Preguntas existenciales
¿FE O PRESUNCIÓN? Una reflexión sobre barbijos, pandemias y el cuidado de nuestra salud.
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urante la época de cuarentena, daba estudios bíblicos a través del teléfono. Al final de uno de esos estudios, me hicieron una pregunta que parece simple de responder, aunque su trasfondo deja entrever un tema más profundo. La pregunta era acerca de la fe. En medio de una situación de pandemia, y teniendo que salir a menudo por sus actividades, era común que mi interlocutor orara por la protección de Dios. La pregunta era si, después de haber orado por protección y salud, el uso del barbijo, el distanciamiento social y todas las demás normas que debía seguir no eran una demostración de falta de fe. Después de todo, él había pedido la protección divina. Es importante comprender que el tema de fondo es la fe; qué es y qué no es. Si vamos a la Biblia, diremos que “la fe es la certeza de lo que esperamos, la convicción de lo que no vemos” (Heb. 11:1). Claramente, es una respuesta correcta. Pero, para ponerlo en palabras incluso más sencillas, fe es igual a confianza. En este caso, confianza en Dios, en su Palabra y en sus promesas. Toda la vida cristiana se sostiene en la fe. Es algo tan importante que en Hebreos 11:6 se nos dice que “sin fe es imposible agradar a Dios”. Pero, el versículo no termina ahí; si continuamos leyendo Hebreos 11:6, veremos que agrega “porque el que se acerca a Dios necesita creer que él exis-
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te y que recompensa a quien lo busca”. Notemos aquí que el foco está en la búsqueda de Dios. Sin fe no se puede agradar a Dios, porque sin fe no hay relación con él. Por eso, Pablo escribió en Romanos 10:17 lo siguiente: “Así, la fe viene por oír, por oír la Palabra de Cristo”. La fe se nutre de la Palabra de Dios, confía en sus promesas. Lo contrario a la fe es la presunción; “sólo el que tenga verdadera fe se halla seguro contra la presunción. Porque la presunción es la falsificación satánica de la fe” (El Deseado de todas las gentes, p. 101). Un ejemplo perfectamente claro de esto lo vemos en la segunda tentación de Cristo en el desierto. La Biblia lo registra así: “Después el diablo lo llevó a la santa ciudad, Jerusalén, al punto más alto del templo, y dijo: Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate! Pues las Escrituras dicen: ‘Él ordenará a sus ángeles que te protejan. Y te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra’ ” (Mat. 4:5, 6, NTV). Satanás le cita a Jesús el Salmo 91:11 y 12, y lo incita a demostrar su fe en Dios al saltar desde lo más alto del Templo. Esta acción, dice el enemigo, probaría su confianza en la protección del Padre y sus promesas registradas en la Biblia. Es interesante que, al analizar esta tentación, Elena White menciona que Jesús “aunque manifestaba perfecta confianza en su Padre, no quería colocarse, sin que le fuera ordenado, en