ÉTICA COTIDIANA
Eduardo Casillas González / Máster en Bioética
LA TENTACIÓN TECNOLÓGICA EN MEDICINA
S
omos conscientes de que la vida está inmiscuida en una continua correlación entre el dato biológico individual de carácter hereditario y el ambiente ecológico social. La salud es concebida tradicionalmente como un equilibrio dinámico condicionado por cuatro dimensiones: la dimensión biológica o física, la dimensión psicológica, la dimensión socio-ambiental y la dimensión ética. Es, por tanto, innegable que la dimensión socio-ambiental es uno de los factores condicionantes, toda vez que se trata de una de las dimensiones tanto de la salud, como de la enfermedad. Cabe señalar que el día de hoy, el punto de vista socio-ambiental es más evidente e incisivo que nunca por motivo de la creciente presión de la sociedad sobre el individuo, motivada por el tremendo impacto tecnológico sobre el ambiente, situación meridianamente clara en este aciago año 2020 por la irrupción del Covid-19, así como por el efecto de la industrialización y urbanización, todos factores directamente relacionados de una u otra forma con la pandemia que estamos padeciendo. Ya se había advertido por parte de algunos autores que la devastación tecnológica sobre el ambiente ecológico y la manipulación del ambiente social por parte de las dinámicas masivas (como las redes sociales) estaban por provocar un colapso de las condiciones de equilibrio sanitario y que era imperativa una intervención a nivel planetario sobre el modo de vivir, toda vez que era ya imposible continuar viviendo en tales condiciones (Rifkin, 1998). Basta pensar en el fenómeno de la contaminación de las aguas, la comida, el aire y el mismo sistema nervioso-mental, a causa de un creciente ruido o incluso ondas electromagnéticas. Esto se ha observado incluso en nuestra ciudad, como ejemplo se puede mencionar las quejas surgidas en ciertas colonias de la Zona Metropolitana de Guadalajara por la colocación de antenas 5-G. El agujero de la capa de ozono, gracias a la cuarentena obligatoria que aún padecemos en cierta medida en diferentes partes del país y del mundo, se cerró; el problema del sargazo en las costas del Caribe mexicano y la problemática de la tala inmisericorde de los bosques que sabemos altera el equilibrio atmosférico dan la razón a la dimensión socio-ambiental de la salud y, al mismo tiempo, la responsabilidad de los individuos y la comunidad para el mantenimiento de las condiciones esenciales de vida y salud de la especie humana en la Tierra. Se podrían mencionar muchos otros ejemplos de esta patología de origen socio-ambiental, como la difusión de la droga y el alcoholismo, el SIDA, el aumento de las enfermedades psíquicas y mentales, entre muchas otras cuestiones. Lo que resulta necesario tener presen-
24 JULIO - AGOSTO 2020
te es que, en nuestros días, toda enfermedad debe ser estudiada en su cuadro epidemiológico y no solamente en sus manifestaciones somáticas o individuales y que toda intervención sanitaria, si quiere ser eficaz, debe considerar no solamente al sujeto aislado, sino a la sociedad en su conjunto y sus mecanismos patogenéticos. Lo anterior vuelve aún más cargada de valor ético-social la figura del médico: el galeno no puede limitarse a ser el médico del paciente por medio de un contrato o alianza terapéutica a nombre y por encargo de la sociedad, sino que deberá ser también aquél que examine con valor los mecanismos patogenéticos de la sociedad misma. Por otra parte, si bien es cierto que el tipo de sociedad de masas y redes sociales de nuestros días ha vuelto más evidente esta influencia patológica de tipo social, es necesario admitir que el elemento social ha tenido siempre una influencia en el surgimiento y difusión de ciertas enfermedades: la desnutrición y el hambre (que por cierto aumentarán en centenares de millones