y concreta creada con intención. La poesía que encontramos en La casa de la forma puede ser estudiada si entendemos que cada una de sus partes, también constituyen una totalidad consciente. Pero esta perspectiva no se queda únicamente en la visión poética cognitiva, sino que elabora, de manera consecuente, aquellos patrones gestálticos que se producen a partir de los procesos lingüístico-poéticos en Meléndez y que constituyen el fenómeno de la cercanía, la contigüidad, la similaridad, la proximidad y el cierre de sus formas. Serán estos principios los que podremos detectar en este texto y podremos identificar de diversas maneras. Para muchos teóricos, los patrones sistemáticos de repetición, la creación iconográfica de la imagen, la palabra y su evocación, forman parte de la estructura de fondo y forma que componen el uso básico de la psicología perceptual gestáltica. En Meléndez tanto el fondo como la forma aparecen entrelazados como esencia de su poética. El material que recogemos en La casa de la forma, no es estéticamente indiferente al significado ni a la intención de creación de un discurso uniformemente creado, pensado

y compuesto por el poeta para definir aquello que habita entre la palabra, sus estilos, su deseo, su intención y su forma. La casa de la forma es el resultado mismo del pensamiento del poeta. Y tanto su producción como el proceso de su pensamiento, también son estéticamente medibles. No obstante, como señala Laurent Dubreuil: “Poetry is thinking. Thus, it is not pre-verbal, pre-rational, pre-logical. Percepts and emotions are there, though not as adversaries, or rivals, to the res cogitans” (68). Podemos hablar de La casa de la forma, como un texto que permite la interpretación poético cognitiva y el constructo del pensamiento psicológico gestáltico. Es evidente que la proyección del poeta por la estructura va más allá que la simple referencia. Por eso, la insistencia del soneto, de la doble conciencia, del aparente exceso de citas, de aquello que retoma y reutiliza sin rehusar su forma ni su referencia textual. De aquí que las primeras páginas, conscientemente construidas con sus manos (porque es un libro artesanal y en sí mismo una obra de arte), sean las referencias que apuntan como agujas sincrónicas hacia los modelos que Meléndez destroza y recompone con conciencia racional, al modo postmoderno. De la misma manera, Meléndez se apropia del mundo ejerciendo esta función; porque las partes insertadas son los ingredientes de su globo textual. Meléndez destaca la forma desde el inicio y la entrada; no niega su preferencia, lo recalca, lo reafirma y lo inscribe en la página, lo subraya en su título, en el canto, en la voz, en los elementos, en las citas, en los intertextos, en los espejismos que crea al glosar sobre sí mismo y sobre su reflejo una variante mitopoética de su realidad. Como expresa Laurent Dubreuil: “Poiēsis is a name I retain to speak of creative mental responses to the

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uncomputable, especially as they pertain to intellection with language” (68). En el caso de Meléndez, su conciencia poética, es parte de la reconstrucción mitopoética inherente a su propio lenguaje. Su poesía es metáfora, signo y símbolo a la misma vez, envueltos en una consciencia creativa del signo lingüístico y de sus propios instrumentos. En su “Casa”, habitan los elementos en partes que componen su estructura. El andamiaje laboral y florido con el que alude y remienda los textos de Baudelaire, de Rilke, de Borges, de todos aquellos que él y la tradición literaria, consideran grandes y que se han grabado en la historia de la palabra sagrada para componer el perímetro de su espacio creativo. En su “Casa” la amada que convive con el poeta es la poesía misma. Meléndez adora sus curvaturas, su sensualidad, el eco de las voces que reverberan en ella, lo que sale de su boca como origen mismo de la poesía hispana. El filo que desgrana esa sangre con la que comulga como si fuera un sacrificio. Poesía con la que el poeta viola y nace, con la que el poeta purga y prodigia. La siguiente estrofa resume los elementos de la concepción poética de Meléndez. Vemos cómo se funden la música y el color, la sinestesia del verbo, el juego conceptual gestáltico de las partes y el todo, los espejismos, la conciencia propia, el eje lingüístico y el dolor existencial. Y el monotono cubre el monocolor para hacerse un entero monotodo –al unísono, en todas partes (¿partes?) el color /enfermizo no parece mirarse sino como un do-

/lor… (La casa de la forma, 34) Desde el umbral teórico de la poética cognitiva, el análisis de la forma y el fondo es compatible con el modelo gestáltico y el principio de la percepción. En Meléndez, el manejo de la palabra retuerce las imágenes tradicionales y las plasma creando una poesía visual postlingüística, porque va más allá, se sale de sus manos, queda viva y existe, cohabita por sí misma una vez es creada cada imagen; como si tuviera vida propia. Es como si el poeta al morir, dejara su casa para que la habitasen los espejos, los curiosos que entren y salgan por las puertas de su verbo. Es la metáfora misma de la creación envuelta en una formación de la conciencia humana, de los procesos de construcción cognitivos y referenciales. En La casa de la forma podemos experimentar con la percepción y por la percepción; podemos configurar el mundo con significados totales en donde el poeta, recompone su palabra bajo una óptica estética y filosófica, lingüística y psicológica, que va a repercutir en movimientos distintos, en ejes circulares, que el receptor va a percibir. De aquí que este movimiento se convierta en un juego, en la acción del “phi” que definió Max Wertheimer cuando habló del movimiento aparente en la perspectiva Gestalt. Toda su poesía es movimiento, emerge en relación de elementos, palabras, conceptos, metáforas; y ese movimiento es el meridiano mental que orbita en la poesía de Meléndez. La casa de la forma, cumple con el principio de organización, la llamada “Prägnanz” o Ley de la buena forma Gestalt. Meléndez juega con las ambigüedades adoptando “la mejor forma” que para él es el soneto con el

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que poetiza y recobra el balance sistémico de sus procesos cognitivos. En este libro, en cada poema, en cada verso y palabra, cohabitan la forma y el fondo; así también el espejismo de esas formas, los juegos referenciales que transitan por cada una de sus paredes, de sus líneas y de la proximidad de los elementos que juntos y combinados proyectan el sentido totalizante, la idea meticulosa de su proceso creativo. Como un juego de cajas interpuestas, Meléndez fija la relación de los elementos, reduce a nuevas metáforas las distorsiones creativas, buscando un resultado simple, compuesto, pero consistentemente metafórico y existencial. Por eso su casa es perfecta como su estructura, porque en el soneto encuentra su “buena forma”. A modo de una ontología gestáltica, el poeta ha logrado cumplir con el principio de semejanza, sin convertirse en el otro. Ha rebasado los límites de la continuidad, sin derivar o convertirse en un infinito evocador como los que invoca. Meléndez agrupa, enumera, enfila conceptos y al mismo tiempo guía al lector por su complejo mundo de reverberaciones lingüísticas. Para Joserramón Meléndez el tiempo es espacio, es existencia, el tiempo existencial es un antitiempo, es un antiespacio, es una existencia espacial (34-5). Su poesía crea círculos, espirales, asíntotas, eternidades trasmutadas, escrituras abiertas y cerradas, conceptos que al convertirse en conjunto expelen una idea de constitución hipotáctica, porque corporaliza su visión de mundo en la palabra y la convierte en un símil de la forma, en un diseño visual y material vivo y conceptual.

En sus poemas leemos las líneas y entrelíneas. Cada verso es un dibujo de la forma en el que las relaciones semánticas constituyen el fondo de un discurso estético y político. Incluso cada letra y fonema comparten la misma intención. (No olvidemos su escritura fonética a modo juanrramoniano). Veamos: (La carrera del lápis comiensa con /tra el mundo. Arriba las estreyas palidesen de /lejos. No se nos cansa el asno de estar /boqiperplejo. Se empoya el sol. Mañana correrá /nuebo el mundo… (42). Aquí el lápiz, dibuja y crea el mundo, pero está contra el mundo en la carrera de la vida, antagonizando el flujo normal del tiempo, de las intenciones de los otros, de una realidad en la que se vive pero se transforma. El asno es el objeto de la inteligencia en oposición. Lo contrario subvierte y crea un opuesto que interpele y cuestiona. Al mismo tiempo, la metáfora de la luz, el conocimiento que empollado, calentado con el cuerpo animal hace nacer el mundo. Entonces visualizamos el huevo de luz evocado del inconsciente como un mito cosmogónico detrás, del conjuro mental del poeta. “Perder es la palabra más cruel de los caminos” (43), dice el poeta. Pero en este libro el poeta, gana; porque todo lo que se escapa, se derrama en los posibles cierres conceptuales del Gestalt que abren las posibilidades de la visión metafórica. El poeta compone, crea. En La casa de la forma el poema y el poeta construyen y el lector completa los vacíos de las metáforas que habitan las sugerencias de

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esos determinados huecos, como si de una poesía cuántica se tratara. El campo perceptual queda definido por sus atenuadas evocaciones, sus atinadas alusiones, sus influencias confesas, sus gritos pendientes, ese cinismo lúdico y voraz con el que expresa sus deseos, o su dolor locuaz. Su palabra juega con la conjunción y la queja, en ese soliloquio… Solilocuás, monoparlante, sólido, monocotiledón, ni dialogante ni duplo ni borás ni altoparlante: qe la soledá estaye como un bólido. (Meléndez, 57) La casa de la forma está compuesta y contenida por una escritura “cheforme”. Porque construye unas imágenes muy propias, llenas de una identidad particular, transformada ya en otra escritura. Su musicalidad puede estar parafraseada, intertextualizada, rehusada y recobrada. Tanto el tono, el juego verbal como su ritmo, pueden estar precedidos por la influencia de otros. Esta escritura es parte de una corporalización poética, un circuito integrado que refleja una naturaleza distinta para poetizar el mundo. Este lenguaje “cheforme”, forma parte del proceso perceptual y psicológico de la forma, puede adherirse al proceso metacognitivo y lingüístico de su construcción poética. No hay desequilibrio cognitivo, sino el resurgir de un sistema de composición lingüística que crea un sistema mental basado en un nuevo equilibrio conceptual que a la misma vez se fija en la experiencia. Todo esto se traspasa al lector. Porque la experiencia de la creación, se expone y se refleja, se retuerce y se multiplica en su propia función. Así es que el lector contribuye a la creación de esa totalidad como recipiente objetal. Arne Naess señala en su ensayo “Ecosophy and Gestalt Ontology” que:

The spontaneous experience constitutes a unity which can, more or less imperfectly, be described and expressed by referring to a comprehensive class of things (entia) (135). Meléndez crea este efecto de experiencia espontánea en el que cada parte es una abstracción del todo. Para Naess en la experiencia espontánea existe una interrelación entre el contenido y la estructura. Señala: Introducing a distinction; concrete content/abstract structure: the spontaneous experiences are the concrete contents and the abstract structures their interrelations (135). Menciono esto porque el poeta está construyendo de manera totalizante un mundo nuevo a partir de su palabra. El poeta trabaja con la estructura y con el fondo en recreaciones abstractas que llegan más lejos que la palabra misma. Recrea la metáfora desde su concepción lingüística, desde sus jerarquías mentales, y su conceptualización de la realidad artística. Ya lo expresó Juan Duchesne Winter cuando dijo que “Meléndez es un autor que trabaja estas complicaciones y paradojas de la gramática de la creación” (47). Y como afirma Dubreuil, la poesía es un constructo lingüístico que opera en algo más que lenguaje(s) (72). Esta pieza, La casa de la forma, constituye, entonces, un objeto percibido y valorado por el lector, revivido por el lector y habitado en concupiscencia con el autor y con todas sus referencias literarias. Se convierte en una obra de arte para contemplarla e identificarse, para visitarla y habitarla. Todas las funciones entran en juego de similitudes y se basan en planos de simetría intertextual. Para Dubreuil “The literary performance of the form is informed by its mental transform” (69). Meléndez nos expone con su obra a una poética del pensamiento.

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El modelo Gestalt nos permite observar La casa de la forma desde un ángulo cognitivo y creativo en donde el autor recrea una retórica interactiva en la que se aprecian ritmos intertextuales, configuraciones, ideogramas, donde el poeta proyecta su campo perceptual y aparece en medio de un Yo intervenido por su ambiente lingüístico, cultural e histórico. Lo observamos en sus poemas “Aireagua”, en “Los sistemas”, “Sonsoneto”, o en sus elementos y formas materiales, su Ars operandi, o su misma estructura y manera de componer el libro. Hasta el propio índice es una guía del autor directamente implicado en el proceso de composición. El libro es un complejo universo de contenido existencial, histórico, y literario. Con su obra, Meléndez presenta una poética de la forma para representar, a partir de su signo y de sus símbolos, el paradigma de su identidad, la casa como su templo mismo, como nación, como estructura de poder en la que el andamiaje completo de su poesía se aplica a la praxis del pensamiento. La casa de la forma es un libro que merece estudios más profundos y formales, su complejidad debe ser estudiada y observada. Amerita mucho análisis riguroso y comparativo. Como las grandes obras, tendrá entretenidos a los críticos en los siglos por venir. Joserramón Meléndez crea un arca intertextual, que a partir del verbo y del soneto, la parodia y el amor, navegan la totalidad constituyente de una existencia poética, pensada y formal. La casa de la forma renace y transmuta en sí misma, hereda tiempos. Hacia esa Casa migran las almas de todos los poetas, de toda Latinoamérica, del mundo y del mismo poeta que construye y se reconstruye desde adentro. En fin, La casa de la forma es la forma del reto intelectual, del destino colectivo que adviene, la

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construcción mental de un mundo poético complejo y divergente que se proyecta, un mundo recreado, descompuesto y compuesto por la metáfora y en la metáfora. Obras citadas Dubreuil, L. (2015). “On Poetry and Mind”. Diacritics 43.1, 64-80. Duchesne Winter, J. (2011). “Noticias de un país que desaparece: ‘Raros’ puertorriqueños de hoy”. América Latina Hoy 58, 31-50. Meléndez, Joserramón (1986). La casa de la forma. Libro de autor. Naess, A. (1989). “Ecosophy and Gestalt Ontology”. Journal of Ecosophy 6.4 134-137. Tsur, R. (1992). Toward a Theory of Cognitive Poetics. Sussex Academic Press. Tsur, R., Glicksohn, J., & Goodblatt, C. (1991). “Gestalt qualities in poetry and the reader’s absorption style”. Journal of Pragmatics, 16 (5), 487-500. Obras consultadas Brône, G., and Vandaele J.. (2009). “Cognitive Poetics: Goals, Gains, and Gaps”. Applications of Cognitive Linguistics, New York. Gavins, J., and Steen G. (2003). Cognitive Poetics in Practice. London and New York: Routledge. Imágenes Págs. 159, 161 y 162, portada, portadilla e interiores del libro La casa de la forma, de Joserramón Meléndez, suministradas por la autora de este trabajo.


NANCY BIRD-SOTO BIRD-SOTO NANCY San Juan o la ciudadExégesis que (no)2 seSegunda repite enÉpoca Simone de Eduardo Lalo

San Juan o la ciudad que (no) se repite en Simone de Eduardo Lalo [literatura-crítica-urbanismo-estudios culturales]

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a temática de la ciudad y sus posibilidades narrativas se han emblematizado por medio de una gama de personajes y acercamientos teóricos. Desde el flâneur en las calles parisinas, ya teorizado por Walter Benjamin, hasta el afamado capítulo “Walking in the City,” de Michel de Certau, desplazarse por el entorno citadino conlleva un acto creativo: el hilvanar rutas-historias que a su vez implica actos o intentos de comunicación, por más fallidos que puedan parecer. La ciudad cosmopolita o metropolitana evoca una gama de reacciones: fascinación, angustia, nostalgia y –como en el caso de la novela Simone (2012) del puertorriqueño Eduardo Lalo– un espacio en el cual se experimentan niveles de aislamiento. Así pues, las experiencias vividas desde los márgenes sociales emergen como elementos clave en el tejido citadinonarrativo que se forja en la novela. Tal como Michel de Certau indica, el caminar por la ciudad comparte los rasgos de un acto enunciativo y comunicativo. Para Walter Benjamin, encontrar el sendero propio no significa tanto como el aprendizaje que requiere la pérdida del mismo (352). ¿Qué sucede, entonces, cuando el sendero

“propio” está matizado por un neoliberalismo rampante en una sociedad sujeta a un complejo entorno colonialista, como lo es el caso puertorriqueño? ¿Es la pérdida del mismo, entonces, el aprendizaje y reconocimiento no solamente de los gajes de la vida moderna/postmoderna en la ciudad sino de las múltiples historias fragmentadas que se entrecruzan en las identidades personales? Como pondera el narrador de Simone, “¿Cuántos años en esta ciudad viendo cómo las historias de otros sirven para hilvanar la mía? (57). El acto comunicativo requiere del otro –el diálogo que comienza “con el otro” como destaca Rosario Castellanos en “Poesía no eres tú”– y ya que Simone es una obra que explora los márgenes socioculturales, sus otros principales van a ser un escritor, una inmigrante china, y una ciudad –que se repite y no se repite– llamada San Juan. En Simone, hay dos personajes cuyos caminos como interlocutores se cruzan en la intersección del aislamiento intelectual de uno y la marginación basada en factores étnicos y de orientación sexual del otro. Ellos son el narrador sin nombre y la inmigrante china Li Chao, quien inicialmente utiliza el pseu-

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dónimo “Simone Weil” para comunicarse con el narrador. San Juan, como el espacio común por el que se desplazan, se vuelve una ciudad-protagonista moderna-postmoderna en su versión caribeña, compuesta por un mosaico o tejido de invisibilidades. En efecto, la capital puertorriqueña se hace personaje protagónico desde su condición simultáneamente moderna y postmoderna. El eurocentrismo de la impronta de la modernidad y las manipulaciones neoliberales de la misma al igual que su implícita postmodernidad, hacen que ambos conceptos coexistan, en especial en espacios como el Caribe, donde lo colonialista y el colonialismo económico-cultural forman parte de sus tensiones identitarias. El Caribe, de por sí periférico, incluso ante las naciones de tierra firme latinoamericanas, contiene tanto sus ciudades modernas-postmodernas como las marginalizaciones que se trazan dentro de ellas. Así pues, en Simone, San Juan es un espacio determinante para las narrativas que forjan el narrador y Li Chao, como también lo es para la manera en que estos se comunican. El propio Lalo confiere que, mediante Simone, “quería escribir una novela en la que [San Juan] tuviera casi el mismo protagonismo de un personaje” (Delgado García & Whitesell 115). Superando esas intenciones, el texto hace de la ciudad tanto el espacio como el personaje que genera las coordenadas para no solamente los intercambios comunicativos y afectivos del narrador y Li Chao, sino también de las intertextualidades que nutren la narrativa. Entre esas intertextualidades se encuentran los fragmentos y apuntes del narrador, los mensajes de “Simone Weil” y las obras de arte plástico que crea Li, elementos que a su vez forman parte de la experiencia citadina. Parafraseando el tropo de la isla que

se repite de Antonio Benítez Rojo, esta obra de Lalo ilustra que San Juan es la ciudad que se repite y a la vez no se repite en la medida en que sus personajes marginalizados tejen sus propias lecturas en sus trayectorias por el entorno citadino. Como parte de un mosaico, cada fragmento –o invisibilidad coexistente– puede aislarse como entidad propia, aunque sumergida en el aparato casi automático de las dinámicas citadinas. Y, en esta ciudad caribeña no todas las (in) visibilidades son iguales. La trayectoria del tratamiento que hace Lalo de lo citadino se hace notar en obras como La inutilidad (2004) y Los países invisibles (2008). En referencia a la experiencia de vivir en París, el protagonista alter ego del autor confiere en La inutilidad: “La ciudad tenía para mí un aura literaria” (84), no sin haber establecido que “La literatura crea hermandades literarias” (37). Mientras, en el texto híbrido narrativo-filosófico Los países invisibles, la reflexión sobre San Juan y Madrid se basa en un vaivén de memorias y observaciones entre una ciudad y otra, según la propia ruta creada por el cronista. Según confiesa, estas son “ciudades de las que no me podré ir nunca, las que dicen he aquí la escritura” (54). Parecería ser que Lalo se ha dado a la tarea de captar a nivel narrativo lo que de Certau plantea teóricamente. Como destaca María Paz Oliver sobre Simone: [...] la caminata dispone la mirada del protagonista para continuamente leer el paisaje urbano como un conjunto de signos dominado por la cultura globalizada que, al igual que los mensajes anónimos, reclama ser descifrado (577). En el caso del escritor puertorriqueño nacido en Cuba, cuando se trata de San Juan en su galardonada novela Simone, el acto de descifrar busca respuestas a dos

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grandes interrogantes: cómo se vive en la capital puertorriqueña como un intelectual y cómo se sobrevive como una inmigrante no-heterosexual. Si la literatura crea hermandades literarias y hay ciudades de las que no se puede partir nunca, lo que Benedict Anderson propone sobre la nación como una comunidad imaginada, adquiere nuevas dimensiones desde la perspectiva de Lalo. Las fronteras geopolíticas se hacen más artificiosas mientras que las fronteras contextuales de quienes viven en los márgenes de su propia cultura se hacen más patentes. Esos márgenes se acentúan en una ciudad como San Juan, aunque no exclusivamente. Según de Certau, la ciudad-concepto es un lugar de transformaciones y apropiaciones, además de ser la maquinaria y la figura heroica de la modernidad (105). En Simone, las trasformaciones y apropiaciones rebasan las conceptualizaciones hegemónicas de la modernidad como lo son los cánones literarios y socioculturales. Carmen Centeno Añeses puntualiza que “las obras llamadas canónicas o escritas por profesionales no son plenamente entendidas si no se analizan en su interacción con las alternativas y periféricas” (25). Adaptando este pensamiento al contexto de la ciudad como entorno común desde el cual descifrar otredades, en Simone no solamente se cuestionan ideas sobre la vida caribeña, puertorriqueña y sanjuanera, sino que también se ofrece un cuestionamiento de cómo la norma se posiciona ante el margen. El propio Lalo señala que con esta obra buscaba “hacer una novela que problematizara la situación de la novela en nuestros días” (Delgado García & Whitesell 116). Sin duda, se problematiza lo totalizador, algo que el narrador aborda cuando se refiere a Walter Benjamin y la idea de que una obra

“dotada de sentido” se compone de “un collage de citas, fragmentos, ecos de otras obras” (53). Estos son los elementos que hilvanan el texto de la obra de Lalo. Simone no totaliza, sino que realza los fragmentos de la ciudad, exaltando los márgenes que la pueblan. Simone es una obra alternativa por su carácter fragmentario y metaficcional. También lo es por su exploración de los márgenes y exclusiones irónicamente contenidas en el entorno globalizado moderno-postmoderno de San Juan. No es casualidad que parte de la tensión que emerge en la obra tiene que ver con desdenes editoriales. Una de las escenas finales de la novela incluye una acalorada conversación entre el narrador, su amigo Máximo Noreña y un personaje llamado Juan Rafael García Pardo, escritor español. Este último, marginando la producción literaria puertorriqueña porque “no sois una república” es aleccionado por Noreña: Lo que no quita que seamos tan hispanohablantes como un español. Además, la influencia del inglés en el Caribe hispano ha sido una constante que en muchas ocasiones se menosprecia o se ignora por purismos. Puerto Rico no es en este caso más que el polo extremo de las Antillas Mayores. (184) A la merecida lección, García Pardo riposta que “En España pensamos siempre en Argentina, en México, en cualquier otro de los grandes países, pero jamás en Puerto Rico” (184). Este intercambio se da dentro de uno de los márgenes sanjuaneros: el espacio de una fiesta entre intelectuales, y cómo en ese mundo se cuecen otredades culturales. García Pardo no pensará en Puerto Rico, pero hay otras personas que sí porque no tienen más sino hacerlo: quienes viven sus realidades cotidianas y quienes se encuen-

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tran dentro del mundo de la migración e inmigración. Por el estilo narrativo y por la dinámica principal entre la figura del escritor y la de la inmigrante, salen a relucir las realidades contiguas entre lo moderno y postmoderno latinoamericano y caribeño. Por ende, se resaltan las fisuras que las experiencias del margen representan en el contexto citadino. Al exponer esas realidades solapadas bajo el artificio de la modernidad y la incredulidad postmoderna ante los relatos fundacionales, se revela la crisis de los seres marginados, a diversas escalas, dentro de un entorno aparentemente homogeneizado como se pretende en la globalización neoliberal. Según el propio Lalo: Tanto Li Chao como el narrador […] son supervivientes, su relación amorosa se da a la luz de ese encuentro entre náufragos en el mar urbano de la capital de Puerto Rico (Delgado-García & Whitesell 117). Este no es el Caribe estereotípico del perenne bullicio festivo y de la hipersexualización de los cuerpos racializados, ni mucho menos el Puerto Rico desdeñado por los García Pardo del mundo literario. En efecto, entre la cotidianidad de la ciudad que se repite en pasajes como el de “una insulsa librería de un centro comercial insulso” y la que a la vez no se repite en el reclamo de “un lugar en el mundo”, el narrador de Simone tiene otras miras y preocupaciones. Por eso declara que “luchar y escribir es lo mismo” (20). Si San Juan es un mar urbano, San Juan es un fragmento compuesto por fragmentos; es decir, es una ciudad aislada en un mar metafórico que, como el Caribe, a su vez excede su condición de aparente limitación geográfica. Contigua a la experiencia individual del momento –e.g. cuando el

narrador dice: “Aquí estoy, sentado ante un café, leyendo un libro, escribiendo en un cuaderno” (33)– se pasea la experiencia simultánea (o compartida en fragmentos) de la soledad. Pintando el cuadro del entorno globalizado de una ciudad moderna-postmoderna, el narrador recalca: “La rutina de la ciudad: la soledad transita por autopistas y recala en gasolineras que abren veinticuatro horas” (40). Esta ciudad llamada San Juan, no obstante, “existía como destino, como punto de llegada para otros” (36). Ese lugar en el mundo del narrador –motivo de curiosidad y fascinación quizás para turistas– es además (o a la vez) lugar de invisibilidad para sus habitantes, para quienes negocian su lugar dentro de la cotidianidad citadina. Uno de los diálogos clave entre el narrador y Li Chao, por lo que permite descifrar de las dinámicas socioculturales de la ciudad en que se encuentran, lee así: –A mí casi nadie me lee –dije. –A mí casi nadie me ve –contestó Li– o si me ven, ven a una china. Pocos pueden darse cuenta de algo más. (97) Es un intercambio fundamental pues el narrador, como hombre intelectual que se siente invisible en su propia sociedad, se enfrenta a la realidad de otra persona, en este caso una mujer inmigrante, lesbiana, intelectual y artística también. Se revela de este modo que incluso en los márgenes hay jerarquías; el desencanto de alguien puede ser un factor en el reclamo de otra persona. Según Lyotard, “La condición postmoderna es […] tan extraña al desencanto, como a la positividad ciega de la deslegitimación” (4). Se podría decir que, por un lado, el narrador vive las consecuencias de la modernidad cuestionada. Por su parte, Li enfrenta la condición postmoderna desde

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un lugar mucho más recóndito dentro de los márgenes de la ciudad. Lo hace, desde sus mensajes con el audaz pseudónimo que ha escogido: Simone Weil, filósofa francesa que exploró temas como el de la amistad y la vida moderna. Es un reclamo de visibilidad a partir de sus coordenadas identitarias y estableciendo las reglas del juego en lo que será su relación erótico-amorosa con el narrador. Así pues, la seducción no se queda al nivel físico, pues es una seducción que más bien busca interpelar al gran espacio co-protagonista de la ciudad de San Juan. Aunque Li y el narrador experimentan una sensualidad que va más allá de orientaciones sexuales, ella sabe que su fragmento dentro del gran mosaico citadino continuará siendo la invisibilidad que se repite de una inmigrante china. Similar pero a su vez diferente del intercambio entre el narrador, Noreña y García Pardo, Li entiende cómo operan las exclusiones en su situación, a pesar de su gran talento para el dibujo. Cuando el narrador le sugiere que utilice mejor papel y mejores bolígrafos, ella sentencia: No cambiaría nada. Incluso le quitaría fuerza. No te das cuenta que estás frente a un anónimo. Li Chao no existe. Una china entre mil trescientos millones de chinos, sin contar los que han emigrado y viven en el extranjero, y entre cuatro millones de puertorriqueños que no se ven ni a sí mismos. Una lesbiana que le dio por perseguir con palabras de otros a un escritor que hoy se lo come el fracaso. (103) Estas palabras punzantes denotan la imposibilidad del poder existir –Li Chao no existe– dentro de diversos mares: sea el globalizado, el caribeño o el urbano. Esos “mares” y/o donde todo se sumerge, se marginaliza o se invisibiliza, exhiben

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“marejadas” que hacen que la comunidad imaginada de la nación, imagine sus propias otredades, no siempre sabiendo qué hacer con ellas. La colonialidad moderna-postmoderna parece arroparlo todo. Curiosamente, el narrador emplea la metáfora marítima al exaltar su relación con Li, no sin olvidarse de la complejidad del contexto mayor: “en la cama nos sumergíamos en una marea en la que apenas percibíamos nuestras siluetas. Aún allí, no quedaban lejos nuestros temores” (11). Por otra parte, es significativo que Li mencione que usar mejores materiales –o hacer su oficio más estándar– es quitarle fuerza a su producción artística. Es un modo de resistir, de buscar lo que no se repite dentro de lo que se repite. Sus dibujos se crean de manera orgánica. Su propio anonimato es clave. Su expresión creativa se asemeja al desarrollo de la relación entre ella y el narrador. Lo que se logra en ambos casos es algo particular dentro del mar urbano sanjuanero que reduce el tedio de la cotidianidad repetitiva. Como confiere el narrador en referencia a su relación con Li: “Negociábamos así […] los rápidos de una sociedad en la que siempre nos habíamos sentido demás” (111). Por supuesto, al ser la ciudad que se repite en su cotidianidad, San Juan adquiere sus dimensiones particulares –las que no se repiten– desde el marco narrativo de la relación entre el narrador y Li Chao. Recorriendo la ciudad en auto luego del intercambio sobre los dibujos y los mejores materiales, el narrador describe: “Las avenidas se habían liberado. […] La cabina del carro nos contenía con una placidez que hasta entonces no habíamos conocido” (104). Como en un fragmento de mosaico, como en una cápsula de visibilidad mutua aunque específica al acto comunicativo de ambos, la ciudad-


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personaje mediante sus avenidas –como metáforas del desplazamiento enunciativo– se libera del tedio rutinario y se abre a un recorrido memorable. No obstante, Simone está lejos de ser una novela amorosa, por lo menos, en su versión formulaica. Li Chao desaparece de la vida del narrador, no sin despedirse por medio de un mensaje en el cual declara que ha “habitado los márgenes sin ser libre” (201). En este además, reconoce haber experimentado una relación de iguales, precisamente por ser ella y el narrador, personajes del margen. Lo sagaz de la novela en su desarrollo narrativo fragmentario-metaficcional es que San Juan, como un subestimado centro cultural del mundo hispanohablante también pertenece al margen. La relación entre iguales, por ende, se da entre los tres personajes principales: el narrador, Li Chao y San Juan. Sus cotidianidades repetitivas encuentran momentos irrepetibles, memorables, dignos de narración, en la interrelación entre los tres. Para concluir, Simone es una novela enfocada en diversos niveles de marginalización e invisibilización, sea la del intelectual, la de la inmigrante o de la la ciudad capital de un país que “no se piensa” (según García Pardo) y de gente que “no se ve a sí misma” (según Li). Así, San Juan emerge como ciudad-protgonista –co-protagonista del narardor y Li– que se repite y a la vez no se repite dependiendo de cómo sus co-narradores incidan en ella. No es casualidad que al final el narrador declare que: “La ciudad era lo que quedaba, el territorio, al que pese a todo, cotinuaba perteneciendo” (201). Como él ya había establecido, su preferencia es por “la lucidez del margen” (174).

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“Mas allá de la travesía” en Terapia perpetua de Pedro López Adorno [literatura-poesía-crítica literaria]

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l más reciente libro de poesía Terapia perpetua (2018)1 del poeta puertorriqueño Pedro López Adorno busca expresar, entre sus temas, el misterioso aspecto de la naturaleza poética, lo que el yo realiza consciente o inconscientemente del acto creativo que personifica en la página en blanco el poema. La escurridiza esencia de afinidades entre el poeta y la realidad inaprensible del poema busca conducirnos al asunto que encierra la estructura del texto, lo que se muestra o quedó oculto o lo que nuestra insuficiencia como lectores no nos permite desentrañar de primera intención. Desde sus comienzos, Pedro López Adorno ha venido elaborando una poesía de confrontación con el lenguaje. El lenguaje en el que nos comunicamos todos los días pero que en el poema adquiere un sentido que trasciende los motivos que lo justifican otorgándole un sentido poético: palabras que se escurren apasionadamente en imágenes que establecen un vínculo entre lo que el poeta intuye y plasma en el poema, y a veces lo que el lenguaje mismo configura como una forma de evasión, como incierta o caótica insinuación. Palabras, intuiciones

y voces que en esencia se convierten en un rasgo personal del estilo y del imaginario que traza el mundo lírico del poeta. En base a esta confrontación con las palabras, y de la sensualidad del cuerpo como relación simbólica con el lenguaje Pedro López Adorno ha construido varios de los rasgos fundamentales de su obra poética. Una obra que hoy día es un referente importante en el marco de la poesía puertorriqueña contemporánea, más aún si pensamos que este poeta es además el autor de una de las antologías más significativas que hasta el presente se haya escrito sobre la poesía de la diáspora puertorriqueña en Nueva York. Nos referimos a Papiros de Babel…2 La elocuencia de Terapia perpetua se fundamenta en ese mundo del poema que intenta recuperar el asombro de quien escribe, el proceso de esa sensación que comunica un sentimiento profundo que eleva el poeta a un plano superior y lo conduce por diferentes paisajes inaccesibles. Ese paisaje que el poeta funda en la palabra y la palabra que no agota sus posibilidades en lo que nombra, la palabra que desaparece para dar cabida al asombro

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y al arrebato que deslumbra y abandona al poeta sobre un cuerpo inaccesible. Por eso los textos de este nuevo libro de poesía de López Adorno nos fascinan por un lenguaje que mezcla lo real con la porción de ese algo inalcanzable poético, esa sensación que sentimos ya al comienzo de “Terapia inaugural”3: Los poemas son los que nos piensan. No eres tú / el profeta de nuevos precipicios. Son tus sílabas. / Aprende a balancear, acróbata difuso, los síntomas / de eternidad. Lleva al letrado portal el simulacro / incómodo. Allí crecen y se multiplican las imágenes / del cuerpo pensante. La meta será la traslación, la / evanescencia llamada poesía. (6) Unas palabras de este texto (profeta, sílabas, imágenes, traslación, evanescencia) marcarán la experiencia lírica del imaginario que hace posible e inaprensible a la vez lo que resguarda el mundo del poema. De un lado, la dimensión que retiene el enigma de esa realidad y, de otro, lo que reverbera en el fondo y surge espontáneamente en la imagen poética. Pero para expresar ese enigma el poeta tendrá que corporeizar (como ocurre en el haiku) la imagen fugaz que da cabida libre a ese plano de abstracciones y resonancias que contiene el poema. Esto es lo que intentará el poeta, y lo que en cierto modo ocurre y singulariza el asunto de muchos textos. Dice el yo lírico: La dificultad es el poema. Ese permanente hilar y deshilar de sílabas busca paisaje o sesgo orgánico que reanime lo desconocido a nuestro lado. (12) Esta expresión revela lo complicado y complejo que resulta escribir un poema.

Nos referimos a un verdadero poema que trascienda la inmediata realidad de quien escribe. Por eso la íntima relación entre lo que se siente y lo que literalmente se quiere expresar, lo que sale del corazón no de un modo ambiguo sino real, es lo que verdaderamente busca ubicar al lector en el recinto interior del poema. Pienso que esto es lo que persigue afanosamente López Adorno esperando la manifestación que sobrepase la belleza formal del texto y nos coloque frente a su hondura permanente. Aunque en el fondo tal vez no sepamos nunca cómo se manifestó la hondura de esa emoción, ni qué la antecedió, ni a dónde nos quiere llevar ese pensamiento poético. Y quizás tampoco lograremos saber del todo lo que busca captar la vaporosa intuición de esa “…página [que] se puebla de dudas, neblinas, laberintos.” (30), pues será preciso recuperar no sólo el significado, sino lo que sobrepasa lo que imaginamos pudiera suceder fuera del texto: Mi alma llueve sílabas mientras duermo. No exige prisión para el tejido que piensa esta página. Desde allí el insaciable huracán de los días lanza / vacas y cotorras al mar o siembra peces en las / copas de los árboles. Todo vuela. Cambia de / lugar. Cuece vagidos y vacíos. Alma emperifollada entre recuerdos. Tan cerca / que me imposibilita palpar su incendio hermoso. / Sólo exhibe espontáneas ascuas. El augurio de / una música por el extravío. Alma parecida a cruzada / para ese otro lector que desearía ser. (“Parecida a cruzada”, 56) En el poema nada se afirma como una realidad absoluta, pero lo que el poeta

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desea hallar no se muestra abiertamente. Aparece como un suceso que se posesiona del cuerpo y del alma para sustentar la razón del acto poético sobre una visión inalcanzable, y una palabra que al fijar lo que nombra parece deshacerse en su misma imagen: “Mi alma llueve sílabas mientras duermo”, dice el poeta. El alma ofrece un matiz espiritual de esta poesía, de lo que vive el hablante lírico a través del sueño. Pero no del acto físico de dormir, sino del que dispone otra vastedad en la memoria y deja al ser desamparado. Por eso el alma se corresponde con esa inquietud cuyo punto de apoyo es el lenguaje que se presenta como un reto al lector, como lo sugiere el poema “Escombro natural” (40): No será presagio de acólito / lo que entregue a la página. Aquí / estratega en trance planifica su guerra / sin cuartel contra las guerras. El puro / pleno dímelo del sueño del no-centro / cuando se acerca al pez que fue. Lo evocado aquí es el resultado del anhelo de perpetuidad que se advierte en la imagen poética. La intención y rigurosa búsqueda que encarne la imagen ideal que atrape la mente del lector, la evocada desnudez de un cuerpo que el lenguaje mismo convierte en evanescencia. Una realidad que reverbera entre las sombras formando una imagen que parte del yo hacia un centro en constante movimiento. Es decir, una estructura lingüística que expone los límites del horizonte que el poeta creyó poseer como sugiere, por ejemplo, el sentido de esa terapia perpetua que responde al título del libro, y a la naturaleza de estos poemas con la carga anímica y cultural que representan. En otro poema, “Glosa de identidad” los elementos se proyectarán como las

piezas de un juego sobre la imagen erótica que aspira a retener esa intuición: Escribo sombras de luz. Tu cabellera / sea cadena de cada espuma y cálculo y colindancia / de extinción. Que de alguna forma / tendrás que parecerte a la raíz / que vaya a pactar con tus pezones. (34) En esta visión del cuerpo se desliza la voz lírica que busca transgredir su misma realidad. La propia estructura del poema “Piezas del encuentro” refleja esa intención. La imagen que alberga crea en el estado anímico del hablante una perspectiva de distanciamiento y soledad en un ámbito de difícil acceso. De ahí las alusiones al juego de ajedrez, juego que es cuerpo y reflexión, hallazgo y mutismo, lucha de la cual no logra desprenderse el sujeto poético: En plena algarabía de extinción se alarga / el gambito en que el peón iluso / se resigna al sacrificio en el final / sin dama. Allá el tablero parpadea y en la resurrección del cuadro / la batalla contra el combustible azar / da rienda suelta al bisturí del paraíso / que aloja el riesgo de las zonas / pudendas del discurso / en silencio. No hablan. Arman meditación. No / hablan. Contemplan guerra desde / arriba. No hablan. Hurgan debilidad / ante la relampagueante escaramuza. / Picadillo las piezas del encuentro. / Llega a su fin muslos y letras / que salseaban gozosos sobre el fuego. (“Piezas del encuentro”, 60) Dentro de este mismo contexto se mueven otros poemas formando un vínculo entre lo personal y la sensualidad

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del cuerpo.4 La rigurosa inquietud por proyectar sobre la página en blanco la visión que el poeta desea transferir al lector, se convierte, al fin y al cabo, en la “terapia perpetua” que la experiencia poética provoca. Por eso el conflicto con el lenguaje implica un constante arrobamiento, una insatisfacción y una búsqueda de esa imagen que se muestra fugaz e ilusoria. Es como si el poema mismo, en su proceso de construcción, transmutara el sentido que hace posible su realidad. Y en efecto, la evocación de esa presencia poética acabará mostrándosele al yo lírico como un camino sin un final, una aventura que se torna intransferible y una sensación difícil de aprehender en su total magnitud. Esa lucha de los contrarios que señalaba Pedro Salinas en la poesía de su compatriota Vicente Aleixandre,5 o como dice el poeta mismo: Cada palabra un adiós / Perversa ruta adversa en la indefensión. (36) Inconfesables sílabas han llegado a la casa. No han tocado la puerta. / El reflejo de sus células se ha disfrazado de brisa al rozar las ventanas./ Recorren la casa. Toman lo que he borrado. Comen lo que he abolido. / Respiran el ardor que alguna vez viví tal dinastía de Ixión. Piensan como / yo que el mundo es una selva de centauros, que más allá de malabarismos / mediáticos hay que cambiarlo. Damos vueltas y vueltas por la casa sin/ saber cómo llegar a ese objetivo. Pasamos de tal forma inabarcables horas. / La inquietud de las cortinas presagia que otras sílabas pronto invadirán

el / recorrido. Intentan descubrir si es alguien o nadie el que goza prisión al / detenerlas. (68) Quienes hemos leído la producción poética de Pedro López Adorno, desde que empezara a publicar sus primeros libros a principios del ‘80,6 reconocemos que ha continuado explorando ese mundo de sorpresivas e insinuantes intuiciones que tanto le fascinan. Ese grado de inspiración que muchos poetas han descartado privilegiando un estado cerebral por la ráfaga emocional que misteriosamente traspasa el espíritu. Bajo esta perspectiva, el modo de convertir la abstracción de un fenómeno lírico en uno que responda a la realidad vital del poeta, es lo que fija y caracteriza la variedad y textura de esta obra. Es la suya una obra ya vasta, hecha de hallazgos y de revelaciones que aportan otros matices al panorama de la poesía puertorriqueña y al de la poesía hispanoamericana en general. ¿Pero qué es lo que nos transmiten estos poemas? Primeramente una emoción que nos invita a compartir un universo poético en constante movimiento y la búsqueda de lo esencial poético; y, segundo, una sensibilidad que acentúa el gozo y la sensualidad del cuerpo, la música y la lectura de los clásicos, el placer del ajedrez (juego predilecto del poeta), y la conciencia de ese mundo exterior saturado de experiencias, costumbres y revelaciones. Cabe concluir que nos regocijamos con este nuevo libro de Pedro López Adorno, y con la sólida producción de una obra que contribuye a expandir el paisaje de la poesía puertorriqueña. Una poesía que afirma el sensualismo jubiloso del cuerpo, el misterio que reclama un espacio que nos envuelva con toda su impureza y ternura, y la expresividad de un lenguaje que insiste

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en descifrar lo inefable, es decir, el rumbo de esa “Voluntariosa brújula / en el diluvio de la travesía.” (22) Notas 1 Terapia perpetua, Rimini, Italy, Raffaelli Editore, 2018. El libro acaba de aparecer en Italia, en edición bilingüe española-italiano por el poeta Emilio Coco. Me refiero al primer libro del poeta, Hacia el poema invisible. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1981. 2 Pedro López Adorno, Papiros de Babel: antología de la poesía puertorriqueña en Nueva York. Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1991. 3 Los poemas están escritos en prosa y en verso libre, y al lado de cada texto aparece su versión en lengua italiana. 4 Dirijo al lector a los poemas “Sílaba todopoderosa”, “Desvío” y “Maniobras”, para nombrar sólo algunos. 5 Ver “Vicente Aleixandre entre la destrucción y el amor”, en Literatura española del siglo XX. Madrid, Alianza Editorial S.A., 1970, pág., 212. 6 Para quienes deseen mirar algunos de sus libros, dejo aquí varios de sus títulos más significativos: País llamado cuerpo (1991), Los oficios (1991), Concierto para desobedientes (1996), Rapto continuo (1999), Arte de ceniza / poesía escogida (1991-1999).

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JULIÁN JULIÁNGUTIÉRREZ GUTIÉREZ Correr la voz: A propósito de Palabras. Poesía chilena contemporánea Exégesis 2 Segunda Época

Correr la voz: A propósito de Palabras. Poesía chilena contemporánea [literatura- poesía-crítica literaria]

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oesía y crítica, en tanto creación y reflexión sobre la creación, parecen estar ineludiblemente unidas. El poema mismo como experiencia lírica e intelectual responde, en mayor o menor grado, a una sensibilidad cultivada, con conciencia crítica y saber aprendido. De hecho, es posible percibir, desde los orígenes de la poesía moderna, la práctica de la crítica en el quehacer del poeta. Algunos ejemplos en este sentido son: Poe, Baudelaire, Mallarmé y Válery, en la tradición general; y Jorge Teillier, Enrique Lihn, Naín Nómez, Raúl Zurita, Carlos Cociña, Jesús Sepúlveda, Luis Correa-Díaz o Mané Zaldívar, Isabel Gómez y Jessica Atal, en el ámbito más cercano. Todos nombres que, entre muchos otros, pueden ser asociados a una voluntad de no sólo visibilizar lecturas, sino también de dar conciencia y rigurosidad a la propia escritura. Es más, ya sea desde el esfuerzo divulgativo, la aproximación ensayística o la creación, la “pasión crítica” parece ser una condición exigible a todo poeta. Esto porque, tal como lo indica Octavio Paz y lo reafirma después Eduardo Milán, en dicho ímpetu radicaría el legado más valioso de la poesía dentro de la denominada “tradición de la ruptura”. Por lo tanto, ¿será redundante una obra antológica cuyo criterio de selec-

ción sea esta suerte de “doble militancia” crítico-creativa del poeta? Palabras. Poesía chilena contemporánea (Santiago Inédito, 2018), es una antología que, en sus 104 páginas, parece querer interpelarnos en el sentido de lo anteriormente planteado. Esto al consignar en su tapa que el criterio usado para su estructuración considera autores que, “además de tener obra poética, tienen un riguroso y sostenido trabajo en el área de la difusión del libro y la crítica literaria”. No se trata de una muestra pensada en el sentido de configurar una “generación”, un movimiento o tema específico, como suele usarse. El elemento explicitado para la selección de los 8 autores que conforman la muestra es esta suerte de coexistencia de desempeños: lo creativo y lo crítico. Es desde aquí que se invita a leer entonces a: Pedro Lastra (Quillota, 1932), Sergio Rodríguez (Santiago, 1963), Braulio Fernández (Santiago, 1967), Marcelo Rioseco (Concepción, 1967), Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967), Cristián Cruz (San Felipe, 1973), Santiago Barcaza (Valparaíso, 1974), y Roberto Onell (Santiago, 1975). Todos acreedores, efectivamente, de una conocida trayectoria escritural en los ámbitos de la creación y la crítica literaria. Cómo no destacar el fecundo aporte de Pedro Lastra

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en el ámbito de la poesía y el estudio literario desarrollado dentro y fuera del país. O de Sergio Rodríguez, quien, además de haber consolidado una interesante propuesta poética, ha colaborado como crítico en medios como: Literatura y libros, El Siglo, Pluma y Pincel, Carajo, entre otros. O el trabajo específico de los poetas Rioseco y Fernández a través de la trilogía de libros publicados por Editorial Universitaria: Anguita 20/20 (2012), Teillier Crítico (2014), y Martínez Total (2016). O el desarrollado por Véjar y Onell en Artes y Letras de El Mercurio. En definitiva, y más allá de evidentes exclusiones y de la ausencia de mujeres en la muestra, Palabras puede considerarse como una antología que da cuenta de un área interesante de leer con atención: la del poeta que ha desarrollado un trabajo creativo y crítico. Ahora, si bien los autores de esta muestra responden a esa consideración, tal vez una de las preguntas que pueda sugerirnos su lectura sea sobre cómo se manifiesta esta confluencia resaltada de los autores en los poemas que la selección nos presenta. A diferencia de la polémica española entre “poesía de la experiencia” y “poesía de la conciencia crítica”, en Latinoamérica y, por lo tanto, en Chile, parece que la dimensión crítica de los discursos poéticos se da por sentada: al ser la “otra-cara” de la modernidad, nuestro camino es uno que ha asumido el núcleo de lo moderno en el sentido de una superación mediante la crítica, nos dicen pensadores desde Octavio Paz hasta Enrique Dussel. Sin embargo, sobre todo por la rimbombancia adquirida por ciertas teorías oclusivas en nuestra intelectualidad y a propósito de Palabras, posiblemente

sea una discusión necesaria de plantear, sobre todo para volver a mirar situaciones ya instaladas como: la “crítica” actual, las publicaciones de nuestras editoriales “independientes” y no, o de la misma poesía que se ha escrito y escribe hasta hoy. ¿Hacia dónde se orienta la mirada de las “creaciones” que se publican y promocionan? Es muy probable que nada se haga inocentemente, y, por lo tanto, haya también una intención o compromiso subyacente en cada discurso. La cuestión entonces sería, cualquiera sea la función que tenga la escritura literaria (sea para el goce, el juego o la introspección), ¿qué es lo que se cuestiona o refuerza dentro de lo que se escribe, publica y sugiere leer hoy? ¿Todo proviene de sujetos “en lugar tranquilo”, como diría Eduardo Milán, que hablan desde cierta comodidad y complacencia con el estado actual de las cosas? ¿Qué compromiso manifiestan estos poetas en el plano del contenido y en la forma misma de (des) estructurar sus textos? En una lectura del conjunto de los poemas que componen la antología Palabras, el lector tal vez pueda coincidir que, a pesar de una aceptación de la “tradicional” forma del verso, se expresa en los textos un particular cuestionamiento del mundo y de las posibilidades de la escritura poética misma. El sujeto que aquí transita es uno que parece muy consciente de las propias limitaciones y de las del mundo donde habita. La figura usada, para tal efecto, confluye en la del “extranjero”: ser que, por habitar un espacio y tiempo impropio, sufre una suerte de “extrañamiento”. Situación que se hace evidente a partir del poema “Datos personales” de Lastra, autor que inicia la

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muestra declarando en dicho texto: Mi patria es un país extranjero, en el sur, / en el que vive una parte de mí / y sobrevive una imagen” (p.9). Aquí el hablante no solo deja entreverse como un sujeto alienado, sino que denuncia también la existencia de una amenaza: “Hace tiempo, el país fue invadido / por fuerzas extrañas / que aún siento venir en las noches / a poblar otra vez mis pesadillas” (p.9). Situación que luego refuerza la poética de Marcelo Rioseco, quien, en la primera parte de su poema titulado “Hoy he despertado en español”, confiesa: Hoy he despertado en español y /me he puesto remoto, hoy me he sentado en español y /he escrito para no olvidarme que despierto /y me siento en español, pero vivo en inglés. Esa es la úni /ca realidad que me obliga llena de palabras duras, de verbos /sajones e industriales, de pronombres que me cierran el /paso y son grandes en número como /mis recuerdos. […] (p.45). Este sentimiento de exilio es complementado también por Sergio Rodríguez, quien en los primeros versos de su poema “Wurlitzer”, dice: “Cuando entro a esta casa veo un hombre / escuchando canciones que dejaron de existir, / letras cuyo baile está perdido” (p.24). Aquí, lo que “inquieta” o extraña al hablante no es tanto la existencia de un hombre que tercamente sintoniza “canciones que dejaron de existir”; sino el hecho de darse cuenta de que esas canciones del pasado lo habitan también a él: […] aunque el problema no es su

/existencia ni la soledad ni lo terco que /puede ser un hombre escuchando canciones que ya /dejaron de existir el problema es que al cerrar la /puerta comienzo a oír suavemente, apenas /una canción sin nombre. (p.24). Por su parte, Francisco Véjar nos habla de un andar “por enrarecidas calles” donde “gentíos sombríos” parecen caminar “a tientas”, sin percibir “el destello de la nada”, lo bello de las ruinas, o el transcurrir mismo de la muerte. Con esto, en él (como también en Rodríguez) parece haber una incomodidad con el mundo presente y una identificación con un pasado que parece “perdido”, pero que de alguna manera sigue morando en el hablante como deseo y señal de esperanza: “Quiero vivir en un país como tus ojos / más nítido que las horas que el tiempo deshecha, / más lúcido y real”, nos dirá Véjar en uno de sus poemas (p.58). Por otra parte, en cuanto a la escritura misma, se trata de textos que se distancian de concepciones que consideran al poeta como un ser sagrado y a la poesía como un acto fundante. Hay aquí, más bien, las huellas de un compromiso con la noción de un sujeto precario, consciente de las propias limitaciones y del acto de escribir. Cristian Cruz, por ejemplo, hace referencia a “las rústicas palabras” de un poeta, cuya vida “ha sido un bodrio” y que es incapaz de cualquier revolución: “de flores / de poesía, o de amor” (p.77). El sentimiento que transciende en los textos tiene que ver con la melancolía de un lugar mejor para vivir, de una patria que, como la propia poesía, se (re)escriba y mejore constantemente. Es una poesía que

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se traza en el límite de la (im)posibilidad del decir y del subvertir la adversidad. Instalados en esa cotidiana orfandad –la del silencio y de la muerte–, es que esta poesía, tal vez como muchas, se nos presenta, finalmente, bajo la imagen de una inmolación. Situación expresada por Sergio Rodríguez en su texto “Bonzo para una escritura suicida”, donde nos advierte que el poeta no debe ser visto como la “ceniza” que deja, sino como expresión de un “segundo de luz” (p.21) que debe ser aprehendido y comunicado como en un correr la voz. No hay aquí, a mi modo de entender, en esta suerte de pesimismo, una renuncia o exacerbación de la imposibilidad posmoderna, se trata más bien del compromiso con una lucha dada por sujetos que, incómodos con un mundo visto como ajeno y hostil, resisten hasta el final. Muy conscientes, tal vez, de lo que ha dicho Blanchot, a propósito de Mallarmé: “Quien profundiza el verso muere, encuentra su muerte como abismo”. Referencias Blanchot, Maurice. El espacio literario. Trd. Viky Palant y Jorge Jinkis. Madrid: Editora Nacional, 2002. Dussel, Enrque. Filosofía de la liberación. México: Fondo de Cultura Económica, 2011. Milán, Eduardo. Resistir. Insistencia sobre el presente poético. México: Fondo de Cultura Económica, 2004. Paz, Octavio. Los hijos del Limo. Santiago: Tajamar Editores, 2008.

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MARIOANTONIO ANTONIO ROSAS ROSA MARIO El pájaro rojo: Tres Exégesis actos para2 una (anti)novela Segunda Época de Carlos Canales

El pájaro rojo: Tres actos para una (anti)novela de Carlos Canales [crítica-literatura-novela-teatro-poesía]

Memoria y tiempo ntramos de momento en Tito Insomnio. La noche espera; él espera con la noche y nosotros también. Le velamos la sombra, desde nuestra espera de la vida. La vuelta del mundo tiene veinticuatro horas, con sus climas, y las apariciones se desnudan con su agria libertad de revelarse. El denso diálogo que inicia esta novela del dramaturgo Carlos Canales marca entonces una atmósfera detonante en una ruleta oculta de súbitos personajes y marcos recién lavados de acción. No existe la intención de ubicarnos; la intención se desborda a otra cosa, a muchedumbre, me atrevería a decir, que comienza a interesarse del diálogo, como posible lector, y de momento el arrobamiento adquiere otro tránsito que luce definido, prístino, con todos los parámetros de una escena que retoma el enlace con los “próximos’’. Pero esperamos con Tito Insomnio, la imagen promisoria, en ese bosque ronco que se hace con una noche para no mirar hacia arriba; se dejan devolver –si es que existen– las expectativas de lo figurado, así como si Igmar Bergman procurase otro tranvía de su magistral El séptimo sello. Novela de destiem-

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pos, fascinantes, salteados, vaporosos, ideas que no quieren protagonizar solo mostrar su existencia y equipararse a un signo: el lector elige. Por eso, no cansa la proyección constante de ese signo-número. Por eso, el novelista, no puede seguir la forma y savia que se exige para escribir, con sastre y broche una novela. ¿Error? ¿Obstinación? ¿Desafío? De eso se va tratando este asunto del dramaturgo, narrador, que se abandona bajo un pájaro, de matiz rojo, para sensibilizarse desde las submemorias y escribir, a mi juicio, esta antinovela que debe ser estudiada, luego de la secuela y ritos ceremoniales provocados por La guaracha del Macho Camacho del queridísimo Luis Rafael Sánchez. Carlos Canales se transforma. ¿Qué escritor no lo hace? ¿Acaso Bioy Casares, Ernesto Sábato, José María Arguedas y a gran pintura Julio Cortázar, no lo hicieron? El escritor que construye su verdad de oficio, parte de una premisa contra los arquetipos. El escritor que pone desde la nada su andamio más seguro, se va de enredo hacia las palabras, y eso incluye el día y la noche de ellas –Underwood Girls, por si acaso Salinas, o un grafitti en la pared de Bukowski– así

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que aquí escribo sobre un novelista que pretende no hacer una novela, sino un mundo adscrito a él, donde discurren varios lenguajes a interpretarse. He aquí, que El pájaro rojo impone su psiquis: la noche. Sin ronda o melaza, yo, me arriesgaría, sin la mayéutica de Sócrates, a decir que es la más pura noche, sin preguntar. ¿Cómo podemos encontrar un pájaro en la noche? No tiene caso, sino, sentirlo, como cargado de un día para ciegos, y sentirlo aumentado, multiforme en cada elemento de nuestra condición como transeúntes de la existencia. En las primeras páginas de esta novela, hasta el alma regresa de noche, toda tallada en palabras, sentimientos, acciones, recuerdos, ira o suspenso. La llegada del hijo de doña Sica se desborda de impresiones y paisajes, en la voz asoladora de los rumores, y también es de noche. Jimmy Capataz lo desvalora, Tito Insomnio –que aun espera ver el pájaro– habla de su esencia, fue, una memoria uno de los subtemas de esta antinovela de todo lo posible. No se intenta, zurcir, a palmos, la raíz de esa memoria, cuya emisión es Carolina, el barrio y sus variopintos, Luis Raúl Striker y Manolín Martínez en WVOZ, “el 14 que se escucha’’, –así la recuerdo “in situ’’– es más, es la visión constante de un entorno donde el autor, entra, circunvala, esboza y sale de nuevo con la intención del mensaje. Noche y memoria, las mismas del asombro. Punto. De la memoria, se van delineando los personajes que fueron nombres, que fueron vivos, que asombraron, iluminaron, despertaron hilaridad, o fueron turbios en su noche personal. El ahora novelista traza el rumbo de cada uno, su permanencia o extinción, su mejor escena o alborozo. Tito Insomnio estuvo viendo el pájaro por siete días -signo- se pensaron muchas cosas, la muerte, por ejemplo. Pero la muerte tiene

de la mano al tiempo, y en todo eso, cada uno se bifurca en un intralenguaje que desde ser inconexo a primera impresión, no deja de sorprendernos. La uniformidad que requiere el riguroso intento de una novela, con su duermevela y disciplina, cambia de rumbo, o bien, está ahí, pero el acto ilusorio del pájaro imprevisto, va uniendo un complejo mosaico de imágenes y seres, y el pájaro es histrión; solo él, aunque no se nombre en la inmediatez del diálogo, traza en el lector la contundente presencia de sí mismo, lo que lo lleva al sabor protagonista de su historia. El pájaro, de color rojo, insomne en los ojos de Tito, aparece, se nos aparece, acontece, palpita territorialidad, y a la vez, no está. Pájaro rojo, ¿símbolo, enigma: riesgo de interpretación? Debo, quiero, hablar un poco de la (anti)novela, la novela que no se busca, y se ofrece en el escritor a contra voluntad de una estructura. Quiero, siendo tal vez poeta, a meterme en el canvas –los novelistas diluvian cuadros y pasiones de sus escenas y personajes– y es que El pájaro rojo de Carlos Canales; antes, dramaturgo; antes cazador natural de imágenes que llevan una vida en centro y paralelo; antes, ciudadano de su barrio en un Carolina donde todavía no llegaba la marejada de la modernización violenta a diestra y siniestra; antes caminante de un árbol familiar donde respiraba la riqueza de sus textos presentes y futuros. ¿Cómo, adentrarme, sin permiso del lector, a descifrar códigos en un pájaro altivo en fiebre de camuflajes y signos? Escribir, es ser atrevido, es colgarse del andamio y gritar lo descubierto, es abrirse los ojos e inventarse la mirada plural que nos existe, no sin antes, derrochar en el verbo la más robusta singularidad. Bueno, es escribir, no es otra cosa. ¿Cómo empiezo, por dónde me voy, qué objetos me lanzaría a

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MARIO ANTONIO ROSA El pájaro rojo: Tres actos para una (anti)novela de Carlos Canales

perseguir? Abro el mapa de la historia, ubico nombres, ingenios, lontananzas, intentos, o caídas. Me consigo en Rayuela de Julio Cortázar; hay algo vital que me deslumbra: la ruptura con la novela realista tradicional. Elementos que se transforman y sazonan la temática existencial, el crisol socio-político, el ajetreo en el que cae el lector, buscando y buscándose, hallando posibles salidas, perfectas diatribas, divergencias, soluciones, pero sigue caminando en un universo tan sigilosamente creado, que no concluye su sorpresa. ¿Qué es todo esto? Es, ser Funes el Memorioso, con el golpe magistral al recuerdo, ahí expuesto en un proyector de visitas existenciales, cabalgantes, imágenes que zozobran en su baile personal contra el lector, y de ahí ¡Borges! Me hago creer la definición de la (anti)novela como una obra que investiga sobre los mecanismos de la propia creación narrativa, prescinden de la trama convencional, de la intriga e incluso de la psicología de los personajes para obligar al lector a participar de la creación del relato. Eso pasa mucho en El pájaro rojo de Carlos Canales; todo cabe protagonizando construcciones de una realidad compleja, la vida interior de sus personajes en donde sin remedio queda rendido algo que alguna vez vivimos; su “rayuela” existencial donde, en el escrito que nos ocupa, se recuerda lo mínimo, lo máximo, lo cotidiano como lazo de continuidad, y esa intención de ponerlo todo en el minimalismo del pájaro, ah, y de color rojo. Es suficiente sentirlo sin la norma de los árboles, o de la mano pesada de la naturaleza coloreando de bostezos tranquila, la razón del mundo. He aquí, toca la psiquis de Tito Insomnio, se deja ver, primero pájaro imaginación, escándalo a los sentidos, el suspenso de la aparición sobre la tupida estampida que ha creado la noche, el susto de una realidad que no

se comprende; de ahí, la Bella y La Bestia hablan, en la oquedad del auto negro que es, buena metáfora a la noche; el cauce que a veces da un oscuro compartido, dando piel a la conversación con trasfondo vital; La Bella, también ha creído escucharle, también lo cree polifonía inmediata de muchas cosas incluso la vida con la muerte: de eso hablamos, de existir. Ya está el ícono fundado a cada vida con sus horas y minutos. Pájaro, cuyo oficio es desmantelar ese marasmo que la rutina, se obstina en dejarnos pasar por el respiro. Se deja exclamar “Nada puede ser más devastador que lo que nos ha tocado vivir”. ¿Posible, suficiente? Me voy desnudando al texto. ¿Cómo se puede hacer esta aventura? Me encuentro con técnicas que de momento hacen la vanguardia de esta (anti) novela; su antirrealismo, surtidor, contundente, retante con sus trampas y cuerpos de bocetos; su antipsicologismo –renuncia a profundizar en el carácter de los personajes de los que a menudo se narran dos o tres escenas significativas– a esto le sumo que, fuera del redil, también encierran celajes de una vida –a del narrador, o novelista–. Ese barrio de Carolina –quizá colindante de aire y fragua con el barrio Santa Cruz de Julia– puede ser como lo fue, la causa de una escritura, audaz, de contraste, de brillante oscilación entre la estampa y el caos; la inquietante irresolución de conflictos que se suceden, en esos personajes que no descansan mirándose al espejo –el monólogo adusto de Susana, por ejemplo, brevedad escrita sobre un cansancio desde el alma y a su vez infinito de derrumbes y preguntas– ¿acaso todos nosotros tenemos un pájaro rojo que asoma su frontera fría e incitadora, donde nos recuerda el “naciste para morir en cualquier instante”? Mientras escribo esta reseña, deliciosa o desigual, escucho “En el juego

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de la vida” de Daniel Santos y la Sonora Matancera, parpadeando en la Cuba de Prío Socarrás. Se da la causalidad de puro son, sin intermediarios. Sigo, ondulo, pertenezco a ese jodido danzón de la curiosidad; es de noche, es de día, se registra la madeja de historias-subhistorias de este texto, curvilíneo, irreal para darnos realidad y explosivo, contemplativo, de mosaicos, incendios, desolaciones, hallazgos, respuestas, existencia, me convenzo. Insisto en decir, que ese tránsito de personajes conocidos desde la empírica –entiéndase, ojos, oídos, espejos saturados de una cosmogonía fuertemente terrenal, y otras madres que dejaré anónimas para no descubrirles por completo la (anti) novela– llevan de un pueblo, su raíz, y he aquí un Puerto Rico, ¿cuál? Uno que ya no conocería ni el mismo Abelardo Díaz Alfaro, nada de menguado, solo una voz que se confunde, avanza y retrocede, lucha por su más mínimo entendimiento, a una definición. ¡Cómo sacude el lenguaje el tiempo con sus máscaras! Encuentro este soliloquio del Hijo de doña Sica, ¿alguna vez tendría que citarlo? Pero es el azogue interior que solo una vez impone el término, pasaje escrito por Canales, ciudadano de su barrio, con absoluta verdad: Mi madre me recibió como si nunca me hubiera ido. Me preparó mi desayuno favorito, el que me preparaba cuando estaba en la escuela. Me lo comí completito. Me chupé los dedos también. El tiempo la ha torturado. La espera la ha ido desgastando, restándole fuerzas. Los surcos parecen ríos secos. Cómo notamos el paso del tiempo en los demás. Pero nos cuesta aceptar que nos ha deteriorado... Mi hermana es el invierno. Cuando la abracé y

la besé era un iceberg. Me dejó plantado en la sala. ¿Qué pasó con aquella niña tierna y adorable? Los que se quedan no perdonan a los que se van. Mi cuarto está igualito. Las cosas están como las dejé. El guante de baseball. Las fotos con mis compañeros de equipo. La toga de la graduación. La camisa de la buena suerte. El cuadro pintado en la pared. Pero no hay duda que ha pasado el tiempo. ¿Quién fue ese que me saludó? ¿Qué hacía allí a esa hora? Vine a esa hora porque creía que no habría nadie en la calle. Me equivoqué y no me gusta equivocarme. Debo ser más precavido. Lo saludé por instinto. La verdad no lo quería saludar. Fue un reflejo. Puede ser que hayamos estudiado juntos o jugado baseball. Me acordé cuando me pasaba en esa esquina también. ¿Cuántos años han pasado? No me quiero acordar. Los recuerdos deprimen. Y matan también. (El pájaro rojo, diálogo interior de El hombre vestido de negro) Después, estos personajes, en su carruaje de sucesos y visiones, se adentran en un diálogo que cabe destacar, ¿y por qué no? Si este es un pueblo de referencias al tiempo; sus revelaciones al menos, nos hacen un poco libres, pasado el yugo colonial –que pesa, como fragata a la deriva–, ese diálogo que yo mismo he vivido cuando encuentras a un “compa” de la escuela superior, o un personaje que en tu adolescencia creías demasiado protagónico, y de repente lo ves, en la moneda inversa que suelta el tiempo, sin regreso a aquella imagen que alguna vez te dejó un misterio en rúbrica de pesadillas.

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Me hago lector intrépido de este pasaje que saluda y recuerda: —Cuéntame de Mano Santo. —Lo enviaron a pastorear a otra iglesia y parece que se lo tragó la tierra. —¿Y Ángel Cristo? —Se marchó. —¿Y Matilde? —Se la llevó quien la trajo. —¿Los Intocables? —Una historia que no termina. —¿Don Samuel? —Si los ves por ahí, sal corriendo. —¿Clotilde? —Burlándose del tiempo. —¿Qué me cuentas del hijo de doña Matilde? —Ese llegó adonde pocos han llegado. Mi madre siguió contándome de los conocidos. —No me cuentes nada más. —Hijo, los que se han ido lejos como el viento y regresan el día menos pensado y se enteran de que se han perdido la historia de todos los días, sienten un vacío profundo, es como si los estuvieran halando por los pies. Lo que no le conté a mi madre fue que no me atreví a seguir preguntando por mis amigos. Me dio temor a que me respondieran que yo estaba muerto también. (El pájaro rojo) ¿Le sucedió a Pedro Páramo? Pero, es que me ha sucedido a mí, a aquél, y al próximo. Ese diálogo de “dónde está cada cuál’’ es propio de la existencia y sus territorios. Ese puede ser un pájaro rojo que trina los nombres que fueron a la memoria, y desde entonces, son un viaje repetido cuando la

imaginación oficia su rodaje. Del novelista que es Canales, ocurre también otra vertiente exquisita a su voz: la reflexión metafísica. Vamos, que ese pájaro rojo deambula entre deslumbrantes ejercicios del pensamiento donde se tejen hipótesis sobre el tiempo, el universo, el lenguaje o el yo. No dudemos, que hemos tenido un pájaro rojo en el islote del hombro –alias omoplato– no dudemos, que algo, al parecer quedo, pero certero nos susurra la movida equivocada o la correcta, de ahí vivimos, aprendemos, pensamos, morimos. Ya sabemos que “El Boom”, comprendido entre 1964 y 1975 –estimado, creo– constituyó un referente obligado dentro de los estudios de historia de la literatura en América Latina, puesto que representa el periodo de mayor consolidación de la novela moderna en la región. Dentro de esa médula, todavía lista para escribirse en ciudades enteras de párrafos, surgieron vertientes; una de esas tendencias la constituye la literatura existencialista, que se permite cuestionar las acciones del ser humano y que pone en entredicho la confianza hacia el futuro a causa de las demostraciones de dominación y a la falta de solidaridad que han tenido lugar en la historia de la región y el mundo. Bajo esa coordenada, hermosamente viva como manifiesto, lo metafísico, como plan vital comienza a lanzarse en su continente de signos. Hay, una dimensión, desnuda y dispuesta a revelarse, para ser interpretada; hay una dimensión entre lo que existe, lo que se vive, y lo que, bajo inesperado toque allende al sentido, se vuelca y establece su geografía. Le pasa a Carlos Canales, en su teatro, en su narrativa y aquí, en este pájaro rojo que repasa la esencia y forma del hombre, independientemente del nombre o procedencia. Simplemente establece su trópico de vuelo, con otra expresión que

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no sea, lo cielos adquiridos, arrebatados al escritor, por supuesto.

estética, tiene una vitalidad en la recreación del interior de los personajes que, frente a su ordenador, lucha por construir. La poesía, como un manifiesto de un interior humano que conjuga salida, exasperación, soledad, dolor, causa hacia el mal –Diario de un asesino, por ejemplo– liberación, entre otros. Me seduje buscando “Los espejos” de Jorge Luis Borges. Me atreví en este dulcemente fabricado salto cuántico y recordé un pasaje del celebradísimo autor argentino al decirnos: Los espejos corresponden al hecho de que en casa teníamos un gran ropero de tres cuerpos estilo hamburgués. Esos roperos de caoba, que eran comunes en las casas criollas de entonces… Yo me acostaba y me veía triplicado en ese espejo y sentía el temor de que esas imágenes no correspondían exactamente a mí y de lo terrible que sería verme distinto en alguna de ellas… (Jorge Luis Borges, Veinticinco agosto 1983 y otros cuentos) Regresemos al El pájaro rojo de Carlos Canales. ¿Recuerdan al Hombre vestido de negro? La misma dinámica; esa poesía oculta, sin otra expresión que no sea la propia, el sentido de la vida contra muerte; morir un instante buscando el curso de una vida ya lejana, la expedita en discurso simple. ¿No es poesía? La existencia no tiene otra manera de expresarse que no sea en su oficioso lenguaje poético, donde, siempre existe una posibilidad de no rondar una estética de imágenes sabrosas a la lectura. Más vale recordar el discurso de Hamlet, su palpitar contrario, irredento su hallazgo de sombras. Dolor y poesía hacen su trabajo de exponerse en la propuesta de Canales, si bien –como también ordena la escena– su teatralidad y dramatismo, una habitación de claroscuros se nos abre en el sangrado de

La poesía en El pájaro rojo ¿Hay poesía dentro de una “novela” que pretende ser un desvío a un orden, una disciplina de estructuras y un mensaje? La existencia ordena, poesía: Mi amigo era poeta. Empezó a escribir en la escuelita y en la escuela superior leyó a Julia De Burgos, a García Lorca y a Pablo Neruda. Le gustaba leer su poesía en los recitales que organizaba el poeta Ludovico Cabra. Mi amigo no faltaba al merecido homenaje que se le celebraba a la poeta el diecisiete de febrero en el cementerio municipal. Ludovico Cabra lo alentaba a que siguiera escribiendo y leyendo. Fue él quien le sugirió que leyera a Neruda, a Cernuda y a Vallejo. Cuando Ludovico Cabra se mudó al barrio se reunían todas las noches y le mostraba lo que había escrito y el poeta se lo comentaba y le hacía sugerencias. A mí me gustaban. —Ella tuvo la culpa. —¿Quién? —La que le fascina meterse aquí y llevarse a los que más queremos. —Pudiste agarrar ese dolor y transformarlo en versos. —El dolor se metió tan adentro de mí… (El pájaro rojo) Dada la existencia, la poesía intenta explicar, sin importar sus puntos cardinales, su interpretación del hombre, entiéndase “Ser”. Siempre le he comentado a Carlos en mis tratados sobre su obra, que la poesía sin necesidad de esbozarse como un puntal de

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la pantalla que existimos, espejos disímiles, pero constantes, recurrentes donde se haya la poesía inesperada: Para nosotros ha sido un calvario. Nunca nos imaginamos que viviríamos... Cuando creíamos que ya estábamos liberados, venía otra situación más complicada y así hemos vivido. No hemos tenido ni un día de tregua. Esta noche nos hemos reído y divertido. Y no sabes cómo te agradecemos que hayas venido y hayas compartido con nosotros. Hacía tiempo que no sabíamos lo que era pasar un rato con un amigo. Ya ni recordábamos cuando vino el último. Me di cuenta que había recibido la visita del tiempo. —¿Sigues escribiendo poesía? —La poesía fue la primera ilusión que desapareció de mi vida. —Me gustaban tus poemas. —Ya no me acuerdo de los versos y no me queda ninguna en los cajones. —Las quemaste el Día de la Candelaria. —La tinta se chorreó en el papel. —Como por arte de magia. —Un día busqué los papeles y estaban en blancos. Tenía un humor que pocos lo podían entender. —El tiempo las borró. —O ellas decidieron escaparse. Me acordé de la primavera. —El día menos pensado regresará la inspiración. —Ese día me voy a sorprender como el Día de Reyes. (El pájaro rojo)

Más adelante, se yuxtapone en una de las muchas conversaciones que hayan el sentido de la vida. Otra vez el recuerdo inspira premura hacia el poema, multipresente en este pájaro ya de todos: —¿Adónde los lleva el viento? —A la playa. —Siempre te ha gustado la playa de Luquillo y recostarte debajo de las palmeras. —La inmensidad del mar y el arrullo de las olas en la orilla, nos hacen soñar. —Una vez me dijo un viejo sabio que los que sueñan viven más. —Soñamos con viejas leyendas del Norte de Europa. —Balada del viejo marinero—lo dije sin pensar. —Cómo nos afectaba esa poesía que nos recitaba de memoria aquel profesor de inglés que era exigente como él solo, que estaba viejito y no se quería retirar del magisterio. Decía que ese poema era una parábola de la existencia. Me dijeron que terminó sus días en un hogar de ancianos y se la pasaba recitando el poema. Murió en la cama señalando un verso. (El pájaro rojo) “La balada del viejo marinero” de Samuel Taylor Coleridge es un poema esencial de la literatura romántica en lengua inglesa, publicado por primera ocasión en su libro Baladas líricas, del año 1798. En su argumento el poema propone cómo una nave que habiendo cruzado su línea de navegación fue arrastrada por las tormentas a un país helado que está hacia el Polo Sur; y cómo desde ese lugar siguió rumbo hacia las latitudes tropicales del Océano Pacífico y de

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las cosas extrañas que ocurrieron y de qué forma el viejo marinero regresó a su país. Me aventuro, como poeta, a sentir en sus versos -leídos desde siempre- una voz narrativa que cuenta, al ras de una cadencia transparente que incitan sus versos. Veo, también, un asomo a la existencia, un atisbo a esa brillante turbulencia del existir, de perderse diestro y convencido al nuevo día del vivir. Vivir, y eso, sin fórmulas estilizadas constituye un poema; de eso se trata, de sentirnos vivos. De pronto descubro que hay muchas páginas escritas. No deseo desenlazar El pájaro rojo, en su muy singular totalidad. El lector irá buscando esta (anti) novela, con su brújula de aviso, su tenacidad, su voluntad de ruptura, y adentrarse a escuchar el graznido, del pájaro rojo, dejando en nuestras letras un buen testimonio y curso de la novela puertorriqueña para este siglo XXI. Carlos Canales se hace camino propio en una literatura donde a palabras del pensador Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827) nos dijo sin error; “¿De qué nos sirve la luz exterior de la verdad, si nos hace falta la luz interior de la humanidad?” Eso es lo que sucede en el El pájaro rojo; esa voz necesaria en el único oficio de escribir: crear lenguaje desde el silencio interior que nos desafía. ¡Existir, es la premisa!

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G. G. A. A. CHAVES CHAVES Las cosas en fervor de ser latiendo: Felipe García Exégesis 2 Segunda ÉpocaQuintero en sus poemas

Las cosas en fervor de ser latiendo: Felipe García Quintero en sus poemas [literatura-crítica literaria]

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uchos reconocen el fenómeno según el cual la pérdida de un sentido da lugar a la agudización de otro, como cuando la pérdida de la vista agudiza el olfato, o cuando la pérdida del olfato agudiza el oído. Llevando esto a otro plano, ¿qué pasaría si a los humanos se nos atrofiara progresivamente el sentido del lenguaje? ¿Cuál otro medio de percepción se desarrollaría si cada vez tuviéramos menos palabras para nombrar una realidad cada vez más revoltosa? ¿Veríamos mejor el mundo si no lo idiomatizáramos tanto? ¿Lo sentiríamos mejor? ¿Volveríamos a pintar toros en las paredes cuando ya nos fuera imposible matizar verbalmente nuestras opiniones sobre la tauromaquia? ¿Volveríamos a la metáfora para comunicarnos con la naturaleza y no para apartarnos de ella? La poesía de Felipe García Quintero parece haber asumido estas preguntas como ruta creativa, y el resultado, después de siete libros publicados a lo largo de dos décadas, es un tipo de poema esencial, sublimado en tan pocos elementos (es decir, palabras) que cada uno se convierte en un signo que convoca muchas más cosas de las nombradas. No es un asunto nada más de polisemia. Aquí lo importante no son meramente los significados, sino ante todo las percepciones. La de García Quintero es una poesía cuya

amplitud sensorial depende de la eliminación de peajes verbales entre realidades posibles y quien las percibe; una poesía que surge del aire que se filtra entre los cuerpos de las cosas, porque para este poeta “lo secreto es visible dentro del aire”. Estos poemas dialogan incansablemente con una topografía que más que paisaje es espacio interiorizado. Y aunque es fácil entrever en muchos de ellos las aguas frescas y la sierra verde y ventosa de Bolívar, ciudad natal del autor en el departamento colombiano de Cauca, lo cierto es que ese territorio, al convertirse en correlato del cuerpo que lo habita, se transforma en algo mucho más rulfeano, algo que pareciera dibujado por Georgia O’Keefe y puesto a hablar por Irma Cuña. Aquí hay historia y dolor como también hay cabras y arcilla. Cierta crítica ecocéntrica reciente ha venido a problematizar el lugar desde el cual los humanos nos relacionamos con la naturaleza, denunciándolo como una mera falacia patética que sólo sirve para imponer lo nuestro, lo humano, en aquello que no lo es. Pero, como explica Lawrence Buell, esto no es más que un gesto nominal que no toma en consideración la reciprocidad ética hacia la naturaleza que permite el lenguaje. Como ejemplo cabría citar las observaciones elaboradas por el crítico Jonathan Culler

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respecto al uso del apóstrofe, en tanto, como figura retórica, enfatiza el circuito comunicativo que hay entre hablante y oyente y, en el caso de la naturaleza, nos permite experimentar el mundo como algo más que materia estática e insensible. Tal es el caso de Felipe García Quintero, en cuyos poemas el paisaje se retrotrae hacia un ensimismamiento que es autoreconocimiento en la naturaleza, como se puede notar en el apóstrofe presente en este fragmento: Cielo repentino de orín de invierno, ven a llenar con tu cuerpo mis manos vacías de ciego sin tacto. Cielo mío de pájaro sin cielo. Cielo de agua de vientre (de Vida de nadie, 1999). Para enfatizar esta mutua dependencia entre lo humano y lo no-humano, cabría mencionar una bella descripción que hace Felipe de la bipolaridad ambiental del desierto, el cual es visto como “Noche de las manos frías, brasa de tantos huesos solos”, lo mismo que los lazos de origen que establece con el mundo animal en versos como: “Mi voz escuché al gemir de la cabra solitaria” (de “La cabra”, en Siega, 2011) y esa inolvidable empatía existencial con las gallinas que establece en un viejo poema sobre ellas: Y como nosotros hoy, ellas un día también ya lejano, perdieron el vuelo pero no ese cantar el campo (de Terral, 2013). De nuevo la atrofia como impulso de otros afanes. De algún modo, y por breves instantes como los de un latido, los poemas de García Quintero despojan el mundo de lo externo, lo accesorio; hacen un intento reiterado por ir hacia lo que Jorge Boccanera, refiriéndose al libro Piedra vacía (2001) del colombiano, llama “primordial”: ese espacio donde ya no

se mira pero aún se dice. “De todo lo visto, cuánto la desnudez penetra”, cuestiona el poeta sin necesidad siquiera de signos de pregunta. Libro tras libro, García Quintero ha venido insistiendo en los mismos motivos de este despojamiento: el vacío, el silencio, la oscuridad, la ausencia. Para él, la abundancia siempre parece ser exceso, y por eso es casi una presencia adversaria para el poeta. Así, por ejemplo, la lluvia es “narrativa”, y es una “vieja amiga de la infancia que entra por el patio de la casa a cualquier hora y te aconseja cambiar de oficio” (de Piedra vacía, 2001). Por lo contrario, para este poeta la miseria es fértil, el hambre es alimento, y el vacío es “esa montaña del aire”. Sólo la palabra “vacío” se resignifica tan constantemente en los libros de García Quintero que toma el cariz de una marca registrada suya, como la palabra “no” en Idea Vilariño o el adjetivo “conjetural” en Jorge Luis Borges. Lo curioso es que estas operaciones de economía verbal no producen una poesía magra, sino todo lo contrario. Más allá de la simple reiteración de motivos por medio de las palabras (agua, manos, pájaros, etcétera), o de la abstracción radical de esas palabras en símbolos (donde dice “agua”, léase vida; donde dice “manos”, léase trabajo; donde dice “pájaros”, léase libertad, y así por el estilo), lo que genera este tipo de poesía es el reconocimiento de las capas geológicas que van formando las palabras hasta acabar en ideas, justamente porque las ideas tienden a enterrar bajo su abstracción las cosas concretas de las que están hechas. “El origen del río es la piedra”, dice un temprano poema de Felipe; y luego, en otro, remata: “Y muerto flota el río sobre el agua” (de La herida del comienzo, 2005). Observen la distinción entre río y agua, y el trazo de

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origen entre río y piedra en el verso anterior. El río vendría a ser la idea, mientras que las piedras y el agua serían las capas geológicas de esa idea. La idea de río es una capa que ya no es geológica, sino abstracta, y por eso nos hace olvidar tanto a la piedra como al agua. En la mente del lector, lo que queda es una especie de ideograma aún verbal pero más real; algo como: AGUA + PIEDRA

=

{RÍO}

La poesía de García Quintero nos devuelve a las piedras y al agua y revitaliza así la ecuación básica del río, en una especie de imagenismo perceptual como el que vislumbrara Ezra Pound en la poesía china y que en Felipe García Quintero se materializa en giros como “la piedra que horada el torrente”. (¿Cuál es, por cierto, el sujeto, y cuál el objeto de esta oración? ¿Es la piedra la que, en su fijeza, horada al torrente, o es más bien el torrente el que, en su correr, horada a la piedra?). Como se puede ver, para Felipe García Quintero la interacción entre las cosas es más importante que la dirección de los roces. Desprovista de jerarquías gramaticales, la naturaleza vuelve a ser promiscuamente activa, poéticamente genésica. Para lograr estas revelaciones, los poemas de García Quintero, y en especial estos de Algún latido, dependen de nuestra capacidad, como lectores, de no quedarnos anclados en el sentido denotativo de las palabras, sino más bien de traducir esas palabras en imágenes visuales y acústicas (siempre hay que leer en voz alta). No es posible, por ejemplo, cuestionar la literalidad (es decir, la letra) de giros surrealistas como “sudor brioso de la luna llena el parpadeo nocturno”.

Lo interesante sería pensar en qué imagen convocan esas palabras en nuestra mente, o a qué fenómeno psíquico o atmosférico remiten (una garúa con viento o una marea brava, por ejemplo), conscientes de que aquí lo minúsculo está siempre a la misma escala que lo magno. Siempre platónico, García Quintero busca diferenciar la realidad de la apariencia. “Al viento pregunto y acude la sombra inexacta del eco”, escribe. La materialización del eco como sombra del sonido es uno de tantos milagros de reconocimiento que ofrece este libro. Y ya en un libro anterior, La herida del comienzo (2005), García Quintero se hacía preguntas que podrían ser tratados de fenomenología ecopoética: “¿Puede lo invisible del mundo ser visto por el lenguaje como el cuerpo en su sombra?” Estamos frente a un autor que escribe en volutas, en versículos que intentan capturar la ondulación de la realidad. Sabe que el polvo no es más que otra forma del barniz, una capa cansada del brillo que “riega sus monedas” sobre las cosas. Cuando el poeta percibe el polvo, sus lectores percibimos el universo. Él separa las cosas para permitirnos ver el paisaje, como cuando dice “Pero no es ceniza el rostro, la lluvia cercada, lo dicho por el fuego”, unos versos que perfectamente pudieron ser concebidos por la imaginación urbano-cubista de una Silvia Piranesi. Así que lo más diáfano, sincero y elogioso que uno puede decir sobre la poesía de Felipe García Quintero es que es natural y fértil, y que intenta hacer de nuevo lo que desde siempre intenta la poesía: dejarnos ver por medio de las palabras. En su relación talismánica con la piedra, en el perfecto balance entre una imaginación rural y una inteligencia cósmica, en el don de revelación que muestra al percibir el pan como “carne fragrante del viento”, e incluso

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en la alarmante ausencia de personas que hay en estos poemas, Algún latido es una gran oportunidad para entrarle a este poeta de retumbos y repensar con él nuestro vínculo con la naturaleza y con la pasión vital que ella nos despierta, “la algarabía de la luz cerrada a los labios / y las cosas en fervor de ser latiendo”, como anunciaba desde sus primeros libros.

Felipe García Quintero

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VIRGILIO LÓPEZ VIRGILIO LÓPEZ LEMUS LEMUS LaExégesis poesía de2 Luz María López Segunda Epoca

La poesía de Luz María López [literatura-crítica literaria]

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a delicadeza es la norma de la poesía de la puertorriqueña Luz María López, lo cual no implica que use a veces fuerte vocablos o que su imaginación juegue con un contenido erotismo. La poeta asume el lenguaje como instrumento apasionado, mediante una poesía que crece desde la emotividad y se expande ante el ojo lector como un mensaje nunca encriptado, directo siempre, vital en sus contenidos, cuidadoso de las formas elegidas, casi siempre mediante un verso libre rítmico y discreto. Además de poeta, es narradora, editora, traductora y gestora cultural. Sus obras se han publicado en renombradas revistas literarias en el extranjero, libros de poetas selectos, múltiples antologías internacionales y en diversos idiomas a partir del español: mandarín, árabe, italiano, bengalí, portugués, alemán, polaco, turco, hindi, macedonio, malayo, entre otros, y ella misma ha traducido su poesía al inglés. Luz María López es una destacada activista de los derechos humanos y en particular de la mujer, con acciones a nivel internacional y ediciones de sus ensayos sobre género en sus aspectos psico-sociales. Muestra de ello es su ensayo «El legado literario de las escritoras latinoamericanas», que fue publicado y presentado en la

Conferencia Internacional de Poetas, Escritores y Académicos en Udaipur, India (2016), y reproducido posteriormente por otros medios y encuentros literarios en México, Cuba y Colombia. Se ha distinguido como poeta, pues ha recibido premios y ha sido incluida en varios libros (antologías). Ha participado en numerosos festivales del género en países de toda América y de Europa, África y Asia. También ha traducido la poesía de muchos poetas de diferentes países. Cuando nos enfrentamos a la lectura de su obra lírica, advertimos que transmite sentimientos de amor, desesperanza, asuntos sociales, espiritualidad, misticismo y ecopoesía, un encuentro con el yo interior hacia el yo externo y finalmente al cosmos. Todo ello se manifiesta mediante textos que se interiorizan y buscan en el ser (y en el sermujer) claridades de esencias y expresiones de intimidad, al grado que cuando busca lo poético del exterior, la naturaleza se vuelve íntima mediante el paisaje y el amor depositado en el cuidado del medio. En su poema «Caléndulas de sal» advertimos cómo el río se integra a la persona que lo admira: [...] y así oteo el horizonte más /allá de lo indivisible en esta lujuriosa alucinación esta búsqueda para sobrevivir la

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/propia espiritualidad, antes de que la fe del río cercene /mi carne […] A veces ella abandona el lenguaje sutil y casi grita, expresa con fuerza sus reclamos perentorios, como cuando en el poema «Conjuro», reclama: «¡desbarátame!», o en «Duelo»: «¡reviéntame una historia!, e incluso al final del primer poema que he citado, culmina con imperativos fuertes: ¡quémala! ¡arrójale sal! permite que el espiral de pasión que invade a esta impía mujer ¡se revuelque en llamas! Luz María López sabe que no basta con susurrar, que es imperioso afirmar la presencia con el grito cuando este es necesario, pues el susurro de amor no suele ser suficiente para fijar la pasión en el devenir. La poesía que ella escribe, prefiere entornos a veces crepusculares, como preámbulos de la noche, que parece ser el reino temporal de su poesía, lo cual es muy visible en su poemario El aire y sus noches, y dentro del él, en el poema «Una noche». Luz María, sin embargo, llena de luz sus emociones, y no porque esa palabra integre su nombre de pila, sino porque ella prefiere la luminiscencia, el ambiente claro, iluminado (incluso en la noche) en que la pasión erótica o el conjuro amoroso, se desplazan entre el bien y lo puro, no entre el mal y la violencia. Aves, árboles, flores, la vida vegetal y la animal se citan muchas veces en su poesía, porque la mujer que Luz María se abre al mundo para advertir su fulgor. Por eso sentimos trasfondos ecológicos en su poesía, mensajes que trascienden el arco iris del amor. Esto es natural en ella, dada su labor como promotora y editora, mujer con los ojos abiertos al mundo, conocedora de

dónde está y qué puede hacer para mejorar sus circunstancias, la de su tierra, Puerto Rico, y la del mundo contemporáneo, difícil y cambiante. Las labores que ella despliega en la India, su propio país, México, Cuba, Colombia, El Salvador, Ghana, Bangladesh… son muestras de su inquieta labor, pero asimismo de su creatividad. Luz María López no está conforme con su recinto, con su sala de estar, ella proyecta su existencia y su poesía hacia el orbe, porque cree en la vida, la suya es una poesía vital. El mejor ejemplo de ello es el poema «Septiembre», cuando lo emotivo se abre al entorno y declama: me arrullarán los ensueños será el gorgojeo de la vida la alegría del beso la fiesta del silencio habitaré en su alma llegará septiembre arrimándome a la vida en el iris de sus soles irá latiendo mi corazón. La poeta sabe del ritmo que hay en el entorno, cree en su propia vida transcurriendo, guiada por la propia poesía, en la que tiene fe. Por ese motivo, hallamos en sus versos y en sus páginas en prosa el compromiso con las luchas reivindicativas de la mujer, con una poesía social (como su poema «Libre») dedicada a la mujer que se levanta y se reinventa y sabe crecer frente a abusos y discriminaciones sutiles o no. No lo hace desde una trinchera con himnos alegóricos a la batalla, sino desde la propia intimidad y la búsqueda femenina del amor. Creo que Luz María López ha sabido equilibrar en su poesía lo emotivo con lo sensorial (por eso aparecen tantas veces los órganos de los sentidos), y lo conjuga con pensamiento, ideas, mensajes claros para un lector preferiblemente apasionado,

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VIRGILIO LÓPEZ LEMUS La poesía de Luz María López

como ella. También por eso elige la sencillez del lenguaje, sin demasiados engastes tropológicos, con metáforas diáfanas y símiles que se regla en un entorno lírico comprensible y de rápida comunicación. Lejos de toda filigrana esteticista o hermética, sabe decorar sus palabras con el ritmo propio, el sentimiento que brota de sí porque quiere ser expuesto, enunciado y no disimulado. ¿Qué tendría que disimular o simular esta mujer que es toda pasión, contenida, sí, pero ardiente en su ser? Entramos a la poesía de Luz María López con expectativas de luz, y no salimos defraudados. Nota del editor Los poemas citados pertenecen a los siguientes libros de Luz María López: El aire y sus noches. Raleigh, Virgina: Luzts Editions, 2017. La hora del vuelo: poemas selectos. Raleigh, Virgina: Firefly Editions, 2017.

Luz María López

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Autorretrato, xilografĂ­a, 2018


ANDREU ANDREU NAVARRA NAVARRA ORDOÑO ORDOÑO Cataluña - España: Los puentes literarios Exégesis 2 Segunda Época

Cataluña - España: Los puentes literarios [literatura-crítica-historia-estudios culturales]

¿¿

Han vivido la cultura catalana y la castellana separadas e incomunicadas en el mundo contemporáneo? ¿Se han leído y comentado entre sí los intelectuales de expresión española y los de expresión catalana? ¿Qué frutos culturales y políticos ha podido dar ese interés, en caso de que certifiquemos que realmente existiera una atracción productiva entre Galdós y Oller, Unamuno y Maragall, Pijoan y Giner de los Ríos, Pla y Maeztu, Cambó y Ortega y Gasset, o Ridruejo y Riba, por citar sólo algunas de las parejas representativas de un debate continuo? Los escritores que protagonizaron la vida cultural de la Restauración, en general, no participaban de la vida política central encuadrados en los partidos dinásticos que la dirigían. Ni Galdós, ni Clarín, ni Oller, por las izquierdas, podían sentirse muy atraídos por los presupuestos de los liberales, y de igual forma, ni Emilia Pardo Bazán, católica, ni José María de Pereda, carlista, tampoco parecían muy dispuestos a hacerse eco de las polémicas oficiales desarrolladas en la cúpula del poder. Así, los mejores escritores gozaron de independencia para relacionarse entre sí sin las cortapisas de una obediencia doctrinal, incluso siendo diputados electos (casos de Galdós y Pereda).

La curiosidad mutua tuvo una escenificación culminante en 1888, año de la Exposición Universal que transformó la Ciudad Condal, cuando Marcelino Menéndez Pelayo fue nombrado mantenedor de los Juegos Florales en lengua catalana, con la presencia de la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena y el jefe de gobierno, Práxedes Mateo Sagasta. Menéndez Pelayo pronunció un discurso lleno de amor por las letras catalanas. La opción menendezpelayana podría resumirse en un decidido apoyo a las manifestaciones literarias catalanas, siempre y cuando no trajeran aparejado un programa político. El diálogo durante la primera Restauración tuvo un primer hecho notable en la publicación del ensayo Historia del renacimiento literario contemporáneo en Cataluña, Baleares y Valencia (Madrid, 1880), obra original por haber sido redactada en castellano, escrita por el crítico andaluz Francisco M. Tubino. En el año 2003, la editorial Urgoiti reeditó con acierto este trabajo pionero. Y quizás otro de los episodios más representativos de esta fluidez entre el espacio literario catalán y el español fuera el de José María de Pereda. Entre 1882 y 1897, dos casas editoriales barcelonesas, Doménech y Heinrich y Cia., publicaron tres libros peredianos: El

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sabor de la tierruca, Al primer vuelo y Tipos trashumantes. Pereda mantuvo una fuerte relación de amistad con Narcís Oller, Josep Ixart, Joan Sardà y Víctor Balaguer. Tanto fue así que llegó a ser invitado como mantenedor en los Jocs Florals del año 1892, visita que fue prolongada con diversas excursiones a las comarcas de Ripoll y Vic, a Monserrat y a Vilanova i la Geltrú. Pero el escritor que más veces visitó Barcelona, y el que mantuvo una relación más sostenida con el ámbito cultural catalán fue, sin duda, Benito Pérez Galdós, que pasó unos días deambulando por la ciudad en los años 1868, 1888, 1896, 1903, y aún bien entrado el siglo XX, en 1917 y 1918. En septiembre de 1868, regresaba de París y se encontró con una Barcelona entusiasmada con la caída de Isabel II. En Memorias de un desmemoriado recuerda aquel ambiente favorable a las ideas liberales y considera a los barceloneses la vanguardia de las ideas avanzadas en España. Mucho más relevante fue su segundo viaje. En mayo de 1888, Galdós regresa a Barcelona con motivo de la Exposición Universal, y da fe de sus impresiones en dos artículos publicados en el periódico bonaerense La prensa. El autor elogia el carácter de los catalanes, sobrios y trabajadores, poco amigos de perder el tiempo en las tabernas y los toros, distracciones bárbaras, y considera totalmente justificadas las reivindicaciones proteccionistas de los regionalistas. En marzo de 1896, Galdós pasaba unos días en Reus y, luego, asistía a los estrenos teatrales de Doña Perfecta y Los condenados, que se reponía también en Barcelona. Esta vez, el novelista quiso inmediatamente visitar a Jacint Vedaguer, por aquellas fechas caído en el descrédito social por su anacrónico celo religioso. En 1895, habían

aparecido en La Publicidad los artículos “En defensa propia” que dieron lugar al posterior enfrentamiento con el Marqués de Comillas. Ambos novelistas certificaron la serenidad y la equilibrada resignación de quien había sido considerado un loco por las autoridades eclesiásticas. Doña Emilia Pardo Bazán es otro caso de intelectual español amigo de la cultura catalana, aunque sus simpatías por el regionalismo se circunscribieron a un ámbito sentimental y, en ningún caso, político. Doña Emilia se carteó desde sus inicios con Víctor Balaguer, director del periódico madrileño La mañana. En el Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú se conservan sus cartas y todas las primeras ediciones de la escritora gallega, que se las fue enviando puntualmente conforme fueron apareciendo. Asimismo, Balaguer actuó durante años como bisagra entre el liberalismo romántico catalán y el mundo cultural y político madrileño, llegando a ser nombrado ministro de Ultramar en 1871, de Fomento al año siguiente y de nuevo de Ultramar entre 1886 y 1888. Durante la primera mitad del siglo XX, se quiso consolidar el diálogo entre los dos mundos culturales a través de una serie de iniciativas de mayor envergadura, que de algún modo buscaron superar un espacio oficial anquilosado, cuando no francamente hostil, y que a la vez fuera más allá del ámbito de las relaciones personales. Las iniciativas de 1924, 1927 y 1930 van a propiciar un importante ambiente de entendimiento mutuo que, de algún modo, propició los amores fugaces de la Segunda República, por mucho que se torcieran luego. Nos referimos al Manifiesto de los escritores castellanos en defensa de la lengua

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catalana, redactado por Pedro Sáinz Rodríguez y enviado al dictador en marzo de 1924; a la Exposición del Libro Catalán, instalada en locales de la Biblioteca Nacional y organizada por Ernesto Giménez Caballero en 1927; y, por último, la visita de los intelectuales castellanos a Cataluña en 1930, auspiciada por Cambó y organizada por su mano derecha en el ámbito cultural, Joan Estelrich. El relato de aquellos emocionantes días de la primavera de 1930 han sido magníficamente narrados por Xavier Pericay en su libro Compañeros de viaje (2013). Lo asombroso del manifiesto de 1924, lleno de espíritu menendezpelayano, es la variedad entre las personas que lo firmaron: desde destacadas personalidades de la izquierda política que luego jugaron un papel decisivo durante la Segunda República (Luis Araquistain, Fernando de los Ríos, José Giral, Manuel Azaña); hasta personalidades y escritores de la derecha que muy pronto evolucionarían hacia posturas claramente autoritarias (el propio Sáinz Rodríguez, Manuel Bueno, Concha Espina, José Albiñana). En general, los más jóvenes firmaron en masa, y también los políticos que trataron de forjar una república moderada: José Ortega y Gasset, Ángel Ossorio y Gallardo, o Gregorio Marañón. Destacaron también entre la larga lista de firmantes, Ramón Menéndez Pidal, Azorín, Ramón Gómez de la Serna y Ramón Pérez de Ayala. El 23 de marzo de 1930, una nutrida representación de la intelectualidad española viajó en tren a Barcelona para ser homenajeada por su apoyo expreso al catalán declarado en el manifiesto de 1924. Viajaron a Cataluña, entre otros, Ramiro Ledesma Ramos, Enrique Díez Canedo,

Ernesto Giménez Caballero, Ramón Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés, Luis Araquistain, Ricardo Baeza, Manuel Azaña, José Bergamín, Pedro Salinas, Juan Chabás, Ángel Ossorio y Gallardo, Nicolás M. de Urgoiti, Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala, José Ortega y Gasset, Eugenio Montes, Claudio Sánchez Albornoz y Pedro Sáinz Rodríguez. Fueron recibidos en el Ateneo Barcelonés, donde Pere Coromines leyó un cordial discurso que había sido aprobado por la Junta directiva de la institución dos días antes. Para los amantes de las curiosidades, la versión manuscrita de este discurso se conserva en la Biblioteca de Cataluña, con el código identificativo Ms 2658. Por la noche, se celebró un multitudinario banquete en el Hotel Ritz. Exactamente comieron y departieron en aquella ocasión quinientos dieciséis comensales. Presidió el evento el Presidente de la Real Academia Española, Ramón Menéndez Pidal. A su derecha se sentaron el presidente de la Academia de Medicina de Barcelona, el doctor August Pi i Sunyer, el de la Academia de Jurisprudencia de Madrid, Ángel Ossorio y Gallardo, el del Ateneo de Madrid, Gregorio Marañón, el del Ateneo Barcelonés, Pere Coromines, Américo Castro, y Raimon d’Abadal, decano del Colegio de Abogados de Cataluña. A su izquierda se sentaron Pompeu Fabra y varios catedráticos de las universidades Central, de Barcelona y de Granada: José Ortega y Gasset, Jaume Serra Hunter, Fernando de los Ríos, Pedro Sáinz Rodríguez y Lluís Nicolau d’Olwer. José Ortega y Gasset pronunció un breve discurso que contiene, en miniatura,

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lo esencial de sus ideas en torno al regionalismo catalán y el papel que este podía desempeñar en la futura España: Que se sepa que hay un grupo de españoles, discrepantes entre ellos, que creen que la vida pública necesita una reforma radical. La discusión sobre las maneras concretas de la reforma nos separará. Pero antes hacemos constar bien alto la coincidencia básica. No coincidimos en política, pero coincidimos en historia. Es preciso que la libertad desate las lenguas para que cada uno pueda proclamar su actitud. Y no sólo se habló, sino que se redactó un telegrama, por iniciativa de Sáinz Rodríguez. Telegrama que fue enviado a Dámaso Berenguer, jefe del gobierno de transición, y en el cual se decía: Elementos culturales castellanos de todas las tendencias, después de celebrar acto inolvidable de fraternidad con los catalanes, rogamos al Gobierno con vivo empeño y por estimarlo de justicia que amplíe amnistía a todos los que sufren en la prisión o fuera de España por actos de amor a sus ideales, que decrete la revisión del proceso de Garraf y que derogue todas las disposiciones de la dictadura que han deprimido y agraviado la lengua y la libertad de Cataluña. Al día siguiente, en Sitges, Manuel Azaña proclamó públicamente que apoyaba la autodeterminación de Cataluña, lisa y llanamente. Con el tiempo, se convertiría en el principal defensor del Estatuto de Autonomía republicano.

Menéndez Pidal no permaneció ocioso cuando terminaron los actos de homenaje de 1930. Acompañado por Lluís Nicolau d’Olwer, concejal del Ayuntamiento de Barcelona depuesto por Primo de Rivera, se dedicó a visitar las escuelas municipales de la ciudad, declarando luego a la prensa el horror que le había producido el hecho de que no se enseñara a los niños barceloneses en su lengua materna.. Menéndez Pidal declaró que, al volver a Madrid, visitaría al Ministro de Instrucción Pública para protestar y pedir que, en Cataluña, la lengua vehicular para la enseñanza fuera el catalán, siendo éste el único idioma que entendían los alumnos. Por aquellas mismas fechas, Luis Araquistain se convirtió en el principal defensor del autonomismo catalán en la esfera del socialismo español. Lo hizo en dos libros: España en el crisol y El ocaso de un régimen. Sin embargo, más tarde no votó en las Cortes el Estatuto catalán de 1932 ni con los recortes que había sufrido previamente. Tampoco lo hizo Ortega. Azaña, pues, se quedó solo como defensor y ejecutor de las iniciativas autonomistas de 1930, año que debe ser considerado una fecha fundamental, clave y axial en la incorporación del catalanismo en los programas políticos de los partidos democráticos españoles. No debe extrañarnos que, también en ese año, Pedro Sáinz Rodríguez, que actuó como cadena de transmisión entre Menéndez Pelayo y el franquismo, publicara El concepto de Patria y de Región en la obra de Menéndez y Pelayo. El proyecto regionalista de la derecha culta y conservadora impregnó el falangismo y perfiló claramente los límites que no debían ser nunca traspasados por los nacionalistas

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catalanes y sus posibles aliados castellanos: los de la soberanía nacional. De algún modo, la historia de la primera transición a la democracia, la de 1930, se repitió en la segunda, la de 197582. En ambos momentos, se produjo un entendimiento que condujo a un apaciguamiento que sustituía a una burda historia de represión. Quizás, llegados a este punto, se imponga realizar una reflexión que nos permita alumbrar un puñado de conclusiones claras: tras momentos de clara confrontación, o de agresión unilateral, fueron produciéndose iniciativas culturales que trataron de restañar las heridas y cicatrizar lo que quizás el río Ebro separaba. La iniciativa personal (y la amistad) entre un puñado de escritores vino a corregir las cegueras o cautelas de Cánovas y Sagasta. Al naufragio del Estatuto de Autonomía de 1919 y la represión de Primo de Rivera le sucedió una impresionante demostración de amor mutuo, que luego no pudo encajar bien en el maremágnum político, cada vez más crispado y aterrado de sí mismo, de la Segunda República. Tras el franquismo, las iniciativas de concordia fueron aún más claras. Suárez tuvo la habilidad de llamar a Tarradellas. O quizás comprendió que los ejércitos no cosen a las naciones ni los estados. En Madrid, se cantaban canciones en catalán. Desde el medio siglo existía una floreciente cultura castellana escrita y publicada en Barcelona. Actualmente, muchos puentes se han roto. ¿Quién intenta reconstruirlos? ¿Dónde están los escritores que se frotan, que dialogan, que discuten, los que desatan su lengua en un contexto de libertad, los que creen que es necesaria una reforma radical, como pedía Ortega? ¿Realmente hay alguien interesado en que se produzca

un nuevo entendimiento? ¿De verdad un puñado de obediencias partidistas eclipsará los ideales de todos? Durante los siglos XIX y XX, los intelectuales han ido por delante de los políticos. Han marcado el camino y han tratado de entenderse, respetando sus diferencias. Pero hoy, no parece que no vayan a levantar la liebre ni ellos. Ocurra lo que ocurra, la herida ha de comenzar a cerrarse. ¿Lo hará la cultura, como lleva haciéndolo desde los tiempos de Antonio de Capmany? ¿Quién es el beneficiado de que los intelectuales se enfaden infantilmente, se enroquen, y dejen de conversar, incluso en estados distintos? O es que quizás tienen razón quienes defienden que ya no existen intelectuales. Los extremistas ya no ven a la mitad de los integrantes de su propio pueblo: actúan como si la mitad de su sociedad no existiera, como si su mera presencia y sus ideas fueran intrínsecamente insoportables, o de naturaleza demoníaca. Falta empatía: donde había personas, ahora no hay más extremistas del bando opuesto. La existencia de la mitad de un pueblo crispa a la otra mitad, que desearía no verlo, no tener que interactuar con él. Y, atención, no hemos entrado en la calidad o legitimidad de las ideas de cada uno, lo que cada uno pueda proyectar, organizar o votar. Lo que sorprende es que se pueda pensar en la ausencia de diálogo, la falta de espacio público, sea lo que sea lo que se proyecte, se programe y se vote. Hasta un separatista intransigente como Antoni Rovira i Virgili, en 1930, envió a un delegado, Macià Mallol, a la firma verbal del Pacto de San Sebastián. Incluso en lo peor del franquismo, con las cárceles llenas y verdaderos problemas de censura, Ridruejo y Riba se abrazaron

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y se escucharon, en junio de 1952. Faltan esa clase de símbolos, esa clase de puentes. Barcelona y Madrid se necesitan y se buscan. No importa qué clase de raya haya enmedio. Si me permiten, la raya es lo de menos. De lo contrario, estaremos tratando de dos culturas muertas, provincianas y fanatizadas, que dependerán de las mediocres coyunturas partidistas y de su miseria localista.

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FRANCISCO VAQUERO FRANCISCO VAQUERO SÁNCHEZ SÁNCHEZ Campo lírico y ensoñación un poeta:Época Federico García Lorca Exégesis 2deSegunda

Campo lírico y ensoñación de un poeta: Federico García Lorca [literatura-historia-estudios culturales]

“Mi paraíso un campo/sin ruiseñor/ni liras, /con un río discreto/y una fuentecilla.” “Deseo”, 1920, del Libro de poemas

En aquel paraíso entre las alamedas del ‘río discreto’, que es el Cubillas, afluente del Genil, se pasaba horas escribiendo. De allí procede casi toda su poesía juvenil. Es una ‘imagen exacta’, como él dice, ‘de mis días de adolescencia y juventud […]’ ‘[… ]A pesar de todo, nuestra vida en Asquerosa era monótona y sencilla. Para mí, apenas duró diez años, pero hoy los considero como uno de los períodos más ricos e importantes en mi ya larga vida’, y creo que en la de Federico lo fueron en grado sumo…”. Son palabras textuales que recojo del libro póstumo de Isabel García Lorca, hermana del poeta, “Recuerdos míos”. En este libro, Isabel, le dedica treinta páginas a Asquerosa, a la que en el año 1943 cambian tan desafortunado topónimo por el mejor sonante de Valderrubio. “Amo la tierra. Me siento ligado a ella. Mis más lejanos recuerdos de niño tienen sabor a tierra. La tierra está por encima de todas mis emociones”. Estas palabras recogidas de una entrevista del año 1934

nos recuerdan el campo y la naturaleza que empaparon el alma de Federico desde muy pequeño, que prendieron su corazón de intensas emociones que, voluntariamente él pretendió reencontrar a lo largo y ancho de su vitalista peregrinaje por este mundo. Así lo demuestran las numerosas citas que, en sus cartas y en su obra literaria, hace del paisaje y del paisanaje de Asquerosa. Una treintena de cartas desde este pueblo y desde el cercano cortijo de Daimuz dan fe de lo que decimos. En este campo lírico, sueña el poeta reencontrándose con su niñez, con su adolescencia: Cabecean los chopos hablando / con el alma sutil de la brisa (versos de “Espigas”, 1919, “Libro de poemas”) y en el dulce cabeceo suena su nombre que salta de rama en rama: ¡Federico!... ¡Federico!... ¡Fe… de… ri… co! Blanda de lágrimas y caliente de besos, su antigua espada de madera se bate en un misterioso crepúsculo de siluetas, un sueño de

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escarpas con fondo de serranía… Federico recupera la mirada y contempla el cielo cuajado de estrellas. La luna ilumina su frente confundida en el dolor de sus nuevas inquietudes, “¡Tristeza del enigma de mí mismo!” diría en una carta a Adriano del Valle y continúa después “por lira tengo un piano, y en vez de tinta, sudor de anhelo, polen amarillo de mi azucena interior y mi gran amor… Tenemos que amar a la luna sobre el lago de nuestra alma y hacer nuestras meditaciones religiosas sobre el abismo magnífico de los crepúsculos abiertos […,] porque el color es la música de los ojos… Ahora dejo la pluma para montarme en la piadosa barca del Sueño […]. En la escuela, sentado en el último banco, lloraba y lloraba y su comportamiento era “casi como el de una niña”. Años después en su “Poeta en Nueva York” diría: [...] quiero llorar porque me da la gana, como lloran los niños del último banco, porque yo no soy un hombre, ni una hoja, ni un poeta. Sólo soy un pulso herido que ronda las cosas del otro lado. En la entrevista, anteriormente citada, de 1934, Federico recuerda: ¿Mi vida? ¿Es que yo tengo vida? Estos mis años, todavía me parecen niños. Las emociones de la infancia están en mí. Yo no he salido de

ellas. Contar mi vida sería hablar de lo que soy, y la vida de uno es el relato de lo que se fue. Los recuerdos, hasta los de mi más alejada infancia, son en mí un apasionado tiempo presente. Pero Federico, sigue saltando la comba de la luna… y salta, y salta… y tropieza, y cae, y se llena de miedo, de un miedo cerval a la caída, a la violencia, a la muerte. Y en esa plenitud, en esa búsqueda, encuentra el fruto imposible para muchos y prohibido para casi todos: el duende. Porque trabaja infatigablemente, sin desmayo, hasta entrar en la última habitación de la sangre… y vuelve a recordar desde una cabaña en la misma orilla del “paraíso de los molinos” aldea junto al lago Edén: “Hay un ambiente que me recuerda mi niñez en Daimuz”… Tan lejos y siempre tan cercano, tan próximo, tierra y fuego, fuente de agua clara… y vuelve a Asquerosa, le ha distraído el fresco rumor de los ríos que los “bueyes del agua” cargan de poderío y estridencia: [...] creo que mi sitio está entre estos ríos líricos y estos chopos musicales que son un remanso continuado, porque mi corazón descansa de una manera definitiva. Y nombra y descubre, con pudor y recato su pueblo, Asquerosa, en numerosas cartas a sus amigos, más de veinte, hasta el año 1926, la última de ellas a Pepín Bello, persona amable y estupenda que tenemos el honor de haber conocido: “…los gallos clavan banderillas de lujo en el testuz del

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FRANCISCO VAQUERO SÁNCHEZ Campo lírico y ensoñación de un poeta: Federico García Lorca

amanecer y yo me pongo moreno de sol y de luna…” O también: “Asquerosa es uno de los pueblos más lindos de la vega de Granada, por lo blanco y por la serenidad de los habitantes…” Vuelve a distraerse Federico. Ahora lo hace con: “un gitano maravilloso” de Asquerosa: Lombardo. Vive en una casa cercana a la suya. Federico escucha ensimismado… Más tarde, Lombardo le daría clases de guitarra a Federico… Desde Daimuz escribe: Estoy en el campo, ¡y en qué campo de Dios!... Hago unos diálogos extraños, profundísimos de puro superficiales, que acaban todos con una canción. Ya tengo hechos la doncella, el marinero y el estudiante, el loco y la loca, el teniente coronel de la Guardia Civil, diálogo de la bicicleta de Filadelfia y diálogo de la danza que hago esto días. Poesía pura, desnuda. Creo que tienen un gran interés. Son más universales que el resto de mi obra (que entre paréntesis, no la encuentro aceptable)… yo trabajo… trabajo para morir viviendo. No quiero trabajar para vivir muriendo. Me renuevo… En Asquerosa, Federico dice en carta a Melchor Fernández Almagro, que está terminando una serie de romances gitanos, que está haciendo interpretaciones modernas de figuras de la mitología griega, que ha terminado el primer acto de “La zapatera prodigiosa” y se dedica a escribir

con verdadero entusiasmo “ala del Espíritu Santo”, como él lo define. También Falla escribe a Federico y le dice: “Ambos, Mª del Carmen y yo, recordamos frecuentemente las magníficas horas pasadas en Ask-el-Rosa…”. Desde 1920 hasta 1926, pasa todos los veranos en Asquerosa. Son años fecundísimos, volcado en su obra casi exclusivamente. Concretamente en el año 1921 está “machacando” los Cristobical y escribe a Adolfo Salazar describiéndole una escena en la que un zapatero llamado “Currito er der Puerto” quiere tomarle medida de unas botinas a Doña Rosita y ella no quiere por miedo a Cristóbal que, finalmente, la mata a dos porrazos. Se trata de la Tragicomedia de Don Cristóbal y la Señá Rosita. Fueron los viejos de Asquerosa los que ilustraron a Federico en estos asuntos. En 1923 escribe: […] Estoy pasando un estío febril y amargo, solicitado por una muchedumbre de poemas que me hacen la vida imposible; por eso he decidido dedicar mi atención a mi jardín de toronjas de luna y dejar los otros para más tarde… Y en 1924 explica: […] Es curioso que yo no tenga envidia ni desee cosas de hombre, sino cosas de las Cosas […] Es en su prosa y en su epistolario donde podemos encontrar al poeta entregado que muestra sus intimidades de un modo más abierto y cercano. José Mora Guarnido nos dice en su hermoso libro Federico García

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Lorca y su mundo, Ed. Losada (Buenos Aires, 1958): El marco de la biografía del poeta, lo que contribuye a encuadrar su estampa humana, está contenido a mi entender en los primeros años. Qué bien conocía Mora a nuestro poeta. En una carta a Adriano del Valle del año 1918, Federico expone alguna de sus meditaciones: […] He atravesado una crisis de lejanías y de tristezas que ni yo mismo me he dado cuenta. Podría decirse que yo era una sombra borracha de verano y de pasión imposible… Tenía dentro del alma, en ese pozo insondable del que Santa Teresa hizo su castillo interior, un sedimento de espigas sonoras y de nubes blancas. He contemplado demasiado el cielo azul y he sentido verdaderas heridas de luz […] Por los caminos de la vega no me he acordado de nadie, ni de mí mismo. En mis meditaciones con los chopos y las aguas, he llegado a la franciscana posición de Francis James [… ] Yo soy como una ilusión antigua hecha carne, y aunque mi horizonte se pierda en crepúsculos formidables de apasionamientos, tengo una cadena como Prometeo que me cuesta trabajo arrastrarla, ahora que no estoy preso en la roca, pero en vez de águila, un búho me roe el co-

razón. Me siento lleno de poesía, poesía fuerte, llana, fantástica, religiosa, mala, honda, canalla, mística. ¡Todo, todo! ¡Quiero ser todas las cosas! Bien sé que la aurora tiene la llave escondida en bosques secretos, pero yo la sabré encontrar. En el año 1922, dice a Melchor Fernández Almagro: Amo la tierra. Me siento ligado a ella en todas mis emociones. Mis más lejanos recuerdos de niño tienen sabor a tierra […] Me voy al campo […] Todas las mañanas tengo un deseo irresistible de llorar a solas con un llanto dulce y alegre… Cualquier cosa me emociona… Ahora pienso trabajar mucho bajo mis eternos chopos y bajo el pianísimo del oro. Quiero hacer este verano una obra serena y quieta; quiero construir varios romances con lagunas, romances con montañas, romances con estrellas; una obra misteriosa y clara, que sea como una flor: ¡Toda perfume! [...] Figúrate un romance que en vez de lagunas tenga cielos, ¿hay nada más emocionante? Este verano, si Dios me ayuda con sus palomitas, haré una obra popular y andalucísima. Federico se está refiriendo a La zapatera prodigiosa. Días pasados salió una luna verdimorada sobre la neblina azul de

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FRANCISCO VAQUERO SÁNCHEZ Campo lírico y ensoñación de un poeta: Federico García Lorca

Sierra Nevada, y en frente de mi puerta una mujer cantaba una berceuse que era como una serpentina de oro que enmarañaba todo el paisaje. Sobre todo en los anocheceres se vive en plena fantasía, en un sueño a medio borrar […] hay veces en que todo se evapora y nos quedamos en un desierto de gris de perla, de rosa y de plata muerta. Yo no te puedo decir lo enorme que es esta vega y este pueblecito blanco entre las choperas oscuras. Por las noches nos duele la carne de tanto lucero y nos emborrachamos de brisa y de agua. Dudo que en la India haya noches tan cargadas de olor y tan delirantes […] Además, ¿no sabes?, Estoy aprendiendo a tocar la guitarra; me parece que lo flamenco es una de las creaciones más gigantescas del pueblo español. Acompaño ya fandangos, peteneras y “er cante de los gitanos”, tarantas, bulerías y ramonas. Todas las tardes vienen a enseñarme El Lombardo (un gitano maravilloso) y Frasquito “er de Lafuente” (otro gitano espléndido), ambos tocan y cantan de una manera genial, llegando hasta lo más hondo del sentimiento popular. Ya ves si estoy divertido. Quién iba a pensar que una esquina de muerte atroz esperaba al poeta a la vuelta de unos pocos años:

Aquí me quedo sólo, hombrecillo /de la cresta, con la voz que es mi hijo. Espe /rando no la vuelta al rubor y al primer /gusto de la alcoba pero si mi moneda de sangre que entre todos me habéis quitado. A fines del siglo XIX, Ángel Ganivet decía que para que los artistas naturales de Granada mereciesen ser llamados artistas granadinos, necesitaban algo más que haber “nacido en nuestra ciudad o provincia”; era preciso también ver si habían sido “modelados” por Granada; si ésta los había sabido “formar”, “iniciar en el secreto de su propio espíritu”. En 1929, Federico declara, casi en los mismos términos: Granada “formó y modeló esta criatura que soy yo, poeta de nacimiento y sin poderlo remediar”, porque Granada le había dado “su luz y sus temas” y le había revelado “la vena de su secreto lírico”. Avanzaremos que se trata de aquello que Ganivet había llamado el secreto del espíritu granadino, el módulo moral y estético de Granada. Y si Ganivet había enseñado a Federico la formulación teórica del espíritu granadino, fue en otro paisano, Pedro Soto de Rojas (15841658), en quien el poeta pudo apreciar ese espíritu animando una exquisita obra de arte literario. Porque toda la anécdota que Federico adquiere de Granada, desde los personajes y sucesos reales que sostienen sus creaciones poéticas, con los lógicos ingredientes ambientales de carácter, costumbres y habla, hasta los motivos tradicionalmente

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sentidos como granadinos, en sus manos, y gracias a su clara percepción del secreto estético de la ciudad, son reelaborados de tal modo que de Granada diesen, más que su historia, su intrahistoria, lo hondamente permanente, aquello que revelase la vinculación granadina con Andalucía y España y, en definitiva, con el hombre de cualquier latitud. Y ello a través de un lenguaje que, atento a la “tradición poética viva y la actual recién cuajada” asegurase con su “belleza pura” la siempre universal vigencia de lo cantado, aunque esto fuese intensamente regionalista. Los versos del Diván del tamarit no tienen nada que ver con aquellas postizas “orientales” que románticos y modernistas habían escrito sobre Granada. Ángel Ganivet también dijo que “el destino de lo grande es ser mal comprendido”. Leamos la obra de Federico no sólo con la razón, sino también con el corazón y el aura de lo presentido, porque el alma de los grandes sólo se puede intuir: se nos escaparía en el abrazo con el fragor escurridizo de unas alas sorprendidas. Buscad el arroyo en el camino, buscad al lagarto y la lagarta, buscad las mariposas de la luna. Lo eterno, lo importante, está junto a vosotros, no son más que esas pequeñas cosas que os envuelven, que os acompañan, casi inadvertidas… Mirad a los ojos de los niños. En esas pequeñas cosas está Federico. No está junto a reyes ni presidentes, No lo encontrareis junto a ministros ni alcaldes. Federico está en la tierra, en su tierra, porque siempre formó parte de ella. “La tierra está por encima de todas mis emociones”, llegaría a decir. “¡Que todos sepan que no he muerto!”, sentenció Federico. No es posible su muerte porque no es posible su olvido, para mayor escarnio de sus verdugos. Con voz más alta que nunca nos sigue cantando en todas las

lenguas cultas de la tierra y existe sobre él la bibliografía más extensa, después de la de Cervantes. Vivamos su inagotable latir poético, su fresco y prodigioso fluir de purísimo manantial, viajemos allá donde las estrellas vienen a mimar su cálida luz bajo la piel de la noche, en el transparente azabache de los estanques y fuentes alhambreñas. Vivamos en fin el entusiasmado triscar de la “corza rosa por las veletas” y que la música del viento por las alamedas nos llene el espíritu de rítmicas delicias. Oigamos callados, casi sobrecogidos, ese llanto disecado del niño que todas las tardes muere en Granada, su Granada. Pero, “¡que todos sepan que no he muerto!” …Y, acabo como empecé, con los propios versos del poeta: Tardará mucho tiempo en nacer, /si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de /aventura. Yo canto su elegancia con /palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los /olivos. Imágenes Págs. 203, 204, 205, 206 y 207, vistas de Valderrubio (Asquerosa: el campo, la casa, la carta, el río y el interior de la vivienda; todas suministradas por el autor de este trabajo.

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ANTONIO CRUZ ANTONIO CRUZ ROMERO ROMERO Noches luminosas y días 2oscuros: LaÉpoca poesía de Hilario Barrero Exégesis Segunda

Noches luminosas y días oscuros: La poesía de Hilario Barrero [literatura-crítica-estudios culturales]

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ocos como el pintor Edward Hopper han sabido retratar con tanta nitidez los espacios y lugares más íntimos de las ciudades norteamericanas. Nadie con esa mirada precisa capaz de detenerse en la nostalgia y soledad de sus habitantes; un pintor que afirmaba que si pudiera decirlo con palabras, no habría razón para pintar. Se equivocaba, pues es aquí cuando el poeta Hilario Barrero hace lo imposible y le pone palabras a sus pinturas, versos de tanta elegancia y melancolía como los trazos de Hopper, cuyo resultado final supone una continuación de las íntimas escenas de la vida neoyorquina y sus alrededores: una comunión única y exquisita entre un pintor y un poeta. Revisar la poesía de Hilario Barrero es revivir una existencia intensa y emocionante, en donde el poeta nos permite ser testigos de una vida que transita por la historia de varias ciudades, no de dos, como hizo Dickens en su novela, sino de al menos tres, y por todo ello entiendo que en absoluto exageraba en su día –y así lo sigo creyendo–, al afirmar que la publicación de Educación nocturna (Sevilla, 2017), la antología poética de Hilario Barrero (poeta, diarista, traductor, editor de una revista, dibujante y profesor en diversas universidades de Nueva York), fue uno de

los grandes acontecimientos literarios de aquel año en España, tanto para aquellos que ya admirábamos su oscura y honda poesía y su voz personalísima, como para los que a partir de entonces pudieron degustar a uno de los grandes poetas de los últimos cuarenta años en España. Posiblemente Dios ha muerto, pero en el parque este Sábado Santo, después de la batalla del invierno, en la hierba de abril un torso resucita. A Hilario Barrero me lo imagino siempre en su pequeño Reino de Brooklyn, contemplando todo con su atenta mirada y armado a su vez con su pluma minuciosa. Me lo imagino oteando el horizonte a través de un gran ventanal y hechizado observando cómo la luz metamorfosea los cielos de Nueva York, y mientras se deleita con una ópera, recitando de memoria hasta el más mínimo detalle, se detiene en el último racimo de luz, y cuando la oscuridad va ciñéndose sobre la ciudad de los rascacielos, le pone el punto final al día pero la coma a otra noche que da comienzo, pues de noches luminosas y oscuros días hablan gran parte de sus poemas. Cruzando el Brooklyn Bridge la luz roza la ojiva y hay una gaviota que ensombrece el palio azul de la mañana.

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Hay un libro suyo de poesía al que siempre termino acudiendo: In tempore belli. Y es con este poemario con el que Barrero obtuvo en 1998 el Premio de Poesía Gastón Baquero, una obra sobria compuesta de poemas ciertamente barrocos, con un evidente tono elegíaco y poso oscuro que resume a la perfección su estilo. Barrero, que vive en Nueva York desde 1978, se presentó al premio bajo el pseudónimo de Arcipreste de Bruklin (por lo que también pienso en él como un escrupuloso monje copista, elaborando un poema, diseccionando una traducción o trazando alguno de esos dibujos hermosamente singulares). Al citado poemario pertenece «Plaga», un tema recurrente en su poesía y que resulta verdaderamente escalofriante: Todavía se aman a pesar de la /plaga y encuentran en la noche sus /torsos alumbrados sabiendo que la muerte les acecha /celosa. Puede que el vivir lejos de España le haya hurtado la posibilidad de haber estado aún más presente y con más vehemencia entre los lectores de nuestro país (¡causa asombro que un poeta de su talla haya permanecido inédito hasta el año 1999!); pero no es menos cierto que gracias a esto se ha mantenido al margen de las reyertas literarias, del ansia irrefrenable de publicar, de las puyas estilográficas del fuego amigo y de los dardos de irrefrenables vates, que aun sin veneno, en ocasiones tratan de emponzoñar, y a veces incluso matan. Resulta todo un acierto que la sucesión de los poemas de la antología no se estableciese por el clásico y manido criterio cronológico, siendo estructurada en cuatro secciones que reflejan el mundo lírico y vital del poeta: Travesía, Modo Subjuntivo,

Mortal Manhattan y Educación Nocturna. Al mismo tiempo el poemario parece ser una suerte de Divina comedia en la que el «Infierno», «Purgatorio» y «Paraíso», se ajustan a las coordenadas de sus tres ciudades: Toledo, Barcelona y Nueva York, pero sin que pueda emparentarse de manera clara cuál de estas corresponde al infierno, cuál al purgatorio y cual al paraíso, sino más bien entremezclados cada uno de los lugares y ciudades. En sus pulcras composiciones, algunas de corte elegíaco (“Unos gladiolos blancos sobre la piedra gris/ y en la piedra grabado un nombre familiar”), muchas simbólicas y otras descriptivas, se dan cita poetas tan dispares como Cernuda (realidad y deseo van de la mano en su versos, desembocando en ocasiones en la sensualidad, y con frecuencia en el erotismo); la sensibilidad de enigmáticas mujeres norteamericanas a las que ha traducido, como Dickinson, o la mirada cosmopolita de Sara Teasdale; la presencia sempiterna de Góngora y su verso oscuro, o la luz que sólo Eliot o Dante han sabido plasmar de manera tan sublime, aglutinándose la esencia de éstos en la poesía del toledano, que es capaz de describir con precisión de cirujano un paisaje o una escena haciendo uso de todas las tonalidades luminiscentes habidas y por haber, aplicando un inusual colorido en sus composiciones, y como explicaba al comienzo de este artículo, sin olvidar la influencia que tiene en su estética el pintor estadounidense Edward Hopper, al que incluso le dedica un poema («Early Sunday Morning»), hermosísimo y de tan grandiosa plasticidad que uno tiene la tentación de tratar de pintar cada uno de sus versos: Dormidas las persianas, amarillo despierto de septiembre, un visillo

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ANTONIO CRUZ ROMERO Noches luminosas y días oscuros: La poesía de Hilario Barrero

entretiene su frágil esqueleto en el lento columpio de la brisa, mientras Mrs. McLaughlin siente un /escalofrío, protegida por Gato (y una buena /ginebra) y comienza a leer la última edición del New York Times, cuando tan sólo /son las siete menos cuarto, en la recién creada mañana del domingo. Leer la poesía de Barrero es leer la Vida, su propia existencia, con sus sombras y con sus luces, y en donde la noche decide parte de la educación, y también de los versos: el amor, la vejez (“se entregaba a otros cuerpos/ que le iban tirando de la piel./ […] No pudo detener el deterioro”), o las innumerables ciudades (Gijón, Lisboa, Oporto o Venecia, además de las ya citadas), que se articulan como geografías de vidas pasadas; poemas de una sola palabra que lo dicen todo. Y aunque nada parece que ha /cambiado tienes miedo de entrar en la /estación pues bien sabes que ya están los /cuerpos que te pidieron lumbre, te /invitaron a una pensión de barrio /y encendieron tu noche. Hilario Barrero entró por fin en la Pléiade de la editorial Renacimiento con su antología Educación nocturna, una edición publicada bajo el cuidado del crítico y poeta José Luis García Martín. Son poemas ya antiguos –como suelen ser los que forman las antologías–; poemas que han aparecido en diversas revistas y publicaciones, pero resucitan cada vez que son leídos y parecen frescos y relucientes, y como apunta García

Martín en el prólogo, «sólo ahora adquieren su verdadero sentido». Les invito a dejarse seducir por la poesía de Hilario Barrero. Bibliografía Barrero, Hilario. In tempore belli. Madrid: Editorial Verbum, 1999. _____. Libro de familia (2001−2011). Cáceres: Diputación provincial de Cáceres, 2011. _____. De las Ramblas a Brooklyn. (Código descifrado). Nueva York: Cuadernos de Humo, 2016. _____. Educación nocturna. Antología poética. Sevilla: Renacimiento, 2017. _____. Blending. Nueva York: Editorial Cuadernos de Humo, 2017.

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Hilario Barrero


EXÉGESIS FRANCISCO JAVIER GALLEGO DUEÑAS Exégesis 2Dossier Segunda Época

José Luis Morante: Cartografías de la identidad [literatura-crítica-poesía]

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acido en El Bohodón (Ávila) en 1956 que lo sitúa, al menos cronológicamente, cerca de los principales representantes de la llamada “poesía de la experiencia” (Javier Egea y Jon Juaristi nacieron en 1951, Luis García Montero en 1958, Felipe Benítez Reyes en 1960, Carlos Marzal en 1961).1 Bebe tanto de Gil de Biedma y Ángel González, de Celaya, Fonollosa, Margarit y Cernuda, como de Borges y Nicanor Parra, de Julio Martínez Mesanza aunque su estilo carezca de la épica de éste. Con Blas de Otero comparte el lenguaje común, coloquial, sumamente cuidado, dotado de ritmo y fina ironía. No intenta, desde luego, deslumbrar con ingenio a través de metáforas artificiales, prefiere recursos como la concepción simétrica del poema, el léxico coloquial y selecto, la “adjetivación ajustada y plena de connotaciones, claridad sintáctica” (Gutiérrez Turrión 13). Según Fernando López Guisado, encontramos una “propuesta estética clásica en el autor que defiende una línea clara cuyas imágenes se alejan de cualquier artificio ostentoso pero también de la arbitrariedad y de la experiencia poética centrada en exclusiva en lo meramente anecdótico” (2013). José Luis Olmedo precisa, “también será constante la arquitectura imparisílaba de los versos: pentasílabos, heptasílabos y endecasílabos serán

los más recurrentes en una combinación de metros que irá floreciendo alejandrinos, en mayor medida, en detrimento del eneasílabo” (2019). Como en otros poetas de la experiencia, aunque hay paseos rurales, predomina el espacio urbano, “donde el personaje toma conciencia de los otros y esboza un álbum de imágenes naturales, realistas para reproducir sus pasos” (Gutiérrez Turrión 26). Y como defienden programáticamente, siguiendo a Juan Carlos Rodríguez (Dichos y hechos), la poesía es también un género de ficción: “Escribir es mentir. La mentira merece un crédito que valore su aspecto verosímil, su apariencia de normalidad” (MP); “Tanta dulce mentira esconde a otro” (“Autobiografía”, Causas y efectos). ¿Poesía de la experiencia? Pues claro. ¿Poesía narrativa? De acuerdo. ¿Dónde entonces, su trascendencia y su duración? En compartir los referentes y en extraer los denominadores comunes que los sustentan y que configuran seguramente la base vital de todos nosotros. (Gutiérrez Turrión 21) Su posición como excelente y reputado crítico2 y editor3 ha ocultado su carácter de poeta de cuidado lenguaje y dueño de una voz muy personal, poeta en extremo nada precoz, comenta José Luna Borge en la

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FRANCISCO JAVIER GALLEGO DUEÑAS José Luis Morante: Cartografías de la identidad

introducción a su Poesía 1990-1998. Más allá de la polémica entre la concepción de la poesía como comunicación o conocimiento que marcó en gran parte el debate teórico de las generaciones posteriores a la guerra civil (Sánchez García 2018), lo que parece rechazarse desde el marco teórico es la poesía como expresión del yo, ni en el sentido elegíaco ni en el jovial, ni siquiera como intermediario de los dioses (Barrero 2016). La poesía de José Luis Morante, en parte por ser poeta tardío en publicar, evita ese sarampión emotivo que aparece en los poetas más precoces en pasar por la imprenta (“Los contornos de un poeta no coinciden con el desahogo sentimental de un sujeto ensimismado”, MP). En parte también, y es más importante, porque la posición básica del yo poético de José Luis Morante, es una subjetividad becoming, en construcción, cambiante, de heterónimos y máscaras, haciendo diligente caso de la máxima de Marco Aurelio (talla tu máscara), como de la experiencia poética de Fernando Pessoa. Trataremos de acercarnos a la poética de José Luis Morante a través de la concepción cartográfica, geoespacial de su yo poético, elemento esencial de la escritura del autor. Muchos críticos han puesto de relieve esa insistencia en desdoblar el sujeto poético, abordándolo desde diferentes perspectivas. Luis García Montero hablaba del sujeto escindido4 del fracaso de la modernidad. Pessoa sentía la necesidad de los heterónimos para vivirlo todo. Josep M. Rodríguez (2001 y 2010) explora algunos de los referentes de esas identidades en construcción: por supuesto Pessoa, Pound, Borges, Dostokievski, Amélie Nothomb o Gil de Biedma. “El espejo que a José Luis Morante también le sirve para descubrir la imagen de «el otro» […] un yo confesional que busca

fundirse y confundirse con el de su propio yo, pero que en el fondo es una invención más: otra «máscara»” (Punto cero 9-11). Vicente Luis Mora, en su ensayo El sujeto boscoso (2016), hace una extensa tipología del problema de la identidad en la poesía española contemporánea. Nos acercaremos a las connotaciones espaciales y temporales, geográficas e históricas, de la memoria en la construcción del sujeto poético de Morante porque lo interesante, además es que “junto a esa geografía íntima, la pupila social de este abulense (…) no olvida una realidad más amplia. Pienso en poemas como el hasta ahora inédito Alzheimer, en «Postal nocturna» o en «Chabolas»” (Punto cero 11). El propio autor lo reconoce en un aforismo, “Del diálogo entre microhistoria individual y macrohistoria social surge la conciencia cívica” (MP). La experiencia poética de la que parte José Luis Morante tiene su origen en la experiencia vital “de la que selecciona y la que toma cuerpo en el poema a través de la palabra elaborada” (Gutiérrez Turión 11). Es esta concepción la que se manifiesta influencia de la poesía de la experiencia: “Sea cual sea el grado de participación del yo histórico en el poema, el referente primigenio siempre sería él; en forma directa o indirecta –esto no es relevante–, pero siempre aparecerá en el fondo del callejón su figura concreta o nebulosa” (Gutiérrez Turrión 8). En otras ocasiones, la experiencia vital no se traduce directamente, sino que se filtra por un concepto: un largo recorrido, el enemigo leal, el país lejano, el ninguna parte… que articula el poemario. No hablamos entonces de una poesía meramente confesional, sino más bien, de nunca exploración poética y también personal (“Como Narciso, hice del espejo un solitario lugar de introspección”,

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MP). De ahí la importancia que toman los títulos de los libros. El libro se concibe como un todo unitario, con alguna imagen panorámica que sitúa la acción en el espacio o en el tiempo; sobre esa imagen genérica se asienta la peripecia simbólica del poema, y se cierra con alguna sensación conclusiva que justifica conceptualmente toda la composición. (Gutiérrez Turión 13) La identidad como problemática quizás sea el rasgo más característica de la poesía de José Luis Morante (Troncoso 2017). Su escritura explicita claramente la distancia que debe haber entre el hombre y la poesía (“Alguien que escribe. Soy parte de la trama. Un personaje episódico”, MP). El poeta es un “heterónimo del propio autor que se suele cubrir como una máscara para complacerlo y traicionarlo” (Gutiérrez Turrión 10). La estructura en ocasiones narrativa de los poemas deja a sus protagonistas –o las diferentes versiones del mismo yo– desorientados, desvalidos, arrojados a la absoluta soledad entre los demás hombres. El uso continuado de la segunda persona es uno de los rasgos más llamativos de la poesía de Morante, unas veces referidos a un diálogo, otras, a un diálogo consigo mismo. Uno de los mecanismos de diferenciación entre el narrador y el protagonista de los poemas es precisamente el recurso a diferentes personas gramaticales en un mismo poema y la consecuente mezcla de planos temporales y espaciales (Luna Borge 24). Desde Rotonda con estatuas en la poética de Morante se distingue una separación topográfica entre el yo y el tú (1); y entre el yo y el mundo (2); y entre el yo real y el yo fingido (3) que aparece ante los demás, el yo íntimo, auténtico y el yo social inauténtico,

la máscara, aunque uno y otro aparezcan nombrados en primera o segunda persona, la máscara y el espejo (Gutiérrez Turrión 12). Entre el yo y el tú No se puede negar la importancia capital que en la poesía de José Luis Morante tienen las relaciones personales, el diálogo con un tú que se concreta en el escenario de los afectos tanto como en los escenarios públicos que le acerca a tomar el punto de vista de otro. A modo de ejemplo inicial, en Rotonda de estatuas, el diálogo escrito se concreta en “De la carta que no escribiera nunca / rescataría este párrafo / por su notoria fijación sedante / que me hace invulnerable al desaliento: // «Pienso en ti casi siempre. / Las otras veces pienso en ti»” (“Rompo una carta nunca escrita”). La peripecia del protagonista poético de Largo recorrido permite incardinar ese diálogo dentro del paisaje cambiante del viaje y las distancias reales y metafóricas entre las que se configuran: “Es difícil tenerte cada día / y emerger imposible de tu abrazo. / Disimular –espiar a plena luz– / bajo un lenguaje neutro que equilibre / el timbre afable y la media distancia” (“Arte de la prudencia”). El viaje, en suma, es la oportunidad de encerrarse en una burbuja que los identifica frente al mundo: “Juntos sobrepasamos las antípodas; / con un vehemente afán de exploradores / nuestros pasos leyeron con tesón / la densa toponimia de los mapas. /… / Contigo a solas he viajado mucho / y he sentido asolando las traviesas / un temblor soñoliento, como fiebre, / que fue abriendo un espacio inhabitable, /un cansancio que mira de soslayo / y anima a cancelar rutas pendientes” (“Cancelaciones”, LR). Según el filósofo español José Luis Pardo, la intimidad se construye siempre entre dos que comparten lo que el lenguaje lleva

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“de contrabando” (Pardo 122): “Intenté recordar las palabras propicias / para cerrar un libro / según especifica la hermenéutica, / ese idioma secreto / donde juntos conviven / razón y sentimiento” (“Palabras sueltas”, NP). Sin embargo, y es lo más sobresaliente, la segunda persona gramatical no siempre referencia un interlocutor distinto, muy a menudo es un artificio para tratarse a sí mismo de manera dialógica. En la utilización de los paisajes, la acción que sólo cobra sentido en el remate último verso, cuando aparece el tú frente al yo, el nosotros. Se puede apreciar en una serie de poemas de La noche en blanco: “La evasión es muy fácil; / para ti no hay regreso / y tu dolor me huele a ropa limpia” (“Pacto”); “Aunque fueras creación memorable, / en este temblor de párpados abiertos / ya no te reconozco” (“Encantamiento”); “Si te hice sueño, no sobrepasabas / el vuelo permitido / a una función modesta: / era la pudorosa intimidad / que infringía la regla de ser islas” (“Vanagloria”). Entre el yo y el mundo. El espacio en la poética de José Luis Morante En el primero Rotonda de estatuas, además de inscribirse en el ámbito metafórico de la vida como camino, presente especialmente en Largo recorrido, hace referencia al movimiento circular. Este eje conceptual, por supuesto, no implica necesariamente una interpretación pesimista de la existencia. La rotonda adornada, como esta, por estatuas, es una imagen amable, estética, con una funcionalidad clara en la fluidez del tráfico, que redistribuye los trayectos y permite la salida. Concretémoslo ya: la vida se presenta en una visión circular y reiterativa, sin soluciones claras, y en ella el autor se ve invadido

por estatuas inmóviles y faltas de comunicación: seis mil millones de estatuas en este mundo redondo y repetitivo; o la misma estatua del yo poético secuenciada en perspectivas infinitas. (Gutiérrez Turrión 11) La metáfora de la vida como camino es la que articula Largo recorrido.5 Plantea una plena ontología del ser humano donde el movimiento siempre implica un desarraigo inicial, aunque los afectos y la vida procuren anclarse. La circunstancia del viaje se aprovecha para reflexionar no sólo al modo de Kavafis sobre la importancia del recorrido en sí mismo, es más, Morante prefiere recordar que los viajes son siempre de regreso: “Unir viaje y vacío en otra parte. / Celebrar el momento del regreso” (“Propósitos). Desde el principio de su poesía hay un innegable gusto por el viaje “Me gusta emprender sendas hacia ninguna parte” (MD); “Nunca se pierden / los que emprenden camino / a ningún lado” (Nubes). La metáfora del viaje explora la contraposición entre el reino de lo cotidiano y lo excepcional: “Porque lo cotidiano se convierte / en una polución irrespirable, / compro una guía de ferrocarriles, /… / vivo la frustración en ejercicio, / porque partieron ya todos los trenes” (“Tierra de adopción”, LR). Un excepcional, sin embargo, muy codificado, muy preparado, siempre abierto a sobresaltos pero previsible: “Que sea el viaje / un hecho cotidiano y sorprendente; / que guarda la memoria / aquella geografía / donde nunca estuvimos, / adonde llegaremos algún día: / cada viaje culmina en el regreso” (“Viajeros”, UPL). Por el contrario, la posición estable supone también una losa pesada para el poeta que añora el camino y el viaje como se añora la vida desde la madurez: “Aquí pierdo la voz, contemplo Rivas, / un nombre propio escrito en el asfalto, / un árbol que resguar-

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da la memoria, / pulcra ciudad de espacios habitables, / igual y diferente a cualquier sitio /.../ Crece la sed aquí, varado en Rivas, / busco en vano la esencia de las cosas, / acumulo renuncias e inquietudes / y despide mi mano el tren vacío / de la vida que parte, no sé de dónde.” (“Desde Rivas”, LR). Las referencias espaciales se hacen cada vez más centrales en la poesía de Morante como se advierte desde los propios títulos. El largo recorrido hacia un país lejano, que quizás sea ninguna parte. Quizás ese país lejano pudiera ser un hospital (“Francotirador”, UPL), quizás pueda ser el sueño (“El prisionero”, UPL) o quizás pueda ser el regreso (“Una certeza nubla la memoria: / excluyeron los mapas un país de regreso”, “Nómadas”, UPL). Incluso que ese regreso sea hacia la infancia “… Mas no puedo evitar / que el corazón a veces se estremezca / y con ojos de niño me pregunte: / ¿pero dónde va el tiempo?” (“Diciembre”, UPL). “El miedo” (UPL) es el gran poema del paso del tiempo. Viajar es también volver del sueño. La sensación predominante en estas últimas entregas es de cierto pesimismo (“El pesimista”, UPL) ante lo que queda por llegar, una aceptación del sinsentido de la vida: “Da fe de su aureola / un hecho singular: / la nada persigue es la nada” (“Extranjero”, UPL); “El botín desmerece. /Nada es la recompensa, mas no importa” (“Nueva salutación del optimista”, Un país lejano); “Estas palabras son el equipaje, / el reclamo de una falsa grandeza, de un terco deambular que viaja solo, / en el vientre de un tren equivocado /…/ Mi desamparo arrojará al silencio / que fue cada estación una renuncia, / un paso dado hacia ninguna parte” (“Equipaje”, LR); “Quede mi nombre / y la serenidad de este paisaje / que no sabe quién fui. /… / Vuelven los ecos y dibujan mapas, / un recorrido de memoria

y sueño / que convierte al que fui / en terco pasajero accidental / de otra ruta / que ya no identifico. / El pasado se puebla de restos arqueológicos. /… / Camina dentro / de un dédalo de calles / tras un rostro invisible. / Prosigue la deriva; / en terca voluntad / que empuja hacia otra parte. // En un reloj sin tiempo, / ensordecido / busco un lugar / para empezar de nuevo” (“Piedra caliza”, NP). Los lugares escogidos en Población activa son “días grises, paisajes urbanos desiertos, deseos incumplidos, la niñez como recurso de ida y vuelta, aproximaciones imprecisas a otros seres, detalles acotados en el transcurso del tiempo” (Gutiérrez Turrión 18). En La noche en blanco son también inhóspitos, nolugares: “Autopista”, “Chabolas”, “Exilio”, “Ciudades”... “A su disposición inhabitable / el futuro le dio la mitad del vacío” (“Chabolas”); “Vuelve el naufragio de la amanecida. / Donde tú estás no hay nadie” (“Fiebre”); “Desde hace tiempo soy / anónimo viajante / que en cada ruta abona / el pactado estipendio” (“Exilio”). Se resume en un aforismo: “Estoy aquí, creo. Aunque desconozco la localización exacta del aquí” (MP). Los cartógrafos nativos de A ubicaron el paraíso en B. Afamados estudiosos de B descubrieron en A la localización /exacta. En C nunca hubo unanimidad /geográfica sobre esta cuestión: Unos se inclinaban por situarlo en A, otros en B, y ganaba adeptos un tercer grupo que prefería no decantarse porque alimentaba la sospecha de que el paraíso no estaba en /ningún sitio (“Geografía”, Diez insomnios)

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El último poemario, Ninguna parte, es enormemente significativo. Puede hacer referencia a la falta de referencias, a la pérdida de orientación, a estar perdidos; pero también, no olvidemos, la utopía significa literalmente “ningún lugar”. Y así oscilan los poemas, entre lugares inexistentes, (“Nadie vuelve a ciudades que no existen”, “Trenes”); la desorientación (“He desistido ya, soy un intruso / incapaz de entender / que buscan algún alivio / en la zozobra, ese juego intrincado / que mantienen sin pausa ante mis ojos / dos sombras: el delirio y la ceguera. // Las dos habitan la casa de mis padres. / Les debo ser quien soy”, “En la zozobra”); “Después de tanto andar / nunca sé lo que busco” (“Nueva York”). Entre el yo y el yo Nubes es la última entrega poética hasta la fecha de José Luis Morante. Este conjunto de haikus termina con una reflexión general del poeta: La elección vital de los que se convierten en personajes hacia un destino ineludible requiere varias perspectivas, varios modos de situarse. Seamos compañeros de viaje que soportan el frío, la angustia y el miedo: los que crean en los sueños: el testigo de paso de una experiencia ajena con la que no tiene más afinidades que el estar. Percibamos la tensión interna entre el desarraigo y la contemplación. (Nubes 28) El tema “El otro, el mismo”, a juicio de Vicente Luis Mora “ha cobrado carta de naturaleza en la poesía en castellano” (222 y ss.) y cita la recopilación de Josep M Rodríguez en 2001, Yo es otro (Mora 231). Numerosos aforismos abordan el problema de la identidad en Morante: “¿Quién me

propone el «otro» como tema?”; “«No sé quién es usted». Me lo dijo como si yo lo supiera”; “Lucho por desprenderme de ese yo que no soy”; “Heterónimos; ramificaciones del yo” (MD); “Recompone el pasado con fragmentos dispersos, hasta que reaparece un ser desconocido y extraño”; “Eres tú quien no eres. El otro no soy yo”; “Aunque mi yo sea otro, perdura en él un tipo residual que se gobierna por reglas incomprensibles”; “Recuperar el pasado es adentrarse en la conversación con un desconocido que acaso conserva un aire familiar en sus facciones” (MP). La segunda parte de Rotonda con estatuas se titula Soliloquios inútiles. En ella se agrupan poemas en los que el autor considera las posibilidades poéticas del diálogo consigo mismo. El libro termina con uno de los poemas más celebrados, precisamente titulado “Heterónimos”. Dentro de mí conviven, abocados a una inmensa rutina sedentaria, el yo que pienso y el otro, el que parezco. Un pacto, que firmaran con los ojos, les conmina a respirarse en cierta tolerancia, y ambos han sido absueltos de mencionar, siquiera cuál fue la última causa que les diera la vida. (“Heterónimos”) El tratamiento, como estudia Ricoeur (1996), del sí mismo como otro, se correspondería con la explicitación de la distancia del yo consigo mismo, con clara conexión al juanramoniano “no soy yo, soy este”: “Le conozco muy bien, sé lo que piensa / –por más que la certeza suene a pedantería– / ama cuanto yo amo y a menudo acostumbra / a confundir rutina y existencia / como yo justifica el razonable precio / por encima del cual se vendería, / como yo gesticula, como yo decepciona: / ... / Hablaría del amigo

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perfecto para el viaje // Lo impide su manía de guardar la distancia. / Siempre está al otro lado del espejo” (“El otro”, Población activa). Sin embargo, en lugar de considerarlo desde el punto de vista clínico, para José Luis Morante supone la posibilidad de exploración serena del propio yo y la aceptación de las múltiples aristas que lo componen (“Si tuviera que suprimir las aristas de mi personalidad que abonan reticencias, acabaría no siendo yo”, MP). Esta experiencia corre pareja al concepto de sujeto escindido tan grato a las aportaciones teóricas de García Montero (1987). La experiencia vital del sujeto de la modernidad radicalmente incardinada en su momento histórico le deja a merced de las contradicciones internas entre los ideales de una emoción vertebradora del yo y la experiencia material y sensorial con la que tropieza, la realidad y el deseo. En un aforismo, confiesa: “Días en los que no sé quién soy. Intento de nuevo saber quién me habita. Hay margen para seguir buscando aunque sospecho que soy un espejismo” (MP), y advierte, “Más que ocultación, la máscara concede otra identidad” (MD). Conviene, sin embargo, no arriesgarse a identificar los poemas como autobiográficos. A pesar de esto, acierta a decir en algunos aforismos: “Alguien que escribe. Soy parte de la trama. Un personaje episódico” (MP) o “La autobiografía convierte a otro en protagonista” (MD). La influencia del Machado más filosófico es evidente: “Dentro de mi conviven, abocados / a una inmensa rutina sedentaria, / el yo que piensa y otro, el que parezco” o en haiku “Dentro del tiempo / el pasado perdura. / Somos quien fuimos”; “Soy permanente / sucesión de mí mismo. / Tiempo gastado” (Nubes).

Otra de las aristas identitarias en la poesía de Morante es un permanente memento mori: “Un ligero temblor precede al gesto; / el ojo se despliega por la estancia. / No camuflo detalles: soy el muerto” (“Un perdedor”, LR); “En su artesana construcción del silencio, / la muerte no reconoce / ninguna otra verdad” (“Piedra Caliza”, NP). Son numerosas las alusiones explícitas al suicidio: “he tomado aquel tren cuyo destino / no expedirá billetes de regreso. / En esa latitud del abandono / me precedieron antes Silvia Plath, / el piamontés Pavese, Maiakovski, / Ana la dulce, Silvia, Paul Celan, / Egea, Ferrater y tantos nombres / que convirtieron años por vivir / en frágil material de pirotecnia” (“En dirección contraria”, LR). El enemigo leal, título de su segundo libro de poemas, no hace referencia tanto al enfrentamiento de la realidad y el deseo, entre la utopía y la realidad, sino dentro del propio sujeto. No sólo es la historia de un fracaso, de un desencantamiento, no es la desmitificación, sino de la lucha interna consigo mismo, la lucha que sólo lleva a la resignación y la capitulación. El enemigo mayor es uno mismo, es el enemigo leal que nunca abandona: “el autor reflexiona con otro yo que siempre le acompaña y al que manifiesta confidencias de resignación y de aceptación ante cualquier hecho de la vida, en un auténtico monólogo interior poético (Gutiérrez Turrión 16). Es innegable que Morante se vale de la ironía para conseguir un distanciamiento que, por otra parte, aprovecha como complicidad con el lector. Los conflictos con el enemigo, en realidad, son aparentemente menores, conflictos cotidianos que dejan traslucir una lucha interna difícilmente saldada excepto con un armisticio en la que ambos contendientes acepten la derrota como equilibrio.

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En Población activa, los poemas “recorren un camino de exposición de una vida gris y cenicienta en una ciudad cualquiera […]. Parece como si el yo poético, vencido y exhausto, renunciara a cualquier posibilidad de sobreponerse a las imposiciones cotidianas y se negara las puertas a un mundo mejorado y utópico” (Gutiérrez Turrión 18). En Causas y efectos se hace patente el desarraigo. Sin embargo, las referencias apuntan a una distancia temporal más que espacial, un replanteamiento sobre la juventud desde la madurez y la experiencia. El distanciamiento es mucho más estoico o irónico, “nada es los suficientemente especial, todo sucede porque sí, ningún hecho resulta sospechoso ni es capaz de excitar la conciencia del autor, que ya aparece resignado a aceptar unos límites deficitarios en el discurrir cotidiano, límites con los que es inevitable convivir y a los que hay que soportar amablemente” (Gutiérrez Turrión 20): (Nada sucede aquí; / nada sucede” (“Piedra caliza”, NP). El centro del silencio me ha /enseñado a aceptar como un juego que la vida es una sucesión aleatoria de cau /sas y efectos sobre las dunas de la realidad. … Un extraño rumor nos configura, encubre quienes somos, quiénes /seremos Causas y efectos pasan, se suceden. Articulan el tiempo. Y eso es todo. (“Causas y efectos”) Gusta al autor presentarse desde una óptica negativa: “Confieso en mí un cobarde” (“Cobardía”, NP); “Me siento un dios menor / que en esta creación cobra sentido” (“Identidad”, NB); “acicates oscuros para que yo reincida / en el acto más mío: no hacer nada” (“Cansancio”, UPL). Como

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el insomnio en La noche en blanco, el paso del tiempo y sus secuelas (envejecimiento y enfermedad: otitis, presbicia, alzhéimer) cobran protagonismo en Ninguna parte: “Salud intermitente; / se perciben los años en mi cuerpo / un viejo caserón / de inseguros cimientos, / rincones sin luz y ventanas clausuradas, / en el que se recluyen decepciones / y unas pocas certezas” (“Patética”). La memoria está muy presente en La noche en blanco (“El agua amanece”, “Niñez”), el olvido en Ninguna parte: “Paso a paso, furtivo, / has hecho de mi olvido / una enojosa práctica” (“Silencio”). En Un país lejano encontramos una irónica visión del propio yo poético: “Nadie sabe lo de su doble vida, / ni el mismo Supermán, con quien comparte / en salidas de emergencia / síntomas de un catarro, el relente nocturno / y atrevidos escorzos de mujeres soñando. / Ningún salario habrá que gratifique / languideciendo el mes tanto desvelo / por meter en cintura una sinécdoque, / domar un adjetivo, / pulir el acento de una esdrújula. // Resignado al filo amenazante de un reloj, / acero de oficina, de ocho en punto, / él se siente elegido, predispuesto / al martirio feliz de otro poema” (“Funcionario poeta”, UPL). La posibilidad de ser varios en uno se explicita en algunos poemas claramente: “he perdido el anhelo difuso de ser otro” (“Fortaleza”, Mapa de ruta); “Para recuperarte / he luchado contigo y me desbordado / la tremenda importancia, / el bronco desamparo / de sentirte tan lejos. Estás sordo / porque la estupidez no es permeable” (“Esquizofrenia”, UPL). Cuando aparecen otros personajes (“El vigilante”, “El conformista”, “Furtivos”), a veces, tenemos la sospecha de que se trata de sí mismo: “Ni él mismo reconoce su pasado / tan limpio ahora / de líneas y adherencias” (“Arrepentido”, UPL): “Mientras, las horas se poblaron / de una


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felicidad insistente. / Definitivamente no era yo. / Desenmascaré al intruso, / frente al espejo, aquella misma noche / cuando le pregunté por mi pasado / y no supo qué contestar” (“El intruso”, Diez insomnios)6. La metáfora de la ciudad como símbolo de la identidad no es casualidad (Mora 288 y ss.): “Mi vida es calle abierta, siempre en obras” (“Calle en obras”, LR); “En ti no tiene calle mi deseo” (“Ciudad”, NB); “Ahora cultivo densa claustrofobia, / impuesta soledad sin adjetivos” (“Huida”, LR); “Soy periferia. Y ese estar inconexo me parece un don, un privilegio irrenunciable” (MP). Metáfora que se extiende a la segunda persona: “Todo es paisaje en ti” (“Hipérbole”, NB). Soy crédulo y paciente aunque mis días recorren una topografía de sucesos mágicos. Otros criticarán mi mansedumbre. Mi voluntad merece un exiguo salario, una pequeña nota a pie de página en clave de novela policial. Tengo fe en quien me escribe: en los renglones últimos resolverá el misterio, ahuyentará las nieblas y el can- /sancio y hará las oportunas correcciones para que en la partida prevalezca la propia identidad. Es el orden común de la supervi- /vencia. Salvo magulladuras, sigo intacto (“Personaje literario”, UPL) Ante vivir la identidad como una incertidumbre, Morante se propone buscar “una cartografía cotidiana” (“Noche a noche”, NP) y habitar la identidad.

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Notas 1 Como profesor estuvo destinado en Candeleda (Ávila) y más tarde en Arcos de la Frontera (Cádiz), donde entró en contacto con su ambiente poético. Terminó su carrera docente en Rivas-Vaciamadrid (Madrid). Llegó coincidiendo con la publicación de su primera obra poética, Rotonda con estatuas 1990). Después vinieron: Enemigo leal (1992), Población activa (1994), Causas y efectos (1997, con el que obtuvo el premio Luis Cernuda), Largo recorrido (2001, premio Internacional de Poesía san Juan de la Cruz), Un país lejano (2002), La noche en blanco (2005, premio Hermanos Argensola), Ninguna parte (2013) y, lo que por ahora es su última entrega poética Nubes (haikus) (2013). Además, su obra ha sido recogida en diversas recopilaciones: Poesía. (1990-1998) (1998) y las antologías Mapa de ruta, (Antología poética, 1990-2010) (2010) y Pulsaciones (2017). Dentro del quehacer poético hay que añadir las plaquettes El año de la guerra, Diez insomnios (2004), Pateras (2005) y Cuentos diminutos (2015) y destacar la edición de un par de volúmenes de aforismos: Mejores días (2009) y Motivos personales (2015). 2 Recopilada en Protagonistas y secundarios, Institución Gran Duque de Alba, Excma. Diputación Provincial de Ávila, 1999 y en el blog puentesdepapel56.blogspot.com. 3 De las revistas Luna Llena y Prima Littera, de ediciones de Joan Margarit, Luis García Montero, Javier García Menéndez, Karmelo G. Iribarren, Eloy García Rosillo, Luis Felipe Comendador, Hermes G. Donis, la antología Re-generación de poetas jóvenes y la recopilación de aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez. 4 Y así titula un poema inédito en Pulsaciones: “El sujeto escindido / que habita en mis poemas / se ha adherido a mi cuerpo /


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con un tacto de roca. // Piensa que soy un parking gratuito” (“Sujeto escindido”). 5 “29 de junio 2005. Hay sustantivos que implican en sus significados. Exigen una apropiación en quien los emplea y guían sus pensamientos. A mí me sucede con la palabra nómada. Su grafía me sugiere esbozo de cuentos o poemas. “El nómada cansado convierte a cualquier sitio en territorio propio. No sabe mirar atrás; no desplaza permanencias. En los mapas del nómada el aquí condensa muchos territorios dispersos” (Reencuentros 138). 6 En otras ocasiones es clara la intención irónica: “Mas, ya clásico vivo, qué fastidio / que en las Obras Completas no recojas / tu sello personal definitorio: / la perenne halitosis” (“Poeta consagrado”, UPL). Bibliografía Barrero, Hilario: “Algo más que piedra caliza” reseña de José Luis Morante: Ninguna parte. Disponible en Por hache o por be: https://hilariobarrero.blogspot. com/2016/05/ninguna-parte-de-jose-luismorante.html. 2016. García Montero, Luis: Poesía, cuartel de invierno. 1987. Granada. Diputación provincial de Granada. Gutiérrez Turrión, Antonio: “Apuntes de supervivencia. La poesía de José Luis Morante”. Los cuadernos de Sornabique. Béjar, 1997. López Guisado, Fernando: “Reseña de Ninguna Parte, de José Luis Morante” en Acantilados de papel. Disponible en http:// acantiladosdepapel.blogspot.com/2013/10/ ninguna-partes-de-jose-luis-morante.html. 2013. Luna Borge, José: “Apuntes para desenmascarar al enemigo (La poesía de José Luis Morante”, prólogo a José Luis Morante:

Poesía (1990-1998). Rivas-Vaciamadrid. Encuentro. 1998. Mora, Vicente Luis: El sujeto boscoso. Tipologías subjetivas de la poesía española contemporánea entre el espejo y la notredad (1978-2015). Madrid: Iberoamericana Vervuert. 2016. Olmedo, José Antonio: “«Pulsaciones»: la selección personal de José Luis Morante a veintiséis años de poesía.” en Oculta Lit. Disponible en https://www.ocultalit.com/ poesia/jose-luis-morante-pulsaciones-takara/ 2019. Pardo, José Luis: La intimidad. Madrid: Pretextos. 2004. Ricoeur, Paul: El sí mismo como otro. Madrid: Siglo XXI. 1996. Rodríguez, Josep M. (ed.): Yo es otro. Barcelona: DVD ediciones.2001. –––“Punto cero”, prólogo de a José Luis Morante: Mapa de ruta. Antología poética (1990-2009). Diputación de Granada. Col. Maillot Amarillo. 2010. Rodríguez, Juan Carlos: Dichos y escritos. Madrid: Hiperión, 1999. Sánchez García, Remedios: Así que pasen treinta años… Historia interna de la poesía española (1950-2017). Madrid: Akal. 2018. Troncoso, Rosario: “Vida de poeta: José Luis Morante”, prólogo a José Luis Morante: Pulsaciones. Sevilla: Takara Editorial. Col. Wasabi. 2017.

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GREGORIOEXÉGESIS MUELAS BERMÚDEZ Exégesis 2Dossier Segunda Época

Blas Muñoz Pizarro: Del olvido a la luz [literatura-crítica-poesía]

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las Muñoz Pizarro (Valencia, 1943) es uno de los poetas más destacados y laureados de las letras españolas. Numerosos premios jalonan su obra, que se inició en 1971 con una primera etapa de creación, que abarca hasta 1981 con la publicación de Naufragio de Narciso, luego permanece en silencio durante cinco lustros, un largo período dedicado a la reflexión e introspección, hasta que en 2007 finaliza La mirada de Jano, que mereció el prestigioso Premio de Poesía “Paco Mollá” 2008, y que le devuelve a la primera plana. Desde entonces no ha dejado de cosechar galardones, algunos tan importantes como el Premio Miguel Labordeta 2010 del Gobierno de Aragón por La herida de los días, que además obtuvo en 2012 el Premio de la Crítica Literaria Valenciana, que concede la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (C.L.A.V.E.); el Premio “Ernestina de Champourcín” 2010 concedido por la Diputación Foral de Álava por Viva ausencia; el Premio del XXVIII Certamen Poético “Ángel Martínez Baigorri” 2011, convocado por el Exmo. Ayuntamiento de Lodosa (Navarra), por La mano pensativa; y el Premio “Flor de Jara” de Poesía 2012 otorgado por la Institución Cultural “El Brocense” de la Diputación Provincial de Cáceres por En la despose-

sión, que supone un punto de inflexión en la obra del autor, que con este libro inicia un ejercicio metalingüístico donde explora nuevos cauces de expresión. Nos hallamos, pues, frente a una obra influyente y extensa, caracterizada por un gran rigor técnico y estético y un estilo muy depurado, que alcanza su cenit en 2015 con la edición de De la luz al olvido. Antología personal (1960-2013), publicada por Ediciones Vitruvio. Un elegante volumen de 250 páginas, con un extenso y documentado prólogo de Sergio Arlandis, donde el poeta valenciano reúne lo más granado de su obra poética, desde los inéditos rescatados de sus primeros poemas, escritos entre 1960 y 1965, hasta una amplia muestra de su más reciente trabajo inédito, El paso de la luz. La herida de los días Blas Muñoz Pizarro demuestra un impecable dominio del endecasílabo en este conjunto de veintinueve sonetos blancos, sin rima consonante, donde alcanza altas cotas de percepción de la realidad poemática. El bellísimo título sintetiza la loable aspiración del autor de plasmar cómo el ineluctable paso del tiempo, siempre en fuga, acrecienta la herida por dónde el olvido se apropia de la memoria necesaria.

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GREGORIO MUELAS BERMÚDEZ Blas Muñoz Pizarro, del olvido a la luz

El libro se inaugura con un “Pórtico” a modo de prefacio, que nos habla de la inveterada condición del héroe, ser abocado a avanzar en silencio bajo la mirada admonitoria de aquellos que le amaron, testigos mudos del sacrificio que se le exige y que no admite el fracaso. El poemario se clausura con un poema, “Mi óbolo”, como dádiva que el hombre entrega en agradecimiento por su paso, breve, por la vida. Estructurado en forma de diario, Blas Muñoz Pizarro nos conduce de la mano a través de un inquietante viaje iniciático por un mundo constantemente amenazado por la nada. La luz que recién nacida ya vislumbra su postrer apagamiento, el dolor que agrieta el alma con la irrevocable ausencia de seres que aún transitan por la memoria, la ceniza como residuo fúnebre de aquello que antes rebosaba de vida, pero también celebración de ésta última, por tanto himno tamizado de elegía. Nos hallamos, pues, ante una poesía de corte metafísico que trata de hallar certezas desbrozando el todo de la nada. Elegancia e inteligencia definen el estilo de un poeta capaz de describir el mundo de un modo auténtico y personal. Solo la experiencia del poeta es capaz de rescatar pasajes acerados en la memoria. El tiempo hiere y marca cicatrices en el alma sensible del poeta que revive ciertos momentos al contactar de nuevo con aquellos lugares donde el recuerdo se ha obstinado en permanecer más allá de la conciencia y que como la magdalena proustiana solo espera la circunstancia idónea para manifestarse, así en “Día de Reyes” una fecha le devuelve un episodio de infancia enmarcado tras una ventana, como un cuadro de nostalgia; o en “1950 (por ejemplo)” donde la mirada del poeta arroja luz sobre las sombras que habitan en la antigua casa familiar.

La creación poética también ocupa un lugar importante en composiciones tan memorables como “Otro fulgor”, “Poética (o no)”, “Razón de ser”, “Este oficio de penumbras”, o el emotivo “Un libro dedicado (1974)”, que evoca la figura y el magisterio del gran poeta alicantino Juan Gil-Albert. En definitiva, “esta suma de restos, o de restas” que es la poesía de Blas Muñoz Pizarro es capaz, merced a la sabiduría y el instrumento de la bella palabra, de avivar las cenizas, de recomponer un mundo interior erosionado por el paso implacable de los días. En la desposesión En En la desposesión, Blas Muñoz Pizarro prescinde de las estructuras clásicas que venía cultivando en anteriores trabajos para ahondar en una forma novedosa donde cada palabra adquiere un peso específico, ocupando un espacio en el poema que resulta esencial para su significado. El lenguaje también se ve sometido a un ejercicio de despojamiento de toda retórica en el afán del poeta por encontrar la palabra exacta, aquella que albergue el máximo sentido, para ello Blas Muñoz recurre en ocasiones a cultismos y arcaísmos de una belleza contundente: alcuza, decalógico, nidal, turbión, esquinza, hialino, parusía, celajes, barda, sólita, coadjutor, nadir... El poemario se abre con una emotiva dedicatoria al amigo desaparecido José Luis Parra, “que creyó en este libro”, y le sigue una significativa cita de José Ángel Valente, con quien comparte cierta voluntad de fondo y cuya influencia se deja sentir a lo largo de todo el poemario (“cuando ardían / las palabras de la tribu / alrededor de nuestras frentes”), que nos invita a trasminar la estrecha linde donde la luz y la oscuridad se imbrican tersamente. Los versos de Blas

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Muñoz se forjan en el yunque de la palabra contenida, un ejercicio que obra a favor de un sentir profundo que se reparte en cuarenta y tres cantos de ritmo imparisílabo, divididos en tres grandes secciones sin más título que su correspondiente número cardinal, una estructura que tiene mucho que ver con el sentido global del libro, que tiende a una suerte de minimalismo que lo aproxima a la denominada “poesía del silencio”. Un exigente trabajo de condensación que, sin embargo, consigue soslayar el hermetismo característico de este tipo de poesía por la capacidad de Blas Muñoz para generar imágenes de gran plasticidad: En el límite herido de la luz empieza el canto. Así comienza un poemario que reflexiona sobre temas que tocan a la condición del hombre en cuanto a ser sensible que se cuestiona su sentido, su estar en el mundo. Son frecuentes los vocablos que denotan un interés metafísico y que gracias a un ritmo deslumbrante le permiten alcanzar una cima lírica. Las citas de Luis Rosales y Carlos Marzal, que introducen la segunda y tercera parte respectivamente, ahondan en el sentido de un poemario tan coherente como heterogéneo donde Blas Muñoz templa su pluma sobre tres grandes temas: la desposesión del lenguaje, “los signos / de la desolación / de la mano que escribe”; la desposesión de la vida, “entre sueños y olvidos”; y la desposesión del ser, “la ceguera implacable / que en su luz nos oculta”. Blas Muñoz ordena su discurso del lenguaje a la nada, del tiempo de la escritura al “tiempo endurecido” del silencio, un mensaje que cierra a modo de tesis: Y en la desposesión dueño soy de una ausencia.

En conclusión, nos encontramos con un poemario en el que Blas Muñoz Pizarro revisa su estilo en aras de conseguir, si cabe, una mayor densidad expresiva. He aquí un libro con un alto poder sugeridor que por su alcance y hondura merece figurar entre las grandes obras del decenio.

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Blas Muñoz Pizarro


FRANCISCO JAVIER FRANCISCO JAVIER GALLEGO GALLEGO DUEÑAS DUEÑAS Rosario Troncoso: Poeta deÉpoca la ausencia Exégesis 2 Segunda

Rosario Troncoso: Poeta de la ausencia [literatura-crítica-poesía]

E

n una entrevista reciente, la poeta Ana Patricia Moya pregunta a Rosario Troncoso: “¿Amor o desamor como tema universal poético?” Esta responde: “Ausencia.” (Ana Patricia Moya, 2018). Rosario Troncoso es una poeta que posee una indudable voz propia. Nacida en Cádiz (España), ejerce de profesora de Lengua Castellana y Literatura en Secundaria y Bachillerato y es conocida en el mundo literario por su larga labor cultural al frente de la editorial Takara y coordinando la revista El Ático de los Gatos y su versión dirigida a los más jóvenes, El Ático de los Gatitos. Su trayectoria poética está consolidada desde su primerizo Huir de los domingos (Padilla, 2006) hasta el reciente Los ángeles fríos (Calambur, 2019), además de la antología Eternidad provisional (Takara, 2017). Es también responsable de la antología Nube. Un mar de mujeres. Personal antología (Ediciones En Huida, 2013). En un artículo reciente, Carmen Medina Puerta (2019) cartografía la poesía última escrita por mujeres en España. Como grandes bloques distingue la poesía tradicional, en el sentido que José Luis García Martín hablaba de poesía figurativa, de la poesía experimental, bien dentro del irracionalismo surrealista o de la fragmentación propia de la llamada retórica del silencio. La admiración

que la gaditana tiene por Chantal Maillard coincide con el uso recurrente de la ruptura del hilo argumental tan propio de la poesía de la experiencia. La alusión al acontecimiento trasciende y se difumina. Su personalidad poética se afianza a partir de unos elementos esenciales. Se mueve en el límite entre lo personal y lo general, la anécdota y el concepto. Trasciende el punto original que provoca el poema para establecer un discurso más general, donde lo conceptual, los sentimientos y la reflexión planean sin caer en la moraleja o en la consigna. Es cierto que a veces es difícil resistirse a la tentación de suponer la anécdota personal que origina el poema porque su tono, su yo poético, tiende a confundirse con su yo real. La poesía en femenino que realiza (y antóloga) Rosario Troncoso no es una postura cursi asociada con un estereotipo romántico y paternalista, sino la expresión de la radical experiencia humana, concreta, material y corpórea. Al mismo tiempo podemos incluir a Rosario Troncoso dentro de una poesía más figurativa, y, como las autoras incluidas en el estudio de Medina Puerta, apela al humor y la ironía. Sin embargo, es en el uso de la llamada autoficción (2019) donde más claramente se sitúa su poética. Mucha poesía de Rosario Troncoso tiene un trasfondo autobiográfico.

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Habla de la niñez como paraíso perdido en el bosque oscuro del devenir, de la educación sentimental, de los fantasmas oníricos que cruzan por nuestra conciencia y salvan a lo diario de la monotonía y de esa erosión que acecha las pisadas del intimismo, como si las vivencias fuesen una secuencia reiterada que camina sin remisión hacia un espacio vacío. (Morante, 2018) Tiene la maravillosa habilidad de Rosario Troncoso de dotar de musicalidad implacable lo que parece, solo superficialmente parece, un discurso cotidiano y habitual. Baja al detalle concreto, minúsculo para hacernos sentir el concepto abstracto y terrible. Frases cortas, como respiración jadeante. Y su especial sentido de corporalidad para describir las sensaciones y las reflexiones, la soledad, el miedo, la rabia: “Estamos demasiado lejos de la piel” (Lejos, NOS), “La espero / con el frío enredado en los tobillos” (Todos los veranos son ceniza, NOS). Su universo abarca desde la niñez añorada (A mi madre, Verano, El árbol de la infancia, DYM) hasta los paisajes tras los que se esconde la desolación y el omnipresente mar, la orilla. El océano frente a la casa, lo cotidiano, trasunto del delirio y lo desconocido frente a la batalla diaria y los desafíos conocidos. Los paisajes preferidos en la poesía de Rosario Troncoso son, por un lado, el mar, con su horizonte abierto, relacionado con las pulsiones y la libertad; y por otro el hogar, espacio reservado a lo cotidiano, al sentimiento, a los afectos. Entre ambos está la ciudad, que es el territorio de las relaciones humanas, de las convenciones y las normas sociales. Paco González Fuentes, gran conocedor de la poética de Rosario Troncoso reflexiona a partir del título de uno de sus últimos libros:

La orilla salvaje no es la adecuada, tampoco es la misma. Es peligrosa, como el exceso de melancolía por una juventud amada y demasiado fugaz. A la orilla salvaje solo se va a morir (…) “Nuestra orilla salvaje” no es un pensamiento abstracto, no es retórica sobre el paso del tiempo. Es confesión, temblor. (Paco González Fuentes, 2017) Sin embargo, como en las todas las entregas, nunca la rendición o la derrota, siempre aparecen asideros de certezas: “No se sueñan los fracasos, no se aman. / No arden sin pausa veinte años” (Negación, LAF). El título, Fondo de Armario, nos da pie a pensar en las múltiples aristas que la autora quiere mostrarnos, juega precisamente con lo cambiante y con la profundidad de una persona que se mantiene a través de todas ellas: “Pensamos que crecemos. / Pero no es cierto. / Envejece la cáscara” (Cáscara, FDA). Rosario Troncoso ha encontrado una voz poética personal, un tono reconocible en sus poemas, un estilo que impregna claramente su obra. Un estilo precisamente transparente, huyendo de artilugios estéticos barrocos, con frases cortas, contundentes, habladas, versos como conversaciones, aunque realmente oculten un pulcro cuidado del ritmo y la medida y aparezcan metáforas audaces. Es un ejemplo de la intensa relación que existe entre lo personal y lo público, de lo íntimo y la reivindicación más social, de lo cotidiano y lo trascendente, una manera de entender la poesía en la que el acontecimiento que da pie al poema puede camuflarse para que sean los propios versos los que atraviesen el sentimiento y conecten, con una naturalidad aparentemente sencilla, con el lector y trasciendan la propia anécdota. Para lograrlo tan necesaria es la observación del instante decisivo como el oficio y la sensibilidad para seleccionar las

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ideas y traducirlas a palabras inscritas en un ritmo tan hermoso como contundente. A lo largo de mi trayectoria, algunos críticos, lectores y amigos, me han colocado etiquetas varias: poesía de la fragilidad, de lo cotidiano, etc. No me agradan demasiado. (…) La poesía es literatura, no terapia. Si bien es verdad, el género lírico es el género de las emociones, los sentimientos. (…) Desde el más profundo de los respetos, me considero juanramoniana, y es la desnudez, la complejidad de lo más sencillo (creo que el reto más complicado es acercarse a los temas universales de la poesía desde un lenguaje cercano, y no precisamente fácil), lo que Juan Ramón perseguía. (Entrevista con Norberto García Herranz, 2018) La conciencia de la radical existencia como ser humano en el tiempo, como mujer, como poeta, como docente se enhebra con aparente facilidad, a partir de la vida cotidiana y las vidas cotidianas. En cada entrega poética se puede advertir la mezcla entre lo personal y lo general. El compromiso se advierte claramente en poemas como Desahucio, Desamparo, Contrato (T), Inocencia, Apocalipsis, Babel (EEI), con un contenido más social: “en vuelo rasante, arrojaban sombras, / dudas, sobre un reino de iluminados / de altas atalayas incapaces” (Llegaron de lejos, EEI). La casa, el hogar ocupa un lugar predominante. Y su importancia radica tanto en su carácter de hogar como de propio edificio es precisamente un ejemplo de ese eje que articula lo íntimo con lo externo, lo público: Cuerpo de casa, Cerca, Sin tiempo, incluso. “Las casas son organismos vivos, habitados/ por esencias y presencias” (Cerca, T).

El juego con la cotidianeidad, con las labores propias de su sexo y condición, sirven como herramienta poética para subvertir los estereotipos y dar un nuevo contenido metafórico. Puntadas (T) es uno de los más logrados en esta clave. En la poética de Rosario Troncoso es el amor una de las naturalezas, vitales y filosóficas. Es el amor, el deseo, la ternura quienes se encargan de redimir el mundo. Su tono íntimo, sin artificiosidad nos abre su corazón y nos descubre el nuestro. “Escribir como lo hace Rosario Troncoso, abriéndose las heridas con una suerte de minuciosidad y de dignidad, es casi una osadía” (Josefa Parra, 2008, 7). En el prólogo a Juguetes de Dios, Manuel Bernal Romero coincide que “tiene el ritmo de lo cotidiano, pero su corazón pesa tanto que las figuras y la retórica quedan obligatoriamente en la otra orilla, a un lado, como si sobrara donde las palabras solo son suficientes para que las reflexiones permitan más allá del dolor del comienzo” (p. 11). Domínguez Leal lo corrobora, “el arte de Troncoso surge de la cotidianeidad, la sublima y la poetiza, reconociendo, al tiempo, los límites de tal operación.” (2012). El siguiente elemento fundamental es el sentimiento, tanto los más apasionados de ternura y deseo tanto como los que se enfrentan a la injusticia del mundo, la rabia, el abandono, la falsedad… Confiesa en alguna ocasión que “Suelo entregarme a la ira / y a todas las pasiones, / con los poros anegados / de humanidad” (Finitud, JDD). Payán Martin, en “Las pasiones profanas de Rosario Troncoso”, lo afirmaba: “Desde el comienzo, la escritora refleja una apuesta vital hacia los valores inmanentes del mundo real y las pasiones humanas” (p. 5). No obstante, los sentimientos, participan de esa manera de entender las relaciones como una Eternidad provisional. Se puede apreciar

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un canto a la pareja estable (Desconexión, T) como cierta añoranza de otros tiempos más inciertos y quizá excitantes frente a los “correctos espejismos” (Caducidad, T). La intensidad de “ese vicio del uno por el otro” también presente en el duelo (Duelo y Buenas Noches, T). Una pareja contemporánea, unos amores desconcertados en cierta forma entre un pasado donde estuvieron claras las eternidades y un presente de momentos fugaces y líquidos. Y es precisamente esa desorientación a la que hace referencia la segunda parte de Transparente, cuando las rutas conocidas ya no son fiables, no podemos fiarnos de las normas establecidas: “Tanta niebla, en cada día que viene” (Unas manos que abriguen). La vida no viene sola y es el amor quien se encarga de hacer memorables –bien cuando se rompe, cuando fracasa como cuando triunfa y brilla– los días y las noches. El amor, descubre Rosario Troncoso, está por encima del paso del tiempo. Algo tan delicado que se rompe como el silencio, quizás por esa razón son tan exquisitos y tan potentes los poemas de temática amorosa de la gaditana: como los que celebran del amor como el que cierra el volumen o como Luz virtual, o como Ghostling (LAF): “Ya deshabitados, / somos almas fronterizas, leve hilo / de luz y de agua. / Pétalos dispersos en lluvia y precipicio”, con versos que tanto sintonizan con el decisivo monólogo del replicante al final de Blade Runner. Más cerca de Sylvia Plath (para ejemplo, Llaves de Cristal, JDD) que de Emily Dickinson, vemos poemas en los que la introversión, “alcanza un grado de objetivación casi fisiológica” (Payán Martin, p. 6), la primordial corporeidad de Rosario Troncoso: “Admito que mi cura es tu cuerpo / …/ Y en la anatomía de tu existencia

/ el antídoto al desvalimiento crónico / que mantiene cosida mi cintura / al más cruel y mortal aburrimiento” (En otro orden de cosas, tú, JDD); “Hoy soy yo / el humano sacrificio” (Mientras espero a Caronte, JDD). La sensualidad, la carnalidad va continuándose especialmente en la primera mitad de su producción poética: “Desbordas mis sentidos, / me haces playa” (Me haces playa, HDLD). Sin embargo, como en la autora de Amherst, hay una declarada necesidad de diluirse: “Necesito evaporarme una vez más / como aquella mañana, / en que alcancé la nada con mis manos” (Evaporarme, desaparecerme, HDLD), el poema La niña transparente (JDD), el mismo título de su primer libro en La Isla de Siltolá. En Delirios y mareas lamenta: “Yo no existo, ya no soy / no estaba ahora la carne” (Bulimia). Josefa Parra describe los poemas de Delirios y mareas como “Teologías íntimas del amor y la entrega” (p. 8). Quizás sea en esta primera parte de la poesía de Rosario Troncoso donde más se aprecie la combinación entre el sentimiento como deseo y la locura como delirio. “En carne viva te deseo. / Mi pulsión primigenia /… / Tan solo quiero que Tú / me encuentres” (Agitado océano de deseo, DYM); “Despertemos al durmiente deseo. Ya // Él siempre estuvo allí / como dócil bestia al pie de nuestra cama” (Abierta, EEI). Y este delirio se incardina en un paisaje concreto, a partir del universo marino habla del deseo, carnal y espiritual. A menudo Rosario Troncoso aprovecha el coraje y la ira como elementos creativos. Desafiando al destino, a la naturaleza ingrata, al propio Dios: “Antes de que agarren / a las paredes del útero / se desprenden todos los deseos, / abortándoseme criaturas / poco viables // Y a quién se le ocurre / concebir utopías congénitas, / y esperar que no les falten /

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los dedos de las manos” (Utopías congénitas, JDD); “No hay tiempo / para digerir tanto odio” (Misantropía, JDD). La suya no es una poesía complaciente, hay mucho de bravura en sus versos: “Por matar la mala hierba / hay quien incendia una bandera, / o a sus hijos o la casa del hermano” (Vocación, LAF). Como pocos, aborda el tema del suicido (Efecto contagio, LAF) para quienes lo ven como única salida lúcida, muy cercana al pensamiento más insondable de Ciorán. Y a la vez, puede presumir de valiente incluyendo poemas más personales (Julio, LAF), la hermosa Lucidez, dedicada a Paco González Fuentes y una delicadeza dedicada a su pequeña Helena quien “colecciona relámpagos”. Otras veces lo que aparece es el sentido del humor y la ironía, como en el temprano Elogio de la mujer grande (DYM). Y, como bien señala Lambea Bornay: “La poetisa explica que necesitamos fe como también la fe nos requiere a nosotros, como también se necesitan los límites infinitos de un cuerpo o lo incontaminado oxígeno de la literatura” (Juguetes de Dios, p. 62). Víctor Alija Castro en su prólogo a El eje imaginario dice: “Vislumbra, discernir, un eje imaginario –pero real– sobre la vida y sus aconteceres, obligados o casuales, ante los ojos del ser humano sea, quizás, la tarea inconclusa y necesaria del poeta” (p. 7). Y más adelante concreta: “El eje imaginario de Rosario parte del dolor, no del padecimiento del sufrimiento ante la imposibilidad de lo necesitado, sino del dolor de lo que brota para llegar incluso a trasformar LA FAMILIA” (p. 8). La experiencia vital en la India marca poderosamente la poesía de Rosario Troncoso y se advierte especialmente en algunos poemas como La lluvia roja. Una espiritualidad diferente, menos dependiente de dioses, se traduce en los versos: “Azarosa

variación de la muerte es la vida. / Extraña belleza de las heridas, porosa y moldeable arcilla en manos del placer más efímero. /… / Inventario de experiencias, por si sobreviene / el súbito apagón, el misterio del final / y me encuentro sola y lejos de lo que conozco” (Variación de la muerte, EEI); “Veremos desaparecer colinas, / montañas desplomadas, / todo el peso del cielo sobre nuestras costumbres” (Apocalipsis, EEI). Y en el memorable verso: “Porque a veces la tierra / no soporta nuestro peso” (Queja, EEI). Siempre consciente del paso del tiempo y de que los tiempos de la infancia y la juventud no pueden durar, Rosario Troncoso acusa la madurez como una condena, la pérdida de la ilusión, el fin de una era, la infancia y la juventud (“La juventud bien lejos / allí donde ya no puede tocarse”, Equilibrio, NOS) una especie de resentimiento contra la realidad. No es sólo una cuestión personal, es “nuestro” derrumbe: “Esta combustión de los días / y los últimos fragmentos de la infancia” (Los restos de nuestro derrumbe, NOS). Sin embargo, la expresión de la historicidad de la experiencia vital y poética corre pareja a una sensación de incertidumbre. Es posible enraizar la poesía de Rosario Troncoso a través de una lectura posmoderna en la que quepan los conceptos de Bauman, Vattimo y el pensamiento débil. En sus versos aparece la perplejidad del ser humano al abandonar los grandes relatos (la emancipación del hombre, la larga lucha por la libertad, el devenir del espíritu como progreso). Las grandes certezas del mundo tradicional y de la Ilustración, la fe en la razón han dejado paso al desconcierto y la ambigüedad, como ese oxímoron que titula el volumen antológico, una eternidad provisional. No es extraña esta vocación filosófica en su obra: tituló Deuterofobia a uno de los poemas de Transparente. Es un

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concepto del pensador Byung-Chul Han. Cuando reflexiona sobre las relaciones humanas, insiste en su fragilidad, su carácter líquido y efímero: “Inquietud. No toques nada por dentro. / Pues no hay control. Y todo arde” (Inquietud, NOS). En un sentido filosófico y personal, “Sin pudor manipulas / la voracidad y el hambre y el miedo / a todo lo que era, / a todo lo que soy contigo” (Vicio, NOS). Se palpa su ansiedad hacia el futuro. Toma como propios temas ajenos, anécdotas para que los lectores también nos sumerjamos en este universo. Y no falta la perspectiva femenina y feminista, reivindicaciones, soberanía en el cuerpo y en la casa, en la calle y en la vida. Igualmente se rebela y reivindica (Hueco, NOS). Unida a la sensación de incertidumbre es el desvalimiento. Como dice Serrano Cueto (2015), hay que entender “la transparencia como fragilidad. Porque este es uno de los temas recurrentes de Troncoso: la fragilidad del ser, su desvalimiento”. Un desvalimiento ante el paso del tiempo, la incapacidad para afrontar los retos cotidianos, en la muerte y, como veremos más adelante, en las ausencias, pero también “en la desfragmentación del ser, tema este muy del gusto de la autora («Pedazos», «Zombie», «Puntadas», «Profesora, la poesía no sirve para nada»)”. La posmodernidad que se puede atribuir a Rosario Troncoso no tiene que ver con los vicios literarios derivados de la fragmentación, el pastiche o la distancia irónica. Tiene que ver con una postura filosófica de reconocimiento de que “se me ha desordenado la ciudad, (…) ya no son infalibles / las rutas conocidas” (Ríos subterráneos, T). Un mundo que se desdibuja, en el que las normas que pudieron guiar ya no sirven: “no nos enseñaron a ser libres / ni a protegernos del frío” (Finitud, T). Sin embargo, el poeta no lamenta la situación,

al contario, valientemente afirma que “no quiero certezas, ni razones contundentes, ni argumentos de peso, ni demostraciones empíricas de la realidad más pragmática. // Sólo quiero que responda Dios. Y que traiga el afecto necesario a este mundo, tan lleno de piedras” (10-4-2016). Muy lejos queda esa certeza de la infancia (“Fue Dios quien nos cuidaba. /Ahora sí lo sé”, Verano, DYM) en el enfrentamiento con el Todopoderoso, que no es la muerte de Dios nietzscheana, pero indica, en una misma línea, la desprotección y vulnerabilidad del ser humano lanzado al mundo, cuando solo somos “juguetes de Dios” y no percibimos su presencia (“La voz callada de Dios” Sangre negra en el subsuelo, DYM). Ya en Huir de los domingos aparecía el poema titulado Mi teología: “Mi teología es cada huella / de tus zapatos, / y en mi retina guardo / tu existencia entera /…/ Arrojaré mis llaves del mundo al mar. / Me quedaré en tierra / a la deriva.” De la misma forma que en numerosas ocasiones revierte los mitos, Rosario Troncoso, ya sean los clásicos, los cuentos como el de Cenicienta, o los transmitidos por el cine norteamericano, más que los grecolatinos (más propios de otras autoras revisadas por Medina Puerta, 2019). La figura de Dorothy es muy significativa a este respecto. José Luis Morante lo recalca con precisión: Pero la experiencia cotidiana muda ese paisaje interior. Se imponen los efectos negativos, la derrota y la decepción; llega un tiempo cíclico que lleva al desamor y la ruptura; de ahí el rótulo que acoge a las composiciones de esta segunda parte, “El final de las Hadas”, (…) Las constantes vitales dan fe de ese fracaso, de esa inmersión en el dolor, repleta de efectos corrosivos. Así lo subraya, con concisión lapidaria

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el poema “El final de las Hadas”, donde la identidad constata el fin de la inocencia. (Morante, 2017) La voz poética se siente desconcertada ante un futuro incierto y amenazante: “Se repiten algunos mecanismos / de la vida y la muerte / no cesa el desconcierto” (Estaciones, LPYSM). Se hace patente la necesidad de un refugio, “Que me lleve algún ángel de la guarda / bien lejos de esta noche” (Refugio, LPYSM), aunque no siempre esté disponible porque “La fe está reservada para el sueño. / Es valioso delirio de los locos” (Vocación, LPYSM). No dejamos de ser juguetes de Dios. Y, dolorosamente aparece la certeza de que: “No le importan que no crees. / A él no le importa” (Juguetes de Dios, JDD). Y dolorosa también la alternativa: “Despídete de dios. / Vive ya sin tu padre y sin tu madre. / Es hora de llevar pancartas. / Digno representante de lo extraño, / reniegas de milagros / y canciones de cuna. / La fascinante tribu / que devora a los débiles / espera tu vacío” (Subversión, NOS). No es pequeño el contenido filosófico propiamente dicho en la poesía de Rosario Troncoso y de esa voluntad reflexiva nacen los Relámpagos, hijos, en muchas ocasiones del quehacer poético. Otros poemas encierran sentencias: “Es inútil recomponer jarrones / desechos en añicos /… / El olvido es siempre un bien imperfecto” (Lección, T); “Todos los que ocurrieron / ahora son fantasmas” (Humus, T). Lo mismo en el carnaval como en la vida hay que lidiar con sus máscaras: “La lluvia deja tu teatro vacío, / y ecos fantasmales en el patio de butacas /… /. Es lo que pasa en el mundo. / Todos los teatros siguen la función / justo después de ti” (Sigue la función, EEI). En cierta manera estamos hablando de un desvalimiento “¡Cuánto temo al total desvalimiento, / a solo hallar un agujero hueco, / ocupando el

lugar de los abrazos!” (Desvalimiento, EEI). Alejandro Pérez Guillén hace un certero repaso a sus libros anteriores en Yo no soy Dorothy y esto no es el reino de Oz: “La autora esboza ese miedo a la incertidumbre, a un futuro que se nos cae encima como esas nubes negras que amenazan con derramarse sobre nuestras cabezas. Miedo al riesgo, a la aventura de ser libre, a pesar de que en los principios se antojan imposibles”. Y, de igual forma que en el mundo de imágenes y trampantojos del Barroco, el desengaño es otro de los temas recurrentes, “No hay así, nunca, posible lucidez que sirva. / Y se empeña mi sombra en bailar con un cadáver” (Lucidez, LAF), “Acertar siempre en las sospechas / anuda un lastre a los tobillos, / inabarcable como el mundo” (Sordidez, LAF). Posee, además, la valentía para afrontar el dolor de los otros, como en la devastadora descripción en Tardes de visita: “esos que con prisa y desmemoria traen nieve / en los zapatos / y acallan la conciencia / con un perfume / o cajas de pañuelos”; o la conciencia del desastre de las decisiones colectivas: “Por matar la mala hierba / hay quienes incendian una bandera, / o a sus hijos o la casa del hermano” (Vocación, LAF). Como si el sujeto lírico hubiese recorrido una amplia geografía hecha de desamparo e intemperie, en la que el derrumbe ha ido dejando esquirlas. El presente se convierte en un invernadero de acogida a ilusiones y sueños. Lo compartido entonces no tiene la calidez habitable de la compañía sino la certeza de un caminar común hacia el vacío [… ] En todo el apartado prevalece la sensación de desgarro y vacío. Pero el verso no se hace declamatorio, como si en la conciencia del yo poético hubiese una

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tácita aceptación de que vivir es un error pactado que requiere puntos de sutura.” (Morante, 2017) Después de los primeros poemas en los que las pasiones se desbordaban y se atisbaba la incertidumbre, Rosario Troncoso se embarca en un proyecto mucho más directo, o, como Raquel Lanseros revela “un claro avance de su desarrollo poético, en el sentido de la sedimentación personal y depuración lingüística. De una profunda preocupación por la precisión y exactitud de la palabra. Troncoso emprende en esta última entrega poética una expedición hacia el territorio de la desnudez, entendida como esencialidad, despojo de todo artificio” (Raquel Lanseros, p. 11). Podríamos decir que se embarca en un proyecto de contención, “controlar la furia antes del temblor” (Las edades del sol, LAF), en un intento de estoicismo filosófico, poético y vital del que es muy difícil salir indemne. En sus propias palabras: “En Los ángeles fríos, de algún modo, vengo de vuelta del dolor. Lo he atravesado. Y exploro otras formas de decir, de expresar, de contarlo todo. Es un poemario, dicen, de madurez, de contención, reflexivo e inquietante a la vez” (Rasero Balón, 2019). En toda la poética de Rosario Troncoso vemos el enfrentamiento y la contradicción entre el deseo y la realidad, la incertidumbre y la fe, la poesía y lo prosaico de lo cotidiano: Mi condición temeraria y contradictoria atraviesa no solo este libro, sino toda mi trayectoria. Estoy en continua pelea contra mí, y el conflicto interior se palpa en todo lo que escribo. El día en que no me contradiga unas cuantas veces desde que me levanto hasta que me voy a dormir seré otra persona. (Entrevista con Rasero Balón, 2019)

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También siembra algunas suertes de poéticas (“Porque todo está escrito / son siempre los poemas las sombras de otros”, Oficio, EEI, Taller de alta poesía, De cualquier otro mundo, T), quizás más en el sentido de rechazo que asumiendo esas supuestas normas que despersonalizan, que imponen un modelo estético: “En tu caso, el útero inservible. / Arráncate los pechos” (Taller de alta poesía, T). En la entrevista con Ana Patricia Moya, defendía: “La poesía (hablo de la de verdad, no de merchandising) la comparo con una cala salvaje poco accesible y poco conocida. Mejor así.”. Prefiere la objetivación más que la abstracción de los conceptos (que son los ángeles fríos de S. Plath): “Es difícil asumir que detrás / de estas paredes / se deshacen los pájaros” (Estorninos, LAF). La introspección que utiliza está convertida en objeto, encarnada en las sensaciones físicas concretas, casi dolorosas. No nos debe extrañar que dedique un poema, Efecto contagio (LAF), a la cobertura –o falta de cobertura– de la prensa de los suicidios, para no seguir el ejemplo de Woolf, Storni, Plath o Pizarnik. De todos estos elementos hay una clave que subyace durante toda la trayectoria poética de Rosario Troncoso, y es el sentimiento de ausencia. Entendida en toda su amplitud y aplicable tanto al yo poético en primera persona como al resto de voces que utilizan la escritura de la gaditana como medio de expresión. Las ausencias que pueblan los versos de Rosario Troncoso pueden deberse a un alejamiento propio (como el significativo título de su primer libro, Huir de los domingos), como la constancia del paso del tiempo, a una ruptura, a un duelo. El mar, tan protagonista en sus primeros libros, se convierte en escenario de abandonos y entregas donde, en ocasiones, es víctima la poeta y otras, involuntariamente, responsable. Las


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partidas, los desencuentros, las rupturas son el último origen, quizás el más importante, de las ausencias: “No está. / Te has ido sin avisar. // Maldito seas” (Al respirar me duele, HDLD); “Odiabas el sonido de las olas /… / Las olas ya no hablan de ti. Mis poemas tampoco” (Las olas no hablan de ti, DYM); “En la obviedad de tu abrazo /…/ Que tú estuvieses, siempre, era tan lógico /…/ Pero llegó la ausencia /… / Ahora la costumbre / entrelaza sus dedos / a los dedos del frío” (La costumbre, EEI). Las ausencias quedan reflejadas como una parte integrante del desarrollo de las relaciones y el amor. Las ausencias se producen por salidas y por errores. Por voluntad de cerrar y continuar, por la propia conciencia de ese transcurso de las mareas afectivas: “En ese justo instante / en que te siento lejos” (Cansancio, EEI); “Hoy. Ella vendrá a besarte los labios. / …/ Mirarás sin ojos tu estancia oscura. / Justo cuando ya no seas. / Entonces la verás” (Ilusión, EEI); “Te preparo un lugar entre nosotros. // Llénalo con tus días” (El nido, EEI). En otras ocasiones es el paso del tiempo quien se encarga de hacer fugaces las experiencias y constantes los recuerdos: “Sin llegar al cruel recordatorio / de la caducidad de mis días” (Huir de los domingos, HDLD). Ausencia que es huella, de quienes se fueron apartando, de quienes ya no estarán, de la juventud perdida. Ausencia que remite a un pasado que, como Pavese, vendrá como la muerte y tendrá tus ojos: “El pasado viene a mi cama / algunas noches / se tumba a mi lado /… / A veces intuyo sus ojos. / Parece que me mira. / Pero está muerto” (Visión, LAF). El tema básico que subyace es el tiempo, con un poema precisamente así titulado muy al estilo de Felipe Benítez Reyes. La experiencia de la ausencia es ontológica en la poesía de Rosario Troncoso, es decir, forma parte de su yo poético más pro-

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fundo y esencial. Incluye también la propia búsqueda: “Salgo a buscarme. / No tengo miedo” (Húmedos dioses del monzón, DYM); “Un llenar los huecos / de otros versos que volaron” (Un poema más, DYM). Igualmente de la propia presencia en la vida de los otros, del alejamiento existencial: “Tengo miedo, / porque desde que tengo alas / huyo cada noche, / sobrevuelo al futuro. / Cuando no hay nubes / observo desde allí / y no encuentro en ti / ni rastro de mis besos” (Miedo, JDD). La conclusión tiene mucho que ver con la sensación de incertidumbre de la que hablábamos: “Nadie nos enseñó nunca a ser libres. Nunca. /Nadie nos dio recursos/para aguantar el frío” (Apatía, T). En el camino vital del yo poético que supone Nuestra Orilla Salvaje siguen teniendo lugar las decepciones y los desengaños. La presencia de la muerte es también constante. La relación con la ausencia es ambivalente, si por un lado parece preferir taparse los ojos (“Y nunca nos sucede” A nosotros no, NOS), sabe que “A los muertos mejor no despertarlos”, y por otro, no deja de añorarlos (“Ya nunca más germinará un nombre / que duerme entre mis muertos”, Muertos, NOS), aunque se rebela: “Sería una indecencia / Ver a la muerte un día laborable” (El turno siguiente, NOS). Y una conciencia de la muerte, cada vez más cercana, al poeta y a sus seres queridos y que planea como una sombra. Lo que antes fueron ausencias de todo tipo, ahora serán definitivas. De ahí el miedo y el desamparo. Renacer (NOS), sin embargo, habla de la alegría que es todavía posible, de la vida cuya urdimbre de afectos (la esperanza, el amor y también el engaño y la ilusión). Quizás con una dolorida ironía, Rosario Troncoso nos aconseja “Asumir que todo acaba / conlleva libertad de movimiento. / Era verdad aquel consuelo inútil / de nuestra sangre joven, / cuando éramos tan


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tercos / que creíamos en el orden natural de las cosas” porque, a fin de cuentas, “También el dolor se desgasta” (Desgaste, NOS). Rosario Troncoso es consciente de que la memoria que transforma los recuerdos también se resiente del paso del tiempo “y ya no son hermosos / los recuerdos del frío” (Algún dios bueno y nuestro, NOS). No es extraño que aparezca la necesidad de desaparecer: “No era necesario estar. / Porque necesito solo flotar / sobre la corriente / de los días superfluos, / aquellos en los que te sobrevivo” (Lo innecesario, JDD). Tan importante como para titular uno de sus libros Transparente es otra forma de ausencia. En el epílogo a Juguetes de Dios, Francisco Lambea Bornay lo confirma: “Es transparente, una transparencia entendida como un concepto pasional de la existencia, enemigo de inerciales rutinas, una trasparencia que supone abierta y solidaria disposición de ánimo” (p. 61). Aun transmitiendo ese miedo a la fragilidad, sabe que el mundo es transformación y metamorfosis somos (Crisálida, NOS) y hay un atisbo de esperanza en el porvenir. Aunque la esperanza consista en un sabio olvido: “Por fin se muestra confortable el olvido” (Desgaste, NOS). En Los ángeles fríos continúa como leit motiv la ausencia: “Y cuántas veces / soportaré tu muerte. / Tus muchas muertes” (Déjà vu, LAF); “Todo es más simple: / Quería que volvieras. / Morir contigo” (Plegaria, LAF), “Hoy te he visto en una fotografía. / Con esa chica se te ve feliz. // No pasa nada: / me gusta que te amen y que ames tú. / Asumo haber perdido. / No hay rastro en mí de melancolía. /…/ Ay, Dios. / No aprendí nada en estos años. / Detestas las mentiras. / Perdóname” (Que ames tú, LAF). Quedémonos con la nostalgia nacida de estas ausencias: “Y a pesar de la costumbre,

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volver / a los poemas que solo hablan de ti. (Inventario, LAF). Entre un pasado de pérdidas, un presente de quebradiza provisionalidad y un desenlace tan previsible como el de cualquier vida, esta poesía preventiva y rememorativa, confesional y sanadora, es también una poesía en claroscuro en la que las sombras se imponen a las luces. (Santos Domínguez, 2018) Lidiar con la presencia y las ausencias se resume maravillosamente en el que quizás sea su poema fetiche. Te dejo aquí las llaves de mi vida y pan con chocolate. // No llegues tarde, me asusta tu ausencia. // Caliéntame un poco de leche, amor. / Prepárame la cama. / Recuérdame y trae fresas. // En la nevera hay algún beso de ayer. // Volveré pronto. Enciende todas las luces.” (Post it) Bibliografía G o n z á l e z Fu e n t e s , Pa c o : “ Un acercamiento a Nuestra Orilla Salvaje, lo último de la poeta Rosario Troncoso” en Banco sobre Negro. 2018. Disponible en http://blancosobrenegro.es/index.php/ literatura/452-un-acercamiento-a-nuestraorilla-salvaje-lo-ultimo-de-la-poeta-rosariotroncoso-por-paco-gonzalez-fuentes Domínguez Leal, José Miguel: “«El eje imaginario» de Rosario Troncoso” en Memoria Métrica. 2012. Disponible en: http:// memoriametrica.blogspot.com/2012/06/ el-eje-imaginario-de-rosario-troncoso.html Domínguez Ramos, Santos: “Rosario Troncoso. Nuestra orilla salvaje” en En un bosque extranjero. 2018. Disponible en https://santosdominguez.blogspot. com/2018/06/rosario-troncoso-nuestraorilla-salvaje.html


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Rosario Troncoso


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Fugacidad, simbolismo y memoria en Las cenizas del nido de Ricardo Bellveser [literatura-crítica-estudios culturales]

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n el presente trabajo se pretende llevar a cabo un estudio crítico sobre la obra poética titulada Las cenizas del nido (Visor, 2009) del poeta valenciano Ricardo Bellveser, un poeta que inició su carrera adscrito a la estética novísima y a través de los cuarenta años de producción lírica que jalonan su trayectoria, ha ido evolucionando y cambiando de registros hasta la actualidad. Fugacidad del tiempo, simbolismo y memoria, serán los motivos principales que vehicularán este análisis. El tratamiento del tiempo como elemento poemático dinámico y el tono y forma de los recursos empleados dan buena cuenta de la madurez del autor. Dada la nula bibliografía encontrada en libros específicos que aborden el estudio de la obra de este autor, al igual que dada su extensa y reconocida trayectoria, consideramos necesario indicar las claves temáticas y formales que sustentan su poética, no solo para conocer las características de su estilema desde un interés académico, sino para –de alguna manera– también contribuir a la divulgación de su obra.

El autor y su obra Ricardo Bellveser Icardo (Valencia, 1948) es una figura singular dentro del panorama literario valenciano. Licenciado en Periodismo y Filología Hispánica, académico electo de la Academia Valenciana de la Lengua, también de la Academia de Bellas Artes de San Carlos y Vicepresidente del Consejo Valenciano de Cultura, Bellveser fue distinguido con el Premio Nacional al Fomento de la Lectura, el Premio de Poesía Universidad de León o el Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, entre otros muchos reconocimientos. Precisamente este último premio, en su decimonovena edición, recibió el libro objeto de estudio. Por edad, críticos literarios como Sergio Arlandis lo emparentan con la generación novísima, de hecho, sus dos primeras publicaciones fueron concebidas el mismo año y bajo una visión culturalista, y nos referimos a Cuerpo a cuerpo (Ediciones 23-27, 1977) y La estrategia (Lindes). Adscrito al movimiento denominado poesía de la diferencia en los inicios de esta, su poética ha sido considerada partícipe del mediterranismo, como por ejemplo, apunta Pedro García Cueto a propósito de otro de sus poemarios, El agua

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del abedul1 (Visor, 2002) en su libro La mirada del Mediterráneo (Institución Alfonso el Magnánimo, Diputación de Valencia, 2011: 160): Tiene razón el poeta, la vida sin luz es mucho más dura; por ello, reivindica el espacio de la luz por antonomasia, el Mediterráneo. Bellveser sigue la senda de Brines o de aquellos pintores que reivindicaban la luz, como Sorolla, cuyo mayor destello era ese contraste entre el blanco de las mujeres en la playa y las sombras que aparecen en algunos de sus cuadros. El propio García Cueto, con relación a otro de sus premiados libros, concretamente Fragilidad de las heridas2 (Calambur, 2004), manifestó: «Bellveser hace un esfuerzo de contención y logra poemas existencialistas, acunados por la certidumbre que el tiempo nos va dejando3». Algunos críticos encuentran en sus obras un peso específico de la experiencia de la vida, algo que se evidencia tras la lectura de su obra, como también mostrarán su relieve ciertas constantes argumentales, como el tiempo; aunque no es su recurrencia, sino el tratamiento que el autor hará de ellas, lo interesante de su propuesta. Por tanto, etiquetar la poética de Bellveser resulta complejo, no tanto por su liquidez, sino también por el tono y forma de su concepción lírica. Obviaremos la producción literaria del autor en géneros como la novela, el relato o el ensayo, pero es justo mencionar que como antólogo, Bellveser es responsable de Un siglo de poesía en Valencia (Prometeo, 1975), un libro de referencia y pionero en cuanto a antologías de poetas valencianos que escriben en castellano se refiere.

Fugit irreparabile tempus Una cita de Luis Cernuda «La casa familiar, el nido de los hombres» introduce al lector anunciando el vínculo semántico entre el escenario de la infancia y el nido que el poeta revisita y redescubre convertido en cenizas. El tiempo evocado es sin duda el pasado, pero el pasado de un presente que ve otro pasado y a su propio ahora modifica (pág. 33, vv. 26-28): «La trampa está muy bien pensada / pues el olvido no hace que olvidemos / sino que le cambia el nombre a las cosas4». Volver la mirada al origen, ya en la ausencia de todo aquello que fue vida y calor, retroalimenta las estancias temporales de la memoria, algo que no puede más que consternar a su observador, erigido como analizador forense, al que cada hallazgo, cada reconstrucción de los hechos conmueve. Empujado al ejercicio de la memoria, el poeta reflexiona y sufre en la misma medida, su reflexión se resuelve al advertir lo absurdo de reconstruir una experiencia hecha pedazos, fragmentos que el tiempo y el olvido han ido destruyendo y desfigurando. Este es el planteamiento de Las cenizas del nido, un libro que relata el duro momento en el que, tras la muerte (real) de los padres, la casa familiar es desvalijada para que otra familia la ocupe. Un acto tan cotidiano como una mudanza supone en el poeta un punto de inflexión, un inventario de la destrucción en el que el pasado se vive como un presente en el que los objetos materiales alcanzan la categoría de símbolos. Dividido en tres partes, la primera de ellas corresponde a un extenso poema en prosa, titulado “Lo que quedaba de ellos”, en el que a lo largo de siete páginas queda magníficamente expuesta la razón de ser de todo el poemario (págs. 13-14): Tras de mí se ha derrumbado una /parte de

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mi vida que de pronto ha enve- /jecido, mientras hago inventario de la /destrucción. Me voy de esta locura que me /aturde y camino a la ciudad hacia otro /seno tibio en el que me aguarda el presente, ajeno a que/ llego herido por la daga de una /nostalgia imposible que se está transfor- /mando en melancolía. El yo lírico no atiende a imposturas narratológicas, no es otro que el autor (obviando que todo yo literario es ficticio). Ha sobrevivido al desastre, pero no ileso; tiene ante sí las ruinas humeantes de un templo sagrado, pero algo ha muerto dentro de él y es irrecuperable. Su percepción del tiempo evocado no se ajusta a la realidad del presente. Mientras enfrenta ese escenario el pasado se superpone al presente, un pasado que inevitablemente le hiere, pero además le enseña una lectura estoica de la vida en la que los objetos materiales no tienen ningún valor sin las personas que les dieron su sentido. Sin embargo, interactúa con el pasado mientras evoca pero a la vez es consciente de que su presente está en otra parte. Por tanto, la recreación de esa otra realidad pertenece más a la fantasmagoría, a un ensueño fragmentado, traído al primer plano por el encuentro con una fotografía o con un mueble, y por ello no lineal. La cronología se ordena a la coherencia de su caminar en el presente, los recuerdos revividos responderán a ese orden y tratarán de formar su propia coherencia temporal. Muchos puntos de unión encontramos entre esta obra y La casa encendida de Luis

Rosales. Un yo lírico unamuniano vaga por la casa, aunque Rosales utiliza más imágenes irracionales y surrealistas, pero en ambos es visible la influencia de Machado en la concepción temporal. En el caso del libro que nos ocupa, los tiempos (pasado y presente) se solapan y mezclan, jamás el futuro, al que solo se alude con cierto pesimismo. Aunque en Las cenizas del nido la historia narrada no es contextualizada con la realidad social del momento, sí existen referencias –en la tercera parte– al cine o la pintura. La referencia cultural, una constante en la poesía de Bellveser, servirá para manejar una digresión que culminará en la asunción del arte como único elemento incorruptible por el tiempo. El poeta describe un escenario que es el depósito de un contenido de conciencia, se focaliza en la arquitectura de un mundo ya imposible en proceso de recreación y desintegración. La dual ambigüedad de presente y pasado quiebra el concepto de espacio y tiempo lineal y escinde la realidad en dos esferas, en una grieta insalvable por la que emerge desgarradora melancolía. Lenguaje sencillo, tono melancólico y reflexivo. El uso del versículo será definitivo en los tres bloques que conforman el libro, aunque ello no exime a que en su heteropolaridad predominen versos endecasílabos y alejandrinos. El verso libre es uno de los recursos generales de su poética, también la rima blanca o ausencia de rima, lo cual influye en que parte de la función poética de los poemas recaiga sobre el uso de formas retóricas como: la metáfora, elipsis, antítesis o paradoja. Armado de un laconismo conceptista, demuestra que el tiempo es el elemento desencadenante. Es él quien obliga a morir a los padres y quien provoca la evocación en el hijo. La memoria es causal y funcional para contrarrestar el profundo dolor causado por

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la pérdida y la constatación de un incierto futuro. La muerte y el olvido son trasuntos del tiempo, y la mudanza del tiempo conlleva a su vez la mudanza del espacio. En la estrofa que sucede a la comentada encontramos uno de los rasgos más característicos referido al tono melancólico, no sensiblero, que rezuma el libro en general (pág. 14, vv. 6-8): «Esta herida es incurable y está abierta, por / eso la escondo bajo una venda de sonrisas / que a nadie engañan». La brecha no admite sutura, de ella mana sangre y en un intento por desdramatizar su relato el poeta toma importantes decisiones: ser más narrativo que lírico y domar su tristeza para evitar caer en la cursilería. Para ilustrar estas afirmaciones y otras más recurrimos a tres fragmentos que componen una carta inédita que el propio autor nos facilitó tras una entrevista con objeto de este estudio. Dicha carta es autoría de la poeta valenciana Francisca Aguirre, madre de Guadalupe Grande y viuda de Félix Grande, quien tras leer Las cenizas del nido se dirigió a su autor en estos términos (fragmento 1, Madrid, 18 de mayo de 2010): No sé cómo entrarle a un libro como el tuyo. Realmente, en los últimos tiempos, he leído pocos libros como Las cenizas del nido. Para empezar es un libro engañoso. En el primer poema la narración nos envuelve como los hilos de una crisálida, es un discurso narrativo y engañosamente distante que nos cuenta educadamente la desolación de lo que fue milagro y resplandor. Casi me echo a llorar con el último renglón. Pero contigo no hay forma […]. Las sabias palabras de Aguirre ponen de manifiesto la apelación que el poemario hace a la emoción, pero también subraya ese

distanciamiento en el relato de los recuerdos como herramienta para sortear un tremendismo, un dramatismo agónico que le haría recrearse en el dolor. Pero en la finalidad del poeta, además de transmitir toda la crudeza de la situación que describe, está la reflexión sobre la vida y el tiempo, el cuestionamiento de los valores que otorgamos a las cosas, la búsqueda de analogías en el mundo real para componer un correlato objetivo y así poder entender mejor el significado de ese mundo evocado. Tras consultar diferentes reseñas que fueron escritas sobre este libro, advierto que Aguirre descifró como nadie la consciencia del autor a la hora de abordar la carga emocional de los poemas, además de otros rasgos que abordaremos en los siguientes fragmentos. Esa deliberada desdramatización oxigena al conjunto y permite la mínima digresión que el autor emplea para buscar analogías que signifiquen su dolor en el mundo. No podemos pasar por alto el carácter confesional del autor. Ya en la primera estrofa que inaugura el libro puede leerse (pág. 9, vv. 1-3): «En esas cajas de cartón que aquí veis, se / encierra, precintada, la historia de mi / vida». En la rotundidad de una primera persona del singular el poeta comienza con una interpelación al lector, dato importante, en la que dirige su discurso a una segunda persona del plural. Contempla o propicia una posibilidad de diálogo con el lector; su talante dialógico culminará en monólogos reflexivos y descriptivos en los que el yo lírico se interrogará a sí mismo durante su propio desconcierto. Búsqueda del origen “Fugit prima” es el título de la primera de las dos extensas partes que componen el libro. Compuesta por dieciséis poemas

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en los que el yo lírico es el personaje que dinamiza la acción, su mirada, y sobre todo su evocación del tiempo mítico en la casa familiar, traerán a su experiencia la idea de la vejez y la muerte. Todo ello también reconfigura el olvido, la pérdida, los desprendimientos obligados a que nos somete la vida, pero sobre todo, el tiempo. Con esa idea de decrepitud y fantasmal existencia previas a desaparecer, el poeta forjará la tercera parte del libro, ya en otro escenario, en la que esa imagen totémica será contrastada con la perenne hermosura del arte. Fiel a su compromiso tácito con la verdad, el poemario en esta segunda parte está gobernado por completo por una pulsión escópica, un deseo inexhausto de ver que partiendo de lo general (la casa de los padres) llegará a lo particular (un poemario, una agenda. un libro, fotografías y postales viejas, etc.) transitando tópicos como el ubi sunt y tempus fugit hasta llegar a de senectute, el cual predominará en toda la última parte del libro. El crítico Sergio Arlandis, quien posee uno de los mejores estudios publicados hasta la fecha sobre el autor que nos ocupa, opina que esta obra debería considerarse poesía de la experiencia aunque no haga uso del monólogo dramático (Monteagudo5, n. º 19, 2014: 228), y no le falta razón. Hemos dicho que la decisión de huir del patetismo disuelve las sospechas en cuanto a su filiación autobiográfica; al no querer enmascarar ni hiperbolizar su propia intimidad los versos se desnudan favoreciendo cotas de Parnasianismo y Simbolismo, lo cual le obligan a prescindir de un yo distanciado, quizá la única salvedad para etiquetarse bajo ese epígrafe al que probablemente pertenece. A esta desnudez refiere Francisca Aguirre en la carta mencionada, reitera

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de nuevo la emoción de los poemas y la inteligente forma de abordarlos por parte del autor. Su aserto a este respecto posibilita una lectura de los poemas en clave de poesía pura (fragmento 2): […] los poemas que siguen, desde “La casa de los padres”, “Una antigua agenda” o “Donde se halle su mirada” y todo el resto, son una especie de mano que de manera inapelable nos atraviesa el pecho, nos agarra el corazón y nos lo deja hecho un trapo. Pero la verdad, Ricardo es que hay en todo este libro una astucia, un conocimiento del mundo de las emociones, un conocimiento también de la diferencia entre lo narrativo y el poema que da la medida de que quien escribe sabe muy bien lo que es ese territorio salvaje y tierno al mismo tiempo que llamamos corazón. Y sabe que cuando se trata de contar su historia no sirven los abalorios, los inventos. Sólo sirve lo vivido […]. Solo sirve lo vivido si de verdad se pretende emocionar al lector y sonar verdadero. En una de las recientes presentaciones del libro Primavera de la noche (Calambur, 2016), último poemario publicado por Bellveser hasta la fecha, el autor reivindica un regreso de los poetas a la «poesía verdad6». Argumentó a este respecto el daño que hicieron los poetas de las vanguardias de principios de siglo con sus cada vez más complicadas experimentaciones, lo cual terminó por alejar a buena parte del público de la poesía. En su opinión, un poema que no es entendido por un lector es un poema fallido. Dado el particular estilo de Bellveser y la personalidad que imprime a sus poemas, hace que no podamos considerar que en sus


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comienzos fuese epígono de la promoción novísima. Atraído quizá por la obra de poetas como Guillermo Carnero, quien influyó y todavía lo hace en su forma de entender la poesía, y debido a un perfecto conocimiento de las historias y costumbres de la cultura grecorromana, Bellveser comenzó su carrera como poeta ofreciendo dos obras de corte culturalista que ya contenían dentro de sí las preocupaciones existencialistas que hoy definen su obra. Su cambio de tendencia vino después: « […] Bellveser ha sabido sumar a su trayectoria los logros de aquella generación del 70, con las nuevas líneas estéticas y la rica tradición literaria, no solo en la lengua española, sino también de la valenciana e incluso la inglesa […]7». El crítico José Lupìáñez en una de sus columnas se refiere a este hecho (El Faro, 2010: 1): Ricardo Bellveser es para mí un poeta meditativo y mediterráneo. Era ya elegíaco y culto en sus inicios y el tiempo nos lo ha ido acercando más al corazón. En su Mediterráneo, que es el mar de los símbolos, siempre hay ánforas, estatuas dormidas y dioses antiguos que persisten y en sus poemas no falta nunca una llamarada, algún deslumbramiento en medio de sus soliloquios y regresos. Lupiáñez llama «libro de regresos» a Las cenizas del nido. Y lo es en muchos sentidos. Para regresar al momento de mayor pureza e ingenuidad, a la infancia, es necesario ir desprovisto de retórica, de prejuicios, de versos y contenido que no se necesitan. En su caso, encontrar la palabra precisa, la imagen que todo lo dibuje, es una obsesión permanente. No reconocerse en las fotografías, frente al espejo, es el indicador de que una transformación, una maduración, un desaprendizaje ha comenzado (pág. 40, vv.

1-5): «Me miro en el espejo, / me veo en los vídeos, / me observo en las fotos / y no me entiendo. / Como si yo no fuera yo». El poemario por entero está indefectiblemente unido, su unicidad y organicidad hacen que haya intertextualidad en sí mismo, pero también la hay con otras obras y autores, como en el caso del poema “Anciana tras la ventana” donde algunos versos de Garcilaso cobran un sentido completamente nuevo al cambiar de contexto (De Villena, El Faro, 2010: 4). Cabe señalar la importancia de las citas previas a los poemas, en ocasiones, de autores ajenos, y en otras, de cosecha propia, será un recurso constante de valiosa carga catafórica. Su lectura paralela trasciende a su función didascálica por la belleza de su morfología y la profundidad de su significado, algo que José Lupiáñez también reflejó en su comentada columna8: Se trata de sentencias, de comentarios eruditos, de versos incluso que podrían haberse desprendido de alguna estrofa y se han encaramado a las cursivas de la cita. Literatura gnómica y sabia, paralela a los versos, iluminando, abriendo horizontes, universalizando la experiencia vivida […]. Los dos elementos poemáticos que conforman el título del libro son dos perfectos iconos: ceniza y nido. La ceniza, bajo una perspectiva católica, simboliza el pecado y la fragilidad del hombre, y además, la imposición de la ceniza como acto litúrgico es una costumbre que recuerda a quienes practican la Cuaresma que algún día van a morir y sus cuerpos se convertirán en polvo. Por supuesto, la ceniza posee connotaciones de acabamiento, como resto mortal del fuego, un fuego que puede renacer de las mismas, por lo que adquiere una dualidad principio-

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fin muy rica semánticamente. Por su parte, el nido puede considerarse un símbolo de protección y sosiego; en el arte medieval su presencia acompañada de pájaros se interpretaba como la placidez del paraíso. Un refugio sagrado en el que no solo la vida se preserva, también se alumbra, ya que en el caso del autor ha nacido en la propia casa de los padres (pág. 10, vv. 15-16): «Yo nací en esta casa, entre los gritos de / dolor de un parto viejo […]», lo cual refuerza el vínculo afectivo del yo lírico y su telúrica raíz. Uno de los temas principales del poemario, el olvido, no solo puede interpretarse como transfiguración del tiempo y de la muerte, sino también bajo una perspectiva lacaniana en la que olvidar no es renunciar para siempre a un recuerdo, sino que este se traslade al plano inconsciente y su acceso a él ya no sea voluntario. A partir de aquí, las asociaciones entre elementos serán menos reconocibles y más intuitivas. Un clavo en la pared será el elemento donde culmine la semiología empleada por su autor en un poema de mismo título, entendiendo por semiosis la instancia en la que algo indeterminado significa mucho o poco para alguien, constituyéndose así en el portador de su sentido (pág. 41, vv. 2-4, 8-9): « […] isla de acero / en el desierto de cemento, / tuvo sentido. // Se puso allí para cumplir / una misión hija del cálculo». En este sentido, la materia se constituye como icónica portadora de un sentido, pero también algunas ausencias, por lo que la olla sin comida, la casa sin sus huéspedes, el clavo sin el cuadro suponen un reclamo a la memoria, pero también a la sensorialidad, la cual despliega todas sus cualidades como elemento activo, receptor de esa otra veta inmaterial de lo vivido (pág. 27, vv. 1-3): «En este olor a rancio, esta fragancia / a

libro antiguo que mana de sus hojas / color vainilla y de sus manchas aguadas […]». De senectute “Fugit secunda” es la tercera parte del libro, o segunda si consideramos al primer poema en prosa como pórtico, se compone por siete poemas que se desarrollan en escenarios diferentes, pero imbuidos del mismo carácter reflexivo y emocional que el bloque precedente. Continúa el versículo salmódico y la intención de aprehender la realidad como un todo fluyente, a través de imágenes, símiles, anáforas y expresiones que se irán sucediendo. La protagonista del primer poema y de otros poemas sucesivos en este apartado es una anciana. En ella se sintetizan todos los pensamientos y sensaciones expresados con relación al paso del tiempo y lo efímero de la vida. Símbolo de un memento mori y quizá trasunto de la figura materna, en el poema titulado “Anciana en el museo” su protagonista contrasta lo ajado de su aspecto y sus derrotadas convicciones con la belleza representada en las esculturas que la rodean (pág. 46, vv. 9-10): «Cara a cara en el invisible aliento malva, / un alma ensombrecida y la inmortalidad». En este poema, la referencia a lo mitológico servirá para oponerse a la visión antropocentrista del mundo. El poema que lleva por título “Última residencia” invierte la escenografía del poema anterior. Si antes una anciana estaba rodeada por multitud de estatuas, ahora es una estatua (situada en el centro del patio de una residencia de ancianos) la que es rodeada por una multitud de ancianos. La imagen en sí ya es impactante, de evidente fuerza expresiva (pág. 48, vv. 16-18): «Venus hermosa rodeada del fin / del mundo, en la meta de la edad / y el cansancio de la carne

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JOSÉ ANTONIO OLMEDO LÓPEZ-AMOR Fugacidad, simbolismo y memoria en Las cenizas del nido

rendida». El yo lírico se sitúa en la verja que separa a ese patio de la civilización ruidosa, ajeno al grotesco espectáculo de unos ancianos que arrastran su vida atada a los pies, algunos de ellos, ya ni sabiendo quiénes son. Es así como se encuentra el arte como valor no mancillado por el paso del tiempo, la barroca consideración de una fuerza que supera a la naturaleza. Su permanencia alumbra los visos de una derrota del tiempo. De la casa familiar a la casa común, el mundo, este otro nido del que nos vamos despidiendo cuando ya el tiempo nos ha mudado tanto que casi no nos reconocemos (Lupiáñez, El Faro, 2010: 2). El punto de vista del yo lírico es panóptico, ya que desde él, primero se aprecia a los personajes y espacios míticos en el ámbito hiperuranio de una verdad incorruptible y ajena al tiempo de los mortales, para después volver la vista a lo material y comprobar el decadentismo de un antropocentrismo fetichista y mitagógico. ¿Hay regreso al fin? ¿Encontramos el camino de vuelta? La única esperanza en medio de tanta incertidumbre quizá siga siendo el amor. Sólo el amor acude, insinuado, lejano, para poner su bálsamo en el corazón desconcertado a la hora del ocaso9. Sin memoria, el objeto se somete al olvido. Y el olvido es precisamente la muerte real de la materia, por eso Bellveser alienta la memoria como cofre de vida (Elguero, Mercurio, 2010: 44). Esta última parte del libro recoge el testigo metafísico con que el poema titulado “La habitación vacía” clausura la segunda parte (pág. 42, vv. 1820): «El hombre no es la medida / de las cosas, es quien / nos da la medida». No en vano, todavía queda el eco de la pregunta formulada en el poema “La fresca brisa”, ¿podemos y debemos desprendernos de todo

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aquello que nos constituye como personas? (pág. 35, v. 14): «Adiós a lo que fui y tal vez aún sea»; más todavía si atendemos al texto contenido en la cita: «Me dijeron que todo acabó pero la casa seguía allí con intolerable arrogancia». Ricardo Bellveser posee una manera de escribir que se percibe indisolublemente unida a un pensamiento que rige siempre, entre lo anecdótico y lo común un proceso deductivo que trata de confluir en una conclusión razonada10 (De la Peña, 1995: 21-22). Y debido a ese sometimiento a la razón emerge el recurso al símbolo, también al descubrimiento del absurdo al comprobar lo ineficaz que pueden resultar en el ámbito emocional los metódicos y técnicos procedimientos de la lógica. La sociedad capitalista es un enorme monumento erguido a la insensatez del ser humano. A través del dolor se pone en marcha un proceso de maduración por el que mutamos nuestras convicciones y el saber epistémico se diluye y renace con incondicionales límites y perspectivas. Es destacable el hecho de que aun recurriendo a un distanciamiento emocional, ese grado hacia lo aséptico no impida al texto llegar a emocionar al lector. La potencia dramática del suceso versado, así como la sinceridad en la forma de exponerlo favorece la identificación del lector con el yo lírico, y en el caso de Francisca Aguirre, no solo se emociona tras su lectura, sino también se siente empujada a la evocación personal, tal como transmite en el último pasaje de su epístola (fragmento 3): […] He leído unas cuantas veces “Una postal de Uclés”: atraviesa el poema una brisa melancólica, una pesadumbre educada que llega hasta nosotros como un suspiro, algo un poco más humilde que la queja.


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Algo que se queda a nuestro lado tal vez para acompañarnos. He vuelto de tu mano a los días de mi infancia, a las palmeras de Alicante, a las viejas fotos familiares, al rostro de mi madre, a mi abuela leyendo novelas de Dumas, pero sobre todo a aquellos días de hambre, sol, playa y pepinos o algún alficós que había conseguido mi tía Mary. Todos somos el viajero que huye y también algunos nos quedamos asombrados ante el rostro que aparece en el espejo. Tremenda la última parte de tu libro. La he leído jadeando. Y después de acabar el libro he pensado que tal vez pueda sobornarte ¿qué te parece si en lugar de tirar la botella al contenedor tiramos unos cuantos calendarios y yo te mando por recadero urgente una tortilla de patatas? No me importa que digas que la tuya es mejor. Gracias por este libro y un montón de besos. (Paca). El poema que clausura el libro se titula “Mensaje en la botella” y lo acompaña una cita del grupo musical Police «Rescátame antes de que caiga en la desesperación». Aquí el pesimismo es más evidente, conocida la implacable destrucción de lo físico como paulatina amenaza muda, el yo lírico introduce un mensaje para nadie –en el que le va la vida– en el interior de una botella que sabe que acabará en un vertedero de basura; pero aun a pesar de todo, el hablante lírico se expresa por escrito y mantiene la esperanza de encontrar a su interlocutor (págs. 59-60, vv. 25-32): Un mensaje en una botella flotan- /do en la hez de lo que en otro tiempo fue glo- /ria y fama,

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señalado por las luces de los esca /parates. Lo que alguna vez fue el lujo de /la vida ahora tan apenas agoniza en su /olvido. Por ello todo mensaje que no va /a nadie es inútil como lo son el despertar /de las aves, y lo fue el canto de las bestias el /primer día. Para terminar este estudio suscribimos las palabras de Fernando de Villena: «Las cenizas del nido, una obra de inusual profundidad en la poesía de hoy, un libro marcado por el desgarramiento, una reflexión estremecedora sobre el tiempo, el olvido y la fugacidad de todo, salvo el arte11». Notas 1 Por este poemario el autor recibió también el Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma en su decimosegunda edición. 2 Premio de Poesía Ciudad de Valencia Vicente Gaos, 2003, otorgado por el Ayuntamiento de Valencia. 3 Ibíd. pág. 167. 4 Todos los versos que citaremos en el estudio corresponden a la edición de Visor, Madrid, 2009, de Las cenizas del nido. 5 “Alumbrada experiencia de la vida: la poesía última de Ricardo Bellveser” de Sergio Arlandis., editado por la Universidad de Murcia es un artículo recogido en el monográfico de la revista Monteagudo coordinado por Manuel Martínez Arnaldos y Carmen M. Pujante Segura, 3ª época. 6 Presentación realizada el 29 de marzo de 2017 en la librería Ramón Llull de Valencia. En ella, además del autor, par-


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ticiparon: Sergio Arlandis, Rafael Soler y Robert Archer. 7 Idem. 8 Idem. 9 Idem. 10 Esta cita ha sido extraída del libro La memoria simétrica (Huerga y Fierro, 1995), el cual supuso la primera antología poética de Bellveser. En él se compendia los cuatro primeros libros del autor: Cuerpo a cuerpo, La estrategia, Manuales y Cautivo y desarmado. Además incluye unos cuantos poemas del entonces inédito Julia en julio. 11 Idem. Bibliografía Arlandis, Sergio; 2014, “Alumbrada experiencia de la vida: la poesía última de Ricardo Bellveser”, Monteagudo, Universidad de Murcia, 3ª época, n. º 19, pág. 228. Bellveser, Ricardo; 2009, Las cenizas del nido, Madrid, Visor. De Villena, Fernando; 2010, “Un vitalista, un buscador”, El Faro, marzo, pág. 4. Elguero, Ignacio; 2010, “Tiempo y memoria”, Mercurio, febrero, n. º 118, pág. 44. García Cueto, Pedro; 2011, La mirada del Mediterráneo. Estudio de doce poetas valencianos contemporáneos en lengua castellana, Institución Alfonso el Magnánimo, Diputación de Valencia, Valencia, págs. 160, 167. J. de la Peña, Pedro; 1995, “Hacia una lectura constante de La memoria simétrica” prólogo a La memoria simétrica. Antología poética 1977-1993, Madrid, Huerga y Fierro Editores, págs. 21-22. Lupiáñez, José; 2010, “Ricardo Bellveser: Las cenizas del nido”, El Faro, n. º 11, págs. 1-2.

Bibliografía complementaria Aguirre, Francisca; 18 de mayo de 2010, (carta inédita dirigida a Ricardo Bellveser), Madrid.

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EXÉGESIS CABRERA BIBIANA COLLADO Exégesis 2Dossier Segunda Época

Idea de montaña: Un vaso de agua de Lola Mascarell [literatura-crítica-estudios intertextuales]

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sta reseña podría haber tenido muchos nombres. Podría haberse enfocado desde muchas perspectivas. Podría haberse llamado “ser otro” o tal vez “cuerpo adentro”, recogiendo así algunos de los hilos que nos lanza la autora en el libro. Podría también haberse llamado “La palabra jarra”, título de un maravilloso poema de la cubana Reina María Rodríguez al que no pude evitar trasladarme nada más conocer el título del libro de Lola Mascarell. Ese vaso de agua me trajo instantáneamente el genial primer verso del poema de Rodríguez: “te autorizo a sentir la palabra jarra” y me conectó con su bella reflexión sobre el lenguaje y la vida. Podría haberse llamado de estas o de otras muchas formas. Sin embargo, he decidido llamarla “idea de montaña”. La idea de montaña, la huerta, la quema de rastrojos, las hojas de los chopos que caen y la cima del deseo que se eleva, las ramas, los frutos, los pájaros, las hormigas, las flores. La vivencia de la naturaleza atraviesa los versos de este poemario para apelarnos, para pinzarnos en lo hondo y cuestionarnos, como se aprecia en el poema “Relieve”, en el que la autora escribe: “¿De qué rincón salvaje de nosotros / nos habla la montaña?”.

¿Somos capaces de responder a esta pregunta? La filóloga que soy traza hilos, redes, genealogías y disfruta con este libro que es palabra en el tiempo y palabra de su tiempo porque se inserta perfectamente en el signo epocal que impregna nuestros días. La hija que soy se enfrenta a su imagen del campo y la naturaleza y sigue preguntándose por qué le remueve tanto la escritura de la tierra, qué imagen de mí misma, de mis orígenes, de mi identidad, de nuestra identidad como sociedad, me devuelve. En último lugar, o en primero, según se mire, la lectora que soy hace silencio y se estremece. Me explico. Si observamos atentamente la realidad literaria de nuestro tiempo nos percatamos de un creciente interés por la producción de imágenes literarias y reflexivas en torno a la naturaleza, tanto desde las concepciones más canónicas de la literatura (la prestigiosa revista Ínsula acaba de publicar un monográfico sobre poesía y ecología) como desde el importante activismo literario de los márgenes (la próxima edición del festival Voces del extremo, que tendrá lugar en el Valle del Jerte, se llama Ecopoesía). Se está volviendo

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BIBIANA COLLADO CABRERA Idea de montaña: Un vaso de agua de Lola Mascarell

a leer a Thoureau con pasión e intensidad. El vínculo con lo natural está marcando la agenda de relevantes editoriales como Errata naturae. El pensamiento filosófico está concibiendo importantes textos en torno a este mismo asunto, por citar uno de tantos, nombraré el reciente Verdolatría de Santiago Beruete. En definitiva, hay un eje generador innegable que empuja el saber literario de nuestro tiempo. Sin embargo, quien conciba este fenómeno como una preocupación, más o menos sincera, más o menos profunda, por la conservación del planeta tierra, se está perdiendo el meollo de esta corriente subterránea y vivísima de la literatura de nuestra época. No se trata de una literatura concebida para salvar el planeta. Se trata de una literatura, como toda literatura verdadera, concebida para salvarnos a nosotros mismos. Del mismo modo, no se trata de una moda, es obvio que los libros que venden miles de ejemplares no hablan del campo y la tierra y nuestros padres y sus sombras. Quizá los científicos reciban subvenciones del estado por centrar sus investigaciones en la naturaleza; los poetas, desde luego, no. En múltiples ocasiones, son las propias etiquetas las que nos confunden. Por eso, os propongo que abandonemos el término ecología, más adecuado para el ámbito tecnológico o publicitario. Y nombremos abiertamente la herida, atrevámonos, hablemos de lo rural. Esto mismo están haciendo los propios poetas y pensadores. De ahí que hace unos meses apareciera en el panorama editorial la antología poética Neorrurales (que desafortunadamente no incluía a ninguna mujer) y que originó un interesantísimo debate, muy fructífero para la reflexión crítica, entre los términos neorrural y rerrural. Dentro de esa misma línea, la editorial La bella Varsovia se en-

cuentra actualmente preparando también una antología de autores vinculados a este núcleo temático. Por otra parte, los artículos periodísticos o las conferencias empiezan a recalar insistentemente en este punto. No obstante, una de las más recientes y evidentes muestras del interés en lo rural, no solo por parte de los creadores sino del público lector, viene de la mano de una joven veterinaria, María Sánchez, que ha visto publicarse ya la décima edición de su poemario Cuaderno de campo y está preparando una edición especial que contará con un prólogo de Julio Llamazares e ilustraciones de Paula Bonet. ¿Qué remueve dentro de nosotros ese señalar hacia la tierra? ¿Qué botoncito aprieta en nuestro interior? Vuelvo a los versos de Lola: “¿De qué rincón salvaje de nosotros / nos habla la montaña?”. Como os habréis dado cuenta, ha empezado hablando la ávida filóloga que soy pero ha emergido la hija, la nieta que también soy. Porque si me importa la tierra, la montaña, la huerta o los rastrojos es porque hablan de mí, porque hablan de nosotros, porque nos religan con nuestros orígenes. Porque, aunque las últimas décadas y su falsa idea de modernidad hallan llevado a cabo un feroz borrado del lugar de donde venimos, a poco que rasquemos vuelve a aparecer la tierra bajo nuestras uñas. Por eso los caminos de Un vaso de agua están repletos de memoria y las rocas significan y el transcurrir cíclico de lo natural pone ante nosotros los diferentes planos de nuestra vida y nos interpela y nos cuestiona y nos pellizca. Porque Lola Mascarell, como casi todas las poetas, como todas las poetas buenas, es tramposa. Y bajo aparentes visiones llenas de belleza contemplativa y equilibrio, nos cuela la semilla de la duda, la inquietud, porque el sujeto poético no puede caer sin dejar de cantar como sí lo hacen las hojas que observa en el poema que

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abre el libro, “Música de los álamos”; porque sabe que cada renuncia eleva la cima en la que crece el deseo, como nos advierte en el poema “Cima”; porque encara los restos de los frutos que nadie recogió y sabe que ahora ya es tarde, tal y como se proclama en el poema “Una rama”; en definitiva, porque se enfrenta, nos enfrenta, a todos los otros yoes que podríamos haber sido y que en la sencillez milagrosa de la vida que hemos escogido se nos aparecen, cito los versos del poema que da título al libro, como ese lápiz que vive en este lápiz “o esa mano de otra que es de todas”.

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JESÚS CÁRDENAS CÁRDENAS JESÚS Haikús en dos voces: A la luz de la fl2orSegunda del almendro Exégesis Época& Á lus flor da amendoeim

Haikus en dos voces: A la luz de la flor del almendro À luz da flor da amendoeira

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arias son las particularidades que hacen de este poemario bilingüe un libro singular. En primer lugar, dos autores, el portugués Carlos Castilho Pais y el español Gregorio Muelas Bermúdez se hallan al frente de la firma, pero ninguno de los dos traduce. Para la traducción al español se encarga José Ángel García Caballero, y para la versión portuguesa, Sandra Santos. Esto supone, ya de por sí, una labor de cierta envergadura, además de una novedad editorial. En segundo lugar, los textos son intercalados con las ilustraciones de Ricardo Sanz, en correspondencia más o menos inmediata con aquello que describen. Y en último lugar, ambos escritores se reparten el mismo número de haikus, dos bloques de veinticinco por cada uno, sin embargo los dos autores responden a inquietudes diferentes y no coinciden plenamente ni en la forma ni tampoco en la temática, si acaso a ambos les ata el mismo hilo: la reflexión sobre el ser temporal y frágil y la mirada al mundo natural. Antes que nada, convendría aclarar que escribir haikus no consiste en un simple alarde formal de la poesía japonesa (en tan sólo 17 sílabas distribuidas en versos de 7-5-7, sin

rima), sino, fundamentalmente la adopción de una manera concreta de mirar (atenta, perpleja, armónica, silenciosa) de estar aquí y ahora, y de participar de los sucesos, de los instantes e impresiones que entrelazan el presente en el que vivimos. Así, la mirada en el haiku lo es todo. Es por donde el haiku respira. No se pierde en los límites de la abstracción sino que concreta lo que todos pueden ver. El título del libro, A la luz de la flor del almendro (publicado hermosamente por Karima Editora), busca aunar el instante primaveral antes de que la flor se marchite y, por lo tanto, un instante que ofrece una imagen visual que produce belleza. A través de las imágenes visuales el conjunto adquiere una extraordinaria fuerza, proporcionando a los lectores una inmersión inmediata en la realidad evocada. A eso aspira el conjunto del libro, lográndolo. Los primeros veinticinco haikus son obra del profesor de Lengua y Literatura Modernas de la universidad de Lisboa, Castilho Pais, quien nos ofrece una reflexión existencial y una actitud vital ante la espiral de la urgencia en la que vivimos casi sometidos en nuestros días, como puede verse

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en el número 28: «Já iniciado / e de nada lhes valeu / o novo milénio» pero también mediante el empleo de la ironía que implica el distanciamiento del yo, como el número 12: «Neste funeral / precisa-se de um morto / e de muitas flores». El instante es aprehendido propagando una sugerencia que resuena poderosa en sus versos. Tras los versos, queda solamente el silencio y la reflexión. Leemos en el número 23: «Defesa da terra. / Voltou o tempo da rega / com a tua ajuda». Llama la atención que en los haikus del portugués la casa, aun estando revestida de cierta naturaleza, no se encuentre alejada sino que aparezca como referente en varios textos, como si el haiku rindiese un tributo a lo cotidiano: «Bem perto da casa / nasceu um rebento de árvore / lembro-me do dia» (número 1). Aún así, el concepto de sinergia con el paisaje, propio de Matsuo Bashô, se halla en distintos haikus. Para muestra un botón: Folhas do Outono / embaraçam a alegría / e que o fogo queima (número 7). El haiku clásico se sitúa al extremo de la efusividad sentimental, en las antípodas de la poética del yo. La introducción de esta antigua forma poética japonesa en una sociedad atenazada por el subjetivismo como la occidental fue un proceso lento: deshacerse del yo en una tradición lírica dominada por el egocentrismo. Como ya afirmara uno de los grandes especialistas del haiku en lengua castellana, Vicente Haya, «el haiku es un vaciamiento del yo para dejar entrar el mundo en nosotros». A este respecto, no está lejos la defensa de lo natural frente a la era tecnológica, al mundo líquido en el nos vemos absortos viviendo. El segundo bloque de haikus es obra del poeta Muelas Bermúdez, quien ya aportara a la forma poética japonesa un especial homenaje en viaje compartido también, junto a José Antonio Olmedo López-Amor, en

el libro La soledad encendida (Ultramarina Cartonera) busca el encuentro místico entre el paisaje y la serenidad de la aceptación del ciclo de la vida, como leemos en el número 5 («Una hoja al agua / se desvanece el brillo / de la arboleda»), en el número 11 («Fin de diciembre, / el viento rasga una hoja / del calendario») o tras una prueba de amor juvenil inscrita en un árbol (número 19: «Un rayo parte / el corazón tallado / en un abedul»). Ahí se nos muestra la disposición espiritual del haijin en busca de un significado del transcurso de los días, de las estaciones, de los años. Siempre atento al poder de la naturaleza que nos pueda brindar un segundo mágico contenida en un detalle, casi inapreciable en la contemplación natural, que el poeta trata de apresar para sí, convirtiéndolo en una imagen plástica visual para evocar un caleidoscopio de realidades: «Un nubarrón / cubre los viejos nidos / del campanario» ( número 17). Como el buen haijin, el poeta persigue con su mirada el medio natural que le rodea, originando una reflexión sobre la existencia, así el número 23 («Se acorta el día, / los campos de cebada / desparecen»). El espacio natural se revela cercano, pero pleno de espiritualidad. Ya lo advertía el profesor Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala en sus estudios: «Esa ambientación, esa estampa, las juzga el poeta suficientes para el paso de esta vida al más allá». Antes de que todo final nos alcance pone el foco de su mirada en lo frágil, en lo cotidianamente leve. Todos los seres vivos ofrecen una extrema fragilidad: seres desvalidos, como el ave (número 22: «Tras un chirrido / restos de una paloma / que cojeaba»). En ambos autores se recoge la sencillez sin exhibicionismos que lo protagonice, sin verbosidad lingüística, una forma sobria contenida en el decir, de acuerdo con los parámetros estilísticos señalados por Vicente

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JESÚS CÁRDENAS Haikús en dos voces: A la luz de la flor del almendro & Á lus flor da amendoeim

Haya. En este sentido, y, tal vez, en diálogo a la tradición oriental, la poesía desnuda o esencial de Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno u Octavio Paz, entre otros, se acerca al haiku, con la distinción del empleo simbólico de las palabras en la poesía hispánica del siglo XX. A la luz de la flor del almendro rinde, en suma, un tributo al haiku. Derrama una emoción existencial: la naturaleza nos brinda el espejo de lo frágil que somos; nos muestra la realidad de forma transparente. Este libro nos aporta el pulso lírico mantenido en cincuenta haikus. Al lector de esta forma poética japonesa le atrapará la luminosidad de un instante revelador, provocando una inmersión sincera en el conglomerado de la realidad.

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EXÉGESIS JOSÉ INIESTA Exégesis 2Dossier Segunda Época

La gota infinita del deseo de Roger Swanzy [literatura-crítica-poesía]

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uerer a este hombre que tengo aquí a mi lado, es fácil. Está en su naturaleza hacerse de querer y el entusiasmo que siente por los demás, por la vida. También por la poesía, que es lo mismo. La poesía fue la que me regaló la amistad de Roger Swanzy, la generosidad de su persona, su manera de darse, siempre entre la sonrisa y la emoción, la cercanía siempre. He conocido a pocos que amen tanto la poesía como él, a muy pocos que se den tanto a la palabra, que hagan de ella su camino. Para Roger la poesía es vida, conforma su vida, en su fuente escondida se sacia su ilusión. Eso lo he visto yo, eso lo he sentido en cada encuentro, cada vez que me ha hablado de poemas o poetas que le conmueven. Los que lo conocemos envidiamos su corazón noble, su humildad, su carencia de envidias, su darse sin esperar nada. Estamos obligados a quererlo porque es un buen hombre, y eso a estas alturas para mí es más, incluso, que ser un buen poeta. Ahora Roger me pide que le acompañe en este acto, la presentación de su primer libro editado, La gota infinita del deseo, un libro de aforismos donde ha derramado las aguas de su manera de ser en

nuestra lengua, que no es la suya, pero a la que ama y conoce, a la que se da asumiendo los riesgos, pero también encontrando súbitos hallazgos. Que Roger me pida que le presente, junto a nuestro querido poeta, Juan Pablo Zapater, su primer libro para mí es oro, porque me está diciendo que es grande nuestra amistad y que confía en mí, que ha entrado en la casa de mis versos como pocos. Ahora yo debería corresponderle, no fallarle y eso espero, porque este acto en el fondo es un acto de amor, de reconocimiento. Y él lo sabe. El título, La gota infinita del deseo, y una de las dos citas que aparece en el texto, de Calderón de la Barca, que reza “Si amor es gloria, los siglos son instantes” nos ubican desde el principio en lo que vamos a encontrar: la ambición humilde de alcanzar desde lo pequeño lo más grande, la verdad de la poesía. Por eso, quizás, elige este género del aforismo, en él mitad conocimiento y pregunta, mitad desconcierto y exaltación. El tema de La gota infinita del deseo es antiguo: el amor y los misterios de la carne, el temblor ante el caudal de la belleza. También la gloria atesorada a través del deseo, el desconcierto ante lo desnudo, la eternidad

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JOSÉ INIESTA La gota infinita del deseo de Roger Swanzy

en la explosión del instante, ese minuto donde somos abrazo, donde creemos que algo podemos alcanzar. Entre la realidad y el deseo, entre la belleza de los cuerpos y los desiertos del alma, la escritura de Roger persigue nombrar lo inalcanzable, verdades de la vida que parecen florecer en las arenas de la confusión, aguas que manan de la piedra de la carne donde a veces creemos beber hasta la saciedad. El camino es largo, y breve. El mundo no tiene límites, tampoco el amor, las formas del amor, el río de las miradas derramándose sobre el fuego de los cuerpos desnudos. Este libro de Roger es una manera de asomarse a la atracción de los acantilados más dulces, y los cuerpos desnudos desaparecen y se funden con el mar, se confunden en los arenales, aceptan en su extensión las espumas y las fiebres del hombre. También las embestidas del amor contra las rocas. Hay veranos que se quedan en nuestra piel de por vida. Todo esto persigue materializar la voz poética con unas pocas palabras, este misterio hondo de ser cuerpo y corazón, piel y cielo a un tiempo, fulgor del instante vivo, desaparición segura. Es extraño, qué anhelos los del hombre que tenemos aquí, desde un canto tan breve alcanzar lejanías, desde la gota vislumbrar la infinitud. Eso queremos todos. Y ahí se vuelca su humana ambición, y se derrama sobre el éxtasis que también hemos sido en nuestras edades. Y entonces, a través de la escritura, la gota parece ser gota de ámbar encerrando, eternamente, al menudo insecto de los placeres y los días, memorial de todos los cuerpos que amamos. Y sin embargo, nos habla de una amada que parece múltiple y única, una mujer que contiene en sí a todas las mujeres,

que obra el milagro de hacernos creer que todas las amantes en el fondo son solo una. Eso también se da en estos aforismos, lo escucharéis luego, esa convicción entre presencia y ausencia, esa lava gramatical donde los cuerpos se funden en el grito, esa gracia y maravilla donde el mundo nos concede la fugaz experiencia de la unión, materiales de derribo en la rosa del sexo para caer, para tener sentido: dos sombras abrazadas que se hacen luz. Lo demás es humo, la densidad de la niebla por los caminos. No es la luz que vemos dentro, llamarada viva en el arcano de nuestra carne. A todo ello apuntan estos aforismos que van ciegos, con su mirada. Desde el mirar, desde lo que tocamos hasta la rama del pensamiento. ¿Cuántas vidas caben en una vida? ¿Cuánto deseo cabe en una gota? El vestido cayó en silencio. Muy pronto iba a empezar el abrazo de las sombras. Todo esto lo veremos en su lectura. Roger es un poco de todo, y es mucho: romántico y platónico, inocente y obsceno, un niño y un hombre, adolescente siempre vencido por el deseo y las fantasías. Sin duda él canta al amor, desde la carne al amor, desde la piel abierta, la memoria de los sentidos. Su punto de partida, siempre es la realidad desde el sentir puro, porque Roger transciende desde lo sensitivo siempre, o desde el recuerdo de lo sensitivo. Y sin embargo, a veces al leerlo he tenido una intuición, como ya dije: el ser al que ama no parece tener nombre, es múltiple, parece una abstracción en su encarnadura, una amada que nos habita dentro, una loca razón para entregarnos, una muerte muy dulce y sucesiva.

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EXÉGESIS Dossier

La lujuria es una pequeña muerte que no cabe en un solo sexo, en un solo cuerpo ni en un solo deseo. Cuando el deseo se consuma en éxtasis, solamente podemos acariciar las cenizas. Ese es el misterio que apunta Roger, y es entonces cuando nos nombra que en el profundo acto del amor, donde se funde la carne propia y la del otro, donde podemos dejar de ser para ser más, alcanzamos el ritmo celestial, bailan las almas en luz propia, saciamos por fin la remota sed. Es un romántico, está loco, confunde en su delirio los sentidos, celebra el éxtasis tan breve y la explosión. El deseo es la sed antigua del alma. El milagro de tu beso, por un instante, me transformó en luz, un soplo de luz, libre de piel y huesos. Son muchos los temas que se nos dan en el único tema del erotismo. La mirada, los espejos y el paso del tiempo, la eternidad del recuerdo de la carne, el árbol del destino deshojándose en soledad y aroma. Todo esto se da en estos aforismos que hunden sus pasos en el barro original de lo creado. Todo esto, como si persiguiera la disolución, desintegrar la piedra que somos, convertirla en polvo o en nada, miles de gotas celebrando su dispersión en la cascada. Él sueña en el fondo con la desnudez, un lugar donde al desnudar los cuerpos las almas se serenen. Entramos a la ducha con ganas de convertirnos en miles de gotas de agua. Así es, la gota del deseo es un puente real que nos lleva de una orilla a otra. Esa gota infinita anclada al pensamiento, nos muestra un paraíso donde la sed del alma se sacia. De

esta forma extraña, gracias a la belleza y al amor, acontece en nosotros la alquimia de la transformación, y así la materia de la carne y de la piel y de los huesos se transforma en hondo sentir y conciencia, como acontece el milagro en la fermentación del pan o del vino. La gloria de la carne, con sus cielos, nos convierte de golpe en algo que transciende, El puro placer nos arrastra como la corriente de un río hasta la deseada desnudez, nuestra casa original. Nos sentimos desnudos, por fin. Antes de la erosión del tiempo, fue la explosión del ser. Desde la entrega, Roger Swanzy, en estos aforismos que ahora nos leerá, reúne los pedazos del placer y la belleza: toda la vida. En el pequeño fragmento de barro está el cántaro que fue, toda el agua que estuvo dentro. También en la repentina chispa, capaz de iluminar la oscuridad, están todos los fuegos del mundo. Así somos los hombres, y el poeta nos recuerda también que en el orgasmo, en el mismo florecimiento de la piel, se nos da el instante infinito, en la gota del deseo se nos concede el horizonte de un mar inabarcable, el de la vida, el de todas las vidas. Solo en el amor, en el instante del amor alcanzamos la eternidad, eso lo sabemos todos. Lo demás es engaño. Habitamos la noche, y ese minuto del más hondo placer es una grieta por donde se vislumbra la luz, donde el cielo parece que al fin nos besa mientras rodamos por la tierra o las nieves, como las hojas en otoño, como las piedras y los árboles. Allí, en aquel instante, cuando el cielo nos besó, fuimos eternos, brevemente eternos.

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Hay miradas que nos desnudan más que las manos.


JOSÉ INIESTA La gota infinita del deseo de Roger Swanzy

El erotismo sería la expresión de no poder entregar el amor inmenso del alma; y enamorar, como dice él, sería tocar la desnudez del alma. También es una puerta que se abre y nos desvela los secretos, lo prohibido de nosotros, el centro mismo de la tristeza de la carne al alcanzar su risa. Con qué ingenuidad, cómo se desnuda el alma también, entonces. Mirad su atrevimiento, la puerta que se abre al mirar, o recordar haber mirado, la desnudez de una mujer en una revista. ¡Oh novia de papel!, dulce es tu visión en la noche de mis pensamientos. Ojalá que existiera una manera de dejarte entrar en mi vida más allá de la caricia.

[...] el momento exaltado que ha huido del tiempo mismo. Envueltos en su perfume, parece que las flores nos devoran vivos. Bueno, no digo más. Os dejo con los aforismos de Roger Swanzy, este hombre al que quiero, y que en el fondo es un pájaro de cuidao. Y un poeta. Gracias.

En el alba impenetrable de su sudor, depositaba la esperanza de abrazar su cuerpo desnudo en el lugar donde nace el amor. La soledad es hermana de la conciencia, por eso escribimos. El autor lo sabe, y en esa soledad, a la luz de una sola vela se produce el vértigo, ese soplo del tiempo. La llama se apaga, entonces, y sabe regalarnos la belleza de las noches encendidas, las noches del pasado que no son destrucción y que perduran inolvidables en todos nosotros. Solo, en el pequeño rincón de lo nuestro, con una sola vela, una sola cerilla, solo un soplo, nuestra noche quedó encendida. Ya es hora de creer en algo indestructible, dicen los versos de una poeta polaca. Y es verdad, lo necesitamos si perseguimos el sentido. Roger lo hace, hace su apuesta porque está en su naturaleza. Él se la juega a las fantasías y los sueños, a todos los actos donde celebramos sin mentiras el placer y la desnudez, los extraños caminos. El deseo como una manera de desaparición:

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EXÉGESIS LUIS MOLINER Exégesis 2Dossier Segunda Época

Tránsito de la piedra: Cinco de Teresa Garbí [literatura-crítica-poesía]

¿¿

El exilio de la piedra es, en rigor, la pérdida del centro. –J. A. Valente

A la piedra, como al viajero, “le corresponde la sed infinita, el camino hacia la nada, la búsqueda del maravilloso sortilegio, el viaje eterno”? El viaje es una rosa de piedra, un caracol de piedra que desarrolla su espiral afanando un centro perdido, un centro de piedra. Y el viajero que ha sentido la sed ya no podrá apagarla, sin otro oficio ya que el ir hacia ese centro. Pero hay otros centros en el camino, jalonado de centros. Y el viajero ha de recorrerlos paso a paso, pues son esos centros los que le irán proyectando hacia el otro centro, el centro de los centros. Ya San Juan de la Cruz advertía del centro de los centros recurriendo a la imagen de la granada y sus granos, no vaya el viajero a creer que un centro excéntrico es el centro definitivo. Así, la piedra, como el viajero, en su tránsito, recorre, pero no se instala ni se aduerme, todos sus centros antes de devenir flujo o música. Lo mismo acontece a la palabra, cada vez más delgada, acaso hasta alcanzar la figura que le permita pasar por el ojo de una aguja, figura ya del fluir, del fluir de la piedra, palabra de piedra, centro, síntesis de los nombres, el nombre.

A mí me parece que Cinco, de Teresa Garbí, nos propone eso, el tránsito del viajero, de la palabra, de la piedra a su centro. Y comienza como comienzan las teogonías, con el hálito de los elementos diferenciándose de lo indistinto, individualización tal vez injusta mas necesaria: lo preciso para que el hombre, otra penosa individualización, caiga en la cuenta de que hay un quinto elemento envolvente, el “tiempo” en donde se mezclan los cuatro elementos fundamentales, su líquido genésico, su síntesis, lo eterno. “El fuego –dice Teresa Garbí, como lo dijeron Filolao y los pitagóricos- brotaba en el centro”. Y el fuego brota para extender y para condensar, en ese doble movimiento empedocleano de expansión y síntesis que explica tanto el nacimiento de los astros y del hombre como su reducción a un cuerpo de armonía. Así es como se establece el monólogo primero, el diálogo después, en un estado más avanzado de diferenciación (de gestación) del agua, de la tierra, del aire, del fuego. Es un movimiento original, embrionario, el murmullo de las entrañas: El agua dijo: hago un murmullo superior a las palabras, semejante

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LUIS MOLINER Tránsito de la piedra: Cinco de Teresa Garbi

al murmullo de la vida, igual a un trémolo. (Pág. 16). Ritmo cósmico en una orquestación de elementos vitales que se van interfiriendo mezclándose, penetrándose con dolor: “Era el fuego y su paso fulgurante; era un dolor, una penetración” (pág. 17), hasta el nacimiento del cuerpo nuevo de lo eterno: Cayó la oscuridad. Habíamos salido fuera de nosotros y éramos otro cuerpo, un solo cuerpo (pág. 20). El cuerpo de lo eterno está inscrito en el cuerpo del hombre desde el momento original, y el movimiento del hombre, su vida, no será otro que el regreso a ese principio. Así, el viajero que llega a Sigüenza en busca de la piedra que reposa en su centro, inicia su periplo en la periferia de la rosa, en las últimas circunvoluciones de la piedra, porque sabe –y aquí saber solo es un presentimiento: un sentir que le viene de lejos- que donde termina su ser diferenciado empieza de nuevo su mezcla y su regreso. Es obvio, pues, su comunión con los elementos, su deseo de identificarse con la tierra, el secano, con el agua escasa, con el aire envolvente, con el fuego condensado en roca. He aquí los deseos del viajero: Y, sin embargo, viene a Sigüenza en busca de la inmortalidad que sigue ahí, dormida en un cuerpo. (Pág. 26). Porque él solo desea el río subterráneo, (…) Querría enfrentarse con ese aire destilado en el que la nada y la luz convergen. (Pág. 32). Y, por fin, dejarse morir hasta que la piedra nos convierta en piedra e interpretemos su trama y su razón. (Pág. 33).

¿Conocer la razón de la piedra? ¿No será el final más bien una cesación, un abandono del conocer y del deseo? Lo eterno es un olvido (alcanzar a Buda es olvidarse de Buda, sostienen los místicos del Zen), un olvido incluso del deseo. Pero todavía hay un deseo que queda: El viajero abandonó sus deseos para atender al único deseo: el olvido y la muerte. (Pág. 34). La muerte no es un final, sino un principio. Y el viaje, una iniciación hacia la muerte. Toda aventura poética es una iniciación, un descenso al Hades, cuando de alguna forma se descubre en la carne que la muerte es el sustrato necesario que alienta la vida. El viajero, el iniciado que en soledad recorre el camino a través de todos sus centros. Y muy en soledad avanza el viajero de Sigüenza en consonancia con la piedra. Nadie le acompaña y a nadie ve, o lo que ve desaparece ante la deseada visión. Ninguna imagen puede entorpecer la imagen deseada: se vacían las calles, se despuebla la plaza, solo la presencia esquematizada del paisaje, su íntima pobreza es lo que conduce el movimiento. Y la pobreza más íntima es la desnudez de la piedra, su ruina. La ruina es una necesidad vital para la piedra, que ha de desmoronarse para abandonar sus significados. El dibujo de sus arquitecturas será la carnaza para la historia, pero su esencia, la piedra de la piedra, solo en su desmoronamiento, en la ruina, podrá alcanzarse. El viajero que ha abandonado sus deseos, sus significados, lo siente en el alma y se sabe piedra e imita su tránsito y anhela el esplendor de su íntimo corazón de piedra: La piedra no es dura ni fría. Algo nos hace sentirnos iguales. Algo muy íntimo nos dice que somos de su misma naturaleza. (Pág. 61).

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Mas en su acercamiento al corazón se advierte un movimiento doble: la progresión hacia el centro a través de los centros y la natural resistencia al centro. En el libro, vemos al viajero rondar sucesivos núcleos: el castillo, desde donde se otea, la casa (cuyo “centro exacto de una emoción pura” se sitúa en el patio vacío), la plaza, donde confluyen las calles, la catedral, centro amparado por una corola de casonas, la capilla de los Arce (donde “La vida se torna leve y sin historia. Todo se adormece y nos hacemos ingenuos y el curso del tiempo se detiene sobre nosotros.”), el Doncel al fin. Por otro lado, desde el principio se ha ido retrasando el encuentro con el centro donde se intuye lo verdadero. Es ese miedo a lo sagrado lo que hace que el camino no sea línea recta sino espiral, el temor de abordar con palabras lo que de antemano se sabe silencio, el temor también a quedarnos sin palabras. Este es el límite del lenguaje –y si decimos límite debemos ser capaces de contemplarlo desde el otro lado, desde la ilimitación-, la línea divisoria donde la palabra da paso a la visión, a la piedra en su centro. Resistencia, turbación de la piedra ante su exacto asentamiento: “Al viajero le turba el encuentro con el Doncel”. (Pág. 56). Acaso la cesación del desear abriera la brecha de la visión y precipitara a la piedra a su definitivo núcleo, al punto de su respiración desde donde el Doncel, asomado a su abismo, en su hálito, extiende vida, desde su muerte inspirada espira vida. Allí confluyen el viajero, la piedra y la palabra, en ese libro abismático de piedra que dice todo y dice nada, en el libro al que aspiran todos los libros. Todo, en ese punto, parece arrebatado por el símbolo, toda la figuración abstraída en su fluir esencial, como si los cuatro

elementos, atravesados por el éter, alcanzaran un estado más allá de la vida y de la muerte expresado en el número. Larga es la tradición simbólica de los números. Ya los órficos, los pitagóricos, Platón, Boecio, por citar solo algunos pilares de nuestra cultura occidental, intentaron una interpretación simbólica que expresara la estructura del universo. En la capilla de los Arce, en ese centro de piedra, el universo parece fluir en la esencia del número cinco. Consagrado a Afrodita, (Ramón Andrés) la quintaesencia actuando sobre la materia (Cirlot), número de unión, nupcial, de centro, de armonía, de equilibrio (Jean Chevalier y Alain Gheerbrant), podemos encontrar explicaciones a su simbolismo en numerosos autores, pero no me resisto a citar las palabras que le dedica Lezama Lima en Paradiso (Ediciones de la flor, 1972, pág. 441): La pentada, el cinco, dijo de nuevo Fronesis como si cantase, compuesto de los dos primeros números. El número hembra, el 2, sumado al número macho, el 3. Es el número esférico, porque multiplicado por sí mismo varias veces, la desinencia del producto mantiene su fidelidad a sí mismo. El rosetón pentagonal, según Ptolomeo. El pentágono estrellado o pentagrama, los pitagóricos y neoplatónicos lo llaman pentalfa, símbolo de plenitud vital. Ley de la Taza de Oro, de los vasos egipcios y griegos. Número de Afrodita, espejo universal, ora pro nobis. Poesía en prosa es este libro de Teresa Garbí y bien merece ser rescatado, al alcance de los lectores de la buena literatura.

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Albizu el 16 de febrero, xilografĂ­a, 2018


CRUZ CUADRA CRUZ MIGUEL MIGUEL ORTIZ ORTIZ CUADRA Exégesis Comida, alimento y cocina: La trilogía2 Segunda olvidada Época en la historiografía puertorriqueña

Comida, alimento y cocina: La trilogía olvidada en la historiografía puertorriqueña [alimentación-histora-estudios culturales]

C

Discurso de inducción en la Academia Puertorriqueña de la Historia, el 18 de octubre de 2018

uando comencé a investigar la historia de la alimentación, y comentaba a mis colegas los propósitos, la mayoría de las veces provocaba una sonrisa. Al cabo de unos años comencé a callar mis proyectos nuevos. No sólo para evitar los cuentos de mis amigos que creían –y algunos todavía lo creen–, que escribir de la historia de la alimentación es como comer, sino además por el prejuicio con que trataban el tema. Es curioso que ello ocurra hoy, cuando comer es un acto cotidiano tan profundo y placentero, pero a la vez tan primitivo, animal, y complicado como hacer el amor. ¿Comida? ¿Alimento? ¿Cocina? Hasta quizás una década atrás, la sola mención de uno de ellos evocaba en la historiografía algo simple, carente de significado y demasiado obvio. ¿Por qué estudiar la historia de la alimentación si está más ligada a los gestos banales de la supervivencia cotidiana? ¿Por qué estudiar algo trabado aun con el significado secundario asignado por muchos al trabajo doméstico femenino? Para la mayoría de los historiadores la comida en cuanto ritual, el alimento en cuanto vida y objeto de consumo y la cocina en cuanto cultura, por mucho tiempo constituyeron una trilogía banal, aquella que yo llamo la Cac.

Y esto ha sido una gran paradoja, pues el Caribe fue escenario de uno de los encuentros alimentarios más ricos de la historia mundial y, desde el punto de vista de la producción de comida y su consumo, más definitorios de la historia colonial de la región. Entonces, ¿por qué la alimentación fue, y sigue siendo, una de las zonas más oscuras en el quehacer historiográfico puertorriqueño? Mis números preliminares indican que, entre 1966 y 1996, se escribieron 2 artículos,1 una monografía inédita,2 un libro,3 y una importante compilación de alimentos y frutos en la agricultura taína.4 La alimentación, que tiene muchísimos ángulos de estudio y habita en el centro de la experiencia humana, no ha sido un tema historiográfico de interés en Puerto Rico como lo ha sido, digamos, en la historiografía del Caribe Inglés. Incluso es notable su ausencia como tema secundario en obras generales y su distanciamiento en convocatorias a simposios historiográficos recientes que llevan el apodo de “nuevos enfoques”, o “nuevas fuentes y temas”, o “nuevas visiones y debates”. ¿Qué habrá pasado, si por siglos la producción de comida, su distribución y su consumo ha estado relacionada con los más sofisticados proyectos coloniales e imperiales,5 las más altas aspiraciones de desarrollo,

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las capacidades de la agricultura, la política militar, las desigualdades de clase, las agendas políticas, económicas, sociales y científicas de Puerto Rico? Me gustaría glosar sobre sólo 5 fenómenos de la historia alimentaria de Puerto Rico para destacar la importancia de la comida, la alimentación y la cocina en nuestro desarrollo histórico. Cerdos, conquista, vacas y liturgia Mucho se ha hablado de la superioridad armamentista de los conquistadores para el éxito de sus batallas, pero poco se ha dicho sobre las manadas de cerdos criados estratégicamente en la retaguardia de las expediciones conquistadoras. Las salazones y los tasajos eran armas que sustentaban una ideología que hacía del consumo de carne el componente orgánico de su superioridad biológica entre ambientes inhóspitos y alimentos desconocidos.6 Hacia ello apuntan, por ejemplo, los 2,500 puercos que criaba en sus propiedades Andrés de Haro al momento de su muerte en 1519, que además de comerse asados o guisados, aprovisionaban de carne salada y tocino a las expediciones conquistadoras. Igual los 352 cerdos que se consumieron en la estancia de Lope Conchillos entre 1517 y 1518.7 Por otro lado, es claro que el consumo de carne significó, en un momento de grandes tensiones étnicas y religiosas, la fidelidad o la infidelidad a los preceptos de la Iglesia Católica. Tomemos el siguiente ejemplo. En 1534, veintiocho años después de haberse fundado Caparra, los recursos cárnicos traídos por los conquistadores se habían diseminado por el bosque de tal forma que su abundancia había creado un problema de política agrícola territorial. Pero no solo eso. Su abundancia facilitó que su precio, vis a vis

el del pescado, fuera tan bajo que cumplir con la abstinencia cárnica en los días de guardar comenzó a confrontar la observancia al calendario litúrgico. Por eso, tan pronto como en el 1534, el Cabildo de San Juan escribía al Consejo de Indias pidiendo dispensa para que pudieran comer carne en cuaresma en estos términos: [...] suplicareis a vuestra majestad, por cuando en esta ciudad e isla la carne vale barata, y el pescado caro, y los vecinos están necesitados y también la gente negra en el tiempo de la cuaresma y otros días de ayuno […] que en tanto que en el campo no hubiese pescado o valiere tan caro, que podamos comer carne sin escrúpulos.8 Poco tiempo después comer carne fresca dejó de ser el privilegio de unos pocos. Un fraile que recaló en Aguada en ruta hacia Chiapas observó que los conquistadores pobres y sus descendientes le habían metido el diente a la dieta taína. Por eso anotó en su diario que con ají y cazabe desleído en caldo la pasaban “los españoles que no tienen más”. Pero inmediatamente anotaba: “aunque ya tienen tanta carne que no vale una vaca más que un ducado, que es el valor del cuero.”9 Francisco López Mendoza, capellán de la flota de Pedro Menéndez Valdez que salió desde Cádiz en 1556, recaló en la isla para reabastecer sus despensas y seguir rumbo a la Florida. Todo parece, si seguimos el diario del capellán, que él y la tripulación hicieron lo mismo que hacían muchos de los pobladores isleños cuando querían comer carnes: fueron a cazar ganados, e hicieron: [...] algunos regalos para por la mar donde fueron muy buenos tasajos […] Hicimos una docena de lenguas de vaca con ciertos lomos de dentro en cecina e hicimos esto

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porque cuando llegamos allí entendí las necesidades que se padecen por la mar.10 Ese fácil acceso a la carne se extenderá hasta mediados del silgo XVIII, pero cambiará cuando el estado español convierta a los hatos ganaderos en fuente de abastos para un bastión militar y para una población citadina en franco aumento. Las prioridades alimentarias convirtieron a San Juan en una “ciudad garganta” cuando precisamente, por los montes agrestes, el balance entre la población, el bosque y los recursos cárnicos comenzaba a invertirse.11 Esto, gradualmente, cambió el paisaje alimentario, y dio paso a un acceso cada vez más desigual al consumo de carne fresca, fenómeno que se agravará con la hacienda azucarera y cafetalera, y empeorará con el latifundio azucarero hasta mediados del siglo XX. No está de más recordar, que por asegurar comida que les aplacara la incertidumbre de qué comer en el Caribe, los conquistadores trajeron el arroz, y frutos cítricos y hortalizas jamás conocidos por los taínos, y se llevaron el ají, la batata y las habichuelas. Y por dar algo de comer a los africanos en su agonizante “middle passage” los esclavistas trajeron el guineo, el plátano, el ñame y el frijol de carita, el cocotero de Cabo Verde, y se llevaron la yuca y el maíz, la yautía, las habichuelas y la calabaza. Todo ello ocurrió en el siglo XVI. Hacia 1627, las Ordenanzas para el Mantenimiento de la Ciudad de San Juan mostraban –junto a los alimentos que daba de sí la tierra– una agricultura y una alimentación mestiza.12 Pescados y carnes saladas En el siglo XIX, y queriendo sostener una economía azucarera de exportación, los hacendados esclavistas conectaron a Puerto Rico con el mercado mundial de carnes y

pescados baratos procesados en sal. Con su lógica administrativa, típica del capitalismo industrial en ciernes, los azucareros hicieron del bacalao y el tasajo la fuente de proteínas completas de los esclavos. De su abundancia o de su escasez dependió la suerte fisiológica de los siervos. Por eso la queja del esclavo Blas Candelario sobre las escuálidas raciones de arenques y sardinas descompuestas que le daba el hacendado Martínez Díaz hacia 1843.13 A comer bien o mal, o a vivir bien o malvivir, ayudaron ciertamente los “provission grounds” y la fidelidad de los hacendados al Reglamento de Miguel de la Torre. Pero en el período de la hacienda esclavista, el destino nutricional de los esclavos dependió de los altibajos del mercado mundial de pescados y carnes saladas, y de las formas como se repartía el bacalao en los barracones. De ahí la metonimia: “el que reparte el bacalao” para significar, claro, al poderoso.14 Esa repartición se hará más desigual una vez Puerto Rico fue incorporado como territorio colonial de Estados Unidos. Entonces, las importaciones de bacalao Canadiense, que por mucho era el mayor exportador del salazón marino a fines del XIX, se redujeron considerablemente. Todo esto debido a las medidas proteccionistas –de un lado y del otro, entre Canadá y Estados Unidos– a instancias de sus respectivos pescadores (de Quebec por un lado y de Maine por otro) por el acceso a los bancos bacaladeros de Terranova. La simplificación de la dieta En el siglo XX, la inserción de la economía de Puerto Rico a la ruta de un capitalismo norteamericano ascendente, abrió paso a la concentración de las mejores tierras agrícolas en manos de latifundistas norteamericanos y criollos. El latifundio condujo a la erosión gradual de las parcelas de producción alimentaria de los campesinos, y

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poco a poco dio paso a la simplificación de la dieta y a la dependencia en alimentos básicos importados. Buena parte de las formas como interpretamos la comida, como organizamos nuestros servicios en la mesa y trabajamos nuestros actos culinarios, así como la preferencia por ciertos tipos de alimentos, –el arroz pulido, por ejemplo– se originaron en estas circunstancias, agravadas aun más en la década del 1932 al 1942. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, y con el fin de asegurar los intereses militares y geopolíticos de Estados Unidos en Puerto Rico, el Departamento de la Guerra puso la mirada en una población cuyo rostro estaba marcado, mayoritariamente, por el miedo al hambre. Los racionamientos alimentarios entre 1942 y 1946, el nuevo discurso pedagógico nutricional, y las ayudas alimentarias proteínicas que se implementaron entonces –las carnes enlatadas, la leche y los huevos en polvo, no solo iban dirigidos a aplacar el hambre de forma racional por medio de los comedores escolares y las estaciones de leche–, sino a neutralizar la potencialidad del hambre de movilizar a la población contra el sistema colonial.15 En tanto pieza estratégica, Puerto Rico se benefició de la política del presidente Franklin Roosevelt de que la nutrición era un problema de defensa nacional.16 De ahí la creación, en 1942, del importante Comité de Nutrición, presidido desde la Universidad de Puerto Rico por la nutricionista y novotratista Lydia Roberts.17 Los supermercados La política nutricional de la élite gubernativa, que ocupará las riendas del recién inaugurado Estado Libre Asociado a partir de 1952, hará lo posible por cambiar el rostro del hambre durante el período de la Guerra Fría.18 Pero una agenda alimentaria

que apostó a la Corporación Agrícola y a los Mercados PRACO como punta de lanza para atacar el problema, tuvo que operar dentro de los pocos poderes soberanos del ELA, y será víctima del poderoso avance de la industria alimentaria norteamericana en el período posbélico, y de los intereses y las ansiedades desarrollistas dentro del PPD. El enorme crecimiento de la agroindustria norteamericana, acabada de salir de una guerra en la que se invirtieron miles de millones de dólares en ciencia y tecnología alimentaria industrial, trocó la agenda agrícola alimentaria por un modelo de distribución centrado en la importación de alimentos y el mercadeo al detal con los supermercados.19 Ese modelo comenzó a cristalizar con 3 supermercados: Pueblo (en 1956), seguido del supermercado Todos (1957, de los Rockefeller) y en 1956 el memorable Grand Union. Hoy ha desembocado en los hipermercados de membresía y es uno de los ejes sobre los que giran los discursos más críticos sobre política agroalimentaria nacional, los debates sobre la dependencia, la vulnerabilidad de la cadena alimentaria y el activismo anti corporativo. Los libros de cocina En las aspiraciones por definir- en los textos escritos- una idea de nación, en 1859 el joven José Julián Acosta se atrevió a reproducir, de forma anónima, el recetario El cocinero puertorriqueño. Este manual fue un best seller en el siglo XIX, obteniendo 3 reimpresiones, las mismas que tuvo El Jíbaro de Manuel Alonso. Entre 1909 y 1948 se publicaron 5 recetarios adicionales (The Porto Rican Cook Book, 1909), Home Making and Home Keeping (1914), Vegetales Tropicales (1926), Tropical Foods (1931) y The Puerto Rican Cookbook (1948). Si leemos de forma transversal, encontramos una cocina definida, unos alimentos y confecciones esta-

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bilizadas, y un principio de sabor instituido (el sofrito). Importante por demás es señalar que en Tropical Foods y Vegetales Tropicales, es que aparecen por primera vez, en forma escrita, las recetas de la alcapurria, el pastel de Navidad y el sofrito. Los tres manuales se escribieron en y para las clases de economía doméstica en los momentos más controvertidos del sistema educativo colonial. En términos de instrucción, como sabemos, el Departamento de Educación hará todo lo posible por enseñar a hablar inglés. Pero en cuanto a educación culinaria, tendrá que emplear un lenguaje con vocablos (productos e ingredientes) y reglas gramaticales (los pasos de las recetas) en clave criolla. Ese lenguaje lo recuperan Berta Cabanillas, Carmen Ginorio y Carmen Quirós en Cocine a gusto (1950) y Carmen Aboy de Valldejuli en Cocina criolla (1954). En el contexto de la adopción de las teorías del posmodernismo, estos libros bien pudieron servir, como nos dice Janett Floyd en The Recipe Reader, como magníficos libros para la “deconstrucción textual”, entre otras, de las ideologías de género –y no menos importante– de las “imaginaciones” del nacionalismo cultural.20 Tal parece que el posmodernismo no vio a los recetarios como cualquier otro libro, es decir, escritos para los que las autoras tuvieron que tomar decisiones arregladas sobre cuáles recetas eran dignas de incluirse, cómo deberían agruparse en el libro y cuánto espacio dedicarle. Si lo hicieron a lo mejor se toparon con los Spaguetti a la reina, de Carmen Aboy (o sea espagueti con corned beef) y no supieron “desarmar” la receta. Cabanillas y Aboy de Valldejuli conceptualizaron sus cocinas criollas en medio de nuevos escenarios económicos, políticos y sociales que conocemos muy bien. Pero también hubo otros que fueron igualmente importantes y que no conocemos tan bien: el

Osterizer, los enlatados, la tele, el automóvil, la emigración, los supermercados, la apertura de la cocina como un lugar de estar y la alta cocina internacional del proyecto hotelero de Fomento. Este último abría nuevos desafíos a las nociones del nacionalismo cultural de la élite en el poder: En Puerto Rico se está perdiendo el arte de cocinar lo nuestro bien. No se consigue una garbanzada en el Caribe Hilton ni una almojábana en el Hotel Condado ni un arroz con habichuelas en el Swiss Chalet. Es más, no se concibe que lo haya. ¿Qué derecho tienen estos grandes hoteles y restaurantes de privarnos de nuestros requetesabrosos platos criollos? Sus dueños deberían saber que al viajero nada le gusta más que probar la comida de la tierra que visita, bien hecha. Y si los chefs no saben hacerla, que aprendan. Así se hicieron buenos cocineros, aprendiendo. A ver cuándo empiezan.21 La síntesis que acabo de leer me trae de vuelta otra vez a la pregunta ¿por qué se nos olvidó historiar la alimentación? Quiero finalizar el discurso enumerando 4 posibles razones. Adelanto que son hipotéticas y puede haber más, y en esto ustedes me ayudan. Primera. En las décadas anteriores al 60 y el 70, el modelo historiográfico imperante contrapuso –o separó– el hecho alimentario del estudio de la economía, el nacionalismo, los partidos políticos, los próceres, la industrialización, la producción agrícola y el colonialismo. Pero en la distensión que ocurrió entre la llamada vieja y nueva historia entre 1970 y 1980, la alimentación tampoco se encuadró como tema de estudio. Esto es algo sorprendente, con todo y las posibilidades que se abrían a la llamada nueva historia, tan

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enfática en la adopción del modelo braudeliano de la historia de la vida material y la vida cotidiana,22 y al materialismo histórico de la New Social History británica, tan enfática en el acceso desigual a la comida como telón de fondo de las luchas obreras y las conflictivas relaciones de trabajo. ¿Se habrá debido entonces a que el abastecimiento alimentario dejó de ser un problema de seguridad geopolítica, o que, a partir de 1972, con las transferencias para asistencia alimentaria, se palió el miedo al hambre de las clases más desposeídas? Posiblemente en el contexto en que se realizan las investigaciones comer bien o mal no asomaba como dilema, como sí ocurre hoy, y no retó las capacidades investigativas de historiadores e historiadoras. Segunda. La comida, la alimentación y la cocina devinieron en la academia como algo trivial, carente de significado y pertinencia. A esto, creo, debo sumar que por mucho tiempo las prioridades y las decisiones sobre los objetos de investigación estuvieron delineadas, mayoritariamente, por hombres, el género más alejado del acto alimentario como acto de reproducción biológica y cultural.23 Aun cuando varias profesoras realizaron investigaciones importantísimas en la dimensión nutricional de la alimentación entre 1930 y 1960 –Dorothy Bourne, Luz María Ramos, Lydia Roberts y Rosa Luisa Steffani, Rosa Marina Torres, Esther Zeijo y Berta Cabanillas–, en la división por géneros del saber, estas académicas ejercían cátedras subvaloradas por la historiografía, como la economía doméstica, por ejemplo. En efecto, muchos historiadores –HISTÓRICAMENTE– han sido mejores ‘comedores’ que cocineros, como sugería el historiador Barry Higman al quejarse de la poca atención que se ha prestado a los libros de cocina en la historiografía caribeña.24

Tercera. Aun cuando la teoría y la práctica feminista abrió espacios a las mujeres en el plano profesional académico, y logró reducir el desbalance entre académicos y académicas, me parece que ocasionó, en las universitarias más vanguardistas, la significación de la cocina como tarea esclavizante y retazo de modelos patriarcales que ponían pecho a una nueva domesticidad femenina y a la igualdad de géneros. La crítica, pues, convirtió al trabajo culinario en victimario, y consecuentemente –aunque metió a muchos hombres académicos en la cocina–, neutralizó perspectivas femeninas para descubrir maneras insospechadas con que las mujeres, por medio de la cocina, se habían abierto espacios dentro de la opresión.25 Cuarta. Para la mayoría de la academia cocinar y comer se tuvo, hasta hace poco, como práctica que no expresaba capital cultural y distinción –a la Bourdieu ciertamente–. Quizás haya sido así debido a que ambos actos vivieron por mucho tiempo arropados por ideologías de mesura y discreción propias de la dignidad del académico. Es cierto que hoy se observa cierta atracción, en tanto la familiaridad con gastronomías planetarias expresa erudición, la “autenticidad” del alimento se convierte en preocupación filosófica, y la estandarización de la macdonalización lleva a valorar el potencial de la cocina como vehículo de expresión creativa, original y artesanal. Pero creo que la seducción es más trendy y hedonista que investigativa y reflexiva. Pienso que hoy, comer, alimentarse y cocinar, intersecan todos los ámbitos que son importantes para la existencia individual y colectiva, y las formas de pensar lo que comemos –o lo que no comemos– se va convirtiendo en motivo de reflexión y preocupaciones profundas. El hambre post María y la posible reducción de nuestras pensiones nos lo recuerdan. Así que es un

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CRUZ MIGUEL ORTIZ CUADRA Comida, alimento y cocina: La trilogía olvidada en la historiografía puertorriqueña

buen momento para comenzar a estudiar, historiográficamente, esta trilogía. Y claro, yo no quiero decir que, a partir de esta noche, todos y todas debamos jurar fidelidad a la bandera de la historia de la alimentación. Ni tampoco quiero decir –y aquí me hago eco de una vieja reflexión del destacado historiador de la alimentación italiano Massimo Montanari–, de que no hay que ser historiador de la alimentación para ser un narrador de vanguardia, ni que hay que serlo para ponerse una etiqueta de historiador trendy. De lo que se trata es de proponer a los estudiantes la íntima vecindad del hecho alimentario –la trilogía de que hablo– con el oficio del historiador, y que encuadren sus investigaciones en un contexto lo más amplio posible, combinando todo tipo de variables y fuentes: arqueológicas, documentales, literarias, etnográficas, científicas, económicas, antropológicas, gráficas, publicitarias, artísticas. Y por supuesto, no prescindir de la experiencia humana de comer, ni del contexto sociopolítico y cultural en que se encuadran sus investigaciones.26 Después de mucho pensar si cerraba el discurso diciéndoles que tengo estudiantes graduados investigando algún ámbito de la Cac, pero que ninguno viene del campo historiográfico, sino de la publicidad, la hostelería, la agricultura agroecológica, y el diseño de contenido gastronómico en red y la crianza porcina de forma cooperativa –cosa que dice mucho sobre el interés de otros saberes en la historia de la alimentación–; o de acabar la exposición con el consejo de que investigar y escribir historia de la alimentación, al fin y al cabo, no son lo mismo que comer, preferí terminar con esta opinión –una de sus últimas, por cierto– del memorable antropólogo Sidney Mintz: Food is such a powerful dimension of our consciousness of living

things, that to omit it from the study of human behavior would be egregious.27 ¡Muchas Gracias! Notas 1 Sebastián González García, “Una comida de gala en la Fortaleza hace 200 años”, en: Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, vol. 9, 1966, pp. 52-55; y Ángel López Cantos, “La vida cotidiana del negro en Puerto Rico en el siglo XVIII: la alimentación”, en: La Revista del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe, vol. 4, ene-jun. 1987, pp. 147-155. 2 Andrés Ramos Mattei, Hábitos alimentarios de la población trabajadora residente en las haciendas azucareras de Puerto Rico en el siglo XIX (Mimeo, Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico, ¿1976?). 3 Berta Cabanillas, El puertorriqueño y su alimentación a través de su historia: siglos XVI al XIX, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1973, p. 538. 4 Francisco Moscoso, Sociedad y Economía de los Taínos, Edil, 1996. 5 Rachel Laudan, Cuisine and Empire, Cooking in World History, University of California Press, 2013, p. 389. 6 Rebecca Earle, “If You Eat Their Food: Diets and Bodies in Early Colonial Spanish America”, en: The American Historical Review, Vol. 115, No. 3, June 2010, pp. 688-713. 7 Jalil Sued Badillo, El Dorado borincano: la economía de la conquista, 1510-1550, Ediciones Puerto, 2001, 517 pp. p. 326. Entre septiembre y diciembre de 1512, arribaron a la isla 2.350 libras de tocino. En febrero 7 de 1513, arribaron 1.137. Al día siguiente, llegaron 2.387 libras, y un día después, 4.424 libras. Este ritmo continúa inalterado en los años que siguen. Véase, Documentos de la Real Hacienda de Puerto Rico, Transcritos y Com-

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EXÉGESIS Magister

pilados por Aurelio Tanodi, Vol. 1, Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico, p. 165 pssm. 8 “El consejo de la Ciudad de San Juan entrega una instrucción de treinta y siete puntos o problemas que Juan de Castellanos, procurador, ha de presentar al Rey”, 6 de julio de 1534, en Vicente Murga Sanz, Historia documental de Puerto Rico, vol. I, El consejo o cabildo de la Ciudad de San Juan de Puerto Rico, 1527-1550, p. 131. 9 Fray Tomás de la Torre, Diario de viaje de Salamanca a Chiapas, 1544-1545 Burgos, Editorial OPE, 1985, 167 p., pp. 77-78. Agradezco la referencia al historiador José G. Rigau. 10 “Relación de la jornada de Pedro Menéndez Valdéz escrita en forma de diario por el capellán del general Francisco López de Mendoza”, en: Vicente Murga Sanz, Puerto Rico en los Manuscritos de Juan Bautista Muñoz, Editorial de La Universidad de Puerto Rico, 1960, p. 402. 11 C.M. Ortiz Cuadra, Puerto Rico en la olla ¿Somos aun lo que comimos? Madrid, Doce Calles, 2006, Cap. 6. 12 Ordenanzas reproducidas en Enriqueta Vila Vilar, Historia de Puerto Rico, 1600-1650, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1974, pp. 40-46. 13 Archivo General de Puerto Rico, Fondo de los Gobernadores Españoles en Puerto Rico, Sumaria averiguación instruida por orden de Su Excelencia por queja producida por cuatro siervos propiedad de Don José Martínez hacendado de Guaynabo, 1843. 14 Keneth Kiple y Virgina Kiple, “Nutritional Deficiencies Deseases in the Caribbean”, en: Journal of Interdiscipliary History, vol. 2 núm 2, 1980, pp. 197-215. También, James Candow, “A Reassesment of the Provission of Food to Enslaved Persons, with Special Reference on Salted Cod in

Barbados“, en: Jornal of Caribbean History, vol. 43. Núm. 2, 2009, pp. 265-281. 15 Fudación Luis Muñoz Marín, Sección IV, Gobierno Federal, War Food Administration, cartapacio 1, Report of Operations of The Caribbean Emergency Program, July 1942-December 1943. También Elisa González, “Feeding the Colonial Subject: Nutrition and Public Health in Puerto Rico, 1926-1952”, en: El Centro Journal vol. 25, núm 2, otoño 2013. 16 Charlotte Biltekoff, Eating Right in America: The Cultural Politics of Food and Health, Duke University Press, 2013, p. 45. 17 C M Ortiz Cuadra, “Alimentación y Política, La Administración del Racionamiento de Alimentos durante la gobernación de Rexford Tugwell, 1939-1945”, en: Jorge R. Beruff y José Bolivar, eds., Puerto Rico en la Segunda Guerra Mundial: Baluarte del Caribe, Callejón, 2012. 18 C.M. Ortiz Cuadra, “Vida buena no es buena vida: Disquisiciones Muñocistas sobre Nutrición y Consumo: 1958-1962”, en: Revista Exégesis, Año 18, vol. 52, 2005, pp. 24-33. 19 Archivo Central de la Universidad de Puerto Rico, Informes y Estudios, Recopilación especial número 58, caja 2, The Puerto Rico Food Advisory Commision, Informe, 1954, 31 p., p.1. 20 Jantet Floyd y Laurel Forster, “The Recipe in its Cultural Contexts” en: Jantet Floyd y Laurel Forster, eds., The Recipe Reader: Narrative, Contexts and Traditions, Ashgate, 2003, pp. 2-11. 21 Fundación Luis Muñoz Marín (FLMM), Archivo Inés María Mendoza, Serie 3, Carta de Puerto Rico, núm. 204, febrero de 1958. Secciones de esta carta aparecieron publicadas en 2010 en la excelente compilación y edición de las cartas de Inés María Mendoza realizada por las profesoras Lilliana

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CRUZ MIGUEL ORTIZ CUADRA Comida, alimento y cocina: La trilogía olvidada en la historiografía puertorriqueña

Ramos Collado e Ivette Fred Rivera, bajo el título, Largo saber, breve palabra, FLMM, 2010, 172 p., p. 118. 22 Peter Scholliers, “Twenty Five Years of Studying un Phènomène Social Total: Food History Writing on Europe in the Nineteenth and Twentieth Century”; en: Food, Culture and Society, A Journal of Multidisciplinary Research, vol. 10 num. 3, 2007, pp. 449-471. 23 Warren Belasco, Food Matters: Perspectives in an Emerging Field; en: Warren Belasco y Philip Scranton, eds., Food Nations: Selling Taste in Consumer Societies, Routledge, 2002, pp. 2-23. 24 Barry Higman, “Cookbooks and Caribbean Cultural Identity”, en: New West Indian Guide, vol. 72, núm 1 y 2, 1998, pp. 77-95. 25 C. M. Ortiz Cuadra, “Sobre la cocina profesional y los feminismos”, en: Bocados de Clío https://clioemboca.blogspot. com/2018/05/sobre-feminismos-y-cocinaprefesional.html 26 Massimo Montanari, “Historia, alimentación, historia de la alimentación,” en: José María Sánchez Nistal, ed. Problemas actuales de la historia, Universidad de Salamanca, 1994, 261 p., pp. 20-21. De Montanari, además, La comida como cultura, Trea Ediciones, 2004. 27 Sidney Mintz, en: Jean Louis Flandrin y Massimo Montanari, Food: A Culinary History, Columbia University Press, 1999, p. 593.

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Esta edición de exégesis: revista transdisciplinaria de la upr en humacao, segunda época, núm. 2, año 32, otoño 2018-primavera 2019, se terminó de imprimir en noviembre de 2019 en los talleres gráficos de editora búho en santo domingo, rep. dominicana.




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Comida, alimento y cocina: La trilogía olvidada en la historiografía puertorriqueña

22min
pages 263-275

Tránsito de la piedra: Cinco de Teresa Garbí

7min
pages 258-262

La gota infinita del deseo de Roger Swanzy

9min
pages 254-257

Haikus en dos voces: A la luz de la fl or del almendro À luz da fl or da amendoeira

5min
pages 251-253

Idea de montaña: Un vaso de agua de Lola Mascarell

5min
pages 248-250

Fugacidad, simbolismo y memoria en Las cenizas del nido de Ricardo Bellveser

25min
pages 238-247

Rosario Troncoso: Poeta de la ausencia

29min
pages 227-237

Blas Muñoz Pizarro: Del olvido a la luz

6min
pages 224-226

José Luis Morante: Cartografías de la identidad

26min
pages 214-223

Noches luminosas y días oscuros: La poesía de Hilario Barrero

6min
pages 211-213

Campo lírico y ensoñación de un poeta: Federico García Lorca

13min
pages 205-210

Cataluña - España: Los puentes literarios

12min
pages 199-204

La poesía de Luz María López

5min
pages 193-195

Las cosas en fervor de ser latiendo: Felipe García Quintero en sus poemas

8min
pages 189-192

El pájaro rojo: Tres actos para una (anti)novela de Carlos Canales

19min
pages 181-188

Correr la voz: A propósito de Palabras. Poesía chilena contemporánea

8min
pages 177-180

“Mas allá de la travesía” en Terapia perpetua de Pedro López Adorno

11min
pages 172-176

San Juan o la ciudad que (no) se repite en Simone de Eduardo Lalo

15min
pages 165-171

Bajo el lente Gestalt: La casa de la forma de Joserramón Meléndez

15min
pages 159-164

La batalla por el paraíso de Naomi Klein y mis memorias de tristeza y de esperanza

32min
pages 147-158

Cambios en la avifauna del campus de la UPR en Humacao luego del huracán María

20min
pages 132-146

Retando a las vacunas en el mundo del nunca jamás

34min
pages 119-131

La inteligencia artificial invade la literatura

11min
pages 114-118

El bolero entre discursos literarios e históricos: Una breve mirada

7min
pages 110-113

La salsa es vida: Tributo a Carmen Santiago

6min
pages 107-109

Dos corazones, cuatro ojos: Cold War de Pawel Pawlikowski

8min
pages 103-106

25 años de cine de terror en México 1953-1978

31min
pages 91-102

Teatro testimonial argentino en Las putas de San Julián de Rubén Mosquera

16min
pages 84-90

Conversaciones con versos antillanos

13min
pages 78-83

Letras rojas para un Hostos invisible (en homenaje a Carlos Rojas)

19min
pages 70-77

Nemesio Canales, Michel de Montaigne y la crítica de la alta cultura

20min
pages 62-69

Educar niñas sin miedo

19min
pages 53-61

El yihadismo caribeño de Trinidad y Tobago

42min
pages 36-52

Antulio Parrilla Bonilla: Una voz profética recuperada

17min
pages 29-35

Poemas* de Farah Hallal

4min
pages 23-26

Poemas de Pablo Blanco

2min
pages 19-22

Poemas de Mónica Manrique de Lara

3min
pages 15-18

Palabras del editor

2min
pages 11-12
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