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Danzacomunícate: Una experiencia vivencial entre la psicología, fotografía y danza

Danzacomunícate: Una experiencia Exégesis vivencial 1 Segunda entre Época la sicología, fotografía y danza

Ruth Nina-Estrella, Yineza Vargas Vargas & Axel Meléndez

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[psicología-arte-pedagogía]

Introducción

Con este trabajo se presenta la experiencia vivencial de una intervención educativa denominada Danzacomunícate (desarrollada por estudiantes del Programa en Psicología Clínica de la UPR en Río Piedras, bajo la coordinación de la profesora Ruth Nina). Dicha intervención está dirigida a parejas que desean mejorar la calidad de la relación y enriquecer la misma. Es una propuesta en la que se entrecruzan puentes de diferentes disciplinas como son la psicología social, la fotografía y la danza. Desde el contexto del taller educativo como herramienta metodológica, Danzacomunícate tuvo el propósito de desarrollar de manera creativa e interactiva un proceso educativo que motive a las personas a mejorar su comunicación.

Por lo que, para una mejor comprensión de la experiencia educativa, se abordan los tres ejes centrales temáticos sobre las cuales se sostiene este taller educativo: relación de pareja, la fotografía y la danza. Luego de ello, se presenta la conceptualización y la experiencia del taller por un grupo de participantes.

Relación de Pareja

Entre tejidos y nudos una pareja existe, desarrollando un mundo propio y exclusivo. Un mundo íntimo que se construye en la cotidianidad, trazado por su propia historia de vida. Una historia que denota un idioma, metáforas, narrativas, rituales, identidades y significados entre los integrantes de la relación (Wilmot, 2006). Es una historia en la que, los protagonistas se entrecruzan mediante un relato único.

Toda relación de pareja implica una díada. Es decir, una relación en la que existe un lazo afectivo (Bradbury & Karney, 2014), que evoca una interdependencia entre dos. Por ello, cada integrante construye un sentido de estar en pareja (Duck & McMahan, 2010). En donde las interacciones y las experiencias vivenciales influyen en la relación (Finkel, Simpson & Eastwink, 2017).

Cada historia de pareja es diferente, el comienzo es único, el argumento es original y el final es impredecible (Nina, 2013). De manera que, cada relación emerge, asume cambios y transiciones a través del tiempo. Al no ser un ente absoluto, se transforma. Un elemento que se pierde de perspectiva en algunos momentos al estar en pareja.

La pareja construye en la cotidianidad su sentido de “nosotros”, palabra que les brinda una identidad propia. Al asumir un “nosotros” se evoca en los integrantes de la relación un sentido de pertenencia, dentro de un contexto de reglas y normas (Bradbury & Karney, 2014).

Es en esa construcción que se puede observar una cultura de pareja que requiere invertir energía y tiempo en la relación (Nussbaum, 2011), demostrando su compromiso al compartir intereses y actividades conjuntas. Asimismo, el proceso de comunicación puede ser un espejo de la conexión de la pareja. De manera que, la comunicación más que un cúmulo de palabras, demuestra ser una unión psicológica entre los integrantes de la relación (Kelley, 2012). Lo que provoca un (re)pensar sobre los ejes entre los que se sostiene la comunicación: yo, tú y la relación de pareja.

Imagen y fotografía

La comunicación en el mundo contemporáneo está dominando por el aspecto visual. En ese sentido, la imagen se presenta como un recurso para la reflexión sobre los procesos psicológicos y las dinámicas relacionales intrínsecas en el ser humano, siendo una de estas el estar en conexión con la pareja. La imagen visual ayuda a negociar roles, posiciones, formas y gestos (Esin, 2017), en relaciones intra e interpersonales. En el caso de la fotografía, menciona Roland Barthes (1981) que “es el advenimiento de yo mis- mo como otro: una disociación ladina de la conciencia de la identidad” (p.40). Es decir, el sujeto se observa a sí mismo y reflexiona sobre el encuadre que el medio le proporciona, cuestionando sus propios procesos desde otra perspectiva. Esto puede ejemplificarse con claridad en los métodos participativos como el photovoice (Novak, 2010), técnica en la que se provee al participante una cámara fotográfica para que construya una narrativa visual de situaciones particulares a su vida o contexto social.

Sin embargo, la imagen es un símbolo, que puede ser arbitrario (Barthes, 1980), pues la interpretación queda a la deriva de la subjetividad de aquel que la observa. Las fotografías, por ejemplo, no son tomadas, dando por sentado que existe una realidad externa la cual hay que documentar. Las fotografías se construyen (McWilliams, 2012), se juegan allí múltiples entendidos: (1) el fotógrafo, es quien decide el enfoque, el encuadre, la perspectiva, el color, e iluminación que contendrá la imagen, (2) la imagen en sí misma; es decir, los elementos formales que se pueden percibir visualmente y (3) la subjetividad de quien observa la imagen y toda la construcción simbólica que se suscita al enfrentarse con lo que se ve. Por tanto, las posibilidades interpretativas son múltiples y los entendidos que se tienen sobre una imagen son extensos.

En términos de intervención con sujetos humanos, la imagen visual se presenta como alternativa para mediar la palabra y los afectos. Una imagen puede fungir como el punto de partida para exponer diversas opiniones sobre lo que allí se representan. Existen ocasiones cuando resulta complejo para los participantes poner en palabras aquello que quieren comunicar. Esto puede suceder tanto por lo doloroso de alguna situación, como también por el hecho de estar insertos en una cultura visual que mueve al humano a la interacción mediada por la imagen. Por ello, el utilizar la imagen visual como recurso de intervención, resulta útil para la construcción de narrativas alternas en el proceso de trabajar con parejas, familias y grupos. Se provee pues una posibilidad tanto de expresión como de interpretación.

Para Rose (2012), aquello que se deja fuera de la imagen también es algo que habla, que invita a reflexionar sobre los posibles elementos que se obvian de la representación. Si bien la fotografía se puede ver como un producto, también se puede ver como un proceso, un modo de construir una realidad, y en ese sentido, es imperativo reflexionar sobre ello y ponderar su importancia. Las artes proveen un espacio para investigar de manera activa y participativa, transformándose en herramientas de análisis y que propician una interacción con los sujetos.

Danza y la expresión del cuerpo

El vocablo danza aparece con frecuencia vinculado o relacionado con la palabra baile, expresión corporal, movimiento expresivo e incluso en numerosas ocasiones estos términos han sido utilizados para designar el mismo concepto (Vicente, Ureña, Gómez & Carrillo, 2010). La danza procura, a través del movimiento, aproximar a las personas a sus sentimientos y ampliar así la experiencia vivida. La danza es un medio de expresión en que la personas muestran más de sí mismas a través de movimientos, gestos y ademanes (Gysin & Sorín 2011).

En la historia de la humanidad la danza se ha utilizado para celebrar ritos, como el rito de fertilidad en los que se exaltaba la exuberancia de la vida. Por lo que, la danza se constituye como un medio de comunicación de nuestro ancestros (Meekums, 2002), junto con la imagen, el sonido y la expresión corporal.

En nuestra contemporaneidad, la danza ha sido vista como un proceso terapéutico que procura, a través del movimiento, fomentar el bienestar emocional, cognitivo y físico de la persona. Una expresión con que se facilita el crecimiento emocional y la integración del cuerpo-mente (American Dance Therapy Association, 2015). Es un proceso que se da mediante el aprendizaje vivencial en donde el ser humano práctica: ser receptivo al cambio, creativo y transformador.

El arte de la expresión corporal tiene que contarnos algo; lo que nos dice, no debe ser ignorado (Sorín,1992). Las experiencias individuales y grupales son siempre únicas aunque los temas sean repetitivos. Cuando creamos un espacio donde las dinámicas puedan abarcarse vivencialmente, creamos un espacio vivo de interacción y de intercambio (Gysin & Sorín, 2011).

La expresión corporal, posibilita un espacio para significar, capturar, crear, comunicar el sentido del yo, de la cultura y de los entramados del sujeto. Por ello, se pueden trabajar aspectos relacionados al ritmo, la creatividad y la espontaneidad, así como el uso de las improvisaciones, símbolos, metáforas y ejercicios de relajación (Meekums, 2002). Desde esta noción se puede decir, que el cuerpo es lenguaje y mediador, al permitir que el ser humano pueda revelarse mediante la danza. Con ello se manifiesta un yo auténticamente humano, un yo que piensa, siente, se duele, se alegra y se desespera.

Por tanto, la expresión corporal adopta un espacio para reflexionar, transformar entendidos y prácticas que nos afectan día a día (León, 2010). De tal modo, el arte del movimiento busca mantener y preservar la atmósfera del espacio creativo como sería en la relación de pareja.

La experiencia pedágógica del Taller

Danzacomunícate, es la conceptualización de un taller de enriquecimiento no tradicional, dirigido a parejas con el propósito de poder obtener nuevas herramientas para una mejor comunicación. Surge ante la necesidad de un programa educativo desde un contexto cultural puertorriqueño.

Es un taller que se sostiene sobre dos campos: (1) psicología social, utilizando los referentes de las teorías de comunicación interpersonal (Petronio, 2012), y (2) de las artes, vinculando la danza, la expresión corporal, el dibujo y la fotografía, a través de las metodologías basadas en las artes (Leavy, 2009).

En el taller se integran múltiples componentes: cuerpo, pareja, creatividad, expresión corporal, dibujo y fotografía. Elementos que se vinculan dentro de un espacio físico para poder tener un acercamiento a las formas en que se comunica la pareja, transformando la experiencia vivencial en un proceso transdisciplinario.

El taller, como método, provoca en las parejas o sus integrantes reflexionar sobre sus conductas comunicativas, utilizando la metodología del taller aprender haciendo algo. Se exploran distintas actividades lúdicas entre las que se encuentran: 1) rompehielos, 2) yo digo/tú dices, 3) historia de vida, 4) sentido de nosotros, y 5) la mirada en un todo. Esto permitió a las parejas intercambiar sus vivencias mediante un diálogo conductor desarrollado a través de dinámicas que se fueron incorporando. En estas dinámicas, la palabra paso a un segundo plano, dándole paso a la expresión de la danza, la fotografía y el arte para que las parejas se comunicaran.

La experiencia demostró ser significativa para los participantes, al implementarse una idea conceptual a la actividad práctica. El taller tiene sus complejidades, al trabajar desde diversos niveles de la comunicación, entrelazando diferentes elementos artísticos. Los participantes evaluaron el taller de forma positiva, satisfactoria y como novedoso, por utilizar diversos medios artísticos; asimismo, como una vivencia divertida por las actividades que se realizaban. Se encontró que el taller motivó a: 1) a reflexionar sobre su comunicación en la relación, 2) estar más consciente de su conducta comunicativa con su pareja y 3) ser más reflexivo en el proceso comunicativo.

Ser pareja es una interconexión entre dos personas quienes se han aventurado a compartir un escenario de vida que se sostiene sobre la comunicación. Abordar la construcción de su mundo requiere reconocer los entendidos de esta comunicación. Por ello, los programas educativos pasan a ser una piedra angular en el proceso de enriquecimiento y mantenimiento de la relación de pareja.

Referencias

American Dance Therapy Association (ADTA). (2015). Dance/ Movement Therapy. Recuperado de: http://www.adta.org/ About_DMT

Bradbury, T. & Karney, B. (2014). Intimate Relationships. New York: Norton & Company.

Barthes, R. (1980) Camera Lucida: Reflections on Photography. New York: Hill & Wang.

Duck, S. & McMahan, D. (2010). Communication in Everyday Life. Thousand Oaks: Sage

Esin, C. (2017). Telling Stories in Pictures. Qualitative Social Research, 18(1), Art. 15.

Finkel, E. J., Simpson, J. A., & Eastwick, P. W. (2017). The psychology of close relationships: Fourteen core principles. Annual Review of Psychology, 68, 383- 411.

Gysin, M., Sorín, M. (2011). El arte y la persona. Arteterapia: esa hierbita verde. Barcelona: ISPA Ediciones.

Kelley, D. (2012). Marital Communication. MA: Polity Press.

Leavy, P. (2009). Method Meets Art: Arts-based Research Practice. Nueva York: Guilford Press.

León, A. (2010). Danzando la psicología social comunitaria: Revisitando la IAP a partir de un curso de danza en una asociación cultural de barrio. Athenea Digital, 17, 255-270.

McNiff, S. (1993). The Arts and Psychotherapy. Springfield, IL: Charles C. Thomas Publisher.

McWilliams, S. (2011). “What are you Taking a Picture of?”: Constructivist Psychology and the Photographic Image. International Journal of the Image, 1(4), 153-171.

Meekums B. (2002). Dance Movement Therapy. London and Thousand Oaks, CA: Sage Publications.

Nina, R. (2013). Los idiomas de la pareja. Investigaciones sobre la comunicación marital. San Juan: Editorial Isla Negra.

Novak, D. R. (2010). Democratizing Qualitative Research.Communication Methods & Measures, 4 (4), 291-310.doi:1 0.1080/19312458.2010.527870

Nussbaum, Miller-Day, M. & Fisher, C. (2011). Comunicación e intimidad. Las relaciones íntimas a lo largo de la vida. Editorial UDC/Aresta.

Petronio, S. (2002). Boundaries of Privacy: Dialectics of Disclosure. NY: SUNY Press.

Rose, G. (2012). Visual Methodologies: An Introduction to Researching with Visual Materials. Thousand Oaks: Sage Publications.

Sorín, M. (1992). Creatividad: ¿Cómo, porqué, para quién? Ediciones Labor: Barcelona.

Vicente, G., Ureña, N., Gómez, M. & Carrillo, J. (2010). La danza en el ámbito educativo. Retos, nuevas tendencias en Educación Física, Deporte y Recreación, 17, 42-45.

Wilmot, W. (1995). The Relational Communication Perspective. New York: Mc Graw-Hill.

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