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Mismidad e ipseidad
from Ágora número 26
by Ágora Colmex
MISMIDAD E IPSEIDAD EL DOBLE DESENVOLVIMIENTO DE LA IDENTIDAD COMO IDENTIDAD NARRATIVA, EN EL RETRATO DEL ARTISTA ADOLESCENTE, DE JAMES JOYCE Ángel García Díaz
Torrente Ballester escribiría del Retrato del artista adolescente que “aquella
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manera de narrar y lo que se narraba en el Retrato [...] me resultaba absolutamente nuevo
y, sin embargo, adivinado o presentido: como un reconocimiento y también, como un
espejo” 1
. Esta prefiguración muestra, en primera instancia, la impresión del escritor
español frente a la innovación lograda en esta obra de Joyce. Irónicamente aquello nuevo, dice Torrente, también es un presentimiento; como si la expectativa del futuro y la
vivencia del pasado se fusionaran en el acontecimiento de lectura. Así, dada la unificación de horizontes en el sujeto, por todo su bagaje vivencial vertido en la lectura, podría
elaborarse la siguiente pregunta: ¿Aquella genialidad novelesca, entendida como discurso
1
Gonzalo Torrente Ballester, “Mis Lecturas de Joyce. Recuerdos.”, Camp de l’arpa, 52 (1978), p. 5.
ajeno, se puede implicar en mí, de tal manera que sienta mi yo, mi sí mismo, como
realmente plasmado allí? No se hablará aquí del proceso de lectura, pero se puede extraer
este ejemplo como detonante para tratar los cuestionamientos que interesan: la identidad,
el sí y la influencia de lo ajeno.
El retrato del artista adolescente, novela publicada por el diario The Egoist,en formato de
entregas, entre los años 1914 y 1915, cuenta la historia del joven Stephen Dedalus y la
evolución que tiene a lo largo de su crecimiento. En esta obra se puede observar cómo,
con el paso del tiempo, el adolescente despliega por igual la evolución y transformación
de una serie de reflexiones respecto del mundo y de sí mismo, mediante la intromisión
de influencias directas por parte de su familia, de su educación religiosa y de sus propias
concepciones. El caso a destacar de este proceso es la forma en la que su identidad
se desarrolla discursivamente. La constitución de la novela muestra que el discurso de
Dedalus, mediado a su vez por el discurso del narrador, se implica en un juego oscilante
entre lo que Paul Ricœur llama ‘mismidad’ e ‘ipseidad’. Lo que implica, también, el paso
de un estado de confluencias de voces del discurso al de la palabra madura de Dedalus:
mientras que en las etapas más tempranas su pensamiento es moldeado, según ideologías
y discursos externos, en su madurez, Stephen se concibe dentro de sí mismo y no a partir
de lo ajeno.
Para poder situar este problema de la concepción del sí, dentro de la novela, es necesario
retomar dos ejes de estudio: el género de Bildungsroman, comúnmente asociado a esta
obra; y el concepto de polifonía, desde los estudios de Bajtin, los cuales se anudan a la
línea principal de este trabajo: la propuesta de Paul Ricœur de la idea de identidad, aplicada
a la novela. Dado que los dos primeros ejes se anudan a la idea de identidad narrativa,
se comenzará con un pequeño resumen de la idea de identidad, en tanto oscilación de
ipseidad y mismidad. En su estudio Sí mismo como otro, Paul Ricœur propone una
manera de analizar la identidad del sí a partir de una distinción entre mismidad e ipseidad.
El autor dice que la idea de mismidad, una continuidad ininterrumpida del sí, se implica
en un horizonte temporal, en tanto concepción cuantitativa de reidentificación del sí
a la potencia n, 2
y cualitativa, según el criterio de similitud entre el elemento X con el
elemento Y.
Ahora bien, cuando el sujeto habla de sí mismo, se abre un doble despliegue de
permanencia en el tiempo, a través del carácter y del mantenimiento de la palabra o
promesa. 3
Es en el aspecto del carácter en donde surge una colisión entre mismidad e
ipseidad en razón de la alteridad. En otras palabras, la identidad-ipse (cuya característica
principal es la variabilidad del sí) se encuentra encubierta por la identidad-idem; en
tanto que la inconsistencia del sí, advenida por la llegada de nuevos rasgos al carácter,
se sedimenta en el sujeto para permanecer. Este es el punto justo de coincidencia entre
mismidad e ipseidad. 4
En cambio, la ipseidad se separa de la mismidad en la permanencia
en cuanto palabra dada, ya que pese a la aparente influencia de lo otro, a los cambios
sufridos por el tiempo, el sí o la promesa sigue manteniéndose. 5
Esta dialéctica entre mismidad e ipseidad se amplifica por medio de su propia
contención en la problemática de la identidad narrativa. 6
Pero, antes de esto, se debe aclarar
cómo es que la identidad narrativa, transformada en identidad del personaje, se construye
a través de la trama. Esto no se produce sino a través de la concurrencia de concordancias
y discordancias, que ponen en peligro la identidad. 7
Ahora bien, la dialéctica se maximiza
al situar en la concordancia toda identificación del sujeto como singularidad distinta y,
en la discordancia toda ruptura temporal, por medio de acontecimientos imprevisible. 8
A
esta concurrencia, Ricœur le llama configuración, 9
en la que el personaje se implica como
identidad correlativa. 10
En la concordancia, el personaje saca su singularidad de la unidad
de su vida considerada como la totalidad singular, que lo distingue de cualquier otro. Por
su parte, en la discordancia, la totalidad temporal se ve afectada por la ruptura de los
2
Paul Ricœur, Sí Mismo Como Otro, Siglo XXI, 2006, p.110. 3
Ibid., p.112. 4
Ibid., p.113. 5
Ibid., p.119. 6
Ibid., p.137 7
Ibid., p.138. 8
José Biedma, “Hermenéutica del Sí Mismo en cuanto Otro.”, Boletín Millares Carlo, 26 (2007), p. 84. 9
Paul Ricœur, op.cit., p.140. 10
Ibid., p.142.
acontecimientos imprevisibles que la van señalando (encuentros, accidentes, etc). 11
Así,
esta síntesis hace que la contingencia del acontecimiento contribuya a la formación de
la historia del personaje. Finalmente, queda destacar que la identidad narrativa ejerce su
función mediadora de la mismidad e ipseidad sirviéndose de las variaciones imaginativas,
que se articulan en la narración. En este contexto, las novelas de educación, así como las
de flujo de conciencia, se posicionan en un horizonte en el que la alteridad narrativa pone
en juego el estatuto de identificabilidad del sí; de manera que, en realidad, es el personaje
quien demarca el desenvolvimiento de la trama. Así, en el caso de El retrato, la narración
dependerá de la oscilación de identidad de Dedalus.
En este punto, el estatuto de la novela de educación, en el marco de la dialéctica de la
identidad, se inscribe al eje del Bildungsroman; siendo esta la idea de una narración como
posicionamiento en el mundo frente a los modelos adultos, en el que el egocentrismo se
materializa, a través de una narración desde el yo, y en el que se postula una condición
de búsqueda de voz propia. 12
Esta definición coadyuva a la directriz hermenéutica de la
dialéctica de la identidad, a partir de la idea del yo, en este caso, el yo de Dedalus, que
desenvuelve a la propia narrativa y la configura como oscilación de ipseidad y mismidad.
Ahora bien, dado que esta novela, en tanto Bildungsroman, implica una configuración
narrativa, a partir del desarrollo del sí; se debe tomar en cuenta la pertinencia del discurso
ajeno a Dedalus, que se inmerge en él en forma de innovación y sedimentación de los
rasgos nuevos de carácter. Esta perspectiva se aborda desde el tercer eje temático: la
polifonía. Para entender dicha idea, es necesario remitirse a la propuesta bajtiniana, la cual
introduce dicho concepto con la idea de ‘la palabra’: un fenómeno social que une forma y
contenidos, a través de unidades estilístico compositivas, que se entrelazan entre sí de una
manera dialógica, hasta llegar finalmente a la construcción de la novela. 13
¿Qué es lo relevante, entonces, del fenómeno de polifonía en la novela? Lo que
genera la tensión de la diversidad del lenguaje es justamente que este factor ‘estorba’
11
Ibid., p.147. 12
Aránzazu Sumalla, “El Adolescente Como Protagonista Literario.”, Temas de Psicoanálisis, 5 ( 2013), p. 13. 13
Mijaíl Bajtín, Teoría y Estética de La Novela, Taurus, 1989, p.77.
en la comprensión del objeto enunciado. En un texto con lenguaje unívoco, el objeto
es aprehendido de manera inmediata, ya que el lenguaje remite a una centralización
conceptual de dicho objeto; es decir, la palabra como entidad homogénea y centralizada.
En el caso de la palabra polifónica, esta tiene que someterse, en su trayecto hacia el
objeto, a un proceso dialogante: un ‘oscurecimiento’ de la opinión social, la cual implica
sus concepciones propias en la aprehensión del objeto, la cual provoca que el grado de
objetividad se vea atenuado por la heterogeneidad del lenguaje ajeno. De este modo, la
palabra, al pasar por la mirada de las palabras ajenas, se ve modulada en su aspecto y tono
estilístico. Este proceso, diría Bajtín, no es sino la imagen misma de la prosa novelesca. 14
Ahora bien, en dicha construcción de la novela, convergen diferentes estilos
compositivos o unidades heterogéneas, dentro de las cuales se encuentran los discursos
propios de los personajes, colocada por el autor ruso como el quinto elemento
convergente. En este análisis se toma prestada dicha unidad de heterogeneidad enunciada
por Bajtín, pero, ahora, reinterpretada como aquél acontecimiento narrativo, en el que
el discurso del protagonista se encuentra invadido por una serie de discursos ajenos.
Esta concepción de dicha unidad, integrada en el todo novelesco, se implica en el juego
paradójico de la innovación y la sedimentación; en el cual el discurso polifónico parte,
aparentemente, como un objeto de alteridad en el carácter del personaje, pero que, a la luz
de la idea de identidad narrativa, no necesariamente se teje como el elemento discordante.
El retrato de Joyce ofrece un claro ejemplo del proceso dialogante, en el cual la
palabra de Dedalus, guiada y mostrada por el discurso indirecto, sufre una convergencia
de voces externas que se reformulan en el propio discurso, a través de diferentes
estrategias compositivas. Como se dijo anteriormente, esta novela retrata la evolución del
joven desde la ingenuidad de la infancia hasta la madurez de la juventud. Este proceso
se ve reflejado en los propios mecanismos discursivos, que sirven como estrategias
compositivas de la obra. Bubnova recalca esta noción diciendo que los lenguajes sociales
se proyectan en la novela por medio de procedimientos muy concretos: a través del
14
Ibid., p. 95.
discurso del narrador y de los personajes. 15
Para dar cuenta de estos mecanismos, Filinich
propone cuatro modos básicos de articulación del discurso: el discurso directo libre, el
discurso directo regido, el estilo indirecto libre y el estilo indirecto regido. 16
De estos
cuatro, es la tercera clase de articulación la que sin duda opera en mayor medida en El
retrato. Así, el discurso indirecto libre, pertinente por el estado no ‘reccional’ o ambiguo,
así como la indirecta exteriorización de la subjetividad del personaje, se inscriben como
elementos conformantes de la constitución novelesca y, por lo tanto, de la identidad
narrativa.
No se debe dejar de lado que, tratándose de una Bildungsroman, el protagonista
evoluciona en su lenguaje y pensamiento. Se podría decir que sufre un proceso durante
el cual depura el pensamiento ajeno, para lograr ‘limpiar’ su identidad y acercarse a un
sí mismo narrado desde su propia voz autónoma, incluso tomando, aparentemente, el
control de la voz narrativa. Esto es lo que demarca la oscilación entre ipseidad y mismidad
del personaje como identidad narrativa, ya que lo polifónico se impregna en la dialéctica
de la innovación de la mismidad (o ipseidad encubierta); pero no se sedimenta como un
rasgo permanente, sino que detona una discordancia de la trama, forjándose, entonces,
una alteridad en Dedalus, que se enuncia como un “sí aparente que se altera para un sí
más puro”, en el cual los rasgos del discurso ajeno, entendido como acontecimiento, no
prevalecen.
Es en las primeras etapas de formación en las cuales Dedalus se encuentra en una
situación de influencia directa de lo ajeno. Si bien los deícticos, es decir, los elementos
lingüísticos que se refieren a un sujeto de la narración, remiten al propio personaje, su
conciencia narrada refleja la convergencia de voces ajenas que se cruzan en su interioridad:
Oyó la voz del prefecto que decía la última oración y él rezó también para librarse de la oscuridad de afuera [...]. Le temblaban los dedos al desnudarse en el dormitorio. Les mandó que dieran prisa. Para no irse al infierno cuando muriera, era necesario desnudarse y luego arrodillarse y
15
Tatiana Bubnova, “El Espacio de Mijail Bajtín: Filosofía Del Lenguaje, Filosofía de La Novela.”, Nueva Revista de Filología Hispánica, 1 (1980), p. 98. 16
María Isabel Filinich, La Voz y La Mirada, Plaza y Valdés: UAP, 1997, p. 173.
decir sus oraciones particulares y estar en la cama antes de que bajaran el gas. 17
Al crecer, Stephen vive una serie de experiencias, las cuales provocan que él junto
con su familia se trasladen a Dublín. En una visita de Dedalus y su padre a la antigua
universidad del progenitor, el hijo comienza a mostrar un estado intermedio de lucidez,
en el que hay, por primera vez, un brote de la individualidad autónoma frente al discurso
ajeno. En este estado, el protagonista se extraña al ver en lo exterior elementos que
aparentemente solo se encontraban en su mente:
Le extrañaba el encontrar en el mundo externo huellas de aquello que él había estimado hasta entonces como una repugnante y peculiar enfermedad de su propia imaginación. Sus sueños monstruosos le acudieron en tropel a la memoria. También ellos habían brotado furiosamente, de improviso, sugeridos por simples palabras. Y él se había rendido y los había dejado filtrarse por su inteligencia y profanarla, sin saber nunca de qué caverna de monstruosas imágenes procedían, dejándoles siempre, tan pronto como se desvanecían, débil y humilde ante los demás, asqueado de sí mismo e intranquilo. 18
Lo que causa tensión en este pasaje es la dicotomía presente entre lo aparente y lo
real. Es aparente el estado en el que él mismo se concebía como productor y autor de
las imágenes repugnantes. Lo real es que dichas imágenes, también, están presentes en el
mundo exterior; como ‘repugnancias’ que entraron a través de la influencia ajena en los
anteriores pasajes. Este apartado revela una primera instancia de la dialéctica del sí en sus
dos dimensiones, ya que se puede ver la coincidencia entre identidad-ídem e identidad
ipse en el aspecto del carácter: lo ajeno es sedimentado en Dedalus, aunque eso ajeno lo
creía como de sí mismo. Paradójicamente, este momento, también, se concibe como el
inicio de la separación de mismidad e ipseidad, por medio de la paradójica discontinuidad
del mantenimiento del sí (aquel sí no influenciado por la sedimentación de los rasgos
adquiridos).
17
James Joyce, Retrato del artista Adolescente, Premia, 1981, p. 18. 18
Ibid., p. 88.
Un ejemplo de esta discordancia, por el mantenimiento del sí, se da en los episodios
finales donde el héroe, después de superar el discurso religioso impuesto en la academia,
se declinará por el lenguaje estético; es decir, por el arte y la razón sobre los conceptos
políticos y religiosos imperantes en su contexto familiar y escolar. En este punto, la
palabra de Dedalus se apropia del estilo indirecto sin desprenderse de él:
Despertó hacia el amanecer. ¡Oh, qué música tan dulce! Su alma estaba húmeda de rocío. Sobre sus miembros dormidos unas frías ondas de luz se habían deslizado. Estaba echado aún, como si su alma yaciera entre unas aguas frías, consciente solo de la música dulce y vaga. Su mente se iba despertando lenta, hacia un tembloroso conocimiento matinal, hacia una matinal inspiración. Estaba lleno de un espíritu, puro como el agua más pura, dulce como rocío, móvil como música. Pero, ¡Cuán tenue era aquél hálito! ¡Cuán desapasionado era! Tal un aliento de serafines que apenas le rozase. 19
Esta cita da cuenta del estado oscilatorio de la identidad de Dedalus entre mismidad
e ipseidad. Irónicamente, lo concordante de la identidad narrativa se encontraba en la
interioridad de Dedalus, bañada por la alteridad ajena; pero lo discordante se desenvuelve
como la identidad del personaje, que mantiene su sí a pesar de lo ajeno. De esta manera,
lo oscilatorio se resume como paradoja en el Dedalus cuya concordancia narrativa se
ubica en la alteridad, y cuya discordancia narrativa se cimienta en el mantenimiento del sí.
19
Ibid., p. 88.