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CARTAS DE MISIÓN
Ucrania, en un ajedrez bélico
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El conficto iniciado hace ocho años entre Ucrania y Rusia escaló a nivel crítico en febrero pasado, debido a las acusaciones cruzadas entre Putin y Biden, quienes alegan amenazas a la seguridad de Rusia por la expansión de la OTAN en Europa Oriental y la «inminente» invasión rusa; el envío de toneladas de armas estadunidenses e inglesas a Kiev (capital ucraniana); y el despliegue ostensivo de miles de soldados rusos y maniobras militares de Moscú y Bielorrusia. Esta situación es resultado de una guerra no resuelta entre el ejército ucraniano y grupos rebeldes de dos regiones orientales de Donbás apoyados por el Kremlin, lo cual, hasta ahora ha provocado la muerte de miles de personas y el desplazamiento de más de un millón de ellas. Pero el conficto también incluye componentes internos polémicos relacionados con factores históricos, pluriculturales y de falta de representación política de millones de ucranianos. Y aunque se han hecho esfuerzos diplomáticos y de diálogo entre Rusia y varios países occidentales, las grandes potencias parecen no estar calibrando adecuadamente las propuestas de soluciones externas que no refejan la diversidad política de Ucrania al respecto, por ejemplo, de una eventual adhesión a la OTAN (no apoyada por todos) ni suponen el diálogo nacional institucionalmente protegido en el que los propios ucranianos sean los protagonistas en el proceso de pacifcación. Por eso, diversos analistas apelan al efectivo cumplimiento de los acuerdos de Minsk, frmados también por Ucrania en febrero de 2015, como el principal medio para aliviar las tensiones en la región de Donbás. (BBC / Sinpermiso / Agencias) •
Racismo persistente en Brasil
El pasado 5 de febrero se realizaron actos de protesta en las principales ciudades de Brasil, así como en Londres, Berlín y Nueva York, exigiendo justicia inmediata por el brutal asesinato del joven congoleño Moïse Kabagambe el 24 de enero, en Río de Janeiro, después de que pidió a los dueños de un quiosco del barrio de Tijuca que le pagaran el salario atrasado de tres días de trabajo. El joven había ingresado como refugiado al país en febrero de 2011, cuando apenas tenía 11 años y huía con su familia de los confictos armados en República Democrática del Congo. Diversas organizaciones de lucha por los derechos de los negros y migrantes, incluyendo Cáritas Arquidiocesana de Río, la ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) piden que el presidente Jair Bolsonaro asuma una postura clara sobre el caso emblemático del creciente racismo y xenofobia que han caracterizado a su gobierno. Por su parte, el arzobispo de Feira de Santana, responsable de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) para la pastoral afrobrasileña, monseñor Zanoni Demetino Castro, en un duro artículo, destacó que la muerte del joven africano no puede ser considerada como un caso aislado «del contexto que viven y pasan millones de jóvenes negros y negras (que han sido) muertos en los últimos tiempos». Concluyó su texto expresando su «indignación con el genocidio de la juventud negra», en un país donde los afrobrasileños representan 56 por ciento de la población total. (Brasil de Fato / CNBB) •
Besthqwallpa pers Antonio Delgado
África, una fuente de esperanza
Finalmente, a principios de febrero pasado y después de dos años de pandemia, los países miembros de la Unión Africana (UA) celebraron su 35 Cumbre, de forma presencial, en Adis Abeba (capital de Etiopía y sede de la organización), para abordar una serie de cuestiones y desafíos que consideran relevantes en el actual contexto y para el futuro próximo. Bajo el lema «Construir resiliencia en nutrición en el continente africano: acelerar el capital humano, el desarrollo social y económico», más de una veintena de líderes debatieron sobre los efectos de la pandemia de Covid-19; los problemas socioambientales relacionados con el cambio climático; la ola de golpes de Estado que se registraron recientemente en Sudán, Malí, Guinea-Conakri y Burkina Faso; los conflictos intercomunitarios como el de Tigray; la propagación del terrorismo y la lucha contra el yihadismo en el Sahel, el Cuerno de África, las regiones de los Grandes Lagos y el sur del continente; y la continuidad en la lucha por conseguir dos asientos de los miembros no permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU. Precisamente, el secretario general de ese organismo, António Gutérres, envió un mensaje a la UA reafirmando que África es «una fuente de esperanza» y destacando, como motores de recuperación para el continente: el mayor suministro de vacunas, la estimulación de las economías, la mitigación de causas y efectos del cambio climático y la inclusión y continuidad en los procesos de paz. (Europa Press / ONU News). •
P. Antonio Delgado S.
Actualmente, el padre Antonio es rector de la capilla Mártires de Uganda, atendida por los Misioneros Combonianos en la Ciudad de México. Ahí, junto con otros combonianos, trata de ser una presencia misionera en esta gran ciudad.
Asimismo, unido a la pequeña comunidad cristiana, que conserva un gran corazón misionero, el padre Antonio vive su apostolado en estos últimos años. Siempre lo acompaña su experiencia misionera en Malawi y Sudáfrica, donde realizó su ministerio y se enriqueció con el testimonio de tantos jóvenes que iniciaban su camino en la Iglesia.
Desde muy joven ingresó al seminario menor y terminados sus estudios de Teología en Inglaterra fue ordenado sacerdote el 18 de agosto de 1980. Luego de un pequeño servicio en la provincia de México fue destinado a África, donde trabajó por más de 15 años.
Su primer encargo fue como formador y profesor en el seminario de Sahuayo, Michoacán, en donde ayudó a muchos jóvenes a discernir su vocación y sembró en sus corazones los valores cristianos. Como tantos otros misioneros, el padre Antonio laboró en la animación misionera, en donde compartió su experiencia con la gente. También fue animador de algunas comunidades en la parroquia de ciudad Insurgentes, en La Paz, Baja California Sur.
Ahora que está por cumplir 42 años de vida sacerdotal, podemos decir que da testimonio de su entrega y vive con mucha alegría el carisma de san Daniel Comboni. Que el Señor lo siga acompañando y bendiciendo en su servicio a la misión. .
Fraternidad de San José
El padre Fernando Cortés, misionero comboniano mexicano, nos cuenta que san José nos enseña a asumir nuestro compromiso, no tanto como un deber, sino como un don que lleva a la alegría de darse por entero a sí mismo. Ese ejemplo sigue la Fraternidad de San José en la misión de Mongoumba, Centroáfrica.
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Misionera en tres continentes
La hermana María Teresa Romo es una misionera comboniana de origen español. Su dilatada vida misionera ha tenido como escenario tres continentes: África, Europa y América. Llegó a nuestro país hace cuatro años y ahora le toca cambiar de nuevo de continente, pero antes de irse nos escribe estas líneas para darnos su testimonio misionero.
Escribo estas líneas mientras hago las maletas para dejar este México lindo en el que he podido disfrutar de la misión durante cuatro años, trabajando sobre todo en la animación misionera y la pastoral vocacional. Mientras me preparo para regresar a España, hago memoria de tantos lugares donde he vivido y de tantas personas con las que me he encontrado. Recuerdo incluso mis años de formación en España, trabajando en un barrio gitano, y más tarde, durante el noviciado en Italia, en aquellas visitas que hacíamos a las residencias de ancianos. Todo ayudó para que en mí creciera el deseo de ser misionera comboniana y para que, después de 46 años y de recorrer tres continentes, siga ilusionada. El camino de la vida misionera es complicado, pero el paisaje es bellísimo. Vivimos sólo una vez, y vale la pena dar la vida por Él y por su Reino.
Mi primer amor misionero fue Uganda. Ahí renové mi bautismo a través del sí a esa nueva cultura, a ese nuevo pueblo que me acogió como un miembro más de su familia. Me entregué por completo al campo de la salud, en el hospital de Kalongo, donde viví la dolorosa experiencia de la guerra, pero también muchos momentos de gran alegría, paz, serenidad y de vida plena con el pueblo ugandés. En mi primera Nochebuena ahí, viví en plenitud la venida del Hijo de Dios, palpé el nacimiento de Jesús en los niños y niñas que nacieron aquella noche en el hospital, en el que yo ayudaba a las madres para que trajeran esas nuevas vidas al mundo.
Luego di un salto a Brasil, un país con una gran variedad de culturas, razas y colores, pero también de riquezas materiales que sólo disfrutan unos pocos. Viví el gran desafío de la persecución a la Iglesia por parte de los señores feudales, los fazendeiros o marajás. Estas amenazas no achicaron a la Iglesia, ni tampoco a las Comunidades Eclesiales de Base. ¡Al contrario! El camino de la Iglesia se hacía cada vez más fuerte: la formación de líderes a todos los niveles hizo que nuestras comunidades se fortalecieran más y más. Mi última experiencia en Brasil la viví en São Paulo, donde trabajé como enfermera de niños con sida y en dos grandes favelas dando clases de alfabetización y preparando a la gente para los sacramentos. ¡Fue una experiencia muy hermosa! Después vino otro salto continental para trabajar en un campo de refugiados de Sudán del Sur, donde se asentaban 22 mil familias con una situación precaria. Había mucho dolor y sufrimiento porque la mayoría de ellas había quedado atrapada en la ciudad de Raga, debido a los bombardeos. La causa era la guerra entre el norte y el sur de Sudán, una guerra de hermanos contra hermanos. Detrás de tanta violencia estaba, entre otras cosas, el petróleo, que todos querían controlar. ¿Cómo hablar de Dios en medio de tanto dolor y sufrimiento? Nuestra misión consistía, sobre todo, en estar ahí y hacerles sentir arropados y queridos. Intentaba curar a los enfermos de sus heridas físicas como enfermera, y de sus heridas morales y espirituales a través de la escucha.
Otro cambio de continente –no sería el último– me llevó hasta Ecuador, donde durante nueve años de plenitud y alegría trabajé en el vicariato de Esmeraldas, cuyo obispo, el comboniano monseñor Eugenio Arellano, ahora ya retirado, me asignó el ministerio de la pastoral educativa. Un hermoso servicio junto a profesores, padres de familia y alumnos.
Regresé a España antes de ir a México, país que ahora debo dejar para un nuevo servicio en Europa –creo que esta vez será en Portugal–. Pero antes pasaré un tiempo con mi familia y pienso en la alegría de tener todavía una madre que me espera con sus 101 años de vida. Le llevaré de regalo la felicidad de mi sonrisa misionera.