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Oasis, el camino de Nordine

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Editorial

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Oasis, el camino deNordine

ANA MARÍA LOZANO

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Escribo en una terraza. Abajo los sonidos del tráfico son ensordecedores. Mientras escribo pasa volando una bandada de aves. Los llamados que emiten me obligan a subir la mirada. Van en formación, son numerosas. Después de varios minutos pasan unas aves rezagadas. Vuelan de dos en dos, algunas de cuatro en cuatro. Su vuelo es parpadeante, suben y bajan levemente, como marcando intervalos. Otras, más rezagadas, continúan pasando. Han pasado ya varios minutos. Vuela un ave solitaria, se posa sobre el techo de un edificio. Más allá veo dos que atraviesan el cielo pero en una dirección opuesta a la que tomó la bandada. Emiten el llamado llamado pero el sonido del tráfico apaga sus voces. Quisiera decirles por dónde fueron las demás. Pienso que las cansadas no van a lograrlo, sobre todo aquellas que vuelan solas. Han perdido la fuerza que ofrece la comunidad.

Micro acontecimientos como ese que les he narrado, están ocurriendo Micro acontecimientos todo el tiempo pero nuestro modo de vida, el uso del tiempo, la economía que hemos elegido y la misma lógica de la estructura de la ciudad, impiden que los veamos. Los eventos que afectan a la población de una cierta especie de ave migratoria, un oso de anteojos que camina sin encontrar una hembra, por los corredores desconectados de los Andes, abejas que mueren al polinizar floraciones impregnadas de pesticidas, un dromedario que muere de sed, tumbado ante lo que fue un río de agua, que ahora está seco, todo ello es invisible a nuestra vista. Estas vidas perdidas se han originado debido a las intervenciones humanas. Entender lo que significa la crisis ambiental y el calentamiento global nos resulta imposible pues la enorme cantidad de consecuencias que se produce en la cadena causa-efecto a nivel planetario de, por ejemplo, el deshielo de los glaciares en los polos, escapa a la comprensión humana. Es lo que llama Timothy Morton, un Hiperobjeto. Hiperobjeto.

Para entender un Hiperobjeto, como el calentamiento global, creo que el arte es una herramienta extraordinaria. Puede hacer visible eso que sería incomprensible desde otra perspectiva. Durante el mes de junio Blanca Botero llevó a cabo una exposición denominada Oasis, el camino de Nordine, en LA Galería, Arte Contemporáneo. El tema de la misma tenía que ver con una problemática que nos atraviesa a todos: el agua. Sin 1 agua, la vida en la Tierra es insostenible. Sobre esa situación, Botero reflexiona mezclando elementos tecnológicos, exploraciones sensibles y componentes cercanos al documental. Oasis, el camino de Nordine

EL VALLE, EL AGUA, LA ARENA

La palabra oasis remite a un territorio cuyas características predominantes estarían dadas por enormes contrastes. Por una parte, por la presencia de agua dulce y de vegetación, rodeada por parajes desérticos y arenosos. En términos simbólicos, afectivos, el oasis ha sido la imagen misma que le damos a la resistencia. Figura la oposición que formulan las palmeras, los pastos, el correr del agua a los embates de la arena, a la

erosión del viento, a la salinización. Los oasis son un síntoma. Si se van empequeñeciendo, o si desaparecen, el desierto estará ganando territorio.

, es el nombre que Isabelle Stengers ha dado a las diversas manifestaciones del malestar del superorganismo que es Gaia, la Tierra. Y es que con la crisis ambiental, con el calentamiento global, Gaia se manifiesta y cada vez con más frecuencia. El desequilibro entre las incidencias del humano en el planeta, las afectaciones que produce, y la capacidad del planeta de recuperar un cierto equilibrio, cada vez están más puestas a prueba.

La intrusión de Gaia 1

En , Blanca Botero recorre el camino del agua El camino de Nordine en el valle del Todra. Observa los contrastes, la lucha, el síntoma. Las tecnologías de la mirada satelital le son útiles para entender las dinámicas de los cuerpos de agua, para detectar la presencia de las manchas verdes, rosas, pardas que indican una zona regada por el agua, otra que está en proceso de desertificación, otra, oasis ya desaparecidos.

Los pobladores del valle, de antiguo, han trabajado maneras de fertilizar el terreno, cultivando palmas datileras, aceitunas, alfalfa, albaricoques. Sus casas están hechas de la misma tierra, se mimetizan con el terreno. En el oasis, los humanos han logrado un equilibrio negociado, con el agua, la tierra, con las estaciones. Han aprendido a compartir la escasez, repartiendo entre humanos y no humanos el agua. Saben que la vida se garantiza si todos acceden a la preciosa agua. Esos pobladores luchan porque la arena no gane más espacio.

Al respecto, Blanca comenta:

“Trabajar en El camino de Nordine ha sido un regreso a lo más básico, que para mí es la Tierra. No una madre, sino una casa/hogar. Aquí el equilibrio fortaleza-fragilidad está circunscrito a un pequeño territorio ubicado al sur de los montes Atlas, en la esquina noroccidental del continente africano. Allí, dos de cada tres oasis se han secado en el último siglo.

Las especies vivas luchan por adaptarse o simplemente mueren, a causa de un proceso de extinción progresivo y acelerado por el aumento de la temperatura planetaria.

Nourdine me enseñó algo del funcionamiento del oasis de Tinerhir y desde entonces, he pensado recurrentemente en los múltiples aprendizajes que podríamos recibir de las maneras ancestrales de hacer que aún subsisten en dicha región”.

Las dos instalaciones de Botero, las geografías sometidas a situaciones extremas que presenta, las resistencias y luchas que se dan en el territorio, ponen en tensión las certezas. También ponen en evidencia, la incidencia antropogénica, que no siempre es nefasta para el planeta, no somos sólo depredadores. También podemos ser agentes polinizadores.

Isabelle Stengers (2017). En tiempos de catástrofes, como 1 resistir a la barbarie que viene. Ed Futuro Anterior.

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