Zaguán LITERARIO
Número 7
ComunicaciónUP
Septiembre 2018
ÍNDICE crónica
ensayo De la colonización a la globalización Miguel Alejandro Rivera Piezas de la inseguridad Arantza Ocampo ¿Qué es la melancolía? Édgar Sánchez ¿Qué se necesita para ser un bailarín? Daniela León
3 11 16 19
cuento La cucaracha Yolanda Gudiño En la escalera Grupo de escritura de la UIC Un buen trabajo María Antuña Animadversión ciega Arantza Ocampo Té de Uña Daniela Valenzuela Descalza en la acera Montserrat Riquelme
Un paseo por el centro Octavio Pérez ¿Hogar, dulce hogar? Mariana Pfeffer Las enseñanzas más importantes Alejandro Vivanco
47 51 55
minificción 21 23 27 31 37 41
Invisible Karla Juárez Vaivén diario Arantza Ocampo Veneno de rata Montserrat Riquelme
59 60 60
Zaguán Literario es una publicación digital de carácter semestral, elaborada a partir de los trabajos de los alumnos del Seminario de Géneros Literarios, que es parte del plan de estudios de la carrera de Comunicación de la Universidad Panamericana. Esta publicación es un proyecto de difusión cultural sin fines de lucro. Todos los textos son propiedad de sus respectivos autores. Las fotografias utilizadas están bajo licencia Creative Commons y fueron tomadas de las páginas www.pixabay.com y www.unsplash.com; excepto la foto de portada, propiedad de Luis Germán Ramírez. Las opiniones contenidas en Zaguán Literario son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente la posición de los editores y/o la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana. Editores responsables: Edgar Rodríguez, María Isabel Salinas y José Luis López Responsable de redes sociales: María Antuña
Presentación L
os cambios son parte natural de cualquier iniciativa. Sobrevivir sanamente a ellos es una demostración de la fortaleza de este proyecto en particular. Nuestro equipo editorial se renueva, la incorporación de una nueva editora trae consigo una visión fresca, pero nuestras raíces se mantienen sólidas y el objetivo permanece inmutable. Zaguán Literario busca ampliar con cada número su círculo de lectores y colaboradores. Por eso ahora se abren las puertas para un texto elaborado por el Grupo de Escritura de la Universidad Intercontinental (UIC), institución que tiene una revista similar a la nuestra: Ágora Virtual, dirigida por Rammses Ojeda Barreto. Agradecemos la colaboración y esperamos que éste sea el principio de futuros intercambios literarios con otras universidades. En este séptimo número contamos además con la participación de Yolanda Gudiño, profesora de la UP, quien presenta el cuento “La cucaracha”. Nuestro escritor invitado es Miguel Alejandro Rivera, catedrático de la UNAM y autor de tres novelas; él escribe el ensayo “De la colonización a la globalización”, con el cual abrimos esta edición. Agradecemos el trabajo de cada uno de los alumnos que participan en la revista con todo tipo de textos, nos comparten desde anécdotas personales hasta cuentos metafóricos. Igualmente a cada uno de los invitados mencionados y al cuerpo directivo de la Escuela de Comunicación UP, quienes han demostrado su simpatía y apoyo con esta publicación desde su nacimiento, pues es una humilde carta de amor a las letras a través de cuatro géneros literarios. EDGAR RODRÍGUEZ & MARÍA ISABEL SALINAS ÁLVAREZ PROFESORES DEL SEMINARIO DE GÉNEROS LITERARIOS
ENSAYO
De la colonizaciรณn a la globalizaciรณn
3
ENSAYO
“E
n 1942, los nativos descubrieron que eran indios, descu-
brieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que moja”, escribió el periodista uruguayo, Eduardo Galeano. Hace más de 500 años, los nativos de ese territorio, que antes no era América, miraron asombrados la llegada de cerros navegantes y hombres barbados, con ropas metálicas y montados en bestias cuadrúpedas 4
que los indígenas viven en extrema
ENSAYO
pobreza porque están ahí, replegados en los montes, lejos de los autos, la comida chatarra y los avances tecnológicos; pocos entienden que aquellas comunidades no nacieron ahí, sino que fueron obligadas a esconderse en los montes, por miedo al hombre blanco. Durante la segunda mitad del siglo XX, mucho después de que Colón, Cortés, Pánfilo de Narváez, Rodrigo de Triana y compañía pisaron esta pisoteada América; la otra América, la del norte, la que se siente única, adiestró a muchos pobladores a lo largo del continente para asesinar indígenas, como en el caso guatemalteco, donde la masacre contra los pueblos originarios resultó una carnicería sin escrúpulos denunciada en que ellos jamás habían visto. ¿Imagi-
gran medida por Rigoberta Menchú.
nas eso? ¿Mirar de frente a un ser vivo
Tras la invasión occidental, a los
totalmente distinto a lo que conoces?
“indígenas americanos” les dieron
En nuestros días, eso solo se aseme-
espejitos a cambio de su oro; hoy no
jaría a la llegada de extraterrestres.
son espejos, son despensas, caminos
Muchas veces, las personas de las
pavimentados, alumbrado público o
ciudades caminamos por las plazas
alguna obra de infraestructura preca-
comerciales con un café en la mano,
ria que el sistema les ofrece como si
mirando los aparadores justificamos
les estuvieran haciendo un favor.
5
Un día solo nos cambiaron el tér-
ral un concepto de violencia muy li-
mino: de colonización migramos a la
mitado, la entendemos solo como la
globalización. Y listo, con una simple
agresión física o verbal, pero la trans-
mutación de términos lo que era in-
gresión cultural y las imposiciones
vasivo ahora es inclusión. Ignorar las
ideológicas son también una manera
imposiciones culturales nos ha lleva-
de minimizar la identidad de un pue-
do lejos, incluso al camino de la inuti-
blo o una nación.
lidad como humanos.
Actualmente, miramos por la
Marshall McLuhan decía, entre
ventana de la historia esos muy le-
muchas otras cosas, que los medios
janos tiempos de Aridoamérica y
eran una especie de extensiones de
Mesoamérica, aquellas etapas de
nuestro cuerpo, entendiendo como
nuestro territorio dignas solo de las
medios a todo avance tecnológico
monografías. Pero, ¿dónde quedó
que pueda desarrollarse; por ejem-
nuestra identidad? Es la pregunta
plo, podríamos decir que un auto-
que siempre debiéramos hacernos:
móvil que nos lleva y nos trae a todas
¿qué somos, quiénes somos, qué es
partes es una extensión de nuestras
un mexicano?
piernas, pues cubre la misma función
Hoy ya no llegan grandes navíos
que al final es la de transportarnos.
cargados de hombres extraños a “co-
Sin embrago, ¿qué pasa con al-
lonizar” nuestros territorios; sin em-
guien que prioriza el uso del auto al
bargo, la invasión está en nuestros
de las piernas?, obviamente, su cuer-
cines, nuestros medios de comuni-
po comienza a atrofiarse por la susti-
cación, nuestra literatura, la ropa que
tución en la manera de transportarse:
llevamos puesta, las marcas de los
la cadera comenzará a doler, las pier-
productos que compramos en el su-
nas perderán fuerza y, por ende, apa-
permercado: ¿cuánta violencia habrá
recerán problemas cardiovasculares.
detrás de cada producto colonizador
Lo bello de las teorías de McLuhan
que echamos al carrito del súper o en
es que varias de ellas se pueden ir
la tecnología que utilizamos?
adaptando con el paso del tiempo,
6
ENSAYO
Tenemos en nuestro capital cultu-
ENSAYO pese a que el filósofo canadiense no
Si tienes alguna duda sobre cual-
alcanzó a ver los avances de las nue-
quier tema, abres Google y listo, de-
vas tecnologías como el internet, las
jas que el buscador haga su trabajo; si
redes sociales o los teléfonos inteli-
no logras llegar a un lugar, pones los
gentes. ¿Qué hubiera dicho McLuhan
datos en alguna aplicación de GPS y
con un iPhone en la mano?
ya está, las instrucciones no tienes ni
El caso más claro es el del teléfono
que verlas, te las va diciendo una voz
inteligente que seguro en este mo-
automatizada; si no tienes con quién
mento se encuentra a no más de un
salir, abre una cuenta de Tinder y al-
metro de tu alcance, a menos de que
guien habrá de pescar el cebo sin ne-
lo hayas dejado cargando un poquito
cesidad de aplicar alguna compleja
más lejos, pero no demasiado, para
habilidad social en el mundo real.
estar cerca de la globalización.
La tecnología extendió lo que so-
Tan solo piensa, si un auto es la
mos: la mente, la memoria, nuestras
extensión de las piernas, si unos len-
capacidades sociales, la orientación.
tes son la extensión de los ojos, ¿qué
¿Antes cuántos números de teléfono
será lo que extiende ese aparato rec-
te sabías de memoria?, hoy hay quie-
tangular que tienes en la mano?
nes no se saben ni el suyo, lo revisan
7
ENSAYO
en la agenda que traen en la memo-
do, pero eso forjaba el carácter de
ria del teléfono, junto con todos los
pequeñas y pequeños adolescentes
otros números que requieren.
que experimentaban nuevas emo-
¿Cuánto nos ha modificado esta
ciones para la vida.
nueva dinámica de vida?, no solo nos
Hoy que, algo tan complejo como
ha limitado las funciones cognitivas o
la conquista de otro ser humano se
mentales, sino hasta la personalidad.
ha vuelto una tarea de mensajes a la
Antes, cuando querías conquistar a
distancia que no generan mayor difi-
alguien debías ir a su casa, enfrentar-
cultad que teclear un “Hola” y quedar
te al miedo de tocar el timbre y que
a la espera de respuestas. Ya no tene-
no saliera él o ella, sino un familiar
mos orientación en las calles porque
con una mala cara que te azotara el
todo lo resuelve la inteligencia artifi-
zaguán en las narices; menos dramá-
cial, ya no tenemos memoria, todo lo
tico pero lo mismo pasaba con hablar
solucionamos desde ese aparato que
al teléfono fijo de la casa: qué pánico
sepa Dios si nos está haciendo un
que el papá furioso, la mamá criticona
bien o nos está provocando el peor
o alguna hermana o hermano burlón
de los males: un día sabrá más él que
contestaran; daba nervios, daba mie-
nosotros, si no es que ya lo hace.
8
ENSAYO
“El caso más claro es el del teléfono inteligente que seguro en este momento se encuentra a no más de un metro de tu alcance, a menos de que lo hayas dejado cargando un poquito más lejos”.
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una canción que al final refleja los
dios que nos hacen tan inútiles es
paralelismos que se exponen en este
sin duda uno de los productos más
texto: un día fueron españoles con
acabados de la globalización, porque
armas y caballos, hoy son grandes
son justamente las redes sociales, los
empresas tecnológicas que nos ven-
buscadores de internet, la comodi-
den “espejitos”, productos cuyo costo
dad de las tiendas en línea lo que nos
de producción es ínfimo comparado
obliga a cargar con por lo menos un
con el precio en el aparador.
teléfono inteligente que sea nuestra
Lo que un día fue violencia para
ventana a un mundo que ni bien en-
dominarnos hoy resulta convenci-
tendemos pero del que nos urge ser
miento para inutilizarnos, para nuli-
partícipes. ¿No es demasiado el costo
ficar nuestra capacidad de raciocinio
que estamos pagando por ser parte
y pensamiento. Decía el filósofo ale-
del sistema-mundo?
mán Herbert Marcuse: “Norteamérica
“Vinieron en unos barcos con baratijas del mundo viejo, hace ya qui-
se encargó de convencernos de que viven en el mejor de los mundos”.
nientos años sufrió la vida un gran
Solo han cambiado los nombres
desprecio; la vida allá en Europa es
de las potencias, pero habremos de
muy dorada, a mí me contaron; todo
aceptar que seguimos siendo un
ese brillo robado es puro oro ameri-
pueblo violentado por las constan-
cano… cuídate pirata Colón, que ya
tes imposiciones culturales a las que
se despierta la raza del sol…”, dice
usualmente somos sometidos.
MIGUEL ALEJANDRO RIVERA Licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM, donde también es profesor, y maestrante en Periodismo Político por la EPCSG. Ha publicado las novelas “Peor es nada” (Fridaura, 2014), “Ella no sabía nada de Bakunin” (Fridaura, 2016) y “El amor no es suficiente” (Endira, 2018). Además es colaborador del diario El Día, el portal homozapping.com.mx y de la revista “Asamblea” de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.
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ENSAYO
La dependencia a los nuevos me-
ENSAYO
Piezas de la inseguridad Arantza Ocampo
U
no nunca se da verdaderamente cuenta del valor de su identidad, su seguridad o su espacio personal hasta que se ven amenazados. Se supone
que a lo largo de todo el mundo, en cada continente, país y Estado se protege al ser humano, inclusive se le reconocen derechos para proclamar su seguridad. Sin embargo, hablar de un lugar donde todos los habitantes vivan en completa tranquilidad y armonía resultaría utópico. Aun así, los países donde los ciudadanos viven más situaciones de inseguridad y violencia son los que están en vías de desarrollo, se les conoce como tercermundistas. Un claro ejemplo es México, nación que pese a tener potencial para avanzar, alberga muchos casos de asaltos, secuestros, matanzas, violaciones, entre muchas otras fuertes problemáticas. Es verdad que no todos los mexicanos hemos vivido situaciones tan extremas, pero hay algo que la mayoría (si no es que todos) han experimentado: los pequeños detalles que se deforman en inseguridad. Los problemas no siempre nacen de situaciones grandes y llamativas, también resultan de cuestiones con las cuales se convive diario. “¿Cómo te llamas?”, alguien me preguntó una vez en la calle, no me percaté de que era una de las preguntas más frecuentes para quitarle la máscara a alguien desconocido, hasta que un señor con expresión perversa me lo expresó mientras seguía mis pasos. Es un arma de doble filo, pude ser amigable para 11
quien tiene buenas intenciones, pero a la vez puede transformarse en un peliEs una pregunta que muchas personas han escuchado antes de ser amigos, antes de ser novios, pero también antes de ser acosados, asaltados o violados. Debería reconsiderarse su valor, tal vez también necesitaríamos otorgarle un poco más de importancia; no es una cuestión que debería ser atendida con tanta tranquilidad, tanta ligereza. Es una herramienta para los acosadores que persiguen mujeres por las calles, es un arma para los ladrones de identidad, es un camino por el cual pasan muchas víctimas envueltas en problemas graves. Caminando por las calles de México se puede oír esta pregunta con frecuencia, podría no tener peso, pero adquiere tintes peligrosos cuando es susurrada hacia una chica solitaria, menor de edad y blanco de atención de un hombre con malos pensamientos. No solo las armas o las miradas lascivas son amenazas, también lo son factores comunes, como las preguntas, las palabras. No es imposible asaltar o acosar a alguien por medio del habla. ¿No es acaso la forma más rápida de llegar a alguien y captar su atención? Todos los individuos tienen la capacidad de comunicarse, expresar ideas o sentimientos, pero estos objetivos no son siempre los más nobles. Lo primero que se emplea para victimizar a una persona es la palabra; arrebata derechos, pertenencias, tranquilidad, inclusive vida. Por más increíble que parezca, lo primero de lo cual debe protegerse el individuo es de su propia capacidad de comunicarse, cómo ésta es empleada y compartida con y por otros. En mi caso, cuando aquel sujeto me preguntó por mi nombre, vi mi existencia entera pasar ante mis ojos. 12
ENSAYO
gro por parte de quien desee usarla como arma.
ENSAYO
Por otro lado, es común encontrarse con personas que no conocen el concepto de espacio personal. Yo lo he experimentado en el trasporte público, en supermercados y en calles transitadas; dentro de una ciudad es imposible no encontrarse en situaciones así. Respetar el espacio del prójimo es algo que se enseña, pero no a todos, lamentablemente; y es igualmente un arma de doble filo. Puede darse espacio personal cuando se demuestra respeto hacia el otro o irrumpirse con quien se es cercano, pero también es posible pasarle por encima cuando se pretende agredir físicamente. Sobrepasar el espacio vital de una persona es buscar cercanía, proximidad, casi intimidad, pero es bien sabido que dichos conceptos no son siempre agradables. En los transportes, calles, espacios cerrados, espacios públicos de México, se rompe el espacio vital cuando se asalta, pelea o viola. Las consecuencias acerca de la falta de educación sobre el espacio que se debe guardar en relación a otro individuo son algo que no solo se sufre en las filas del supermercado, sino también antes de un asesinato a mano armada o un intento de abuso sexual. Por lo cual, es justo recalcar la importancia del espacio personal, tal vez de esa forma habría menos víctimas a causa de su vulneración. Si se tomara más en cuenta y
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se inculcara en casas y escuelas, la gente valoraría su propio espacio personal, La autoestima alta es una joya con la cual muchos cuentan y presumen, pero otros desean y padecen. Conlleva muchas otras cualidades, como la seguridad, la valentía, el atrevimiento, todas las cuales enaltecen a quien las posee. Sin embargo, resulta ser una maldición para quien no las tiene, para quien nunca las ha siquiera concebido. Lo que conlleva carecer de una alta autoestima es más desfavorable de lo que parece, trae consigo silencio, miedo, agresividad y timidez. ¿No es aquello por lo cual atraviesan las personas que han sufrido algún problema? Ser introvertidos puede ser bueno, pero también resultar ser un silenciador que trae consigo dolencias y consecuencias. A veces, uno de los problemas más importantes recae en no atreverse a hablar, a defenderse, a confesar. Quien calla cuando es blanco de burlas, quien no se defiende ante una pelea o acoso ni habla sobre lo que le ha pasado se está haciendo más daño a sí mismo del que le han hecho. Es cierto que el habla, como se ha dicho antes, es la primera forma de atacar a alguien, pero también es un escudo y una prevención para quienes están del otro lado del asunto. Muchas personas no tienen la seguridad para enfrentarse a quienes les faltan al respeto; tampoco saben cómo defender su opinión ante otros ni se atreven a buscar ayuda para encontrar solución a lo que les ha ocurrido. ¿Cuántas víctimas de asaltos, bullying, violaciones o acosos viven en la sombra? No es fácil conseguir el valor para superar aquello que duele o da miedo, pero los restos detrás del temor construyen cárceles para todos aquellos que nunca se atreven a luchar su propia causa o inclusive la ajena. Definitivamente, otra inseguridad es aquella que ocurre cuando la víctima no se atreve a alzar la voz, tampoco a levantar la cara. Sería un problema menor si realmente se impulsara la idea de creer en uno mismo; sin embargo, la negación y el temor pueden acabar con la integridad intrínseca en todo ser humano. El día en que un señor me persiguió por la calle haciéndome preguntas personales, no tuve la valentía de negarme a responder, tampoco pude revelarle a mis padres mi experiencia y me carcomió no haber actuado con la firmeza que 14
ENSAYO
respetaría el ajeno y reaccionaría ante la proximidad de alguien externo.
ENSAYO
siempre pensé me caracterizaba. La conclusión que extraje es que no es bueno guardarse acciones, ni palabras, ni mucho menos confesiones, en especial en casos de violencia o acoso como el aquí referido. Si se hace un análisis más profundo a lo que conforma la inseguridad, puede llegarse a detalles casi imperceptibles, pero fundamentales. ¿Quién diría que la palabra, el espacio personal o la autoestima podrían ser amigos de los problemas? Ciertamente lo son, porque habitan dentro de cada persona, son inevitables, son comunes. La inseguridad, los reveses, los riesgos nacen desde los individuos, desde su mal empleo de aquello que son. La falta de mediación acerca de las acciones o sentimientos de las personas es otro factor que resulta inconveniente, sería diferente si se enseñara a todos a moderarse, a controlarse, a respetarse; pero ello también involucra un control y aprecio propios. En México, como país del cual más se habla en este texto, los ciudadanos no tenemos un claro concepto sobre muchos factores que dan como resultado la prudencia externa e interna; el prójimo es, por ejemplo, un tema que no concebimos claramente, de esa forma, no sabemos muy bien cuán importante es lo que nos rodea ni cómo nos afecta. La educación, entonces, debería ser la solución para esta imprecisión; permitiría inculcar todos los conocimientos que servirán en un futuro para desenvolverse correctamente y autovalorarse.
15
Édgar Sánchez
E
s caer en un pozo profundo, húmedo y oscuro, lleno de algas verdes que te atrapan y no te dejan mover; no puedes salir, no vas a morir. Te llenas de lodo,
tratas de escalar por los altos y resbalosos muros de piedra, pero te resbalas una y otra vez sin poder subir un solo y mísero metro. La melancolía es estar abajo en el pozo oscuro, pero querer estar arriba en la tierra mirando el cielo azul, mientras compartes carcajadas con tus amigos e incluso cruzas miradas de amor con la chica de tus sueños. Es ver la luz en la boca del pozo e intentar escalar los muros que te aprisionan. Tus uñas se empiezan a quebrar y te duelen los dedos, aunque el dolor no te mata pero lastima poco a poco, tanto que aquellas pequeñas heridas se sienten como si te hubieran arrancado las manos. La melancolía es recordar los juegos que jugabas con tu papá en las vacaciones de verano, cuando el sol brillaba en el largo y verde pasto del campo. Mientras llueve y el agua recorre tu frente en el funeral de tu padre miras ese anillo que usaba y tanto te gustaba por las incrustaciones de brillantes que tenía, y el cual ahora llevas puesto porque formó parte de tu herencia cuando murió. 16
ENSAYO
¿Qué es la melancolía?
ENSAYO Es como si una hoja de papel negro cegara tu visión y no pudieras ver lo que hay enfrente de ti, como si no pudieras ver nada más que los recuerdos que guardas. Es como un bucle de tiempo creado en tu mente que siempre te recuerda el mismo momento una y otra vez. La melancolía es como el niño al que se le rompe la última carta escrita por su padre militar donde le decía que lo amaba, que fuera fuerte ante la vida y siguiera los valores enseñados por su madre, porque él no podría regresar jamás. Aunque no lo parezca, somos seres que buscamos la respuesta a preguntas que no tienen sentido alguno. Necesitamos encontrar el propósito de nuestras vidas aunque no exista y lo buscamos de la misma forma que el niño que pregunta sobre la vida y sobre cosas que no tienen respuesta. Luchamos por resignificar nuestra realidad y en el proceso nos hacemos a la idea de que los viejos tiempos fueron mejores, como el día en que tu padre se
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ENSAYO encontraba en la sala de espera del hospital y salió el doctor a decir que habías nacido. Sin embargo, no todos son buenos recuerdos. La melancolía nace de la pérdida de instantes, como cuando un padre deja de estar presente en la vida de su hijo por el trabajo y 20 años después quiere vivir los momentos que nunca vivió. Tras esta pérdida se diluye como agua la persona convirtiéndose en un líquido transparente que no tiene nada, ni color, ni olor, ni sabor. Se entra en una continua rutina de tristeza y falsedad, se finge ser feliz cuando en realidad se ha perdido la esencia y el sentido de la vida. Es el anhelo continuo e insaciable como el que siente el niño que pierde su juguete favorito y jamás lo vuelve a tener, pero conserva el recuerdo constante del oso de peluche café. La melancolía no solo es pensar en el pasado, sino atormentarse en un sufrimiento constante que rasga el pensamiento como un lobo destroza a su presa.
18
¿Qué se necesita para ser un bailarín? Daniela León
B
CUENTO
ailar es flotar en las nubes mientras tu mente y corazón se desconectan y se van lejos, pero tus pies se mantien sobre
la tierra. Como un árbol que atado a sus raíces deja que sus hojas se balanceen al ritmo del viento. Atrévete a sentir cómo cada músculo de tu cuerpo se estira y se contrae como si fuera una liga, y por más saltos o piruetas que hagas siempre volverá a su posición original. Bailar es entregar el alma en cada split; poner en pausa al mundo para desaparecer como fantasma por un rato, ser tú mismo, transformar las cosas buenas en maravillosas y las malas en mejores. Es paz, tranquilidad y placer. El placer de darle un primer bo-
cado a un pastel de chocolate o de ponerte la pijama de franela después de un día frío o cansado. La paz de escuchar a los Beatles en el coche mientras vas en carretera, y la tranquilidad de tomar una taza de té verde caliente en un día lluvioso. Bailar es tan agradable como una plática de amor con amigos y tan reconfortante como un abrazo fuerte de mamá en un mal día. Bailar también te da la libertad que siente un pájaro al decidir su rumbo mientras siente los rayos del sol sobre sus alas, sin que nadie lo dirija y sin que nadie le diga qué hacer. La danza es alivio y cura. Cura el corazón que te rompió esa
19
persona que creías era el amor de tu vida pero descubriste que te engañaba, alivia el dolor de una rodilla raspada después de una caída en bicicleta; cura la tristeza que sientes cuando muere tu primera mascota; la soledad que te invade en tu primer día de escuela, aquel en que no conoces a nadie y, como si fuera jarabe para la tos, lo cura todo sin dejar rastro. La danza es el más amplio de los lenguajes. A través de ella pueden decirse infinidad de cosas, y todas sin mencionar una sola pacarcajadas, deja llevar tu corazón y permítele sentir. Libera tu cuerpo para que grite fuerte y sin vergüenza todo lo que tiene adentro. Dale cause a todas tus ideas y preocupaciones para que se conviertan, como por arte de magia, en pasos de baile. Baila para ti o baila para los demás. Baila en frente de tu espejo como si fueras una estrella, o baila en un escenario para ser visto y por los aplausos de tu familia. Pero baila. Confía en la danza como confías en tu mejor amiga y déjate llevar por la música en cada coreografía, así como lo haces por la marea del mar. Suelta lo malo de la forma en que soltaste la mano de tu expareja, no te aferres y amárrate con cadenas inoxidables a lo que hace que tu alma se sienta bien. Que nada te detenga y que los obstáculos sean trampolines impulsadores para llegar más alto hasta que puedas alcanzar el cielo, el sol, la luna y las estrellas. Que valgan la pena los moretones, el desgaste físico, las ampollas sangrientas en los pies; todas las fiestas a las que no pudiste ir por tener clase temprano al día siguiente; el tiempo gastado en ensayos, el empeño puesto en cada giro y deja que cada paso sea disfrutado como se disfrutan los besos de la persona indicada. ¿Qué se necesita para ser bailarín? Querer serlo.
20
CUENTO
labra. Aprende a expresarte y así como te dejas llevar cuando ríes a
La cucaracha
CUENTO
L
a cucaracha se queda inmóvil so-
si la mato? Podría deslizar mi brazo
bre el espejo. Guarda sus alas y
muy despacio, con cuidado de no
por un segundo pretende borrar su
mover la cortina hasta mi zapato
existencia de mi baño. Imagino que
para asestarle un golpe mortal. Mi
cierra los ojos, que dentro de su di-
madre me dijo que nunca hay que
minuto cuerpo su corazón tambo-
aplastarlas porque de sus vientres
rilea. Estoy petrificada dentro de la
se desprenden miles de huevecillos,
regadera a escasos centímetros de
como si fuera una secreta vengan-
ella, tratando de ocultarme, de des-
za para infectarlo todo. ¿Su madre
aparecer. La miro de reojo. Siento
le habrá hablado de los peligros de
su mirada, temo que al menor mo-
quedarse inmóvil sobre un espejo?
vimiento se me abalance, entonces
Tal vez piensa que debió hacerle caso
no podría reprimir el grito. Creo que
cuando le dijo que las casas no per-
piensa lo mismo, estará igual que yo,
manecen solas por mucho tiempo,
tratando de contener el aliento, de
que nunca debía salir de día ni dejar-
pasar desapercibida como si fuera
se ver por nadie, quizá por eso ahora
una diminuta brizna de polvo en la
contiene el aliento y maldice la hora
inmensidad de mi espejo, sobre el
en que se creyó inmortal. Presiento
cual se ha vuelto cientos de insectos
su mirada sobre mi zapato querien-
posados sobre sus propias patas, so-
do anticipar mis movimientos. Si me
bre sus vientres, sus miedos multipli-
muevo ahora seguro volará y se en-
cados hasta el infinito. Si yo estuviera
redará en mis cabellos y no querré
parada sobre el espejo, sería cientos
tocarla ni podré evitar un grito o salir
de alientos contenidos, de miedos
corriendo desnuda por el pasillo…
elevados a potencias innombrables.
La miro de reojo. ¿Sabrá que la veo?
El agua se enfría, pero no quiero
Quizá piensa que no me he dado
coger el shampoo, prefiero que siga
cuenta, tal vez ella no se ha per-
pensando que el baño es suyo… ¿Y
catado de que no está sola y se ha 21
quedado inmóvil ante la presencia
las antenas, el cuerpo endurecido y
de sus yo que la miran desde ocul-
las alas que repliega como querien-
tas dimensiones. ¿Se habrá visto en
do hacerse más pequeña, invisible.
el espejo? ¿Sabrá que todas son ella
Tal vez mire mis manos y mi zapato
misma? Al fin logro salir sin hacer rui-
y sienta el anticipado dolor de su ca-
do. Tomo la toalla y la enredo sobre
parazón tronando, su último aliento
mi cuerpo. La cucaracha mueve la
y el saber que su presencia me aler-
cabeza. Estoy desarmada, desnuda
tó para fumigar. Su descuido será la
y a merced del enemigo. Una gota
sentencia de muerte de sus pares. Somos ella o yo, las dos envueltas
pongo que su ejército avanza sobre
por un miedo compartido. Le quito
mí, que me tiene presa, que soy su
la mirada para enredarme el pelo
rehén, que me secuestra para que
con la toalla. Levanto la vista hacia el
le entregue la casa y pueda pasear a
espejo. No está. La busco en el piso
sus anchas por los pasillos desiertos.
que me separa de la puerta de sali-
Me mira. Está fraguando el momen-
da. Despacio, me escabullo con cui-
to preciso para avanzar; es probable
dado de no caer en su emboscada.
que me observe con mi mismo te-
A salvo, en el pasillo, apago la luz del
mor, que en su dimensión será mu-
baño y cierro la puerta. Es mejor dar
cho más grande; le llenará las patas,
por perdidas algunas batallas.
YOLANDA JOSÉ GUDIÑO Licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Chihuahua y Maestra en Guionismo por la Universidad Intercontinental, ha realizado estudios en los campos de Letras Iberoamericanas en la Universidad Iberoamericana Plantel Golfo Centro y Edición en el Instituto Universitario de Posgrado (Editorial Santillana). Es cofundadora de Grupo Editorial Gudiño Cicero S.A de C.V. Actualmente es catedrática en la Universidad Panamericana, la Universidad Intercontinental, el Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación y en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
22
CUENTO
de agua resbala por mi espalda, su-
En la escalera
L
a mujer en la escalera que grita tu nombre sigue aproximándose. Sudas frío. Sabes lo que se acerca. Con ella, decadencia.
Tempestad. El fin se avecina. La adrenalina sube por tus venas, pero es lo único que puedes sentir en tu cuerpo ya. Ni tus piernas, ni tus brazos son capaces de reaccionar. Con ella viene el terror de tus entrañas.
CUENTO
No puedes contenerte en tu parálisis. Oyes los pasos lentamente. El crujir de la madera se escucha. Otro grito aún más fuerte estremece tus pensamientos. Tu alma llora por dentro. Pides a Dios ayuda. Imploras por tu vida. A lo lejos una silueta se observa entre la espesura de la oscuridad. Le dices con una voz tenue, casi sin poder articular —¿qué quieres?—. La sombra se detiene. Se alcanza a ver en su mano un reloj de bolsillo. Entre tu miedo le preguntas —¿qué es eso?— La sombra se acerca a ti. Entonces miras su rostro descarnado. En su otra mano, una fotografía. Es la imagen de la mujer que amabas. La que se ha ido, la que no volverá. Sientes una mano delgada tomando tu pierna. Volteas la vista. Con horror observas a la mujer errante. Su rostro desfigurado cubierto de sangre y de su boca un olor fétido. Suelta un —¿por qué?—, casi como susurro, pero la voz te estremece y no contestas nada. Entre el pánico y el temor pateas su rostro mientras comienzas a llorar.
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CUENTO
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Observas la casa. Los finos muebles. Los caros trastes. Todo el lujo del interior. En un instante todas esas imágenes son sustituidas por el rostro de la mujer. Ella coloca su fría y putrefacta mano sobre tu hombro. Te mira con su único ojo. Tratas de negarle la mirada mientras te cuestionas —¿de verdad valió la pena?—. La mística mujer coloca sus palmas sobre tus mejillas. Estira sus esqueléticos dedos por tu cara. Luego, inesperadamente, sus pulgares presionan contra tus
CUENTO
ojos y te los comienza a hundir.
Grupo Representativo de Escritura Creativa de la Universidad Intercontinental (UIC), director Dr. Ramses Ojeda Barreto. Texto colaborativo, participantes: Abner Melo Castro, Héctor Ortega, Gabriel Pano Morales y Edgar Rogelio Ferrer Orosco.
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Zaguán
Zaguán
LITERARIO
LITERARIO
Número 5
ComunicaciónUP
Agosto 2017
Número 6
ComunicaciónUP
Marzo 2018
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CRÓNICA
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Un buen trabajo
CUENTO
María Antuña
—E
rnesto, él te quiere ver en
un botón con la letra “B” que juraría
su oficina —la asistente
nunca haber visto en todo el tiem-
le avisó por teléfono. Se levantó un
po que llevaba trabajando. Una gota
poco sorprendido. ¿Qué había hecho
de sudor aguardaba en la frente de
mal?, de pronto pensó que hasta aquí
Ernesto, sus manos rozaban su pan-
había llegado en este trabajo. Tocó
talón, la puerta se abrió. Avanzó has-
la puerta y él salió, siempre con una
ta adentrarse en un pasillo largo con
sonrisa en la cara.
muchas puertas en ambos lados.
—Mi querido Ernesto, ven ven…
—Ernesto, te llamé porque quiero
—lo palmeó en la espalda y lo con-
ascenderte de puesto —Ernesto to-
dujo hasta un ascensor, presionó
sió varias veces en señal de absoluta 27
CUENTO
sorpresa y de que no creía lo que es-
—Éste sería tu nuevo lugar de tra-
taba escuchando.
bajo, es un escritorio más moderno
—Tienes tanto potencial, espero
si así lo prefieres ver —se río cínica-
te des cuenta de ello. Ven, déjame
mente al decir lo último—. El plan es
explicarte qué harás —mientras
que te quedes sentado mínimo ocho
decía esto, con su mano tomó la ma-
horas diarias, a cambio, tu salario será
nija de una puerta color negro y la
cuatro veces más de lo que te damos
abrió lentamente mostrando un cu-
actualmente, ¿aceptas? —preguntó
arto muy reducido en tamaño, sin lu-
finalmente—. ¿Lo harás, Ernesto?
ces ni ventanas; en medio solo había
—Sí, acepto —dijo sin pensar, en su
una silla de madera.
mente la avaricia reinaba. 28
CUENTO
—Ernesto, ¿no quieres tiempo para
general, observó una casa a punto
pensar? —estaba por cerrar la puer-
de quebrarse. El vestido de su espo-
ta, pero el empleado lo detuvo.
sa era de segunda mano, vestía los
—No, quiero hacerlo. Puedo em-
mismos pares de zapatos desde hace
pezar ahorita mismo, si usted me lo
años, así que soltó un suspiro y le
permite, señor.
sonrió gratamente.
—¡Ja! Queridísimo amigo, nunca
—No sabes lo bien que me ha ido en
había visto a alguien tan motivado
el trabajo hoy.
por el dinero como tú —lo palmeó
Era la misma rutina, llegaba a la
fuertemente en la espalda y con un
gran sala de espera y tomaba aquel
ligero empujón lo movió hacia la sil-
ascensor presionando el botón “B”.
la de madera.
La puerta negra ahora estaba perso-
Sin decir nada más, cerró la puer-
nalizada con su nombre y siempre,
ta y la habitación quedó a oscuras.
antes de entrar, volteaba a ver las
¿Así es como un ciego se siente? —se
demás puertas, algunas tenían nom-
cuestionó Ernesto. Se sentó en aque-
bres y otras estaban vacías. Cuando
lla silla que para su sorpresa no era
se sentaba en aquella silla trataba de
rígida y miró a la nada.
mantener la calma, tarareaba me-
Nunca había aprendido a estar
lodías y a veces cantaba a todo pul-
solo, esto iba a ser complicado, lo
món. Un día se le ocurrió platicar con
presentía. Sin embargo, la codicia puede mover montañas. Esa noche regresó a su casa con solo una pregunta en su mente. Le dijo a su esposa que el trabajo lo había dejado agotado, no física sino mentalmente. Ella ya lo esperaba con la cena y una sonrisa. Ernesto entonces miró la vajilla de plástico, los utensilios oxidados por el paso de los años, la cocina, los muebles y, en 29
la nada, como si ésta fuera un gran
jefe entró e interrumpió su jornada.
amigo, comenzó la conversación con
—Compañero, ¿estas ahí? —pre-
timidez, sin embargo, se hizo fluida
guntó acomodándose el saco y la
con el paso del tiempo.
corbata cuidadosamente. —¡Silencio! —Ernesto tocó sus sienes
nesto le platicaba a su esposa sobre
mirando al piso—. Estoy teniendo
su “amigo” del trabajo, al que incluso
una conversación con ellos, ¿no te
le había inventado una vida. Una ma-
das cuenta? ¡Ya! ¡Los espantaste! ¡No
ñana al despertarse ya ansiaba plati-
se vayan, mis amigos! —sus pupilas
car con aquel “amigo”. Con el paso de
estaban dilatadas y su mirada era la
los días Ernesto empezó a creer que
de un loco.
aquella persona era real, juraba que a
—Yo sé a dónde se fueron, com-
veces sentía la respiración de alguien
pañero. Ven, te enseño —el jefe
más en aquel cuarto.
tomó el brazo de Ernesto y lo sacó
Los ingresos de Ernesto claramen-
del cuarto. Un grupo de personas lo
te crecieron al igual que su ambición.
extrajeron de aquel lugar y lo mon-
Cada vez pedía más horas extra en
taron en una camioneta sin venta-
ese cuarto, no se preocupaba, pues
nas haciéndole creer que seguía en
tenía “amigos” con quien platicar
aquel cuarto. Afuera de las oficinas
adentro. Así pasó un año. Un día su
más de una docena de camionetas abandonaba el edificio corporativo, todas iban rumbo a un único destino imposible de rastrear. El hombre regresó sin preocupación alguna a su oficina, tomó el teléfono para llamar a su asistente. Al abrir la puerta, la joven le preguntó qué se le ofrecía. —Vuelve a poner el anuncio en el periódico, otra vez tenemos demasiadas vacantes. 30
CUENTO
Llegó un momento en el cual Er-
CUENTO
Animadversiรณn ciega
Arantza Ocampo
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“T
ú ni siquiera tienes cara de Rosalía. Suena como primavera, colores rosas, olor fresco, humor alegre… No, no eres Rosalía. Tal vez, solo tal vez
podrías pasar por Carmen. ¿Carmen?... No, es un motivo para que te comparen con esa horrible canción de aquella mujer despistada. En todo caso, siempre te ha gustado el nombre de Laura…”. Los cabellos caramelo de la chica querdaron atrapados entre sus largos dedos, miró con aburrimiento sobre el espejo viejo y tras pasear la mirada por todo su cuerpo reflejado en él, dejó caer sus hebras con un largo suspiro. Eran pasadas las tres de la tarde, pero ella seguía usando las mismas prendas con las jornada estaba marcado en tonos purpúreos debajo de sus grandes ojos, y el paso del tiempo dejó huecos a cada lado de su fino rostro. Habían pasado unas cuantas horas desde que perdió sensibilidad en sus piernas, experimentaba un ardor picante en sus talones, pero la determinación la mantenía como estatua frente a su reflejo. Ladeó la cabeza, analizando las pupilas temblorosas que le regresaban la mirada; su azul se asemejaba a la pintura de una pared muy desgastada, decolorada. A su alrededor había cuatro paredes grises, una gran ventana con cortinas corridas, una cama deshecha con sábanas lilas y una puerta beige, largamente cerrada. Amarillentos rayos solares exploraban el frío espacio, pese a que afuera desfilaba una cálida tarde; paradójicamente, entre esas cuatro paredes olía a tierra mojada. Reinaba un silencio liviano que acompañaba a la imperceptible corriente de aire y ambos jugaban con las pelusas volátiles evidenciadas por la luz. Si la quietud pudiera hablar, se limitaría a susurrar, a admitir que estaba en espera de algo, algo muy deseado. Mientras más horas pasaban, más se pinceleaba la escena como en toda bella pintura emanada de las manos e imaginación de los grandes maestros; su postura de a poco se transformaba en un cuadro de Van Gogh o Monet. La joven parecía ser un personaje estático, de vez en cuando cambiaba el lado hacia donde inclinaba la cabeza como toda buena musa ; sin embargo, se empeñaba en mirar el espejo de arriba abajo. La habitación meditaba, la chica también, pero ella más bien indagaba y excavaba. 32
CUENTO
cuales había despertado desde muy entrada la madrugada; el rastro de su larga
“… Agatha, como la escritora. Podrías leer todas sus novelas pensando que tú misma las escribiste, misterio tras misterio. En todo caso, las hermanas Brontë también tenían nombres musicales: Charlotte y Emily. ¿No serías acaso una mujer admirable? Podrías saltar de una lectura a otra, inspirarte y escribir más libros, nunca terminar de contar historias. ¡Qué divertido! Todos te verían y se conmoverían, te buscarían para ser tus amigos, para preguntarte mil cosas. De seguro te pedirían respuestas, sobre las dudas que tuvieran acerca de los finales, de los personajes, de tu inspiración. ¿Qué te inspiró a crear ese problema?
CUENTO
¿Qué te llevó a escribir ese final? ¿Qué te impulsó a crear ese mundo?”. El sol estaba a un par de horas de esconderse, la luz en el cuarto comenzaba a ser más anaranjada, el olor a lluvia seguía ahí. Aún resbalaba el silencio en el ambiente, todo estaba reposando, aguardando, aguardando. Con un suspiro, el primer despertador coartó la estática, el pie derecho de la joven estatua comenzó a subir y bajar en un constante golpeteo. Inadvertidamente, ya había un indicador del tiempo, un trote que con su ritmo simulaba un reloj, un reloj que avanzaba sin llegar a ningún lado. Podría también ser el sonido de una gotera, la cual explicara el olor a humedad, pero los rayos solares seguían ahí, más densos que antes. En realidad era un repiqueteo humano. “¡No me mires así! Tienes facciones de todo menos de Alejandra, no sé cómo siquiera lo consideraste. Si fueras un poco menos rubia y más curvilínea podrías presentarte orgullosamente como Camila o Selena. Bueno, hay que sacarle ventaja a tus ojos azules… María. Así te cantarían muchas canciones bonitas, recibirías numerosas serenatas y se pelearían por ti, la güera, como en aquellas viejas películas nacionales. Pero, ¿por qué no jugar con tu tez? Sería curioso conocer a una chica como tú que se llamara Panchita, es interesante revolver las cartas del juego... Hazlos creer algo y luego rompe la fachada”. La luz fue retrocediendo poco a poco, centímetro a centímetro en aquel sitio, parecía que le costaba despedirse de un lugar tan necesitado de ella. Seguían resonando las pulsaciones, al contrario de la luz, parecían avanzar y exaltar su presencia. La temperatura también fue perdiendo fuerza, estaba siendo vencida por el advenimiento de la oscuridad y de la lluvia. Entonces, la joven llevó sus 33
CUENTO
“¡No me mires así! Tienes facciones de todo menos de Alejandra, no sé cómo siquiera lo consideraste. Si fueras un poco menos rubia y más curvilínea podrías presentarte orgullosamente como Camila o Selena”. 34
manos a su cabello y enredó sus dedos entre sus fibras resecas y enmarañadas. Su rostro pareció alargarse, así observaba el reflejo completamente de frente, con la barbilla un poco alzada, casi desafiaba al espejo. “Me das un poco de vergüenza, ¿ya te lo había dicho antes? Claro que sí. Tal vez deberías llamarte Berta, por rara. De esa forma, todos estarían avisados y no se meterían con alguien como tú, así es como yo acabé aquí. Elvira es un nombre feo, con ese todos te evitarán, algo digno y justo de hacer. Entre tantos enredos, tantas vueltas y tantas miradas, pareces un laberinto. ¿Por qué debo
CUENTO
ser yo la que debe encontrar la salida? Yo no pedí esto, yo no pedí estancarme contigo. Pero eso sí, fue mi error acercarme a ti para tratar de conocerte, para cuestionarte. Dicen que la curiosidad mató al gato”. Ya no había luz a su alrededor, la habitación estaba más gris que antes, el frío vibraba haciéndole segunda al tamborileo del pie y a los erráticos suspiros de la joven. La cama destendida se sintió más vacía que antes, las paredes grises se estremecieron ante la falta de pintura, la puerta no se movió, no se abriría. Por primera vez, la castaña retrocedió, su rostro por fin expresaba algo fuera de la monotonía, sus pupilas temblaron igual que aquellas en el espejo. La noche había caído como balde de agua helada sobre los pinceles que pretendían embellecer la blanquecina escena, el telón se había cerrado, la realidad estaba tras bambalinas. Era el momento de la penumbra. “No me sigas, como sea que te llames. Mejor sigue el rumbo por el cual venías, devuélvete a esa caja de pandora y no vuelvas a presentarte ante mis ojos; lo mejor será que te quedes así, lejos e invisible. La pregunta aquí es: ¿Quién eres?... Exacto, no lo sabes. Siempre ha sido así, no trates de negarlo, no puedes escapar de esto, no puedes negar tu propia existencia. Oh, pero si ya eras alguien antes de plantarte aquí, antes de tratar de provocarte una metamorfosis. Mejor dicho, ya eras nadie antes de estar aquí, has vivido tras una máscara todo este tiempo, los milagros no existen y tú eres prueba viviente de eso. ¡Abre los ojos! ¡No hay salida! ¡Tú misma has cerrado esa maldita puerta!”. Tras retroceder tantos pasos, la estatua viviente se topó con el borde de la cama y tropezó cayendo sentada sobre el colchón. Sus ojos se conectaban con 35
el espejo frente a ella, la única luz provenía de afuera, de los faros en la calle, pero el terror en su expresión era tan crudo que parecía desprender un aura luminosa. Por fin parecía despertar de un largo sueño. La bella durmiente estaba resintiendo el tornado de la realidad. Ante ella, una joven de aspecto anímico y facciones desfiguradas por el miedo la miraba como si fuera lo más escalofriante de la vida. Comenzó a temblar, la existencia volvía a ella, sintió las sábanas debajo de su cuerpo y aspiró el fuerte olor a lluvia. La oscuridad que rodeaba a la chica del espejo se parecía mucho a la que la abrigaba a ella también afuera de ese cuadro. Negó desesperadamente, la chica frente a ella la imitó; los redo por su ventana abierta, noches sin dormir, soledad, depresión, confusión, negación. Era ella, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras encarnaba a la mujer del espejo, a quien le había reprochado mentalmente por tantos días seguidos. Como hoyo negro, la imagen la arrastró hacia la habitación, hacia el espejo y estaba sola, aterrorizada y en blanco. Así, como ráfaga y derrumbe, algo subió por su garganta y salió disparado hacia sus labios: –¿¡Cómo te llamas!?... ¿¡Cómo me llamo!?
36
CUENTO
cuerdos comenzaron a llover sobre ella: días de encierro, lluvias intrusas entran-
Té de Uña
CUENTO
Daniela Valenzuela
“Era mi manera de llamarle al embrujo… y a ese hombre. ¿De qué otra forma podría llamar a un ser tan desagradable?”.
37
Y
o le dije que era obvio, que no
del mundo. Enseguida busqué en in-
podía haber ninguna otra ex-
ternet: “Amarres con pastillas negras”.
plicación lógica para lo que le había
Diría que lo hice para molestarla,
pasado, pero no me escuchó. Cuan-
pero realmente había un miedo que
do me contó que tras otra pelea con
me invadía por completo.
su novio se había metido en la casa
He escuchado varias historias de
de un extraño no me sorprendí; ella
supuestos testimonios que han sufri-
siempre ha hecho cosas así.
do brujería. Mi abuela me ha contado de algunas personas, que se han
cosa, no se acostó con él. Solo quería
servido de la magia negra para aga-
vengarse de Pancho, porque le en-
rrar marido, conseguir a una mujer
contró mensajes comprometedores
joven e incluso causarle mala suerte
con una buchona que trabaja en el
a la vecina.
bar al que suele ir cuando se embo-
Para su sorpresa encontré bastan-
rracha, lo que ocurre con frecuencia.
tes resultados. Mi amiga tomó mi
Sin embargo, me preocupó al men-
celular mientras observábamos la
cionar que desde ese día no pudo
pantalla, atentas, con las cabezas pe-
sacarlo de su cabeza a pesar de que
gadas. De pronto encontramos un
resultaba desagradable, e incluso
video que decía: “Te de uña, amarre
prometió no hablarle nunca más.
de amor”. Comencé a gritarle: “Eso es
Como buena paranoica comencé a
lo que Té de Uña te hizo”. Era mi ma-
cuestionarla para cerciorarme que
nera de llamarle al embrujo… y a ese
este hombre no la hubiera drogado,
hombre. ¿De qué otra forma podría
violado o embrujado, y sí. Me con-
llamar a un ser tan desagradable? Por
fesó que la besó, se divirtió con sus
su nombre no.
pequeños senos perforados y le dio
Té de Uña es como un palo de esco-
unas pastillas negras… ¿Para la gas-
ba, más flaco que Camila y eso que
tritis? No lo creo.
ella es una princesa de cristal. Él tie-
Mis pupilas se dilataron, ella posa-
ne 30 años pero parece de 40, su cara
ba tranquila como si lo que le pasó
denota cansancio y su calvicie me
se tratara de la anécdota más normal
atemoriza, nunca la veré en persona. 38
CUENTO
Afirmó que no había sido la gran
Suficiente tuve con el novio narco.
Sonrió y asintió la cabeza. “Eres una
Sin embargo, Té de Uña me asusta
pendeja”, dije entre dientes. Resulta
más, no precisamente por su físi-
que había dejado a su novio por Té
co. Me da miedo que mi teoría sea
de Uña y que estaba muy feliz. Lo
cien por ciento verdadera, a veces lo
del amarre, según ella, era una locu-
dudo y en el fondo espero que no le
ra, algo imposible que simplemente
esté haciendo un amarre.
nunca pasó, lo que sí ocurrió es que
Una semana después su familia me
se fue a vivir con él. ¿Y la familia?,
CUENTO
llamó para preguntarme si estaba
bien gracias.
conmigo. Llevaba tres días desapa-
A pesar del amarre, Camila siguió
recida. Entonces contacté a algunos
con su vida de siempre. Llegué a
amigos, tenía una pisca de esperan-
pensar que fui una exagerada por-
za, pero sabía perfectamente con
que logró escapar de sus garras mo-
quién estaba.
mentáneamente. Un día se fue de
Después de ellos Camila tocó a
fiesta y tras un chantaje fallido por
mi puerta. “¡Estabas con Té de Uña!,
parte de Té de Uña en un intento por
¿verdad?”, le pregunté con una
controlarla, ella decidió abandonar-
mano en la cintura y otra recargada
lo por mensaje. Al final ¡volvieron!
en la puerta, como una madre que
¡Porque obviamente sí es un amarre!
espera a su hijo hasta que llega en la
Afortunadamente, un día mientras
madrugada para regañarlo.
Camila buscaba una chamarra en el
39
clóset de Té de Uña se encontró con
Tengo suerte, la veo una vez cada
todas las pruebas para creer en mis
mes, si bien me va. Hace un año que
suposiciones: velas, fotos y algunas
no visita a su familia, Té de Uña la
plantas desconocidas. En ese mo-
mantiene ocupada. Yo me encargo
mento se dio cuenta que era posible
de avisar que sigue viva, que medio
y sí le estaba pasando.
come y que, dentro de lo que cabe,
Cuando me contó pensé que era el final, que iba a volver con su novio y
ella cree que es feliz. Me entristece que haya dejado hasta a su perro. Ya la corrieron del trabajo porque
Los amarres no funcionan así, cuan-
él prefiere que se quede en casa y, en
do se hacen bien no hay marcha
vez de eso, ella se gasta su liquida-
atrás, ni para el amarrado ni para
ción en antros baratos. Se le escapa
aquel al que amarra. Al final los dos
con frecuencia, no la controla nada
se enganchan.
bien, pero algo es seguro, siempre
Hoy, Camila dice que está muy feliz
vuelve. Lo que él no quiere tomar
con este hombre, que la trata muy
en cuenta es que ella es alcohólica,
bien… Así es con todos sus novios.
y eso es algo mucho más poderoso
Teóricamente no habría peligro, tie-
que cualquier embrujo.
ne 20 años y es muy inestable, pero
Té de Uña cree que vivirán felices
esta vez es diferente. La amarraron. Y
para siempre, pero eso realmente
yo solía quejarme del exnovio narco.
está por verse.
40
CUENTO
todo sería como antes. Qué ingenua.
CUENTO
Descalza en la acera Montserrat Riquelme
E
ra el fin del día y en lo único que
tiendas. A la distancia se oían carros,
pude pensar fue en la maravillo-
pero nada a menos de cinco kilóme-
sa libertad. Salí de la oficina sin saber
tros de mí, excepto el desesperante
a dónde ir y me quedé parado en
sonido de las luces de la tienda de
la banqueta contemplando las op-
Tiffany’s ubicada frente a mí con un
ciones que tenía; a los pocos minu-
cartel de tamaño ridículo que decía:
tos me cansé y, con un movimiento
“Di sí a la eternidad” junto a un ani-
torpe pero brusco, me senté sin la
llo de compromiso. Solté un grito y
menor preocupación de arrugar mi
luego regresó el silencio. En esa ban-
traje. La calle estaba vacía, como era
queta me quedé pensando en que lo
de esperarse un viernes a la una de
único que deseaba hacer era gritar a
la mañana en una zona de oficinas y
todo pulmón la tontería recién leída, 41
CUENTO
pero lo único que logré que salie-
ven de vestido azul y cabello oscuro
ra de mi boca fue: “verdaderas ton-
que enmarcaba sus labios perfecta-
terías”, en un tono que parecía más
mente; su piel era morena y brillante
bien un susurro.
al igual que sus ojos. Mi enojo des-
Atrás de mí escuché una risa, la cual
apareció al distinguir un rostro tan
hizo que mi enojo se convirtiera en
angelical como el de aquella chica, y
furia. Giré mi cabeza para maldecir a
la felicidad lo sustituyó cuando una
la persona que creía que lo que ha-
sonrisa apareció en su faz. No sabía
bía dicho era chistoso; sin embargo,
qué decir y luego recordé aquella
no lo hice, pues me encontré con
risa que había hecho a mi estomago
unos tacones y unas piernas largas.
retorcerse. No le grité, pero al menos
Subí mi mirada y observé a una jo-
le di la espalda. 42
CUENTO
Abracé mis rodillas como un niño
La dueña del vestido azul se quitó
pequeño y berrinchudo mientras es-
los tacones y se sentó con las pier-
peraba que los tacones se alejaran de
nas cruzadas, me miró y me dijo: “Es
mí. No oí nada. Pensé en qué tan ridí-
porque se ha olvidado del amor”.
cula podría parecer esta escena: un
Con una cara de confusión, la cual
hombre en sus treinta hecho bolita
mostraba verdadero fastidio le dije:
en la acera mientras una mujer her-
“¿Qué? ¿Me hablas a mí?”. La risa dul-
mosa yace parada detrás de él; y lo
ce volvió a salir de su boca, pero al
único que le queda a este individuo
no ver reacción de mi parte se cubrió
es llorar. Sí, empecé a llorar como
los labios por vergüenza y dijo en
un bebé al que lo despojaron de su
voz baja: “Hablaba del cartel y estoy
biberón. Pero mi sollozar se detuvo
de acuerdo de que es una verdadera
tras escuchar la voz de la chica decir:
tontería”, al decir esto bajó su mirada
“Sí, lo es”, mientras se sentaba junto
a sus pies descalzos. “¿Quién es esta
a mí. Lo único que alcancé a pensar
chica? ¿Por qué está aquí a estas ho-
fue: “¿Qué está pasando aquí?”.
ras?”, pensé, pero justo cuando estas
Yo no tendría que estar ahí con una
preguntas iban a salir de mi boca ella
desconocida, sino en casa con otra
se puso de pie, dio un salto, luego
mujer a mi lado y sentado al final de
otro, cinco más y comenzó a bailar.
la mesa del comedor. Tendría que es-
En ese momento realmente no supe
tar cortando el pollo que Diana com-
qué le ocurría.
pró en la tienda de abajo del depar-
Miré a mi alrededor y las luces nos
tamento y sirviendo el vino que yo
alumbraban como en una película
habría pasado a comprar de camino
de Hollywood, solo faltaba la música
a casa como sorpresa; a Diana le en-
y un actor atractivo que bailara con
canta el vino. Pero no, estaba en esta
la silueta perfecta que se encontra-
banqueta condenando a todo el que
ba frente a mí. Ésta era la película de
ha amado en su vida, condenado a la
alguien más y no la mía. En la calle
mujer que tiene el nombre de Diana,
34, en Greenville, está la locación
pero que decidió que hoy, definitiva-
de mi filme, en un pequeño depar-
mente, no cenaría con ella.
tamento lleno de muebles viejos y 43
una cuna vacía. En una silla en la sala
parte de la película que los especta-
se encontraría a una mujer –en sus
dores se saltarían. La chica de azul me gritó: “¿Baila?”.
la hinchazón en sus párpados y sus
La respuesta es sí, aunque no quería
ojos rojos, pero hace unos meses le
bailar. Sé lo que esta niña intentaba
hubieras calculado 18 años. No es-
hacer, pero en ese momento cual-
taría sentada en la silla, sino en la
quier cosa habría sido insuficiente
misma posición en la que yo estaba:
para calmar el infierno que crecía en
acurrucado como bebé, con la cabe-
mi interior. Éste era tan grande que
za entre las piernas. En la habitación
mi cuerpo entero se sentía pesado.
hay otra silla, la mía. Pero no estoy en
Aun así me paré y caminé hacía ella,
aquel asiento, ni sostengo la mano
cada paso se sentía como si estuvie-
de la mujer ni lloro con ella. Dolería
ra cargando rocas sobre mi cuerpo, y
estar ahí; también duele no estarlo.
de alguna forma lo estaba haciendo.
Mis venas se encontrarían expuestas
Tomó mi mano y puso sus brazos so-
junto a mi corazón y Diana estaría lis-
bre mis hombros. Todo pareció des-
ta para desangrarme vivo, con odio
aparecer frente a mis ojos: las pre-
y culpa me acuchillaría. Ésta sería la
guntas y los arrepentimientos. Agua
44
CUENTO
veinte– en bata. Parece de 40 por
CUENTO dejó de correr por mis mejillas y por
Qué sonido tan pelicular me pareció
un momento me olvidé de Diana.
el que salía de mis labios en ese mo-
Olvidé los pasillos blancos, las batas
mento, no lo había oído ya hacía me-
del mismo color, los gritos y murmu-
ses. Una risa tan horrenda que hizo a
llos de aquel día. Debía ser la misma
la chica saltar del susto, pero eso no
hora de aquel 12 de julio, esos mo-
me detuvo, seguí riendo. La razón de
mentos donde los gritos eran insufi-
esta conducta irracional era simple y
cientes para expresar mi dolor: cuan-
podía ser nombrada con todo y ape-
do te arrancan el corazón del pecho
llido: murió en ese hospital y es un
sin anestesia. Desde ese día he ca-
tema del que no se ha vuelto a ha-
minado por las calles sin un latido
blar desde que las puertas de la sa-
y he visto la vida en blanco y negro.
lida se cerraron tras de mí. ¿Por qué
Alguna vez todo fue colorido… éra-
estoy aquí y no en mi casa? Porque
mos Diana y yo contra el mundo; el
mi mundo ya no existe, ni la cuna ni
mundo ganó.
mi silla ni Diana; todo se cubrió en
El silencio fue interrumpido por una
llamas cuando me dijeron la hora de
risa. Esta vez no era de ella, sino mía.
muerte y se volvió cenizas cuando las 45
palabras más crueles surgieron de la
hecho y no lo hice. Pude haber ido a
boca del doctor: “No había nada que
casa, pero el miedo y la cobardía me
pudiera hacerse”.
encontraron con una joven en taco-
Tomé el portafolio que había deja-
nes altos y sonrisa honesta. Llegué al departamento a las seis
minar, dejando al ángel de azul solo
de la mañana. Todo estaba como lo
y parado en medio de la calle. Ella
imaginaba, pero la cuna no estaba
no dijo nada, tampoco yo; no había
vacía y la silla sí. Mi madre ocupaba
por qué usar palabras si con el sim-
el cuarto de visitas; de ahí provenían
ple acto se dijo todo, pues antes de
llantos y una canción infantil. “Dia-
reír mis labios se habían encontrado
na hubiera cantado esa melodía con
con los suyos. Me encaminé al de-
desafinación, supongo que es mejor
partamento para encontrarme con
que la interprete mi mamá”, pensé.
mi peor enemigo y yo iba desarma-
Entré a la habitación y mi madre me
do, con labios engañosos y un alma
observó con preocupación. Solo la
que cantaba un réquiem, no por lo
miré y le dije: “Hoy no tuve que pa-
sucedido el 12 de julio, sino porque
sar por vino”, y dejé la recámara sin
ahora sí había algo que pude haber
siquiera mirar dentro de la cuna.
46
CUENTO
do en la banqueta y comencé a ca-
Un paseo por el centro
CRÓNICA
Octavio Pérez
T
odo se salió de control. La adre-
des cotidianas que hacer: limpieza,
nalina se acumuló en mi cuerpo
tarea, descansar y convivir con la fa-
y dejé de sentir el dolor que causaba
milia. La idea de la rutina no es bien
un segundo hombre golpeándome
recibida por muchos, no es mi caso.
en la espalda. ¿Cómo fue que un pa-
Tristemente, sí el de mi hermana. No
seo familiar terminó de esa forma?
es raro que muestre descontento.
Era una mañana común. Un sábado
Siempre quiere algo nuevo, viven-
como cualquier otro, tenía activida-
cias que sean más emocionantes, 47
con gente nueva y mucha movilidad.
europea en pleno México, pero eso
¿Qué otro lugar mejor que el centro
sí, dicen por ahí que se debe tener
de la Ciudad de México para cumplir
cuidado con la gente. Ese tipo de co-
con esos requisitos? Toda la familia
mentarios son frecuentes y lamenta-
estuvo de acuerdo.
blemente atraviesan como lanza el
“Vamos al centro” podría haber sido
nacionalismo que uno pueda sentir
el título del plan de ese día. Sonaba
en su interior. Pero no importa, el
como una gran aventura, todos es-
centro no sería lo mismo sin tanta
tábamos emocionados, así que hici-
gente; tantas cosas pasando al mis-
mos lo posible por terminar nuestras
mo tiempo le obsequian su mística.
actividades a eso de las 11:30 de la
Después de varios minutos en el
mañana, hora perfecta para comen-
metro decidimos bajarnos en la es-
zar el recorrido del día. No había ne-
tación Hidalgo. Cerca de ahí hay un
cesidad de llevar coche, el metro es
buen lugar para comer. Se trata de
una excelente opción para que la vi-
una cafetería pequeña, pero con
vencia sea completa.
toda la esencia clásica que uno podría esperar de esa zona capitalina.
una experiencia desde que se acce-
“Cafetería Trevi” es una parada recu-
de a la estación, en nuestro caso era
rrente en nuestros trayectos al Zó-
Eugenia. Posteriormente buscamos
calo. Es casi obligada y esta vez no
el letrero de “Dirección Indios Verdes”
podía ser la excepción. Travesías que
(aunque después de usar este medio
me gustaría fueran más frecuentes.
tantas veces es innecesario ubicarlo;
Desde que era pequeño el centro
uno simplemente se dirige al vagón
me ha parecido un lugar de bas-
sin cuestionar más), y en el trayecto
tas curiosidades. Es impresionante
uno puede escuchar conversaciones
cómo coexisten tantos panoramas
ajenas, vendedores o música.
distintos en un espacio tan pequeño.
Ahí estábamos, mi papá, mi her-
No hay objeto que no se pueda en-
mana y yo en camino al centro de la
contrar ahí: comida, olores, sonidos,
capital. Uno suele oír que es un lu-
decorados inundan los sentidos al
gar bello, prácticamente una ciudad
mismo tiempo. 48
CRÓNICA
Viajar en este transporte es toda
Al principio uno desconoce cómo
tan familiar e íbamos acompañados.
CRÓNICA
sentirse respecto a tanto movimien-
¿Qué podría pasar?
to, tanto frenesí. Puede ser descon-
Caminamos, pero cada vez nos sen-
certante; pero bastan unos minutos
timos más inseguros. Mi papá deci-
para que uno sepa qué está pasando
dió adelantarse un poco para ver si
y logre acostumbrarse.
alcanzaba a observar el restaurante
Pronto nos percatamos que escogi-
a lo lejos. Mi hermana caminaba jun-
mos un buen día para ir. En el Zócalo
to a mí mientras me expresaba su
había todo un evento respecto al Sú-
deseo por salir de ese lugar. Giré la
per Tazón, el cual se jugaría ese mis-
cabeza para decirle que ya casi lle-
mo día. El partido era entre los Patrio-
gábamos. Devolví mi mirada hacia el
tas de Nueva Inglaterra y las Águilas
frente y lo siguiente que vi es la pe-
de Filadelfia, así que había aún más
sadilla más grande de cualquier hijo.
concurrencia que la acostumbrada.
Un hombre ancho y con una furia
Muchas familias corrían de un lado
tremenda ahorcaba a mi papá por
a otro para formarse en las distintas
el cuello sin razón aparente. ¿Qué se
actividades; otros simplemente que-
hace en un momento así? ¿Quién te
rían encontrar un lugar para ver el
prepara para ese tipo de situaciones?
partido en una de las muchas panta-
Mi reacción fue correr hacia el
llas que había en el lugar.
hombre, tomarle la mano que tenía
Nosotros no somos muy fanáticos
colocada en el cuello de mi papá y,
de ese deporte; después de pasear-
quitársela de ahí con brusquedad.
nos un rato, optamos por buscar un
Súbitamente todo se salió de con-
lugar para comer. Mi papá decidió
trol. La adrenalina se acumuló en mi
que deberíamos ir a un sitio que fre-
cuerpo y dejé de sentir el dolor que
cuentaba mucho cuando era joven:
causaba un segundo hombre gol-
un restaurante de comida árabe.
peándome en la espalda. ¿Cómo un
Aceptamos acompañarlo, aunque
paseo familiar terminó de esa forma?
con un poco de disgusto. La calle
Me coloqué a la espalda de mi pa-
de Uruguay es peligrosa en algunos
dre, si lo lograban tirar yo no podría
rumbos, pero como era un domingo
solo contra dos atracadores. Oí a mi 49
hermana gritando mi nombre para
sujetos, aquellos atacadores, el hur-
que me alejara, pero no podía, mi
to signifique pagar una deuda, com-
brazo era lo único que detenía la
prar comida o que su crimen solo
mano del sujeto gordo para impedir-
haya sido por diversión, pero me di
le llegar al cuello de mi padre y lo las-
cuenta lo que significa que el nacio-
timara. El segundo individuo seguía
nalismo creado durante tantos años
aporreando cualquier parte de mi
de historia nacional sea destruido en
cuerpo que podía. Sentí un golpe en
un abrir y cerrar de ojos. ¿Sabrán que
la costilla. Mi reflejo fue voltearme y
se robaron algo más que solo algo
empujarlo. Consiguió lo que quería:
material?
finalmente dejé libre a mi papá.
¿Será verdad? ¿Somos nosotros el
El primer sujeto se apresuró a to-
problema del país? Son preguntas
marlo de nuevo. Jaló algo y ambos
que no deseo responder y, al pare-
corrieron. Fue entonces que me di
cer, nadie quiere.
cuenta de su objetivo: una cadena que mi padre traía colgada fue el móvil para tal acto. Se perdieron a lo
CRÓNICA
lejos. Mi papá, mi hermana y yo corrimos de regreso al Zócalo para tratar de digerir lo que acababa de pasar. Fue entonces cuando sentí que algo se escurría por mi brazo. Un pequeño río de color rojo bajaba hasta mi dedo y goteaba poco a poco. No era mío, estaba seguro. Tampoco de mi papá. Una lucha entre culpa y satisfacción nació en mi interior. Recuerdo el episodio como si hubiera durado toda una eternidad, pero en realidad no tomó más de cinco minutos. Puede que para aquellos 50
Hogar, ¿dulce hogar?
Mariana Pfeffer
CRÓNICA
E
l 16 de diciembre de 2017 em-
mí. Dos señores desconocidos, con
prendí el viaje más agobiante
rostros enardecidos me despertaron
de toda mi existencia. Nunca esperé
apuntándome con una pistola y or-
que fuera a vivir la peor experiencia
denándome con un tono de voz des-
de mi existencia dentro de mi pro-
esperado y que encerraba furia: “No
pio hogar. Aguardaba con ansias ver
grites, párate y camina”.
a mi familia luego de seis meses sin
Cuando reaccioné y asimilé lo que
estar con ellos, respirar el aire de mi
estaba sucediendo, rápidamente
tierra, sentirme en casa. Aunque me
hice lo que el sujeto me ordenaba;
encontraba en la ciudad más peli-
salí del cuarto agarrando fuertemen-
grosa del mundo, Caracas, no sentía
te mis manos y con el cañón de la
miedo; luego, todo cambio.
pistola en mi espalda. Lo único en lo
Eran las 10:02 de la mañana, cuan-
que pude pensar fue en mi abuela,
do sentí una mano en mi hombro
quien se encontraba en la habita-
agitándome fuertemente con inten-
ción contigua. Con miedo, solo unas
ciones de despertarme. Al abrir los
pocas palabras salieron de mi boca:
ojos vi mi vida pasar por delante de
“Mi abuela está en la habitación de al 51
lado, no puede caminar, por favor no
Recuerdo cómo un señor de piel os-
le hagan nada”, a lo que ellos respon-
cura, calvo, vestido con ropa sucia,
dieron de manera afirmativa. Sentí
rota, nos apuntó con un revólver, y
calma unos segundos.
dijo: “¿Dónde están los dólares? No
Mientras iba caminando no escu-
tengo miedo de hacerle daño a al-
chaba nada, experimentaba una
guna de ustedes”. Lo único que mi
abrumadora soledad y la desespera-
hermana logró responderle lastimo-
ción me acechaba; sin entender qué
samente fue que ninguna de las que
estaba sucediendo, seguí subiendo
estábamos ahí sabía dónde guarda-
las escaleras y llegué al último piso,
ban el dinero mis papás y que pron-
donde percibí una voz conocida pre-
to llegarían mi madre y mi tía.
guntando por mí. Llegué al baño más
Desconozco cuánto tiempo pasó.
recóndito de la casa y cuando logré
Para mí fue una eternidad. A la dis-
observar entre las lágrimas que me
tancia escuchamos que se abría el
brotaban me di cuenta que estaba
portón de la casa y se estacionaba
rodeada de rostros familiares.
un coche. En ese momento los ladrones desaparecieron de nuestra
primas junto a su hermano de seis
vista y la angustia prevaleció en ese
años y las dos señoras que limpiaban
pequeño baño. No sabíamos quién
la casa, una de ellas tenía 15 años y
era ni qué le harían. Oímos una voz
cargaba en sus brazos a su hija de
de mujer que expresaba constante-
dos. Al estar junto a mis hermanas
mente la frase: “No me hagan nada”,
sentí una pequeña calma, pero sabía
y en ese instante supimos que era
que la pesadilla no había terminado.
mi tía quien había llegado. A los po-
Estaba en lo correcto, las horas si-
cos minutos ya estaba con nosotras,
guientes fueron un infierno.
agarrada de los dos brazos por uno
En cuestión de segundos logré concluir que eran cuatro los asaltantes.
de los asaltantes y con otro apuntándole a la cabeza con el revólver.
Uno de ellos nos estaba “cuidando”,
Cuando el ambiente “se calmó”, mi
dos se encontraban en el piso don-
tía les ofreció darles lo poco que sa-
de nosotras éramos resguardadas y
bía que había en la casa y ellos acep-
el último estaba en nuestros cuartos.
taron. Al regresar, nos amenazaron
52
CRÓNICA
Ahí estaban mis dos hermanas, dos
nuevamente: “Si no nos dan todo lo
cio fue absoluto y el miedo invadió
que tienen, nos llevamos al peque-
mi cuerpo; el tiempo se paralizó, los
ño”. Solo faltaba mi mamá por llegar,
pensamientos se esfumaron y me
es una persona nerviosa y con ansie-
encontré junto a mi peor pesadilla:
dad, por lo que le rogué atemorizada
la muerte de mi madre.
al señor que se encontraba con no-
Entre sollozos y un alto nerviosis-
sotras que por favor la trataran con
mo escuché su voz cada vez más cer-
cuidado y no la asustaran. Para nues-
ca y junto con ella volvió mi alma al
tro infortunio ocurrió lo contrario.
cuerpo. Apenas la observé, lo prime-
Pasadas unas pocas horas escu-
ro que visualicé fue un leve golpe en
chamos un auto estacionarse, dilu-
la mejilla derecha, y la forma en que
cidamos que era nuestra madre. El
se tomaba fuertemente su mano iz-
ladrón nos preguntó ansiosamente
quierda, en estado de alexitimia y
quién había llegado y al responder-
con un pánico estremecedor.
le, corrió a avisarle a sus compañeros
Tras el arribo de mi madre todo se
CRÓNICA
que era hora de actuar.
aceleró. Los invasores se la llevaron
La angustia penetró mi cuerpo y
a otra zona y yo rezaba para que se
sentí la mano de mi hermana suje-
terminara el asalto. Recuerdo haber
tando la mía. Rezaba suavemente un
escuchado a uno de los bandidos co-
Padre Nuestro cuando un grito des-
mentarle a otro de sus compañeros:
esperado estremeció la casa. El silen-
“Ya vámonos, no vamos a conseguir
53
nada más”, y volvieron indicándonos que su objetivo se había cumplido.
Mi hermana llamó al 911 e inmediatamente mi hogar se vio rodeado
El hombre que me quitó el sue-
de patrullas y un garbullo de policías
ño ingresó al baño y observé en su
que verificaban el perímetro y ana-
mano una sábana blanca, supe que
lizaban la grave situación. El lapso
seríamos amarradas. Así fue, el rap-
posterior fue confuso: autoridades
tor nos sujetó las manos y pies, ase-
buscaban rastros, familiares preocu-
gurándose que no lográramos desa-
pados, llamadas inesperadas y, den-
tarnos mientras escapaban.
tro de esa situación, yo estaba en es-
Al terminar de maniatarnos, con
tado lacónico. Los días transcurrieron y el shock
esperáramos 15 minutos desde su
poco a poco se desvaneció, pero los
huida para desamarrarnos y llamar
fantasmas me perseguían. El sueño
a alguien… Así fue, luego del tiem-
desapareció, las noches en vela se
po esperado, logramos desatarnos
fueron sumando, el miedo de abrir
y analizar la casa. Estaba revuelta,
los ojos al despertarme era cada vez
como si un terremoto hubiera pasa-
más grande y estar en mi hogar era
do por cada una de sus alcobas; se
agobiante… No logré vivir en paz
llevaron la comida, la ropa, los zapa-
hasta encontrarme en un avión de
tos, las televisiones, las joyas, dinero;
regreso a México, soñando con nun-
en resumen, casi todo.
ca más vivir en el averno otra vez.
54
CRÓNICA
arma en mano nos advirtieron que
CRÓNICA
Las enseñanzas más importantes
E
ran las diez de la mañana, ese
Como cualquier día bajé las esca-
día se me había hecho un poco
leras y caminé tres cuadradas hasta
tarde para ir a la escuela; sin em-
el metro. El sol me pegaba directa-
bargo, decidí emprender mi cami-
mente a los ojos desde que salí de mi
no hacia la preparatoria. Debía ir
edificio. Lo peor es que llevaba una
desde mi casa, ubicada al sur de
chamarra, como si estuviéramos en
la ciudad, hasta la Universidad La
pleno invierno; además, me acerca-
Salle; recorrí siete estaciones, des-
ba a, literalmente, el infierno naranja
de Coyoacán hasta Patriotismo.
segmentado en vagones. 55
Para ese momento no llevaba mi
te para afrontar el día a día. Algo que
tarjeta del metro y tuve que comprar
cualquiera podría escuchar para mo-
dos boletos, uno para la ida y otro
tivarse en los momentos difíciles.
para el regreso. Baje más y más esca-
El metro se encontraba bastante
leras, hasta alcanzar el último círculo.
vacío, me impresioné de la escasa
Esperé mucho tiempo, aunque
cantidad de personas que caminaba
esos minutos me parecieron segun-
a diferentes ritmos sobre el transbor-
dos. Estaba escuchando mi música
de que normalmente transito. Como
preferida, un tema suave y motivan-
ya me había retrasado para arribar a 56
CRÓNICA
Alejandro Vivanco
la clase que me tocaba decidí tomar-
y le di el dinero. Todo iba normal y me
me mi tiempo y caminar más lento y
preguntó la hora. Acerqué mi mano
a un ritmo mucho más pausado.
al bolsillo y levanté mi celular para
CRÓNICA
Pese a la calma, la vida a veces es
decirle que eran las 10:40 en punto.
demasiado buena para ser verdad.
En ese momento, sin darme cuen-
Cometí el error más grande de aque-
ta, había cometido el error. Seguí
lla mañana, aunque fui bastante tor-
caminando, el transborde de Centro
pe para darme cuenta de lo que mi
Médico a la línea café no es tan corto
mamá me había repetido todos los
pero tampoco tan largo. Había olvi-
días cuando iba en la secundaria:
dado ponerme mi otro audífono y
“Siempre que vayas a un lugar con
noté que una persona venía de fren-
poca gente mantente atento a todo
te hacia mí. Lo único que me quedó
tu alrededor”, exclamaba a la hora
fue voltear para determinar si podía
del desayuno.
correr de espaldas.
No soy de leer mucho y desde ese
Sin embargo, como diría Gabriel
día mi afición por la lectura se hizo
García Márquez, era la crónica de
mayor. Me detuve a comprar un pe-
una muerte anunciada; sabían qué
riódico de deportes, un diario con
celular traía, que estaba escuchando
una carátula que había logrado lla-
música y que no prestaba atención.
mar mi atención, porque era de mi
La persona delante de mí se dio
equipo favorito y del partido de ese
cuenta que estaba consciente de la
fin de semana.
tormenta que se avecinaba, así que
No había tumulto, así que pude
se acercó con mayor velocidad y me
acercarme al individuo que vendía
vi rodeado: dos sujetos aparecieron
los periódicos dentro del metro. Traía
detrás de mí y el tercero estaba al
unas gafas obscuras y una playera
frente. Como no había gente cerca
naranja que parecía un vestido largo.
no pude pedir ayuda, tampoco ha-
Me quité un audífono para pregun-
bía ningún policía.
tarle cuánto costaba el diario.
Ha sido uno de los episodios más
Me respondió el precio y saqué de
escalofriantes de mi vida, ya que el
mi cartera un billete de veinte pesos
sujeto que me veía a la cara tenía una 57
navaja y dijo: “dame el celular” con la voz de una persona de barrio bajo.
¿Cómo
pensé en todo eso en
aquella situación? La misma adrenalina me impulsó a hacer lo que creí
tar mis audífonos. Tuve un instante
correcto y, en efecto, funcionó. No
de lucidez, una idea que agradezco
había perdido el móvil, pero sí mis
haber pensado. Mi celular tenía una
audífonos, los cuales me habían cos-
funda que era bastante gruesa y me
tado veinte pesos y los había com-
atrevería a decir que era más pesada
prado en el mismo metro citadino.
que el aparato.
Cuando llegué a la salida decidí
Saqué rápidamente mi teléfono
que era mejor tomar un taxi, así que
de la funda y le entregué el señuelo
salí y llamé a uno que amablemen-
boca abajo. Una vez que se lo di, co-
te me llevó a mi destino. Normal-
rrí como nunca lo había hecho, pero
mente, cuando alguien te dice que
no al vagón de mi conexión, sino ha-
la escuches y que le hagas caso es
cia la salida. Así llegaría con el poli-
porque de verdad necesitas hacerlo,
cía que normalmente se encuentra
de lo contrario podría pasar un trago
viendo que nadie pase sin pagar.
amargo y una mala experiencia. 58
CRÓNICA
No me quedó más que desconec-
Invisible Karla Juárez
E
s raro seguir a una persona todo el tiempo a todos lados,
soportar que te ignoren y te pisen sin poder hacer nada. En las no-
ches, cuando todo está en calma, descanso y me relajo para el ajetreo del día siguiente. No es nada
MINIFICCIÓN
sencillo ser la sombra de alguien.
59
Veneno de rata Montserrat Ramírez
H
e sido muchas cosas, pero nunca fui tuya. Demasiadas veces miré
Vaivén diario Arantza Ocampo
E
el odio a los ojos, me habló la amargura y me besó la soledad. Pero aun así estoy aquí contigo, lado a lado nos
encontramos, y nunca había estado tan sola. He sido muchas cosas, pero
l día y la noche son hermanas
siempre estuve destinada a que fue-
condenadas a pasar separa-
ras tú quien me salvara de la felicidad.
das toda la eternidad. Cual aceite y agua, su naturaleza incompatible les imposibilita reunirse. Sin embar-
go, cuando eran jóvenes le rogaron a Dios interceder en su desgracia. Como su Creador las vio tan desesperadas, les otorgó dos tareas en las cuales se reunirían. Desde entonces,
MINIFICCIÒN
existen el amanecer y atardecer, momentos donde las hermanas bailan combinando sus colores, mientras se regocijan al despedir o recibir la presencia de la otra.
60
Septiembre, 2018 Ciudad de MĂŠxico