Somos Camino - Boletín Salesiano Mayo 2022

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SABORABUENASNOCHES

UN DIOS

Padre - Madre

Hace unos días leyendo a Leonardo Boff, me encontré con la idea de que el amor de Dios es un amor de padre y de madre: “El Padre de Jesús sola­ mente es padre si es también madre”. No voy a entrar en el detalle teológico, pero el que quiera hacerlo puede empezar leyendo el número 239 del Catecismo de la Iglesia Cató­ lica, que se encuentra fácil en Inter­ net. Lo primero que pensé es que, visto así, adquiere más sentido que Dios nos haya creado a su imagen y seme­ janza, porque entonces en Él estaría tanto el vigor del amor paterno como la ternura del amor materno, como dice Boff también más adelan­ te. Es decir, lo masculino y lo femeni­ no de Dios impreso en el alma del ser humano. Y lo segundo que pensé, inevitable­ mente, fue en mi papá y mi mamá, mirándome. Y entonces me imaginé a Dios Padre­Madre mirándome. Dos miradas que son una. La mirada de mis padres que, juntas, hacen la mirada de Dios. Y no pude dejar de pensar también en la mirada de Don Bosco, que

debería ser fascinante: cautivadora y penetrante, a la vez que transparen­ te y empática. No sé, así me lo imagi­ no. Debería ser, sin duda como la mirada de Dios, que es todo eso y mucho más. Y es que Don Bosco no podía ver la realidad con otros ojos que no fueran los de Dios. Tanto de Dios corría por sus venas que no podía mirar a sus jóvenes con otra mirada que no fuera la mirada del mismo Dios. Don Bosco entonces, debería mirar a sus jóvenes con mirada de padre y mirada de madre, como la mirada amorosa de Dios. Mirada tierna y compasiva, que exige y da libertad. Don Bosco mira a sus jóvenes con la mirada de Dios, un Dios que es padre y madre. No se me ocurre otro argumento más convincente para afirmar que en la misión salesiana, a la hora de vivir el carisma de Don Bosco y sobre todo al mirar la realidad de nuestros gurises y gurisas, tenemos que mirar con ambas miradas: la masculina y la femenina, la de padre y la de madre, la de educador y educadora. Porque así mira Dios, como padre y como madre.

Mirar y comprender la realidad solo con una mirada, será una mirada incompleta. No será como mira Dios. La vida de los jóvenes solo podremos mirarla y comprenderla de la mejor manera si la miramos como Dios la mira, con mirada de padre y de madre. Te invito a pen­ sar en tu lugar de trabajo, de apostolado, en tu familia, en tu grupo, en tu oratorio, de qué Juan Manuel Fernández sdb manera están pre­ sentes las miradas masculinas y femeninas de Dios, sobre todo la femenina, que es la que más ausente ha estado y en algunos espacios aún sigue estando. ¿Qué podés hacer? “El Padre de Jesús solamente es padre si es también madre”. Mire­ mos la realidad de nuestros gurises y gurisas como mira Dios, como un Dios Padre­Madre.

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