DISCURSO DE UN ENFANT TERRIBLE Es hora de hablar de mí, del niño que se encontró un poema y se perdió en el laberinto de las ensoñaciones: ¡mi anhelo se agranda en la noche! A la hora que se acentúa este dolor marcado en mi pecho como un reloj, no duermo por resguardar el tesoro del mañana incierto defendido por mí con lunas, dientes y uñas fieras. Me gasto el hoy asomado al pozo de los deseos, kamikaze aleccionado en sílabas de sueño. ¿Qué voy a hacer cuando me pregunten por mi heredad? ¿Con qué mentira o disculpa andaré entre los hombres que me vieron gritar y lanzarme al aire como un cohete y caer si mi ala no roza siquiera el borde de una cumbre, si la rompe la tempestad de la fortuna? ¡Mi sueño se ensancha en la noche y ya no cabe en mí! II He dado las horas de la fiesta y del descanso a la muerte anticipada, para probarme las pesadas vestiduras de terciopelo y el encaje luctuoso, tan caro, de lo que tal vez no seré jamás. A pesar de todo el fragor de este fuego que carcome ya mis talones, no renuncio a mi trapo impregnado de éter que me anestesia y disuelve las pesadas burlas con que algunos intentan lapidar mi talento, sea éste cual sea. ¿Pero… por qué esta manera de hablar… si al comparar el pulso de mis ansias con las ansias erráticas de otros hombres de palabras, muchas, muchas veces las encuentro tan pobres, tan nimias, que corro velozmente en línea recta hacia delante a escupir una feroz y triunfal carcajada? Soy lo que quiero ser. Pero no estoy seguro de ser feliz. No lo sé. Se me agolpa la incertidumbre en el cerebro, hierven en mí los pensamientos como en olla de presión. (En verdad no sé si soy feliz…) III 16