JÓVENES
Marlon Fernando Viana S. / Voluntario de Amigos de San Camilo
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Q
uiero, antes que nada, pedir disculpas por tomarme el atrevimiento de escribir sobre una realidad de la que directamente no tendría nada que decir ya que, primero, no soy mujer, aunque conozca de cerca la realidad sobre la cual quiero compartir esta vez: creo que la única palabra válida para hablar de violencia hacia la mujer tendría que venir de ellas mismas, las únicas autorizadas para hablar de este tema deberían ser los millones de mujeres que en el mundo hoy se ven en esta dramática realidad que es la violencia hacia ellas. Aun así, quiero reflexionar sobre ello, sobre “un día sin mujeres” exigiendo el cese la violencia contra éstas directa e indirectamente. Quiero enviar por medio de esta reflexión, un saludo solidario y fraterno a tantas mujeres víctimas de la violencia estructural que han vivido en este país. Soy portador de un mensaje de paz que quiero compartir, quiero hacer memoria de las mujeres, sobre todo madres, víctimas de la guerra, del odio y la violencia que durante años han impuesto los poderosos y la violencia en nuestra Latinoamérica. Nos encontramos ante una escena fuerte del Calvario. La violencia mató a un hombre, pero también destruyó la vida de todos y todas los que estaban cerca de él. Allí está el Crucificado, víctima de la violencia del Imperio asesino que no desea que las cosas cambien en la historia; él también es víctima de la religión hipócrita que, en vez de colocarse de parte de los pobres, se coloca, de manera descarada, de parte de los poderosos de la historia. En esta escena no sólo aparece un hombre como víctima de la violencia, sino que aparecen las otras víctimas, las colaterales,
20 JULIO - AGOSTO 2020
de esa violencia institucionalizada que deshumaniza y mata. Nos encontramos con una mujer víctima: una madre, ella representa a las mujeres que han sido víctimas a lo largo de la historia. Con ella hay otra víctima, un discípulo: al que este hombre más amaba, que es símbolo de las víctimas anónimas. La mujer y el hombre son víctimas como el Crucificado, de la violencia que imponen los detentadores del poder en este tiempo. Pareciera que la historia estuviera dirigida hoy por la misma lógica. La violencia y la guerra, siempre se traga la vida de los débiles, de los inocentes, de las mujeres. La vida humana está creada para estar de parte de la paz. Un movimiento que nació para estar del lado de la paz, pero un movimiento que trabaja por la paz y que predica la paz, como valor supremo, no es una experiencia de mera observación pasiva. Es también una participación activa en el dinamismo de la realidad histórica. Lo triste de todo esto, es
que muchas veces se ha declarado este movimiento “neutral” dentro de la búsqueda de la paz y esa neutralidad las ha colocado, abiertamente, del lado de los esquemas de poder, de las lógicas que imponen los sistemas de turno y así, de manera vergonzosa, han terminado apoyando las políticas guerreristas y violentas de algunos de nuestros líderes que, con discursos, van imponiendo el miedo en el pueblo y se auto declaran “mesías”, invadiendo la conciencias de las personas, haciendo creer que la violencia es la salida más oportuna. Estoy convencido de que las mujeres han sido las víctimas más vulneradas de la historia de violencia que han padecido nuestros países latinoamericanos. Por ello, de manera decidida, estoy de parte de la paz e invito a mujeres y a hombres a colocarse en favor de la paz; en favor de los procesos de perdón y de reconciliación que viven y se siguen buscando a diario.