Más allá de la noticia
Por: P. Gustavo COVARRUBIA S, mccj
Pixabay / Tiburi / Diseño Esquila
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Ucrania, en un ajedrez bélico El conflicto iniciado hace ocho años entre Ucrania y Rusia escaló a nivel crítico en febrero pasado, debido a las acusaciones cruzadas entre Putin y Biden, quienes alegan amenazas a la seguridad de Rusia por la expansión de la OTAN en Europa Oriental y la «inminente» invasión rusa; el envío de toneladas de armas estadunidenses e inglesas a Kiev (capital ucraniana); y el despliegue ostensivo de miles de soldados rusos y maniobras militares de Moscú y Bielorrusia. Esta situación es resultado de una guerra no resuelta entre el ejército ucraniano y grupos rebeldes de dos regiones orientales de Donbás apoyados por el Kremlin, lo cual, hasta ahora ha provocado la muerte de miles de personas y el desplazamiento de más de un millón de ellas. Pero el conflicto también incluye componentes internos polémicos relacionados con
factores históricos, pluriculturales y de falta de representación política de millones de ucranianos. Y aunque se han hecho esfuerzos diplomáticos y de diálogo entre Rusia y varios países occidentales, las grandes potencias parecen no estar calibrando adecuadamente las propuestas de soluciones externas que no reflejan la diversidad política de Ucrania al respecto, por ejemplo, de una eventual adhesión a la OTAN (no apoyada por todos) ni suponen el diálogo nacional institucionalmente protegido en el que los propios ucranianos sean los protagonistas en el proceso de pacificación. Por eso, diversos analistas apelan al efectivo cumplimiento de los acuerdos de Minsk, firmados también por Ucrania en febrero de 2015, como el principal medio para aliviar las tensiones en la región de Donbás. (BBC / Sinpermiso / Agencias) •
Racismo persistente en Brasil El pasado 5 de febrero se realizaron actos de protesta en las principales ciudades de Brasil, así como en Londres, Berlín y Nueva York, exigiendo justicia inmediata por el brutal asesinato del joven congoleño Moïse Kabagambe el 24 de enero, en Río de Janeiro, después de que pidió a los dueños de un quiosco del barrio de Tijuca que le pagaran el salario atrasado de tres días de trabajo. El joven había ingresado como refugiado al país en febrero de 2011, cuando apenas tenía 11 años y huía con su familia de los conflictos armados en República Democrática del Congo. Diversas organizaciones de lucha por los derechos de los negros y migrantes, incluyendo Cáritas Arquidiocesana de Río, la ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) piden que el presidente Jair Bolsonaro asuma una postura clara sobre el caso emblemático del creciente racismo y xenofobia que han caracterizado a su gobierno. Por su parte, el arzobispo de Feira de Santana, responsable de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) para la pastoral afrobrasileña, monseñor Zanoni Demetino Castro, en un duro artículo, destacó que la muerte del joven africano no puede ser considerada como un caso aislado «del contexto que viven y pasan millones de jóvenes negros y negras (que han sido) muertos en los últimos tiempos». Concluyó su texto expresando su «indignación con el genocidio de la juventud negra», en un país donde los afrobrasileños representan 56 por ciento de la población total. (Brasil de Fato / CNBB) •