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Cocina y soberanía alimentaria

La cocina: un espaciorodeado de bienestar y amargura

MILENA CAMACHO RINCÓN

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“En la cocina había volumen e intensidad... Había movimiento, espacio, luz y aire. Se podía respirar. Se podía vivir.”

Apegos Feroces, Vivian Gornick

La cocina tiene cualidades hipnóticas, cierto magnetismo que atrapa a las personas. En medio del hervor, el vapor, los aromas y las texturas, la cocina nos mueve las fibras internas, apela a nuestra visceralidad y a nuestros sentidos. No obstante, el espacio de la cocina no siempre está lleno de bienestar, y aunque el acto de comer tiene la capacidad de unir a las personas, también tiene la capacidad de separarlas o de recalcar distinciones entre ellas. Las personas cocinan por motivos muy diversos. Se cocina en la casa, en la calle, en los restaurantes de mantel blanco, en las demostraciones de comida gourmé, en la olla comunitaria, en medio del rebusque y en medio del campo. Algunos cocinan porque es necesario, por ocio, por tradición o porque quieren complacer a sus sentidos. Muchas cocinan porque encuentran que en el fogón yace una fuerza gregaria que les permite defender, entre muchas cosas, la soberanía alimentaria de sus pueblos . 1

Hace más de dos años encontramos entre archivos polvorientos una serie de fotografías de mujeres cocinando en las calles de un puerto petrolero del Magdalena Medio.

Y fue desde allí que mi relación con la cocina empezó a transformarse, otras capas de significado surgieron sobre este y otros oficios considerados como netamente “femeninos”. Nuevas metáforas podían explorarse a través de la comida en espacios de protesta. La cocina, como el acto de comer con otros, convertía lo privado en público, lo singular en colectivo, 2lo material en cultural.

3LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

Gracias al encuentro con las imágenes comencé a husmear este concepto y encontré la historia de cientos que mujeres que habían dedicado su vida a organizarse con el firme propósito de subvertir las dificultades de sus sistemas alimentarios, combatir el hambre, sobrevivir al paramilitarismo ferviente de los años 80’s y de lograr cambios sociales significativos. A través de los boletines informativos de la Organización Femenina Popular de Barrancabermeja comencé a hacerme una idea de cómo era esa cocina de protesta y cómo podrían ser las mujeres que mantenían los fogones prendidos, que pasaban días bajo la luz del sol alrededor de las ollas comunitarias. Sin embargo, ustedes se preguntarán ¿Cómo entender una experiencia tan intensa y vaporosa como la de la cocina a través de un archivo fotográfico? Esta fue una contradicción constante a lo largo del proyecto. Lo más consecuente fue comenzar a cocinar y escabullirse en medio de una pandemia para encontrar a las cocineras y sus historias.

Creé una preparación, desde el desparpajo, la costura a pulso y la visceralidad. Creé una serie de cuerpos esponjosos como el pan, que habitaran una cocina llena de historias de bienestar, fortaleza y también de amargura. Preparé también un archivo de cocina, con cosas vivas como alimentos y semillas y cosas aparentemente muertas como objetos y símbolos. Este fue un primer intento por imaginar la experiencia de las

grandes preparaciones, de las ollas negriadas y de los sancochos gigantes que bajaban zapateando a los platos. Este también fue un esfuerzo por contener e imaginar las dimensiones, la cantidad de ajos machacados, los bultos de sal y de papa pelada, los tamaños de los atados de apio y el reguero de cáscaras que caen al suelo en medio de la preparación de una olla comunitaria. No obstante, el archivo con su indexicalidad terminó siendo una forma de referirse y apenas señalar algo que no se puede contener: la experiencia de la preparación de alimentos como forma de protesta.

El archivo y esta cocina no siempre han sido los mismos, al igual que un mercado, han tenido que nutrirse de las personas, alimentos e historias que coincidieron en el momento. Y esto, en lugar de ser un problema, plantea una ventaja, cierta diversidad en cada ocasión. El archivo, al igual que el proyecto, se convierte en una preparación que media entre lo vivo y lo muerto. La comida es un ser vivo que poco a poco va muriendo. Aquello que es natural, como el alimento, fluye, circula, se descompone o se consume, más no se congela.

En un ritmo similar se defiende la soberanía alimentaria, a través de las prácticas, las preparaciones, la olla comunitaria, pero también en la medida en que se asegura la autonomía y tenencia de nuestras propias semillas y alimentos. En las preparaciones está lo clave, y no sólo en su divulgación, sino en su ejecución. Como Heidy Pinto afirma: “Nosotras empezamos siempre con talleres, familiarizando a la gente desde lo práctico” . Aún queda mucho por cocinar y defender, y este archivo y 4 este espacio seguirán en preparación.

Las mujeres dieron las discusiones pelando la yuca porque 1 habían descubierto que en el fogón y la comida pervivía, aún dormida, una fuerza gregaria. Sánchez, Mery; Jaramillo, Alejandra; Obando, Diana; Gil Leonardo; Campo, Oscar; Lopez Carolina. Vidas de Historia Una memoria literaria de la OFP. (Barrancabermeja: Unai Reglero, 2012), 25.

2 Mahecha, Juliana. “Tradición e innovación culinaria en Colombia: una tensión productiva”. Boletín Cultural y Bibliográfico, VOL . LIV, N.o 9 8, (2020): 45. 3 Soberanía alimentaria o “el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos”. Arias, Dora Lucy, “Soberanía alimentaria y resistencia popular en Colombia” visitado por última vez el 18 de agosto de 2022 en https://www.semillas.org.co/es/soberana-alimentaria-y-resistencia-popular-en-colombia.

Heidy Patricia Pinto Agamez, Comunicación personal, 2 agosto, 2022. Cocinera tradicional, promueve la cocina tradicional y sus técnicas , difunde la cocina de subregión natural del Magdalena Medio. http://www.eltoquecolombiano.com/

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