:: Miguel Servet, médico y teólogo de la Reforma Ferran Sabaté Casellas Doctor en Medicina. Profesor de la Universitat de Barcelona
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iquel Servet y Conesa (15111553) fue un relevante médico y teólogo del Renacimiento, poco conocido, porque sus ideas radicales no fueron aceptadas, ni por los católicos ni por los protestantes, que lo persiguieron hasta matarlo en la hoguera, intentando silenciar sus ideas, quemando también sus libros. Nacido en el territorio de la antigua Corona de Aragón, es un fiel exponente del movimiento cultural europeo del siglo XVI, conocido con el nombre de Humanismo. La cultura del Renacimiento prescinde del legado del medioevo –el escolasticismo–, y hunde sus raíces en la antigüedad clásica. Los humanistas se interesan y toman como modelo la literatura y la ciencia grecorromanas. Aprende las lenguas originales, con la finalidad de descubrir, sin intermediarios, los orígenes. Otra característica de este período, es la revalorización del individuo, como ser racional y centro de la Creación. Todo esto, en un clima de descubrimientos geográficos y cambios técnicos, sociales, económicos y religiosos. El siglo XVI es una época de transición entre la Edad Media y la Moderna. De cambio de mentalidades. Se produce el descubrimiento de nuevas tierras, la imprenta, las armas de fuego, el comercio internacional, la aparición de los estados y la reforma de la religión dominante. En este contexto europeo, aparece la figura de Miquel Servet, hombre polifacético y apasionado, que se entrega sin
reservas a investigar y difundir las ideas que le parecen genuinas y justas. A los 17 años –en el curso 1528-1529–, fue enviado por su padre –que era notario en la villa de Sijena– a Tolosa de Lengadòc, para estudiar leyes y seguir la profesión paterna. Allí entro en contacto con estudiantes de otras partes de Europa, donde ya se había iniciado el movimiento de la Reforma Protestante. También tuvo acceso a la lectura de la Biblia en los idiomas originales, así como a la incipiente literatura teológica de los promotores de la Reforma. También en Tolosa tuvo ocasión de leer el libro Theologia Naturalis. Liber creaturarum o Liber de homine, del catalán Ramon de Sibiuda, que había sido profesor de medicina y teología, y rector de la Universidad de Tolosa en el siglo XV. En su libro, este autor dice que: «Dios nos ha dado dos libros para nuestra guía: uno es el libro universal de las cosas creadas o el libro de la Naturaleza. El otro, son las Sagradas Escrituras. El primero fue dado al hombre desde el principio, cuando fue creado el mundo; el segundo es para completar y resolver las dificultades encontradas.» Esta estancia en Tolosa –con sus lecturas y conversaciones– marcó profundamente al joven Servet, y cambiaron radicalmente el rumbo de su vida y su orientación profesional. En 1529 regresa a Barcelona y seguidamente parte con el sequito del rey Carlos V hacia Bolonia, para asistir a su coronación como Emperador, por el papa Clemente V. De esta experiencia, escribió lo siguiente: 37
«He visto, con mis propios ojos, llevar al Papa sobre los hombros de los príncipes, con toda su pompa, haciéndose adorar a lo largo del recorrido por el pueblo arrodillado. Todos aquellos que habían conseguido besar los pies o sus sandalias, se consideraban más afortunados que los demás, y proclamaban que habían obtenido numerosa indulgencias, gracias a las cuales les serian reducidos años de sufrimientos infernales. ¡Oh la más vil de la bestias!»
La contemplación de la ostentación del papado, le reafirmaron en la necesidad de una profunda reforma religiosa. A partir de este momento, acude a la Dieta de Augsburgo ( julio 1530), donde, probablemente, conoce a Melanchton. De allí se dirige a Basilea, donde será alumno y huésped del reformador Ecolampadio, y publicará su primera obra: De Trinitatis Erroribus, que causó un gran revuelo, tanto entre católicos como protestantes. En esta obra afirma que, la idea trinitaria es ajena al cristianismo bíblico primitivo, y que esta doctrina fue añadida en el Concilio de Nicea, procedente de la filosofía pagana griega. Servet no aceptaba la división de la divinidad y consideraba que las personas de la Trinidad son formas o manifestaciones. Al año siguiente publicó Dialogorum de Trinitate libri duo, en que matiza las afirmaciones del primero y hace una vehemente defensa del libre albedrío del cristiano, lamentándose de la falta de libertad dentro del movimiento de reforma, y tachando a sus dirigentes como «tiranos de la iglesia».
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