PRODUCIDA POR LA OFICINA DE MISIÓN ADVENTISTA VOLUMEN 9 NÚMERO 3
6 Tres círculos 12 Jere Gettle y sus semillas que salvan vidas 14 Hablar un nuevo idioma de amor 16 La familia que caminó junta 28 Discipulando a un dentista
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EDITORIAL
E
n Australia, de donde vengo, no celebramos el día de Acción de Gracias, pero después de celebrar por muchos años la fiesta en Estados Unidos, me he convertido en uno de sus mayores adeptos. Para aquellos que no están familiarizados con el día de Acción de Gracias, es un día para reunirse con la familia y amigos, compartir una deliciosa comida y agradecer a Dios por sus muchas bendiciones. Aunque el día de Acción de Gracias se celebró hace ya varias semanas, el recuerdo de los granjeros de Maryland cosechando sus cultivos estremece mi corazón con un sentido de gratitud por las dádivas sustentadoras de Dios. Jesús, la familia, los amigos y la salud, siempre encabezan mi lista. Pero en Misión Adventista también hay bendiciones que agradezco: Un ministerio orientado a establecer nuevos grupos de creyentes y compartir las buenas nuevas con personas que no conocen a Jesús. Los pioneros de Misión Global que, con sacrificio, plantan nuevas iglesias. El ejemplo de Jesús y Su método, que sirven como modelo para el enfoque misionero integral de Misión Global. Nuestros Centros de Misión Global y los colegas dedicados y creativos que los mantienen trabajando para alcanzar a los no alcanzados. Los Centros Urbanos de Influencia que sirven de plataforma para poner en práctica el método de Cristo en nuestros campos misioneros más desafiantes: las ciudades. Los Fabricantes de Tiendas, que dedican sus vidas y dones que Dios les ha dado para trabajar en algunas de las áreas más difíciles del mundo. Los miembros de iglesia que hacen sacrificios para apoyar económicamente a Misión Global y entregar fielmente sus ofrendas misioneras cada semana.
Al leer las historias contenidas en este ejemplar de Misión 360º, usted descubrirá cómo sus oraciones 2
y ofrendas están ayudando a que personas no alcanzadas de todo el mundo conozcan a Jesús. Aprovecho esta oportunidad para agradecerle. Por su cariñosa generosidad, ellos también están recibiendo muchas bendiciones; bendiciones por las cuales ellos y yo estaremos eternamente agradecidos.
Gary Krause Director de Misión Adventista
Misión 360º en la aplicación issuu. ¡El modo perfecto de pasar la tarde del Sábado!
C O N T E N I D O Producida por la oficina de Misión Adventista
4 Ayuda en Ho Chi Min
issuu.com/advmission
6 Tres círculos
Director: Erton Köhler
8 Un día en la vida de una misionera
Editor General: Laurie Falvo Consultor editorial: Gary Krause Asistente editorial: Marietta Fowler
10 Un viaje de fe 12 Jere Gettle y sus semillas que salvan vidas 14 Hablar un nuevo idioma de amor 16 La familia que caminó unida 20
Sí, ¡soy colportora!
22 Orley Ford: campeón misionero de América Central y del Sur
Editores Asociados: Cheryl Doss, Kayla Ewert, Rick Kajiura, Elbert Kuhn, Andrew McChesney, Hensley Moorooven, Teen Nielsen, Ricky Oliveras, Karen J. Porter, Claude Richli, Jeff Scoggins, Gerson Santos, Karilyn Suvankham, David Trim Colaboradores: Petras Bahadur, Jose Cortes, Jr., Richard Elofer, Audrey Folkenberg, Kleber Gonçalves, Johnson Jacob, Yo Han Kim, Wayne Krause, Pavel Liberanskiy, Silas Muabsa, Paul Muasya, Umesh Nag, Bill Quispe, Florian Ristea, Vincent Same, Denis Sand, Clifmond Shameerudeen, Daniel Stojanovic, Wesley Szamko, Samuel Telemaque, Doug Venn, Anthony WagenerSmith, Gregory Whitsett Diseño: 316 Creative Misión 360º es una revista trimestral producida
26 En medio de una tormenta
por la Asociación General de la Iglesia
28 Discipulando a un dentista
reservados. Prohibida su reproducción total o
30 Enfrentando la tercera ola del COVID con serenidad y una silla de playa
Adventista del Séptimo Día®, propietaria de los derechos de autor ©2021. Todos los derechos parcial sin permiso escrito del propietario. 12501 Old Columbia Pike Silver Spring, MD 20904-6601, USA Teléfono: (301) 680-6005 ¿Preguntas? ¿Comentarios? Contáctenos en Questions@adventistmission.org.
VOLUMEN 9, NÚMERO 3 Adventista® y Adventista del Séptimo Día®
SOBRE NUESTRA FOTO DE PORTADA . . .
son marcas registradas de la Asociación General
En el año 2020, la familia Netteburg, misioneros por mucho tiempo en Chad, África, caminó los 3.529,3 kilómetros del Sendero de los Apalaches, la ruta exclusiva para senderismo más larga del mundo, que atraviesa desde Maine hasta Georgia en los Estados Unidos. De izquierda a derecha: Olen, Juniper, Danae, Addison, Lyol y Zane.
A menos que se indique otra versión, las citas
de la Iglesia Adventista del Séptimo Día®.
FOTO CORTESÍA DE LA FAMILIA NETTEBURG
bíblicas corresponden a la versión RVR1960.
SÍGANOS EN ISSUU 3
VIETNAM
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Ayuda en Ho Chi Min
H Joshua Segala, Oficina de Misión Adventista.
ace varios años, Ho Chi Min, la capital de Vietnam, sufrió una crisis económica. Tran Quoc Khoi, el director nacional de Misión Adventista recuerda cómo una joven de su iglesia sugirió que, cada jueves, los miembros sirvieran una comida al público durante esa época difícil. “Al principio, preparamos comida solo para 50 personas”, dice Tran Quoc Khoi. “Juntamos nuestro dinero y preparamos algo sencillo, pero delicioso y saludable”. Los miembros de la iglesia trabajaron juntos para servir una comida hogareña a muchos niños, estudiantes, jubilados y personas que buscaban empleo. Lo consideraron como una forma de hacer un sencillo acto de bondad hacia la gente que vive en su ciudad. Esta primera entrega de almuerzo tuvo tanto éxito, que ahora los miembros de la iglesia
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los preparan para más de 200 personas cada semana. En total, los alimentos tienen un costo de casi cuatro millones de dong vietnamitas, o 180 dólares americanos. El menú consiste en arroz, tofu, frijoles, sopa de calabaza, tomates y bananas: ¡una combinación perfecta para llenar un estómago vacío! Debido al creciente número de personas necesitadas de alimento, este proyecto se ha vuelto una tarea más difícil. “Venían más y más personas”, dice Tran Quoc Khoi, “y, a veces, llegamos a pensar que deberíamos parar, porque si no teníamos suficiente dinero estaríamos en un gran problema”. Pero el programa ha ganado reconocimiento y apoyo económico de parte de la comunidad. Los líderes locales de otras religiones, e incluso comerciantes locales y particulares, se han unido para mantenerlo funcionando. “La gente que vende vegetales en el Mercado pregunta: ‘¿Por qué compran tanto?’”, dice Tran Quoc Khoi. “Les contamos sobre nuestros almuerzos y dicen: ‘OK, toma esto; esta semana es gratis’. En las semanas cuando no hemos tenido suficiente dinero, hemos recibido arroz y vegetales gratis de parte de los vendedores. Nunca hemos parado por no tener suficiente dinero”. Las autoridades locales también expresaron su gratitud por el impacto positivo que las comidas solidarias crean en la comunidad. Pero, quizás, los más agradecidos son quienes vienen a comer. “Una tarde pasaba frente a este edificio, y vi el aviso sobre el programa de comida solidaria”, dice Goi.* “Por eso entré. Gracias a este programa, siento que Dios me ama”. Además de la comida, todos son invitados a asistir a otros programas de la iglesia. Tres personas han aceptado a Cristo en su corazón.
“No esperen a tener todo el dinero o las instalaciones que creen que necesitan”, alentó Tran Quoc Khoi. “Hagan lo que puedan con lo que tengan. Hay muchos programas que pueden hacer sin dinero. Piensen en algo a su alcance. ¡Dios lo bendecirá y la gente lo apoyará!”. Por favor, ore por los miembros de nuestra iglesia en Ho Chi Min y este proyecto especial, para que más personas conozcan acerca de la bendita esperanza.
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* El nombre ha sido cambiado.
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Los invitados disfrutan una nutritiva comida.
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Miembros de la Iglesia Adventista sirven platos de comida saludable a personas necesitadas.
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Tran Quoc Khoi da la bienvenida a Goi al almuerzo solidario.
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Vendedores del mercado local frecuentemente regalan alimentos para los almuerzos solidarios.
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Miembros de la iglesia oran con sus invitados a almorzar.
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Misión Para las Ciudades es parte del plan estratégico 2020 -2025 “Yo Iré”, votado por la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Misión Global apoya a Misión Para las Ciudades haciendo discípulos entre los grupos humanos urbanos no alcanzados. A través de sus ofrendas de sacrificio se puede disponer de dinero para ayudar a pioneros y centros urbanos de influencia a establecer nuevos grupos de creyentes. Para conocer más, visite MissiontotheCities.org. Para donar, visite Global-Mission.org/giving.
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Mire esta historia en m360.tv/s21211!
Por favor, ténganos presentes en su testamento y fideicomiso. Visite GlobalMission.org/PlannedGiving o llame al 800.648.5824.
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EL LÍBANO
Tres círculos La siguiente historia fue escrita por una pionera de Misión Global que daba asistencia a mujeres refugiadas de El Líbano.
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os siete miembros de la familia siria permanecían en pie en una tensa espera. Esperaban la aprobación para abandonar El Líbano y recomenzar sus vidas en un nuevo país. El embajador habló largo tiempo con Rima*, la mayor de las hijas adolescentes, pero como él hablaba en inglés los padres no podían entender. ¿De qué habla tanto? Se preguntaba el padre. Habían esperado cinco largos años para ser convocados por las Naciones Unidas y, finalmente, estaban reunidos en la oficina del embajador esperando decir lo correcto. Pero algo parecía andar mal. El imponente hombre
Comparta con amigos la versión digital a través de la aplicación issuu.
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seguía hablando con Rima por más de media hora. El padre apenas podía mantener la calma, cuando vio que el embajador le estaba escribiendo una lista de números y palabras en inglés. Luego, dibujó tres círculos entrelazados entre sí. ¿Qué significaba? Tan pronto como terminó la entrevista de la familia en la embajada, los padres llenaron de preguntas a Rima. “¿De qué hablaba tanto contigo? ¿Era sobre el nuevo país? ¿Acerca de nuestra familia?”. “No”, contestó Rima. “Estábamos hablando de religión”. Todo comenzó cuando el embajador le preguntó qué había estado haciendo en los últimos cinco años. Ella le contó que había estudiado en un centro para refugiados, dirigido por cristianos, donde estudió matemáticas, inglés y Biblia. Cuando ella mencionó la Biblia, el embajador -que también era cristiano- quedó intrigado. ¿Cómo era posible que una niña que usaba un hiyab estudiara la Biblia? Solo para asegurarse de que ella no mentía, le pidió que le explicara lo que había aprendido. “Bueno, muchas cosas”, respondió Rima. “Depende de mis preguntas. Tengo una amiga que estudia la Biblia conmigo y ella me enseña sobre lo que yo le pregunto”. “¿Qué tipo de cosas le preguntas?”, inquirió el embajador. Rima le explicó que, últimamente, había estado estudiando la Trinidad y compartió con él algunas de las preguntas que le habían surgido. El hombre, pareciendo impresionado por su agudeza mental y preguntas honestas, olvidó a las otras familias que esperaban verlo y se tomó media hora para discutir el asunto y escribió una lista de versículos bíblicos para que Rima los considerara. Mientras hablaban de la Trinidad, dibujó los tres círculos entrelazados que, a menudo, se usan para explicar el concepto del Dios triuno. Cuando terminaron, el rostro severo del embajador sonrió -por primera vez durante el tiempo que duró la entrevista- y le dijo que si ella y su familia se mudaban a su país, ella debería enseñarles a sus padres lo que estaba aprendiendo. Los padres de Rima se sintieron aliviados al saber cuán favorable había sido la conversación. Habían notado un tono más positivo durante esta parte de la agotadora entrevista. Más tranquilos, comenzaron a bromear diciendo que, si eran aceptados como inmigrantes, sería por causa del amor de Rima por la Biblia. Yo continué los estudios bíblicos con Rima mientras ella y su familia esperaban ansiosos la decisión acerca de su futuro. Finalmente llegó la buena noticia. Yo estaba muy feliz por Rima. También me sentí convencida de invitarla a aceptar a Jesús como su Salvador antes de irse.
“¿Has entendido todo lo que hemos hablado al respecto?”, le pregunté. “Sí”, dijo Rima. “Si estas cosas son ciertas, si Jesús realmente es divino, ¿cuál debería ser nuestra respuesta?” “Deberíamos adorarlo”, contestó. “¿Te gustaría tomar la decisión de adorarlo como tu divino Señor?”, me aventuré. Rima desvió la mirada y la sala se llenó de silencio. “No puedo”, dijo finalmente. Durante las siguientes dos horas, Rima lloró mientras explicaba por qué era imposible para ella convertirse en seguidora de Jesús. Ambas lloramos. Algunos días después, Rima -abruptamenteterminó nuestra larga y estrecha amistad. Intenté reparar la brecha entre nosotras, pero ella dejó en claro que no quería nada conmigo. Me sentí devastada, pero alabé a Dios porque Él no había terminado con Rima. Mi corazón misionero anhelaba experimentar el gozo de sembrar y cosechar con Rima. Pero Dios me ha enseñado a compartir fielmente Su palabra y confiarle a Él los resultados. Por favor, acompáñenme a orar para que Rima y otros miles de desplazados en El Líbano encuentren refugio, antes que sea demasiado tarde, en el abrazo de los Tres Círculos que también los aman. *El nombre ha sido cambiado.
Misión Global apoya a miles de plantadores de iglesias locales, llamados pioneros, para que establezcan nuevos grupos de creyentes en áreas de la ventana 10/40 donde no hay presencia adventista. Pero necesitan nuestra ayuda. Por favor, apoye su ministerio con sus oraciones y donativos en Global-Mission.org/giving.
Por favor, recuérdenos en su testamento y fideicomiso. Visite Global-Mission.org/PlannedGiving o llame al 800.648.5824.
Para ver lo que sucede con la misión en el Medio Oriente y en la Unión-Misión del Norte de África, visite m360.tv/middleeast.
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R E P Ú B L I C A D E PA L AU
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Un día en la vida de una misionera
M Hannah Mbungu es capellana voluntaria y maestra de Biblia de los grados noveno a duodécimo de la Academia de la Misión de Palau. Oriunda de Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos, se graduó en la Universidad Andrews en el año 2017, obteniendo el título de nutricionista y dietista.
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i nombre es Hannah. Dejé mi hogar hace cuatro años para convertirme en misionera en Palau, una pequeña isla del océano Pacífico occidental, y desde entonces he vivido aquí. Es una oportunidad maravillosa. Cada día voy a la escuela para interactuar con estos chicos y enseñarles más acerca de Dios. Ese es mi mayor propósito aquí. La idea de ser misionera puede causar temor, pero honestamente, ¡estar en las líneas frontales de Dios es magnífico! Así es un día normal para mí: me levanto y desayuno, luego voy al culto del equipo de trabajo, que es realmente importante, porque si no me centro en Dios cada día no puedo ayudar adecuadamente a mis estudiantes. Luego del culto, voy a mi salón de clases y me reúno con mis muchachos. Cada clase comienza con un devocional, y luego entramos en el tema de la asignatura. Algunos días son más difíciles que otros. Los lunes tienden a ser muy difíciles, porque los chicos están cansados, pero a medida que avanza la semana, se hace más fácil. Enseño a mis niños en el salón de clases y luego interactúo con ellos en los corredores donde converso con ellos, los abrazo, chocamos cinco, y los observo. Ellos me hacen reír y yo los hago reír a
ellos. Luego termina el día de escuela y yo califico su desempeño hasta muy entrada la noche. A pesar del cansancio, me aseguro de pasar un rato con mis colegas de la casa y los demás misioneros. A veces compartimos nuestras experiencias y es muy reconfortante, porque comprendemos por lo que están pasando los demás y podemos apoyarnos mutuamente. Después, a la cama, para comenzar todo de nuevo al día siguiente. Lo genial de enseñar en el campo misionero es que cada día brinda una nueva experiencia. Puedo ir todos los días al mismo trabajo, pero nunca sé qué me depara ese día. Así que tengo que estar muy aferrada a Dios, para que me ayude. Además, aparte de la enseñanza, hay muchas oportunidades para reunirse con los chicos en actividades extracurriculares o para involucrarse con la comunidad. ¡En Palau, no existe el aburrimiento! Puede que no suene muy emocionante, ¡pero es lo más emocionante que he hecho en mi vida! Antes de venir a Palau yo no era maestra; no sabía a qué venía aquí. Pero no se necesita una mayor formación para hacer esto. Ayuda, pero si respondes al llamado de Dios, Él te capacita. Definitivamente, recomiendo el servicio misionero voluntario. Hay muchos lugares donde se necesita tu ayuda. Si sientes que Dios te está llamando, pero sientes temor de hacerlo, recuerda que no estás solo/a. Él estará contigo en cada momento, y Él te ayudará en todo lo que enfrentes. Solo confía en Él. ¡Él está contigo! Adaptado con permiso, esta historia es parte de la serie “Entrevistas a misioneros” de la Misión de Guam y Micronesia.
1 Hannah, al centro, con misioneros y voluntarios en un banquete en la escuela.
2 Hannah, al centro, disfrutando el último día de escuela en un picnic para los estudiantes y el personal.
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El equipo de trabajo de la Academia de la Misión de Palau en la fiesta familiar anual del día de Acción de Gracias.
4 Hannah, a la izquierda, con la promoción 2021 después de la ceremonia de graduación.
¿Desea ayudar a la Academia de la Misión de Palau? ¡Sea voluntario!
Cada año, el funcionamiento de las escuelas de la Misión de Guam y Micronesia depende mayormente de los voluntarios. Para ayudarlos a continuar con su misión, por favor ore y piense de qué manera Dios podría estar llamándolo para servir. Visite gmmsda.org/missions/open-positions para conocer las necesidades actuales y regrese periódicamente en busca de nuevas oportunidades de servicio.
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¡Done!
Los voluntarios de la Academia de la Misión de Palau viven a 20 minutos de la escuela. Este trimestre, una parte de la Ofrenda del Decimotercer Sábado ayudará a construir viviendas para el personal dentro del campus. Por favor contribuya con una generosa ofrenda en la Escuela Sabática, o por internet en adventistmission.org/donate. 3
¿Le gustaría causar un impacto positivo en las vidas de otras personas? Si es así, por favor piense en servir por medio del Servicio Voluntario Adventista, que ofrece un trabajo voluntario de los miembros de iglesia alrededor del mundo. Voluntarios entre 18 y 80 años, pueden desempeñarse como pastores, maestros, profesionales médicos, técnicos en computación, trabajadores en orfanatos, granjeros y más. Para mayor información, visite AdventistVolunteers.org.
Vea esta historia en m360.tv/s21313!
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SUR DE ASIA
El pionero de Misión Global, Balvindra, con su esposa, Gurmeet, y su hijo, Ajeet.
Un viaje de fe Esta historia fue escrita por un miembro del equipo de El Mensajero Adventista de Canadá. Edición Sudasiática.
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Mi camino hacia Jesucristo
Desde niño me enseñaron el valor de mi religión. Desarrollé el interés por asistir a las reuniones religiosas y disfrutaba del compañerismo con los sacerdotes. Al graduarme de la universidad, comencé a trabajar y luego me casé con una joven llamada Gurmeet*. Vivíamos felices y Dios nos bendijo con cinco hijos. Nunca pensé en otra religión, aparte de la mía. No quería escuchar acerca de otro dios. Luego descubrí que mi esposa y una hija habían estado asistiendo, en secreto, a unas reuniones cristianas de oración durante un mes. Ellas estaban buscando paz y prosperidad para nuestra familia que, en ese momento, tenía muchos problemas. Me enfurecí con ellas. Acusé a mi esposa y a mi hija de destruir la paz de nuestra familia y de
quebrantar las tradiciones y cultura de nuestra religión. Algún tiempo después, un amigo me invitó a una iglesia el día de Navidad. Tenía muchas preguntas acerca del cristianismo, así que acepté ir. Después del servicio religioso, el pastor compartió su testimonio conmigo y me preguntó si quería aprender más acerca de Jesucristo el Creador, Redentor y Salvador de la humanidad. Más tarde, mi amigo me preguntó acerca de mi primera experiencia en una iglesia. Le dije que no me había gustado la actitud del pastor, porque parecía que estaba tratando de convertirme al cristianismo. Sin embargo, acepté asistir regularmente a la iglesia con mi familia.
Mi camino con Jesucristo
Mis finanzas eran bastante sólidas, pero surgió la tensión cuando los miembros de
nuestra extensa familia se enteraron de nuestra asistencia a la iglesia. Dejaron de hablarnos y se volvieron irrespetuosos y críticos. Finalmente, nos expulsaron de la casa. Estábamos devastados. Nuestro negocio también fracasó debido a que yo estaba agobiado y estresado, pero seguíamos orando a Jesucristo. Comenzamos a buscar una casa para alquilar, con solo 5.000 rupias en nuestros bolsillos. Por aquel tiempo, mi hija mayor era el único miembro de nuestra familia que tenía trabajo. Estábamos luchando arduamente, pero la fe nos ayudó a continuar. Pronto encontramos una casa que realmente nos gustó, pero no podíamos pagarla. Compartimos nuestra situación con algunos amigos y oramos fervientemente. Cómo se arreglaron las finanzas, nunca lo sabremos. Pedimos un crédito y fue aprobado. Hace unos pocos años, mi esposa sufrió una hemorragia cerebral y quedó con la mitad derecha de su cuerpo paralizada. Mi familia y yo estábamos asustados y desanimados, pero oramos sinceramente a Jesús y Él respondió nuestras oraciones. Nuestra fe en Él se fortaleció, y alabamos y exaltamos a Dios. Verdaderamente, habíamos visto un milagro y encontrado al Dios viviente. Tiempo después, conocí a un pastor adventista en un funeral. Me dijo algo sobre la Palabra de Dios, que resultó nuevo para mí. Era amable y afectuoso, y sabía mucho de la Escritura. Le pedí que me diera estudios bíblicos y accedió alegremente. Yo estaba muy ansioso por obtener respuestas a mis preguntas. Por medio de nuestro estudio de la Biblia aprendí muchas verdades y fui inspirado para leer la Biblia todos los días. Ahora, mi familia y yo podemos decir que nuestra fe en Jesucristo tiene raíces profundas. Nos hemos convertido en seguidores del Señor Jesucristo y lo hemos visto cambiar nuestras vidas.
Mi camino en Jesucristo
Tengo cuatro hijas y había llegado el tiempo de preocuparnos de que se casaran. No teníamos mucho dinero para una boda. Sin embargo, Dios arregló las finanzas tal como lo había hecho en el pasado. Él puede hacer y hace cualquier cosa por Sus hijos. Mirando a aquellos que comparten la Palabra de Dios con otros, he sentido el deseo de hacer lo mismo. Comencé orando intensamente. Después de sentir el llamado de Dios, me rendí a Él. Por Su gracia, me convertí en pionero de Misión Global y he establecido tres nuevos grupos de creyentes. Por favor, oren por mi comunidad y por mí. *Los nombres han sido cambiados
Hoy, hay muchos pioneros de Misión Global, como Balvindra, que van de casa en casa, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, respondiendo al llamado de traer esperanza y sanidad a millones de personas alrededor del mundo. Ellos siguen el Método de Cristo y se mezclan, muestran compasión, suplen las necesidades y presentan a Jesús a personas de otras religiones del mundo. Por favor, ayúdenos a sostener la obra de Misión Global por medio de sus donativos y oraciones. Para conocer más, visite global-mission.org.
Formas de donar POR INTERNET Haga una donación segura escaneando este código QR o visitando Global-Mission.org/giving POR TELÉFONO Llame al 800-648-5824 POR CORREO En los Estados Unidos: Misión Global, Asociación General 12501 Old Columbia Pike Silver Spring, MD 20904-6601 En Canadá: Misión Global IASD en Canadá 1148 King Street East Oshawa, ON L1H 1H8
Por favor, recuérdenos en su testamento y fideicomisos. Visite Global-Mission.org/PlannedGiving o llame al 800.648.5824.
Descubra formas efectivas de presentar a Jesús a quienes viven en el sur de Asia, visitando el centro de Misión Global para las Religiones del Sur de Asia en csar. globalmissioncenters.org. 11
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Jere Gettle y sus semillas que salvan vidas “Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”. S. Mateo 13:23
J Crystal Earnhardt es una escritora de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA).
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ere Gettle comenzó su catálogo de semillas con el mismo entusiasmo que había sentido de niño, cuando llegó un catálogo en mitad del invierno. En aquel entonces, él y su padre pasaban muchos días de nieve planeando sus jardines de verano, mientras soñaban con un suelo tibio entre los dedos de sus pies. Delicadamente, comenzó a voltear las páginas, deteniéndose para maravillarse con las impresionantes fotografías. Este catálogo era diferente de cualquiera que hubiera visto o creado antes. No solo tenía más de 500 páginas, sino que también estaba repleto de mil variedades de semillas de reliquia de todo el mundo, que había adquirido y elegido para el catálogo. Este catálogo era una celebración de 25 años de arduo trabajo y sudor, viajes y caminatas por el campo de tierras extranjeras, comiendo comidas nativas y escuchando historias. Historias de semillas.
La historia de Jere
El sueño de Jere, desde su infancia, era tener un pasatiempo que pudiera pagar por sí mismo y que ayudara a mucha gente. “Mientras crecía, siempre supe que algún día querría trabajar en una compañía de semillas”, reflexiona. “Mis padres me dieron un pequeño pedazo de tierra para plantar. Era fascinante ver las semillas brotar a través de la tierra y convertirse en plantas y luego en alimento. Simplemente se convirtió en mi pasión”. A los 17 años, Gettle comenzó a guardar, coleccionar y comerciar con semillas. Su madre lo animó a comenzar un pequeño catálogo hecho en casa y enviarlo a 500 amigos y miembros de la familia. Con 100 dólares y un contador lleno de semillas, hizo exactamente eso. Publicó su primer catálogo oficial en 1998. Hoy, más de un millón de personas reciben los catálogos de Baker Creek Heirloom Seed Co. La compañía ha capturado el reconocimiento nacional y la admiración de granjeros de todo el mundo. Lo que comenzó como un pasatiempo, se convirtió en la compañía de semillas de reliquia más grande de Norteamérica, con una sucursal en Petaluma, California.
Preservar el pasado, sustentar el futuro.
A Gettle le apasiona preservar el pasado. “No solo hacer que las semillas antiguas cuenten una historia”, dice, “son una pieza viva del pasado. Ellas conectan a la gente con sus raíces y diferentes culturas”. Cuando le preguntan qué son las semillas de reliquia, Gettle explica: “Son semillas que son antigüedades. Son herencia pasada de generación en
generación. No han sido controladas ni patentadas, y las variedades son fenomenales”. De alguna manera, las semillas inalteradas también están preservando el futuro. Producen vegetales más nutritivos, que son puros y no tienen organismos modificados genéticamente, por lo tanto preservan la salud de las futuras generaciones. Es un esfuerzo para llevar alimento de verdad de vuelta a la mesa. Pero lo que es más importante: sacar provecho de estas semillas es salvar vidas.
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Semillas en una misión
Después de escuchar acerca de la situación de los millones que sufren por el coronavirus en India, Gettle se conmovió y quiso ayudar. La pandemia impactó globalmente el mundo de los negocios, pero su compañía de semillas de reliquia floreció. Con un corazón agradecido, Gettle decidió apoyar obras de caridad, tales como la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA). En cuatro días, Gettle aportó US$430.000 de sus ventas de semillas por internet para ADRA. Con 22 hospitales adventistas en India, los fondos ayudaron a proveer oxígeno para salvar vidas, y otros insumos médicos esenciales. “Toda mi vida he conocido a ADRA”, dice Gettle. “Hacen un trabajo increíble. Estoy agradecido de poder contribuir a una organización que ayuda a tanta gente. Animo a otras compañías para que recauden dinero. Si juntamos todos nuestros recursos, podemos aliviar el sufrimiento”.
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Lecciones espirituales de las semillas
.En la parábola del sembrador, Jesús habló de las semillas como símbolos de la Palabra de Dios. Al igual que en la Biblia, las semillas son el elemento esencial de transmisión de la vida. Pablo escribió: “Cuando pones una semilla en la tierra, esta no crece y llega a ser una planta a menos que muera primero” (1 Corintios 15:36, NTV). Tal como las plantas, que florecen y crecen de una pequeña semilla, a cada persona se le ha encomendado la responsabilidad de no dejar de compartir y crecer jamás. Una pequeña semilla compartida, puede dar como resultado un nuevo bosque. Ese es el mensaje que Gettle y ADRA esperan compartir con el mundo.
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Descubra cómo está respondiendo ADRA durante el COVID-19 en ADRA.org.
[Fotos cortesía de Baker Creek Heirloom Seed Co./rareseeds.com.]
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Jere Gettle con una mostaza de hoja gigante.
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Tulipanes de primavera en la tienda de Baker Creek Heirloom Seed.
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El catálogo de semillas más grande del mundo, con más de 500 páginas.
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Jere Gettle en un mar de sandías.
Vea historias misioneras de ADRA en m360.tv/adra.
Gracias por apoyar a ADRA por medio de sus ofrendas misioneras semanales y, en Norteamérica, dando ofrendas para el Presupuesto Mundial.
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VENEZUELA
AMOUR
LOVE
ID LÍNGUA
Hablar un nuevo idioma de amor
¡A Ricky Oliveras, Oficina de Misión Adventista
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lgo nuevo y asombroso estaba ocurriendo en el campus del Instituto Universitario Adventista de Venezuela! Los estudiantes y los profesores del departamento de teología querían hacer algo que tuviera un gran impacto en las personas que los rodean. Por eso, en el año 2016 inauguraron el Centro de Idiomas, que brinda a los estudiantes de la universidad la oportunidad de aprender inglés, portugués y francés. ¡Las habilidades idiomáticas tenían una alta demanda! “Tuve el privilegio de ver nacer el Centro de Idiomas y organizar los contenidos curriculares de los cursos que se impartían”, recuerda Jane Mendes, la primera coordinadora. “Fue un gran desafío, pero
con el apoyo de mi equipo de profesores pudimos avanzar en el cumplimiento de la misión”. Desde entonces, este centro urbano de influencia ha evolucionado y ahora abre sus puertas a toda la comunidad, en la que muchas personas no están familiarizadas con el mensaje adventista. Antony Vera, el actual coordinador, pasó un año enseñando inglés en el centro antes de aceptar la responsabilidad de dirigirlo. “El año 2019 recibimos muchos estudiantes que no eran creyentes”, dice. “Así que diseñamos algunas estrategias para alcanzarlos y compartir con ellos el mensaje”. Los cursos incluyen devocionales y debates espirituales que han captado el interés de algunos estudiantes.
IOMA
LANGUAGE AMOR
¿Ha probado ya la aplicación issuu? Encuentre ejemplares anteriores de Misión 360º.
LANGUE
Vea esta historia en m360.tv/s21213! Rafael Álvarez, exalumno de idiomas, observó que una de las mejores cosas del centro era que la semilla espiritual quedaba plantada en el corazón de cada estudiante. Juan Diego Benavides, coordinador del programa de teología, informó que “en el año 2020, a pesar de los desafíos impuestos por la pandemia, el centro urbano de influencia continuó con sus clases por internet, contando con una asistencia de 138 estudiantes, de los cuales 16 no son adventistas. ¡Este centro de influencia seguirá trabajando para alcanzar a los no alcanzados!”. Por favor, ore para que Dios siga bendiciendo a los trabajadores del Centro de Idiomas del Instituto Universitario Adventista de Venezuela, en su tarea de compartir a Jesús con su comunidad.
Centros Urbanos de Influencia
Misión Global apoya la misión integral para las ciudades, a través del ministerio de docenas de Centros Urbanos de Influencia (CUI). Los CUI utilizan el método de Cristo para suplir las necesidades de las personas y establecer nuevos grupos de creyentes. Para conocer más, visite MissionToTheCities.org.
Por favor, apoye a los centros urbanos de influencia (Fund # 9730) escaneando el código QR o visitando Global-Mission.org/giving.
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La familia que caminó unida
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aminar los 3.529* kilómetros** de El Sendero de los Apalaches es toda una hazaña. Hacerlo con cuatro niños pequeños es todavía más insólito. Los doctores Olen y Danae Netteburg lo hicieron durante el año 2020. Lyol (11), Zane (9), Addison (7), y Juniper (4) caminaron todo el trayecto. Juniper terminó el recorrido a la edad de 4 años y 340 días, convirtiéndose en la persona más joven en completarlo. “Ella caminó cada paso del sendero”, dice Danae. Recorrer el sendero en un 2020 perturbado por la pandemia agregó otro obstáculo. Olen recuerda su primer roce con el virus. “El 19 de marzo fue el día cuando las cosas comenzaron a cerrarse. Habíamos caminado solo 70 kilómetros. Compré nuevas provisiones, por lo que cada mochila estaba pesada. Caminamos 13 kilómetros hasta la cabaña donde planeábamos quedarnos; nuestra caminata
Original de Estados Unidos, Kermit Netteburg enseñó comunicaciones en la Universidad Andrews entre 1973 y 1986, luego trabajó como encargado de comunicaciones del presidente de la División Norteamericana hasta 2004. Fue pastor durante 10 años antes de retirarse en 2014, con más de 50 años de servicio en la Iglesia Adventista. Kermit y su esposa, Donna (Karpenko), fueron entusiastas animadores y proveyeron puestos de descanso ocasional a su hijo Olen y su familia, en su travesía por el Sendero de los Apalaches.
más larga hasta entonces. Pero el refugio tenía un aviso: ‘Cerrado por coronavirus’”. El siguiente lugar para quedarse estaba a 5 kilómetros, y tendrían que desplazarse en la oscuridad, algo que nunca antes habían hecho. Decidieron continuar y acampar justo antes de que oscureciera. “Estábamos comiendo ramén (fideos), alumbrados con linternas en las cabezas, y nadie se quejaba. En lugar de eso, ¡los chicos practicaban las poses que adoptarían en el Monte Katahdin para cuando llegaran al extremo norte del sendero!”. Esa noche, Olen sonrió para sí preguntándose si tendrían la oportunidad de completar el trayecto. Juniper se ganó su apodo para el sendero —“La bestia”— en uno de los primeros grandes ascensos. Se enfrentaron a una colina empinada de unos 304 metros, y Danae tomó la mochila de Juniper para que fuese más fácil para la niña. Cuando habían subido unos 91 metros, Danae encontró a Juniper llorando. Oh, oh, pensó. Juniper no puede hacerlo. Pero la verdad salió a la luz: ¡Juniper gemía porque quería llevar su propia mochila! Había nacido La Bestia. “A menudo ella guiaba a la familia, estableciendo el paso para el resto de nosotros” dice Olen. Los demás también tuvieron sus apodos para el sendero: Lyol se convirtió en Llamarada, porque cada mañana encendía la fogata. Zane se convirtió en Búmeran, porque le encantaba adelantarse o caminar un poco fuera del camino, pero siempre regresaba. Addison se convirtió en Alas de Ángel, porque a menudo caminaba con calcetines gruesos, botas, ¡y un vestido de princesa! Olen era El Rey León, y Danae era Abeja Reina. ¿Cómo mantuvieron a los chicos en marcha? Cantaban canciones. (“Nunca más quiero volver a escuchar ‘¿Quieres construir un muñeco de
La familia caminó con frío y con calor, con nieve y con lluvia, con niebla y con sol. Desde la izquierda: Zane, Juniper, Olen, Danae, Addison y Lyol.
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nieve?’”, recuerda Olen, moviendo su cabeza). Disfrutaban las comidas de campamento: panqueques o avena en el desayuno, frutos secos en el almuerzo y fideos para la cena. (“A veces estábamos suficientemente cerca como para salirnos del sendero para comprar comida china o pizza”, admite Danae. “¡O helado!”). Y hacían tareas escolares. “Cada día encontrábamos algo para la escuela”, dice Danae. A veces, los juegos eran cuestionarios de ortografía. Las matemáticas consistían en calcular la distancia y los kilómetros. En ciencia, clasificar flora y fauna. “La clase de Biblia era ver la conducción de Dios en todas partes”, agrega Danae. “Los niños son inquisitivos, en forma natural”, dice Olen. “Cuando los llevas a la naturaleza y ven lo que hay alrededor de ellos, comienzan a hacer preguntas. Pueden obsesionarse con una babosa, un tritón o un árbol. Ningún día es aburrido a través de sus ojos”. La caminata fue un descanso, de nueve meses, que se tomaron de su trabajo habitual como médicos misioneros del Hospital Adventista Beré en Chad, África. Han prestado servicios durante 11 años en el hospital de 100 camas. Olen es médico de emergencias y oficial administrativo, y Danae es especialista en ginecología y obstetricia. “Además, hacemos lo que sea necesario”, dice Olen. Habían planeado realizar el viaje en 2008, pero el médico de emergencias no llegó. Luego, en febrero de 2020 pensaron: “Tenemos un equipo excepcional en el hospital. Tenemos tiempo. ¡Deberíamos pensar en hacer esto ahora!”. Cinco días después dejaron África. Cuatro días después de eso fue su primer día de caminata. “Estar en el camino por tanto tiempo, me ayudó a recuperar una sensación de paz”, dice Danae. “Viviendo en Chad, tratamos con mucha enfermedad y muerte. Comienzas a sentir esa carga. Esta fue la manera cómo Dios nos ayudó a estar listos para el resto del servicio en Chad”. La familia comenzó la caminata en Pensilvania y debía avanzar y retroceder, como en el juego de la rayuela, a causa del virus. Eso significó caminar en Virginia, luego más en Pensilvania, luego hasta Carolina del Norte, antes de saltar hacia el norte a Vermont, New Hampshire y Maine, mientras el clima fuera agradable. “Siempre quisimos estar a salvo”, dice Olen, “así que fuimos por donde el sendero era más seguro para caminar respetando las reglas del Estado”. También hicieron todo lo posible para mantener la distancia física a lo largo del sendero y no alterar la paz cuando llegaban a un lugar para acampar. “Pero como somos seis, no somos realmente muy silenciosos”, dice Olen. La familia caminó un promedio diario de entre 24 y 27 kilómetros hasta que llegó a New
Cada 160 kilómetros, los Netteburg tomaban una foto para marcar el momento. A los 3.000 kilómetros el olor de los zapatos fue el objeto de la foto. Cada miembro de la familia usó entre dos y cuatro pares de zapatos para caminar los 3.529 kilómetros del Sendero de los Apalaches. Desde la izquierda: Olen, Juniper, Zane, Lyol, Addison y Danae.
Olen recuerda uno de los momentos más aterradores de la caminata: “Había llovido mucho, durante varios días, en Maine. Este río normalmente tiene ‘escalones’ de piedra para que los excursionistas crucen sin mojarse. Pero el río había sumergido esos escalones y era demasiado rápido y profundo para Juniper. Así que se subió a mi espalda. Yo tenía que sondear con mis bastones de senderismo, en busca del siguiente escalón. Después tenía que mantener el equilibrio mientras movía una pierna a través de la corriente para asegurar el siguiente punto de apoyo. Nos tomó una hora cruzar aquella corriente”.
Hampshire. “La mayor parte de los días allí no hicimos ni 10 kilómetros”, recuerda Olen. “Comencé a preguntarme si seríamos capaces de caminar todo el sendero antes del invierno”. Para aumentar el desafío, Olen se torció el tobillo. “Habíamos caminado un sector muy difícil. Cuando terminamos, me quité mi mochila, crucé un puente y me torcí el tobillo en un ángulo de más de 90 grados. Pensé que estaba quebrado”. Un examen en la sala de emergencias de un hospital cercano reveló que tenía un severo esguince. “La hinchazón hacía que mi pie se viera enorme. Yo estaba negro y azul desde los dedos de 17
Danae levantó a la familia cerca de las 4:30 a. m. para llevarlos a todos a la Saliente McAfee para esta silueta contra el sol del amanecer.
Cada noche significaba varias cosas en el campamento. Lyol encendía la fogata. Cada uno se sacaba sus zapatos. Se colgaba la ropa para que se secara, si estaba húmeda, o para que se ventilara porque no se lavaba muy a menudo. “Todas las semanas tratábamos de quedarnos en algún lugar que tuviera lavandería y una ducha caliente”, dice Danae.
mi pie hasta la mitad de mi tibia”, dice Olen, con la típica descripción médica. “Todas las mañanas me dolía muchísimo, pero el dolor disminuía luego de unos pocos kilómetros cojeando”. Pocas semanas después, caminaron hasta 48 kilómetros diarios, en los bosques de Maine. “Ahí fue cuando supe que teníamos grandes posibilidades de completar la ruta”, dice Olen. También tenían sentimientos encontrados respecto de la pandemia. “Escuchábamos historias de nuestros colegas médicos. Trabajaban en condiciones extremas. Arriesgaban su propia salud y sus vidas. Y nosotros aquí caminando por el Sendero de los Apalaches”, dice Olen. “La sociedad había invertido en la formación de cada uno de nosotros como médicos. Y estábamos aquí, sin ayudar en la peor crisis sanitaria de toda una generación”. Danae reflexiona: “Esa fue una batalla diaria”. Ya están de regreso en el hospital, llevando salud a una remota área de África. Beré tiene 65.000 habitantes; sin semáforos, ni caminos pavimentados, ni red eléctrica, ni sistema de agua potable, ni alcantarillado. Hay más carretas tiradas por bueyes que automóviles. 18
Cada día presenta un nuevo desafío. Un niño que cayó de un árbol de mango tiene una fractura de cráneo deprimida. (Vivió). Una mujer embarazada ha estado en trabajo de parto por varios días, pero no puede pagar por la atención. (Esto es habitual para muchos). Malaria, malaria y malaria. (Muchos no sobreviven). “En Chad, vemos cosas que los médicos no ven en Norteamérica”, dice Olen. Ellos extirparon un tumor abdominal del tamaño de una sandía. Danae ha curado 65 fístulas en los tres años anteriores; un número que, virtualmente, ningún ginecobstetra norteamericano ve en toda su vida. Pero ellos son misioneros; no simplemente médicos. Cada Sábado toman a sus hijos, y a algunos chadianos locales, y conducen hacia los árboles. Encuentran un árbol de mango y detienen el vehículo. Extienden unos tapetes de plástico. Los niños de la aldea comienzan a aparecer y se sientan en los tapetes. Olen les enseña canciones bíblicas. Danae les cuenta una historia bíblica. Alguien habla acerca de la oración. Los adultos se ubican alrededor, a la sombra de los árboles. Pronto, el grupo es de 50, 60, 100 personas. Y después de unas pocas semanas, es una iglesia. ”Ellos han establecido más de una docena de estas iglesias. La mayoría ahora tiene líderes chadianos. Algunas han crecido; otras no. “Pase lo que pase, han ocurrido dos cosas”, dice Olen, “La gente ha oído hablar de Jesús, y nosotros hemos tenido un genuino descanso sabático”. ¿Qué sigue para los Netteburg? “Bueno, está el Sendero de la Cresta del Pacífico y el Gran Sendero de la División Continental”, dice Olen. “Los chicos están entusiasmados con esos. Pero yo estoy pensando en vivir en un catamarán por un par de años, navegando por el Caribe”. Así es como los Netteburg mantienen unida a la familia. *El kilometraje exacto cambia cuando partes del sendero son modificadas. **Las distancias, originalmente expresadas en millas, fueron convertidas a kilómetros. Todas las fotos son cortesía de la familia Netteburg Adaptado de Kermit Netteburg, “La familia que caminó junta”, Focus: La revista de la Universidad Andrews 57, Nº 1 (invierno 2021), 26 – 31
Sus ofrendas ayudan a sostener familias misioneras alrededor del mundo. ¡Gracias por donar!
El Sendero de los Apalaches serpentea a través de cañones y picos montañosos, brindando vistas espectaculares. Desde la izquierda: Danae, Olen, Lyol, Zane, Addison, y Juniper. La clase de ciencias se junta con el almuerzo. Uno de los beneficios a lo largo del Sendero de los Apalaches es la búsqueda de comida. Frambuesas, arándanos, manzanas y otras frutas, crecen en forma natural a lo largo del sendero. Los hongos Morel y las hojas de mostaza fueron agregados fortuitos a su dieta. Así que en la clase de ciencias, aprendieron a reconocer plantas. Y de almuerzo, aprendieron a disfrutar los proyectos de la clase de ciencias.
En su caminata, la familia vio una variedad de vida silvestre, incluyendo osos, venados, y ponis salvajes. Zane casi se sienta encima de una serpiente de cascabel. Aquí, Juniper sostiene una polilla luna.
Los Netteburg en la Montaña Springer, el extremo sur del Sendero de los Apalaches. “Recién habíamos terminado los 3.529 kilómetros como familia. Durante 25 años yo había querido ser un excursionista del Sendero de los Apalaches, ¡y ahora lo era! Pensé que me sentiría abrumado o con una sensación de pérdida. Pero fue simple alegría y satisfacción. Mis hijos hicieron algo que ningún otro grupo de cuatro niños había hecho nunca antes. Y todos nos divertimos haciéndolo”. Para celebrar, la familia dibujó con malvaviscos la distancia recorrida (en millas), tomó la foto y luego se metieron a la boca todas las millas. Desde la izquierda: Olen, Zane, Danae, Juniper, Addison y Lyol.
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E S TA D OS U N I D OS
Sí, ¡soy colportora!
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“M
óvil 1, ¿me copias? Soy Ellie, ¡lista para salir!”. Sostengo el equipo de radio portátil con la única mano sin guantes al salir al camino desde la última casa de la cuadra, llevando una bolsa de libros un poco más liviana de lo que estaba hacía una hora. Pronto, Olivia, la líder de nuestro grupo (también llamada móvil 1), aparece en su coche y yo salto al asiento trasero, entusiasmada por mi nueva asignación. ¿Por qué voy de casa en casa por las calles cubiertas de nieve de Niles, Michigan, a mediados de enero, con los dedos de mis pies entumecidos, y mis manos que se congelan y están
Proveniente de Estados Unidos, Ellie Bitukofer se desempeñó como estudiante misionera y trabajó en el programa de colportaje Youth Rush de la Asociación de Michigan. Actualmente, ella es una estudiante graduada de fonoaudiología de la Universidad Andrews de Berrien Springs, Michigan, donde ayudó a formar un club de colportaje denominado Youth Rush.
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a punto de sangrar? La respuesta es simple: si yo no voy, ¿quién irá? A lo largo de este semestre, tres amigas y yo, todas estudiantes de tiempo completo de la Universidad Andrews, perseguimos nuestro objetivo de formar un club para unir a las personas del área, interesadas en colportar. El colportaje, también conocido como evangelismo de las publicaciones o prestar servicios como colportor, involucra la venta de literatura cristiana. El club funciona en el campus de la Universidad Andrews, con atención remota desde el programa de colportaje Youth Rush de la Asociación de Michigan. Lo que comenzó con un puñado de jóvenes, un nevado día de enero, creció hasta convertirse en un grupo de 12 personas colportando cada dos domingos. Ocasionalmente hacemos reuniones para unir a antiguos colportores e inspirar a los nuevos para servir. De hecho, debido a la campaña de reclutamiento, y a la bendición del Espíritu Santo, seis jóvenes firmaron para participar del programa de verano de 10 semanas. Mientras que a los colportores se les permite reservar para sí una parte del dinero que obtienen, a los participantes se les recuerda continuamente que “primero son evangelistas y después vendedores”. Esta actitud se hace evidente cada noche, cuando los estudiantes regresan ansiosos por compartir historias de encuentros guiados por Dios, experiencias que fortalecen la fe y oraciones contestadas. ¡Y qué increíbles historias! En nuestro primer día de colportaje, una mujer con una camiseta de mangas cortas estuvo 15 minutos parada en la entrada de su casa, con una temperatura para congelarse, sosteniendo nuestra colección devocional mientras intentábamos cerrar la venta. Ella explicó que la reciente muerte de su madre había aumentado su interés por las cosas espirituales. Con los libros en su mano, mientras entraba a su casa, exclamó: “¡Estoy ansiosa por leerlos todos!”. Bethany, una de nuestras estudiantes colportoras, compartió una interesante conversación que tuvo mientras colportaba. El hombre había mostrado poco interés en los primeros libros que ella le mostró, pero cuando vio El Gran Conflicto de Elena G. de White, el subtítulo “La historia de la libertad y el fin del sufrimiento” llamó su atención. “¡Yo tengo un libro budista con ese título!”, exclamó. Compró el libro, prometiendo leerlo pronto.
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En nuestro último día de colportaje, un ministro puso un billete de cien dólares contra mi mano y ansiosamente escogió ocho libros para agregarlos a su biblioteca familiar, incluyendo El gran conflicto y El camino a Cristo, otro popular libro de Elena G. de White. Estas son solo unas pocas historias, de muchas, que demuestran los increíbles modos cómo Dios está usando al club de colportaje para ayudar a alcanzar a las personas que tienen hambre de la verdad espiritual. Más de 20 estudios bíblicos solicitados, y varios cientos de libros aceptados en los hogares de los residentes locales, testifican de que -ciertamente- la mies es mucha. Los obreros
pueden ser pocos, pero nuestro número está creciendo. Armados con el Espíritu Santo e inspirados por lo sucedido, ¡estamos a la expectativa para ver cómo nos usará Dios en el futuro mientras vamos a compartir Su amor! 1
Bethany (a la izquierda) y Olivia colportando en un día de nieve.
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El equipo de colportaje durante su última salida del semestre.
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El equipo de colportaje disfrutando de un almuerzo al aire libre en un cálido día de primavera.
Nuestra iglesia necesita, urgentemente, personas como este equipo de dedicados colportores que respondan al llamado para alcanzar a los no alcanzados con esperanza, y que compartan las buenas nuevas de Jesús. Personas que digan: “¡Yo iré!”. Alcanzar el Mundo: Yo Iré, es el plan estratégico 2020 – 2025 de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Es un grito de guerra para todos los miembros, para cumplir la Gran Comisión, inspirándolos y equipándolos para que usen los dones espirituales que Dios les ha dado para testificar y trabajar por Cristo. Yo Iré, describe objetivos específicos y formas de ejecutar esta tarea. ¡Explore el plan “Yo Iré” en IWILGO2020.org y descubra cuál es su lugar en este movimiento global!
Para conocer más acerca de Youth Rush de la Universidad Andrews, visite icanvass.org. 3 21
AMÉRICA CENTRAL Y DEL SUR
Orley Ford: campeón misionero de América Central y del Sur
L Vicente Nafri Machado Arévalo, es el director de comunicaciones e información de la Unión Misión de El Salvador. También es el coordinador de la Unión para la Enciclopedia de los Adventistas del Séptimo Día y está dedicado a la plantación de iglesias en la capital de El Salvador.
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as siguientes historias son extractos de un artículo más largo publicado en la Enciclopedia de los Adventistas del Séptimo Día disponible en internet. Lo invitamos a visitar encyclopedia.adventist.org para disfrutar más historias sobre las expediciones misioneras de la familia Ford y otros misioneros pioneros. Orley Ford (1893-1972) y su esposa, Lillian Shafer Ford (1894-1990), fueron misioneros pioneros en América del Sur y Central. Trabajaron en Perú, Ecuador, Guatemala, Costa Rica y, mayormente, en El Salvador, el país al cual ellos consideraban su segundo hogar, y donde pidieron ser sepultados. Los servicios pastorales, médicos y administrativos de Orley, y el trabajo de Lillian como maestra y en el ministerio joven, impactaron las vidas de miles de indígenas. Me gustaría compartir dos historias que revelan cómo Dios los usó de manera especial para difundir el amor de Jesús.
Perú (1918–1921)
En diciembre de 1917, el pastor y la señora Ford, recién casados, ambos de aproximadamente 24 años, zarparon hacia lo que sería la primera aventura de una vida de experiencias misioneras. Llegaron a Perú el 13 de enero de 1918. Fueron la última pareja asignada a la región del Lago Titicaca en 1917.1 Mientras trabajó allí, el pastor Ford estuvo bajo la guía y tutela de Fernando Stahl, conocido como “el apóstol de los incas” en Sudamérica.2 Stahl visitaba habitualmente a Ford para dirigir bautismos y supervisar la inauguración de escuelas e iglesias. Cuando los Ford llegaron a la Misión de Pomata, fueron recibidos por R. A. Nelson, un misionero que había estado allí durante más de un año. Nelson debía dejar el lugar debido a la delicada salud de su esposa, pero se quedó un par de semanas más para ayudar a Ford a establecerse. Desde el principio, la joven pareja enfrentó muchos desafíos. La Misión de Pomata tenía una iglesia y una casa sin terminar. El pastor Ford,
El pastor y la señora Ford con su bebé, Elden, vistiendo la ropa típica de los indígenas aymara, Lago Titicaca, Perú.
ocupado atendiendo alrededor de 30 pacientes al día y teniendo otras responsabilidades, no tenía conocimiento previo sobre carpintería. Aun así, se las arregló para terminar la casa donde él y su esposa pudieran vivir y completar la construcción de la iglesia donde se pudiesen reunir con 80 o 100 personas.
Cuando llegaron, los Ford no hablaban español. Pero en tres meses pudieron comunicarse fluidamente en el idioma, y pronto tenían 30 personas listas para el bautismo. Pomata tenía una población de 10.000 habitantes, y el único centro de salud era la Misión Adventista, dirigida por Ford.3 Una de las experiencias más notables de su ministerio en Perú ocurrió cuando el pastor Ford recibió un llamado urgente para tratar al hijo del jefe local. El muchacho estaba a punto de morir debido a la gangrena en su pierna. Los lugareños lo llamaban “pierna de brujo”4, y la amputación era la única forma de salvar la vida del muchacho. Con solo cuatro meses de entrenamiento médico, el pastor Ford sabía poco sobre procedimientos quirúrgicos; tampoco tenía instrumentos quirúrgicos. Así que hizo lo que pudo con instrumental improvisado y, de acuerdo con sus palabras, “Dios hizo el resto”5. Con un cuchillo de carnicero y una sierra de carpintero, y sin anestesia, amputó la pierna del muchacho y, en poco tiempo, estaba completamente sano. La exitosa cirugía ayudó a que el pastor Ford se ganara el corazón de una familia que había sido hostil hacia la Misión y le permitiera el acceso a cientos de la tribu que no habían querido escuchar su mensaje.6
El pastor Ford realiza un examen dental en la Misión del Lago Colta en Ecuador.
Cuando terminó su trabajo en la Misión de Pomata, el pastor Ford tenía 28 solicitudes para abrir escuelas. La iglesia, a pesar de sus 400 asientos de capacidad, no era lo suficientemente grande y muchos de los que venían a adorar debían quedarse afuera del edificio. Ford preparó a 75 personas para el bautismo y había más de 400 personas en una nueva clase bautismal. Claramente, él se había ganado el corazón de la comunidad local.7
El pastor y la Sra. Ford con sus hijos Elden, a la izquierda, Sylvia y Billy. Los Ford tuvieron seis hijos. Theodore, Arlis y Donald murieron en su niñez.
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El pastor Ford dirigiendo un bautismo en Sudamérica.
Ecuador (1921–1931)
A continuación se pidió a los Ford que prestaran servicios en Ecuador. Y, a finales de 1921, llegaron al puerto de Guayaquil8, donde comenzaron un largo viaje en tren hacia Quito, la capital. Habían estado orando para que Dios los dirigiese al lugar correcto para trabajar y pidieron que, como señal, les diera una casa rodeada de gente que los recibiera bien. El pastor Ford pasó varias semanas visitando distintos lugares, pero ninguno estaba dispuesto a ofrecerle un hogar. Cuando se sintió impresionado para visitar la región de Colta, muchos trataron de desanimarlo. Le dijeron que allí vivían criminales y que era un lugar terrible para vivir. Ignorando los comentarios, visitó Colta y se sorprendió al encontrar una comunidad de 20.000 indígenas allí.9 La primera casa que visitó fue la de un hombre prestigioso e influyente que estaba enfermo. Cuando el pastor Ford comenzó a darle tratamiento médico, muchos vecinos llegaron a la casa, curiosos por ver al “gringo”, un término muy usado por los latinoamericanos para referirse a los extranjeros que hablan inglés. El pastor Ford les dijo que Dios los había enviado a él y a Lillian para abrir escuelas y sanar a las personas y que, si ellos querían, él y su familia podrían vivir en medio de ellos. La gente, que no tenía escuelas, mostró gran interés. El pastor les explicó que, para vivir allí, él necesitaba una casa para él y su familia, una casa 24
para un intérprete y un lugar para una escuela.10 Cuando el pastor Ford visitó Colta nuevamente, vio que los lugareños habían reservado tres chozas para su uso: una para el intérprete, una segunda para la escuela y una tercera, más alta que las anteriores, para acomodar sus casi dos metros de altura. Amistosos y amables con el pastor Ford, los lugareños le pidieron que se quedara con ellos y les enseñara cómo vivir y convertirse en cristianos. Cariñosamente lo llamaban “Pequeño Doctor”, debido a su gran estatura, y llegó a ser conocido con ese título en Ecuador.11 A fines de 1922, el pastor Ford se enfermó gravemente, desgastado por atender a casi 4.000 personas al mes y por aceptar invitaciones para predicar en muchas áreas nuevas. Los médicos recomendaron que se sometiera a cirugía inmediatamente, pero él no quería dejar su puesto hasta que pudiera llegar un reemplazo. La Misión no tenía dinero para enviar a nadie más.12 Finalmente, John, el hermano del pastor Ford, y su esposa, dejaron California y se dirigieron hacia Ecuador, el 7 de diciembre, para trabajar entre la gente.13 Muy pronto, después de su llegada, el pastor Ford pudo obtener la atención médica que necesitaba con urgencia. John Ford sirvió junto a su hermano en la Misión del Lago Colta durante 192315 y 1924.16 Aprovechando la ayuda de su hermano, el pastor Ford se fue con su esposa haciendo uso del primer permiso, o largas vacaciones, que le correspondían por ser misioneros extranjeros. Durante estas vacaciones visitó escuelas, universidades e iglesias para animar a los jóvenes a convertirse en voluntarios en misiones extranjeras y conseguir apoyo financiero para la causa. En octubre de 1924, los Ford regresaron a Lago Colta. Aunque tenían permiso del gobierno para abrir una escuela desde que llegaron a Lago Colta, no fue posible hasta después de 1924. Por aquel entonces, ya se había construido una iglesia en la Misión de Colta.17 Lo que lograron las familias Ford en la Misión del Lago Colta comenzó a producir una abundante cosecha, ya que las principales ciudades del país comenzaron a recibir el mensaje adventista.18 Estas dos historias resaltan cómo los Ford compartieron el amor de Jesús viviendo entre la gente, supliendo sus necesidades y tratándolas con el máximo respeto. ¡Que hoy podamos seguir el ejemplo de estos campeones de Dios! Fotos cortesía de Robert Ford, la Oficina de Archivos, Estadísticas e Investigación, y la Colección de la Familia Ford (PUC.MSS.083), Archivos y Colecciones Especiales de la Universidad Unión del Pacífico, Angwin, CA, EUA.
El pastor Ford, Lillian y Elden listos para viajar a Cajabamba, Ecuador, para comenzar su servicio misionero allí, en 1921.
1. “Citas y noticias” La Revista Adventista y el Heraldo del Sábado, 27 de diciembre de 1917, 23, 24. 2. “Misioneros veteranos interamericanos”, Visitante de la Unión Indígena Occidental, julio–septiembre de 1962, 6. 3. Orley Ford, “En la Misión de Pomata, Perú”, La Revista Adventista y el Heraldo del Sábado, 8 de agosto de 1918, 11.
16. “Misión de Ecuador”, Anuario de la denominación Adventista del Séptimo Día (1925), 164. 17. Thomas Gray, “Escribe nuestros nombres en el libro”, Mensajero Candiense de Occidente, 1º de septiembre de 1925, 2, 3. 18. Tablero de misión, “Nuevos desarrollos en Ecuador”, La gazeta de los oficiales de iglesia, 1º de enero de 1929, 16.
4. Información proporcionada por la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Archivo biográfico adventista de la Universidad de Loma Linda, bajo el título “FORD, ORLEY”. 5. Orley Ford, “Obra médico misionera en Latinoamérica”, El ministerio, para un poder mayor y más eficiencia, junio de 1945, 31-33. 6. “Abriendo el camino con la obra médica”, La Revista Adventista y el Heraldo del Sábado, 25 de mayo de 1922, 24. 7. Orley Ford, “Pomata, Perú”, La Revista Adventista y el Heraldo del Sábado, 5 de mayo de 1921, 24. 8. H. U. Stevens, “La peor comunidad de todo el país”, La Revista Adventista y el Heraldo del Sábado, 8 de noviembre de 1923, 12. 9. Orley Ford, “Trabajo indígena en Ecuador”, Informe Misionero, 1º de octubre de 1922, 24–26. 10. Ford, 25. 11. H. B. Lundquist, “Ecuador”, Boletín Sudamericano, 1º de diciembre de 1939, 4, 5. 12. J. L. Shaw, “La cosecha de la cosecha”, La Revista Adventista y el Heraldo del Sábado, 31 de agosto de 1922, 3. 13. T. E. Bowen, “Notas de la oficina de la Asociación General”, La Revista Adventista y el Heraldo del Sábado, 21 de diciembre de 1922, 24.
Casi 3.000 artículos y 6000 fotografías que presentan a misioneros adventistas, evangelistas, instituciones, eventos y creencias.
14. “Nuevas notas de la oficina” Segador de la Unión del Pacífico Norte, 26 de octubre de 1922, 8. 15. “Misión de Ecuador”, Anuario de la denominación Adventista del Séptimo Día (Washington, DC: Review and Herald®, 1924), 150.
encyclopedia.adventist.org 25
REPÚBLICA DE COREA
En medio de una tormenta
H Kaitlyn Lively, contratista gerente de relaciones públicas de la Universidad Adventista del Suroeste.
abiendo crecido inmersa en la vida de la pequeña ciudad universitaria de Keene, Texas, Deanna se sentía cómoda con su decisión de asistir a la cercana Universidad Adventista del Suroeste (SWAU, por sus siglas en inglés). Después de todo, era lo mismo que estaban haciendo sus amigos. Así que, en el año 2013, se inscribió para estudiar enfermería. “En aquel tiempo”, dice, “lo único que me interesaba era divertirme y vivir la vida universitaria”. Sin embargo, después de unos pocos semestres, Deanna comenzó a sentir que necesitaba un cambio; un nuevo comienzo. Pensó que sería mejor para ella vivir en Puerto Rico, con su abuelo, y continuar allí sus estudios de enfermería. Aún no podía darse cuenta de que se había mudado a Puerto Rico en el momento más
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peligroso. En 2017, el huracán María azotó la isla, causando gran destrucción y dejando devastados a Deanna y muchas otras personas. La devastación causada por la tormenta obligó a Deanna a abandonar Puerto Rico y, después de orar mucho, decidió regresar a SWAU a estudiar una carrera diferente; una relacionada con radio, televisión y cine. Además de sus estudios, Deanna hacía malabares con tres empleos: uno en el departamento de mercadotecnia y relaciones públicas; un segundo en la oficina de comercio; y el tercero en un restaurante y salón de 360 grados. También conoció a los miembros del departamento de Desarrollo y Vida Espiritual, un equipo dedicado a fortalecer a la juventud para que descubra dónde quiere Dios que se desempeñe. Con ellos descubrió
el programa En el Extranjero, que supervisa el envío de estudiantes misioneros. Un día, Deanna escuchó a un hombre hablar del programa para enviar estudiantes misioneros a enseñar en Corea del Sur. “Yo no tenía idea de que podía enseñar en el extranjero sin un título de maestra”, dice Deanna. A Deanna le gustó la idea de servir y se comprometió consigo misma a orar por esa posibilidad y a buscar más información acerca del programa. Ella ya había decidido ir a Corea cuando el COVID-19 golpeó en los Estados Unidos, y sus planes se volvieron inciertos. Había que superar muchos obstáculos, sin embargo Deanna todavía sentía que Dios la estaba llamando para enseñar en el extranjero. Uno a uno los obstáculos desaparecieron y pronto, luego de graduarse en el año 2020, Deanna empacó sus maletas y viajó hacia Corea. “Si Dios no hubiese abierto la puerta, entonces no se hubiese abierto”, dice Deanna. Deanna, ahora, se desempeña como maestra de inglés del jardín infantil de una nueva escuela en una ciudad pequeña. Ella está fascinada con lo rápido que sus estudiantes pueden aprender un nuevo idioma. La mayoría, si no todos, provienen de hogares no adventistas, así que la escuela es un verdadero campo misionero. “Poder enseñarles acerca de Dios significa un mundo para mí”, dice Deanna. “Y el que ellos quieran aprender más, me ayuda a continuar”. Deanna dice que estar en el extranjero ha sido una experiencia increíble para ella. “Lo que más extraño de mi hogar son los cultos vespertinos y estar en un lugar alabando y adorando con otras personas”. Debido al COVID-19, las iglesias de Corea del Sur tienen espacios limitados, así que Deanna ha tenido que ser creativa. Ella, sus colegas y el director, han conducido los cultos de su propia iglesia pequeña todos los Sábados por la mañana. Ellos se turnan para enseñar la lección y organizan su tiempo para reunirse con Dios. Por medio de sus experiencias en Corea, Deanna ha crecido en su relación con Dios, comprende mejor el lugar de trabajo y aprendió cómo trabajar en red con las personas. Para cuando regrese a Estados Unidos, tiene planes de usar su pasión y sus nuevos conocimientos para servir a su comunidad y, ojalá, tener algún día su propio estudio cinematográfico. Atravesar una gran tormenta, buscar a Dios en la SWAU y dar un salto de fe para trabajar como misionera en el extranjero, han puesto muchas cosas en perspectiva para Deanna. Ella ha visto a Dios cambiándola en su vida diaria, al salir de su zona de confort, y continúa apoyándose en Él. 1
Deanna con sus estudiantes.
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Deanna vestida con un atuendo coreano tradicional llamado hanbok.
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Si le interesa ser un voluntario, visite AdventistVolunteers.org.
Vea videos con historias sobre el Servicio Voluntario Adventista en m360.tv/avs.
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TRINIDAD Y TOBAGO
Discipulando a un dentista
T Historia por Andrew McChesney, Oficina de Misión Adventista
Animación por Diogo Godoy
odas las tardes en San Martín, una ciudad de Trinidad y Tobago, Magdalina se paraba afuera de una farmacia, esperando que su padre pasara a recogerla después de la escuela. A veces debía esperar más de una hora. Ella miraba a todas las personas que entraban y salían de la farmacia y se preguntaba si esas personas amaban a Jesús. Una tarde, mientras Magdalina subía al carro de su papá, le hizo una pregunta: “Mucha gente pasa por la farmacia”, dijo. “¿Puedo compartir con ellos algunos folletos misioneros?”. Él se puso muy feliz al escuchar que su hija quería compartir a Jesús con otras personas. “Sí, está bien”, dijo. Su papá encontró algunos folletos acerca del amor de Jesús, y Magdalina los puso en su mochila cuando se fue a la escuela el día siguiente. Después de la escuela, ofreció los folletos a las personas afuera de la farmacia. “Hola, ¿cómo está?”, decía Magdalina. “¿Puedo compartir con usted este folleto acerca del amor de Jesús?”. Todos aceptaron los folletos. Nadie pudo rechazarle ninguno. Cuando su papá pasó a
recogerla, ella anunció muy feliz que había regalado todos los folletos. Al día siguiente, y al subsiguiente, Magdalina llevó más folletos. Cuando repartieron todos los folletos, su papá le imprimió más copias en casa. Al poco tiempo, Magdalina notó que todos los días un dentista pasaba por la farmacia, de camino a su oficina. Cada tarde ella le entregaba un folleto y cada tarde él lo recibía. Magdalina le contó a su papá acerca del dentista. “Papi, ¿puedo hablarle de Jesús?”, preguntó. Su papá conocía al dentista. “Claro, no hay problema”, dijo. Al día siguiente, Magdalina estaba esperando que el dentista pasara por allí. “¿Tiene usted a Jesús en su vida?”, preguntó. El dentista se sorprendió por la pregunta. Él no había leído los folletos que le había dado la niña. “He oído de Jesús, pero no creo en Él”, dijo el dentista. A Magdalina le dio tristeza oír eso. “¿Tiene tiempo para escuchar una historia bíblica?”, dijo. Una vez más, el hombre no pudo rechazar la oferta y la invitó para que viniera a su oficina al día siguiente. El papá le dio permiso a Magdalina para ir a la oficina del dentista. Esa noche, Magdalina le
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pidió a su papá algunos versículos bíblicos acerca de Jesús para compartir. Ella hizo un pedido más: “El dentista no tiene una Biblia”, dijo. “¿Puedo regalarle una?”. Su papá encontró una Biblia nueva. Cuando Magdalina -al día siguiente- le entregó la Biblia, el dentista le dio las gracias. Cada día del mes siguiente, Magdalina fue a la oficina del dentista después de la escuela. Ella y el dentista leían juntos la Biblia y hablaban acerca de las historias. Lentamente, el dentista comenzó a creer en Jesús. Así que Magdalina invitó a su nuevo amigo para que fuera a la iglesia con ella el próximo Sábado. “Sí, tengo tiempo”, dijo. “Puedo ir”. Magdalina, entusiasmada, le contó la noticia a su papá cuando pasó a recogerla. “Invité al dentista para que vaya conmigo a la iglesia, ¡y dijo que sí!”, dijo ella. El Sábado, Magdalina, su mamá y su papá recogieron al dentista de camino a la iglesia. “Su hija es maravillosa”, dijo el dentista a los padres. “Antes yo no sabía nada de Jesús. Pero ahora lo conozco”. Magdalina se convirtió en una verdadera misionera cuando compartió los folletos con el dentista y le habló acerca de Jesús. Ella quiere vivir el resto de su vida compartiendo a Jesús con otras personas. 1
Magdalina ofreció folletos acerca de Jesús afuera de la farmacia.
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Magdalina le pidió a su papá algunos versículos bíblicos acerca de Jesús, para compartirlos con el dentista.
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Todos los días, después de la escuela, Magdalina y el dentista leían juntos historias de la Biblia.
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Magdalina, su mamá y su papá, y su nuevo amigo dentista, camino a la iglesia.
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Magdalina en su hogar, en Trinidad y Tobago.
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Más historias en Revista Misión (también conocida como Informe Misionero) para niños.
Encuentre docenas de inspiradoras historias para niños en AdventistMission.org/childrens-mission-quarterly. Vea esta historia en m360.tv/s2128!
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MALAUI
Enfrentando la tercera ola del COVID con serenidad y una silla de playa
“¿Q La voluntaria Sharon Weaver Pitmann, trabaja como vicerrectora de la Universidad Adventista de Malaui, África.
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ué? ¿Quince estudiantes más han dado positivo para COVID? ¿Cómo puede ser eso?”. “Pero, espere”, advierte nuestro decano de estudiantes, “hay más noticias. Cincuenta estudiantes más están en cuarentena”. Luché por contener las lágrimas mientras pensaba en que debía reanudar todos los protocolos tan habituales de sanitizar los salones de clases, comprar mascarillas faciales y crear afiches acerca del distanciamiento físico. Esta era la tercera ola de nuestra batalla contra el COVID en la Universidad Adventista de Malaui. Casi nos hundimos económicamente durante la primera ola, y apenas podíamos imaginarnos lo malo que sería esta ola. Las noticias de India nos causaron conmoción y temor. Nuestro equipo de Preparación y Respuesta COVID, exhausto por estar en las líneas frontales de esta guerra, recientemente solicitó una asignación de riesgo extra. Pero nuestra Junta Ejecutiva tuvo que negarse a su petición, porque todavía estamos pagando los salarios atrasados del personal de la
facultad, que tuvo que sobrevivir con el 50 por ciento de su salario durante la primera ola, cuando el gobierno nos cerró por un semestre completo. Me senté en mi silla pasando mis manos por mi cabellera gris. “Señor”, oré. “Tú me llamaste al servicio misionero voluntario, ¡pero no veo cómo esto pueda ser lo que tenías en mente!”. Nunca, en mis 35 años de experiencia en la educación superior, soñé que mi “retiro” sería dos veces más intenso y más desafiante que toda mi carrera. Nunca me había sentido más desprovista de conocimiento y sabiduría profesionales que en ese momento. “Señor”, rogué, “por favor despeja Tú los desafíos que el diablo ha puesto en nuestro camino”. Cuando me senté en la soledad, sentí una suave voz diciendo: “Hija mía, amo a esta universidad más de lo que tú nunca lo harás. Entra en el agua y yo separaré la tercera ola, tal como lo hice con la primera y la segunda olas”. Inundada de seguridad, reuní a nuestro equipo y trazamos el camino a seguir con el poder de Dios. Aumentamos nuestros módulos de capacitación por internet y pusimos más materias
¿Sabía que puede encontrar Misión 360º en la aplicación issuu o en issuu.com?
curriculares a disposición de nuestros estudiantes en cuarentena. También contratamos a un director de cursos por internet para que nos ayudara. ¡Ahora estamos mejor preparados que antes! Además, nuestros estudiantes que dieron positivo en las pruebas COVID han experimentado solo síntomas menores. Nadie dio positivo en nuestro segundo campus y el miembro de nuestro personal, que estaba más grave, fue dado de alta del Hospital Adventista de Malamulo y está mejorando. Hace unos pocos días, me senté contemplando el Lago Malaui, mientras me preparaba para presidir la Conferencia Nacional de Malaui sobre Educación Superior. La conferencia se ha postergado dos veces debido al COVID. Mientras los monos jugaban cerca de mi silla, pensé: Ahora sí, ¡este es el retiro que había planeado! Pero un momento después sonó mi teléfono, llamándome de vuelta a mis deberes. “El equipo del Ministerio de Educación Superior está aquí para afinar los detalles finales para la conferencia”. Mientras me apresuraba, volteé a mirar la silla
y pensé en todos mis colegas “playeros”, que disfrutan un verdadero retiro y sonreí. El Señor tiene un gran sentido del humor al llamarme a mí a este “retiro” con verdadero valor agregado, donde puedo servir, ¡pero también disfrutar unos pocos minutos en la playa!
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