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La transgresión desde el lenguaje en A Girl is a Half Formed Thing
La transgresión desde el lenguaje en A Girl is a Half Formed Thing de Eimear McBride
Marieli Calderón
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[crítica-literatura-teoría]
Una novela como A Girl is a Half Formed Thing de Eimear McBride propone un gran reto para su análisis; sus tesituras son muchas y el estado de la cuestión tan limitado que resulta difícil proponer una exégesis concluyente sobre el texto. En el estudio que nos ocupa, utilizaremos cuatro visiones teóricas para proponer nuestra hipótesis de transgresión en el lenguaje: la polifonía de la heteroglosia de Mikhail Bakhtin, el lenguaje de subconsciente según visto por Lacan, el diálogo con Virginia Woolf desde el reclamo del lenguaje de la violencia y la soberanía de la diégesis sobre la mímesis en la postmodernidad, según propone David Lodge.
En varias entrevistas con Eimear McBride, la autora plantea que escribió su novela como transgresión, la redención no existe en el plano tradicional, sino en el individual. Los personajes femeninos toman el control de la diégesis y se plantean como un reto a la mímesis que nos tiene acostumbrada la literatura tradicional. La voz narrativa principal (la hija) y su madre llevan el control de todo lo que sucede en la novela y son sus voces las que se alzan como entes narrativos de transgresión. El mundo del catolicismo es reventado en el rosario y el culto a María que, lejos de apiadarse del destino de los personajes, es solo un símbolo ciego y sordo de una tradición que tampoco les permitió tener un papel protagónico. La madre se propone como una especie de virgen cuya pureza tiene un lado oscuro, el del maltrato y abuso contra sus hijos. McBride, desde un discurso interior que discurre en una multiplicidad de voces narrativas, propone una novela paradigmática que dejará mucho de qué hablar en la crítica postmoderna.
“The novel is the sole genre that continues to develop, that is yet uncompleted” (Bakhtin 3), parece el preludio al comentario sobre la novela de McBride; A Girl Is a Half Formed Thing, apunta a su transgresión desde el título. Una niña es una cosa medio formada o, más bien, formada a la mitad; la novela, entonces, no está totalmente formada, requiere desde su forma la lectura para formarse, el lector le dará vida e interpretará la heteroglosia que se propone desde sus páginas. Una niña sin nombre, pensando en Lacan, no existe o se forma a la mitad y una niña es una cosa, cosa que se forma a la mitad, deshumaniza desde el inicio todo proceso mimético con la realidad.
El monólogo interior es polifónico, corre entre los personajes y, alguna que otra vez, transgrede donde observamos un narrador omnisciente que interviene en la trama muy sutilmente. “Turn. Look up. Bubble from my mouth drift high. Blue tinge lips. Floating hair. Air famished eyes. Brown water turning into light. There now. There now. That just was life. And now. What?” (McBride 345). El lenguaje evoluciona con el texto, al inicio escuchamos la voz de un neonato y el lenguaje se nos presenta confuso, cosa que desubica al lector, ya que experimentamos lo que el feto experimenta en la placenta y propone la genialidad de la obra que tenemos presente:
But didn’t time continue still. Where’s Daddy? Gone. Why’s that? Just is. And yelp she at the strength growing to your tips. Poke belly of baby that’s kicking is me. Full in myself. Bustling hatchery. And I loved swimming to “your touch. Lay on the lining for your strokes for you secret pressed hello’s. Show my red foot. Look. Look there. Baby when you’re born I pick your name. See you and me were busy with each other long before I came. (McBride 12-13)
En este ejemplo, se conjugan tres voces narrativas distintas, la del hermano, la de la madre y la de la protagonista que espera por nacer, interesante por demás que nunca conocemos sus nombres y que su nombre (el de la protagonista) queda para ponerse después del nacimiento, porque en ese momento la madre tenía cosas más importantes que hacer. La narradora parece hacer un guiño al personaje de Gogol en The namesake cuyo nombre se perdió en el correo y se tuvo que conformar con el apodo que le puso el padre.
Regresamos a Bakhtin, que establece que la novela no pertenece a canon alguno, que no tiene un canon determinado y que, por lo tanto, no se puede circunscribir a uno; esta novela, dialoga con otras, pero se propone desde una heteroglosia particular que la individualiza como una voz distinta a las anteriores. La voz narrativa se mueve en el agua, como el agua en la que se purifica la protagonista, no es un agua limpia y cristalina, más bien es un agua oscura, un lago estático lleno de basura y cuya oscuridad parece llegar al mismo centro de la tierra. Si tomamos el agua del lago como metáfora del lenguaje, podemos inferir que estamos en aguas turbias, en las que la narración requerirá la complicidad del lector para entenderla. La polifonía no va a venir solo de las instancias narrativas, sino del lenguaje mismo, la deconstrucción del lenguaje, según la edad o las emociones de la voz narrativa, entran, también en el discurso polifónico de transgresión en el lenguaje:
We standing and hunkered there on the landing. Me intrigued by my bleeding. Pump skull and brain around is what it felt. You turned your face to the corner. Glowing red and white with welts. Stood there until you managed to pull down all your sobs. I heard you grasp your breathing. (McBride 34) I still feel your disgusting run about in me, I say. Stop that talk you’re not so. I’ll tell your wife I’ll show her what you done. The smell she’ll know it’s you. Disgusting you are you know you always led me on you won’t say a thing. I. Won’t. Say. If you hit me. If you tell me to. I do. (McBride 283)
Además de la interacción con el dialecto irlandés del inglés, es evidente que, la heteroglosia no viene del diálogo entre dos lenguas distintas, más bien se traduce desde la irregularidad del lenguaje, en un lenguaje que transgrede desde el vocabulario de una niña y agrede con voz masculina desde el interlocutor. La complejidad de las voces narrativas y los cambios abruptos en la narrativa contribuyen a esa polifonía que expone al lector a una multiplicidad de discursos que tiene que descifrar desde la lectura.
El lenguaje es masculino, cosa que presupone un problema para las escritoras: su herramienta de comunicación no es cónsona con su experiencia como mujer; alega Virginia Woolf como uno de los grandes escollos con los que se encuentra la mujer al momento de escribir. McBride parece haber encontrado una respuesta al problema de la masculinidad en el lenguaje, lo transgrede y se apropia de él. La agresión no solo viene desde los personajes masculinos, la mujer se arma de un discurso de violencia y actúa en consecuencia. El género del lenguaje se ha difuminado, ya que el discurso es, igualmente, válido para ambos sexos. La protagonista agrede y es agredida sexualmente, su agresión la empodera y ese poder le da seguridad ante el sexo fuerte, se siente que está en control. La madre parece tener un discurso católico con una devoción a los principios eclesiásticos intachable, pero es una maltratante; utiliza su discurso y su físico para abusar de sus hijos y su papel de víctima es cancelado por su agresividad. Mammy se convierte en su padre, se desdobla en el monstruo que tanto criticó y se comporta como lo hubiese hecho su padre, abusa de los hijos, les pega, los humilla y los hace sentirse culpables de todos sus sinsabores. El lenguaje machista deja de serlo, porque las mujeres de la novela se apropian de su discurso y agreden con la palabra demostrando que son capaces de los mismos estereotipos machistas que cualquier hombre. Entiendo que McBride logra poner fin o, por lo menos, detenerlo en su novela, al problema planteado por Virginia Woolf.
Estamos ante una novela psicológica en la que no hay redención posible según los estándares del mundo cristiano, la negligencia, la enfermedad, la soledad, el desasosiego y el egoísmo son solo algunos de los comportamientos que llevan al caos de violencia que se desata en las páginas del A Girl Is a Half Formed Thing. La oscuridad está presente en toda la novela, sobre todo en los sueños, es una novela sin luz, condenada al abismo de una vida sin Dios ni esperanza. Lacan plantea que:
Los contenidos del inconsciente no nos entregan en su decepción de ambigüedad, ninguna realidad más consciente en el sujeto que lo inmediato; es de la verdad de la que toman su virtud, y en la dimensión del ser Kers Unseres Wessen” (Lacan 498)
Los sueños, en el caso de la novela que nos ocupa, son el inconsciente que nos abre una ventana a la realidad que están viviendo los personajes. Las voces narrativas nos presentan sueños de oscuridad y muerte, realidad de la que no parece haber escapatoria en A Girl is a Half Formed Thing.
El lenguaje del inconsciente y el fluir de conciencia cobran un papel protagónico en la novela, es claro, que estamos ante un texto que transita por la psiquis de varios de sus personajes y, más que mirarlos desde afuera, nos convertimos (como lectores) en cómplices o copartícipes de sus patologías psicológicas. La ambigüedad que se plantea en el lenguaje de los sueños y las divagaciones en los comportamientos de los personajes, nos permiten vivir sus realidades. El agua, la cabra, los golpes en la cabeza, el acantilado, el lago y su falta de fluidez, son solo algunos de los aspectos que apuntan hacia el discurso psicológico al que se refiere Lacan:
She’s coming Mammy. Who? The banshee. Don’t be silly. Sure isn’t your brother here? Won’t he mind you if anything comes along. Should I close the door or leave it open? I don’t know. Shut bad out or shut it in? Worse you. And said They are coming. For you and me. Stop it. Coming for us and we’re without the knife. (McBride 20)
¿Dónde se cierra el mal si habita en los personajes? Pregunta la ingenuidad de una niña que desde su subconsciente nos avisa que esto es más complejo de lo esperado. Vienen por ellas; los fantasmas de la protagonista y su madre llegarán a acecharlas y acabarán por perderlas. A lo largo de la novela veremos que el inconsciente se va apoderando de los personajes femeninos hasta llevarlos a la perdición: la madre se quedará completamente sola, apoyada en una fe que nunca la socorrió y la hija se suicidará como única escapatoria a la participación en un mundo del que ya no puede formar parte. “¿Y ahora qué?” pregunta con la que cierra la novela, desde una voz que no queda del todo clara: es el lector que narra la novela, es una tercera persona omnisciente que se queda con la duda o es la voz de un más allá que no existe. La duda que se aloja en la introspección desde el lenguaje se propone como artífice del discurso del subconsciente. Las metáforas de la oscuridad se han instalado en las páginas para abrir una dimensión que solo es posible en la narrativa ficcional psicológica:
I dream of creeping under. I dream of underground where the warm earth is where the fire goes. Where we’re sleep creep you and me in holes. In burrows rabbits safe from rain. Roots growing caverns round our heads. And blind as mice popped out and new and cling and soft our bright pink skin. Who’s there? There’s no one. You and only me. We sing. We lilt our chamber. No one coming. And we lie. A thousand years of sleep. And get beards wrinkle old and small and we. Troubleless in our deep. Eat the earth-worms fat slugs things within. But I dream. Roots come growing. Slowly and tangle in. And roots come more. And fat and thick. And roots come fast. Roots fast in. Roots seek us. Catch us. Roots that want our head. Our eyes. We move about. The trees will have us. Have our brains for. No one in. That the trees will have us. Roots growing in the bursting through our skulls. Through in through our brains. Seeking out our noses. Seeking out our eyes for. Strangle. Choking out the air. Mangle organs. Tangle pain with us. The worming earth. Grown through. Pin […] (McBride 295)
La muerte se anuncia desde el discurso onírico, la protagonista sabe que van a morir y presenta la metáfora de las raíces que van a invadir sus cuerpos para convertirlos en parte de la tierra, en alimento para los árboles; sus cuerpos se trasladarán al mundo del vacío de la tierra, donde nadie los puede tocar y las raíces, desde los gusanos en la tierra, los atravesarán hasta cancelar su humanidad. La realidad desde la ambigüedad del inconsciente lacaniano, vibra en toda la novela de Eimear McBride. El lenguaje del subconsciente queda como transgresor de la realidad a lo largo de toda la narrativa; la realidad se presenta desde el discurso metafórico y desde allí se propone como alternativa a la imitación de la narrativa tradicional. El lenguaje irracional transgrede el lenguaje consciente y se sustenta como una voz esencial en la narrativa de la novela.
David Lodge propone que la novela posmoderna se instala desde la diégesis dejando en la sombra el discurso mimético que prevaleció en las ficciones anteriores a la segunda mitad del siglo XX, y esto es, precisamente, lo que hace McBride en A Girl Is a Half Formed Thing. La novela se aleja del discurso mimético para desdoblarse desde su contenido, sola, desde su lenguaje, transgrede los parámetros canónicos de antaño y se expone desde su metáfora diegética que se desnuda en su interior. La mecánica del lenguaje se instala en el fluir de conciencia que rompe con los parámetros miméticos alternándose en voces diversas y planteándose desde las divagaciones y sueños de los personajes. La narración, como se explicara anteriormente, divaga en aguas oscuras, el lector tiene que hacer un esfuerzo enorme solo para identificar la instancia de la que se nos habla y luego tiene que convertirse en una especie de investigador para intentar interpretar las metáforas de las voces de los distintos personajes. Todo es ambiguo, la novela está pintada en matices de gris; nada es totalmente malo o bueno y las decisiones de los personajes son las que los llevan a su final. Solo el hermano es víctima de la fortuna, el cáncer es el monstruo que lo marcó de niño y que lo llevará a la muerte en su juventud.
La falta de un comentario categórico, de alguna solidez en los hechos o el lenguaje, abonan a afirmar la teoría de David Lodge; es imposible pensar en A Girl Is a Half Formed Thing como una novela mimética; la realidad queda relegada a un segundo plano. Esta es una novela de enfermedad física y mental; es el retrato de la paradoja humana que, lejos de ajustarse a los paradigmas de la realidad, se multiplica en la complejidad del subconsciente. A Girl Is a Half Formed Thing presenta la melodía polifónica de la desolación y se establece a partir de la posmodernidad como una alternativa refrescante a la misma.
Las transgresiones temáticas y del lenguaje abundan en la novela: el discurso masculino es adquirido por mujeres, la violencia está en manos de las protagonistas femeninas (la madre maltratante y la hija que comete el acto de mayor violencia acabando con su vida), el catolicismo carismático como fraude en un discurso desolador de apariencia social, la mimésis desplazada por la diégesis, la metáfora del subconsciente que se impone sobre la realidad para llegar a ella, la pedofilia que es odiada y amada, el doble discurso de amor y perdón y la desolación de la soledad ante la impotencia, son solo pequeñas muestras de cómo, desde el lenguaje, se logra transgredir la realidad. Los personajes no tendrán escapatoria a la vida de sombras; la violencia es la norma cotidiana a la que se enfrentan y la protagonista reconoce que su única puerta de salida es el mayor acto de transgresión, el suicidio.
La paradoja habita en los sujetos femeninos que se apoderan del lenguaje de la violencia que acabará por destruirlas junto a todo lo que las rodea. La muerte es el único sentido que tendrá el sinsentido de la vida de nuestra protagonista, la que solo consigue paz al acabar con su vida. Es interesante que el agua que la purifica no es pura ni cristalina, es el agua de un lago sucio el venido a llamar a bautizarla; el agua turbia, como el lenguaje confuso del inconsciente, se convierte en el lecho de su última morada, en el descanso de una vida igualmente sucia y tormentosa. Eimer McBride consolida desde el lenguaje la transgresión que supone la supremacía de la diégisis sobre la mímesis.
Bibliografía
Bakhtin,Mikhail. Four Essays, editado por Michael Holquist, traducido por Caryl Emerson y Michael Holquist, University of Texas Press, 1988, ebook.
Collard, David. “Interviewwith Mc- Bride”, http://www.thewhitereview.org/ online-issueMay2014
Lacan, Jacques. “La instancia en la letra desde el inconsciente o la razón desde Freud”. Sonetos I, traduccción Tomás Segovia, Siglo XXI, 1994.
Lodge, David. “Mimesis and Diegesis in Modern Literature”, SPEL: Swiss Paper in Modern Language and Literature, (1) 1984.
McBride, Eimear. A Girl Is a Half Formed Thing, Galley Beggar Press Limited, 2013, http://www.galleybeggar.co.uk
Wood James. “Useless Prayers: A Girl is a Half Formed Thing by Eimeer McBride”, New Yorker, September 29,2014,http://www.newyorker.com/magazine/2014/09/29/useless-prayers
Woolf, Virginia. “Women and Fiction”, Produced by Unz.Org, March 1929.