Revista Misión 360° - Misión Adventista - Vol 9 No 3

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E S TA D OS U N I D OS

Sí, ¡soy colportora!

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“M

óvil 1, ¿me copias? Soy Ellie, ¡lista para salir!”. Sostengo el equipo de radio portátil con la única mano sin guantes al salir al camino desde la última casa de la cuadra, llevando una bolsa de libros un poco más liviana de lo que estaba hacía una hora. Pronto, Olivia, la líder de nuestro grupo (también llamada móvil 1), aparece en su coche y yo salto al asiento trasero, entusiasmada por mi nueva asignación. ¿Por qué voy de casa en casa por las calles cubiertas de nieve de Niles, Michigan, a mediados de enero, con los dedos de mis pies entumecidos, y mis manos que se congelan y están

Proveniente de Estados Unidos, Ellie Bitukofer se desempeñó como estudiante misionera y trabajó en el programa de colportaje Youth Rush de la Asociación de Michigan. Actualmente, ella es una estudiante graduada de fonoaudiología de la Universidad Andrews de Berrien Springs, Michigan, donde ayudó a formar un club de colportaje denominado Youth Rush.

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a punto de sangrar? La respuesta es simple: si yo no voy, ¿quién irá? A lo largo de este semestre, tres amigas y yo, todas estudiantes de tiempo completo de la Universidad Andrews, perseguimos nuestro objetivo de formar un club para unir a las personas del área, interesadas en colportar. El colportaje, también conocido como evangelismo de las publicaciones o prestar servicios como colportor, involucra la venta de literatura cristiana. El club funciona en el campus de la Universidad Andrews, con atención remota desde el programa de colportaje Youth Rush de la Asociación de Michigan. Lo que comenzó con un puñado de jóvenes, un nevado día de enero, creció hasta convertirse en un grupo de 12 personas colportando cada dos domingos. Ocasionalmente hacemos reuniones para unir a antiguos colportores e inspirar a los nuevos para servir. De hecho, debido a la campaña de reclutamiento, y a la bendición del Espíritu Santo, seis jóvenes firmaron para participar del programa de verano de 10 semanas. Mientras que a los colportores se les permite reservar para sí una parte del dinero que obtienen, a los participantes se les recuerda continuamente que “primero son evangelistas y después vendedores”. Esta actitud se hace evidente cada noche, cuando los estudiantes regresan ansiosos por compartir historias de encuentros guiados por Dios, experiencias que fortalecen la fe y oraciones contestadas. ¡Y qué increíbles historias! En nuestro primer día de colportaje, una mujer con una camiseta de mangas cortas estuvo 15 minutos parada en la entrada de su casa, con una temperatura para congelarse, sosteniendo nuestra colección devocional mientras intentábamos cerrar la venta. Ella explicó que la reciente muerte de su madre había aumentado su interés por las cosas espirituales. Con los libros en su mano, mientras entraba a su casa, exclamó: “¡Estoy ansiosa por leerlos todos!”. Bethany, una de nuestras estudiantes colportoras, compartió una interesante conversación que tuvo mientras colportaba. El hombre había mostrado poco interés en los primeros libros que ella le mostró, pero cuando vio El Gran Conflicto de Elena G. de White, el subtítulo “La historia de la libertad y el fin del sufrimiento” llamó su atención. “¡Yo tengo un libro budista con ese título!”, exclamó. Compró el libro, prometiendo leerlo pronto.


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