HOMOPEDOFILIA INCESTUOSA I Me llamo ******, tengo 14 años. Mi nombre suele evocar aquellos algodones en lo alto de luminosos cielos, acolchonados vellones donde los ángeles retozan. Pero mi nombre e imagen sólo me evocan culpa, vergüenza de manos sucias, de pensamientos comprometedores y tristes anocheceres sin estrellas. Mi existencia se ha visto nublada por un grisáceo recuerdo: el de la tarde en que mi padre manchó los algodones de sangre, desgarró los ingenuos vellones e hizo del cándido ángel receptáculo de pecados donde el crimen iza su bandera. II Recuerdo: aquella tarde la pubertad era aún en mí alegre como un sol, mis cabellos rubios vibraban en el aire lo mismo que un millar de abejas. Fue cuando él regresó de su taller. Estaba alcoholizado. El bulto de su pantalón era muy notorio; pero yo no sospechaba nada. Sus manos grandes y sucias de grasa sobaron las mías. Entonces supe lo que estaba pasando. Fue allí cuando sentí la cárcel del pánico que se cerraba ante mi cara, asegurando una condena de vitalicias cadenas. Cuando vi su pene firme cual mástil en su cuerpo desnudo recordé que mi fuerza era inútil al caso, que las puertas de la calle estaban cerradas con llave y que no teníamos vecinos. Él me estrujó la inocencia y su boca sabía horrendo cuando me besaba. Entonces me precipite en un doloroso sopor de minutos como centurias No deseo contar detalles de su trozo viril de carne en mi virginal garganta, de su estallido seminal en mi recto. Ustedes sabrán entenderlo. III Ha pasado apenas un año. Mi único consuelo es la certeza 73