BOCA DE SAPO N° 30

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CRÓNICA

Me llaman Caye Por Luciana Arriaga

S

uena la música en cada uno de sus pasos: “Me llaman calle pisando baldosa, la revoltosa y tan perdida”, parece una aparición de la Pachamama. Con el ostentoso cuero curtido, es fuerza, es salud, coraza acaramelada, parece el churqui espinoso que brota en el campo: aunque lastima, es símbolo de renacimiento y fertilidad. Lleva el color del mantillo, el andar sigiloso de las pavas del monte, y la manía de los carroñeros. La Cayetana es una migrante, un bulto desalineado que es pura luz y pura sombra. No muestra al mundo sino la cara de la verdad. Su casa es la abigarrada ciudad, su casa es el descampado y el pueblo. Más leyenda que verdad, se cree que es caldereña, pero conoce como nadie los márgenes del territorio. Que se la vio desbordada en los pasillos de Ciudad del Milagro, apichonada en su nido de residuos, juntando cacharros, juntando ropa, para que no se diga que no hay abundancia. Que se la vio en el Portezuelo, Lesser o San Lorenzo, aunque las señoras se desgarren las vestiduras y los señores finjan desagrado, porque no combina su desvencijada figura con las casonas coloniales, preocupadas en que nadie les cague la vereda y les arruine la fachada. La loca proclama en su cuerpo toda nuestra mamiferocidad. La Cayetana gruñe, porque pocos comprenden sus entrecortadas palabras, pero los “desfachatados” entienden cuando hay oferta, cuando “Me llaman calle, me subo a tu coche”, porque el fuego se paga con fuego, y el gemido es de los más primitivos sonidos de la humanidad. En el hospital Materno quedaron los residuos del instinto básico de supervivencia, porque la paternidad es una categoría social que se construye. Y cuando le pega la divina, entra a los patios de los hogares, donde las amas de casa tienden la ropa multicolor al sol, y se roba un instante de fama. Cambia el vestuario, se arregla, y juega a mutar de clase social. Vestida de mujer decente, imagina su vida de casada, su casa, los hijos crecidos que dejó en el hospital, fuertes y sanos, abrazados por su amor de madre, porque la Cayetana de toilet salva las dos vidas. Riega las plantas, baldea los pisos, alimenta el caldero y sirve el puchero.

BOCA DE SAPO 30. Era digital, año XXI, Mayo 2020. [FRONTERAS] pág. 40


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