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Benhur Sánchez Suárez evoca y reconstruye memoria

Benhur Sánchez Suárez evoca y reconstruye memoria

FÉLIX RAMIRO LOZADA FLÓREZ

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[teología-historia-estudios culturales-poesía]

La obra de Benhur Sánchez Suárez limita entre la violencia y el sin sentido del hombre en la urbe que no ofrece nada. Sin duda, son novelas de corte social que denuncian, con gran reflexión crítica sobre la historia del país; con un lenguaje sencillo que revela el mundo violento de la guerra no declarada, pero que deja muertos que aparecen en medio de la desesperanza de los que sobreviven; quienes luego se convierten en migratorios apesadumbrados y sin futuro ni identidad, lo que trae desarraigo, desamor, y los convierte en bohemios y violentos, sin proyección de vida; en fin, seres degradados que inician su búsqueda desde planos paralelos que interrelacionan historias individuales.

Benhur Sánchez Suárez parece asistir con su personaje de La solterona, a una de tantas emboscadas de la vida, donde el destino juega de manera vertiginosa con una mujer subsumida en el amor, la crueldad, la soledad, lo que parece negar la existencia de la vida, gracias a una serie de monólogos que deja en claro la crisis existencial, la desesperanza, lo impreciso que hay en ella; mientras recuerda por las tardes imágenes, que a veces parecen frescas en los claros que se forman cerca de la casa. Son recuerdos que la conducen siempre a lo mismo: la silla color caoba, los cojines blancos y patas encorvadas. Después tiene la ventana recubierta de blanco. Son dos objetos que no puede dejar de lado, no puede olvidar, no por lo que representan físicamente, sino porque la hacen volver a la realidad y le indican que aún existe. Además, le permiten ver a la gente que pasa y vuelve en silencio, manoteando o conversando en la calle polvorienta. Se recrea, se evoca un mundo de exaltaciones y ello adquiere formas concretas y sensoriales en su entorno, por ser lo que más la identifica, lo que más ama y es el escenario natural de su proyección y fuente de vida, sin el cual nada podría existir. En la silla, están los recuerdos de los que viven; los recuerdos van y vuelven entre árboles, chimeneas y los ladridos de los perros, y en medio de ellos el edificio lejano de la

Compañía de Comunicaciones y el teléfono, a través del cual hay extrañas conversaciones imaginarias. De manera que lo impreciso se vuelve místico, solemne, y genera tentaciones y caos, casi alucinantes, por lo que estos episodios expresan de cierta manera una doble perspectiva de vida. Porque ocurre que sobre la visión de los elementos mencionados, también cree olfatear los objetos, por lo que deja el miedo a un lado: en los corredores y en el cuarto. De esta forma la envuelve una sensación de soledad, un alejamiento del mundo, una imposibilidad de relacionarse con otros, por los recuerdos de la muerte de los padres, por la idea de los amigos y porque ha querido estar sola, todo ello producto de la relación frustrada con el único hombre que amó.

El personaje interactúa en una atmósfera de realidades e irrealidades que alcanza su clímax en el conflicto develado por el narrador y sus acompañantes, los acompañantes principales y los asuntos que los rodean, por ejemplo con su hermana Clara, que tenía dos hijos, era modista y vivía sola. A Rosario Elena le llevaban los hijos para que los cuidara, en realidad compartía muy pocas horas con otras personas, desde el momento en que se inventó la tragedia de su violación, por lo que renuncia a todo, lo que sigue son asuntos anecdóticos, por tanto, lo que genera mayor interés no es la violación en sí ni los reiterados y dramáticos monólogos. Es soltera, empieza a sentir el envejecimiento. Lo nota en la caída de los senos, comprende que es un ser que deambula por la casa con los recuerdos simples, alegres, con familiares y amigos. En el fondo, siente que agoniza y trata, intenta buscar una oportunidad para reivindicarse, pero es tarde para rehacer la vida, de manera que la técnica del monólogo interior, utilizada de manera audaz por el autor y por primera vez por un narrador huilense a sus veinte años, lo deja ver en una generación de escritores que obedecen a los albores de esta narrativa, en la que la fuerza del pasado parece perverso, de manera que emprende su tarea al desvanecer ansiosamente a la víctima con la que genera fuertes aspectos psicológicos. Con eso confirma el fluir de los sentimientos, la aterrorización por el dolor que mantiene vivo, las evo caciones prolongadas en gemidos y en la manera humana como va amortiguando los sentimientos. La soledad la lleva a reflexionar en la sala sobre el pasado, el presente y el futuro, en los días vacíos, en la soledad que la hastía, la derrota, le produce pesadumbre y amargura; entonces recuerda los días juveniles, los vestidos tejidos a mano, cuando pensaba en casarse, ser madre, por lo que hacía franelas diminutas, panticitos y saquitos. Esa presencia invisible de seres anhelados, cargada de figuras simbólicas, perturba y enrarece el ambiente; por lo mismo, en el cuarto ve una sombra, que primero cubre el lecho y luego los objetos de la alcoba en medio de los rezos al santo de la devoción, sobre una caja de papeles azules y blanco, el santo es un medio para mantener la tranquilidad. Esa presencia divina señala un rito, una fuerza protectora que se debate entre el sufrimiento y la nada, de manera que la mujer decide enfrentar sola el amor y la nada, para luego rememorar vivencias de carácter metafísico. Por eso, al continuar el ruido, no se inmuta, ni siquiera se ocupa de contestar el teléfono, después decide contestar porque desea oír la voz de un hombre, pero es su hermana que se casó con un individuo rudo, la oye hablar y oye el llanto de los niños, a los que imagina en un rincón de la casa. Finalmente, la soledad la lleva a reflexionar en la sala sobre su pasado, el presente y el futuro, en los días vacíos, en la soledad que la hastía, la derrota le produce pesadumbre y amargura, entonces recuerda los días juveniles, los vestidos tejidos a mano, cuando pensaba casarse, ser madre por lo que hacía franelas diminutas, panticitos, saquitos. Entonces, la invade una vez más el miedo, se exalta y grita que no la dejen sola. Convulsiona y asegura una vez más que la violaron. “Me agarró con brutalidad, me tiró a la cama, entró por la ventana, me desmayé…”. No sabe lo que pasó pero siente que fue violada, enseguida piensa que está embarazada, llora y ríe por los corredores, se desgarra el vestido, deja al descubierto sus blancos muslos de venitas azules, grita con el recuerdo dándole vueltas en la cabeza, mientras ansiosa lucha porque le crean. Aquí el narrador cumple una importante función al trasuntar la presumible reacción emocional del personaje, situación compartida no solo por él sino también por la generalidad de la gente, que en situaciones de esa naturaleza se apropian de las imágenes, del lenguaje, de los sentimientos y de todo a cuanto pueda acudir, en un viaje que deja ver los efectos psicológicos, morales y físicos de quien lo padece.

Victoria en España, otra novela de Sánchez Suárez, es un texto fresco, con temática diferente; podríamos decir una novela rosa, lo que muestra un paso grande o, mejor, la facilidad del autor para tratar problemas sin precedentes en un medio que no daría para ello, dada la crisis sociopolítica del país.

Victoria en España es la contrapartida, en tanto que se ubica en una utopía que se inicia en la natal Laboyos de su autor, pasa por Bogotá y finaliza en España. Es la encrucijada del personaje central, Victoria Santamaría, que reflexiona, a través de monólogos que van y vienen a manera de flash-back y que muestran con ironía distintas facetas del personaje: las relaciones con Andrés, un altanero empedernido al que no ama en realidad pero le brinda estabilidad; los recuerdos de sus padres y hermanos (Rodrigo y Jorge Arturo); el traslado a Bogotá, una ciudad enorme y desconocida en la que va a adelantar estudios; la añoranza de los amigos, Ángela Reyes, Myriam Vargas, Iván Urzola; la culminación de su carrera, el logro de un trabajo exitoso, hasta su instalación en España.

Una novela con temática diferente, lo que muestra un paso grande o, mejor, la facilidad del autor para tratar problemas sin precedentes en un medio que no daría para ello dada la dura crisis socioeconómica del país. Por eso, es pertinente referirnos a la localización de la historia contada, lo que no deja de ser de interés, a pesar de no desempeñar un papel primordial en un mundo cerrado, desde sus inicios hasta el final en el orden que la componen −el individual y el colectivo− y por la forma como estructura cada uno de sus textos. Es, sin duda, un libro hermoso, doloroso, profundo, que crea incertidumbre en el lector y le da la sensación de ser el protagonista de esas historias; por lo que se visualiza un proceso de búsqueda interior que, con el paso, la madurez y la reflexión de los años, aflora para provocar en el autor la necesidad de plasmar dicha experiencia, con una prosa ágil que resquebraja el mito de lo rosa, al convertir magistralmente lo cotidiano en la tragedia del hombre y la mujer de hoy. En síntesis, recorre la complejidad del ser humano y su relación con el mundo y la época que le correspondió vivir. El autor busca, cuidadosamente, nuevas alternativas con un discurso diferente, que da como resultado una arquitectura narrativa moderna y oxigenada, acorde con sucesos contemporáneos y las formas de vida del momento. De esta manera, la memoria pasa a ser la reproductora de acontecimientos juveniles malogrados para, finalmente, dar referentes fusionados en el movimiento narrativo y referentes deliberados hacia la actitud y el comportamiento de los protagonistas. Aquí todo se sumerge en el alma con una dulce melancolía de sombras bajo un sinnúmero de recuerdos que se resisten a desaparecer en la evocación de los años, por tanto es soprendente esta maravillosa faceta del autor:

La novela de Benhur Sánchez Suárez parece connotar, entre otras funciones, ser una obra de vocación internacionalista, que debe leerse en distintas latitudes (por ejemplo en Europa) en donde el desprecio y persecución a extranjeros (y en especial colombianos) ha hecho curso.

La novela, punta de lanza de los géneros literarios, no puede ser sólo experimentación, innovación, entretenimiento sino que, junto a estos logros, debe conllevar (como ha sido característico a través de los siglos) una reflexión profunda sobre las relaciones humanas y los modos de convivencia entre las diferentes sociedades de las naciones.

Victoria en España no es, de ninguna manera, solo una tesis o un compendio de tesis sociales. El mundo de la protagonista está adecuadamente trabajado al articular los particulares elementos de su historia ey vida, las minuciosidades de su cotidianidad, la red de personajes entre los cuales que se desenvuelve la trama de acciones. Aquí conviene mencionar, así sea solo de paso, a Sebastián Tovar −el primer novio antes de finalizar estudios secundarios−, Esperanza Palomino −amiga de Rodrigo, hermano de Victoria y, posteriormente esposa de Sebastián−, Oswaldo Santamaría, Esperanza Gutiérrez, Rodrigo y Jorge Arturo, padre, madre y hermanos, respectivamente. (Cristóbal Valdelamar Moreno, en su comentario titulado “Victoria o derrota en España”).

Al preguntarle a Benhur sobre el oficio de escribir, dijo, y con sus palabras termino: [...] ser escritor no es fácil en un país como el nuestro, lacerado por la mezquindad y la envidia, por la arrogancia y la venganza. Pero logré serlo, en primer lugar porque nací con la vocación de escribir y mis padres nunca reprocharon mis inclinaciones. Antes bien, alentaron mis búsquedas y orientaron mis principios. A su lado aprendí de los estímulos a tiempo, de los reproches justos, de la grandeza de ser creador, de la sabiduría de lo sencillo.

En segundo lugar, porque practico el convencimiento de la disciplina como parte integral de mi escritura. Escribir es un oficio y como tal hay que aprender a manejar las herramientas y los materiales para lograr comunicarnos con los otros en la mejor y más artística forma del lenguaje. Por eso leo mucho. Por eso investigo a diario en las experiencias con los otros escritores. Por eso escribo a diario, aunque no todo lo escriba para llegar a ser un producto terminado. Por eso releo lo escrito, lo desecho o lo termino de construir para satisfacción de mi espíritu.

Y en tercer lugar, porque me baso en la sinceridad como norte de mis elucubraciones y en mis relaciones con los demás. O en mi cercanía con mis personajes, que nunca podrán reprocharme que los desvirtué o hice burla de su accionar en el mundo de la ficción. Ya no me afana publicar, como quizá lo hice cuando joven en busca de la notoriedad. En realidad escribo porque quiero hacerlo, porque me divierte construir personajes que viven como los de la calle, y porque me entusiasma edificar escenarios que se parezcan a la realidad.

Dossier del Centenario de René Marqués

El Centenario de René Marquez constituyó un importante evento que motivó actividades en los principales espacios universitarios de Puerto Rico, algunas de estas celebraciones, a través de sus ponencias, se han reunido en este Dossier de Exégesis 3 Segunda época y en el Portafolio de Cuadrivium 14. A continuación, algunas fotos del Congreso Internacional “Más allá de los universos de René Marqués” coordinado, del 15 al 17 de octubre del 2019, por el Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR en Mayagüez.

De izquierda a derecha: Instr. Josemilio “Chemi” González Matos, Dr. Luis Rosario Albert, Dra. Mary Leonard y Prof. María Teresa Prévidi; Dra. Iliaris A. Avilés Ortiz y Dr. José Anazagasty Rodríguez; Mastr. Antonio Martorell y Prof. Humberto Figueroa; (segunda fila) Dra. Jocelyn Géliga Vargas; Dra. Mariam Colón Pizarro; y Dr. Baruch Vergara.

La tierra es nuestro mejor y único hogar.

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