15 minute read
Guía puertorra para sobrevivir el apocalipsis: La rabia útil de los muertos (Una novela de zombis)
Guía puertorra para sobrevivir el apocalipsis: La rabia útil de los muertos (Una novela de zombis)
William García
Advertisement
[literatura-crítica-estudios culturales]
— Carlos Vázquez Cruz, “Sobre volando”, Ares
En La rabia útil de los muertos (2016), el escritor puertorriqueño Ángel A. Rivera desata una reflexión voraz sobre un Puerto Rico pre-PROMESA, pre-María, distraídamente a la zozobra. Un sólido ejemplo del subgénero del apocalipsis zombi, el texto de Rivera nos remite a temas ya fácilmente identificados como pertenecientes a este tipo de narrativa de ciencia ficción: las acciones y el destino de los humanos en el Antropoceno; la insidiosa adicción al consumismo y una mirada crítica al capitalismo salvaje; la explotación de la fuerza laboral; tensiones raciales, la xenofobia y la exclusión social; el impacto de masculinidades tóxicas; la globalización; el rechazo a inmigrantes y refugiados; y las repercusiones sociales, políticas y culturales de una catástrofe inimaginable (Boluk & Lenz; Drezner, “Metaphor”; Feffer; Fulmer; Mouflard; Schott; Wu). En La rabia útil de los muertos, publicada por Disonante en noviembre de 2016, Rivera juega con intertextualidades diversas como una de las estrategias para crear el universo distópico del apocalipsis causado por los muertos vivientes, desde las películas clásicas de George Romero y Malas hierbas (2011) de Pedro Cabiya, hasta la cinta cubana Juan de los muertos (2011) de Alejandro Brugués, pasando por el cuento “Monstro” (2012) de Junot Díaz y las películas 28 Days Later (2003) de Danny Boyle, Shaun of the Dead (2004) de Edgar Wright y World War Z (2012) de Marc Forster. Según Daniel W. Drezner, estas constantes referencias al canon zombi refuerzan la percepción apocalíptica del futuro de la sociedad moderna (“Metaphor” 826). En este ensayo, quisiera contextualizar dinámicas de recepción del texto, a la vez que resumo algunas de sus posibilidades interpretativas en el marco de los estudios zombi.
La trama de la novela, la primera de Rivera, retrata una sociedad que naufraga y sobrevive una hecatombe detonada en unos laboratorios universitarios que colaboran en un proyecto internacional diseñado por entidades estadounidenses, en especial el Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en Atlanta. El protagonista, Juanse, es un científico y académico puertorriqueño de la Universidad de Connecticut (Storrs) que coordina una serie de experimentos de virología que se replican simultáneamente en tres localidades: su campus universitario en Storrs, el Recinto Universitario de Mayagüez (ciudad natal de Juanse) y en la Estación Espacial Internacional Júpiter 12. Al surgir los primeros indicios de algo fallido en la estación espacial y en los laboratorios en Mayagüez, Juanse es enviado por el CDC a Puerto Rico para investigar lo ocurrido e intentar controlar la situación antes de que los medios noticiosos se enteren. Al llegar a San Juan, y ver en las noticias reportes escalofriantes sobre actos de violencia y canibalismo tanto en la isla como en su campus universitario en Connecticut, Juanse se percata de que se encuentran en medio de una plaga viral apocalíptica y lamenta la decisión de haber abandonado a su familia para viajar a Puerto Rico.
Aunque la acción narrativa va hilando los sucesos en los tres puntos donde brota el virus zombi, la novela tiende a focalizarse en el personaje de Juanse y sus vivencias junto a su colega y amigo José Alberto, integrante del proyecto en el laboratorio en el RUM. Juanse se traslada hasta Mayagüez para encontrar a su amigo, y de ahí viajan al recinto de la UPR en Río Piedras porque han oído decir que desde allí podrían comunicarse con los Estados Unidos. Una vez en el recinto universitario metropolitano, terminan atrincherados junto a una comunidad diversa de sobrevivientes. El narrador alude a esta plaga apocalíptica como el Gran Momento (11) o el Gran Desastre (147). El final de esta pandemia, que consigue decimar una tercera parte de la población global y hasta facilita la re-demarcación de fronteras nacionales (ahora los Estados Unidos se extienden hasta Chiapas), se ancla en el descubrimiento de que los seres rabiosos pueden ser amaestrados y dominados por su afición a los ingredientes artificiales en las hamburguesas de comida rápida. En medio de la devastación, el capitalismo y el complejo industrial-militar logran incorporar al zombi en el orden social: “El Supersize Me se volvió la norma del día, regresaba el menú clásico hinchando de nuevo a los ansiados restaurantes, y hasta los zombis comenzaron a cobrar un aspecto regordete” (128). En un giro narrativo grotesco, el sistema capitalista domestica al zombi, restaurando el status quo consumista y beneficiándose de una fuerza laboral totalmente exenta de libre albedrío que genera innumerables posibilidades de ganancia para diversas industrias y los militares. Como vemos al final de la película Shaun of the Dead de Wright, la domesticación de la figura furibunda en La rabia útil de los muertos connota un paralelo descorazonador entre nosotros los vivos y los muertos vivientes; nos azota “the despairing feeling of being an expendable piece of flesh and bone” (Wu 96). Esto es la doctrina del shock del capitalismo del desastre que pregona Naomi Klein (Cintrón Arbasetti).
La conclusión de esta novela, a pesar de su happy ending de regreso al lar familiar en Vernon, Connecticut y la reunión de Juanse con su esposa, hijos y gatos, quienes se salvaron refugiándose en las sínsoras de un campo de Pennsylvania, tiene un dejo de desconcierto y trauma. El nuevo orden social es aún más militarizado, xenófobo y con estrictas restricciones de desplazamiento para la comunidad global. El texto cierra con un capítulo narrado en primera persona, aproximadamente a 12 años del Gran Momento, en el que Juanse nos revela que nunca más volvió a Puerto Rico ni al CDC en Atlanta, abandonó su carrera como científico y se reinventó como profesor de cine y literatura de horror “en un oscuro departamento de Humanidades” (147). Este detalle nos explica por qué el narrador de la historia es tan ducho en narrativas zombi. La mayoría de los textos que se centran en el apocalipsis de los muertos vivientes, apunta Drezner, terminan en una de dos maneras: “the elimination/subjugation of all zombies, or the eradication of humanity from the face of the Earth” (“Night”). En la novela de Rivera la plaga es controlada, pero la humanidad que sobrevive, por lo menos desde el sentir de la voz narrativa, parece más bien “mercancía estropeada” que teme una hecatombe peor en cualquier momento. Elizabeth McAlister señala que la figura del zombi nos avisa que: “We are all in mortal danger of being made inhuman by virtue of being conformists, empty consumers, automatons, and cannibals” (475).
La rabia útil de los muertos es un texto híbrido: una novela de ficción científica, con visos de comedia negra y segmentos discursivos (Borges N. pág.), que se centra en los efectos del brote zombi en Puerto Rico. Intercaladas entre los capítulos, Rivera inserta diez mini crónicas llamadas “Rabias,” en las que se refiere a famosos y estremecedores hechos de violencia tanto en los Estados Unidos como en Puerto Rico (e.g., las matanzas en Columbine y Sandy Hook, el asesinato de Luis Vigoreaux, un asesinato a tiros en las Fiestas de San Sebastián). Todos los casos aludidos en estas “Rabias” funcionan como augurios fallidos del apocalipsis que se avecinaba, como advertencias de asimilar el horror a la vida cotidiana, o simplemente nos invitan a la reflexión en torno a la capacidad del ser humano para sembrar el terror por medio de la violencia. El tono del texto muda constantemente (suspenso, humor negro, sátira social) y su narrador fácilmente salta del desparpajo de un encuentro sexual en la UIPI que hace de Juanse y José Alberto un par de ligones, o una escena grotesca en la que zombis le devoran las nalgas a un estudiante gordito que se atora al intentar salir por una ventana, a reflexiones discursivas sobre el germen de la rabia en la raza humana o los efectos de la catástrofe en un país que ya se encontraba a la deriva.
No obstante el marco temporal principal de la narración se sitúa en un futuro cercano (el año 2020), Rivera retrata unas circunstancias que nos evocan fácilmente el momento histórico de mediados de 2016: justo cuando la sociedad puertorriqueña, en gran parte enajenada en la banalidad de su realidad socio-política y paralizada por la quiebra fiscal, debatía en medio de las campañas electorales cuáles serían los efectos de PROMESA y la Junta Fiscal, que aún no entraba en vigor. Incluso la descripción de Connecticut y del suburbio en Vernon, cuando Juanse regresa de Puerto Rico en la conclusión de la novela, nos remonta al incómodo malestar de muchos a partir del verano del 2016 causado por el hecho de que Trump era el candidato presidencial republicano y que, a pesar de la negación, pensábamos que el horror era posible. Pero es el panorama de un Puerto Rico devastado por la corrupción, la desidia y la fatuidad de la clase política; la criminalidad, la violencia y el narcotráfico; la fuga de cerebros; el consumismo desmesurado y banal; y la insolvencia del país, con los “buitres” carroñeros cabildeando en el Congreso de los E.E.U.U., lo que se trasluce en el desbarajuste apocalíptico que se describe en la novela. Tanto así que, a veces, olvidamos el carácter textual de sci-fi y la exageración del humor negro. Rivera certeramente recoge esas preocupaciones en su alegórica representación del apocalipsis zombi, la cual se presta para establecer un sinnúmero de paralelos con la realidad del país al momento de la publicación de la novela.
En la primavera de 2017, cuando asigno la novela en mi curso sobre el Caribe, no es difícil para mis estudiantes contextualizarla en un Puerto Rico descalabrado más y más según pasan los días, con frecuentes titulares anunciando el cierre de escuelas, crueles ajustes fiscales, el desangre demográfico y el futuro incierto de los que no podrán aban- donar el bote. Tanto así, que mi intención de enmarcar el texto en una perspectiva diaspórica como parte del análisis en clase se convirtió en una faena titánica. En el verano de 2017, ante el implacable deterioro de la situación del país, comienzan a aflorar metáforas referentes a los muertos vivientes en la prensa. Véanse, por ejemplo, las notas “The Walking Debt: caminar en medio de la crisis” (mayo de 2017, 80 Grados) de Eduardo Ortiz Maldonado y “Las caras míseras de mi gente lela” (agosto de 2017, El Nuevo Día) de Eduardo Lalo. Drezner sostiene que, “The rise of the zombie metaphor both reflects and reifies collective perceptions of societal breakdown” (“Metaphor” 839). Entonces, en septiembre de 2017, dos catastróficos huracanes (Irma y María) azotan la isla de Puerto Rico. ¿Qué les puedo decir sobre cómo las condiciones del país postMaría transformarían la lectura de La rabia útil de los muertos? Bromeaba con Rivera hace unas semanas que María casi borra el carácter de ciencia ficción de la novela, y que el humor negro se percibía ahora más como neo-tremendismo; como “el realismo sucio cubano,” me aclaró Rivera.
Lo que eran tímidas referencias al apocalipsis para referirse al descalabro social y financiero del Puerto Rico pre-María, se convierten en un río desbocado en la prensa a ambos lados del charco tras las secuelas de los ciclones. En una nota titulada “Jorobao Park” (noviembre de 2017), Sandra Rodríguez Cotto comenta: “El pueblo camina lento, con hambre, con sed y enfermos, como si fuéramos los muertos vivientes en un pabellón de los zombies tipo Walking Dead” (Noticel). CNN catapulta el horror en titulares internacionales: “Doctors in Puerto Rico: ‘Reality here is post-apocalyptic’” (Kavilanz). El ejemplo más claro que les puedo ofrecer es la excelente crónica “María’s Bodies” de Mattathias Schwartz, ilustrada por un ensayo fotográfico en blanco y negro de Matt Black, que se publica en la revista New York (diciembre de 2017). Las fotos de Black que acompañan la crónica parecen imágenes de la filmación de The Walking Dead. Esta nueva realidad postcataclismo en Puerto Rico, en cuanto la isla continúa siendo asolada por las inclemencias neoliberales de la Junta Fiscal impuesta por PROMESA, afecta, lo queramos o no, la manera en que leemos la novela de Rivera.
Por otro lado, una interpretación inicial (y superficial) del texto podría sugerir una corrosiva lectura de la plaga en relación al estatus colonial con un enfoque en las dinámicas sociales en el Puerto Rico del nuevo milenio. Pero Rivera va más allá (o viene más acá) y se enfrasca en un malabarismo narrativo que desvela una sutil reflexión sobre la identidad puertorriqueña desde la diáspora. La rabia útil de los muertos se regodea hasta la ansiedad en su identidad como un texto puertorriqueño, caribeño, tanto de aquí como de allá, del vaivén, de la diáspora alborotá: hibridez, polifonía, polisemia, guachafita. El narrador protagonista ha echado raíces en el tranquilo suburbio de Connecticut, zigzaguea sin problemas de un lado a otro del charco, en estrecha relación y constante comunicación con familia, amigos y colegas en la isla, pero a gusto en la comunidad de académicos donde vive; satisfechamente desarraigado; comfortable in his transnational skin; crítico y sagaz observador de las realidades sociales, tanto de Puerto Rico como de los Estados Unidos después de décadas de vivir en el mainland. La llamada cortada de José Alberto a Juanse desde Mayagüez al comienzo de la novela da paso a un desasosiego en el protagonista que persiste de cierta forma a través de todo el texto. En la novela no se habla de la condición neocolonial, ni de banderas, ni del status político, ni se intenta definir la identidad cultural de manera esencialista. Juanse sobrevive el apocalipsis en un Puerto Rico que nos recuerda la Nación Postmortem de Carlos Pabón. Inferimos la condición transnacional del protagonista, y su doble mención del texto zombi “Monstro” de Junot Díaz, en el que otro protagonista de identidad transnacional es sorprendido por una plaga viral en el Caribe, tal vez funcione como un guiño para quien lee. En La rabia útil de los muertos, la alegoría del apocalipsis tiene un dejo a réquiem identitario. Aquí solo he querido esbozar algunas posibilidades interpretativas, pero me gustaría hacer énfasis en el hecho de que la experiencia diaspórica, ese mirar desde la “guagua aérea,” debe enmarcar nuestra lectura de los “zombiricuas” de Rivera.
Para concluir, me gustaría proponer algunas preguntas desde la perspectiva de los estudios zombi, cuya proliferación de acercamientos críticos desde diversos campos académicos, nos ofrece posibilidades interdisciplinarias e interseccionales para entender las narrativas en torno al apocalipsis. La perspectiva multidisciplinaria de los estudios zombi es una excelente herramienta crítica para explorar, por ejemplo, cómo este texto de Rivera “infecta” nuestra visión de puertorriqueñidad y nos propone una visión distópica de la sociedad puertorriqueña contemporánea desde una mirada diaspórica. Pero podríamos extender esta lectura a otros textos que no pertenecen al género. ¿Cuáles son otros textos que nos invitan a canibalizar el cuerpo “muerto” de la nación mientras cuestionamos la identidad cultural, de género, o queer? ¿Podemos leer las novelas de Póstumo el transmigrado y Póstumo el envirginiado de Alejandro Tapia y Rivera desde la perspectiva zombi? ¿Y qué tal el cuento “La muñeca menor” de Rosario Ferré? ¿Qué otros textos de la literatura puertorriqueña pueden acompañar las “Rabias” que nos presenta Rivera? ¿“En la popa hay un cuerpo reclinado” o “En una ciudad llamada San Juan” de René Marqués? ¿Hasta dónde puede llegar el contagio en el cuerpo de la literatura puertorriqueña?
Obras consultadas
28 Days Later. Dir. Danny Boyle. DNA Films & 20th Century Fox, 2003. DVD.
Borges, José. “Zombis en Borinquen.” El Nuevo Día, Domingo, 26 de marzo de 2017. 59.
Boluk, Stephanie and Wylie Lenz. “Infection, Media, and Capitalism: From Early Modern Plagues to Postmodern Zombies.” Journal for Early Modern Cultural Studies 10.2 (2010): 126-147.
Cabiya, Pedro. Malas hierbas. New York: Zemí Book, 2011.
Cintrón Arbasetti, Joel. “Naomi Klein en Puerto Rico: ‘No es shock, es el trauma lo que se ha estado explotando’”. Centro de Periodismo Investigativo, 26 de enero de 2018. Web. 25 February 2018.
Dawn of the Dead. Dir. George A. Romero. Dawn Associates & Laurel Group, 1978. DVD.
Díaz, Junot. “Monstro.” The New Yorker, June 4 & 11, 2012. 106-118.
Drezner, Daniel W. “Night of the Living Wonks.” Foreign Policy, June 15, 2010. Web. 25 February 2018.
___. “Metaphor of the Living Dead: Or, the Effect of the Zombie Apocalypse on Public Policy Discourse.” Social Research: An International Quarterly 81.4 (2014): 825-849.
Feffer, John. 2013. “The Undead and Us.” Foreign Policy In Focus, November13, 2013. Web. 23 March 2018.
Fulmer, Jacqueline. “‘Men Ain’t All’: A Reworking of Masculinity in Tales from the Hood, or, Grandma Meets the Zombie.” The Journal of American Folklore 115.457/458 (2002): 422-442.
Juan de los muertos. Dir. Alejandro Brugués. La Zanfoña Producciones & Producciones de la 5ta Avenida, 2011. DVD.
Kavilanz, Parija. “Doctors in Puerto Rico: ‘Reality here is post-apocalyptic.’” CNN Money, October 17, 2017. Web. 2 November 2017.
Lalo, Eduardo. “Las caras míseras de mi gente lela”. El Nuevo Día, 5 de agosto de 2017. Web. 25 February 2018.
McAlister, Elizabeth. “Slaves, Cannibals, and Infected Hyper-Whites: The Race and Religion of Zombies.” Anthropological Quarterly 85.2 (2012): 457-486.
Mouflard, Claire. “Zombies and Refugees: Variations on the ‘Post-human’ and the ‘Non-human’ in Robin Campillo’s Les Revenants (2004) and Fabrice Gobert’s Les Revenants (2012-2015).” Humanities 5.3 (2016): 48.
Night of the Living Dead. Dir. George A. Romero. Image Ten, Laurel Group, Market Square Productions, and Off Color Films, 1968. DVD.
Ortiz Maldonado, Eduardo. “The Walking Debt: caminar en medio de la crisis”. 80 Grados, 5 de mayo de 2017. Web. 15 May 2017.
Pabón, Carlos. Nación Postmortem: Ensayos sobre los tiempos de insoportable ambigüedad. San Juan: Ediciones Callejón, 2002.
Rivera, Ángel A. La rabia útil de los muertos (Una novela de zombis). San Juan: Disonante, 2016.
Rodríguez Cotto, Sandra D. “Jorobao Park.” Noticel, November 8, 2017. Web. 9 November 2017.
Schott, Gareth. “Dawn of the Digital Death: The Zombie as Interactive Social Satire in American Popular Culture.” Australasian Journal of American Studies 29.1 (2010): 61-75.
Schwartz, Mattathias. “María’s Bodies.” Photographs by Matt Black. New York, December 25, 2017-January 7, 2018. 16-29, 86-88.
Shaun of the Dead. Dir. Edgar Wright. Prod. Nira Park. Universal Studios, 2004. DVD.
Shermer, Michael. “Why We Are So Intrigued by Zombies.” Scientific American 312.1 (Dec 16, 2014). Web. 29 Dec 2014.
World War Z. Dir. Marc Forster. Paramount Pictures, 2013. DVD.
Wu, You-Chi. “Zombification and the Average Working Class in Shaun of the Dead.” Discoveries 12 (Spring 2014). John S. Knight Institute for Writing in the Disciplines, Cornell University. PDF. 6 April 2015.