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Capitanes y guapuchas: relojes de agua en el tiempo que fue
Capitanes y guapuchas:relojes de agua en eltiempo que fue
SEBASTIÁN FONSECA TRUJILLO
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Tingua bogotana / responde este canto herido / ¡Sangre en los vallados! / ¡Golpes del mercado! / Poderoso caballero es don dinero / bien decía el poeta. / Una fábrica que vierte / el progreso que llaman / es tu grito el canto / ya ahogado, / el silencio que denuncia.
Canción del humedal
Bajo las hojas del buchón, los juncos y las eneas, entre los cantos de cucaracheros, patos y tinguas, los vieron nadar nuestros ancestros, los vieron nadar. Los peces guapuchas y capitanes que han habitado el municipio de Funza han sido arrinconados por eso que llaman progreso, bajo lógicas crematísticas. Ambas especies, endémicas de la región, han cumplido un papel de relevancia para los grupos humanos que han vivido allí. Tal es la importancia que a la población de Funza se le conoce con el nombre de guapucheros. Uno de sus habitantes recuerda que “los mejores pescadores del país eran los guapucheros. Su técnica consistía en mantener las manos atrás, acostarse boca abajo sobre una tabla, sumergir la cabeza y atraparlos con la mano. También usaban 1 herramientas como lanzas o caucheras” . Estos hechos existen en las memorias que ahoga el tiempo.
Originarios de la sabana cundinamarquesa, los guapuchas y capitanes han establecido una conexión con las culturas y los asentamientos humanos, influyendo en los hábitos alimentarios. Se sabe que desde la
época muisca “hacía parte de su alimentación quienes la consumían al 2 fritarla o asarla y combinarla con diversas especies de maíz” . Estas especies servían al arte culinario desde tiempos pre-hispánicos, fenómeno que permaneció en la Colonia y a lo largo de casi toda la vida republicana del país. La importancia cultural de dichas especies se hace patente en un hecho anecdótico: el naturalista Alexander Von Humboldt hizo la catalogación del capitán al verlo servido en un plato. La Sabana de Bogotá, centro político y económico del país, solo podía obtener peces frescos provenientes de sus redes hídricas hasta la segunda mitad del siglo XX. Simultáneo a los procesos de transformación social, el consumo de estas especies se mantuvo constante a través de los años, de modo que tuvo un gran valor para campesinos y ciudadanos. Colombia, un país eminentemente rural hasta La Violencia, se conformó como una República andina desde la Hegemonía conservadora. Sus frías montañas se alimentaban con dichos peces.
Sin embargo, dicha riqueza en fauna fue mermada por la acción antrópica. Por ejemplo, el municipio de Funza, desde la sexta década del siglo XX, se transformó aceleradamente, los antiguos y diversos cultivos cedieron su lugar a homogéneas unidades residenciales, de las zanjas y vallados solo restan algunos fósiles al costado de carreteras nacionales. La población de capitanes y guapuchas descendió. Los procesos de urbanización modificaron los espacios del humedal y, por ende, del hábitat natural de los peces. “Entre 1962 y 1985 Funza aumentó cuatro veces el núcleo original de su área urbana, un incremento de 437,4%. Para los pri3 meros años de los 90 Funza tenía cerca de 36.000 habitantes” . Según el DNP la población a 2022 asciende a 112.720 personas, es lógico que la cantidad de peces haya seguido la trayectoria inversa.
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Según el profesor José Iván Mojica, experto en fauna íctica de la Universidad Nacional de Colombia: “No es solamente que haya personas, son los procesos de degradación de los hábitats, el desecar humedales, la contaminación. Esto en últimas ha reducido los lugares donde vivían dichas especies, es un problema supremamente grave, porque si se extinguen aquí desaparecerán de todo lado, 5 para todo el mundo” .
Al ser endémica, es decir, al ser únicas de este pequeño espacio del globo, son un monumental tesoro que cae desde su pedestal hasta las obscuras aguas contaminadas. Su relación con los pobladores originales era fuerte, sin embargo, los lazos se han marchitado, aquellas bellas experiencias que se mostraban inmarcesibles agonizan en la penumbra del ayer, el pasado es enterrado entre los residuos, la basura y los ladrillos.
Fernando Romero lo recuerda de la siguiente forma, “lo tradicional era sacar guapuchas con mallas o bolsas de los vallados. El agua llegaba a las rodillas o a la cintura. Se podía pescar fácil, algunos usaban caña e 6 hilo. Yo alcance a hacerlo” . La actividad congregaba a las familias y servía de recreación, incluso algunos habitantes las tenían como mascotas, si bien la mayoría permanecían libres en un orbe rural. A pesar de lo anterior, “su área actual está confinada a pocos cuerpos tributarios del Río Bogotá, donde aún no llegan los residuos industriales, de curtiembres o de hogares. No obstante, como se está densificando la Sabana estos espacios tienden a desaparecer” . La situación se torna crítica en extremo en la zona con mayor densidad poblacional del país, la Sabana de Bogotá. El profesor Mojica lo indica con suma claridad al decir que “si se piensa lo que era Chía, Funza, Madrid, o Facatativá, áreas de distribución de las especies, en los últimos veinte o treinta años se llenaron de urbanizaciones, de zonas francas, etc. Sin contemplaciones para estas especies, realmente no interesó” .
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En Funza, los abuelos y los niños pescaban, las personas sabían dónde hallar peces cerca de su casa, los niños jugaban en las zanjas de la calle 15 o 16, a veces se reunían para alguna celebración especial. 9 Los que tienen más de 80 o 90 años lo recuerdan y cuentan eso .
De igual forma, los habitantes recuerdan las zonas de distribución del capitán, “había en el humedal donde era más turbia el agua o en espacios como lagunas, en el barrio la Chaguya abundaba el capitán lo mismo en la hacienda el Cacique y en San Ramón, era fácil pescarlo” . El poco atracti10 vo pez es extrañado por los que pasaron la primera parte de su vida cerca de él. En un intento de rescate de las memorias colectivas se han escrito
algunas obras, a las que este texto busca contribuir, ¿cuánto vale el conocer? Es una pregunta necesaria, al no existir la memoria se vive en un universo sin tiempo, donde solo existe el hoy, un presente que se desvanece sin importancia. Las memorias de los habitantes intentan guardar el recuerdo de su existir, por ejemplo, “[d]on Luis García recuerda al Gualí como un sitio hermoso, un paraíso de aves, con muchos árboles, las guapuchas… Peces muy abundantes en la región, y los encontraban en los vallados en todo el municipio” . Aquellas corrientes de limpias aguas 11 todavía corren en ensueños, anécdotas e historias. Los mayores de 40 recuerdan cómo eran esos peces.
Las añoranzas resultan bien descritas con las palabras de un habitante con arraigo “ver cómo todo cambió, el cemento es mucho más frío, lo que fue el municipio no existe, la gente simplemente se queda con sus recuerdos” . Y las del profesor Mojica, “al final solo la riqueza será anec 12 dótica, solo quedarán algunos ejemplares en los museos ”. A pesar de 13 que la muerte se acerque con premura, se intenta salvarlas. En este momento, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca CAR adelanta junto a la Universidad Manuela Beltrán, un proyecto que busca la conservación del capitán sabanero. Existe la propuesta de replicarlo con la guapucha. En el Plan de conservación y manejo del pez capitán de la Sabana (Eremophilus mutisii) en la jurisdicción de la CAR, se realizó el estudio de distribución actual de la especie, amenazas, fisionomía, entre otras, con el objeto de preservarla. Este tiene todos los aspectos de ejecución del proyecto y los marcos legales en que se sustenta el programa de conservación de un pez que reside más cerca de las nubes que del mar. Queda la expectativa de que se logre salvar aquello afectado por el inclemente avance de las necesidades humanas y sus lujos, evitar la extinción y hacer que permanezcan bajo las hojas del buchón, los juncos y las eneas, entre los cantos de cucaracheros, patos y tinguas, para que las veamos nadar y que nuestros hijos los vean nadar.
ROMERO, Fernando. Funza, Colombia. 1 Observación inédita. 2019. Ibíd. 3 LLERAS PÉREZ, R., JAIMES LÓPEZ, A. M. Bacatá, cultura viva; Tomo I Historia de Funza. Universidad Externado de Colombia. 2015. págs. 119-120.
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4 DEPARTAMENTO NACIONAL DE PLANEACIÓN. Municipio de Funza [En línea]. [Consultado el 7 de agosto del 2022]. Disponible en Internet: https://terridata.dnp.gov.co/index-app.html#/perfiles/25286 MOJICA, José Iván. Departamento de Biología, Universidad 5 Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. Observación inédita. 2019. ROMERO, Fernando. Op. cit. MOJICA, José Iván. Op. cit. Ibíd. ROMERO, Fernando. Op. cit. Ibíd. TRUJILLO TRUJILLO, Diana. Remembranzas del Humedal Gualí, En: Crónicas de Funza. Corporación Sinergia Cultural. 2017. pág. 53. ROMERO, Fernando. Op. cit. MOJICA, José Iván. Op. cit.
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