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La verdadera historia de la Malinche de Fanny del Río: Una lectura histórica

La verdadera historia de la Malinche de Fanny del Río: Una lectura histórica

Linda Ramos Cádiz

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[historia-literatura-estudios culturales]

La gran escritora mexicana, Fanny del Río, radicada en Uruguay, es la autora de esta maravillosa novela: La verdadera historia de la Malinche; y para ello se vale del género epistolar que le brinda un tono íntimo, de alcoba en tonos sepias a la narración, hasta hacernos sentir que violamos como lectores un espacio sagrado. ¿Quién es La Malinche? Suena a pregunta retórica, ¿Acaso hay alguien que no lo sepa? Puede que en la historia de América no haya habido una figura histórica tan vilipendiada como Malintzin Tenepal, conocida también como Doña Marina, alias La Malinche. La valorización de su participación en la conquista del Imperio Azteca por Hernán Cortés ha cambiado y variado en matices, dependiendo de una concatenación de factores que van desde: el discurso nacional de México en diferentes momentos históricos, el acercamiento a su persona por parte de los cronistas de Indias y el rescate de su gestión, producto de una nueva visión femenina de investigadoras y escritoras latinoamericanas. Malinche es madre del pueblo mestizo, es a veces culpable de todos los males de México, es traidora, adultera y también es realeza nahualt, linaje noble, mujer brillante y defensora de los suyos. Para algunos, víctima pasiva de los europeos, para otros, personaje activo de la conquista. Todo lo dicho es Malinche. Su persona ha inspirado novelas, canciones, poemas, dichos populares, “Jodidos desde la Malinche”, reza el refrán. La maldición de Malinche, cantó la gran cantautora mexicana Amparo Ochoa. Sin embargo, esta Malinche de Fanny del Río es íntima, mujer que supo ajustarse a su circunstancia, amó y odió en igual medida, madre amorosa que vela por sus hijos. Esa Malinche que encontramos todos los días en el rostro de la mujer de América.

La historia

Cuando hablamos de historia de México es casi imposible no tropezarnos con la Malinche; antes de la independencia tan solo se le señalaba como “la lengua” de Cortés y su concubina.

During the colonial period, Doña Marina of the Spanish chronicles, protector of the foreigner and mother of the first mestizo, was largely ignored in both historical and literary texts. [1]

Situación a la que contribuye la poca documentación en las fuentes originales que narran sobre La Malinche. A este particular señala Georges Baudot:

[…] cuando el historiador se preocupa por el personaje de Malintzin, lo primero que le sale al paso, para una figura histórica de este calibre, es la parquedad, la pobreza y la fragilidad de la información disponible, la real debilidad y hasta a veces la inconsistencia –cuando no incoherencia de la documentación confiable y explorable con algún provecho. [2]

Lo que no debe sorprendernos pues la conquista de América ha sido siempre en el discurso oficial asunto de hombres y sobremanera de hombres: blancos, europeos, castellanos. Ya bien lo puntualiza Matthew Restall en Los siete mitos de la conquista española, donde la figura de Hernán Cortés es central. Conquista que descansa sobre el mito de los hombres excepcionales, un puñado de aventureros que conquistaron América. En dicha gestión no caben: alianzas indígenas (caso de México y Perú), la participación de conquistadores negros (esclavos ladinos), el papel que jugaron las lenguas (lenguaraces en el cono Sur) y mucho menos el rol desempeñado por las mujeres indígenas y no indígenas (Ines Sepúlveda). Las crónicas de Indias, las cartas de probanzas y las relaciones de viajes se amoldaron a las convenciones de la ideología imperialista castellana. Y así ocurrió en gran medida en la historiografía oficial hasta llegado el periodo de independencia y cuidado extendiéndose un poco más allá. Las nuevas repúblicas se debatían entre hispanófilos y antiespañoles. Discusiones que obligaron a la intelectualidad hispanoamericana de la época a revalorar aspectos del pasado histórico. La Malinche se situará en medio de la tormenta revisionista.

Será después de la independencia que las miradas acusadoras se volverán sobre ella y entonces se convertirá en la madre del México mestizo para algunos y la gran traidora de su pueblo para otros. Bien lo señala Omaira Hernández Fernández, “Doña Marina, la malinche, estabiliza su acuerdo con las razas nativas e inicia así su política de fusión de las dos razas”. [3] La visión de Malinche, como madre del mestizaje se eclipsa ante el nuevo movimiento indigenista que surge en México transformándola en una suerte de madre terrible al estilo de la Lilith bíblica. La madre que devora a sus hijos o como diría Octavio Paz, “los hijos de la chingada.” Malintzin es la gran fornicadora, sensual, maliciosa y ambiciosa. Una manera de némesis de Cuauhtémoc, el último tlatoani azteca. Némesis ella, a su vez, de la Virgen de Guadalupe, protectora del pueblo.

Esta visión no se mantuvo intacta a lo largo del siglo XIX, la disputa entre conservadores y liberales a raíz de la Reforma Liberal de los años 1855-1867 obligó a darle otra revisión a la Malinche. Entonces los liberales (afrancesados y antiespañoles) la convirtieron en un símbolo de la independencia nacional. Discurso que se revisará otra vez después de la Revolución Mexicana y el Movimiento Indigenista que le procedió. José Vasconcelos con la idea de analizar el mestizaje como el gestor de la raza cósmica será uno de los grandes propiciadores de este movimiento. El intelectual mexicano vio al mestizo como la antítesis de las razas futuras.

Dicho parecer situaba a la Malinche como madre de dicho mestizaje; pero a su vez como traidora del glorioso pasado indígena. A este punto de inflexión, llega la aportación de Octavio Paz que ha sido fundamental en la visión de la Malinche como objeto pasivo del proceso de conquista, víctima de las circunstancias, sujeta al deseo de los hombres, violada, utilizada y vejada, echada a un lado cuando ya no fue necesaria. La mujer como objeto de la conquista refuerza el acto del conquistador como una empresa exclusivamente de hombres:

El símbolo de la entrega es doña Malinche, la amante de Cortés. Es verdad que ella se entrega voluntariamente, pero éste apenas deja de serle útil, la olvida. Doña Marina se ha convertido en una figura que representa a las indias fascinadas, violadas o seducidas por los españoles. [4]

La visión de la Malinche como el resultado de la chingada marcará que a partir de ella será malinchista todo aquel que prefiera lo extranjero a lo autóctono. “¡Ah maldición de Malinche, enfermedad del presente, cuando dejarás mi tierra, cuando harás libre a mi gente”, reza la canción de Amparo Ochoa.

En la actualidad, la Malinche ha sido rescatada por un grupo de mujeres intelectuales tanto mexicanas, chicanas como hispanoamericanas, en general. Para ello se han valido tanto de la narrativa y la fabulación, como del teatro y el ensayo teórico en sí mismo. Se trata de rescatar a la mujer de la vorágine de discursos hechos por la masculinidad y reivindicarla desde una óptica más humana e interior, de mujer a mujer. En esa generación de escritoras se sitúa Fanny del Río con "La verdadera historia de la Malinche".

Puede que el discurso masculino proteste señalando estas defensas como ficcionalización, pero ¿acaso no ha sido ficcionalización el tratamiento que ha recibido la Malinche por cronistas e historiadores? En el caso de los cronistas, veamos algunos puntos de vista. Bernal Díaz del Castillo transmuta a la Malinche en doña Marina, una dama noble, inteligente y prudente. Díaz del Castillo la encomia y le atribuye un papel protagónico como lengua y guardaespaldas de Cortés. Es doña Marina quien advierte a Cortés del complot para tomarlo preso en Cholula.

Y una india vieja, mujer de un cacique, como sabía el concierto y trama que tenían ordenado, vino secretamente a doña Marina, nuestra lengua: como la vio moza y de buen parecer y rica le dijo y aconsejó que se fuese con ella si quería escapar la vida [...] [5]

Malinche avisa a Cortés de la trampa y éste logra salvarse, suscitándose así la Matanza de Cholula. El cronista ve en la Malinche los atributos de una mujer leal a la causa por ella abrazada. También habría que señalar la occidentalización de Malinche en doña Marina, creándose un desdoblamiento de su persona antes de ser cristiana y ahora que lo es. Díaz del Castillo caricaturiza a la Malinche poniéndole una nueva piel: la europea, partiendo del hecho simplista de que un nombre cristiano y el sacramento del bautismo borrara el pasado indígena con el peso de las tradiciones ancestrales. A pesar de ello, a diferencia de otros cronistas no la juzga, como tampoco la desvalora por su posición de concubina de Cortés. Aparte de que no le niega su papel protagónico en la conquista, cosa que sí hace Cortés en sus relaciones quien la invisibiliza como actor de la aventura conquistadora. No sabemos si lo hizo para ocultar su vida íntima o por ganarse él solo los honores de la conquista. Puede que ambos. Otros como Motolinia, la disminuirán tan solo al papel de lengua, dice refiriéndose a Cortés, Marques del Valle, “Depárole Dios en esta tierra dos intérpretes, un español que se llamaba Aguirre y una india que se llamó Doña Marina”. [6] Dependiendo el cronista, la figura de la Malinche será minimizada o exaltada, hasta llegar a ser el chivo expiatorio de todas las desgracias de México. Dice Carlos Fuentes en el Espejo enterrado, “Gracias a la Malinche, Cortés descubrió que un gran rey llamado Moctezuma, vivía en una magnífica ciudad en la montaña”. [7] Aquí tenemos a una Malinche como gestora activa de la historia de México, posición encontrada con la de Octavio Paz quien le atribuye un papel pasivo.

Tal vez la importancia de la Malinche es ser todo lo anterior: víctima y victimaria, objeto y sujeto, pasiva y activa. “Su dificultad estaba, pues en su silencio”. [8] Se pudiera señalar que no sabemos nada de ella. Su vida pública comienza con la conquista y termina con ella. Hay tiempos perdidos, su infancia, su vida como esclava, Fanny del Río en su Verdadera historia de la Malinche le da luz a este periodo. Su padre muere al enfrentarse a los colectores de impuestos de Tenochtitlán. Su madre contrae matrimonio por segunda vez y trae al mundo otro hijo. Ella que había sido educada por su padre como líder de su pueblo, es cedida por su progenitora como esclava y así pasa a vivir entre el pueblo maya. Su vida a partir de entonces estará llena de vicisitudes según cambia de dueños. Malintzin Tenepal se cree era oriunda de Coatzacoalcos. Al ser entregada a Cortés estaba saliendo de la adolescencia. Según El código florentino y el ya citado cronista, Díaz del Castillo, ella sobresalía entre las doncellas entregadas a Cortés por su inteligencia y hermosura. A esa altura ya era bilingüe, hablaba maya y nahualt, luego será políglota.

Malintzin, mujer en medio de un punto de inflexión histórico, no fue la primera indígena en enamorarse de un español, ya había bastantes mestizos en el Caribe. Aclaramos que unos llegaron por amor y otros por coacción, ante el carácter violento de la conquista. Segundo, un acontecimiento histórico rara vez es el resultado de un solo elemento, los cambios drásticos en las sociedades son el resultado de la suma de muchas contradicciones. Tercero, tanto para Malinche como para los pueblos que colaboraron con Cortés, la nueva alianza solo significaba quitarse de encima el yugo azteca. A la altura de aquellos acontecimientos los pueblos originarios no podían visualizar el alcance que tendría la presencia española en sus tierras. Hablamos de reinos y no de un estado-nación en el concepto moderno de la palabra. Cuarto, la Malinche vio en Cortés al hombre que la reivindicaría ante su pueblo y su familia, aquel que la situaba en el lugar que le correspondía por su linaje noble. Quinto, si luego de ser esclava y haber sufrido humillaciones, su lealtad hacia Cortés tenía que ser incondicional quien la tenía en gran estima. Sexto, no sabemos si sus intenciones en muchas negociaciones con los aztecas previnieron mayores derramamientos de sangre. Sin ella, tal vez la experiencia de conquista pudo haber sido peor, recordemos que Cortés llegaba de Cuba donde ya se había producido la casi total aniquilación del pueblo indígena. Malintzin actuó como cualquier otra mujer en circunstancias similares y hacia esa interioridad femenina apunta Fanny del Río en este epistolario íntimo de la mujer más vilipendiada de la historia.

La historia en la novela

Esta novela se enmarca dentro del periodo de la conquista de México, hecho que se dio en la segunda fase de este proceso. Luego de conquistadas las Antillas y las costas cercanas al Caribe, comenzaron las grandes expediciones al territorio continental, donde el Reino de los Aztecas, primero y luego el de los Incas jugaron papeles protagónicos.

La expedición de Hernán Cortés no fue la primera en bordear las costas de Yucatán, antes de él hubo dos expediciones. La primera sufrió una emboscada en Isla de Mujeres y no logró gran cosa; por lo cual le siguió una segunda expedición. Ésta liderada por Juan Grijalbo, sobrino de Diego Velásquez que se estableció en Cozumel, aunque sin permiso oficial para anexar dicho territorio al Imperio Español.

Surge, entonces, la tercera expedición dirigida por Hernán Cortés, que para ese entonces era alcalde de Santiago de Cuba. A ese efecto, firma capitulaciones el 23 de octubre de 1519, aunque estas no estaban refrendadas por el rey de España. Con once embarcaciones, zarpó de Santiago el 18 de noviembre de 1518. A Cortés lo acompañó: Pedro de Alvarado, Alonso de Ávila, Alonso Hernández Portocarrero, Diego de Ordaz, Francisco Montejo, Francisco Moría, Francisco Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León, Cristóbal de Olid, Bernal Díaz del Castillo y otros. Pudo el aventurero reunir unos 550 hombres y 200 auxiliares, entre ellos esclavos negros, y esto sin permiso de Velázquez, en aquel entonces máxima autoridad en Cuba. A lo que se sumaba que el 13 de noviembre de 1518 salía de España el documento que daba la capitulación a Diego Velázquez para la conquista de México. Un poquito tarde porque Cortés ya iba en camino hacia el continente. Su impetuosidad y ambición lo hacían difícil de detener.

He was dominated not by greed but by passion for glory –the romantic glory of a medieval knight errant. His ambition was to emulate the greatest conquerors of history: Alexander the Great –no less became his model. [9]

La primera escala de Cortés fue Cozumel, donde recibe la ayuda de dos lenguas, una india jamaiquina que quedó allí cautiva desde la expedición de Grijalva y Melchorejo, cautivo de la expedición de Hernández de Córdova. De ahí parte a Veracruz, pero el mal tiempo le hace detenerse en la Península de Yucatán y allí se encuentra con Jerónimo de Aguilar, cautivo maya de las expediciones anteriores, convirtiéndose así en su lengua: maya-español. Luego conoce a los totonacas y a los chontales (mayas). Melchorejo se escapa y advierte a los mayas del peligro de los expedicionarios y aquí surge la batalla de Centla el 14 de marzo de 1519. Los chontales son derrotados y como prenda de paz entregan a Cortés veinte mujeres, entre ellas Mallinalli Tenépatl, (Tenépatl: facilidad de palabra). Ella se convertirá en su intérprete junto a Aguilar, que sabía maya y nahualt. Se cristianizará y la llamaran doña Marina o Malintzin, los indígenas.

In accordance with the custom of the country the Indians presented Cortés with twenty girls: and among them was a certain Malintzin, called by the Spaniards Marina, the daughter of a Nahua cacique who had been living as slave among the Mayans of Tabasco. [10]

Cortés en una maniobra arriesgada destruye los barcos para que sus seguidores no puedan regresar a Cuba.

El 22 de abril de 1519 la expedición llega a Chalchicueyan, San Juan de Ulloa para los españoles; es aquí donde llegan los primeros emisarios de Moctezuma Xocoyotzin y pensando que Cortés era Quetzalcóatl le dieron presentes: objetos de oro y máscaras con piedras preciosas a lo que Cortés les intercambió cuentas de vidrio, sin valor alguno, una silla y un casco. En la España de Cortés, una silla era un objeto de lujo reservado a la nobleza, la gente común se sentaba en bancos. El casco, los mexicas lo interpretaron como símbolo de Quetzalcóatl, y ahí comenzaron los malos entendidos.

Mientras tanto, el gobernador de la isla de Jamaica, Francisco de Garay, envió una expedición de exploración con tres navíos y doscientos setenta hombres al mando de Alonso Álvarez de Pineda al Golfo de México. Después de haber navegado desde la Florida hasta el Río Panuco fueron avistados. Cortés creyó que eran embarcaciones enviadas por Velázquez y decidió poner una trampa en la playa para capturar a los nuevos expedicionarios; pero la argucia sólo funcionó con siete hombres, el resto de la expedición pudo regresar a Jamaica. El 16 de agosto de 1519, Cortés, con el resto de los españoles y un gran contingente de aliados totonacos, comenzó la marcha hacia la ciudad de México-Tenochtitlan.

En su viaje hacia el centro del imperio pasa Cortés por tierras tlaxcaltecas donde trató de convencerlos de unirse a la soberanía de Carlos V y dejar de tributar a los aztecas. Olintetl, su soberano, rehusó la propuesta ante la vigilancia mexica. Tlaxcala era parte de una confederación, la triple alianza compuesta por los señoríos de Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlan y esta alianza rivalizaba con Huejotzingo, Cholula y Tlaxcala. De todo esto, toma ventaja Cortés advertido por la Malinche para ganar adeptos a su empresa conquistadora. Rompe el equilibrio de control la suspicacia de Xicohténcatl Axayacatzin quien duda del origen divino de los españoles ante los estragos causados por ellos y el poco respeto que demostraban ante sus creencias religiosas. Dirige una revuelta en la que vencen los españoles, y ante este hecho los tlaxcaltecas se rinden.

Cholula

Cortés es bien recibido en Cholula, ciudad tributaria de los aztecas. Al principio fue aceptado. pero tras bambalinas los cholutecas habían planeado con los aztecas deshacerse de la visita. Es ahí donde la presencia de Malinche cobra gran notoriedad al ser ella la que alerta a Cortés de la conjura. Cortés captura a los líderes de Cholula y, bajo lo que ahora se llama ataque preventivo, mató a más de cinco mil hombres en menos de cinco horas. A este hecho, se le conoce como La matanza de Cholula. Cual aves de rapiña los aventureros arrasaron con todo aquello que consideraron valioso: oro y joyas.

Tenochtitlán

A pesar de todos los intentos de Moctezuma para evitar que Cortés llegara a Tenochtitlán, este último entra a la ciudad con unos cuatrocientos españoles y un ejército de tlaxcaltecas el 8 de noviembre de 1519. Un lugar majestuoso construido sobre el Lago Texcoco y unida a tierra por tres calzadas principales.

Moctezuma se entrevista en privado con Cortés y acepta la sumisión ante Carlos I de España, piensa que está ante la presencia de seres divinos y rebelarse es un ejercicio inútil. Los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácalt. A partir de este momento, comienza a perder poder el imperio azteca; los totonacas son los primeros en dejar de pagar tributos y se les declara la guerra. Estos serían defendidos por los españoles. Los mexicas regresan a Tenochtitlán con la cabeza de Juan de Argüello como prueba fehaciente de que los españoles no eran dioses sino mortales; mas Moctezuma se horroriza y mantiene todo en secreto. Manda así a prohibir cualquier acto militar, lo que no evita que Cortés se entere del asunto por sus aliados los totonacas.

Los españoles aprovechan la oportunidad de la hospitalidad de Moctezuma para comenzar a saquear el oro de los templos y fundirlo en barras para enviarlo a España y Cortés, tomando como pretexto la escaramuza con lo totonacas en Nautia, arresta a Moctezuma el 14 de noviembre de 1519, y éste queda bajo una vigilancia constante. Es entonces cuando el pueblo mexica comienza a dudar de su soberano. La osadía de Cortés llega al punto de derribar las estatuas de los dioses aztecas y celebrar una misa en el Templo Mayor; mientras tanto se apoderaba de las minas repartiéndose entre los aventureros el oro y separando el quinto real. Los desmanes y la ambición española se salen de control y Pedro de Alvarado tortura a Cacama, cacique de Tezcuco para que le entregara mayores cantidades de oro. También desde este punto estratégico Cortés envía sus emisarios a fundar colonias y llevar a cabo el sistema de repartimientos.

Mientras tanto, en la Casa de Contratación, se debatía el caso de la legitimidad de Cortés, ya que el título de adelantado lo tenía Diego Velázquez de Cuéllar. Los procuradores de la Villa Rica de la Vera Cruz, Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, habían llegado a Sevilla. Era octubre de 1519, cuando el obispo Juan Rodríguez de Fonseca se enteró de los acontecimientos, girando órdenes al contador de la Casa de Contratación Juan López de Recalde para incautar el tesoro que transportaban los procuradores. Fray Benito Martín solicitó que se otorgara plena autoridad al gobernador de Cuba para castigar la insubordinación de Cortés. A pesar de que el obispo de Burgos acusó a Cortés, y sus hombres, como desertores y traidores, el 17 de mayo de 1520 el comité decidió aplazar la resolución hasta escuchar nuevas pruebas tanto de Velázquez como de Cortés. En Cuba, ajeno a lo que sucedía en España, Diego Velázquez incautaba las propiedades de Cortés. No conforme con esto, envía una expedición al mando de Pánfilo de Narváez para capturar a Cortés, la que fracasa en su objetivo y llega a ser contraproducente para Velázquez. Narváez envía emisarios a Cortés que son comprados por éste. El problema con Narváez trajo muchas idas y venidas que al final obligarían a Cortés a salir de Tenochtitlan. Cortés se enfrenta a Narváez en un ataque sorpresa y logra vencerlo, mientras en México se alzaba la revuelta.

Durante la ausencia de Cortés, en Tenochtitlan se debía celebrar la ceremonia en honor al dios Huitzilopochtli. Los mexicas pidieron permiso al capitán Pedro de Alvarado, quien otorgó el permiso correspondiente para llevar a cabo la fiesta de Tóxcatl, la cual era un extenso ritual en que se hacía una estatua de Huitzilopochtli; sacerdotes, capitanes, así como jóvenes guerreros bailaban y cantaban desarmados. Alvarado mandó cerrar las salidas, pasos y entradas al patio sagrado, la entrada de Cuauhquiyauac (Águila) en el palacio menor, la de Ácatliyacapan (Punta de caña), la de Tezcacóac (Serpiente de espejos) y entonces comenzó la masacre. Dieron un tajo al que estaba tañendo el tambor, le cortaron ambos brazos y luego lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada, otros comenzaron a matar con lanzas y espadas; corría la sangre como el agua cuando llueve, y todo el patio estaba sembrado de cabezas, brazos, tripas y cuerpos de hombres muertos.

Fue una gran pérdida porque los asesinados eran los dirigentes que se habían educado en el calmécac, los veteranos de guerra, los calpixques, los intérpretes de códices. La presencia de los extranjeros ofendía al pueblo de Tenochtitlan, pero era tanto el respeto que sentían por la figura del huey tlatoani, que nadie se había atrevido a contradecirlo. La matanza del Templo Mayor provocó una enorme indignación y los mexicas se lanzaron contra el palacio de Axayácatl. Moctezuma pidió al tlacochcálcatl (jefe de armas) de Tlatelolco, Itzcuauhtzin, calmar a la población enardecida con un discurso en el que pedía a tenochcas y tlatelolcas no combatir contra los españoles. La rebelión ya no pudo ser detenida, la población ofendida por la actitud del tlatoani, gritaba: «¡Ya no somos tus vasallos!». Además, se encontraban irritados por el ataque alevoso a sus capitanes. Sitiaron el palacio durante más de veinte días, donde los españoles se atrincheraron llevando con ellos a Moctezuma y a otros jefes.

Moctezuma es asesinado, según unos, por su pueblo, pero dice la historia que fueron los españoles quienes lo ultiman. Con su muerte comienza el sitio de Tlahtocan, aislando a los españoles sin comida ni abastos. El 30 de junio de 1520, sale Cortés y sus hombres de noche, sigilosamente, hasta ser descubiertos. Algunos, huyendo, se vieron obligados a abandonar sus tesoros. La expedición española tuvo grandes bajas. Escaparon hacia Tlaxcala y a este acontecimiento se le llamó la Noche Triste.

Aun así, Cortés logra reagrupar sus fuerzas y fundar la Villa de Segura de la Frontera y desde ahí se organiza con la gente Tlaxcala; también aprovecha la llegada de nuevas expediciones y las une a sus fuerzas. Construye bergantines para posicionarlos en el lago y avanzó hacia Technotitlan. Cortés vence y toma como rehén al hijo de Moctezuma, Cuauhtémoc, el último gran guerrero mexica. A Cortés no le interesaba en ese momento la muerte de Cuauhtémoc. Prefirió utilizar ante los mexicas su reconocimiento como tlatoani, aunque en realidad ya era súbdito del emperador CarlosV y del propio Cortés. Aprovechó la iniciativa y el poder de Cuauhtémoc a quién le restituyó el status de noble mexica, respetado y bien tratado, pero cautivo, para usar su prestigio y autoridad a fin de gobernar a los vencidos, asegurar la colaboración de los mexicas en los trabajos de limpieza y restauración de la ciudad. Lo primero que ordenó fue restablecer el suministro de agua potable a la ciudad. La reconstrucción de Tenochtitlan se realizó al estilo renacentista europeo para convertirla más tarde con el nombre de México, en la capital de la Nueva España, que fue el primer virreinato de las Indias.

La codicia por el oro no se hizo esperar y, no conforme con trescientos ochenta mil pesos oro ya fundido en barras (de acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo), o ciento treinta mil castellanos (según la crónica de López de Gómara), el tesorero Julián de Alderete exigió el tormento de Cuauhtémoc, para que éste confesase dónde se escondía el resto del tesoro de Moctezuma Xocoyotzin. Fue entonces cuando a Tetlepanquetzaltzin y Cuauhtémoc les untaron los pies de aceite acercándoselos al fuego. Años más tarde en España, recayó en Hernán Cortés la culpabilidad de permitir tal martirio.

Esta breve lectura histórica de "La verdadera historia de la Malinche" no debe cerrarse sin citar a Tzvetan Todorov que bien nos guía a los efectos de la conquista:

El encuentro de Moctezuma con Cortés, de los indios con los españoles, es ante todo un encuentro humano, y no debe asombrar que ganen los especialistas en comunicación humana. Pero esta victoria, de la que hemos salido todos nosotros, tanto europeos como americanos, al mismo tiempo da un serio golpe a nuestra capacidad de sentirnos en armonía con el mundo, de pertenecer a un orden preestablecido: su efecto es reprimir profundamente la comunicación del hombre con el mundo, producir la ilusión de que toda comunicación interhumana: [...] el silencio de los dioses pesa tanto en el campo europeo como en el de los indios. [11]

Conclusión

Malinche, madre. Malinche, indígena. Malinche, realeza. Malinche, matriarca cósmica. Malinche, estratega. Malinche, política. Malinche, mujer enamorada. Malinche, progenitora de la América mestiza. Malinche, mujer que supo entender su papel ante la singularidad del pliegue del tiempo y lo asumió como protagonista de la historia. Todos los de acá, a este lado del mundo, somos hijos de la Malinche. Llevamos adentro mundos encontrados, fuerzas en colisión e historias aún por escribirse. La reivindicación de la Malinche coincide con el retorno de la energía femenina como fuerza de cohesión a un planeta que hasta ahora ha sido gobernado por la energía positiva masculina del “polemos”. Aparecerán muchas Malinches en la América del porvenir.

Notas

1 Pérez-Lagunes, Rosario. The Myth of La Malinche: From the Chronicles to Modern Mexican Theater, en Thesis submitted to the Faculty of the Virginia Polytechnic Institute. (Blaksburg, Virginia, 2001). 21.

2 Baudot, Georges. “Malintzin, imagen y discurso de mujer en el Primer México Virreinal”, en Glantz, Margo. La malinche, sus padres y sus hijos. (México: Taurus, 2001). 56.

3 Hernández Fernández, Omaira. “Tiempo de indias: Crónicas e imágenes del Nuevo Mundo y la expresión literaria latinoamericana”, en Revista Sapiens, Año 9, 9, #1, 2008. 213-234.

4 Paz, Octavio. “Los hijos de la Malinche”. En El laberinto de la soledad. (México City: Cuadernos Americanos, 1947). Cap. 4.

5 Díaz del Castillo, Bernal. Historia verídica de la conquista de la Nueva España. Cabañas. (México: Editorial Porrua, 2009). 147.

6 Carta de Fray Toribio de Motolinia al Emperador Carlos V. (2 de enero de 1555). En Idea y querella de la Nueva España: Las casa, Sahagún, Zumarraga y otros. (Madrid: Alianza Editorial, 1978). 79.

7 Fuentes, Carlos. El espejo enterrado. (México: Alfaguara, 1992). 155.

8 Baudet, George. “Malintzin, imagen y discurso de mujer en el Primer México Virreinal”, en Glantz, Margo. La malinche, sus padres y sus hijos. (México: Taurus, 2001). 55.

9 Parkes, Henry Bamford, A History of Mexico. (Boston: Houghtnn Mifflin, c1969). 41.

10 Ibídem, 42.

11 Todorov, Tzvetan, La Conquista de América: el problema del otro. (México: Siglo Veintiuno, 2001). 105.

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