TRINIDAD Y TOBAGO
Discipulando a un dentista
T Historia por Andrew McChesney, Oficina de Misión Adventista
Animación por Diogo Godoy
odas las tardes en San Martín, una ciudad de Trinidad y Tobago, Magdalina se paraba afuera de una farmacia, esperando que su padre pasara a recogerla después de la escuela. A veces debía esperar más de una hora. Ella miraba a todas las personas que entraban y salían de la farmacia y se preguntaba si esas personas amaban a Jesús. Una tarde, mientras Magdalina subía al carro de su papá, le hizo una pregunta: “Mucha gente pasa por la farmacia”, dijo. “¿Puedo compartir con ellos algunos folletos misioneros?”. Él se puso muy feliz al escuchar que su hija quería compartir a Jesús con otras personas. “Sí, está bien”, dijo. Su papá encontró algunos folletos acerca del amor de Jesús, y Magdalina los puso en su mochila cuando se fue a la escuela el día siguiente. Después de la escuela, ofreció los folletos a las personas afuera de la farmacia. “Hola, ¿cómo está?”, decía Magdalina. “¿Puedo compartir con usted este folleto acerca del amor de Jesús?”. Todos aceptaron los folletos. Nadie pudo rechazarle ninguno. Cuando su papá pasó a
recogerla, ella anunció muy feliz que había regalado todos los folletos. Al día siguiente, y al subsiguiente, Magdalina llevó más folletos. Cuando repartieron todos los folletos, su papá le imprimió más copias en casa. Al poco tiempo, Magdalina notó que todos los días un dentista pasaba por la farmacia, de camino a su oficina. Cada tarde ella le entregaba un folleto y cada tarde él lo recibía. Magdalina le contó a su papá acerca del dentista. “Papi, ¿puedo hablarle de Jesús?”, preguntó. Su papá conocía al dentista. “Claro, no hay problema”, dijo. Al día siguiente, Magdalina estaba esperando que el dentista pasara por allí. “¿Tiene usted a Jesús en su vida?”, preguntó. El dentista se sorprendió por la pregunta. Él no había leído los folletos que le había dado la niña. “He oído de Jesús, pero no creo en Él”, dijo el dentista. A Magdalina le dio tristeza oír eso. “¿Tiene tiempo para escuchar una historia bíblica?”, dijo. Una vez más, el hombre no pudo rechazar la oferta y la invitó para que viniera a su oficina al día siguiente. El papá le dio permiso a Magdalina para ir a la oficina del dentista. Esa noche, Magdalina le
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