Crónicas de la Diversidad N° 17 MAYO 2021

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ARTE Y CULTURA LGTBIQ+

Análisis de las elecciones en el Perú.

Pág. 15

Pág. 48

MAYO 2021 | DISTRIBUCIÓN GRATUITA

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LIMA, PERÚ | NÚMERO 17

Recuerdos: A propósito del día de la madre.

Lakita, autora de libros LGTB+ para niñxs

De tritones y princesas 17 DE MAYO DÍA INTERNACIONAL DE LA LUCHA CONTRA LA HOMOFOBIA 1


REVISTA CRÓNICAS DE LA DIVERSIDAD ISSN 2710-1711

Director Luis Martín Ulloa (México) ulloa@cronicasdeladiversidad.com Adjunto Nathanael Peralta Luis Diseño Gráfico Cesar ‘Chechi’ Chávez Comité Editorial Ángela Luna (Perú) Alejandro Merino (Perú) David Aruquipa (Bolivia) David Ortiz (Colombia) Erika Monsalve (Colombia) Jorge Chávez (Perú) Judith Paredes (Perú) Santiago Balvín (Perú) Consejo Consultivo Claudia Salazar Jiménez Profesora en California State Polytechnic University, Pomona Germán Navarro Espinach Profesor de la Universidad de Zaragoza, España Ricard Huerta Profesor de la Universidad de Valencia, España Richard Leonardo-Loayza Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Colaboradorxs en este número: Paola Amézaga Lazo Cruzatt, Asmodea Cazadora, BPM, Julio Lossio, Luke, Ángela Luna, Raúl Antonio Oliva Muñoz, Marco Antonio Ordaz González, Nathanael Peralta Luis, Ken Rugra, Tatsuya (Liz Adalia Oscata Castillo), Aura Velásquez, Franco Yactayo y Yue. Mesa de redacción: Nathanael Peralta Luis y Julio Lossio Quichiz. Foto portada: César Chávez.

Empresa Editora Diversidades SAC. Todos los derechos reservados. Las opiniones de quienes escriben aquí son personales y no comprometen a la revista ni a institución alguna. Si desea publicar un aviso, favor de escribir a ventas@cronicasdeladiversidad.com Para colaboraciones y artículos dirigirse a ulloa@cronicasdeladiversidad.com Desde su creación esta revista se ha basado en el trabajo voluntario de muchas personas. Sin sus colaboraciones esta revista no existiría. Muchas gracias a todas ellas. Si desean contribuir económicamente pueden hacer sus donaciones en la cuenta en soles BCP N° 19116836822-0-89 / CCI: 00219111683682208957 a nombre de César Chávez. Lima, mayo 2021.

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Contenido 2. Créditos. 3. Contenido. 4. Editorial, por Luis Martín Ulloa. 6.

Queen Lakita, por Ángela Luna.

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La princesa caballero, entrevista por Julio Lossio.

12. Hitos en la literatura infantil LGTB+, por Nathanael Peralta Luis. Recuerdos. A propósito del Día de la Madre.

16. Sentires y sueños en migración, por Marco Antonio Ordaz González.

18. Épocas nubladas, por Luke.

20. Travesía de ser diverse, por Asmodea Cazadora.

24. Crónica desde los coloridos corredores de una escuela en Monterrico, por

Tatsuya (Liz Adalia Oscata Castillo).

30. Ataúdes y raíces, por Franco Yactayo.

36. ¿Quiero ser hombre?, por Paola Amézaga Lazo Cruzatt.

38. Naturaleza humana, por Aura Velásquez. 39. Cuentos del mar, por Yue. 40. Candidatx, por Raúl Antonio Oliva Muñoz. 43. El amor se tiñe de rosa, por Ken Rugra. 44. Por fin vuelves, por Ken Rugra. 46. Novedades editoriales: El violador escondido y otros poemas. El colector de orgasmos. 48. Elecciones en el Perú, por Julio Lossio. 52. El cuerpo miente, por BPM. 3


Editorial

Durante los meses de abril y mayo se celebra a dos entidades determinantes de la humanidad: la niñez y la madre. Son figuras que nos tocan siempre, que todes fuimos (niños, niñas, niñes) y que somos, porque ésa es nuestra naturaleza. Por eso acaso sean los caracteres más sensibles al ser representados, porque son el espejo donde nos vemos continua y cotidianamente. No hay manera más efectiva de acercarse a ellos que desde el puro sentimiento, relegando por un rato los artilugios intelectuales. Por eso en este número de mayo de Crónicas de la Diversidad queremos ofrecerles narraciones diversas que los recuperan desde acercamientos diversos también: a través de la ficción, de la evocación y el tono confesional, la autobiografía, de las historias de vida que los colocan en el centro de la atención. De la mano de sus autorxs, Tatsuya, Luke, Asmodea Cazadora, Franco Yactayo, Paola Amezaga Lazo, Ken Rugra, Yue, Marco Antonio Ordaz González, Dan Meléndez, podemos reencontrarnos con esas imágenes de les niñex y las madres que han conformado nuestra vida, nuestra identidad. El número se completa con la entrevista a Lakita, escritora de literatura infantil de tema LGBTIQ, y la revisión de algunas obras míticas del este mismo género. Esperamos que disfruten esta entrega. Luis Martín Ulloa / Director

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ESTE

6 DE JUNIO

Importante aviso de la ONPE que salió para las elecciones de abril y esperamos ver en todas las demás elecciones. 5


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Queen Lakita escribe: Ángela Luna foto: César Chávez

Crónicas de la Diversidad conversó con la escritora e ilustradora Lakita Canessa, quien es considerada una de las pioneras en editar libros infantiles con temática LGBTIQ+ en nuestro país. Por el año 2009, fue coautora de Tribadistas, el primer fanzine de cómic lésbico del Perú. Lakita empezó con la literatura infantil con su primer libro El príncipe Carolina (2016), que corresponde a la corriente de la literatura fantástica en la que muestra la historia de una princesa que se siente príncipe y que, según nos comentó Lakita, es su libro favorito. Al poco tiempo, escribió Dorita y el dragón (2017) y Claudio el tritón (2019) ambos cuentos infantiles continúan con el mismo estilo de su primer libro, es decir, cuenta con historias y personajes mágicos y mitológicos como dragones, hadas y sirenas. Sus cuentos son narrados como versos en los que cada palabra rima con la otra a modo de canción. Asimismo, la riqueza del tratamiento temático de sus cuentos radica en cómo aborda la diversidad sexual con la inclusión de personajes protagónicos que salen de la conducta establecida en una sociedad heteronormativa como la que vivimos hasta el día de hoy. Lakita visibiliza con un lenguaje sencillo el proceso de descubrimiento y construcción de la sexualidad y género en la niñez. Al pensar al respecto, me pregunto cómo habría sido nacer en estos tiempos en los que, con toda certeza, es más sencillo acceder a un libro de autorxs que enfocan la temática LGBTIQ+ rompiendo los estereotipos y roles de género. Aun cuando las grandes editoriales eligen aceptar la presión que ejercen los poderosos grupos como Con mis hijos no te metas, en consecuencia eligen no editar ni vender libros que les genera polémica. Sin embargo existen las editoriales independientes que apuestan por hacer que la voz de los que siempre hemos estado silenciados se escuche. Crecer en los años 80 o 90 no fue tan sencillo porque no era posible acceder a libros o información como ocurre ahora, como también nos comentó Lakita. Las nuevas generaciones tienen además las redes sociales que, si bien tienen aspectos negativos que no son tema de discusión en esta nota, han facilitado la formación de redes apoyo para nuestra comunidad LGBTIQ y la difusión de autorxs y editoriales así como la formación de bibliotecas inclusivas de acceso público. Con todo esto estoy segura que no hubiera sido tan doloroso crecer pensando que estaba sola y que algo en mí no estaba bien porque no me encontraba representada ni en la ficción ni en la realidad. Porque eso hace la literatura como lo afirman diversxs autorxs nos representa de diversas maneras como seres humanos pero también nos ayuda en la construcción de nuestra esencia. Para finalizar, Lakita también ha incursionado en el mundo editorial creando su propio sello para continuar con la edición de libros diversos como el cómic Zoyla Cocodrila (2019) y el libro ilustrado Drama Queen ¿o King? (2020). / /

El príncipe Carolina (2016)

Dorita y el dragón (2017)

Claudio el tritón (2019)

Zoyla Cocodrila (2019)

Drama queen ¿o King? (2020)

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La princesa caballero

Lakita, autora de libros infantiles LGTB+

entrevista: Julio Lossio

¿Cómo te animaste a escribir libros para niñes? Una de las grandes razones fue que siempre tuve una deuda con mi yo niña, ya que en la década de los 80 y 90 los prejuicios eran mucho más fuertes que los actuales. Me sentía sola, pensaba que nadie más era como yo, que estaba enferma, y como no podía volver en el tiempo, tuve una necesidad muy grande de decirles a todxs esxs niñxs que se sentían como yo me sentí, que no estaban solxs. Otra de las razones fue que desde que estaba en el colegio me dijeron que nunca llegaría a ser nadie ya que mis notas no eran las mejores, que jamás podría escribir libros. Cuando fui grande y estudiaba diseño gráfico me topé con una agrupación LGBT de una universidad nacional en donde solo me veían como alguien que dibujaba y podría ser útil para hacer carteles mas no para opinar. Recuerdo la vez en que en una reunión se buscaban ideas nuevas para llegar a la población y concientizarla sobre la comunidad LGBTIQ. Temerosa levanté la mano y dije que sería ideal llegar a niñxs, que desde ahí partía todo. Solo me miraron y se burlaron de mí. Es verdaderamente gratificante haber podido hacer ya dos presentaciones de mis libros en un colegio repleto de niñxs. ¿Cómo te preparaste? ¿Cuando eras chica, ya en el colegio dibujabas? Estudié diseño gráfico y cursos libres de creación de cómics e ilustración digital, pero la pasión por el dibujo y la creación me viene de casa. Mi mamá era profesora de inicial, por lo que desde que yo era muy chiquita jugábamos a crear cuentos y canciones, pero el juego que más me encantaba era crear dibujos a través de los arabejos (garabatos). Tribadistas son tiras cómicas para niñes pero en un libro dirigido a adultes, con menciones a pinturas, salud y temas políticos. ¿Cómo surgió esa publicación? ¿Habías hecho otras antes? Tribadistas nació varios años antes del lanzamiento en conjunto con Stephanie Leyva, ella escribía los textos y yo los 8

ilustraba. No fueron creadas para niñxs, fueron inspiradas en Mafalda, que era una niña llena de verdad política. Años después me junté con mis tres grandes amigas y de manera autogestionada logramos sacar un millar de ejemplares. Todo el contenido fue pensado y diseñado por Ángela Menéndez y yo, por lo que decidimos incluir no solo las tiras, si no también poesía, arte y hasta un pupigay. Si bien fue pensado para tener varios números, por falta de fondos y por la poca difusión que tuvo en ese momento, no logramos continuar. El 2016 publicaste en internet El príncipe Carolina, que es tu primer cuento infantil. ¿Qué te motivó a hacerlo? Debo confesar que es mi cuento favorito. Le tengo un cariño especial, ya que está inspirado en mi infancia, pero con un final diferente. En 2015 rondaban varias ideas en mi cabeza, le pedí consejo y ayuda a mi novia Gabriela Salas, ella me alentó a escribirlas. Como conté antes, sentí una necesidad grande de decirles a lxs niñxs que no estaban solxs. El cuento fue escrito en tres o cuatro días e ilustrado en dos semanas. El príncipe Carolina cuenta la historia de un niño trans que trata de hacerle entender a su familia y a las personas que lo rodean que no es una niña. El 2017 publicaste tu primer libro Dorita y el dragón. ¿Puedes contarnos cómo llegaste a publicarlo y cómo fue el proceso de edición? En ese entonces una gran amiga se había asociado a una editorial, por lo que decidí conversar con ella y mostrarle El príncipe Carolina. Leyó el material y si bien le gustó, me preguntó si tenía otro. Luego de escribir El príncipe Carolina, me propuse escribir dos cuentos más, uno sobre una niña lesbiana y uno sobre un niño gay, por lo que el siguiente tema ya estaba resuelto y también escrito. Decidí mostrarle Dorita y el dragón y fue el elegido. Ilustré el cuento en dos semanas aproximadamente en tinta y acuarelas, la editorial se encargó de hacer el diseño del libro y la portada.


Afiche realizado por el Día de la Visibilización Lésbica, en 2020.

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César Chávez

Lakita frente a la glorieta del Parque de Media Luna, que aparece en su cómic Zoyla Cocodrila.

¿Puedes contarnos de qué trata? Dorita y el dragón trata sobre una niña que busca escapar de la torre en la que la encierran por enamorarse de su mejor amiga del colegio y llevar amor y comprensión al pueblo donde vivía.

luego en la computadora, o solo en la computadora? ¿Es muy cara está actividad? Dibujar es un proceso del cual sigues aprendiendo día a día. Para crear un cómic, cuento o ilustración para algún diseño en especial, por lo general hago primero un boceto a lápiz en mi bitácora, luego le tomo una foto, me envío la foto al En 2019 publicaste Zoyla Cocodrila. ¿Puedes contar- mail y lo paso a Photoshop. Ya luego con mi tableta, paso a nos cómo fue el proceso de creación y de qué trata? limpio el dibujo en la computadora y le pongo color, texturas Zoyla Cocodrila fue creada para el Concurso nacional de y sombras. creación de comic, el cual quedó finalista, pero no llegó al podio, sin embargo me gustó tanto el resultado que empecé Sobre los costos, son muy variables, ya que yo empecé dia buscar gente que apoyara mi proyecto para poder mate- bujando en cartulinas simples, con acuarelas básicas y un lárializarlo, pero no tuve respuestas positivas, por lo que decidí piz de 50 centavos, así fueron hechos mis dos primeros cuenjuntar dinero y sacar tan solo 50 ejemplares y trabajarlos uno tos. Con el pasar del tiempo una siempre quiere superarse, a uno para poder hacer la presentación en la feria de comic por lo que estudié ilustración digital y luego pude comprarme Léeme de Eduardo Yaguas. una tableta para dibujar en la computadora. Zoyla Cocodrila trata de una cocodrila que fue abandonada en un parque de San Miguel, Lima y es encontrada por una mujer, la cual decide criarla como su propia hija. Al cumplir los 18 años descubre que ella será quien se encargue de salvar a las mujeres de su inminente extinción por la misoginia de los hombres. ¿Cómo haces para dibujar? ¿Lo haces en papel y 10

El mismo año publicaste Claudio el tritón sobre un niño tritón que sufre acoso homofóbico. Este preferiste hacerlo para pintar ¿Por qué? Claudio el Tritón estuvo dormido por varios años, ya que lo escribí en la misma época de Carolina y Dorita, pero las ilustraciones las tenía hechas solo en tinta china, cuando me propusieron sacar una versión cartonera me pareció súper lindo y divertido por lo que se me ocurrió digitalizar los dibujos


César Chávez

A los 35 años, Lakita tiene ya cinco libros en su haber, y es una de las ilustradoras más reconocidas del medio.

y que lxs niñxs pudieran pintarlo, ya que la versión cartonera escribirlo y dibujarlo? ¿A quiénes está dirigido? sería solo en blanco y negro. Drama Queen ¿o King? Es un libro hecho en base a dos experiencias hermosas, una fue la participación de una obra Tú misma elaboras tus libros, ¿puedes describir qué vivencial en donde contaba anécdotas de mi vida, y la otra fue la participación de un lindo taller dictado por María José materiales usas para dibujarlos y fabricarlos? En realidad los materiales son diversos, dependiendo cómo Montezuma y Sandra Vivanco de stand up comedy en donquiera hacer la presentación. Por ejemplo, El príncipe Caroli- de decidí contar muchas anécdotas de mi vida de manera na quería que simulara los tirantes de Antonio por lo que de- divertida, por X razones todo ese texto quedó guardado y cidí trabajarlo con ligas, broches, cartón paja, papel adhesivo empolvado. Después de un tiempo decidí volverlo un librito y las paginas internas son de papel bond que están dobladas autobiográfico y está dirigido a todo el público en general. como un acordeón. Para trabajar Zoyla Cocodrila fui a una galería de imprentas e impresiones, llevé mi diseño listo y lo ¿Qué proyectos tienes en mente? Y finalmente, ¿qué imprimí en couché de 180 gr. Y lo armé uno a uno. recomendarías a quienes desean escribir un libro infantil? Ahora estoy terminando de ilustrar mi último cuento infanGeneralmente he visto que los libros infantiles tienen une autore y une dibujante. Son dos personas. Pero til, que a diferencia de los otros no está escrito en rima y esen tu caso tú escribes y dibujas a la vez. ¿Es más fácil pero poder tener los medios para poder tener un buen tiraje y una linda presentación. hacerlo de esta manera? No sé si sea más fácil, pero al tener la suerte de poder escribir y dibujar, qué mejor que acoplar una cosa con la otra. Por último, solo puedo decirles que ustedes pueden tener el Además es más económico. talento o no para cumplir sus sueños, el que tiene el talento tiene una gran ayuda, pero la persona que tiene el deseo, El 2020 sacaste un libro que nos parece extraordinario busca los medios y sigue en la práctica para ser mejor cada llamado Drama Queen ¿o King? ¿Es un libro ilustrado día y llegar a la meta. No dejen que nadie les diga que no de autoficción? ¿Es autobiográfico? ¿Qué te motivó a pueden... Todo es posible si el deseo es grande. / / 11


Hitos en la literatura En 1979 Jane Severance publica en los Estados Unidos Cuando Megan se fue, que es la historia de una niña que enfrenta la separación de sus dos madres. Es considerado el primer libro para niños en mostrar una relación homosexual. En el 83 Severance publica una historia sobre la diversidad de familias, Muchas mamás, en la que retrata a una niña a la que la cuidan cuatro mujeres. En el 89 aparece el primer libro infantil sobre un personaje con sida: Losing Uncle Tim. En noviembre de 1990 se publica en Estados Unidos Daddy’s roommate de Michael Willhoite, un libro ilustrado para niños que narra la historia de un niño que vive con su padre divorciado y con su compañero. Un libro que se hizo famoso tanto por los premios que recibió como por los intentos que hubo de parte de sectores conservadores en Estados Unidos por censurarlo. Este es el primer libro infantil del que tenemos amplia noticia en el Perú, pero 23 años después de su publicación, recién en el 2013, cuando alguien cuelga la versión en alemán en Tumblr (por lo que se supuso mucho tiempo que era un libro alemán) y fue difundido por muchos activistas aquí en pleno debate sobre la Unión Civil, incluso el diario Correo la publicó completa (sin portada) en su plataforma digital en el 2014. Para entonces ya la literatura infantil se había convertido en un boom en el mundo. Impulsada por activistas de derechos humanos y por pequeñas editoriales. Según Soler** esta literatura ha tenido en sus inicios dos vertientes argumentales: una realista sobre familias que aceptan la diversidad, en donde predomina la pareja lésbica, y otra las historias fantásticas como aquellas de príncipes y princesas. Señalando que en América Latina predominan las primeras. En México aparece el 2004 Tengo una tía que no es monjita en donde una niña descubre a su tía besándose con una mujer y le pregunta quién es y esta le dice que es su novia. «Una respuesta simple y afectiva que no problematiza ni oculta ninguna situación, por lo que la sobrina entiende la situación de un modo sencillo». En el 2010 en Argentina la editorial Librería de Mujeres Editoras publica Mi vestido de lunares, en donde la relación de pareja no es lo importante sino es parte de una trama: una niña se ha propuesto encontrar una mariposa perdida en su casa, y para conseguirlo cuenta con la ayuda de sus dos madres: mamá Malena y mamá Sara.

* Información tomada de aquí.

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infantil LTGB+* En el 2014 se publica en Chile un libro editado por el Movimiento de Liberación Homosexual con financiamiento estatal que tuvo mucha circulación virtual en el Perú: Nicolás tiene dos papás, en donde no hay una trama en el sentido literario sino la exposición de un hecho. En el Perú en el 2015 la editorial El armario de Zoe publica ¿Camila tiene dos mamás? de Vero Ferrari. Una historia realista de una niña que enfrenta la preocupación de su entorno por sus madres lesbianas. En el 2016 se incrementan los ataques antiderechos, logran la salida del Ministro de Educación y, como siempre ha ocurrido en el Perú, la respuesta de los artistas es más rápida que la de los políticos. Ese año Lakita publica virtualmente El príncipe Carolina sobre una princesa que quiere ser niño. Se puede ver completa aquí. El mismo 2016 se hace conocido en Lima el libro Simón el Topo (de la española Carmen de Manuel, publicado el 2011) porque es representada en una puesta en escena con títeres en el conocido Teatro La Plaza de Larco Mar y en donde la voz protagónica la tiene Emmanuel Soriano (actor estrella del cine y teatro en el Perú). En el 2017 sale publicado el libro impreso de Lakita Dorita y el dragón, también perteneciente a la rama fantástica, editado por Paracaídas Editores en su sello Caballito del Diablo. Este libro es presentado en la FIL 2017. El 2017 es un año especial porque se presentan en la FIL otros dos libros infantiles que incluyen temas LGTBI. Uno es Tu familia publicado por la editorial limeña Altazor, escrita por Luisa Fernanda Lindo (Lima, 1979) con ilustraciones de Daniel Maguiña (Lima, 1984), que no nos cuenta una historia sino que es la representación gráfica de diferentes tipos de familia. Y otro que se presenta en la FIL de ese año, aunque para niños y niñas más grandes, es Sombras en el arcoíris, el primer libro producido por la importante editorial Fondo de Cultura Económica de México. En el 2019 la editorial Diversa Cartonera publica Claudio el tritón de Lakita, que confirma la constancia del trabajo de nuestra escritora/ilustradora en una escasísima producción editorial peruana sobre el tema. / /

** Información tomada de aquí.

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s o d r e u c e R A propósito del Día de la Madre

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Sentires y sueños en migración texto y foto: Marco Antonio Ordaz González

Marco Antonio y sus padres.

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Mi familia es peculiar: somos una chica bisexual peruana, un niño de cuatro años peruano dice que es de Caracas, un gato llamado Gary y yo, un chico transmasculino venezolano. Esta es la familia que conocí y empecé a amar aquí en Perú. Yo amo mucho y lo hago igual, aunque tal vez para el resto del mundo no sea válido. Nací en Caracas y viví en Carúpano desde los cinco años. Un pueblo de la costa de Venezuela donde «la vida es más sabrosa». En el 2015 me fui porque iba a presentarme a la universidad. Me puse a estudiar y cuando me presenté quedé en dos carreras. La universidad de allá es bien polémica porque es una universidad autónoma. Cuando entrábamos a huelga nos lanzaban bombas lacrimógenas. Allá estudiaba Cine y ya estaba en 4to ciclo. Tenía trabajo y ganaba tres o cuatro veces más que una persona promedio, pero la plata no alcanzaba para nada. Pude seguir por allá, pero decidí venir a Lima. Vivo en Lima hace tres años. Viví casi todo el tiempo en el Callao, hace algunos meses vine junto a mi familia a Villa María del Triunfo. En casa tenemos rutinas y siempre hay música. Cuando se es padre, o padrastro, hay que hacer lo mejor que se pueda para que ese niño sea feliz y aprenda formas de afrontar la vida cuando sea grande. Trabajo, leo y veo videos de todas las cosas que me interesan para nunca dejar de aprender, soy muy curioso. Siento que me estoy convirtiendo en una mezcolanza de Francisco y Yahaira, mi carácter y mi día a día es un yo siendo Francisco con la cara de mi mamá y el corazón de ambos. Extraño a mis padres y amigos que siguen allá en Venezuela, también extraño el clima, la comodidad de habitar la cultura de mi tierra y la facilidad de movilizarme entre sus calles. Antes era mucho más hermético, un poco más frío a la hora de tocar cualquier tema. Colocaba mi trabajo por encima de todo y eso me trajo consecuencias. La gran diferencia es que ahora he podido conocerme y me he dado la oportunidad de amar, de crear vínculos de amistad sin prejuicios. Las cosas cambiaron cuando fui a una reunión de transmasculinos. Había muchos, era la primera vez en mi vida que veía tantos chicos trans y bueno, ahí les conocí a todes. Entendí que no estoy solo, y que había muchas cosas que no conozco de la vida, de la sexualidad y de la empatía. Algunos de ellos ahora son mis amigos. Después de eso pasaron muchas cosas que me mostraron que sentir es válido. Ahora estoy conociendo verdaderamente la empatía y eso ha cambiado mi vida entera, en serio no es cursilería. Creo que donde ellos estén estaré seguro. Ahora mismo tengo miedo porque ningún panorama político me agrada y todo lo que he vivido aquí me dice que existe mucho resentimiento entre los mismos peruanos. Hay toda una guerra entre limeño y provinciano. Incluso más que eso, es contra la diversidad, porque no solo está en lo LGBTIQ+ y eso aún no lo ve ningún partido. Quiero estar en un sitio seguro y agradable para mí y mi familia, si no es aquí será en otro país. Me encantaría montar un lugar de encuentro, donde puedas pasar el rato, tomar algo y escuchar poesía y música en vivo. Me lo imagino con un huerto urbano que permita tener elementos frescos en la comida y también con productos de otros compañeres, como postres y bebidas artesanales. Creo que el amor es lo que mueve al mundo, por eso sigo. Cuando todo esté mal, hay que amar. Amar con todas las fuerzas, amar desde el alma. / /

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Épocas nubladas1 texto y foto: Luke2

Luke, autor del presente texto.

Querida Raquel, Después de mucho tiempo vuelvo a escribirte con la cabeza revuelta, con un lápiz y un papel, en una noche turbia llena de pensamientos. La vida es un poco loca y primero pensaba contarte lo raro que han sido estos últimos meses. La situación en mi casa ha dado un giro radical; mi mamá y yo ya no nos estamos peleando cada tres segundos. Es muy bonito haber recuperado algo de estabilidad en casa. Ahora hasta parece que somos amigos, pese a que aún seguimos reparando los platos rotos y los espacios vacíos de tantos años de silencio. A pesar de esta nueva sensación de estabilidad en mi entorno familiar, parece que al país entero no le está yendo nada bien. Qué es lo que se puede esperar en medio de la incertidumbre política.

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Crónica realizada en el marco de la convocatoria «Cronistas de la Diversidad». Escrita con el acompañamiento de Arturo Dávila Zelada. Joven amante de la lectura nacido en Lima que creció acompañado de su abuela, su madre, su hermana melliza y sus perros. Comenzó a escribir como forma de supervivencia y lo continuó por el gusto. Visibiliza la vida trans desde las palabras y experiencias personales. Aspirante a escribir un libro en un futuro no tan lejano y poder así tocar más vidas. Fiel creyente de que las palabras mueven a las personas. Esta pequeña carta fue escrita en base a vivencias personales durante su época escolar, cuando asistía a un colegio de mujeres, en combinación al contexto actual en el que nos encontramos. Está dedicado a una gran amiga y acompañante de vida, Raquel.


Dos bandos que no le dan la cara a nadie. Hace ya muchas horas que estoy angustiado, espero que esto no se extienda los 5 años que vienen. Antes que mi postura política está mi vida. Antes que mi postura política está mi paz, mi tranquilidad, mi bienestar y mi seguridad. Dudo poder tener alguno de estos. Estas elecciones van mucho más allá de un trámite para cambiar mi nombre sin un proceso judicial de varios años de por medio y van mucho más allá de si podré tener un tratamiento hormonal de calidad y accesible. Estas elecciones calan en mi día a día. En si tengo miedo al caminar por la calle, o si los hospitales se rehusarán a atenderme sin problema. Al final del día, podría terminar siendo solo una cifra. Espero estarme equivocando sobre todo lo que se viene. Tú más que nadie en este mundo podrías saber por todo lo que he pasado. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Cuando al principio fui por obligación y te miraba con recelo, preguntándome o quejándome de por qué estaba ahí. Te agradezco por haberme esperado, por darme tiempo y espacio para poder confiar de a pocos en ti, por ser alguien que, a pesar de todo, estuvo ahí para acompañarme y escucharme. Después de todo, eso era lo que necesitaba. Me tomaste de la mano frente a situaciones tan intensas. Desde que tenía 12 años, justo un par de meses antes de los inicios de mi exploración sobre mi identidad de género y en los inicios de mi exploración de mi sexualidad como adolescente hasta ya finalizado el colegio y con la universidad a la vuelta de la esquina. El tiempo pasa más rápido de lo que parece, pero a veces las heridas tardan en sanar. ¿Recuerdas al inicio de esta exploración cuando no sabía por qué me sentía de esa manera y hasta a veces escribía “me gustaría ser un hombre de verdad”? ¿Te acuerdas cuando llevé a mi mamá a una de las sesiones, le di una carta gigante y se derrumbó como un castillo de naipes atacado por una suave brisa? Horribles tiempos aquellos, como las veces que me pasé los recreos encerrado en el baño, alguna que otra vergüenza semipública cuando me llamaban a “corregir” mi nombre en los trabajos porque no querían que ponga solo mi apellido, L. o Luke sino el nombre que figuraba en las listas, las palabras hirientes de algunos profesores, las burlas o el chisme de varias compañeras o hasta aquella vez que un par de chicas me empujaron contra los lockers. Te he contado todo esto de primera mano y tal vez recordarlo nuevamente no haga que el pasado cambie ni mucho menos mejore. Me reconforta saber que desde esos momentos hasta el día de hoy he crecido, un paso a la vez, y aunque no soy indiferente a las cosas que me pasan, ahora sé manejarlas mejor. La cabeza gacha, los ojos ojerosos, el alma pesada. Tiempos difíciles aquellos que sucedieron cuando todavía me encontraba en el colegio. Tiempos difíciles aquellos que también sucedieron fuera de sus puertas. No sé si te acordarás la vez que te conté que casi no me atienden en una prueba de sangre porque pensaban que no era yo o los varios episodios de personas desconocidas haciendo preguntas invasivas a alguien que apenas habían visto un par de segundos o minutos en toda su vida. Y ahora, vienen tiempos más difíciles. Definitivamente soy más fuerte que antes, aunque muchos días voy cansado por la vida. No soy yo, sino son las experiencias difíciles que me han tocado vivir y aún estoy sanando. No puedo hacerme el santo y decir que todas las situaciones que me han pasado son culpa de un tercero, hay muchas en las que yo he metido la pata y he tenido que afrontar las consecuencias, pero hay una infinidad más donde alguien tenía que protegerme y guiarme y no hubo nadie. Ya está amaneciendo. Creo que me dejé llevar por los sentimientos. Sigo teniendo el corazón un poco acelerado después de pensar en todo esto, pero tengo que dormir un poco. Un día más en esta Tierra, una pequeña victoria. Al día de hoy, solo espero un futuro más prometedor para lxs hermanxs trans y disidentes que aún no pueden visibilizarse, por aquellos que aún están cuestionándose y encontrando su camino en la vida y aquellos que se encontrarán consigo mismos en años futuros. No soy vidente, pero sé que el camino que nos espera es difícil. Espero que esta carta te encuentre bien, igual que lo hicieron las otras tantas que vinieron antes. Con suerte nuestros caminos se cruzarán de nuevo. Te quiero muchísimo. Un fuerte abrazo, Luke. / /

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Travesía de ser diverse1 escribe: Asmodea Cazadora2

Era el año 1987 cuando Gabriel, conquistó y engañó a Irma, una jovencita que soñaba casarse y tener su familia como su fe católica dictaba. Por otro lado Gabriel, típico macho violento, alcohólico y divorciado solo quería diversión con una chica mas de su colección. Ante eso Irma lo expulsó de su vida, pero fruto de amor y engaño una alma diversa estaba creciendo en su vientre. Nací el 1 de octubre del mismo año, bautizadx como Juan Pablo Pinto Brito, con los apellidos maternos para constatar que no tuve padre que me reclame. Irma asumió ser madre soltera y enfrentar sola la crianza de su hijx. Sin embargo los años pasaron y yo debía estudiar, ante las limitaciones económicas de Irma, se vio obligada a exigir legalmente a Gabriel que reconozca y aporte en la educación de su hijx. Cuando tuve 5 años llegó a la casa un desconocido que se presentó como mi padre y luego de decirme que pasaba de apellidarme Pinto a Guerrero, y que ya no me faltaría nada, yo aterrado solo corrí a esconderme donde mis tías maternas, dinámica que se repetirá hasta mi adolescencia cada vez que mi padre llegaba de visita mensual. Más de una vez mi madre aparecía con golpes que nunca llegué a comprender los motivos. Inicié la vida escolar, al inicio con mucha dificultad de acostumbrarme, de hecho tuvieron que cambiarme de dos instituciones, el temor a ser separadx y no volver a ver a mi madre y familia materna era demasiado. Finalmente me acoplé en la misma escuela que estudiaron los primos. Era notoria mi preferencia a jugar con las niñas y mi nerviosismo ante los niños, en especial Ricardo y Stalin, mis mejores amigos, que a mis 10 años yo ya los encontraba atractivos. Al mismo tiempo mi criterio era distinto a todo niño, por todo lo vivido, ya detestaba el machismo.

de seis meses eran constantes las convulsiones, vómitos, ver adelgazar a mi madre y su piel amarillenta pues la bilis se regó por todo su cuerpa. Una tarde llegó mi padre a su visita mensual, y al ver a mi madre en cama se compadeció y le llevaron al médico. Luego de unos días regresó, pero la situación estaba peor. La verdad se la guardaba mi tía mayor hasta esa noche en que llegó mi padre demasiado chumado y gritó a los cuatro vientos que mi madre estaba con cáncer terminal en el estómago, mi tía lo expulsó de la casa e intentó calmar la situación pero era incontrolable el llanto de todxs, en especial los gritos de los pobres abuelos. Recuerdo que yo solo me abracé de las piernas de mi madre y le pedí perdón por todo. Ella me dijo que jamás me avergonzara de lo que soy y que no soy menos que nadie, pues toda madre sabe reconocer la diversidad de su hijx, seguido de su bendición y el último padre nuestro juntxs, que una convulsión no permitió terminarlo. Mi madre ya aceptó su destino con resignación. Le habían dado la opción de una operación que la dejaría en estado vegetal que costaba 10 mil dólares. Mi padre dijo que estaba dispuesto a pagar, pero mi madre le hizo prometer que ese dinero gastará en mis estudios, promesa que nunca se cumplió. Así aceptó su muerte. El final se acercaba. Un tío me llevó para que no viera lo inevitable, al segundo día de estar en su casa, llegó se puso ropa negra y volvió a salir, esa noche no dormí, yo supe que mi madre había muerto. Al día siguiente vinieron a recogerme antes del entierro y alcance a ver el ataúd de mi madre.

Una semana después mi padre regresaba de vacaciones en la playa y se encontró con la noticia de que mi madre ya fue enterrada. Dijo que en unos días me Cuando yo tenía 11 años una tarde mi madre no llegó llevaba con él, pues tenia una promesa que cumplir, y a retirarme luego de clases como era costumbre. En hasta amenazó con demandas si mi familia no acepreemplazo llegó mi tía, atrasada y agitada, mi madre taba. estaba con dolor de estómago, lamentablemente no era algo pasajero y más bien fue empeorando. Luego Intenté esconderme en casa de familiares, pero ante las

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Crónica realizada en el marco de la convocatoria «Cronistas de la Diversidad». Escrita con el acompañamiento de Gia Lujuria. Asmodea Cazadora es una artivista performática, y escritora empírica, no binarie, de Quito Ecuador. Ha resumido sus 33 años de transitar por esta munda en su aborto literario en proceso de creación Travesía de Ser Diverse, del que hoy nos comparte un fragmento. Su libro, compuesto por episodios cortos lo pueden encontrar en su blog (https://www.wattpad.com/story/189222301), agradecemos sus aportes voluntarios a la cuenta de ahorros Produbanco # 12052141700 a nombre de Juan Pablo Guerrero Pinto CI 1722899471. Gracias por apoyar su arte independiente.


amenazas y la oportunidad de darme una mejor situación económica mi familia accedió. Así se volvía realidad mi mayor temor perder a mi madre y a mi familia materna. Ya en su casa me presentó a Cumi, la madrastra buena, y a mis dos hermanos. Me parecieron atractivos los extraños, pues mis hermanos en realidad eran los primos con los que me crié, a ellos jamás les vería con deseo carnal. A continuación me compraron ropa de marca y me entregaron mi cuarto, una inmensa jaula de oro, pues yo estaba acostumbradx a compartir una casa entre la familia materna de 12 personas. Me prohibió visitar a mi familia diciendo que era mala influencia. Luego de un año la fe católica exigía que debía hacer la primera comunión, había que buscar padrinos, la mejor opción eran los tíos, la ejemplar familia Medina Guerrero, de buen nivel intelectual, social y económico a la vista de la sociedad. Sin embargo, a puertas cerradas había violencia intrafamiliar, machismo y traición. Al punto de obligar a la tía Guerrero a huir del país luego de una golpiza que le propinó el Sr. Medina en vísperas de la celebración del sacramento, lo correcto era que la hija mayor reemplazara a la madre, así el cruel destino me convierte en primo y ahijado de Amparo Medina, una ferviente militante pro-vida en contra de los derechos de la diversidad sexo-genérica. Con la ayuda de mi madrastra logré terminar la escuela. Era momento de buscar colegio, mi padre solo imponía su ley y jamás se detuvo a conocerme, tal vez por no enfrentar la realidad de que su hijx no era el macho heredero de su equipo de fútbol, líder en deporte barrial y coleccionista de mujeres. Me dio dos opciones: el colegio militar o el religioso, con la esperanza de que allí enderecen mis manías, según sus propias palabras. En vista de que siempre tuve conflictos con la autoridad ni loco escogería la opción militar, por otro lado siempre tuve cierto gusto por la acción social y la religiosidad materna no me asustaba. Pues así llegué al colegio masculino Técnico Salesiano Don Bosco, a un carisma juvenil rodeado de grupos y clubes sociales, y por supuesto solo compañeros hombres, que a pesar del nivel social elevado me gustó. Por los siguientes cuatro años ese fue mi salvavidas y refugio para no permanecer en casa de mi padre, pues nunca hubo respeto y de a poco fui venciendo el miedo que infundía. Mi padre solo quería que tenga vida académica técnica y deportista, y como no rendía en ninguna de las dos, me prohibió participar en todos los grupos que intenté formar parte: teatro, periodismo, danza, ecología. Sin embargo, a escondidas, a los 14 años incursioné en el grupo misionero cristiano. A mis 17 años me había convertido en líder y apasionado por la pastoral juvenil aunque sea en teoría, pues mi primera misión la pude ejecutar luego de los 18 años. En realidad el carisma religioso era una forma de ocultar y negarme a mis preferencias homosexuales, puesto que mi entorno me había convencido que era pecado y el celibato era mi única opción para no «vivir en pecado», que era la frase usada a diario por la farisea familia paterna para juzgar todo lo disidente.

Era el mes de julio del 2004, faltaban tres meses para que yo cumpla 18 años, cuando mi padre ya había perdido todo por el alcoholismo, en la pobreza extrema, al punto de pedir posada a mi abuela, el juramento a mi madre quedó en el olvido. Ya no aportaba en mis estudios ni ningún gasto y exigió que yo decidiera quedarme con él o regresar donde mi familia materna. Para eso yo ya había planeado salir de su casa en cuanto cumpliera la mayoría de edad. Media hora después de dejarme en libertad yo realicé dos llamadas, una para que mi primo llegara en camioneta y otra para avisar a la tía matriarca de la familia materna que ya regresaba a su casa. En una sábana envolví mi ropa y libros, y salí de esa casa sin una última bendición y con una deuda de tres meses de pensión en uno de los colegios mas caros de Quito. Nada importaba pues al fin podría decidir sin miedos ni persecución el destino de mi vida. Ya en la camioneta la brisa secó mis lágrimas y me recordó lo que era la libertad. En casa de mi tía me esperaba un plato de comida con la misma sazón de la infancia y un colchón donde luego de siete años pude descansar sin insultos ni miedo a borrachos. Luego mi tía consiguió una prórroga para la deuda del colegio para que pueda seguir estudiando. Como todos los años lectivos pasé luchando en supletorios. Entre los peores estudiantes en lo académico y los mejores en disciplina. Era más que seguro que las carreras técnicas no eran lo mío, pero mi insistencia de mantenerme en aquel costoso colegio era el camino misionero, aunque ahora podía hacerlo abiertamente y aplicando el trabajo social en poblaciones rurales, aún era preso de mi sentimiento de culpa por una sexualidad reprimida. Y era la única opción que conocía para mi proyecto de vida. En vacaciones de quinto curso debíamos hacer prácticas profesionales para continuar el siguiente año. Mientras mis compañeros aseguraban su espacio en las mejores empresas o en las empresas de sus familias, yo busqué trabajo de limpieza en el almacén de un familiar, con el objetivo de reunir dinero para la siguiente matrícula. El certificado de las prácticas profesionales fue una farsa más. Al final logré ingresar a sexto curso y una vez más mi tía me consiguió una beca tomando en cuenta mi situación económica y mi actividad pastoral en la institución. Sin embargo de nada sirvió, pues yo no lograba metas académicas ni en destrezas ni en calidad de trabajos por las limitadas posibilidades económicas. De cualquier forma continué, pero en un último escalón fue imposible rebasar, una tesis de $1500 imposibles de conseguir. Finalmente no pude graduarme en ese año. Lo que pude asegurar es el espacio misionero en la parroquia y luego de graduarme el cupo para el año de voluntariado. Continué mi formación misionera en la misma parroquia salesiana. Allí conocí a una chica, luego de ser mejores amigos iniciamos una relación amorosa que no planeé pero tampoco me negué, debía intentar y experimentar la heterosexualidad, era la chica que todo hombre desearía: atractiva, inteligente, de familia, su madre me

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apreciaba y virgen como quería llegar al matrimonio según nuestros dogmas. Yo aparentaba de respetuoso, besos y caricias sin sexo durante un año y tres meses que duró la relación, inusual en un hombre heterosexual que pasaba solo con su chica hasta tres días. La verdad era que no despertaba mis pasiones aunque jamás le fui infiel, aquella mujer se merece lo mejor del mundo. Al mismo tiempo me llegó la formación de teología de la liberación y poco a poco los sentimientos de culpa desaparecían y eran reemplazados por la necesidad de experimentar algo mas, la diversidad. A partir de mi salida del colegio religioso a mis 19 años, conocí lo que es la explotación laboral. Un año y medio trabajé en todo lo que se puedan imaginar por salarios insignificantes y un trato denigrante, desde limpieza, ayudante de cocina, mesero, descargando camiones, etc. En mis días libres asistía a mi grupo misionero parroquial, al mismo tiempo estudiaba sexto curso en un colegio a distancia, finalmente llegó el día de la graduación. En el restaurante donde trabajaba me dieron medio día de permiso, en la mañana recibí el título de bachiller que lo doblé en cuatro partes y guardé en el bolsillo trasero, porque en la tarde debía trabajar. Nada de fiesta, ni paseo de fin de año, ni ceremonia, no sé qué será eso. Dos meses después encargué a amigxs y familiares mis pocas cosas, renuncié a mi trabajo y obligaciones parroquiales y terminé mi relación con aquella chica, diciendo que había una vocación religiosa que discernir, la santa mujer me dijo que con Dios no iba a competir, y se despidió con un beso y una bendición. Con una maleta de ropa me fui al año de voluntariado misionero en Santa Rosa de Colimes, una población rural a 12 horas de mi Quito natal.

a pelear y ya eres todo un colimeño». Las estrategias fueron la farra junto a ellxs y lo que llamé «el balcón de las confesiones», a la entrada de la parroquia hay un balcón donde yo me sentaba todas las noches luego de dar clases o antes de bajar a la discoteca, a observar la plaza, allí se acercaban lxs jóvenes a contarme sus problemas o solo a bromear. Al inicio yo sinceramente pensé ser sacerdote. Luego me di cuenta que no era lo mío, encontré menos hipocresía en la vida laica que en la religiosa. Lo resumo basándome en los tres votos principales: castidad, la mayoría de religiosos mantenían relaciones afectivas y sexuales con sus colaboradorxs cercanas o solo se daban escapadas donde no les conocieran para desahogar su sexualidad; al inicio eso me causó crisis, luego comprendí que detrás de una sotana seguía existiendo un ser humano. Pobreza, pues en cada actividad pastoral el pueblo muy generoso regalaba de todo, adicional de las limosnas y costos por sacramentos; nunca pasé necesidades en ese año, mientras recordaba las carencias de laico cuando vivía en Quito. Y obediencia, algo que nunca lo logré. Eso de sacar dinero al pueblo para un obispo o decirle al pueblo que eran pecadores por ser diversxs. Jamás. Decidido, el sacerdocio no era lo mío.

Luego de los tres primeros meses y ya empapado de teología de liberación me dispuse a definir mi sexualidad, aun en el clóset, nunca estuvo en mis planes ese primer encuentro homoerótico con aquel compañero misionero. Aquel lunes de descanso coincidimos los dos solos en el templo donde desnudamos nuestros cuerpos y nuestras mentes ante el altar mayor. Destruimos dogmas y culpas para encarnar el amor al prójimo en su máxima expresión. Así empezó mi primera relación que duró tres meses, finalmente tuvo que termiColimes es un cantón con 60 recintos rurales que aten- nar por respetar su clóset, pues yo estaba en su pueder. Tierra de campesinxs humildes y muy generosxs, blo, y él sí tenía mucho que perder. Él decidió ocultar también bravxs, que se conocen, se cuidan entre ellxs su bisexualidad y eso yo debo respetar en secreto su cuando es necesario ponen orden aunque no siempre identidad, aun en la actualidad. apegadxs a las leyes. Un paraíso escondido donde se conjugan la belleza y la astucia criolla. Donde la diver- Luego de ello no cabía dudas, lo que me gusta son sidad sexual siempre estuvo y a pesar del machismo, los cuerpos masculinos. En este punto cabe relatar la pudo escapar de la represión colonial, el lugar preciso vida nocturna colimeña. El pueblo era pequeño y cada para definir y aceptar mi diversidad pues en la parro- fin de semana acudían muchas personas, sea en caquia varios del equipo de trabajo eran abiertamente rro o caballo, de recintos o cantones cercanos, pues gays y ya abrieron camino. Colimes estaba sobre toda ley. Lo que había era una discoteca tropical para parejas heterosexuales, tres baAntes del voluntariado ya había estado allí en dos res para adultos mayores y una sola discoteca de jómisiones. El párroco ya conocía mi trabajo y yo algo venes. Como ya mencioné yo asistía a la discoteca de conocía a la población. Mis labores allí eran visitar jóvenes que también era la discoteca de diversidades. mensualmente los recintos, dar clases de catequesis y A los seis meses de mi voluntariado yo era instructor ayudar al sacerdote en las eucaristías. También atender en el colegio y uno mas del montón en la calle. Ya los grupos parroquiales de jóvenes y adultxs. Por último, fiesteros del pueblo me ubicaban, entre ellos alguien dictar clases de religión y sexualidad en dos colegios: que yo observaba desde mi balcón. Era el director de uno matutino muy fácil y otro nocturno con estudian- la academia de danza del pueblo que por actividades tes mayores que yo y algunxs en situación de riesgo, sociales nos hicimos amigos. Luego de un tiempo de adolescentes trabajadoras sexuales, chicxs con adic- saludarnos de balcón a balcón conversamos y se hizo ciones, un sinnúmero de casos de violencia intrafami- costumbre encontrarnos en la plaza hasta la madrugaliar de todo tipo. Al inicio fue muy difícil ganarme su da, a conversar de toda clase de temas. Hasta aquella confianza y respeto, pero luego de tres meses era uno noche en la discoteca, el estaba pasado de tragos y la de ellxs. Como ellos me decían «solo te falta aprender gente comenzó a faltarle el respeto, prácticamente lo

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llevé a su departamento cargado. Nuestras ropas quedaron en el graderío, él tenía mucha mas experiencia y me enseñó mucho, nos sorprendió el amanecer y las campanas que llamaban a misa dominical, extasiados sin haber dormido. Los encuentros fueron esporádicos pero muy apasionados. Por nuestras conversaciones yo ya sabia que él tenía una relación abierta, pues a partir de esa noche entre él y yo también había una relación abierta que duró seis meses hasta mi regreso a Quito. Él me ofreció quedarme cuidando su departamento luego de mi salida de la iglesia pues tenía que viajar y que me visitaría, pero los dos teníamos pendientes que resolver y sueños que cumplir en rumbos distintos.

paterna liderando Amparo Medina, la anteriormente mencionada prima, madrina, y lideresa pro-vida, organizaron una actividad a nivel nacional alegando que lxs 14 millones de ecuatorianxs estaban en contra de los derechos de la diversidad sexo-genérica. Al ver esto me dispuse gritarle al mundo que aquella homofóbica también tenía un primo gay. Me junté a los activistas de la diversidad que estaban armando el contra plantón. Ya en la actividad el encuentro de bandos fue inevitable, y claro yo me enfrenté a mi familia. Ese mismo día fui expulsado de la familia paterna y nuevamente salí con mi ropa en una sábana, esta vez a casa de un novio que aún no conocía bien, sin embargo fue mi salvavidas. Por ello siempre digo a las familias diversxs que «la familia es el primer obstáculo o primer apoyo de todx ser humanx». Así fue como inicié mi activismo GLBTI en el año 2013, y ha sido una aventura con las más variadas experiencias, desde vivir en pobreza, y enfermedad, aguantando explotación laboral, en estos 6 años tuve el honor de conocer a varixs luchadorxs trans y gays que hace 20 años lograron la despenalización de la homosexualidad en mi país. He pasado por varixs colectivxs feministas y de diversidad, que todxs han aportado en mi formación. Lo más lindo ha sido ser apoyo, guía y confidente de nuevas generaciones, pero también he conocido el lado oscuro del activismo con organizaciones internacionales, conjuntamente al oportunismo político de turno y sus instituciones públicas, donde lo único que interesa es el dinero, el prestigio y mantener proyectos cosificando seres humanxs, convirtiéndoles en un número para justificar informes. Por todo ello decidí que mi activismo es independiente a todo partido político, desde y para la sociedad civil, formando parte de las minorías entre minorías, cuestionando y deconstruyendo a cada paso de mis tacas subversivas. Aunque estoy consciente que eso es una condena a morir en la pobreza y olvido. El camino no es fácil, pero es lo que esta inmunda necesita y clama.

A los 11 meses del voluntariado el padre llamó a reunión del equipo parroquial para conversar de los comentarios en el pueblo. Ese equipo parroquial que me recibió como un dios caído ahora me veía con asco. A mi relación abierta le habían agregado una sarta de inventos, hasta llegaron a decir que yo hacía orgías en la plaza. Y en la reunión yo acepté mi homosexualidad pero jamás delaté a mis dos amores que tuve en el pueblo. Aunque el último era evidente y por supuesto que desmentí todas las calumnias. De todas formas el padre decidió que en esa misma semana santa, que sería en un mes, llegarían los misioneros de Quito y yo regresaría con ellxs a mi ciudad. Tal cual, llegaron lxs que alguna vez fueron mis hermanxs, por mi sexualidad ahora les causaba desconfianza y hasta asco. Mi ex enamorada estaba en negación y avergonzada de haber estado con un gay. Para este punto yo conocía el origen de todas las tradiciones y dogmas del cristianismo. Había diferenciado entre lo sagrado de la espiritualidad individual y las religiones como instituciones de poder social. Así que sin dudarlo dediqué esa semana a visitar y despedirme de muy buenxs amigxs que siempre guardo en mis recuerdos. Y a vacilar con varios que se me habían escapado. Y mientras los creyentes estaban en su vigilia de sábado de gloria. Yo estaba en la discoteca en mi última fiesta colimeña y la tremenda Asmodea Cazadora - Juan Pablo Guerrero Pinto. / / despedida de mis jóvenes, y al final la despedida de mi amado, terminó como inició. Abrazados desnudos sorprendidos por el amarillo rojizo del amanecer. Ni quiera quise bañarme pues no quería despegarme del aroma de su cuerpo. Ya en el bus fueron 12 horas de tensión. Entre que me ignoraban y se burlaban, pero lo peor fue cuando a mi ex novia se le ocurrió revivir la llama de aquella relación. Fui lo mas sutil posible pero el desplante inevitablemente sería doloroso. Yo opté tan solo en planear todo lo que se venia en mi regreso. Ya en Quito en mi familia materna nadie podía recibirme. La parroquia donde serví 10 años me desconoció. La única opción era regresar a casa de la abuela paterna que estaba en sus últimos meses de vida y un tío le cuidaba. Finalmente la abuela murió y yo quedé en esa casa un tiempo. Aquel tío aceptó mi sexualidad y guardó el secreto pero el resto de la familia mantenían una religiosidad conservadora y homofóbica. Yo planeaba trabajar y tener independencia para eliminar del todo mi clóset. Pero pasó algo inesperado. La familia

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Crónica desde los coloridos corredores de 1 una escuela en Monterrico escribe: Tatsuya (Liz Adalia Oscata Castillo)2

No recuerdo que me hayan gustado los vestidos de «pequeña». Mi madre fue la que me vistió toda mi infancia, así que me vestía como «una mujer»; sin embargo, a esa edad uno no es consciente de lo que es, simplemente vives tu vida. Así yo solía vivirla, sin pensamientos, solo con una sonrisa. Era feliz supongo, inocente, más que ahora por supuesto; tal vez por eso me impactó darme cuenta que no era en realidad lo que mi madre creía. Nunca fui lo que la sociedad creía de mí. .... Primer grado, en un salón en el corredor del primer piso, «una niña» inocente da sus primeros pasos a una vida fuera de casa, pasar casi 9 horas lejos de mis padres era algo nuevo, pero de cierta forma pude sobrellevarlo. Había muchas niñas, todas bonitas, todas arregladas porque era el primer día. Mi primera interacción fue con una niña, parecía de mi edad, me emocioné bastante. «Nuevos amigos» pensé. Aunque ella me trató mal, simplemente no me di cuenta, ojos y pelo igual de negros, ella era bonita. Mis recuerdos sobre esos primeros días son difusos. Recuerdo que la mayoría de las niñas tenían el pelo largo, algunas enrulado, lo cual me parecía lindo. Desde siempre me han gustado las cosas lindas, algo de niñas ¿no es así? Lo lindo es de niñas, tal vez por eso ahora me gustan las mujeres. Sin embargo, alguien destacaba, ella/él/elle no sé qué pronombres usará ahora, pero esa persona resaltaba. Era totalmente diferente al resto, en un colegio solo de niñas, todas usaban el mismo uniforme: falda, pelo largo amarrado de manera grácil y todas con cara de niña; pero esa persona era tan diferente como yo, solo que no nos dábamos cuenta aún. Pelo corto enmarañado, le recuerdo usando el buzo todo el tiempo, o el pantalón debajo de la falda; le gustaban cosas diferentes, ¿muñecas? Nada que ver, a esa persona le gustaban los Power Rangers tanto como a mí, aunque yo sí usaba falda y tenía el pelo largo en una media cola con un moño crema. Yo era «una niña» como las demás exteriormente, no porque me gustara vestir así, sino porque el reglamento decía que así debíamos de vernos, ser presentables. A esa persona no parecía importarle, el hecho de que éramos niños fue un gran factor, pero yo sabía que esa persona simplemente era así. Libre. Mirarle era maravilloso y pasar tiempo juntos era magnífico. Fui muy feliz siendo su amigo en esa época, donde corríamos todos los días por el corredor del primer piso. Fue una primaria fantástica porque no pensaba en ser «una niña», no pensaba en comportarme porque «una niña» debe ser decente, no me importaba, a su lado podía ser yo, inconscientemente ya sabía quién era a esa edad.

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Crónica realizada en el marco del curso Literatura LTGB+ Peruana. Escrita con el acompañamiento de Alex Klauer. Nací en alguna clínica en el distrito de Lima, pero pasé parte de mi infancia en el Callao. Nací el 16 de abril del 2002, tengo 19 años. Soy estudiante de Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú.


A Val no le importaba que lo vieran como un niño, no le importaba que otros nos miraran mal cuando jugábamos a la casita y tomaba el papel del padre y yo de la madre, no le importaba en absoluto, sonreía y eso llenaba de alegría mi corazón. ¿Me habré enamorado? Tal vez, pero no era la edad para saberlo. Los años con Val fueron de gran importancia para mí. Porque en los años de adolescencia, en donde el papel de «una mujer» era peor que el de «una niña», me di cuenta de que los recuerdos con Val podrían darme una respuesta. Nuestros juegos, su risa, cuando tomaba mi mano para protegerme, el día que tímidamente le dije a mi madre que envolviera su regalo de cumpleaños con una envoltura azul de Power Rangers, porque sabía que le gustaba, a pesar de que mi madre me miró mal porque dije que a «ella» no le gustaba el rosa, todo ello era una pieza del rompecabezas. .... El corredor del primer piso, con las sonrisas que me dejó, aunque solo fueron dos años de primaria, me ayudó a resolver la primera pregunta: ¿Quién soy yo? Con ello pude sentirlo claramente, como el sol en el patio, como el sudor en nuestros rostros por correr tanto, como el calor de sus pequeñas manos al tomar mi cara. La primera pieza del rompecabezas: no soy una niña. Pero entonces, ¿eso significa que soy un niño? No tenía la experiencia para resolver esa pregunta aún. Además, desgraciadamente, perdí a Val. Al pasar al segundo piso, tercer año de primaria, Val ya no estaba en la escuela. Me dolió bastante, era como perder una parte de mí, perdí a la única persona con la cual era verdaderamente yo mismo, pero no lo sabía. Tenía otras amigas. Claro, no era igual. Sin embargo, no me quedé solo, o eso pensaba en ese entonces. .... El corredor del segundo piso era diferente, no había un patio delante, solo era un corredor junto al barandal. No era divertido, correr de un lado a otro estaba prohibido, aunque, de todas formas, no importaba porque desde que Val se fue dejé de correr. Me convertí en la «niña» bien que ellos esperaban de mí. Me tomaban de ejemplo por estar callado en clases, por no hacer alboroto, por solo ser una «muñeca» recibía aplausos de las profesoras. Así pasé el primer año en el corredor del segundo piso, estaba solo sin saberlo, rodeado de otros, pero aislado. Hasta que, en cuarto, llegaron dos personas que serían importantes en mi vida al igual que Val. Anne y Cloe, totalmente diferentes, pero se hicieron amigas por ser las nuevas. Con Cloe hice click al instante, con Anne fue más difícil. Cloe era más extrovertida, Anne era más callada, Cloe tenía el pelo rubio y Anne el pelo negro. Opuestas, pero no del todo, ambas de corazones puros y amables, por eso sufrieron mucho por mi culpa. Cloe, oh, la bella e inocente Cloe. ¿Por qué te enamoraste de mí? ¿Será porque tú viste que yo era diferente? ¿Será porque viste que era diferente al igual que tú? Desafortunadamente no lo sabía en esa época, no sabía que era diferente, lo sentía, pero lo ignoraba. La lastimé por mi ignorancia, aunque hasta ahora no entiendo qué vio ella en mí. Al menos sé lo que yo vi en ella. Sus ojos eran un enigma que me acompañó todos los años que pasamos en ese segundo piso. En la mañana eran grises, en el segundo recreo eran azules y a la salida eran verdes. Estábamos juntos todo el tiempo, si tratabas de buscarme en los recesos, siempre estaría a su lado en una banca ya sea dibujando, cantando o contando historias. Recuerdo que ella amaba mis dotes de escritor y compartíamos las mismas ideas locas, los mismos sueños. Dos mentes creativas que se enamoraron, pero uno de ellos no lo aceptó porque no sabía si le gustaban las niñas. Mejor dicho, lo sabía y al inicio lo predicaba a los cuatro vientos desde que encontré el significado de pansexual en Google en sexto grado. Era tan inocente como para percatarme de cómo otros me miraban. Estaba tan orgulloso de ser pansexual y eso le dio alas para que ella me dijera que era

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bisexual. Me acuerdo del miedo en su mirada al decírmelo, pero yo le resté importancia y solo dije que eso era genial. Era tan tonto, saliendo del clóset en medio de la clase de educación física, yo sin saber del asco en sus miradas porque estaba de espaldas, ella lo vio todo, por eso usó su voz baja. El corredor del segundo piso, años en los cuales era feliz sin saberlo porque aún me comportaba como una «niña» pese a que todas las demás ya estaban preparándose para secundaria. .... Por eso, cuando pasamos al corredor del tercer piso, al primer año de secundaria, abrí los ojos. En ese año, en ese piso, en un nuevo corredor, ella dijo que me amaba. Ahí me di cuenta de algo, yo también le amaba, pero por primera vez sentí los ojos de los demás sobre mí. Por un lado, en su mirada había expectativa, por otro lado, había asco a mis espaldas. Por primera vez ya no gritaba a los cuatro vientos, por primera vez ya no estaba orgulloso, por primera vez bajé mi voz y susurré al lado de su oreja: «Te besaría si no estuvieran los demás». Saben lo que significa ¿verdad?: «Sería sincero, pero… No puedo». Por lo que, más tarde, le rechacé. Todo fue una mentira, dije, cuando no lo fue. El reflector estaba sobre mí, no me gustaba esa clase de atención. Me hizo dudar, dudé de mis gustos, dudé de mí mismo. Ahí es cuando Anne entró en escena, ella fue parte importante del corredor del tercer piso. Oh, Anne, la acogedora e inocente Anne. Le traté mal los primeros años de su llegada, no sé el por qué, tal vez era «una niña» aún, pero en sexto fue diferente. Se creó una amistad entre nosotros, no éramos muy unidos, sin embargo, me agradaba. Estuvo ahí cuando la realidad me dio una bofetada. No toda la gente te aceptará por lo que eres. No toda la gente te sonreirá por decir que eres diferente. A Anne no le importó que yo fuera diferente, y que lo dijera en voz alta, ya que ella también lo era, solo que no lo exclamaba. Con ella tuve mi primer beso, días antes de que Cloe me confesara su amor, era primero de secundaria. Obviamente no le dije que fue mi primer beso, nos besamos en el baño porque Mabel dijo que lo hagamos. Fue imprudente, pero acepté sin pensarlo dos veces. ¿Por qué? No lo sé. Al inicio fue por curiosidad, ella había besado a bastantes chicos en su anterior escuela o eso decía, no es que me llamara la atención eso, solo quería saber cómo se sentiría besar a una chica. La primera vez fue dulce, normal, no tuve sentimientos, solo fue suave. La segunda vez, días después de que rompí el corazón de Cloe, fue diferente. ¿No me gustaban las miradas de los demás al estar con Cloe y me iba a besar a escondidas con Anne por eso? Era tan idiota. Bueno, al menos con los labios de Anne confirmé lo que ya sabía, soy diferente, soy pansexual. Y al lado de Cloe me enteré de cómo me ve la sociedad por esa misma razón. Días después, viví en carne propia lo que llaman homofobia. Los profesores se enteraron de mis escapadas al baño con Anne. Se lo hicieron llegar a la directora y fue ella misma en su despacho quien me recriminó. Confiaba en ella, me enseñó sobre la religión, pero me miró con asco y me trató de arpía. ¿Qué pensará su dios de ella? No lo sé, no me importa y en ese entonces tampoco lo hizo. Era la primera vez que una persona me miraba y me decía lo enfermo y retorcido que yo era. Primera vez que alguien, que estaba a solo un paso de mí, me miraba a los ojos y me decía que yo no debía existir, que el diablo se apoderó de mí. Mentimos, Mabel, Anne y yo mentimos. Para salir lo mejor pintados de esta situación. ¿Qué mejor que decir que internet tiene la culpa? Todos los adultos se lo creen. Solo sería una baja nota en conducta y pasamos al siguiente año. Sin embargo, perdí mi inocencia y perdí gran parte de mi confianza en mis padres. Porque, por supuesto que debía notificarles, me amenazaron para que lo hiciera. Ellos reaccionaron mejor de lo que pensé, no porque me aceptaran, sino porque ante sus ojos yo aún era «una niña» y solo erré. Al crecer encontraría el «camino de dios», dijeron. Tonterías.

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Jamás encontré ese camino porque no lo necesitaba. No erré yo, ellos lo hicieron. Siempre lo supe, aunque eso no quitaba mi dolor. .... Segundo año en el corredor del tercer piso, Cloe se fue. Cloe se fue y sabía que era mi culpa porque si los profesores se enteraron, todas en el salón también. Cloe no es tonta, todo el asunto también le afectó, lloró por días supongo, yo estaba en mi mundo. Aun así, pensé que podría verla, pero se fue lejos, se fue a Europa. Era un nuevo año, un salón alejado del baño. Hice borrón y cuenta nueva, como si Cloe no hubiera existido. Anne también hizo lo mismo, como si nunca nos hubiéramos besado. Segundo año de secundaria, me di cuenta de que sería mejor ser «una chica». ¿Y qué les gusta a las chicas? Los chicos. Ay, los chicos son otra historia. Me gustaba pasar tiempo con ellos, podía ser un chico más, aunque ellos me miraban como «una chica». Era divertido que vengan a mi casa a jugar videojuegos, salir al parque a comer chatarra, correr por las calles, hablar en general. Me sentía más suelto con ellos que con mis amigas, al lado de los chicos yo era totalmente diferente. Pero para ellos yo solo era «una chica». ¿Amistad? Eso no existía, ellos me dejaron, pero no los culpo, soy un mal actor y el papel de «chica» no iba conmigo. Fui «la chica» que la sociedad esperaba que fuera. Fui «femenina» o lo más que podía, fui «inocente», fui «coqueta». Y también hice lo que la sociedad espera que surja entre un chico y una chica. Enamorarse, porque solo un chico y una chica pueden tener una relación ¿verdad? Se atraen mutuamente, es casi imposible una amistad entre un chico y una chica, ¿verdad? Eso decía la sociedad. Yo quería evitarme problemas así que seguí el papel. Los chicos que conocí eran tal cual como la sociedad decía que debían ser, algunos decían que eran bisexuales, pero seguían siendo «normales». El factor de los chicos cambió el ambiente en el corredor del tercer piso, esos años de secundaria estaban llenos de dramas románticos, de chismes y de relaciones rotas. Mucho llanto y corazones rotos en esos años. Yo rompí algunos y no es algo de lo cual esté orgulloso. Muchos chicos se enamoraron de mí, a todos rechacé y a algunos les rompió el corazón eso. Era «una linda chica» ante sus ojos, me disgustaba que me vieran así, pero no sabía aún el porqué, yo solo quería amigos. Como dije, actué muy mal como «chica», actuar no es lo mío. Fingía que ellos me gustaban solo para quedar bien, pero se notaba bastante mi incomodidad. Aun así, solo un chico me gustó en esos años, su nombre era Mateo. Él era diferente, no cumplía con los estereotipos físicos de ser un chico. Me gustaban sus facciones, era más lindo que guapo y eso me atraía. Traté de acercarme a él, sin embargo solo me veía como «una chica». Me acuerdo haber llorado muchas veces por él, porque me gustaba y no era correspondido, creo. Aún no estoy seguro, no sé si yo le gustaba de vuelta, pero al menos hablábamos de vez en cuando, muy pocas veces la verdad. Una vez vino a mi casa junto con una amiga, vimos una película juntos. El recostó su cabeza en mi hombro, me puse muy nervioso, por inercia puse mi mano en su cabello y empecé a acariciarlo. Estaba feliz, mi corazón se sintió lleno, su cabello era muy suave y mi mano muy torpe. Al finalizar la película le acompañé a la salida, mi corazón no paraba de latir. En la puerta se quedó viéndome unos segundos, los cuales se sintieron como una eternidad, pero luego negó con la cabeza y se despidió. Me acuerdo de que eso hizo que mi pecho doliera, me di cuenta de que solo era «una chica» más ante sus ojos, pero decidí ignorar ese hecho. ....

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Quinto año de secundaria, el corredor del tercer piso pasó a ser mi cama, dejé de correr hace tantos años, dejé de gritar sin miedo hace tanto tiempo. Ese último año en ese corredor me cambió bastante, un salón mucho más alejado del baño. Creo que salí con un chico ese año, se llamaba Lucas, pero todos le decían Lu. Digo que creo que salía con él porque no veo esos dos días de relación como algo serio porque acepté estar con él solo por compromiso. Era lo que supuestamente «una chica» haría. Sin embargo, estaba cansado y cuando vi la posibilidad de salir de ello la tomé. Había una chica dentro de mi grupo de amigas, porque pese a todo aún tenía amigas, que parecía que yo le gustaba. Maia, así se llamaba, ella era linda como toda mujer, más baja que yo y un poco temperamental, sin embargo, buena persona, amable y graciosa. Maia me agradaba y en los últimos años nos volvimos más unidos. Sabía que ella se enamoró de mí primero, pero decidí hacerme el desentendido. En la época en la que «coqueteaba» con Lu, Maia empezó a llamarme la atención. Empecé a verle diferente, dejé de verle solo como una amiga y me abrí a la posibilidad de enamorarme de ella. Hasta ahora no sé si de verdad sentí algo por ella o no, sin embargo, unas cuantas veces me imaginé besándola. Maia confesó su amor por mi porque le obligué, internamente quería escapar de Lu, quería escapar de lo que dictaba la sociedad. Era mi primera relación con una chica siendo yo «una chica» también, fue dulce al principio, pero fuimos demasiado obvios, todo el mundo se enteró de nuestra relación. Fingía que no me daba cuenta, me hacía el tonto, decía que no me afectaba cuando en realidad las inseguridades se iban acumulando. Lu se volvió un problema, terminé con él, pero él no tomaba un no por respuesta, por suerte éramos de colegios diferentes. Solo le ignoré y me concentré en Maia. A la sociedad no le gustó eso y todos esperaban algo de mí. Otra vez los reflectores estaban sobre mí, la única audiencia estaba en primera fila, cada uno expectante de mis movimientos, cada uno expectante de lo que iría a decir. Grité, pero no con confianza, grité con miedo y enojo, ya no leía el guion. El corredor del tercer piso hizo eco de mi grito. Todos lo escucharon, todos lo sintieron. Yo estaba llorando, yo me estaba desmoronando. Corrí, corrí hacía el alejado baño. ¿Cuántas horas he estado encerrado allí solo y llorando? Anne trató de protegerme, trató de ayudarme. Era muy tarde, lo vi todo. Corredores y pisos, salones y ventanas, paredes amarillas y verdes, baños con mayólicas grises, espejos sin reflejo, casilleros pequeños. Todo era una escenografía. Todas las personas en el escenario, con guion en mano me miraban preocupados. ¿Por qué dejé caer los papeles cuando los de la primera fila nos estaban observando? Todos estaban esperando la reacción de la audiencia por mi error. Un hombre con corbata habló desde su asiento «¿Te olvidaste tu línea? Improvisa, recuerda que tu rol asignado es ser “una linda chica”». Recogí el papel del último acto. Últimos meses de escuela, estaba solo. El odio que sentía hacia mi persona se reflejó en mi relación con los otros. Lastimé a Anne y a Maia. Todas se alejaban de mí. Empecé a temerle al corredor, no salía del salón ni para almorzar. Solo dormía en mi mesa o dibujaba en mi libreta. Mi voz era casi un susurro. Tenía miedo. Poco a poco les temía a todos los corredores, a todos los pisos, a todos los baños. Escapé a mi casa y de ahí no salí en mucho tiempo. Ahí podía ser «una chica linda» sin problemas. Pero uno debe presentarse al menos en su graduación. Fue el peor día. No solo la audiencia esperaba algo de mí, ahora los otros actores también. ¿Disculparme? ¿De qué? ¿Qué hice mal? ¿Es porque estoy pisoteando algunas hojas de mi guion? ¿O es porque me alejé del corredor? ....

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El piso era negro en la graduación. Todas con anillos iguales menos los diferentes como Anne y yo. Todas con el mismo uniforme y todas sonrientes, menos yo. El uniforme me quemaba, los ojos me ardían, falta poco para que termine esta actuación. Me gradué. La obra terminó. Se cerró el telón, pero ninguno de los actores se movió de su lugar, excepto Dan. Ella abrió el telón, saltó del escenario y sin dudar le escupió a la audiencia. «Quédense con sus malditos roles». Volteó para mirarme, extendió su mano y pacientemente esperó a que tomara una decisión. Oh Dan, ¿cómo pude haberte olvidado? Siempre estuviste a mi lado, aunque el color del suelo cambiara. Aunque pasara de un corredor de suelo rosa, verde y amarillo a uno de color blanco con manchas negras. Aunque cambiara de piso, aunque no siempre me escondiera en el mismo baño. Tú estuviste ahí sentada a mi lado, esperando pacientemente por mi respuesta. Porque Dan, a pesar del miedo fue sincera con sus padres, fue sincera con la sociedad y más importante, fue sincera consigo misma. Dan me demostró que ser distinto no era algo negativo porque ella es feliz siendo lo que es. ¿Cómo pude olvidarme de eso? Desde que Val se fue en primaria, me perdí. Pero Dan me hizo recordar, me hizo recordar lo que era correr libremente por esos corredores, aunque estaba prohibido, ella se sacó los zapatos y los lanzó sin mirar atrás a lo largo del corredor del tercer piso. Su sonrisa, su mirada llena de orgullo, me tentó a hacer lo mismo. Bajé del escenario y tomé su mano, ahora estábamos corriendo, corriendo por todos los corredores y nadie podía detenernos porque solo éramos nosotros dos en la noche de mi graduación, en la noche de mi liberación, solo éramos nosotros dos riendo y gritando sin miedo. Ese día ella usó tacos y un vestido, se veía bien en ellos, pero eso no era ella. Los tiró sin miedo, al igual que sus zapatillas porque Dan siempre decía: «Ser libre es no usar zapatos ajustados». Yo tiré mis zapatos guinda de escuela, siempre los odié. Dos actores que dejaron de actuar porque el rol que les dieron jamás fue su verdadera persona. Ese día no lo supe, pero amé llamarme Aristóteles por una noche. Dan me llamaba así. Ese día tampoco lo supe, pero otra vez los corredores me dieron otra pieza, mejor dicho, me dieron muchas piezas: No soy una niña, no soy una chica, me gustan las mujeres, pero no significa que sea un niño, tampoco soy un chico. Soy pansexual y soy una persona. Soy válido. Poco a poco la imagen empieza a tener forma. Mi corazón se siente calmado bajo la luz de la luna en una noche de diciembre, junto a la única persona que logró ver mi verdadero ser en ese entonces. Que Dan supiera que soy trans antes de que yo me diera cuenta aún me sorprende. Aún faltan muchas piezas del rompecabezas porque la pregunta tiene muchas respuestas. Pero al menos sé quién soy ahora gracias a esos momentos caminando, corriendo y tropezando por esos pasillos, por los coloridos corredores del primer, segundo y tercer piso de una escuela religiosa en Monterrico. / /

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Ataúdes y raíces1 texto y foto: Franco Yactayo

Soy carne fresca... No necesito un sugar daddy. Nunca he sido bueno con ellos, y no es que no me exciten (ya lo he comprobado, ñam), solo que sostener un vínculo sexo-afectivo con alguien mucho mayor me ha hecho sentir en desventaja, como si ellos me opacaran con su mayor experiencia y personalidad. En cambio, me nace otorgarles otro espacio en mi vida, uno que a las bebitas nos han dejado hueco: ancestres, maricas mayores que estén ahí para aconsejarnos (en lugar de solo querer cacharnos). Esto lo hablaba con uno de mis hermanitos a mitad de la pandemia. Él me cuenta siempre de los tíos que lo buscan desde los 15 años. Yo a esa edad tuve mi primer flaco, uno de 20, y ahora siento que en ese entonces me faltó carácter para preferir el afecto de su alma por sobre su cuerpo, o para decirle «cuídame, no me caches».

De regreso al vientre... Estaba por las Italias con la excusa de llevar un curso de intercambio, pero en realidad fui a visitar a mi mami, a quien no veía hace un par de años. Ella, a diferencia de mí, sí aprovechó y se chapó a su sugar daddy, un italiano. Entre ellos hay cariño, así que en su momento les di mi bendición... Estando allá, de Milán hacia Roma, las redes sociales me contaban que los italianos están como su comida, pero también que el nuevo bicho me estaba pisando los talones. ¿Acaso ahora me persiguen más virus que hombres? ¡Qué dirían mis ancestres! Me pregunto por elles porque la sangre y la herencia me las fueron imponiendo desde muy chiquito, y aunque he querido romper con esto, nunca dejé de pensar en quienes (se) han venido antes de mí, de quienes (me) vengo… En realidad, no había tenido rastro de elles hasta ahora. Imagínate, pues, date cuenta que a tus ancestres no les vas a sacar del clóset, sino del ataúd. Por suerte existe une Diosite Marica que nos ampara, y lo digo porque las de mi generación hemos podido cubrir esta falta de ancestres con la dicha de tener algunes amigues mayores, a veces amantes, y también personajes de la Historia (la Historia Marica, obviamente). Entre les últimes, hay mártires de lucha, cientistas (en portuñol, pero solo porque se lee bonis) y por supuesto, artistas... Lloro un poquito cada vez que escarbo en las vidas de la Lamebel o la Reynoso, la Chavela Vargas o la César Moro. Y a nuestra profeta, la Campuzano, que Diose la tenga siempre travesti por las siglas de las siglas. Me hago lágrimas de haber querido que me consuelen con una charla y unos tragos aquellas veces que me dejaron roto, que me cuenten algo suyo y me digan que todo iba a estar bien, que yo aún era un cabrito muy tierno como para rendirme ante el dolor. Quizá era inevitable, siempre fue tarde, para que en el rosedal que me habita el alma crezcan afiladas espinas que ahora me adornan hasta la pinga.

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Crónica realizada en el marco de la convocatoria «Cronistas de la Diversidad». Escrita con el acompañamiento de Arturo Dávila Zelada.


El autor de esta nota, Franco Yactayo.

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Escarbamos, desenterramos... En marzo llegué de vuelta a las Limas que tanto amodio, y lo hice justo a tiempo para que nos encierren. Qué amargo ha sido el sabor del hilo del tiempo estos nueve meses desde mi viaje al primer mundo, y ahora mi mami me pregunta para qué quiero entrar en sintonía con mis ancestres acerca de su posibilidad de haber sido maricas, pero me lo pregunta en voz baja porque en la familia ese tema está prohibido. Ella ha puesto en pausa su sueño eurocentrista durante unos meses para venir y visitar a la familia de nuestra hermosa Ica, llena de arena y de gente arenosa. Mi mami extraña demasiado su tierra. Yo también lo hago. Después de todo, allá tuve mi primera caída de las escaleras cuando era un bebé (y lo que no recuerdo, no dolió). También fui testigo del huayco del 98. Recuerdo que se anunciaba frente a nosotros como si fuera un pasacalle. Esa fue la primera vez que presencié a la naturaleza reclamar sin temor lo que es suyo. Yo era chiquito, mi familia perdió muchas cosas, y el huayco... estaba regio el maldito. En Ica vivíamos en el tercer y último piso de la casa familiar, toda una mansión criolla en un barrio de gente bien a mitad del desierto. Urbanización Sol de Ica, al frente de un colegio, y frente al colegio nuestro jardín, lleno de arbustos, hierbas, flores y algunos árboles. Cada que era temporada, los primos y tíos trepábamos el árbol más alto para cosechar buena cantidad de pacaes. Cada tanto, la bisabuela Matilde recogía algo de manzanilla o hierbaluisa del jardín para las horas del té. El bisabuelo Ricardo siempre estaba fuera, entre el trabajo y otras de sus familias. Un día, hasta la cocina del primer piso se escuchó un estruendo que venía casi del cielo. Mi mami dejó caer las ollas del susto para emprender una maratón por las escaleras, y al encontrarme no supo si estallar de rabia o de risa: Yo estaba a mitad de jornada cruzando el patio, arrastrando el cubo gigante que mis padres tenían de televisor en su cuarto para llevarlo hacia el mío. La pantalla de vidrio la estaba pasando rico, frotándose con el piso… Para mi mami, eso calzó perfecto con las noches en las que me escapaba de mi cuarto para salir al patio a mirar a los periquitos que ella tanto cuidaba. Los liberé a todos, uno por uno, y así ella llegó a la conclusión de que había parido o a un niño muy malcriado o a un loquito. Sí a todo. Ella tiene mucho de qué quejarse conmigo y de mí, pero le consta que nuestras vidas de novela son herencia purita. Cuando era chiquita, andaba con su carnerito por todos lados en el pueblo de Changuillo, la hacienda de papá Ricardo donde ella vivió buena parte de su niñez. Su mamá, Hermelinda, salió de su pueblo natal, Palpa, para buscar oportunidades en el extranjero y dejó toda su vida detrás, incluyendo a su hija. Su papá, Francisco, había hecho casi lo mismo, con la diferencia de que él prefirió vivir en Lima. Mi mami entonces quedó a cargo de Matilde, por ratos en Sol de Ica y otras veces en Changuillo... Un día su carnerito desapareció. Luego, en la cena, la familia la felicitó entre risas y relamidas por lo bien que lo había cuidado. Ella se quedaba siempre viendo el atardecer acompañada del sonido de los cuculíes, entre naranjos, cultivos de yuca y el canal que resplandecía al ritmo de su caudal. Eso fue lo más cercano a la libertad que mi mami vivió a esa edad, porque cada que empezaba a perder noción del tiempo, resonaban los gritos de Matilde con cuchara de palo, escoba o manguera en mano. La querían harto, pero la trataban como a una chacha no pagada, como a Cenicienta en perpetuo bucle de medianoche, porque si tenía algún segundo libre para suspirarle a la vida, Matilde se lo cobraba. En Sol de Ica el trato no mejoraba, acercarse a la ventana para ver jugar a la muchachada del barrio ameritaba sus jalones de mechas. No la dejaban acercarse al teléfono ni ver televisión, y así, sin haber tenido nunca una muñeca, pasaron los años para que mi mami pueda por fin liberarse de la abuela. No fue la mayoría de edad la determinante, sino el haber quedado embarazada a sus 19 años. De ave enjaulada a madre y esposa, tradición maldita.

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Desde entonces, mis padres y yo hemos crecido juntos, tratándonos casi como hermanos entre risas y discusiones. Su matrimonio eventualmente terminó, quizá porque la heterosexualidad y la monogamia son proyectos fallidos, pero sobre todo porque la infidelidad dejó una marca indeleble en sus corazones nobles, tan fuerte como el golpe de un taco aguja en la cabeza tras una noche de presuntos besuqueos extramaritales, o como la llamada del amante atendida por mi padre. Nada nos detuvo y celebramos el inicio del siglo mudándonos a Lima. Yo estaba alegre porque nunca me entendí con Matilde, o no lo suficiente, pero también devastado porque me alejaron de mis raíces muy pronto. Plantita triste me quedé, que en Lima no brilla el Sol de Ica, ni se puede salir a jugar libremente porque radica el temerle a la calle... Extraño el tronco del barrio bajo la luna llena con cientos de larvas ascendiendo, todo un cuento surreal, como los mitos iqueños de brujas, duendes y la sirena en el oasis. No extraño a Matilde callándome siempre, diciendo que en la familia no hay vagos, ladrones ni maricones. Dudo. La vida en Lima resultó bastante ruidosa, solo me tomó una década acostumbrarme. Mi papá estuvo recurseándose con lo que había, que por suerte no era poco, y mi mami aprovechó para mantenerse cerca a su padre siempre ausente, ahora omnipresente. Al menos con eso ella estaba contenta, aunque por supuesto que se extrañaban las fiestas interminables en casa de Matilde. Ahí bajaba toda la familia, siempre con un nuevo miembro para conocer o con el cual reencontrarse. Lo mejor es que Matilde quedaba neutralizada por el calor de familia y por la música que sonaba más fuerte que sus gritos.

Bajo la tierra que me parió... Estamos en una charla de dos horas con mi mami, qué parlanchina se ha puesto. Su vida da para un par de libros, mínimo, no solo acerca de su infancia entre Changuillo y Sol de Ica, sino también con lo que hemos protagonizado de la mano, incluyendo el día en que se le rompió el corazón al contarle que soy cabrito. Crucificada quedó del dolor. Ella siempre había procurado transmitirme la sentencia hacia lo no heterosexual, otra maldita tradición familiar. Eso daba mala vibra, o al menos eso decían mis tías cada que podían, Matilde incluida. Una vez estaban conspirando para hacer juntas uno de sus rituales favoritos: ir a la peluquería. Al momento de decidir a dónde, descartaron inmediatamente el salón de belleza donde acababan de contratar a un cabrito, según ellas para evitar que se les peguen energías negativas. Años después, mi mami decidió ignorar aquel dicho para arreglarse para mi bautizo. El chico que la atendió de seguro se había enterado del veneno homofóbico que salía de la boca de mi familia porque no dejaba de cepillar los rizos de mi mami con ira. Ella le pidió lagrimeando que sea más delicado, y él respondió: «Si quieres ser bella, que te duela». Después de eso, la familia tenía aún más ganas de seguir con esa actitud, y mi mami se había sumado al club de tías anti-maricas (Diose nos libre). Aun así, este tipo de discursos no son un caso aislado en ellos. Por si el asco a lo no heterosexual no bastaba, también eran afines a discursos machistas, clasistas y aunque duela en la belleza admitirlo, hasta racistas. No me sorprende que no se sepa de ancestres maricas. Estoy seguro que apenas imaginaron salir del clóset alguna vez. Jamás podré compensar todo eso, solo espero no vivir nuevamente una situación como la que pasé con mi mami aquella vez. Realmente sentí cómo su alma se quebraba. Vi en sus ojos un abismo que apagaba el Sol... Silencio total. Alguien había muerto, y en el momento no supe si era ella o yo. Al tercer día, resucitó. Nos sentamos a almorzar, y me dijo: «Tienes que cuidarte mucho, por favor... Todos los hombres son iguales. Dicen que te quieren y te prometen el mundo, pero solo quieren una cosa. Así son

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de pendejos». Y me quedé tan conmovido que no pude detener su remate: «Tú tampoco estés de pendejo, que ya te conozco». Ya han pasado unos años desde entonces, pronto será una década. Tenerla frente a mí a pesar de la pandemia es toda una bendición, así que aprovecho y le explico que incluso el cariño de madre no basta para llenar este vacío, que ser un chiquille no heterosexual me hace sentir desconectado del resto de esta familia. ¿Siendo cabro, cómo confiarle a algún familiar del huevón con el que estoy tirando o del pata que me agarró de huevón? No han sabido qué decirme, cómo aconsejarme, consolarme e incluso ni quieren escuchar esas cosas. Es difícil que el cariño y la empatía lleguen hasta donde la carne propia no lo ha hecho... Ser heterosexual es una huevada, pero ser marica es otra huevada.

... busco une ancestre... Cada vez me queda más claro que bajo esta tierra yacen voces que fueron forzadas a guardar silencio, que gritan en negativo por el miedo de haber sido y amado. En mi sala, en cambio, está pasando todo lo contrario. Mi mami comparte conmigo esta emoción de reencontrarnos, preguntarnos y contarnos de todo. Felizmente el departamento es chiquito porque estamos llevando la plática de los muebles rancios de la sala hacia las ollas viejas en la cocina y viceversa. Por ratos perdemos la ilación de lo que hablamos y no solo porque sean demasiados temas, sino también porque es un pecado cocinar mal. En el proceso, le cuento que mi primera vez fue un trío; de cuando atrasé sin querer a mi mejor amigo de la secundaria con un pre-universitario que acabábamos de conocer; que abrí la boca más de la cuenta respecto a un secreto que él me confió y que años después pagué con su desprecio cuando lo visité en su casa; de mis manoseadas de madrugada frente a la iglesia de La Recoleta, y algunas anécdotas con uno que otro chico con el que salí y que ella conoció. Ella quería contarme algo en especial, pero se hizo esperar. Me adelantó que era algo que nunca antes había dicho. Quizá era respecto a lo que hace un tiempo me contaron de un ancestro marica. Él falleció antes que yo naciera y al parecer todos en la familia acordaron no hablar jamás de aquella vez que lo encontraron en la cama con un jovencito. No me quedó claro si todos se enteraron de ello, o si quedó como secreto entre un par de testigos. A mí me lo dijeron solamente porque querían que tenga en cuenta que hacer esas cosas trae sufrimiento a la familia. Creo estar listo para que me confíe lo que me quiere decir, así que le pregunto por mi ancestro y si es que sigue vivo. Hasta donde supe, él presentaba a su amante como su ahijado o algo así… ¿Cómo se habrá conocido con mi ancestro? ¿Habrá salido del clóset? ¿Será de mente abierta, o todo un facho? ¿Qué pasó realmente el día que los encontraron desnudos? ¿Cómo se sintió y qué sentía por mi ancestro? ¿Se arrepiente de haberse metido con un hombre casado? ¿Tendrá quizá algún nieto de mi edad que me pueda presentar? ¿Habría que preguntar, no? ¡No, jamás! Solo una persona podría saberlo, pero a su edad me preocupa que si se le toca el tema, se nos va. Aun así, mi ansia insiste. Le digo a mi mami lo que siento, que el desierto de Ica me ha parido y que, aunque de chiquito me trajeron a esta capital, mis raíces nunca dejaron de buscar el camino de vuelta a esas arenas. Ella me cambia de tema y me propone acompañarla a Italia para vivir plenamente, libre para ser y para amar. No niego que lo he pensado. Después de todo, ya he disfrutado de la compañía de un cura del Vaticano cuando fui, así que imagino que aún hay muchas experiencias esperándome...

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Pero que se joda el primer mundo allá, yo me quedo a joderme acá. Lo único que pido es encontrar algún rastro de la sangre marica que me antecede... «Ya, te voy a contar. Esto pasó hace muchos, muchos años en Changuillo, cuando era una chiquita, y es algo que nunca, jamás me he atrevido a hablar con nadie. Es que tú sabes cómo son tus tías, pues. Esos temas... No, no, no, para nada se tocan, y si intentan hablarles de eso, no, te mandan a callar en una. Con mis tíos es distinto porque son hombres, pero todo lo toman a la broma. Y yo en realidad nunca me había permitido pensar en esto hasta hace un tiempo, después de tener mi primer orgasmo a los 32 años. Es que nadie nunca me enseñó lo que era sentir eso. Antes, pues, se acostumbraba a hablar de sexo solo con el esposo, si él quería, y quizá con el ginecólogo... En fin, tuve mi primer orgasmo mientras habíamos dejado reproduciendo una película para adultos, y en eso me quedo mirando una escena donde enfocan a la chica. Luego me quedé pensando, haciendo memoria porque nunca me había pasado algo así. Excepto que hay algo que pasó en la chacra que nunca conté a nadie, y en realidad era un juego entre amiguitas [...]». Era ella, Crista resucitada, yo de su vientre y ella raíz. Bajo esta tierra aún quedan voces dispuestas a brotar, recordar, vivir, y a ya no callar. Gracias, mami. / /

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¿Quiero ser hombre? escribe: Paola Amézaga Lazo Cruzatt1

Es el quinceañero de mi mejor amiga, no quiero ir. No quiero ir, y no es porque simplemente no quiera, no quiero ir porque tengo que ponerme vestido, pantis y zapatos de taco. Mi mamá, uff mi mamá está contenta, pues al fin me voy a vestir como la niñita linda que según dice abdujeron los aliens cuando tenía 3 años. «Pareces un pájaro frutero» me dice, porque aún no se usaba la palabra «piraña». Yo suelo vestirme siempre con jeans y zapatillas. Siempre se estresa cuando peleamos por la ropa, pero a la vez se muere de risa cuando le digo que no es justo que yo no pueda ir en terno y zapatos. Llegar al quinceañero es otra tortura, todas se paran juntitas como en un concurso de belleza, se paran a esperar que el más guapo o más canchero de la fiesta venga a elegir con cuál de las concursantes quiere bailar. La música comienza*, saca a la primera y si esta lo chotea, mira bien y sigue con la segunda que más le gusta y si esta también lo chotea sigue buscando a la que le diga que sí. Claro que eso solo lo pueden hacer los hombres, y yo me pregunto por qué no puedo sacar a bailar a quien yo quiera, no es justo. Tenía quince años cuando me paré frente al espejo y me hice la gran pregunta: «¿Por qué no puedo ser hombre?» Mi hermano, cinco años mayor que yo, estaba lleno de privilegios; no tenía que lavar los platos, ni hacer nada que tuviera que ver con la casa. Él llegaba y mi mamá salía corriendo a decirle «¿papi quieres comer?, ¿tienes plata?, ¿necesitas algo?» y podría seguir acosándolo para darle todo lo que quiera. Para los juegos y la bicicleta también era igual, «él puede porque es hombre, las niñas no hacen eso». Realmente estaba harta del machismo que había en casa. A los 5 años, en el nido «Mi primer camino» se iban a realizar diversas actividades por alguna celebración que ya no recuerdo, entre ellas había un desfile de niños y niñas; le pidieron a mi mamá que lleve una ropa de baño, pues las niñas desfilarían en ropa de baño y los niños en short y polo; cuando llegó el momento de alistarnos, le dije a mi mamá que yo no desfilaría con las niñas, que no quería salir en ropa de baño, que desfilaría con los niños o no desfilaba. A mis cortos 5 años estaba segura de no querer salir a un escenario en ropa de baño de mujer. Ella no sabía que hacer, intentó convencerme diciéndome «pero mira qué lindas se ven las niñitas», y yo seguía que no y que no. Insistió hasta que una profesora (maravillosa) intervino en la escena, preguntó qué pasaba, mi madre le contó y ella súper dulce, se agachó a conversar conmigo y me dijo: «¿qué pasa?, prefieres desfilar con los niños», muy decididamente le dije que sí, me dio una mirada cómplice y le dijo a mi mamá: «si quiere desfilar con los niños, que desfile con los niños. No hay problema». Salí feliz al escenario junto a los niños, y vestida con short y polo como ellos. Entonces, ¿quería realmente ser hombre? Pasé muchos días frente al espejo mirándome. ¡No podía ser hombre! Pensé en ocultar mis senos, al mirarme en el espejo me di cuenta que realmente no

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Género no binario, nací PAS y no lo sabía, condición que desde niña me permitió sentir y percibir más el mundo, desde muy pequeña descubrí la pasión por las artes y los libros. Diseñadora y comunicadora, nacida en Lima Perú.


me molestaban, pero socialmente era lo más notorio de mi cuerpo. Me sucedía algo extraño, había días que despertaba y era muy feliz con ellos, me ponía tops y escotes donde se notaban y no tenía ningún problema, pero había días en lo que prefería que no estén, pues ir a comprar al mercado se volvía una tortura, ya que en los años 90 en el mercado de Magdalena (donde mi mamá solía ir) se agrupaban en las esquinas los hombres, ya sean camioneros o verduleros, que siempre miraban o gritaban alguna frase desagradable que te hacía sentir casi violada. Mi madre era una mujer muy guapa y curvilínea, ir con ella al mercado no solo implicaba que me miren a mí, si no mucho peor, ¡que la miren a ella! Por esas épocas de algún modo me di cuenta de que mi mamá era mujer, y yo quería protegerla mucho más de lo normal y empecé a vestirme de manera más masculina. Me había autoconvencido que era para defenderla si alguien se quería pasar de vivo. En aquel entonces creía que verme masculina era solo eso: proteger a mi mamá, ahora entiendo que era una parte que siempre estuvo en mí. En un inicio me ponía las camisas de mi hermano y con el tiempo, incluso mi mamá colaboró, pues cuando ella me llevaba de compras a los centros comerciales, yo me escabullía hacia la sección hombres en busca de algo que me gustara y me lo llevaba al probador, según ella no se daba cuenta que no era de mujer. Hoy iré a una fiesta, el lugar es bastante lejos de lo habitual, iré con mis amigas de la universidad, mi mamá para variar me llevará y se quedará cerca esperando por si sucede cualquier cosa y decido irme de la fiesta. Me bajo del carro y veo a mi amiga a unos metros en la tienda, le digo a mi mamá que se vaya y avanzo hacia la tienda, de pronto sale una chica vestida de negro con el pelo, también negro, cayendo en su rostro, dejando ver solo sus ojos verdes. Me detengo cuando ella se acerca, me da un beso en la mejilla, me dice su nombre y yo el mío, luego se va hacia la fiesta. Me quedo helada: «¿quién era?, ¿por qué me saludó si no me conoce?». Aparece mi amiga Celia y me la vuelve a presentar a lo que respondemos a la vez «sí, ya nos conocemos». Entramos a la fiesta. Todo iba bien, pero yo no podía dejar de voltear a verla. La busco por toda la fiesta y la veo, ella me ve y sonríe, yo me volteo asustada y con roche. Inmediatamente ella se acerca al grupo y se para a mi lado, yo no me muevo, petrificada otra vez, no entiendo qué me pasa. Mientras suena una canción de Roberto Blades**, pienso en que quisiera ser hombre para sacarla a bailar, no comprendo por qué pasa eso por mi cabeza, pero no dejo de buscarla con la mirada, creo que me gusta, pero eso no puede ser. Acabó la fiesta, me voy a casa y no dejo de pensar en esos ojos verdes. Me levanto al día siguiente muy decidida; desnuda frente al espejo, me vendo el pecho, me pongo unos jeans anchos y una camisa de mi hermano, me coloco una gorrita, me miro al espejo y me pregunto «¿me reconocerá?, ¿me veré lo suficiente masculina como para gustarle y que me haga caso?»; suena el teléfono y se revienta mi burbuja, vuelvo a ser mujer; pero sé que anoche algo cambió en mí. Creo que me he enamorado. / /

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Naturaleza humana1 escribe: Aura Velásquez2

Esa sensación, ese latido, ese calor me recuerdan que tengo forma. forma que no controlo, forma que aunque me queda pequeña. Es mi forma. Natural y espontánea crecen las nubes borrosas antes de la tormenta. Natural y espontánea se expande el mar. Natural y espontánea extiende la sol sus brazos. Natural y espontánea nace la vida. Natural y espontánea florece mi expresión. No puedes atrapar la naturaleza en una botella. Quizá puedas atrapar una mente en un cuerpo. Pero la mente siempre expande su visión. Por eso encarno estas sensaciones, encarno estos sentimientos, encarno y floresco, encarno y libero. ¿Encarno? ¿Floresco? ¿Libero? Mi pertenencia es como el último respiro de un corazón ardiente. Mi nombre vago y cansado por su grito continúa su viaje borroso. Mis ojos dan una mirada cegada por la euforia de una sensación pasajera. Mi futuro es un pasajero que ha olvidado sus maletas sabiendo que las tiene guardadas bajo llave. Mi presente como una pregunta susurrada hecha para un sordo, no tiene respuesta. Mis decisiones como un creador imparable son invisibles pero existentes. Mis pensamientos como todo en este universo son de un clima incontrolable pero espontáneo. Mi apellido cansado por el peso de su historia se a soltado de mis hombros permitiendo seguir mi camino más ligero. Mis palabras son como una vela bajo el agua, no tienen sentido pero aún así la intento encender. Mi mente como un espejo frente a otro espejo es egoísta. ¿Cuando descansa nuestro ego? Mi vida como todas las de ustedes, nos pertenecen, pero nosotros a quién le pertenecemos? ¿A quién le pertenece el peso de su nombre? ¿A quién le pertenece el peso de su apellido? ¿todos esos pesos me han soltado y yo los he soltado a ellos? ¿Me han soltado y yo los he soltado a ellos? ¿Me he liberado? La cielo ha llorado, La mar está susurrando y La sol no deja de acariciar. todes se encuentran natural. Es inevitable encontrarme, no termino de encontrarme, estoy en constante descubrimiento. Definitivamente mi clima es natural y espontánea, realmente soy y estoy. ¿Soy? ¿Estoy? ¿Soy? ¿Estoy? ¿Soy? ¿Estoy?

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Crónica realizada en el marco de la convocatoria «Cronistas de la Diversidad». Escrita con el acompañamiento de Anticuchx Polisha. Creadore nacide en algún lugar aleatorio de un planeta llamado Tierra, exploradore de la surrealidad que descubre nuevas realidades. Instagram: @aure_vlsz

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Cuentos del mar escribe: Yue1

No escribo para alguien, pero tampoco contra alguien. Escribo socavando, engañando, con ilusiones ópticas y trampas. Son las tretas retóricas de quienes estamos acorraladxs, y por tanto hemos aprendido a deformar el lenguaje del amo para sobrevivir. Nos volvemos heroínas de los cuentos, no princesas encantadas, sino niñas perdidas en el bosque, acechadas por lobos y duendes, y solo nos quedan el engaño, el ingenio y el cariño como armas de supervivencia. Aprendemos a transformarnos, hasta volvernos unx con ese espejo convexo, el oleaje perpetuo en el cual se desdibujan nuestrxs cuerpxs. Nos convertimos en el mar mismo, mientras el sol no ve más que nuestra superficie en el momento presente, sin memoria y sin expectativa, pues él se cree eterno. Pero en nuestras profundidades oscuras, donde el ojo normante jamás podrá alcanzar, acechan corrientes, monstruos con tentáculos y cuevas de coral. Para sobrevivir, necesitamos aprender a bucear hasta nuestro propio fondo, enfrentar el miedo a las sombras que el sol proyecta desde fuera sobre nosotrxs para abrazar nuestrxs cuerpxs tal como son, remecidxs por las mareas, endurecidxs por la presión de las profundidades y por los siglos de silencio, preñadxs del amor que solo en susurros podemos dar y que a veces explota como burbujas de locura. Mas si hemos sobrevivido, ascendemos de nuestros abismos ya sabiendo esto, o ya lo sentimos e intuimos, aunque a veces sea difícil de nombrar. Son nombres prohibidos bajo la luz del sol, y es por ello que necesitamos jugar con la espuma de las olas, reflejando la luz del sol de vuelta a sus ojos para cegarlo, refractándola y partiéndola en sus mil colores, para mostrarle, con sus propios medios, que aunque nos quiera volver innombrables, somos inmortales. / /

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La nacionalidad es una circunstancia ambigua. Cuando se nace en Lima (1984) y se crece en Berlín, lo único que queda claro es que se es extranjerx siempre. En 2007, Yue se graduó del bachillerato de Literatura en la PUCP y publicó su primera novela, El Empalador. Siguieron varias publicaciones de poemas y relatos fantásticos en revistas y antologías peruanas y extranjeras (Gólgota, Fósforo, Nictofilia, Relatos Increíbles, Tenebra, entre otras). En 2011 regresó a Alemania para realizar estudios de Maestría en la Universidad Ruhr de Bochum. En 2017 publicó el segundo libro propio, Crónicas del templo negro. En 2020 completó su doctorado en Literaturas Comparadas y sacó su primera novela en alemán.

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Candidatx

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texto y foto: Raúl Antonio Oliva Muñoz2

Mario se acerca al confesionario, taconeando inconscientemente el suelo marmoleado del recinto: a veces avanzando con convicción, luego retrocediendo con un poco de duda, para luego quedarse paralizado sin saber qué hacer, solo para después volver a avanzar, ya resignado. Esperaba confesarse con el anciano arzobispo, confidente suyo y amigo de su familia desde que vivieran sus abuelos. En su lugar, se encuentra a un diácono joven, de contextura alargada y sinuosa, con la tez marrón bañada de un barniz brillante. Lleva una casulla verde, señal del tiempo ordinario en el calendario litúrgico. Mario se imagina a sí mismo luciendo ese vestido, un poco más ceñido, más solemne. Siente una comezón. «Toma asiento», le espeta de repente el diácono, prácticamente de espaldas a él, como era la usanza en el antiguo rito latino. «Ave María Purísima».

Luchi se dirige hacia la piscina, pero ha bebido tanto anoche que le cuesta mantener el equilibrio. Los tacos le dejan los pies hinchados y blandengues, como dos patines, pero se apoya en la pared de la piscina y logra llegar a una camilla blanca junto a la baranda, donde se desploma, aliviada. La gente abstemia a la que se le da por juzgar la vida de los demás como por deporte, no conoce el alivio de dejar de pensar tanto en todo. Le relaja el aroma quirúrgico del cloro en pastillas con el que limpian el agua. Los olores así de intensos se abren paso entre sus pulmones arrugados, zarandean su anestesiado cerebro y la transportan a un pasado idílico, al que se aferra como a una presa, como si su vida se fuera en ello. «Tómate una chela heladita», le sugiere Mapi, risueña, que aparece de pronto sentada a su lado, guiñándole un ojo por debajo de sus gafas naranjas, como cuando veraneaban juntas en Huanchaco. «Ya, bitch, ¿cómo te fue en el debate? Cuéntamelo todo ¡y exagera!».

El debate de ayer en Sol TV había sido un fiasco para ambos candidatos. Tuvieron el tiempo justo para poder leer sus notas. El audio intermitente y un salvapantallas celeste que se difuminaba a ratos sobre el polo también celeste de Mario, le daba una apariencia de Zordon: decapitado, rosáceo y calvo. Mario postulaba por una curul en el congreso por la región de la Libertad después de un breve pero exitoso paso por la alcaldía de Tacabamba en Cajamarca. Argumentó que su partido respetaba a la población LGBT, pero les instruyó a mantener sus afectos a raya en la esfera privada. Vociferó en contra de la ideología de género, que buscaba romper dicho equilibrio, homosexualizando a la infancia y trayendo deshonra en contra de los mismos homosexuales que llevaban una vida proba, alejada del escándalo y el escarnio. Por otra parte, los trolls del partido naranja habían desatado una campaña furibunda en redes sociales en su contra burlándose de su aparente amaneramiento y de sus aires de superioridad, llamándolo desde «la tía regia» hasta «la candidata de los pitucos». Mario había querido desmentirlos en este debate, pero en los ensayos siempre se le quebraba la voz cuando se exaltaba hablando de este tema, por lo que la asesora de comunicaciones le había ordenado que lo evada, y que más bien se dedique a atacar a Luchi en base al hecho de que la empresaria presuntamente estaría tentando el congreso en busca de la inmunidad parlamentaria frente a la denuncia de lavado de activos en contra suya. Una testigo muy cercana a la acusada habría decidido ser colaboradora eficaz, pero terminó siendo asesinada en un aparente ajuste de cuentas del cartel al que pertenecería presuntamente Luchi.

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Crónica realizada en el marco de la convocatoria «Cronistas de la Diversidad». Escrita con el acompañamiento de Arturo Dávila Zelada. Raúl Antonio Oliva Muñoz (Chiclayo, 1990). Psicólogo Social, PUCP. Maestría en curso en Política Social en la UNMSM. Especialista en Investigación y Evaluación. Lector voraz de literatura LGTBIQ+, miembro del Club de Lectura Gayctura y escritor ocasional. Sus cuentos han sido seleccionados para ser publicados en diferentes antologías. Catlover.

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De Luchi no podríamos haber dicho nada mejor. De hecho, no podríamos haber dicho nada: su imagen pixeleada y la alerta de low conectivity, llevó a producción a tomar la decisión de desactivar su video. El público tampoco vio su avatar: vieron el logo naranja de su partido; ni oyó su voz: oyeron la postura del partido. «Un maniquí con una grabadora dentro podía hacer lo mismo», pensaba Luchi. Tuvo chance de llamar anticuado a Mario, de decirle que un loro también podía pasarse el día repitiendo insultos y que hasta lo haría con más carisma que él. Quiso hablar, en cambio, sobre su propia propuesta de Unión Solidaria. Pero le habían instruido en evitar la confrontación frontal en dicha entrevista, pues el partido de Mario les estaba robando votos en el segmento más conservador. Los asesores de imagen la instaron a hablar en un tono positivo sobre la importancia de la familia, el lugar favorito de María a los pies de Jesús, así como sobre el apoyo que recibían de organizaciones de mujeres que querían preservar dichos valores tradicionales y las libertades económicas, amenazados ambos por la izquierda radical. Un marianismo con tufo a naftalina, pensaba, y un anticomunismo propio de la época del APRA en Trujillo. No podía imaginarse un discurso más soso. Totalmente. Ella creía que, al contrario, necesitaban una bomba de WhatsApp, un potoaudio, un vladivideo, cualquier escándalo que le pusiera emoción a las elecciones, que dividiera al electorado, e incrementara las ganas de votar de la gente; o el ausentismo volvería a ganar en La Libertad. ¿Acaso esos asesores de Lima creían que el candidato más aburrido se iba a llevar todos los votos? Esto era política, no un puñetero comercial de espagueti. Pero su opinión nunca contó. La disciplina del partido era férrea, y ella solo era un peón provinciano más, avanzando por órdenes de una mano invisible.

Mario aún recordaba aquella vez que el arzobispo lo abordó en el ensayo previo a la fiesta de la Inmaculada Concepción para proponerle que fuera candidato por el partido celeste en las elecciones municipales. Se lo propuso por la amistad del alcalde de Piura con su padre, quien también había dado su consentimiento. Ni siquiera esperaban que ganara: solo querían completar sus cuadros políticos en Cajamarca. Por supuesto, ya no iba a continuar siendo el maestro de ceremonias de aquella parroquia si debía salir a hacerle campaña al partido celeste en otra región. Mario aceptó, ya resignado, y le pidió al anciano que lo dejara a solas un rato en la sacristía. Este accedió. Cuando se quedó solo, Mario se acercó al anda de la Inmaculada Concepción. Tomó el hermoso traje de seda celeste que rodeaba a la Virgen. Nadie lo recordaba, pero él mismo se lo había pedido a una casa de importaciones europea hacía tres años, en ofrenda a la Virgen por haberle ayudado a culminar su maestría. Iba a extrañar tanto aquel lugar, con sus inciensos, sus vestidos de 41


seda y sus estrictas reglas ceremoniales. Cerró la puerta con llave. Desvistió la imagen de yeso y se acercó al espejo del salón. Delante de este, se envolvió a sí mismo con las túnicas de la Virgen y, completamente travestido, se dijo que, si Dios así lo quería, él sería el celoso guardián de la pureza de aquel color.

Luchi regresa temprano de montar olas: Máncora está llena de rocas y ya se ha golpeado los pies un par de veces. Unos jóvenes peludos y bronceados le han recomendado entre risas que no se meta con las olas más grandes. Deben pensar que por su edad, por ser mujer, no va a poder lograrlo. En verdad, le cuesta admitirlo, pero su cuerpo ya no es el mismo, por lo que huye antes de verse marginada a surfear en la orilla, junto a los principiantes. Sube a la suite del hotel donde se hospeda. Mapi está envuelta entre las sábanas, retozando. Al ver a Luchi, se despereza estirando sus pies y sus manos en dirección a ella, como tratando de alcanzarla. Luchi abre un champán y sirve dos copas. Introduce un dulce en su copa y otro en la de Mapi, y la anima a que brinden con los brazos entrelazados. «¿Qué estamos celebrando, Luchita?», pregunta Mapi, risueña siempre, aunque con los labios ligeramente morados, la voz un poco ronca y los ojos inyectados de sangre. «¿Por qué toda esta solemnidad de señoras con gatos?». Luchi se ríe. La observa, la ama tal y como es, y tiene tantos planes en mente a su lado, aunque no sabe por dónde empezar. Pero antes de que diga una sola palabra, la otra la ha envuelto entre sus brazos. Mapi muerde la comisura de sus labios, rodeándola poco a poco, hasta tenerla de espaldas. Le besa desde el centro de su espina dorsal, y va subiendo poco a poco hacia su nuca. Luchi tiene ahí un nervio muy sensible: hace que empiece a gemir y que inconscientemente se quiebre, elevando sus glúteos hasta la altura de la cara de Mapi. Su lengua cálida le empieza a producir una cierta sensación de adormecimiento en su sexo. «Debe haberme echado coca», piensa, agradecida.

El silencio del recinto religioso que otrora emulaba el vacío, se veía cortado por las embestidas brutales de Mario contra la boca del diácono, que engullía su propio regurgito con desesperada devoción. Mario deslizó sus manos a través de la espalda sinuosamente delineada del diácono, en busca de esas dos perfectas esferas de chocolate, hechas con cacao amazónico, a las que pretendía glasear con barroco esmero. Pero al retirarle la blanca alba vio que llevaba un horroroso jockstrap naranja debajo, como si de un go-go dancer cualquiera se tratara. Se sobresaltó. «¿Se encuentra usted bien?», le preguntó de repente el diácono, rompiendo la ensoñación en que se encontraba Mario. «Sí, discúlpeme», señaló Mario, sonrojándose por la vergüenza que le embargó. No pudo confesar lo que le acababa de pasar, pero si no lo hacía seguiría en pecado y no podría comulgar. Se dijo a sí mismo que se lo revelaría a un sacerdote anónimo, de una iglesia a donde nunca hubiera ido antes, quizás de alguna parroquia en el sector del Porvenir. Se retiró. Se imaginó yendo bajo la identidad de una mujer, para que nadie lo reconozca, y evitando así poner sobre aviso al sacerdote sobre la identidad real del confesante. Creyó que estaba excusado si lo hacía, no por placer como otras veces, en que fue débil, sino por proteger al partido de la iglesia de las habladurías que podría propalar alguno de esos curas relajados de la Liberación que abundaban en los pueblos jóvenes. Se alegró al recordar que tenía el vestido celeste perfecto para aquella ocasión.

Luchi se paró al filo de la piscina, detrás de Mapi que se había sentado a remojar sus pies. Sonaba «Year of the Cat» de fondo, su canción preferida. Le preguntó a Mapi cuáles eran los años del gato en el calendario chino, ya que era tan dada a esos temas astrológicos. Mapi volteó, pero se quedó en silencio, mirándola con esa mirada tierna que le dirigía cuando no tenía respuesta a sus preguntas. Sin embargo, Luchi se sobresaltó al notar que Mapi ahora llevaba unas gafas celestes, horrorosas, que le recordaban al cretino de Mario. Del susto, intentó arrebatárselas, pero su mano atravesó a Mapi, como si de un holograma se tratase, con lo que perdió el equilibrio y cayó a la piscina. Con lo mareada que estaba, le costó reincorporarse por sí sola y salir de la piscina. Tosía: por poco se ahogó. Le picaban los ojos y la garganta. Tenía un horrible sabor a cloro en la boca. Quiso imaginarse a Mapi, otra vez ahí, pero abrazándola y preocupada por ella, como en Huanchaco, como en Máncora, como creyó que sería siempre, pero no funcionó. Así no funcionaba: quizás necesitaba más alcohol. / /

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El amor 1 se tiñe de rosa escribe: Ken Rugra

Todos tenemos un pequeño niño de oro por dentro, un pequeño niño cubierto de capa por capa de grasa y piel. ¡Piel y asquerosa grasa!, uno al que muchas veces lo llenamos de falsas y absurdas etiquetas, al que señalamos en la calle por caminar diferente, al que gritamos muchas cosas porque tiene el valor de amar, no ocultarse y mostrarse como realmente es, pero sobre todo porque no teme darle la mano a otro niño y ser él mismo o simplemente porque nadie puede amar a un ser lleno de sueños y estrellas como lo es él. Puede que no a todos le agrade ese niño, que muchos lo rechacen, que algunos se le acerquen cuando este utilice un antifaz que cubra su fealdad y desagradable apariencia, y que cuando se quite esa máscara se alejen de él, aunque hayan pasado momentos felices juntos y llenos de risa. Puede que prefieran que siga utilizando ese antifaz, que siga ocultándose de la gente, que sea temeroso de los murmullos a su espalda o puede que simplemente prefieran que se pierda en el camino donde su única salida es vagar de perfil en perfil buscando terminar agotado por las noches para no sumergirse en esa realidad en la cual todos lo señalan. Muchos simplemente lo mirarán por encima del hombro, voltearán su cara y se alejarán después de arrojar piedras llenas de pésimos halagos sobre él. Otros solamente ignorarán el mensaje o eliminarán el «TAP» porque no tiene los suficientes músculos que necesitan para saciar sus ansias de mantener una cama llena y así ocultar que se sienten solos por las noches. Otros simplemente le dirán que no es de su gusto, y se marcharán dejando puntos suspensivos que nunca llegarán a cumplir aquella promesa de que sin importar el cómo se viera, se quedarían allí, y por si fuera poco muchos de ellos saldrán huyendo porque le faltan esos 19 centímetros que son la clave para la felicidad de unos cuántos. Pero este niño, a pesar de todo, se ilusionó muchas veces, se fijó en aquellas sonrisas sinceras y con dobles intenciones que muchos de aquella manada de feroces zorros hambrientos se acercaron a él con la intención de ser amigos, y cuando vieron realmente que no tenía ni una sola pizca de oro a su alrededor, lo descuartizaron dejando su corazón sangrando o simplemente se desvanecieron en el espacio mezclándose entre la multitud de puntos brillantes -no estrellas. Y así este niño fue creciendo, fue creyendo y pintando poco a poco en las paredes de su desgastada pizarra en el viejo espacio de su corazón a los candidatos dispuestos para que lo amen, mientras que en cada uno de ellos escribía un rayón acompañado de un «no me gustas» junto con lágrimas perdidas entre las miles de sus noches, y a continuación un silencio infinito, que él muy bien conocía dónde era la señal para pasar a la siguiente persona y tener el mismo resultado. Y así fue creciendo, fue rayando, marcando y borrando nombres, sonrisas y personas, que se acercaron y al igual que un vil ladrón, tomaron un pedazo de él y dándose a la fuga y nunca más regresaron. Pero por más dolor y lágrimas que sangrara él seguía de pie, pues no quería deshacerse de su vieja piel, de aquella grasa de y aquel dolor que significaba caminar junto con ella, porque quería que lo amen, y sean locamente felices no por su valioso interior, sino por lo que era y lo poco que tenía a su alrededor. / /

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Crónica realizada en el marco de la convocatoria «Cronistas de la Diversidad». Escrita con el acompañamiento de Anticuchx Polisha.

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Por fin vuelves escribe: Ken Rugra

Y hoy regresas a mí, con tu sonrisa tristona, con la que armas mis sentidos rotos, aquellos que estuvieron guardados y vieron pasar muchas fiestas sin tu compañía. Y regresas a mí, con tu sonrisa sincera, aquella que me dice que no tema, que por fin podremos combatir juntos, que hoy serás solo para estar en mis sueños. Y regresas a mí, con tu sonrisa clandestina, con la que mantiene en calma mis fantasmas y demonios ya algo cansados por perseguirte como sabuesos de la noche, cuando me siento tan solo sin tus besos. Y solo regresas a mi con tu sonrisa nocturna, en esa tez cual noche oscura, con cierta esperanza vacía de no tenerte. ¡Sí! Por fin, hoy regresas a mí, con tu sonrisa de niño bueno, la que dice que ya no soy otra vez parte de tu tonto juego, con la que me enamoras, me destruyes y me mientes cuando dices que ya no te marcharás otra vez, cuando solo es para irte lejos sin mirar atrás una vez más. Sí, hoy regresas a mí, por fin puedo escuchar tu dulce voz, como las notas compuestas por los arcoíris que provocas en mi interior al tocarme con tu tierna calidez y Tu voz, la que me llama por la noche de luna llena y con la cual podría quedar ciego al ver tus ojos cual miel fresca.

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Tu voz, aquella música paulatina que conquista mis odios y la que hace que me quede rendido ante los susurros a mis oídos. Tu voz, cual cántico de guerra, me avisa que debo prepararme para sufrir y esperar que mis tropas sean exterminadas, para que tú entres en mi castillo saques mis tesoros ocultos y me dejes vacío y en una crisis a punto de morir a la espera de regreso de tus besos, mi amor prohibido. Y hoy por fin regresas, luego de mil noches vagando por un río lleno de estrellas y cometas, hoy por fin apareces cuando la luna ilumina el sendero, hoy por fin puedo ir a tu encuentro para dejar que me llenes con tus eclipsados besos. Hoy llegas como si no hubiera pasado nada, pero aún tengo miedo de susurrarte que aún te pienso, que en mis sueños te veo, que eres tú con quien calmo mis más íntimos deseos, que me gustas y que eres el lucero que me guía cuando descubro mi cuerpo, y que sigo con miedo, miedo de amarte, miedo de que me digas que no estoy en tus sueños, que ya seas parte de otra arte, miedo que ya no me ames pero lo que más tengo miedo es que me grites sin lágrimas en los ojos que deje por fin de extrañarte. ***

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NOVEDADES EDITORIALES

El violador escondido y otros poemas

El poeta trans, piurane, es une artiviste transfeministe transmasculine no binarie que reside en Lima. Elle se interesó en la poesía desde niñe como una forma de autoconocimiento y expresión de su sensibilidad. La temática de su poesía gira en torno a la desigualdad e injusticias sociales, las instituciones represoras del estado y la violencia contra las mujeres, disidencias y personas LTGBIQ+.

«La poesía es protesta y también es entregarse del todo. El Poetatrans logra ambas cosas en estos versos y ¡lo hace en lenguaje inclusivo! ¡Kaboom!... Sí, ha sido una explosión mental toparme con este poemario y no he podido más que expandir todo lo que creí conocer sobre la realidad trans, las fuerzas del orden y la relación entre estos.

Su poesía es intimista, pero a la vez convoca a les lectores a sentirse parte de una comunidad que les ampara y apaña. Sus versos son confrontacionales y directos; no solo conmueven, sino también retan a enfrentarse al «violador escondido», como se titula uno de los poemas.

Queda claro que estas letras, profundamente sociales y transgresoras, buscan incomodar al lector a ratos, pues le conducen a cuestionarse mientras lee y es que nadie pudo contárnoslo mejor. Que este testimonio sea un recordatorio de que el arte y la protesta no deben separarse nunca.»

Invito a todes a leer los poemas que aquí encuentran y quecondensan la experiencia de vida de une persone que ha sabido vivir con intensidad y plasmar lo que significa entrentar la violencia de género en un «Perú, país de violadores». Adelanto unos versos de este poema:

Ariadna Del Mar

Título: El violador escondido y otros poemas Autorx: Wendy Morán Hurtado Género: Poemario Editorial: Gato Viejo Año de edición: 2021 Formato: 14.5 x 21 cm Portada a full color Alessandra de Ferrari Tapa blanda Número de páginas: 40 páginas ISBN: 978-612-4433-40-5

Perú país de violadores, Perú donde te violan o te queman en un coche. Perú país de violadores, País donde te violan o te matan en derroche, De qué sirve ser ombligo del mundo, Si nadie escucha tus reclamos solo son susurros.

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NOVEDADES EDITORIALES

El colector de orgasmos

Alain, quien cursa el primer año universitario en la ciudad de Arequipa, se verá sometido a una ceguera voluntaria ante el desarrollo de un romance digital en medio de una sociedad conservadora. El maremoto de mensajes virtuales que Alain sostiene con Daniel, permitirá descubrir tanto el miedo como la ilusión, sentimientos derivados de una relación mística, tenebrosa y quizás mortal. El colector de orgasmos es una autoficción que se encarga de revelar lo peligroso que pueden ser las redes sociales y la vulnerabilidad que uno puede experimentar en perfecta soledad, tal vez como consecuencia de dejarse llevar, y ¿por qué no? del amor.

«Un romance digital dentro de una sociedad pacata revela el miedo y la ilusión como factores recurrentes de una relación sombría. Alain Espinoza con la destreza de una narración clara y fluida, nos muestra en esta autoficción lo riesgoso de las redes sociales junto a los vericuetos del amor y los estragos propios de la soledad.» Wilber Córdova

«En la novela está todo lo que hace de la experiencia literaria un acontecimiento inmersivo: el amor, la soledad, el temor, la confrontación, las decisiones erradas y la violencia. El recorrido es ágil, intenso, incluso voraz. Es actual, digital, nadie desconoce el lenguaje de las redes SOBRE EL AUTOR sociales, algunos las utilizan con destreza y otros, agazapados en la perversidad del escondite, se la pasan andan Alain Jorge Espinoza Vigil (Arequipa, Perú, 1995) empe- cazando, o como dice el autor, coleccionando.» zó su carrera literaria a los 21 años con el cuento «Carril Matías Segreti Tres», el cual ganó el primer lugar de los Juegos Florales organizados por su alma máter. Un tiempo después, pu- Título: El colector de orgasmos blicó su primera novela, El colector de orgasmos, en el Autor: Alain Jorge Espinoza Vigil marco de la FIL Cuzco 2020. Posteriormente, la presentó Género: Novela en el Festival del Libro Arequipa y luego en Lima. La nove- Editorial: Gato Viejo la tuvo una gran recepción y la primera edición se agotó Año de edición: 2021 (segunda edición) en un par de meses. La crítica ha sido positiva, así lo refle- Formato: 11 x 18 cm jan diversas reseñas y artículos publicados. Actualmente, Portada a full color Alain forma parte de la Red de Escritores de Arequipa y Tapa blanda también de la Red LGTB+ Arequipa. Además, trabaja en Número de páginas: 160 páginas su segundo libro. ISBN: 978-612-4433-36-8 (primera edición) Encuadernación: Al calor Precio: S/ 28

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Elecciones en el Perú escribe: Julio Lossio

Fueron cinco las candidaturas de personas abiertamente LTGB+ que se presentaron este año al Congreso de la República. Todas de Lima. Y todas obtuvieron buenas votaciones en sus respectivos partidos: • Susel Paredes postuló con el número 1 en el Partido Morado. Tuvo 70,651 votos, la votación más alta en su partido. Fue elegida. • Alejandro Cavero, número 14 en Avanza País. Obtuvo 27,664 votos y fue el cuarto más votado en su partido. Fue elegido. • Gahela Cari, número 13 en Juntos por el Perú. Obtuvo 18,508 votos y fue la cuarta más votada en su partido. No fue elegida. • Gabriela Salvador, número 7 en el Partido Morado. Tuvo 8,563 votos y fue la novena más votada en su partido. No fue elegida. • Rogelio Ramos, número 8 en el Frente Amplio. Tuvo 1,376 votos y fue el tercero más votado en su partido. Frente Amplio no superó la valla del 5% de votos válidos, no pudo colocar un solo congresista y por lo tanto perdió su inscripción. La abogada Susel Paredes es además la cuarta congresista electa más votada de entre todos los partidos en todo el Perú, después del expresidente Vizcarra (postuló con el número 1 en Somos Perú), del ex presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas Jorge Montoya (1 en Renovación Popular) y del millonario ex congresista y propietario de la Universidad Telesup José Luna Galvez (1 en Podemos). Esta interesante tendencia de tener un congresista LTGB+ entre los más votados se observó también en las elecciones congresales pasadas cuando Alberto de Belaunde, abiertamente gay, que postuló con el número 6, también por el Partido Morado, quedó en segundo lugar de los congresistas electos más votados con 266,654 votos. A diferencia de Alejandro Cavero que difícilmente habla del tema y, por lo tanto, muchos pueden haber votado por él sin saber que era gay, Susel Paredes es una conocida activista por los derechos LTGB+. Más activista aún que Alberto de Belaunde. Pero también con una trayectoria en política mucho más antigua. En el 2006, cuando por primera vez se presentaron en el Perú candidaturas de personas abiertamente LTGB+ al Congreso Peruano, una de ellas fue la de Susel, que postuló por el Partido Socialista que llevaba como candidato presidencial a Javier Diez Canseco. No logró ingresar, pero quedó en segundo lugar de los más votados de su partido a nivel nacional. Ese año el Partido Socialista no pasó el umbral electoral y perdió su inscripción. El 2008 Susel fue elegida Secretaria General del partido, pero renuncia en el 2009 junto a un grupo importante de militantes para formar el Movimiento de Acción Socialista (MAS). Muchos socialistas seguidores de Diez Canseco nunca se lo perdonaron. En el 2011 Susel postuló al Congreso por el Partido Descentralista Fuerza Social, partido que el año anterior había ganado la alcaldía de Lima. Su candidato a presidente, Manuel Rodriguez Cuadros, renunció tres semanas antes de las elecciones. Fuerza Social no obtuvo ningún representante en el Congreso. Esta del 2021 fue su tercera postulación. Y ahora recae en ella las expectativas de la comunidad para obtener algunos logros (o no perder lo avanzado) en este Legislativo en donde van a predominar las posturas conservadoras: los dos partidos con mayor representación y que pasaron a la segunda vuelta, Perú Libre (que obtendría 37 congresistas en un parlamento de 130) y Fuerza Popular (24), están en contra de lo que llaman «la ideología de género». Y Renovación Popular, que se encuentra disputando el ser la tercera fuerza política en el parlamento con Acción Popular y Alianza para el Progreso, es un partido ultraconservador que lleva en sus filas a la Pastora Aguayo, ex militante de Con mis hijos no te metas.

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Los dos únicos partidos abiertamente a favor de los derechos LTGB+, Juntos por el Perú y el Partido Morado, sumarían en conjunto solo 8 congresistas. Lo que hace a Susel una persona clave y la obligará a hacer uso de toda su diplomacia y toda su habilidad para conseguir alianzas, en la defensa de nuestros derechos. Con el ejecutivo, salga quien salga elegido en la segunda vuelta (a realizarse el 6 de junio), hay pocas expectativas. Y será tarea de todxs el estar atentos al posible copamiento de los antiderechos en las diferentes instancias del poder. Es claro, al ver la debacle de Juntos por el Perú, del Partido Morado y del Frente Amplio, que las propuestas pro derechos LTGB+ no han estado yendo a la par de las demandas de las mayorías. Perú Libre y Fuerza Popular han ganado en los espacios estructuralmente marginados: fuera de la Lima Moderna y en los sectores rurales. En Lima Fuerza Popular ha ganado en los distritos considerados NO Modernos: Ancón, Carabayllo, Ate, El Agustino, Lurín, Pucusana, Puente Piedra, Villa El Salvador y Villa María del Triunfo. A nivel nacional Perú Libre resultó primero en las regiones con mayores niveles de pobreza: Amazonas, Ancash, Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco, Junín, Madre de Dios, Pasco, Puno y San Martín. Por el contrario, Juntos por el Perú, el partido que más ha levantado las propuestas a favor de la diversidad sexual y de género, ha tenido sus mejores performances en distritos modernos de Lima: San Miguel, San Isidro, San Borja, Pueblo Libre, Miraflores, Magdalena, Lince y Jesús María, en donde llegó al tercer lugar, el mejor lugar que ha obtenido.

Desde hace mucho tiempo sabemos de los hallazgos que dicen que es en los sectores con mayores ingresos y mejores niveles educativos en donde se acepta más la diversidad. En el 2014, por ejemplo, una encuesta de IPSOS Perú mostró que la población con mayor nivel de aceptación al proyecto de Ley de Unión Civil provenía del nivel socioeconómico A, con un 60% de aprobación, mientras que la población con menor aprobación provenía del nivel socioeconómico E, con tan solo 20%1. Algo similar se observa en la II Encuesta Nacional de Derechos Humanos del 2020 donde el sector A estaría dispuesto a contratar a un homosexual en un 60% mientras que los sectores D y E solo en un 45% y 37%2. En el Perú el sector E, de los más pobres, es bastante alto (34%) y, en conjunto, los sectores D/E son más del 60% de la población.

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Citado en Igualdad para construir democracia por Carlos Alza y otros (Jurado Nacional de Elecciones, 2017), en la página 37. https://cronicasdeladiversidad.com/analisis/amerinoddhh/

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Fuente: https://www.ipsos.com/es-pe/caracteristicas-de-los-niveles-socioeconomicos-en-el-peru

No es raro entonces que los candidatos que han obtenido la más alta votación y se encuentran ahora disputándose los votos de la mayoría de la población para la segunda vuelta, no les interese para nada discutir el tema de la diversidad sexual y de género. Pero, según los hallazgos que mencionábamos más arriba, luchando contra la pobreza y mejorando la educación también se contribuirá con una mayor aceptación de la diversidad. ¿Quién podría hacerlo mejor? Difícil decirlo. Pedro Castillo, pese a sus buenas intenciones, hay que aceptar que es una incógnita. Tanto así que, en primera vuelta, desde la izquierda lo llegaron a acusar de ser un instrumento de la derecha (ver por ejemplo la caricatura de Carlín dos días antes de la primera vuelta en donde aparece abrazado con López Aliaga) y desde la derecha de ser de extrema izquierda. En líneas generales Castillo apuesta por una mayor intervención del Estado y por ir desmontando los arreglos que nos hacen un país desigual. Una de sus propuestas que ha levantado mucho revuelo es la referida a la de acabar con la concentración de los medios de comunicación, tema al que le dedica 4 páginas en su plan de gobierno y que explicaría por qué el Grupo El Comercio (propietario de canales de televisión, señales de radio y periódicos) y todos los canales privados de televisión le han declarado la guerra (llegando a vincularlo al terrorismo y llamándolo todos los días comunista y chavista). Otra de sus propuestas que nos llama mucho la atención es la referida a eliminar el Concordato con el Vaticano; con el poder que tiene la Iglesia Católica en el Perú sorprende una manifestación tan clara al respecto en su Plan de Gobierno. Con tan poderosos enemigos a los que se ha plantado va a ser una verdadera hazaña que el profesor, cuyo símbolo es el lápiz, gane en la segunda vuelta. Keiko Fujimori, por el contrario, se posiciona como una defensora del modelo neoliberal que instauró su padre en 1990. Un modelo económico que se benefició del triunfo de las fuerzas armadas y policiales en acabar con el terrorismo, pero que ya hace varios años no logra reducir más la pobreza. Más aún, como nos recuerda Hugo Ñopo, según nuestro instituto nacional de estadísticas, para dejar de ser pobre bastaría ganar más de 12 soles diarios, una barrera demasiado baja, lo que indicaría que la pobreza real está muy por encima de ese 20% que nos lo repiten como un gran logro del modelo (quizá ese 61% que establece IPSOS para los sectores D y E sea una mejor medida del nivel de pobreza en el Perú). Keiko tiene también el estigma de ser un partido personalista que, más que buscar beneficiar al Perú busca copar el Estado, eliminar el antifujimorismo, reescribir la historia y lavarle el rostro a su apellido, cosa que parece haber quedado demostrado cuando tuvo la mayoría en el Congreso durante el gobierno de PPK, que supuestamente coincidía en el ideario de Fuerza Popular, y sin embargo trató de cooptarlo convirtiéndose en una furiosa oposición. El jefe de su plan de gobierno ha dicho que sí reconoce que se necesita un cambio, pero su propuesta de cambio está solo en temas gerenciales: mejorar la eficiencia del Estado y acabar con la corrupción. Sin embargo, Pedro Castillo podría tenerla algo más fácil en el Congreso (para sus propuestas menos radicales al menos) si los porcentajes de rechazo a cada candidatura se reproducen ahí. Y, además, muchas heridas deben quedar abiertas aún de la reciente época en donde la mayoría fujimorista trató de imponerse de forma prepotente en el Congreso. Más aun, ninguno de los partidos que han llamado a votar por Keiko para-cerrarle-el-paso-al-comunismo ha dejado de manifestar su discrepancia con Fuerza Popular y no han querido mostrarse demasiado cercanos. Por el contrario, Juntos por el Perú ya firmó una alianza con Perú Libre y la mostró como una celebración. De todas maneras, tampoco hay que subestimar la gran oposición que tendría Pedro Castillo desde los medios, la iglesia y las grandes empresas interesadas en probar que su propuesta es inviable para evitar que surjan similares en el futuro, lo que podría hacer difícil la gobernabilidad. Queda la sensación que en esta batalla nos encontramos en medio de un fuego cruzado que en cualquier momento nos puede atinar. / /

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Ya pueden encontrar nuestro libro de cómics LGTB+ SÚPER AMIGUES en las librerías: Casatomada Librería & Café Av. Petit Thouars 3506, San Isidro

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Dibujos de Chechi Chaves y Lakita. Guión de Vero Ferrari, Lakita, Arturo Dávila y Gianna Camacho García. Incluye artículos de Manuel Siccha y Manuel Forno. Prólogo de Hans Fernández. El libro sale gratis por la compra de cualquier ejemplar de nuestras revistas.

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MICRORRELATO

El cuerpo miente escribe: BPM

Cuando me masturbo no toco un clítoris sino un pene. Es más o menos grueso. No es tan grande. Tiene el color de mis brazos y encaja perfecto en mis manos. Su cabeza es suavecita. Segrega el líquido transparente que los penes escupen cuando se excitan. Cierro los ojos y encojo los pies. Eyacula semen en fragmentos. Hace unos días mirando a S en mi cama, mientras me bajaba el elástico para sacarme el dildo y echarme a su lado, le dije:

-

Cuando te lo meto siento que de verdad es una parte de mí. No digas eso. Claro que eres tú. El cuerpo miente.

****

Comentario (por Gia Lujuria): El título de este microrrelato resume en tres palabras un mantra que las personas trans llevamos a todos lados cuando reflexionamos sobre nuestros cuerpos, o cuando nos embargan las inseguridades. Como persona trans, me gusta la apropiación de los nombres de nuestros genitales, como rebeldía al género y la castración de nuestros cuerpos. Me recuerda a cuando las trans nos referimos a nuestros penes como «clítoris» sobre desarrollados. Efectivamente, el cuerpo miente, pero más lo hace la sociedad y la cultura machista-conservadora, que nos obliga a asimilarnos a «cuerpos no correspondientes», roles heterosexuales y géneros binarios, como si fueran verdades absolutas. Me gusta también cómo BPM hace referencia explícita a su clítoris, sin duda una de las partes de los cuerpos socialmente asumidos femeninos, más invisibilizada y prohibida; cómo revierte la masculinidad que se le impone a un pene, o a la negación de una posible masculinidad a un cuerpo con vulva. También podemos romper con las imposiciones que la sociedad aplica sobre nuestros cuerpos, a través de la poesía. Como una forma implícita de escupir nuestra rebeldía y libertad sobre las reglas biologicistas. Esa irruptora aclaración de decir «Cuando me masturbo no toco un clítoris sino un pene», no es más que una reafirmación de una de mis frases personales favoritas: «Tu placer es político», otro de mis mantras. Este microrrelato nos insta a disfrutar de nuestro placer y a llamar o distinguir a las partes de nuestro cuerpo como mejor queramos, a nosotrxs mismxs desbaratar esas mentiras que el cuerpo nos cuenta. / /

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