Revista Misión 360° - Misión Adventista - Vol 8 No 4

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PA Í S R E S E RVA D O

El increíble milagro de Juliana*

C

uando descubrí que sería una estudiante valdense en un país reservado, comencé a orar por mis futuros compañeros de estudios. El primer día de clases hice una nueva amiga: la única chica del salón que vestía ropas tradicionales. Su nombre era Mariam*. Al día siguiente, me senté a su lado y conversamos. Me preguntó si yo tenía amigos en la universidad. Le dije: “¡Sí, te tengo a ti!”. Se puso realmente feliz. Más tarde supe que ella no tenía muchos amigos en la clase o en la escuela antes de que yo llegara. Con el tiempo, Mariam se convirtió en mi mejor amiga en la universidad. Incluso decía que yo era como una hermana para ella. Mariam y yo estábamos tomando un curso de oratoria y debíamos hacer presentaciones frente a la clase. Ella escogió dar un discurso sobre las similitudes y diferencias de las mayores religiones del mundo. Mariam me pidió que le ayudara a preparar la presentación, y a mí me encantó poder tener la oportunidad de argumentar de mi fe con ella. Dos veces me dijo que estaba interesada en leer la Biblia. Le dije que podría conseguir una para ella. Un día Mariam dijo que nunca había conocido gente tan amable como los otros estudiantes valdenses y yo; que éramos totalmente distintos a otras personas. También dijo: “Juliana, quiero ser como tú”. Quedé tan sorprendida, porque sabía que yo tenía muchas debilidades de carácter y, a menudo, cometía errores. Lo único que se me ocurrió responderle fue: “Mariam, yo cometo muchos errores, pero cada día trato de seguir el ejemplo de Jesús. Él fue bueno con las personas y en todo lo que hizo cuando estuvo aquí en la Tierra”. Después de aquella conversación, comenzó a cambiar mi relación personal con Jesús. Cuando leía la Biblia, quería aprender más de Jesús y ser más como Él. Solo deseaba que los demás vieran el amor de Jesús en mí. Un fin de semana, Mariam me invitó a su casa. Yo no sabía que estaba a punto de experimentar un increíble milagro. Durante cuatro días fui parte de 10

la familia de Mariam. Aunque su familia pertenecía a otra religión, decidí que yo no tenía nada que esconder y que sería yo misma y viviría mi fe. Así que hice todo lo que hago normalmente: pasé tiempo con Dios en la devoción matutina, oré antes de los alimentos y guardé el Sábado. Una noche, Mariam y yo estábamos en su cuarto. Vi su libro sagrado en la pequeña mesa junto a su cama. Le pregunté si podía verlo, y comenzamos una maravillosa conversación acerca de la fe. Conversamos sobre la historia de la creación y acerca del plan de salvación. “Mariam, ¿quisieras leer acerca de estas historias en tu propia Biblia?”, le pregunté. “Sí”, respondió. Y le presenté una Biblia en su propio idioma local. La tomó entre sus manos y la abrazó. ¡Estaba tan feliz! Eso me sorprendió, pero luego pensé que el Espíritu Santo debía estar trabajando en su corazón. Más tarde aquella noche, antes de ir a dormir salí del cuarto y, cuando regresé, ella no estaba. Y la Biblia tampoco estaba allí. Yo me preocupé mucho. Al cabo de unos pocos minutos, Mariam apareció en el cuarto y me contó que le había enseñado la Biblia a sus padres. Ahora yo estaba realmente preocupada y pensé para mi: ¡esta noche no voy a dormir en esta casa! Pero, inesperadamente, me dijo que ellos estaban felices y agradecidos por el regalo. Me sentí muy aliviada y di gloria a Dios en silencio. ¡Qué increíble milagro! Al día siguiente regresé a la escuela. Esa semana tuvimos que hacer nuestras presentaciones frente a la clase de oratoria. Cuando Mariam comenzó su presentación acerca de las diferentes religiones, habló con confianza. Antes, ella era muy tímida y leía directamente de sus apuntes. Pero esta vez no se veía nerviosa para nada. Cuando terminamos nuestras presentaciones, le dije a Mariam: ¡Hiciste un trabajo increíble! Le pregunté cómo lo hizo para presentarlo tan bien. Dijo que se debía a que estaba leyendo el libro que yo le había regalado. Más tarde, esa semana, me contó que estaba leyendo la historia de Jesús y realmente le gustaba. Había leído casi 10 capítulos. Estoy segura de que Dios está obrando en la vida de Mariam. Por favor oren para que Mariam siga leyendo y continúe permitiendo que el Espíritu Santo y la Biblia transformen su vida. *Los nombres han sido cambiados.


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