CIENCIA Y AGRO
Nuevos herbicidas en 3, 2, 1... No es tarea sencilla desarrollar nuevos modos de acción. Pero ante el problema cada vez mayor de malezas, la comunidad científica se entusiasma y el horizonte parece estar cada vez más cerca.
Por: Permingeat, H.
Uno de los principales problemas de la agricultura moderna es la aparición cada vez mayor de resistencia de las malezas a los herbicidas. La base de datos international WeedScience documenta 505 casos de resistencia en 264 especies de malezas (153 dicotiledóneas y 111 monocotiledóneas) para 21 de los 31 modos de acción de herbicidas conocidos, involucrando a 164 herbicidas diferentes que afectan a 95 cultivos en 71 países (Heap, 2021). Los cinco grupos de herbicidas más utilizados incluyen al glifosato (26% del mercado), los inhibidores de acetolactato sintasa (16%), los inhibidores de la acetilCoA-carboxilasa (7%), las auxinas sintéticas (9%) y los inhibidores del fotosistema II (6%), que también son los grupos con el mayor número de especies resistentes reportadas (Gaines y col., 2021).
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RED DE INNOVADORES
El problema se hace más complejo cuando las malezas ofrecen resistencias a más de un herbicida, lo que se conoce como resistencia cruzada (si los herbicidas son de la misma familia) o múltiple (si corresponden a diferentes modos de acción), ya que esto limita las herramientas químicas que dispone el productor para un control eficiente. Actualmente, hay 59 especies resistentes a dos sitios de acción, 20 especies resistentes a tres sitios de acción, 13 especies resistentes a cuatro sitios de acción, ocho especies resistentes a cinco sitios de acción, una especie resistente a seis sitios de acción y una especie resistentes a siete sitios de acción (Heap, 2021). Desde un punto de vista agronómico, la resistencia a los herbicidas se puede definir como la capacidad heredada de una planta para sobrevivir y reproducirse después de la exposición a una dosis de herbicida que normalmente es letal para una planta silvestre de la misma especie. Este proceso dinámico impacta tanto en la producción agrícola como en el medioambiente y representa un gran desafío para los agricultores, los científicos y el sector agroindustrial (Perotti y col., 2020).