Exégesis • No.3 • 2da Época

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Exégesis Segunda Época, Núm.3, Año 33, Otoño 2019 - Primavera 2020

Revista de la Universidad de Puerto Rico en Humacao


El trabajo es otra manera de vencer la muerte.


CUERPO RECTOR Dra. Aida Rodríguez Roig, Rectora Dr. Héctor L. Ayala Del Río, Decano de Asuntos Académicos Dr. Daniel Rodríguez Howell, Decano Asociado de Asuntos Académicos Dra. Mariolga Rotger González, Decana de Asuntos Administrativos Dra. Ivelisse Blasini Torres, Decana de Asuntos Estudiantiles JUNTA EDITORIAL Denny S. Fernández del Viso, Catedrático del Departamento de Biología Carlos Roberto Gómez Beras, Catedrático del Departamento de Español y Editor Dalma González Rodríguez, Catedrática del Departamento de Español Jesús López, Catedrático del Departamento de Inglés Marcia Pacheco García, Catedrática del Departamento de Comunicación Elio Ramos Colón, Catedrático del Departamento de Matemáticas Ramonita Mayté Reyes Rodríguez, Catedrática del Departamento de Español Alinaluz Santiago Torres, Catedrática del Departamento de Español Raymond Tremblay Lalande, Catedrático del Departamento de Biología Ana Vázquez Guilfú, Catedrática del Departamento de Sistemas de Oficina EVALUADORES EXTERNOS Fernando Cabrera, Universidad Pontificia Madre y Maestra de Santiago, Rep. Dominicana Dinorah Cortés-Vélez, Marquette University Silvia Monrós, traductora y poeta en Belgrado, Serbia Orlando Planchart, Universidad Interamericana Recinto de Ponce Diseño general: Carlos Roberto Gómez Beras Logo de Exégesis: diseño de Francisco J. Burgos González, exestudiante de la UPRH Imagen en cubierta: fotografía de René Marqués, tomada de elvocero.com Artes de página opuesta y portadillas: Pedro Genaro, maestro dominicano del lente y la imagen Corrección final: Alexis X. Bruno Mendoza ISSN: 1526-8667 Imágenes: Las imágenes incluidas cada ensayo pertenecen a los autores de las colaboraciones o son de dominio público y se citan de la internet con un propósito educativo. Exégesis una publicación anual especializada de la Universidad de Puerto Rico en Humacao que se publica desde 1986, dirigida tanto a académicos como al público en general. Presenta artículos de investigación y obras de creación, en relación con las diferentes disciplinas universitarias con énfasis, pero no exclusivamente, en Puerto Rico e Hispanoamérica. Los autores son responsables de los contenidos por las publicaciones que aparezcan en Exégesis, y conservan todos los derechos que les otorgan las leyes de Derechos de autor. Exégesis Universidad de Puerto Rico en Humacao Biblioteca Águedo Mojica Marrero Apartado 860, Humacao, PR 00791 Teléfono (787) 850-0000 Correo electrónico revistas.uprh@upr.edu



EXÉGESIS Número 3 Segunda Época

Contenido PALABRAS DEL EDITOR POIESIS

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Poemas Manuel García Cartagena

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Poemas Plinio Chahín

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EXÉGESIS El marco tridimensional: una propuesta para el estudio de las ideologías políticas puertorriqueñas José Carlos Arroyo Muñoz

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El verano revuelto del 19: ¿Multitudes rebeldes, revolucionarias o reaccionarias? Michael González Cruz

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Historiografía indígena Ferdinand Álvarez

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Barbara Tuchman y la historia como narración José E. Muratti Toro

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Constructivismo: fundamentos filosóficos y su aplicabilidad al proceso educativo Ángel Noel Vega Neoliberalismo, democracia y universidad pública: Reflexiones sobre el futuro de la Universidad de Puerto Rico Maximiliano Dueñas Guzmán

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EXÉGESIS Número 3 Segunda Época

Pirrón y la Plaza de los Creyentes Luis Mojica Sandoz Langston Hughes: La voz del “poeta laureado de la raza negra” en la Guerra Civil Española Marco Antonio Antolín Lagunilla Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano (1889) de Edmondo De Amicis Nicole Bonino García Márquez: Responsabilidad intelectual del escritor y el artista en el mejoramiento social. ¿Qué puedo hacer con tanta fama? Ligia Estela Machado Pardo La doctora Esther Noemí Arroyo Hernández, proveedora de servicios ginecológicos y obstétricos en Humacao Silvia M. Casillas Olivieri

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Telecomunicaciones: Una mirada al futuro del Internet of Things Elwood Ruiz Maldonado

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Probabilidad de impactos de Super Tunguskas (200MT) con la Tierra Abraham Ruiz & William Bruckman

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Efecto del huracán María en la vegetación del campus de la UPR-Humacao y su repercusión en la comunidad de aves Nicole Ramos, Carolina L. Ortiz Navarro, Raúl A. Pérez Rivera, Paola M. Díaz Molina, Aurelis Rodríguez Collazo, Liliana C. Meléndez Rodríguez, Alberto Molina Opio, Kailani Morales Ortiz, Valeria Padilla Parrilla & Dallian I. Leduc Castro

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LECTORUM Recuerdo, memoria y posmemoria en dos poetas boricuas: Dinorah Cortés-Vélez y Lourdes Vázquez Daniel Torres Rodríguez

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EXÉGESIS Número 3 Segunda Época

De la razón poética en De los peces la sed de Silvia Goldman Ethel Barja Cuyutupa

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Reseña: El temor de los imperios,1954 ( Parte I) de Amílcar Cintrón Aguilú José Lee Borges 171 Caléndula o la humanidad de un pueblo dominicano contenida en una micronovela María Mínguez Arias

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El cuento y la minificción en En el oscuro Reino de la Garúa (segunda jornada), de Emilio del Carril Ricardo Rodríguez Santos

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Benhur Sánchez Suárez evoca y reconstruye memoria Félix Ramiro Lozada Flórez

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DOSSIER La mirada arquitectónica de René Marqués Jerry Torres Santiago

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La objetividad como refugio de los dóciles: René Marqués y su crítica a las ciencias sociales puertorriqueñas José Anazagasty Rodríguez

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Juan Bobo y el «intelectual orgánico»: René Marqués y Antonio Gramsci en contrapunto Iliaris Alejandra Avilés Ortiz

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Operación Cine Nuevo: René Marqués y las peripecias del cine nacional Mariam Colón Pizarro

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Mirándonos en el cine: apuntes sobre los casos de la DIVEDCO e Ignacio José Emilio “Chemi” González Matos

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De la DIVEDCO al documental contemporáneo en Puerto Rico Mary Leonard

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EXÉGESIS Número 3 Segunda Época

Sentido y significación de Los condenados, drama de René Marqués Elba Torres Cruz Estructuras de sentimiento en la narrativa de René Marqués Roberto Echevarría Marín MAGISTER La víspera del macho: autocrítica y relectura Efraín Barradas

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EXÉGESIS Número 3 Segunda Época

PALABRAS DEL EDITOR

Este tercer número de la revista Exégesis, en su segunda época, es un renovado compromiso de continuar nuestra larga vida, prestigio y proyección en Puerto Rico, el Caribe, Hispanoamérica y Europa. Ya son más de treinta años de labor que no dejan de ofrecernos nuevos retos y oportunidades de reinventarnos. La llegada de la pandemia mundial es uno de esos retos que nos han obligado a flexibilizar nuestras prácticas de trabajo, por eso este número pautado para el verano del 2020 tiene su salida justo en la frontera entre el 2020 y el 2021. Hemos querido mantener la periodicidad de la revista, aunque sea con esta entrega tardía A través de una convocatoria diversa y dialógica, intentamos cumplir nuestra filosofía editorial: ser un espacio (en papel y en el recinto) donde coincidan las visiones (convergentes y divergentes) sobre la realidad en trabajos (de creación e investigación) que reten las nociones tradicionales de la academia como un espacio estrictamente dividido (aparcelado y feudal) por los saberes exclusivos de cada disciplina universitaria. A Exégesis le interesan las colaboraciones de autores que estén dispuestos a dialogar con otras disciplinas más allá de la suya. Para eso, hemos dispuesto cinco secciones en la revista. La primera, Poiesis, reúne la creación de dos excelentes poetas e intelectuales dominicanos: Manuel García Cartagena y Plinio Chaín. La segunda sección, Exégesis, recoge las colaboraciones de José Carlos Arroyo Muñoz, Michael González Cruz, Ferdinand Álvarez, José E. Muratti Toro, Ángel Noel Vega, Maximiliano Dueñas Guzmán, Luis Mojica Sandoz, Marco Antonio Antolín, Nicole Bonino, Ligia Estela Machado Pardo, Silvia M. Casillas Olivieri, Elwood Ruiz Maldonado, Abraham Ruiz y William Bruckman. Ellos nos ofrecen investigaciones (de diferentes extensiones) que transitan entre la Historia, la Crónica, la Historiografía indígena, la Pedagogía, la Filosofía, las Ideologías, la Universidad, la Raza, la Migración, el Escritor, la Medicina, las Telecomunicaciones, la Astronomía y la Biodiversidad, entre otras. Queremos destacar el trabajo colaborativo de Raúl A. Pérez Rivera con sus estudiantes Nicole Ramos, Carolina L. Ortiz Navarro, Paola M. Díaz Molina, Aurelis Rodríguez Collazo, Liliana C. Meléndez Rodríguez, Alberto Molina Opio, Kailani Morales Ortiz, Valeria Padilla Parrilla y Dallian I. Leduc Castro. Lectorum, se nutre de las provocadoras lecturas de libros a cargo de Daniel Torres Rodríguez, Ethel Barja Cuyutupa, José Lee Borges, María Mínguez Arias, Ricardo Rodríguez Santos y Félix Ramiro Lozada Flores. Comentarios y reseñas que nos invitan a enfretarnos a estos textos o a volver a leerlos.

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EXÉGESIS Número 3 Segunda Época

El Dossier es un homenaje (compartido con la sección temática Portafolio de nuestra revista hermana Cuadrivium) al centenario del paradigmático escritor puertorriqueño René Marqués. Los trabajos que se reúnen en esta sección son una muestra de las conmemoraciones del Centerario que en el año académico 2019-2020 celebraron el Departamento de Estudios Hispánicos del UPR en Mayagüez (Jerry Torres Santiago, José Anazagasty Rodríguez, Iliaris Alejandra Avilés Ortiz, Mariam Colón Pizarro, José Emilio “Chemi” González Matos y Mary Leonard); y ecos de lo acaecido en la Universidad Interamericana de Ponce (Elba Torres Cruz) y en el Departamento de Español de la UPR en Carolina (Roberto Echevarría Marín). Magister, para continuar el homenaje a René Marqués y finalizar este número de la Revista, nos ofrece un trabajo del reconocido catedrático e investigador de la literatura puertorriqueña, Efraín Barradas; quien, desde fuera de la isla, se une a la celebración del Centenario. El mismo, es una mirada, escindida y lúcidamente provocadora desde la autocrítica y la relectura, de algunos de los textos más emblemáticos del paradigmático escritor puertorriqueño. Posdata: Es necesario reconocer la labor de la colega profesora del Departamento de Estudios hispánicos de la UPR en Mayagüez, Maribel Acosta Lugo, en la compilación y corrección final de los trabajos sobre René Marqués presentados en este hermano recinto. Su generosidad y atención fue imprescindible para lograr el Dossier. Para completar estas breves palabras inciales se hace necesario, y placentero, reconocer la calidad, y la generosidad, del artista, explorador y trotamundos dominicano Pedro Genaro Rodríguez, quien con sus extraordinarios trabajos fotográficos premian no sólo las portadillas de esta Exégesis 3 (Segunda Época), pero también de la Cuadrivium 14. Su mirada del campo dominicano nos acercan a su ambiente, a sus seres y a sus costumbres de una manera privilegiada y mágica. Finalmente, le damos la bienvenida, como asistente editorial al ya exalumno, graduado del Bachillerato en Estudios de Puerto Rico y el Caribe, que con exclusividad otorga el Departamento de Humanidades de la UPRH, Alexis Bruno Mendoza. Alexis, desde sus inicios como miembro del Círculo Literario Vértigo, adscrito al Departamento de Español de la UPR, hasta su ejemplar desempeño como presidente de Vértigo, ha mostrado una contagiosa pasión por este oficio de editor; su presencia en este número de Exégesis nos señala que el futuro de esta publicación (y la vida) está en las manos sedientas y diestras de los más jóvenes, cuyos sueños siempre nos esperan y cuyos asombros nunca nos abandonan. Qué disfruten este número de Exégesis... El editor

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Poiesis


De la oscuridad viene el tiempo y su sabiduría.


MANUEL GARCÍA CARTAGENA Exégesis 3Poemas Segunda Época

Poemas

Mi otra Yo es Xiao Yin 1 Oye mi canto, morena, oyez, oyez, ascolta mi. Otra vez andan sueltos los falsificadores de vidas ajenas, listen to me, desde el Ozama al Yang Tse Kiang, con sus cálculos de mágicas carcomas y medio peso para el pasaje, entre líneas, curvas y estrellas de David: oye mi canto y después vete a botarte como antes de estos glóbulos gobalizados, oye, oye, marca la página, págale un gallo a Esculapio y dale dos onzas de oro a Horus, écoute: salta en el tiempo y ven a ver cómo vuelan las grullas sobre el Río Amarillo, pero primero oye mi canto, oh yeah, oh yeah, mi canto que cae de canto y no se rompe, mi canto que encanta contando cinco quintales de cal y quince de coca, que diga, de caca color caqui, ¿qué más quieres? Oye mi canto y corre a ver si estoy allá, ayudando a Guan Shi Yin para que siga oyendo todos los sonidos del mundo. 2 A ti que te quieres otro, te digo; a ti que con saña me quisiste cambiar el saludo por un ciempiés; a ti que solo me tuteas cuando las pilas te apagan el selfie, a ti que con saliva te tragas de manera inclusiva mi propio tú, te propongo que pagues 15


EXÉGESIS Poiesis

la sal de los soldados, los clavos de la caja, el precio del desprecio, el fardo de la baba. Ahora es mi carta ajena la que te dice: ya no hay tiempo para inventos: pues aquello que nunca ha sido tampoco podrá dejar de ser. No soy yo tu otro, el muerto del tarot, pues mi verdadera otra es Xiao Yin, un canto de colibrí que resuena en Mónica. Oyez, oyez: aquí te lo bailo para que lo sepas. Mi otra yo es más china que las moscas y ni siquiera yo la entiendo. Es una música, una brisa, un leve soplo en el pelo. Es una nube pero pesa más que una montaña. Es un pez que cosecha flores, un color o un día que aún no ha llegado. Listen to me now, no soy yo quien lo dice: es mi otra yo que enloquece en lo que seré, aquí o allá, en su China que también es mía o en mi aquí que es también su allá. Todos los seres resonamos en otros seres, y yo resueno en Xiao Yin, pero ella no lo sabe. Los imanes de sus pies caminan sobre los míos. Por más que corramos nunca podremos alejarnos. Es suyo el aire de mis sueños; es mío el temblor y el sudor de su cuerpo más exacto. 3 Este es mi canto ahora, morena que sientes en inglés. No canto para que entiendas, esto no es un examen de trigonometría. No es tu culpa si no me soportas, es solo que la vida me la puso en China. Mira lo que el lenguaje le hizo a mi cuerpo anoche: una sutil dragona me amaneció con sus lentes. Yo estaba saliendo apenas, como la luna sobre un estanque. Bandadas de patos llenaban de raras uves la bóveda celeste. Los ciruelos florecidos se parecían a ese tatuaje que buscas sin que nadie se atreva a hacértelo. Ya todo estaba perdido cuando desperté en aquel sueño, y te esperé locamente como uno espera a la muerte. Guanyin, la de los mil brazos, me puso un dedo en el pecho, y comprendí de repente 16


MANUEL GARCÍA CARTAGENA Poemas

el sentido de la resonancia: estamos conectados de un confín a otro del mundo. Somos lo que no somos y no somos lo que somos: suma, para saber qué eres, lo que eres a lo que no eres; tu posición más certera es tu oposición más implacable; estás donde no estás, allí donde nadie te sospecha. Son tus contrarios quienes te inventan; son tus iguales quienes te anulan. Y así conocí a mi Xiao Yin, mi más china otra yo. Del arroz que la alimenta solo padezco un hambre de muchas vidas que día a día sacia mi Mónica donde nacen los reflejos. A mi otra yo la incluye el mismo lenguaje que excluye a nuestros cuerpos. Nada es más inútil que pretender ser incluido en el lenguaje: la nada no contiene ni siquiera la nada. Da lo mismo quedarse de este lado del lenguaje o de la otra, así como es igual que mi otra yo sea china y que se llame Xiao Yin. Seamos El hierofante miró a todos desde el otro lado de sus espejuelos, lejano como alguien que ayuna; insoportable como todo abstemio; estreñido como buen moribundo; casi mudo como todo mandatario que se respete. Ya nadie sabía decir si su casulla era suya o ajena: para todo el mundo, su voz era casi idéntica a un estornudo. Mas he aquí lo que dijo con voz antigua y palabras nuevas para disolver un muermo que ya cumple treinta años; un cuento de gallos capones borrachos de siete rones; un chisme de gallinas cluecas llenas de manchas chuecas: El orgánulo más puntual interactúa con su doble perfecto. No se deja intuir, pero se despeja como el hipotético fondo de toda sopa de poros. Hace lo suyo descomponiendo dudas. remarcándose en el aire, vacila al son crucial de las imágenes como todo buen fabricante de miradas, y luego espejea. Los tres cuerpos se equilibran en cada punto de este cuadrante. Todos reverberaban hasta que caer se hizo más económico que simplemente deslizarse. Desde entonces, el desmedro 17


EXÉGESIS Poiesis

vaga al alza, y a la baja boga la suerte de los días sin brillo, sin mar y sin futuro. Pero este orgánulo que sidera a quienes lo interrumpen desajusta crujidos como peces en su plástico; reduce famas que se venden en six packs mientras oxida sonrisas desamigadas. Una ciudad en lonjas se adelanta: en el plató sobran manos recién cortadas que ya no mendigan; la cámara viaja a lo lejos en un zoom sumamente cruel: la pantalla se llena de flecos morados y puntos amarillos. Se aniquilará, sí, pero solo para flotar de nuevo, reptante, dándose baños de ceros en su copa cornuda, su cornucopa. Abundancia y no carencia es el deseo que repite todo aquello que ya es, sin esperar nada. Rutina multiplicante del espejo que solo puede reflejar ausencias como los ojos de las estatuas. El orgasmo robótico ha sido programado para esta noche a las once y catorce. Exactamente a las doce menos cuarto, se borrarán los archivos de nuestras voces, y solo entonces, podremos pagar para poder volver a soñar que somos. Nunca falta un protón de tedio que nos perfore la alegría entre todas las burbujas de nuestro vaso de cerveza, y el calendario prosigue, y la campana no suena. Lo que falta no es dinero, sino tal vez, la consciencia: el día se niega cojeando o cogiendo, ¿hay alguna diferencia? Destornillarse no es más duro que mantenerse clavado al asiento, sin cambiar de canal, ni de menú, ni de sexo. Eso dijo aquel hierofante antes de salir campante volando por la ventana como una rara manzana. Y como nunca lo dijo Lezama, seré yo quien lo diga: la quintaesencia del dulce de leche es pura retama. El ex fauno, que de tan calvo ya se ha hecho sabio, ahora aplica para miembro de extrañas corporaciones, total: para ser lo que hay que ser, más vale dejar eso. Con cada minuto se hace más desabrido el sancocho. Oximoresco el momento; zeugmático cada intento. Cuando veas que para ser opaco necesitas perder cuerpo, tendrás que desfoucaultizarte o renunciar a seguir siendo. 30 de octubre de 2018 18


PLINIO CHAHÍN PLINIO CHAHÍN Exégesis 3Poemas Segunda Época

Poemas

1 Sucesión soberana del deseo donde las piernas cruzadas estallan y en las azoteas, sobre la cascada de un ojo de miel aturdido y nudillos sin nubes reptan el desnudo de tu cuerpo ardiente bajo el cielo del parque Colón, donde Johanne huye a las Ruinas, perdida adolorida, confundida en un sueño intemporal y perplejo. Yo, con los ojos abolidos digo palabras extrañas, lloro a solas y reconcilio el índice filial del tiempo atado a su asidero. Si tiemblo y el vértigo desliza en vano es porque vuelvo a encontrarte al otro lado, encima de un sauce derretido. 2 Estrella intuitiva que desplazas el mundo y huyes tras tu piel, para tocar mi cuerpo. Juntos dibujamos la calle donde un payaso acaricia tu voz y yo levito, cielo abierto, hacia El Conde, caminando la curva de tus labios, con cicatrices de Eros. Estrella intuitiva, a veces apagada y otras veces puro fuego. 3 Por la ventana del mundo escapo, los ojos abiertos al pensamiento que inaugura la danza y la aventura. Ilesa mi sangre, simiente de un retornar distinto, hilo de mirra anudado en tus dedos. Nos ataviamos de la desnudez como suspendido fulcro de ávida muerte, poseídos de un violín adormecido, sentidos incorpóreos, camino de unos versos tatuados en tu cuerpo. Lo adivino porque huyes, sin mirar atrás, al hermoso Duomo de Florencia en llamas. 4 La noche desplaza el ojo de los celos, abre una herida de ceniza en mi cuerpo. Asustada se convierte en horror y su miedo de volver al agua genera el olvido, el tedio. Envenenada, su lengua es mi cuerpo, azufre iluminado de los alquimistas. 19


EXÉGESIS Poiesis

MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Del lado del palio... Del lado del palio del gran piano cuelgan las velas allí cuelgo tu cuerpo Con ayunos y azotes Con flagelos de falanges hacia los flujos desnudos buscando entre licores otro ser (un unicornio acude y se desploma con cuarzos al tacto de criaturas terrestres) Me despojo y empiezo a morir… hasta morir Entre manías y desdenes... Entre manías y desdenes te arrastras hasta mis sombras Con los astros vacíos Tu piel transfigurada En la noche dormida Saber que muero Gota de plomo Se derrite el ser La noche resuena 20


PLINIO CHAHÍN Poemas

¿Hacia dónde vamos o venimos? En otros arcos te desnudas Inerte y plena ¿Quién vendrá en la noche a sangrar los párpados y la vida? Las terribles manías... Las terribles manías de morderte cuando callas Mis labios entre brumas se pierden a las cinco Del cuerpo que alumbras ese día ni tu voz desnudas Palabras de infinito el sol el ojo el tacto derriten el fuego y te hundes entre humo para levantarte Siento llegar la sombra de la noche en que regresas Debajo de tantas señales... Debajo de tantas señales arenas vueltas partituras Hay claves ocultas deshojando el sonido de tu voz No sé qué hacer con tanto alucinado ojo Mansamente llenaré el rebaño aunque huyan las ovejas

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EXÉGESIS Poiesis

Partiré dibujando el mapa de tu rostro debajo del ciprés de la ciudad Nadie encontrará arena debajo de mis manos o encima de tu voz Razón tienen los dioses para olvidar este poema ¿Quién iba a imaginar que yo... ¿Quién iba a imaginar que yo hechicero y mago ese día en la antigua comarca cambiaría los rayos por tempestad y penas? Ruinas abiertas elfos vacíos Mandrágoras sueltas Luases olvidados y locos como yo ¿Quién lo iba a imaginar? 22


Exégesis


Soñar es un reflejo de nuestros vuelos.


JOSÉ CARLOS CARLOS ARROYO JOSÉ ARROYO MUÑOZ MUÑOZ El marco tridimensional: una propuesta para3 elSegunda estudio Época de las ideologías políticas puertorriqueñas Exégesis

El marco tridimensional: una propuesta para el estudio de las ideologías políticas puertorriqueñas [política-historia-estudios culturales]

E

n este ensayo haremos un análisis de las ideologías políticas en Puerto Rico, que incluye tanto una perspectiva teórica como que toma en consideración que los mismos son fenómenos históricos, afectados por condiciones temporales. Además, presentamos una teoría para consideración de los lectores llamada el “marco tridimensional de la política puertorriqueña”, vista desde una perspectiva que abarca tempos pretéritos al presente. En el proceso daremos una fugaz mirada al concepto de la ideología, especialmente en su acepción política, explorando algunos aspectos rele-vantes de su historia. Comencemos por expresar que el paradigma en que trabajamos, el análisis del escenario político puertorriqueño, sea el coetáneo o el histórico, se enfoca en ciertos elementos que acaparan la atención, tanto de politólogos e historiadores políticos como lo son el pragmatismo de la contienda electoral entre los partidos, el protagonismo del tema del estatus de la relación de Puerto Rico con los Estados Unidos y el estudio de los actores protagonistas del escenario político local. El rol de las ideologías políticas, en su complejo espectro de posibilidades,

se hace mayormente a través del tema de las expectativas y aspiraciones de los puertorriqueños sobre su relación con los Estados Unidos y con España. Hay que añadir, que, aunque surgen ciertas miradas a planteamientos ideológicos de mayor amplitud, en realidad no se profundiza mucho, excepto en contadas ocasiones. Sin embargo, las ideologías políticas, tanto las que nos vienen de corrientes internacionales, como las de germinación regional, son muy importantes para el estudio de lo político en Puerto Rico. Antes de seguir profundizando en las dinámicas del tema es menester, dado a la importancia que tiene la ideología en la formulación del modelo propuesto en este ensayo, brindar una definición del término y cómo este se ha entendido a través del tiempo. Debemos señalar que el término ideología puede ser uno complejo de definir, por su naturaleza abstracta y subjetiva. Tan sólo tenemos que echarle una mirada a la historia de este para entender que su definición ha variado con el tiempo y que la misma ha hecho un tránsito de ser vista desde una perspectiva que la presentaba como una idea falsa y monolítica hacia un fenómeno abarcador e importante en la formación de las posturas que tienen los

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seres humanos ante la vida. La ideología hoy, por lo general, es presentada en una luz más favorable por quienes la estudian, dando paso a que se considere en la actualidad como un elemento siempre presente en la construcción del imaginario humano. Este cambio paradigmático sobre su esencia ha llevado a descripciones tales como que es el “medio por el que los agentes sociales dan sentido a su mundo, de manera consciente”; “el proceso de producción de significados, signos y valores en la vida cotidiana” o “aquello que facilita una toma de posición ante un tema”.1 De acuerdo al filósofo mexicano Gabriel Vargas Lozano “la ideología impregna la totalidad de la realidad y se cuela a través de los intersticios de todas las actividades humanas” y la misma “está presente en el condicionamiento social del conocimiento, en la finalidad de las investigaciones científicas, en los aparatos de hegemonía del Estado, en las creencias populares y en las estructuras económicas y políticas”.2 Esta visión actual de la ideología viene luego de un proceso en su acaecer histórico que ha reflejado el pensamiento sobre lo social, lo económico y lo político a partir de la Revolución Francesa. El término ideología se originó en el 1796 por Antoine Destutt de Tracy en el Instituto Nacional de Artes y Ciencias en París, con el fin de crear una ciencia que estudiase las ideas, el pensamiento y el lenguaje, que desplazara al mito y la irracionalidad por el pensamiento racional, para beneficio del pueblo. Unos años más tarde Napoleón Bonaparte, en el 1802, calificó a de Tracy y a los otros, en el Instituto, que se le oponían como

ideólogos, adjudicando así un matiz peyorativo y de demagogia al término ideología.3 A mediados del siglo XIX Karl Marx y Frederick Engels presentan la ideología como una idea más compleja que la planteada por Destutt de Tracy. En la filosofía de Karl Marx y Friedrich Engels, la ideología se presenta como un sistema de ideas que distorsionan la realidad, sinónimas a ideas falsas, que son producto de la clase dominante y forma parte de la superestructura la cual está compuesta por la “política, leyes, moralidad, religión, metafísica, etc.”.4 Para Marx, en el capitalismo la ideología esconde los efectos de la división del trabajo, presentando los intereses de la clase dominante como valores universales. De acuerdo a Marx la superestructura refleja la base, que es la totalidad de la “estructura económica de la sociedad”. La ideología en los escritos de Marx y Engels emerge como “una falsa conciencia” cuyo origen y opacidad es desconocida por el individuo. En palabras de Friedrich Engels: La ideología es un proceso que el llamado pensador cumple conscientemente, es cierto, pero con una conciencia falsa. Las verdaderas fuerzas motrices que lo impulsan le permanecen desconocidas, pues de lo contrario no sería un proceso ideológico. De aquí que imagine motivos falsos o aparentes. Porque es un proceso mental, deriva su forma y su contenido del pensamiento puro, sea el suyo propio o el de sus predecesores.5

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En el siglo XX, filósofos dentro de la tradición marxista, como Antonio Gramsci, Walter Benjamin, Theodor W. Adorno y Louis Althusser, cambiaron dramáticamente la imagen de la ideología, al presentarla como un fenómeno que está conectado en la cotidianidad de la vida colectiva. Sobre esto comenta Iain MacKenzie: Después de Marx y Engels, pero dentro de la tradición del marxismo del siglo XX, la idea de ideología comenzó a tomar una forma diferente. El énfasis en la naturaleza global de la ideología llevó a algunos marxistas a minimizar la noción de que las ideologías son conglomerados de ideas falsas apoyadas por divisiones de clase. En cambio, muchos marxistas enfatizaron una visión de la ideología que la conceptualizó como la base de toda acción social y política. Podemos ver esto en el análisis de Lenin de la lucha revolucionaria que enfrentan los rusos a principios del siglo XX. ¿En qué se debe hacer? (1902) habla del socialismo como “la ideología de la lucha de la clase proletaria”. Para Lenin, rompiendo con la concepción clásica de Marx y Engels, la ideología ya no representa simplemente las ideas de la clase dominante. El factor crucial es la medida en que la ideología es un arma efectiva en la guerra de clases. Como dice Boudon, la novedad del enfoque de Lenin

es que, independientemente de si las ideologías son verdaderas o falsas, son “útiles” (1989: 18). Esta adición a la concepción marxista clásica abre el camino para una comprensión de la ideología que retrata todas las formas de acción como, en cierto sentido, ideológicas. Fue un tema recogido en los escritos de muchos marxistas posteriores (por ejemplo, Gramsci, Benjamin y Adorno)6 Para Antonio Gramsci, nos dice Roger Simon, que las ideologías “proveen a la gente con reglas de conducta práctica y conducta moral” equiparándolas a una religión secular. Éste clasificó esas ideologías que producían cambios y regulaban cómo la sociedad percibe al mundo, como históricamente orgánicas y necesarias: “éstas tienen una validez que es validez “psicológica”, “organizan” a las masas humanas, forman el terreno en medio del cual se mueven los hombres, adquieren conciencia de su posición, luchan, etc.”7 Althusser nos presenta una concepción de las ideologías muy similar, como señala Iain MacKenzie: Según Althusser, la ideología es el “cemento” que une a las sociedades humanas. En este sentido, la “ideología es ... una parte orgánica ... de toda totalidad social” y las “sociedades humanas secretan la ideología como el elemento y la atmósfera indispensables para su respiración y vida histórica”.8 La ideología, desde estas perspectivas, se proyecta como una normativa social que

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sirve como guía de vida y no está sujeta solamente a la que refleja los intereses de la clase dominante. Saliéndonos de la tradición marxista, giramos nuestra mirada al sociólogo húngaro Karl Mannheim considerado un pionero en la sociología del conocimiento. En su libro Ideología y utopía él trae un nuevo acercamiento a la discusión de la ideología. Mannheim en su teoría presenta su percepción de la sociedad como un escenario heterogéneo donde las ideologías son productos de los diversos grupos sociales que componen la sociedad. Esta heterogeneidad social, con sus múltiples visiones de mundos, producirá a su vez múltiples ideologías con la intención de moldear los pensamientos de los miembros de la misma desde sus intereses. Mannheim planteó que la ideología se da en cualquier período de la historia; o sea que la estructura de ideas puede dominar a la gente en cualquier período histórico, bajo cualquier sistema y no sólo bajo el capitalismo.9 El último de los pensadores que vamos a reseñar en este corto ensayo lo es Michael Freeden, un especialista en las ideologías políticas de origen británico. Este investigador se ha caracterizado por sus trabajos sobre la morfología de las ideologías, o sea, “al estudio de la forma y la estructura de las mismas”.10 Freeden ha buscado “abordar las formas en que las ideologías son estructuradas por las relaciones entre los conceptos que integran a una ideología en particular”.11 Dentro de su teoría, las ideologías son conglomerados de conceptos, que tienen un centro o núcleo, donde hay ideas que son adyacentes al núcleo, como es el caso de la igualdad

para el marxismo o la libertad individual en el liberalismo, por lo que son de gran importancia y otras que son periféricas, o sea, menos relevantes en su composición, por tanto más distante de su centro.12 Los conceptos periféricos se ordenan y reordenan, de acuerdo con la interacción de las ideas y la política, creando un escenario ideológico donde las ideologías no son estáticas y cambian con el tiempo. Freeden, para describir esta constante movilidad, utiliza una metáfora en la que compara a las ideologías con una habitación donde los conceptos son el mobiliario. La apariencia del cuarto cambia de acuerdo a cómo se reordenan los muebles. Las ideologías se transforman o toman nuevos matices en la medida en que se ordenan y reordenan los conceptos e ideas dentro de ellas. Para propósitos de planteamiento de nuestra teoría sobre las ideologías políticas es muy importante la fluidez y adaptabilidad que nos presenta Freeden.13 Para Freeden, las ideologías son mapas conceptuales políticos y sociales que permiten interpretar los hechos en la sociedad y en una sociedad podemos tener múltiples ideologías que compiten por “ordenar los principios” y “prácticas” de la misma. Él las describe como actividades concretas que “pueden identificarse por acciones observables” y que suelen salirse del radio de la racionalidad para entrar al mundo de las emociones, la pasión y la irracionalidad lo que las hace diferenciarse de las ideas políticas producidas por los filósofos políticos, las cuales están ancladas más a la lógica del que las esboza.14 En este esquema la función de los partidos y otros actores políticos es presentar las ideologías de una manera que sirva para el consumo

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inmediato y difundirlas con eficiencia óptima. Las ideologías políticas no son ideas pasajeras y las mismas deben mostrar ciertas características y exhibir “un patrón recurrente”.15 Éstas no son caprichos individuales. Las ideologías son fenómenos colectivos y “sustentada por grupos relevantes”16 y también compiten sobre la provisión o el control de los planes de política pública. Esto último lo hacen con la mira de “lo hace con el fin de justificar, oponerse o cambiar las bases y los acuerdos sociales y políticos de una comunidad política”.17 No obstante, las ideologías no siempre tienen un carácter expositivo y no siempre logran su función mediante la transmisión del mensaje directo de ideas, sino que también pueden ser ambiguas o contradictorias sobre aquella información que afecte sus agendas, por lo que buscan consolidar los conceptos y principios centrales, retando o eliminando los argumentos contrarios.18 De acuerdo con la teoría de Freeden, existen unas ideologías políticas que él llama macro-ideologías y otras que se denominan como micro-ideologías o ideologías estrechas. Las macro-ideologías son aquellas que tienen un largo alcance y difusión geográfica, las cuales podemos decir que son de difusión mundial. Estas son las llamadas ideologías clásicas: como el liberalismo, el fascismo o el socialismo. Éstas son de origen occidental y han colonizado al mundo. Éstas enmarcan diversos y amplios temas, tales como el Estado, la economía y las relaciones sociales. Las micro-ideologías son el lado contrario de las macros, ya que éstas son de un alcance geográfico o temático más limitado. Las micro-ideologías suelen girar

sobre un tema de interés local o tratan un sólo asunto o de naturaleza, ya sea uno de carácter económico o de naturaleza social. De acuerdo a Freeden: Una ideología estrecha es aquella que, al igual que las ideologías convencionales, posee una morfología identificable pero, a diferencia de las ideologías convencionales, se trata de una morfología restringida. Se halla desvinculada de otros contextos ideacionales más amplios ya que elude o sustituye muchos conceptos que deberían estar incluidos en una ideología. No abarca todo el conjunto de cuestiones de una macro-ideología, y se muestra limitada en sus ambiciones y campo de interés.19 En el caso de Puerto Rico, las ideologías micro tradicionalmente son el independentismo, el autonomismo o la estadidad (la inclusión de Puerto Rico como Estado en la federación de Estados Unidos).20 Sin embargo, las ideologías han hecho su presencia en el escenario político puertorriqueño, como ha sucedido en otras partes del mundo, tales como el feminismo, de identidad de género, incluso de carácter religioso.21 En cuanto a las tres microideologías que hemos llamado tradicionales, tienen sus raíces en el siglo 19 y en el siglo 20 se fueron consolidando en cuanto a cómo organizar un gobierno en la Isla y su relación con los Estados Unidos. Son las ideologías micro, hasta el momento, las que levantan las grandes pasiones y sobre las cuales giran nuestros debates e ideas políticas, especialmente en la era del Estado Libre Asociado.

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Dicho esto, debemos también señalar que, aunque la micro-ideología puede ser el elemento aglutinador, en la medida que han sido símbolos de las ideas y aspiraciones de los puertorriqueños a través del tiempo, estos bloques tienen grietas, como es el caso del autonomismo. Esto lo podemos ver a través de la trayectoria del concepto, desde el siglo 19, bajo España hasta épocas más recientes en la era del Partido Popular Democrático. En el siglo 21, vemos cómo un sector aboga por una relación autonómica de unión permanente con los Estados Unidos, entiéndase bajo la soberanía estadounidense y a la vez existe otro que busca una relación autonómica de asociación entre Puerto Rico y los Estados Unidos mediado por un pacto entre dos países soberanos. El elemento aglutinador en estos dos casos es su afán de mantener una relación con los Estados Unidos, que no anexe el país a la federación y, que a su vez le permita guardar ciertos poderes, que hasta ahora se reserva al gobierno de Estados Unidos, sin llegar a la independencia absoluta de la metrópoli. De este escenario plantearemos varias generalizaciones. La primera es que los partidos y los grupos políticos sostienen diversas visiones ideológicas dentro de sí: unas son micro y otras son macro. La segunda generalización es que en el cuadro de los diversos actores políticos existen visiones diferentes de cómo acercarse a la economía, al gobierno, a los problemas sociales, etc., los cuales los clasifica dentro de las ideologías macro, entiéndase que son liberales, socialistas, socialdemócratas, comunistas, conservadores, etc. Debemos señalar que dicha estructura es muy

sensitiva a los cambios impulsados por los Estados Unidos. Cuando la metrópoli cambia sus paradigmas se desata una batalla entre los sectores ideológicos micro por definir los conceptos dominantes sobre lo que es llamarse independentista, autonomista o estadista (anexionista) y dentro de esa contienda está también la que se libra entre las macro ideologías. Los componentes de estas generalizaciones componen el marco tridimensional de la política puertorriqueña; la primera dimensión es la de las alternativas de status; la segunda es la que cubre el sujeto, el aspecto organizacional y participativo. La misma está compuesta por los partidos y otros grupos cívico-políticos e individuos; la tercera es el territorio de las ideologías macro. De acuerdo a qué dimensión se tome como punto de partida para el análisis obtendremos una perspectiva más compleja y exacta de un grupo político o un sector ideológico político puertorriqueño en un periodo histórico dado. Tomemos el caso del independentismo. Partimos de la idea de la independencia, que representa el nivel micro o la primera dimensión. Aquí el concepto de lograr el Estado nación es el núcleo aglutinador y definitorio. En la segunda dimensión tenemos en el sujeto a un partido electoral como el Partido Independentista Puertorriqueño y varios grupos políticos como el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano y el Partido Nacionalista de Puerto Rico. En la tercera dimensión están las macro ideologías, las que definen a esos actores políticos como marxistas, socialdemócratas, u otros. El modelo que hemos presentado es un punto de partida para un tipo de análisis

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sobre la política puertorriqueña que puede usarse tanto en la historia política o en la politología, que nos permite ver un escenario ideológico muy diverso y rico en matices que nos esperan para que lo exploremos.

más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico. Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.

Notas 1 Terry Eagleton, Ideología: Una introducción (Barcelona: Paidós, 1997), p. 19. 2 Gabriel Vargas Lozano, “Ideología y marxismo contemporáneo,” 31, https://marxismocritico.files.wordpress. com/2011/10/ideologia_y_marxismo_ contemporaneo.pdf. 3 Iain MacKenzie, “The idea of ideology,” en Alan Finlayson et al., Political Ideologies: An Introduction (New York: Routledge, 2003), 4. 4 La producción de las ideas y representaciones, de la conciencia, aparece al principio directamente entrelazada con la actividad material y el comercio material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. Las representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual de los hombres se presentan todavía, aquí, como emanación directa de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres reales y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones

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Carlos Marx y Federico Engels, La ideología alemana crítica de la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner y del socialismo alemán en la de sus diferentes profetas. (Barcelona: Ediciones Grijalbo, 1974), 25-26. 5 Federico Engels, “Carta a Francisco Mehring,” en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, tomo III (Moscú: Editorial Progreso, 1980), 280. 6 MacKenzie, “The idea of ideology,” 6. 7 Traducción nuestra. Antonio Gramsci, Selections from Prison Notebooks, editado y traducido por Quintin Hoare y Geoffrey Nowell Smith (Lawrence and Wishart, London, 1971), citado en Roger Simon, Gramsci’s Political Thought: An Introduction (London: Lawrence & Wishart, 1991), 59. 8 MacKenzie, “The idea of ideology,” 6. 9 Michael Freeden, Ideología: Una brevísima introducción (Santander: Ediciones de la Universidad de Cantabria, 2013), 29-36. 10 MacKenzie, “The idea of ideology,” 10. 11 Ibíd. 12 Freeden, Ideología, 83-86. 13 Ibíd., 73. 14 Michael Freeden, Ideologies and Political Theory: A Conceptual Approach (Oxford: Clarendon Press, 1996), 30-31. 15 Freeden, Ideología, 50-51. 16 Ibíd. 17 Ibíd. 18 Ibíd., 75-76. 19 Ibíd., 121-122.

20 El termino estadidad es uno que trae cierta controversia en su uso. Para sus detractores es preferible usar anexionismo ó estadoísmo, esto se debe a que se ha interpretado que la palabra estadidad implica la búsqueda del Estado nación que es sinónimo de independencia. Pero, a pesar del debate sobre el término el uso del vocablo en Puerto Rico –que implica la integración como estado de Estados Unidos– ha llevado a que el mismo ha sido aprobado por la Real Academia Española. “Estadidad”, Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.3 en línea], https://dle.rae.es. 21 En el caso de ideología feminista vemos la inserción de actores como la Colectiva Feminista en Construcción, que se ha insertado de manera muy efectiva y de militante en la discusión pública puertorriqueña. En cierta manera sirviéndole de contrapunto Proyecto Dignidad, un partido compuesto por un liderato proveniente de los sectores cristianos evangélicos. Sus posturas en contra del aborto, la enseñanza de equidad de género y los derechos de la comunidad no heterosexual son conceptos importantes que los define. Esta organización logró inscribirse para las elecciones de noviembre 2020 y parecen ser la versión puertorriqueña de un movimiento que se expande con fuerza en América Latina y que es un elemento importante del Partido Republicano de los Estados Unidos contemporáneo.

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MICHAEL MICHAEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ CRUZ CRUZ El verano revuelto del 19: Exégesis ¿Multitudes rebeldes,Época revolucionarias o reaccionarias? 3 Segunda

El verano revuelto del 19: ¿Multitudes rebeldes, revolucionarias o reaccionarias? [política-historia-estudios culturales]

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as multitudes del Verano Revuelto del 19 se parecían a la llamada “Primavera árabe” en la década del 2010. Pleyes (2018) estudioso de las revueltas árabes propone que: [...] podemos señalar el inicio de esta década prolífica para los movimientos sociales en la “Revolución de la Dignidad” que surgió en Túnez a partir de diciembre de 2010 y que derrocó el régimen de Ben Ali. En las semanas que siguieron, se expandió por el mundo árabe, donde derrocó a los dictadores de Egipto y de Libia y tuvo que afrontar una represión sangrienta frente a los regímenes de Bahréin y de Siria. Las multitudes del verano revuelto se comportaron de forma similar a las manifestaciones árabes de la primavera: estas se autoconvocaron, se definieron como indignados, usaron las redes sociales digitales de forma prevalente, no tuvieron un liderato formal y se enfocaron en derrocar jefes de Estado autoritarios en su región. Un dato interesante es que figuras del negocio del entretenimiento como Ricky Martin, Bad Bunny y Calle 13 se unieron a las protestas de julio de 2019 disparando la atención

internacional. Un solo tuit de Bad Bunny provocó casi un millón de #rickyrenuncia y “perreos combativos” en el atrio de la Basílica San Juan de Bautista. En el caso de Puerto Rico las multitudes “pidieron la renuncia” del gobernador Ricardo Rosselló (#rickyrenuncia) y nuestro Gobernador anunció su dimisión en la víspera del 25 de julio, fecha conmemorativa de la Invasión de los E.E.U.U. en el 1898 y usada para celebrar el establecimiento colonial del ELA. Es importante señalar que, contraria a la Primavera árabe, donde los gobernantes fueron derrocados –o Nicaragua y Venezuela donde los regímenes han utilizado la violencia generalizada contra la oposición–, en nuestro caso el gobernador renunció respetando todas las manifestaciones pacíficas realizadas por las multitudes: La ausencia de una democracia real, de una voluntad colectiva nacional real y, por tanto, en esta inercia de los individuos, [se manifiesta] la necesidad de un despotismo más o menos oculto por la burocracia. La colectividad debe entenderse como el producto de una elaboración de la voluntad y el pensamiento colectivos logrados a través del esfuerzo individual

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concreto, y no por un proceso fatal ajeno a los individuos: por lo tanto, la obligación de la disciplina interna y no solo de la mecánica externa. (Gramsci Q 6, 79, p. 750-751) En el Verano revuelto del 19 no podemos afirmar que esas multitudes formaron un colectivo nacional con una identidad bien definida, como plantea Gramsci, ante esa suma de individuos agraviados, la burocracia del Estado resuelve mecánicamente lo que la multitud definió como su objetivo. En este caso la renuncia del Gobernador electo y el proceso de su sucesión. Ante estas circunstancias ¿podemos decir qué las manifestaciones del verano tuvieron un resultado revolucionario como en la primavera de los pueblos árabes? El profesor César Pérez, en “Apuntes sobre el estado de rebelión boricua y el poder constituyente”, plantea que “la multitud puertorriqueña ha declarado un estado de rebelión, que suspende el estado de excepción, [que Pérez define como] el estado de derecho colonial y el tiempo neoliberal”. A partir de esta premisa Pérez argumenta que el pueblo vuelve a su estado de soberanía original porque las instituciones dejaron de representar su interés. Este argumento les debe recordar el debate entre otros a Dussel, Spinoza, Hobbes y otros filósofos. En su ensayo, Pérez propone que el pueblo se mantenga autoconvocado el estado de rebelión para así poder establecer una asamblea constituyente que transforme al ciudadano y el Estado. Esta propuesta deontológica es muy seria porque invita a la acción, autodefinirse como multitud y reconocer que Filiberto Ojeda Ríos sugirió una Asamblea Constituyente distinta a la

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del Colegio de Abogados de Puerto Rico (CAAPAR) y las organizaciones independentistas tradicionales; todo lo anterior muy importante para esta reflexión. Filiberto Ojeda expone que la realización de una Constituyente no puede venir de arriba hacia abajo sino de manera horizontal con la estricta participación del pueblo contrario a la propuesta del CAAPAR y otros proyectos legislativos partidistas (Ojeda Ríos 2008 p 107-08). Recordemos que a partir de la caída en combate de Filiberto Ojeda Ríos el 23 de septiembre de 2005 se autoconvocaron más de 78 Vigilias por la Dignidad donde cada comunidad definía los temas del encuentro dedicados a las luchas populares de cada municipio. En cada vigilia además de los discursos, se desarrollaron actividades teatrales, murales y conciertos. Esta experiencia confirma que el pueblo puertorriqueño tuvo la capacidad organizativa de celebrar estas vigilias en algunos casos más de una vez por municipio e incluyendo algunas ciudades en los EE. UU. A pesar de la espiral de represión que hubo entre el 2005 y el 2010, las Vigilias por la dignidad no establecieron un estado de rebelión o insurrección. Podemos afirmar que fomentaron la unidad táctica en el movimiento independentista pero no sirvió de base para establecer una estructura nacional, una unidad estratégica, de las organizaciones descolonizadoras. En nuestro caso del Verano revuelto del 19 podemos afirmar que las multitudes solo se rebelaron contra el gobernador incumbente y nunca concentraron sus protestas contra el Presidente Trump, quien saboteó la transferencia de ayuda humanitaria, y mintió sobre total de obligaciones y fondos asignados por el Congreso de EE.UU. a Puerto Rico. En Puerto Rico, el régimen


MICHAEL GONZÁLEZ CRUZ El verano revuelto del 19: ¿Multitudes rebeldes, revolucionarias o reaccionarias?

colonial del ELA (Commonwealth) no es un estado de derecho soberano sino que el poder radica en el Congreso de EE.UU. Las multitudes no se enfrentaron al discrimen del Presidente Trump o la inefectividad del Congreso para salvar las vidas de los ciudadanos norteamericanos que residen en PR. Ante él, las multitudes revueltas a las instituciones coloniales mantuvieron la estabilidad salvando el orden de sucesión Constitucional. A un año del 25 de julio del 2019 notamos que no se extendió el estado de rebelión en todo Puerto Rico y las asambleas de pueblo nunca formaron las bases para una Asamblea Constituyente. Las multitudes del Verano revuelto (Puerto Rican Summer) nunca pasaron de las protestas a la reforma o revolución. Observaremos otros académicos afirmar que las protestas del verano revuelto de este año fueron un movimiento de las multitudes indignadas por los efectos neoliberales de la Junta de Supervisión Fiscal (JSF), la devastación del Huracán María mezclada con la ineficiencia burocrática y la corrupción gubernamental. La Dra. Yarimar Bonilla en entrevista con Torres Gotay de El Nuevo Dia, denomina el Verano revuelto del 19 como una revolución y otros colegas como una insurrección, pero no puedo concurrir con esas categorías que implican primero, un cambio en las relaciones de poder con el Estado y la otra un movimiento organizado para lograr la primera aunque sin éxito. Podemos concurrir con las múltiples razones o indignación para las protestas de cerca de un millón de manifestantes virtuales. En ese momento, ¿cuál fue el factor precipitante de acuerdo con la teoría de tensión estructural? ¿Fue la tensión entre el gobierno colonial y el gobierno

metropolitano? ¿Desconfianza del gobierno local vs. confianza en el gobierno federal? ¿Indignación con el Presidente Trump? ¿Dónde está el conflicto político-económico estructural del status quo? ¿Un chat del gobernador con su gabinete? Especulamos que los debates mediáticos subjetivos giraban en torno a la eficiencia del gobernador para combatir la corrupción y por otro lado gestionar las transferencias de fondos federales para la recuperación del desastre. Sin embargo, ningún medio, organismo de derechos humanos o académico se enfocó en documentar si en efecto estábamos ante una ruptura del estado de derecho provocando un estado de excepción donde se priva a la ciudadanía de la libertad de expresión y reunión. Puedo concluir que el estado de rebelión que Pérez y otros diagnosticaron se circunscribió a las protestas multitudinarias entre el 11 y 24 de julio del Verano revuelto. La tensión mediática subjetiva llega a su clímax cuando Raúl Maldonado, hijo, desata el morbo en medio de la investigación sobre corrupción revelando el “Telegram Chat”, donde participaron el gobernador y miembros de su gabinete. En este momento observamos que las multitudes comienzan a consumir una matriz de opinión negativa sobre la integridad del gobernador a pesar de que no hubo en el periodo de gobierno de Ricardo Rosselló manifestaciones virtuales o físicas tan significativas contra la JSF, FEMA o el presidente Trump. Los antropólogos Carlos G. García-Quijano e Hilda Lloréns argumentan que las multitudes lograron realizar un juicio popular donde los valores de la honestidad del pueblo se enfrentan a la burla del gabinete del gobernador, promoviendo el rechazo masivo al primer ejecutivo, Ricardo Rosselló. A este acerca-

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miento le falta calibrar por qué la naturaleza del sujeto colonizado siempre se manifiesta su frustración, rechazo y castigo de forma horizontal, es decir hacia otros colonizados. Podemos preguntarnos: ¿No le tienen miedo al gobernador colonial, pero sí tienen miedo al gobierno federal y su Presidente? Me parece que el juicio popular sirve más para mantener el régimen colonial y los mitos de un gobierno federal honesto. ¿Estas multitudes creativas y combativas fueron rebeldes, revolucionarias o reaccionarias? A continuación, argumentaré que fueron unas multitudes rebeldes que tuvieron un resultado reaccionario. Repasemos las palabras de Gramsci cuando dice que una multitud de individuos sin identidad colectiva solo pueden esperar respuestas de la burocracia despótica y en este caso las multitudes del verano revuelto se conformaron con el despotismo burocrático del Tribunal Supremo de Puerto Rico. Cuando ingresé a la FUPI en el 1990 teníamos de leer y discutir “De rebeldes a revolucionarios” de Richard Levins, publicado en la Revista La Escalera, 1966. Comparto una cita de este ensayo: El revolucionario tiene que mirar detrás de la mala fe y la hipocresía, de la apatía y el egoísmo personal para ver el origen de estos males en la sociedad. Tiene que decidir cuáles de las injusticias son corregibles dentro de la sociedad actual y cuáles son partes fundamentales de la sociedad capitalista-colonial. Por eso, la carrera del revolucionario no empieza afilando machetes, sino estudiando economía política. Esto no quiere decir que el revolucionario abandona la moral; la reacción

apasionada contra la injusticia siempre queda como la fuerza motriz de nuestra motivación. Insistimos, sin embargo, en distinguir entre lo que es y lo que debe ser, en una actitud científica siempre en tensión dinámica con la pasión del luchador. Hace 29 años entendíamos que era necesario enfocarnos en derrotar las injusticias que estuvieran a nuestro alcance y preparar el camino para cambiar las estructuras de poder político y económico que mantenían permanentemente estas injusticias. Por ejemplo, la lucha estudiantil por la autonomía universitaria, la lucha obrera por sus derechos y otras podían encaminarse antes de la revolución. El 24 de julio cuando el gobernador Rosselló anunció su renuncia no hubo un solo instante de inestabilidad estructural, el estado de derecho colonial y el tiempo neoliberalista se quedó. Las multitudes alteractivistas que emitieron un millón de tuits #rickyrenuncia, no hicieron lo mismo contra Trump o la JSF, el millón de manifestantes que marcharon y los miles que piquetearon y perrearon en la Fortaleza enfocaron su protesta contra el Jefe de Estado electo por el pueblo. Se conformaron con el remedio que el Estado de derecho colonial establece. ¿Porque no incluyeron de forma consistente en sus protestas al Presidente Trump no electo o los miembros de la JSF no electos por el pueblo? Es interesante que el 40% de los activistas virtuales #rickyrenuncia eran de la diáspora, ubicados en los EE. UU., electores hábiles en la metrópoli que no articularon una campaña similar. Las multitudes rebeldes no tenían un enfoque macro-revolucionario y prevaleció la

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oposición emotiva-personalista en Puerto Rico y los EE.UU. Nos dice, recientemente, Jürgen Habermas (2018) que la “internet, que nos convierte a todos en autores en potencia, no tiene más que un par de décadas de edad. Es posible que con el tiempo aprendamos a manejar las redes sociales de manera civilizada. Internet ya ha abierto millones de nichos subculturales útiles en los que se intercambia información fiable y opiniones fundadas”. El Gobernador pidió perdón por usar de forma incorrecta esta tecnología y tomó medidas inmediatas en su gabinete para demostrar su compromiso y arrepentimiento. Las multitudes solo escuchaban la suma de las voces que pedían “Ricky, renuncia”, ensordeciéndose en su propio eco reaccionario. Por medio de las redes amenazaron violentamente la joven familia del Gobernador. La multitud rebelde no tenía herramientas revolucionarias para retar el estado de derecho colonial o no le interesó pasar de la protesta a una propuesta que retara el régimen colonial. De acuerdo a Esquinas Algabas (2014) la categoría política revolucionario supone un orden o conjunto de órdenes que hay que transformar revolucionariamente. Sin esta referencia a un orden realmente existente que revolucionar no hay verdadero movimiento revolucionario y cabe hablar de pura farsa o mentira política. Una “revolución cósmica del amor”, por ejemplo, en la medida en que no presupone un orden político concreto contra el que luchar no es un verdadero movimiento revolucionario. Una “revolución mental”, por más que quiera acabar con un determinado estado mental no es tampoco una revolución en la medida en que el cambio de mental,

aún suponiendo que se diera, podría dejar el mismo orden político intacto habida cuenta de que el ordenamiento político no depende del estado mental de la totalidad de sus agentes.[…] A su vez, la categoría política de reaccionario supone la existencia, al menos, de un movimiento revolucionario efectivo que se esté llevando a cabo”. En el caso de las multitudes del Verano Revuelto, estas lograron que, efectivamente, el Estado Libre Asociado confirmara su capacidad de ordenar a los colonizados rebeldes convirtiéndolos en una multitud de individuos reaccionarios que aceptan el poder y autoridad que los gobierna. Los invito a reflexionar sobre el resultado concreto del verano revuelto hasta este momento. Además de la renuncia del Gobernador, lograron derrotar algunas injusticias inmediatas que no tienen que esperar la revolución para atenderse. Por ejemplo, criminalidad, desempleo, participación de la mujer y retar el régimen colonial, que representan causas del pueblo puertorriqueño. En dos años y medio el liderato del Gobernador Rosselló llegó reducir los asesinatos, aumentaron la tasa de participación laboral reduciendo el desempleo, estableció una orden ejecutiva que iguala el salario de la mujer a los hombres en todas las agencias del gobierno y es la administración con mayor participación de mujeres en su gabinete. Los efectos de las multitudes son reaccionarios y confirmaron que el ELA como forma de gobierno colonial logró mantener la estabilidad institucional-constitucional del orden colonial-metropolitano. El Dr. Ricardo Rosselló se enfrentó a esta crisis salvando vidas a pesar de la espiral de violencia, nunca se ordenó un estado de excepción que violara los derechos civiles de

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los ciudadanos, su aplomo permitió a las multitudes manifestarse democráticamente protegiendo sus derechos y vidas. En su discurso de la víspera del 25 de julio anunció su renuncia aceptando el clamor de las multitudes que pueden seguir celebrando la ausencia de la descolonización y un Estado Libre Asociado que mantuvo el orden colonial. Quienes proponen que el verano del 19 fue una insurrección o revolución deben examinar estos conceptos. En conclusión, observo una multitud individualista que se manifestó masivamente sin crear un estado de rebelión y se conformó con la respuesta de la burocracia colonial. El régimen permanente de Washington continúa gobernando a los puertorriqueños, legitima y despóticamente a tres meses del Verano revuelto del 19. Ernesto Laclau (2010), en La razón populista, plantea que “Las multitudes tienen el efecto de disminuir la inteligencia promedio de sus miembros, como resultado de las mentes inferiores que establecen el nivel al cual todos deben someterse, y también de la mayor sugestabilidad de los miembros de la multitud”. En el Verano del 19 no hubo organización revolucionaria que cambiara las relaciones de poder coloniales que mantienen las condiciones de desigualdad económica y política al pueblo puertorriqueño, solo se manifestó una multitud que se demostró reformista y se conformó con el remedio burocrático que proveyó el Estado Libre Asociado. Confirmando la observación de Gramsci que establece que cuando una multitud no tienen un objetivo bien definido no se logran cambios en estructurales político y económicas sino reformas burocráticas que en este caso mantuvo la estabilidad del ELA territorial

y colonial establecido en 1952. Este verano del 2020 después de los terremotos de enero y la pandemia del Coronavirus ¿tendremos a las multitudes revueltas? Referencias Esquinas, Algabas (2014.) Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 41 (2014.1) Bonilla, Yarimar (2019). “The Leaked Texts at the Heart of Puerto Rico’s Massive Protests”. The Nation, July 22. https://www. thenation.com/article/puerto-rico-rosselloprotests-scandal/. Habermas, Jürgen. “¡Por Dios, nada de gobernantes filósofos!”. El País https://elpais.com/elpais/2018/04/25/ eps/1524679056_056165.html Laclau, Ernesto (2010). La razón populista. Fondo de cultura económica. México. Lebrón, Marisol (2019). “The Protests in Puerto Rico Are About Life and Death”. NACLA News, July 18. https://nacla.org/news/2019/07/18/protests-puertorico-are-about-life-and-death. Levin, Richard (1966). La escalera http://www.palabrerapress.com/ uploads/4/2/9/2/4292077/de_rebelde_a_ revolucionario.pdf Ojeda-Ríos, F. (2008). Puerto Rico, Las Antillas, Nuestra América toda y otros textos. Editorial La rana y el perro, Caracas. https://es.calameo.com/ read/000347595756fd53ddcc4 Pérez, C. (2019) . https://www.80grados. net/apuntes-sobre-el-estado-de-rebelionboricua-y-el-poder-constituyente/ Pleyers, Geofrey (2018). Movimientos sociales en el siglo XXI : perspectivas y herramientas analíticas / Geoffrey Pleyers ; contribuciones de Breno Bringel ; prefacio de

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MICHAEL GONZÁLEZ CRUZ El verano revuelto del 19: ¿Multitudes rebeldes, revolucionarias o reaccionarias?

Boaventura De Sousa Santos. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO, 2018. Libro digital, PDF - (Democracias en movimiento) http://biblioteca.clacso. edu.ar/clacso/se/20181101011041/Movimientos_sociales_siglo_XXI.pdf García-Quijano, Carlos G., and Hilda Lloréns (2019). “Using the Anthropological Concept of ‘Core Cultural Values’ to Understand the Puerto Rican 2019 Summer Protests”. American Anthropologist website, October 29. Torres, G. (2019). “La revolución del verano desde adentro” ENDI 30 julio 2019. http://torresgotayentrevista.elnuevodia. com/e/ep-64-la-revolucion-de-veranodesde-adentro-con-yarimar-bonilla/

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EXÉGESIS FERDINAND ÁLVAREZ Exégesis Exégesis 3 Segunda Época

Historiografía indígena [historia-entografía-estudios culturales]

del indio americano 1493-1523, (1986) donde deja ver de forma visual a nuestros antepasados. Pero esto fue en el formato de una serie de grabados hechos en la época de la conquista. Al observarlos, nos podemos plantear cómo los invasores contemplaban a los naturales. Un dato que nos da el Dr. Alegría sobre estos artistas es el siguiente, “[…] los artistas europeos que ilustran las obras sobre el descubrimiento y colonización no han visto a ningún indio y para hacerlo se guían únicamente por las descripciones contenidas en los textos que ellos enriquecen con sus grabados”. (Alegría 1986: 88) Añade sobre este tema, “La fisionomía del indio tampoco es interpretado fielmente por los artistas europeos, quienes tanto en las facciones, así como en el cuerpo, siguen los modelos tradicionales europeos”. (Alegría 1986: 90) Como observaremos durante este escrito, los europeos querían ver y describían a los grupos conquistados como ellos querían verlos. Se olvidaron de que ya poseían una idiosincrasia y una cultura, la cual fue totalmente trastocada por una visión totalmente diferente.

Introducción n momentos de la conquista de América, o en este caso del Caribe, los naturales que con los cuales se encontraron los españoles, fueron los llamados “Taínos” y los “Caribes”. Muchas de sus costumbres y tradiciones se han perdido con los tiempos. Esto se debió a que desconocían la escritura, por lo tanto las historias y hazañas de los antepasados se hacían de forma oral, por medio de los areitos. Mucho de lo que conocemos de estos grupos, se lo debemos a los propios conquistadores y religiosos que visitaron nuestras tierras. Uno de los que nos legó un estudio etnográfico sobre nuestros antepasados lo fue Fray Ramón Pané. Él mismo acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje y fue el primero en toda la América prehispánica. Aprendió el lenguaje de los nativos, en este caso los que se encontraban en La Hispaniola. Tenemos que mencionar a otros como Bartolomé de las Casas, González Fernández de Oviedo, Pedro Mártir de Anglería, Joseph de Acosta, el propio Colón, y varios más. Estos nos cedieron sus observaciones y opiniones sobre lo que vieron o de lo que les informaron de cómo eran nuestros indios. El Dr. Ricardo Alegría nos legó la publicación, Las primeras representaciones gráficas

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Sociedades indígenas en las Antillas Para comenzar con las descripciones, el Dr. Jalil Sued Badillo nos escribió un

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resumen de las características generales de los naturales de las Antillas. Comenzó haciendo referencia a un trasfondo cultural de los habitantes de las Antillas. Declara que todos vienen de una misma raíz Arahuca. Nos explica que estos grupos impusieron una “cultura agrícola y ceramista” por el arco antillano. Debido a la diversidad de las diferentes islas, surge una “diversidad de ordenamientos sociales y unas claras diferencias en la grados de desarrollo socioeconómico”. Divide, dependiendo el desarrollo, en diferentes regiones. “En este sentido son agrupables Las Bahamas, Cuba, Jamaica y las Antillas Menores en un nivel de menor desarrollo; y por otro lado Puerto Rico y La Isla Española en otro con un desarrollo más integral e intenso” (Sued Badillo 1989: 11). Creo que esta división es un poco exagerada, ya que lo que se conoce como “Taíno Clásico” llega hasta el oriente cubano. Añade que, “Sin embargo, los esquemas culturales básicos, como el idioma, la comunidad de símbolos religiosos y algunas costumbres y usos, persistieron como elementos característicos a todos” (Sued Badillo 1989: 11). Nos presenta el autor: Ya para el siglo 13 de nuestra era, las comunidades indígenas de las islas Española y Puerto Rico habían logrado un desarrollo social y económico más avanzado que sus parientes en las otras islas, integrándose dentro de esquemas a los cuales se les ha dado el nombre de cacicazgos. Estos se caracterizaron por extensos asentamientos fuertemente integrados dentro de fronteras geográficas definidas. Aquellas concentraciones de comunidades

unidas confederadamente tuvieron un liderato jerárquico (jefes y subjefes) capitaneados por un cacique que ejerció poderes diversos. Bajo su mando se supervisaron las fronteras comunes y se coordinaron los esfuerzos militares, diplomáticos, económicos y posiblemente religiosos. (Sued Badillo 1989: 13-14) Sued Badillo, en este cuaderno y en su primer capítulo, continúa haciendo un resumen de las características generales de las sociedades indígenas en las Antillas, como hemos visto anteriormente. Nos dice el académico: […] los cacicazgos, eran unidades altamente estratificadas en su interior, alejándose del tradicional desarrollo vertical propio de las unidades basadas en las relaciones de parentesco. Y éste, es un hecho de que debemos acentuar porque va a ser en esta trayectoria que podremos encontrar la clave que iban cuajándose entre diversas regiones del Caribe. (Sued Badillo 1989: 14) Para Badillo el desarrollo religioso y las clases sociales surgen ya que, “[…] fue producto de la liberación progresiva de segmentos de la fuerza obrera de las tareas de producción de alimentos y el surgimiento de excedentes”. Es mi pensar que, al igual que culturas altamente desarrolladas en el mundo antiguo, fue la domesticación de la tierra lo que llevó al crecimiento de todas. Ejemplos de esto podemos observar de civilizaciones como Egipto, Mesopotamia y otras. “La estabilidad económica de los cacicazgos se puede medir también por la permanencia de sus poblados y ésta, puede explicarse, en parte, por la introducción de la

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técnica de cultivo conocida como el montón en complemento a la tradicional técnica de la roza y la quema” (Sued Badillo 1989: 15). Estas técnicas le daban a los poblados una permanencia y una identificación con la tierra trabajada. Mientras más se producía localmente, menos tenían que moverse a otras regiones o islas en busca de mercancías. Esto le va dando una identidad local y sentido de pertenencia. Nos complementa otros detalles de estas comunidades; La comunidad en los cacicazgos, fue la dueña de la tierra, mientras que en áreas como Cuba o las Antillas Menores, fue propiedad de los clanes. No tenemos evidencia que señale a esquemas de tenencia de tierra más amplios. Las tareas de producción (siembra, caza, pesca y recolección) se llevaba a cabo comunitariamente en todo el Caribe; pero en los cacicazgos la producción no se repartía equitativamente, sino que los caciques y su familia reservaban para sí lo mejor de la producción. (Sued Badillo 1989: 16) Sobre la propiedad explica, “La propiedad de bienes, no habían hecho su aparición en forma importante, pero la acumulación de bienes de carácter ornamental y ceremonial ya era práctica de los caciques y nitaínos. El famoso “tesoro” de Anacaona y los siete collares de cuentas de Caonabo son ejemplos ilustrativos”. Comenzaba la propiedad privada, aunque no sabemos si esta interpretación nos puede venir de una mentalidad española y la dejaron plasmada en las crónicas de indias.

Nos deja plasmado como el cacique proyectaba su poder: El poder político de los caciques se ejercía autoritaria y centralizadamente. Nos obstante, para la toma de decisiones importantes como la guerra, se consultaba a los nitaínos y al pueblo. Estas juntas eran más bien de carácter ritual que deliberativo, como los ilustra la asamblea de Mayobanex con su pueblo, en el cual, tras discrepancias entre aquel y este, la autoridad del cacique terminó por imponerse. (Sued Badillo 1989: 16) Concluye esta parte de su publicación dejándonos saber que muchos se relacionaban entre sí, dependiendo las circunstancias. “Relaciones amistosas y bélicas parecen haber existido entre el Borinquén y los diversos asentamientos de las Antillas Menores”. (Sued Badillo 1989: 17) En sus estudios se adentró en el rol de la mujer en las culturas precolombinas. En términos generales, y en muchas sociedades modernas se ve de forma inferior y en la nuestra ha tenido que luchar para alcanzar sus derechos. Comienza su presentación con la representación femenina en el “mundo de las creencias”. Se plantea que, “Es de conocimiento general que en las sociedades agrícolas la mujer, por su capacidad reproductora, ha estado asociada simbólicamente a la tierra y, por ende, a los procesos de producción. La trinidad mujer-tierra-luna, por ejemplo, tiene una amplia difusión en la América Prehispánica”. Esto no solo ha ocurrido en nuestro hemisferio, sino en muchos de las creencias de los antiguos, la mujer tiene un rol importante.

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Utilizando descubrimientos arqueológicos e investigaciones para probar algunos de los puntos de los cronistas, planteó el profesor: En Puerto Rico, la arqueología ha encontrado estatuillas femeninas en barro, con órganos sexuales prominentes, asociados al ajuar cultural de los primeros grupos arauacos en entrar a las Antillas. Éste es un ejemplo claro de una temprana asociación de la mujer a los ritos de fertilidad en el Caribe (Sued Badillo 1989: 21) Tenemos que añadir las representaciones de algunos petroglifos como los del Centro Ceremonial de Caguana en Utuado. La llamada “Mujer de Caguana”,1 la cual se encuentra en un punto privilegiado del batey, es representativo del sexo femenino, como lo describe Badillo. Utilizando lo recogido por fray Ramón Pané, se nos prueba, por medio de la mitología de prehispánica/caribeña, la importancia de la mujer: “La antigüedad de esta asociación simbólica se confirma por la prominencia de la mujer en los relatos míticos antillanos”. El escritor nos ilustra un relato compilado por el fraile: Cada uno al adorar los ídolos que tienen en su casa llamados por ellos cemíes, observa un particular modo y superstición. Creen que está en el cielo y es inmortal, y que nadie puede verlo, y que tiene madre, más no tiene principio y a este llaman Yocajú Bagua Maorocoti y a su madre llaman Atabey-YermaoGuacar-Apito y Zuimaco que son cinco nombres (Sued Badillo 1989: 21)

Según entiende el profesor, la importancia de los cinco nombres: “[…] en una tradición como la arauaca, donde el número de nombres adquiridos en vida, responden a unos importantes mecanismos de diferenciación social, no puede serlo. Mediante la guerra, el guaytiao y después de experimentar situaciones peligrosas se adquirían nombres nuevos que conllevaban a ascenso social”. Esta cantidad de nombres podría ser “alusivos posiblemente, a sus poderes o manifestaciones, es reminiscencia de la tradición familiar matrilineal”. El autor nos da varios ejemplos adicionales de varios mitos en los cuales la mujer es la protagonista. Uno de los que más llama la atención es sobre el conocido dios “huracán” tanto mencionado: Siempre se ha sostenido, especulativamente, que el dios de las tormentas, o huracanes-como le llamaba el indio- debió ser masculino y llamarse también Huracán. Tal especulación, a fuerza de repetirse, se ha convertido en verdad histórica. La proyección del dualismo cristiano hizo más difícil cobrar conciencia sobre esta incorrecta apreciación del fenómeno religioso indígena. Ninguno de los cronistas de Indias, al describir los fenómenos atmosféricos asociados al término huracán, deja consignado en forma alguna, que ese fuera también el nombre del agente propiciador. Simplemente señalan, que las terribles tormentas de agua y viento en las Antillas, el indio las llamaba ‘huracán’. La deidad propiciadora se llamó Guabancex y era mujer. (Sued Badillo 1989: 25)

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Para probar este punto, nos presenta un párrafo del cronista Pedro Mártir de Anglería: Veneraban otro zeme de mármol, de sexo femenino al cual asistían como ministros dos masculinos. El uno de estos por mandato de la hembra, desempañaba el oficio de pregonero para con los demás zeme, que mandados por ella prestaban auxilio para conjurar vientos, lluvias y nubes; y el otro, dicen que por orden de la misma, congregaban en los valles aguas que corrían de las altas montañas para que, soltándose por el ímpetu de un torrente, devastase los campos si los indígenas ni habían dado al simulacro los debidos y anhelados honores (Sued Badillo 1989: 25) Vemos como, según Badillo, la divinidad que azotaba al Caribe con sus vientos y agua, era realmente una diosa, Guabancex. Y que, “Huracán, pues ni es sino la acción que precipita Guabancex y no el tan repetido “dios del mal” contrapartida forzada de Satanás en el dualismo religioso cristiano”. La mentalidad occidental y cristiana, interpretaba a su forma lo que no comprendía. En este caso el dios del mal tenía que ser masculino, como casi todas las religiones occidentales, en las cuales la mujer pasa a segundo plano. Entrando al plano político nos dice el autor que “fue significativa”. Una de las características del indígena caribeño era que, “En las comunidades como los cacicazgos, parece que la participación política de la mujer dependió del estrato social al que pertenecía. Aunque los cronistas nos hablan de asambleas populares, no precisan las fun-

ciones del “pueblo” en estas. Sin embargo, destacan el ejercicio de poder de mujeres “principales” y su parafernalia ornamental correspondiente” (Sued Badillo 1989: 27). La mujer tenía, al parecer, voz en las llamadas “asambleas de pueblo” y podía pertenecer a una clase social determinada. Aunque esto es la interpretación de los cronistas y mentalidad occidentalizada, llama la atención de la igualdad de género. Amplía sobre este tópico: “La tradición más difundida, establecía la herencia al poder político por la línea materna –rasgo propio de los órdenes basados en la parentela: a la muerte del incumbente la sucedía su hermano o hermana; y en ausencia de éstos los hijos o hijas de la hermana. En este aspecto era la mujer, pues, la que mantenía la estabilidad y la continuidad espiritual del grupo cuya estructura social se basara en la familia consanguínea”. Vuelve a darnos un señalamiento de uno de los cronistas para validar su punto. Volvemos con Mártir de Anglería: [...] dejan herederos del reino al primogénito de la hermana mayor si la hay; si no al de la segunda; y si ésta no tiene prole, al de la tercera, porque hay certidumbre de que aquella es prole nacida de la sangre; pero a los hijos de sus esposas los tienen por ilegítimos (Sued Badillo 1989: 27). Por otro lado, Gonzalo Fernández de Oviedo difiere de Anglería: Del reino o cacicado e Estados destos indios […] se heredaban e subcedia en ellos, e venía la herencia al hijo mayor de cualquiera de las mujeres del señor o cacique (Sued Badillo 1989: 29).

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Agrega sobre esta singularidad el profesor Sued Badillo: “Sin embargo, de no existir estos hijos, el proceso revertía al esquema tradicional de sucesión por la línea materna”. En la sociedad taína, “La mujer tenía, pues, acceso por la línea materna, la paterna o como esposa, según fuese el caso, a la más alta oficialidad política de su sociedad”. (Sued Badillo 1989: 31) Esta importancia de la mujer creó también un problema en la sociedad indígena. La mentalidad traída por los españoles de lo que era una monarquía la transfirieron a las Antillas. Muchas veces buscaban casarse con las llamadas cacicas para poder obtener poder de sus tribus. Para concluir este tema, “Aquellas mujeres principales cuya participación en la vida política de las comunidades indígenas antillanas fue significativa, fueron gradualmente desplazadas de sus posiciones mediante el sistema de repartimiento y encomiendas”. (Sued Badillo 1989: 32) Otra característica de la hembra fue su aportación a la economía. Eran complementarias con las del hombre. Nos recuerda Badillo de la acusación que se le hacía al hombre de que la mujer llevaba todo el peso, mientras el varón solo se ocupaba de la cacería y la pesca. Nos explica el redactor que, “Tal acusación de indolencia contra el varón indígena, constituyó entonces uno de los argumentos justificadores para la imposición del sistema esclavista por parte de los colonos del siglo 16”. (Sued Badillo 1989: 33) Pero sí, podemos afirmar que la mujer tenía algunas actividades propias de ella. Entre estas no señala Badillo, “… faenas agrícolas, recolección, preparación y conservación de alimentos, elaboración de

bebidas, medicinas, y venenos; artesanías varias”. Observamos que eran un factor importantísimo de la sociedad. Las actividades sociales también fueron parte esencial de las características de las damas en la sociedad indígena. Participaba en el juego de pelota y en los areytos. Nos dice el autor que, sobre este último, “el rol de maestro de ceremonia, reglamentado socialmente, entre nitaínos, podía ejercerlo una mujer”. O sea, las féminas podían ser parte fuerte de la sociedad en sus distintos aspectos. Algo que caracterizó a nuestros naturales fue la monogamia, “…aunque, como ya hemos mencionado, la poligamia era atributo de los grupos nitaínos dominantes” . (Sued Badillo 1989: 47) Nos explica que la educación se distinguía por las clases sociales. Añade sobre la sexualidad, […] el uso de naguas cortas es indicativo de experiencia sexual: las naguas largas son igualmente alusivas, pero estuvieron restringidas a mujeres principales. Antes de casarse parece que tuvo la joven indígena amplia libertad sexual, la cual era tolerada o fomentada socialmente” (Sued Badillo 1989: 49) Para probar este punto, Badillo nos cita a Pedro Mártir: “La mujer núbil que brindaba sus favores y se prostituía con un gran numero era reputada como muy generosa y honrada por todos”. En otro punto, complementa lo dicho con que una vez casada, “…se abstenían de relaciones extramaritales”. (Sued Badillo 1989: 49) O sea, este tipo de costumbre, al parecer era parte de la idiosincrasia del aborigen, y era mal vista por muchos de

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los cronistas. Y entendemos que algunos conquistadores también se aprovecharon de esto. Sin embargo, el Dr. Francisco Moscoso rechaza las cacicas y explica, En tiempos precolombinos no había “cacicas” como tal, es decir, mujeres ejerciendo la jefatura política. Las madres y esposas de caciques gozaban de un status de prestigio, sin lugar a dudas: pero no eran jefas. Fueron los conquistadores los que, habiendo trastocado los mecanismos de sucesión cacical, adscribieron a las viudas; o las sobrinas o hijas de los caciques, cuando faltaron y no pudieron instrumentarse las reglas sucesorias cacicales anteriores […]. (Moscoso 2008: 93) Apoyando esta opinión, volvemos a tocar el tema de la mentalidad europea monárquica. Y esto los invasores lo utilizaron para adquirir poder por medio de las mujeres, como si fueran reinos y ellos se convirtieran en reyes. Por otro lado, el mismo autor hace un análisis sobre las menciones de nuestros naturales en las crónicas. Utiliza varias fuentes que van desde el 1492 hasta el 1582. Durante ese tiempo todavía existían algunos de los llamados “taínos”. Nos deja ver algunas de las características generales de estos a la llegada de los invasores. Hace referencia más a los habitantes de nuestra Isla. En el prólogo del libro, Caciques, Aldeas, y Población de Borinquén, según el Dr. Luis González Vales, “…es mi criterio, el estudio más serio y documentado, hasta el presente, sobre el problema de la población taína en Puerto Rico…”. (Moscoso 2008:

15) Para buscar las características, tenemos que adentrarnos en los escritos de la época, como lo hace Moscoso, el cual analiza de forma acertada la información provista. Nos dice el autor, “Como es de conocimiento general, al tiempo del descubrimiento europeo de América gente de la etnia taína habitaban la isla de Borinquén, nombre indígena de Puerto Rico” (Moscoso 2008: 20). Nos describe las migraciones de los grupos culturales, desde los arcaicos hasta los arahuacos. La importancia de las procedencias de los grupos es explicada por el arqueólogo Jorge Ulloa, “…las migraciones fueron el fundamento esencial para explicar el desarrollo cultural precolombino y el motor de la evolución y el desarrollo de los grupos humanos, sobre todo en las Antillas…” (Ulloa 2000: 15). Esto ratifica lo que nos plantea el historiador puertorriqueño. Continua Moscoso, “Tras varios siglos de interacciones, asentamientos y evolución de descendientes aborígenes antillanos, los indicadores de la arqueología ponen de manifiestos el surgimiento de los taínos como etnia diferenciada y autóctona del Puerto Rico durante el siglo V” (Moscoso 2008: 19). Nos aclara Moscoso que: La formación taína se desdobló en el ámbito del Caribe antillano, particularmente a través de las Antillas Mayores (de Puerto Rico a República Dominicana y Haití, y a Jamaica y Cuba; e incluso Bahamas). Dicho proceso se desarrolló a ritmos dispares, conjugando elementos históricos comunes, así como manifestando especificidades insulares y regionales en el transcurso de los siglos

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posteriores. Aunque originaron en el contexto de una etapa histórica de tribus, desde los siglos XI en unos lugares, y XII en otros, los taínos se habían desarrollado al nivel de la etapa de cacicazgos, o estados incipientes, con todas las complejidades de la estratificación social, jerarquía política, economía, religión, derecho consuetudinario tribal, cultura e ideología que ello implica. (Moscoso 2008: 21-21) Nos deja claro el Dr. Moscoso sobre la característica formativa de la sociedad taína. Esto nos podría dar a pensar de cuál hubiera sido el desarrollo de nuestros naturales. Esto si no hubieran sido interrumpidos los invasores europeos. Otra descripción de los indios caribeños es la siguiente, Los aborígenes de las Antillas Mayores de los siglos XV y de comienzos del Siglo XVI, salvo en algunas regiones aisladas de Haití y de Cuba, no eran pequeñas bandas de cazadores y recolectores. En otras palabras, para ellos hacía mucho tiempo que se había superado la etapa de las comunidades gentilicias de grupos de parentesco primarios que reunían varias docenas de personas en cuevas o campamentos provisionales (Moscoso 2002: 27) Podemos analizar esta descripción de los antillanos. Nos aclara este historiador, que a pesar de que existieron sociedades ya bastante desarrolladas y sedentarias, también existían las que aún vivían de la recolección y en hogares provisionales. Y añade, “Antes del descubrimiento europeo los taínos, primero como tribus, y sucesivamente como cacicazgos, acumulaban un milenio de vida

histórica”. (Moscoso 2002: 27) A pesar de esto, el mismo Moscoso no aclara que existían “diferentes grados de desarrollo y con matices particulares en unos y en otros, estaban configuradas por los cacicazgos taínos”. Esto es, que en algunas de nuestras islas, se estaba desarrollando una identidad propia. Para continuar, tenemos que aclarar que el Dr. Sued Babillo, se ha dedicado al estudio de las culturas existentes en las Antillas y sus características. De forma sencilla y en base a las crónicas y cartas dejadas por los conquistadores, intenta reconstruir una cultura la cual no dejó nada escrito. Tenemos que dejarnos llevar por las descripciones de “cristianos” que veía como seres inferiores a esta civilización que ya tenía sus propias peculiaridades. El otro núcleo analizado por Badillo, lo son los Caribes, etnia controversial la cual algunos ponen en duda su existencia. Los Caribes es la raza del prehispánico y de la conquista que más polémicas ha levantado. Uno de los que indagó sobre este conjunto lo fue el propio Badillo. El profesor nos habla sobre este grupo, “La versión dualista de la cultura indoantillana tuvo su origen en los apuntes de Cristóbal Colón” . (Sued Badillo 2002: 33) Esto refiriéndose al origen de la leyenda “caribe”. En el libro Los caribes: realidad o fábula, el autor nos intenta demostrar la invención de este grupo que fue uno de los más controversiales. Comienza su análisis con las siguientes palabras; El carácter de las configuraciones sociales prehispánicas en el Caribe es un tema que continúa suscitando controversias. Una de sus vertientes más discutidas sigue girando en torno a si existió una

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“cultura” caribe o no. Han existido dos sectores de opinión sobre estas interrogantes. El primero, heredero de la tradición apologista de la conquista española de América, han sostenido que existieron dos complejos culturales, diferenciados por su origen, por sus costumbres y tradiciones sociales, por su lenguaje y, más importante aún, por una animosidad tradicional que les mantuvo en perpetua confrontación”. (Sued Badillo 2002: 1) Añade el investigador: El segundo sector de opinión ha defendido la tesis de la homogeneidad cultural en el Caribe prehispánico, argumentando que las diferencias materiales y sociales que pudieron haber existido deben comprenderse en base a sus desigualdades socioeconómicas y al surgimiento de modalidades regionales resultantes del proceso de adaptación a las variables ecológicas de casa isla. (Sued Badillo 2002: 1) Sued Badillo nos explica que, “El esquema de interpretación dualista traza su origen a las opiniones de los antiguos cronistas de Indias y a los numerosos documentos administrativos de los primeros siglos de la colonización…”. (Sued Badillo 2002: 1) Una de las características que más se concede a este grupo es la antropofagia o comer carne humana. Como bien señaló el profesor, mucho de estas peculiaridades nos las da el propio navegante Cristóbal Colón, Dize más el Almirante, que en las islas passadas estavan con gran temor del Carib, y en algunas le llamavan Caniba, pero en la Espa-

ñola Carib; y que debe ser gente arriscada, pues andan por todas las islas y comen la gente que pueden aver… . (Colón 2003: 195) Esta es una de las primeras menciones y cómo el Almirante veía y pensaba de este grupo de naturales antillanos. Vuelve a mencionar el tema de la antropofagia, “…y sabido por el Almirante, dixo que por una partele avia placido y por otra no, porque ayan miedo alos cristianos porque sin duda, dize el, la gente de allí es diz que de mal hazer y creía que eran los de Carib y que comiesen los hombres…”. (Colón 2003: 196) Esta es otra mención caracterizando a este conjunto como unos que comían carne humana. Esta es una de las primeras características atribuidas a este aparente grupo cultural. Sobre este tema, nos dice Badillo, “No fue hasta adentrado el siglo XIX que esta versión de la historia indoantillana comenzó a suscitar cierta inquietud intelectual y algunas emotivas confrontaciones”. (Sued Badillo 2002: 3) Nos menciona algunos ejemplos de personas que combatieron este argumento. “Juan Ignacio de Armas, historiador cubano, publicó en el 1884 una apasionada obra titulada la fábula de los caribes, en la que intentó desmentir la práctica de canibalismo atribuida a los barloventeños”. Añade las palabras de este autor, No había dos razas en las Antillas, sino una sola de costumbres pacíficas y dulces. La fábula de los caribes fue al principio, un error geográfico; luego una alucinación, después una calumnia. Hoy no es más que una rutina que hay que borrar de los libros de historia, de geografía, de las ciencias naturales

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y antropológicas; y lo que es más consolador, del catálogo de manchas que aún deshonran la especia humana. (Sued Badillo 2002: 3) Según el investigador, estas palabras del cubano Ignacio de Armas, resumen su propio pensar y defensa de este grupo. Otro autor en combatir este hábito lo fue el venezolano, Dr. Julio C. Salas en un libro publicado en el 1920, Los indios Caribes, estudio sobre el origen del mito de la antropofagia. Esta es una de las fuentes que utiliza Sued Badillo para combatir esta característica mal otorgada en los caribes. Nos dice este último sobre Salas y su publicación, “…puso en tela de juicio la versión dualista golpeando con gran acierto las tradicionales acusaciones de canibalismo que se habían hecho por mucho tiempo contra los barloventeños”. Continúa: Salas utilizó un impresionante acopio de datos etnohistóricos y lingüísticos en su obra para confrontar los desaciertos que sobre el indio americano había urdido el proceso de conquista. Además, acusó las implicaciones ideológicas de los escritores de su tiempo censurándoles por aceptar: “extravagantes versiones criticables a etnógrafos, que demuestran con esto la facilidad a ser influidos por la opinión ajena, que han aceptado sin someterla a la rigurosa crítica científica…”. Obras como la de Salas, profesor de Sociología de la Universidad de Mérida, pudo haber tenido honda influencia en el proceso de rectificación histórica en su país, pero en el nuestro pasó

casi desapercibida. (Sued Badillo 2002: 4) Aquí nos deja saber la importante influencia del sociólogo venezolano sobre el estudio de los caribes. Comparo el análisis de las fuentes y de los investigadores de Cuba y Venezuela con la historiografía puertorriqueña. Badillo luego de indagar lo escrito de estos dos grandes investigadores, nos deja saber el pensar los puertorriqueños como Salvador Brau y Luis Lloréns Torres. Según él, en Puerto Rico, “ningún investigador cuestionó el mito de los caribes…”. Hace mención del arecibeño Cayetano Coll y Toste sobre el tema y le dice que le correspondió, “…la tarea de representar con mayor fidelidad y constancia la versión más exagerada de aquel dualismo”. Y hace mención de la opinión del médico de Arecibo sobre su libro La Prehistoria de Puerto Rico el cual publicó en el 1897: El Caribe insular, comedor de carne fresca, de instinto belicoso y aventurero, sanguinario, cruel antropófago era antitético del Arahuco, el aborigen antillano, comedor de harinas, pacífico, hospitalario, dulce e indolente. (Sued Badillo 2002: 4) Aunque, como observamos en los pasados párrafos, la antropofagia es la aparente característica observada, posee algunas más según los testigos de una época. Otra peculiaridad de los caribes, nos dice el autor, “Se ha dicho también, que los invasores caribes solían acosar las poblaciones en las Antillas Mayores, aterrorizándolas con su marcada superioridad naval y militar, y por su habitual predisposición a alimentarse de

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sus víctimas (siempre masculinas) y robarles sus mujeres”. (Sued Badillo 2002: 2) Agrega: El argumento dualista aduce la existencia de una llamada cultura Caribe insular que supuestamente habitó las Antillas Menores. Estos caribes –se ha añadido− invadieron las islas desde algún punto continental, violentamente, algunos siglos antes de la invasión española misma. En el transcurso, los caribes dejaron una estela de horror y destrucción a su paso, exterminando y devorando a todos los varones indígenas rivales, pero reteniendo para sí las hembras. De esta unión habría de surgir una cultura mista, a favor de la cual se han aducido “evidencias” tanto de carácter lingüístico como arqueológico. (Sued Badillo 2002: 2) Sobre el papel de Puerto Rico con los caribes, “Esta confrontación –se ha dicho− le impuso a la isla de Puerto Rico la misión de “frontera de coque” entre las dos culturas; rol que hubo de continuar después de la llegada de los españoles, con la única diferencia que, a partir de entonces, la isla frontera marcaría los límites entre la civilización y la barbarie. Este aguerrido pueblo caribe demostró, pues, igual incapacidad para convivir con los europeos…”. (Sued Badillo 2002: 3) La descripción de las peculiaridades de los caribes, ha sido una de las más importantes aportaciones del Jalil Sued Badillo a nuestra historiografía. No vamos a entrar en la existencia de los caribes, opinión la cual este autor ha defendido. Estamos describiendo algunas de las etnias de los naturales. Lo que sí tenemos

que añadir sobre el tema del canibalismo es lo siguiente: “Ningún cronista francés –como tampoco español– observó práctica alguna de canibalismo, pero en cambio, algunos sí presenciaron otras prácticas, cuya parafernalia bien pudo conducir a los más incautos de ellos a derivar conclusiones equivocadas”. (Sued Badillo 2002: 96) Explica sobre las costumbres que muchos europeos confundieron con la antropofagia. Es la conservación de los restos de sus enemigos como trofeos de guerra y la de conservar despojos de sus antepasados. Sobre estos nos concluye: “Ambas prácticas intervienen en los rituales de disposición de restos mortuorios, pero pertenecen a contextos sociales diferentes que no deben confundirse”. (Sued Badillo 2002: 96) Para concluir el tema de los “caribes” utilizaremos las palabras del propio ensayista, “Bajo la designación de ‘caribe’ se han confundido diversos grupos sociales en variadas circunstancias y en diferentes épocas. Genéricamente el término aludió a los que se presentaba como amenaza indígena a la colonización y tranquilada de los poblados, tanto en el Caribe como en el continente. El término fue igualmente abusado por los colonos para encubrir sus manejos turbios y llama la atención cada vez decreciente de la metrópolis” (Sued Badillo 2002: 168-169) Para retomar unas características generales de los naturales del Caribe en general, incluyendo estos a los Taínos, Macoriges, Ciguayos y Caribes, esto según el afamado investigador dominicano Marcio Veloz Maggiolo, nos plantea los siguiente: Las características del Modo de Vida Cacical podrían resumirse prácticamente, bajo los siguientes puntos:

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1-Abandono del sistema de cultivo de roza generalizado e integración de éste y otros sistemas al cultivo en montículos en algunas zonas del Caribe. 2-Relaciones de Producción más orientadas hacia un poder centralizado, manteniéndose en su característica tribal, pero reformulando y afinado su modo de trabajo, el cual se organizará a su vez en un proceso de centralización que no tiene objetivos familiares-auto-subsistencia por ejemplo-sino sociales. 3-Una división social del trabajo por sexo y edad, en donde debido a cierto control central se diversifican los modos de trabajo. 4-Las comunidades segmentarias cada vez los son menos. Los cultivos de roza atenuados por la recolección, los sistemas nuevos como el montículo y la várzea, detiene en parte el proceso de cambio de lugar que fue común siglos antes en la selva tropical y en las primeras ocupaciones de las Antillas Menores. 5-La tendencia hacia la familia nuclear, es por tanto, mayor. El sistema de familia extensa, constituido por la vivienda bajo un mismo techo de familias amplias, se transforma en intenso, en donde el núcleo central es el padre, madre, hijos y a lo sumo abuelo. Por tanto, las grandes malocas o bohíos colectivos, son, en parte, sustituidos por bohíos pequeños o relativamente pequeños, generándose mayor número de casa y de viviendas. Es decir, la gran vivienda se “segmen-

ta” en pequeñas viviendas. Cambio total del Patrón espacial. 6-El cultivo básico de raíces (vegecultivo) se enriquece con otros cultivos, como el maíz. A su vez la producción aumenta, y se integran nuevas variedades botánicas. 7-Las redes de intercambio obligan a un sedentarismo que se basa en cierta especialización de trabajos. Productores de zonas ecológicas ricas en un mismo tipo de producción prefieren recibir intercambios y canalizar su producto al través de la nueva red. Por tanto, un mismo tipo de producción-pesca por ejemplo o recolección de mariscashace posible que un grupo quede sedentarizado en función de que recibe a cambio el complemento de su dieta. 8-Por tanto, los procesos permanentes de adaptación son más definidos, y los ciclos estacionales no resultan tanto un factor definitorio del modelo de vida. 9-Los grupos cacicales abandonan el modelo de selva tropical y generan nuevos modelos de técnicas productivas. 10-La concentración de poderes por asignación social es cada vez mayor, primero en función de las capacidades del cacique, y luego en función ya hereditaria, con especialización del poder y aceptación de capacidades heredadas. El cacique puede reunir características de brujo o shamán, jefe guerreo y jefe político.

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Estas diez características, de un modo o de otro comienzan a predominar cuando se inicia la disolución del Modo de Vida Aldeano Igualitario y se dan las condiciones para las nuevas relaciones del Modo de Vida Cacical”. (Veloz Maggiolo 1991: 179) Aquí tenemos un resumen de muchos de los cambios en el Caribe de diferentes grupos culturales. Creo que es apropiado utilizar esta información ya que cubre las grandes Antillas y las Menores y nos deja ver una unión caribeña.

en los diferentes cultivos y dietas entre los habitantes de las mismas. El origen arahuaco, venidos de América del Sur, está presente en los escritos. Esta es la teoría más aceptada del origen de nuestros antepasados. Por esta razón, aún antropólogos visitan la zona de Venezuela para ver cómo pudieron haberse comunicado y comportado los llamados “taínos”. Se utilizan muchos los estudios lingüísticos de estas tribus, ya que existen palabras muy similares en su hablar, entre lo que dejaron los cronistas y lo que se ha compilado en la actualidad. La explicación sobre el término “caribe” sobre lo que se refería Colón de que “comían carne”. Ambos llegan a la conclusión que fue un error en la transcripción o que fue intencional para poder gestionar la esclavitud de los mismos. Hasta la mención del sexo femenino hace presencia en ambos, aunque de forma más explicativa en Sued Badillo, ya que él publicó un libro sobre este tan importante tópico. Aunque Moscoso hace mención sobre las mujeres, su análisis se diferencia. Este nos dice que nunca existieron cacicas antes de la conquista. Y Badillo nos presenta que sí, y da a las crónicas como fuente. Ahora, sobre este último, ¿sería una interpretación errónea de los conquistadores y malinterpretación de nuestro ensayista? Como quiera, uno utiliza la información provista y con base en la misma se llega a sus propias conclusiones. Lo que sí, muchas de estas descripciones y características escritas en las crónicas y memorias, tenemos que tener en cuenta que son de un punto de vista imperialista. Por lo tanto, tenemos que profundizar más en ellos para poder llevar a conclusiones objetivas.

Conclusión Durante este ensayo, hemos observado las características de los naturales de nuestras Antillas. Pudimos ver cómo los autores Francisco Moscoso, Jalil Sued Badillo y algunos otros utilizados para reforzar a estos autores, están de acuerdo en muchas de sus descripciones. Ambos utilizaron fuentes similares, ya que lo que conocemos de la forma de ser de los taínos se lo debemos a los cronistas y sus descripciones. Estos lo complementaron con la arqueología para llegar a sus propias conclusiones. Las mismas son muy parecidas e inclusive la visión marxista está presente en ambos autores. Otra similitud es el tipo de desarrollo de los taínos y dependiendo el ambiente que los rodea. Cada tierra tenía unas características particulares, y esto era parte de las propiedades únicas en el progreso de estos. Podríamos dar por ejemplo las diferencias geográficas entre Puerto Rico, Cuba y La Hispaniola. El tamaño, lo accidentado de la tierra, hace que la flora y fauna sean diferenciadas en cierto grado entre las islas. Este aún lo podemos observar en la actualidad

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FERDINAND ÁLVAREZ Historiografía indígena

_____. Los caribes: realidad o fabula. (Edición original) Editorial Cultural. Impreso en Colombia (2002). Veloz Maggiolo, Marcio. Panorama Histórico del Caribe Precolombino. Edición del Banco Central de la Republica Dominicana. Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Impreso en República Dominicana (1991).

Notas 1 Walter Murray Chiesa fue que bautizó ese petroglifo con ese nombre. Bibliografía Libros Alegría, Ricardo. Las primeras representaciones gráficas del indio americano. Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Impreso en España (1986). Colón, Cristóbal. Textos y Documentos completos. Segunda Edición, tercera reimpresión. Edición de Consuelo Varela. Nuevas Cartas: Edición Juan Gil. Alianza Universidad. Alianza Editorial. Impreso en España (2003). Gómez Acevedo, Labor y Manuel Ballesteros Gaibrois. Vida y cultura precolombinas de Puerto Rico. Editorial Cultural. San Juan, Puerto Rico (1993). Moscoso, Francisco. Agricultura y Sociedad en Puerto Rico, Siglos 16 al 18: Un acercamiento desde la historia. Instituto de Cultura Puertorriqueña. Colegio de Agrónomos. San Juan, Puerto Rico (1999). _____. Caciques, aldeas y población taina de Borinquén. Puerto Rico 1492-1582. Academia Puertorriqueña de la Historia. Impreso en Colombia (2008). Salas, Julio C. Los indios Caribes. Estudio sobre origen del mito de la antropofagia. Editorial Nuevo Mundo. Impreso en Estados Unidos (2016). Sued-Badillo, Jalil. La mujer indígena y su sociedad. Editorial Cultural. Impreso en Puerto Rico (1989). _____. Cristóbal Colón y la esclavitud del indio en las Antillas. Fundación Arqueológica, Antropológica, Histórica de Puerto Rico. Impreso en República Dominicana (1983).

Revistas Ulloa Hung, Jorge. “Migraciones en el Caribe precolombino”. El Caribe Arqueológico. Publicación de la Casa del Caribe. Núm. 4, Año. 2000.

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JOSÉ E.EXÉGESIS MURATTI TORO Exégesis Exégesis 3 Segunda Época

Barbara Tuchman y la historia como narración [historia-metahistoria-literatura]

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n 1978, Barbara Tuchman, una historiadora estadounidense formada en la academia y la cultura liberal del este de los Estados Unidos durante las primeras tres décadas del siglo XX publicó The Last Salute, la historia sobre el primer saludo de una nación europea a los recién autodeclarados Estados Unidos. En este, su último libro, la historiadora detalla el significado, el simbolismo que tuvieron los once cañonazos con que el gobernador Johannes de Graaff saludó el Andrew Doria, buque mercante inglés convertido en barco de guerra norteamericano, al llegar el 16 de noviembre de 1776 a la colonia holandesa St. Eustatius en el Caribe. The Last Salute es, en cierta medida sin proponérselo, el primer reconocimiento por un/a historiador/a estadounidense del rol del Caribe en la Guerra de Independencia de su país, aparte del artículo «St. Eustatius in the American Revolution» por Franklin J. Jameson en el American Historical Review de 19031 e, indirectamente, The Influence of Sea Power upon History2 de Alfred T. Mahan de 1890. Barbara Tuchman desarrolló un acercamiento literario a su narrativa que ha convertido sus textos en fuentes, parecería que inagotables de datos, aunque sin los tropiezos implícitos en las notas al calce y

…el escritor de historia… tiene un deber vis-à-vis el lector… Lo primero es destilar… ensamblar la información, darle sentido, seleccionar lo esencial, desechar lo irrelevante… para que forme una narrativa dramática en desarrollo… la narrativa es la sangre vital [lifeblood] de la historia. –Barbara Tuchman

la búsqueda de fuentes primarias y secundarias. Aunque este acercamiento le ganó el rechazo del establishment historiográfico de principios de siglo, sus dos premios Pulitzer catapultaron sus narraciones de dos significativos eventos históricos, uno europeo (The Guns of August) sobre el comienzo de la Primera Guerra Mundial, otro sobre la relación de los EE.UU. con la China (Stilwell and the American Experience in China) sobre la política externa de los EE.UU. en la China presocialista, a un público masivo que rara vez tiene se interesa por conocer su propia historia fuera de la ficción. Sus libros leen como novelas por su habilidad de narrar en tres planos diferentes. El primero asume el punto de vista de protagonistas claves y revela tanto los trasfondos biográficos, y su formación dentro del contexto cultural donde asumieron el rol que desempeñaron, así como los rasgos de personalidad que incidieron en las decisiones que tomaron. El segundo es su rol como una especie de observadora partícipe. Siempre que pudo, Tuchman visitó los lugares donde se desarrollaron los acontecimientos que narra y, en el caso de sus contemporáneos, pudo conversar con actores claves y secundarios cuyas perspectivas matizaron sus testimonios y la importancia de sus roles. El

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recuento que incluye desde las estructuras y matices de los escenarios, como las expresiones de testigos y supervivientes, confiere un grado de veracidad y por lo tanto, de confiabilidad, a su narrativa que hace casi imposible que el lector no concluya que lo que ella describe es lo que verdaderamente ocurrió. El tercer plano desde el que Tuchman elabora su narrativa es el de una narradora omnisciente que entra y sale de la trama para comentar sobre la naturaleza humana que se manifiesta, tanto en las pasiones como en las estructuradas racionalizaciones de sus actos, tanto en la naturaleza de los personajes en posiciones de poder, cuyos rasgos de personalidad con frecuencia supeditan el uso del buen juicio que exigen las circunstancias a la imposición de sus prejuicios y caprichos, como las falacias en que creen y convierten en discursos de lo ocurrido. Este rasgo ella lo llama folly, que en castellano es un cruce entre locura y disparate. De hecho, su intento de escribir una historia occidental, se titula The March of Folly: from Troy to Vietnam,3 en la que detalla las locuras-disparates que desembocaron en la malaventura de Troya, en las arbitrariedades del poder durante la Edad Media, en el fracaso de Gran Bretaña en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, y en cómo los Estados Unidos «se traicionaron a sí mismos» con la Guerra de Vietnam. Pero para entender a Tuchman como historiadora resulta imprescindible recurrir a su Practicing History - Selected Essays,4 publicado por primera vez en 1935. Tuchman era rankeana e historicista. En Practicing History… confiesa su temor que se traduce a desconfianza de las “filosofías de la historia” toda vez que abrigan “…el

riesgo para el historiador de sentirse tentado a manipular sus hechos (facts) en beneficio (interest) de su sistema, lo cual resulta en historias más fuertes en ideología que en ‘como en realidad fue”. Y añade que de sus ensayos se puede inferir su visión de: […] la historia como accidental y tal vez cíclica, de la conducta humana como una corriente continua que atraviesa campos interminables de circunstancias cambiantes… de corrientes cruzadas y contracorrientes –corrientes usualmente presentes para contradecir las generalizaciones demasiado fáciles…– el material tiene que preceder la tesis, esa narrativa cronológica es la espina doral y el flujo sanguíneo que acerca más la historia a “como fue en realidad”… sin importar el tema, tiene que ser escrita desde la perspectiva de la retrospectiva.5 La desconfianza de Tuchman hacia las filosofías de la historia por el peligro de que se presten para manipular los datos en beneficio de una ideología, refleja la perspectiva occidentalista –burguesa-capitalista– de que solamente el cuestionamiento o la denuncia del sistema económico-político, la intencionalidad de los protagonistas, y los historiadores que les narran, es el resultado de una ideología de oposición y subversión del orden establecido. En otras palabras, solo el desafío al cánon del mundo capitalista es ideológico, a diferencia de la normalización del orden establecido. No se puede perder de perspectiva que Tuchman publicó estos ensayos por primera vez en 1935, cuando trabajaba para la Oficina de Inteligencia Naval de los Estados

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Unidos y tras su visita a un Japón incipientemente imperialista e invasor de Corea y la China. Su tío, Henry Morgenthau Sr., en unos años se convertiría en el embajador de los Estados Unidos en Turquía. La formación cultural de la historiadora había tenido lugar en el seno de una acaudalada familia judía de Nueva York, y la académica en Radcliffe, una de las más prestigiosas universidades del este de los Estados Unidos. Dentro de la alta sociedad liberal del noreste de los EE.UU., se expuso tanto a la polarización fascista-socialista en Europa que culminaría en la Segunda Guerra Mundial, como al desarrollo del liberal estado benefactor con que Franklin Delano Roosevelt rescató al país de la debacle económica del 1929, y que su primo Henry Morgenthau Jr. contribuyó a diseñar e implantar.

Barbara Tuchman

La formación literaria de Tuchman –su primera concentración en Radcliffe–, y su particular inclinación a construir una narrativa histórica pródiga en datos, perspectivas y significaciones, le permitió desarrollar el estilo narrativo novelístico que la distingue. En Practicing History…, Tuchman plantea que para escribir historia resulta imprescindible «cautivar al lector y hacer del tema [algo] tan atrayente y excitante a éste como lo es para

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mí».6 Este estilo, esta «compulsión a comunicar la magia» advierte, fue lo que la llevó a fracasar en su tesis de bachillerato, pero la adoptó exitosamente al hacerse constantemente la pregunta de Catherine Drinker Bowen: “¿Pasará la página el lector?”. Probablemente influenciada por los historiadores estadounidenses de la época, Carl Becker y Charles Beard, Tuchman formó parte del movimiento dentro de la historiografía estadounidense que rechazaba el materialismo histórico europeo del que eran reconocidos expositores Georg Lukácz, Theodor Adorno y Walter Benjamin, y desarrollaba su propio estilo positivista e historicista. Su proclividad a privilegiar las fuentes primarias –lo que realmente ocurrió–, así como su inclinación a ver la historia como «una corriente continua que atraviesa campos interminables de circunstancias cambiantes» le convenció de que los significados de todos los acontecimientos solo resultaban comprensibles en el tiempo y el espacio en que tenían lugar, mediante «esa narrativa cronológica [que] es la espina doral y el flujo sanguíneo que acerca más la historia a como fue en realidad» [Bastardilla añadida]. Este argumento sostiene que el historiador facilita la transición hacia el progreso al trascender lo pasado, la superación de lo arcaico para allegarse a la modernidad. Su pretensión de ser inclusivos en cuanto a la aplicabilidad de las lecciones del pasado, minimiza o excluye las diferencias entre países y culturas. En el caso de Tuchman, su estilo novelístico propone una homogeneización de la naturaleza humana por las ampliamente documentadas debilidades y fortalezas de sus líderes y respectivos países. Esta perspectiva,


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se puede argüir que inclina la balanza del conocimiento de la historia hacia las actuaciones individuales de los protagonistas en vez de la perspectiva del triunfo de los imperios7 por motivaciones íntimamente vinculadas al acaparamiento de territorios, materias primas y capital en extranjero, una vez agotados o monopolizados los recursos internos. Para Tuchman la historia siempre se escribe desde la conquista de la adversidad, y esa conquista, siempre ocurre desde la voluntad de uno o un puñado de hombres. La descripción de Tuchman sobre lo que distingue, y debe hacer el historiador, de una forma tal vez cándida y poco pretensiosa, resalta lo que deben ser las prioridades del oficio, así como la importancia de descansar en la selección, sin conceder que esta pueda obedecer a una particular visión de mundo. Esta perspectiva provoca reflexionar sobre su selección de las fuentes primarias y secundarias dado su trasfondo cultural nuevayorquino y de clase, su relación con las agencias de inteligencia de los Estados Unidos. También resulta ostensible dada su vinculación con el Partido Demócrata estadounidense a través de su abuelo y su tío, durante la presidencia de Franklin Delano Roosevelt y su primo Robert Morgenthau, quien fuera Fiscal de Distrito de Nueva York para la época en que Tuchman escribía este su último libro. El planteamiento de Tuchman sobre la justificación de su preferencia, se evidencia al decretar que: […]el escritor de historia… tiene un deber vis-à-vis el lector… Lo primero es destilar… ensamblar la información, darle sentido, seleccionar lo esencial, desechar lo irrelevante… para que forme una

narrativa dramática en desarrollo… la narrativa es la sangre vital [lifeblood] de la historia.8 [Énfasis añadido] El proceso de destilar los datos primero mediante la selección de lo esencial y desechar lo irrelevante obedece a lo que el historiador especula, supone, propone, fueron las visiones sobre los acontecimientos que tuvieron los actores de los sucesos motivos de estudio, cuáles fueron sus motivaciones, y cómo sus acciones cambiaron el curso de los eventos que resultaron relevantes para el historiador investigar. Los valores, que referenciaba Lukácz, a efectos de que quienes protagonizan los sucesos rigen sus pensamientos y las acciones que redundan en los cambios, preseleccionan la materia prima de la historia. Cuando el historiador compendia los sucesos que él cataloga pertinentes, veraces o significativos, obedece a sus propios valores sobre su significado, y por qué amerita estudiarlos. “… [D]esechar lo innecesario requiere valor… el arte de escribir… es resistir el engaño y aferrarse al tema...”9, añade Tuchman evidenciando su preferencia. La narrativa de Tuchman, que sin duda puede categorizarse como arte, se destaca por la minuciosidad de los detalles con que, al margen de las acciones que les inmortalizaron, revela las locuras y disparates (su famoso folly) de los protagonistas. Estos pormenores enriquecen la representación de los sucesos y revelan las motivaciones que convierten los actores en prototipos, así como en los representantes de las abstracciones que atribuyen esa particularidad individual a naturaleza humana. Tuchman, se categoriza como una narradora de la historia con matices de historia novelada, o dicho de otro modo, «una contadora de historia (storyteller), una

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narradora que maneja historias (stories), no ficción, que, a su vez, se reafirma como historiadora toda vez que “[s]olo utilizo fuentes primarias…”.10 Tuchman integra la poética con la filosofía por su capacidad de trasladar, en lenguaje aristotélico, la ciencia a la poesía, al aplicar la naturaleza especulativa de la historia a una narrativa en estilo literaria, aunque sin rebasar las fronteras de la ficción. Al igual que Tommaso Campanella, en su obra Cinco partes de la filosofía racional, integra la gramática, la retórica, la dialéctica y la poética con la historiografía la cual llama «el arte de escribir correctamente la historia» (bastardillas añadidas), Tuchman se esmera en convertirse en una escritora que cuenta la historia, en singular, con el propósito y la disciplina de compartir el conocimiento del pasado11 y del cual se desprende la filosofía: la búsqueda de la razón de ser del ser humano, de la naturaleza de su humanidad. En su recurrente referencia a lo que realmente ocurrió, Tuchman conviene con el positivismo comtiano y durkheimiano que influía la historiografía estadounidense de principio del siglo XX. Pero su principal referente sigue siendo Ranke cuyo desarrollo intelectual influenciado por la Ilustración le llevó a privilegiar los hechos por sobre todas las posibles interpretaciones que históricamente habían sido regidas por los cánones cristianos. Al igual que Ranke, Tuchman desconfiaba de toda referencia o interpretación que no obedeciese exclusivamente a los hechos, otorgándole legitimidad a las fuentes primarias por sobre las secundarias que pudiesen poner en entredicho las motivaciones de los autobiógrafos tratárase de un Julio César o un Josefo, o los recuentos de la Revolución Francesa de Michelet en compa-

ración con la de Tocqueville.12 “Leopold von Ranke… encontró ‘la verdad más interesante y hermosa que el romance’”, añade Tuchman en Practicing History, “…Ranke… estableció la tarea del historiador: descubrir eigentlich gewessen ist… como ocurrió de verdad…”.14 En un no intencionado desafío a Ranke un siglo después, Fernand Braudel habría de señalar que la historia se define en el momento en que se escribe, retando su proposición de que la historia se debe circunscribir a describir los sucesos tal como acontecieron, partiendo de la premisa de que «la historia ni pasa juicio sobre el pasado ni pretende ofrecer fórmulas útiles para el presente». Tuchman concede que la pretensión de Ranke es, cuando menos, ilusoria, cuando más, fallida. Al renunciar a la certeza de que lo recapturado es fidedigno y que la selección es determinante, renuncia a una historiografía que pretende ser objetiva y, como tal, libre de ideología. “Nunca podemos estar seguros que la hemos capturado como ocurrió de verdad…”, insiste. “Nunca tendremos la certeza que lo que hemos recapturado como en realidad ocurrió… La selección es lo que determina el producto final…” (Bastardilla añadida). La selección de los eventos en los que los recién proclamados independientes Estados Unidos recibieran reconocimiento y apoyo de parte de Holanda desde su colonia caribeña de St. Eustatius, en noviembre de 1776, no fue fortuita. El primer saludo definitivamente marca un hito en el reconocimiento europeo y, por ende, internacional de la primera colonia del Nuevo Mundo en decidir independizarse de un imperio. No obedeció a la casualidad de que hubiese sido Holanda la que había logrado su independencia del imperio español 195 años antes, y

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que mantenía una beligerante rivalidad con Inglaterra desde 1652, que era conocida por la nación en ciernes. Dada la feroz competencia entre ambos países por el comercio internacional, especialmente el triangular entre Europa, África y las Américas, resulta sumamente significativo que fuese Holanda la que inicialmente decidiera apoyar a los revolucionarios. Finalmente, el interés de Tuchman hacia el origen y el enaltecimiento del carácter holandés de los Roosevelt, con quienes desde su abuelo hasta sus primos mantuvieron una estrecha relación política durante más de medio siglo, posiblemente también jugó un papel determinante en la selección de The First Salute como tema de investigación, como suceso significativo de la Guerra de Independencia, como ejemplo de colaboración euro-estadounidense. Este ejemplo resulta aún más significativo en el contexto de la relación entre el Caribe y las Trece Colonias en su lucha por su independencia. Se ha detallado en el texto “El Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos”, del autor de este ensayo, la amplia gama de colaboraciones que brindaron a los revolucionarios norteamericanos tanto España como sus territorios de Cuba y Louisiana, en la costa del Golfo de México, como una especie de extensión del mar Caribe. Sin embargo, las referencias de Tuchman, cuyas aportaciones a la historiografía occidental, al Caribe fuera de St. Eustatius no guardan proporción con la importancia militar y económica que tuvieron. En contraste, la detallada descripción del rol del Almirante George Brydges Rodney en la defensa de las colonias británicas caribeñas, en términos de la extensión del texto dedicado a Rodney, exceden propor-

cionalmente las aportaciones del Almirante dentro del conflicto entre Gran Bretaña y las Trece Colonias. La tabla de contenido de The First Salute dedica un capítulo al saludo, uno a la Isla Dorada, dos a los holandeses, dos a las fuerzas navales norteamericanas, uno a Rodney, otro a los franceses y cuatro a la Revolución. En el índice, hay cuatro referencias a España con relación a la Revolución (hay trece en relación a Inglaterra, Holanda y el resto de Europa), cuatro referencias a Cuba, cuatro a La Habana, ninguna a Louisiana, ninguna a Nueva Orleans, al rey Carlos III, a Bernardo de Gálvez, o a Juan de Miralles. “La selección es lo que determina el producto final…”, plantea Tuchman en Practicing History. Los aspectos de la relación entre España y el Caribe que la hiciera ganadora de dos merecidos premios Pulitzer desechó por considerarlos “innecesario[s]” al «resistir el engaño y aferrarse al tema», reflejan la contundencia de la subjetividad implícita en todo proceso de historiar, o de escribir historias (stories) que Tuchman hizo magistralmente toda su vida. Los intereses particulares del historiador guardan una estrecha relación con lo que se entiende que ha influenciado el presente. La curiosidad por verificar o hallar nuevas perspectivas sobre lo ocurrido no se ocupa de lo que se considera acertadamente documentado. Pero el presente tiene la buena o mala costumbre de recurrir al pasado para intentar explicar o desafiar el orden establecido más allá de las versiones oficiales de los hechos. Al rescatar ese primer saludo de los ficheros del olvido, Barbara Tuchman premeditadamente redimió la pertinencia del reconocimiento de Holanda a la nueva nación en medio de una conflagración que

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cambiaría el concepto de nación, de poder y de república que gobernaron a Europa y, por su incursión imperialista, en el resto del mundo durante siglos. También destacó el carácter, los rasgos de personalidad ampliamente descritos en la perseverancia y la valentía de los habitantes de las siete provincias que decidieron convertir un territorio empantanado por los ríos y el mar, en una nación paradójicamente llamada Holt Land, la tierra de muchos árboles: Holanda. La recurrente e incisiva crítica de Tuchman a los ingleses durante la Guerra de Independencia en The Last Salute, que también fue su tema de tesis, parecen apuntar a una admiración por las cualidades de los holandeses a las que no parece encontrar equivalentes en los británicos que, después de todo, fueron los verdaderos fundadores de su nación. Su severa crítica a los ingleses también llama la atención en The Guns of August, su recuento del comienzo de la Primera Guerra Mundial que le mereciera el primer Pulitzer, y a la cual le dedica cinco de los diecinueve capítulos de The March of Folly. La aportación de Barbara Tuchman al rescate del rol del Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, dada hasta entonces exigua historiografía sobre el tema, sentó las bases para que más historiadores se interesaran por documentar las aportaciones de España, Cuba y Louisiana a la lucha por la independencia de las Trece Colonias. Las bibliografías examinadas revelan que hasta 1978 en los Estados Unidos solo se habían publicado cuatro libros y siete artículos sobre el rol de España y el Caribe en dicha guerra. The First Salute definitivamen-

te abrió la puerta para una que se realizaran decenas de otras publicaciones sobre el tema. Sin embargo, aún prevalece la percepción, se podría afirmar que de gran parte de la ciudadanía de los Estados Unidos, sobre su excepcional transición de colonia a república con alguna ayuda de Francia, a líder económico y militar del mundo gracias a sus propios ideales, ingenio, riquezas naturales y perseverancia. Barbara Tuchman: “La selección es lo que determina el producto final…”. Notas 1 Jameson, Franklin J. American Historical Review. Vol 8, July 1903. 2 Mahan, Alfred T. The Influence of Sea Power upon History. Boston. 1890. 12va ed., 1918. 3 Tuchman, Barbara. The March of Folly: from Troy to Vietnam. Chicago: University of Chicago Press, 1951. 4 Tuchman, Barbara. Practicing History - Selected Essays. New York: Random House Publishing Group, 1981. 5 Tuchman, B., (1981). Op cit., pp. 8-9, [traducción de este investigador]. 6 Tuchman, B., (1981). Op cit., p. 17. 7 Appleby, Joyce, Lynn Hunt & Margaret Jacob. Telling the Truth about Histor y. New York: Norton, 1994. (http://ir.uiowa.edu/cgi/viewcontent. cgi?article=9931&context=annals-of-iowa). 8 Tuchman, B., (1981). Op cit., p.18. 9 Tuchman, B., (1981). Op cit., p. 17. 10 Tuchman, B., (1981). Op cit., p. 18. 11 Campanella, Tommaso. Philosophiae rationalis partes quinque, videlicet Grammatica, Dialectica, Rethorica, Poetica, Historiographia, iusta prapria principia.

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Cita por Nicola Abbagnano en su Diccionario de filosofía, traducción de Alfredo N. Galleti, 2ª ed. México: Fondo de Cultura Económica, 1974, p. 617. 12 Mayer, J. P. Alexis de Tocqueville. Estudio biográfico de ciencia política. Madrid: Tecnos, 1965, p. 50. 13 Tuchman, B., (1981). Op cit. p. 18. 14 Paco Álvarez, Elsa, “Sobre Leopold von Ranke”, (file:///C:/Users/jemur/ Bibliografía Appleby, Joyce, Lynn Hunt & Margaret Jacob. Telling the Truth about History. New York: Norton. 1994. (http://ir.uiowa.edu/cgi/viewcontent. cgi?article=9931&context=annals-of-iowa) Campanella, Tommaso. Philosophiae rationalis partes quinque, videlicet Grammatica, Dialectica, Rethorica, Poetica, Historiographia, iusta prapria principia. Cita por Nicola Abbagnano en su Diccionario de filosofía, traducción de Alfredo N. Galleti, 2ª ed. México: Fondo de Cultura Económica, 1974. Jameson, Franklin J. American Historical Review. Vol 8, July, 1903. Mahan, Alfred T. The Influence of Sea Power upon History. Boston. 1890. 12va ed., 1918. Mayer, J. P. Alexis de Tocqueville. Estudio biográfico de ciencia política. Madrid: Tecnos, 1965. Paco Álvarez, Elsa. “Sobre Leopold von Ranke”. (file:///C:/Users/jemur/

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EXÉGESIS ÁNGEL NOEL VEGA Exégesis Exégesis 3 Segunda Época

Constructivismo: fundamentos filosóficos y su aplicabilidad al proceso educativo El enfoque educativo constructivista no es substancialmente nuevo. Hace más de dos mil años ya Protágoras había señalado que “El hombre es la medida de todas las cosas: de las que existen, como existentes; de las que no existen, como no existentes”.* En una sociedad de tradición idealista, una propuesta de este tipo contrarrestó la visión de un mundo controlado y manipulado por postulados de autoridad divina. Este enfoque propone al ser humano como el único responsable de sus productos y es un paso en el proceso mediante el cual este toma control de sus acciones y de su vida. Posteriormente, en el siglo 18, la filosofía de Kant aportó al desarrollo del constructivismo cuando afirmó que la realidad no se encuentra “fuera” de quién la observa, sino que en cierto modo ha sido “construida” por su aparato cognoscitivo. Recientemente, WatzlaWick y Krieg (1998) se opusieron a la noción de que las propiedades de un observador no entran en la descripción de sus observaciones. Estos autores señalaron que “la objetividad es la ilusión de que las observaciones pueden hacerse sin un observador”. Una teoría donde se propone que el conocimiento es un reflejo de lo que se encuentra fuera del ser humano, ya no es sostenible; por ende, la realidad es

Bases filosóficas del constructivismo urante la modernidad, el desarrollo del conocimiento se mantuvo enmarcado dentro de los parámetros de una realidad que respondía a las leyes de causa y efecto. En la época contemporánea los desarrollos en los campos de la ciencia, la globalización de la economía y las transformaciones sociales profundas, entre otros factores, han provocado una ruptura con la forma tradicional en que se interpreta la realidad. Esta visión paradigmática emergente ha modificado radicalmente los propósitos de la educación. La misma sugiere que los mismos se enfoquen hacia procesos que habiliten al estudiante a asimilar nuevas ideas, percibir nuevas estructuras teóricas y prácticas, solucionar problemas poco convencionales y a construir nuevos conocimientos para enfrentar las contingencias de un mundo complejo y diverso. Ante esta necesidad, se ha propuesto la implantación del constructivismo como guía filosófica para enmarcar el proceso educativo. Precisamente en este enfoque, se visualiza al educando como un ente proactivo en el desarrollo cognoscitivo y el maestro como un facilitador de información, destrezas y valores (Bruner, 1960).

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ÁNGEL NOEL VEGA Constructivismo: fundamentos filosóficos y su aplicabilidad al proceso educativo

un resultado de los procesos perceptivos y de la creatividad humana. En el campo de la psicología, la teoría de la Gestalt refleja esta visión filosófica mediante el principio de “el todo es mayor que la suma de las partes”. Según los proponentes de esta teoría, ante un escenario, los observadores pueden captar distintas realidades. Aparentemente, lo que cada persona observa depende de la información que ha sido previamente almacenada en su cerebro. Esto implica que la captación, procesamiento y la elaboración del conocimiento es un proceso activo que se fundamenta en información adquirida previamente. Implica, además, que cada ser humano construye una imagen mental única, combinando información previamente obtenida y grabada en el cerebro, con la información que se genera a través de los órganos sensoriales. Como el nombre lo sugiere, el constructivismo hace énfasis en la construcción del conocimiento que ocurre en la mente del individuo mientras se aprende. Watzlawick y Krieg (1998) postularon que el cerebro no es un mero recipiente donde se depositan las informaciones, sino una entidad que construye la experiencia y el conocimiento; los ordena y da forma. Estos teóricos, además le imprimieron amplitud y complejidad al concepto de constructivismo al indicar que para el observador existe una realidad de primer orden y otra de segundo. En el primer orden están los objetos con sus propiedades puramente físicas, y en el segundo, el sentido, el significado y el valor que les atribuimos. En este último, no existen ya criterios objetivos. Agregaron que es el lenguaje lo que le imparte la objetividad a lo observado. Al hablar, se va creando la realidad junto con las personas

con quienes se interactúa. De esta manera, sobre la base de las experiencias, se crea y se modifica la identidad, que se transforma permanentemente en virtud del contexto, de las circunstancias de las interacciones y de las características y expectativas de otros seres humanos. En el constructivismo se analizan aquellos procesos de percepción, de comportamiento y de comunicación, a través de los cuales los seres humanos construyen las realidades individuales, sociales, científicas e ideológicas. (Watzlawick y Krieg, 1998) El constructivismo y su aplicabilidad al proceso educativo El constructivismo es un modelo educativo que emana de los principios epistemológicos que conforman la escuela psicológica del Cognoscitivismo. Esta escuela, contraria al Conductismo, visualiza la educación como un proceso interno donde el individuo es capaz de tener una visión particular de la realidad y construir sus propios esquemas de conocimientos. “Al cognoscitivismo le interesa la representación mental y por ello las categorías o dimensiones de lo cognoscitivo: la atención, la percepción, la memoria, la inteligencia, el lenguaje, el pensamiento y para explicarlo puede, y de hecho acude a múltiples enfoques, uno de ellos el de procesamiento de la información; y cómo las representaciones mentales guían los actos (internos o externos) de sujeto con el medio, pero también cómo se generan (construyen) dichas representaciones en el sujeto que conoce”. (Ferreiro, 1996) Este autor agregó que el desarrollo cognoscitivo es, el proceso independiente de decodificación de significados que conducen a la adquisición de conocimientos a largo plazo y al desarrollo de estrategias

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que permitan la libertad de pensamiento, la investigación y el aprendizaje continuo en cada individuo, lo cual da un valor real a cualquier cosa que se desee aprender. El constructivismo implica modelos de acción, reacción y sentido crítico. En otras palabras, “el aprendizaje se forma construyendo nuestros propios conocimientos desde nuestras propias experiencias” (Ormrod, 2003). Aprender es, por lo tanto, un esfuerzo muy personal por el que los conceptos interiorizados, las reglas y los principios generales puedan consecuentemente ser aplicados en el contexto del mundo real y práctico. De acuerdo con Bruner (1996), el profesor actúa como facilitador que anima a los estudiantes a descubrir principios por sí mismo y a construir el conocimiento trabajando en la resolución de problemas reales o simulaciones, normalmente en colaboración con otros alumnos. Esta colaboración también se conoce como proceso social de construcción del conocimiento. En este constructo teórico, el educando es quien aprende involucrándose con otros educandos durante el proceso de construcción del conocimiento (construcción social), tomando la realimentación como un factor fundamental en la adquisición final de contenidos. Para Piaget (1962) y Vigotsky (1978), el desarrollo cognoscitivo es un fenómeno complejo porque no se trata de la adquisición de respuestas mecánicas como postula el conductismo, sino de un proceso de construcción de conocimientos. El constructivismo, como perspectiva epistemológica y psicológica, propone que las personas forman o construyen mucho de lo que aprenden y entienden, mientras subraya la

interacción de las personas con su entorno en el proceso de adquirir, y refinar, destrezas y conocimientos. Para Vigotsky (1962), la acción humana, por definición, utiliza instrumentos mediadores, tales como herramientas y el lenguaje, y estos dan a la acción su forma esencial, por lo que, es más importante que la acción mediada: las estructuras cognoscitivas se modifican no por la actividad en sí misma sino por la forma en que las herramientas y signos de que se dispone hacen posible esa actividad. De acuerdo con Hein (1991), los principios fundamentales del constructivismo se resumen de la siguiente manera: • La adquisición de conocimientos destrezas y valores es un proceso activo en el que el educando utiliza sus sentidos e información previa para construir significados. • Los educandos aprenden a prender en la medida en que aprenden. El desarrollo de conocimientos consiste en construir significados y construir sistemas para generar significados. Cada significado que se construye mejora la habilidad para dar significados a otras experiencias que pueden adaptarse en un patrón similar. • La acción mental es esencial en la construcción de significados; sin embargo, la acción física podría ser necesaria para la adquisición de conocimientos, especialmente en niños. En el proceso educativo hay que proveer actividades que involucren tanto la mente como el cuerpo. El desarrollo de conocimientos involucra el

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ÁNGEL NOEL VEGA Constructivismo: fundamentos filosóficos y su aplicabilidad al proceso educativo

lenguaje. La investigación evidencia que el uso del lenguaje hablado aumenta las ganancias en el proceso educativo. Lenguaje y desarrollo cognoscitivo están entrelazados • El desarrollo cognoscitivo es una actividad social. Se aprende a través de la interacción con otras personas. • La adquisición de conocimientos es contextual. No se aprenden teorías y datos aislados de lo que es pertinente a las vidas de los seres humanos. Las experiencias previas sirven de referencia para la construcción de conocimientos • Se necesita conocimiento para aprender. No es posible asimilar conocimientos nuevos sin tener una estructura previa que permita construir nuevos conocimientos. Entre más conocemos más capacidad de aprendizaje se tiene. • Aprender toma tiempo. No se construyen conocimientos de forma instantánea. Se necesita repetir, reflexionar y practicar lo aprendido. De esta manera los conocimientos se harán más permanentes el conocimiento. • La motivación es un elemento esencial en el proceso educativo. Los componentes cognoscitivo y afectivo se complementan en el proceso educativo.

y educativas esta dinámica ocurre aparentemente inadvertida. No hay que reflexionar profundamente para conocer los verdaderos motivos de este tipo de inacción. No obstante, como educadores con una conciencia global y crítica, tenemos que ser activos y reactivos ante tales circunstancias. Una de las metas fundamentales del proceso de aprendizaje debe ser la de inducir a los futuros profesionales a crear una actitud de escepticismo, criticidad y creatividad para el desarrollo de un proceso de aprendizaje cónsono con las necesidades contemporáneas. Un proyecto de esta naturaleza implica que el educando esté equipado con un conjunto de competencias que le permitan interiorizar el conocimiento y más importante, procesarlo para prepararse no solo para las tareas académicas. Más importante, es utilizar los productos del conocimiento en su vida personal y para remediar los males sociales que amenazan la existencia humana. Nota *Cito: “La frase figuraba, según refiere Sexto Empírico, en la obra perdida de Protágoras Los discursos demoledores, y ha llegado hasta nosotros a través de la transcripción de varios autores antiguos. Aparte de Diógenes Laercio, es citada por Platón, Aristóteles, Sexto Empírico y Hermias”. https://es.wikipedia.org/wiki/Protágoras Bibliografía Bruner, J. (1990). Acts of meaning. Cambridge, MA: Harvard University Press. _____. (1983). Child’s talk: Learning to use language. New York: WW Norton & Co. _____. (1996). The culture of education. Cambridge, MA: Harvard University Press.

En síntesis… El constructivismo es un enfoque educativo que armoniza con los rasgos de una época de fluidez y cambios radicales. No obstante, para las instituciones gubernamentales

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MAXIMILIANO DUEÑAS MAXIMILIANO DUEÑAS GUZMÁN GUZMÁN Neoliberalismo, democracia y universidad pública: Reflexiones sobre el futuro de la UPR Exégesis 3 Segunda Época

Neoliberalismo, democracia y universidad pública: Reflexiones sobre el futuro de la Universidad de Puerto Rico

E

n mayo del 2017, el gobierno de Puerto Rico recibió permiso del congreso estadounidense para declararse en bancarrota financiera. Los años anteriores y posteriores a este suceso han sido marcados por un profundo debate sobre las instituciones públicas del país. El debate devela que la bancarrota trasciende la quiebra financiera del gobierno y se extiende a las ideas que fundamentan el sistema socioeconómico del país. La Universidad de Puerto Rico (UPR) ha sido uno de los epicentros de estos debates. Además del contexto económico y político local, el debate sobre el valor de la UPR también ha tenido como referente las polémicas internacionales en torno a la redefinición de las universidades públicas ante lógicas neoliberales. En esta monografía propongo explorar las relaciones entre neoliberalismo, democracia y universidad pública, enfocando particularmente en la universidad pública de Puerto Rico. Algunos de los autores (p. ej. Hernández, 2017 y Meiskins Wood, 1995/2016) que utilizo en mi reflexión han criticado el exceso de atención al plano discursivo en los esfuerzos por resistir el neoliberalismo. No solo me parece que la separación que hacen estos autores entre diálogo, reflexión teórica y debate por un

lado y acción por el otro, tiende hacia lo mecánico, pero, más importante, reduce el valor de lo discursivo y la retórica en el quehacer humano. En este contexto es aleccionadora la observación de Deborah Jenson (2015), biógrafa contemporánea de Toussaint Louverture, quien busca acentuar los dones retóricos de este líder de la Revolución Haitiana frente a sus archiconocidas habilidades militares. Para esta autora, “buena parte del avance revolucionario de los insurgentes entre 1791 y 1804 no tuvo lugar en el campo de batalla, sino en la colaboración” entre revolucionarios. Y para ella, “dentro de esa colaboración, la dimensión del oficio de la escritura fue un elemento primordial” (p. 220). Contextos neoliberales Las políticas económicas y sociales de Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos suelen ser identificadas con el surgimiento del neoliberalismo en el plano global (Harvey, 2005). Para Harvey (2005) estas políticas se caracterizan por la desreglamentación, la privatización de bienes públicos y el retiro o reducción del estado de la provisión de servicios anteriormente definidos como esenciales para la reproducción social, par-

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ticularmente educación, salud y transportación. Hernández (2017) añade el elemento de la consolidación de la hegemonía del capital financiero, un dominio caracterizado por nuevas formas de acumulación de capital que dependen cada vez más de la especulación, el endeudamiento y la hiperconcentración de riquezas. Ambos autores reconocen que estas políticas económicas han ido acompañadas de ofensivas ideológicas en contra de lo público y colectivo y a favor del mercado como proveedor exclusivo de las necesidades colectivas e individuales. Desde la década del 1970, la implantación de estas políticas ha ocasionado transformaciones severas en el mundo en cuanto a desigualdad, inestabilidad económica y endeudamiento de amplios sectores y gobiernos a través del planeta. El inmoral crecimiento en desigualdad y la resultante inseguridad económica para la mayoría de la población mundial es revelada por la cantidad cada vez menor de personas que controla la riqueza humana. En un periodo de ocho años –entre 2009 y 2017– “el número de multimillonarios necesarios para igualar la riqueza del 50 por ciento más pobre del mundo cayó de 380 a 42” (Institute for Policy Studies, 2018). En cuanto al endeudamiento, el propio Fondo Monetario Internacional (2019) admite que “La deuda global ha alcanzado un máximo histórico de $184 mil millones … el equivalente al 225 por ciento del PIB en 2017. En promedio, la deuda mundial ahora supera los $86,000 per cápita, lo que representa más de 2½ veces el ingreso promedio per cápita” (párr. 4). El mismo informe indica que la deuda privada se ha triplicado desde el 1950 y que este es el componente mayor del endeudamiento global, aunque la deuda pública también

continúa acrecentándose. Estas particularidades de la actualidad capitalista han dado lugar a diversas formas de designarla: La incertidumbre de futuro económico para la mayoría lleva a Naomi Klein (2007) a denominarla capitalismo de desastre. El énfasis en especulación lleva a Henry Giroux (2014) a llamarla capitalismo de casino. Esteban Hernández (2017) busca enfatizar el insólito poder económico y político del sector financiero usando la palabra de reciente acuñación, la financiarización. Para David Harvey (2003) las concertadas ofensivas ideológicas que han acompañado las políticas económicas neoliberales ameritan que la actualidad capitalista se designe como una de fundamentalismo del mercado. El grado de inequidad que vivimos en este momento es tan intolerable que sectores tradicionalmente renuentes a criticar el capitalismo se han visto en la obligación de constatar su reproche. Así a pocos meses de asumir el puesto, el Papa Francisco (2013) condenó la actualidad capitalista: “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera” (párr. 56). Thomas Piketty, un destacado economista quien a los 19 años se había autoreconocido como fiel creyente “en el capitalismo, la propiedad privada y el mercado”* (Chassany, 2015, párr. 1), publicó en el 2013 el libro El Capital en el siglo XXI, texto que estremeció los convencionalismos de los economistas al afirmar, entre otras cosas que: “Cuando la tasa de rendimiento del capital es superior a la tasa de crecimiento de la producción y los ingresos, como lo hizo

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en el siglo XIX y parece bastante probable que lo haga de nuevo en el siglo XXI, el capitalismo genera automáticamente las desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocráticos en que se basan las sociedades democráticas” (2013/2014, p. 8).

ginales y aumento en incentivos a corporaciones (Torres Rivera, s.f.). A partir de ese entonces se acrecentó una ofensiva de las corporaciones más poderosas y sus aliados en los gobiernos de Puerto Rico y Estados Unidos para implantar políticas neoliberales en la isla. Hoy, después de cuatro décadas de esa ofensiva para desacreditar la justicia social en el plano discursivo e incrementar la concentración de riqueza en los sectores más acaudalados– procesos que cobraron mayor intensidad desde el 2008 con la depresión global financiera– es innegable que la calidad de vida en Puerto Rico se ha deteriorado y que la desigualdad se ha engrosado. Según un índice de las Naciones Unidas, entre el 2010 y el 2015 el desarrollo humano en Puerto Rico había disminuido (Fuentes Ramírez, 2017). Además, para el 2015 Puerto Rico era segundo en América Latina y el Caribe y octavo en el mundo en la clasificación de países con mayor desigualdad (ibídem). Evidencia más concreta de este deterioro de justicia social está en el cierre de escuelas públicas y en los recursos dedicados a salud. Para el 2009 existían 1,509 escuelas públicas (Disdier Flores & Marazzi Santiago, 2011) y para el 2019 el gobierno las había reducido a 796 con proyección de dejar sólo 513 para el 2020 (Gobierno de Puerto Rico, 2019). En el presupuesto de 2019, el gobierno de Puerto Rico asignó más fondos para el pago de la deuda que para el Departamento de Salud (ibídem).

Contextos neoliberales en Borinquén En Puerto Rico en la década del 1940 diversos sectores sociales impulsaron políticas económicas dirigidas a estimular la industrialización y urbanización surgidas. Estas políticas, usualmente subsumidas bajo la campaña Operación manos a la obra, tuvieron un fuerte componente de justicia social (Carrión, s.f.). Giégel Polanco, uno de los más destacados defensores de estos esfuerzos por la justicia social escribía en el 1944: “se está afirmando en nuestro tiempo un nuevo derecho, eminentemente tutelar, de cimero contenido ético, fundado en principios de justicia social, encaminado a procurar el mayor bienestar colectivo” (citado en Torres Rivera, 2013, párr. 7). Este afán oficial por justicia social duró más o menos hasta mediados de la década del 1970. Ya para ese entonces era evidente el fracaso de las políticas económicas que habían acelerado la industrialización, la urbanización y el crecimiento de los ingresos per cápita en el país. La búsqueda de nuevos nortes económicos y políticos tuvo como trasfondo diversas perspectivas inspiradas en el neoliberalismo. En el 1975, un informe económico comisionado por el gobierno de la isla y conocido como Informe Tobin recomendaba entre otras cosas reducciones en el gasto público, congelación o reducción de salarios, eliminación de beneficios mar-

Democracia y economía Este desplazamiento de fondos desde educación, salud y otras necesidades colectivas hacia los sectores financieros ha ido acompañado de un agudo deterioro de los espacios democráticos, tanto en

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países centrales como en periféricos. Varias encuestas internacionales y libros señalan algunas características de este deterioro (Freedom House, 2018; Armingeon & Guthmann, 2013; Levitsky & Ziblatt, 2019) desde perspectivas convencionales. Un análisis particularmente perturbador para los que piensan la democracia desde estas perspectivas conformistas, lo ofrece la Asociación Americana de Ciencias Políticas. En este informe (Task Force on Inequality and American Democracy de la American Political Science Association, 2004) se establece un vínculo estrecho entre la creciente desigualdad económica en Estados Unidos, la disminución en la participación en elecciones y la merma en el uso de las libertades de expresión y prensa. “Hoy, sin embargo, las voces de los ciudadanos estadounidenses se alzan y escuchan de manera desigual. Los privilegiados participan más que otros y están cada vez más bien organizados para impulsar sus demandas ante el gobierno. Los funcionarios públicos, a su vez, son mucho más receptivos a los privilegiados que a los ciudadanos promedio y los menos ricos” (p. 1). Aunque los autores de este análisis parecen sorprendidos por este vínculo estrecho entre derechos políticos y derechos económicos, observadores más perspicaces lo habían señalado con mucha anterioridad. Así la economista Meikskins Wood (2016/1995) reconocía que lo económico y lo político en una sociedad son consustanciales y, por ende, que la economía consiste de relaciones de dominación, de relaciones de poder (es decir, relaciones políticas) que son las que permiten organizar y dirigir la producción y apropiación de riqueza.

Pero Meikskins Wood va más allá. Ella atiende ese gran mito que ha dominado mucho de lo que se ha escrito y dicho sobre la democracia, particularmente durante el siglo XX: que el capitalismo es el sistema económico más afín a la democracia. Posiblemente una de las formulaciones más citadas de ese mito es la del texto de Fukuyama (1989) en la cual él afirma que, con la desaparición del bloque socialista, habíamos llegado a “la universalización de la democracia liberal occidental” (p.1) como la etapa cumbre en la evolución del gobierno humano. Una de las vertientes más difundidas de este mito identifica a Estados Unidos como el heredero más distinguido de los principios democráticos de la antigua Atenas. “Los americanos presupusieron que las principales fuentes del orgullo patrio, su democracia y las características culturales que emanan de esta y la refuerzan, los acercaba más a los antiguos que cualquier otra nación en el mundo moderno”. (Richard, 2009, p. 117) Meiksins Wood (2016/1995) deconstruye esta vertiente del mito detallando cómo en la antigua Atenas, los campesinos ciudadanos usaban su poder político para protegerse de intentos de la aristocracia por apropiarse del excedente de la producción. Era en las asambleas de ciudadanos donde se tomaban las decisiones de cómo usar los excedentes de producción y ahí los campesinos ciudadanos eran mayoría. Ahí las decisiones económicas se regían por los debates políticos. Y fue ese temor de las mayorías –a la democracia sustancial– lo que guió, según Meikskins Wood (2016/1995) a los que redactaron la constitución estadounidense a diseñar una democracia formal, una en que las clases ricas representan a las pobres;

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una en que la representación fue diseñada no tanto para resolver los retos de la democracia directa sino para filtrar y redefinir los parámetros y objetivos de los debates nacionales. Meikskins Wood (2016/1995) cita a Alexander Hamilton y James Madison, como los principales proponentes del uso de la representación para filtrar y redefinir los términos de los debates políticos. Holton (2007), describe a Alexander Hamilton como el más jactancioso de los conservadores en la asamblea constituyente y lo cita afirmando que no sólo él sino muchos otros estadounidenses se estaban “cansando de los excesos de democracia” (p. 5).

cados de capitales” (sec. 101). Para que esta Junta logre sus propósitos, la ley prohíbe al gobierno local –tanto la rama ejecutiva como la legislativa– de “ejercer control, supervisión o revisión alguna sobre las actividades de la Junta; o… de aprobar, implantar o hacer cumplir cualquier ley, resolución, política o reglamentación que impida o anule los propósitos de esta Ley, según lo determine la Junta” (sec. 108). En ese mismo año –el 2016– se lanzó un nuevo ataque contra la Universidad de Puerto Rico (UPR) como espacio de democratización. Una entidad llamada Association of Governing Boards of Universities and Colleges fue comisionada para preparar un estudio que le permitiera a la UPR enfrentar los severos recortes en su presupuesto ocasionados por la crisis fiscal del gobierno de la isla. En el estudio no sólo se propuso una reducción en el tamaño de la institución, sino que se identificó a la cultura democrática institucional como principal obstáculo para la eficiencia. La lógica antidemocrática se estableció desde el título del estudio: “Construyendo un sistema universitario sostenible: De la conversación a la acción, un programa de Cambio para la Universidad de Puerto Rico”. Con cierta vanagloria neoliberal los autores del estudio proclamaron que hacían recomendaciones incómodas con “la fe que la actual crisis económica haga aceptables cambios que de lo contrario no se tolerarían bajo mejores condiciones” (MacTaggart, Meredith & Novak, p. 4). En breve, los autores del informe identificaron al diálogo democrático como la principal obstrucción a una reestructuración eficiente y responsable: “este informe comienza recomendando que la universidad cambie intencionalmente su práctica de

Ocaso de la democracia en la colonia y su universidad Cónsono con las raíces elitistas de la democracia estadounidense y la corrosión de la democracia liberal en los países centrales por los embates de las desigualdades económicas, hoy los herederos ideológicos de Hamilton en Estados Unidos han abandonado cualquier pretensión de democracia en la relación con Puerto Rico. Así en el 2016, el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaró que a pesar de la autonomía local que goza el gobierno puertorriqueño, el congreso estadounidense es la fuente principal o de última instancia del poder político en la isla (Puerto Rico v. Valle, 2016). Casi simultáneamente, ese congreso aprobó la Ley P.R.O.M.E.S.A. la cual “prevalecerá sobre cualquier disposición general o específica de leyes del territorio… o regulación que sea inconsistente con esta Ley” (U.S. Congress, 2016, sec. 4). Con esta ley se creó la Junta de Control Fiscal, entidad que tiene como fin el que Puerto Rico “logre la responsabilidad fiscal y el acceso a los mer-

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gobernanza de una en que se destaca la conversación aparentemente interminable” (p. 5). “El ambiente actual no permite que la conversación interminable y la crítica a las alternativas frustren la acción” (p. 6). Las recomendaciones de este estudio han comenzado a ser implantadas sutilmente y sus premisas predominan en los estilos autoritarios de administración, las diversas propuestas de reducción y consolidación de recintos universitarios y la restricción de espacios de deliberación. Todo esto justificado por el desfinanciamiento de la universidad.

sino exigido, el ser persona” (p. 183). Para esta autora, los conceptos “democracia”, “pueblo” y “persona” pertenecen a una misma constelación semántica, una en continua evolución pues son conceptos vivos. La interpretación de cada uno depende de la definición que se le da a los otros: Así el sentido del concepto de pueblo, como categoría histórica, tiene que tomar en cuenta al ser humano en toda su cambiante complejidad, concreción y responsabilidad con la comunidad y el planeta. Los estrechos vínculos entre las universidades públicas y las resistencias al neoliberalismo están esbozados en los textos de Giroux (2014) y de Sousa Santos (2007). Este último autor destaca que la universidad pública del siglo XXI debe tener “por objetivo central responder positivamente a las demandas sociales para le democratización radical de la universidad”. (p. 52) Esta democratización radical no sólo debe ser pensada al interior de la universidad sino extendida a todo el tejido social. De lo que se trata, según de Sousa Santos es de una “globalización contrahegemónica de la universidad como bien público” (p. 53) que se entrelaza estrechamente con la idea de proyecto nacional. Y esta noción de proyecto nacional, de Sousa Santos, la elabora en términos muy afines a los propuestos por Zambrano. Las perspectivas presentadas por estos autores se han materializado en los esfuerzos de estudiantes y empleados de la UPR para redefinir la universidad como bien público íntimamente entrelazado con los proyectos de democratizar la sociedad puertorriqueña. Así lo evidencia una de las más recientes proclamas de estos sectores: “Nos comprometemos a crear un proyecto de reforma

Conclusiones Una de las interpretaciones del ataque neoliberal a la democracia que permite identificar pistas de resistencia y espacios de gestación de democratización es la que nos ofrece Castoriadis. Este autor (2001) identifica en el proceso del desarrollo del capitalismo desde el siglo XV, dos tendencias que a veces se han complementado pero que en la actualidad se contradicen. Por un lado, está la tendencia dominante de la expansión de la razón económica que supedita todo lo social a las lógicas del mercado. Por otro lado, está la tendencia hacia la autonomía, lo que él define como el proyecto para potenciar las posibilidades del derecho individual y colectivo a encontrar o producir los fundamentos de organizar la convivencia social. En este último contexto, la razón se interpretaba como “el proceso abierto de crítica y elucidación”. (p. 22) Zambrano (1958/2019), me parece, presenta conclusiones similares a las de Castoriadis, pero llega a ellas por rutas diferentes: “Si se hubiera de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido,

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universitaria que surja del seno mismo de nuestra comunidad, con amplia participación democrática y que incluya a otros sectores de la sociedad civil interesados y comprometidos con una educación pública de calidad y accesible a los sectores menos privilegiados de nuestro país” (PROTESTamos, 2017).

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EXÉGESIS LUIS MOJICA SANDOZ Exégesis Exégesis 3 Segunda Época

Pirrón y la Plaza de los Creyentes

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The more political leaders wrap themselves in the mantle of religion, those who oppose them may be accused of opposing God. –Laurence H. Tribe

e puede dar por descontado que todo líder religioso exhibe algún grado de populismo, en el sentido corriente, entendido como ofertas atractivas y al alcance, con criterios a salvo de cuidadoso examen. Después de todo, su propósito es propagar un mensaje; sí varían los contenidos y estilos de acuerdo a sus culturas: San Pablo, Lao Tze… Nos interesa de momento el populismo religioso del hombre público, del hombre de Estado, aquel que sí cada una de sus manos sabe en todo momento lo que la otra hace, lo cual expele un tufo de ilegitimidad, en especial dentro del marco de una constitución política del tipo norteamericana, concebido este desde su raíz separado de cualquier fe religiosa,1 distinto a la mayoría de las europeas, las que se fueron interiormente emancipando con esforzada labor; España es caso cercano. Muchos fundadores de la nación americana conocían de filosofía europea y estaban contagiados con los ideales revolucionarios del Siglo XVIII. Numerosos inmigrantes llegaron huyendo de ambientes religiosos incómodos o francamente perseguidos. La prevalencia social u oficial de alguna fe siempre merma la libertad de expresión y de oportunidades de vida.

Algunos opositores de Jefferson y Paine les solían tildar de ateos: “The Two Toms”. Jefferson para enfrentar las críticas escribió unas notas que luego se publicaron con el título “The Jefferson Bible”. Allí, luego de algunas menciones de filósofos clásicos, muestra admiración por la ética y compasión, encarnadas en la persona de Jesús. Comenta algunos textos evangélicos. Todo termina cuando colocan la lápida. No incluyó alusiones a los milagros, a la resurrección o a su divinidad, ni a otros detalles fundamentales para el Cristianismo. Se ha escrito sobre el pensamiento de Thomas Paine, quien prendió la mecha del movimiento independentista, más radical que el de Jefferson. Aspiraba a que América llegara a ser una descomunal Atenas. La planta central de la capital de la república, con su aire grecorromano, sugiere un homenaje a aquel carácter.2 Nuestra comunidad, distinta a la norteamericana, a pesar de ser también de raíz occidental, vivió por siglos bajo una fe oficial. Hay allá instituciones civiles que promueven la vigilancia para evitar la confusión entre el Estado y las ideologías religiosas, no así entre nosotros, que solo por instinto se ha logrado en gran medida. Si dirigimos por un momento la mirada a nuestro pasado no será fácil dar con casos del fariseo que buscamos,

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LUIS MOJICA SANDOZ Pirrón y la Plaza de los Creyentes

así era hasta tiempos recientes: Rosendo Matienzo Cintrón dictaba conferencias sobre espiritismo; Pedro Albizu Campos solía enviar un saludo a la Santa Sede al iniciar sus discursos. Pero estaremos de acuerdo en que no había típica intención religiosa en esos casos, al menos nadie se la atribuía, ni alguna institución se hacía cargo, sabían que con ello no sumaban un voto. El más dramático encontronazo entre el poder político y la institución religiosa se dio durante la aparición del Partido de Acción Cristiana, auspiciado por la Iglesia Católica, debido a que el Estado no accedía a criterios patrocinados por la Iglesia. Nada trascendental ocurrió más allá del trastorno electoral. Luego disminuyó el empeño de la Iglesia en intervenir abiertamente en asuntos gubernamentales, lo que calmó los espíritus de muchos ciudadanos que sufrieron el dilema por muchos meses de decidir entre su religión y su partido. Pero llama la atención que en estos días un grupo de órdenes religiosas gestionan la inscripción de un partido político. A ninguna de nuestras figuras históricas se le hubiese ocurrido designar un funcionario público para atender los asuntos de las comunidades de fe; o lograr que la encaramaran en una nube para sugerir una especial relación con las autoridades más altas; hacerse rodear de sacerdotes y ministros, e incluso anunciar el surgimiento de una religión combinada entre católicos y protestantes, lo que causó pasmo en algunos prelados. Recordé entonces que el monarca inglés es la cabeza de la Iglesia Anglicana. Pero en nuestro caso, derrotada la ambición política, el fervor religioso declinó también, eran una misma cosa.

Muchos de nosotros, pueblos occidentales, nos hemos desarrollado al ritmo de una grave cojera. Gran parte de nuestra herencia clásica quedo desgajada por no cuadrar con la ruta que tomaría el desarrollo de la cristiandad. Fueron aprovechados los pensadores indispensables para el armazón del futuro pensamiento escolástico (Platón y Aristóteles) y alguna inspiración del estoicismo. Pero el inmenso caudal filosófico clásico quedó, si no enterrado, como pieza de museo. Epicuro, quien no temía a la muerte pues cuando esta llegara él ya no estaría, y en cuanto a los dioses, les seríamos indiferentes si fuese cierto que existieran. Esto lo sabemos por referencias de otros autores,3 pues de los 300 libros escritos por él, según informó Diógenes Laertius ( II,dC), hoy no queda uno solo. De seguro que se encontraban entre las más de 500,000 obras, que según cálculos, integraban la fabulosa Biblioteca de Alejandría, la más grande del mundo en aquella época, incendiada en el Siglo IV d.C., erradicando uno de los principales vínculos entre la posteridad y la civilización clásica.4 La primera Academia de filosofía fundada por Platón duró casi hasta nuestra era, bajo la dirección de los escépticos en alguna de sus variantes, corriente iniciada fuera de la Academia por una figura extraordinaria: Pirrón de Élide. Estuvo en el grupo de filósofos que acompañó a Alejandro en sus viajes. Al fin se estableció en su tierra y desde allí impartía sus lecciones. No escribió libros, decían sus discípulos, por no dogmatizar. No creía en las creencias. Afirmaba que no debemos depender de lo que no consta o pueda ser comprobado. Actitud esencial, insistía, para lograr la paz interior y la solidaridad. Detrás de todo tipo de conflictos,

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íntimos o sociales, se hallan siempre opiniones, pareceres, manías, caprichos, creencias, supersticiones, seres inventados, todavía hoy se cobran vidas por cóleras nacidas hace más de mil años, etc. Se puede vivir alerta contra tales fenómenos, él explicaba cómo. Gozaba Pirrón de tanta consideración, que por su causa, y para estimular su vocación, fueron eximidos de pagar tributos los dedicados a la filosofía. Se le recordó siempre como hombre muy bondadoso y atento con los animales. Muerto ya se erigió un monumento en su nombre, es decir, homenaje al no creyente. Al fin se estableció una tradición que predominó en la Academia por siglos a la que se adscribió Cicerón; con el tiempo surgió la versión escrita (Sextus Empiricus). El lema aceptado de que forzosamente hay que creer en algo, era falso para los escépticos. Fuimos dotados de una encomiable facultad: la suspensión del juicio. Se afirma que los hindúes tienen más dioses que días el año: unos 4,000. El dato no es constatable, pudiera no haber uno solo, o bien 5,000, ¿quién sabe? Igual ocurre con el único dios de Akhenatón. Sócrates por su parte confesó que nada sabía. Por cierto que no se refería a hechos concretos, como si llovía o hacía sol, sino a teorías, opiniones, ideologías y modos afines, nunca predicó una ideología, solo examinaba. Los escépticos no reñían con las innumerables leyendas y costumbres que pueblan todas las sociedades. Muchas de ellas, ingenuas, promueven y cimentan los lazos comunitarios. Igual ocurría con la legalidad. No eran tipos regañones. Solo exponían sus principios a quienes quisieran oír, como era el hábito griego, y señalaban las creencias

nocivas. Trataban con entusiasmo de evitar el dogmatismo. Las últimas palpitaciones de las inquietudes filosóficas clásicas se sintieron en el Siglo VI, ya bajo el imperio de Justiniano las academias de filosofía fueron suprimidas oficialmente, eran tiempos para creer, no para pensar. La misma disyuntiva se plasmó ya en el Siglo XX cuando el asalto a la añeja Universidad de Salamanca en la voz de la soldadesca franquista: “¡Muera la inteligencia!”. Luego de Justiniano muchos han llamado Oscurantismo a los siglos que siguieron, algo similar ocurrió en España. Recientemente, se construyó cerca del Capitolio una obra pública: “La Plaza de los Creyentes”. Luce como para permitir su uso solo a los aludidos, que incluyen, no faltaba más, los de ideologías satánicas quienes tienen también sus creencias. Sólo queda excluido Pirrón de Élide y su progenie. Notas 1 La Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU. dispone que no se establecerá una religión, ni se prohibirá la práctica de ninguna. La Carta de Derecho de la Constitución del ELA, en la &3 de su Artículo III dispone de igual manera que la federal, pero añade una expresión tajante: “Habrá completa separación de la iglesia y el estado”. 2 “The Founding Fathers idealized the Roman Republic as the unique model for their own oligarchic republic. John Adams, for example, proclaimed that the “ Roman constitution formed the noblest people and the greatest power that ever existed.” (Arthur D. Kahn, Julius Caesar, 1986, p. ix.) 3 Lucretius, De Rerum Naturae. 4 Véase Ágora, película española, 2009.

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MARCO ANTONIO ANTONIO ANTOLÍN MARCO ANTOLÍN LAGUNILLA LAGUNILLA Langston Hughes: La voz del “poeta laureado de la raza negra” en la Guerra Civil Española Exégesis 3 Segunda Época

Langston Hughes: La voz del “poeta laureado de la raza negra” en la Guerra Civil Española [poesía-historia-estudios culturales]

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no de los testigos estadounidenses más destacados de la Guerra Civil Española, el dramaturgo, ensayista y traductor afroamericano Langston Hughes (1902-1967), distinguido también por ser “El poeta laureado de la raza negra”,1 publicó el 23 de enero de 1938 el poema “Love Letter from Spain” (Carta de amor desde España). Hughes, que estuvo en España durante seis meses trabajando como corresponsal de guerra para informar sobre las actividades de los afroamericanos en las Brigadas Internacionales, dramatiza, la realidad de la trinchera de un soldado que se dirige en primera persona a la mujer de la que está enamorado. Aterrorizado por “el silbido de las balas”, en “un día lluvioso y frío de 1937” y en medio de “la lluvia y el barro”, el combatiente anhela la cercanía de su amada que se encuentra a miles de kilómetros en el estado sureño de Alabama: No hago más que pensar en ti, /cariño, allá lejos en Alabama. ¿Tú también piensas en mí, mientras estoy aquí? 2 Cuando se dispone a entrar en combate, justifica el sacrificio que para él suponía posponer su reencuentro amoroso ante la obligación de cumplir su próxima misión,

“tomar una ciudad fascista”, con el objetivo de vencer a aquellos que asocia con los que imponían y apoyaban la segregación racial en su propio país. Por eso, insiste en que “los fascistas son como la gente de Jim Crow”, verso de una fuerte carga simbólica y emocional que sintetiza la interpretación que la comunidad afroamericana hizo de la Guerra Civil Española como una extensión del conflicto racial en el que el enemigo estaba encarnado en el bando sublevado de Francisco Franco, apoyado por la Alemania nazi y la Italia fascista. Hughes da voz en el poema al sentimiento de un afroamericano que formó parte de una de las unidades que integraron las Brigadas Internacionales, el batallón Abraham Lincoln, “un ejército” en palabras del historiador Peter Carroll, “completamente no segregado en el que los negros regentaron posiciones de liderazgo y comandaron tropas de blancos por primera vez en la historia americana”.3 Los afroamericanos que formaban parte de los Lincolns, como ellos mismos se autodenominaban, veían su papel en la guerra como una cruzada contra la segregación, tal y como Hughes refleja comparando a los fascistas con la gente de Jim Crow, que hace referencia a la institución encargada de implementar las leyes segre-

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gacionistas. Se hace eco de esta manera, de muchos testimonios de voluntarios, como el que fuera el primer americano negro en comandar tropas en la batalla, Oliver Law, poco antes de que muriera en la batalla de Brunete el 9 de julio de 1937, quién señaló al ser preguntado por un periodista por qué fue a España: “Vinimos para borrar del mapa a los fascistas. Algunos debemos morir llevando a cabo tal empresa. Pero, lo conseguiremos aquí en España, quizás parando el fascismo en los Estados Unidos, también, sin una gran batalla allá”. Otro voluntario Vaughan Love, de Harlem, Nueva York, recordaba que “había leído el libro de Hitler, conocía las leyes de Nuremberg y sabía que si a los judíos no se les iba a permitir vivir, entonces, ciertamente sabía que los negros no escaparían y que nosotros seríamos los primeros de la lista”.4

de una vida cargada de humillaciones mediante la lucha contra un enemigo al que consideraban similar al que tenían en su país. Forman parte, a su vez, de los escritos sobre España que Hughes escribió sobre la guerra española, entre los que se encuentra una docena de poemas, veintidós artículos, varias emisiones de radio y reflexiones en su segundo libro de memorias, I Wonder as I Wander (Me pregunto mientras camino), publicado en 1956. Finalmente, el dilema del protagonista de la carta de amor enviada desde España, que se debate entre posponer la intensidad de sus sentimientos afectivos y su sentido de obligación para combatir al enemigo interno que limitaba sus derechos y libertades civiles, culmina con la esperanza de que su amada, como le dice en los dos últimos versos, le siga esperando: “cuando termine esta guerra en España, cariño, / volveré contigo”.

Langston Hughes

“Carta de amor desde España” es uno de sus poemas más emblemáticos de Hughes sobre la Guerra Civil eEspañola, junto a otros dos de título similar, “Letter from Spain” (Carta desde España) y “Postcard from Spain” (Postal desde España), en los que a través de un mismo sujeto poético, Johnny, da voz a los afroamericanos que quisieron liberarse

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El poeta del Renacimiento de Harlem Antes de su experiencia en España como columnista de periódicos y cronista de radio, y con solo treinta y cuatro años, Hughes se había forjado un hueco en el panorama literario como un poeta cuya inspiración surgía del corazón de la cultura afroamericana y cuyos versos resonaban con los ritmos del jazz y del blues. Aunque quizás nunca hubiera imaginado, por aquel entonces que algún día, concretamente un 26 de junio de 1960, recibiría uno de los reconocimientos más importantes de su carrera literaria, el medallón Spingarn, que concede la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP) con el propósito de rendir honor a los afroamericanos que han contribuido con sus logros en diversos campos de la cultura. Precisamente, en el discurso de


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agradecimiento que promulgó refiriéndose a la forma en que los artistas de su comunidad definían la cultura de los Estados Unidos, revela sus propias fuentes de inspiración: Hay tanta riqueza en el humor de los negros, tanta belleza en sus sueños, tanta dignidad en su lucha, y tanta universalidad en nuestros problemas, en nosotros –en cada ser humano de color– que no entiendo la tendencia de algunos artistas negros hoy en día a huir de sí mismos, de nosotros mismos, y que tienen miedo de cantar nuestras propias canciones, pintar nuestros cuadros, escribir sobre nosotros – cuando es nuestra música la que le ha dado a América su música más grande, nuestro humor el que ha enriquecido su manera de entretenerse en los medios durante los últimos cien años, nuestro ritmo el que ha guiado el baile de sus pasos.5 La infancia de Hughes en Lawrence, Kansas, estuvo marcada por las necesidades económicas, viéndose obligado a trabajar después de salir de la escuela desde los doce años, y también por la soledad, ante la prolongada ausencia de sus padres. El descubrimiento de los libros en los que veía que “si la gente sufría, lo hacía en una lengua bella, no en monosílabos, como nosotros lo hacíamos en Kansas”, le inspiraría para ser aquel “negro que quería ganarse la vida viviendo de sus poemas e historias”. Al morir su abuela, que fue la persona que asumió su crianza, siendo él todavía adolescente, inicia un periplo por varias ciudades, especialmente Chicago y Cleveland, mientras completaba su educación secundaria. Antes de que se graduara en 1929 en la Universidad Lincoln

en Pennsylvania, la institución de enseñanza superior más prestigiosa para estudiantes afroamericanos en los Estados Unidos en aquel momento, ya había vivido unos años en Nueva York, desempeñando todo tipo de trabajos, incluido el de ayudante de cocina de un viejo y oxidado buque de mercancías. “Tenía tanta ilusión de poder viajar que hasta me olvidé del destino del barco”, reconoció antes de embarcarse en su primer viaje transatlántico.6 Había también, publicado dos libros de poemas durante sus años de estudiante universitario, The Weary Blues (El blues abatido) en 1926, con el que rompió moldes estéticos al incorporar la forma en que hablaban los negros y la influencia de las letras del blues y el jazz; y Fine Clothes to the Jew (Ropa fina para el judío) en 1927, en el que describía la vida de afroamericanos de clase baja, incluyendo a borrachos y prostitutas. A pesar de ser criticado negativamente por caracterizar a miembros de su raza con estereotipos y caricaturas, alcanzó reputación como uno de los poetas más creativos y originales del Renacimiento de Harlem, movimiento artístico-literario formado por un destacado grupo de intelectuales afroamericanos que desde el barrio neoyorquino de Harlem durante la década de 1920 y principios de 1930 abanderó la reivindicación de los derechos y la cultura de los ciudadanos de raza negra. Durante la década de 1930, como respuesta al desastre económico de la Gran Depresión y la disparidad que él percibía entre la cruda realidad y el racismo institucionalizado, el tono de sus poemas se fue radicalizando. “Let America Be America Again” (Deja que América vuelva a ser América otra vez), en el que refleja la cruda realidad de aquellos para los que el sueño

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americano no es más que una cruel ilusión; o “Goodbye Christ” (Adiós Cristo), donde manifiesta un evidente rechazo a aquellos que utilizan la religión como un manto para ocultar su verdadera naturaleza engañosa y opresiva, le traerían incluso serios problemas por parte de ciertos grupos políticos y religiosos.7 Sin embargo, después de viajar por el sur y el oeste de los Estados Unidos leyendo sus poemas, “casi exclusivamente en iglesias y escuelas de negros”,8 no dejaría de conectar con una audiencia que se veía representada en sus versos, la de los afroamericanos luchando por salir adelante a pesar de la pobreza y por eliminar la segregación en algunos de los estados más represivos de la Unión. De una enorme carga crítica son también “Lynching Song” (Canción del linchamiento), que comienza con la descripción de una práctica extendida que aterrorizó a la población negra entre 1874 y 1947, los linchamientos.9 “¡Sube la cuerda!”, afirma la voz del poema, “Vamos, bien alto / Deja vivos a los blancos / pero que muera el muchacho negro”.10 Se publicó en 1937 junto a otros dos más “Silhoutte” (Silueta) y “Flight” (Vuelo), en una sección denominada “Tres canciones sobre el linchamiento” en la revista Opportunity, y son una muestra de la trayectoria histórica que muchos de los voluntarios afroamericanos, marcados por la falta de justicia social y económica, había recorrido antes de llegar a suelo español. Pero, ¿qué motivó a un poeta como Hughes, que hizo de la experiencia de los afroamericanos el tema principal de su obra y cuya estética incorpora los modos de expresión de su comunidad, a que arriesgara su vida en una ciudad como Madrid, entonces sitiada bajo los ataques por tierra

y aire en medio de una guerra civil? Hughes no luchó en el frente, pero hizo del conflicto español su cruzada particular, al igual que los voluntarios que se alistaron en el batallón Abraham Lincoln y el batallón Washington. ¿Por qué entonces un poeta, que dirigió su poesía durante prácticamente toda su carrera a los lectores de color en su país, enfocándose en asuntos como la segregación racial, los linchamientos, o la discriminación en el mercado laboral o de vivienda, se involucró en una guerra cuyos conflictos le quedaban aparentemente tan lejanos? De los conflictos raciales de Harlem al Madrid sitiado Hughes escribió en su segundo libro de memorias Me pregunto mientras camino que uno de los objetivos de su viaje a España fue “grabar lo que veía”, pero también, “comentar y destilar desde sus emociones una interpretación personal” 11 , una interpretación que viene de sus experiencias con los conflictos raciales. En la América que Hughes conoció, los afroamericanos todavía estaban segregados no solo en los medios de transporte, escuelas, hospitales y orfanatos, sino también en los cementerios, parques, hoteles, restaurantes, iglesias, bancos, oficinas de correos, e incluso hasta en las fuentes públicas. Para una persona de color, ir a la cárcel por un delito mínimo era un mal menor comparado con la posibilidad de sufrir un linchamiento, que con frecuencia se llevaba a cabo en lugares públicos y a plena luz del día.12 En este contexto, la Guerra Civil Española supuso una oportunidad de luchar contra quienes, a pesar de que la esclavitud había sido abolida hacía varias décadas, les seguían subyugando mediante las “leyes de Jim Crow”, que otorgaban

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reconocimiento jurídico a la segregación racial aún vigente sobre grupos étnicos no blancos. Numerosos testimonios de excombatientes del batallón Lincoln reflejan cómo la comunidad afroamericana fue de las primeras en reconocer la amenaza global que suponía la alianza entre Hitler, Mussolini y Franco, a quienes veían como “la encarnación del sistema esclavista” en su país. “Se me ofreció la oportunidad de luchar (contra el fascismo) allí con balas y allí fui a luchar con balas”, afirmó el veterano de guerra Crawford Morgan. Otro soldado Walter Garland, vio en España una ocasión para contraatacar: “En cierta medida, nosotros los negros que hemos estado en España tuvimos más suerte que los que se quedaron en América. Aquí hemos podido defendernos de aquellos que durante años nos han estado “machacando en casa”.13 Eluard L. McDaniels, un nativo de Mississippi, afirmaba haber “visto linchamientos y hambre, por eso sé quién es el enemigo”,14 mientras que James Yates, en su novela autobiográfica De Misisipi a Madrid: memorias de un afroamericano de la Brigada Lincoln, señala: “Nosotros los negros teníamos nuestro propio fascismo contra el que luchar. El Ku Klux Klan y los que se dedicaban a linchar aquí en casa eran una amenaza omnipresente”.15 Uno de los hechos que más contribuyó a internacionalizar las luchas de los afroamericanos fue la defensa de Etiopía ante la invasión de Mussolini en 1935, como muestran las campañas y las numerosas asociaciones para recaudar fondos, especialmente en Chicago, Los Angeles y Harlem en Nueva York. Tuvieron lugar protestas masivas, a veces no exentas de violentas reacciones sobre establecimientos de negocios italianos

y avalanchas de peticiones que exigían a la Liga de Naciones y al Vaticano una posición clara de apoyo a Etiopía, un país que tenía un significado social para muchos negros que eran cristianos practicantes. Como uno de los primeros países del mundo en adoptar la fe cristiana, la preocupación de que Etiopía cayera en las manos de Mussolini despertaba un sentimiento fraternal cargado de esperanza para la “unidad global entre los negros contra el militarismo fascista”.16 El propio Hughes contribuyó con poemas en los que a través de una voz poética en primera persona, se solidarizaba con el conflicto etíope, que también interpretó como la primera escaramuza de una guerra racial en todo el mundo. En “Call of Ethiopia” (La llamada de Etiopía), la voz poética anima a los etíopes a que “levanten su cara negra como la oscuridad” y “luchen por su libertad”.17 En “Broadcast in Etiopia” (Emisión de Etiopía) avisa de las intenciones de Mussolini: “El Duce hace mantequilla en una mantequera vacía”18, mientras que en “The Ballad of Etiophia” (La balada de Etiopía), se dirige a “las personas de color” para que le dijeran “a Mussolini / ¡No! ¡No pasarán!”.19 Poco después, como los otros brigadistas afroamericanos, consideró que España y Etiopía eran parte de la misma batalla y se adhirió a la cruzada de viajar a España para contribuir a frenar el fascismo y el racismo. Cuando en 1937 recibe una invitación del periódico Baltimore Afro-American para ir a España e informar sobre el papel de los afroamericanos en el frente, no le costó aceptar el desafío. Sabía español al haber pasado unos meses en México en 1934, y siempre había sido uno de sus sueños conocer el país, después de que en sus años de

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marinero hubiera pasado una breve estancia en Valencia y Alicante. Obviamente, viajar a un escenario de guerra era una opción arriesgada, pero quería dar voz a los negros que abandonaron su tierra por voluntad propia para ir a una zona de guerra en un país extranjero, cuando no eran, según sus propias palabras, “mercenarios como los moros”, ni “soldados profesionales como los alemanes, o reclutas como los italianos”.20 Una breve estancia en París, donde había sido invitado como delegado en el Segundo Congreso Internacional de Escritores que se estaba celebrando aquel verano de 1936 y donde conocería a Stephen Spender, W. H. Auden, Bertolt Brecht, Pablo Neruda, José Bergamín, Tristan Tzara y André Malroux entre otros, le permitió intercambiar impresiones con otros escritores comprometidos con la causa leal a la República. Como representante de la voz de la comunidad afroamericana pronunció un apasionado discurso en el que relacionaba el racismo y la pobreza que él había conocido de primera mano en una democracia que les había excluido: Vengo de una tierra cuya democracia desde sus comienzos ha estado teñida de prejuicios de raza, nacida de la esclavitud, y cuya riqueza ha sido entregada a través de canales estrechos de codicia en las manos de unos pocos. Llego a este Segundo Congreso Internacional de Escritores representando a mí país, América, y a las gentes de América –porque soy negro y pobre. Y la combinación de color y pobreza me da el derecho entonces a hablar en nombre del grupo más oprimido de América, el grupo que tan poco ha conocido de

la democracia americana, los quince millones de negros que habitan dentro de nuestras fronteras.21 Junto a su amigo el poeta cubano Nicolás Guillén, a quien había conocido unos años antes en La Habana, y sin tener tiempo para poder permanecer hasta el final del congreso, Hughes leía en los periódicos parisinos que se estaban llevando a cabo bombardeos aéreos indiscriminados en la capital catalana.22 Una destrucción, de la que él empezará a ser testigo mientras esté en España, y cuya impresión en poemas como “Today” (Hoy), compara con un “terremoto” por el que “el Honor y el Hambre / caminan estrechamente / juntos”.23 Hasta entonces, las guerras quedaban circunscritas a campos de batalla dentro de una área reducida a pocos kilómetros y las víctimas eran exclusivamente hombres en edad militar, pero a partir de la guerra española, los ataques de la aviación sobre las poblaciones de la retaguardia se convirtieron en práctica habitual y “las víctimas podían estar a centenares de kilómetros de los lugares del enfrentamiento bélico y ser sencillamente población civil indefensa”.24 Hughes fue testigo poco después de tales atrocidades, reflejándolo en tres poemas que llevan por título “Barcelona ataque aéreo” (Barcelona, ataque aéreo), “Moonlight in Valencia: Civil War” (Luz de luna en Valencia: Guerra Civil) y “Madrid, 1937”. Con una sinestesia, “negro humo sonoro”, en la que une dos imágenes procedentes de dominios sensoriales diferentes, el visual “negro humo” y el auditivo “sonoro” para expresar el horror de los efectos de las bombas, abre el poema que escribió inspirado en un bombardeo sobre la ciudad condal, “Barcelona ataque aéreo”:

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Negro humo sonoro que se riza en el cielo de la media /noche. Más profunda que un silbido, más aguda que un aullido, peor que un alarido enredado en el gemido de una pesadilla.

sino la muerte con metralla en el /cerebro, quemaduras de pólvora en el /rostro, sangre que brota de las entrañas.26 A pesar del impacto emocional que crea el contraste de las imágenes violentas para describir la vulnerabilidad de la población civil frente a las bombas, la ciudad de Valencia permanecía, según él mismo escribiría en un capítulo de su segundo libro de memorias titulado “Vino dulce en Valencia”, libre del hambre y terror que afligía a otras partes de España. “Las cafeterías estaban abarrotadas desde la mañana, hasta bien entrada la noche, pues Valencia no se preocupaba de apagar sus luces como Barcelona, aunque la ciudad era acribillada desde el mar y bombardeada desde el aire con frecuencia”, sorprendido también, quizá motivado por un cierto optimismo, “de que a los valencianos no parecía importarles demasiado. Tenían buen vino y buena comida (pescado fresco, melones, y las naranjas más frescas y dulces que uno se pueda imaginar)”.27 Aunque Hughes sitúa, en estos dos últimos poemas, a las ciudades de Valencia y Barcelona como escenario concreto de los ataques, en realidad, podría estar describiendo cualquier ciudad convertida en “realidad y símbolo del dolor humano”, como señala en un verso de “Madrid, 1937”, inspirado en la conmoción producida por el impacto sobre los relojes de los edificios públicos de Madrid destrozados por los proyectiles. Al igual que la “luz de luna” en Valencia y “la sirena” en Barcelona, la imagen profundamente visual de “la oscuridad de los relojes rotos” y la fuerza de los “cañones” en “Madrid, 1937”, actúan como catalizadores de la destrucción sobre la que Hughes sim-

La sirena del ataque aéreo resuena.25 Desde Barcelona se dirige a Valencia, donde el gobierno de la República había trasladado oficialmente su capitalidad entre noviembre de 1936 y octubre de 1937 ante el acercamiento de las tropas de Franco a Madrid. Allí también se había desplazado la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, organización civil que se creó para coordinar actividades culturales del bando frentepopulista y que sirvió de apoyo a los escritores internacionales, como el propio Hughes, que se desplazaron a España. Su no muy larga pero sí intensa experiencia en Valencia, le dejó más impresiones sobre los bombardeos, cuya destrucción sintetiza en la imagen de la luz de la luna en “Luz de luna en Valencia: Guerra Civil”. Revierte así, la tradicional connotación positiva que tiene esta imagen para transformarla en un elemento cuya luz aparece “manchada” por los aviones que vienen a descargar sus bombas: Luz de luna sobre Valencia: La luna significaba aviones. los aviones significaban muerte, pero no una muerte heroica como la que se presenta en un poster; un oficial con un bonito uniforme una enfermera con un limpio vestido blanco-

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boliza la barbarie y la destrucción de todo lo construido a lo largo de la historia: Tanto esfuerzo para salir de las /tinieblas y llegar a una medida del tiempo, y ahora: estos cañones.28 La retórica de la guerra penetró sus poemas, como le ocurriría a otros tantos poetas que se solidarizaron con el sufrimiento humano frente a las atrocidades del conflicto, pero su compromiso con causas raciales adquirió una nueva dimensión cuando identifica el problema doméstico de la lucha por los derechos civiles con la guerra en España. El impacto en la estética literaria de un poeta cuya sensibilidad se enmarca en una perspectiva enraizaba en los conflictos raciales es bastante idiosincrático, ya que transfiere la experiencia del afroamericano como víctima del racismo estructural al temor por el aumento de los regímenes fascistas que amenazaban los derechos legales y civiles de los ciudadanos.

Internacional de Escritores, cuando enlaza la Guerra Civil Española con la discriminación institucionalizada: Nosotros somos gente que durante mucho tiempo ha conocido en la práctica el significado de la palabra Fascismo… Sí, nosotros los Negros de América no necesitamos que nos digan lo que es el Fascismo en activo. Lo sabemos. Sus teorías de supremacía nórdica y represión económica han sido una realidad para todos nosotros. Y ahora lo vemos a escala internacional: Hitler en Alemania con la abolición de los sindicatos, su tiranía contra los judíos, y la esterilización de los niños negros en Colonia; Mussolini en Italia con su prohibición de los negros en los escenarios teatrales, y su expedición de las matanzas en Etiopía; el partido militar en Japón con sus pequeños mapas de cómo conquistarán el mundo entero y su salvaje trato hacia los coreanos y chinos; Batista y Vincent, pequeños tiranos hechos en América, de Cuba y Haití; y ahora España y Franco con su absurdo grito de “Viva España” en las manos de los italianos, moros y alemanes invitados a ayudarle a alcanzar la “unidad española”. Absurdo, pero verdad.29 Hughes, como voz de su comunidad establece un claro paralelismo entre los afroamericanos luchando por la libertad en los Estados Unidos y los españoles luchando por la libertad en España. Ni las pretensiones expansionistas del nazismo alemán ni el fascismo italiano con su invasión de Etiopía ocultaban sus intenciones

La transferencia cultural de una cruzada racial Como corresponsal de guerra en España, entre julio y diciembre de 1937, Hughes entrevistó a soldados, visitó hospitales donde había heridos de ambos bandos y viajó por varias zonas del conflicto. Con una retórica que refleja una sensibilidad arraigada en la trayectoria de discriminación racial en los Estados Unidos que vieron en la guerra de España una extensión del conflicto ítalo-etíope y una afronta a los negros en todas partes, Hughes, se reafirmó en su interpretación del conflicto como una lucha racial, tal y como ya dejó claro en su discurso en París en el Segundo Congreso

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de segregación étnica y purificación racial, por lo que la comunidad afroamericana al igual que la judía intuían que la influencia de esas políticas podría extenderse a los Estados Unidos. “Quería ir a Etiopía y luchar contra Mussolini”, afirma el personaje de un relato del brigadista Oscar Hunter, que no pudiendo ir a ese conflicto fue a España al considerarlo parte de la misma lucha. Convencidos de que su causa era una cuestión de supervivencia, “los negros voluntarios”, afirma el historiador Robin D. G. Kelley, “unieron la lucha en la Península Ibérica con el racismo y la pobreza en los Estados Unidos; para ellos España se había convertido en el campo de batalla para vengar el ataque a Etiopía y parte de una lucha más larga por la justicia y la igualdad que inevitablemente tendría lugar en suelo americano”30. Los racistas de América no eran diferentes de los fascistas de Franco, en la interpretación de la comunidad afroamericana, ya que ambos utilizaban una estructura social injusta que explotaba a los individuos y apoyaba posiciones de dominación racial. En publicaciones como Writers Take Sides o Volunteer for Liberty, Hughes se reafirmó en su idea de que el fascismo “difundía prejuicios de color, odio de raza y opresión de la clase trabajadora”31 y en su temor de que “si seguía avanzando por España, por Europa y luego por todo el mundo no habría lugar para los jóvenes negros inteligentes, puesto que predicaba el credo de la supremacía nórdica y un mundo solo para blancos”.32 Uno de los asuntos que le preocupaban a Hughes era averiguar si “se habían generado prejuicios raciales en un país como España”, que según él creía, “no los había conocido hasta entonces” por eso, se queda estupefacto ante “la ironía que había en el

hecho de que los moros coloniales (víctimas ellos mismos de la opresión en el norte de África)” estuvieran luchando en el bando que les oprimía, según él entendía.33 Cuando descubre que hay personas de color luchando en el bando franquista Hughes interpreta que lo hacen por ser “un pueblo colonial oprimido y utilizado por el fascismo”, cuyo ejercito estaba formado por “conscriptos coloniales, hombres de las aldeas engatusados para formar parte del ejercito con ofertas de lo que a ellos les parecía una muy buena paga”.34 En sus memorias también ejemplifica su sorpresa con anécdotas tales como cuando narra el encuentro en Valencia con un joven guineano-ecuatorial que había venido a estudiar a España antes de la guerra pero que cambia de bando cuando descubre que los sublevados estaban “utilizando a los moros y a mi propio pueblo para aplastar a la República”35. Hughes expresa su sorpresa por el hecho de que hubiera africanos musulmanes al servicio de Franco en el poema “Carta desde España”, en el que un soldado afroamericano le escribe a un familiar suyo: “Hoy hemos capturado a un moro herido. / Era tan oscuro como yo. / Le dije, pero, ¿qué haces aquí / luchando contra la libertad?”. En la conversación que se establece entre ambos no es mucha la información que intercambian, pero sí descubre que el soldado ha sido “arrancado de su tierra” y obligado a alistarse en el ejército sublevado intuyendo “que no iba a volver” a su país: Me respondió en una lengua que no logré entender. Pero, alguien me comentó que /había dicho que fue arrancado de su tierra.

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Y le hicieron alistarse en el /ejército fascista y venir a España y dijo que tenía la impresión de que ya no iba a volver a casa.36 Cuando, en el poema, el soldado musulmán, en medio de su agonía, cuenta que “no conocía / a la gente contra la que tenía que luchar”, el soldado americano al que identifica con el nombre de Johnny dirige “la mirada hacia África”, como gesto simbólico que refleja el optimismo de que triunfara el bando que él apoyaba y lo que eso representaría para los afroamericanos, en cuanto a la desaparición de la segregación racial: Porque si una España libre gana /esta guerra, también las colonias serán libres, y entonces algo maravilloso les /ocurrirá a esos moros de pies tan oscura /como la mía. Otro de los componentes destacados del poema, que también refleja la percepción de Hughes sobre el conflicto, es la denuncia de la mirada “hipócrita” de las democracias occidentales que, anteponiendo sus intereses comerciales e imperialistas, hicieron la vista gorda ante los deseos expansionistas de las potencias del Eje, dejando abandonado al bando republicano. Hughes consideraba que “uno de los grandes enemigos del pueblo español era el mismo Banco de Inglaterra”,37 ya que favorecía los movimientos llevados a cabo por el imperio británico para imponer su deseo sobre sus colonias mientras que Inglaterra utilizaba la política de neutralidad para cubrir sus intereses. La esperanza para que el combatiente musulmán y sus compatriotas fueran libres pasaba

por la victoria de la España republicana, la única capaz, según le dice el brigadista americano, de poner frente a los atropellos no solo de “Italia”, en su intención de crear un nuevo imperio italiano en el continente africano, sino también de “la vieja Inglaterra”, debido a que “tienen esclavos en África, / y no quieren que sean libres”. Su esperanza se hace tangible cuando Johnny trata de estrechar la mano al soldado musulmán, en un gesto de solidaridad que no pudo ser correspondido al encontrarse moribundo: “pero mira, ¡al diablo con ellos, moro cautivo! / ¡Démonos la mano!”. Este mismo soldado, Johnny es también el protagonista del poema “Una postal desde España”, a través del cual Hughes explora lo que entiende como un reflejo de la ausencia de discriminación racial sobre los voluntarios afroamericanos en España. En su intención de averiguar “si los negros norteamericanos eran bien recibidos en las ciudades españolas cuando estaban de permiso”38, Hughes percibió una situación esperanzadora respecto a las relaciones interraciales, llevando a cabo una vez más una transferencia cultural del conflicto. En la segunda estrofa, Johnny afirma que a pesar de estar tan lejos, no se siente “solo / en esta tierra de España” en la no padece los prejuicios de color que conoció en su país: La gente aquí no me trata como los blancos allá. Cuando estaba en casa, me trataban como os tratan a vosotros.39 Todavía con la esperanza de que la guerra sirviera de puente entre las divisiones raciales y de clase, Johnny confiaba en que la discriminación racial desapareciera en su país: “No creo que las cosas / vuelvan a ser como antes”, convencido de que la gente

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que él conoció “lucharía por mi ahora / igual que yo estoy luchando ahora por España”, un sentimiento compartido por muchos afroamericanos que lucharon en España. Cuando un coronel estadounidense le preguntó a quien se convirtió en el primer negro en comandar tropas de blancos en un ejército americano y que había adquirido notoriedad como el héroe del Frente del Jarama, Oliver Law, si no le daba vergüenza lucir el uniforme con galones que llevaba en ese momento, Law le contestó: “Yo era artillero en el ejército norteamericano porque era negro. Aquí, en España, los galones se obtienen por lo que merecemos, no por nuestro color”.40 A Salaria Kee, la única mujer negra que formó parte del batallón Lincoln, le costó comprender cómo “las divisiones de raza, credo y nacionalidad perdían significado”, cuando compartía el mismo destino que otros voluntarios que estaban allí experimentando una gran decepción a su vuelta: “Durante el tiempo que estuve en España nadie miró mi color de piel. Cuando regresé EE.UU, pensé que las cosas habrían cambiado. No fue así”.41 Otro voluntario, Tom Page, afirmó también a este respecto que España “fue el primer lugar donde me sentí un hombre libre. Si a alguien no le gustabas, te lo decían a la cara. No tenía nada que ver con el color de tu piel”.42 En diciembre de 1938, Hughes dejó Madrid en dirección a Valencia, pero ante el cariz que estaba tomando la situación bélica decidió volver a los Estados Unidos desde el aeropuerto que consideraba más seguro, lo cual le obligaba a ir a París, siguiendo la misma ruta por la que entró en España. Cuando de camino a la capital francesa llega a un pueblo francés al otro lado de los Pirineos, por primera vez en seis meses, lejos

del estruendo de los obuses y de las bombas, pudo disfrutar de una comida en la cantina de una estación mientras contemplaba en un luminoso día de invierno el valle que le separaba de España y reflexionaba sobre la paradoja de que a menos de un kilómetro de distancia todo pudiera ser tan distinto: “¡Qué diferencia marca una frontera! A un lado de una línea invisible, comida; al otro, nada. A un lado, paz; al otro, guerra. A un lado, tranquilidad bajo el sol; al otro, el peligroso piular que no procedía de las aves, los estruendos de los obuses, el ulular de las sirenas y el estallido de las bombas sobre las populosas ciudades”. La incertidumbre de lo que sería del pueblo español que marchaba por “la sangrienta cuerda floja de su lucha civil”43, le hacía presagiar un desenlace no deseado. La decepción de los afroamericanos que sobrevivieron y regresaron a su país al ver que el conflicto racial no había cambiado condenó a muchos al ostracismo. El propio Hughes, como intelectual que se había posicionado a favor de un bando siendo su país neutral en el conflicto, tuvo que lidiar con la ley al regresar, pero los ataques también le llegaron desde el punto de vista literario. El lenguaje utilizado en sus tres poemas con formato de carta está cargado de vulgarismos, lo cual le acarreó un buen número de críticas, ya fuera porque algunos de los voluntarios negros no se veían representados con la manera de hablar de la voz poética o por hacer uso de un dialecto sensiblero. El propio Hughes, cuenta en sus memorias, cómo una noche en el pueblo de Híjar, Teruel recitó sus poemas a un grupo de soldados y “algunos de los internacionales sentados sobre el frío suelo de piedra del molino pusieron objeciones a la falta de

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corrección gramatical y al inglés ligeramente deformado que yo había empleado en estas Cartas”, dando una mala imagen de los que sí tenían educación y “contribuyendo equivocadamente a perpetuar un estereotipo”. Se justificó señalando que lo que verdaderamente trataba de mostrar “era que incluso los estadounidenses menos privilegiados, los negros del Sur, estaban representados en las Brigadas Internacionales, luchando en el bando de los obreros y los campesinos españoles para ayudar a mantener un gobierno que les diera una oportunidad de acudir a la escuela y aprender la gramática”.44 Al llegar a Nueva York, en enero de 1938, siguió apoyando, siempre que tuvo la oportunidad, la contribución de los afroamericanos en la guerra en España. Creó su propio grupo llamado The Suitcase Theater45, inspirado en los teatros itinerantes de España, y publicó años después más poemas sobre la guerra. Concretamente en 1952, “Tomorrow’s Seed” (La semilla del mañana), en el que rinde homenaje al heroísmo del brigadista “caído en tierra española”, cuya muerte no fue en vano, ya que, como sintetiza en los últimos dos versos, sembró “semilla humana / de la que nacerá la libertad”46; y “Hero-International Brigade” (Héroe de la Brigada Internacional), en el que un soldado muerto se dirige a otro combatiente con el que se siente hermanado por el mismo sueño de haber contribuido a una “transformación en vida”47 para un mejor futuro. Algunos de aquellos soldados murieron, otros regresaron, pero “la historia los ha registrado”, afirma Hughes en el capítulo de sus memorias titulado “Negros en España”, consolándose en el hecho de que si algo bueno surgió de la barbarie para los

afroamericanos es que “antes de esos años, los principales embajadores de los negros en Europa eran los músicos de jazz, los concertistas, las bailarinas y otros artistas. Pero, estos negros de España eran combatientes, combatientes voluntarios, y ahí es donde la historia pasó página”.48 Notas 1 Hill. Langston Hughes: Poet of the Harlem Renaissance, 8. 2 Hughes, “Love Letter from Spain” (Carta de amor desde España), Langston Hughes: Escritos sobre España (1937-1956), 326-328. La traducción de los versos del poema original que aquí se presenta, así como todas las demás en este ensayo, han sido realizadas por el autor de este ensayo. 3 Carroll, The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 18. 4 Cit. en Carroll, The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 136, 18. 5 Cit. en Christine Hill, “Langston Hughes: Poet of the Harlem Renaissance”, 9. 6 Hughes, The Big Sea, 16, 34, 90. 7 Hughes, Collected Poems, 4. 8 Hughes, I Wonder as I Wander, xiiixiv. 9 Pfeifer, Rough Justice: Lynching in American Society (1874-1947), 2. 10Hughes, “Lynching Song”, Collected Poems, 214. 11 Hughes, I Wonder as I Wander, 400. 12 Fremon, The Jim Crow Laws and Racism in United States History, 19-20. 13 Kelley, Race Rebels, 138. 14 Carroll. The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 18-19.

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15 Yates. De Misisipi a Madrid, 85. 16 Carroll y Fernández, eds. Facing Fascim, 26. 17 Hughes, “Call of Ethiopia”, Collected Poems, 184. 18 Hughes, “Broadcast in Ethiopia”, Collected Poems, 192. 19 Hughes, “The Ballad of Ethiopia”, Ebony Kinship, 102. 20 Hughes, I Wonder as I Wander, 383. 21 Hughes, “Too Much of Race”, 272. 22 Hughes, I Wonder as I Wander, 320. 23 Hughes, “Today”, Collected Poems, 201. 24 Solé i Sabaté y Villarroya. España en llamas, 9-10. 25 Hughes, “Barcelona ataque aéreo”. Collected Poems, 207-209. 26 Hughes, “Luz de luna en Valencia: Guerra Civil”. Collected Poems, 306. 27 Hughes, I Wonder as I Wander, 327. 28 Hughes, “Madrid, 1938”, Collected Poems, 614-618. 29 Hughes, “Too Much of Race”. 1937. The Crisis 44 (9): 272. 30 Kelley, Race Rebels, 124. 31 Cit. en Piette y Rawlison, Edinburgh Companion to Twentieth-Century British and American War Literature, 77. 32Hughes, Escritos sobre Espana (1937-1956), 36. 33 Hughes, I Wonder as I Wander, 327, 353. 34 Hughes, Escritos sobre España (19371956), 37. 35 Hughes, I Wonder as I Wander, 350, 329. 36 Hughes, “Carta desde España”, Collected Poems, 201-202. 37 Hughes. Escritos sobre España (19371956), 37, 71.

38 Hughes, I Wonder as I Wander, 327. 39 Hughes, The Collected Poems, 202203. 40 Cit. en Carroll, The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 135. 41 Kee, “A Negro Nurse in Republican Spain”. http://www.alba-valb.org 42 Page, “Civil War in Spain”, http:// www.alba-valb.org 43 Hughes, I Wonder as I Wander, 399400. 44 Hughes, I Wonder as I Wander, 378. 45 Hill, Langston Hughes: Poet of the Harlem Renaissance, 79. 46 Hughes, “Tomorrow’s Seed”, Collected Poems, 431. 4 7 Hu g h e s , “ He ro - In t e r n a t i o n a l Brigade”, Collected Poems, 431-432. 48 Hughes, I Wonder as I Wander, 384. Bibliografía Carroll, Peter N. The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade: Americans in the Spanish Civil War. Stanford U P: Stanford, 1994. ___. and James D. Fernández, eds. Facing Fascim: New York and The Spanish Civil War. New York: NYU P, 2007. Fountain, James. “The Poetry of the Spanish Civil War”. The Edinburgh Companion to Twentieth-Century British and American War Literature. Ed., by Adam Piette and Mark Rawlinson. Edinburgh U P., 2012. Fremon, David K. The Jim Crow Laws and Racism in United States History. Enslow, Publishers, Inc. Berkley Heights, NJ. 2015. Hill, Christine M. Langston Hughes: Poet of the Harlem Renaissance. Enslow Publishers, Inc. Berkley Heights, NJ, 1997.

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Hughes, Langston. I Wonder as I Wander: An Autobiography by Langston Hughes. Farrar, Straus and Giroux, NY: 1993. ___. The Big Sea. New York: Hill and Wang, 1940. ___. “Langston Hughes: 45th Spingarn Medalist,” The Crisis, August-September, 1960. ___. “Too Much of Race”. The Crisis 44 (9), 1937. ___. “The Ballad of Ethiopia”. Robert Weisbord, ed. Ebony Kinship: Africa, Africans, and the Afro-American Westport, Conn.: Greenwood P, 1973. ___ . “Broadcast in Ethiopia”, The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994. ___. “Barcelona: ataque aéreo”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994. ___. “Call of Ethiopia”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994. ___. “Madrid, 1937”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994. ___. “Luz de luna en Valencia: Guerra Civil”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, editor. Vintages Classics, 1994. ___. “Letter from Spain”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, editor. Vintages Classics, 1994. ___. “Love Letter from Spain”. Langston Hughes: Escritos sobre España (1937-1956). Maribel Cruzado Soria y Javier Lucine. Oficina de arte y ediciones S. L., 2011. ___. “Lynching Song”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994.

___. “Postcard from Spain”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994. ___. “Tomorrow’s Seed”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994. ___. “Hero-International Brigade”. The Collected Poems of Langston Hughes. Arnold Rampersad, ed. Vintages Classics, 1994. Kee, Salaria. “A Negro Nurse in Republican Spain”. http://www.albvalb.org/ resources/robeson-primary-resources/salaria-kea-a-negro-nurse-in-republican-spain Kelley, Robin D.G. Rage Rebels: Culture, Politics, and the Black Working Class. The Free P, 1996. Lawson, Don. The Abraham Lincoln Brigade: American Fighting Fascism in the Spanish Civil War. U of Nevada P, 1986. Page, Tom. “Civil War in Spain”, http:// www.alba-valb.org/resources/robeson/ spanish-civil-war-history Pfeifer, Michael J. Rough Justice: Lynching in American Society. 1874-1947. U of Illinois P 2004. 2. Piette Adam and Mark Rawlison. Eds. The Edinburgh Companion to TwentiethCentury British and American War Literature. Edinburgh U P, 2012. Sole I Sabate, Josep María y Joan Villarroya. España en llamas. La guerra civil desde el aire. Madrid: Temas de Hoy. 2003. Yates, James. De Misisipi a Madrid: memorias de un afroamericano de la Brigada Lincoln. Trad., Dídac P. Larriaga. Open Hand Publishing, 2011.

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Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano (1889) de Edmondo De Amicis [crítica-literatura-estudios culturales-geografía]

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l tema del Congreso de ALDEEU de este año fue: el Mediterráneo, puerta a las Américas. Para millones de migrantes, el Mare Nostrum ha sido, es y será verdaderamente una puerta para acceder a otro capítulo de su vida. A veces, esta puerta lleva a un mundo lleno de posibilidades y aventuras, otras veces, revela un destino trágico. Cada día escuchamos noticias sobre migrantes que han fallecido durante el cruce oceánico, leemos de familias divididas una vez llegadas al país de destino, estudiamos testimonios de migrantes que persiguieron “the American dream”, que intentaron “hacer la América”. Tantas son las historias, varios los finales, pero uno es el puerto de partida: el Mar Mediterráneo. Una de las rutas migratorias más populares entre finales del siglo XIX y comienzo del siglo XX era Génova-Buenos Aires, un destino compartido entre 1876 y 1915 por 2.192.000 de italianos (Annuario Statistico, 149-50). La portada de esta ola migratoria fue tan masiva que según el censo nacional de 1914, de un total de 7.885.237 de habitantes en la Argentina, 929.863 eran italianos.1 Al ser uno de los movimientos diaspóricos más influyentes de la contemporanei-

dad, la migración italiana a la Argentina ha sido investigada desde varias perspectivas que pueden agruparse bajo tres enfoques principales: como fenómeno socio-histórico, en las obras fundamentales de Gianfranco Rosoli y Fernando Devoto, como Historia de la inmigración en la Argentina (2009); dentro del ámbito de la crítica literaria, por ejemplo en Ficciones somáticas: Naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo (Argentina 1880-1910) de Gabriela Nouzeilles (2000) y La inmigración en la literatura argentina, 1880-1910 de Gladys Onega (1982) –el cual ofrece un panorama bastante amplio de la influencia que la migración tuvo en la literatura y el teatro argentino a lo largo de cuarenta años; y finalmente, en relación con el nacionalismo y el control social, a través de obras como Asociacionismo, trabajo e identidad étnica: los italianos en América Latina en una perspectiva comparada de Fernando Devoto y Eduardo José Míguez (1992) –basado en la definición de las relaciones laborales, el tema del asociacionismo y la identidad étnica de los italianos– y Immigrants in the Lands of Promise: Italians in Buenos Aires and New York City, 1870-1914 de Samuel Baily (1999)

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–enfocado en el análisis del asentamiento cultural y social de la comunidad italiana en Buenos Aires. Dentro de esta breve reseña bibliográfica, uno de los trabajos investigativos que mejor informan el presente artículo es Italian America: Latin America as Italy in the Post-Unification Emigration Literature of Edmondo De Amicis (2015) de Sara Troyani, la cual arroja luz, de forma entretenida y puntual, sobre el papel protagónico que la literatura italiana desempeña en completar el puzzle de la migración a la Argentina. A pesar de la excelente contribución de la crítica sobre este tema, se echan en falta todavía análisis humanísticos transatlánticos que enfoquen la atención en el rol de la literatura como vehículo de la sensibilidad estética y las inquietudes sociopolíticas de la época. Trabajar la literatura migratoria italiana del siglo XIX no es tarea fácil puesto que, como señala Vincenzo Pascale en “Note sull’emigrazione: emozioni ed emigrazione: De Amicis” (2013), este tema no logró llamar suficiente atención por parte de los autores de la península. A pesar de la presencia de un grupo reducido de novelas sobre la diáspora decimonónica, es lamentablemente cierto que la literatura italiana nunca se dedicó suficientemente a este tema, considerándolo como marginal, arcaico y no digno de atención.2 En 1930 Ugo Ojetti expresó su opinión sobre esta inesperada falta literaria en la revista Pègaso y fue luego famosamente citado por Antonio Gramsci (Cuaderno 23, 58). En sus Cuadernos, Gramsci era concorde con Ojetti al afirmar que hasta la fecha no se había producido en Italia una gran novela migratoria, hecho que dejaba al olvido un fenómeno relevante por el número de personas involucradas y por su incidencia política y social. Gramsci atribuía esta falta literaria a la indiferencia entre los intelectuales italianos y las clases más humil-

des. El hecho de que las clases sociales más indigentes, con las cuales se identificaba la mayor parte de la ciudadanía, no estuvieran representadas demonstraba, según Gramsci la falta de una verdadera literatura nacional. Posiblemente, al oscurecer el viaje al extranjero de los italianos, el gobierno tenía como objetivo vaciar un fenómeno que podría comprometer la imagen de Italia desde un punto de vista político. En efecto, los fenómenos migratorios pueden determinar la forma con la cual un estado se presenta a sí mismo en el panorama internacional. El hecho de que millones de ciudadanos se sintieran forzados a dejar un país a penas constituido podría ofrecer la imagen de un aparato estatal, económico y político débil e incapaz de sustentar a sus miembros. Entonces, como señala Stefano Rosatti (2013), durante las primeras décadas sucesivas a la unificación, cuando el gobierno italiano comenzó a construir su propia imagen política, la emigración se convirtió en un índice claro del fracaso del nuevo aparado estatal. Además, involucrando de manera particular a las clases rurales, esta diáspora masiva causó el despoblamiento progresivo de las tierras cultivadas y la consecuente disminución de la fuerza laboral, hecho que contribuyó al aumento del nivel de hostilidad contra el fenómeno diaspórico (150). Así como los pocos otros ejemplos de literatura italiana migratoria, la novela de Edmondo De Amicis, Sull’Oceano (1890) no ha sido objeto de muchos trabajos investigativos, a pesar de la indiscutible popularidad de su autor. Sobre Sull’Oceano y el cuento de tema diaspórico “Dagli Appennini alle Ande” (intercalado en Cuore, 1886) críticos se han enfocado en la forma en la cual De Amicis articula la perspectiva narrativa –como en Nell’officina di un reporter di

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Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano fine Ottocento de Valentina Bezzi (2007) o “Le spectateur sontroversé” de Edwige Comoy Fusaro (2011) –o en la manera en la cual el autor vehicula los sentimientos de sus personajes– por ejemplo en “Note sull’emigrazione: Emozioni ed emigrazione” de Vincenzo Pascale (2013). Finalmente, en Italian America: Latin America as Italy in the Post-Unification Emigration Literature of Edmondo De Amicis (2015) Sara Troyani ofrece un detenido análisis sobre el significado del paisaje en la obra De Amicis así como esto se relaciona con el contexto de la Italia post-unitaria. En diálogo con este reducido número de productos críticos, el presente estudio se propone ofrecer un análisis socio-literario de Sull’Oceano desde un punto de vista ecocrítico, o sea conjugando la crítica literaria y el campo de las humanidades ambientales con el estudio de la migración. El intento del presente artículo es entonces poner remedio a la falta casi completa de un análisis centrado en la representación del medioambiente como instrumento estético para la difusión de los ideales políticos de De Amicis.3 Considerando que la representación de la naturaleza es uno de los elementos claves dentro del panorama literario Naturalista, una aproximación crítica que considere la descripción del paisaje como metáfora para un discurso político migratorio ofrece importantes pistas para discurrir. De hecho, la representación literaria del ambiente permite arrojar luz sobre el pasado para mejorar la comprensión del presente y reflexionar alrededor de asuntos ecológicos futuros. A través de su descripción, el paisaje puede revelar mucho, vehiculando mensajes políticos, sociales y ecológicos. Desde los años noventa, la crítica contemporánea se ha interesado más y más en la representación del entorno ambiental en

las ciencias humanas buscando puntos de contacto entre ciencia, política, estudios sociales y literatura llegando a la creación del campo de estudios de la ecocrítica y, más específicamente, de las humanidades ambientales. La ecocrítica se ocupa de estudiar el ambiente y su representación literaria desde varios puntos de vista para revelar diferentes niveles de interpretación. A través del análisis de la caracterización narrativa del medioambiente, esta disciplina intenta sugerir un cambio de perspectiva y consciencia por parte de los lectores. A este respecto, en un recién artículo dedicado a la relación entre Shakespeare y la ecocrítica, Estok argumenta: “[ecocriticism is more than] simply the study of Nature or natural things in literature; rather, it is any theory that is committed to effecting change by analyzing the function–thematic, artistic, social, historical, ideological, theoretical, or otherwise–of the natural environment, or aspects of it, represented in documents (literary or other) that contribute to material practices in material worlds.” (Estok 2005, 16-17) Es justamente el campo de investigación de las humanidades ambientales que ofrecerá el marco teórico para el desarrollo del estudio de la representación del paisaje oceánico en Sull’Oceano. A pesar de que la obra de De Amicis no tenga unos fines ecológicos enfocados en aumentar la sensibilidad de los lectores hacia cuestiones ambientales, la representación del entorno natural y artificial es de extrema importancia para la comprensión de las dinámicas socio-políticas de la época. En Sull’Oceano, la descripción lírico-naturalista del Atlántico sirve de herramienta retórica y sentimental para fomentar el patriotismo y animar a los migrantes a instalarse en la “Italia ultramarina”, incorporando a los

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ciudadanos emigrantes dentro de la “comunidad imaginada” de la Nueva Italia. Tomando en consideración la totalidad de la producción literaria de De Amicis, la refiguración del entorno ambiental no parece prerrogativa de Sull’Oceano. El tema del viaje está presente en otros trabajos del autor puesto que, como corresponsal del periódico Nazione, De Amicis tuvo la oportunidad de visitar numerosos países y narrar sus experiencias en obras como España (1873), Ricordi di Londra (1874), Holanda (1874), Marruecos (1876), Constantinopla (1878) o Ricordi di Parigi (1879) –libros que favorecieron la difusión en Italia del género de la literatura turística y que alcanzaron un gran éxito por las intrigantes descripciones de los lugares y costumbres de los países visitados. Incluso el viaje transatlántico descrito en la obra aquí analizada es autobiográfico. De hecho, el 16 de marzo de 1884 De Amicis se embarcó desde Génova a bordo del América del Norte con destino Río de la Plata, experiencia que, según afirman Feruglio (2011), Bacchetti (2001), Pastorino (2009), Tamburini (2008) y Danna (2000), marcó humanamente el autor italiano y su orientación política. La decisión de De Amicis de escribir Sull’Oceano fue motivada no solamente por la curiosidad hacia las dinámicas político-sociales de la migración, sino también por la generosa recompensa recibida por parte del periódico Nacional de Buenos Aires con el cual había empezado a colaborar en 1883.4 Al publicar su informe de viaje en 1889 con la editorial Treves, De Amicis cambió el título de su obra a Sull’Oceano.5 Desde las primeras páginas, esta novela se convierte en un microcosmos representante la sociedad italiana, en sus diferencias tanto sociales como lingüísticas. A lo largo de 400 páginas se desarrolla un verdadero reportaje del viaje

“sull’oceano”, o sea “en el océano” (tal como fue traducido el título en la versión de 1898 de Los Rios) cuyos protagonistas son un grupo de viajeros italianos y de otras nacionalidades dirigidos hacia Buenos Aires. Podría afirmarse que la protagonista de la narración es la nación italiana misma, puesto que De Amicis ofrece una representación holística de las tipologías de inmigrantes italianos, desde los privilegiados que viajan por razones políticas o negocios, hasta los pobres desamparados en búsqueda de un futuro mejor. La sección de la novela más representativa a este respecto es el capítulo titulado “L’Italia a bordo”, en el cual se describe la variedad de los pasajeros del Galileo: La compañía por consiguiente era variadísima y prometía mucho. Y no resultaba solo un nutrido pueblo, como me hacía observar el comisario, sino un pequeño Estado. En la tercera clase estaba el pueblo; la burguesía, en la segunda; en la primera la aristocracia: el comandante y los oficiales o empleados superiores representaban al Gobierno; el comisario, la magistratura y la función de la imprenta estaba desempeñada por el registro de las reclamaciones y de las aprobaciones abierto en el comedor; a más de que los mismos pasajeros, a veces, y no sabiendo cómo entretener el tiempo, fundaban un periódico diario. (36-37)6 Como se informa a lo largo de la narración, el barco de vapor Nord América, nombrado por De Amicis como “Galileo”, transportaba 1600 personas solamente en la tercera clase, y 200 miembros de la tripulación. A pesar de que la mayoría estuviera representada por los italianos del norte, los pasajeros procedían de toda Italia. El viaje

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Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano desde Génova a Buenos Aires narrado en Sull’Oceano se presenta entonces como una metáfora de la sociedad italiana post-Unitaria, todavía caracterizada por ciudadanos inconscientes del significado de la unidad de su país, hablantes diferentes dialectos y acostumbrados a tradiciones exclusivamente regionales. La atención otorgada al aspecto político, a los valores traicionados, la desilusión, pero también la esperanza de encontrar un futuro mejor en el otro lado del Atlántico revela la intención por parte del autor de crear un microcosmo literario representante de los temas más populares discutidos por sus compatriotas. Al situar la narración sobre el océano, un espacio natural y neutral, entre la madre patria, representante el presente, y Argentina, o sea el futuro, De Amicis es libre de colocar en la boca de los pasajeros del Galileo discursos de matiz política, miedos por el porvenir de la empresa colonial italiana, prejuicios hacia el extranjero y supersticiones. Todo esto se describe de forma lúcida y precisa, otorgando gran atención a los detalles, hecho que revela la sensibilidad estética típica de la literatura naturalista y realista del siglo XIX y ofrece un preciso cuadro histórico. ¿Cuál era la situación sociopolítica italiana de la época que De Amicis retrata en su obra? La falta de desarrollo industrial en el norte y el escaso nivel de la agricultura en el sur hizo que en Italia se buscaran condiciones de vida más favorables. Frente a la diáspora de millones de italianos, el intento de crear un estado nacional homogéneo era una empresa ardua. Sin embargo, al mismo tiempo, la migración podía ser usada por la clase hegemónica italiana como un

elemento a favor de la resolución de los problemas más urgentes de la nueva Italia: mejorar el sector agrícola a través del cultivo de nuevas tierras –como la inmensa pampa argentina– y crear colonias ultramarinas para aliviar el estado de sobrepoblación del país y garantizar una vida digna para millones de personas desamparadas y sin un trabajo estable. Por medio de una retórica demagógica que presentaba los territorios argentinos como aptos para el establecimiento de las colonias ultramarinas, se empujó la colonización de Latinoamérica. Hacia finales del siglo XIX, muchos marineros ligures se establecieron en Argentina dando vida a círculos librecambistas, instalando colonias que mantenían proficuas relaciones de negocios con la madre patria. Los numerosos viajes transatlánticos representaban una fuente de riqueza muy significativa para la economía genovés que empezó a dedicarse al transporte de los emigrantes. Junto a estas asociaciones, el carácter de masa del flujo migratorio llevó a una verdadera economía especulativa que abusaba del emigrante y sus ganancias. De hecho, se vino desarrollando una red constituida por las agencias de emigración que procuraban pasajes, noticias y contratos de trabajo para las Américas. Dichas agencias fueron, frente a la pasividad del gobierno, la única organización que dirigía el gran éxodo. Consecuentemente, empezó a crearse una economía complementar caracterizada por la usura y la difusión de publicidad engañosa basada en la descripción de Argentina como una tierra mítica, donde todos podrían alcanzar riquezas, magnificando también ventajas para la economía italiana.

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Sin embargo, a pesar del empeño de la clase dirigente para que la expansión colonial hacia Latinoamérica fuese exitosa, a causa de la falta de recursos financieros el comercio entre Italia, Argentina y Brasil se reveló improductivos. Finalmente, durante el 1903 y el 1904 las exportaciones de manufacturas italianas empezaron su imparable declive. Factor decisivo para el abandono definitivo del comercio ultramarino fue el cambio de tendencia del flujo migratorio que a partir del siglo XX se dirigió en la mayor parte hacia los Estados Unidos. Con el paro de la expansión colonial italiana y la consecuente falta de tierras disponibles para el cultivo por parte de los extranjeros, los emigrantes italianos abandonaron las metas latinoamericanas. Sin embargo, a pesar de estas profundas modificaciones, el mito de la “Nuova Grande Italia”, teorizado por Cristoforo Nitti continuó siendo el centro del debate político italiano puesto que el tema de la emigración-expansión había revelado ser un potente instrumento con el cual la clase dirigente italiana podía controlar la opinión pública en un sentido nacionalista. En este contexto, la descripción del paisaje oceánico obrada por De Amicis puede ser interpretada como una forma de instrumentalización retórica para empujar el proceso de transculturación a favor de una ampliación de los confines culturales de la nueva Italia. Para lograr su intento, De Amicis ofrece una descripción lírico-naturalista del océano que resalta por un lado las similitudes geográficas entre el Mediterráneo y las aguas oceánicas latinoamericanas y por otro lado el heroismo de los migrantes pintados como modernos viajeros-conquistadores en búsqueda de un futuro exitoso y nuevas posibilidades.

En Sull’Oceano entonces, la representación del medioambiente sirve como un aglutinador político-social para la solidificación de la comunidad y para fomentar el patriotismo y animar a los migrantes a instalarse en la “Italia ultramarina”. El ambiente oceánico asume un significado altamente simbólico: primero, representa un espacio geográfico de valor histórico en cuanto teatro de las empresas de las grandes civilizaciones del pasado; segundo, es un lugar de asombro y maravilla que permite la creación de un imaginario mítico elevando la experiencia de los migrantes a un nivel heroico y legendario; finalmente, constituye una utopía, en el verdadero sentido etimológico de la palabra, o sea un “no-lugar”, un espacio indefinido, neutral donde no hay división –al menos en un nivel teórico/ idealista– entre las clases sociales y la procedencia geográfica. Tal como los viajeros coloniales exageraban sus relaciones para impresionar a la Corona y obtener financiamiento y honores, De Amicis presenta el difícil cruce del Atlántico como una empresa mítica en la cual los migrantes son los héroes que, a pesar del aburrimiento, la fatiga y el sufrimiento, persiguen la esperanza de encontrar una vida mejor al otro lado del océano. Para enfatizar la grandiosidad de esta experiencia, el narrador refigura una naturaleza tanto amenazante, como asombrosamente maravillosa: Y el Atlántico nos mecía con sus olas amplias y plácidas, semejantes a vastísimas alfombras azules franjeadas de plata, sacudidas por millares de manos invisibles, y que se suceden unas a otras sin fin; a través de ellas el Galileo extendía al pasar, interminable rastro de blanca estela. No era distinto el nuevo mar de aquel otro de don-

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Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano de salíamos; y, sin embargo, nos incitaba a levantar la frente como si el espíritu fuese más libre, la vista penetrase más lejos con sus miradas, invitándonos a beber el aire en amplias bocanadas, con nuevas sensaciones de placer, como si ya trasportase los fuertes perfumes de la grandes florestas de la América latina. (42) Como puede observarse en esta cita, la descripción de la grandiosidad del entorno ambiental recuerda las crónicas coloniales, como las de los italianos Pigafetta y Colón y, a parte de exaltar la grandiosisdad de la empresa de los migrantes, subraya la magnificiencia de las tierras ultramarinas como garantía de que el país de destino será incluso mejor que la madre patria. Sin embargo, el cruce del Océano no se configura como una experiencia exclusivamente positiva. El cruce del Atlántico transcurre lentamente, los pasajeros están extremados, aburridos, cansados. El de Génova a Buenos Aires, es un viaje largo de semanas que consume a los migrantes, deshumanizándolos. Varios son los momentos de desesperación, luchas y peleas que ven como protagonistas los viajeros del Galileo. Mientras que el viaje les quita fuerzas, condenándolos a pasar horas y horas mirando el mar o jugando a los naipes como autómatas, otros elementos no-humanos cobran vida. El barco mismo es descrito por el narrador como un enorme animal que, casi como si percibiera el aburrimiento del viaje, se queda dormido con el corazón palpitante: “Poco a poco desaparecieron también los hombres, y el vapor quedó callado como desmesurado animal que se desliza adormecido por encima de las aguas sin dejar oír más que las pulsaciones regulares de su corazón monstruoso”. (104) El barco se refigura entonces como un ani-

mal dormido, pero también como un viejo gigante que piensa, se aburre, se duerme, para de repente despertarse lleno de vida: El Océano que parecía viejo y cansado, se rejuvenecía pocos minutos, recorrido por un estremecimiento de vida que lo cambiaba todo. Después, se aquietaba, pensativo, y se aburría y se adormecía para despertar luego como forma sacudida, inquieto, cejijunto, ofendido de aquella cáscara de nuez llena de hormigas que le pasaba sobre el cuerpo y parecía que meditaba…después recaía en una indiferencia desdenosa, perdonaba y decía sonriendo: - Pasad, pasad.Mudaba rápidamente con ello el aspecto de la embarcación, como si aquellas mil seiscientas personas hubiesen tenido un solo sistema nervioso. (210) De Amicis personifica el océano describiéndolo como un organismo vivo capaz de sentir los mismos sentimientos de los pasajeros del Galileo. Las aguas oceánicas, ahora humanizadas, hablan directamente a los migrantes invitándolos a navegar a pesar del fastidio que su presencia, como muchas hormigas pequeñas, le procura. Varios son los momentos a lo largo de Sull’Oceano en los cuales De Amicis subraya el tamaño pequeño e irrisorio de los seres humanos en comparación con la naturaleza: “Más maravillosa que el Océano mismo que rompe y devora, a cuya amenaza continua responde con el infatigable ruido su conjunto: -Tú eres inmenso, pero ignorante, yo soy pequeño, pero soy un genio; tú separas los mundos, yo los uno; tú me rodeas, mas yo paso sobre ti; tú eres muy poderoso, pero yo soy quien soy”. (218) Esta afirmación es particularmente

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interesante si se considera que, junto con el Romanticismo, otra influencia filosóficoliteraria para De Amicis es el positivismo y la importancia que esto atribuye a la capacidad lógica del ser humano en contraste con la irracionalidad de la naturaleza. Si es verdad que el narrador de Sull’Oceano admira la potencia del entorno ambiental con el cual el piróscafo entra en contacto, no faltan al mismo tiempo momentos en los cuales queda fascinado por los avances tecnológicos de su generación, representados por la potencia del barco: Recorríamos, con el pensamiento, la historia de la navegación y saltando desde el tronco del árbol a la canoa, de la pifagua a la barca de remos, y pasando por todas las formas de la nave, engrandecida y fortificada por los siglos, nos deteníamos en aquella forma última para compararla con la primera, y el corazón se nos enchía de admiración, preguntándonos qué otra obra mecánica tan maravillosa había inventado la raza huamana. (217) En la narración de De Amicis se alternan entonces momentos de alabanza hacia lo artificial y otros en los cuales se proclama el poder del medioambiente. La conexión ecológica entre todos los elementos, seres humanos, animales y el entorno ambiental, llega a su cumbre a la hora de acercarse a las costas del Brasil: En el mismo momento, como para festejarlo, una bandada de aves acuáticas del Brasil vino a dar tres vueltas alrededor de los mástiles, y después, desaparecieron. Nunca me había parecido tan hermoso el Galileo… Sus altísimos mástiles, enlazados entre sí como una trama

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de cuerdas, parecían troncos de gigantescas palmeras, ya podadas, unidas por ramas sin hojas, y las anchas bocas rojizas de los tubos de ventilación hacían el efecto de colosales cálices de flores, atraídos por la América, en vez de serlo por el sol. (216) Esta descripción del Galileo revela algo sorprendente: al entrar en contacto con la selva amazónica brasileña, el barco y los viajeros experimentan una metamorfosis que transforma los mástiles en palmeras, las cuerdas en lianas y las trompetas en flores enormes dirigidas hacia el continente americano en vez de ser atraídos por el sol. Todo forma parte de un ecosistema en perfecto equilibrio: por un lado hay la naturaleza, maravillosa y grandiosa; por otro lado hay los seres humanos, con su facultad lógica capaz de interactuar con el medioambiente logrando objetivos casi imposibles, como el cruce del océano y la formación de comunidades ultramarinas. Si la fuerza de la naturaleza es intimidante, la inteligencia de los migrantes y su capacidad de sobrevivir lo es incluso más. Por un lado, el antropocentrismo que ánima las páginas de Sull’Oceano aleja a De Amicis de la sensibilidad con la cual los autores ecocríticos contemporáneos miran a colocar al ser humano en el mismo nivel del medioambiente en cuanto parte integrante de la naturaleza. Por otro lado, considerando que conceptos como el “Antropocene” eran desconocidos a finales del siglo XIX, ocurre subrayar que la sensibilidad con la cual el autor reconoce la grandiosidad del medioambiente y su respectabilidad le confiere un aire más moderno.7 A pesar de no ser movido por ningún tipo de activismo ecologísta, la subjetividad y el protagonismo otorgados por De Amicis a la naturaleza


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Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano constituyen un elemento estético-literario digno de nota. Otra característica innovativa presente en la novela de De Amicis es la crítica dirigida al fenómeno migratorio y sus actores sociales. El narrador de Sull’Oceano es un culto italiano burgués que participa en un viaje transatlántico describiendo las dinámicas sociales que se manifiestan a bordo del Galileo a través de una perspectiva irónica. Una de las novedades de esta novela reside precisamente en el punto de vista del protagonista. Tal como afirma Rosatti: “… the difference between De Amicis and his followers is that in Sull’Oceano, the author’s point of view is deliberately problematic, and the approach to the question of emigration is generally dialectical”. (158) En otras palabras, el juicio del narrador se dirige hacia los italianos a bordo en calidad de seres humanos pertenencientes a diferentes clases sociales, más que en su rol de migrantes. Mientras que, en algunos momentos, polemiza en contra de la ignorancia y pasividad de los viajeros de tercera clase, otras veces la actitud del narrador se hace clemente e, incluso, paterna. En Sull’Oceano entonces el barco conforma un pequeño universo que vuelve a proponer la exploración rígida de la sociedad donde el narrador tiene el privilegio de cubrir los roles alternativos de protagonista y observador, una circunstancia que le permite ocupar su lugar en primera clase y, al mismo tiempo, entrar en contacto directo con los demás viajeros. Consciente de que el cruce del Océano Atlántico no ocurría siempre de forma voluntaria o que, por lo general, las razones a la base de la partida de los migrantes eran casi siempre dramáticas, el narrador siente la necesidad de informar el lector sobre el significado humano e histórico de este

éxodo masivo. El medio empleado para lograr este intento es la transmisión, lo más precisa posible, de las impresiones y estados mentales de los emigrantes: Yo no había pensado en el estado de ánimo en que era natural que se encontrase la mayor parte de aquella gente, cuando todavía vivían tumultuosamente en su memoria los recuerdos de la vida intolerable, para cortar la cual tuvieron que abandonar la patria, y cuando ardía aún en ellos el resentimiento contra la abigarrada falanje de propietarios, recaudadores, capataces, abogados, agentes y autoridades, designados por ellos con el nombre genérico de Señores, y a todos los cuales creen conjurados en daño suyo, como autores de la miseria que padecen. Para ellos yo era un representante de aquella clase. Tampoco reflexioné que en aquel estado de ánimo debiera serles particularmente odioso un habitante del pequeño mundo privilegiado de popa, imagen de aquel a que habían tratado de sustraerse, y que los acompañaba también en el mar como un vampiro que iba á chuparles la sangre hasta en América. (76-77) Este denso fragmento textual es particularmente interesante analizado en relación con la perspectiva narrativa. Observando el estado de ánimo de los pasajeros del Galileo, el narrador se da cuenta de su perspectiva privilegiada y muestra compasión por la situación en la cual se encuentra la mayoría de los demás migrantes, forzados a salir hacia lo desconocido sustentados

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solamente por la esperanza de encontrar una situación económica mejor de aquella de la madre patria. Sin embargo, a pesar de la compasión evidenciada por esta cita, no siempre en Sull’Oceano se considera a los migrantes como los representantes absolutos de la sociedad nacional italiana contemporánea. Muchas veces, la forma en la cual el narrador relata sus conversaciones revela un prejuicio basado en juzgar a los miembros de las clases bajas como gente ignorante, poco inteligente y supersticiosa, confundiendo la falta de experiencia con la estupidez. De acuerdo con la propuesta de Pascale y Troyani, podría decirse que los emigrantes de clase baja son señalados como el símbolo de la sociedad italiana provincial anterior a la unificación. Un momento textual en el cual emerge la actitud esnobista de De Amicis es cuando el narrador comenta sobre las impresiones que la vista del Océano refleja entre algunos pasajeros de tercera clase: L u e g o , y t u v e o c a s i ó n d e comprobarlo, desde la salida del estrecho, para la mayor parte, aquel grande Océano había sido una desilución, porque… en la mente pueblo, a la idea de los grandes mares van unidos todavía restos de las antiguas creaciones fabulosas de la antigüedad y de los tiempos medios; y ya que no los monstruos alados, los kraken de una milla en redondo y los peces cantantes, muchos esperan ver cuando menos balenas, pólipos enormes o luchas terribles entre peces espadas, y olas como montañas; y vien luego aquel mar siempre quieto, y sin que aparezca siquiera ni el hociquillo de pecesitos diminutos, al cabo de dos semanas de navegación se encogen

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de hombros diciendo: - Es un mar como otro cualquiera. (La cursiva es del texto 168) Comparando su experiencia con aquellas de los demás pasajeros, el narrador refigura a sí mismo como el único detentador de la sensibilidad necesaria para apreciar la estética del Océano. Siguiendo la teoría de Troyani, episodios textuales como estos representan una metáfora para la construcción de la identidad nacional, puesto que los individuos capaces de emocionarse frente al espectáculo de la naturaleza –o sea las personas que tienen cultura y una educación sentimental adecuada– forman parte de la ciudadanía del nuevo estado, mientras que los emigrantes incultos, incapaces de interpretar de forma lógica la realidad, se posicionan afuera de la comunidad.8 Otro episodio de matiz elitista y entonces decididamente en contradicción con la filosofía socialista y humanitaria que inspira a De Amicis en otras secciones de la novela es la descripción de la reacción de los pasajeros de Sull’Oceano una vez cruzada la línea del ecuador. Encontrándose ahora en el otro hemisferio, los migrantes comparten sus preocupaciones fomentadas por la lectura de mitos y leyendas sobre la presencia de monstruos oceánicos y fenómenos marinos asombrosos. Entre los prejuicios más populares compartidos por aquellos viajeros que cumplían el cruce del Atlántico por primera vez se encuentra el miedo hacia el canibalismo: “A la latitud de la Senegambia, habiéndose hablado de negros, decían los emigrantes que el Galileo filaba a toda velocidad para huir de la costa, donde había un pueblo de temibles salvajes que cazaban los barcos para comerse a los pasajeros, y no pocas veces lo lograban”. (169) Como recuerda Troyani, los italianos Colón y Vespucio fueron entre los pri-


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Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano meros viajeros en asociar el Caribe con el canibalismo.9 También Antonio Pigafetta, mencionado en el capítulo anterior, afirmaba que los habitantes del Brasil comían carne humana, a pesar de no haber asistido directamente a ningún episodio de canibalismo. Pronto esta práctica asumió un matiz xenófobo identificativo de la “otredad”–entendida por los intelectuales de la época como todo lo que no era occidental o civilizado. En este sentido, Troyani asocia los comentarios sobre el canibalismo presentes en Sull’Oceano con la actitud esnobista de los intelectuales italianos de la época postunitaria, afirmando que el asombro probado por los migrantes italianos representaría el atraso intelectual y cultural de las clases indigentes, hay que añadir una nota más: The emigrants’ projection of cannibalistic practices onto worlds beyond Europe aligns their views with perspectives that prevailed among and helped to further the interests of one-time European ruling classes. The agreement between the outlooks of modern Italian emigrants in Sull’Oceano and those of earlier Italian navigators and representatives of colonialist European civilization correlates modern Italian emigrants with pioneering members of Italian and European society. Ironically, Sull’Oceano uses the emigrants’ belief in cannibalism, which they share with the original European colonialists, to label the emigrants as unsophisticated barbarians. (54) Si es verdad que los pobres migrantes son víctimas de antiguos prejuicios por falta de conocimiento, entonces el narrador de Sull’Oceano no estaría hablando a toda la nación sino solamente a las clases capaces

de comprender este juego de perspectiva y las conexiones con la época colonial que se divisan en el texto. Como demuestra esta cita, la diáspora italiana era empujada y sostenida por las clases dirigentes interesadas en la realización de sus planes políticos. A soporto de esta tesis es la actitud de De Amicis que, a pesar del enfoque humanístico que el autor busca, determina una narración cuya perspectiva parcial sirve más a los intereses de los intelectuales que aquellos de los verdaderos actores sociales de la migración, en su mayoría pobres, analfabetos, y poco conscientes de las dinámicas nacionales de un país recién constituido. Que sea una maniobra meramente retórica o no, a pesar de la arrogancia que se refleja en algunos momentos narrativos, el narrador muestra tener a sus compatriotas en gran consideración. A este respecto, el paisaje oceánico sirve como metáfora para alabar el protagonismo de los italianos de la época colonial, pero también para resaltar el heroísmo de los ciudadanos contemporáneos: viajeros valientes dispuestos a emprender un viaje transatlántico complicado para el bienestar de sus familias y su nación. Las técnicas narrativas y la sensibilidad estética del Naturalismo y el Romanticismo ayudan a De Amicis a recrear un medioambiente oceánico grandioso tanto como el valor de sus compatriotas. Que las similitudes entre el entorno ambiental y la actitud de los migrantes forme parte de una construcción política puede comprobarse fácilmente. De hecho el océano es considerado por De Amicis como un espacio neutral donde es posible comunicar temas controvertidos, como la instalación de colonias ultramarinas empujado por el gobierno italiano. En Sull’Oceano, el autor presenta la migración italiana a Argentina como un medio para lograr la expansión territorial y cultural de

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la península italiana. Es decir, al considerar la situación sociopolítica de la Italia postRisorgimento, fragmentada en diferentes regiones caracterizadas por varias lenguas y tradiciones, la experiencia diaspórica compartida por migrantes de procedencias regionales y clasistas distintas ofrece la posibilidad de formar una comunidad cohesiva y homogénea que colabore para un proyecto final común: colonizar las tierras ultramarinas estableciendo conexiones con la madre patria a nivel intelectual, económico y político. De acuerdo con la tesis de Troyani, uno de los objetivos de De Amicis es entonces invitar a superar las barreras culturales y los límites políticos para llegar a la formación de una comunidad global unida y hermana. El océano, protagonista de la obra tanto como lo son los viajeros del Galileo es una fuerza poderosa pero a la vez frágil, tal como el ser humano; tiene entonces muchas caras. De hecho, el Atlántico puede parecer como un lugar espantoso o protectivo; es la casa temporánea, a veces por elección a veces de forma forzada, de viajeros, exiliados, migrantes, gente de negocios, refugiados políticos. Este océano ha sido protagonista de un increíble número de obras literarias dando lugar a historia ficcionales y reales, como las conquistas ultramarinas de época colonial, la trata de los esclavos y los movimientos migratorios decimonónicos. Las aguas del Atlántico llevan consigo una infinidad de implicaciones a nivel físico, histórico y metafórico, representan un imprescindible archivo de la memoria humana y no son entonces solamente un escenario de trasfondo, sino las coprotagonistas del ecosistema del cual formamos parte. Notas 1 Segundo censo de la República Argentina, vol. 2, p. 163 y Tercer censo de

la República Argentina, vol. 2, pp. 148, 219, 237, 248, 278, 395-396. 2 Como señala Martelli, la negación literaria de este asunto se debe principalmente a la selección estilística y artística realizada por los críticos y académicos que consideraron los temas migratorios como marginales, arcaicos y poco interesantes (Martelli, 2005). Sin embargo, durante los años Setenta, sobre todo en coincidencia con el nacimiento de una nueva ola de movimientos globales empezó a desarrollarse en Italia un nuevo interés por la literatura de viaje y la emigración, tanto desde un punto de vista histórico y científico (Zamboni y Cavarero) como desde una perspectiva sociológica y antropológica (Teti y Cinotto). Casi al mismo tiempo, a partir de los años Ochenta del siglo XX, la literatura argentina experimentó un resurgimiento del problema de la migración similar a aquello italiano. Esta recuperación produjo una narrativa basada en la memoria individual o familiar. Finalmente, a partir de los años noventa, autores argentinos como Mempo Giardinelli, Griselda Gámbaro y Rubén Tizziani contribuyeron a la formación de una nueva ola literaria sobre la migración italiana a la Argentina produciendo novelas enfocadas en el análisis de la experiencia de los migrantes entre finales del siglo XIX y comienzo del siglo XX. Esta manifestación literaria contemporánea es particularmente interesante: es verdad que no se trata de una literatura escrita por migrantes, sino por estudiosos de la migración; sin embargo, su florecimiento lleva a reflexionar sobre la posible relación entre este repentino interés hacia la migración italiana y los fenómenos migratorios contemporáneos. 3 En este contexto, ocurre dar crédito a Sara Troyani y su obra “Dagli Appennini alle Ande: Edmondo De Amicis’ Italy in South America” de 2015, en la cual la

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Génova-Buenos Aires: paisajes oceánicos y migración en Sull’Oceano autora dedica parte de su discurso sobre Sull’Oceano y “Dagli Appennini alle Ande” a la descripción del paisaje obrada por De Amicis. 4 En 1889, el editor Emilio Treves encarga a Arnaldo Ferraguti la ilustración de Sull’Oceano. Para garantizar la fieldad de las representaciones, Ferraguti recorre el viaje de los migrantes italianos de Génova a Buenos Aires, viaje hecho por el mismo De Amicis en 1884. Esta experiencia es tan impactante para el artista que Ferraguti decide describir su aventura completa en el artículo “Sull’Oceano dopo Edmondo De Amicis”, escrito con motivo de la muerte del escritor en 1908 y publicado en Il Secolo XX. Aquí, Ferraguti relata que para intentar detener las figuras y situaciones de la novela trajo consigo pinceles y lápices, pero sobre todo la cámara fotográfica de recién difusión. 5 La publicación de Sull’Oceano en 1889 logra un enorme éxito de público, tanto que la editorial milanesa Treves produce diez ediciones en las dos semanas sucesivas a la primera publicación (Bravo Herrera, Edmondo De Amicis en Argentina, citado por Ilaria Magnani 261). 6 La versión original de Sull’Oceano fue publicada en italiano por la editorial milanesa Treves. A pesar de que la investigación necesaria a la compilación de este ensayo haya sido llevada al cabo por medio del texto original, las citas que aparecen a lo largo del artículo proceden de la versión en castellano publicada en 1898 por la editorial de Buenos Aires Maucci-Restrelli Editores. El título de la traducción es En el Océano, pero para este trabajo crítico se prefirió usar el título original, Sull’Oceano. 7 Según la definición de Stacey Balkan, “The Anthropocene is a stratigraphic designation used to describe the most

recent period of the Cenozoic era –an era spanning some 65 million years and often referred to as the “Age of Mammals.” (https://globalsouthstudies.as.virginia. edu/key-concepts/anthropocene) En otras palabras, el Antropocene, término acuñado por el químico atmosférico Paul J. Crutzen y el biólogo Eugene F. Stoermer, se identifica como la era en la cual vivimos, caracterizada por una presencia invasiva del hombre con respecto a los recursos ambientales, puesto que representa el impacto de las actividades humanas sobre la Tierra y en la atmósfera a nivel global (Balkan 17). 8 “The Atlantic represents a blank slate from which De Amicis crafts the identity of unformed Italian emigrant masses. Their failure to embrace seafaring, which is said to result from the emigrants’ incapacity to transcend primal fears of drowning, is interpreted as a signifier of their evolutionary underdevelopment.” (Troyani 50). 9 Sobre la historia del concepto de “canibalismo” y su origen etimológico es útil mencionar Cummins: “In Giornale di bordo (1492-1493), the travelogue authored by famed Genoese explorer Christopher Columbus during his first journey to the Indies in search of gold and Christian converts, Columbus associates native people of the Caribbean with cannibalism. In fact, the modern usage of the term is thought to derive from wish-fulfilling semantic associations on the part of Columbus… Colombus alternately interpreted the name of the indigenous Caribbean tribe called the Caniba or Canima either as a sign of its members’ descent from subjects of the Great Khan or their resemblance to the dog-faced (Columbus understood the prefix “canib” to mean dog) anthropophagi described in the

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García Márquez: Responsabilidad intelectual del escritor y el artista en el mejoramiento social. ¿Qué puedo hacer con tanta fama?1

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s conveniente recordar que el trabajo fructífero de la obra literaria, científica, artística y política se recompensa con el reconocimiento universal, lo que posibilita el acceso a círculos artísticos, políticos, sociales y económicos, el cual se dificulta si no se articula adecuadamente con el estatus que produce el mundo de la fama. Para muchos el salto del anonimato a la fama y el poder les permite destacarse por la distancia que logran alcanzar entre el ser humano común y su nueva vida de entrevistas y espectáculos. El hecho de alcanzar algún grado de celebridad puede conducir a cierta pérdida del sentido de la realidad. Algunos asumen actitudes de un supuesto humanismo que confunden con el humanitarismo o la simple filantropía cuando pretenden compensar en algo a la sociedad por medio de la colaboración con una institución de beneficencia, una escuela, un hospital, etc., que lleve su nombre inscrito como una prueba de su generosidad. Con ayuda de los recursos que logran entregar a organizaciones benefactoras para tan grandiosa causa, inmortalizan el nombre de la criatura que lo engendró, como muestra de su sensibilidad y compromiso con algunos de los pobres del terruño en donde se nació. Por suerte, no son estas las circunstancias y motivos que encuentra García

Márquez para abrirle no solo a su país, sino al conjunto de América Latina, un relevante lugar en el ámbito universal de las letras. Ciertos motivos en el orden personal, amenazas y persecuciones lo distanciaron de su espacio natal, pero cada vez que tuvo la oportunidad corrió el riesgo de regresar a él con una idea, un proyecto o una tarea nueva. Plinio Apuleyo Mendoza confirmaría: [...] esas circunstancias duras le dieron un espesor humano, una ternura viril, un sentido de la solidaridad muy profundo. No hay duda: sus mejores libros y sus mejores amigos nacen de esta privilegiada relación suya con la verdad de la vida.2 El arte y la literatura, en especial la poesía y la narrativa, constituyen expresiones nacidas de las fibras más profundas de la imaginación y el sentir del creador. No necesariamente contienen de manera manifiesta un contenido político o social, pero muchas veces se inspiran en estos elementos para reclamar por los desposeídos, para pedir que se alimenten los niños desnutridos, para exigir que las mujeres sean respetadas, para valorar y mejorar las condiciones de campesinos y obreros que con su trabajo incansable edifican el país, para llegar más al corazón y estimular la bondad, solidaridad y compromiso de quienes ostentan el poder,

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pero desafortunadamente no hacen nada trascendencia epistémica del periodismo– por mejorar las condiciones de quienes en prevalece en su discurso de aceptación del ellos han creído y a quienes han confiado Nobel de Literatura, La soledad de América los destinos de sus vidas. Latina, aquel diciembre de 1982, cuando fue Las palabras de José Martí “Ser culto condecorado con este merecido galardón. es el único modo de ser libre, y ser bueno Me atrevo a pensar que es esta realidad el único modo de ser dichoso”3 no deben descomunal, y no solo su expresión literaria, pasar inadvertidas para quienes tienen la la que este año ha merecido la atención de posibilidad de dar a conocer la verdad de la Academia Sueca de las Letras. Una reaalgún acontecimiento. Un periodista bien lidad que no es la del papel, sino que vive informado, éticamente formado y con con nosotros y determina cada instante de cierto grado de sensibilidad hacia lo humanuestras incontables muertes cotidianas, no, puede hacer que su labor y que sustenta un manantial trascienda la esfera de la simple de creación insaciable, pleno información: “la virtud del de desdicha y de belleza, del hombre será también el hábito cual este colombiano errante por el cual el hombre se hace y nostálgico no es más que bueno y por el cual ejecuta una cifra más señalada por 4 bien su función propia”. la suerte. Poetas y mendigos, García Márquez commúsicos y profetas, guerreros y prendió que sus novelas, al malandrines, todas las criaturas inquietar por su contenido de aquella realidad desaforada político y social, le daban la pohemos tenido que pedirle muy sibilidad de voltear la realidad poco a la imaginación, porque y mostrarla al lector desde otras el desafío mayor para nosotros Gabriel García Márquez perspectivas enriquecedoras. ha sido la insuficiencia de los No debe pasarse por alto que Marx conferecursos convencionales para hacer creíble saba haber aprendido más de la historia de nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de Francia en las novelas de Balzac que en los nuestra soledad.6 libros de los historiadores. Pedirle muy poco a la imaginación es En síntesis −plantea García Márválido para quien ha cultivado con verdadera quez−, los escritores de América pasión su gusto por la literatura, la filosofía, Latina y el Caribe, tenemos que reel arte y la ciencia. Con un profundo conoconocer, con la mano en el corazón, cimiento ha sabido interpretar y escuchar que la realidad es mejor escritor que atentamente el saber popular, acompañado nosotros. Nuestro destino, y tal vez con ese don especial de recrear la realidad nuestra gloria, es tratar de imitarla con la creatividad, y solo así la obra podrá con humildad, y lo mejor que nos impactar. Esto hará decir a Vargas Llosa: 5 sea posible. “una prosa nítida, una técnica de hechicería Este criterio de que la realidad socioinfalible, una imaginación luciferina son las política y cultural latinoamericana puede armas que han hecho posible esta hazaña expresarse mejor por sí misma que a través narrativa”.7 de su literatura –de ahí la significativa

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Su pasión y amor por el Caribe, territorio del cual es hijo privilegiado, le permite transitar y exaltar valores que reivindican la pluralidad étnica y cultural que también forma parte de la identidad latinoamericana, y el acercamiento a las composiciones musicales que se expresan como poesía en forma de vallenato y que le incorporan un matiz auténtico, cautivador y dinámico a su obra. Su amigo Plinio Apuleyo decía al respecto: Esencialmente es un hombre del Caribe colombiano, con la dignidad, el humor, la irreverencia, el rechazo incons­ciente y visceral que todo caribe tiene por los artificios, for­mas, solemnidad, apariencias, retóricas y protocolos de nuestros altiplanos andinos. Del Caribe tiene también ese extraño pudor que le im­pide poner palabras solemnes a los sentimientos: la muerte, el amor, el infortunio se escogen parcamente, pero la alegría se expresa sin escrúpulos, con cumbia y aguardiente.8 Esto quedó demostrado cuando en la ceremonia de entrega del premio Nobel se presentó vestido con el típico traje caribeño llamado “liqui liqui”, y rompiendo el usual protocolo amenizó el acto con un grupo musical de cumbias y gaitas colombianas. Llevaba el Caribe en sus hombros, esa costa que le hacía decir: “No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo oímos se nos arruga el sentimiento”.9 “¿Y ahora qué hago con tanta fama?” Se preguntó cuando su nombre y su obra circulaban por todo el mundo. Recordaría a Macomber, el cuento de Hemingway, y confesaría: Yo soy Macomber. Mejor dicho, todos somos Macomber. Todos tenemos

que cazar un león. Algunos hemos llegado a hacerlo. Pero temblando”.10 Para un ser humano de extracción humilde, como él, que se hizo a pulso de gran esfuerzo, no le sería cómodo el impacto de la fama. Pero supo sobreponerse y ser consecuente para concederle un lugar digno de sus propias convicciones, al servicio de la humanidad. Sus compromisos eran solo como hombre universal de las letras, se esperaban con ansias sus nuevas publicaciones, se reeditaban sus obras, por el prestigio de su firma se brindaban espacios en revistas y periódicos para sus artículos. Sin embargo, quiso asumir con sólida vocación un compromiso de servicio más útil y de mayor impacto ante situaciones políticas que su intervención posibilitó solucionar. En determinado momento de mi vida hago un balance. Y lo único que me sale sobrando es la fama. Yo quería ser escritor, un buen escritor, que me leyeran, ser reconocido como un buen escritor, pero jamás conté con tanta fama, que es lo más incómodo del mundo porque solo te sirve para que te jodan y te hagan entrevistas (y me disculpas) y entonces me pregunto: ¿Qué hago con esta fama? ¡Coño! –me dije– me la gasto en política, es decir: la pongo al servicio de la revolución latinoamericana, mira: yo no tengo ni vocación ni formación política. Soy de los que quisieran que ya la revolución hubiera triunfado en todo el mundo para solamente tener que pensar en la literatura, el arte y esas güevadas. Pero mientras vivamos en el mundo en que vivimos es un crimen no tener una participación po­lítica activa.11 Si algo no olvidó fue su extracción social. Tal criterio no lo abandonaría nunca, pues formaba parte esencial de su condición humana.

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Resulta común que algunos intelectuales de procedencia humilde al alcanzar determinado estatus intentan olvidar sus orígenes. Del mismo modo no abundan aquellos que, por el contrario, procediendo de sectores acomodados se identifican con intereses de las clases menos favorecidas, lo que da lugar a lo que Amílcar Cabral ha denominado “suicidio de clase”. Por tal motivo, la actitud del escritor colombiano al respecto debe ser exaltada, porque no se dejó aplastar por la fama ni olvidó nunca su extracción social y cultural; de ahí su inusual presentación al recibir el premio Nobel acompañado de músicos intérpretes del popular ritmo vallenato. La condición humana exalta valores, pero al mismo tiempo surgen dilemas éticos y morales que atentan contra esta condición; lucrar con los bienes públicos, expropiar, delinquir y aprovecharse del manejo de recursos que brinda la vida política convierten el ser en tener, y ese tener justifica toda acción que sirva para el beneficio propio. Carlos Villalba afirma al respecto: La Política, con mayúscula, es un ejercicio de la inteligencia y otra dimensión de la cultura. Con minúscula, es un negocio lucrativo que tiene como aparato productivo a la administración pública y las corporaciones de elección popular.12 Razón por la cual, en García Márquez se apreció una actitud de servicio desde esferas diferentes a las intrigas que se manejan en los círculos políticos. Siempre lo dijo: su recurso sería la palabra. Los coqueteos con que se le manifestó la fama es posible que empezaran a cultivarse desde ese momento de 1947, cuando Eduardo Zalamea ‒el inolvidable “Ulises”, considerado con justas razones por García

Márquez el hombre más informado del mundo, un explorador incansable de los océanos más secretos y esquivos de la sabiduría–,13 en el suplemento de El Espectador le publicó su primer cuento: La tercera resignación, acompañado de un juicio optimista y halagador. En su valoración reconocía que en García Márquez se auguraba un futuro prometedor. Su impresión ante lo que le sucedía lo llevó a decir: “ahora sí me jodí. No me queda más remedio que volverme un buen escritor, para no hacer quedar mal a Eduardo Zalamea”.14 Esta reflexión le permitió consolidar la idea de que existían otros modos posibles de escribir que aún no habían sido explorados. Hoy sabemos que los exploró muy bien, y no solo hizo quedar bien a su gran formador, crítico y amigo, sino que saldó la deuda de creatividad literaria que tenía Latinoamérica. No es un secreto que a partir de ese momento los más asiduos y creativos escritores de nuestra América Latina nutrieron las editoriales del mundo con su palabra. Al respecto, Alejo Carpentier plantearía: Es curioso observar que la novela no aparece realmente en América Latina, sino en el momento en que, ya una lengua creada, la sensibilidad de un continente se manifiesta por reacción contra todo lo que había sido amado durante el siglo xix por la mayoría de los poetas. Sin alejarse de las culturas de Europa –y aunque algunos intelectuales sufran aún la influencia del “último barco” francés– los novelistas miraron orgullosamente hacia ellos mismos, la atmósfera de sus países, “su América”.15 Este era el inicio del boom de la literatura latinoamericana.

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Es indudable que sus trabajos no solo producen deleite en quienes se apasionan por su poder de imaginación y capacidad de hacer feliz. Como dice él mismo en el homenaje en España por la edición de un millón de ejemplares de Cien años de soledad: Solo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente.16 Sobrarían las palabras y argumentos para reconocer que es uno de los grandes novelistas que forman parte de la cultura universal. Interesante resulta explorar su consecuente actitud ‒antes y después de ser conocido como una celebridad‒, esfuerzo y dedicación, que le solidifican una fuerte estructura política que no dudó en poner al servicio de quienes lo requerían. Esa idea que lo hacía afirmar: “Tengo ideas políticas firmes, pero mis ideas literarias cambian con mi digestión”,17 forma parte de su compromiso como intelectual orgánico. La oportunidad que tuvo de presenciar procesos sociales y políticos de diversa índole que bullían en América Latina lo llevó a percatarse de que el intelectual y periodista se debe dejar seducir por estos fenómenos que permean esferas importantes de la vida humana. Por estos motivos no se mostraría neutral o indiferente ante tales circunstancias ni se dejaría manipular por el mito “inocente” de la información.18 La preocupación por comprender lo que sucedía en América no constituía una simple valoración para que los lectores se informa-

ran. Había una actitud de profundizar en las causas que llevaban a los pueblos a promover nacientes revoluciones y a la lucha contra las dictaduras. Reivindicar las transformaciones sociales necesarias era asumir una actitud de respaldo a estos nuevos cambios que se estaban fermentando en la región. Pero sus simpatías por el mejoramiento de tales sectores sociales no se limitarían a la comunidad nacional colombiana, sino que muy pronto sus trabajos como corresponsal en Venezuela, México, Cuba, Europa y Estados Unidos lo conducirían a una concepción mucho más holística de su perspectiva ideológica, orientada a criticar el enajenante capitalismo y a tratar de encontrar en nuevas concepciones y ensayos de socialismo una sociedad más justa y apropiada a la condición humana que las existentes. Constituye un hecho inobjetable que gran parte de los mejores representantes de la intelectualidad de todos los tiempos, y en especial de la época moderna y contemporánea, han asumido posturas críticas en relación con el colonialismo, el capitalismo, el imperialismo, el fascismo, el neoliberalismo, etc., y no solo aquellos abiertamente identificados con el socialismo, el anarquismo o el comunismo, sino incluso cultivadores de la ideología liberal. En el ámbito latinoamericano son reconocidas las posturas de izquierda de prestigiosos escritores y artistas como Cesar Vallejo, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Mario Benedetti, Alicia Alonso, Silvio Rodríguez, Paulo Freire, Ernesto Cardenal, etc. En sentido general, la mayoría también se ha identificado con posturas pacifistas, como Chaplin, Picasso, Einstein, Russell, Sartre, etc. Los dos últimos declararon en el Tribunal Internacional contra los crímenes de la guerra en Vietnam.

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Este hecho ha dado lugar a que gobernantes dictatoriales vean a los intelectuales como potenciales enemigos de sus regímenes. Goering decía que cuando escuchaba la palabra “cultura” enseguida sacaba la pistola. Por supuesto que no han faltado esquiroles y veletas ideológicas que se adaptan fácilmente a la orientación de los nuevos vientos que favorecen sus posiciones personales. Pero por fortuna no es la mayoría la que asume el contradictorio principio de renunciar a todos los principios. Es cierto que no han faltado ocasiones para que algunos decepcionados de las causas revolucionarias después del fracaso de numerosos movimientos y gobiernos de izquierda en Latinoamérica, así como tras la caída del muro de Berlín, encuentren razones suficientes para vacilar y perder el rumbo ideológico de sus anteriores convicciones. Por tal razón resulta muy meritoria la postura de aquellos que, contra viento y marea, en situaciones de adversidad han mantenido aquel criterio de Gramsci, inspirado en Romain Rolland, según el cual se debe anteponer el optimismo de la voluntad al pesimismo de la realidad.19 Tal es el caso, entre otros, de García Márquez, quien en las circunstancias más adversas no renegó de su orientación ideológica en favor del socialismo −que en su criterio distaba mucho de lo que experimentó personalmente en Rumanía y la Unión Soviética−, y su firmeza al respecto le hizo mantener hasta sus últimos días una plena identificación con el proyecto de la Revolución Cubana. Cuando en 1958 es derrocado en Venezuela el dictador Pérez Jiménez, García Márquez dirigía en Caracas la revista Momento. En ella escribe el primer editorial conmovido por aquel bravo pueblo, como expresa el himno nacional de ese país, que

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hizo posible ese significativo momento en favor de la democracia. Estas líneas son escritas al amanecer del 23 de enero. No se oye un solo disparo en Caracas. El pueblo recupera la calle. Venezuela, la libertad. La prueba más evidente de que algo grande ha ocurrido esta noche es que estas líneas pueden escribirse. Este es el primer editorial que escribe la revista Momento desde su fundación. Nuestro primer homenaje no va dirigido al pueblo, que celebra en la calle su victoria. Va dirigido a los que cayeron ayer y anteayer, en un inmenso sacrificio que ha estremecido a América. Esos muertos anónimos, caídos en la calle, en una lucha desigual y heroica, le han dado una fecha imborrable a Venezuela.20 Buenos días, Liber­tad y El pueblo en la calle están considerados por muchos lectores entre sus mejores escritos, no solo en Momento, sino en su carrera periodística.21 García Márquez, con ese entusiasmo con el que solía iniciar y mantener sus reportajes, le dio vía libre a su vocación de reportero, mantuvo su mano de escritor con la sangre caliente, y con ello logró un apasionante documento que parece tener la estructura de una novela policiaca, y describió detalladamente cómo los jóvenes apoyaron y acompañaron a los párrocos en la calle, espacio ideal para predicar la doctrina social de la Iglesia. Era un ambiente tenso. El toque de queda y la censura no permitían ahondar en otros problemas de la realidad sociopolítica. Se habían establecido otras formas de comunicación y cierta complicidad simbólica que permitiera conocer el destino final de los curas, que habían sido detenidos. Las fuerzas militares consideraban que en el púlpito lo que estaban haciendo era sacudir la conciencia nacional. Sugerían que modificaran esa actitud para recuperar su


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libertad, pues la acusación estaba justificada en que sus sermones eran la causa moral del levantamiento militar. El ambiente estaba propiciando la caída de las dictaduras ‒Perú, Colombia‒ y se esperaba con ansiedad la de Batista en Cuba. Triunfa la Revolución Cubana y su disposición de estar allá se mezcla entre ese real maravilloso que lo acompaña en muchos momentos especiales de su vida. Se alistaba con su amigo periodista Plinio Apuleyo para trasladarse a Cuba. Un avión cubano había sido mandado con ese propósito. Plinio Apuleyo Mendoza y yo, que éramos los partidarios más resueltos de la Revolución Cubana, fuimos los primeros escogidos. Apenas si tuvimos tiempo de pasar por casa a recoger un saco de viaje, y yo estaba tan acostumbrado a creer que Venezuela y Cuba eran un mismo país, que no me acordé de buscar el pasaporte. No hizo falta: el agente venezolano de inmigración, más cubanista que un cubano, me pidió cualquier documento de identificación que llevara encima, y el único papel que encontré en los bolsillos fue un recibo de lavandería. El agente me lo selló al dorso, muerto de risa, y me deseó un feliz viaje.22 Desde este momento sería un promotor incondicional de la Revolución Cubana y un consecuente defensor del socialismo. Las posturas que asumió en entrevistas otorgadas a los medios, junto con las ideas expuestas en sus libros Periodismo militante y Por la libre: Obra periodística 4, profundizan y ofrecen detalles de esta identificación. Consideraba que su vocación política se alimentaba de las mismas fuentes que su vocación literaria, y de ahí se derivaba el interés por el hombre, por el mundo que lo rodea, por la sociedad y la vida misma. No vacilaría en la creación de la revista Alternativa en 1974, cuyo lema “atreverse

a pensar es empezar a luchar” inspiró a muchas personalidades importantes de la sociedad colombiana para participar en este atractivo proyecto. El propio García Márquez consideró dicha revista el instrumento que le permitía una militancia política. Esta publicación circuló durante seis años (1974-1980). El nacimiento rondó en su cabeza desde el septiembre criminal, cuando fue asesinado Salvador Allende, a quien Gabo admiraba por la grandeza de su pensamiento humanista. Su repudio fue inmediato y mandó decir a la sanguinaria dictadura: “El pueblo de Chile no permitirá jamás que lo gobier­ne una pandilla de criminales como ustedes, que están a sueldo del imperialismo norteamericano”.23 Este es el preámbulo que lo estimula a tomar la decisión de abandonar la producción novelística y concentrar sus esfuerzos en la praxis política. Su huelga literaria lo llevó a declarar que no escribiría más novelas hasta que el dictador Pinochet abandonara el poder. Contra el dominio que ejercía la prensa oficialista, la cual diseñaba el libreto que debía mostrarse al país para mantener controladas las protestas sociales, nace –con el auspicio de Gabo– la revista Alternativa, cuyos objetivos se plantearon en cuatro direcciones: contrainformar, hacer un periodismo investigativo, informar sobre las luchas del pueblo y conseguir la unidad de la izquierda. Carlo Agudelo así lo explica: Al contrainformar, los creadores de la revista buscaron neutralizar el monopolio que la clase dirigente tenía, a través de sus medios de comunicación, de la representación sobre la realidad nacional en todos sus aspectos, desde su historia hasta su estado político, económico, social y cultural. Al hacer periodismo investigativo, analítico e interpretativo, la revista propuso procesar

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información que hasta entonces solo estaba disponible para expertos, con el fin de proveer a sus lectores, incluyendo militantes de izquierda, de suficiente información confiable para actuar según sus principios y metas. Al informar sobre las luchas del pueblo, la revista le dio una voz a cientos de miles de personas, los proletarios, los campesinos, los grupos minoritarios que luchaban por unas mejores condiciones de vida, en medio de una crisis económica crónica, contra un gobierno notablemente corrupto e incompetente. Al ayudar a conseguir la unidad de la izquierda, que incluía tanto las fuerzas legítimas como grupos armados ilegales, la revista aspiraba a propiciar un cambio revolucionario que resolviera de una vez por todas los problemas estructurales de pobreza e inequidad de las clases.24 Encontraba razones suficientes para ponerle corazón a su proyecto. Inaugura el nacimiento de Alternativa con el artículo “Chile, el golpe y los gringos”,25 un minucioso análisis sobre la forma en que la CIA planificó el incendio de La Moneda y su consecuencia más lamentable: el asesinato de Allende. Un reportaje con el riguroso y profundo análisis sociológico que permite obtener una visión panorámica de lo que significaba el líder, su pueblo y la Unidad Popular. Alternativa representó seis años de militancia política y una propuesta que le permitió a la izquierda del país tener su propio medio para informar. Pese a los infortunios que debió afrontar ‒explosión de una bomba en su sede y posteriormente en la casa del director‒ y las dificultades económicas, expresó a Santos Calderón que “nadie espere de mí, en el campo de la política, nada distinto, ni más importante, ni más heroico, que mi trabajo en esta revista”.26

Sin embargo, cumplió con otras tareas que también fueron importantes: la creación del Movimiento Firmes, la Organización Latinoamericana de Derechos Humanos (HABEAS) ‒parte de ella financiada con sus derechos de autor, y cuyo fin consistía en rescatar de las cárceles a luchadores y socialistas‒ y su participación, a partir de 1975, como vicepresidente en el Tribunal Bertrand Russell, creado en un inicio para juzgar las actividades de guerra de Estados Unidos en Vietnam, y luego para denunciar violaciones de derechos humanos y represión en América Latina. En reunión efectuada en Bruselas en 1975, siendo vicepresidente de dicho Tribunal, García Márquez, después de escuchar intervenciones de denunciantes y testigos, el Tribunal expreso “su viva preocupación frente a las violaciones del derecho internacional y de los derechos de los pueblos en Colombia; subraya el papel de los intereses extranjeros en estas violaciones y declara su intención de proceder a una investigación completa por todos los medios apropiados y posibles, incluso el envío de una comisión ad hoc, a fin de pronunciarse definitivamente en su tercera sesión sobre la situación de ese país y la responsabilidad de su gobierno”.27 En una entrevista que se menciona en el libro Gabo y Fidel: El paisaje de una amistad, expone los motivos por los cuales aceptó ser parte del tribunal: El Tribunal Russell me propuso que formara parte de él, y yo acepté. En primer lugar por el siguiente motivo: yo no soy líder político, no tengo vocación de líder. Sé que no podría serlo, sería un mal líder, no lo voy a intentar; a mí no me gusta jugar a perder y estoy seguro que perdería. Por ello no pertenezco

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a ninguna organización, soy una especie de francotirador. Y corro el riesgo de no saber muy bien qué hacer; se me va en hacer declaraciones, en hacer protestas, poner telegramas cada vez que hay presos, cada vez que en algún lugar de América Latina o en cualquier otro lugar del mundo hay algún atropello [...]. Lo más interesante que vi yo en el Tribunal Russell, y que sigo viendo, es su alcance como medio de publicidad de los problemas de América Latina.28 Tomó una muy buena decisión para la causa revolucionaria: mantener esa posición y reconocida labor como escritor y periodista, antes que dedicarse a la activa vida política; de ahí que siempre rechazara postulaciones y cargos públicos. La defensa de los derechos humanos y la opción por la democracia empezarían a tomar mayor fuerza y servirían de temas centrales tanto para sus artículos en la revista como para las denuncias ante los organismos internacionales que se preocupan por estas temáticas. Su crítica constante a la labor que se debe desempeñar en el campo político se evidencia en muchos de sus escritos, principalmente los periodísticos, donde presta debida atención a las necesidades de los colombianos y a la forma en que se podrían solucionar sus problemas. “Creo que estamos actuando, pensando, concibiendo y tratando de seguir haciendo un país que no es el real, sino el que está en el papel. La Constitución, las leyes… todo en Colombia es magnífico, todo en el papel. […] Hay una tradición democrática reprimida hace muchos, muchos años, que es la única esperanza que nos queda, que le queda a Colombia”.29

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Esas palabras mantienen plena vigencia en la actualidad, porque constituyen cierta forma de crónica de la historia de un pueblo cuyas élites gobernantes han tratado siempre de que se cultive el olvido, en lugar de la memoria, y se presenten las historias oficiales como el fiel testimonio de acontecimientos en verdad adulterados. Un componente fundamental en la tarea de construir la paz en América Latina es recuperar la memoria. Mientras la desmemoria de nuestra historia, de nuestras luchas y nuestra identidad nos invada, permitiremos que la impunidad permanezca enraizada en nuestros países, que los responsables de los crímenes, las traiciones, la corrupción no sean castigados y nos sigan gobernando.30 En su pensamiento, la democracia no está limitada por la cantidad de partidos políticos que existan en un país y la capacidad que estos tengan en la obtención de votos. Su importancia radica en su articulación con los derechos humanos, que no se reducen a derechos políticos de votar, elegir y ser elegido. Insatisfecho con las indudables conquistas jurídicas y políticas del liberalismo y el conservatismo durante la vida republicana, era consecuente con el criterio de que lo principal eran los derechos sociales, económicos y culturales. En tanto estos no tuvieran una mejor satisfacción, los pueblos mantendrían encendida la llama de la insubordinación, y la paz sería un idílico anhelo. Consideraba el inmenso potencial de creatividad que hay en Colombia: teatro, pintura, literatura, escultura, pero lamentaba que el Estado no se interesara en invertir para la cultura ni para la creatividad. De la misma manera que no se interesaba tampoco en invertir en educación y


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salud pública. A su juicio, “el capitalismo colombiano, los oligarcas colombianos no se sacrifican en nada y por eso cada cual tiene que defenderse como puede. Por eso dicen que la economía está bien y el país está mal. ¡Pero si es que es un Estado tacaño, completamente santanderista!”.31 Son varios los artículos donde trata estos temas que deben ser considerados de gran sensibilidad política, tomando en cuenta que aún no se ha podido lograr la construcción de la cultura de participación democrática de los pueblos y la reivindicación de los derechos fundamentales de los seres humanos. Su artículo periodístico “Motivos para ser perro”32 es un documento que con buena dosis de sarcasmo, jocosidad y realidad muestra las contradicciones de la sociedad, la demagogia del político en su afán por conseguir poder. García Márquez no se dejó intimidar fácilmente por las dificultades que debía enfrentar cuando presentaba a la opinión pública hechos que comprometían la ética y la responsabilidad política y social que debían cumplir sus mandatarios. El noticiero QAP y la revista Cambio ‒de los que formó parte también y posteriormente fueron cerrados‒ constituyeron escenarios propicios en los que, de cara al país, se exponían verdades que no caían muy bien a sus gobernantes. En su artículo “La palabra de las víctimas”, que le permitió ante el Tribunal Russell denunciar los abusos en relación con los derechos humanos en Colombia, manifiesta: Estamos pues en presencia de un poder personal y absoluto, convencido de que no existe en el mundo ninguna otra novedad distinta de su palabra suprema. Ante esta realidad tenebrosa, a los

colombianos sin amparo no nos queda otro recurso que decidir con la conciencia de qué lado está la razón. De un lado están los relatos dramáticos de los torturados y sus familias, y aun de los niños arrestados como rehenes. Del otro lado está la negativa impertérrita del señor Turbay Ayala. Yo no vacilo un instante: les creo a las víctimas. Por esta convicción se regirán todos mis actos a partir de ahora, en relación con el estado de los derechos humanos en Colombia. Supongo, por supuesto, que todo esto le importa muy poco al impávido señor Turbay Ayala. Lo creo así porque hace poco él declaró a un periodista español: “A García Márquez le tengo más admiración como intelectual que como defensor de los derechos humanos en Colombia”. La admiración como intelectual, por venir de quien viene, no puede menos que conmoverme. Pero la otra admiración me interesa más, porque es mucho más útil para el país. De modo que el señor Turbay Ayala puede estar seguro de que consagraré todas mis fuerzas a conseguirla y merecerla.33 Eso indica que le interesaba más ser reconocido por su compromiso social que por su producción literaria. Consciente de que los hombres no son eternos, de que las acciones pueden perdurar a través de la formación de las nuevas generaciones, de que es un deber fundamental educar, transmitir y compartir la experiencia acumulada durante tantos años dedicados a la vida narrativa y periodística, en 1994, junto a su hermano Jaime García Márquez y Jaime Abello Banfi, crea la Fundación

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Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), cuyo fin era integrar personas jóvenes talentosas capaces de hacer otra forma de periodismo. La FNPI constituye una muy fructífera actividad que deja materializada en Cartagena, y su director, Jaime Abello, mantiene viva las ideas con las cuales García Márquez la fundó, como un símbolo de agradecimiento infinito y reconocimiento por la pasión con la que se entregó a esta tarea. Y recuerda, cuando la Fundación Mexicana, patrocinada por la em­presa CEMEX, les otorgó el Premio Nuevo Periodismo: “No olvidaré el brillo de sus ojos cuando me dijo con una sonrisa de complicidad: Y pensar que todo esto estaba en nuestra imaginación”.34 En la obra periodística y literaria de García Márquez se revelan sus reflexiones filosóficas sobre el hombre y la mujer, los temas del poder, la soledad, la vejez, la muerte, la paz, la guerra, la conservación de la naturaleza, pero en especial su actitud política pone de manifiesto su consecuente articulación con la tradición humanista práctica que ha caracterizado lo mejor del pensamiento latinoamericano en sus diversas expresiones. El recrudecimiento de la violencia que a finales de los años ochenta golpeaba al país con los episodios sangrientos e inverosímiles a los que llegó el narcotráfico no fueron ajenos a la redacción del texto periodístico e investigativo Noticia de un secuestro, donde García Márquez se refiere a los hechos históricos ocurridos en aquel momento. En un país con las características específicas de corrupción en las altas esferas hubiera sido difícil contarlo con nombres y apellidos propios, y con los logros y fracasos que solo una voz comprometida con el ser humano lo pudo haber hecho.

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Respecto a este flagelo que aún azota no solo a Colombia, sino también a países tanto productores como consumidores de drogas, expresó: “Una droga más dañina que las mal llamadas heroicas se introdujo en la cultura nacional: el dinero fácil. Prosperó la idea de que la Ley es el mayor obstáculo para la felicidad, que de nada sirve aprender a leer y escribir, que se vive mejor y más seguro como delincuente que como gente de bien. En síntesis: el Estado de perversión social propio de toda guerra larvada”.35 El escritor colombiano tenía conciencia de que las sociedades manifiestan de distintas maneras los males sociales que emanan de sus desigualdades y condiciones miserables de vida. Se preocupó por entender mejor las diversas causas de la conducta humana ante distintas circunstancias de la vida, como una tarea que se había propuesto para comprender mejor la condición humana. Sus criterios al respecto se orientaban a cuestionarse quiénes somos realmente, y se expresa del modo siguiente: Esta encrucijada de destinos ha forjado una patria densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la rea­lidad. Nuestra insignia es la desmesura. En todo, en lo bue­no y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruimos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos in­tuitivos, autodidactos espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea de dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico. Un éxito resonante o una de­rrota


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deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo.36 Estas profundas reflexiones sobre el contradictorio carácter de la condición humana no lo desanimarían, sino que por el contrario, lo impulsarían a tratar de transformarlas contribuyendo, desde una literatura y un periodismo rigurosamente profesional, a enriquecer la cultura del pueblo para que pudiera asumir de mejor forma las riendas de su destino. Algunos, injustificadamente, se han cuestionado su preocupación por Colombia. En verdad, esta lo acompañó siempre, pues en relación con el patriotismo sostenía: “Es algo que nos persigue hasta el lu­gar más apartado. En cualquier país del mundo donde yo es­criba una novela, es una novela colombiana. Pero todo lo que contribuya al progreso de Colombia, contribuye al de toda la humanidad”.37 Su interés por hacer un periodismo útil al país lo motivó a seguir intentando contribuir sin desfallecer al anhelado sueño por la paz. Invocaba la posibilidad de una utopía concreta, diría Ernst Bloch, de un anhelado mundo sin armas y de paz. Se puede considerar que concibió muy bien la función social que cumple la política, y dentro de sus análisis puso de manifiesto cómo el político tradicional se convierte en un elemento alejado de la sociedad cuyos fines exclusivamente son sus intereses netamente personales. La asunción de posturas no dogmáticas y actitudes independientes le permiten realizar análisis de mayor objetividad, y sin ningún tipo de rodeos reconocer las bondades y miserias de nuestra condición: el drama de nuestra verdadera historia. Es admirable que su actitud de lealtad y amor al país no se alterara a pesar del trato injusto que se le dio por su consecuente

praxis política. Con los aciertos y horrores que conoció, sus criterios, inconformidades y declaraciones fueron expresados en casa, es decir, en Colombia. Diferenció muy bien la actitud de los pueblos y la de sus gobernantes, y se cuidó de no hacer declaraciones fuera de su país que pusieran en riesgo a su gente. Se interesó por estar bien informado sobre la situación real del país, e incluso desde otras latitudes en donde establecía su hogar, para sentirse a gusto de escribir otra novela despertaba con toda la información que recibía sobre la actualidad colombiana. Fue consecuente y utilizó la oportunidad que le dio la fama para denunciar, aclarar y así facilitar que se hiciera realidad la liberación de presos políticos. Manifestó su interés de acercamiento entre gobierno y grupos insurgentes como disposición a no ahorrar esfuerzos que ayudaran a consolidar la aclamada paz. Tal vez una reflexión más profunda nos permitiría estable­cer hasta qué punto este modo de ser nos viene de que segui­ mos siendo, en esencia, la misma sociedad excluyente, formalista y ensimismada de la colonia. Tal vez una más se­rena nos permitiría descubrir que nuestra violencia histórica es la dinámica sobrante de nuestra guerra eterna contra la ad­versidad. Tal vez estemos pervertidos por un sistema que nos incita a vivir como ricos mientras el cuarenta por ciento de la población vive en la miseria, y nos ha fomentado una noción instantánea y resbaladiza de la felicidad: queremos siempre un poco más de lo que ya tenemos, más y más de lo que parecía imposible, mucho más de lo que cabe dentro de la ley, y lo conseguimos como sea: aun contra la ley. Conscientes de que ningún gobierno será capaz de complacer esta ansiedad, he­mos terminado por ser incrédulos, abstencionistas e

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ingober­nables, y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros piensa que solo depende de sí mismo. Razones de sobra para seguir preguntándonos quiénes somos, y cuál es la cara con que queremos ser reconocidos en el tercer milenio.38 Indudablemente tales reflexiones contribuyen de manera especial a profundizar en sus criterios respecto a la conflictiva condición humana y en particular la suya. Un análisis de esta naturaleza contribuye a conocer las causas de nuestro atraso, a preguntarnos por qué el desarrollo del país está determinado por las cifras de crecimiento económico y no por las de bienestar social. Cada vez es mayor el número de familias con necesidades básicas insatisfechas, donde la consigna “sálvese quien pueda” guía nuestro destino, mientras la clase política es indiferente ante la desdicha de gran parte de la sociedad. En el Informe del PNUD sobre crecimiento económico y bienestar humano en América Latina se afirma que aún hace falta mayor atención a las urgencias de una vida digna: Hay que mantener ese rumbo y acelerarlo porque si bien el avance es contundente, no es generalizado. La pobreza sigue golpeando a ciertas regiones y a ciertas poblaciones [...] Mientras las grandes ciudades y algunos departamentos redujeron la pobreza cerca al 30 % durante los últimos 15 años, departamentos como Chocó, La Guajira, Norte de Santander y Cauca siguen conservando niveles de pobreza muy similares a los que tenían en 2002. 39 Una reflexión que ayuda notablemente a comprender sus criterios sobre esta inhu-

mana situación de pobreza es la siguiente: He pasado por casi todo el mundo. Desde ser arrestado y escupido por la policía francesa, que me confundió con un rebelde arge­lino, hasta quedarme encerrado con el papa Juan Pablo II en su biblioteca privada, porque él mismo no lograba girar la llave en la cerradura. Desde haber comido las sobras de un cajón de basuras en París, hasta dormir en la cama romana donde murió el rey don Alfonso xiii. Pero nunca, ni en las verdes ni en las maduras, me he permitido la soberbia de olvidar que no soy nadie más que uno de los dieciséis hijos del telegrafista de Aracataca. De esa lealtad a mi origen se deriva todo lo demás: mi condición humana, mi suerte literaria y mi honradez política.40 Quienes injustamente han considerado que no hizo nada por Colombia, tal vez porque no donó los recursos para que se construyera una escuela en Aracataca que llevara su nombre, deberían recordar que quizás hizo mucho más que eso, pues supo criticar oportunamente el lamentable estado de la educación en su país, donde no solo hace falta una escuela más, sino toda una adecuada política educativa que contribuya a enriquecer convenientemente la condición humana de todos los colombianos, y con ese objetivo promueva el estudio de la obra literaria y periodística de quien hasta ahora ha sido el más universal de los colombianos. Notas 1 El artículo es resultado de un proyecto de investigación desarrollado en la Fundación de Pensamiento Colombiano y Latinoamericano. 2 P. Apuleyo, Aquellos tiempos con Gabo, Plaza y Janés Editores, Barcelona, 2000, p. 60. 3 J. Martí, “Maestros ambulantes”, La América, New York, mayo de 1884,

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p.22, Obras completas, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1976, t. VIII, p. 289. 4 Aristóteles, Ética Nicomaquea (Ética a Nicómaco), Editorial Porrúa, México, 1996, p. 26. 5 V. Rodríguez, (selección y prologo). Gabriel García Márquez La soledad de América Latina, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1990, p. 323. 6 G. García, La soledad de América Latina, Discurso de aceptación del Nobel de Literatura, Estocolmo, 1982. http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/ literature/laureates/1982/marquez-lecturesp.html 7 J. Cobo, Silva, Arciniegas, Mutis, García Márquez y otros, Presidencia de La República, Bogotá, 1997, pp. 404-405. 8 P. Apuleyo, cit., pp. 216-217. 9 G. Martin, “Gabriel García Márquez, periodista: Una visión panorámica”, en Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, cit., p. 36. 10 P. Apuleyo, cit., p. 217. 11 G. García, Periodismo militante, Son de Máquina Editores, Bogotá, 1978, p. 22. 12 C. Villalba, “Prólogo”, en L. Cortés, La política en Colombia, Editora Bolívar, Cartagena, 2011, p. 1. 13 Ver Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Gabo periodista, Editorial Maremágnum, Colombia, 2012. 14 J. Cobo, cit., p. 476. 15 A. Carpentier, Los pasos recobrados. Ensayos de teoría y crítica literaria, Ediciones Unión, La Habana, 2003, p. 170. 16Discurso pronunciado en Cartagena de Indias como homenaje por la edición de un millón de ejemplares de Cien años de soledad en España, diciembre de 2007.

17 L. Harss, “La cuerda floja”, en Colectivo de autores. Recopilación de textos sobre Gabriel García Márquez, Casa de las Américas, La Habana, 1984, p. 13. 18 G. García, Periodismo militante, cit., p. 9. 19 A. Gramsci, “Soy un pesimista debido a mi inteligencia, pero un optimista debido a mi voluntad”. Cartas desde la cárcel, 19 de diciembre de 1929. https://es.wikiquote. org/wiki/Antonio_Gramsci#cite_note-1 20 G. García, De Europa y América: Obra periodística 3 (1955-1960), Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S., Bogotá, 2015, p. 619. 21 Ver G. Martin, cit., p. 40. 22 G. García, Por la libre: Obra periodística 4 (1974-1995), Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S, Bogotá, 2015, p. 121. 23 A. Rentería, “El viacrucis de un lector”, en Rentería Mantilla, Alfonso. (recopilación y prologo). García Márquez habla de García Márquez en 33 grandes reportajes, Rentería Editores Ltda., Bogotá, 1979, p. 8. 24 C. Agudelo, “Atreverse a pensar es empezar a luchar” elementos folios 18-20, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia, Medellín, años XIII-XIV, junio de 2009, pp. 5758 http://aprendeenlinea.udea.edu. co/revistas/index.php/folios/article/ viewFile/7317/6755 25 Publicada originalmente en dos partes: “Chile, el golpe y los gringos”, en Alternativa, n. 1, Bogotá, marzo de 1974, y “Pilotos gringos bombardearon La Moneda”, en Alternativa, n. 2, Bogotá, septiembre de 1994. 26 E. Santos, “Los años de Alternativa Periodismo y revolución”, en Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo

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Periodismo Iberoamericano. Gabo periodista, cit., pp. 230. 27 Tribunal Russell II, Sobre la situación de los países de América Latina, Bruselas, enero de 1975. http://www. literaberinto.com/cortazar/tribunalrussel. htm 28 E. Ángel, S. Panichelli, Gabo y Fidel el paisaje de una amistad, Editorial Planeta Colombia-Espasa, Bogotá, 2004, p. 63. 29 Samper, María Elvira, “Es un libro vengativo”: El general en su laberinto, Semana, abril 10 de 1989, http://www.semana. com/especiales/articulo/es-un-libro-vengativo/11551-3 30 Programa de Mujeres Constructoras de Paz, Bogotá, 2003, p. 43. 31 Idem. 32 G. García, Textos costeños: Obra periodística 1 (1948-1952), Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S., Bogotá, 2015, p. 154. 33 G. García, Notas de prensa: Obra periodística 5 (1961-1984), Literatura Random House, Bogotá, 2015, p. 28. 34 J. Abello, “Gabo educador”, en Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, Gabo periodista, cit., p. 472. 35 G. García, Noticia de un secuestro, cit., pp. 121-122. 36 G. García, Por la libre: Obra periodística 4 (1974-1995), cit., p. 317. 37 R. Guibert, “Algún día Estados Unidos hará su revolución socialista”, en Rentería Mantilla, Alfonso. cit., p. 43. 38G. García, “Conferencia”, Comisión de Ciencias, Educación y Desarrollo, Gobierno colombiano, Bogotá, 1994. 39 A. Peral, Colombia en el Informe de Desarrollo Humano: “Progreso multidimensional: bienestar más allá del ingreso”, PNUD, Bogotá 30 de

junio, 2016, http://www.co.undp.org/ content/colombia/es/home/presscenter/ articles/2016/07/01/colombia-en-elinforme-de-desarrollo-humano-progresomultidimensional-bienestar-m-s-all-delingreso-. 40 G. García, Notas de prensa: Obra periodística 5 (1961-1984), cit., p. 122.

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SILVIA M. M. CASILLAS CASILLAS OLIVIERI OLIVIERI SILVIA La Dra. Esther Noemí Arroyo Hernández, proveedora de servicios Exégesis 3 Segunda Épocaginecológicos y obstétricos en Humacao

La doctora Esther Noemí Arroyo Hernández, proveedora de servicios ginecológicos y obstétricos en Humacao [biografía-medicina-historia]

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e la década de 1930 a 1970, en Puerto Rico hubo una transición del cuidado del embarazo y parto atendido por comadronas a la implantación de un modelo biomédico del parto en el que se utilizaban rutinariamente medicamentos e intervenciones que no solían estar presentes en los partos domiciliarios o que les estaban prohibidos a las comadronas. El uso de fórceps, diferentes tipos de anestesia y hormonas era parte integral de este modelo. Con ello, los médicos ponían todo el instrumental y la tecnología que estaba disponible en ese momento histórico al servicio de la agilización y manejo del parto. La concepción del parto se sentaba sobre las bases de que este era un proceso fisiológico que podía ser manipulado y que, además, podía “descarrilarse” o presentar problemas en cualquier momento. Desde esa perspectiva, el hospital ofrecía el ambiente más seguro para las mujeres que daban a luz. Sin embargo, ese modelo también les restaba a estas control y autonomía durante su proceso de parto. Para 1960, los modelos utilizados por los médicos puertorriqueños provenían principalmente de Estados Unidos y reflejaban un manejo del parto muy similar al de ese país. Ya para esa década, la mayoría de los partos en Puerto Rico se atendían

en los hospitales, aunque todavía había comadronas que llevaban a cabo una práctica limitada, particularmente en áreas rurales de la Isla. Con el fin de conocer de primera mano la experiencia de una doctora en medicina, quien atendió partos de 1959 a 1970 en su práctica privada en Humacao, entrevistamos el 25 de febrero del 2000 a la doctora Esther Noemí Arroyo Hernández. La doctora Arroyo nació el 21 de noviembre de 1930 en Humacao. Había decidido muy joven estudiar medicina debido a que era buena en las ciencias y a sus padres, el juez Rafael Arroyo y la señora Rosa Hernández, les gustaba la idea y la apoyaban. Por ello, en el año 1947 comenzó sus estudios subgraduados con especialidad en Biología en Franklin College en Indiana. Luego se transfirió a la Universidad de Michigan en Ann Arbor, donde concluyó sus estudios en 1950 e ingresó a la Escuela de Medicina de esa institución. Era una de solo seis mujeres en una clase de medicina de 150 estudiantes. Debido a que había comenzado a estudiar medicina luego de la aprobación del GI Bill, que ofrecía becas académicas a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial, había muchos hombres mayores y casados que estudiaban en su misma clase de medicina. El mismo año en

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que ingresó a la Universidad de Michigan, en Puerto Rico se inauguró la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico en la que había 10 mujeres de un total de 50 estudiantes. Es decir, la proporción de mujeres que estudiaba medicina en Puerto Rico era mayor que en Estados Unidos y, de acuerdo con la opinión expresada por la doctora Arroyo, tenían mayor aceptación. A finales del siglo XIX y principios del XX los argumentos presentados por las mujeres estadounidenses para ganar acceso a las escuelas de medicina eran que las mujeres, por sus cualidades maternales, harían una contribución especial a este campo del saber. Sin embargo, la doctora Arroyo no creía que eso fuera necesariamente cierto. Por otra parte, afirmó que muchos compañeros varones pensaban que las mujeres no debían estar en la escuela de medicina porque ellas probablemente se casarían y no ejercerían su profesión. De acuerdo con los varones, su puesto estaba privando a un hombre que sí ejercería la medicina. Algunos profesores compartían esa perspectiva de que era una pérdida de esfuerzo y dinero adiestrar a una mujer en el campo de la medicina. Sin embargo, cuando ella y sus compañeras ingresaron a la escuela de medicina, tenían todas las intenciones de ejercer su profesión y, efectivamente, cuatro de las seis lo hicieron. Desafortunadamente, de las dos restantes, una murió durante su año de práctica y otra nunca ejerció su profesión. La doctora Arroyo estudió medicina en la Universidad de Michigan de 1950 a 1954. De 1954 a 1955 estuvo en su año de internado general en el Charity Hospital de New Orleans, un hospital de referidos. Escogió hacer la práctica en el Charity Hospital debido a que estaba ubicado en un área

urbana y recibía todo tipo de casos, incluyendo partos, contrario al de su universidad en Michigan, donde todos los partos eran atípicos y llegaban por referidos. La única excepción eran los partos de las esposas de los médicos, pero esos no los atendían los estudiantes de medicina. En la Universidad de Michigan no había tenido experiencia práctica con partos normales y, durante su adiestramiento, los estudiantes se limitaban a observar desde unas gradas a los profesores mientras estos atendían los partos. Por esa razón, no había podido atender un parto hasta que realizó su internado en el Charity Hospital. Luego de su año de internado, regresó en 1955 a Puerto Rico a trabajar en el Centro de Salud de Humacao, inaugurado hacía dos años, donde el doctor Armando Ortiz Quiñones, director médico de la institución, trabajaba junto a tres otros médicos. El puesto de la doctora Arroyo lo había ocupado inicialmente la doctora Rebekah Colberg –la destacada atleta y primera puertorriqueña en participar en una competencia atlética internacional– y, cuando esta pasó a ocupar otro puesto, la emplearon a ella. Ahí la doctora Arroyo trabajó hasta 1958. Fue en ese trabajo que Noemí Arroyo se dio cuenta de que las mujeres preferían venir a donde ella para hablar de sus problemas porque pensaban que habría más empatía de su parte o porque se sentían más cómodas. Esto contrasta con el hecho de que la doctora Arroyo no pensaba que las mujeres pudieran tener una sensibilidad diferente a la de los hombres por el hecho de ser mujeres, a pesar de que aparentemente otras mujeres pensaban que el género sí hacía una diferencia. Durante esos tres años la doctora Arroyo no se sentía segura al atender partos debido

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La Dra. Esther Noemí Arroyo Hernández, proveedora de servicios ginecológicos y obstétricos en Humacao

a que reconocía que el adiestramiento en ginecología y obstetricia que había recibido en la Universidad de Michigan había sido deficiente. Por ello, luego de tres años de trabajo, decidió ir al Margaret Hague’s Hospital en Jersey City donde comenzó una residencia en obstetricia de un año en 1958. En el Charity Hospital, donde anteriormente había hecho su internado como médica generalista, se atendía a muchas mujeres de bajos recursos económicos que no habían tenido casi ningún cuidado prenatal, pero que habían tenido muchos hijos y, cuando llegaban para su sexto o séptimo parto, parían con relativa facilidad. Según la doctora Arroyo, por ello no vio muchas complicaciones obstétricas en ese hospital. En cambio, en el Margaret Hague’s Hospital, donde hizo su residencia en obstetricia, trabajó ofreciendo clínicas prenatales a mujeres que luego llegaban a atenderse en sus partos. Además, en ese hospital los médicos tenían turnos de 24 horas. Por lo general, si una mujer llegaba al principio de su turno, ella la atendía durante todo su parto y, de surgir cualquier complicación, también la atendía posteriormente. En ese hospital, los médicos se limitaban a tomar la presión, medir el tamaño de la matriz para asegurarse de que el crecimiento fuera normal y contestar cualquier pregunta que tuviera la embarazada. Las enfermeras eran las que se encargaban del aspecto de nutrición y educación de las embarazadas, lo cual es indicador de la división de trabajo entre médicos y enfermeras. En su internado en Margaret Hague’s Hospital la doctora Arroyo no tomó ningún curso sobre nutrición y la única medida que tomaba para atender el aspecto nutricional de las mujeres a las que atendía era recetarles vitaminas.

Luego de terminar su residencia en obstetricia, regresó al Centro de Salud de Humacao en 1959 y trabajó allí hasta 1961. Para esa época no había ni pediatras ni obstetras en Humacao. Cuando atendía partos complicados en los que había que hacer cesárea, se los refería al doctor Armando Ortiz, quien era cirujano, puesto que ella no contaba con esa experiencia. A la vez que atendía partos, la doctora Arroyo siguió con su práctica como médica generalista. Cuando regresó del Margaret Hague’s, le ofrecieron unirse al grupo de médicos del Hospital Font Martelo; ella compró acciones y se unió. Era la única mujer en ese grupo médico y, además, era codueña del hospital. Como venía con el adiestramiento de Margaret Hague’s, el grupo de médicos decidió que se haría cargo de la parte de obstetricia. Es pertinente observar que el grupo médico del Hospital Font Martelo contaba con un directorio médico inusual para ese momento histórico. Su director médico, el doctor Armando Ortiz, era un humacaeño afrodescendiente. Por otro lado, la doctora Noemí Arroyo era una de las pocas mujeres médicas en Humacao y en la Isla en ese momento. Juntos pudieron colaborar fructíferamente durante muchas décadas en su práctica médica y fueron amigos y compadres en su vida personal. Una vez que estableció su práctica privada en 1961 junto al doctor Ortiz, inmediatamente contó con mucha clientela. Aproximadamente un 60% de su clientela era del área urbana de Humacao y los pueblos limítrofes. La mayor parte de la población rural, de menos recursos económicos, iba al Hospital Municipal de Humacao para dar a luz.

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Para principios de la década de 1960, una consulta médica costaba $3.00. Los costos por atender un parto eran $75.00 por primíparas, es decir, mujeres que parían por primera vez, y $50.00 por multíparas o mujeres que habían tenido al menos un parto anterior. Diez años después, en 1970, cuando dejó de atender partos al nacer su cuarta hija, la doctora Arroyo cobraba $100.00 por atender un parto de primípara y $75.00 por un parto de multípara. Las visitas prenatales se cobraban a $5.00 cada una. Durante una visita prenatal típica, la doctora Arroyo le preguntaba a la mujer embarazada si había tenido un embarazo anterior, si padecía de alguna enfermedad y si había tenido abortos. Se le pedía a la mujer la fecha de su última regla, se le tomaba la presión y se le hacía un examen pélvico. También se le hacía a la mujer un pequeño examen general básico. En cuanto a recomendaciones sobre aspectos nutricionales, además de recetar vitaminas, no se les daba ninguna otra recomendación. Tampoco se les hablaba a las mujeres sobre los efectos del cigarrillo ni el alcohol sobre el feto puesto que para esa época no había mucha consciencia de los efectos nocivos de estas substancias. El único tema que se tocaba era sobre el aumento de peso. Según la doctora Arroyo, “era sagrado” prescribir a las mujeres que no aumentaran más de veinte libras durante el embarazo. De acuerdo con el conocimiento médico de esa época, el peso de la placenta, el fluido amniótico y el feto sumaban 20 libras. Sobre la base de eso, si la embarazada no engordaba más de veinte libras tendría un parto más fácil y tendría

menos tendencia a desarrollar preclamsia, aunque también había casos de mujeres que aumentaban muy poco y sufrían de esa condición. El seguimiento de la presión arterial era otra cosa muy importante que se hacía durante el cuidado prenatal al ser un indicador de preclamsia. Si había peligro de aborto, recomendaba descanso y altas dosis de estrógeno o dietilestilbestrol (DES), un estrógeno sintético que se desarrolló para suplementar el estrógeno producido naturalmente por las mujeres. Recetado por vez primera en 1938 a las mujeres que tenían abortos espontáneos o partos prematuros, el DES se consideraba seguro para las mujeres embarazadas y sus bebés en desarrollo. Sin embargo, años después se supo de los efectos perjudiciales que tenían esas hormonas cuando fueron vinculadas al cáncer y otros problemas reproductivos en las hijas de las mujeres a las que se las recetaron. Como preparación para el parto en el hospital, a las mujeres se les hacía una serie de procedimientos rutinarios y, muchas veces, innecesarios. Además, se utilizaba una serie de drogas para diferentes propósitos. Era estándar el uso de enemas, afeitar el área genital, y limitar la ingesta de líquidos y alimentos. Los fórceps se utilizaban especialmente con las primíparas. Además del éter, se usaba Demerol para el dolor. Usualmente se lo daban a la parturienta cuando el parto ya estaba adelantado porque las mujeres no se dormían en esa etapa del parto. Junto al Demerol se administraba Atropina, un medicamento antiespasmódico que dilataba los vasos sanguíneos y hacía que se absorbiera mejor el Demerol. A causa del Demerol a veces nacían los bebés dormidos

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La Dra. Esther Noemí Arroyo Hernández, proveedora de servicios ginecológicos y obstétricos en Humacao

y no respiraban adecuadamente. En esos casos, se les daba una nalgada a los bebés y se les administraba oxígeno. La episiotomía era otro procedimiento rutinario para las primerizas. Esta es una incisión hecha en el área del perineo para ensanchar la abertura de la vagina durante el parto que se hace rutinariamente dentro del modelo biomédico del parto. Sin embargo, no hay evidencia empírica de que mejore los resultados del parto y, en cambio, causa muchísimas molestias a las mujeres a quienes se la practican. En el hospital, las parturientas tenían que usar las batas que el hospital proveía en lugar de su propia ropa. Al momento de pujar se les acostaba en una camilla con estribos, pero mientras realizaban el trabajo de parto se les animaba a caminar por la sala de partos y el pasillo si querían. El parto era un evento en la vida de las mujeres que se enfrentaba sin la compañía de seres queridos. No se permitía ni siquiera la presencia de los padres en la sala de parto. Los hombres, por lo general, dejaban a sus esposas en parto en el hospital y se iban a la sala de espera. En las visitas prenatales, la doctora Arroyo les explicaba a sus pacientes que no fueran al hospital hasta que las contracciones no fueran regulares cada cinco minutos. Les aclaraba que en casa estarían más cómodas y podrían hacer cosas para entretenerse. En cambio, en el hospital, si iban muy temprano, el médico que las atendiera podría desesperarse al estar a la espera y tomar decisiones que no eran las más ventajosas. Esto es indicador de que la doctora Arroyo estaba consciente de que las intervenciones que se realizaban en los hospitales no siempre producían buenos resultados en el parto. También se relaciona con el papel activo que

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deseaban tener los médicos con relación al cuidado del parto que contrastaba con la actitud de espera paciente característica de las parteras. En promedio, la doctora Arroyo atendía diez partos mensuales. Luego de una década, llegó a atender aproximadamente 1,000 partos en su práctica privada. Según ella, un parto normal era “facilísimo” y lo podía atender cualquiera, hasta un bombero o policía. El problema consistía en saber cuándo un parto dejaba de ser normal, determinar eso a tiempo y admitir que uno no estaba capacitado para atender esos partos. Concluyó diciendo: “eso es lo que se necesita, reconocer cuándo el parto no es normal y referirlo a tiempo”. No todos los médicos contaban con un adiestramiento apropiado para manejar el parto. La doctora Esther Noemí Arroyo Hernández, debido a su interés por mejorar profesionalmente, buscó adiestrarse de manera apropiada para manejar partos que no requirieran una cesárea mediante el internado que realizó en obstetricia. Por otra parte, como profesional de la salud, fue pionera en su campo puesto que llegó a ser una de las primeras mujeres en practicar la medicina en Humacao. Fue, además, empresaria dentro del campo de la salud al llegar a ser codueña de uno de los primeros hospitales privados de ese municipio, el hospital Font Martelo, fundado en 1914, al mismo tiempo que se fundó también el Ryder Memorial Hospital. Con su práctica privada, la doctora Esther Noemí Arroyo Hernández abrió camino a otras mujeres dentro del campo de la medicina y dio un rostro femenino dentro del cuidado biomédico del embarazo y parto que llegó a prevalecer en Puerto Rico para la década de 1970 al tiempo que desapare-


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cían las comadronas ante las regulaciones impuestas a su práctica por el Departamento de Salud.

Esther Noemí Arroyo Hernández

Carta de la la Universidad de Michigan al padre de Dra. Arroyo Hernández

Dra. Arroyo Hernández en sus estudios en la Universidad de Michigan en USA.

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ELWOOD RUIZ ELWOOD RUIZ MALDONADO MALDONADO Telecomunicaciones:Exégesis Una mirada al futuro del Internet of Things 3 Segunda Época

Telecomunicaciones: Una mirada al futuro del Internet of Things [ciencia-tecnología-informática]

Visión del Internet of Things ara poder hablar de la visión del IoT (siglas en inglés del Internet of Things, en español Internet de las cosas) tenemos que comenzar definiendo de este concepto. Una posible, sería la siguiente: Una infraestructura global para la sociedad de la información que permita servicios avanzados mediante la interconexión (física y virtual) de cosas basadas en información interoperables y tecnologías de la comunicación existentes y en estado evolutivo.* La visión es lograr la integración de todo tipo de artefactos que provean información o alguna función, tales como vehículos, cámaras, instrumentos industriales y médicos, juguetes, etc. Todos ellos conectados y compartiendo información continua mediante el uso de big data, cloud computing, movilidad e inteligencia artificial, para crear un uso provechoso y eficiente de las tecnologías de la comunicación en todos los campos sociales, económicos, salubrsitas e industriales.

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Investigación y dirección del IoT En el área de investigación e innovación tenemos que desarrollar tecnologías que permitan y faciliten la implementación del IoT; ejemplos de estas lo son: sensores, embedded systems, cloud computing, big data

y sistemas móviles: todas estas tecnologías juegan un rol importante en los procesos a llevarse por el IoT. El conjunto en desarrollo de sensores y embedded systems es fundamental en la creación del IoT ya que, con los embedded systems se logra integrar cualquier tipo de artefacto o artículo a la red para poder monitorearlo y manejarlo. Ahora bien, el conectar toda una diversidad de artículos debe de tener una razón y ahí es donde entran los sensores. Con estos se puede obtener una gran cantidad de data variada relacionada a los artículos con los que se integran; data que se procesa y analiza dentro del sistema de IoTcreando así un conocimiento e inteligencia que pueda ser usado adecuadamente. El big data trae consigo una base de datos gigantesca, pues almacena toda información que tenga algún tipo de utilidad. Esta se obtiene de cualquier medio conectado a la red tales como redes sociales o sensores integrados en los embedded systems. Toda esa data debe de ser procesada y ajustada según el tipo de uso que le dará a ella, pero ese problema se simplifica gracias al uso de cloud computing (la nube) que brinda un poder de procesamiento relativamente accesible, sin la necesidad de incurrir en altos costos en redes de procesamiento personal.

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Por último, tenemos los sistemas móviles, entiéndase por esto smartphones (teléfonos inteligentes), tabletas y otros. La importancia de estos es permitir al usuario estar conectado todo el tiempo en la red sin importar dónde se encuentre; por consiguiente, este puede operar equipos como cámaras, televisores y computadoras, al igual que hacer transacciones bancarias, compras y búsquedas en bases de datos en cualquier momento y desde cualquier lugar, creando, así, la conexión continua que es lo que se intenta a través del IoT. Cabe destacar que con las nuevas conexiones es necesario el aumento de direcciones IP (internet protocol address), que en gran medida se soluciona gracias a la, aún más amplia, IPv6, que mejorará la eficiencia del transporte de data, dado los grandes volúmenes de información que se moverán constantemente.

Una de las muchas representaciones gráficas del IoT que podemos encontrar en el ciberespacio.

Aplicaciones IoT Con la implementación del IoT se dan los primeros pasos para la creación de uno de los más grandes avances tecnológicos en la sociedad: las ciudades inteligentes que facilitarán el modelo de vida de los ciudadanos mediante la creación de nuevos servicios y

la simplificación, y aumento, de eficacia de los ya existentes. Todo esto se logra a través de la creación de nuevas aplicaciones que se dividen en áreas según la necesidad que va a satisfacer; las mismas son energía, transportación, casas y edificios, fábricas y salud inteligentes. Por medio de la integración de todas estas áreas es posible la creación de una sociedad eficiente, menos costosa, amiga del ambiente y segura. En el caso de la energía inteligente se deben desarrollar aplicaciones mediante el uso de sensores que determinan la cantidad de energía requerida en tiempo real y así disminuir la producción solamente a la necesaria; esto crea un ahorro energético que se traduce en menores costos e impacto ambiental. Otro punto interesante es la creación de distintas fuentes de energía dentro de la red eléctrica para tener un manejo más eficiente de la misma que permitan aislar operaciones, de ser necesario esto, mediante el uso deI IoT y generadores de distribución local. El sistema de transportación inteligente se basa en la automatización de los vehículos, eliminando así la necesidad de un piloto o conductor. El mismo debe funcionar a través de la combinación de sensores y la interconectividad de la red con otros vehículos en las rutas utilizadas. La meta es crear un sistema que sea principalmente seguro y con la capacidad de calcular la forma más eficiente de llegar al punto deseado mediante el uso de mapas e información de otros vehículos y la red. Así se evita la creación de congestiones vehiculares mientras se reduce el consumo y costo en su uso. En la creación de casas inteligentes se pretende el uso de las diversas aplicaciones para el control de la energía y el manejo del tiempo, a través de sensores, en el manejo de luces, aires acondicionados y otros enseres del hogar. Otro uso importante es la

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ELWOOD RUIZ MALDONADO Telecomunicaciones: Una mirada al futuro del Internet of Things

integración de sistemas que, centralizada y remotamente, a través de smartphones manejan equipos como cámaras, televisores y cualquier otro artículo integrado a la red. En lo que respecta a los edificios, se cumplen funciones similares y se le añade un mejor manejo en el área de mantenimiento diario, se aumenta la seguridad y la velocidad de reacción cuando se logra la interconectividad de los sistemas. Las fábricas inteligentes tienen como meta el uso más eficiente de recursos y energía, además de la automatización de los medios de producción; así, se reducen costos y se agilizan los procesos que se realizan en la fábrica. Y, al igual que en casas y edificios inteligentes, se espera un aumento en seguridad y mantenimiento de las facilidades. Finalmente, en salud inteligente se busca la creación de aplicaciones que cuenten con sensores localizados dentro de las personas para monitorear los cambios fisiológicos del cuerpo. Todos esos sensores deben tener la capacidad de interconectarse a la red y proveer la data procesada y analizada para determinar la condición de salud del paciente. Este proceso debe ser uno a tiempo real y constante para brindar los servicios médicos a la mayor brevedad posible. Esto ayuda a la detección temprana de enfermedades, mientras facilita el tratamiento y disminuye los riesgos de la salud del paciente. Además, toda la información obtenida pasaría a una base de datos que facilita el diagnóstico que realizan los profesionales de la salud. Infraestructura requerida Todo lo anterior requiere que el desarrollo de la infraestructura del IoT pase a ser una más física; la posición de cada artículo conectado a la red adquiere mayor importancia para lograr un contexto concreto de la data y darle un uso efectivo a la misma.

Es necesario que las conexiones sean plug and play, o sea que se pueden integrar o remover de la red, con facilidad y en cualquier momento, los artículos necesarios para su mejor funcionamiento. Lograr esto requiere la creación de unos estándares globales, de tal manera que no importe dónde se conecte un dispositivo el mismo pueda ser identificado propiamente y la data reunida pueda ser correctamente interpretada por el sistema que la está procesando. Es de suma importancia la autorización, privacidad e integridad de los datos ya que al ser un sistema abierto se puede prestar para intenciones malignas y no éticas. Manejo de data El manejo de data es unas de las áreas principales en el IoT porque de esta dependen muchos servicios y procesos. Su inicio conlleva la recolección de data. Esta etapa se encarga del proceso de recibir la información de distintos medios y almacenarla. Luego se pasa a la próxima etapa, el big data, ocurre el proceso de análisis de los datos acumulados para poder ser usados de manera adecuada. A pesar de que el costo de almacenaje es relativamente bajo, en comparación con los beneficios que se pueden obtener, el análisis de grandes cantidades de datos no es fácil. Para facilitar el proceso de análisis de data se implementa el sensor semantic network, este provee estándares comunes en la identificación de data que permite ser compartida y reusada entre distintas aplicaciones, empresas y comunidades. Otra herramienta utilizada es la creación de sensores virtuales que se comportan como sensores reales emitiendo una tipo de señal de acuerdo a la función que se le asigne. Una última herramienta, o concepto conocido como complex event processing o CPO, es la idea de integrar la data de varios sensores

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a uno virtual donde según el análisis de la data recibida este emitirá su propia señal. Es interesante señalar que se pueden usar tanto sensores reales como virtuales para esta función como fuentes de datos para el COP y que el mismo COP puede ser fuente para otro.

dente su omnipresencia. Sin lugar a duda, esto traerá grandes cambios globales a nivel social, cultural y económico, por lo que debiera ser el incio de un prometedor periodo de la humanidad, donde la calidad de vida será impactada por los avances tecnológicos en el área de las telecomunicaciones.

Seguridad y privacidad El tema de la seguridad siempre es uno de gran importancia, y más con la implementación del IoT, debido a la gran cantidad de información que proveniene de cada individuo en la red. El IoT sufre de la mayoría de los problemas actuales de la seguridad cibernética y probablemente más debido a su rápida expansión y evolución; por esta razón, se tendrán que utilizar métodos más avanzados para poder protegerlo. Una posible opción son los sistemas de bioautentificación, por ejemplo: lectores de retina, reconocimiento facial y huellas dactilares. Esto simplifica el uso de contraseñas cada vez que se trata de tener acceso a un equipo, y también dificulta la violación de accesos de usuarios no autorizados por la complejidad en replicar el acceso. La privacidad es otro aspector de suma importancia en el IoT; para mantenerla se utilizan técnicas de encriptación que dificultan el acceso a la data. Otro problema de privacidad que surge es la divulgación no autorizada de la localización del usuario cuando este usa aplicaciones que utilizan el posicionamiento del individuo sin este estar conciente. Para evitar esto utilizan identidades secundarias que proveeen una menor cantidad de datos relacionados al usuario.

Nota *Esta es mi traducción libre del término según está en la página web de estándares de telecomunicaciones https://www.itu.int/ en/ITU-T/gsi/iot/Pages/default.aspx

Conclusión Como se puede apreciar el IoT no es algo que va a ocurrir sino que ya ocurre, y con el del tiempo se hará cada vez más evi-

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Bibliografía Chou, T. 2020. Precision: Principles, Practices and Solutions for the Internet of Things. Khan, J.Y., Yuce, M.R. 2019. Internet of Things (IoT): Systems and Applications. Lisdorf, A. 2019. Demystifying Smart Cities: Practical Perspectives on How Cities Can Leverage the Potential of New Technologies. Saravanan, K., Julie, G., Robinson, H. 2019. Handbook of Research on Implementation and Deployment of IoTProjects in Smart Cities. Vermesan, O., Friess, P. 2013. Internet of Things: Converging Technologies for Smart Environments and Integrated Ecosystems. Wilkins, N. 2019. Internet of Things: What You Need to Know About IoT, Big Data, Predictive Analytics, Artificial Intelligence, Machine Learning, Cybersecurity, Business Intelligence, Augmented Reality and Our Future.


ABRAHAM RUIZ RUIZ & & WILLIAM ABRAHAM WILLIAM BRUCKMAN BRUCKMAN Probabilidad de impactos de Super Tunguskas (200MT) con la Tierra Exégesis 3 Segunda Época

Probabilidad de impactos de Super Tunguskas (200MT) con la Tierra

Introducción l 15 de febrero de 2013 una roca de unos 17 metros de diámetro penetró la atmósfera a una velocidad de 18km/seg. y explotó a unos 20 km de altura sobre la ciudad rusa Cheliabinsk en los Urales. La potencia de la explosión fue de unos 500 Kilotones (KT), 25 veces mayor a las bombas de Hiroshima y Nagasaki. La onda expansiva rompió ventanas y vidrios, e hizo colapsar algunos techos. Más de un millar de personas tuvieron que recibir atención médica. https://es.wikipedia.org/wiki/ B%C3%B3lido_de_Cheli%C3%A1binsk. El bólido de Cheliabinsk nos hizo recordar que el medio interplanetario es un sitio peligroso. La humanidad es vulnerable a impactos de asteroides y cometas. Lo ha sido en el pasado y lo será en el futuro. También se puso de manifiesto que las tazas de impacto de objetos como ese o mayores, están subestimadas. Al día siguiente del evento Paul Chodas del programa Objetos Cercanos a la Tierra (NEO) del “Jet Propulsional Lab” de NASA señaló: “Un evento de tal magnitud ocurre una vez en 100 años como promedio”. En abril de 2019 Jim Bridenstine, administrador de NASA en una conferencia en la Universidad de Maryland dijo: “los modelos indican que

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eventos como de Cheliabisk o de mayor energía se producen uno cada 60 años en nuestro planeta”. Ambos se equivocan. Si vamos a los datos, el conteo de bólidos de 500KT o más, desde Tunguska en 1908 hasta 2018, encontramos 7 eventos en los últimos 110 años (Johnston, 2018). http://www.johnstonsarchive.net/astro/impacts.html. Una recurrencia de un evento como ese o mayor cada 16 años, como flujo mínimo. Recordemos que antes de la década del 60 no era posible detectar dichos bólidos a menos que llegaran a Tierra o cerca de poblaciones que diesen cuenta de él. Todo bólido como el de Cheliabinsk o Tunguska sobre los océanos y lejos de las costas era muy poco probable su registro. Solo 1/3 del área del planeta tuvo la posibilidad de registrar esos eventos hasta la puesta en marcha de los sensores de infrasonidos a mediados de los 60. Si tomamos eso en consideración la taza de impacto aumenta a uno cada 8 años con energía mayor a 500KT. Casi un orden de magnitud más alta que los valores propuestos por NASA y otros grupos. Hay modelos como el de Poveda et al. (1999), Bruckman et al. (2012), Ortiz et al. (2014) que son consistentes con tasas de un evento de 500kT, cada 8 años. Estos tres modelos se basan

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en observaciones del número de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO), la función de producción de cráteres en Marte y la Tierra y la producción de cráteres pequeños en la Luna (“Moon Flash”), respectivamente. La tabla a continuación (tomada de Bruckman et al. 2012) presenta, de izquierda a derecha, la energía en MT, el diámetro del asteroide o cometa, el diámetro del cráter si llegara a la superficie de la Tierra y el tiempo de recurrencia entre impactos de esa energía o mayor.

Afortunadamente, la atmósfera de la Tierra nos protege de bólidos con energías en el rango de hasta 1.0MT o menos. Comienza a fallar como escudo para objetos con energía de 10MT o más. En la mañana del 30 de junio de 1908 un fragmento de hielo de unos 40m de diámetro entró a la atmósfera y estalló a 10 kilómetros de altura sobre el Río Tunguska en Siberia. La onda de choque devasto 2,100 km2 de bosques. La energía estimada del bólido fue de 10MT. El estallido se registró a miles de kilómetros del epicentro. Según Kresack, (1978), el evento de Tunguska fue causado por un fragmento del cometa Henke. Esa mañana la Tierra atravesaba su órbita.

En este trabajo vamos a investigar el problema de los llamados Super Tunguskas. Asteroides y cometas con diámetros de 100 metros o más y energía en el rango de 200MT, que pueden atravesar la atmósfera y producir cráteres de 2 a 4 kilómetros de diámetro, generando devastación y extinción local. Por ser relativamente pequeños, estos objetos son difíciles de detectar con los telescopios actuales. Se estima que a solo un tercio de ellos se le conoce su órbita (Wall 2018). Según Bruckman et al. (2012) la taza de impactos con la Tierra es de uno cada 500-1600 años (Vea la tabla 1.) Lo que implica que algunos pueden ser históricos. El mejor candidato es Río Cuarto en Argentina con estimados de energía de 350MT y menos de 8.000 años de su impacto al norte de la Pampa (Schultz et al. 1992). La dificultad de establecer con precisión la taza de impacto de los Super Tunguskas es que en la Tierra se borran relativamente rápido. Además, el 70% se debieron producir en el océano. Del medio millar de estructuras catalogadas y adjudicadas a impactos, apenas unos 200 tienen bien establecida su edad. Grive y Shoemaker (1994) calcularon una taza de impactos para la Tierra limitando el diámetro a más de 10km y una edad de 350 millones de años o menos; pero solo considerando a Europa y Australia. Según los autores, en esas dos regiones, todos las cráteres con ese diámetro y esa edad, deben estar bien contados. Sin embargo, los impactos con energías en el orden de 200MT, los llamados los Super Tunguskas, no están bien contados. Por tal razón es necesario recurrir a los impactos en la Luna. Todos los Super Tunguskas que golpearon la Luna desde hace millones de años están marcados allí en forma de cráter. El problema es que no

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ABRAHAM RUIZ & WILLIAM BRUCKMAN Probabilidad de impactos de Super Tunguskas (200MT) con la Tierra

se puede medir su edad directamente. Solo a partir de modelos con bases observacionales podemos establecer edades estadísticas. Cráteres Lunares con Emisión IR Las observaciones de alta resolución hechas por el satélite Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), en órbita desde 2009 nos han dado una nueva perspectiva de los procesos físicos y geológicos en la superficie de la Luna. Un mapa global de alta resolución obtenido a partir del detector infrarrojo DIVINER a bordo de LRO (http://target.lroc. asu.edu/q3/#), muestran que los cráteres jóvenes tienen un exceso de emisión IR en el material a su alrededor. Según, Paige et al. (2010), Bandfield et al. (2011) y Vasavada et al. (2012), el exceso de IR puede ser explicado por una combinación de procesos geológicos y termo físicos en el material eyectado producto del impacto. Como consecuencia la temperatura nocturna de ese material puede ser de hasta 30K más alta que el promedio de sus alrededores. Vea la figura 1, a continuación.

La figura 1 muestra el cráter Hell - Q de 4km de diámetro y su región caliente alrededor. Este cráter es relativamente joven con una edad estimada de 20,000 años (Ruiz y Bruckman, 2015). Los otros cráteres que están en la figura son mucho más viejos y no muestran región caliente alrededor.

Este fenómeno parece ser transitorio. Solo está asociado a cráteres jóvenes. Los cráteres viejos no presentan dicho exceso de IR como se puede ver en la figura anterior. A partir de las imágenes LROC podemos estimar que solo uno de cada mil cráteres lunares de diámetro D o mayor presentan emisión IR en el material eyectado por el impacto. Esto sugiere que el fenómeno va desapareciendo según pasa el tiempo luego de la formación. De esa forma, la disminución del tamaño del área IR, según pasa el tiempo, puede ser un trazador de la edad del cráter. Para investigar esta hipótesis hemos hecho un conteo de cráteres pequeños (>12m, y >24m) alrededor de 43 cráteres lunares con diámetros que van desde 0.8 hasta 9km que presentan emisión IR alrededor. El número de cráteres pequeños sobre una superficie es proporcional a su edad. Cuando se produce un cráter por impacto, el material expulsado borra todos los cráteres pequeños a su alrededor. Podemos decir que ese material eyectado forma una superficie nueva; con edad cero. Conforme pasa el tiempo se empiezan a formar cráteres pequeños sobre la superficie nueva. Si suponemos que el flujo de cráteres que se forman es constante en el tiempo, su número para cierto diámetro o más, por kilómetro cuadrado, es proporcional a la edad de la superficie. Para este trabajo usamos las imágenes ópticas e infrarrojas tomadas por Lunar Reconnaissance Orbiter Camara (LROC) de acceso público almacenadas en servidores de la Universidad de Arizona. En la figura 2, en la siguiente página, se presenta el área de emisión IR, normalizada con el área del cráter, AIR /Ac vs. el número de cráter de 24m o más por kilómetro cuadrado, N(>24m/ km2) en el material eyectado en 43 cráteres

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lunares. El área IR (AIR) se midió a la mitad del máximo brillo en la imagen IR. Si el exceso de IR representa una temperatura de máxima de 30K con respecto al resto de la superficie (vea figura 1, página anterior), se mide el área alrededor del cráter con 15K o más.

Conscientes de la dispersión que presentan los datos, se puede ver claramente que el número de cráteres de 24m/km2 o más, aumenta según se reduce el cociente de área AIR/Ac. Esto implica que cuando el cráter se hace viejo, su área de emisión IR disminuye. La ecuación de ajuste lineal indica que un cráter bien joven (N=0), el cociente de áreas está alrededor de AIR / Ac = 10.5. Si el área IR se mide a la mitad de su brillo. También se desprende de los datos que no debemos esperar emisión IR significativa (AIR/Ac ~ 1) para valores de N entre 7-8 cráteres de 24m o más por km2. Los datos corroboran la hipótesis que existe una relación entre la edad del cráter y el tamaño relativo de su área de emisión IR. El mismo análisis se puede hacer con el conteo impactos de 12m o más grande. Edad absoluta de los cráteres lunares vs. Área relativa de emisión IR El conteo de cráteres pequeños formados en el material eyectado nos permite establecer directamente la edad relativa

entre cráteres. Sin embargo, para saber la edad absoluta se requiere la ayuda de modelos basados en observaciones directas de la formación de cráteres pequeños. En 1999 Ortiz et al., detectó directamente una serie impactos (denominados como “moon flash”) la noche que la Luna atravesaba la órbita del cometa 55P/Tempel-Tuttl en la lluvia de estrellas de las Leónidas. Desde entonces distintos grupos (Ortiz et al., 2006, Suggs et al., 2014, Madiedo et al., 2014, Liakos et al., 2017) comenzaron a estudiar de manera sistemática los “moon flash”. Estos son destellos brillantes observados en la parte oscura de Luna, producto de pequeños fragmentos de material interplanetario, con tamaños de 1 a 10 centímetros que alcanzan la superficie, formando cráteres de 1 a 7m de diámetros. Si se mide la energía irradiada, la cual está relacionada con la energía total del impacto, se puede saber el diámetro del cráter que formó con el “flash”. El número de estos en un área observada, en un tiempo de observación específico, permite calcular el flujo de impactos pequeños por años, por kilómetro cuadrado. Esos datos sirven para calibrar o someter a prueba los modelos en esa parte del espectro de energía. En la figura 3, en la siguiente página, se condensan las observaciones de “moon flash” y bólidos terrestres medidos por distintos grupos. En el eje de y a la izquierda y a la derecha se da la taza de impactos anual en toda la Tierra y la Luna, respectivamente. En el eje de x se representa la energía en kilo-toneladas de TNT del evento. En el eje de x arriba se da el diámetro equivalente del cráter si el impacto es en la superficie de la Luna. También se incluye las tazas de impactos en la Tierra (los dos puntos más a la dere-

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ABRAHAM RUIZ & WILLIAM BRUCKMAN Probabilidad de impactos de Super Tunguskas (200MT) con la Tierra

cha, abajo) obtenidos a partir del conteo de cráteres en regiones como Australia y Europa limitando la edad a menos de 350 millones de años y más de 10km de diámetro. A pesar de la erosión terrestre, todos los impactos en esas dos regiones, formados en ese período y con ese diámetro deben estar bien contados (Grive y Shoemaker, 1994). La línea continua es el modelo Bruckman et al. (2012), calibrado con mediciones de Grieve y Shoemaker, (1994, penúltimo punto a la derecha en la línea continua). La conclusión más importante que se desprende de la gráfica es que el modelo predice las tazas de “moon flash” medidos por distintos grupos. Lo que quiere decir es que el conteo de cráteres pequeños en la Luna se puede usar para establecer la edad absoluta de los cráteres lunares vía ese modelo. En la región 105kT o más de energía, los llamados Super Tunguskas, el modelo predice una taza de impactos de 10 veces más alta que lo que hasta ese momento indicaban las observaciones. Por eso es necesario establecer flujos más realistas para la Tierra a esas energías.

Edad absoluta de cráteres IR en la Luna Basado en la consistencia del modelo de Bruckman et al. (2012) con los “moon flash”, podemos expresar el número de cráteres pequeños alrededor de un cráter IR como función del tiempo t, mediante la ecuación, Donde N(D) es el número de cráteres con diámetro mayor o igual a D, por kilómetro cuadrado y es el flujo por km2/ año. La figura 4, a continuación, presenta el área de emisión IR normalizada AIR /Ac para los 43 cráteres estudiados, como función de la edad absoluta.

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De la gráfica vemos que existe una relación logarítmica entre el área normalizada A de emisión IR y la edad absoluta del cráter t. El área de emisión IR se reduce logarítmicamente con el tiempo. La dispersión de los puntos en la gráfica se debe a varios factores: la incertidumbre en el conteo de cráteres pequeños, la medición del área AIR y la normalización de AIR con el área del cráter Ac. Si estudiamos en detalle los puntos vemos que el diámetro promedio de los cráteres por debajo de la línea es 3.8km, mientras que los que quedan arriba de la línea es 1.6km. Esto implica que el cociente AIR/AC para los cráteres grandes es menor independientemente de su edad. Una explicación para esto es que el área de emisión está formada por el volumen de material escavado. Pero el cociente de área a volumen de ese material se reduce conforme éste último aumenta. El material arrancado de cráteres grandes expone un área IR relativamente menor. Así como una bola de baloncesto tiene un cociente de área a volumen menor que una de ping pong. Actualmente, trabajamos para tener una buena representación matemática del área del material eyectado y usarla como factor de normalización. También se ha desarrollado un programa que reconoce y calcula el área IR de manera automática (Ruiz y Ruiz, 2020). Modelo Matemático entre Área IR y la Edad Absoluta del Cráter La relación entre el área de emisión normalizada A y la edad absoluta del cráter t se puede explicar mejor en el contexto de un modelo matemático sencillo. Cuando se forma un cráter lunar el área inicial de emi-

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sión IR es A0. Dicha área se va reduciendo según pasa el tiempo, por lo que se puede expresar como: dA(t) = -A0dt. La reducción del área emisora es proporcional al área inicial. La solución de esa ecuación es: A(t) = A0 e-t/T. Esta ecuación es similar a la que ajusta los datos en la gráfica anterior y análoga a la de decaimiento radioactivo de isotopos inestables. Si T se interpreta como la vida media, por analogía en la ecuación de ajuste, T = 1/(4×10-6) = 250,000 años, que corresponde a una especie de vida media de la región emisora de IR del cráter. Para estimar la edad de esta familia de cráteres IR solo basta con despejar para el tiempo, t = (250,000años) ln[10.38/A(t)]. Como ejemplo aplicaremos la expresión al cráter de Giordano Bruno que tiene un cociente AIR/Ac = 3.88, se obtiene una edad de 246,000 años. Las estimaciones de la edad de ese cráter de 22km de diámetro van desde 800 años (Hartung 1976) a 8 millones de años (Morota et al. 2009). La relación entre el área AIR y la edad absoluta de los cráteres lunares t, no es un modelo independiente. En realidad, es una extensión del modelo de Bruckman et al. (2012). Sin embargo, tiene varias ventajas. Es mucho más fácil y rápido medir el área IR que contar y medir las decenas y hasta cientos de cráteres péquenos a su alrededor. Además, existe el problema de la contaminación con cráteres secundarios. Cuando se produce un impacto en la Luna miles de fragmentos salen como proyectiles produciendo cráteres pequeños alrededor de otros cráteres distantes. No se puede distinguir


ABRAHAM RUIZ & WILLIAM BRUCKMAN Probabilidad de impactos de Super Tunguskas (200MT) con la Tierra

cuál es secundario y cuál es producto de flujo que llega a la Luna. La contaminación con secundarios empeora con la edad del cráter. Para cráteres bien jóvenes no hay contaminación significativa. Sin embargo, el problema es otro. Apenas se le han formado impactos y estos son muy pequeños. Menores a 10m. Muy difíciles de contar. Incluso si se cuenta con imágenes de alta resolución (Bruckman y Ruiz, 2018). En cambio, para esos cráteres, el área emisora de IR es más evidente.

años. Para la Luna la recurrencia es de uno cada 5,200 años. Tanto en la Luna como en la Tierra algunos de esos Super Tunguskas debieron ser históricos. Incluso si consideramos que 2/3 del planeta es océano, al menos uno cada 1200 años debió suceder sobre tierra. Por otro lado, un impacto de esa energía en la Luna se tiene que haber visto desde la Tierra. Especialmente si era Luna Nueva y el impacto se da en la parte oscura. La historia da cuenta de eventos que lo sugieren. Por ejemplo, el símbolo de la media luna y la estrella asociada al mundo islámico es en realidad de origen laico. Se remonta al año 340 antes de Cristo en la ciudad de Bizancio, en la noche en que Filipo de Macedonia se disponía a lanzar un ataque sorpresa a la ciudad. Según el historiador Hesiquio de Mileto (siglo IV a.C.), la Luna nueva iluminó su ejército repentinamente, poniendo en alerta a la población. Ante este prodigio, Filipo ordenó detener el ataque y retirarse. Desde esa fecha Bizancio adoptó la media Luna y la estrella en su interior como patrona y protectora de la ciudad. Hay otros eventos históricos que pueden estar relacionados a impactos en la Luna se podrían discutir en otro artículo.

Recurrencia de Super Tunguskas en la Tierra y la Luna El intercepto de la recta con el eje de x en la gráfica anterior nos dice que un cráter de 550,000 años o más, no tiene emisión IR significativa. Cuando AIR/AC =1, la emisión IR está limitada al interior del cráter, no a sus alrededores. Para establecer la taza de impactos de los llamados Super Tunguskas (diámetro mayor a 2km) a partir del modelo, solo basta contar esos cráteres con emisión IR y dividir entre el área total en km cuadrados donde se contaron. Para establecer el flujo definimos una franja de 7.5 millones de km cuadrados alrededor de la Luna centrada en el ecuador. Se contaron 21 cráteres de 2km de diámetro o más con emisión IR en su material alrededor. Si extrapolamos a los 38 millones de kilómetros cuadrados de área que tiene la Luna serán un total de 106 Super Tunguskas en los pasados 550,000 años. Como la Luna y la Tierra están sujetas al mismo flujo de impactores, los 510 millones de kilómetros cuadrados de nuestro planeta debieron recibir 1,428 impactos en ese mismo periodo. Una recurrencia para la Tierra de un Super Tunguska cada 385

Conclusión Existe un vínculo entre el tamaño relativo del área con emisión IR alrededor de cráteres lunares y la edad de este. La emisión IR proviene del material escavado y depositado alrededor por el impacto. El tamaño del área IR se reduce logarítmicamente conforme pasa el tiempo. La emisión IR del material eyectado alrededor desaparece luego de 550,000 años. Basados en el modelo se establece que la recurrencia de Super

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Tunguskas en la Tierra es uno cada 385 años. Casi un orden de magnitud más alto que lo estimado por NASA y otros grupos. El modelo requiere de ajustes. La normalización del área IR con el área del cráter (AIR/AC) es solo una primera aproximación. El área del material eyectado puede ser un mejor factor de normalización, pero requiere una correcta representación matemática en términos del diámetro del cráter. Mientras persista la gran dispersión en los datos, el modelo no se puede usar para saber edades individuales de cráteres. En cambio, sí se puede usar, y simplifica mucho, para establecer los flujos como función de cierto diámetro o la probabilidad de impactos en la Luna y la Tierra.

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Ramos Ortiz Pérez ,D íaz odríguez,, M ,M orales , P,adilla & L&educ Ramos , O,rtiz , P,érez ,D íaz , ,RRodríguez Meléndez eléndez, ,M Molina olina ,M orales Padilla Leduc Efecto del huracán María enExégesis la vegetación de la UPRH 3 Segunda Época y en la comunidad de aves

Efecto del huracán María en la vegetación del campus de la UPR-Humacao y su repercusión en la comunidad de aves Introducción l campus de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, tiene una amplia variedad de vegetación, mucha de la cual fue sembrada para fines ornamentales y otra a lo largo de estacionamientos para proveer sombra. La parte posterior del campus se dejó sin desarrollar y en esta se estableció un pequeño bosque secundario, que es utilizado en diferentes cursos como laboratorio natural. En la primera década del siglo XXI, se estudió la vegetación del área que se ha desarrollado de forma natural y se encontró que dominaba vegetación exótica como la Acacia (Albizia procera) y Tulipán africano (Spathodea campanulata – Chinea 2011). Posteriormente, Roldán Vergara (2013), comparó la vegetación en el bosquecito natural con un rodal de Caoba (Sweitenia mahogani) que se encuentra en la parte oeste del campus cerca de salida que hay en dicho lugar. El bosquecito se ha ido reduciendo en área, particularmente, por la limpieza de sus márgenes para propiciar estacionamiento para los estudiantes. Sin embargo, otras partes del campus han incrementado su vegetación por esfuerzos particulares de profesores como Blanca Laborde, Luis Negrón, Félix Castrodad, Félix Báez e Ileana Rodríguez,

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entre otros. Posteriormente, en el 2003, el Programa de Propagación de Especies en Peligro de Extinción en el campus, sembró especies amenazadas como Cobana negra (Stahlia monosperma), Matabuey (Goetzea elegans) y Moralón (Coccoloba pubescens). En el 2014, un grupo de estudiantes se dio a la tarea de construir un mapa de la vegetación plantada para determinar las áreas de mayor uso por parte de las aves. Pese a estos esfuerzos, nunca se ha publicado, formalmente, un listado de la vegetación natural del remanente del bosque y de la vegetación que ha sido plantada. Con la siembra de vegetación, han invadido el campus una gran cantidad de organismos, entre los cuales se encuentran las aves. La importancia de especies particulares de plantas para las aves ha sido pobremente documentada (Leck 1972, Cruz 1980, Hernández-Prieto, Cruz 1988, Carlo 2004). Menos reseñada ha sido la importancia de la vegetación urbana para las aves luego de un huracán (Rodríguez-Marrero y Pérez-Rivera 2014, Pérez-Rivera 2018). El área del Caribe, incluyendo a Puerto Rico, está sujeto al impacto relativamente frecuente de huracanes. En septiembre del 2017, la isla fue impactada por el huracán María, una tormenta tropical categoría 5.

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Esta causó destrucción a la vegetación de muchos lugares, incluyendo el campus de la UPR en Humacao. Los fuertes vientos y la lluvia se combinaron para causar gran daño a la vegetación. En el campus de Humacao, una extensa variedad de vegetación arbórea sufrió pérdida de ramas, ruptura de su tronco e inclusive algunos árboles se cayeron. Pese al daño severo, mucha vegetación se recuperó y logró sobrevivir. Aunque se han hecho estudios en lugares naturales para determinar el daño causado a la vegetación por los huracanes en Puerto Rico (Scatena and Larsen 1991, Walker 1991, Walker et al. 1992, Zimmerman et al. 1994, Baldwin et al. 2001, Wang and Hall 2004, Hu and Smith 2018), se conoce muy poco sobre el daño causado en áreas urbanas, particularmente en campus universitarios que son plantados con una amplia gama de especies y en muchos casos entre edificios que de alguna manera las protegen. El objetivo de este trabajo es ofrecer un listado de las especies de la vegetación arbórea que ha sido plantada en el campus, indicar el daño que le causó el huracán María e indicar el impacto que ha tenido esto en las aves. Finalmente, hacer recomendaciones sobre la vegetación a plantarse en sustitución con la que se perdió. Materiales y métodos Se construyó un mapa sobre la localización de la vegetación en el campus de la UPR-Humacao. Luego, utilizando como referencias básicas a Little y Wadsworth (1964), Little, Woodbury y Wadsworth (1974 ) y a Miner-Sola (2008), se identificó toda la vegetación. Se utilizó como instrumento básico para la taxonomía a

Logier y Martorell (2000) y a Ricart Pujals y Padrón Vélez (2010) y sitios en la internet para actualizar la misma. Se lleva más de 10 años estudiando el anidamiento de aves en el campus y se ha tomado esta información para determinar el uso particular de árboles por la avifauna residente. Se tomaron fotos como evidencia del daño del huracán. Las fotos fueron tomadas por Dallian I. Leduc Castro. Resultados En este trabajo informamos 26 familias de plantas representadas por 62 especies de árboles en el campus de la Universidad de Puerto Rico en Humacao (Tabla 1). Las familias dominantes de plantas han resultado ser la Arecaceae (el grupo de las palmas) con 11 especies y la Fabaceae (leguminosas) con seis especies y la Bignoniaceae (vides trompetas), también con seis especies. Entre las especies de palmas con mayor representación se encuentra la Palma real (Roystonea borinquena) con 22 individuos. La mayoría de estos se encuentran en la colindancia oeste del recinto (parte que colinda con el cuartel de la policía), la entrada al recinto y la pequeña plaza formada entre las oficinas del Decanato de Estudiantes, Rectoría, el Teatro y Centro de Estudiantes. Aunque hay individuos de otras especies de palma a lo largo de caminos entre edificios, la mayoría de las especies fueron plantadas frente a la entrada de la biblioteca. El huracán María destruyó varias de las palmas, eliminando los individuos de Palma roja (Cyrthostachys renda). Entre las leguminosas se destacan cinco individuos enormes de Guanacaste u Oreja de mono (Enterolobium cyclocarpum), cuatro de los cuales se encuentran cerca del comple-

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jo deportivo. En este grupo también encontramos al Flamboyán (Delonix regia), que ha sido plantado a lo largo de los edificios más cercanos a la entrada principal. Finalmente, y no menos importante, el Terocarpo (Pterocarpus indicus), sembrado en la parte posterior del recinto con el fin de proveer sombra. Aunque el huracán despojó a estas especies de casi todas sus hojas, las mismas sobrevivieron el fenómeno atmosférico. Las bignoniáceas están representadas particularmente por los robles, siendo la especie más numerosa en el campus el Roble blanco (Tabebuia heterophylla). Esta especie está virtualmente dispersa por todo el campus. El huracán causó gran daño a este tipo de vegetación. Sin embargo, estos fueron de las primeras especies en florecer y ofrecer alimento al grupo de aves que se alimentan, particularmente, de néctar. A continuación, hacemos un recuento de las especies menos y más afectadas por el huracán e indicamos el uso que la avifauna del campus le da a dicha vegetación. Especies menos afectadas Ceiba pentandra (Malaveceae) – La Ceiba es de origen africano, aunque se ha naturalizado en muchos lugares en donde ha sido introducida. En el campus de la UPR-Humacao, hay cinco individuos. Esta especie sufrió extrema defoliación y los árboles quedaron virtualmente desnudos con ruptura de ramas. No obstante, todos los individuos sobrevivieron. La especie que usualmente florece de diciembre a febrero (Francis y Lowe 2000), floreció en junio y julio. Por otro lado, sus flores resultaron ser más pequeñas que lo usual. De las flores de la Ceiba liban la Reinita (Coereba flaveola portoricensis) y el Zumbador de pecho azul

(Eulampis holosericeus). Lo que cubre la semilla, que es como una pelusa, la utilizan los zumbadores, entre ellos el Dorado (Anthracothorax dominicus), para revestir sus nidos por dentro. En nuestro campus, en este árbol anidan la Paloma turca (Patagioenas squamosa), la Tórtola aliblanca (Zenaida asiática), el Zorzal de patas rojas (Turdus plumbeus) y la Reina Mora (Spindalis portoricensis). Enterolobium cyclocarpum (Fabaceae) – El Guanacaste u Oreja de mono, es un exótico natural de Centro y Sur América. Junto a las ceibas, es una de las especies de mayor tamaño en el campus. Los cinco individuos en el recinto perdieron las hojas y en mucho menor grado algunos pedazos de ramas, pero sobrevivieron sin problema al huracán María. Esta especie fue una de las primeras en recuperarse. No obstante, no es de gran uso para la vida silvestre, en particular las aves. Especies como la Reinita buscan entre sus hojas los insectos que se alojan en la planta. Por su parte, la Paloma turca y la Tórtola aliblanca, ocasionalmente anidan en este árbol. Delonix regia (Fabaceae) – El Flamboyán, oriundo de Madagascar, fue otra de las especies poco afectada por el huracán María (Foto 1). Todos los individuos en el campus, aunque fueron casi completamente defoliados, sobrevivieron. La ruptura de ramas fue mínima en esta especie, aunque en un individuo el huracán causó la muerte de la mitad de este. La Reinita, el Zumbador dorado y el Zumbador de pecho azul liban de las flores de este árbol. Especies que anidaban usualmente en el Úcar (Bucida buceras) y en los robles (Tabebuia spp.), mientras estos se reponían, utilizaron al Flamboyán para anidar. Entre estos, la Tórtola aliblanca, la Tórtola cardosantera (Zenaida aurita), la

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Rolita (Columbina passerina portoricensis) y el Pitirre (Tyrannus dominicensis). En los huecos que suelen formarse en este árbol, anida, ocasionalmente, el Zorzal pardo (Margarops fuscatus). Pterocarpus indicus (Fabaceae). El Terocarpo es otra de las especies más representadas en nuestro campus con una fila de árboles al comienzo del Caño Castrodad y un pequeño rodal cerca de la salida oeste del recinto universitario. En total contamos 25 individuos, de los cuales tan solo uno murió (4%) a causa del huracán. Esta especie no es muy utilizada por las aves. La Reina mora consume sus renuevos, y la Paloma turca, la Tórtola aliblanca, el Martinete (Butorides striatus), y la Reinita, ocasionalmente, anidan en este. Bucida buceras (Combretaceae) – El Úcar es típico del Caribe con una distribución desde las Bahamas hasta las Antillas Menores (Francis y Lowe 2000). Es una de las especies más comunes del campus, sembrada como árbol de sombra, particularmente en los alrededores de áreas de estacionamiento. Pese a que produce un denso follaje, fue una de las plantas menos afectada por el huracán. Por ejemplo, en el área de estacionamiento del edificio que alberga el Decanato de Estudiantes, de 17 individuos tan solo uno murió (6%). El daño causado a esta especie se circunscribió a la defoliación y a la ruptura de algunas ramas y en dos individuos se partió la parte superior del tronco principal. Aunque la especie florece a través del año (Francis y Lowe 2000), luego del huracán María, y hasta finales del 2018, no se observaron árboles floreciendo. Posiblemente, la especie utilizó gran parte de la energía para reponer su follaje y fue típico en estos árboles ob-

servar crecimiento epicórmico. La Reinita se alimenta ocasionalmente del néctar de sus pequeñas flores e igualmente la Reina Mora (Spindalis portoricensis). Sin embargo, su importancia recae, en que es ampliamente utilizado para anidar por el grupo de las palomas. En los Úcar hemos encontrado nidos de Paloma turca, Tórtola aliblanca, Tórtola cardosantera, Pitirre, Clérigo (Tyrannus caudifasciatus), Zumbador dorado, Zumbador de pecho azul, Reinita y Chamorro prieto (Tiaris bicolor). En Caguas se han observado anidando en este tipo de árbol al Ruiseñor y al Zorzal de Patas rojas. No obstante, luego del huracán, muy pocos individuos de las especies mencionadas utilizaron al Úcar para anidar. Callistemon citrinus (Myrtaceae). Del Cepillo de botella hay 21 individuos en el campus, la mayoría de estos en la placita que rodea el edificio de Rectoría, el Decanato de Estudiantes y el Centro de Estudiantes. De estos, se perdieron dos individuos (9%), los cuales pudieron haberse salvado. En dos de los individuos ubicados en el área del antiguo aviario y que sufrieron ruptura de su tronco, en poco tiempo se observaron nuevos brotes e inclusive uno de estos floreció (Foto 2). Esta especie es muy importante para más de una docena de aves (Rodríguez Marrero y Pérez-Rivera 2014), particularmente de especies que liban néctar como los zumbadores y las reinitas. Su néctar también es muy importante para las abejas. La Paloma turca es una de las pocas especies que se alimenta de sus frutas. Swietenia spp. (Meliaceae). Existen en nuestro campus dos especies de Caoba. A saber: la Caoba hondureña (S. macrophylla), que es la más común, y la Caoba dominicana (S. mahagoni). De estas especies hay dos ro-

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dales sembrados uno cerca de la salida oeste del campus bautizado por los estudiantes como el “Bosque de Sherwood” y otro a la parte norte del complejo deportivo. Ninguno de los individuos de Caoba dominicana murió a causa del huracán. Por su parte, de 105 individuos de Caoba hondureña solo dos individuos murieron (2%), aunque 10 de estos se les partió el tronco. Un gran número de caobas en el campus albergan nidos de comején (Nasutitermes sp.) y en estos construye su nido el Perico de ala amarilla (Brotogeris versicolurus). En la caoba también anida de forma común la Paloma turca, la Tórtola aliblanca, la Reinita y ocasionalmente el Martinete (Butorides striatus). Calophyllum calaba (Calophyllaceae) – Solamente un árbol de María murió a causa del huracán. Otros dos individuos, fueron eliminados por personal de mantenimiento, aludiendo que estaban creciendo en lugares inadecuados. Esta especie perdió, principalmente, el follaje, pero pocas ramas se rompieron. La María sirve como fuente de alimento para la Reina Mora y el Murciélago frutero (Artibeus jamaicenisis). En este árbol hemos encontrado nidos de Tórtola aliblanca, Tórtola cardosantera, Pitirre, Ruiseñor y de Reinita. Luego del huracán, esta especie, al igual que el Úcar, dejó de utilizarse para anidar. Terminalia catappa (Combretaceae) – Muchos de los árboles de Almendro en el campus experimentaron defoliación y ramas rotas. Sin embargo, solamente uno de estos árboles murió a causa del fenómeno atmosférico. Estos árboles no produjeron frutos hasta pasado la primera mitad del 2018 y tanto el Perico de Ala amarilla como los murciélagos comenzaron a utilizar sus frutos casi de inmediato. En este árbol hemos

encontrado ocasionalmente nidos de Tórtola aliblanca y Reinita. Especies más afectadas Cordia oblicua (Boraginaceae) – Del Cerezo blanco había tres individuos en el área de estacionamiento posterior al edificio de registraduría y el huracán María los destruyó todos. De las frutas de esta especie se alimentan más de una docena de especies de aves, en particular el grupo de las palomas (Sierra-Bracero 1973). Schefflera actinophylla (Araliaceae) – Al igual que de la especie discutida anteriormente, de la Cheflera solo había cuatro individuos en el campus. La madera de esta especie es sumamente blanda y todo parece indicar que cedió a los fuertes vientos. Solamente sobrevivió el individuo del área de Ciencia que fue protegido por los edificios, que rodean la planta. Esta planta es de gran utilidad para muchas especies, particularmente las que se alimentan de néctar como los zumbadores y las reinitas. Además, cuando florece atrae grandes cantidades de abejas, de las cuales se alimentan aves como el Pitirre y el Zorzal pardo. Conocarpus erectus (Combretaceae) – Del Mangle de botón tan solo había un individuo sembrado a la orilla del puente y se cayó, probablemente porque se sembró en un lugar poco adecuado y se podaban las ramas que daban para el puente, ocasionando desbalance en su follaje. Esta especie era utilizada principalmente por la Reinita, que se alimenta de los insectos que la misma alberga. Pinus caribaea (Pinaceae). El Pino hondureño o antillano es nativo del área del Caribe. De esta especie, se sembraron 20 individuos a lo largo de las entradas al

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recinto y a lo largo de la verja en la parte oeste del campus. El huracán María partió el tronco principal de 14 individuos, de los cuales 12 murieron para ocasionar un 70% de mortalidad (Foto 3). Esta especie es utilizada para anidar por la Paloma turca, Tórtola aliblanca, Tórtola cardosantera, Rolita, Clérigo, Pitirre y el Ruiseñor. La Tórtola aliblanca y la Cardosantera utilizan las hojas de este pino para construir sus nidos. Casuarina equisetifolia (Casuarinaceae). Previo al huracán había una población de nueve individuos de Pino australiano dispersos por el campus. De estos, la tormenta les causó la muerte a seis individuos o al 66% de la población (Foto 4). Esta especie no provee de alimento a ninguna de las especies de aves del recinto. Sin embargo, todas las especies de palomas residentes en el campus (ya mencionadas), el Clérigo y el Pitirre, ocasionalmente la utilizan para anidar. Muchas de las especies de aves mencionadas utilizan las hojas de este árbol para construir sus nidos. Tabebuia heterophylla (Bignoniaceae) – El Roble blanco es una especie que tiene una distribución desde la Española, hasta las Antillas Menores. Es la segunda especie más común en el campus de la UPR-Humacao. Este árbol fue sembrado a lo largo de las aceras, entre edificios y en los alrededores de áreas de estacionamiento. Esta especie recibió gran daño de parte del huracán María, causando, además de defoliación, que se partieran muchas ramas e inclusive el tronco de algunos individuos. Muchos de los individuos (en total 23), en donde se partió el tronco, fueron acabados de eliminar por personal de mantenimiento. No obstante, aquellos que no se cortaron

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volvieron a cubrirse de follaje. A tales efectos no podemos decir que efecto, claramente, tuvo el huracán sobre esta especie. Luego del huracán, el Roble blanco fue sumamente importante para aves que se alimentan de néctar, ya que fue la primera especie de árbol en florecer luego de la tormenta (Foto 5). Ya en octubre, algunos de los individuos que quedaron protegidos por los edificios del área de ciencia, tenían flores. De estas dependieron por casi tres semanas, las reinitas y zumbadores. Posteriormente, los zumbadores desaparecieron del campus. Luego del huracán, 15 especies de aves hicieron uso de los recursos alimentarios presentes en esta planta (Pérez-Rivera 2018). No obstante, al presente (febrero 2020), la producción de flores en estos y por consiguiente la producción de semillas, no ha alcanzado los niveles previos al huracán (por publicarse). Goetzea elegans (Solanaceae) – El Matabuey es una especie en peligro de extinción. En el 2003 personal del Programa para la Conservación de Especies en Peligro de Extinción y estudiantes del programa de Manejo de Vida Silvestre, sembraron 20 individuos. De estos, 13 sobrevivieron y llegaron a la etapa de adulto. Tres fueron eliminados por administraciones pasadas y de los 10 individuos remanentes, el huracán María eliminó seis, sobreviviendo tan solo el 40%. Del néctar de esta especie se alimenta, con regularidad, la Reinita y ocasionalmente el Zumbador dorado. Las solanáceas son una familia de plantas que producen frutos venenosos. Hasta el momento no hemos observado a ningún ave alimentarse de los frutos de esta especie, y únicamente hemos visto anidando, en ocasiones, a la Reinita.


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Stahlia monosperma (Fabaceae – Caesalpinoideae) – La Cobana negra es otra especie en peligro de extinción de la cual se sembraron 20 individuos en el 2003, de los cuales sobrevivieron cinco. Dos a lo largo de la verja oeste del campus y otros tres sembrados en el Caño Castrodad, que corre a lo largo de la parte posterior del edificio de ciencias. Uno de los individuos adultos localizado en la parte oeste se cayó, exponiendo su raíz y fue terminado de eliminar por personal de mantenimiento. Igual suerte corrieron otros dos que se encontraban a lo largo del Caño Castrodad. Tan solo quedan dos individuos de esta especie, uno de ellos a la entrada del edificio de ciencias (Foto 6). La Reinita, de forma regular, y el Zumbador dorado (ocasionalmente), utilizan el néctar de esta planta. En este tipo de árbol anidan con regularidad la Tórtola aliblanca y la Reinita. Roystonea borinquena (Aracaceae). La Palma real, está muy bien representada en nuestro campus, a la entrada del recinto, en la colindancia oeste y en el palmar que se estableció al lado de la biblioteca. Las palmas reales en nuestro campus, en el 1989, resistieron el embate del huracán Hugo. No obstante, no fue lo mismo ante los fuertes vientos de María. De un total de 29 individuos, siete fueron decapitados por la tormenta, causando un 24% de mortalidad (Foto 7). No obstante, las que quedaron no perdieron sus flores o frutas. Posterior al huracán María más de 20 especies de aves, residentes en el campus, sobrevivieron por más de un mes, utilizando de los recursos que mantuvo esta palma (Perez-Rivera 2018). De la palma, las aves obtuvieron néctar, frutos y una amplia gama de insectos que se refugió en esta (Pérez-Rivera 2018).

Con la reducción en el número de palmas se reduce la cantidad de comida que se produce en el campus, particularmente para aves como el grupo de las palomas. Cyrtostachys renda (Arecaceae) – La Palma roja fue una de las especies que desapareció del Palmar que se sembró en el área de la biblioteca. De esta, tan solo había dos individuos, que no se estaban creciendo muy bien. Posiblemente, el huracán terminó de hacer el daño producido porque se sembraron en un lugar inadecuado donde no había mucho drenaje. Discusión Las 62 especies de árboles informados en este trabajo son el resultado de diferentes esfuerzos de parte de administraciones pasadas, profesores y programas de propagación que se encargaron de sembrar las mismas. La gran biodiversidad de vegetación en el campus de Humacao ha permitido que se establezcan o que pasen el invierno en estas 44 especie de aves (Pérez-Rivera 2019). Collazo et al. (2004), indican que la diversidad de plantas y las frutas que estas producen influyen en la abundancia de aves en plantaciones como las de café, lo que muy bien pudiera aplicar a nuestro campus. La familia dominante de plantas en nuestro campus resulta ser la Aracaceae con once especies. Esto se debe, particularmente, al establecimiento de un palmar en el área contigua a la biblioteca. Este grupo es sumamente importante porque provee de alimentos y de lugares para anidar para un considerable número de especies de aves (Sierra-Bracero 1973, Pérez-Rivera 1977, Pérez-Rivera 1979, Post 1981, Pérez-Rivera 1984, Pérez-Rivera 2018). Un total de 21 especies utilizaron los recursos alimentarios

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de la Palma real, luego del huracán María (Pérez-Rivera 2018). De esta especie se alimentan una gran cantidad de aves del grupo de las palomas (Pérez-Rivera 1984), y un número similar la utiliza para anidar (Pérez-Rivera (1977). La Palma real es una de las especies más importantes para las aves en Puerto Rico y debe considerarse clave para la supervivencia de un número considerable de aves, luego del embate de un huracán (Pérez-Rivera 2018). Otro grupo importante lo son las bignoniáceas, representadas por seis especies, incluyendo al Roble blanco. Esta especie está ampliamente dispersa por el campus y fue la primera en producir flores y proveer de alimentos a especies que se alimentan de néctar como zumbadores y reinitas. Hernández-Prieto (1986) y Pérez-Rivera (2018), previamente habían resaltado la importancia que tienen algunas especies de este grupo para los zumbadores y las tórtolas. Este grupo todavía no se ha recuperado en su totalidad y a tales efectos se ha reducido la cantidad de alimento para grupos como los zumbadores (néctar) y las palomas (semillas). No obstante, sigue siendo una especie de gran importancia para el anidamiento de las palomas (Foto 8). Los huracanes Hugo (1989) y Georges (1998) causaron gran daño a la vegetación en San Juan y otras partes de la Isla (Francis 2000, Ayala-Silva y Twumasi, 2004). No obstante, María, con vientos de 155 mph (Hurricane Maria 2018), causó estragos en la vegetación de la Isla y en particular en nuestro recinto, dejando desnudos a la gran mayoría de los árboles y en otros produciendo la ruptura de troncos y ramas. La dureza de las ramas y troncos, la morfología de la raíz, el tipo de terreno y el

lugar en donde se haya establecido al árbol, están relacionados con su “habilidad” para resistir el impacto de fuertes vientos (USDA 1974). En Humacao, se perdieron o se extinguieron solamente tres especies. A saber: el Mangle de botón (Conocarpus erectus) y el Cerezo blanco (Cordia oblicua) y la Palma roja (Cyrtostachys renda) y es posible que esto haya ocurrido por la localización particular de los individuos. Todas las especies mencionadas fueron sembradas en lugares de poca protección contra el viento. Pero el haber perdido tres especies de 62 (el 5%) se debe interpretar como insignificante para la magnitud del fenómeno meteorológico (Hu and Smith 2018). Esto quiere decir que la gran mayoría de la vegetación sembrada en nuestro campus mostró gran resiliencia al fenómeno atmosférico. María causó daño severo a los pinos y a las casuarinas. Estos se consideran árboles de maderas blandas y se caracterizan por tener poca capacidad para producir regeneración en sus ramas por crecimiento meristemático. Estas especies son de gran importancia para el anidamiento del grupo de las palomas. Como resultado, durante el pasado año hemos observado una reducción en el uso de estos de parte, particularmente, de la Paloma turca y a su vez mayor cantidad de uso de especies, previamente menos utilizadas como las caobas, el Guanacaste (Enterolobium cyclocarpum) y Reina de las flores (Lagerstroemia speciosa). Aunque el Úcar y la María sobrevivieron muy bien al huracán, posterior a este muy pocas aves los han utilizado para anidar, en particular el grupo de las palomas. Es posible que el crecimiento epicórmico no proveyera de áreas desnudas en bifurcaciones de ramas que permitiera la construcción de

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nidos en forma de plataforma que es típico de las palomas. El Úcar es muy importante para el anidamiento de muchas aves en el campus y en otros lugares de la Isla. Post y Wiley (1976) y Post (1981) informan a la Mariquita (Agelaius xanthomus), utilizando esta especie para anidar en la parte suroeste de la Isla y al Tordo lustroso (Molothrus bonariensis), depositando sus huevos en los nidos de la mariquita construidos en dicha vegetación. En general, el huracán redujo áreas apropiadas para anidar al producir, en primer lugar, árboles virtualmente desnudos, con muy poca protección contra depredadores aéreos y luego con su efecto de crecimiento epicórmico, lugares demasiado densos para que especies como el grupo de las palomas construyeran sus nidos en forma de plataforma. A nuestro mejor entender, la reducción en lugares apropiados para anidar se hizo patente cuando a principio de julio del 2019, se encontraron en un mismo árbol de Ceiba, dos nidos de Reina mora, uno de Tórtola aliblanca y uno de Zorzal de patas rojas. Otro buen ejemplo es el haber encontrado dos nidos activos de Tórtola aliblanca, especie sumamente territorial, en un mismo árbol de Flamboyán. Seguimos estudiando la vegetación y el anidamiento de aves para determinar cuánto tiempo toma a estos recuperarse a niveles previos al huracán.

mejor ejemplo para esto fueron árboles de Cepillo de botella (Callistemon citrinus) que fueron cortados y de sus troncos volvieron a brotar y en gran medida se han recuperado. El huracán redujo la cantidad de comida disponible y lugares adecuados para anidar de muchas especies de ave residentes en el campus.

Conclusiones Quedó demostrado que la gran mayoría de la vegetación introducida en nuestro campo mostró gran resiliencia a un huracán de gran magnitud como María. Mucha de la vegetación que se eliminó, muy bien pudo haber sido salvada, particularmente aquellos árboles que expusieron parte de su raíz. El

Recomendaciones Algunas de las especies que se eliminaron fueron especies que pudieron haberse podado, para crear estabilidad en su follaje. Esta práctica se lleva a cabo en nuestro campus con muy pocas especies, como la María y los Ficus. Especies como el Mangle de botón, es probable que no se hubiera caído si se hubiera podado, previo al fenómeno, para proveerle balance. Así que, sugerimos que esta práctica se lleve a cabo con un número mayor de especies de árboles. Los pinos resultaron estar dentro de las especies más susceptibles a partirse y a tales efectos, no se deben sembrar cerca de edificios. Igualmente, las ceibas que con la extensión de sus raíces pueden causarles daño a edificaciones. Es muy importante volver a reforestar aquellas áreas que perdieron mayor cantidad de vegetación, como lo fue la parte oeste del campus. Es pertinente que siembren plantas que no solamente hayan demostrado que puedan soportar un fuerte huracán, sino que además sean de utilidad para la vida silvestre. Dos de las especies de “cerezo” que resistieron muy bien el huracán lo fueron el Moral (Cordia sulcata) y el Muñeco (C. collococa). Estas especies son de gran valor para una gran cantidad de aves que se alimentan de sus frutas (Sierra-Bracero 1973). Esta especie se pudiera sembrar en el margen

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oeste del campus. De igual manera, se deben de reponer las Palmas reales que perecieron en dicha área. Esta especie resultó clave para mantener una amplia biodiversidad faunística en nuestro campus y de muchas especies pasada la tormenta. El Palmar debe ser otra vez revitalizado, tal vez con especies de palmas más pequeñas que presenten menos resistencia al viento y que queden protegidas con los edificios circundantes. El palmar se puede enriquecer con especies nativas como la Palma de coyor (Aiphanes mínima) y la de Corozo (Acrocomia aculeata). No menos importante es volver a sembrar individuos de especies en peligro de extinción como el Matabuey y de Cobana negra. Nuestro campus se pudiera distinguir por la protección de especies en peligro de extinción. Esto sería un gran ejemplo para estudiantes de los programas de biología, en particular aquellos de Manejo de Vida Silvestre. Bibliografía Ayala-Silva, T. and Y.A. Twumasi. 2004. Hurricane Georges and vegetation change in Puerto Rico using AVHRR satellite data. Int. J. Remote Sens. 25:1629–1640. Baldwin, A. H., Egnotovich, M., Ford, M and W. J. Platt. 2001. Regeneration in fringe mangrove forests damaged by Hurricane Andrew. Plant Ecology 157(2):151164. Carlo, T., Collazo, J.A., and M. Groom. 2004. Influence of fruit diversity and abundance of bird use of two shaded coffee plantations. Biotropica 36(4):602-614. Chinea, J.D. 2001. Tropical forest succession on abandoned farms in the Humacao Municipality of eastern Puerto

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Ramos, Ortiz, Pérez, Díaz, Rodríguez, Meléndez, Molina, Morales, Padilla & Leduc Efecto del huracán María en la vegetación de la UPRH y en la comunidad de aves

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EXÉGESIS Exégesis

Tabla 1. Vegetación arbórea introducida en el campus de la Universidad de Puerto RicoHumacao Familia

Especie

Nombre Común

Pinaceae

Pinus caribaea

Pino hondureño

Casuarinaceae

Casuarina equisetifolia

Pino australiano

Anacardiaceae

Manguifera indica

Mango

Annonaceae

Cananga odorata

Ilan-ilán

Urticaceae

Cecropia schreberiana

Yagrumo hembra*

Araliaceae

Schefflera morototoni*

Yagrumo macho*

Schefflera actinophylla

Cheflera**

Ficus benjamina

Laurel benjamín

Ficus elastica

Palo de goma

Ficus microcarpa

Laurel de la India

Artocarpus heterophyllus

Panapén

Cedrela odorata

Cedro hembra

Cordia obliqua

Cerezo blanco

Cordia sulcata

Moral

Cordia collococca

Manjack o Muñeco

Coccoloba pubescens

Moralón

Coccoloba rugusa

Ortegón

Coccoloba uvifera

Uva de playa

Albizia procera*

Siri o Acacia amarilla

Bauhinia purpurea

Orquídea de pobre

Delonix regia

Flamboyán

Moraceae

Boraginaceae

Polygonaceae

Fabaceae – leguminosas

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Ramos, Ortiz, Pérez, Díaz, Rodríguez, Meléndez, Molina, Morales, Padilla & Leduc Efecto del huracán María en la vegetación de la UPRH y en la comunidad de aves

Continuación de la Tabla 1 Fabaceae

Enterolobium cyclocarpum Guanacaste Pterocarpus indicus

Terocarpo)

Stahlia monosperma

Cobana negra

Swietenia mahagoni

Caoba dominicana

S. macrophylla

Caoba hondureña

Ceiba pentandra

Ceiba

Thespesia grandiflora

Maga

T. populnea

Emajaguilla

Guttiferaceae

Calophyllum calaba

María

Lythraceae

Lagerstroemia speciosa

Reina de las flores

Combretaceae

Bucida buceras

Ucar

Conocarpus erectus

Mangle de botón

Terminalia catappa

Almendro

Callistemon citrinus

Cepillo de botella

Pimenta racemosa

Malagueta

Syzygium jambos

Pomarosa

Goetzeaceae

Goetzea elegans

Matabuey

Bignoniaceae

Crescentia cujete

Higuero

C. linearifolia

Higuerito

Spathodea campanulata*

Tulipán africano o Meaito

Tabebuia heterophylla

Roble blanco

T. glomerata

Roble amarillo

Meliaceae

Malvaceae

Myrtaceae

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EXÉGESIS Exégesis

Continuación de la Tabla 1 Fabaceae Bignonaceae

Enterolobium Guanacaste T. argentea cyclocarpum Roble argentino

Verbebaceae

Pterocarpus indicus Tectona grandis

Terocarpo) Teca

Sapindaceae

Stahlia monosperma Melicoccus bijugatus

Cobana negra Quenepa

Meliaceae Nyctaginaceae

Swietenia mahagoni Guapira fragans

Caoba dominicana Corcho bobo

Rutaceae

S. macrophylla Citrus cinensis

Caobaohondureña China naranja

Malvaceae Burseraceae

Ceiba pentandra Bursera simaruba

Ceiba Almácigo

Sapotaceae

Thespesia bidentata grandiflora Manilkara

Maga Ausubo

Strelitziaceae o Musaceae

T. populnea Emajaguilla Ravenala madagascariensis Palma de viajero

Guttiferaceae

Calophyllum calaba Musa sapientum

María Plátano

Lythraceae Arecaceae

Lagerstroemia speciosa Adonidia merrillii

Reina adonidia de las flores Palma

Combretaceae

Bucida mitis buceras Cariota

Ucar cola de pescado Palma

Conocarpus erectus Cocos nucifera

Mangle botón Palma dede coco

Terminalia catappa Cyrthostachys renda

Almendro Palma roja

Callistemon citrinus Dypsis lutescens

Cepillo de botella Palma areca

Pimenta racemosa Livingstonia chinensis

Malagueta Palma de abanico china

Pritchardia pacifica Syzygium jambos

Palma pritchardia Pomarosa

Goetzeaceae

Roystonea borinquena Goetzea elegans

Palma real Matabuey

Bignoniaceae

Syagrus romanzoffiana Crescentia cujete Washingtonia robusta

Palma coco-plumosa Higuero Palma de abanico mexicana

Myrtaceae

C. linearifolia

Higuerito

Total 62 especies Spathodea campanulata*

Tulipán africano o Meaito

*invadió de forma natural **posiblemente semillas traídas por aves Tabebuia heterophylla Roble blanco *** en peligro de extinción

T. glomerata

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Roble amarillo


Ramos, Ortiz, Pérez, Díaz, Rodríguez, Meléndez, Molina, Morales, Padilla & Leduc Efecto del huracán María en la vegetación de la UPRH y en la comunidad de aves

Foto 1. Individuo de Flamboyán (Delonix regia), una de las especies menos afectadas por el huracán María, en el campus de la UPRHumacao.

Foto 2. Individuo de Cepillo de botella (Callistemon citrinus) cuyo tronco partió el huracán María, pero que sobrevivió. Se pueden observar el crecimiento de nuevas ramas e inclusive la producción de flores.

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EXÉGESIS Exégesis

Foto 3. Varios de los individuos de Pino caribeño (Pinus caribaea), que estaban localizados en el área oeste del campus y que fueron destruidos por el huracán María.

Foto 4. Dos de los individuos de Pino australiano (Casuarina equisetifolia) destruidos por el huracán María.

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Ramos, Ortiz, Pérez, Díaz, Rodríguez, Meléndez, Molina, Morales, Padilla & Leduc Efecto del huracán María en la vegetación de la UPRH y en la comunidad de aves

Foto 5. El roble (Tabebuia heterophylla) fue la primera especie de árbol en el campus en florecer luego del huracán y se convirtió en fuente de néctar para Reinitas (Coereba flaveola) y tres especies de zumbadores informados en el campus.

Foto 6. Uno de los individuos de Cobana negra (Stahlia monosperma) que sobrevivió al huracán. La especie se considera en peligro de extinción en Puerto Rico.

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EXÉGESIS Exégesis

Foto 7. Una de las varias Palmas reales (Roystonea borinquena) que se partió a causa de los fuertes vientos producidos por el huracán María.

Foto 8. Tórtola aliblanca (Zenaida asiática) anidando en un árbol de Roble blanco (Tabebuia heterophylla).

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Lectorum


Viajar acompañado hace más amplio el horizonte.


DANIEL TORRES TORRES RODRÍGUEZ DANIEL RODRÍGUEZ Dos poetas boricuas: Dinorah Cortés-Vélez Exégesis 3 Segunda Épocay Lourdes Vázquez

Recuerdo, memoria y posmemoria en dos poetas boricuas: Dinorah Cortés-Vélez y Lourdes Vázquez

P

La literatura transmite uma experiencia condensada incontrovertible de generación en generación. De esta manera, la literatura se convierte en la memoria viva de una nación. –Aleksandr Solzhentisyn

oemas de la soledad en Wisconsin (2015), de Dinorah Cortés-Vélez, publicado en la colección de cuadernos “La cólera de las Erinias” de Indómita Editores (San Sebastián, Puerto Rico) es una filigrana. La poeta rememora la Isla desde los momentos gélidos del invierno, en lo que llama la “ruta del hielo” del Midwest americano, muy cerca de los lagos Michigan y Superior: “’Wisconsin’./ Última glaciación/ que conoció la tierra:/ beringia gesta del desasosiego,/ pisada inciática de siberiano afán”. Escribe tanto en español como en inglés: “On New Year’s Day/ I celebrate anew/ Among the dust labyrinths/ Of ages bygone” con esa angustia del boricua que no puede pasar las Navidades en la Isla y desde la tortura del frío del Norte rememora el hilo de Ariadna del viaje al terruño por medio de la nostalgia: “Like an Ariadne in mourning/ The fragile beauty/ Of all the objects”. Se rememora y se celebra la memoria y los sentidos, pero también se apaga el olvido y se “burla la cruel herida de la distancia”, como rezan las palabras de contraportada. Hay en este

poemario un aire a viejo, a poemas antiguos que se han desempolvado del tiempo para conectarse con toda la literatura boricua de la diáspora, aunque la de Cortés-Vélez es la de la fuga de cerebros de los 80, como nos etiquetó Magali García Ramis. Fuimos estudiantes universitarios que dejamos la Isla buscando otros horizontes académicos en el Norte, para quedarnos a dar clases en universidades gringas. Dinorah, “profesora universitaria y crítica literaria puertorriqueña”, como reza otra vez el comentario de contraportada, reflexiona en Poemas de la soledad en Wisconsin acerca de esa diáspora intelectual de (re) conectarse con el país en el que se vive, pero donde no se ha nacido, para beber también de su tradición cultural y fusionar discursos como los de García Lorca o Cernuda en sus viajes neoyorquinos con poetas estadounidenses, como Walt Whitman o Robert Bly, cuyos versos usa como epígrafe del libro: “It is not our job to remain unbroken./Our task is to lose our leaves/ And be born again, as trees” (Bly, “A Home in Dark Grass”). Como la imagen de Enrique Laguerre de “la ceiba en el tiesto”,

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EXÉGESIS Exégesis

el poema de Bly nos invita a reinventarnos en ese otro espacio del renacer, como ha hecho Dinorah Cortés-Vélez con Poemas de la soledad en Wisconsin: “He aprendido a no temerle a la noche,/ a llenar de espera decantada/ el hueco de los abrazos,/ a alumbrar de oscuridades el querer”. El atardecer de los planetas azules (2018), de Lourdes Vázquez, publicado en la Editorial Los libros de la Iguana (San Juan, Puerto Rico) es un caleidoscopio, como ha dicho Edith Lomovansky-Goel en el comentario de contraportada. Vázquez, ganadora del Premio Juan Rulfo de Cuentos (Francia), sacude su “adicción a la maravilla”, “al capricho de otros cuerpos sobre la hierba” y declara su “profunda lealtad al recuerdo” en el poema que cierra el libro y le da título. En esta reflexión sobre el paso del tiempo, el implacable, la hablante lírica indaga: “¿y los recuerdos? ¿qué buscan?” en el poema “Belleza suplicante”, como si no pudiera renunciar a ellos en la distancia espacio-temporal desde la Isla hasta los Estados Unidos, primero en Nueva York y en Nueva Jersey, y ahora jubilada en la Florida, porque ella, poeta, narradora y ensayista, es “residente desde hace años en los Estados Unidos” como vuelve a apuntar el comentario de contraportada. Su afición por la historia de las familias de Puerto Rico y los apellidos, así como su entrenamiento como bibliotecaria y guardiana de archivos que fuera en Rutgers University, permea poemas como “1856”, donde habla de cómo la geografía isleña nos marca la piel y está “incrustad[a] en nos y todos y cada uno” porque a lo largo

del poema describe esos “otros tiempos” del siglo XIX cuando los libros parroquiales dieron fe de “la cantidad inmensa de niños y jóvenes muertos y en inventario” por una epidemia de cólera. Esta preocupación por el paso del tiempo dirige la lectura desde el epígrafe del poemario: “I recall the hour but not its passage unless dream captures and ties it to sleep”, de Ann Lauterbach y su “Closing Hours”. Recordar esa hora, pero no su paso, a menos que el sueño capture y nos ate al sueño es la “maravilla” del poemario El atardecer de los planetas azules, que en sus 101 páginas recoge el viaje de una voz que se desborda en recuerdo, memoria y posmemoria igual que lo hace Poemas de la soledad en Wisconsin, de Dinorah Cortés-Vélez. En ambos casos, dos poetas boricuas de dos generaciones y épocas diferentes unen sus voces para cantar el exilio, la diáspora, el desencanto, la reflexión y el devenir del tiempo desde acá hasta allá o desde allá hasta acá. Sea la Isla, sea los Estados Unidos continentales como parte de ese “brincar el charco” de todos los puertorriqueños que vivimos en algún estado de la nación “americana”. El recuerdo o el acto de recordar conlleva una memoria o un aviso que se da de algo pasado o de que ya se habló. Hacer memoria es recordar o retener el pasado. El concepto de la posmemoria verifica estas dos instancias en un “pretérito presente” o un pasado que se hace presente por medio del recuerdo al que se aferra quien rememora en una segunda o tercera instancia, que es recordar lo que le pasó a otros, se trata de una memoria heredada.

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DANIEL TORRES RODRÍGUEZ Dos poetas boricuas: Dinorah Cortés-Vélez y Lourdes Vázquez

Rudyard Kipling, el autor de The Jungle Book (1894), concebía que la historia debería ser una narración que se cuenta en forma de cuentos para que nadie la olvide. En este sentido, las hablantes líricas de El atardecer de los planetas azules y Poemas de la soledad en Wisconsin recuerdan el pasado propio (memoria) y el de los otros (posmemoria). Cortés-Vélez recuerda, y hace memoria, de la nube rosa que se come en la plaza de su pueblo en unas fiestas patronales y a la vez hace postmemoria cuando habla del dolor de un accidente en el que murió su padre. Vázquez hace memoria y posmemoria cuando habla del nacimiento de una nieta o cuando cuenta la historia de una antepasada de la ilustre clase de la aristocracia del café. Veamos algunos ejemplos concretos de lo antes dicho, de cómo en los dos poemarios se combate ese olvido del que hablaba Kipling. Esto es lo que la novelista mexicana Sofía Segovia llama los ciudadanos o “peregrinos” del mundo que llegan de un lugar a otro en busca de vida y de paz por medio de los vericuetos de la sangre. Los que transforman y se transforman con los cambios del mundo. Cuando Cortés-Vélez relata la tragedia de “la curvatura del adiós amnésico de mi difunto padre” en el poema “El cuerpo de las lágrimas” y el dolor se hace presente, la poeta está haciendo posmemoria: “Veo caer la nieve sobre la superficie impávida/ si bien intuyo, allá en el fondo,/ el ahogo del cuerpo de las lágrimas” porque nos cuenta la historia trágica de su progenitor y da fe del dolor que esta provoca en la hablante. Cuando Lourdes Vázquez cuenta la historia de su nana en el poema “Frágil”, donde habla de las “batallas de la vida” y

se transforma en “una jíbara con collar de perlas/ al cuello y de pecho al cañaveral más cercano”, vemos a un miembro de la aristocracia del azúcar o de la sacarocracia del siglo XIX puertorriqueño hablar de ese pasado encarnado en “los claveles que la nana sembraba” y que “todavía germinan en mi patio” y son testimonio de que “el mundo continúa su giro--/ igual de pequeñito./ Igual de frágil”. Esa fragilidad del tiempo en este concierto de voces es lo que hace del recuerdo, la memoria y la posmemoria un eje particular para el análisis de estos dos poemarios. En el poema “Pink Cotton Candy Clouds, Against a Late Summer Sky (Spring Green Wisconsin, agosto de 2014)”, de Cortés-Vélez, esas nubes de azúcar rosado contra el cielo del final del verano le recuerdan las fiestas patronales de su pueblo y una instancia en la que la hablante lírica “allí, en el banco de la plaza,/ junto a [su] madre, saboreando el bocado, bajo cielo raso dominguero/ abrazada por patronales aires/ de fritanga;/ el mismo cielo/ la misma dicha malva violeta/ de perenne estío atardecido;/ la mano de [su] madre,/ como un ancla de la bonanza”. La feria de Spring Green, Wisconsin de 2014 la transporta a las fiestas patronales de pueblo donde el sabor de la nube de azúcar rosado hace que a manera de sci-fi ella viaje en el tiempo y vuelva a vivir una memoria de la infancia. Como pedía Marcel Proust en À la Recherche du Temps Perdu (1913) o en busca de los tiempos perdidos, los sabores y los olores nos transportan en el tiempo hasta volver momentáneamente a otro lugar y a otro espacio, desde Wisconsin a las fiestas patronales de su pueblo, junto a su madre en el banco de la plaza. Se suspende

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EXÉGESIS Exégesis

la fantasía y se vuelve a la realidad real del presente: “Pero hoy hay nubes/ alzadas a la distancia,/ movedizas nubes,/ en fuga acuarelada” y la escena queda plasmada como una acuarela en el recuerdo. En el poema en prosa “Over The Phone”, de Vázquez, la poeta participa del nacimiento de su nieta a través de la magia del teléfono que le permite ser testigo del milagro: “Ahí vamos naciendo mi nieta y yo” porque ella vuelve a nacer en el acto reproductivo y compartido de hacerse abuela. Declara que “he vivido todo, o casi todo: porque nunca estuve de cuerpo presente ante la llegada de una criatura”. La tecnología le permite acortar distancias y estar en dos espacios a la vez, simultáneamente, a través de la cadencia de la voz, del sonido y el viaje de un punto hasta otro punto del planeta. Y esa nueva criatura que perpetúa su estirpe nace “con el rodeo de toreros acomodando sus trajes de luces a la vida que se aproxima. Húmeda/ de cariños, hinchada de plenitud”. La imagen taurina del rodeo de la fiesta brava como una lucha entre la bestia (el toro) y el hombre en la cual se acomodan los trajes de luces de los toreros habla del triunfo de la vida sobre la muerte y la celebración de tal evento en la vida de una abuela. Y todo se da “over the phone”, en una cadencia posmoderna donde la tecnología permea el poema buscando nuevas formas de expresión y hace que la hablante lírica participe en la distancia de la maravilla de un nacimiento creando una memoria. En ambos poemas, en ““Pink Cotton Candy Clouds, Against a Late Summer Sky (Spring Green Wisconsin, agosto de 2014)”, de Cortés-Vélez, y en “Over The Phone”, de Vázquez, el code switching

o cambio de código del inglés al español dan fe de que el paso por el Midwest, el Northeast y el Southeast “americanos” de dos poetas boricuas les ha servido para recordar, hacer memoria y posmemoria desde las dos fronteras del lenguaje en que viven, en ese intersticio de estar aquí y allá, allá y aquí a la vez, por medio de la magia de la poesía. Dinorah Cortés-Vélez cierra su poemario con el poema “Verano invencible”, en el cual confirma que “en el corazón del frío,/ palpita tenue/ un verano invencible” mientras que Lourdes Vázquez se da por vencida ante el recuerdo incesante de la Isla de igual manera: “Lo intenté todo,/ pero qué va,/ mi profunda lealtad al recuerdo/ me hacía (me hace) recaer a diario”. Ambas confirman lo que ha dicho Aleksandr Solzhentisyn en el epígrafe de este trabajo, aquello de que la literatura se convierte en la memoria viva de una nación y en este caso de una nación que pervive en el recuerdo, la memoria y la posmemoria de dos sujetos femeninos que viven en Estados Unidos, pero van de ida y vuelta a la Isla de Puerto Rico por medio de las palabras.

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ETHEL ETHEL BARJA BARJA CUYUTUPA CUYUTUPA De la razón poética en De3losSegunda peces la Época sed de Silvia Goldman Exégesis

De la razón poética en De los peces la sed de Silvia Goldman

L

a poesía de Silvia Goldman se inserta en una rica tradición poética. El estilo y la fuerza de De los peces la sed concentra la densidad y concisión de Ida Vitale, los simulacros de objetividad poética y develamiento de realidades sombrías de Idea Vilariño, la sugestividad y provocación imaginativa de Marosa Di Giorgio, que se suman a un mundo poético propio que muestra una cuidadosa búsqueda estilística y un carácter decididamente crudo, meditado e impredecible. Por eso, planteo que el libro de Goldman puede entenderse como un producto lógico-poético de carácter explorador de la convivencia cercana con la infancia. Para lo cual redefine de acuerdo a los recursos poéticos la misma definición de infante y las interpretaciones de las personas que tradicionalmente gravitan alrededor como la madre y el padre. La logicidad del lenguaje poético es indiscutible, porque dicho atributo indica un ordenamiento de acuerdo a la estandarización de ciertas reglas que organizan un lenguaje simbólico. Puede existir un sistema lógico que sea contra factual y quienes han reflexionado sobre los mecanismos poéti-

cos reconocen, como bien identifica Jean Cohen al precisar que el lenguaje poético no es agramatical, sino antigramatical, pues “es una desviación respecto a las reglas de paralelismo entre sonido y sentido imperante en la prosa. Desviación sistemática y deliberada, ya que se ha acentuado con el correr de los siglos, a pesar de las trabas prosódicas comunes, y se ha mantenido en el verso libre, en el cual no existen trabas” (71). En la tradición latinoamericana se ha legitimado desde diversos frentes que la poesía habita una región de la realidad con soberanía en la que como señala Lezama Lima, aunque la poesía habite un mundo pre-lógico no es ilógica, su causalidad es metafórica y su suelo el asombro: “Si el fulminante del asombro restalla y lejos de ser rechazados en nuestro afán de cabalgar esa frase, la podemos mantener cubierta con la presión de nuestras rodillas, comienza entonces a trascender, a evaporar otra consecuencia o duración del tiempo del poema” (33). ¿Cómo inserta Goldman el asombro poético-lógico en De los peces la sed? Es evidente, al abrir el libro, que estamos ante un caudal imaginativo que parte de

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EXÉGESIS Exégesis

la carencia: “¿Cuáles son las palabras que aún no tenés?” reitera la poeta secundando palabras de Audre Lorde. Paradójicamente, las proyecciones desde el vacío son ilimitadas. Es también posible que la abundancia imaginativa se deba, como apunta Carlos Pellegrino a la herencia dejada por Lautremont, que imprime a la tradición uruguaya en Cantos de Maldoror aleaciones barrocas de un origen transcriado-oceánico (829). Sin embargo, lejos de la corriente errática surrealista, la invención del libro de Goldman parte de la premeditación. No se trata de una colección de poemas, sino de un poemario, cuyo andamiaje se teje en tres partes: “Yo me tomo tu sed”, “miedo a decir agua sin peces” y “eran pájaros”. Estos títulos sugerentes advierten que el lector entra en una zona poética en la que una acción está en pleno desarrollo, lo que indica que debe integrarse a las reglas imaginativas que el yo poético plantee, incluso si requiere de una reconfiguración de lo verosímil y predecible. La preposición inicial en el título del libro de Goldman anuncia con mucha fuerza un sentido de pertenencia. La extrañeza que causa el hipérbaton enfatiza una inquietud constante en el libro que radica en la presencia de la necesidad y otras formas de ausencia. La ironía implicada en la sed que rodea a los peces rodeados de agua es consustancial a la paradójica confianza en: “la capacidad de la palabra para hablar de lo conflictivo y también de lo absurdo” (“Unas palabras de la autora”). Más aún, la exploración de lo conflictivo y lo absurdo se convierten en método poético a lo largo de los poemas, cuya existencia se debe a la escasez que define el mundo poético de Goldman. En palabras de la autora el libro busca las palabras no dadas para superar “las

formas heredadas de silencio”. Entonces, la potencialización de lo conflictivo para abordar la carencia no implica un simple acto de completar lo que falta, sino de excavar en los motivos que sostienen esa escasez. He ahí su ética y su esperanza. Es decir, el imaginario adopta una ontologización de la carencia para explorarla y vencerla: lo que falta es una entidad que la poesía es capaz de percibir y ofrecerle al lector en sus cuasi razonamientos o más bien en su razón poética, como se observa en el tono de “loop”: –mamá, ¿cómo se dice ausencia /en el idioma de los muertos? –se dice miedo a decir agua sin /peces –mamá, ¿cómo se dice miedo a /decir agua sin peces? –se dice ausencia en el idioma de /los muertos –mamá, ¿cómo se dice miedo a /decir? –no se dice (25) La estructura de interrogante y respuesta inserta funcionalmente el método socrático. La inocencia infantil se descubre como un despojo de temor a la crudeza de la pregunta por lo que falta. No sorprende entonces que un léxico de negatividad atraviese el poemario señalando múltiples dimensiones de lo que no está, de lo que se ausenta o se retira, títulos como “nocturno del hueco”, “manos de hambre”, o versos como los del poema “desde la comprensión”: “las palabras no calman lo de tu boca quemada/ hermosura de su voz me maldice” (36); o en “te miro para descansar”: “‘todo lo que tengo es lo que no tengo’/ podrías haberme dicho/ que a veces somos un secreto/ cuyas paredes se nos caen en la conversación” (7). La agudeza del poemario radica no sólo en

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ETHEL BARJA CUYUTUPA De la razón poética en De los peces la sed de Silvia Goldman

indagar en la carencia ontológica y lingüística, sino en la forma en que esta ausencia impregna entidades que se han saturado de significados fijos. Una figura sobrepoblada de significaciones en la cultura occidental como la figura materna, muchas veces idealizada, sobre todo, debido a interpretaciones religiosas, se reviste en la poesía de Goldman de negatividad. No en el sentido de una negatividad absoluta, sino como una imagen que incorpora la negatividad de forma dialéctica a la imagen de la madre como una figura compleja y conflictiva. Goldman vierte en la posición materna una original acepción relacional respecto a su criatura. No la protege, sino lucha con ella en el sentido griego de pólemos, que determina su encuentro y deriva en la sustancia verbal que las une más allá de la leche materna. Es decir, la madre y su criatura ingresan en una interminable polémica, en la que la dialéctica sobre su sentido de diálogo y de revelación, en el sentido socrático. De ahí que la intervención activa de la voz infantil cobre una importancia medular para determinar el lugar materno. La historia cultural de la maternidad en la amplitud de su pluralidad es una tarea por hacerse. Como bien señala Julie Kipp, en el pensamiento intelectual hay quienes han situado la maternidad más cerca de la creación artística y literaria por la cual la experiencia biológica influye en las mujeres su proceso de escritura, como es el caso de Hélèlene Cixous; mientras que otras posiciones ven en esta perspectiva una marginación de la experiencia creativa respecto a los hombres y las mujeres que no son madres, como es el caso de Susan Stanford. Hoy en día la tecnología médica incluso cuestiona la predisposición biológica femenina para la

maternidad y la literatura no ha sido ajena a dichas discusiones, pues según Kipp qué otra cosa sino las ansiedades respecto a las tecnologías reproductivas estaría envuelta de forma central en Frankestein de Mary Shelley (4). Goldman por su parte hace entrega de una aproximación singular a la maternidad que se aleja aún de las referencias inmediatas en su libro, como es el caso vallejiano; dado que la figura materna es una figura enigmática, impredecible, aunque no menos entrañable. Tahona estuosa de aquellos mis /bizcochos pura yema infantil innumerable, /madre. […] En la sala de arriba nos repartías de mañana, de tarde, de dual estiba, aquellas ricas hostias de tiempo, /para que ahora nos sobrasen cáscaras de relojes en flexión de /las 24 en punto parados. (204) La figura de la madre que Vallejo invoca en su poema es una madre dadora: “innumerable”, es una madre “nutricia” y corresponde a un ideal materno de protección total. En contraste, en la poesía de Goldman la madre otorga carencia, e instruye a su criatura en las precariedades de la perplejidad. “¿mami a veces la voz se va hunting?” y te quedás mirando cómo entra al bosque siguiendo una pelota con el cuidado de no mostrarnos /su ternura los leones que la ven ya masticando el susto porque acecha la barbarie ¿te acordás?

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El grito que atajaron nuestras /manos ¿te acordás? El ciervo que crujía en nuestros /labios (5) Supera la transmisión de un pesimismo existencial que sería familiar con la figura materna que encontramos, por ejemplo, en la poesía de Blanca Varela: “tu náusea es mía/ la heredaste como heredan los peces la/ asfixia/ y el color de tus ojos/ es también el color de mi ceguera” (203). En contraste, el énfasis no está en la criatura, sino en la forma en que la interacción de madre e hijo perfilan la identidad de la madre. El yo poético que transita en De los peces la sed podría generalizarse en los siguientes términos: “mi voz es el pozo donde se tiran las madres/ ellas caen arriba de sus hijos/ piel aplastada el agua” (39). Otra diferencia recae en el desplazamiento de la presencia de la madre que Vallejo utiliza en varias ocasiones para dar cuenta de la ausencia de su madre; y, sobre todo, de su proceso penoso de desaparición. cierta migaja que hoy se me ata /al cuello y no quiere pasar. Hoy que hasta tus puros huesos estarán harina que no habrá en qué amasar ¡tierna dulcera de amor! (204). Goldman confecciona a una madre presente, cuya voz penetra en la atmósfera poética simbióticamente organizada alrededor de su criatura. Incluso su ausencia se debe a ella y no se lamenta desde la perspectiva del hijo huérfano, sino que se problematiza desde el énfasis en el borrado de la identidad: estarás dispuesta a asumir un /nombre genérico y perder el

/que estuvo con vos en todo lo que hiciste hasta hoy /incluso los hijos: ma, mi, mammam madrem mo /ther, mom, muti, mai, ima y te vas a preguntar lo que hace la /m por todos lados y vas a pensar que si se trata de un /pictograma la m sería un par /de tetas (14) Además, la madre no es dadora, sino una interlocutora, cuya presencia está animada por sus hijos y por la dinámica de interacción con ellos. Para crear esa dupla, Goldman interviene el registro de la voz poética impregnándole un aire infantil particular. No se trata de la mera ingenuidad de las aseveraciones, o la simple contrarealidad inmersa en juicios que pretenden organizar un razonamiento que responda a una interrogante sino de la naturalización de un desborde imaginario por el cual el lenguaje ilógico se reviste de verosimilitud interna en un mundo en el que la crueldad, la carencia, el abandono y lo inexplicable se ponen al alcance del infante y del adulto con la misma condición de caso sin resolver. Los niños no son participantes pasivos de la estructura dialógica que estructura muchos de los poemas, sino participantes activos y guías del movimiento de las conversaciones. Tanto la intervención de la voz adulta, como de la voz niña no remite a argumentos, afirmaciones y valoraciones por contenidos, sino a una discursividad particular, por la cual el movimiento del razonamiento está configurado por una incansable sucesión de imágenes que no definen para acercar al lector al hecho descrito, sino para darle una vaga idea, una intuición, un temblor acaso en su visión cotidiana de

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las cosas. En esta operación, el trabajo de nombrar, propio del lenguaje pragmático y comunicativo se transforma en un trabajo de desaprensión, y de disociación de los sentidos que puede acarrear una palabra: esta poesía disuelve con su fuerza una imagen y como si dividiera el átomo expone elementos sutiles presentes en la latencia de las cosas, que sólo se saben por su presencia virtual, por su todavía. Estilísticamente, el vínculo relacional semántico de la madre y su hijo se vierten en estructuras razonadas que organizan la corriente del pensar de forma organizada e inventiva al mismo tiempo, como podemos observar en el poema “origen de la teta como pleonasmo del amor”: I-El término “teta” surge de una sensación palpable de bienestar acusativo, o “dativo” según otros entendidos; esto es, una inversión del objeto en forma “indirecta” [agréguese “curva”]. Elipsis encarnada con sencillez de la piel partiendo del esternón hasta una situación menos compleja que llamaremos “barriga media” [esta a menudo se encuentra a la altura de las mesadas o de las piletas] y de vez en cuando –si tomamos una sola muestra- aloja el cuerpo gelatinoso y pre-social de quien pronto la tocará por primera vez dándose así “acuso” recibo del dativo “te” que de forma direc-“ta” pasa a la boca sin interrupción más que de labios, sin dientes ellos, y de una lengua severa y diminuta que aún no exige vocablos.

La definición poética se aleja de formas analíticas que se inclinen hacia la raíz del vocablo “teta”, sino hacia sus ramificaciones, como si apelara a la posibilidad versátil que la divagación le aporta al pensamiento. ¿Cómo imaginamos que deberíamos referirnos a “teta” si tuviéramos que usar casos gramaticales?, de forma apropiada tendría que ser un caso dativo, la teta proporciona leche a la criatura. Respecto a su curva hueca, necesaria para que el líquido se albergue, ¿qué figura del discurso serviría para describirla?, no hay vocablo más acertado que la “elipsis”, una elipsis se colma siempre de significado. Es necesario notar lo que se ha eludido para que cobre importancia figurativa, por eso nada más ideal para referirse a “teta” como una elipsis encarnada. Finalmente, la estructura dialógica madre-hijo se mueve en la matriz de las ausencias, que delinean el ser de las preguntas en su incompletud que se proyecta hacia las posibles respuestas, que son siempre parciales y elusivas. La díada hijo-padre no es menos carente, quizás anida más en el vacío de un desamparo, sin lugar ni siquiera para las preguntas: “mi padre llega desde el balcón/ viene de una palabra que expulsamos/ nos deja su voz que se derrama/ y este líquido partiendo en dos la mesa” (“el golpe” 33); “tampoco puedo pedirle al padre/ que adentro del amor que no tiene/ tome mi mano” (34). Así, De los peces la sed se convierte en un inicio razonado de ausencias, que reconoce que ese temblor de confrontar la sed de quien roza el agua, es sólo una introducción a lo que sería la sed sin agua y sin peces: la ignorancia de lo ausente. Quizás sea por eso que el poema último “puntas básicas” dice: “en el amor hay puntas básicas/ hay puntas posibles/ y no hay

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puntas” (62). Sin los bordes, límites de las cosas, sus extremos vulnerables, la soledad de la palabra es más grande, es el agua sin pertenencia, sin sed y sin peces. Obras citadas Cohen, Jean. Estructura del lenguaje poético. Madrid: Gredos, 1970. Goldman, Silvia. De los peces la sed de. Chicago: Pandora Lobo Estepario Productions, 2018. Kipp., Julie. Romanticism, Maternity, and the Body Politic. Cambridge, U.K. ; New York : Cambridge University Press, 2003. Pellegrino, Carlos. Apuntes para una lectura de la poesía uruguaya contemporánea. University Library System, University of Pittsburgh, 1992. 827-839. Vallejo, Cesar. “Trilce XXIII”. Poemas completos. Lima: Universidad de Ciencias y Humanidades, 2011. Varela, Blanca. “Canto Villano”. Canto villano. México DF.: FCE, 2017

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JOSÉ LEE BORGES JOSÉ LEE BORGES El temor de los imperios,1954 de Amílcar Exégesis 3 Segunda ÉpocaCintrón Aguilú

El temor de los imperios,1954 (Parte I)1 de Amílcar Cintrón Aguilú

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l más reciente libro del Dr. Amílcar Cintrón Aguilú, El temor de los imperios, 1954 (Parte I), como bien señala el propio autor, elabora y profundiza sobre temas que no tuvo oportunidad de trabajar en su anterior libro, Posicionamiento de una mentira, publicado en el 2011, en que estudia la relación entre la represión y la propaganda, y sus efectos en la construcción de la opinión pública del Puerto Rico de 1950.2 Amílcar, con este nuevo libro amplía aquella investigación. Incluso, enfatiza sobre la visión insularista que siempre nos ha caracterizado. Como bien señala Amílcar, y que entiendo es uno de los propósitos de su libro, para entender a profundidad las políticas implantadas en Puerto Rico durante la década de 1950, incluyendo el famoso y controversial E.L.A., se hace necesario estudiar los procesos de liberación coordinados por los movimientos anticolonialistas en las colonias europeas durante el mismo periodo. El libro está compuesto por nueve (9) capítulos. Como todo buen libro, el mismo presenta claramente un marco teórico. Amílcar utiliza el primer capítulo para explicar el marco teórico que lo acompañará y que sostiene su investigación. Para elaborar complejos temas, como lo son las dinámicas

de poder, el colonialismo y los afanes del capitalismo, utiliza las ideas y posturas de Ignacio Martín Baró, psicólogo y sacerdote jesuita español que dedicó la mayor parte de su vida a la investigación de la realidad social y política de El Salvador. Así mismo, sigue las premisas de Frantz Fanon, un revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor caribeño de origen martiniqués, cuya obra fue de gran influencia en los movimientos y pensadores revolucionarios de los años 1960 y 1970. Por último, también se apoya de las teorías de Antonio Negri, filósofo y pensador postmarxista italiano. Luego de explicar su marco teórico, en el capítulo 2: “La creación de la organización de las Naciones Unidas O.N.U.”, Amílcar nos muestra la antesala de lo que sería las Naciones Unidas y todo lo que se cocinaba detrás de ella. Este capítulo profundiza sobre los intereses que jugaron un papel importante en la creación de la ONU y en el diseño de una estructura autoritaria para su consejo de seguridad. El capítulo 3: “La Guerra Fría”, según explica Amílcar, fue una consecuencia de lo discutido en el capítulo anterior. En este capítulo se estudian los factores que influyeron en el inicio de la famosa y ya conocida Guerra Fría. Entre estos figura el ambiente

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de inseguridad que lleva a la creación de la O.T.A.N. en 1949, mejor conocida como “La Organización del Tratado del Atlántico Norte”, creada para convocar a los países europeos en un esfuerzo de defensa militar común. En el capítulo 4: “Las Colonias y la Guerra Fría en la década de 1950”, se presenta la lucha de Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas U.R.S.S. para lograr influencias en distintas partes del mundo durante las luchas anticolonialistas. Para presentarnos este panorama, Amílcar muestra los casos de Indochina e Indonesia en la región de Asia, Irán en Oriente Medio, Argelia y Kenia en el continente africano y el caso de Guayana Británica en América del Sur. En este capítulo, se ofrece un panorama claro de las ideas trabajadas por las metrópolis para dominar y obtener el control de cada territorio. En el capítulo 5, titulado “La Gran Tarea Hegemónica y la Bomba Atómica”, el autor realiza un análisis sobre las bombas atómicas como armas de destrucción masiva, el descubrimiento de la radiación como arma mucho más letal que la explosión convencional, que servía para amedrentar a los pueblos. En este capítulo, hay una sección breve sobre Puerto Rico y las armas nucleares, particularmente sobre su transportación en los aviones B-29. El autor señala cómo la base Ramey, en Punta Borinquen, fue asiento de bases atómicas con depósitos de armas nucleares del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. El capítulo 6, trata sobre la “Guerra de Corea”. Esa guerra tan importante en la historia de Puerto Rico. Aunque es una de las más recordadas por la participación de los Borinqueneers, cabe mencionar que los

puertorriqueños han participado en más de 100 conflictos bélicos que ha librado Estados Unidos a lo largo de su historia. Se estima que durante la Segunda Guerra Mundial unos 60,000 boricuas fueron llamados al servicio. Como ejemplo, soldados de la Isla, sirvieron en el reconocido Regimiento 65 de Infantería. Aunque no establece teorías nuevas ni planteamientos que otros autores no hayan señalado, Amílcar Cintrón Aguilú utiliza este capítulo muy acertadamente para complementar el propósito del libro. En este capítulo se expone el revés que representó para el ejercito estadounidense el contraataque chino a finales de 1950 y que puso en peligro los intereses británicos en sus colonias del sur de Asia. También aborda los efectos de la guerra de Corea en los soldados puertorriqueños y en el entorno social al interior de Puerto Rico. El capítulo 7, que se titula “Puerto Rico y la Represión”, es uno de los más importantes, de mayor aportación a la historiográfica puertorriqueña. Se estudia el clima de represión imperante en la Isla para los últimos meses de 1953. Algunos de los temas que se abordan son: el indulto de Pedro Albizu Campos, la represión a los miembros del Partido Nacionalista de Puerto Rico, la relación entre los nacionalistas, comunistas e independentistas y la visita de la nacionalista Rosa Collazo, entre otros temas. En este capítulo el Dr. Amílcar Cintrón señala y evidencia, mediante fuentes primarias, cómo los miembros del Partido Nacionalista estuvieron sumamente activos en la divulgación de información sobre las condiciones que afectaban a Albizu en la cárcel, especialmente las torturas a las que era sometido. Igualmente se discuten las estrategias del Negociado de Seguridad In-

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JOSÉ LEE BORGES El temor de los imperios,1954 de Amílcar Cintrón Aguilú

terna para crear conflictos y asperezas entre los mismos nacionalistas y otros grupos de comunistas e independentistas. El capítulo 8, titulado “La Décima Conferencia Interamericana”, se traslada al exterior. Se presenta el contexto político de los países latinoamericanos que participaron de la Décima Conferencia Interamericana, se discuten los acuerdos y las controversias más importantes. En este capítulo, aunque se discute la participación de Brasil, Argentina y México, y la situación política y económica que vivían, se pone énfasis sobre Guatemala como una de las principales víctimas del acuerdo de solidaridad hemisférica contra el comunismo, obviamente impulsado por Estados Unidos. El capítulo 9: “La bomba mediática: El ataque de los miembros del Partido Nacionalista de Puerto Rico al Congreso de los Estados Unidos ”, es, junto al capítulo 7, de los más importantes y de mayor aportación a la historiografía puertorriqueña. En este se detallan los efectos que tuvo, en Puerto Rico y a nivel internacional, el ataque de los nacionalistas al Congreso de Estados Unidos. Aquí el autor presenta y estudia a los protagonistas, Dolores (Lolita) Lebrón Soto, Rafael Cancel Miranda, Irving Flores Rodríguez y Andrés Figueroa Cordero. Pero más importante, el autor nos presenta cómo Luis Muñoz Marín, gobernador de Puerto Rico para ese entonces, intentó desarmar la bomba mediática ante los medios de comunicación de los Estados Unidos. Todo lo que les acabo de presentar está incluido en el libro, así como muchos otros subtemas más, que por razones obvias no he podido mencionar. De los 9 capítulos,

dos abordan directamente el tema de Puerto Rico, estos son los principales pilares del texto, es allí donde está presente el Temor de los Imperios, en las Revueltas Nacionalistas de la Décadas de 1950. Uno de los objetivos del libro es comprender las políticas y el comportamiento de Estados Unidos sobre nuestra Isla en la década de 1950, a partir de la situación internacional del periodo. El libro es un viaje que inicia con la situación de los imperios al final de la Segunda Guerra Mundial, haciendo parada en el nacimiento de la ONU, las luchas anticolonialistas del momento, hasta aterrizar en Puerto Rico y analizar el ataque de los miembros del Partido Nacionalista al Congreso de los Estados Unidos. El libro contiene más de 400 páginas, la mayor parte de la investigación está hecha con fuentes primarias evidentes, particularmente en los capítulos 7 y 9. Un proyecto ambicioso, que según el propio Amílcar, no termina, ya que esta es la primera de varias partes. Amílcar presenta los temas importantes discutidos en el libro como las raíces de muchos de nuestros problemas actuales: la deuda de 73 mil millones en donde un 50% fue contraída ilegalmente, la Ley Promesa, los despidos en masa del gobierno, la crisis en el sistema de retiro y ni hablar de la agenda en contra de nuestro sistema universitario de la UPR. Como dice Amílcar, al final de su introducción, y cito: Lamentablemente, los puertorriqueños hemos sido víctimas de una propaganda diseñada para

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pensarnos como soberanos en una tierra invadida y como modelo de desarrollo económico en una tierra en la que florecen los intereses estadounidenses a costa de la actividad económica local.3 No es casualidad que todo esto coincidiera con el establecimiento del Estado Libre Asociado y la Operación Manos a la Obra, entre otros proyectos que se gestaban en la Isla. Tampoco es casualidad que el presidente de Haití, una princesa de India y el presidente de Indonesia, visitaran a Puerto Rico durante el periodo. El papel de la Isla era mostrar la buena voluntad de Estados Unidos. Amílcar, con este libro, también nos recalca sobre la importancia de la investigación y del estudio de la historia. Conocer el contexto histórico de lo que estaba ocurriendo en el mundo es fundamental para analizar y entender lo que pasaba aquí. Notas 1 Amílcar Cintrón Aguilú, El temor de los imperios, 1954 (Parte I). San Juan, Puerto Rico: Editorial Barco de Tinta China, 2018. 2 ___, Posicionamiento de una mentira: propaganda, control y vigilancia en la vitrina atómica (1950-1954). San Juan, Puerto Rico: Editorial Barco de Tinta China, 2011. 3 ___, El temor de los Imperios, 1954 (Parte I) …, p. 23.

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MARÍA MÍNGUEZ MÍNGUEZ ARIAS MARÍA ARIAS Caléndula o la humanidad de un pueblo dominicano contenida en una micronovela Exégesis 3 Segunda Época

Caléndula o la humanidad de un pueblo dominicano contenida en una micronovela

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A don Fermín Herranz Rodríguez se le recuerda en el pueblo por tres cosas: su devoción por la Virgen de la Altagracia, por lo malo que fue y por el trabajo que dio para morirse –Kianny N. Antigua

on este primer párrafo de la novela de Kianny N. Antigua, me olvido de que inicio la lectura de las páginas de un libro, e imagino que me dispongo a escuchar absorta el suceso seguro que ya mil veces contado de cómo un solo hombre llegó a mantener en vilo a todo un pueblo. Caléndula (Sudaquia Editores, 2016) es la historia de un dominicano que, acostumbrado a hacer lo que le da la real gana como síndico del pueblo y simpatizante del dictador Trujillo, agoniza acompañado de los murmullos, las lamentaciones y la tremenda perplejidad de su fiel Yeya, sus muchos hijos, y unos vecinos expectantes que entran y salen de escena bajo la hábil dirección artística de la narradora. Los diálogos de esta novela (la mayoría en lenguaje coloquial de esa parte de la isla, alguno también en espánglish) se mantienen fiel a la tradición oral y son buenos contrapuntos a los párrafos escuetos y precisos con los que Antigua maneja la narración. La historia transcurre sin prisa, los personajes aparecen para desaparecer enseguida sin más explicaciones, y reaparecer en el momento justo para que todo cobre sentido: los afectos y los miedos;

los rituales judeocristianos y afroantillanos que acompañan las dolencias de este pueblo; el mestizaje racial y cultural; la jerarquía y las relaciones de poder, no sólo entre colonizador y colonizado, amo y empleado, sino entre hombre y mujer también; las formas de violencia, que son tantas, aunque la mayoría de las veces se manifiesten sólo en los pequeños gestos y en los silencios de los personajes. Así es como llego a los silencios que me han acompañado incluso días después de haber acabado el libro. Porque creo que uno de los grandes aciertos de Caléndula es la fragmentación y la economía del lenguaje que nos concede como lectoras el honor de tener que rellenar esos espacios en los que no transcurren las palabras, es decir, los silencios. Quedo con la sensación de que los personajes de Caléndula han sido silenciados, pero no por la narradora, sino por su propia historia. Gugleo (busco en Google) el nombre de Kianny N. Antigua y descubro que es una prolífica y galardonada escritora de cuentos infantiles; no me sorprende porque creo que Caléndula podría también considerarse un cuento para adultos. Sigo buscando, quiero

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saber más. Así es como llego al vídeo de la charla que dio hace unos días en conmemoración del Día de Martin Luther King, Jr. en Dartmouth College, donde da clases de español. La charla se titula “De silencio y palabras”. ¡No me lo puedo creer! Le doy al play y la escucho en YouTube. Kianny habla de los silencios, dice que hay un silencio bueno y otro malo. El bueno invita a la reflexión y el malo se utiliza como arma de opresión. Concluye el vídeo y regreso a Caléndula y a sus silencios, los buenos y los malos. En la escritura, no es nada fácil manejar los vacíos de una historia; sin embargo, Antigua lo hace con mucho oficio, convirtiendo la ausencia de palabras entre fragmentos de texto en silencios que invitan a la reflexión de la lectora; es decir, en silencios buenos; y transforma los vacíos de los personajes silenciados y víctimas de la opresión del colonizador, del amo o del hombre, en silencios malos. En esta micronovela, escrita a caballo entre la tradición oral y la novela costumbrista caribeña, la autora nos muestra el complicado macromundo de un pequeño pueblo dominicano con sus riquezas y sus carencias; es decir, en toda su humanidad y con todos sus silencios. Bibliografía Caléndula de Kianny N. Antigua, Sudaquia Editores, New York, 2016.

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RICARDO RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ SANTOS RICARDO SANTOS El cuento y la minificción Exégesis en En el oscuro ReinoÉpoca de la Garúa (segunda jornada) 3 Segunda

El cuento y la minificción en En el oscuro Reino de la Garúa (segunda jornada), de Emilio del Carril

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Buenas tardes! El colega y amigo escritor, Emilio del Carril, me hizo un acercamiento hace unos días para preguntar si podía hacer algunos comentarios, más bien desde la perspectiva académica, de su más reciente publicación, premio nacional del certamen de PEN de Puerto Rico 2018. “Unos diez minutos”, me dijo. Por supuesto, le dije que sí. Casi de inmediato, me percaté de en qué me había metido: condensar la reseña de este excelente libro en tan poco tiempo. Luego de repasar todas mis notas, entendí lo que implicaba la labor de resumir tanta información, algo muy parecido a su trabajo literario en los tres tomos que forman esta extraordinaria colección. Como imagino que la mayoría de ustedes prefiere la lectura gozosa de los textos, y dada la limitación mencionada, procederé a esbozar las características que hacen de este texto un importante hito en las Letras Puertorriqueñas. Y es que todos hablan del libro de microcuentos de Emilio del Carril, pero ¿lo es? ¿Escribe microcuentos este “contador de historias”? Más aún, ¿deben las organizaciones literarias, el PEN y la Academia,

por ejemplo, separar la categoría de cuentos de la de microcuentos? ¿Cómo llamarle? ¿Microcuento o minicuento? ¿Microrrelato? ¿Minificción? ¿Ficción mínima? ¿Ficción súbita? ¿Acaso, escritura hipertextual? ¿Cuál debe ser el lindero que marque la cantidad de palabras para ser llamado micro? ¿Basta que sea breve para ser considerado como tal? Durante mi fugaz incumbencia como presidente del PEN de Puerto Rico, una de las primeras proposiciones que hice fue separar las categorías de cuento y microcuento. No pude convencer a la Junta, pues lo cierto es que no tenía claras las fronteras entre uno y otro, más bien me guiaba el instinto de que estábamos ante algo distinto. Luego leí en algún lugar que el propio Del Carril hablaba de la urgencia de problematizar el concepto y desarrollar una preceptiva desde la perspectiva puertorriqueña. Asumí el llamado y desde hace varios meses estudio de lleno todo lo relacionado al tema. No es este el lugar para disertar sobre lo que ya muchos llaman el “género del siglo XXI”, así que solo mencionaré algunos detalles que considero necesarios para entrar al tema.

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Aunque microcuento, microrrelato y minificción parecen términos similares, no lo son, necesariamente, ni de fondo ni de forma. Lauro Zavala es un teórico mexicano que ha dedicado su cátedra a contestar la pregunta de si estamos ante un nuevo género o simplemente se trata de un subgénero del cuento. Afirma Zavala en el artículo El cuento ultracorto bajo el microscopio que la extensión de un cuento convencional oscila entre las 2.000 y las 10.000 palabras. Mas, al estudiar las antologías y las investigaciones que se han realizado hasta ahora sobre cuentos cuya extensión es menor a las 2.000 palabras, él propone entonces reconocer la existencia de tres tipos de cuentos breves, y que las diferencias genéricas entre cada uno de estos tipos de cuentos dependerá de la extensión respectiva. A cada uno de estos tipos de relatos, respectivamente, los denomina cortos (de 1.000 a 2.000 palabras), muy cortos (de 200 a 1.000 palabras) y ultracortos (de 1 a 200 palabras). (Zavala 540) Por otro lado, podríamos hacer alusión al llamado “contrato de lectura”; es decir, lo que como lectores esperamos de cada género y los límites entre los mismos. Por ejemplo, minicuento para un lector común requeriría que, aunque breve, contenga los elementos canónicos o convencionales para ser llamado como tal, es decir, tiempo, espacio, personajes, narrador y un final sorpresivo o epifánico. Así que Zavala parte del supuesto de la existencia de tres modelos de la literatura: el clásico, el moderno y el posmoderno. (87) El clásico como representación convencional de la realidad, con una verdad única, una secuencia ordenada y un final epifánico o sorpresivo. El moderno, que es un cuento realizado desde una perspectiva variada que admite multiplicidad de interpretaciones, juega

subjetivamente con tiempo y espacio, su final puede contener varias interpretaciones; y es fundamentalmente antirrealista, cuando se entiende que se enfrenta a los cánones clásicos. A esto se suma el denominado cuento o ficción posmoderna que resulta de una yuxtaposición de las reglas del discurso clásico y moderno. En el ensayo De la teoría literaria a la minificción posmoderna, Zavala prefiere el término minificción y trabaja una definición de esta: La minificción no es un minicuento, sino un texto experimental de extensión mínima con elementos literarios de carácter moderno o posmoderno. Mientras el minicuento contiene una narración completa y autosuficiente (y por lo tanto es de carácter tradicional), en cambio la minificción puede ser moderna y fragmentaria (como parte de una totalidad a la que pertenece) o posmoderna y fractal (como parte de una serie con cuyos otros textos comparte rasgos específicos). Por lo tanto, la minificción siempre surge como consecuencia de un acto de relectura irónica o paradójica de convenciones textuales, ya sean genéricas o ideológicas (o ambas). (91-92) En resumen, cuando hablamos de “minificción” estamos ante un nuevo género literario con sus propias características, vinculadas a los tiempos de la tecnología en la que vivimos. Sus características se apoyan en la fragmentación y lo indefinido, y dependerá de las capacidades y competencias del lector para reconocer las alusiones extratextuales. En El oscuro Reino de la Garúa, segunda jornada, Del Carril “juega y experimenta”

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RICARDO RODRÍGUEZ SANTOS El cuento y la minificción en En el oscuro Reino de la Garúa (segunda jornada)

con el amplio espectro de la narración breve, matizada por las alusiones extratextuales, ya mencionadas, que enriquecen la lectura: alusiones bíblicas, referencias literarias. En estas ficciones, un lector versado reconocerá a Quiroga, Bioy Casares, Cervantes, José Luis González, Cortázar, Alejo Carpentier, Vallejo; además de proverbios y refrenes e incluso súper héroes. Y claro, a Borges… Sobre todo Borges está presente en este libro como espejo que no solo refleja, sino que refracta: delimitando una realidad paradójicamente ilimitada, tal como se observa en el microcuento número 164. Del Carril no solo acude a la intertextualidad, sino que trabaja lo que Genette define como transtextualidad. Los dos cuentos sobre la carta son buenos ejemplos de “transformación diegética”, según lo explica el estudioso francés. Asimismo, con sus cuentos ultracortos, el autor experimenta con mucho éxito, la novel tendencia hacia la antinarrativa, y a involucrar al lector y promover un papel más activo de este en la construcción de significados. La simple lectura de este libro deleita. Pero, cuando el lector posee un caudal literario más amplio, el goce de la lectura es exponencial, pues el género invita, y casi obliga, al lector a reconstruir y asignar significados. Las minificciones Metamorfosis y La noche es nuestra, son una muestra del texto de Del Carril que ejemplifican las características que he mencionado acerca de este nuevo género narrativo: Y cuando llegó la luz se apagaron las estrellas, y a la gente comenzó a salirle cuernos, colmillos y garras, y todo regresó a la monstruosa normalidad añejada por siglos. (121) Te di un abrazo de estrellas cuando

te convertiste en noche… y nunca más amaneció entre nosotros. (139) En fin, por sus características literarias particulares y el acertado juego con la minificción, este es un libro que marca un antes y un después en la historia del cuento puertorriqueño; forma parte importante de la “ruptura” necesaria que anuncia el nacimiento de lo nuevo. Es, sin temor a equivocarme, referente ineludible para el estudio del incipiente género, del que aún nos queda mucho por estudiar. El reconocimiento del PEN de Puerto Rico y, más importante, el de nosotros, sus lectores, sustenta nuestra afirmación de que estamos ante uno de los más destacados escritores contemporáneos de Puerto Rico. ¡Felicidades, Emilio! Bibliografía Del Carril, Emilio. En el oscuro Reino de la Garúa (segunda jornada), País Invisible Editores, 2018. Zavala, Lauro. “El cuento ultracorto bajo el microscopio”. Revista de Literatura, LXIV, (64(28) 128, 2002, digital _____. “Breve historia de la teoría del cuento. Marmórea”. Revista Académica de Lengua y Literatura, no. 3, 2006, pp. 61-75, digital. _____. “De la teoría literaria a la minificción posmoderna”. Ciências Sociais Unisinos, vol. 43, núm. 1, 2007, pp. 8696, digital

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EXÉGESIS FÉLIX RAMIRO LOZADA FLÓREZ Exégesis Exégesis 3 Segunda Época

Benhur Sánchez Suárez evoca y reconstruye memoria [teología-historia-estudios culturales-poesía]

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a obra de Benhur Sánchez Suárez limita entre la violencia y el sin sentido del hombre en la urbe que no ofrece nada. Sin duda, son novelas de corte social que denuncian, con gran reflexión crítica sobre la historia del país; con un lenguaje sencillo que revela el mundo violento de la guerra no declarada, pero que deja muertos que aparecen en medio de la desesperanza de los que sobreviven; quienes luego se convierten en migratorios apesadumbrados y sin futuro ni identidad, lo que trae desarraigo, desamor, y los convierte en bohemios y violentos, sin proyección de vida; en fin, seres degradados que inician su búsqueda desde planos paralelos que interrelacionan historias individuales. Benhur Sánchez Suárez parece asistir con su personaje de La solterona, a una de tantas emboscadas de la vida, donde el destino juega de manera vertiginosa con una mujer subsumida en el amor, la crueldad, la soledad, lo que parece negar la existencia de la vida, gracias a una serie de monólogos que deja en claro la crisis existencial, la desesperanza, lo impreciso que hay en ella; mientras recuerda por las tardes imágenes, que a veces parecen frescas en los claros que se forman cerca de la casa. Son recuerdos que la conducen siempre a lo mismo: la

silla color caoba, los cojines blancos y patas encorvadas. Después tiene la ventana recubierta de blanco. Son dos objetos que no puede dejar de lado, no puede olvidar, no por lo que representan físicamente, sino porque la hacen volver a la realidad y le indican que aún existe. Además, le permiten ver a la gente que pasa y vuelve en silencio, manoteando o conversando en la calle polvorienta. Se recrea, se evoca un mundo de exaltaciones y ello adquiere formas concretas y sensoriales en su entorno, por ser lo que más la identifica, lo que más ama y es el escenario natural de su proyección y fuente de vida, sin el cual nada podría existir. En la silla, están los recuerdos de los que viven; los recuerdos van y vuelven entre árboles, chimeneas y los ladridos de los perros, y en medio de ellos el edificio lejano de la Compañía de Comunicaciones y el teléfono, a través del cual hay extrañas conversaciones imaginarias. De manera que lo impreciso se vuelve místico, solemne, y genera tentaciones y caos, casi alucinantes, por lo que estos episodios expresan de cierta manera una doble perspectiva de vida. Porque ocurre que sobre la visión de los elementos mencionados, también cree olfatear los objetos, por lo que deja el miedo a un lado: en los corredores y en el cuarto. De esta forma

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la envuelve una sensación de soledad, un alejamiento del mundo, una imposibilidad de relacionarse con otros, por los recuerdos de la muerte de los padres, por la idea de los amigos y porque ha querido estar sola, todo ello producto de la relación frustrada con el único hombre que amó. El personaje interactúa en una atmósfera de realidades e irrealidades que alcanza su clímax en el conflicto develado por el narrador y sus acompañantes, los acompañantes principales y los asuntos que los rodean, por ejemplo con su hermana Clara, que tenía dos hijos, era modista y vivía sola. A Rosario Elena le llevaban los hijos para que los cuidara, en realidad compartía muy pocas horas con otras personas, desde el momento en que se inventó la tragedia de su violación, por lo que renuncia a todo, lo que sigue son asuntos anecdóticos, por tanto, lo que genera mayor interés no es la violación en sí ni los reiterados y dramáticos monólogos. Es soltera, empieza a sentir el envejecimiento. Lo nota en la caída de los senos, comprende que es un ser que deambula por la casa con los recuerdos simples, alegres, con familiares y amigos. En el fondo, siente que agoniza y trata, intenta buscar una oportunidad para reivindicarse, pero es tarde para rehacer la vida, de manera que la técnica del monólogo interior, utilizada de manera audaz por el autor y por primera vez por un narrador huilense a sus veinte años, lo deja ver en una generación de escritores que obedecen a los albores de esta narrativa, en la que la fuerza del pasado parece perverso, de manera que emprende su tarea al desvanecer ansiosamente a la víctima con la que genera fuertes aspectos psicológicos. Con eso confirma el fluir de los sentimientos, la aterrorización por el dolor que mantiene vivo, las evo-

caciones prolongadas en gemidos y en la manera humana como va amortiguando los sentimientos. La soledad la lleva a reflexionar en la sala sobre el pasado, el presente y el futuro, en los días vacíos, en la soledad que la hastía, la derrota, le produce pesadumbre y amargura; entonces recuerda los días juveniles, los vestidos tejidos a mano, cuando pensaba en casarse, ser madre, por lo que hacía franelas diminutas, panticitos y saquitos. Esa presencia invisible de seres anhelados, cargada de figuras simbólicas, perturba y enrarece el ambiente; por lo mismo, en el cuarto ve una sombra, que primero cubre el lecho y luego los objetos de la alcoba en medio de los rezos al santo de la devoción, sobre una caja de papeles azules y blanco, el santo es un medio para mantener la tranquilidad. Esa presencia divina señala un rito, una fuerza protectora que se debate entre el sufrimiento y la nada, de manera que la mujer decide enfrentar sola el amor y la nada, para luego rememorar vivencias de carácter metafísico. Por eso, al continuar el ruido, no se inmuta, ni siquiera se ocupa de contestar el teléfono, después decide contestar porque desea oír la voz de un hombre, pero es su hermana que se casó con un individuo rudo, la oye hablar y oye el llanto de los niños, a los que imagina en un rincón de la casa. Finalmente, la soledad la lleva a reflexionar en la sala sobre su pasado, el presente y el futuro, en los días vacíos, en la soledad que la hastía, la derrota le produce pesadumbre y amargura, entonces recuerda los días juveniles, los vestidos tejidos a mano, cuando pensaba casarse, ser madre por lo que hacía franelas diminutas, panticitos, saquitos. Entonces, la invade una vez más el miedo, se exalta y grita que no la dejen

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sola. Convulsiona y asegura una vez más que la violaron. “Me agarró con brutalidad, me tiró a la cama, entró por la ventana, me desmayé…”. No sabe lo que pasó pero siente que fue violada, enseguida piensa que está embarazada, llora y ríe por los corredores, se desgarra el vestido, deja al descubierto sus blancos muslos de venitas azules, grita con el recuerdo dándole vueltas en la cabeza, mientras ansiosa lucha porque le crean. Aquí el narrador cumple una importante función al trasuntar la presumible reacción emocional del personaje, situación compartida no solo por él sino también por la generalidad de la gente, que en situaciones de esa naturaleza se apropian de las imágenes, del lenguaje, de los sentimientos y de todo a cuanto pueda acudir, en un viaje que deja ver los efectos psicológicos, morales y físicos de quien lo padece. Victoria en España, otra novela de Sánchez Suárez, es un texto fresco, con temática diferente; podríamos decir una novela rosa, lo que muestra un paso grande o, mejor, la facilidad del autor para tratar problemas sin precedentes en un medio que no daría para ello, dada la crisis sociopolítica del país. Victoria en España es la contrapartida, en tanto que se ubica en una utopía que se inicia en la natal Laboyos de su autor, pasa por Bogotá y finaliza en España. Es la encrucijada del personaje central, Victoria Santamaría, que reflexiona, a través de monólogos que van y vienen a manera de flash-back y que muestran con ironía distintas facetas del personaje: las relaciones con Andrés, un altanero empedernido al que no ama en realidad pero le brinda estabilidad; los recuerdos de sus padres y hermanos (Rodrigo y Jorge Arturo); el traslado a Bogotá, una ciudad enorme y desconocida en la que

va a adelantar estudios; la añoranza de los amigos, Ángela Reyes, Myriam Vargas, Iván Urzola; la culminación de su carrera, el logro de un trabajo exitoso, hasta su instalación en España. Una novela con temática diferente, lo que muestra un paso grande o, mejor, la facilidad del autor para tratar problemas sin precedentes en un medio que no daría para ello dada la dura crisis socioeconómica del país. Por eso, es pertinente referirnos a la localización de la historia contada, lo que no deja de ser de interés, a pesar de no desempeñar un papel primordial en un mundo cerrado, desde sus inicios hasta el final en el orden que la componen −el individual y el colectivo− y por la forma como estructura cada uno de sus textos. Es, sin duda, un libro hermoso, doloroso, profundo, que crea incertidumbre en el lector y le da la sensación de ser el protagonista de esas historias; por lo que se visualiza un proceso de búsqueda interior que, con el paso, la madurez y la reflexión de los años, aflora para provocar en el autor la necesidad de plasmar dicha experiencia, con una prosa ágil que resquebraja el mito de lo rosa, al convertir magistralmente lo cotidiano en la tragedia del hombre y la mujer de hoy. En síntesis, recorre la complejidad del ser humano y su relación con el mundo y la época que le correspondió vivir. El autor busca, cuidadosamente, nuevas alternativas con un discurso diferente, que da como resultado una arquitectura narrativa moderna y oxigenada, acorde con sucesos contemporáneos y las formas de vida del momento. De esta manera, la memoria pasa a ser la reproductora de acontecimientos juveniles malogrados para, finalmente, dar referentes fusionados en el movimiento narrativo y referentes deliberados hacia la

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actitud y el comportamiento de los protagonistas. Aquí todo se sumerge en el alma con una dulce melancolía de sombras bajo un sinnúmero de recuerdos que se resisten a desaparecer en la evocación de los años, por tanto es soprendente esta maravillosa faceta del autor: La novela de Benhur Sánchez Suárez parece connotar, entre otras funciones, ser una obra de vocación internacionalista, que debe leerse en distintas latitudes (por ejemplo en Europa) en donde el desprecio y persecución a extranjeros (y en especial colombianos) ha hecho curso. La novela, punta de lanza de los géneros literarios, no puede ser sólo experimentación, innovación, entretenimiento sino que, junto a estos logros, debe conllevar (como ha sido característico a través de los siglos) una reflexión profunda sobre las relaciones humanas y los modos de convivencia entre las diferentes sociedades de las naciones. Victoria en España no es, de ninguna manera, solo una tesis o un compendio de tesis sociales. El mundo de la protagonista está adecuadamente trabajado al articular los particulares elementos de su historia ey vida, las minuciosidades de su cotidianidad, la red de personajes entre los cuales que se desenvuelve la trama de acciones. Aquí conviene mencionar, así sea solo de paso, a Sebastián Tovar −el primer novio antes de finalizar estudios secundarios−, Esperanza Palomino −amiga de Rodrigo, her-

mano de Victoria y, posteriormente esposa de Sebastián−, Oswaldo Santamaría, Esperanza Gutiérrez, Rodrigo y Jorge Arturo, padre, madre y hermanos, respectivamente. (Cristóbal Valdelamar Moreno, en su comentario titulado “Victoria o derrota en España”). Al preguntarle a Benhur sobre el oficio de escribir, dijo, y con sus palabras termino: [...] ser escritor no es fácil en un país como el nuestro, lacerado por la mezquindad y la envidia, por la arrogancia y la venganza. Pero logré serlo, en primer lugar porque nací con la vocación de escribir y mis padres nunca reprocharon mis inclinaciones. Antes bien, alentaron mis búsquedas y orientaron mis principios. A su lado aprendí de los estímulos a tiempo, de los reproches justos, de la grandeza de ser creador, de la sabiduría de lo sencillo. En segundo lugar, porque practico el convencimiento de la disciplina como parte integral de mi escritura. Escribir es un oficio y como tal hay que aprender a manejar las herramientas y los materiales para lograr comunicarnos con los otros en la mejor y más artística forma del lenguaje. Por eso leo mucho. Por eso investigo a diario en las experiencias con los otros escritores. Por eso escribo a diario, aunque no todo lo escriba para llegar a ser un producto terminado. Por eso releo lo escrito, lo desecho o lo termino de construir para satisfacción de mi espíritu.

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Y en tercer lugar, porque me baso en la sinceridad como norte de mis elucubraciones y en mis relaciones con los demás. O en mi cercanía con mis personajes, que nunca podrán reprocharme que los desvirtué o hice burla de su accionar en el mundo de la ficción. Ya no me afana publicar, como quizá lo hice cuando joven en busca de la notoriedad. En realidad escribo porque quiero hacerlo, porque me divierte construir personajes que viven como los de la calle, y porque me entusiasma edificar escenarios que se parezcan a la realidad.

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Dossier del Centenario de René Marqués El Centenario de René Marquez constituyó un importante evento que motivó actividades en los principales espacios universitarios de Puerto Rico, algunas de estas celebraciones, a través de sus ponencias, se han reunido en este Dossier de Exégesis 3 Segunda época y en el Portafolio de Cuadrivium 14. A continuación, algunas fotos del Congreso Internacional “Más allá de los universos de René Marqués” coordinado, del 15 al 17 de octubre del 2019, por el Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR en Mayagüez.

De izquierda a derecha (primera fila): Instr. Josemilio “Chemi” González Matos, Dr. Luis Rosario Albert, Dra. Mary Leonard y Prof. María Teresa Prévidi; Dra. Iliaris A. Avilés Ortiz y Dr. José Anazagasty Rodríguez; Mastr. Antonio Martorell y Prof. Humberto Figueroa; (segunda fila) Dra. Jocelyn Géliga Vargas; Dra. Mariam Colón Pizarro; y Dr. Baruch Vergara.

La tierra es nuestro mejor y único hogar.


JERRY TORRES TORRES SANTIAGO JERRY SANTIAGO La mirada arquitectónica René Marqués Exégesis 3 Segunda de Época

La mirada arquitectónica de René Marqués

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a arquitectura es uno de los soportes estructurales de la literatura puesto que las narraciones ocurren dentro de paisajes construidos en la mente del lector. Ficticios o reales, los fondos arquitectónicos sobre los que se pintan las pinceladas literarias ayudan a crear la plausibilidad del universo alterno construido de palabras. En ocasiones los autores se alejan de la simple escenografía arquitectónica y convierten un edificio en otro personaje del elenco literario como el monasterio medieval en El nombre de la rosa, de Umberto Eco; o la casa de la laguna de la novela homónima de Rosario Ferré. Recientemente, La catedral del mar de Ildefonso Falcones se une a la lista de obras literarias donde ocurre el desdoblamiento de la arquitectura, que en lugar de un lienzo espacial sobre el que se escribe se trasmuta en una entidad con vida propia. En el universo creativo de René Marqués podemos vislumbrar este segundo avatar de la realidad arquitectónica en su obra teatral icónica Los soles truncos. En el lenguaje técnico arquitectónico de las casonas tradicionales de Puerto Rico los elementos que se ubican sobre las puertas se conocen como montantes de abanico, cuando son de madera calada; o montantes semicirculares cuando están cerrados con

cristales de color. Marqués utiliza el poético nombre de soles truncos para referirse tanto a los tres montantes semicirculares de la sala, como a las vidas tronchadas de las tres mujeres que habitan la vieja casa de la calle del Cristo. La frase “soles truncos” se usa ampliamente en Puerto Rico para referirse a los montantes semicirculares. El uso de la metáfora relacionada a la arquitectura se advierte también en la escena del segundo acto de Los soles truncos, cuando Inés le señala a Emilia la gran mancha de humedad en la pared de la casa que forma la figura de los continentes americanos. Denomina al continente del norte como el de “ellos” y al del sur como el “nuestro”, e invita a la apocada Emilia a destruir el “istmo” que los une. De esta forma magistral, Marqués unifica literatura y arquitectura en un todo poético, social y político. El acercamiento más claro y directo de René Marqués a la arquitectura como tema creativo es el cuento Ese mosaico fresco sobre aquel mosaico antiguo publicado inicialmente en el número 3 de 1972 de la revista Sin Nombre que editó Nilita Vientós Gastón. El cuento estaba acompañado de dos ensayos interpretativos: uno de Concha Meléndez y el otro de Ángela Dellepiane, crítica literaria argentina. Tres años después, en

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1975, Marqués convence a su editor para publicar el cuento y los ensayos, acompañados de fotografías ad-hoc realizadas por el estudiante de arquitectura Jorge Rigau. De acuerdo a Marqués, era la primera vez que se editaba un texto literario-fotográfico. Como apéndice y bajo el título de Mosaico étnico y cultural, el libro incluye fotos de objetos propiedad de Marqués, que eran parte de su colección de objetos relacionados con la historia puertorriqueña. El evento que movió a René Marqués a escribir el cuento fue la demolición en 1971 de la Mansión Giorgetti, que estuvo localizada en la avenida Ponce de León esquina con la calle Hipódromo en Santurce, en el solar donde ubica hoy un anónimo y feo edificio multipisos. En la introducción al cuento, Marqués señala que la lucha por evitar la destrucción de la casona fue ejecutada principalmente por una sola voz, la de la maestra retirada de la Escuela Superior Central, Rosa González de Coll-Vidal. Otras voces, mayormente periodistas de El Mundo y The San Juan Star, se unieron a la profesora González en su reclamo por la conservación de la casa y su conversión en un Museo de Historia. Los llamados a la acción de la profesora González y de sus estudiantes de historia incluyeron visitas al Departamento de Instrucción Pública y al Instituto de Cultura Puertorriqueña. En el cuento el personaje de la maestra narra que se rieron de ellos y que el gobernador Muñoz Marín no los recibió. La inercia general ante el llamado a rescatar la casa incluyó a la Escuela de Arquitectura y al Colegio de Arquitectos, entre otras muchas instituciones culturales que se mantuvieron silentes. Marqués utilizó ese trágico evento para crear un cuento, a la vez impactante y extraño,

en el que se mezclan voces, personajes y reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro. Como corifeo de una tragedia griega, Marqués recrea sentimientos de pérdida, desolación y desesperanza en el cuento que es una crónica y una elegía al mismo tiempo. La mansión Giorgetti fue víctima de tres grandes prejuicios que sobre esta escupió con desprecio la sociedad puertorriqueña de aquel tiempo: el prejuicio contra el arquitecto, el prejuicio contra la arquitectura de la casa y el prejuicio contra el dueño de la mansión. El arquitecto La mansión Giorgetti fue diseñada por el arquitecto Antonín Nechodoma (1877-1928), quien nació en lo que hoy es la República Checa. Cuando tenía 10 años su familia emigró a los Estados Unidos y se radicaron en la ciudad de Chicago, en la época en que esta urbe generaba dos aportaciones esenciales a la arquitectura estadounidense: los rascacielos y el estilo Pradera. El arquitecto Frank Lloyd Wright (1867-1959) inventó el estilo Pradera con el propósito de desarrollar un estilo nacional de Estados Unidos, que estuviera alejado de los prototipos europeos y que expresara la fortaleza de las instituciones democráticas y la majestuosidad de los llanos centrales de ese país. Es por ello que el estilo Pradera se caracteriza por el uso extenso de la línea horizontal, lo que produjo edificios alargados, con techos de grandes aleros, terrazas y espacios interiores cómodos sin alusiones a la monumentalidad y al exceso decorativo de la era victoriana. Nechodoma abandonó Chicago por problemas personales, se radicó primero en Florida y luego pasó a Puerto Rico en 1906. Desarrolló en la Isla una prác-

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tica profesional exitosa particularmente entre la élite y los expatriados estadounidenses que consideraban el estilo Pradera como el más apropiado para el trópico dentro de una estética calificada de moderna. Para los años 1960 y 1970, el arquitecto Nechodoma era poco conocido en el ámbito social puertorriqueño, y los que lo conocían en el mundillo académico lo despreciaban, porque consideraban que no era un diseñador original y que sus diseños eran copias de los diseños de Wright. Es una evidencia contundente que varios de los diseños de Nechodoma, como la casa Roig y la propia casa Giorgetti, estaban inspirados directamente en diseños residenciales de Wright, aunque no se puede alegar que eran copias. La adaptación que hizo Nechodoma de dichos diseños a las condiciones locales y al clima tropical fueron menospreciadas por mucho tiempo, hasta que en 1989 y 1994, se publicaron sendos libros sobre el arquitecto checo: uno por el arquitecto puertorriqueño Enrique Vivoni y otro por el arquitecto estadounidense radicado en Puerto Rico Thomas Marvel. En ambos textos se coloca al arquitecto checo en una perspectiva más justa puesto que cuando se mira el conjunto de su obra edificada se concluye que hizo aportaciones significativas al patrimonio arquitectónico de nuestro país. Pero en la década del 1960 Nechodoma era un paria, un rechazado del panteón de los dioses de la arquitectura, por su doble condición de extranjero y de alegado fraudulento. La arquitectura El estilo Pradera se usó en Puerto Rico como discurso de la modernidad, en contraste directo con la narrativa antigua de

la arquitectura tradicional. Frente al estilo neoclásico de las casas sanjuaneras con sus paredes medianeras, sobrios muros de mampostería, balcones volados en madera, patios interiores minúsculos y azoteas planas; se presentaban casas abiertas al exterior con jardines y terrazas, techos inclinados, muros de hormigón, instalaciones sanitarias y eléctricas, dentro de una expresión estética en la que dominaban la línea horizontal y la decoración geométrica. Esta nueva forma de construir viviendas se prodigó en nuevos desarrollos residenciales para la clase alta, como El Condado y a lo largo de las carreteras principales en Santurce y Hato Rey. Para comienzos de la década del 1960 estaba en pleno apogeo la llamada Operación Serenidad que el gobernador Luis Muñoz Marín creó para contrarrestar lo que él entendía era la excesiva inclinación de la sociedad puertorriqueña hacia los bienes materiales y el consumismo, condiciones que, irónicamente, surgieron como consecuencia directa de la Operación Manos a la Obra. El Instituto de Cultura Puertorriqueña fue la punta de lanza de la Operación Serenidad bajo el comando de Ricardo Alegría. Aunque hubo ciertas bifurcaciones hacia los temas indígenas y africanos, la mayor parte de los esfuerzos de Alegría fueron dirigidos a preservar la herencia hispánica de Puerto Rico, concentrada en el Viejo San Juan. De esta forma y por mucho tiempo, la única arquitectura que merecía preservarse era la llamada «arquitectura española» cuya expresión más importante era la creada en la zona intramuros de la capital. A partir de la década de los 1990, comienza a resquebrajarse la monocromía valorativa del patrimonio edificado puertorriqueño, cuando Jorge Rigau y otros realizaron estudios seminales

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sobre la arquitectura de Ponce, Mayagüez y San Germán, convencen a gran parte de la comunidad académica que Puerto Rico era mucho más que San Juan. Cuando el asunto de la amenaza inminente que se cernía sobre la mansión Giorgetti llegó al gran público en los 1960, no hubo una reacción contundente, pues para la mayoría de los puertorriqueños la casa no tenía las condiciones requeridas para su conservación. Aunque la casa Giorgetti fue terminada en 1924, a comienzos de los 1960, no tenía 50 años por lo que no se consideraba “histórica”, ni había sucedido en ella ningún evento de importancia como escribió la cronista de eventos sociales Eugenia Josefina Santiago, en su dura y destemplada crítica contra los que abogaban por la preservación de la casa. Para ayudarnos a imaginar cuál sería nuestra impresión al entrar a la mansión Giorgetti, podemos recurrir a otro diseño de Nechodoma, la casa Roig de Humacao. Las paredes interiores de esta casa están cubiertas de madera oscura y los vitrales no tienen la luminosidad del estilo Art Nouveau que encontramos, por ejemplo, en la casa Franceschi de Yauco. Son vitrales en los que predominan los cristales traslucientes. Es una estética distinta y extraña, que no ganó adeptos que pudieran defenderla. El dueño Eduardo Giorgetti fue un empresario azucarero, dueño de la central Plazuela de Barceloneta y miembro fundador de la Asociación de Productores de Azúcar de Puerto Rico, lo que podríamos llamar el cártel de los centralistas. En resumen, fue un hombre poderoso que entró a la política activa, en parte por su amistad estrecha con

Luis Muñoz Rivera, fundador del principal partido del país a principios del siglo XX, el Partido Unión. Ampliamente conocido en todo Puerto Rico, Giorgetti tuvo fama de ser el hombre más rico de la Isla. Su amistad con Muñoz Rivera fue legendaria al punto que este murió en la antigua casona de madera de Giorgetti ubicada en el mismo lugar. Poco después de la muerte de su amigo en 1917, Giorgetti ordenó la demolición de su antigua casa y la construcción de una casa más grande y lujosa: la mansión Giorgetti que, alegadamente, costó medio millón de dólares. En el patio de la residencia Giorgetti ordenó colocar un monumento en mármol en homenaje a su amigo. Esta escultura se encuentra hoy día en el panteón de los Muñoz en Barranquitas. La casa Giorgetti fue la residencia de don Eduardo y su esposa junto a su extensa parentela pues el matrimonio no tuvo hijos. La casa tenía vigas decorativas de caoba dominicana, verjas y balaústres de bronce, lámparas de cristal veneciano, mosaicos, vitrales Tiffany, un sistema integrado de teléfono con 18 estaciones, alojamiento para 22 sirvientes y extensos jardines. Todo lo anterior avivó el fuego de la fantasía popular, atizado por las fiestas que en un entorno de lujo se celebraron en la casa, particularmente durante los años de bonanza económica de los 1920 y los 1930. Giorgetti murió en la mansión en 1937. Su esposa falleció once meses después. La casa pasó al primo de la esposa, Epifanio Fernández Vanga, quien vendió parte del inmenso solar, y luego la casa a Felipe Segarra, quien eventualmente la vendió en 1944 a Francisco Ferraioli. En los 1960, Ferraioli alquiló la mansión para un restaurante y más tarde para un hospitalillo del Fondo del Seguro del Estado. El deterioro de la casa fue

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aumentando cada día. El primer expolio fue la valiosa verja de bronce. En muy poco se valoró la labor filantrópica de Eduardo Giorgetti ni se tomó en cuenta que su esposa alimentaba gratuitamente a los estudiantes de la cercana Escuela Superior Central. Nadie recordaba, y si lo hacían era con desprecio, que todos los días una sirvienta repartía $200 entre los pobres y descamisados de Santurce. Mucho menos se pensó en los jóvenes que pudieron estudiar o realizar sus proyectos de vida gracias a Giorgetti. La figura del millonario nunca dejó de brillar ante los ojos del pueblo con el duro fulgor de la injusticia social. Ni siquiera el gobernador Muñoz Marín, cuyo padre estuvo tan ligado a Giorgetti y murió literalmente en sus brazos, se interesó por salvar la casa. Entre 1964 y 1968, bajo la gobernación del ingeniero y tecnócrata Roberto Sánchez Vilella, nada se hizo por preservar la casa. Previo a la destrucción, la dirección del gobierno había pasado al también ingeniero Luis A. Ferré quien tampoco ayudó a rescatar la mansión, lo cual resultaba irónico pues a Ferré se le consideraba un gran defensor de las artes. Fue una época caracterizada por el dirigismo de la Administración de Fomento Económico, que consideraba la construcción de carreteras, edificios e infraestructura el único indicio de progreso de la Isla. Fue el tiempo cuando la concentración de riqueza se convirtió en un fin y no un medio, cuando el alcalde de San Juan, Carlos Romero Barceló, propuso un estacionamiento soterrado en la Plaza de Armas de San Juan. Fue la época cuando la fuerza de los grandes intereses económicos comenzó su hegemonía absoluta. La preservación histórica, fuera del viejo San Juan, era un estorbo al progreso.

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El monstruo de tres cabezas del prejuicio –contra el arquitecto, contra la arquitectura, y contra el dueño– condenó la casa al final trágico de los herejes y los malditos: la damnatio memoriae, el borrar la memoria. Fue quizás esta terrible situación existencial lo que motivó a Marqués a crear su cuento. En su narrativa se vislumbra una solidaridad estética con el destino de la mansión, la que considera símbolo del pasado que va en retroceso, en una caída libre e inevitable hacia el olvido. Él, Marqués, como los demás también nubla la visión de la casa, puesto que la “purifica”, la “esteriliza” de referencias incómodas al arquitecto extranjero y al dueño millonario. En el cuento el arquitecto es griego y construye la casa para la mujer, que simboliza la Isla a quien le dice: La concebí para ti. Y debería ser tuya. Pero la perderás. Del dueño se dice que es un mero anfitrión y no tiene peso alguno en la narración. La casa es personificación teatralizada del ayer perdido, ese tiempo que al igual que la vivienda de la calle del Cristo, es un sol en descenso hacia la noche de la muerte. La mirada arquitectónica de René Marqués es esa mirada de entrañable afecto a lo que ya no será, aquella memoria que por la ignorancia de los seres humanos se destruye o se deja morir lentamente. Los mosaicos de la casa, inspirados en el café, eran signos de un mundo agrícola desplazado por la modernidad industrial. Fueron precisamente pedazos de esos mosaicos los objetos que recogían los niños y las ancianas después que el aerolito de metal derrumbara las últimas paredes de la casa. El acto de recoger los restos del pasado es una especie de conjuro para evitar el olvido, conjuro levantado por el endeble pensamiento de que alguna vez el ave fénix resurgirá de sus


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cenizas. Al término de su reflexión sobre la belleza perdida de la mansión Giorgetti, Marqués escribe una nota entristecida que no es un final cerrado sino un fin abierto al misterio y a la penumbra. El final del cuento nos remite, como el Ouroboros clásico, al principio, a la introducción donde se pregunta el autor: ¿Se es porque se piensa o porque se siente? Como el Hamlet shakesperiano, Marqués nos invita al soliloquio del ser y no ser sobre la naturaleza de nuestra existencia individual, pero sobre todo sobre la naturaleza de nuestra existencia colectiva. Pienso que hoy Marqués nos llama a salirnos de la monocromía valorativa que sigue imponiéndose desde las instancias del poder enroscado en San Juan, y nos llama a que luchemos contra el virus del olvido, que va destruyendo los bits de información de nuestro cerebro hasta dejarlo vacío. El proyecto es cruel e inteligente: borrar la memoria destruyendo las huellas físicas del pasado, para que no sepamos quiénes fuimos y no podamos decidir qué seremos. Las demoliciones de nuestro pasado continúan destruyendo nuestros pueblos y ciudades. Esta dejan los huecos vacíos en el alma urbana del país como cráteres abiertos en una guerra fratricida, que nos han vendido como una elección entre el progreso o la tradición. Ante tanta injuria, se pregunta uno si la solución final será destruir el istmo entre los dos continentes, si el fuego como principio filosófico de regeneración es la ruta correcta, tal y como concluyeron Inés y Emilia antes de quemar la casa de los soles truncos. Bibliografía Arrigoitía, Delma S. (2001) Eduardo Giorgetti y su mundo: la aparente paradoja

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de un millonario genio empresarial y su noble humanismo, San Juan: Ediciones Puerto. Marvel, Thomas S. (1994). Antonin Nechodoma: Architect 1877-1928, The Prairie School in the Caribbean. University Press of Florida. Marqués, René, (1975) Ese mosaico fresco sobre aquel mosaico antiguo, Río Piedras: Editorial Cultural. Rigau, Jorge. (1992) Puerto Rico 1900. Nueva York: Rizzoli. Vivoni, Enrique. (1989). Antonin Nechodoma: umbral para una nueva arquitectura caribeña. San Juan: Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico.


JOSÉ ANAZAGASTY ANAZAGASTY RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ JOSÉ René Marqués y suExégesis crítica a 3lasSegunda cienciasÉpoca sociales puertorriqueñas

La objetividad como refugio de los dóciles: René Marqués y su crítica a las ciencias sociales puertorriqueñas [política-historia-estudios culturales]

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os elementos psicoanalíticos de la obra de René Marqués con respecto a la docilidad puertorriqueña son indudables (Ríos Ávila 2015; 2011; Díaz 1982). Su intención era describir y explicar la personalidad del sujeto puertorriqueño mediante lo que Rubén Ríos Ávila (2015) describió como “una lectura apresurada del psicoanálisis freudiano”, mediada por el Insularismo de Antonio S. Pedreira (1968). El psicoanálisis fue indudablemente una de las armas de Marqués contra la modernización estadolibrista del país (Díaz 1982; Ríos Ávila 2011; 2015). Sin embargo, la conexión entre las otras ciencias sociales y su exposición de la docilidad es menos obvia y poco comentada. El epígrafe de “El puertorriqueño dócil,” una cita del legendario exponente estadounidense de la socióloga crítica, C. Wright Mills, nos brinda un indicio de esa relación: Una de las grandes tareas de los estudios sociales es describir hoy la situación económica y política de acuerdo a su significado para la vida interior... Hay que buscar la estructura de la sociedad contemporánea dentro del torbellino de la vida diaria del individuo; sólo a través

de esa estructura deberá formularse la psicología del hombre común. En esa cita, Mills (2000 [1959]), autor de La imaginación sociológica, subrayaba la importancia de estudiar tanto la psicología como la biografía individual en términos de la estructura social. Marqués, por supuesto, no adoptó a cabalidad la sociología crítica de Mills. Su lectura de La imaginación sociológica fue inclusive muchísimo más apresurada y superficial que la que hizo del psicoanálisis. No obstante, es evidente que este explicó la psicología del ser puertorriqueño como la consecuencia de procesos sociales y de la estructura social colonial, señalando particularmente la socialización. En “El ruido y la furia de los críticos del Sr. Kazin” aseveró que los puertorriqueños eran dóciles porque habían sido a lo largo de su historia un pueblo colonial (Marqués 1993: 123). Es decir, la configuración psicológica del sujeto puertorriqueño, su docilidad y renuencia a rebelarse, había sido aprendida, producto de la socialización en una colonia (Ramírez 1994). Marqués denunció así la deformación del individuo en un sistema colonial, como lo hicieron, desde perspectivas mucho más elaboradas, maduras y críticas

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Albert Memmi y Frantz Fanon (Ramírez 1994). Rafael L. Ramírez (1994) inclusive se refiere a “El puertorriqueño dócil” como una de las primeras manifestaciones de la “sociología de la denuncia”. Pero Marqués, distinto de Memmi y Fanon, denunció la alteración del sujeto siguiendo una corriente de análisis social conservadora, vinculada a la perspectiva ideológica del “hacendado doliente” (Quintero 1993; Silén 1976). Marqués explicó entonces la docilidad apelando a un psicoanálisis sociológico que incluía como elementos determinantes la pequeñez y aislamiento físico de Puerto Rico, como también había propuesto Antonio S. Pedreira (1968). Debemos recordar, sin embargo, la observación de Mario R. Cancel: las intercalaciones psicoanalíticas y sociológicas en los ensayos de Marqués, muchas veces superficiales, tenían fines estéticos y no científicos. Además, este fue tremendamente crítico de los científicos sociales puertorriqueños, quienes eran para él parte de un grupo de nuevos profesionales y tecnócratas que apoyaron Operación Manos a la Obra y a los que enfrentó como sus antagonistas (Díaz 1982). En efecto, muchos científicos sociales, como estaba al tanto Marqués, impulsaron el desarrollo, produciendo mucho del trabajo intelectual vinculado a la modernización de Puerto Rico. La docilidad de los científicos sociales Para Marqués (1963), los científicos sociales puertorriqueños eran sumisos, dados a los eufemismos, rodeos y píldoras doradas, profesionales que habían encontrado en la objetividad científica un cómodo refugio para su docilidad. Obsesionados con la técnica y los métodos de investigación, carecían

de originalidad, iniciativa y criterios propios, expresando lo obvio de manera persistente, y mimetizando a sus colegas estadounidenses. Peor aún, los científicos sociales puertorriqueños eran vulnerables al dirigismo oficial o la intervención gubernamental, lo que para Marqués sesgaba o viciaba los resultados de sus investigaciones, negando su objetividad. Para Marqués (1963: 62), los científicos sociales locales eran excelentes en los procedimientos de investigación, en la técnica, pues “su docilidad les capacita para realizar con paciente escrúpulo todo el engorroso proceso impuesto por la metodología”. Pero, Marqués afirmaba que estos eran incapaces de analizar e interpretar los datos obtenidos por sí solos, siempre recurriendo a expertos importados, preferiblemente estadounidenses. Si llegaban a sus propias conclusiones, estas reflejaban su apocamiento: “un temor infantil a comprometerse, miedo pueril a tener y mantener, como científico, criterio propio” (62). Estos científicos sociales carecían además de iniciativa y originalidad propia, siempre esperando que los peritos importados les guiaran: Espera él o ella pasivamente a que venga el perito importado a indicarle el campo que debe explorar. Pocas veces se le ocurre –y cuando se le ocurre apenas si se esfuerza en instrumentar la ocurrencia– el examen de varias e importantes zonas neurálgicas de nuestra sociedad que los expertos norteamericanos, bien por ignorancia de nuestras realidades y necesidades o bien por no caer éstas dentro de su particular y personal interés como investigadores, dejan pasar desapercibidas (Marqués 1963: 62).

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En fin, y en las palabras de Marqués, el científico social puertorriqueño araba donde ya había arado el estadounidense. Ante lo surcado por los estadounidenses una de dos cosas ocurría: se elevaba la obra del estadounidense al pedestal de un dogma inexpugnable, lo que para él ocurrió con Puerto Rico’s Economic Future de Harvey S. Perloff (1949), o se iniciaba un conjunto de estudios y escritos para verificar, retar o comentar la labor especializada del investigador estadounidense. Las ciencias sociales puertorriqueñas eran entonces ciencias colonizadas, americanizadas, reflejando los intereses investigativos de los estadounidenses, que no eran precisamente los de los puertorriqueños. En Puerto Rico, las ciencias no respondían según Marqués a los intereses y necesidades puertorriqueñas sino a las estadounidenses. Imperialismo, dirigismo y ciencias sociales La crítica de Marqués a las ciencias sociales, aparte de representar una crítica al colonialismo, fue ciertamente parte de su crítica a la modernización, que incluía reprensiones de varios aspectos del “hombre moderno”, como su confianza en la técnica y el uso de la planificación. Fue también una crítica de la vulnerabilidad de las ciencias sociales locales al dirigismo estatal. Para Marqués, el poder que ejercían la metrópolis imperialista y la administración colonial sobre las ciencias sociales, así como la docilidad de los científicos sociales, explicaban su subdesarrollo en el país. Para el escritor, ni siquiera la nutrida matrícula de estudiantes de ciencias sociales en la Universidad de Puerto Rico (UPR) cambiaría la situación precaria de estas. Según él, la universidad

misma era vulnerable al dirigismo estatal. Su crítica a las ciencias sociales era en cierta medida un accesorio de su crítica a la UPR. Según explica Ríos Ávila (2015: 302), para Marqués la UPR servía los intereses imperialistas de Estados Unidos y era “. . . un hábil subterfugio para posicionar la verdadera agenda ideológica del proyecto universitario para el país: la tecnocracia utilitarista y positivista norteamericana maquillada con una pátina de cultura europea superficial y fraudulenta”. Las ciencias sociales, muy positivistas entonces, representaban para el autor de Juan Bobo y la Dama de Occidente, una manifestación más de las determinaciones imperialistas y colonialistas, otro subterfugio, el medio de otra tecnocracia disfrazada, falsa y dócil, la de los científicos sociales. No podemos negar la poderosa influencia que el gobierno colonial tuvo sobre las ciencias sociales en los cincuenta, así como tampoco que estas fuesen partícipes del proyecto imperialista estadounidense. Pese a ello, la colaboración con el Estado, o el dirigismo estatal, no era una tendencia exclusiva de los científicos sociales puertorriqueños. La asistencia de sus colegas estadounidenses a las instituciones políticas, su participación en la planificación social estatal, ya era una tendencia bastante generalizada en la metrópolis. En los tiempos del Nuevo Trato ya muchos científicos sociales habían sido funcionarios estatales, consultores o investigadores subvencionados por el gobierno o las empresas. La sociología estadounidense, influenciada por el pragmatismo, ha manifestado desde sus orígenes una fuerte tendencia hacia la sociología aplicada. Inclusive, esto es cierto de otras ciencias sociales en Estados Unidos. No debe entonces parecernos extraño que los científicos

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sociales estadounidenses se insertaran con impulso y prontitud en los proyectos de modernización y desarrollo auspiciados por el gobierno de Estados Unidos. Previo a la Segunda Guerra Mundial, y con algunas excepciones, la mayoría de los científicos sociales estadounidenses no estaban muy interesados en el mundo más allá de Estados Unidos y Europa. Pero, con el ímpetu modernizador de la postguerra y con el inicio de la Guerra Fría, vieron abrirse ante ellos un nuevo mundo para estudiar, el Tercer Mundo para ser exactos. Entender el creciente interés en esa región, así como la atmósfera intelectual de la época en las diversas ciencias sociales, requiere vislumbrar su deseo de observar y entender ambos, la transformación del orden político mundial liderado por el poder emergente de los Estados Unidos, y un ímpetu capitalista sin precedentes, lo que el historiador económico Michael Beaud (2000) llamó el “gran salto adelante del capitalismo”. Los científicos sociales de la Edad Dorada estadounidense estaban particularmente interesados en estos cambios sociales, un interés compartido por el Estado y el Capital. La peculiar forma en que Estados Unidos estableció su dominio de la economía mundial durante el siglo XX, mediante la formación de un imperio predominantemente informal, con pretensiones hegemónicas globales y muy pocas colonias directas e indirectas, generó gran interés por el conocimiento acerca de la colonias y excolonias, más anhelos imperialistas por conocer el “Otro” y su mundo (Mann 2008; Smith 2003). El gran apoyo monetario, tanto estatal como de diversas empresas capitalistas, a las investigaciones sociales sobre la periferia es prueba de ello. Estos consideraron dichas investigaciones

como un conocimiento fundamental para el manejo y el control del imperio formal e informalmente. La agenda de posguerra estadounidense era simple: reconstruir a Europa, contener el comunismo y beneficiarse de la descolonización. Esto garantizaría acceso a materia prima, mano de obra barata y nuevos mercados, necesario para el crecimiento económico de Estados Unidos. El imperio ideado por los estadounidenses sería un imperio de libre comercio, aunque inicialmente implementaron políticas comerciales y tarifarias de reciprocidad y retaliación, y hasta proteccionistas. Sería, además, un imperio democrático pero resguardado por las instituciones globales de seguridad, una compleja red global de bases militares. La asistencia técnica y los programas de desarrollo, lo que Jacques B. Gélinas (1998) llamó la “ayudacracia,” fue otra dimensión importante de la política exterior de los Estados Unidos. A las excolonias y a los países del mundo en vías de desarrollo, particularmente a los “amenazados” por el bloque comunista, les ofrecieron acuerdos comerciales, asistencia técnica y financiera, así como ayuda económica mediante organizaciones y bancos internacionales. Fue en ese contexto que se institucionalizó el desarrollismo, del que Operación Manos a la Obra sería modelo. Las ciencias sociales serían cardinales para la ayudacracia. Fue en ese contexto que los científicos sociales estadounidenses, armados con la teoría de la modernización, el funcionalismo estructuralista y una perspectiva evolucionista y progresista del desarrollo, dirigieron su atención a los problemas del desarrollo económico, la estabilidad política y la transición de lo tradicional a lo moderno en el

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llamado Tercer Mundo, prestándole especial atención a Puerto Rico. Varios científicos sociales estudiaron y celebraron la modernización de Puerto Rico. Como muchos otros estudiosos del tema han concluido, muchas de las investigaciones y libros producidos, incluyendo Modernization of Puerto Rico del latinoamericanista Henry K. Wells (1969) y Administration of a Revolution de Charles T. Goodsell (1967) sirvieron como apologías de la Operación Manos a la Obra, obviando el creciente control estadounidense de la economía local, la dependencia económica y tecnológica de la colonia, y los límites del ELA (Ayala y Bernabe 2009). En aquellos años se realizaron en Puerto Rico numerosas investigaciones sociales, muchas auspiciadas por el ELA (Ayala y Bernabe 2007). Gran parte del trabajo intelectual se realizó en la Universidad de Puerto Rico, particularmente en el Centro de Investigaciones Sociales (CIS), fundado en 1945. Allí se produjeron numerosos proyectos de investigación desde diversas disciplinas en las ciencias sociales. Su fin era, esencialmente, definir y estudiar varios de los problemas sociales de Puerto Rico con el fin de orientar diversas políticas públicas que manejaran o gestionaran estos. Algunos de estos proyectos trajeron a Puerto Rico notables investigadores sociales como los economistas John K. Gailbraith y Wassily Leontief, y el experto en ciencias políticas, Carl J. Friedrich. Fue el CIS el auspiciador del estudio sobre Puerto Rico propuesto por el conocido planificador Harvey S. Perloff (1949), base de su libro Puerto Rico’s Economic Future, criticado por Marqués en El puertorriqueño dócil. Dicho trabajo de Perloff, como notaron Ayala y Bernabe (2009), afirmaba el papel del sector

privado pero combinado con la intervención y guía del Estado, del ELA en este caso. Se alineaba entonces con el keynesianismo y la planificación de la economía, muy popular durante la Guerra Fría. Puerto Rico se convirtió en una sede importante de investigaciones sociales (Ayala y Bernabe 2009; Méndez, 2007; Quintero 1993; 1994; Rosario Urrutia 1993). Aquellas realizadas en la UPR, aparte de asesorar y legitimar las políticas del ELA, también tenían como fin proveerle a los Estados Unidos un modelo económico que le sirviera como marco de referencia a otros países modernizándose o desarrollándose (Méndez 2007). Puerto Rico se convirtió en la “vitrina de América” (Méndez 2007; Quintero 1993; 1994). l modelo de desarrollo puertorriqueño fue apropiado ideológicamente por las “ciencias del desarrollo” (Quintero 1993; 1994). Esta exposición de la modernización puertorriqueña como “modelo de desarrollo” desde las Ciencias Sociales adquirió tintes prácticamente propagandísticos, y ciertamente ideológicos, con la intensificación de la Guerra Fría. Aunque la colaboración con las instituciones políticas y económicas era una tendencia muy marcada entre los científicos sociales, tanto en la metrópolis como en lo que Marqués llamó la “colonia de líneas aerodinámicas”, no todos estos científicos siguieron la corriente principal, modernista, funcionalista, y evolucionista, optando por perspectivas alternativas, como lo hicieron C. Wright Mills, Eric R. Wolf y Sidney W. Mintz (Quintero 1993; Méndez 2007). Por ejemplo, Mills fue un sociólogo de izquierda, conocido por su concepto de la imaginación sociológica y por sus estudios críticos de la élite del poder en Estados Unidos. Ha

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sido vinculado al llamado paradigma del conflicto que, algo influenciado por el marxismo, representó una alternativa a la hegemonía del funcionalismo estructuralista en la sociología estadounidense. Otros fueron miembros de los partidos de izquierda, como Clarence Olson Senior, del Socialist Party of America. Contrario a la imagen de las ciencias sociales propuesta en “El puertorriqueño dócil”, estas no eran ideológicamente homogéneas. Había entre los científicos sociales varios grados de compromiso o disidencia con respecto al dirigismo oficial y la modernización, con la eventual contribución de algunos a una “sociología de la denuncia” (Ramírez 1994). Marqués y la imposibilidad de las ciencias puertorriqueñas Al final de sus comentarios sobre la “objetividad y el dirigismo oficial” en “El puertorriqueño dócil” Marqués dejó a un lado las ciencias sociales para referirse a todas las ciencias. Para él, las ciencias locales, tanto las biofísicas como las sociales, no prosperaban o producían, eran estériles, sencillamente porque Puerto Rico era una colonia donde además los científicos carecían de un “espíritu de responsabilidad nacional”. Por tal razón, organizó sus argumentos respecto a las ciencias alrededor de dos oposiciones: una que contraponía la objetividad a la parcialidad y otra que contraponía lo universal a lo nacional. Esencialmente, Marqués planteaba que el verdadero espíritu científico y su objetividad habían sido contaminados por la política, y que la economía había quedado convertida en un espíritu parcializado. El verdadero espíritu científico era universal pero mediado por lo nacional, lo que no podía ocurrir en Puerto Rico, debido a su

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condición colonial, la carencia de la nación o la ausencia de lo que llamó la “civilización puertorriqueña”. Para él, las ciencias podían tratar temas nacionales y hasta nacionalistas sin que esto le impidiera proyectarse hacia lo universal, argumento que utilizó también para describir el teatro (Marqués 1993). Pero esto no era posible en Puerto Rico, pues para Marqués su condición colonial negaba esa posibilidad. Además, las ciencias, particularmente las sociales, serviles a Estados Unidos y regidas por el ELA, no podían estudiar objetivamente los problemas locales y mucho menos resolverlos. Marqués expuso así la parcialidad de las ciencias en Puerto Rico, describiéndolas como puntales netos del proyecto colonialista. Sin embargo, al hacerlo reprodujo una visión convencional de la ciencia, la idea de esta como un sistema de conocimiento universal y éticamente neutral que basado en un método rigurosos superaba otras fuentes de conocimiento, inferiores y relegadas al ámbito de la superstición y el sentido común. Desde dicha perspectiva, el conocimiento científico aparecía adecuado si el escenario de su producción era removido del ámbito de lo político y económico, si lo trascendía. Si por el contrario, el conocimiento se producía en y a través de interacciones mundanas entre las personas, así como entre estas y la realidad, o dirigidas por fuerzas externas, como las del Estado o las empresas capitalistas, entonces su verdad, universalidad y poder carecían de objetividad. Desde esta perspectiva, la política y la economía eran consecuentemente contaminantes de la ciencia genuina, externas a esta. Marqués, al criticar la sujeción de las ciencias al imperialismo y el dirigismo oficial, denunciaba


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esa contaminación. Desde su perspectiva, el problema con las ciencias puertorriqueñas era que no podían concretar esa independencia; que no habían podido trascender el ámbito de la economía política colonial, de la intervención estatal-colonialista, su corrupción. Pero, al final, a Marqués no le molestaba tanto el dirigismo oficial de las ciencias, sino que estas no estuviesen regidas por el “sentido de responsabilidad nacional”, que las ciencias no fuesen una expresión nacional o nacionalista auténtica, lo que para él no negaba necesariamente su universalidad. La crítica de Marqués a las ciencias puertorriqueñas era también voluntarista, pues convirtió la voluntad puertorriqueña en la potencia determinante de su situación precaria. Para él, aunque tanto la estructura social colonial como la voluntad puertorriqueña eran responsables de la precariedad de las ciencias, había sido la voluntad de los puertorriqueños lo decisivo. El débil albedrío del espíritu dócil puertorriqueño había condicionado el desarrollo de las ciencias, limitando su potencial. En sus palabras: “La Ciencia no puede aquí evolucionar libremente para ponerse al servicio de una civilización puertorriqueña, puesto que tal concepto (civilización puertorriqueña) no sólo no existe en la realidad, sino ni siquiera –y esto es lo decisivo– en la voluntad y espíritu del puertorriqueño” (Marqués 1963: 64). Esto insinúa que solo un cambio en esa voluntad, un afán por la independencia y la reafirmación nacional, el encuentro de la nación ausente podía cambiar la situación de las ciencias. Mas, al convertir la voluntad puertorriqueña en el elemento decisivo, Marqués subestimó la influencia de la estructura social, evadiendo

el hecho de que la ciencia es una actividad socialmente organizada e institucionalizada, sujeta a diversos procesos y fuerzas sociales, incluyendo diversos intereses políticos y económicos, aún en una nación independiente. Conclusión: la objetividad como refugio de los poderosos Reconocer el carácter social de la ciencia reta la idea de su universalidad. Un breve análisis de la historia de las ciencias revelaría que su universalidad desaparecería en una red sin fin de determinaciones sociales específicas y circunstanciales, en las que aún aquellas características aparentemente esenciales serían más bien contingentes y provisionales. La ciencia es una práctica localizada y circunstancial, eventual, firmemente incrustada en culturas materiales, organizacionales, políticas, y económicas. La ciencia no está exenta de intereses políticos y económicos, aun cuando sean nacionalizadas o descolonizadas. No pretendo con esto rechazar la necesidad de descolonizar las ciencias sino más bien la idea de que nacionalizarlas, puertorriqueñizar el saber, por ejemplo, sea suficiente. Su nacionalización, que requiere de una nación-estado independiente, aunque un paso importantísimo, no garantiza la objetividad científica, así como tampoco que se realice a favor de la nación. Para ello, aparte de la descolonización y nacionalización de las ciencias es necesario, no la afirmación de una objetividad absoluta, sino un giro hacia prácticas científicas reflexivas. La descolonización de las ciencias requiere además la descolonización del saber, la crítica de la lógica subyacente de la institución y dispersión de la civilización occidental, y sus formas de dominación política, social, económica, cultural y hasta

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científica. Requiere además de una democratización radical de la ciencia. Definitivamente, y contrario a lo expuesto por Marqués, la objetividad no es el refugio de los dóciles sino de los poderosos. La ciencia ha estado, a lo largo de toda su historia, entrelazada a las historias del colonialismo, el patriarcado, el capitalismo y el militarismo. Como señala Donna Haraway (1988), es precisamente la ciencia la que ha perfeccionado esa “capacidad perversa” de distanciar al observador, al científico, de todos y de todo a favor de un poder sin restricciones, una capacidad fundamentada en eso que Chris Jenks (1995) llamó la “doctrina de la percepción inmaculada”. Es esa práctica siniestra informada por la doctrina de la observación pulcra la que privilegia la centralidad de la visión, de la mirada occidental, para ser precisos, una además muy europea, masculina, capitalista y militar. Se trata de un punto de vista particular oculto detrás de la objetividad. Bibliografía Ayala, C. E., & Bernanbe, R. (2009). Puerto Rico in the American Century: A History since 1898. North Carolina: The University of North Carolina Press. Beaud, M. (2000). A History of Capitalism, 1500 a 2000. New York: Monthly Review Press. Cancel, M. R., & Feliciano, H. (2008). Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo. Puerto Rico: Editorial Cordillera. Díaz Quiñones, A. (1982). El Almuerzo en la Hierba. Río Piedras: Ediciones Huracán. Doty, R. L. (1996). Imperial Encounters. Minneapolis: University of Minnesota Press.

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EXÉGESIS ILIARIS ALEJANDRA AVILÉS ORTIZ Exégesis 3Dossier Segunda Época

Juan Bobo y el «intelectual orgánico»: René Marqués y Antonio Gramsci en contrapunto

Acercamiento y problematización: ¿Marqués y Gramsci? uan Bobo y la Dama de Occidente. Pantomima puertorriqueña para un ballet occidental es una pieza de un acto dividido en tres cuadros, publicada en 1956 por René Marqués (1919-1979). La farsa, que no fue puesta en escena hasta noviembre del 2013, constituye una mordaz crítica al panorama intelectual y político que se cocía en la Universidad de Puerto Rico durante los primeros cuatro años del Estado Libre Asociado (19521956). Concretamente, esta pieza es una denuncia al afán occidentalizador del rector Jaime Benítez y a la apropiación que hizo el estadolibrismo –a través de la construcción de un discurso identitario y nacional– de la Universidad de Puerto Rico, convirtiéndola en una herramienta más del poder imperial estadounidense. En la obra de Marqués, Benítez – imagen de la intelligentsia estadolibrista– se presenta como el sofista-taumaturgo que pondrá en jaque mate el sistema de creencias del ingenuo y joven Juan Bobo al presentarle a la misteriosa y resguardada Dama de Occidente. Tras las peripecias de Juan Bobo, encontramos un desenmascaramiento político, una

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denuncia al timo detrás del discurso occidentalizador del Profesor que culmina con la revelación del secreto que tanto había seducido al joven: la transmutación de la Dama. Estudiar el panorama intelectual de la Casa de Estudios concebida por Benítez y su grupo de profesores resulta sumamente interesante. Es conocido que la Universidad de Puerto Rico experimentó un florecimiento sin precedentes, gozó de una vitalidad que penetró con mucho éxito en el colectivo puertorriqueño; era una universidad viva en una sociedad que parecía despertar. Igualmente, es tentador revisar los escritos donde se hace palpable la lucha maniquea entre occidentalistas y puertorriqueñistas. Sin embargo, en el presente trabajo proponemos centrarnos en la disección de la figura del Profesor, el personaje inspirado en el rector Benítez. Mediante esta exposición pretendemos indagar en qué medida este encarna la idea del intelectual presentado por el filósofo italiano Antonio Gramsci (1891-1937) en “Los intelectuales y la organización de la cultura”, texto compilado en los Cuadernos de la cárcel (1929-1935) y publicado de forma individual tras su muerte en 1949. Para esto, partiremos de la

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definición gramsciana de «intelectual» y su vínculo con el concepto de «hegemonía». Igualmente, proponemos una discusión de la pantomima que sirve de pretexto para entender y problematizar el panorama intelectual, político y social que vivía el Puerto Rico desde el que nos escribe Marqués. Por último, realizaremos una lectura a la caracterización que hace el arecibeño del Profesor y de su relación con Juan Bobo y el resto de personajes. Ante todo, aclaramos que nuestro interés no es vincular al escritor arecibeño con las ideas del pensador de extracción marxista, pues aunque retrata en sus obras problemas de clase, René Marqués no militó bajo las filas de ningún movimiento vinculado al socialismo, contrario a otros autores de la Generación del 50 o de la Generación del 30. Nuestro interés, más bien, reside en utilizar la obra marquesiana como pretexto para ejemplificar y entender en el contexto puertorriqueño los términos que Gramsci nos lega, sobre todo, al estar estos vinculados con el mundo de la cultura, marco en el que precisamente se circunscribe la trama de la pantomima. Gramsci: hegemonía y la función de los intelectuales En su obra filosófica, Antonio Gramsci analiza las formas de dominación existentes en las sociedades modernas; de estas formas participan los intelectuales. Según el filósofo italiano, existe una marcada diferencia entre la dominación que se da por medio del uso de la fuerza física y la dominación velada a través de mecanismos tradicionalmente concebidos como “no violentos”. Este nos dirá que la dominación ocurre cuando la clase en el

poder mantiene el control social a través de la fuerza física como son las fuerzas de choque, la policía o las milicias. Sin embargo, el italiano también arguye que la clase dominante puede emplear otros mecanismos, más velados, más “naturales”, pero también más poderosos para mantener su poder: la cultura. El cofundador del Partido Comunista Italiano entiende que, mediante el consenso, la clase dominante se impone a sus subordinados. A través de la educación, la religión y los medios de comunicación, los dominadores establecen un sistema de significados que precisa a los subordinados un modo de vida; es decir, cómo estos deben estar y dirigirse ante el mundo. Los entes que comunican este sistema son los intelectuales. Tradicionalmente, cuando empleamos el término intelectual nos referimos a aquella persona que se dedica al “cultivo de las ciencias y las letras”,1 hablamos de aquel individuo que estudia y reflexiona críticamente la realidad circundante, pero no se queda ahí. El intelectual no se detiene en el análisis del estado de la cuestión, sino que también aspira a transformar esa realidad que observa y analiza a través de la comunicación de sus ideas y de su militancia política, de su participación en los asuntos de la sociedad a la que pertenece; va más allá. Como diría el filósofo francés Jean-Paul Sartre en Plaidoyer pour les intellectuels: “L’intellectuel est quelqu’un qui se mêle de ce qui ne le regarde pas”.2 Esta noción del papel del intelectual en la sociedad es herencia del controvertido debate público en torno a la liberación del capitán judío Alfred Dreyfus acusado de traición en la Francia de finales del siglo XIX. No obstante, para Gramsci, el intelectual

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es mucho más que un hombre de letras “que se mete donde no le importa”. Para comprender la función de los intelectuales en la sociedad, según nuestro autor, debemos remitirnos a la Italia de los años veinte. En este contexto los intelectuales actuaron como mediadores entre el bloque industrial agrario que ostentaba el poder político, los obreros y el campesinado. Según el pensador sardo, todos somos intelectuales en tanto gozamos de la capacidad intelectiva. Todos podemos ser filósofos, pues “no se puede separar al homofaber del homosapiens”.3 Sin embargo, “no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales”.4 Es aquí donde se hace necesaria la distinción entre dos términos que manejará el autor y que detallaremos más adelante: el intelectual tradicional y el intelectual orgánico. Para Gramsci: Los intelectuales son los “empleados” del grupo dominante a quienes se les encomiendan las tareas subalternas en la hegemonía social y en el gobierno político; es decir, en el consenso “espontáneo” otorgado por las grandes masas de la población a la directriz marcada a la vida social por el grupo básico dominante, consenso que surge “históricamente” del prestigio –y por tanto, de la confianza– originado por el grupo prevalente por su posición y su papel en el mundo de la producción; y en el aparato coercitivo estatal, que asegura “legalmente” la disciplina de los grupos activa o pasivamente en “desacuerdo”, instituido no obstante para toda la sociedad en previsión

de momentos de crisis de mando y de dirección, cuando el consenso espontáneo declina.5 En otras palabras, la hegemonía se instala a través de la cultura y, a través de esta, les corresponde a los intelectuales programar a los dominados para que el sometimiento no sea visto como tal, sino como algo espontáneo, neutralizando así la capacidad revolucionaria de las clases populares. Los intelectuales son los encargados de difundir las ideas que emanan del poder. Constituyen el enlace, ya que por su “prestigio” son escuchados. Los intelectuales tradicionales son aquellos que en nuestro imaginario fungen como tal: escritores, filósofos, artistas y científicos de alto rango. Sin embargo, estos no son los únicos que ostentan socialmente la función de intelectuales. De hecho, estos son solo una parte del “bloque” de intelectuales que orgánicamente se encuentra ligado al poder estatal. Por otra parte, los intelectuales orgánicos surgen de la masa, están íntimamente conectados con el grupo desde el que se originan. Expresan sus experiencias y sentir a la vez que sirven de enlace entre el poder del Estado y el resto de la masa (pues ellos constituyen una masa en sí). Son los profesionales y otros individuos capacitados en sus áreas de peritaje. En otras palabras, cada grupo tiene y genera sus propios grupos de intelectuales. De hecho, Gramsci entiende que la realidad es un proceso dinámico no acabado, por lo que no hay nada que impida la existencia de otro tipo de intelectuales que derrumben el sistema hegemónico: los intelectuales contestatarios. En este punto cabe preguntarnos cómo vincular este acervo de datos con la pantomima escrita por René Marqués en 1956. La respuesta se encuentra en las

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figuras de los personajes principales de la historia: El Profesor y Juan Bobo. Estos personajes representan una lucha dicotómica entre occidentalistas y puertorriqueñistas, así como la relación entre intelectuales tradicionales e intelectuales orgánicos. Facciones en la historia: sobre puertorriqueños y occidentales En el prólogo de Juan Bobo y la Dama de Occidente, Marqués hace referencia al conflicto ideológico entre puertorriqueñistas y occidentalistas. Abiertamente, el autor se pronuncia contra la idea de la isla como puente entre culturas y acusa al rector de la Universidad de Puerto Rico, Jaime Benítez, de “despuertorriqueñizar al puertorriqueño”.6 Benítez, figura que gozaba de mucha credibilidad y respeto entre los intelectuales hispanoparlantes por su gestión en la Reforma Universitaria de 1942 y en la acogida de luminarias españolas en el exilio, defendía a ultranza la “occidentalización” de la educación puertorriqueña. No obstante, muchos esgrimían –entre ellos Marqués– que el discurso “occidentalizador” prevaleciente en la academia puertorriqueña a mediados de la década de los cincuenta no era otra cosa que una evolución de nomenclatura de lo que –a partir de 1898– fue el americanismo y que luego de 1942 comenzaron a llamar universalismo. El occidentalismo de Benítez era liberal, hispanófilo, eurocéntrico, mas no esencialista. El sector independentista en la universidad lo acusó de traicionar su independentismo inicial y de menospreciar la cultura puertorriqueña. Igualmente, fue tildado de autoritario y de estar al servicio

político del gobernador Luis Muñoz Marín. Para muchos, Benítez estaba fallando en convertir la universidad en un baluarte de la afirmación nacional puertorriqueña ante la presencia norteamericana. En cambio, Benítez presentaba una visión educativa extranjerizante, poco orgánica, inapropiada para la realidad puertorriqueña, pues para entendernos como pueblo, el rector creía que teníamos que remitirnos a los orígenes de la democracia asamblearia ateniense cuando tan siquiera teníamos derecho a tal participación. Este se inspiraba en las enseñanzas de su maestro in absentia, el intelectual José Ortega y Gasset. No es accidental que antes de la pantomima Marqués incluya una página citando uno de los fragmentos más famosos de la Meditaciones del Quijote del mencionado intelectual español: Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo. Preparados los ojos en el mapamundo, conviene que los volvamos al Guadarrama. Tal vez nada profundo encontraremos. Pero estamos seguros de que el defecto y la esterilidad provienen de nuestra mirada. Hay también un logos del Manzanares. Mi salida natural hacia el universo se abre por los puertos del Guadarrama o del Campo de Ontígola. Este sector de la realidad circunstante forma la otra mitad de mi persona: sólo al través de él puedo integrar y ser yo mismo.7 No se trata meramente de que nuestra existencia esté configurada por nuestra circunstancia, sino por lo que señala el filósofo en la segunda y menos celebrada

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parte de la oración: la consciencia y la acción. Sin embargo, lo que nos parece interesante para propósitos de este ensayo es la referencia que hace Ortega al logos del Manzanares. Si contextualizamos el fragmento en la historia intelectual de España y en la obra del filósofo madrileño, Ortega lo que dice es que, en el afán de insertar a España en la modernidad europea, esta había olvidado mirar su propia y rica tradición. Igualmente, nos dice que, para poder conocer e insertarnos en el mundo, tenemos que partir de lo particular y propio. Al Marqués presentar esta cita parecería querer recordarle a Benítez el significado real de las palabras del madrileño. Ironiza la estéril mirada del rector mientras que nos prepara para ser partícipes de la pantomima puertorriqueña. Marqués y el retrato del intelectual tradicional: El Profesor Benítez La pantomima comienza en un batey donde se celebran, con cierta algarabía, las bodas de Juan Bobo. Durante décadas se ha utilizado este personaje folklórico (pesadote, torpe, de cerebro mínimo y perezoso) para representar la puertorriqueñidad,8 lo que indigna a Marqués quien, en cambio, intentará realizar “una re-creación del personaje atribuyéndole características más propias del puertorriqueño”.9 El Juan Bobo del arecibeño será entusiasta, curioso, ingenioso, idealista, sensible. La boda de Juan Bobo es interrumpida por la llegada del Profesor, quien a todas luces de la descripción y de las ilustraciones de Lorenzo Homar es Jaime Benítez: “Detrás entra el Profesor Universitario con toga y birrete. Lleva un gran libro en la

mano izquierda y un diploma enorme en la mano derecha. Se mueve muy estirado y rígido”.10 Esta descripción coincide, hasta cierto punto, con la que realiza Gramsci del intelectual tradicional. El Profesor constituye el arquetipo de académico, un intelectual. Sin embargo, este personaje tiene una particularidad: no se queda en su Casa de Estudios, sino que acude al batey acompañado de sus edecanes, caballeros andantes, griegos y teutones. Parecería que el Profesor, además de ser un intelectual tradicional, está difundiendo las ideas de la clase dominante a la que pertenece, el modo de vida de la cultura occidental: El Profesor, hollando la alfombrilla, sube dos escalones. Una vez en el taburete, se dispara un encendido “discurso” sobre las bondades y excelencias de la Dama de Occidente. El Profesor hace una pausa. Caballero I y Caballero II bailan brevemente en alabanza a la Dama. Al concluir, como por un resorte, el Profesor reanuda su “discurso” […]. Durante la escena anterior, jíbaros y pleneros se han ido acercando, unos a escuchar embobados el “discurso”, otros a examinar a los Esclavos, otros a curiosear alrededor de la Dama. Entre estos últimos está Juan Bobo: le seduce el misterio de la mujer velada”.11 El Profesor ha logrado mantener cautiva a su audiencia mediante el discurso; ejerce su poder mediante el uso de las palabras. Es decir, desde su cátedra y en nombre de la cultura occidental, está prestando

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servicio a la hegemonía. Recordemos que la hegemonía se instala gracias a la cultura, gracias a la educación. Mientras esto sucede, Juan Bobo también ha sido cautivado: queda prendado de la Dama y decide ir tras ella. Llegamos al segundo cuadro. Hegemonía y poder en el Viejo San Juan En este cuadro pasamos del batey a un barrio colonial que nos recuerda el Viejo San Juan. Parecería que Marqués alegóricamente nos hace pasar por nuestra historia como pueblo y sociedad. Más radical aún, en el cuadro podemos hacernos conscientes de la pugna entre grupos sociales, en el que se problematizan los conflictos de clase, hegemonía y dominación. En primer momento, Juan Bobo siente curiosidad por La Señorita criolla, quiere acercarse, pero no puede, ya que: Por la izquierda entra El padre de la Señorita en pijama. El Padre de la Señorita trae en su mano una bacinilla. Tranquilamente, con cara impasible, sin prisa ni aspavientos, va hasta Juan Bobo y le “vacía” la bacinilla en la cabeza. Muy tranquilo sacude y “escurre” la vasija sobre la cabeza de Juan hasta que no queda “gota”, vuelve a salir por la izquierda que tan naturalmente entró.12 Juan Bobo es víctima de un primer acto violento propio de los mecanismos de dominación. El joven intenta transgredir el orden “natural” de las cosas, intenta hacer coincidir dos clases que coexisten sin tocarse.

Decepcionado, Juan Bobo sigue su rumbo hasta encontrarse con La Americana. Esta intenta seducirle, pero después retira sus avances al ver el apasionamiento de este. Al observar el forcejeo entre La Americana y Juan Bobo, un grupo de marinos norteamericanos se detiene y golpea al joven del batey: Juan Bobo vuelve en sí. Entra el Policía por la izquierda. Sin ver a Juan, quien yace maltrecho casi a sus pies, observa complacido a los Marinos bailando con La Americana. Juan se levanta. Le llama la atención al Policía y empieza a “contarle” la paliza que le han propinado los Infantes de Marina. Pero el Policía ni siquiera le “oye”. Está fascinado con la expresión occidentalista del “jitterbug”.13 Marinos, policías, todos son instrumentos del poder estatal. Sin embargo, nótese que el Policía no observa la injusticia, ni se preocupa del abuso de fuerza ejercido por los marinos, sino que queda embaucado por el baile. Esta es la tercera injusticia por la que pasa Juan Bobo, es ignorado por quien le puede ayudar. Como podemos observar, tal parece que el mecanismo más efectivo para mantener el poder, invisibilizar las injusticias, manipular y subyugar a los demás es a través de la cultura, no la violencia. No hacen falta las armas cuando la batalla se da con las ideas. Juan Bobo queda atónito, mas no insiste y marcha para continuar su búsqueda. El recorrido está transformando al Bobo, quien “sale al fondo derecha meneando la cabeza

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con gesto filosófico”.14 El Bobo, desde su condición, se piensa.

cultura occidental. De las obras, surgen los personajes que enfrentarán a Juan Bobo intentando hacerle desistir en su camino hacia la meta, la Dama. Sin embargo, con amabilidad, humildad, fe, fuerza de espíritu, pragmatismo, indiferencia y circunspección van cayendo los paradigmas de Occidente que ocupan al campesino. Finalmente, aparece El Profesor, quien le ofrece un diploma a Juan Bobo y le permite acercarse a una fría y enmascarada Dama de Occidente. La frialdad de la Dama decepciona al joven, mientras que su Novia aparece. Esta se encuentra celosa de la Dama y decide desenmascararla. Parecería que el acto transgresor de la joven es un acto contra la hegemonía de la Dama. La Novia de Juan Bobo, la novia del puertorriqueño, es su cultura. Esta decide desenmascarar a quien se ha presentado como su adversaria. La Novia hace entrar en razón a Juan Bobo, quien ya puede discernir y actuar. Según Gramsci, el grupo social emergente, que lucha por conquistar la hegemonía política, tiende a conquistar la propia ideología intelectual tradicional, mientras forma a la vez a sus propios intelectuales orgánicos. Eso es lo que sucede en la pantomima. Juan Bobo, símbolo de los puertorriqueños, a través de su educación consume la ideología del Estado, se profesionaliza. Sin embargo, al final de la historia, el Bobo no se contenta con ser un profesional o un intelectual especializado que funge como enlace entre el estado y la masa, sino que decide hacer frente al poder hegemónico con la ayuda de La Novia. La pantomima de René Marqués nos presenta a un Juan Bobo contra el poder hegemónico. Representa al pueblo

Occidentalistas vs. Puertorriqueñistas: intelectuales hegemónicos y contrahegemónicos El tercer cuadro tiene lugar en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Lo sabemos por la mención que hace el autor de La Torre. El Profesor se encuentra en estado de angustia, pues “[h]oy ni un solo nativo se ha occidentalizado”.15 Notemos la selección de palabras y su connotación: «nativo» y «occidentalizar». Parecería que El Profesor está encargado de civilizar al “bárbaro”, de ejercer su poder como enlace entre lo “civilizado” y lo “incivilizado”. Sin embargo, ¿quién establece los criterios de la «civilización»? O más importante aún, ¿cuál es el propósito de tal «acto civilizatorio»? Gramsci nos dirá que “la escuela es el instrumento de preparación de intelectuales de diversas categorías.”16 La Universidad representada por la figura del Profesor parece ser instrumento del Estado para atender las necesidades del mismo a través de la formación de profesionales. Gramsci lo explicita: “En el sistema social democrático burgués se han creado imponentes masas de intelectuales que no se justifican para la atención de las necesidades de la producción, sino también para las exigencias políticas del grupo básico dominante”.17 Juan Bobo quiere llegar hasta la Dama. Solo podrá conocerla a través de su guardador, El Profesor. Más adelante, El Profesor hace desfilar ante los ojos de Juan Bobo las obras maestras de la

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de Puerto Rico contra el discurso del nacionalismo cultural promovido por el Estado Libre Asociado desde la Universidad y cuyo ideólogo y defensor fue El Profesor, Jaime Benítez. Esta es una historia en la que el puertorriqueño desenmascara el poder estatal de ese híbrido bajo el poder imperial de los Estados Unidos; esta es la historia en la que—con su denuncia e ingenio—Marqués termina siendo algo más que un intelectual tradicional. Como señala el doctor Mario Cancel, Marqués se encuentra más allá de un intelectual de centro.18 Marqués es un intelectual antihegemónico. Notas 1 Voz “intelectual”. Diccionario de la Real Academia Española, 2019. Accedido el 23 de septiembre de 2019 en la web oficial: https://www.rae.es/ 2 SARTRE, Jean-Paul. Plaidoyer pour les intellectuels. París: Gallimard, 1972. En castellano traduciría de la siguiente forma: “El intelectual es aquel que se mete donde no le importa”. 3 GRAMSCI, Antonio. La formación de los intelectuales. México, D.F.: Editorial Grijalbo, 1967, p. 26. 4 bíd. 5 Op. cit., p. 30. 6 MARQUÉS, René. Juan Bobo y la Dama de Occidente. Pantomima puertorriqueña para un ballet occidental. Guaynabo: Editorial Cultural, 1989, p. 15. 7 ORTEGA Y GASSET, José. Meditaciones del Quijote. Madrid: Alianza Editorial, 2014, p.12. 8 Sobre el particular recomendamos el siguiente ensayo de Ada Álvarez Conde: “Del cuento nacional a la nación: el caso

de Juan Bobo”, publicado en la revista digital 80 grados el 29 de junio de 2018. Accedido el 15 de septiembre de 2019 en la página web: http://www.80grados.net/ del-cuento-nacional-a-la-nacion-el-casode-juan-bobo/ 9 MARQUÉS, op. cit., p. 15. 10 Op. cit., p. 25. 11 Op. cit., p. 26. 12 Op.cit., p. 30-31. 13 Op.cit., p. 33. 14 Ibíd. 15 Op. cit., p. 36. 16 GRAMSCI, op. cit., p. 28. 17 Op. cit., p. 32. 18 CANCEL, Mario. “René Marqués, cultura y política del 1960: historia y “bobería””, publicado en la revista digital 80 grados el 7 de junio de 2019. Accedido el 22 de septiembre de 2019 en la página web: http://www.80grados.net/ rene-marques-cultura-y-politica-del-1960historia-y-boberia/ Bibiografía Álvarez Conde, Ada: “Del cuento nacional a la nación: el caso de Juan Bobo,” 80 grados, 29 de junio de 2018, http:// www.80grados.net/del-cuento-nacional-ala-nacion-el-caso-de-juan-bobo/. Accedido el 15 de septiembre de 2019. Cancel, Mario. “René Marqués, cultura y política del 1960: historia y “bobería,” 80 grados, 7 de junio de 2019, http:// www.80grados.net/rene-marques-culturay-politica-del-1960-historia-y-boberia/. Accedido el 22 de septiembre de 2019. Gramsci, Antonio. La formación de los intelectuales. México, D.F., Editorial Grijalbo, 1967.Marqués, René. Juan Bobo y la Dama de Occidente. Pantomima

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puertorriqueña para un ballet occidental. Guaynabo, Editorial Cultural, 1989. Ortega y Gasset, José. Meditaciones del Quijote. Madrid, Alianza Editorial, 2014. Sartre, Jean-Paul. Plaidoyer pour les intellectuels. París, Gallimard, 1972. Voz “intelectual”. Diccionario de la Real Academia Española, 2019, https:// www.rae.es/. Accedido el 23 de septiembre de 2019.

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MARIAM COLÓN COLÓN PIZARRO PIZARRO MARIAM René Marqués y las 3peripecias cine nacional Exégesis Segunda del Época

Operación Cine Nuevo: René Marqués y las peripecias del cine nacional

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íctima de la constante violencia cultural que sobre él ejercen los grandes monopolios mediáticos, el cine caribeño emerge ante la mirada crítica como una máquina de representación asediada. Desde esta perspectiva, su visibilidad o invisibilidad estaría determinada por el reconocimiento que le otorgan los grandes centros metropolitanos. Describir el aparato cinematográfico en estos términos nos remite a un lugar común en el discurso historiográfico puertorriqueño. Dicho discurso asocia la llegada del cinematógrafo a nuestras costas con la invasión del ejército estadounidense y con ella las primeras imágenes en celuloide de nuestro territorio y sus habitantes.1 A pesar de que nueva evidencia documental cuestiona la veracidad de estas afirmaciones,2 el referente bélico sigue siendo un punto de partida recurrente al momento de abordar el desarrollo de la industria cinematográfica insular. La persistencia de este marco referencial es significativa ya que, subraya la importancia del año 1898 en la construcción de un imaginario colectivo, así como la eficaz utilización de las nuevas tecnologías de comunicación por parte del poder imperial para idealizar y justificar la empresa colonial. Aunque resalta las asimetrías del poder, este

acercamiento resulta problemático en tanto homogeniza los discursos en torno al cine y las motivaciones de los múltiples actores, locales e internacionales, que entrevieron el potencial de la imagen en movimiento. Exponer los lugares comunes de esta historiografía puede permitirnos, por un lado, establecer nuevas conexiones y, por el otro, identificar cambios en los modos de producción y consumo cultural asociados a la pantalla grande. El potencial político-cultural de la nueva industria cinematográfica no pasó desapercibido para una élite intelectual que se esforzaba por establecer la autonomía cultural del territorio.3 Desde sus comienzos en la segunda década del siglo XX el cine local logró configurar, junto a las manifestaciones más tradicionales del discurso literario, un espacio válido desde el cual articular la identidad nacional. El cine se convirtió en un elemento fundamental de lo que Arcadio Díaz Quiñones denomina la “guerra simbólica” o la lucha por el control de un sistema de representación cuyo manejo eficiente podría redundar en el reconocimiento de las otredades (El arte de bregar 210-248). La incipiente actividad intelectual y comercial asociada a la producción cinematográfica abría la posibilidad de convertir el medio en

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un instrumento de afirmación cultural que pudiera desarrollar en audiencias disímiles el interés por lo autóctono. A pesar de que bajo esa premisa se produjeron varias películas de limitada circulación, no es hasta mediados de siglo que se verifica un incremento significativo en la producción local. Los primeros esfuerzos sostenidos de producción fílmica en la Isla surgieron al amparo del proyecto pedagógico del Estado, un proyecto que tuvo en la División de Educación de la Comunidad (DIVEDCO) una de las manifestaciones más emblemáticas del populismo muñocista. Desde su creación en 1949, las distintas unidades de esta campaña de educación popular –Editorial, Cine y Gráficas– desempeñaron un papel fundamental en la configuración de las identidades colectivas, así como en la construcción de un nuevo orden social. Gracias a las amplias redes de distribución de la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), este programa gubernamental adscrito al Departamento de Instrucción Pública logró difundir sus materiales audiovisuales fuera de la Isla y agenciarse el reconocimiento internacional. Destacados escritores puertorriqueños de la Generación del 50 como René Marqués, Pedro Juan Soto y Emilio Díaz Valcárcel se iniciaron como guionistas en la Unidad Editorial de la DIVEDCO atraídos por la idea de participar en la creación de productos culturales de alcance multitudinario y contenido social. Pedro Juan Soto consigna la relevancia de la producción audiovisual para la creación y difusión de lo puertorriqueño cuando establece que su generación se propuso: “Hacerlo todo me-

nos aventurar con la poesía, esa era nuestra consigna… Nos lanzamos al ensayo, a la novela, al libreto radiofónico y a otros experimentos (Concrete and Countryside 62). Entre esos experimentos se encontraba la producción de películas de carácter educativo. El conjunto de textos producidos por estos escritores constituye un inventario de posibilidades narrativas para una incipiente industria cinematográfica que hacía de la otredad campesina y su cotidianidad el eje de la representación. La redacción de guiones cinematográficos para un proyecto institucional no estaba exenta de límites y contradicciones. En “Chaparrón de preguntas,” manuscrito breve redactado con toda probabilidad a medias de los años 60, Marqués abordaba las peripecias de la producción cultural dentro de los márgenes del Estado. Concebido como una lista de objeciones a la labor de la DIVEDCO, articuladas por interlocutores imaginarios, el texto subrayaba los retos que enfrentaba la pedagogía del Estado. Con respecto a la labor del escritor, un desafecto servidor público se negaba a aceptar la distinción entre la producción literaria con fines educativos y el discurso propagandístico: “¿Escritor creador? ¿Qué es eso? Escritor…escritor… escritor. Aquí lo que tenemos son escritores de relaciones públicas”. En otra instancia un cinéfilo metropolitano se contagiaba del afán interrogatorio y objetaba: “¿Pero cómo es posible que ustedes hagan películas si yo nunca las veo en el Metro? Precisamente vi ‘Gone with the Wind’. Y esa no la hicieron ustedes. Digo yo, me parece…”. Más allá de señalar el dominio indiscutible que el cine hollywoodense ejercía sobre la programación de la oferta cinematográfica urbana, el comentario del interlocutor ficticio aludía

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al valor simbólico del séptimo arte, así como a determinados patrones de consumo cultural. Tal parece que la experiencia de consumo cultural que viabilizaba la ciudad y que se materializaba en las salas de cine comercial descartaba como inauténtica o ilegítima la exhibición de películas en el espacio abierto de las comunidades rurales intervenidas por la pedagogía del progreso. A pesar de los continuos cuestionamientos a los que estaba sujeta su labor creativa, el equipo editorial dirigido por Marqués intentó romper con las convenciones estéticas y narrativas asociadas a sus productos culturales, convenciones que constituían su seña de identidad. El archivo cinematográfico de la DIVEDCO, disperso y de carácter fragmentario, como gran parte de nuestro patrimonio cultural, incluye un corpus significativo de propuestas audiovisuales que no llegaron a realizarse o que de haberse realizado no llegaron a exhibirse debido, entre otras razones, a la censura institucional, a limitaciones en el presupuesto destinado a la edición de películas o las cambiantes prioridades de la agencia. Este cúmulo de proyectos, inconclusos y olvidados, sugiere itinerarios narrativos e iconográficos que vale la pena examinar ya que potencian la deconstrucción misma del archivo, es decir, de las narrativas que dan sentido a nuestra memoria cinematográfica. El cine de la DIVEDCO se nutría, en gran medida, del material que le proporcionaba la Unidad Editorial. Este material no necesariamente estaba reñido con la producción independiente de sus escritores. Aquellos relatos que, por su cualidad gráfica, tenían el potencial de ser llevados a la pantalla grande podían llegar a convertirse en productos cinematográficos. Algunos

de estos relatos se incluyeron en la serie de Libros para el pueblo o se publicaron en colecciones particulares. Como Jefe de la Unidad Editorial, puesto que ocupó de 1953 hasta 1969, René Marqués redactó los guiones de películas como Una voz en la montaña (1952), Qué opina la mujer (1957), Cuando los padres olvidan (1958), El secreto (1958), Juan Sin Seso (1959), Ignacio (1960) y La noche de Don Manuel (1963). A las películas de argumento debemos añadir una serie de guiones para producciones relacionadas con la Natividad como, por ejemplo, Nacimiento (1962) y Milagro en la montaña (1961), además de cortos musicales. Entre estos últimos cabe destacar Olas y arenas (1969-70), un proyecto audiovisual basado en la música de Sylvia Rexach. Poco conocido resulta en cambio el material pasado por alto o censurado por el cuerpo directivo de la agencia.4 En un memo correspondiente al 17 de febrero de1965 Marqués sometía a la consideración del entonces director de la DIVEDCO, el sociólogo estadounidense Fred Wale, cuatro propuestas cinematográficas. Tres relatos de autores puertorriqueños servirían como punto de partida para la elaboración de nuevo material audiovisual: “Chela” de Emilio Díaz Valcárcel, “La sortija” de Martínez Capó y “La chiringa azul” del propio Marqués. Con respecto a la cuarta propuesta, el escritor arecibeño comunicaba que estaba trabajando en la adaptación cinematográfica de un texto que, de ser rechazado, conservaría para venderlo en Europa o en Nueva York. Entre el grupo de textos sometidos para consideración se encontraba un libreto cinematográfico para un largometraje a colores basado en El principito, la novela corta del

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aviador francés muerto en la Segunda Guerra Mundial, Antoine de Saint-Exupéry. La adaptación de Marqués llevaría por título “El niño del planeta 345”. Precedía el guion cinematográfico una nota aclaratoria: Se trata aquí, para los efectos de nuestro programa, no solo de una adaptación de un material narrativo al medio cinematográfico, sino de una readaptación o refundición del texto original para ajustarlo a psicología, ambiente, circunstancias y condiciones actuales puertorriqueñas y al sentido realista de nuestro público no “sofisticado”. Esta no era la primera vez que el jefe de la Unidad Editorial asimilaba material cinematográfico a la realidad puertorriqueña. Lo había hecho ya con Pueblito de Santiago, una adaptación de la película mejicana The Forgotten Village escrita por el estadounidense John Steinbeck. Estas apropiaciones sugieren que la producción cinematográfica de la DIVEDCO se daba en continuo diálogo con otros escritores y tradiciones desbordando las fronteras de lo nacional.5 Pero, ¿qué cualidades narrativas asumiría una adaptación del Principito a un contexto puertorriqueño condicionado por la Guerra Fría, la carrera espacial y el temprano desgaste del proyecto de desarrollo industrial por invitación conocido como Manos a la Obra? ¿Qué elementos de la historia privilegiaría el autor? ¿Cuáles eliminaría? ¿Cómo conciliar las múltiples variaciones en la versiones mecanografiadas y manuscritas del texto? ¿Cómo acercarse a un texto que no fue diseñado para el consumo literario, sino más bien para visionarse en la pantalla grande?

Una lectura inicial del guión cinematográfico identifica en la readaptación del texto una crítica del autor arecibeño a: 1) el autoritarismo de la gestión gubernamental, 2) el afán de acumulación de la sociedad capitalista, 3) la deforestación causada por el desparramo urbano y 4) la importación de modelos culturales extranjeros (léase anglosajones) que se visualizan como amenazas a una identidad nacional que se siente heredera de la tradición hispana. Esta crítica se esboza por medio de la transposición al trópico de los personajes de la historia francesa. El niño del planeta 345 interactuará con los equivalentes criollos del Rey, el Vanidoso y el Hombre de Negocios y de ellos derivará grandes lecciones de vida antes de regresar a su pequeño asteroide. Un debate sobre tradición y modernidad en el planetario de la Universidad de Puerto Rico –institución en la que cifran sus esperanzas de movilidad social y progreso económico los sectores más desventajados de la sociedad puertorriqueña– entre unos estudiantes y su profesor de astronomía ancla la serie de encuentros que se suscitan entre el habitante de otro planeta y los seres humanos en una cotidianeidad decididamente boricua. Al igual que en sus obras de teatro, Marqués presta gran atención en este guión cinematográfico a los aspectos técnicos de la producción. Esta atención al detalle, como bien señala Carmelo Esterrich, permite atisbar la relación del autor con los complejos cambios culturales asociados a la modernización del país y a la constitución del Estado Libre Asociado (Concrete and Countryside 126). Sus instrucciones dejan pocos elementos a la improvisación y documentan los efectos reconocibles del capi-

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talismo industrial y de la cultura de masas en la sociedad puertorriqueña. Comencemos por la selección del elenco. El niño del planeta 345 sería interpretado por Manolito, el hijo del pintor Manuel Hernández, uno de los talentos de la Unidad Gráfica de la DIVEDCO. La incorporación de actores naturales, típica de las primeras producciones cinematográficas de la DIVEDDO, se limitaría en esta ocasión al visitante de otro planeta. El resto del elenco lo conformarían reconocidas figuras de la industria televisiva y radial. El deseo de profesionalizar la producción cinematográfica con el fin de elevar la calidad del producto final y llegar a un público más amplio contaba ya con antecedentes exitosos. Actores profesionales de la talla de José Miguel Agrelot, Ramón Rivero, Miriam Colón y Lucy Boscana habían asumido papeles protagónicos en películas tales como: Los Peloteros (1951), Doña Julia (1955) y El gallo pelón (1961). Sin embargo, el predominio de los trabajadores de la industria en la propuesta de Marqués constituía una novedad. El Rey sería interpretado por José de San Antón, actor cubano que realizó doblajes en Puerto Rico durante los años 60 incluyendo episodios para la popular serie de vaqueros Bonanza. El Vanidoso sería interpretado por Miguel Ángel Álvarez, reconocido locutor, actor y director puertorriqueño. Álvarez ocuparía un lugar privilegiado en la memoria televisiva del público boricua gracias a su interpretación de Johny el Men, caricatura del puertorriqueño americanizado que aparecería en los anuncios de la cerveza Corona junto al recordado y carismático personaje de Cantalicio. Finalmente, el reconocido productor Andrés Quiñones, esposo de la

actriz Norma Candal, daría vida al Hombre de Negocios. La readaptación de René Marqués pecaría de incompleta si no contemplara un equivalente o sustituto para la figura del aviador y su aparato de transporte. En el guión del escritor un operador de equipo pesado y su gigantesco instrumento de trabajo, la excavadora o puerca mecánica, sustituyen el binario piloto/avión. Este último se afana en derribar cientos de árboles con el objetivo de despejar la espesa vegetación tropical que obstaculiza la construcción de una nueva urbanización. Con su ardua labor, el operador pretende aportar su grano de arena al desarrollo desenfrenado de la civilización. Dicho proceder desafía la comprensión de su pequeño interlocutor. De más está señalar que Marqués no dejaría al azar la interpretación de un personaje fundamental para el desarrollo de la trama. Esta labor recaería, nada más y nada menos que, en Braulio Castillo, un reconocido actor de telenovelas que se había destacado por sus papeles estelares en los melodramas el Derecho de Nacer y La mujer de aquella noche (descrita en ese entonces como la más intensa telenovela de la época). Su carrera cinematográfica empieza precisamente con una producción de la DIVEDCO titulada Intolerancia (1959), misma que protagonizó junto a Lucy Boscana en 1959. De no poder contar con la participación de Castillo, el autor se decantaría por Raúl Dávila, joven talento de la televisión local que contribuyó al desarrollo del teatro hispano en los Estados Unidos. Desafortunadamente, las copias incompletas del guión cinematográfico que custodia la Fundación René Marqués nos

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permiten solo imaginar el desenlace de una historia que toma como punto de partida un clásico de la literatura occidental para reflexionar sobre las realidades insulares. La lógica del fragmento hace latente la vulnerabilidad de nuestro patrimonio cultural, un patrimonio que dialoga activamente con otros referentes narrativos para cuestionar la pedagogía del progreso. Tres años después de haber sometido su propuesta, Marqués le reclamaría nuevamente a Fred Wale, (quien en ese entonces fungía como consultor de la agencia) y a la jefa de la Sección de Campo y Adiestramiento, Carmen Isales, el que no hubiesen considerado varios guiones suyos que servirían como punta de lanza para una iniciativa que denominaba “Operación Cine Nuevo”. “El niño del planeta 345” permanecería, como otras tantas propuestas, engavetadas. En dichas propuestas podemos atisbar, sin embargo, el cine que pudo ser. De forma similar a las primeras iniciativas de carácter privado que intentaron capitalizar en el potencial de la industria cinematográfica, material y simbólicamente, la producción audiovisual de la DIVEDCO se convirtió en uno de los múltiples frentes desde los cuales se negoció y debatió lo puertorriqueño. El análisis de los textos olvidados de la pedagogía del desarrollo, supone una intervención en la memoria historiográfica del cine nacional, es decir, en la economía de ganancias y pérdidas que supone la lógica misma del archivo cinematográfico. “El niño del planeta 345,” se suma, desde los márgenes, a las numerosas propuestas narrativas que concibieron los escritores de la DIVEDCO. Estos textos, en su mayoría desconocidos, se añaden a la ya prolífica producción de artefactos culturales de una agencia gubernamental cuya

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producción audiovisual se materializó en cientos de carteles, películas y libros. Su lectura y difusión contribuye a ampliar nuestra percepción acerca de los complejos procesos de adaptación e intercambio que vertebran la producción cultural subvencionada por el Estado. De su lectura atenta surge una interpretación del cine insular marcada por rupturas y discontinuidades que desafía las narrativas convencionales. Notas 1 Véase, por ejemplo, la Historia del cine puertorriqueño de Joaquín “Kino” García (11). 2 En su trabajo de investigación Nadia García-Crespo documenta la circulación y exhibición de producciones cinematográficas en Puerto Rico antes de la Guerra Hispanoamericana. Su trabajo de archivo sugiere además la posibilidad de que proyeccionistas itinerantes pudieran haber grabado escenas locales antes de la invasión y atribuye el material cinematográfico sobre la guerra a empresas privadas y no al ejército estadounidense (Early Puerto Rican Cinema and Nation Building 43-45). 3 Cabe recordar que el poeta, Luis Lloréns Torres, se desempeñó como Director Literario de la Tropical Films y el abogado y periodista, Nemesio Canales, como su Director Artístico. Otro renombrado poeta puertorriqueño, Luis Palés Matos, participó en proyectos de la casa productora Viguié Films. A Palés Matos se le atribuye el guion de la la primera película sonora puertorriqueña, Romance Tropical (1934). 4 Para un análisis de varias de las películas de la DIVEDCO ver el libro de Catherine Marsh Kennerly, Negociaciones


MARIAM COLÓN PIZARRO René Marqués y las peripecias del cine nacional

culturales: Los intelectuales y el proyecto pedagógico del Estado muñocista (186214). 5 García-Crespo identifica en la DIVEDCO un modelo de producción cinematográfica transnacional: “DIVED-CO engaged in many of the same crosscultural, transnational patterns that defined the initial decades of cinema history in Puerto Rico. That is to say, although DIVEDCO was clearly a Puerto Rican agency that promoted Puerto Rican culture, its policies, methodologies, and even personnel were transnational” (Early Puerto Rican Cinema 168-169). Bibliografía Díaz Quiñones. Arcadio. El arte de bregar y otros ensayos. San Juan, Ediciones Callejón, 2003. Esterrich, Carmelo. Concrete and Countryside: The Urban and the Rural in 1950s Puerto Rican Culture. Pittsburg, University of Pittsburg Press, 2018. García, Joaquín. Historia del cine puertorriqueño. Bloomington, Palibrio, 2014. García-Castro, Naida. Early Puerto Rican Cinema and Nation Building: National Sentiments, Transnational Realities, 18971940. Pennsylvania, Bucknell University Press, 2019. Marqués, René. “El niño del planeta 345 (libreto cinematográfico)”. Fundación René Marqués, s.f. Marsh, Catherine. Negociaciones culturales: Los intelectuales y el proyecto pedagógico del estado muñocista. San Juan, Ediciones Callejón, 2009.

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EXÉGESIS JOSE EMILIO “CHEMI” GONZÁLEZ MATOS Exégesis 3Dossier Segunda Época

Mirándonos en el cine: apuntes sobre los casos de la DIVEDCO e Ignacio

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n el 2019 se celebró el 70 aniversario de la creación de la División de Educación para la Comunidad (DIVEDCO). Programa pionero del gobierno de Luis Muñoz Marín, adscrito al entonces Departamento de Instrucción Pública, hoy Departamento de Educación, que llevó el cine a las comunidades más recónditas del suelo puertorriqueño, utilizándolo como herramienta de discusión comunitaria. Si bien era un proyecto, al fin y a la postre con fin más didáctico que artístico o estético, lo cierto es que durante lo que podría llamarse el periodo más fructífero de la DIVEDCO, de 1949 a 1965, podría decirse se produjo probablemente el mejor cine que se haya realizado en suelo boricua tanto a nivel artístico, como narrativo y sociológico. Nunca en nuestros intentos de forjar un cine nacional se ha producido más que en aquella época en términos de calidad, cantidad e ingenio. Era cine en el que se solía hacer mucho con poco, con modestia narrativa, pero con la preocupación de contar bien una historia sin que nada sobre ni falte y, sobre todo, con la necesidad punzante que debe tener nuestro cine de ser reflejo de nuestra realidad como pueblo y ser bálsamo de la misma. Es un cine que hasta el presente no ha sido superado en esas áreas en suelo

nacional en las lides de cine de ficción narrativa, aunque afortunadamente a fines de la pasada década en largometrajes como El silencio del viento (2018) de Álvaro Aponte, Antes que cante el gallo (2016) y ¿Quién eres tú? (2018) de Ari Maniel Cruz, Extraterrestres (2017) de Carla Cavina La granja (2016) de Ángel Manuel Soto, El Chata (2018) de Gustavo Ramos Perales o Las vacas con gafas de Alex Santiago Pérez (2014), así como en una constante producción de notables cortometrajes, vimos un renacer de un cine nacional que en términos de calidad y preocupaciones sociológicas parece rescatar algo de lo que se había perdido de ese legado de la DIVEDCO. En el 2013 hubo incluso un homenaje audiovisual literal a la DIVEDCO con el proyecto enmarcado dentro de la plataforma de arte Santurce es Ley que se tituló la “NEO DIVEDCO”, en que cineastas y artistas plásticos plasmaron en cortometrajes y diseños preocupaciones del Puerto Rico de la segunda década del siglo XXI. Expongo esto con plena conciencia de que, desde el proyecto de la DIVEDCO, el gobierno colonial nunca ha tenido la creación de una industria cinematográfica nacional como una prioridad, ni siquiera en los momentos de mayor efervescencia

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JOSE EMILIO “CHEMI” GONZÁLEZ MATOS Apuntes sobre los casos de la DIVEDCO e Ignacio

cultural y artística de décadas pasadas. El factor económico –el cine es el arte más costoso, inclusive hoy día que lo digital ha abaratado considerablemente los costos de producción– constituye quizás el mayor impedimento para el desarrollo del mismo, junto con las escasas ayudas estatales y los obstáculos que los mismos organismos oficiales han puesto al cine nacional. Con la primera dama doña Inés María Mendoza como artífice y principal motor detrás de su creación, la DIVEDCO fue uno de los proyectos del gobierno de Muñoz Marín que más rápidamente adquirió notoriedad, visto desde el prisma de la distancia histórica pertinente. Aunque objeto de diversos estudios y análisis a lo largo de las pasadas décadas, para la influencia artística que ejerció y las necesidades que suplió en su justo momento histórico, me parece que todavía queda mucho por estudiarse y escribirse sobre la DIVEDCO. Hago hincapié en la vital presencia de Doña Inés en su creación ya que ella, desde su punto de vista de educadora y con el impulso de fomentar el caudal artístico envidiable que siempre ha tenido este país, fue muy clara en su visión que sirvió de puntal en el desarrollo del proyecto multidisciplinario y diverso de la DIVEDCO. Como movimiento y proyecto cinematográfico pionero, la DIVEDCO fue precursora por varios años de la Escuela Documental de Santa Fe en Argentina, impulsada por el cineasta documentalista Fernando Birri y fundada en 1956. También se adelantó al Cinema Novo brasileño cuya primera película fue Rio 40 Graus (1955) del cineasta recientemente fallecido Nelson Pereira Dos Santos y anticipó por una década al Instituto de Ciencias y Artes Ci-

nematográficas (ICAIC) en Cuba en 1959. Los tres son considerados los movimientos mayormente responsables en América Latina de promover el cine como herramienta de concientización sociopolítica. El cine producido por la DIVEDCO, a su vez también podría enmarcarse dentro de los manifiestos producidos en Brasil y en Cuba, Estetica de Fome (La estética del hambre) firmado por el abanderado del cinema novo brasileño Glauber Rocha en 1965 y Por un Cine Imperfecto, creado por el cineasta cubano Julio García Espinosa en 1970. Ambos manifiestos insistían en la realización de un cine en América Latina que estuviera libre de las ataduras de la industrialización, el capital y las consideraciones comerciales. Además, proponían al cine como herramienta de conciencia política y llamado a la acción desde la misma población, sin esperar por sus gobernantes. El grupo de cineastas reclutados en Puerto Rico por la DIVEDCO fue influenciado principalmente por la corriente del neorrealismo italiano, particularmente el cine de Vittorio De Sica, Roberto Rosellini y Luchino Visconti; sus tres principales creadores. El neorrealismo, movimiento que tuvo su máximo esplendor a finales de la década del 1940 y a comienzos del 1950, se destacaba por rodarse en escenarios naturales, con poco presupuesto, actores no profesionales e iluminación natural. El centro de ese cine eran las historias cotidianas que reflejaban la realidad de los entornos retratados, a su vez, se alejaban de la influencia industrial y capitalista con un estilo documental en el que se plasmaban las acciones mientras estas se desenvolvían frente a nosotros –la noción de “imagen/ hecho”. Dicho modelo fue muy bien estu-

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diado por los cineastas que conformaron la DIVEDCO. La plantilla de la DIVEDCO en la dirección cinematográfica estaba compuesta por nombres imprescindibles como Amílcar Tirado, Jack Delano, Luis Maysonet, Benji Doniger, Marcos Betancourt y Ángel F. Rivera, entre otros. Junto a estos, otros colaboradores igualmente ilustres, conformaban las áreas de guión, fotografía, diseño de arte y carteles como: los escritores René Marqués, Pedro Juan Soto y Emilio Díaz Valcárcel, el fotógrafo Pedro Juan López (padre), los artistas plásticos Irene Delano, José Antonio Torres Martinó, Lorenzo Homar y Rafael Tufiño, por no mencionar más nombres. Con tan solo echarle un vistazo a algunas producciones de esos fructíferos años de la DIVEDCO podemos dar fe de su valor: El puente (1954) –en mi opinión la mejor película de la historia del cine puertorriqueño–, Una voz en la montaña (1952), El gallo pelón (1961) , La noche de Don Manuel (1963) y La Botija (1964) de Amílcar Tirado, Modesta (1956), El Cacique (1957) y El secreto (1958) de Benjamín Doniger, La guardarraya (1964) de Marcos Betancourt, Juan sin Seso (1959), El resplandor (1962) y Geña la de Blas (1964) de Luis A. Maysonet, y Los peloteros (1951) de Jack Delano, entre otras. Don Ángel F. Rivera dirigió dos de las mejores películas del acervo de la DIVEDCO: Ignacio (1956) y Un día cualquiera (1953). Incluso, logró ganarle a Puerto Rico uno de sus primeros premios internacionales en cine, cuando Ignacio fue reconocida con una mención de la crítica internacional en el Festival de Cine de Venecia –uno de los más prestigiosos del mundo– del año 1956. Dicha película es la que elegimos

para comentar porque entendemos que encapsula todos los méritos del cine que se hizo bajo el sello de la DIVEDCO. Ignacio, fue realizada en 1956 en el barrio Santa Olaya de la parte rural de Bayamón, y adaptada por el propio Ángel F. Rivera a partir del cuento de René Marqués “Los casos de Ignacio y Santiago”, publicado como parte de los Libros para el Pueblo que la DIVEDCO producía en su faceta editorial. El argumento de Ignacio no puede ser más sencillo y sigue la fórmula de la mayoría de los argumentos del cine hecho por la DIVEDCO. Se expone un problema social o familiar dentro de un núcleo rural de clase baja y la manera de resolverlo. Existe el ciudadano común que no se atreve a alzar la voz y, por otro lado, el ciudadano altanero que se responsabiliza de llevar la voz cantante y hacer política pública para su beneficio; el villano de la historia en otras palabras. En este caso, la trama principal concierne a Ignacio (Ulpiano Mulero), su esposa Gabriela (María Rivera) y el infante pequeño de ambos. Ignacio con su tala, le provee el sustento a su familia, sin embargo, vive ignorando los problemas que aquejan a su comunidad y no tiene el valor suficiente para alzar su voz en contra de don Isidro (Eliseo López), el autoproclamado líder comunitario. En principio, Ignacio no comprende por qué es importante dejarse escuchar ante el asunto importante de mejorar la calidad del agua del pozo del barrio, que está infectada. Sin embargo, al morir su hijo a causa de tomar del agua contaminada, Ignacio se tiene que enfrentar a los hechos y enfrentar su tristeza con una toma de conciencia. A diferencia de otras películas de la DIVEDCO en que se mezclaban actores

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JOSE EMILIO “CHEMI” GONZÁLEZ MATOS Apuntes sobre los casos de la DIVEDCO e Ignacio

reconocidos con otros no profesionales, la totalidad del elenco de Ignacio era del barrio Santa Olaya y con la excepción de Eliseo López, el villano de la historia, nunca habían actuado antes. Es sorprendente la calidad del trabajo que realizan y la naturalidad con la que se expresaron, sobre todo María Rivera, como Gabriela, quien tiene un rostro particularmente dramático. Sin embargo, el mejor momento del filme corresponde a un vecino cuyo nombre no figura en los créditos y hace del amigo que consuela a Ignacio recordándole que no debe tener “un ratón muerto en el alma” ya que “el ratón muerto en nuestras almas es la timidez”. El diálogo de esa escena puede ser el mejor que haya visto en una película nacional. La analogía del ratón muerto confirma el ingenio y la naturalidad que Ángel F. Rivera impartió a este guión, dotando ese particular momento de la famosa “sabiduría de calle” típica del puertorriqueño. El resto del guión está igualmente lleno de diálogos inteligentes y realistas que comunican con exactitud el dilema de Ignacio y su comunidad. La doble labor de F. Rivera en este filme lo reconfirma como uno de los grandes talentos de nuestro cine. En Ignacio se limita a contar una historia con economía, pero con inteligentes elementos narrativos, sobre todo las ilustraciones del cuento que abren cada capítulo y se convierten luego en la imagen en movimiento; prueba indiscutible de la inteligencia creativa que puede proporcionar la falta de medios. La película entonces cumple varias funciones al ser documento de la producción fílmica de la DIVEDCO y del cine de la época; documento del Puerto Rico de los años 50, con tradiciones ya extintas como el baquiné que se le hace al hijo de Ignacio;

y un modelo de lo que serían las raíces de un cine nacional, si algún día aspiramos con seriedad a tenerlo. Ignacio en sus 33 minutos tiene mas corazón y dignidad que la inmensa mayoría de nuestro cine. Es mucho lo que se puede decir sobre la DIVEDCO y su acervo cinematográfico, aunque en Puerto Rico, país de memoria corta y de dejadez cultural por parte de sus gobernantes, no sea tan conocida como debiera. En dicha producción se pueden escarbar y reconocer las contradicciones y paradojas de lo que fue el “muñosismo” que a casi siete décadas de la creación del Estado Libre Asociado todavía es un tema vapuleado y complejo en la psiquis puertorriqueña. Más allá de agendas políticas, sociales y didácticas, el cine de la DIVEDCO tiene un incalculable valor visual y narrativo que destaca por su fina artesanía clásica, prueba de que, si el dinero faltaba, sobraba el ingenio y la creatividad. Desde fines del año 2012 casi todo el acervo cinematográfico de la DIVEDCO se puede apreciar por YouTube subido por el Archivo Nacional de Puerto Rico del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Esperemos que nuevas generaciones sigan acercándose a tan invaluable legado. Filmografía citada Antes que cante el gallo. Dirigida por Ari Maniel Cruz, Deluz/CRL/Zapatero Filmes, 2016. El Cacique. Dirigida por Benjamín Doniger, DIVEDCO, 1957. El Chata. Dirigida por Gustavo Ramos Perales, Studio Creativo, 2018. El gallo pelón. Dirigida por Amílcar Tirado, DIVEDCO, 1961. El puente. Dirigida por Amílcar Tirado, DIVEDCO, 1954.

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El resplandor. Dirigida por Luis Maysonet. DIVEDCO, 1962. El secreto. Dirigida por Benjamín Doniger, DIVEDCO, 1958. El silencio del viento. Dirigida por Álvaro Aponte Centeno, Quenepa Producciones/ Balsie Guanábana Macuto/Promenade Films, 2018. Extraterrestres. Dirigida por Carla Cavina, Pulsar Films/C & E Producciones, 2017. Geña, la de Blas. Dirigida por Luis Maysonet, DIVECO, 1964. Ignacio. Dirigida por Ángel F. Rivera, DIVEDCO, 1956. Juan sin Seso. Dirigida por Luis Maysonet, DIVEDCO, 1959. La botija. Dirigida por Amílcar Tirado, DIVEDCO, 1964. La granja. Dirigida por Ángel Manuel Soto, Pimienta/Latitude Films/Que te Hable, 2015. La guardarraya. Dirigida por Marcos Betancourt, DIVEDCO, 1964. La noche de Don Manuel. Dirigida por Amílcar Tirado. DIVEDCO, 1963. Las vacas con gafas. Dirigida por Alex Santiago Pérez, Corporación de Cine de Puerto Rico/Cozy Light Pictures, 2014. Los peloteros. Dirigida por Jack Delano, DIVEDCO, 1951. Modesta. Dirigida por Benjamín Doniger, 1956. ¿Quién eres tú? Dirigida por Ari Maniel Cruz, Macana, 2018. Rio, 40 Graus. Dirigida por Nelson Pereira Dos Santos, Equipe Moacyr Fenelom/Sagres Filmes, 1955. Un día cualquiera. Dirigida por Ángel F. Rivera, DIVEDCO, 1959. Una voz en la montaña. Dirigida por Amílcar Tirado, DIVEDCO, 1952.

Bibliografía García Espinosa, Julio. “Por un Cine Imperfecto”. Hablemos de cine. No 55-56, Lima, sept-dic, 1970, pp.37-42. Marqués René. Libros para el pueblo No.5: Los casos de Ignacio y Santiago. Departamento de Instrucción Pública, División de Educación para la Comunidad, 1953. Rocha, Glauber. “Estetica da fome”. Revista Civilizacao Brasileira. No.3, Rio de Janeiro, julio 1965.

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MARY LEONARD MARY LEONARD De la DIVEDCO al documental contemporáneo en Puerto Rico Exégesis 3 Segunda Época

De la DIVEDCO al documental contemporáneo en Puerto Rico

Preámbulo: Antes de la DIVEDCO e puede decir que el documental ha existido en Puerto Rico desde la Guerra Hispanoamericana cuando algunos soldados estadounidenses filmaron la ocupación de la Isla, si lo que queremos decir con documental es simplemente la documentación de lo que está ocurriendo frente a la cámara. Sin embargo, la documentación de la vida en Puerto Rico aumenta sustancialmente con la llegada de Juan Emilio Viguié. En 1912, Viguié, nacido en Ponce de padre francés y madre ecuatoriana, empieza a documentar su ciudad natal en su primer filme Escenas de Ponce. Luego de esto, vive siete años fuera del país, estudia fotografía y cine. Primero trabaja para el estudio de cine Universal y luego para Paramount. Cuando vuelve a Puerto Rico, ya es un camarógrafo experimentado con conexiones en la industria del cine a nivel internacional que le sirven para fundar Noticieros Viguié, compañía que produce los noticieros que se presentan en los cines de Puerto Rico antes de la proyección de los largometrajes. Aunque Viguié fue innovador a nivel técnico e importante en el establecimiento de una infraestructura mediática en Puerto Rico, no se puede decir que sus noticieros o los

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proyectos fílmicos en los cuales participó como camarógrafo, representan una mirada realmente suya. En los noticieros, pagados por compañías extranjeras como la gran productora francesa Pathé, así como por Movietone y Universal en los Estados Unidos, el contenido representaba la agenda publicitaria e ideológica de estas compañías. En otros trabajos documentales que hizo para clientes como el gobierno federal, el gobierno de Puerto Rico o la Asociación de Bibliotecarios de Puerto Rico, la agenda de filmación también estaba determinada por el cliente, no por el director. La DIVEDCO El establecimiento de la DIVEDCO en 1949 marca un cambio importante en el desarrollo del cine insular porque es cuando el gobierno puertorriqueño empieza a producir documentales sobre la Isla con fines sociales; serán filmados por directores estadounidenses y del patio para una audiencia puertorriqueña. Son filmes que evitan el exotismo de algunas producciones anteriores, hechas más bien para otras audiencias, y que dan protagonismo a la gente trabajadora puertorriqueña, a los jíbaros. Sin embargo, como señala el cineasta puertorriqueño Enrique “Kique” Cubero y otros, la DIVEDCO

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sufre de contradicciones ideológicas. Por un lado, trabaja para mejorar las terribles condiciones de vida de la gente humilde, pero, por otro, suprime cualquier discusión acerca de las razones por las cuales dichas condiciones podrían apuntar a los males del colonialismo. Aunque da taller a algunos de los mejores artistas puertorriqueños de la época, como René Marqués cuya ideología era proindependencia, limita lo que artistas como él hubieran podido crear y producir. Para entender mejor a la DIVEDCO en su contexto es útil estar familiarizado con dos movimientos fílmicos que la preceden y la influyen. Los antecedentes de la DIVEDCO La DIVEDCO incorpora estrategias narrativas y estéticas asociadas desde antemano con movimientos populares y antiautoritarios, entre ellos el cine Neorrealista y el Nuevo Cine Latinoamericano. De ellos recoge muchas tendencias, pero también se establecen diferencias importantes. El Neorrealismo, por ejemplo, es un movimiento de cine que surge en los años treinta en Italia durante la dictadura de Benito Mussolini. Su influencia será profunda a nivel internacional. El cine Neorrealista marca un cambio importante en la historia de séptimo arte cuando opone su estilo sencillo y minimalista, su uso de actores naturales y su enfoque sobre las condiciones difíciles de la gente pobre y trabajadora al glamour del llamado cine del teléfono blanco promovido por el Estado –un cine que no representaba las realidades de la mayoría de las personas. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Neorrealismo engendra una plétora de movimientos nuevos que se oponían a lo que veían como la falsedad de un cine

de entretenimiento, apoyado por un Estado interesado en promover imágenes positivas a través de su cine nacional, no en destacar problemas sociales. Uno de los movimientos fuertemente influidos por el Neorrealismo es el Nuevo Cine Latinoamericano, un cine revolucionario e inconforme que promueve la representación estéticamente “pobre” e “imperfecta” de realidades feas pero verdaderas, con la meta de incitar al espectador a pensar, a actuar. Es un cine que se opone al cine estéticamente logrado pero escapista de Hollywood. El estilo minimalista de la DIVEDCO, junto con su enfoque en el documental o en sencillas películas de ficción pobladas por actores naturales y temas sociales, podría parecer una vertiente del Nuevo Cine Latinoamericano. Sin embargo, hay diferencias importantes. El Nuevo Cine Latinoamericano era un cine revolucionario en búsqueda de cambios radicales, que abiertamente se oponía a gobiernos opresivos y colonialistas. Se caracterizaba por lo que el cineasta brasileño Glauber Rocha, en un manifiesto publicado en 1971, llamaba una “estética de la violencia” cuyo propósito era provocar “el momento en que el colonizador se da cuenta de la existencia del colonizado”. La DIVEDCO comparte con el Neorrealismo y el Nuevo Cine Latinoamericano un enfoque en los problemas de la gente más humilde y una estética que sugiere un cine que se preocupa por lo “real” o “verdadero”. Sin embargo, no se puede llamar a la DIVEDCO un proyecto ni oposicional ni revolucionario ya que es precisamente la agenda del Estado la que lo promueve. En el caso de la División de Educación de la Comunidad, como indica el nombre, la

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agenda es educativa y la implicación es que el Estado es el que mejor sabe educar a sus ciudadanos. Esto se nota en el preámbulo de la ley que crea la DIVEDCO: El propósito de la educación en comunidad es comunicar enseñanza básica sobre la naturaleza del hombre, su historia, su vida, su forma de trabajar y gobernarse en el mundo y en Puerto Rico… En la práctica significa darle a la comunidad el deseo, la tendencia y la manera… para resolver los problemas de salud, educación, cooperación, vida social, por la acción de la comunidad misma. (Flores 2, Casiano 4) Los filmes de DIVEDCO logran el propósito de educar a la gente humilde en ciertas áreas, por ejemplo, la importancia de consumir agua limpia (Una Gota de Agua), el respeto que se debe a las mujeres (Modesta) y la importancia de trabajar juntos (Los Peloteros). Sin embargo, como señala Cubero en su ensayo, “El Canon Colonial: Organizando la Memoria Rota,” es un cine social que usurpa y reprime otro discurso social, abiertamente vinculado a un discurso revolucionario, el discurso asociado con Pedro Albizu Campos y el Partido Nacionalista. La agenda de suprimir este discurso se nota si comparamos el desarrollo del proyecto de la DIVEDCO con lo que estaba pasando políticamente. En 1948 es aprobada la Ley de la Mordaza por la legislatura de Puerto Rico cuando Muñoz Marín funge como presidente del Senado. Esta ley prohibía promover el nacionalismo, la independencia de Puerto Rico o el comunismo. En 1949, cuando Muñoz se convierte en gobernador, se funda la DIVEDCO. En 1950, Albizu

Campos y el Partido Nacionalista se levantan en armas contra el gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico. El golpe de Estado es reprimido y resulta en la encarcelación, otra vez, de Albizu, quien ya había estado preso entre 1937 y 1947. Albizu se queda preso por casi el resto de su vida hasta un poco antes de su muerte en 1965. Un cine basado en la agenda nacionalista hubiera alineado el cine puertorriqueño con el Nuevo Cine Latinoamericano. Sin embargo, el modelo de la DIVEDCO fue uno más alineado con la agenda del gobierno local, que a su vez estaba alineada con la agenda del gobierno federal. Ambos hacen uso de un modelo que surge en los años 30 como respuesta a la Gran Depresión: el proyecto de documentación fotográfica y fílmica de la Administración de Seguridad Rural (FSA, por sus siglas en inglés) del gobierno estadounidense de Franklin Delano Roosevelt. Es evidente el vínculo estilístico e ideológico entre la DIVEDCO y la FSA, un proyecto implementado durante la Gran Depresión para proveer empleo a artistas y educar a la población sobre asuntos de interés social que se caracterizó por el protagonismo y la dignidad con que retraba a sus sujetos, quienes eran a menudo campesinos muy humildes. Es precisamente Jack Delano, un fotógrafo de la FSA que vino a Puerto Rico en 1941 para documentar las vidas de los puertorriqueños, a quien Muñoz nombra director de la DIVEDCO en 1949. Delano renuncia a su puesto después de unos años, dejando claro que quiere darles la oportunidad a los puertorriqueños de hacer su propio cine. Sin embargo, a pesar de la trayectoria de este cineasta en particular, se puede notar el paternalismo de muchos

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de los filmes hechos como parte de este proyecto social, algo que se constata en las narraciones de películas como Modesta y Juan Sin Seso, cuyo tono es de un tío juguetón regañando cariñosamente a unos niños cuyo comportamiento estima necesario enderezar. El cine de la DIVEDCO tiene el mérito de ser hecho específicamente para una audiencia puertorriqueña que busca mejorar su condición de vida, pero no es un cine que permita una diversidad de perspectivas. Después de la DIVEDCO En 1954, la televisión comercial llega a Puerto Rico y como parte de su programación regular ofrece comedias, programas de variedades, de cocina, telenovelas y noticieros. Se añaden programas de análisis político, pero los canales privados no fomentan el documental como medio de expresión masiva. En 1958, se inaugura la WIPR, el canal público del gobierno, que es también el primer canal educativo en América Latina. Como la WIPR auspicia programas informativos, con especial énfasis en la cultura puertorriqueña, se podría considerar que este trabajo es de naturaleza documental en el sentido amplio de la palabra. A pesar de la expansión de los medios de comunicación que ocurre a partir de los años 50, existían pocas oportunidades o apoyo para cineastas con perspectivas que no cabían dentro de la ideología gubernamental o la agenda comercial de la televisión. Sin embargo, a pesar de esto, a principios de los años 70, empieza a surgir un cine oposicional (guerrillero, underground) que representa otras perspectivas y que circula, no en los medios masivos, sino a través de redes alternativas. Según Joaquín “Kino”

García, aumentó la producción de documentales independientes de esta índole en aquella época a la vez que disminuía (hasta finalmente desaparecer) la producción de cine comercial (en gran parte coproducciones con México) y de bajo presupuesto financiado por la División Hispana de Columbia Pictures. Esta creación de documentales, que según García: “coincidió con el despertar momentáneo de la izquierda” en Puerto Rico (63), sí estaban alineados con la agenda revolucionaria del Nuevo Cine Latinoamericano. Uno de los cineastas más emblemáticos de aquella época fue Diego de la Texera, quien, después de obtener un doctorado en Historia del Teatro y Cine de la Universidad de Nueva York, vuelve a Puerto Rico a filmar un corto documental en 1970 sobre la lucha para sacar a la marina de guerra de Estados Unidos de Culebra. Luego, procede a juntarse con los Sandinistas en Nicaragua en su lucha para derrocar el régimen de la familia Somoza y se convierte en uno de los fundadores del Instituto Nicaragüense de Cine. Después de vivir y trabajar en su oficio en otros países latinoamericanos por muchos años, vuelve a Puerto Rico hace una década y se reintegra a la escena del cine local. Cónsono con los cambios que ocurrieron en muchos otros países, al final de los años setenta, el radicalismo en Puerto Rico disminuye. Esto da paso a un ambiente diferente en el que se realizan otros tipos de documentales más variados en la próxima década. Según García, los documentales van alejándose de temas abiertamente políticos debido a la merma en la actividad política de la izquierda a mediados de los años 70, la ausencia de fondos para apoyar este tipo de documental, la censura a través de diferentes

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medios, el aumento de costos y la falta de un público suficientemente amplio para estos filmes (65). El tipo de documental que empieza a producirse en los 80 le debe mucho a la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, que comienza a proveer fondos para cine educativo en 1979 y sigue financiando proyectos, en su mayoría documentales, hasta 2002. El hecho de que la Fundación recibe sus fondos del National Endowment for the Humanities, una agencia federal, y que los proyectos tienen que justificarse como educativos, promueve una gama más amplia de temas. El catálogo de la Fundación indica los temas tratados en estos documentales, que se dividen en las siguientes categorías: Música/Compositores, Arte, Mujer, Vidas Ilustres e Interés General. Dos documentalistas que empiezan a producir un cuerpo de trabajo significativo en los años 80 son Luis Molina Casanova y Sonia Fritz. El primer documental de Molina, Boleto de ida, producido en 1980, trata sobre el tren de circunvalación de Puerto Rico. Molina también hace documentales sobre el poeta Juan Ramón Jiménez, los cuentos de Abelardo Díaz Alfaro, los deportes, los huracanes y los cometas. Sonia Fritz es la cineasta que más documentales hace con fondos de la Fundación. En 1990, crea Visa para un sueño, sobre la inmigración de mujeres dominicanas a Puerto Rico. Luego, procede a hacer documentales sobre la inmigración de mujeres dominicanas a Estados Unidos, el desarrollo económico de Puerto Rico, la primera mujer independentista conocida del siglo XIX: María de las Mercedes Barbudo, la inmigración puertorriqueña a un pueblo de Ohio, la latinización de la ciudad de Nueva York,

los Reyes Magos, el compositor Tite Curet Alonso, el arte en Puerto Rico y los artistas Myrna Báez, Carlos Collazo, Bernardo Hogan y José Rosa. A principios del siglo XXI, la expansión rápida del acceso al internet en Puerto Rico crea mejores condiciones para los cineastas, lo que resulta en un aumento en la producción. El internet también impacta la calidad técnica del cine que se hace y el tipo de cine producido, por varias razones. Una es el acceso a más información, lo que facilita a los cineastas estar mejor informados en términos generales. Otra es la posibilidad de ver una gama mucho más amplia de cine a través de la red (web) lo que les permite desarrollar gustos más sofisticados y variados. La última razón es el acceso a equipo digital que les permite abaratar los costos y mejorar sustancialmente la calidad técnica de los proyectos. En 2001 abre sus puertas la Corporación de Cine de Puerto Rico, una oficina gubernamental que otorga fondos para proyectos de cine. Aunque algunos cineastas se han quejado de que la Corporación ha dado poco apoyo al cine local comparado con el que provee a grandes producciones extranjeras que filman en Puerto Rico, la CCPR ha provisto fondos para varios documentales puertorriqueños, entre ellos filmes sobre Rafael Hernández, Abelardo Díaz Alfaro, la Masacre de Ponce, Nilita Vientós Gastón y la organización feminista Matria.1 Además, las nuevas tecnologías digitales han hecho posible una mayor variedad de proyectos independientes en el siglo XXI. Entre los documentales de esta época se pueden notar varias vertientes. Una de ellas es la de documentales sobre próceres o aspectos de la historia puertorriqueña relacionados con el nacionalismo o el independentismo.

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Entre ellos, encontramos un documental sobre Ramón Emeterio Betances dirigido por Kino García y otro dirigido por Tito Román. También se realizó un documental sobre el carpeteo ilegal que el gobierno mantuvo sobre los independentistas, dirigido por Maite Rivera; otro sobre Filiberto Ojeda dirigido por Freddie Marrero; y el documental 1950, sobre el levantamiento del Partido Nacionalista en aquel año, dirigido por José Manuel Dávila Marichal. Otra vertiente, quizás relacionada, es la latinoamericanista. En 2012 se funda la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico y se inaugura su muestra de documentales anual titulada “Latinoamérica en Nosotros” que presenta documentales puertorriqueños junto con los de otros países latinoamericanos. Esto contribuye a enfatizar el vínculo cultural con aquellos países hermanos en una isla inundada por los medios estadounidenses. En la última década de la presente centuria ha surgido un subgénero de lo que podemos llamar contra-narrativas, documentales que buscan complicar ideas relacionadas con la identidad, la historia y la construcción de ideologías en un contexto puertorriqueño. Seva Vive, dirigida por Francisco Serrano en 2011, por ejemplo, se basa en una novela corta de Luis López Nieves sobre una rebelión de soldados puertorriqueños contra las tropas estadounidenses en 1898, que fue supuestamente borrada de los libros de historia. Este filme, como un buen documental, pretende decirnos “la verdad” sobre lo que pasó. Sin embargo, lo que realmente hace es colocar a los supuestos expertos en el tema a batallar entre ellos sin llegar a una conclusión. Al final, hay que

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reconocer que nosotros, los espectadores, creemos lo que ya estamos dispuestos a creer, según nuestras ideologías preexistentes. Hay otro tipo de documental característico de esta última década que también se puede identificar como político sin necesariamente ser nacionalista. Estos son filmes dan un mayor relieve a grupos particulares o subculturas y a veces abogan directamente por sus derechos o por una mayor aceptación social. Entre ellos se encuentra La Escena de Guillermo Gómez Álvarez sobre la cultura punk, Eskeí de Javier Viqueira sobre la cultura de la patineta, Ser Familia de Teresa Previdí, sobre una familia compuesta por una pareja de mujeres y sus hijos y Diana de Santa Fe, un documental actualmente en posproducción, de la puertorriqueña Carmen Oquendo, sobre una organizadora comunitaria transgénero en Bogotá, Colombia. Finalmente, en los últimos años, estamos viendo un creciente grupo de filmes que documentan experiencias relacionadas con el huracán María y sus efectos. Entre ellos, existe un documental realizado por los estudiantes de la UPR-Arecibo en el 2018 titulado Historias de María: Tiempos de Pensar. Otro documental, actualmente en producción, es dirigido por Kiara Rivera, estudiante de la UPR-Mayagüez. Este se titula Mi María, proyecto a través del que 100 estudiantes de este Recinto documentarán los efectos del huracán a través de la recopilación de entrevistas, fotografías y videos. En resumen, debido a los bajos costos en comparación con el cine de ficción, el documental es un género en crecimiento en Puerto Rico. Hay muchas historias que contar y estamos contándolas.


MARY LEONARD De la DIVEDCO al documental contemporáneo en Puerto Rico

Rodríguez, Jorge. “René Marqués: Entre la Genialidad y la Censura”. El Vocero. 9 de septiembre 2019.https://www.elvocero. com/escenario/ren-marqu-s-entre-la-genialidad-y-la-censura/article_d5f6e75e-d0ea11e9-a50a-ff87eb72044c.html. Ramos Perea, Roberto. CineLibre. Historia Desconocida y Manifiesto por un Cine Independiente y Libre. San Juan, Editions Le Provincial, 2008. Sánchez Pagan, Maribel. “Charla con el Cineasta Diego de la Texera”. Revista Surco-Sur, 2010. https://issuu.com/revistasurcosur/docs/rss_2_issuu/68. Sued, José A. Orlando. “La representación política y sociocultural en la producción fílmico-publicitaria de Viguié Film para el gobierno de Puerto Rico (19501964)”. Tesis PhD. Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 2018.

Notas 1 En el año 2000, WIPR establece el Fondo Lucy Boscana para financiar la producción de telenovelas y miniseries para la televisión pública, pero no se incluyen los documentales en la lista de proyectos apoyados. Sin embargo, en 2016 financian y presentan el documental Máter Atómica que explora el impacto de la Guerra Fría en Puerto Rico durante los años 60 en 5 episodios de 4 minutos cada uno. Bibliografía Casiano, Leilanie. “Neorrealismo en el Cine Puertorriqueño”. Ensayo no publicado, 2012. Cubero, Kique. “El Canon Colonial: Organizando la Memoria Rota”. Ponencia no publicada, 2019. Delano, Jack. El Goce de Crear. San Juan, Zárate Vargas y Asociados, 1994. Flores, Marisel. “Cuarenta Años de Cine Puertorriqueño”. https://web.archive. org/web/20071023062238/http://www. preb.com/devisita/marisel.htm. García, Kino. Breve Historia del Cine Puertorriqueño. Auto-Publicado. 1984. Glauber, Rocha. “Estética de la Violencia”. 1971. https://sergiotrabucco. com/2007/06/24/estetica-de-la-violenciaglauber-rocha/. Ortiz Jiménez, Juan. Nacimiento de Cine Puertorriqueño: Los Primero 40 Años de la Cinematografía Puertorriqueña. San Juan, Editorial Tiempo Nuevo, 2007. Poirier, Emilie. “La influencia Neorrealista en los nuevos cines latinoamericanos: Los límites suplantados”. El Ojo Que Piensa. Revista De Cine Iberoamericano. Web. 10 Mar. 2012. http://www.elojoquepiensa.net/ elojoquepiensa/index.php/articulos/181.

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ELBAEXÉGESIS TORRES CRUZ Exégesis 3Dossier Segunda Época

Sentido y significación de Los condenados, drama de René Marqués

L

¡Cuánto duele crecer, ¡cuán hondo es el dolor de alzarse en puntillas y observar con temblores de angustia, esa cosa tremenda que es la vida del hombre! –René Marqués

os condenados, drama inédito1 de corte religioso-filosófico, es probablemente la primera obra de teatro de René Marqués.2 Esta se desarrolla durante la época actual en una zona desierta de América del Sur, lugar donde casi todos los personajes masculinos –Miguel, Pedro, José y Rodrigo– se han aislado del mundo por diferentes razones. Miguel abandonó el ministerio tras ser expulsado de este por conducta herética. Pedro, por su parte, es el antiguo criado del padre de Miguel y decidió acompañarle en su reclusión en el páramo, lugar donde Miguel lleva cinco años purgando su pecado y “por donde pasan los seres que el mundo arroja al desierto: ladrones, asesinos, enfermos incurables del alma y del cuerpo” (Marqués, Los condenados 31). José, por su parte, es un alcohólico, a quien luego de un ataque de “delirio tremendo”, Miguel decide albergar en la cabaña. Rodrigo, sobrino de Miguel y “un despojo de la guerra” (Marqués, Los condenados 16) en palabras de José, llega al páramo en busca de la herencia que este le ha guardado intacta. Miguel le solicita que se quede unos meses con el fin de descansar y él accede, aunque sabe que este desea lograr lo que no pudo su madre: instruirlo en la doctrina de la fe católica. Rodrigo resume lo que significa en ese

momento el páramo para él: “Esta tierra sin límites; este cielo tan alto dan una sensación obsesionante de proyección hacia lo infinito. Y empecé a temerle al mundo, al otro, al de los hombres” (Marqués, Los condenados 25). Además de los que habitan la cabaña, aparece al inicio del primer acto un quinto personaje masculino: el llanero. Se trata de un personaje silueta que entra al escenario a dejar una carta. Representa el mundo de afuera, un mundo nuevo, dinámico mientras que el páramo es estático y monótono, pleno de aridez, sufrimiento y angustia. Acción dramática y personajes En el desarrollo de la acción dramática de Los condenados, los personajes dan vida al conflicto metafísico-religioso que aborda la obra. La acción que transcurre desde el mediodía hasta la noche en la cabaña del páramo exhibe una atmósfera angustiante en la que los personajes viven vidas sin sentido en busca del camino de la paz o como lo designa Pedro del “Gran Sueño de Dios” (Marqués, Los condenados 33). Según el hablante básico dramático, Miguel, el protagonista, proyecta una dulzura infinita. Es el eje alrededor del cual giran los demás habitantes de la cabaña, quienes lo perciben de diferentes maneras: para José,

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es un hombre casto, un ser superior que constituye el apoyo de su fe puesto que su mera presencia le produce sosiego espiritual. Por eso le dice: “Solo tú calmas mi angustia. Solo tú eres noble y bueno” (Marqués, Los condenados 17). Rodrigo, por su parte, necesita que Miguel valide su experiencia sobrenatural, por eso le dice “no me niegues la dicha de haber encontrado la paz” (Marqués, Los condenados 28). Para Pedro, en cambio, Miguel es un ser que “renuncia a la dicha de ver a Dios para sufrir con los hombres” (Marqués, Los condenados 9). A pesar de que Pedro se crio en el hogar de Miguel, de que es prácticamente su hermano y cuida de él, encarna la fuerza antagónica; toda vez que representa la razón en oposición a los sueños. Pedro es un personaje cuyo cuerpo deforme contrasta con la seguridad y el aplomo que muestra al hablar y, además, es el único que no proyecta la angustia existencial que viven los otros tres personajes masculinos. Para Pedro, es de suma importancia el bienestar de Miguel. Rodrigo lo capta y le dice a Pedro: “Es extraño… Es como si tú en alguna forma completaras su personalidad” (Marqués, Los condenados 32). Pedro proyecta las características de las que carece el protagonista para ser un individuo totalmente equilibrado, de modo que se convierte en un vigía que observa el proceso que vive el protagonista entre la razón y los sueños o lo que es igual entre la realidad y la locura. En el primer acto, se plantea el conflicto en los diálogos entre José y Pedro. Es a través de la conversación de ellos que conocemos que Miguel, el protagonista, es un exsacerdote a quien expulsan del monasterio por conducta herética. Lo acusan de haberse divorciado de la realidad y lo arrojan a la

realidad del mundo. Como secuela, visita cárceles, hospitales y burdeles, donde predicó; pero finalmente se refugia en el páramo, donde aloja a enfermos del alma. Luego de cinco años aislado en ese lugar, solicita que la Iglesia, como autoridad suprema, reconsidere su caso; pero recibe una carta que le explica que no han recomendado su excomunión a Roma precisamente por el tiempo que lleva de penitencia en el páramo, lo cual ha conmovido al Supremo Cuerpo; de modo que han evaluado el caso con magnanimidad; pero que solo se admite en la Iglesia como simple feligrés. En este primer acto, se revelan los sueños de José, pero también su realidad. El rostro de este personaje refleja cansancio, es muy inseguro y, en ocasiones, incoherente. Es un personaje totalmente insatisfecho con la vida, un novelista frustrado, quien alega que sus obras eran extraordinarias y se agotaban rápidamente. Sin embargo, Pedro lo confronta con la realidad: sus novelas no se publicaban porque las editoriales las rechazaban. El dramaturgo utiliza el personaje de José para referirse a la obra dentro de sí misma, puesto que, según José, su próxima novela se desarrollaría en la desolación del páramo y se abordaría el tema del hombre en búsqueda del camino de Dios. Miguel sería el protagonista; y todos ellos, los personajes. José también se cuestiona por qué una mujer de la cual “era dueño” (Marqués, Los condenados 7) salió embarazada de otro hombre. Para Miguel, José es un “eterno niño” (Marqués, Los condenados 15) en quien Dios quiso conservar la castidad porque no ha conocido mujer. Sin embargo, José sueña con el ideal de una familia feliz, por lo que guardaba un pedazo de periódico que, por un lado, tenía la imagen de una mujer y, por

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otro, una noticia sobre la inauguración de una nueva sección residencial en la ciudad. Con relación a esto le dice a Pedro: “Casas, ¿entiendes? Y casas verdaderas con jardines y flores, y pájaros y niños” (Marqués, Los condenados 6). El polisíndeton que utiliza patentiza la importancia que le atribuye a ese pedazo de periódico que contemplaba constantemente; pero que un día desapareció. Para Pedro, sin embargo, José no es más que “un don Juan arrepentido” (Marqués, Los condenados 9). Es un individuo enajenado con un evidente desajuste emocional en el que se aprecian los distintos rostros de la insatisfacción humana. En la escena sexta del primer acto, Rodrigo, sobrino de Miguel, llega con provisiones pues viene del pueblo adonde acude, entre otros fines, para satisfacer sus apetitos sexuales. Este le cuenta a Miguel que sintió asco al realizar el acto sexual, lo cual considera un cambio en su naturaleza carnal. En ese contexto, escuchó que profanaron el templo pues le robaron la diadema de oro a la Virgen y decide ir a ver la imagen. Allí en la iglesia, vivió la experiencia espiritual que se describe en el siguiente diálogo: RODRIGO. Y me encontré como sumergido en…en … (Rodrigo no encuentra palabras para expresar lo que siente). MIGUEL. (Ávido) Es una sustancia leve, aérea, donde flotaban plumas albas, plumas sin peso y diminutas motas de algodón transparente, y tu cuerpo empezó a elevarse. RODRIGO. No, Miguel. Mi alma parecía elevarse; pero mi cuerpo estaba en tierra. MIGUEL. Sí, comprendo.

RODRIGO. Pero en el camino de regreso, cuando el sol era más implacable y el calor más extenuante, sentí de pronto una brisa suave pasar junto a mis sienes, una brisa que no es del páramo y … MIGUEL. ¿Y? … RODRIGO. Escuché una voz tan clara y precisa como la tuya que decía: “Ya estás en mis servicios, Rodrigo. Ya pronto empezarás a conocer la felicidad de mi Reino”. (Marqués, Los condenados 27) Esta experiencia espiritual es objeto de controversia pues Miguel afirma que existe un desfase entre la experiencia espiritual que alega haber vivido y su comportamiento intolerante e iracundo ante José. Se crea un momento de tensión entre ellos y se escucha un sonido musical equivalente al rompimiento de una cuerda de guitarra, un artificio teatral que no solo acentúa la atmósfera de ficción, sino que también afirma la importancia de esta escena. Miguel se acerca a la imagen del Crucificado, aparece una luz misteriosa y su rostro se transfigura en una expresión de paz y felicidad infinita; pero, cuando está a punto de sumirse en un éxtasis, se evidencia una lucha gradual consigo mismo, la cual se observa en su rostro, sus manos y luego en todo su cuerpo. Concluye este primer acto con estas palabras de Miguel que evidencian la ingente dimensión de su lucha espiritual: MIGUEL. (Siempre luchando). ¡No lo merezco! ¡No soy humilde! ¡Señor no! ¡No quiero verte, Dios mío, ¡no quiero verte! (Da un grito terrible). Pedro, sálvame. ¡Pedro! (Cae al suelo). (Pedro entra precipitadamente por la derecha mientras

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cae rápido el telón) (Marqués, Los condenados 29). El segundo acto consta de dos cuadros. En el primero, Miguel no aparece en la escena puesto que se ha retirado a orar para tranquilizarse y aliviar su momento de crisis, luego de su discusión con su sobrino. Rodrigo, cargado de culpa, intenta verle; pero Pedro se lo impide. Cabe señalar que Rodrigo no entiende por qué Miguel busca el camino de Dios, pero lo evita cuando está a punto de lograrlo. Pedro le afirma que Miguel es “un místico en fuga de Dios” (Marqués, Los condenados 31). En esta escena, se proyecta también la angustia de Rodrigo, quien vive atormentado por “un fuego que lo consume” (Marqués, Los condenados 33) y que, según él, solo puede aliviarse con la visión divina; pero Pedro lo confronta con su realidad: “Cuando niño tuviste mis espaldas para galopar tus sueños. Pero ahora estás solo ante el Gran Sueño de Dios” (Marqués, Los condenados 33). Esta cita dramatiza tanto la responsabilidad individual del ser humano como su soledad ante este gran dilema de la vida. María, el único personaje femenino de la obra, aparece en la tercera escena del primer cuadro del segundo acto. En las acotaciones se describe como una joven de agreste aspecto: anchas faldas desgarradas por las zarzas, zapatos destrozados, pelo en desorden, pero con unos ojos de exquisita dulzura visionaria y extraña firmeza (Marqués, Los condenados 35). Su llegada a la cabaña coincide con la lluvia y el impacto de los truenos. José la recibe con alegría, idealizándola mientras ella mira con atención el crucifijo que hay en la pared. Después de algunas discusiones, finalmente la invitan a pasar la noche en el lugar. Este primer

cuadro concluye con el ruido de la lluvia, el viento y de vez en cuando un trueno que resuena en la inmensidad del páramo. María está sola en el escenario, se ilumina el rostro del crucifijo y se vuelve a escuchar el sonido musical equivalente al rompimiento de una cuerda de guitarra, artificio teatral que, como dijimos antes, el dramaturgo utiliza para acentuar la relevancia dramática de ese momento en el desarrollo del conflicto. Se siente el impacto de un trueno, María extrae de su bolsillo la diadema de oro, la ofrece en holocausto y se la coloca sobre su frente indicando que ha obedecido el mandato del Señor. En el segundo cuadro, ella indica que vive esperando el cumplimiento de una profecía pues través de ella, vendría un nuevo Mesías; pero que este sería fruto del pecado. A causa de este mensaje que María pronuncia, ora acariciando su vientre, ora sumida en “el misterio de su sueño” (Marqués 45), casi en estado de hipnosis; Pedro y Rodrigo la consideran “hereje… ladrona y sacrílega” (Marqués, Los condenados 58). Para José, en cambio, la llegada de María conlleva cierto desahogo a todas sus frustraciones. En una escena muy tierna en la que María no es la mujer, sino la madre; y José no es el hombre, sino el hijo, se manifiestan las interioridades de José: MARÍA. Tal parece un cabritillo buscando el calor de la madre. JOSÉ. Un cabritillo a quien la serpiente no alcanza. MARÍA. Que ha temblado de frío y ha sufrido de hambre. JOSÉ. Que buscaba tormentas despreciando bonanzas. MARÍA. Que desgarró su carne en las piedras de los riscos.

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JOSÉ. Que quiso completarse en la carne y el pecado. MARÍA. Y se asomó al precipicio. JOSÉ. Esperando que se abriera la carne… MARÍA. Pero volvió al regazo de la madre. JOSÉ. Porque es el corazón el que se abre (Marqués, Los condenados 41-42). En estas líneas casi poéticas, se resume la esencia de José estableciendo un equilibrio entre los dos extremos en que el personaje se desenvuelve: el carnal y el espiritual. Aflora de pronto una actitud conformista en la que parece reinar la paz consigo mismo. Luego de esta escena, José decide buscar para María la flor blanca y hermosa del páramo, gestión que al fin y al cabo le ocasiona la muerte a causa de la serpiente del páramo, de cuya existencia le había hablado María. El tercer acto inicia con el velatorio de José. María le cuenta a Miguel que su abuelo se llamaba Elías y que decía que iba a desaparecer en llamas, aludiendo con esa afirmación al Elías bíblico que fue arrebatado en un carro de fuego y cuyo cuerpo desapareció para siempre. El abuelo de María, en cambio, murió en medio de un fuego que duró dos días y, finalmente, se halló su cuerpo entre las cenizas. María le informa a Miguel que ella traerá el nuevo Mesías al mundo y le confiesa el plan: “El hombre vendrá a mí. Y yo haré el sacrifico de entregarle mi cuerpo” (Marqués, Los condenados 57). Miguel paulatinamente se hace cómplice del sueño de María. Pedro trata de confrontarlo; pero Miguel en su delirio dice que él será el elegido para ser el padre de ese nuevo Mesías. Pedro le entierra un puñal en el corazón con el objeto de salvarlo

de la locura y de la condenación. La obra concluye cuando llega Rodrigo a la escena y Pedro le confiesa que él “mató el sueño” (Marqués, Los condenados 61) de Miguel; pero que vaya detrás de María para que le dé el hijo que le anunció el Señor. Rodrigo sale en busca de la joven porque Pedro le asegura que no hay pecado en ella, que Miguel se lo aseguró antes de morir. Es palmaria la ironía situacional en esta escena puesto que existe una inconsistencia en el comportamiento de Pedro, quien asesina a Miguel precisamente para salvarlo de la locura y porque se ha hecho cómplice del sueño de María; sin embargo, ocurre algo inesperado porque cuando llega Rodrigo, le dice que Miguel, antes de morir, creyó en la sinceridad y veracidad de las palabras de María que vaya en su busca para darle el hijo de la profecía. Rodrigo, quien antes la consideraba poseída del demonio, va tras ella. La escena final es profundamente dramática porque Pedro, solo y vencido, se erige como el salvador de todos los personajes del páramo: PEDRO. Señor, no pueden vivir sin sus sueños. ¡Perdónalos, Señor! (Cayendo de rodillas, en grito de angustia) Haz que caigan sobre mí todos sus pecados. (Con el rostro oculto entre las manos, el cuerpo doblado sobre sí mismo, Pedro es una imagen de resignada derrota) (Marqués, Los condenados 62). Pedro está derrotado toda vez que Miguel y los demás personajes –José, María y Rodrigo– finalmente marcharon detrás de sus sueños sin los cuales no pueden vivir. Este final refleja el pensamiento marquesiano con respecto al hombre y lo que considera su gran sueño: Dios. El personaje de Pedro

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en Los condenados representa la razón, base y fundamento para medir todas las cosas, tal como se puntualiza en la siguiente escena en la que Pedro y Miguel hablan de María: MIGUEL. …Es sincera. Es pura. Su fe es inconmovible. La razón se estrella ante su inquebrantable fe. PEDRO. Es posible que así sea. Pero ello nada prueba. Ante sus propios ojos quizás es inocente. Su ignorancia la excusa. Pero nosotros sabemos que es hereje. Es ladrona y sacrílega. MIGUEL. ¡No! Dices tú que nosotros sabemos… ¿Cómo lo sabemos? ¡Qué medida utilizamos para juzgarla a ella? PEDRO. La razón, Miguel. MIGUEL. ¡La razón! ¿Y te parece justo que la razón juzgue cosas que solo atañen al corazón? ¿Con qué derecho? María es fe y corazón. La razón no puede juzgarla. PEDRO. … Fe y corazón, Miguel. Sí, fe y corazón, Miguel. Pero la razón detrás y la realidad también como dos perros de presa prestos a devorar los sueños si estos traicionan la vida (Marqués, Los condenados 58-59). Con esta obra, René Marqués interpela a los hombres, quienes, según el autor, son incapaces de hallar a Dios, al cual concibe como el gran sueño del ser humano en contraposición a la razón o la realidad que compara con dos perros capaces de engullirse los sueños. René Marqués en el ensayo “Pesimismo literario y optimismo político: su coexistencia en el Puerto Rico actual” afirma que el pesimismo en la obra literaria es en el fondo

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una forma de optimismo y que el cuestionamiento a Dios tiene el fin de lograr un cambio positivo. Por eso, en este ensayo, interpela a Dios, de forma un tanto irreverente, cuestionándole la imperfección de su creación. Veamos: Las preguntas sombrías y angustiosas que formula el escritor pesimista no llevan el propósito malvado de hundir al Hombre en la desesperación, en la nada. Las formula, por el contrario, como un reto a la capacidad creadora del Hombre; son dardos disparados a la conciencia dormida de los otros. Esto es cierto tanto en las interrogantes que atañen a lo social, lo económico y lo político, como en aquellas que abordan lo metafísico, entendiéndose que en este último caso el sujeto interpelado es Dios. «Esto que traigo a Tu atención –parece el escritor decir, bien sea a Dios o al Hombre– es una parte defectuosa de lo por Ti creado. ¿No crees, como yo, que el problema merece solución? ¿No es hora ya de que empieces a perfeccionar Tu obra? ¿Qué estás ahí, contemplando embobado Tu divino ombligo, tan complacido y feliz contigo mismo, cuando hay cosas como éstas amenazando la salud de Tu reino?» (82) La caracterización de los personajes es estática puesto que estos no evolucionan, son personajes monofacéticos, con un rasgo absorbente o predominante. El dramaturgo tiende a realizar caracterizaciones por nominación, esto es, utiliza nombres cargados de significado en el contexto de la tradición


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cultural judeocristiana. Esta técnica es evidente en Los condenados en los nombres de Pedro, María y José. El personaje de Pedro, por ejemplo, significa piedra; lo cual tiene relación con su misión: la de ser portador de la razón. En el cuento “El cazador y el soñador” del autor que nos ocupa, el cazador se llama Pedro y el narrador omnisciente apunta con respecto a su nombre y a la posición del cazador al disparar su honda: Hay tensión en su cuerpo porque está en acecho. Y es natural que lo esté porque es Pedro, el cazador. Aunque no sepa él que en lenguaje antiguo Pedro quiere decir «piedra», y que la piedra ha sido base o fundamento de cosas concretas que han enaltecido al ser humano (Marqués, En una ciudad 210-211). El nombre de José, por su parte, posee referentes tanto en la tradición judía como en la cristiana. El José del Antiguo Testamento tuvo varios sueños cuya interpretación generó unas secuelas en su vida y en las de su familia, en este sentido era un soñador. El José del Nuevo Testamento, por su parte, desposó a la Virgen María, quien quedó embarazada del Espíritu Santo mientras que el José de Los condenados sufre porque la mujer que amaba quedó embarazada de otro hombre y él aún permanece casto. En la obra, la utilización del nombre de María es bastante controvertible. Para José, es nombre de virgen mientras que para Rodrigo es nombre de pecadora, dilema que plantea un indicio en el desarrollo de la obra. En la tradición judeocristiana, tiene un doble referente puesto que alude, por un lado, a una joven virgen escogida para traer al Mesías prometido al mundo y a su vez

a María de Magdala a quien los judíos sorprendieron en adulterio. En Los condenados es una joven que habla de ser la madre escogida para traer al mundo un nuevo Mesías; pero en su caso habría un hombre escogido que la poseería. Además, este personaje, a quien José llama pastora, recibe el mote de “cabrera”, término que, en nuestra tradición cultural, posee connotaciones negativas. José A. Pérez apunta al respecto: En general este símbolo tiene carácter maligno o diabólico y en el arte cristiano es símbolo de la lujuria y de los condenados en el Juicio Final. En el arte renacentista, la cabra se emplea para distinguir a los pecadores de los justos. (105) Cabe señalar, además, que este personaje es el agente catalítico que desencadena el final trágico de la obra: José muere mientras busca la flor del páramo para ella; Rodrigo vive la angustia de creer en ella o no y Miguel cree en su mensaje, lo que provoca su muerte porque Pedro lo asesina para salvarlo. Como hemos visto, con la técnica de la nominación, el dramaturgo logra crear un efecto de extrañeza o desmitificación de la figura de María y de los otros personajes, lo cual concuerda con la visión de mundo del autor. En síntesis, cada uno de los personajes de Los condenados proyecta su problemática religiosa-existencial y van en búsqueda de la paz de Dios que a fin de cuentas es caldo de cultivo para la angustia vital. Temas El drama Los condenados aborda una serie de temas que luego caracterizarán la obra marquesiana. Entre estos, se destacan la angustia existencial, los sueños, la realidad, la razón, la soledad, la búsqueda de Dios o

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la inmortalidad, las pasiones, la fe, el dolor y el amor. El carácter existencialista de la obra, influencia de Jean Paul Sartre y Albert Camus, surge de la agónica contradicción entre el deseo de inmortalidad, que se materializa en el hambre de Dios y, a su vez, la huida de Este. Los diversos temas se plantean en forma antinómica, formando binomios cuyos elementos se contraponen. En contraposición a la búsqueda de la Divinidad emerge la “fuga” de Dios. Se trata del hombre que a la misma vez que busca a Dios huye de Él, lo cual se percibe especialmente en el personaje de Miguel. Por eso le dice a uno de los personajes: “No te pese, José. Es dulce el dolor cuando nos lleva a Dios. Lo horrible es buscar el dolor para poder apartarnos de Dios” (Marqués, Los condenados 21). La situación de Miguel, el protagonista de la obra es contraproducente, toda vez que su acercamiento a Dios se halla matizado por el pecado de la soberbia porque cuando cree estar cerca de Dios comete el error de querer poseerle dándole lugar a la soberbia y a la creencia de que es elegido de Dios de modo que el mismo amor que debiera salvarle le pierde, lo cual constituye el más grande pecado. Esto explica la actitud contradictoria de Miguel, quien exhorta a Rodrigo a buscar el camino hacia Dios; pero le tilda de soberbio cuando este tiene una experiencia que considera relevante y sobrenatural. Pedro señala, ante tal actitud, que Miguel no es un místico en busca de Dios, sino un místico en fuga de Este. Esta búsqueda es un problema religioso que, en trabazón con la angustia existencial, constituye la columna vertebral del drama. El camino de Dios significa martirio. Es por eso que Miguel, orientando a Rodrigo, señala: “...

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si el camino de Dios no significara lucha, angustia, tortura, muy poco sería su valor para el hombre” (Marqués, Los condenados 26). El pueblo cercano al borde del páramo es una “marmita” en la cual los personajes, obsesionados y adoloridos, se cuecen hasta sentir dolor en todas las esferas del ser. La dicotomía antinómica carne-espíritu se unifica ante el dolor, de manera que el efecto de este en la carne trasciende al espiritual tornando la existencia en tormento; y la búsqueda de la paz, en obsesión morbosa: MIGUEL. Sí, José, me duele la carne. JOSÉ. ¿Solo en tu espalda? MIGUEL. No, José. Toda la carne me duele. También en el corazón. JOSÉ. A mí me duelen todas las células de mi cuerpo. (Marqués, Los condenados 14) Las pasiones en contraposición con el amor a Dios aparecen en el drama que se produce en el interior de algunos personajes que proyectan la lucha entre los apetitos carnales y el anhelo espiritual de encontrar la paz. Se trata del hombre finito y limitado por su naturaleza carnal que se plantea que el amor perfecto y absoluto es solo atributo de Dios. El amor del hombre, por su naturaleza caída, resulta imperfecto y ofensivo pues nace del corazón, “nido de pasiones” (Marqués, Los condenados 54). El ser humano por su egoísmo no se conforma con amar a Dios, sino que quiere poseerle dándole lugar a la soberbia y a la creencia de que es elegido de Dios. De modo que el mismo amor que debiera salvarle le pierde, lo cual constituye su más grande pecado. Las pasiones son óbice para la salvación, por eso Miguel le señala: “…hay que dominar las pasiones, José, todos los sacrificios serán po-


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cos para no caer en tentación” (Marqués, Los condenados 12). La dualidad carne-espíritu resulta más evidente en el personaje de José toda vez que en su mente desfilan grandes deseos que son producto de su insatisfacción como hombre. Por eso, Pedro le dice: “Yo soy el que comprendo todo el horror de su carne ardida en pensamientos de ella y de ellas” (Marqués, Los condenados 8). En el personaje de Rodrigo también se percibe que la carne es un obstáculo para alcanzar a Dios. Por eso, le dice a Miguel: “Y tú me hablaste del camino hacia Dios… pero yo no estaba preparado. La carne…la maldita carne” (Marqués, Los condenados 25). El tema de los sueños en oposición a la realidad se evidencia en dos personajes que se polarizan en uno y otro extremo. Pedro representa la realidad; y José, los sueños, la fantasía, la casi locura. Tanto es así que Pedro se considera a sí mismo el factor determinante para que José no se suma en la locura. Dios es el mayor sueño del hombre y este está obligado a afrontarlo desde su individualidad. Es por eso que Pedro señala a Rodrigo: […] Ahora estás solo ante el Gran Sueño de Dios (Marqués, Los condenados 33). En contraposición a los sueños emergen los temas de la realidad y la razón, los cuales figuran como elementos superiores a los sentimientos e ideales del hombre. Pedro se perfila como un Sancho Panza, presto a traer a la realidad a los demás personajes que se hunden en el “abismo” de los sueños: PEDRO. ¡Cuidado, Miguel! También tú has sido fe y corazón. Y yo he sido corazón para entender el tuyo. Y he sido fe para sentir la tuya. He cultivado tus sueños... Pero he sido también razón y

realidad. He sido la realidad que te ha atado a la tierra cuando los sueños te elevaban hasta el vértigo. He sido la razón siempre a tu lado para impedir que sucumbieras y, cuando no estuve a tu lado, cuando estuviste solo en el monasterio, los sueños te arrastraron al borde del abismo. Fe y corazón, Miguel. Sí, fe y corazón, pero la razón detrás y la realidad también, como dos perros de presa prontos a devorar los sueños si estos traicionan la vida (Marqués, Los condenados 59). La lucha por racionalizar la fe es una constante en el drama. Se establece el conflicto entre ambas tendencias y al no poderlas armonizar emana el elemento trágico. En Los condenados, el ser humano se muestra incompetente ante su propia realidad. La comunicación aparece como una aspiración que no se logra realizar ocasionando la neurosis vivencial. Tanto la esencia de ser humano como el misterio de Dios se yerguen como zonas inescrutables. Es a causa de esto que José apunta: “¿Cómo es posible penetrar el misterio de Dios si no puedo siquiera descifrar el misterio de los hombres?” (Marqués, Los condenados 9). Símbolos En el universo imaginario de Los condenados, se yerguen una serie de símbolos que contribuyen a la significación total del drama. El sol, como en otras obras de René Marqués, es símbolo de la realidad insondable. En la mitología griega este es considerado como “el portador de la conciencia. Lleva consigo el día. El soñador no mira el sol de frente” (Pérez 389). En el drama el

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ELBA TORRES CRUZ Sentido y significación de Los condenados, drama de René Marqués

sol resulta “hiriente cegador, implacable” (Marqués, Los condenados 9) al igual que la realidad. De igual forma, el páramo con sus características –aridez, sol abrasador, polvo, soledad– es símbolo de la condición espiritual en que viven cada uno de los habitantes de la cabaña de Miguel. Se trata de vidas desoladas y secas que luchan por alcanzar la felicidad, una especie de purgatorio en el que la angustia existencial se pasea libremente. Por eso, Miguel flagela su cuerpo, pues para conocer el cielo es preciso conocer primero el infierno. Para José, el lugar es como una marmita en la cual los hombres se cuecen lentamente. El páramo es representativo de la muerte y la antítesis del paraíso. El pozo carente de agua, símbolo de vida y purificación, viene a reiterar esta idea. La lluvia llega con mal tiempo; igual al que viven los personajes en un lugar condenado a la sequía eterna. La idea vidainfierno-muerte se establece en la visión de la existencia como dolor, sufrimiento y pena en un lugar idóneo para esa realidad. La flor del páramo se destaca como un elemento contrastante con los demás símbolos de la obra. Esta solo florece con la lluvia y simboliza los sueños e ideales del hombre en medio de la angustia metafísica. Cabe señalar que el personaje de José logra conseguirla, pero paradójicamente su triunfo se trueca en muerte; lo cual reitera el significado total de la obra: el hombre ante los sueños o ante el gran sueño de Dios y la imposibilidad de alcanzarlo exitosamente. La serpiente del páramo, como en la tradición cristiana, es símbolo de pecado, maldad y discordia. Es esta quien mata a José, mientras este buscaba la flor del páramo. Este símbolo representa los obstáculos

que enfrenta el ser humano para alcanzar sus sueños en un mundo de condenados en el que deambulan unos personajes agónicos en la búsqueda de Dios y de la imagen esencial del hombre. Los cuatro cestos a medio hacer, por su parte, simbolizan la vida de cada uno de los cuatro habitantes del páramo, quienes tejen con fibras secas su existencia. Por eso es que mientras José teje apunta: “No encuentro sentido a esto, Miguel. Nos pasamos la vida tejiendo cestos que no necesitamos. Es cierto que Pedro vende algunos en el pueblo. ¿Pero para qué queremos dinero en este desierto?” (Marqués 20). Solamente el personaje de Pedro, quien es también razón y realidad, les otorga un fin utilitario a los cestos. Técnica y lenguaje El drama se divide en tres actos clásicos en los que la acción transcurre sin interrupciones pues no hay cambio de escenografía. El segundo acto se divide en dos cuadros que otorgan mayor variedad a la obra dramática sin impedir el transcurrir rápido de la acción. El autor, quizás por ser una de sus primeras obras, no hace gala de técnicas teatrales novedosas como planos simultáneos de acción, fluir de conciencias o retrospecciones, música e iluminación que luego caracterizarán su dramaturgia. El diálogo y el desarrollo de los hechos describen los antecedentes históricos de cada uno de los personajes hasta urdir el conflicto metafísico-religioso que plantea la obra. El momento de más carga dramática es cuando Pedro, de forma paradójica, asesina a Miguel cumpliendo con la misión de salvarle de los sueños que lo alejan de la visión racionalista de la vida. El profundo conflicto interno

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planteado en el drama rebasa los límites de los personajes y asume proporciones universales. La forma en que terminan los actos, el diálogo y los momentos de crisis espiritual están regidos por la sobriedad que produce el dolor, la miseria y la lucha que constriñe a los personajes. Se trata de un drama intenso, de lenguaje escueto, con algunos elementos retóricos que por la tensión emotiva a veces se inclina a la lírica. En síntesis, René Marqués plantea en este drama de carácter metafísico preguntas que aluden a enigmas como la esencia del hombre en trabazón con la búsqueda de la inmortalidad o lo que es igual, la búsqueda de Dios. La lucha entre la fe y la razón, conceptos que no armonizan, da lugar a la tragedia; de modo que solo queda la condenación, la muerte del ser humano, quien trata de afirmar su voluntad de vida sobre la muerte, tal como Sísifo que emprende una y otra vez la subida al monte cuantas veces baje la piedra a los infiernos. Notas 1 Para la realización de este trabajo, se utilizó el libreto que los actores manejaron en el estreno mundial de la obra en octubre de 1982 durante el XVI Festival de Teatro en Homenaje a René Marqués. Las citas corresponden a la paginación de este libreto. Nos hemos tomado la libertad de corregir los errores ortográficos que aparecían en el libreto. 2 Ver Rodríguez Ramos, E. “Aproximación a una bibliografía: René Marqués”, Sin Nombre, vol. X, no. 3 oct.-dic. 1979, p. 34. En esta se indica que esta obra se escribió antes de 1947. Vázquez Álamo, F. Prólogo. Teatro: El hombre y sus sueños, El sol y los Mac Donald. Río Piedras, Cultural,

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1974, p. 9. indica, por su parte, que René Marqués destruyó Los condenados en 1947 antes de su viaje a España. En la página de la Editorial Plaza Mayor, se indica que René Marqués la escribió en 1941. Plaza Mayor, “René Marqués”, enero 2020, https://www. editorialplazamayor.com/autores/rene_marques.htm. El libreto que se utilizó para el estreno de la obra en el XVI Festival de Teatro en Homenaje a René Marqués es el de 1951, fecha en que aparentemente el autor reescribió el drama. Bibliografía Marqués, René. Los condenados. Drama inédito, 1951. _____.Teatro: El hombre y sus sueños, El sol y los Mac Donald. 2da. ed., Río Piedras, Cultural, 1974. _____. “Pesimismo literario y optimismo político: su coexistencia en el Puerto Rico actual”. Ensayos (1953-1971). 2da. ed., Barcelona, Antillana, 1972, pp. 45-84. _____. “El cazador y el soñador”. En una ciudad llamada San Juan. 5ta. ed., Río Piedras, Cultural, 1983, pp. 209-224 Pérez Rioja, J. A. Diccionario de símbolos y mitos. Madrid, Tecnos, 1971. p. 389. Rodríguez Ramos, E. “Aproximación a una bibliografía: René Marqués”. Sin Nombre, vol. X, no. 3, oct.-dic. 1979, p. 34.


ROBERTO ECHEVARRÍA ROBERTO ECHEVARRÍA MARÍN MARÍN Estructuras de sentimiento la narrativa Exégesis 3en Segunda Épocade René Marqués

Estructuras de sentimiento en la narrativa de René Marqués A la memoria de Doña Adolfina Villanueva

Introducción ené Marqués lega una obra visionaria: plantea problemas políticos, económicos y sociales que aún aquejan a Puerto Rico. La crisis hipotecaria, el empobrecimiento, el consumismo, la violencia social y política, la intolerancia religiosa, la desnacionalización de la economía, el patriarcado, la parcialidad política de los tribunales y las consecuencias perniciosas del colonialismo, entre otros, se abordan en su trabajo. Más aún, estos asuntos consignan algunas de las experiencias personales y colectivas que vivió y atestiguó el escritor. En ese sentido, su conciencia social permea su literatura. Nos ofrece una lectura del Puerto Rico de sus días que sigue vigente. Si, como escribe Raymond Williams en Marxism and Literature, la conciencia práctica cuestiona al poder, René Marqués desarticula el discurso abstracto propagandista del gobierno sobre las presuntas bondades del Estado Libre Asociado. Contrapone la versión oficial a la difícil realidad que enfrentan, por ejemplo, los puertorriqueños empobrecidos y marginados. Nos enfrenta con el impacto deshumanizante que tienen las políticas coloniales sobre la vida de los individuos (Williams 67).

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Marqués desmantela imaginarios sociales dominantes, representa las voces, los gestos y los sentimientos de personajes comunes, problematiza la realidad nacional de su tiempo espacio y muestra compromiso personal con su patria. Como se sabe, el escritor aboga por la independencia de Puerto Rico y por una sociedad de inclusión económica, social y cultural. Sus universos narrativos acogen las vivencias de las oprimidas y de los oprimidos; seres humanos macerados por experiencias de represión, angustia y privación. Aborda las relaciones de género y denuncia la violencia física e institucional que sufren las mujeres en cuentos como “Dos vueltas de llave y un arcángel”, “En la popa hay un cuerpo reclinado” y “El cuchillo y la piedra”. En su libro de cuentos Inmersos en el silencio, René Marqués exalta voces que resisten y cuestionan, voces que se asumen independientes. Juan Santos, santero, es perseguido por abrazar una filosofía artística “demoniaca” en “Pasión y huida de Juan Santos, santero”. La anciana, protagonista de “El ‘milagrito’ de San Antonio”, rechaza la admonición del Padre Luis de que se compre un santo de yeso, “como Dios” manda. Por el contrario, ella formula su propio

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juicio crítico, contraviene los 2,000 años de institucionalidad católica, mientras abraza “…el santo de pobre, trigueñito, tallado por manos campesinas en maderita buena del país”, voces como la del niño cazador que convierte su honda de instrumento de violencia en uno de paz (Marqués 1976, 25-62). De hecho, el escritor representa niños inteligentes, que evolucionan, que entienden y tratan de incidir sobre sus respectivas realidades. El escritor crea personajes femeninos extraordinarios como Juanita, quien en lucha contra un hombre y contra la sociedad, se apodera de su ser, reconoce su valía humana y se reapropia de su dignidad en una decisión valiente que “…le había devuelto su propia libertad” en el cuento “Isla en Manhattan” (Marqués 1976, 87). Erige personajes como Felícita y Matilde, Carola y Micaela en Carnaval afuera, Carnaval adentro; El Apartamiento y La casa sin reloj, respectivamente, tres obras de teatro notables pero ignoradas por la crítica. Estas son las obras que tipifico como su teatro del absurdo. Las escribe, para demostrar, entre otras cosas, que el teatro del absurdo es más lúcido, más lógico y coherente que la realidad que vive la mayoría de los puertorriqueños. Que 52% de los niños de esta colonia estadounidense vivan empobrecidos desafía la lógica; que 6 de cada 10 puertorriqueños no trabajen; que el partido político anexionista tenga un largo historial criminal, esquilmando a la nación que dice adorar; que nuestros estudiantes de escuela superior muestren pobres destrezas de lectura y de razonamiento crítico; que una junta de control colonial gobierne al Estado Libre

Asociado, una ilusión fraguada en los días de la guerra fría resulta ilógico. Las escritoras, afirma Virginia Woolf, no solo observan convenciones estéticas. Arman una arquitectura narrativa que conlleva un andamiaje ético. El estilo y la sustancia son sus elementos constituyentes. Según James Wood, la indagación moral concreta esa simbiosis creativa. Siendo así, como sugiere Wood, la literatura conjuga “…una pregunta moral y una pregunta formal” (Wood vxii). Esos elementos literarios desperezan los sentidos y la conciencia. Deshacen los silencios. Problematizan lo presuntamente normal. Desestabilizan las certezas. Esa es la dialéctica que suscita la narrativa de René Marqués. En The Long Revolution, Raymond Williams correlaciona la organización y la reorganización de la conciencia humana con la organización y la reorganización de la realidad (Williams 22). De esa estructura mental surgen los materiales que configuran la creación literaria. Es decir, la conciencia y la realidad inciden mutuamente entre sí (Williams 23). Siendo así, de la voluntad de Marqués surgen los personajes, las ideas y los temas que apuntalan su literatura. De su sentido de la estética, nacen las representaciones, las descripciones de las experiencias desde la óptica de los sujetos coloniales subalternos. Su literatura mantiene esas vivencias en la historia; es decir, sus estrategias narrativas operan como “…experiencia social todavía en proceso…”, augurando un Puerto Rico que se reapropia de su destino. Marco teórico En su libro Marxism and Literature, Raymond Williams define las “estructuras

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de sentimiento”, como una forma cultural material que acoge las vivencias del presente de los individuos. Su noción conjuga contingencia y presencia, vincula la inmediatez con el albedrío. Subraya su carácter social, la materialidad del cuerpo interactuando con individuos e instituciones, actuando, pensando y sintiendo a la luz de las situaciones que se presentan en el aquí y en el ahora (Williams 128). Estas experiencias permiten percibir la atmósfera particular de una generación o de un periodo histórico (Williams 131). Es decir, los individuos viven, evalúan y experimentan los cambios culturales, sociales e ideológicos que discurren en el fluir del tiempo. Williams reconoce que la frase “estructuras de experiencias” describe con mayor precisión ese entramado de significados y valores que adjudican los seres humanos a las prácticas materiales cotidianas. Sin embargo, ese concepto supone final, vivencias pasadas, fijas, congeladas en el tiempo. Las “estructuras de sentimiento”, por el contrario, consisten en experiencias, sentimientos y pensamientos que fluyen en el tiempo, receptivos a cambios, a evolución. Distintos grupos sociales diseminan esas estructuras, reflejando las complejidades que caracterizan toda sociedad humana. Esas estructuras, de hecho, confrontan grupos con poder y grupos sin poder. Williams las clasifica en tres grupos: la estructura dominante, la residual y la emergente. La primera engloba la red socializadora dominante. La segunda implica prácticas sociales que provienen del pasado pero que se mantienen activamente vigentes en el presente a pesar de su desvinculación o desvaloración que expresan grupos hege-

mónicos. Finalmente, lo emergente remite a estructuras de sentimiento novedosas, que diseminan “…new meanings and values, new relationships…” (Williams 1977, 123). Como se puede inferir, lo residual y lo emergente se pueden apreciar en referencia a lo dominante dado que concretan conflicto, oposición, resistencia. Williams tipifica estas estructuras como conjuntos, cuyas relaciones internas se entrelazan y se tensionan. Las estructuras de sentimiento correlacionan con lo vivo, lo activo, lo subjetivo. El arte y las estructuras de sentimiento tienen algo en común: comunican, se contraponen a lo fijo, a una totalidad monolítica, impermeable al pasado. Algunos quisieran remitir la experiencia humana al pasado, y convertirla en inorgánica, transmutarla en formas fijas, congeladas en el tiempo, desvaneciéndose “…la presencia vivida…” (Williams 1977, 128). Se intenta así disociar las experiencias negativas que viven los individuos de sus implicaciones ideológicas. Se trata de ocultar el papel de las instituciones en favor de sectores dominantes, validando imaginarios que descalifican experiencias y visiones alternas. Creo que René Marqués contraviene esa cartografía esclerótica; el escritor conjuga verosimilitud y artificio para mantener esa presencia vivida y sentida por los puertorriqueños sobre la mesa. Su literatura enmarca diversas estructuras de sentimiento que todavía nos interpelan, cada palabra expone su contemporaneidad, mantiene sobre el tapete problemas sociales irresueltos, porque, después de todo, “…the making of art is never in the past tense. It is always a formative process, within a specific present” (Williams 1977, 129).

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Vigencia de la narrativa de René Marqués René Marqués deconstruye la visión burguesa de la existencia humana. Crea personajes que representan sectores amplios de la sociedad: una sirvienta mulata, personas empobrecidas, trabajadores, poetas, músicos, niños, mujeres y hombres de distintas clases sociales para visibilizar experiencias y sentimientos que desmantelan la versión oficial; para desplegar saberes y sentires menospreciados, para cuestionar al orden existente. Contrapone su literatura a los discursos complacientes del poder imperial y colonial en tiempos de notable represión y de creciente inequidad socioeconómica. En su arquitectura narrativa, Marqués devela la verdad literaria. Asume el papel de rebelde, del escritor que aboga por una nación libre e inclusiva. Propone nuevas relaciones sociales que restauren la humanidad y la dignidad de todo individuo; defiende un sistema económico que provea las necesidades materiales de los seres humanos en correlación con el desarrollo de facultades intelectuales y creativas. Aboga por una sociedad que camina hacia el futuro movida por el bien común. “Otro día nuestro” En una ciudad llamada San Juan se publica en 1960. La humanidad ha atestiguado el uso inmoral de poder que ha caracterizado a Estados Unidos: bombardeos atómicos sobre poblaciones civiles, el golpe de Estado iraní que llevó al notorio Shah al poder, el golpe de Estado a Jacobo Arbenz que sumió a Guatemala en un baño de sangre de 40 años, el asesinato del dirigente histórico congolés Patricio Lumumba, fraguado por los gobiernos de Estados Unidos y Bélgica,

entre tantos otros desafueros del poder de triste recordación. Esos eventos pesan en la conciencia de René Marqués y configuran, en gran medida la riqueza ideológica de su obra, abonan al despliegue de estructuras de sentimientos desperezadas de un pasado inerme e inerte. En su prólogo al cuento “Otro día nuestro” en el libro homónimo, “[El autor] solo ha querido dramatizar un problema del hombre moral en el hombre histórico: el descubrimiento quizás más espantable que pueda hacer un hombre, el de saber que vive una época que no le corresponde” (Marqués 19). Sin embargo, creo que el cuento implica muchas otras ideas importantes por cuanto las palabras y las actitudes de la voz narrativa, los pensamientos, los gestos y la mirada del protagonista concretan premisas políticas, históricas y culturales oposicionales. Más aún, el escritor problematiza la versión oficial sobre el estado del país al desplegar estructuras de sentimiento de individuos comunes en su obra. Los grupos dominantes suelen ignorar las vivencias de los individuos porque sus experiencias de empobrecimiento, de privación económica, de precariedad existencial evidencian la injusticia que el poder trata de ocultar mediante discursos abstractos que generalizan y distorsionan la realidad nacional. Si “Las formas sociales son evidentemente más reconocibles cuando son articuladas y explicitas”, la personificación del personaje representa experiencias alternativas (Williams 1977, 130). El ideario de ese hombre agobiado por cansancio físico y existencial propone estructuras de sentimiento contrapuestas al coloniaje. Percibe que el poder no logrará suprimir el desarrollo histórico de su patria. La califica de “nación en ciernes”, implicando

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que el fluir de los eventos rebasan al control de Washington. El hablante traza paralelos entre el maestro político, quien vive bajo arresto domiciliario, torturado mediante irradiación de rayos y Jesús de Nazaret. Le abruma una sensación de soledad similar a la que padeció el Cristo crucificado. “Maestro”, le han dicho, “tiene usted rostro de Cristo” (Marqués 53). De la misma forma en que Roma consideró que el judío desafecto amenazaba el interés imperial, Washington consideraba que este hombre de piel negra amenazaba los intereses del imperio. De hecho, en su libro Raíz y ala, don Francisco Matos Paoli califica a Albizu de “…Cristo puertorriqueño que defendía la libertad de la patria a todo trance, sin miedo alguno”. El protagonista del cuento imagina valores y respuestas para valores y respuestas inexistentes. Intuye que existen mejores estructuras de sentimiento que encausen el bien común. Si se padecen aflicciones del alma es porque la realidad material engendra insatisfacción, es porque los dados de la vida están cargados contra la inmensa mayoría que lucha por acceder a una vida digna. Aunque René Marqués insiste en que el cuento nace de la imaginación, y que se desvincula de referente conocido alguno; se podría inferir razonablemente que el escritor reflexiona sobre un Albizu privado de su libertad. De manera, que mi reflexión parte de la premisa de que el patriota ponceño es el sujeto de su imaginación creativa. Su encierro, su sentido de dignidad, el respeto que evoca, nos permite inferir, reitero, que hablamos de Albizu. Marqués recurre a la ficción para desplegar una estructura de sentimiento desconocida para muchos: que el lector experimente el drama humano de

un alma superior a su tiempo, de un espíritu que acoge como suyos los reclamos de los trabajadores en momentos históricos azarosos en qué propuestas de reforma estructural al capitalismo se descalifican bajo la conveniente etiqueta de “subversivo”. El personaje siente y muestra afecto por todos los puertorriqueños. Observa un Cristo labrado en madera que le obsequiaron “Manos de mis hermanos. Madera de mi tierra” (Marqués 44). Corresponde al saludo de un joven vecino con una sonrisa, y con la frase “Buenos días, hijo mío” (Marqués 47). Es decir, no simplemente acoge el ideario del Cristo de madera rústica, vive el ideario, proclama y actúa conforme a sus valores. Pero es un amor, que, como el Cristo bíblico, suscita conflicto; le convierte en paria porque ese afecto acciona prácticas políticas que contravienen al orden establecido. El sacrificio supremo: el amor le lleva a entregar su propia vida para tratar de rescatar la soberanía nacional, de salvar a los perseguidos por el capitalismo y de colonialismo. Así lo sentencia la voz narrativa: “Porque él no había venido a traer la paz” (Marqués 51). Marqués implica que, a pesar de sus circunstancias negativas, el personaje expresa optimismo y confianza en que Puerto Rico será un país libre con un sistema socioeconómico de equidad y justicia. La evolución del mundo natural y su fortaleza espiritual iluminan la lectura positiva del líder nacionalista. Esa conciencia social refulge en los binarios que se mencionan en el cuento, entre otros, tronco/viga; dolor/belleza; cielo manchado/cielo límpido; agua sucia/agua limpia; vida/muerte; paz/conflicto; luz natural/luz artificial; juventud/vejez; bandera nítidamente doblada/ropa ajada; zona de luz/zona de sombras.

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Se contemplan esos elementos contrastantes como metáfora del fluir natural de todo lo material; todo cambia y evoluciona para bien. La presente indefensión política del país, por lo tanto, es temporera. El escritor organiza estructuras de sentimiento para proponer al Estado Libre Asociado como problema y no como solución. En ese sentido, abogar por la independencia nacional supone una expresión política residual por cuanto ese ideario proviene del pasado, planteado por personajes históricos como Ramon Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Lola Rodríguez de Tío y Luisa Capetillo, entre otros. Raymond Williams expone la importancia del concepto: “The residual, by definition, has been effectively formed in the past, but it is still active in the cultural process, not only and often not at all as an element of the past, but as an effective element of the present” (Williams 1977, 122). El cuento despliega el drama, el conflicto interior que estremece a un alma sensible consciente de que sus partidarios están muriendo, de que luchar por un Puerto Rico soberano conduce a la muerte o a la cárcel. La profundidad material y psicológica con que el escritor delinea este personaje, lo vívido de la narrativa, que revela las ambigüedades que conturban el espíritu sensible del hombre, es magistral. Así, por ejemplo, el hombre agradece un nuevo día a Dios, pero desea la muerte; se viste cuidadosamente una mañana disponiéndose a salir a la calle solo para recordar que no tiene donde ir y concibe la cárcel como un espacio de paz. Creo que el protagonista de “Otro día nuestro” lee correctamente su tiempo. Algunos puertorriqueños viven estructuras de experiencia agradables producto de un

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momento histórico favorable. Son los días posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial. La gente comienza a considerar las bondades de un consumo ilimitado. Se transmite la idea de progreso ininterrumpido validado por casa y auto propios. Su visión, sin embargo, rebasa la de sus conciudadanos. Sabe que esta clase media incipiente disfruta de una bonanza cíclica, que proviene de una economía colonial que incrementa el peculio del capital absentista, que favorece a quien se enriquece del sudor ajeno. Es consciente también de que la calidad de vida que experimentan sectores del país en los días de la posguerra ha excluido a muchos conciudadanos; los arrabales ofrecen evidencia irrefutable. El maestro identifica lo fugaz del brillo dorado, los dolores futuros que soliviantaran un avance económico contingente, fortuito ante una Europa y una Unión Soviética destruidos. El protagonista de “Otro día nuestro” centra su atención en trazos oscuros que develan sobre la blancura del cielo los efectos negativos de la máquina industrial. Estos aparatos destruyen la naturaleza para beneficio de la elite económica. El daño ambiental, tal vez el asunto más urgente que encara la humanidad en el siglo XXI, revela la crudeza de la relación colonial con Estados Unidos; los entornos naturales sucios descubren los efectos insidiosos de una política económica que opera como buque insignia de la desposesión y destrucción de los recursos naturales. La mirada del hombre admira lo prístino del ambiente, trocado en una fábricaarchipiélago con el fin de enriquecer al capital absentista. El personaje fetichiza a la ciudad capital, y se la imagina escurridiza, estremecida por estruendos y máculas que


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denuncian el albedrío anárquico del nuevo potentado. Visión y audición se conjugan para develar la experiencia contingente que suscita la estructura de sentimiento que está viviendo. “La ciudad amada” siente la discordancia que confirma su cosificación por Estados Unidos. La voz narradora implica que la ciudad se acoge al silencio, actitud subalterna tradicional de sujetos colonizados. Las “manchas negras” y “los mil ruidos” concretan la voluntad y el menosprecio del dominador. El silencio y la inacción remiten a lo que se espera de gente presuntamente inferior, incapaces de gobernarse a sí mismos” (Marqués 1977, 47). La creación imaginativa del arecibeño contrasta el presente tecnológicamente intervenido con un pasado ajeno a las heridas que inflige la máquina. El protagonista, por ejemplo, imagina el ruido que produce el camión de la basura como un “…crepitar metálico de tambores monstruosos”. Le parece que la modernidad industrial proclama impúdicamente su capacidad deshumanizadora. El personaje recurre a un lenguaje escatológico para explicar su intrusión en la sociedad. La concibe como una “…máquina infernal [que] parecía un tanque bélico…” (Marqués 1983, 45). Trata de resistirse a la seducción, pero confiesa que un instinto destructivo, “…una atracción diabólica…” se apropió de su voluntad, y le movió a ir al balcón para contemplar el aparato grotesco en contra de su voluntad. Reflexiona y considera que la máquina amenaza todo lo que ama. Esta intrusión industrial, no obstante, no tiene lugar al azar. El demonio conoce sus afectos y usa ese saber para atacarle. Emplea esos objetos para provocarle sufrimiento y debilitar su fe destruyendo los espacios que ama. Además, el hombre se siente en

armonía con las fuerzas universales de luz, lo que lo convierte en objeto de ataque: “Entiende claro por donde el demonio va a dar su golpe…” (Marqués 1983, 46). Desarticular las estructuras de sentimiento dominantes, parece implicar el escritor puertorriqueño, comienza cuando un individuo concibe que las cosas pueden ser distintas y generan preguntas. ¿Cómo explicarse el egoísmo, la avaricia, la violencia, el desinterés por los demás? ¿Cómo explicarse la miseria que supura la opulencia? El personaje intuye que el mundo material no puede responder. El mundo natural, por el contrario, arroja luz. Las respuestas, por lo tanto, moran en lo trascendente. Con la entereza psíquica de Jesús de Nazaret, el hombre abraza su martirio: “Gracias, Dios mío, por este día nuevo que añades a mi vida” (Marqués 1983, 22). Por otro lado, el lector sabe lo que no conoce el personaje: al igual que Cristo, el líder está siendo torturado. Se pregunta, con respecto a la torre de la estación naval: “¿Por qué siempre [los reflejos intermitentes] han de dar a mi habitación?” (Marqués 1983, 25). Y es que la tortura es un instrumento de represión, inherente a la relación colonial, una relación desigual de fuerzas. Torturados fueron los viequenses y los culebrenses desde el momento en que fueron desalojados de sus hogares sin su consentimiento para convertir estas islas municipio en campos de tiro al blanco, como torturada fue Milivi Adams, la niñita viequense de cinco años que murió de cáncer, como torturados fueron todos los viequenses que inhalaron uranio enriquecido, según denuncia Valeria Pelet en su artículo “Puerto Rico’s Invisible Health Crisis” en The Atlantic el 3 de septiembre de 2016.

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La resistencia viequense, en mi opinión, problematizó el uso destructor de la tecnología de manera similar a René Marqués. La naturaleza viequense ha sido destruida por la Marina mediante una tecnología puesto al servicio del poder en menoscabo de la salud y la vida misma de los viequenses. Se podría argumentar, por tanto, que el protagonista, además, encarna al Puerto Rico que sufre las consecuencias nocivas del colonialismo estadounidense. “Tres hombres junto al río” El cuento “Tres hombres junto al río”, como sabemos, trata sobre tres taínos que deciden ahogar a Diego Salcedo en el río Grande de Añasco para comprobar si los españoles eran dioses. Al menos eso dice la leyenda. El escritor representa esa escena para propósitos narrativos. La voz narrativa contrapone el orden de la tierra al orden de los dioses. Se implica que el ciclo de vida material conlleva evolución, dado que el ámbito espiritual es “…inmutable” (Marqués 1983, 20). Los tres hombres se proponen cuestionar su propia premisa con respecto a la inmortalidad de los españoles. Para ello, recurren a la experiencia empírica del experimento. Los taínos expresan estructuras de sentimientos que conjugan el temor, la incertidumbre; tratan de defender sus prácticas culturales y sus modos de vida ante la irrupción violenta de paradigmas sociales desconocidos, que subvierten su idea del mundo conocido. Chocan las ideas del momento inacabado y el momento acabado. Para los españoles, la sumisión a los reyes y a la Santa Iglesia Católica constituyen momentos únicos, prácticas sociales y culturales inmutables. Cuestionar se paga

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con la vida. Se trata de responder a lo que Michel Foucault llama “monumentos”, esas edificaciones sociales imaginarias que se condensan en un momento detenido en el tiempo (Foucault 1972, 7). Al proponerse ahogar a Salcedo, los taínos exhiben una actitud de ruptura, de resistencia al poder luego de experimentar la incomprensión y el estupor al toparse con gente rara, descalabrando su noción del mundo conocido. Sus estructuras de sentimiento, sus formas tradicionales de cultura material, desde su orden social hasta su cosmogonía, han sido destruidas por hombres que hablan de un rey y de un dios ignotos. Este pueblo originario asocia la violencia española con el color de la piel como fundamento de la diferencia, reconocen la otredad por su crueldad; se perdía la vida para beneplácito de alguien poderoso “…que tenía ese color absurdo del casabe…” y de un dios que avala la desposesión violenta de tierras, hombres y mujeres (Marqués 1983, 20). Las certezas han perdido su norte. Ahora era como si “… el hombre sólo fuese una flor de majagua lanzada al torbellino de un río, flotando apenas, a punto de naufragio, girando, sin rumbo ni destino…” (Marqués 1983, 20). De modo similar al cuento “Otro día nuestro”, los protagonistas recurren a una perspectiva escatológica para explicar su triste realidad. Las formaciones de sentimiento religiosas taínas enmarcan de manera crítica su evaluación de las nuevas divinidades: “… la vida libre es la luz. Y la luz ha de poner en fuga a las tinieblas…Pero ocurrió la catástrofe. Y los dioses vinieron a habitar entre los hombres. Y la tierra tuvo un nombre, un nuevo nombre: Infierno” (Marqués 1983, 20-21). Lo vivido, lo pensado y lo sentido


ROBERTO ECHEVARRÍA MARÍN Estructuras de sentimiento en la narrativa de René Marqués

conjugan la perspectiva del momento que se vive o de los escenarios que se encaran. Las estructuras de sentimiento de estos tres sujetos en el mundo conllevan oposición: “The joining together of a socially phenomenological interest in the world of things, accompanied by an attention to historically specific moods and atmospheres, is…a way of mobilizing the critical potential of ‘structures of feelings’ towards important mundane cultural phenomena” (Highmore 2016, 145). O como expone Michel Foucault: “Where there is power, there is resistance…” (Foucault 1990, 95). Los tres hombres se aventuran en lo desconocido; emprenden el experimento sin conocer su desenlace, actitud que presupone valentía y deseo de saber, de vivir y sentir mediante nuevas experiencias de vida, estremecidos por la trepidación que les provoca esta nueva batalla contra los personeros de las tinieblas, expresión de la voluntad que se materializa en un rechazo crítico a los imaginarios sociales españoles. Ellos desarticularon la clausura que supone la historia oficial, un discurso tendencioso que colapsa sobre sus propios fundamentos sociales, políticos y culturales endebles, imaginarios. Al principio del cuento, una hormiga se aventura a explorar el canal auditivo de Salcedo; supera una reticencia momentánea y allana el camino para que las demás hormigas se desplacen al interior del cadáver de Salcedo. El escritor puertorriqueño implica que la curiosidad antecede el deseo de saber y el deseo de saber suscita análisis y el encuentro con la verdad. La novedad, la inminencia de un saber genera temor. La naturaleza opera como referente de la voz narrativa: “Vio la hormiga titubear un ins-

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tante y al fin subir decidida por el lóbulo…” (Marqués 1983, 19). De esta manera, el autor traza un paralelo entre la colectividad de las hormigas y la de los seres humanos. La voluntad del individuo armoniza con el albedrío colectivo. Los españoles habían dislocado las certezas ancestrales de los taínos. Tal parece que los dioses han condescendido a morar entre los mortales. Los tres hombres no solo habían desafiado las percepciones originales de sus congéneres sobre los recién llegados, además cuestionaron la premisa ingenua de Agüeybaná: “Mis amigos son dioses…” (Marqués 1983, 22). El protagonista rechaza el origen divino que sus contemporáneos le adjudican a los españoles. Rechaza también el ideario político, cultural y cosmogónico de los invasores. Su evaluación crítica le lleva a investigar, a tratar de descubrir la verdad mediante experiencias materiales que le permitirán conocer la realidad de primera mano, sin mediación. Se propone, por tanto, desarticular el imaginario español sobre el llamado nuevo mundo y el imaginario de su propio líder político sobre los recién llegados. El escepticismo permea su rebeldía: “No creo en su poder. No creo” (Marqués 1983, 21). Inclusive, no se deja engañar por la aparente afabilidad de los españoles, descifra los gestos de los extranjeros. Su mirada trasciende lo superficial y descubre la fragilidad física de estos presuntos dioses. Más aún, el protagonista examina con rigor la nueva religión. Interroga sus supuestos éticos y morales, contrastando sus discursos con sus actos: “Ellos sonreían cuando odiaban: Tras de su amistad se agazapaba la muerte. Hablaban del amor y esclavizaban al hombre. Tenían una religión de caridad y perdón, y flagelaban las espaldas de aquellos


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que deseaban servirles libremente” (Marqués 1955, 21). Esta cita sugiere una relación intertextual con el Hamlet Shakesperiano: “O villain, villain, smiling, damned villain… That one may smile, and smile, and be a villain…” (Acto 1, escena 5, 105-109). No es de poca monta lo que se proponen llevar a cabo: desarticular las identidades imaginadas que tratan de legitimar los españoles y el propio Agüeybaná el Viejo. De hecho, como se expresado, en su obra, René Marqués propone que resistir y cuestionar al poder son facultades inherentes a todo ser humano. Así lo percibe también Raymond Williams: “…no…dominant social order and therefore no dominant culture ever in reality includes or exhausts all human practice, human energy, and human intention” (Williams 1977, 125). Williams y Marqués coinciden, por separado, en que los individuos pueden entender su realidad, y, al menos, tratar de modificarla. Más aún, ambos creen que todos los seres humanos son creativos: “The emphasis that matters is that here are, essentially, no ‘ordinary’ activities, if by ‘ordinary’ we mean the absence of creative interpretation and effort. Art is ratified, in the end, by the fact of creativity in all our living” (Williams 1977, 37). “En la popa hay un cuerpo reclinado” Deseo cerrar esta reflexión con el cuento “En la popa hay un cuerpo reclinado”. El cuento trata sobre un hombre atormentado por sus circunstancias personales. El personaje termina matando a su esposa y cercenándose el pene. Adelanto mi hipótesis: Ese acto violento contra sí mismo simboliza su ruptura con el patriarcado; concreta el rechazo a las imposiciones inherentes a la masculinidad socialmente construida y a la

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incipiente economía de consumo. Recurre a la violencia para destruir a los que, a su juicio, son los dos focos de tensión interna y externa. Este acto de violencia, en respuesta a condiciones materiales, nos lleva al concepto Freudiano de Tanato o pulsión de muerte. Nótese que Marqués usa unas líneas del sobrecogedor poema de T.S. Eliot, “The Waste Land” a modo de epígrafe. En este poema extraordinario, Eliot reflexiona sobre lo que le parece ser la cultura degradada y degradante de Occidente. Marqués parece expresar una idea similar sobre Puerto Rico. A través de su fluir de conciencia, el maestro, integrante de la incipiente clase media baja, evoca momentos desagradables de su vida. Estos incidentes comienzan con su madre. Recuerda, por ejemplo, que quería usar zapatos cómodos pero su madre le obligaba a usar los que le aprietan porque “son los que quedan bonitos”; quería ser escritor pero su madre decía que esa no es una meta decorosa, que su destino es ser maestro porque viviría una vida libre de privaciones económicas; ama una joven de piel negra, pero su madre señalaba que tiene que ser blanca y bien nacida; quisiera tener más hijos porque se ha muerto el primogénito, pero su esposa no consiente, alegando que se le deforma el cuerpo. Su esposa aduce debilidad física para no levantarse de noche y atender al niño; le culpa de haber deformado su cuerpo por el embarazo. A pesar de que pronto perderá su casa por no poder pagarla, su esposa exige un televisor y un traje nuevo para asistir como Dios manda a una fiesta del Club Rotario. Ella creía que la felicidad la engendran “las cosas buenas que se hacen en las fábricas”. Le adjudica no tener vergüenza porque “…


ROBERTO ECHEVARRÍA MARÍN Estructuras de sentimiento en la narrativa de René Marqués

la gente decente vive en las nuevas urbanizaciones”. Ella recodifica la categoría “decente” para designar a las personas que poseen todos los accesorios domésticos de moda, que visten bien y que intiman con la llamada alta sociedad. (Marqués 1983, 102). La esposa define los deberes que le adjudica el patriarcado al esposo en los siguientes términos: “Un hombre de verdad le da a su mujer lo que ella no tiene” (Marqués 1983, 105). El maestro, por el contrario, solo busca “… vivir tranquilo, buscando un sentido de [la] vida…no logrando encontrarlo jamás” (Marqués 1983, 106). La mujer está actuando el libreto que ha suscrito la sociedad burguesa colonial. Según el imaginario patriarcal, la mujer es física, intelectual y emocionalmente débil. Este apéndice social existe para satisfacer las necesidades físicas del hombre y atender el hogar. Al focalizar sus deseos materiales, ella ilegitima la noción del bien común, y, a tono con la concepción capitalista, antepone su interés personal al de la familia. Creo que René Marqués intenta representar el impacto material de una política económica deshumanizada y deshumanizante; despliega las consecuencias de un materialismo que corroe las relaciones humanas y fulmina la acción colectiva. La familia misma, parece decir, sufre los embates del capitalismo y de la sociedad de consumo. Marqués implica que los roles de género surgen de un performance escrito por el patriarcado; dramatiza la lucha de un ser humano contra la precariedad, asunto que se ha tornado mucho más agudo en nuestros días. Estos personajes actúan conforme a normativas socializantes, practican una repetición ritual, como dice Judith Butler en

Gender Trouble, que se instala en el cuerpo y en la mente. Sus respectivas conciencias muestran cómo se ven a sí mismos y cómo se perciben en el mundo. Sus estructuras de sentimiento giran en torno a la insatisfacción, porque, según confiesa ella, “…nací para otra vida… porque la vida no tiene sentido sin un televisor” (Marqués 1983, 105). Según confiesa él, Anita, la prostituta, “…no pide absurdos” (Marqués 1983, 101). Esta es la estructura de sentimientos que predomina en el hogar. Si esta estructura es también una hipótesis cultural, como dice Williams, se enfrentan dos paradigmas culturales antagónicos. Se contraponen un sujeto moldeado por la ideología del capital, por la racionalidad del consumismo a un sujeto que aspira a liberarse de obligaciones que impone la sociedad. De manera que la situación económica y las contrastantes filosofías de vida, entre otras cosas, originan los conflictos domésticos y encausan el trágico impulso de violencia. El personaje tuvo una relación muy conflictiva con su madre. Toma a su madre como figura paradigmática conflictiva, lo que enmarca relaciones subsiguientes con mujeres con poder. Esto incluye a su madre, a la senadora, a la alcaldesa, la farmacéutica y a su esposa. Pero, y aquí viene un detalle que ignoran ciertos críticos, amaba jóvenes de piel negra empobrecidas. Esas relaciones las enmarcaba un afecto ajeno a la socialización, a las jerarquías sociales y de género. Aun sus relaciones sexuales con las “muchachas de la casa vieja” constituían momentos de disfrutan en la cual no se exigía cosa alguna. Marqués, me parece, desmantela las ideas tradicionales de género. Problematiza esa relación social y revela los artificios retóricos que sustentan la dualidad hombre/

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mujer. Las conductas y los idearios afines con esas normativas dominantes, con esas estructuras de sentimiento basadas en el asentir de las mujeres al papel subordinado, a ser el accesorio del hombre, a regir el ámbito doméstico, a recriminar al hombre cuando no se vive conforme a expectativas sociales con respecto al hombre como proveedor y jefe de familia asume proporción de crisis en este cuento. Judith Butler aclara que ella no escribió Gender Trouble desde la academia. Lo escribió desde los movimientos sociales de los que ha formado parte, recogiendo el sentir, las vivencias y los proyectos de seres humanos marginados. René Marqués, igualmente, habla desde los pueblos, desde las comunidades. Usa el arte para transgredir, contraponiendo la realidad abstracta e imaginada a la realidad vivida. En el cuento, la primera estructura de sentimiento negativa surge del hombre: “El bote pesa menos que el sentido de mi vida junto a ti” (Marqués 1983, 96). El bote le parece ingrávido contrastado con el peso existencial de su realidad conyugal y económica, una incidiendo sobre la otra. La pareja no logra armonizar con la idea tradicional de lo que es ser hombre y mujer. En ese sentido, como diría Butler, la pareja opera como un signo cultural, “…materializándose uno mismo en obediencia a una posibilidad históricamente delimitada…” (Butler 1999, 522). El protagonista percibía la parálisis del tiempo, acuciada por la sensación de inmovilidad existencial, el peso abrumador de una cotidianidad anclada en deberes normativos y expectativas sociales. Se supone que viviera una vida sin privación económica, una experiencia de comodidad económica.

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Su precariedad económica comulga con una sensación de vacío existencial. Ni el Ccapitalismo, sistema dominante de organizar la economía; ni la sociedad, operando bajo la individualidad y el coloniaje, en menoscabo de la acción colectiva y del bien común, generan experiencias de logro y felicidad. Su desencanto se metaforiza en sus brazos flácidos, inducido a consumir vitaminas que no tonificaron sus músculos, contrario a lo que pregonaba la publicidad. Experiencias negativas de diversa índole van teniendo efecto en el hombre. Socavan su fe en la sociedad y en el prójimo. Ni siquiera la religión imparte solaz. La estructura de sentimientos que experimenta el personaje opera como elemento desmovilizador. El peso de su situación induce a la reflexión, a cuestionar las certezas aprendidas: “Porque hay un absurdo cruel en el sentido equilibrio de ese alguien responsable de todo; que no es equilibrio… que no es igual a…que el mundo gire sobre un eje imaginario, porque estar aquí no lo he pedido yo, del mismo modo que nunca pedí nada. Pero exigen, piden, demandan, de mí, de mí solo” (Marqués 1983, 96). Las tensiones contribuyen a disipar una vida sin aparente sentido y sin propósito. La desesperanza corroe su alma. El maestro analiza con sobrecogedora precisión su realidad. Muestra sensibilidad y conciencia social al lamentar que el destino de las mujeres, a raíz de la política económica del gobierno, se limita a dos opciones: la fábrica o los bares. El hombre imagina cómo se sentirían esas mujeres. Por supuesto, si las estructuras de sentimiento son dinámicas y auguran un momento histórico destinado a descalabrar las maneras dominantes de convivir en sociedad, problematizarlas preludia


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el fin de la marginación y la alienación. Después de todo, las estructuras de sentimiento que siente y expresa la Nora de Henrik Ibsen en su clásica Casa de muñecas se convirtieron en realidad en la sociedad noruega. Esas experiencias sociales albergan diversos modos de vivir, pensar y sentir que pugnan entre sí, inmersos, como sugiere Filmer, en el fluir histórico del grupo: “It is always a structure of actual feeling, tied to the particularity of collective historical experience and its real effects on actual individuals and groups” (Filmer 200). Las estructuras de sentimiento surgen de formas de conciencia práctica, desplegadas en entornos sociales, vinculándose y desvinculándose de otros individuos, deslegitimando lo abstracto por su carácter ahistórico. Parafraseando a Butler, creo que el escritor enuncia una crítica radical a las categorías de género y al capitalismo. Las facultades creativas no pueden fructificar en sistema estériles. Hay quien dice que este cuento evidencia que René Marqués odia a la mujer. He examinado esa posición en mi libro Dialogismo y polifonía en el teatro del absurdo de René Márquez. No voy a repetir mis argumentos. Si ese es el parámetro, entonces tendríamos que decir que Shakespeare odia a las mujeres porque Hamlet destruye el corazón de Ophelia y tres brujas y Lady Macbeth llevan a Macbeth a considerar el magnicidio para acceder al trono. Creo que la realidad es mucho más compleja y que el autor examina los efectos de la socialización en dos seres humanos. Según Hannah Arrendt, la violencia es el resultado de la sensación de impotencia que lleva a la frustración y desemboca en agresión. Las tensiones internas y exter-

nas que agobian al maestro terminan por extinguir el amor y el deseo de vivir; eros no puede contener el poder destructor del tanatos freudiano, alimentado por pulsiones psíquicas, por crecientes presiones económicas y múltiples exigencias sociales que desembocaron trágicamente en una ruptura violenta con el patriarcado y con el capitalismo. Ambos personajes, a fin de cuentas, son víctimas del “progreso que se vive”, como solía decir Luis Muñoz Marín. René Marqués revela sus propias estructuras de sentimiento en su representación de las emociones, los sentimientos y las culturas que enmarcan los actos y las creencias de sus personajes. Al recrear esas estructuras, nos permite acceder y compartir esas experiencias. Las desplaza del desván de un pasado polvoriento para reanimarlas, para mantenerlas vivas en nuestras conciencias. Y mientras estén vivas, discurren en la historia, indetenibles, hasta el momento en que se pose un nuevo sol sobre Boriquén, clareando, latiendo con el corazón de un puertorriqueño que amó a su patria, un hombre, que con sus luces y con sus sombras, prefigura un futuro de libertad, en su expresión más amplia. Bibliografía Butler, Judith. 2007. El género en disputa. Barcelona: Paidós. Filmer, Paul. 2003. Structures of feeling and socio-cultural formations: the significance of literature and experience to Raymond Williams’s sociology of culture. British Journal of Sociology 54:(2): 199–219. Foucault, Michel. 1972. The Archaeology of Knowledge. Translated by A.M. Sheridan Smith. New York: Tavistock Publications Limited.

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Foucault, Michel. 1990. The History of Sexuality: An Introduction. Translated by Robert Hurley. New York: Vintage Books. Marqués, René. 1983. En una ciudad llamada San Juan. San Juan: Editorial Cultural. _____. 1976. Inmersos en el silencio. San Juan: Editorial Antillana. _____. 1955. Otro día nuestro. San Juan: Imprenta Venezuela. Williams, Raymond. 1977. Marxism and Literature. Oxford, Oxford University Press. _____. 1961. The Long Revolution. New York: Columbia University Press. Wood, James. 2008. How Fiction Works. London: Vintage Books.

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Hay otros peces en el mar de los milagros.


EFRAÍN BARRADAS EFRAÍN BARRADAS La víspera del macho: autocrítica y relectura Exégesis 3 Segunda Época

La víspera del macho: autocrítica y relectura

C

Cada vez que me acuerdo del ciclón, se me enferma el corazón. Miguel Matamoros, “El trío y el ciclón” (1930)

omienzo a escribir estas páginas mientras estamos a la expectativa del posible ataque de un poderoso ciclón, un ciclón que promete ser todopoderoso, un ciclón con nombre literario: Dorian. Pero apuntar estas fortuitas circunstancias no es mera nota autobiográfica que intenta marcar de manera juguetona e indirecta la fecha de composición de este texto; de ser así serían un acto superfluo, innecesario y hasta narcisista. Pero no es así porque no son estas circunstancias extrañas al texto que me interesa comentar, La víspera del hombre (1959) de René Marqués. Así es porque uno de los episodios claves en esta novela es precisamente el paso de un huracán por Puerto Rico, el del ciclón San Felipe (1928). Ese huracán es el momento de cambio en la vida de Pirulo, el protagonista de la novela, novela que muy correctamente se ha visto desde su aparición como ejemplo cabal del “Bildungsroman”, el ejemplo arquetípico en nuestras letras junto a Felices días, tío Sergio (1986) de Magali García Ramis. Por otro lado y a un nivel personal, la lectura de esta novela fue en mi vida, cuando de adolescente llegó afortunadamente a mis manos, un punto de cambio similar al del protagonista: La víspera del hombre fue, para mí, un huracán;

su lectura cambió mi vida, como el huracán San Felipe cambió la de Pirulo. En otro lugar, específicamente en mi más reciente libro, Inventario con retrato de familia (2018), he presentado en detalle por qué y cómo ese libro me afectó tanto desde mi primera lectura del mismo. No reconstruiré esas páginas, pero sólo apunto ahora que este fue el primer libro que leí que me hablaba directamente de mi mundo y que, por ello, me abrió las puertas a la literatura en general. Esta novela me hizo sentir que mi vida podía reflejarse en libros, que podía ser literatura. Y así fue porque allí hallé un personaje histórico y que era parte de mi tradición familiar. Este es el legendario y aún enigmático Monchín del Alma. Mi madre y sus tres hermanos, como Pirulo en la novela, vieron a Monchín y le pidieron que revelara su cara. Ellos, también como Pirulo, vieron el horror de su faz desfigurada. Mi madre me contaba ese incidente de su vida y así la ficción paradójicamente venía a constatar para mí la realidad. También el mundo de la infancia de mi madre, mundo que se convirtió en parte central de la historia mítica de la familia, estaba poblado, como el de Pirulo, por isleños, por canarios acriollados. Ese contexto social compartido y ese personaje que le daba a la

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novela para mí un sentido de verosimilitud hicieron que esta fuera en mi adolescencia una obra importante, una pieza central apara mi desarrollo como lector. Más que una obra canónica La víspera del hombre fue para mí la llave que me abrió la puerta al mundo de la literatura escrita, porque ya la oral me había abierto puertas a lo literario, aunque no me había dado cuenta de ello. Por eso, cuando los organizadores de este congreso que conmemora el centenario del natalicio de René Marqués me invitaron a participar pensé de inmediato que el tema ideal para mí sería una relectura de La víspera del hombre. La palabra relectura por ello aparece en el título de esta presentación. Y viene acompañada de las palabras víspera, macho y autocrítica. Víspera, obviamente nos remite al título de la novela. Las otras dos ameritan una breve explicación. Ambas ya aparecían juntas en 1977 en un ensayo que publiqué en la revista Sin Nombre, revista fundada y dirigida por Nilita Vientós Gastón. “El machismo existencialista de René Marqués: relecturas y nuevas lecturas” era el título de esa temprana incursión mía en el espinoso campo de la crítica. Queda, pues, explicada la aparición de la palabra macho en el título de hoy. Pero esa palabra viene ahora acompañada, más aún unida, a la otra, autocrítica, ya que parte del propósito de esta nueva lectura de la novela de Marqués es hacer una especie de examen de conciencia, una autocrítica, para no decirlo en términos religiosos. Hoy quiero releer, pues, la novela que tanto me impactó en mi adolescencia y además el ensayo que le dediqué al autor en mi temprana carrera como crítico literario. Pero se hace necesario recordar un poco del contexto en el que

escribí ese texto, para entenderlo y para ser justo conmigo mismo. Ese ensayo surgió como una reseña de La mirada (1976), la segunda y última novela de Marqués. Leí esa obra y de inmediato escribí un comentario crítico que envié a Nilita para publicación en Sin Nombre. Ella lo leyó y también de inmediato me respondió. Me decía en su carta que publicaría mi texto pero que este no era una reseña sino en ensayo y como tal lo quería publicar. Le respondí que para así hacerlo debía ampliarlo y cambiarlo un tanto. Pero lo tenía que hacer de inmediato porque Nilita quería que apareciera en el siguiente número de su revista. Un pedido suyo era para mí un mandato imperial. Así que me apresuré a revisar la reseña para transformarla en ensayo. Creo –y aquí comienza la autocrítica– que esa premura se nota en mi texto. También tengo que apuntar que lo escribí a mis 29 años, cuando acababa de doctorarme y cuando comenzaba a descubrir todo el andamiaje intelectual de los movimientos de liberación gay. Todavía no contaba con lecturas teóricas suficientes y apropiadas sobre la relación de la sexualidad y el arte. Pero quería hablar del tema y ponerlo en un contexto puertorriqueño. Si se lee mi texto hoy se notará una gran timidez al hablar de la sexualidad en la obra de Marqués. Hay que recordar que este fue uno de los primeros trabajos críticos donde se trataba este tema en las letras puertorriqueñas, aunque lo hice – aclaro y recalco como autocrítica – de manera tímida e indirecta. Eran esos tiempos de inicio, de apertura, de tanteos. Pero, a pesar de ello, no se le puede negar a mi texto, al menos, un mínimo de valentía y un poco más de atrevimiento. Y por ese atrevimiento y esa valentía pagué y también

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pagó Nilita ya que varias personas, algunas muy cercanas a Marqués –hay quien dice que Marqués mismo–, se enojaron muy seriamente con ella por publicar mi trabajo, osado entonces aunque hoy lo veamos con tímido e incompleto. Se enojaron con ella y conmigo por ese texto que fue y es aún incompleto y tímido. No me cabe duda de que otros críticos han superado los planteamientos que hice en mi ensayo de 1977. Por ejemplo, dos años después de su aparición, María Solá, una estudiosa que no ha recibido el mérito que merece por sus importantes aportaciones a nuestra crítica literaria, publicó en la misma revista de Nilita, en un número de homenaje a raíz de la muerte del autor, un ensayo titulado “René Marqués, ¿escritor misógino?” donde continuaba más metódicamente la línea de investigación que había abierto con mi texto. El suyo, no me cabe duda de ello, es superior al mío. Más tarde, en 1993, Juan Gelpí dedica un capítulo de su Literatura y paternalismo en Puerto Rico a la novela de Marqués y a la ya mencionada de García Ramis. El trabajo de Gelpí está sólidamente anclado en un excelente aparato teórico. Estos son sólo dos buenos ejemplos de lo que otros críticos hicieron tras la temprana aparición de mi trabajo, incompleto e ignorado, pero atrevido y emprendedor. El tema me siguió importando y, por ello, volví al mismo y en 2006 publiqué en México un ensayo titulado “El macho como travestí: propuesta para una historia del machismo en Puerto Rico” donde volvía a la obra de Marqués y la colocaba entonces junto a la de Luis Rafael Sánchez y Manuel Ramos Otero para crear una especie de proceso dialéctico sobre el tema del macho desde una perspectiva gay. Hay que apuntar

que todos estos textos críticos tienen como punto de partida y anclaje una breve cita del ensayo “El puertorriqueño dócil” donde Marqués exalta directamente el machismo como “último baluarte cultural desde donde podía aún combatirse, en parte, la docilidad colectiva” (171). Mucho se ha comentado sobre esas palabras y, por ello, aquí no vuelvo sobre ellas. Dada la persistencia en el examen del tema, la autocrítica se hacía necesaria y se ejecuta hoy con sinceridad, aunque la misma se refiere, sobre todo, a ese primer texto de 1977. Doy, pues, por terminado ese aspecto del tema de hoy. Además y sobre todo, la autocrítica no es el único tema que importa ahora. Por ello creo que debo pasar a la relectura que se enfoca en otro importante aspecto de La víspera del hombre, aspecto o tema que, hasta donde he podido investigar, no ha sido abordado por la crítica. Comencemos por la primera oración de la novela: “Cuando Pirulo vio el mar por vez primera fue tan grande su asombro que casi se quedó sin respiración”. (9) Ya otros comentaristas de la novela se han fijado en esta oración y han visto muy correctamente que la misma es de importancia para comprender la totalidad de la obra. Pero vuelvo a ella desde otra perspectiva analítica y con otro interés interpretativo. Me quiero acercar a la novela –y esa oración abre la puerta a la totalidad de la obra– desde la perspectiva del concepto de lo sublime, concepto que ha tenido una larga historia y que ha sufrido cambios de interpretación drásticos. Para resumir esa historia me apoyo en diversos libros de referencia –Childers y Hentzi, Preminger et al.– y en una recopilación de textos –Cliwes– que reconstruye la historia de este concepto estético que ha

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sufrido cambios drásticos durante siglos y en diversos contextos culturales. Estos establecen que el concepto de lo sublime surgió en la antigüedad clásica y fue atribuido a Longino o al Seudo Longino, retórico del siglo primero de la era cristiana. Entonces lo sublime se refería meramente a un estilo elevado, muy distante del común o vulgar. Por ello se colocaba en el campo de la retórica y se mantuvo en ese campo hasta el siglo XVIII cuando pensadores como Edmund Burke y Emanuel Kant le dieron un nuevo giro que cambió su significado; este es esencialmente el que empleamos hoy. Desde entonces y sobre todo desde que los románticos alemanes e ingleses adoptaron y se valieron del mismo para crear un magnífico cuerpo literario, lo sublime queda asociado al asombro que produce una obra de arte y, sobre todo, un fenómeno natural, asombro grande e inusual que puede llegar hasta el pánico y el terror, pero que también a la experiencia de lo sagrado. Esa visión de la naturaleza como ámbito de lo divino la expresa de manera ejemplar Ralph Waldo Emerson. Para este pensador la naturaleza –para él con mayúscula: Naturaleza– llega a suplantar a la deidad. Emerson es un claro ejemplo de este profundo pensamiento romántico que presenta lo sublime como la puerta a lo sagrado. Resumo: usaré la definición de lo sublime que ofrece Robert R. Clewis, un estudioso que ha dedicado muchas páginas al estudio de esta categoría estética. Para este lo sublime es: …a complex feeling of intense satisfaction, uplift, or elevation, felt before an object or event that is considered to be awe-inspiring. Although the sublime is sometimes

characterized as a complex combination of satisfying and discomforting elements, it is on the whole a positive and pleasant experience: perceivers typically desire the experience to continue. (1) Uno de los puntos establecidos por Clewis en esta definición de lo sublime ha sido debatido por otros teóricos. Pero más adelante me acercaré a ese problema. Por el momento aclaro que parto de esta definición para explorar el tema en la novela de Marqués. Para concretar y ofrecer un caso emblemático, pensemos en quien probablemente sea el escritos más importante del romanticismo hispanoamericano, José María Heredia. Recordemos sus poemas tantas veces recogidos en antologías: “En el teocalli de Cholula” (1832), “Niágara” (1832) y “En la tempestad” (1822). Recordemos los versos finales de este último: ¡Sublime tempestad! ¡Cómo en /tu seno, De tu solemne inspiración hen- /chido Al mundo vil y miserable olvido, ¡Y alzo la frente, de delicia lleno! (135) Para muchos, el origen o la concreción de ese asombro ante ciertos fenómenos naturales que conducen a la experiencia de lo sublime se puede hallar en la obra de Goethe, específicamente en su Werther: ¡Cómo abarcaba el conjunto en mis entrañas enardecidas, me empapaba como endiosado en su plenitud rebosante, y el augusto aparato del infinito Universo se agitaba vivo en mi interior inflamado! (18 de agosto de 1771) (61)

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EFRAÍN BARRADAS La víspera del macho: autocrítica y relectura

Pero volvamos a los versos citados de Heredia ya que sintetizan el sentimiento de lo sublime que el poeta y cualquier ser humano puede experimentar. “Sublime tempestad”, dice directamente el poeta y, al hacerlo, establece claramente que participa de esa estética de origen romántico. Ese interés en lo sublime me llevó, en parte, a los versos que empleo como epígrafe de esta presentación, versos de la canción de Miguel Matamoros. Estos no presentan la experiencia de lo sublime; en el mejor de los casos expresa el recuerdo de la misma. Pero los citaba porque la experiencia de lo sublime no es monopolio de los estetas; todos somos capaces de experimentarlo, aunque sólo un gran artista es capaz de recrearlo. Y los artistas plásticos parecen tener más ventajas para hacerlo que los literatos: la pintura parece prestarse mejor a la expresión de lo sublime. Pero es quien se enfrenta a un fenómeno natural extraordinario quien siente asombro, tiembla ante la grandeza de ese hecho físico, siente un miedo casi enfermizo y cae en un estado que funde ese miedo con la fascinación. Nos sentimos aterrados y atrapados a la vez, y, por ello, no dejamos de observar el mar embravecido o la tormenta amenazante o el cuerpo abyecto que nos hacen temblar pero que, paradójicamente, nos llama la atención. Ese sentimiento lo llamamos lo sublime y el mismo, más recientemente y según Jean-François Lyotard, adquiere un nuevo significado ya que se puede ver como un medio por el cual se puede descomponer las totalidades represivas. Pero desde el siglo XIX lo sublime ha sido una categoría estética que ha sido preferentemente tratada en la pintura. Piénsese, por ejemplo, en la obra del alemán Caspar

David Friedrich, del inglés J.M.W. Turner, del estadounidense Frederic Edwin Church y del mexicano José María Velasco. Estos pintores y múltiples otros nos hacen sentir lo sublime al presentarnos amenazantes mares congelados, fuegos incontrolables que forman patrones abstractos en las nubes, poderosas cataratas que truenan en su silencio visual o montañas que parecen imposible de escalar y nos achican. Las obras de estos artistas, como la de Heredia, la de Goethe y la primera oración de la novela de Marqués, intentan hacernos sentir asombrados, disminuidos, desvalidos pero atraídos sin remedio al fenómeno que nos cautiva y aterra a la vez. Hay teóricos que postulan que cierta música y hasta ciertos cuadros abstractos producen la misma sensación en quien los escucha o los observa. Por ello, si pensamos en ese concepto de lo sublime, creo, podremos entender mejor esa primera oración de La víspera del hombre: “Cuando Pirulo vio el mar por vez primera fue tan grande su asombro que casi se quedó sin respiración”. (9) Mi relectura de la novela, pues, propone que este concepto estético marca la obra profundamente. Esa es la tesis central de mi relectura de la obra y creo que explorar la manifestación y el empleo de lo sublime en la novela nos servirá para entender la obra mejor y captar ciertos aspectos inexplorados de la misma. No haré aquí un inventario de lo que veo como manifestaciones de este concepto en La víspera del hombre. Lo he hecho en mi más reciente relectura de la obra. Pero ese listado se quedará en los apuntes para este trabajo. Eso sí, puedo asegurar que las manifestaciones de lo sublime no son un hecho raro en la novela; son varias, marcan todo el texto y aparecen en pasajes claves. Me importa, eso

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sí, ver algunos de esos casos, al menos tres, para precisar qué sentido tiene el empleo de lo sublime en la obra y cómo le sirve a Marqués para estructurar la novela. Lo primero que hay que apuntar es que la obra está marcada profundamente, hasta estructurada a partir de parejas antitéticas. Una de las principales es mar / montaña, pero el juego con los opuestos (Pirulo / Raúl, razón / sentimiento, patriarca / macho, taíno / español, entre otros) sirve para estructurar toda la novela. Apunto, para ser conciso y enfocarme en el tema de esta presentación, que lo sublime se puede dar no sólo en la costa, como vimos en la primera oración de la novela, sino también en la montaña. Véase este breve pasaje, mi segundo ejemplo, donde se resume el impacto del huracán: Era San Isidro corriendo hacia él. Era la hondonada arrancada a su ley, avanzando locamente hacia el vacío cósmico. Era lo imposible: la ausencia del orden, la tierra sin dueño, el caos, la hecatombe… (25) “Vacío cósmico”, “imposible”, “ausencia de orden”, “caos”, “hecatombe”: todos estos términos son muestras claras y ejemplares del empleo de la estética de lo sublime en la novela. Y hay que apuntar que el pasaje se da en el contexto de la montaña. Lo sublime en la novela, pues, se puede manifestar en los dos ámbitos opuestos que sirven de estructura esencial a la obra. Pero hay también que apuntar que el lugar que Marqués privilegia para esas manifestaciones de lo sublime es el mar, específicamente el Peñón de Abreu, lugar donde ocurren varios incidentes de gran importancia en la novela.

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Lo sublime, que en las manifestaciones naturales está asociado al asombro y hasta el horror, también queda asociado en la novela al pánico que produce lo abyecto. Esta relación rompe con la definición tradicional de lo sublime, pero Julia Kristeva ha explorado esta conexión y me guío por sus ideas para ver un caso específico en la novela, mi tercer ejemplo. Este se concreta en el encuentro entre Pirulo y Monchín. La consecuencia del desvelo del paño que cubre la cara de Monchín afecta al protagonista con la misma fuerza que su encuentro con el mar por primera vez o con el huracán en la montaña: “Y Pirulo no tuvo voz para expresar su espanto, Pero el horror le golpeó de tal modo que cayó de bruces. Y su rostro fue a ocultarse en el polvo ardiente del camino.” (241) El horror no produce el mismo efecto inmediato que la grandiosidad de la naturaleza, pero también puede desembocar en la admiración y en la contemplación que, como ya he apuntado, son puertas de entrada a lo sublime y hasta lo sagrado. El encuentro con la faz desfigurada de Monchín lleva a Pirulo al espanto que repercute en un planteamiento filosófico sobre la realidad humana. Aunque distinto a los enfrentamiento con el mar y el huracán en la montaña, este encuentro con lo abyecto es también una muestra de lo sublime en la obra de Marqués. Los ejemplos que ofrezco del empleo de la estética de lo sublime en la novela son, para mí, claros y contundentes. Por ello propongo una lectura de la obra donde se examinen en mayor detalle estas manifestaciones. Les abro la puerta a otros investigadores para que continúen la exploración de


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este tema. Sólo quiero advertirle a quien se disponga a seguir esa ruta que lo sublime en general y en esta novela en particular está directamente unido a un fuerte sentimiento romántico. Y por romántico no entiendo el conjunto de clisés que circularon en el siglo XIX entre escritores menores que no entendieron el verdadero sentido de esa estética y ese pensamiento, sino el profundo sentido de los mismos que, como muy bien ha señalado Octavio Paz, es la raíz de toda vanguardia, como tan claramente ha demostrado en Los hijos del limo (1974), y también de la religión más profunda porque es la religión sin religiones. “…[L]a experiencia de lo sagrado es una revelación de nuestra condición original…” (145) apunta Paz en su imprescindible El arco y la lira (1967). Y, como hemos visto, a lo sagrado se puede llegar por lo sublime. Por ello La víspera del hombre es, sin que así lo parezca, una obra profundamente religiosa, pero de una religiosidad de radical origen romántico y que puede, por ello, desembocar hasta en el existencialismo ateo. Por ello, cuando Pirulo se enfrenta al mar, al huracán o a la cara de Monchín experimenta lo sublime y, así, experimenta también lo sagrado. Ante esa manifestaciones de lo sublime queda asombrado, sobrecogido, disminuido hasta el punto que reconoce su pequeñez frente a la magnitud de la naturaleza o al dolor de lo abyecto. Quizás la intuición de esa gran lección fue lo que me atrajo a La víspera del hombre desde mi primera lectura y, por ello, he vivido con la novela y con mucha de la obra de Marqués de manera conflictiva, crítica pero siempre atenta y agradecida.

Bibliografía Barradas, Efraín, “El machismo existencialista de René Marques: relecturas y nuevas lecturas”, Sin Nombre (San Juan), volumen VIII, número 3, 1977, pp. 69-81. _____. “El macho como travestí: propuesta para un estudio del machismo en Puerto Rico”, Revista Fuentes Humanísticas (Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapoltzalco, México), número 33, 2006, pp. 79-89. _____. Inventario con retrato de familia, San Juan, Ediciones Callejón, 2018. Childers, Joseph y Gary Hentzi (compiladores), The Columbia dictionary of modern literary and cultural criticism, New York, Columbia University Press, 1995 Clewis, Robert R. The sublime reader, New York, Bloomsbury Publishing Company, 2019. Emerson, Ralph Waldo, Essays and lectures, New York, The Library of America, 1983. García Ramis, Magali, Felices días, tío Sergio, San Juan, Editorial Antillana, 1986 Gelpí, Juan, Literatura y paternalismo en Puerto Rico, San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1993. Goethe, Johann Wofgang von, Las cuitas de Werther, Madrid, Espasa-Calpe, 1962. Heredia, José María, Niágara y otros textos (Poesía y prosa selecta) (Selección, prólogo, cronología y bibliografía Ángel Augier), Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990. Kristeva, Julia, Poderes de la perversión: sobre la abyección Traducción de Nicolás Rosas (1988) (http://www.carlosbermejo. net/Seminario%20virtual2%20-1/PODERES%20DEL%20HORROR.pdf ) Consultado el 19 de octubre de 2019.

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Lyotard, Jean-François, “The sublime and the Avant-Garde” (traducido por Lisa Liebmann, Geoff Bennington y Marian Hobson), Paragraph (Edinburgh University Press), volumen 6, 1985, pp. 1-18. Marqués, René, La víspera del hombre, San Juan, Club del Libro de Puerto Rico, 1959. _____. “El puertorriqueño dócil (Literatura y realidad psicológica)”. En: Ensayos (1953-1966), San Juan, Editorial Antillana, 1967, pp. 149-209. _____. La mirada, Río Piedras, Editorial Antillana, 1976. Newman, Barlett, “The sublime is now”, The tiger’s eye (New York), volumen 1, número 6, 1948, pp. 51-53. Paz, Octavio, El arco y la lira. El poema, la revelación poética, poesía e historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1967. _____. Los hijos del limo. Del romanticismo a la vanguardia, Barcelona, Biblioteca Breve, Editorial Seix Barral, S.A., 1974. Preminger, Alex, Frank J. Warnke y O.B. Hardison, Jr. (compiladores), Princeton Encyclopedia of poetry and poetics, Princeton, Princeton University Press, 1965 Rosenblum, Robert, Modern painting and the Northern romantic tradition. Friedrich to Rothko, New York, Harper and Row, Publishers, 1975. Solá, María, “René Marqués ¿escritor misógino?”, Sin Nombre (San Juan), volumen X, número 3, 1979, pp. 83-97.

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Este 3er número, Segunda época, de Exégesis de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, se terminó de imprimir en mayo del 2021 en los talleres gráficos de Editora Búho, en Santo Domingo, República Dominicana.






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