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¿Por qué hablar de la sexualidad en Mesoamérica? Por María Emilia Abarca Tortolero. Licenciada en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y licenciada en Artes Plásticas y Visuales por la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda".
L
a sexualidad es una dimensión fundamental en el ser humano y ha estado presente en todas las culturas, siendo portadora de prácticas biológicas, sociales, así como religiosas, que repercuten en la forma en la que nos comportamos y relacionamos con otras personas. Actualmente las luchas por el reconocimiento, inclusión y aceptación de la diversidad sexual son cada vez más visibles, pero vale la pena voltear a mirar en el pasado y darse cuenta de que ha estado siempre presente, aunque no en todas las culturas ha tenido el mismo nivel de aceptación, ni la misma forma de representarse. Se cree que en la prehistoria existió una promiscuidad sexual primitiva, en la que las personas llevaban una vida sexual regulada por los períodos de acoplamiento, y que se fue modificando con el origen de la agricultura y la ganadería, llevando a buscar un asentamiento fijo con el surgimiento de la propiedad privada y la necesidad de asegurar el patrimonio familiar. (Morris Desmond, 2001, p. 11). La historia de la sexualidad para Vera-Gamboa es un fenómeno pluridimensional que varía de una cultura a otra y está íntimamente relacionado con el contexto sociohistórico en que se desarrolla. (1998, p. 183). En el caso de Mesoamérica estamos hablando de sociedades bien estructuradas política y económicamente, con una cosmogonía y filosofía propias, que compartieron algunas características culturales, simbólicas y materiales relacionados principalmente a la agricultura. No es de sorprenderse que para estos grupos fuera tan importante la concepción de la fertilidad, que estaría estrechamente relacionada con la sexualidad y sus expresiones en ritos, mitos y tradiciones. Para López Austin la cosmogonía mesoamericana se da a partir de dualidades. El cosmos se divide
en partes celestes masculinas, asociadas al cielo, y partes terrestres femeninas, asociadas a lo terrestre. Los primeros relacionados con lo luminoso, caliente y seco y los segundos con el inframundo, oscuro, frío y húmedo. Y es a partir de estas dualidades que se da el equilibrio entre la vida y la muerte. Esta cosmogonía se expresa mediante metáforas en la iconografía, en ceremonias relacionadas a la fertilidad, pero también en los roles y funciones que tienen según un género (En Ramírez, 2017, p. 48). A diferencia de los grupos que llegaron durante la conquista, las civilizaciones prehispánicas representan la sexualidad tanto de sus habitantes como de las deidades, en códices, figurillas de cerámica y estelas, en las que plasman principalmente la importancia de la procreación, los órganos sexuales como elementos necesarios para la fertilidad y fecundación de las tierras, mostrando los cuerpos total o parcialmente desnudos con naturalidad. La presencia de falos usados tanto en rituales, como juguetes sexuales en algunas culturas y las representaciones de masturbaciones rituales en las comunidades Mayas, invita a pensar que eran sociedades donde la sexualidad no era un tema censurado, aunque sí estaba normado como muchas de las cosas de la vida cotidiana a través de la religión, relacionado fuertemente con lo sagrado. Si bien, no se puede hablar en Mesoamérica de una concepción de la sexualidad generalizada existen algunos puntos en común como son: • La sociedad daba un peso mayor a los varones que a las mujeres lo cual se puede observar en aspectos como el legal, la aceptación de poligamia masculina y la compleja jerarquización de los varones que respondía a las funciones.
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