Revista del Seminario de Géneros Literarios
La virtud de la ceguera un cuento de Alejandra Cárdenas Inmersa en la masa de la juventud una crónica de Mariana Róo
Número 1 - Segundo Semestre 2015
ÍNDICE
Cuento La virtud de la ceguera Alejandra Cárdenas Parúguez
3
Ensayo Curiosidad, provocación y otras formas de leer bien Silvia Téliz Martínez
29
Cuento Patata podrida Melissa Juárez Mora
7
Ensayo La invención de Morel, una historia como cualquiera Sarahí Martínez
31
14
Minificción Biografía de un aborto Andrea González Sáenz
33
17
Minificción El perro que quería ver en colores Alejandra Cárdenas Parúguez
34
Crónica Gente hermosa Dahamar Ruiz de Esparza
21
Minificción La invención de los sentimientos Sarahí Martínez
34
Crónica Shot, shot, shot: inmersa en la masa de la juventud Mariana Róo Rubí
25
Cuento La casita azul y el hombre que vive siempre Ana Muñoz Morales Cuento Mi amor, candelabro Mariana Róo Rubí
Diseño basado en la plantilla: “RED Borders LLC”, usada bajo licencia Creative Commons.
Zaguán Literario es una publicación digital de carácter semestral, elaborada a partir de los trabajos de los alumnos del Seminario de Géneros Literarios, que es parte del plan de estudios de la carrera de Comunicación de la Universidad Panamericana. Esta publicación es un proyecto de difusión cultural sin fines de lucro. Todos los textos son propiedad de sus respectivos autores. Las fotografias utilizadas están bajo licencia Creative Commons y fueron tomadas de la página www.pixabay.com; excepto la foto de portada, propiedad de los editores, y la segunda ilustración de la página treinta y cuatro, propiedad de Sarahí Martínez. La portada muestra la entrada principal de la universidad por Agusto Rodin. Editores responsables: Santiago Uría, Edgar Rodríguez y José Luis López
Presentación Zaguán, palabra mozárabe, ha sido desplazada por términos como atrio, vestíbulo o el anglicismo hall. Es un espacio cerrado, situado tras la puerta principal de una casa; un sitio de paso que sirve también para recibir visitas, un umbral de entrada. Igualmente, esta revista semestral abre sus puertas a los visitantes del Seminario de Géneros Literarios y les da la bienvenida al universo de las letras. Hay un precedente histórico en la literatura mexicana. Entre 1975 y 1977 se editó en el Distrito Federal una revista literaria titulada El Zaguán; iniciativa de un grupo de jóvenes escritores para generar vínculos entre autores noveles y consolidados. Se editaron siete números en los cuales destacaban las colaboraciones, entre otros, de Ramón Xirau, José Emilio Pacheco, Jaime Sabines y, el único Nobel de Literatura mexicano, Octavio Paz. Dicho poeta vivió su infancia y adolescencia en Mixcoac, donde actualmente se ubica la Universidad Panamericana, la cual le rinde homenaje con una placa en el Jardín Central: “En Mixcoac, pueblo de labios quemados, solo la higuera señalaba los cambios del año. La higuera, seis meses vestida de un sonoro vestido verde y los otros seis carbonizada ruina del sol de verano”. Jardines y zaguanes aún sobresalen en la arquitectura de esta colonia y de nuestra universidad. En un esfuerzo por reconocer la importancia de estos espacios, las portadas de la revista lucirán en cada número un zaguán. Sean pues bienvenidos, lectores y colaboradores, a esta antesala literaria.
Santiago Uría & Edgar Rodríguez Profesores del Seminario de Géneros Literarios
CUENTO
ALEJANDRA
La virtud de la ceguera
CÁRDENAS PARÚGUEZ
La mañana del 29 de oc- muerte entre su especie. tubre, el día más aburrido Hay que recalcar un del año, Tobías perdió el hecho de gran enver-
Nació el 3 de marzo de 1996, en
zapato izquierdo de su vi- gadura: el décimo tercer
Cuautla, Morelos. Estudia Comu-
gesimoquinta pata. Y cla- par de zapatos es decisivo
nicación en la Universidad Pana-
ro, tener cincuenta pares para la existencia de un
mericana.
de zapatos no es tarea ciempiés. Por cuestiones
en producción televisiva y cine-
fácil, ni siquiera para un de gravedad y fenómenos
matográfica, al igual que guionis-
ciempiés.
requiere físicos propios de la natu-
mo. Sus principales influencias
en primer lugar de un raleza, estos artrópodos
para el cuento La virtud de la ce-
cuidadoso método de or- necesitan un ángulo de
guera y la minificción El perro que
ganización, porque han aproximadamente
tres
quería ver en colores fueron Augus-
de saber que a los ciem- grados de inclinación con
to Monterroso, Jorge Luis Borges y
piés les molesta mucho el respecto a la tierra para
Julio Cortázar. Uno de sus autores
desorden, tanto que el ba- alterar su colocación pos-
favoritos es Charles Bukowski.
Se
rullo y los desbarajustes tural y evitar romperse son la principal causa de a la mitad y morir. Para
3
Busca
especializarse
conseguirlo, los ortopedistas más prestigiosos recomiendan usar un, y solo un par, Tobías sentía un amor muy especial por sus zapatillas. Hacía 10 años, 3 meses y 14 días que las compró en aquel iluminado aparador de la calle del centro. Eran perfectas: tacón de gatito, delgadas, menudas y con una ligera curva en el borde del talón; más negras que la soledad. Tres mil setecientos cincuenta y cuatro días había usado el calzado especial, tres mil setecientos cincuenta y cuatro días había guardado cuidadosamente el calzado especial (y los otros 98 zapatos comunes) en la zapatera de madera que había usado su padre y el padre de su padre antes que él. Pero esa insulsa mañana de otoño algo muy raro había sucedido, porque el zapato del que dependía su vida, o al menos la mitad de ella, había desaparecido. Es bien sabido (y de no ser así habrá que leer acerca del reino animal más a menudo, siendo el Atlas Básico de Biología, editorial Parramón un buen comienzo) que algunas escolopendras carecen del sentido de la vista, son ciegas, no ven un burro a tres pasos. Para fortuna de nuestro querido invertebrado, llevaba años perfeccionando y agudizando el sentido del oído, lo cual le permitía tener una vida casi normal. A pesar de tener un par de ojos inútiles, sabía cuándo cruzar la calle porque podía escuchar el clic del cambio de luces en el semáforo; conseguía el mejor pan porque podía escuchar la alarma del horno; era el primero en levantarse porque podía escuchar las plantas crujir con los primeros rayos del sol. Esta prodigiosa habilidad era producto de una casualidad. Sin pretenderlo, había entrenado el oído
4
CUENTO
de zapatos de tacón.
CUENTO
gracias a un obsequio que su tía abuela
vinieron a la mente dos sospechosos:
le había hecho mucho tiempo atrás. Se
el caballito del diablo azul y la mantis
trataba de una colección de discos de
religiosa.
música clásica de la época del roman-
El caballito del diablo azul era un in-
ticismo ruso. Tobías había memoriza-
secto que no le inspiraba confianza por
do un total de 455 melodías. Entre sus
el simple hecho de ser azul. Y aunque
compositores favoritos figuraban Piotr
no sabía cómo se veía el azul, ni lo que
Ilich Chaikovski y, aunque parezca un
se sentía en las pupilas ver ningún co-
poco contradictorio, el grupo de Los
lor, sabía (por habladurías) que el cie-
Cinco liderado por Mili Balákriev. Así,
lo y el mar eran azules y que había un
entre armonía occidental y folklorismo
punto en el horizonte en que ambos
ruso, cada una de las
se confundían creando
membranas del oído
un efecto de inmen-
del ciempiés se había
sidad, y esas cosas tan
educado. Pero ya nada
inconmensurables
de
importaba
hacían sentir diminuto
porque le hacía falta
y lo asustaban. El azul
una zapatilla y sin ella
daba miedo y cualquier
no podría vivir.
bicharraco que portara
Ante tal tragedia y
ese color no era de fiar.
esto
lo
después de unos minutos de reflexión
Por otro lado, la mantis religiosa pasa-
Tobías exclamó en voz alta: “¡Pero
ba los días recluida en su pequeña casa.
qué tontería!” Por supuesto que los
Entre rezos y plegarias la mantis era
ciempiés no pueden hablar y mucho
una fanática, tenía un pequeño altar
menos exclamar nada en voz alta. Sin
hermosamente adornado con flores y
embargo, son unos animalitos de pen-
velas que perfumaban el santuario de
samientos muy complejos y profundos.
adoración. Una de las muchas creen-
Analizando las distintas posibilidades,
cias que Tobías encontraba absurdas
Tobías llegó a la conclusión de que al-
era que la mantis estaba convencida
guien se había llevado su vigesimoquin-
de que los tacones hacían demasiado
ta zapatilla izquierda, ¿pero, quién? Le
ruido y que con tanto alboroto sus ora5
ciones jamás serían escuchadas. Quizás en un arranque de desesperación la mantis Un momento, ¿ruido? ¿taconeo? ¡Pero claro! Tobías sabía perfectamente cómo encontraría su zapato de tacón. Sus habilidades auditivas le permitirían reconocer el inconfundible sonido que hacía su zapatilla al chocar contra el suelo. Correría hasta ella y atraparía al ladrón. Respiró muy hondo tres veces y se concentró en los sonidos del mundo exterior. Al principio fue difícil porque el exterior es un lugar muy ruidoso. Poco a poco el bullicio se fue haciendo cada vez más nítido y pudo distinguir una que otra suela arrastrándose perezosamente a su destino, el lloriqueo de una lombriz antes de ser devorada por un polluelo recién nacido, hasta pudo distinguir al caballito del diablo azul suspirando por un amor mal correspondido y a la mantis religiosa encendiendo una veladora, pero de su zapatilla no había rastro alguno. Un sonido captó la atención del ciempiés: “Ring, ring”. Era agudo, alarmante. Lo escuchaba repetidamente y cada vez más cerca de él: “¡Ring, ring! ¡Ring, ring! ¡RING, RING!” Tobías se puso en 50 patas y apagó el despertador. Había sido un mal sueño. Se acercó a la zapatera de madera y descubrió que el zapato izquierdo de su vigesimoquinta pata había desaparecido…
6
CUENTO
había hurtado su zapatilla.
CUENTO
Patata podrida
MELISSA JUÁREZ MORA
I
En la oscuridad, mi luz de bengala iluminaba. Jessica y Trágicamente nació 30 años
yo hacíamos círculos y figuras, mientras nuestra abuelita
tarde (se perdió a Margaret
llevaba a la mesa el pavo. Los cubiertos de plata relucían,
Mead, la revolución sexual,
sin una mancha, ningún rayón. El mantel era blanco y
Woodstock y la vida sin redes
brillante, sin arruga alguna que trajera caos a la fina cena
sociales ni celulares) y estudia
de la familia. Los manteles individuales tenían un marco
Comunicación en la UP, aun-
de motivos navideños; nochebuenas, cascabeles y moños
que en unos años también
color oro. Todas las mujeres sonreían de oreja a oreja en
será psicóloga.
Sus ídolos
la cocina. Sus platillos competían para ser el más delicioso
son Baudelaire, Mick Jagger
o el más elaborado. Quizá el mejor presentado. Mientras,
y Otto Dix; pero tiene gustos
los hombres bebían cubas y discutían temas que, a mis 10
culposos como Kesha y Galat-
años, no entendía. Hablaban, por ejemplo, sobre el nuevo
zia. Sueña conquistar a cierto
gobierno de Calderón y la explicación que daba mi padre
hippie y cambiar el mundo,
sobre su proyecto para el SAT —¿qué rayos era eso? —.
aunque sabe que una de esas
Mi abuelo ponía discos de Blues y pop de los 50, suaves y
voluntades es un imposible.
tranquilos.
Ya está cambiando al mundo.
Mi prima y yo asomábamos la cabeza tras el sillón principal, mientras mi tío Fabián presumía que en las próximas elecciones su jefe ganaría, y por lo tanto obtendría un trabajo permanente con él. Se jactaba de ser un brillante político con un futuro prometedor; cuando mi prima dijo: “Pero casi nunca tienes trabajo.” Mi tío, avergonzado,
7
y esos hombres incómodos, era como
Dependes de tu candidato y no siem-
visitar un bello hotel donde sabía que
pre hay elecciones”. Así son las cosas.
me atenderían como reina. Todo olía
Ese tipo de respuestas nunca satisface
a fresco y limpio, las sábanas en las
a un niño.
camas eran suaves y todo estaba siem-
Jessy se puso roja y alzó las cejas. Un jo-
pre impecable. Cualquier habitación
ven que no era de mi familia —Joseph,
estaba decorada con esculturas de por-
quien al parecer acompañaba a mi tía
celana (sobretodo hadas, animales de
Le— nos miró divertido y mencionó
jardín y abuelitas con sus nietos) que
con tono altivo: “Pronto serán… —se
no debíamos tocar —pero siempre ter-
acomodó el cabello y sonrió vanidosa-
minaba rompiendo una u otra, y aun-
mente— ¿Cuándo las casan, cuñados?”.
que mi abuelita entrara en paroxismo,
Mamá de inmediato volteó la mirada
yo sabía que me seguía amando, y que
y sentí un enojo discreto, escondido.
siempre cocinaría las enchiladas que
Reprimido. Todos los hombres rieron
tanto me gustaban.
y yo les dije que no quería casarme, y
Lo que más valoraba de la casa (además
no podían obligarme porque estaba
de mi amada familia) era el cuarto de
protegida por mis derechos del niño,
abajo, con libreros repletos de títulos
y así sería hasta los 12 o 13 años en los
tanto clásicos como curiosidades que
que la ciencia me declararía como una
las damas compraron para aprender a
pubescente. Fabián ‘el gordo’ soltó una
cocinar, la colección de discos de ace-
risotada. “Tú siempre hablando raro”.
tato de mi abuelo ‘Tata’ —Yma Sumac,
De nuevo, todos se rieron.
Nancy Sinatra, James Brown… y una
Me fui, cansada de esos adultos que
aberración de mi padre, un disco de
parlotean y nunca saben escuchar, que
break dance con el que alguna vez en
nos meten en situaciones incómodas
los 80 bailó girando sobre su cabeza—,
e innecesarias por razones que “cuan-
los números de Reader’s Digest a los
do crezcas entenderás”. Yo sólo sabía
que estaban suscritos desde hacía dé-
que la comida de mi abuelita ‘Coca’
cadas y muñecas que le habían dejado.
y mi tía Le era un placer delicioso,
Mi prima estaba conmigo, aunque al
inigualable. Visitar esa casa, con todo
bajar ahí la ignoraba. La sección de 8
CUENTO
respondió: “Bueno, así es la política.
CUENTO
Gajes del oficio y esas historias de Héroes entre nosotros, eran más interesantes que los chistes verdes de Pepito que Jessica contaba. Claro que a veces entre tanto loco debíamos unir fuerzas. Odiaba las fiestas sin ella, los grandes platicaban conmigo y yo no quería explicarles nada de mí. Sacaba algún libro —aquellos días devoraba la editorial Selector Infantil— y esperaba que entendieran mi sutil señal de profundo interés por su discurso. Al fin y al cabo, yo no era de esas niñas alegres y lindas. Me apenaban mis carcajadas de Tribilín, me sentía tosca junto a mi prima. Ella era muy bonita, como su madre, la tía Rita. Alta, güera y delicada; hija de un transportista importante del norte. Jessy era delgada y de cabello claro, era femenina, y el que no pensara hacía la vida muy sencilla para ella. Yo… yo me recuerdo ancha y ‘llenita’, como mi abuelita le decía a la familia en susurros. Mi piel… oscura, y mi nariz era prominente. Mis lentes y mi manera aparentemente extraña y educada de hablar, al parecer me volvían un ente extraño que no merecía ser tomado en serio. Ni hablar de mi sangre. Mamá venía de una delegación pobre, una familia “vulgar” y “violenta”. Mi otra abuela, sin embargo, me parecía tan linda como la paterna. Mis tíos eran ciertamente irreverentes y algo agresivos en su hablar, pero nunca me trataron mal. Sólo sé que esa noche nos fuimos temprano. Mamá estaba muy enojada, y creí escucharla llorar. Su platillo no recibió mucha atención, y la vi muy esmerada al 9
Ya en casa, corrimos a la cocina. To-
escoger no fue apreciado. Rita era siem-
dos comían y platicaban, y creímos es-
pre la más halagada. Mientras, yo leía a
tar en el momento adecuado para dar
oscuras en el asiento de atrás; esta vez
las buenas noticias: ¡nuestro hechizo
ni siquiera me regañaron por lastimar
había funcionado! “¡Mi tía y su novio se
mis ojos ni me pidieron que apagase
besaron en el cine!” gritó Jess emocio-
mi luz. Saqué el itacate que me dio
nada. Yo esperaba explicar cómo los
Coquita, y en menos de media hora
habíamos hechizado, pero en realidad
me comí lo que debía haber raciona-
la noticia fue recibida con hostilidad.
do al menos para un par de días. Miré
Primero los miraron a ellos y luego a
por la ventana y noté una construcción
nosotras. Creo que todavía no era su
privada junto al lago. Era enorme y
novio.
bonita. Parecía una basílica medieval,
II
con muros de piedra volcánica. Si todo salía bien, esa sería mi nueva escuela. Pronto mis ojos se cansaron, con mucho dolor dejé caer a Kafka y caí dormida. Unas semanas después debía quedarme con mi abuelita. Mi prima se
Era sábado por la mañana, y la familia
unió a la fiesta. Por la tarde, el hombre
miraba la novela. Estaba sentada en el
de la fiesta invitó a Le a salir. Tata su-
piso, esta vez Jessy no estaba.
girió que los acompañáramos, y con la
De la cocina salieron gritos, al parecer
promesa de dulces y palomitas accedí.
del ahora novio de Le:
Antes de irnos, Jessy me llevó a la fuen-
“¡ESTÁ ASQUEROSA ESTA SAL-
te del jardín. Vi el fondo de la fuente,
SA¡”
y en ella Jessy había arrojado pétalos,
Acto seguido, algo de cristal azotó el
ramitas, monedas y un dije. “¿Para qué
piso. Uno. Dos. Tres golpes. Tres y un
es todo esto?” pregunté. Sonrió con
gemido. Todos permanecieron en si-
dulzura, señaló a Le y al tal Joseph y
lencio, su indiferencia me hizo mucho
susurró: “Es un hechizo de amor”.
ruido. 10
CUENTO
prepararlo. El vestido que tanto le llevó
CUENTO
Cuando acabaron los comerciales,
alguna crisis existencial por la que pu-
miré la actuación artística que puede
diese estar pasando en esos segundos.
ofrecer una estrella Televisa. Sentía
“¡Ay Itzel¡ ¡Siempre tan chistosa!” dijo
una fijación por sus gestos exagerados
mi abuela, y todos carcajearon.
y el deprimente guion, me preguntaba cómo los demás podían comprarse
III
una historia tan cínicamente montada, sintética. Una fórmula. Enfoqué mi atención a María Rigoberta, maltratada por el feo y pobre novio que no la merece. Me divertía su timbre y me
Lancé al suelo mi suéter de uniforme,
levanté, me paré frente a la tele e imi-
era enorme y picaba. Mamá no res-
té sus gestos y ademanes. Estaba lista
pondió mi saludo. Grité una, dos, tres
para hablar como ella con el primero
veces. Sólo escuché algo parecido a un
que se me cruzara, cuando mi tía salió
aullido de dolor. Subí y mamá estaba
silenciosamente de la cocina, miré al
en mi cuarto.
vacío, puse una mano sobre mi frente,
“Tu papá se fue”.
incliné mi espalda hacia atrás, y grité:
Corrí al cuarto de mis padres y abrí el
“¡NO NECESITAS DE NINGÚN
clóset. Las corbatas de padre no esta-
HOMBRE PARA SER FELIZ! Eres
ban. Busqué en cada cajón. Nada de
independiente, haz tu vida”.
él quedaba. —¿Cuándo?, ¿Por qué?,
No recibí el aplauso que esperaba, en
¿Dónde rayos estuve estos años, que
cambio miraban a Le, y ella me miraba
todo esto es tan ajeno a mí?— Diablos.
a mí. No sé si su mirada era de sorpre-
La puerta, dejé la puerta abierta. Corrí
sa, desnudez incómoda, o si reflejaba
a cerrarla y regresé con mamá.
11
Ni siquiera me dolía. Yo no conocía a ese señor. Nunca estaba. Pero al parecer doloroso. IV
Esa navidad sería la última en casa de Coquita. Me despediría del librero y los acetatos. El padre de Jessy, ‘el gordo’, llegó con otra mujer y dos nuevos niños. El hombre que hace un par de años vino con mi tía Le, era ahora su esposo. Jessy y yo crecimos mucho. A mis 14 años había logrado adelgazar y para sorpresa mía parecía más femenina. Tal vez por eso Joseph no dejaba de mirarnos. Cargaba a Jessy y la abrazaba demasiado. Intentó acercarse así conmigo, pero me sentía incómoda. Decidí irme sola a leer las revistas de mi abuela, como siempre. Probablemente ya no vería tanto a mi prima, sus padres también estaban separados. Con todo y eso no me sentía sola. Pronto entraría a otra escuela, y al privarme de tanta tentación —la comida de mi abuelita—, no sería tan difícil bajar de peso. Llevaba varias semanas comiendo sólo una manzana al día, y no quería que mi esfuerzo no significase nada. Puse en el tocadiscos a Donna Summer, esperando silenciar las voces de mi familia, criticando a cualquier mujer que no viviese para servirle a su esposo e hijos. La puerta se entreabrió. Era Jessy. Por primera vez la vi vulnerable, lastimada. Quité mi bolsa de la silla, para que se sentara. Vio mi revista, con Obama en la portada. “¿Qué te pasa?” pregunté. Se acercó y me dijo todo lo que los adultos callaban. Su madre dejó a mi tío, su alcoholismo era intolerable. Rita, sin embargo, había encontrado el amor en uno de sus compañeros de trabajo; o al menos eso es lo que ella había escuchado en las pláticas entre Rita y sus amigas. Tristemente, la nueva mujer de mi tío compartía el nombre con mi prima. Era muy bella, y tan femenina como Rita. Pero había algo en ella que no me agradaba. 12
CUENTO
mamá sí, y le era muy importante. Las lágrimas de mamá fueron lo detestable, lo
CUENTO
Quizá que Rita era de las pocas mujeres que hablaban cosas interesantes, más allá de lo doméstico. La Jessica intrusa —toda una lamia— llegó contándonos sobre su nueva bolsa y las faltas morales que sus vecinas cometían. Sensatos y sinceros comentarios por parte de alguien que trajo una nueva prima a la familia, una niña con la sangre de mi tío, y otro chico con un padre misterioso y desconocido. Salimos al patio y encendimos nuestras luces de bengala. Observábamos la luz mientras mujeres mecánicas limpiaban las copas. Escuché a Le decir: “Olimpia —mi madre— salió de vacaciones mientras las niñas estaban con su papá. Probablemente algún hombre le pagó el viaje”. Algo incómoda, me propuse expresar en la cena que mamá había salido con sus amigas. El mantel era blanco y estaba almidonado. Los mismos manteles finos estaban en cada uno de nuestros lugares, con sus respectivos cubiertos de plata. Abuelita llevó el pavo a la mesa. ¿Por qué tanto ahínco en tener una vajilla resplandeciente cuando su libertad estaba opacada? Todas las mujeres sonreían de oreja a oreja en la cocina, sus platillos competían para ser el más delicioso, o el más elaborado, quizá el mejor presentado. Pero ahora esas sonrisas no me parecían hogareñas y cálidas. Me parecían macabras. Mientras, los hombres bebían cubas y discutían temas que a mis 14 años ya entendía. Hablaban, por ejemplo, sobre cómo Joseph trabajaba con el Sr. Alberto Baillères (pero omitían claro que ni siquiera trataba con él, pues un tercero daba las órdenes del economista) y Fabián callaba a mi abuelo porque estaba seguro de que su cotidiano discurso político nos interesaba más que las anécdotas del abuelo ‘Tata’. En la cocina, miré a las mujeres de mi familia. ¿Qué tanto pueden despreciarse? Me acerqué a Coca, la más sensata. “¿Está llorando abuelita?” “Esperaba esto de Olimpia, no de Rita” Sentí la sangre subir a mi rostro. “Me alegra que ninguna sometiera su voluntad a la de un hombre. Un hombre o cualquier otra persona”. Ella me miró ofendida. Yo miré el estante, y vi una patata podrida. “Abuela, ¿eres libre?”
13
Ana Muñoz Morales ¡Otra noche estrellada! Parecía que las estrellas anaranjadas iban a meterse saltando por la ventana de la habitación. Eran como aquellas estrellas del cuento de la abuela. Solo que olvidó decirme que hacían mucho ruido, como si fueran truenos. Cerré la ventana despacio para evitar que las dos maderas se tocaran e hicieran el menor ruido. Me quedé viendo las estrellas anaranjadas del cuento de la abuela, por una ranura que era más ancha que las demás.
14
CUENTO
La casita azul y el hombre que vive siempre
CUENTO
Cada día me preguntaba cuándo iba a volver a ver a la abuela, a mamá y a papá; a volver a mi casa azul. Los hombres de negro cada vez me ponían más nervioso. Papá me dijo que estaríamos pronto juntos, con mamá y la abuela, en un gran abrazo en donde todo sería hermoso. El lugar donde todo
mento con juegos que yo no conocía.
es hermoso solo puede ser nuestra
Correr mucho, levantar costales con
casita azul. Después de decirme esto,
piedras que pesaban más que los sa-
papá, entre lágrimas, me dijo que no
cos de arroz que cultivaba papá. Lan-
me olvidara de la promesa, pasara lo
zar piedras, duro y lejos. Pero el juego
que pasara. Me pregunto por qué papá
más raro era el del silencio. No podía
lloraba tanto, tal vez iba a extrañarme
hablar con ninguno de los otros niños.
mucho. Entonces, los hombres de ne-
Los hombres de negro, que al parecer
gro lo acompañaron hacia adentro de
solo saben gritar, no dejan de hablar del
la casa, y a mí me subieron al auto para
“gran día”. Nos teníamos que preparar
llevarme al campamento. Un campa-
para el “gran día” (me pregunto de qué fiesta se trataba). Conforme pasaban los días, los juegos iban volviéndose más difíciles, pero cuando oí que los hombres de negro le dijeron a unos niños que tenían que pelear para ver qué tan fuertes eran, comencé a temblar. Me acordé de la abuela, de lo que estaba bien y de lo que estaba mal. Pelear estaba mal. No me gustaban las peleas, nunca en mi vida iba a pelear. El “gran día” se acercaba, y cada vez nos iban prestando más sables y palos.
15
Cuando era hora de pelea, el baño era mi escondite. Solo escuchaba gritos de dolor promesa de la que me habló papá ese día. La cual tampoco dejaba de ser extraña. Recuerdo que la abuela me habló de un hombre que vivió hace muchos años no lejos de aquí, y que hacía muchas cosas buenas. Pero me dijo que aún andaba por aquí y que si me preguntaban si lo conocía, dijera que sí, y que nunca, por nada del mundo, negara conocerlo. Yo solo me preguntaba cómo se podía vivir tanto tiempo. Yo quería encontrármelo. Los hombres de negro parecían estar más agitados que de costumbre. Sus ojillos negros, que era lo único visible de ellos, parecían brillar con preocupación; sobre todo cuando era noche de estrellas anaranjadas. Les oía decir “ya vienen, se los van a llevar”. El “gran día” comenzaría con el alba. Miraba por la ranura grande. Ya no había estrellas ruidosas, pero sí una gran luna llena. Todos dormían, yo no podía dejar de pensar en “el gran día” y en la promesa. De pronto, a lo lejos, en una llanura lejana, pude ver la silueta de lo que parecía ser una caravana, y distinguí una figura, dos. Un hombre le daba de comer a un niño no mayor que yo. Los hombres de negro no sabían nada del cariño, ni de las palabras dulces como las de papá y mamá. La figura me hizo pensar en el hombre del que me habló la abuela. El hombre bueno que vivía siempre. No lo dudé, me había vuelto muy veloz. Tenía que llegar a la caravana donde había hombres buenos y no había peleas. Mientras las piedras me raspaban los pies, me di cuenta de que el lugar hermoso que dijo papá, donde nos reuniríamos en un gran abrazo, no era nuestra casita azul. ANA MUÑOZ MORALES Nació el 14 de diciembre de 1995, estudia Comunicación en la Universidad Panamericana. Entre sus hobbies se encuentra la pintura, la lectura, la natación y pasar tiempo con sus amigos. Sus intereses son la filosofía y las relaciones internacionales. Tierra de
hombres y El Principito han influido para escribir este cuento, que además está inspirado en la toma de control de Qeragosh, la ciudad cristiana más grande de Irak, por parte del Estado Islámico en agosto de 2014.
16
CUENTO
y de odio. Mi intriga acerca del “gran día”, por alguna razón, me hacía pensar en la
CUENTO
Mi amor, candelabro Mariana Róo Rubí Durante la historia de la humanidad se arreglarse para la noche. Su novio, Roha cuestionado qué es el ser humano. drigo, la había invitado a una fiesta. Usamos el pronombre “qué” en lugar de Rodrigo tiene 21 años, es alto y muy “quién”. Para Sócrates es el ser que al- fuerte. Siempre ha estado rodeado por berga el alma, para Platón un conjunto montones de amigos, tiene el don de de naturalezas distintas, para Aristóte- caerle bien a la gente. Siempre tiene dos les un animal político. También, el ser o tres compañeros que quieren parehumano es objeto. Bajo esclavitud los cerse a él, y las personas que lo conohumanos son mercancía. Un bebé tiene cen suelen buscar su amistad. Es muy el tamaño adecuado para ser una pelo- agradable, gracioso y divertido, además ta, resulta divertido lanzarlos y cachar- es muy amable, a diferencia de algunos los, siempre y cuando no hayan comido muchachos de su edad. Victoria es muy recientemente. Uno puede cosificar a distinta, siempre ha sido muy selectiun ser humano cuando se usa al indi- va respecto a quiénes son sus amigos. viduo como medio y no como fin. El Es muy introvertida, pero tiene un huser humano es un pedazo de carne.
mor negro implacable y suele ser muy
Victoria se bañó por segunda vez en sarcástica, aunque en ocasiones las perel día. Mientras se lavaba el cabello sonas toman como literal todo lo que tarareaba una canción que recordaba de dice, ya que su personalidad es difícil su infancia. Al terminar, salió de la re- de descifrar. gadera y se puso una bata y toalla en la Rodrigo realmente quiere a Victocabeza. Se vio en el espejo, examinó sus ria, siempre habla bien de ella con sus ojos verdes, sus labios rosados y pensó amigos e incluso aumenta sus cualidades que era guapa. Después comenzó a
para que absolutamente todos amen a
17
Victoria, la chica ideal. A ella le molesta CUENTO
saber que Rodrigo hace tal cosa. Siempre dice que no le importa lo que los demás piensen y prefiere caerle bien a quien la conozca tal y como es, aunque eso signifique tener pocos amigos. “No les gusto yo, les agrada quien inventas que soy” le decía a Rodrigo. Él sonreía y le contestaba que en verdad era la chica ideal. Por fin anocheció. Cuando Victoria llegó a casa de Rodrigo para la fiesta, aun había muy pocas personas. Afortunadamente ya las conocía y se sentía cómoda con ellas. Pensó que sería una gran noche. Platicaron un buen rato y con el tiempo más y más gente empezó a llegar. Victoria platicaba con dos
estaba la chica ideal. Bailó con amigos
amigas mientras veía a Rodrigo tomar
de Rodrigo y se reía de sus bromas aun-
shots con sus amigos, platicar con ellos
que no le parecieran del todo graciosas.
y reírse con todas las personas del lugar
A ratos le lanzaba miradas a Rodrigo y
menos con ella.
él le sonreía. Veía a la chica ideal y no
Victoria no quería desperdiciar el tiem-
estaba a su lado.
po previamente invertido en maqui-
Con unos cuantos tragos de más, por
llarse, por lo que ya llevaba tiempo
fin Rodrigo se acercó a Victoria para
alardeando para hacerse notar; se aco-
estar un rato con ella. La tomó de la
modaba efusivamente el cabello, se reía
cintura y se acercaba a sus amigos res-
estruendosamente y veía con ojos mis-
tregándoles que era su novia. “Qué fig-
teriosos a todo aquel mortal que pasara
urilla has tenido la suerte de encontrar”,
frente a ella. Que todos notaran que ahí
“Dónde consigo una así” eran algunos
18
CUENTO
de los comentarios que hacían los demás. Victoria estaba en el éxtasis de la atención. Después, tuvo
MARIANA
ganas de besar a Rodrigo, que todos vieran cómo
RÓO RUBÍ
besaba a su novio, que mientras lo hacía desearan ser Rodrigo. Entonces, se besaron, y Rodrigo apenas podía mantenerse en pie. Luego examinó a la chica parada frente a él, vio sus ojos verdes, sus labios rosados, su cuerpo delgado y notó cómo ese vestido trazaba su delicada figura. Con su mano rozó su cintura, lentamente subió hasta sentir su espalda descubierta y la besó otra vez. Mientras se besaban intempestivamente, fuertemente, desesperadamente, en sus manos dejó de sentir la cálida piel de Victoria, y por sus dedos comenzó a correr un aire gélido, la suavidad fue remplazada por una solidez metálica y en su boca tuvo la sensación de besar una fría perfección. Y es que ya no era Victoria quien estaba entre sus brazos, sino un hermoso candelabro. Qué figurilla. .
19
Estudia Comunicación en la UP y también está interesada en Filosofía. Le gusta Fade into you de Mazzy Star y las tormentas, especialmente antes de dormir. Disfruta del silencio y de comer helado de limón en cono sin importar cuál sea el clima. Lloró un poco cuando murió García Márquez y duerme junto a una postal de Hemingway que tiene en su buró.
CUENTO
20
Gente hermosa Dahamar Ruiz de Esparza Es domingo, empiezan las vacaciones, la mayoría decide escapar de la locura de la ciudad y los que se quedan se las tienen que ingeniar. La gente se empieza a acumular, poco a poco, llegan en el metro, otras caminando por esas bellas calles
CRÓNICA
antiguas. Para eso de las once había personas por todos lados con sus diferentes estilos: góticos, rockeros, emos; familias, niños en bicicletas y jóvenes en patinetas, a pesar de que estaba prohibido utilizar cualquiera de estos en el parque de la Alameda, pero bueno esto es México y aquí todos hacen lo que quieren. También podemos observar otros personajes que invaden el Centro, los vagabundos y los niños que venden mazapanes con sus caritas de súplica. El frío calaba, pero no fue un impedimento. Para eso de la una, de manera
21
do pegar a propósito. La desesperación
sobresatura de chilangos, foráneos y
empieza a invadirte, de repente un niño
turistas queriendo ingresar al palacio
te pisotea y su madre no le dice nada.
de Bellas Artes. Las taquillas se llenan,
Terminas el recorrido y tristemente no
a pesar de que la exposición es gratuita,
pudiste disfrutarlo como se debía, solo
todos querían un boleto para obtener
puedes pensar “si toda esta gente se hu-
fotografías del trabajo del francés Car-
biera ido a algún cine o plaza, yo hu-
tier-Bresson. Algunos por curiosidad,
biera apreciado más el trabajo de este
otros por obligación y otros por pasión.
fotógrafo, pero no”.
Los policías no tienen el control de la
Para las dos y media el hambre te em-
muchedumbre que entra y sale, las salas
pieza a atacar, caminas y encuentras
saturadas, con trabajo puedes quitar a la
un local de comida corrida; cuarenta y
viejita de enfrente, que lleva media hora
cinco pesos y comes más que bien. Las
tratando de ‘entender’ lo que quiere
señoras que te atienden de mala gana,
expresar el autor o al señor que parece
parece que lo hacen a fuerza como si
guía de turistas, que sabe todo y a la vez
fueran las esclavas de alguien. Quieres
nada. El calor se siente cada vez más
salir, pero el hambre es tanta que de-
fuerte, los más educados piden permiso
cides aguantar lo que sea. Sales, lo úni-
para poder pasar, otros simplemente te
co que quieres hacer es llegar a tu casa y
empujan. El camino se hace eterno, te
conseguir un desempance.
detienes a ver una fotografía emotiva de
Tomas el metro, lo más rápido. La mu-
África, cuando escuchas a la típica mu-
jer que te vende los boletos está mal en-
jer revestida de joyas diciendo “pobres
carada, toma el dinero y lo demás te lo
niños, ojalá y alguien les ayudara, qué
avienta. Ya da igual, solo quieres salir
tristeza”, solo puedes hacer un gesto de
de ahí. Adentro del metro no te va me-
desaprobación.
jor, todos con caras de odio. Te pasas
Continúas con el recorrido, tratando de
de estación, lo bueno es que solo cruzas
estirarte para ver algo de la exposición,
el puente y tomas tu camino de nuevo.
sin querer le pegas a un señor de edad
Afuera del metro hay miles de puestos,
avanzada y él te voltea a ver con una mi-
tacos, ropa y mil chucherías más, se te
rada asesina, como si le hubieras queri-
acerca una señora, se ve muy humilde, 22
CRÓNICA
fluida pero cual manada, la entrada se
con trenzas y un vestido típico, ofreciendo unas muñecas de trapo; tú casi, casi huyes. Llegas a una zona donde parece no haber vendedores ambulantes, ves el cielo y no lo puedes creer, está apunto de llover, no llevas paraguas. Es hora de correr, empujas viejitas, señores trajeados y de repente ¡zaz!, niño al piso, su madre te ve con cara de odio y empieza a gritar “¡fíjese! ¡mucha prisa!”, y pues sí, tienes prisa, te regala una “mentada de madre” y tú sigues en la carrera contra la lluvia. Tomas el camión y para tu mala suerte, tu vejiga decide que es un buen momento
CRÓNICA
para ir al baño; con el tráfico que hay llegarás en una hora o más. Te empiezas a distraer para no pensar en el dolor que te están provocando todos los líquidos
que bebiste. Estás muy concentrado viendo los colores de las casas, opacos por el clima, cuando escuchas “¡JAJAJAJA, no manches wey, está pendejo!”, volteas para conocer la cara de la fina dama que dijo eso y bueno no te sorprende, ella y sus tres amigos siguen gritando, molestando a dos niños que van en secundaria y a una señora de edad avanzada. Decides ignorarlos, cuando otra vez escuchas una voz, entre gritando y arrastrando las palabras, logras entender “Señores pasajeros, no vengo con el afán de molestarlos, acabo de salir del reclusorio…”, claro eso me tranquiliza, “bien podría sacar una pistola y asaltarlos, pero mi vida está cambiando, si me pudieran apoyar con lo que sea su voluntad” y por supuesto, le das, lo que sea pero le das. 23
Es hora de sacar los audífonos, el camino se hace DAHAMAR RUIZ DE ESPARZA
eterno y tu vejiga sigue ahí diciendo “no me olvides”, empieza tu canción favorita y valiéndote comienzas a cantar, solo buscas distracción y para ser sinceros, no volverás a ver a ninguna de esas bellas personas que se encuentran en el transporte. Pasa tan lento el tiempo cuando te diviertes. Al fin llegas a tu destino, corres y atraviesas el parque, te llenas de lodo los pies, tus zapatos fa-
de sueños y aspiraciones. Cono-
voritos están arruinados, llegas a tu casa, corres al
cer el mundo y ayudar a los demás,
baño, te encierras y decides que estarás mejor si
encontrar su propósito en la vida y
nunca vuelves a salir.
jamás dejar de reír. Compartir la felicidad con el planeta, pero sin dejar de ser realista.
24
CRÓNICA
Nacida en 1994. Mujer con miles
Shot, shot, shot: inmersa en la masa de la juventud
CRÓNICA
Mariana Róo Rubí “Las fiestas a veces son un carnaval macabro: divertidas, pero a la vez pueden llegar a dar algo de miedo. Un desfile de máscaras, alcohol y desconcierto”
25
de mi zona de confort me desanima.
abierta, claro, me estoy poniendo rímel.
Llego a la casa donde es la fiesta, desde
Dicen que es regla básica de mujer. A
antes que abra la puerta del coche ya se
quién demonios se le ocurrió esto de
escucha la música a todo volumen. Me
maquillarse, y cómo es que siempre ter-
encamino hacia la puerta, antes de en-
mino por caer en el juego ruin de las
trar me acomodo el pelo una vez más y
máscaras. La publicidad, la sociedad, la
me veo en el reflejo del celular. Suspiro,
inseguridad... No me sé maquillar, no
Ya estoy lista para entrar.
me gusta hacerlo. Pienso que mis ojos
Hay mucha gente y a veces me resul-
se ven bonitos después de que me pon-
ta difícil distinguir a los individuos, es
go el delineador, pero el proceso me
como entrar a ser parte de una gran
parece tiempo encaminado meramente
masa. Hay personas que bailan, otras
a lo superficial. ¿Tiempo perdido? No
que se besan, otras que ríen, otras que
lo sé, se me ven bonitos ojos.
hablan, otras que parecen no ser, otras
Como de costumbre, se me hizo tar-
que intentan ser. Vaya conflicto en el
de. En México te citan para una fiesta
que se encontraría Hamlet si hubiera
a cierta hora con la expectativa de que
vivido en esta época.
los invitados empiecen a llegar, por lo
Al ver a mi alrededor me vienen a la
menos, 30 minutos después. Pero yo
mente obras de Kirchner; las cuales
ya voy con más de una hora de retraso.
suelen tener colores brillantes y en oca-
No es que tenga prisa por llegar, al con-
siones muestran escenas casuales, pero
trario. En realidad voy, más que nada,
tienen algo más, un cierto aire que in-
por puro compromiso. Nunca he sido
dica que en el ambiente hay algo hasta
muy aficionada a las fiestas. Quizá el
cierto punto degenerado. Colores vi-
problema son las personas; hasta donde
brantes, ojos vacíos.
sé, yo soy una persona. En ocasiones soy
Las fiestas a veces son un carnaval ma-
muy exagerada, la mayoría de las veces
cabro: divertidas, pero a la vez pueden
termino pasándola muy bien, pero nor-
llegar a dar algo de miedo. Un desfile
malmente me parece una especie de
de máscaras, alcohol y desconcier-
odisea posmoderna y el ajetreo de salir
to. Todos tienen un muy buen rato,
26
CRÓNICA
Estoy frente al espejo y tengo la boca
CRÓNICA
disfrutan del momento. Shot, shot,
Sigo con mi camino, abriéndome paso
shot, risas estrepitosas. Alcanzo a ver
entre la multitud. El espacio vital no
a un amigo a lo lejos, Diego; se la pasa
existe. Saludo a conocidos que me en-
tan bien que solo derramará un par de
cuentro mientras espero ver a alguno
lágrimas después de que la ofuscación
de mis amigos. Las fiestas son algo cu-
y éxtasis del momento hayan desapare-
rioso; Vale, a quien apenas conozco,
cido, cuando se encuentre solo, rodea-
me saluda con tal afecto que damos
do de aquellos pensamientos que tan
la impresión de ser amigas desde hace
efusivamente intentó olvidar toda la
años. Después, por fin encuentro a
noche. El alboroto y la música se apa-
una de mis mejores amigas, Fer, quien
gan, pero al parecer el bullicio sigue en
me saluda como si nos acabaran de
su mente; está solo, sin saber qué. Y
presentar y no tuviera interés en cono-
cómo le duele la cabeza. Mejor dormir.
cerme. No me ofendo, tenemos los su-
Soñará con torres de botellas de cerve-
ficientes años de amistad como para
za vacías y sus amigos festejándole lo
no sorprenderme de sus actitudes, in-
sensacional que es en las fiestas, lo bue-
cluso he llegado a aceptarlas. Además
na onda que es este güey, y a eso le lla-
veo que está con un nuevo ‘amigo’, y sé
mará ‘sueño de felicidad’. Pero todavía
que le encanta la atención.
le faltan unas cuantas horas y algunos
Finalmente encuentro amigos con los
shots para llegar a eso.
que quiero estar. Tomo una cerveza.
27
CRÓNICA
Me pregunto cuántas personas aquí estarán con quien realmente tienen ganas de estar. Desde el sillón donde estoy sentada puedo ver la zona en la que hay más gente bailando, o por lo menos un intento de baile. Una de mis amigas quiere ir. Nunca he sido buena para bailar, pero qué más da; además, aunque usualmente me molestan las multitudes, en estas ocasiones son una oportunidad para desaparecer. Nos adentramos en la gran masa y es divertido hasta que me siento verdaderamente acorralada. El problema es que los derechos individuales se pierden en medio de la multitud, y en cambio, hay derecho a lo que sea. Cómo me gusta cuando un desconocido embarra su ser contra mi persona. Suficiente tiempo de estar en la masa para mí. No lo tolero, me siento como un pedazo de carne de res. La música está tan fuerte que no alcanzo a escuchar nada de la conversación en la que estoy, aunque no me importa mucho, sé que platicamos de todo y nada. Me tomo una cerveza. A mi alrededor también sucede todo y nada. Todos en la fiesta estamos detrás de máscaras. Somos una masa, un pensamiento colectivo vacío. En la próxima fiesta me voy a tomar cuatro shots desde que llegue.
28
Curiosidad, provocación y otras formas de leer bien
SILVIA TÉLIZ MARTÍNEZ
“Ella sabía que un verdadero artista crea sus obras por necesidad, no por capricho” Mi antigua maestra de Como bien lo dice José
Nació en la Ciudad de México el 15
literatura
“Escribe
de febrero de 1996. Actualmente,
por qué no escribíamos el que no puede obrar
estudia Comunicación en la Univer-
bien: en primer lugar, o el que no se satisface
sidad Panamericana e Historia en
con la obra” (Libros que
la Universidad Nacional Autónoma
brados a hacerlo; en se- leo sentado y libros que
de México. Su interés por la litera-
gundo, no escribíamos leo de pie). En otras pa-
tura surgió durante su niñez, gra-
porque no lo necesitába-
labras, el inconforme es-
cias a la influencia de sus padres,
mos. Ella sabía que un cribe. El mexicano pro-
y creció durante su adolescencia,
verdadero artista crea medio vive inconforme
gracias a la inspiración de los profe-
sus obras por necesidad,
–por su gobierno, por la
sores con quienes tuvo el privilegio
no por capricho. Solía economía, por mil moti-
de trabajar. Este pequeño ensayo
decirnos que sólo es vos–, pero el mexicano
está dedicado a ellos.
comprendía Vasconcelos:
ENSAYO
no estábamos acostum-
posible hacer arte bajo
promedio no es un buen
circunstancias catastrófi-
escritor, ni tampoco un
cas; hasta entonces, no-
buen lector. Entonces,
sotros habíamos vivido
¿dónde está la falla?
muy felizmente… tal vez
Nos falta curiosidad, nos
demasiado.
falta esa ‘cosquillita’ de
29
explorador que nos fuerce a hurgar sin
do al amor literario de nuestra vida, en-
descanso, hasta encontrar entre la male-
tonces solamente queda buscar bien.
za de textos banales –como las lecturas
Mi antigua maestra sabía bien todo esto
de secundaria y las Cincuenta sombras
y por eso nunca nos obligó a leer ni a
de no sé qué– aquel tan anhelado texto
escribir. Su estrategia era, más bien,
que nos obligue a leer de pie. Cuando
invitarnos a preguntar, a ser curiosos.
encontremos ese tesoro literario, en-
Poco a poco le perdimos el miedo a las
tonces leeremos solo porque sí, solo por
letras y comenzamos a andar sin cuida-
el placer de hacerlo.
do. Ahora, nos gusta pensar que somos
Laura Sofía Rivero lo describe a la
lectores amantes y eróticos, y así nos
perfección: los verdaderos lectores son
gustaría permanecer.
amantes, son eróticos, “[…] quedan prendidos de provocaciones” (Escritura
de la provocación). Porque la literatura es eso, una provocación –o al menos así debería ser. Si aún no hemos encontra-
ENSAYO
30
SARAHÍ MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
La invención de Morel, una historia como cualquiera Adolfo Bioy Casares se consolida como escri-
ENSAYO
tor con su obra La invención de Morel. Este Siempre le ha gustado la literatu-
éxito tiene elementos que lo hacen distinguirse
ra moderna, novelas realistas y de
de entre las novelas del mundo literario. Lo ex-
misterio. Le agrada leer novela
traño es su sobresalir basado en componentes
histórica y de ficción. Es admirado-
comunes y clichés. El talento del autor les da
ra de las artes, en especial del cine.
un giro sutil de 180º, es casi invisible la forma
Actualmente estudia la carrera de
de hacerlos diferentes.
Comunicación en la Universidad
Casares no utiliza una estrategia narrativa com-
Panamericana. Vive sola desde los
plicada, nos cuenta los eventos de forma lineal,
19 años. Ha trabajado en fotografía
no usa anacronías ni tiempos complejos. Pero
y desea incursionar en el mundo del
aun así mantiene la atención del lector en todo
cine y el guionismo.
momento. Lleva la historia a flujo por medio de un elemento físico.
Podría llegar a parecer complicado cuando en realidad el texto es sencillo; el mencionado elemento físico es un pequeño librito, y resulta ser el sustento de la diégesis. Casares nos cuenta a través de una diario anónimo la historia de un prófugo (dueño del diario) quien vive con miedo de ser atrapado, mientras busca su supervivencia en una isla deshabitada. Como está narrada en primera persona y describe todas las dificultades sufridas por el personaje, atrapa al lector por la empatía generada. El autor logra también que la confusión sufrida por el fugitivo, la experimente quien lee el libro de una forma paralela. Se entera de los hechos mientras lee las páginas del diario del fugitivo. El libro en cuestión incluye un tema cliché, pero la historia se complica cuando
31
el amor toma parte del desarrollo. La cuestión romántica inicia como cualquiera, con un amor no correspondido. El personaje principal se enamora de una extraña, quien llega con otras personas a la isla donde este se esconde, pero ella parece no notarlo, escucharlo o percibir su presencia. Sucede lo mismo con los demás personajes. La estructura de la novela genera conclusiones lógicas sobre porqué el protagonista anónimo vive esta situación, pues no parece tener nada anormal. El giro ocurre cuando el elemento futurista entra en el romance, y el lector se da cuenta de que el prófugo está enamorado de un holograma, dándole la vuelta al típico “amor prohibido”. Adolfo Bioy Casares no sólo utiliza el trillado tema del amor para complementar su historia, también recurre al tema común de la inmortalidad. Como es una inquietud natural del hombre, muchos autores han tocado el problema en sus escritos. La diferencia entre esas historias comunes y La invención de Morel, radica en la visión futurista, pues cambia el romance empapándolo de un sentido de modernidad y hasta de cierta ‘magia’. Hay tantas historias de amor como existen narraciones sobre la inmortalidad. Bioy Cassares es una excepción, su historia está contada con ese sentido metafórico aplicable a la vida real (independientemente de su temática), acompañada de elementos físicos que crean un desarrollo de la trama fluido y original. Es por eso que esta obra está tan bien lograda y resulta interesante a los ojos del lector, pese a la aparente utilización de temas comunes.
BIOY CASARES, Adolfo (2012) La invención de Morel, Madrid, Alianza
32
ENSAYO
Pocos autores destacan a la hora de escribir novelas sobre estos temas. Adolfo
Biografía de un aborto Nuestra historia se desarrolla en un mundo de simples ideas, donde los conceptos esperan pacientemente su turno para ser algo. La ilusión del concepto siguiente en la lista por la oportunidad que habrá de lograr grandes cosas es inmensa. Pues le han prometido calor, sonrisas, aventuras -caídas también, por supuesto- pero especialmente un mundo lleno de posibilidades. Toda su existencia ha visto avanzar la larga fila y se da cuenta que, como cada quién tiene potencias distintas, seguramente tendrá un camino distinto. Esto le intriga muchísimo, desearía saber ya cómo será todo, le gustaría empezar preparado. Le llaman por fin a aparecer y lleno de emoción se planta. Ha llegado el momento, el espacio y el tiempo. Todo lo que sólo en su imaginación vivía, está por hacerse realidad: el afecto tan esperado, la compañía tan necesitada y el derecho tan debido. No sabe exactamente qué sucederá con su tan pequeño ser, pero está dispuesto a sobrellevar lo que sea necesario para ser alguien. Pero… ¿qué es lo que siente? De esto no le habían contado nunca, no recuerda haber escuchado del frío que siente en estos momentos. Aunque no comprende muchas cosas, sabe que algo no está bien y no es normal lo que sucede. De pronto, el frío se convierte en un dolor abrasador, poco a poco las esperanzas de su ser se hacen polvo. Ahora todo es oscuro y cualquier posibilidad que existía del bien se ha esfumado.
MINIFICCIÓN
ANDREA GONZÁLEZ SÁENZ Veinteañera originaria del Norte de México y alegre turista de esta ciudad. Estudio Comunicación y quiero dedicarme a escribir guiones. Mi libro favorito es El Esbirro y puedo pasar días enteros escuchando música Indie Rock. Creo que el mundo sería mejor si todos volteáramos a ver al de al lado.
33
El perro que quería ver en colores Alejandra Cárdenas A este perro le habían dicho toda su vida que era imposible que pudiera ver más de dos colores: blanco y negro, o negro y blanco si así lo prefieren. “Es mentira” pensaba. El cielo es azul, las manzanas rojas, las naranjas naranjas (¡cuánta gracia le causaba esto!) y el pasto verde. “Entonces, ¿de qué color eres tú?” siempre le preguntaban. Eso no lo sabía, nunca había escuchado a un humano mencionarlo. Hasta ahí se dio cuenta que solo era un perro queriendo ver en colores.
El invento de los sentimientos Sarahí Martínez Dicen que hace mucho existió un animal muy inestable, que cambiaba en cuestión de segundos a algo que parecía otro animal. A veces se ponía rojo grana, su voz se hacía grave, hablaba en tono elevado y su ceño se fruncía. En ocasiones su piel lucía azul cual cielo, y lágrimas se asomaban por sus grandes ojos, al tiempo que iba cabizbajo. Otros días lucía una gran gama de verdes con una naba morado y se sentía raro, pensaba un poco menos en el mundo, y más en otro animal. Con tanto cambio, el camaleón se sentía perdido, creía que había descubierto un monstruo cuando en realidad había descubierto las emociones. 34
MINIFICCIÓN
línea blanca y curva en su rostro. Ocasionalmente se tor-
Agosto 2015 MĂŠxico, D. F.