Cuando las flores marchitan

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Antonio Rodríguez Ha cumplindo sus metas, metas que se establecía poco a poco, logrando superar las expectativas de los que no creían en él; así fue como ingresó a la UNAM para estudiar, cursando la preparatoria en CCH Vallejo, su paso por Vallejo fue la mejor experiencia de su vida, pero ahí no paró pues continuó sus estudios universitarios en la Facultad de Estudios Superiores Aragón en donde realiza su último año de la licenciatura en comunicación y periodismo.

Celina Contreras (México 1998) Estudiante de comunicación y periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM) Colaboradora en la creación de la revista Mexhicana y del podcast Desmenuzando Libros. Le gusta fotografiar la cultura mexicana y a los artistas en el escenario. Ha sido autodidacta en crear ilustraciones.

Karina Becerra Nació en la ciudad de México. Es Estudiante de Comunicación y Periodismo, en la FES Aragón (UNAM), como parte de sus actividades académicas ha escrito diversos artículos, notas periodísticas y reportajes, pero esta es la primera vez que crea cuentos. Ha colaborado en dos revistas digitales: Mexicana, revista dedicada a la cultura mexicana; y Vía MX, para este medio escribió notas en la sección de Entretenimiento.


Daniel Hernández Estudiante de comunicación en la FES Aragón. Fanático del fútbol y de pasar momentos agradables en compañía de su familia. No es fan de la escritura, sin embargo lo ve como una gran oportunidad para el desahogo.

Ximena Gutiérrez Estudiante de comunicación y periodismo, le gusta oír las historias de los demás para inspirarse a escribir textos, actualmente está aprendiendo un poco de diseño y con ello ilustrar sus textos.

Yessica Canarios Estudiante de comunicación y periodismo, en 2018 fue colaboradora de investigación en el Observatorio de Medios de la FES Aragón (OMFA), además es coautora del libro agenda sociodigital de la campaña presidencial de 2018. Temas, emociones y notas falsas que motivaron la interacción político-ciudadana. Participó en la fundación de la revista Mexhicana y del podcast Desmenuzando libros.



Cuando las flores marchitan AntologĂ­a sobre la muerte


Autores: Becerra Cervantes Karina Contreras Flores Karla Celina Flores Canarios Yessica Nohemi Gutiérrez Linares Ximena Hernández Razo Daniel Jehovanny Rodríguez Peralta José Antonio Titulo: Cuando las flores marchitan Primera edición, 2021 | DEBOLSILLO D.R 2021, Editorial Hermes, S.A Calz. Ermita Izttapalapa , 266 Colonia Sanatel, Ciudad de México

Diseño de portada: Gissel Barajas Diseño y formación: Celina Contreras ISBN: 987-520-2761-34-8 Impreso y hecho en México


Quienes son los que se van Quien decide su final Por qué hay que desterrar Si ellos se quieren quedar Nadie sabe que esperar Estando en ese lugar Todos quieren aceptar una vida al más allá Pensar en la muerte me resulta extraordinario Sin querer morir quiero saber que hay de ese lado Monte Casino


índice Prólogo

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Cicatrices

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Sin ti

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Respuesta obscura

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Hasta la eternidad

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Vives en mí

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Flor marchita

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Entender la muerte

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Desprendimiento

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La función tiene que continuar

47

Chinches

51

Esta tierra es mi plumaje

55

No fue tu culpa

59

Amor confunso

61

El amor nunca fue lo mío

65

Motivos

69

Señales de muerte

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Muerte noble

75

Escalera al cielo

79

Amor de padre

81

Celebridad

85

Servicio privado

87

Reencuentro

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Tu herencia, la muerte

93

RecopilaciĂłn de sentimientos

97

POEMAS Despojos

107

El final es Ăąa luz

109

Hasta que ma muerte nos separe

111

Los caminos por donde anduve

113

Luz

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Mi color, mi muerte

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Mi mayor miedo que la mataran

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Tinieblas

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Prólogo ¿Muerte? ¿Qué es morir? solo a eso venimos a este mundo, nacemos para esperar el día que todo se vuelve negro y la tierra nos cobija, un tema que acompaña a la humanidad desde lo inicios y que cada civilización le ha dado un entendimiento diferente, y que hoy en día en pleno siglo XXI con una crisis por la pandemia de Coronavirus tiene al mundo dándole un significado completamente nuevo y revolucionando la forma en que se ve y se siente la muerte, pero mas aun el como vivir la vida. El tema de la muerte es tan complejo de entender que en México cada año se celebra, se venera, se le respeta, se le idolatra y se le bromea, pero sobre todo se recuerda con nostalgia, es una celebración que al mundo entero llama la atención. Y es esta manera de vivir y sentir la muerte (vaya metáfora no) de un ser cercano la que nos lleva a un breve recorrido en forma de homenaje con una recopilación de cuentos y poemas para honrar la memoria de los que ya no están físicamente con nosotros y darle un significado propio a la muerte, en cada palabra del libro se refleja el inmenso respeto a la muerte, espero que los lectores disfruten de cada texto y lo hagan suyo y lo sientan tanto que les haga mover sus sentimientos y recuerden que lo importante de la vida es eso, es vivirla al máximo sin temor a el fin.

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Cuando las flores marchitan AntologĂ­a sobre la muerte

Relatos



Cuando las flores marchitan

Cicatrices Ximena Gutiérrez

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esde niños tenemos la creencia de que las personas solo mueren cuando son mayores, aquellas en donde su cabello se torna blaco, usan dentadura postiza y caminan más despacio que el viento. Sin embargo, al paso de los años, nos vamos percatando de la realidad, cuando esto sucede la muerte se convierte en nuestro más grande temor. Algunas personas consideran que aquel temor es provocado por la incertidumbre de no saber hacia dónde vamos cuando morimos, pero el mío va mucho más allá, porque la soledad a veces se siente como estar muriendo lento y justo esto me está sucediendo ahora, en donde te has ido para siempre, dejándonos atrás para trascender a una vida mejor. Extraño cada parte de ti, tus manos cálidas con las cuales acariciabas mi rostro, aquellos ojos negros y esas grandes pestañas, tu aroma y la textura de tus cabellos ondulados. No sabes lo ansiosa que me hace sentir el no tener tu sonrisa dirigiéndose solo a mí para brindarme seguridad y alegría. Sin duda, tus palabras me ayudarían a darle sentido a mi vida. Habrán cientos de personas con tus mismas características, pero ninguna será igual a ti, a pesar del tiempo estando separadas, aún conservo algunas de tus prendas, las cuales me pongo en distintas ocasiones y puedo imaginar que me estas abrazando tan fuerte como lo hiciste en nuestro último encuentro. Todas tus pertenencias contienen un poco de tu aroma, casi imperceptible que me consuela en mis noches tristes y días malos. Mis hermanos comentan que conforme pasan los años me estoy pareciendo físicamente más a ti, yo no lo creo, pero si esto fuera así, estaría llena de orgullo porque aunque tu intención nunca fuetrascender o ser recordada, estás viva en cada corazón de las personas a las cuales amaste y te amaron. 17


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Asimismo, estoy muy agradecida por haber coincidido en esta vida contigo, porque me brindaste una gran enseñanza en donde a pesar de diversas adversidades en nuestro camino, siempre habrá una esperanza, simplemente debemos mirar hacia adelante. Si pudiera pedir un único deseo, rogaría tener el valor necesario para enfrentarme a aquella mujer de complexión huesuda, implorandole más días, meses o años a tu lado para volver a contemplar tu hermosura y que por fin dejaras de estar solo en mis sueños. Pero a falta de deseos, se encuentra la ilusión, la cual puedo asegurarte está más viva que una llama, aguardando nuestro encuentro siendo este eterno, en donde no habrá velas consumiéndose poco a poco igualando a la vida. Por ahora te suplico aguardes mi llegada, mientras tanto continúa siendo esa guía en mi vida, la cual seguiré con todo mi amor hasta el final de mis días, dando mi último aliento.

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Sin ti Ximena Gutiérrez

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riscila tenía seis años, a su corta edad le encantaba convivir con perros, porque desde pequeña, siempre estuvo rodeada de ellos, razón por la cual no sentía temor al estar frente a uno, le provocaban gran ternura, además, le gustaba cuidar a los que se encontraba en la calle y deseaba llevarlos a su casa,sin embargo, no contaba con recursos o espacio suficiente para atender a todos, eso le causaba una gran tristeza. Un día saliendo de casa acompañada por su madre, se encaminaron con dirección al mercado, cuando cruzaron la calle, se detuvo frente a una primaria y se dirigió hacia una esquina en donde observó que había un perro, él se mostraba sediento, cansado, hambriento y triste; Priscila al ver aquella expresión en el perro, no dudo ni un segundo y acudió a su madre. Estando junto a ella, Priscila le pidió regresar a casa para traerle un balde con agua y algo de comer, la madre aceptó sin ninguna condición, porque a ella también le gustaban los perros.Unos minutos después regresó al lugar donde estaba el animal, éste, asustado y lleno de desconfianza, se alejó del rincón, aún así Priscila colocó en el suelo el recipiente con agua y comida para después alejarse poco a poco. El perro continuaba ahí con el transcurso de los días, en tanto Priscila le seguía llevando alimento y agua. Estas acciones lo ayudaron a dejar su temor, dándole una señal de confianza a Priscila, la cual aprovechó para acariciarlo, pronto comenzaron a tener una relación más sólida, el perro se alegraba, acercándose con regocijo hacía Priscila cada que la veía venir. Durante las mañanas Priscila salía muy temprano para ir a la escuela acompañada por su madre; un día, al colocar las llaves en la chapa y abrir la puerta, fueron sorprendidas por el perro,éste se

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Antología sobre la muerte

encontraba afuera esperándolas, moviendo su cola con mucha euforia. Las siguió hasta que ellas abordaron el taxi para después regresar a su lugar de siempre. Así, el perro realizaba la misma acción de acompañarlas todas las mañanas. Priscila y él habían forjado un lazo muy fuerte, sin embargo, al pedirle a su madre y padre permiso para poder adoptarla, ellos se negaron porque en el lugar donde habitaban no estaba permitido tener animales. Priscila estaba demasiado triste por no poder quedarse con él, pero sus padres nunca le negaron el permiso de seguir frecuentándolo, fue así como el vínculo entre ellos se hizo más grande. Priscila siempre guardaba la mitad de su sándwich para dárselo al finalizar la escuela y éste se lo comía saboreándolo muy despacio. Dos meses después, la madre de Priscila, le confesó que no era un perro como ellas habían creído, sino una perra, Priscila estaba muy sorprendida y con entusiasmo decidió ponerle el nombre de Pinga. Un sábado, mientras la niña contemplaba a Pinga, se dio cuenta que era necesario darle un baño porque se veía bastante sucia y descuidada, acudió con su madre para comentarle esta petición, la cual fue muy bien recibida, prosiguieron a bañarla ayudadas por una vecina, amiga de Priscila. La bañaron, cortaron el pelo, secaron y cepillaron, se veía muy hermosa, porque su pelo ya no tenía ese gris sucio tan opaco, en cambio se transformó por un blanco sedoso y brillante, al finalizar el día la perra se refugió en su lugar de siempre, esperando el amanecer. Cada mañana realizaba la misma acción, que consistía en acompañar a Priscila y su madre, para así esperar su pedazo de sándwich por la tarde, sin embargo, aquel día algo cambiaría sus vidas totalmente, cuando la madre se dirigía hacía un taxi, se encontró con Pinga, quien desesperada comenzó a rasgar su pantalón, pensó que quizás lo hacía porque extrañaba a la niña, por lo tanto prometió regresar en seguida con ella y su bocado. Priscila estaba muy ansiosa por ver a Pinga. Cuando el taxi se detuvo en la esquina, salió corriendo para buscarla y así reencontrarse, pero no había rastro de ella por ningún lado, le gritó, la buscó sin obtener respuestas, esto le pareció muy raro porque nunca abandonaba aquel lugar.

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Mientras la niña seguía averiguando el paradero de Pinga, una señora que vendía fruta en esa misma esquina, llamó a la madre para confesarle el verdadero motivo: el antirrábico se la había llevado por ser considerada callejera y por más que les insistió en dejarla, ellos no accedieron. Sin entender cómo explicarle esto a Priscila, su madre fue por ella, prometiendo regresar más tarde, sin más remedio se marcharon. Estando en casa, la madre tomó una silla y acercó otra para Priscila, pidiéndole que tomara asiento, estando frente a frente, por fin le confesó la verdad, cuando terminó, Priscila rompió en llanto, quería hacer todo lo posible por recuperarla, pues ya la consideraba suya. Marcó al trabajo de su padre, y luego de contarle lo sucedido él prometió ayudarla. Aproximadamente tardaron dos semanas en encontrar el lugar donde había sido llevada. Estando ahí el encargado les dijo que ya la habían sacrificado porque nadie acudió a reclamarla. En ese momento Priscila se desmoronó,lloró y la invadió una enorme tristeza, simplemente no quería aceptar la situación, llegó a sentirse muy culpable por no haber hecho lo suficiente para salvarla y por primera vez, experimentó un inmenso dolor. Priscila nunca comprendió cómo las personas pueden decidir sobre la vida de un ser tan indefenso, no dejaba de recordar los momentos felices junto a Pinga, pues el amor que llegó a sentir por ella en tan poco tiempo fue tan grande, que no ha podido cerrar esa herida y está segura que seguirá ahí durante toda su vida, solamente deberá aprender a vivir con ella.

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Respuesta obscura Ximena Gutiérrez

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urante mi niñez, en todo momento tuve la sensación de sentirme vigilado, no era un ente real, tampoco mi sombra, lo percibía más como una mirada dirigida hacia mí a lo lejos cuando me encontraba de espaldas, conforme fui creciendo y los años me brindaban un aspecto mayor, llegué a indagar nuevamente sobre ello. Le pregunté a distintas personas si ellas habían experimentado la misma sensación, donde alguien los vigilaba en todo momento, sin embargo, las diversas respuestas recibidas, eran negativas, recalcando la soledad humana, la cual está presente desde nuestro nacimiento, por ello, hubo muchos, los cuales me hicieron dudar, teniendo que replantear mi idea una y otra vez. Conforme enfrentaba distintas experiencias, sentía aquella mirada, la cual era más penetrante cuando me encontraba triste o al borde de una situación, en donde mi vida podría peligrar, pero cuando retrocedía y observaba hacía atrás como siempre, jamás encontraba a alguien, sin embargo, sentía aquella presencia acompañándome. Cansado por mi postura, durante la madrugada, salí de mi cama para investigar sobre esta sensación tan extraña, decidí trabajar día y noche hasta conseguir un reparo a lo que me había atormentado. Consulte libros, enciclopedias e incluso navegue en la internet, ninguno de estos recursos fueron suficientes para mi indagatoria, porque cada información revoloteaba más en mi cabeza. Deliberé dejar la información documental y acudí con personas relacionadas con temas esotéricos, llevándome una gran desilusión pues me mencionaron que podría tratarse de una brujería, la cual alguien había realizado para mí, por lo tanto si deseaba conocer más sobre ese trabajo debería realizar un pago por sus servicios, sin otro remedio, salir del lugar.

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Antología sobre la muerte

Mientras me encontraba averiguando, con mayor interés, estando más cerca de la verdad, un dolor insoportable invadió mi pecho, caí desde mi silla al suelo, cerrando los ojos. Al abrirlos, junto a mí, estaba una hermosa mujer, con un vestido de gala largo, en tono morado; llevaba puesto un sombrero que le cubría la cara. Entre mi dolor y desconcierto, le pregunté quién era, sin demora contestó “soy la respuesta que buscas, tu cuidadora eterna y he venido por ti”, me levanté yendo hacia ella. Cuando mi esposa bajó al estudio, encontró mi cuerpo sin vida.

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Hasta la eternidad Ximena Gutiérrez

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an sido unos meses muy difíciles para mí, no he dejado de llorar, estar triste, deprimida y a la vez tan cansada, desearía olvidar esta situación, quisiera decirte que voy a salir adelante, mejorar mi vida, ser una nueva mujer, pero desafortunadamente jamás será así. Me gustaría decirte cómo pasaron las cosas y así poder desahogarme un poco, quizás así entiendas los motivos sobre mi decisión y puedas perdonarme. Anteriormente yo trabajaba en una tienda departamental ofreciendo diversos productos a muchas personas, ya llevaba dos años aproximadamente, cuando conocí a Alejandro sin saber que él cambiaría mi vida y además se convertiría en alguien muy importante para mí. Cuando pude hablar por primera vez con él hubo una gran conexión convirtiéndose así en mi pareja. Todo transcurría bien entre nosotros, nos apoyamos, aconsejamos, además solíamos cuidarnos mutuamente, yo estaba muy feliz, porque al fin había encontrado a alguien que me comprendiera, pues la situación con mi familia no era muy buena. Siendo aún muy niña a mi madre nunca le preocupó mi bienestar, jamás le interesó cómo me sentía o a dónde iba, cuando entré a la secundaria, consideré que esto la haría cambiar porque se vería obligada a cuidarme, pero no me di cuenta de mi gran error. Cuando ingresé a la preparatoria había días muy complicados para mí, porque en distintas ocasiones mi madre ni siquiera me daba alimento o dinero para comprar algo dentro de la escuela. Yo tenía bastante hambre y mis amigas con el tiempo se fueron percatando de esto ofreciéndome comida o dándome dinero.Estas circunstancias en absoluto me hacían sentir bien, al contrario llegaron a deprimirme y hacerme sentir más desafortunada.

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Antología sobre la muerte

Un día al despertar me pregunté si era necesario seguir careciendo de esta manera, decidí abandonar los estudios, buscar un trabajo para poder cumplir por fin mis deseos; a la mañana siguiente y completamente decidida, acudí por última vez a la preparatoria para despedirme de mis amigas, contándoles mi situación familiar. Cuando terminé, ellas en absoluto podían creerlo, me suplicaban no hacerlo, sin embargo, después de exponerles mis motivos, lo entendieron y aceptaron, dándome su apoyo incondicional, el cual ha sido así desde hace muchos años. Estaba muy entusiasmada por salir adelante, asistí a diversos lugares para poder conseguir un empleo, aunque fui rechazada en distintas ocasiones, esto no me quitaba la ilusión y seguía adelante. Así fue hasta coincidir con una tienda departamental; desde el primer día me dieron una oportunidad para demostrarles mi capacidad y así me ofrecieron un puesto, el cual no dudé en aceptar. Ahora retornaré a la historia con Alejandro, nuestra vida juntos seguía siendo muy buena, consolidando así dos años y cinco meses de relación, durante los últimos meses comencé a sentirme mal físicamente, estaba muy cansada y tenía un bulto en mi estómago del lado izquierdo, ademas mi periodo no había llegado por lo tanto acudí con el médico. Me realizaron diversos estudios para saber cuál era mi proble también fui sometida a pruebas de embarazo, las cuales salían negativas, yo en absoluto entendía mis malestares, ni porque aún me sentía mal si los médicos no descubrían nada, al pasar varias semanas, me hablaron comentándome que era urgente presentarme en el hospital. Sin más demora acudí enseguida, pensando encontrar alivio a mis malestares, aunque quizás aquí comenzarían; el médico me mencionó que estaba embarazada y por supuesto era un caso muy extraño, porque ya tenía cinco meses de gestación, sin embargo, tú te desarrollas fuera del útero por lo tanto podrías desarrollar una malformación o en todo caso ambos moriríamos en el parto. La noticia nos sacó de nuestra realidad, todos consideraban al aborto como la mejor opción, para evitarme futuros problemas, como si fuera tan sencillo, solamente Alejandro tu padre, me apoyó e insistió en que juntos saldríamos adelante, yo creí completamente cada una de sus palabras.

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Al día siguiente desperté con un gran dolor estomacal, el cual me condujo hasta el hospital, al despertar, vi a mi madre, así como a Alejandro llorando, no pregunté nada porque entendí que te había perdido para siempre, me sentía incompleta, jamás quise aceptar la verdad, pero en cuanto corroboraron la información no pude soportarlo, grité, lloré, maldije a los médicos y a mí por no saber cuidarte, defenderte. Por la noche nos entregaron una urna con tus cenizas ahí me di cuenta que todos nuestros planes a futuro habían terminado, porque mi pequeño Alex, no estaría nunca en mis brazos, a pesar de no haberte tenido, ya te amaba desde el primer momento sin darle importancia a los problemas por venir, porque siempre los enfrentaríamos juntos Alexa, Alex y Alejandro. Han pasado solo unos meses desde tu partida, mi alma así como corazón continúan destrozados. Desde aquel día, no he podido superar tu pérdida, teníamos tantas ilusiones, quería ser la mejor madre contigo, esa que yo nunca pude tener, me planté tantas promesas volviéndose aún hoy inolvidables, pero sin darme cuenta se fueron contigo. Al colocar la ofrenda de muertos y poner tu urna junto a juguetes tuyos, los cuales seguramente te habrían encantado, me atreví a contarte la historia, en donde ambos o quizás solo yo, entendiéramos que el olvido no forma parte de nosotros tan solo es un recuerdo, prometo abandonar esta gran depresión provocada por tu partida, liberando mis tinieblas. Este fue nuestro pequeño universo, el cual se ha visto derrumbado, pero aún conserva la esperanza de volver a encontrarnos y así poder mirar tu rostro, tocar tu piel, ser para siempre tu madre, la cual te amo y te amará hasta la eternidad.

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Vives en mí Karina Becerra

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Cómo es posible que pueda extrañarlo a diario? ¿Sentirlo en cada paso de baile? ¿Escucharlo en cada juego de béisbol? ¿Verlo en cada nube del cielo? Así es como he tenido que conocer a mi abuelo Marcelino, así es como lo extraño todos los días, así vivo el amor de mi abuelo. El amor de los abuelos es inconmensurable, claro que he poseído ese amor, pero siempre me faltó el de él. A la edad de siete años, me pregunté por qué solo había escuchado historias de mi abuelito, tenía miles de preguntas acerca de él y para él. Fue difícil aquel día ver a mi padre llorar al decirme que nunca conocería a mi abuelo pues estaba en el cielo y hasta la muerte podríamos encontrarnos con él. Pero desde entonces no hay un día en el que no venga a mis pensamientos, esto puede deberse a todas las historias que he escuchado de sus hijos y algunos de sus nietos. Y hasta el día de hoy, no he saciado mis dudas. Hasta el día de hoy me pesa su muerte. Siempre había asociado la muerte con algo malo, con sufrimiento, y así lo viví por algunos años. Con el paso del tiempo he aprendido a apreciar esos momentos y enseñanzas que me ha dado la muerte de mi abuelo Marcelino. Pues creo firmemente que su vida no terminó aquel 8 de septiembre de 1984, ese día cambió de lugar su vida, pues empezó a vivir en sus hijos y nietos. El destino me llevó al mundo del baile, al mundo del son jarocho, no entendía por qué me gustaba tanto, no entendía qué era aquella sensación al bailar. Todo cobró sentido cuando mire entre el público a mi padre, pasmado y con lágrimas en los ojos, al ver a sus hijos bailar “El colás”, son jarocho que es parte de su niñez y de sus momentos al lado de su padre, escuchando y cantando a todo pulmón. Desde ese momento me he aferrado a bailar, me he aferrado a conectar con mi abuelo y bailar con él.

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Marcelino un apasionado del béisbol, jugador, entrenador o espectador, no importa, esa fue su herencia. El béisbol lo acompañó hasta sus últimos momentos en la tierra, por su enfermedad empezó a tener alucinaciones. La ventana de su habitación en la planta baja del hospital, dejaba ver un jardín que para Marcelino en su alucinación terminal veía a un grupo de niños jugando béisbol, no paraba de darles indicaciones de como pegarle a la pelota y de sonreír viendo el partido de su vida. Escuchar a la multitud del estadio celebrar cada carrera, me llena de energía, de pasión y es inevitable sentir a mi abuelo al lado mío celebrando, es una forma más de tenerlo cerca y compartir algo con él. No puedo explicar como, no puedo comprobarlo, pero él está ahí, y no necesito más. Me gusta pensar que cuando dejó este mundo se fue al cielo, no solo porque lo diga una religión, sino porque así estoy segura que él siempre nos ve, él siempre nos acompaña, y lo más valioso, no importa en donde esté basta con mirar hacía arriba y reconfortarme con su presencia en las nubes y en el inmenso azul del cielo. Y como decía Maximilien Robespierre, la muerte es el comienzo de la inmortalidad. Con ella no viene el vacío total, la historia seguirá en todos los que nos rodean. La muerte no es tan mala como la pintan, la muerte nos quita mucho pero nos da más.

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Cuando las flores marchitan

Flor marchita Ximena Gutiérrez

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ara mí, Karla era una mujer fuerte, capaz de lograr lo que se propusiera, no le tenía miedo a nada. Cuando la conocí, yo estaba muy decaída, no confiaba en nadie, porque había pasado por una situación difícil de superar, mi antigua pareja me maltrató durante años física y mentalmente, no sé porqué tardé demasiado tiempo en irme de su lado. Cuando me desprendí volvió mi libertad, sin embargo, las secuelas se quedaron. Posteriormente con varios meses de terapia, pude tener el valor para regresar a mi trabajo y seguir dando clases a mis alumnos. Llevaba aproximadamente tres meses trabajando, cuando la directora me mandó a llamar para presentarme a la nueva maestra, se llamaba Karla y daría clases a los niños que estaban en primero de primaria. Como maestras de alumnos del mismo grado, debíamos realizar diversas actividades en conjunto, quedándonos hasta tarde en la escuela; conforme creció nuestra relación laboral también lo hizo la afectiva, comencé a sentirme segura y poco a poco le fui confiando mis secretos más íntimos; sentía una gran necesidad de ser escuchada porque en diversas ocasiones mi ánimo decaía bastante, al grado de querer encerrarme para nunca salir y ella siempre me brindaba palabras de aliento para hacerme sentir mejor, mostrando una gran sonrisa al finalizar cada frase. Transcurrieron dos años desde mi regreso, en los cuales ya consideraba a Karla como mi mejor amiga, salíamos a comer, de viaje e incluso una noche acudimos a un sitio para bailar, esa misma noche mientras yo fui al baño, Karla conoció a un hombre llamado Javier que de un momento a otro, se enamoraron y en menos de un año siendo novios, se casaron. Planearon un viaje romántico para celebrar y cuando regresaron, ella me llamó enseguida invitándome a su casa para contarme

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todo sobre aquella travesía, entusiasmada acepté, respondiendole que iría ese mismo día por la tarde. Estando reunidas, me contó todas las aventuras que vivió con Javier, también me afirmó que nunca se había sentido más enamorada y segura a lado de alguien. Así pasaron cinco meses en los cuales Karla seguía siendo la misma mujer segura y valiente pero con la diferencia de haber encontrado a alguien, que le daba su cariño y comprensión. Sin embargo, meses después de ese tiempo ella comenzó a tener una actitud un tanto extraña, podía notar un gran cambio porque ya no mostraba esa seguridad, la cual tanto admiraba, además ya no sonreía como antes. Durante mucho tiempo le pregunté insistente si todo estaba bien dentro de su matrimonio, recalcando mi intención de ayudarla sin querer entrometerme en su vida, aunque ella siempre me respondía que todo estaba de lo mejor con Javier, solamente se sentía cansada por el trabajo, yo creí en su palabra porque habíamos tenido meses muy complicados, pues estábamos realizando evaluaciones finales y la presión se presentaba a cada segundo. Al siguiente día Karla no acudió al trabajo. Esto se convirtió en una constante durante dos semanas, yo le marcaba, buscaba a Javier, acudía a su casa sin encontrar ninguna respuesta. Solo me quedaba el recuerdo de su rostro aquella última vez, triste, deprimido, cansado, sin motivación alguna para seguir adelante. Después de no saber nada sobre ella durante un mes, la directora me llamó a su oficina diciéndome que tenía noticias referentes a Karla, sin más preámbulo acudí, al entrar, todo era silencio con un cierto ambiente de desolación y tristeza, brindándome señales alarmantes en torno al paradero de Karla. Estando parada en medio de la oficina, me pidió tomar asiento, con el corazón palpitando cada vez más, obedecí la orden tomando un lugar. Antes de emitir la primera frase, respiró profundo y al fin dijo “Karla está muerta, se ha suicidado”. Justo en aquel momento sentí como mi cuerpo dejó de reaccionar, simplemente mi cerebro se negaba a retener lo que estaba sucediendo, quería saber los motivos, cuándo había ocurrido, pero sobre todo por qué no buscó mi ayuda o la de algún profesional.

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La directora al verme tan agitada y desconcertada, prosiguió diciendo que Karla había dejado una carta para su hermana, revelando sus motivaciones para tomar una decisión tan atroz, mencionando a Javier como su principal causa, él la maltrataba en todos los sentidos, física, verbal, psicológica y sexualmente. No podía asimilar nada a mi alrededor. Karla la mujer más admirada por mí simplemente se dejó vencer, entró a su baño, llenó la bañera, y se sumergió hasta quedar sin respiración, apagando sus sueños, metas e ilusiones, hasta terminar con su ser, dándole la victoria al hombre más amado por ella quien ahora lloraba arrepentido, sin recibir una condena por los maltratos hacia Karla. Desde su muerte no he sido la misma, ella siempre estaba para los demás, pero sin darnos cuenta, nunca estuvimos con Karla, no estuvimos para decirle que no todo se arregla con una sonrisa porque podemos tenerla y estar muriendo poco a poco por dentro. Aún no comprendo si su muerte fue un acto de valentía o amor propio, pero si en algún momento lo llego a entender, esto no te devolverá la vida, ni esa luz que deseaba brillar más.

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Cuando las flores marchitan

Entender la muerte Karina Becerra

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e llamo Eider, tengo 10 años, y esta es la primera vez que voy a un funeral. La hermana de mi papá falleció la noche del viernes 3 de julio, yo estaba dormida cuando le hablaron a mi padre para darle la mala noticia. Habían tenido que desconectarla del respirador después de dos semanas en estado de coma. A las 4:30 am desperté con el beso tierno de mi padre en la frente despidiéndose. -Los veo al rato en casa de tu abuelita Chuy, tu tía ya se fue al cielo- me dijo conteniendo sus lágrimas. En ese preciso instante mi cerebro no sabía lo que pasaba, ¿Mi tía en el cielo? ¿Cuándo va a regresar? ¿Por qué se fue sola?, esas y más preguntas daban vueltas en mi cabeza. Pero, lo más importante, ¿por qué mi mamá y mi papá lloran? ¿por qué no tengo lágrimas? Todas estas incógnitas tendrían una respuesta más adelante, no sabía en este instante que aún no llegaba el momento de quiebre, pues apenas comenzaba la travesía. Llegué a casa de mi abuela, donde preparaban el espacio para el velorio. Cada que alguien llegaba se abrazaban, salían algunas lágrimas y luego hablaban y hablaban, de algunas cosas que no comprendía. -Ya no había nada más que hacer, esperamos a que su mamá se despidiera de ella en el hospital y luego la desconectaron, dijo una de mis tías. Esas palabras resonaban en mi mente, la única que entendía era hospital, las personas van ahí para ser curadas, no para irse lejos de su familia. Mi tía estuvo internada 13 días, fueron los días en los que cada noche al llegar mi papá de trabajar, rezabamos, pedíamos que pronto saliera sana. Me dijeron muchas veces que rezar nos acercaba a Dios y él nos ayudaría a estar bien, él nos ayudaría para que mi tía regresara a su casa con sus dos hijos. 41


Antología sobre la muerte

Pero no ocurrió, mis primos estaban en su casa, solos, sin su madre, tristes, y hartos de no ver llegar a su mamá. Hartos de todas las palabras que solo eran eso, no les servían de nada ellos querían que su mamá no se fuera. A las 6:00 pm del 4 de julio, un silencio fúnebre invadió toda la sala, mi mamá me tomó de la mano y no dijo más. Yo miraba a todos los rincones, no veía más que cabezas bajas y lágrimas en los rostros de mis tíos y primos. Aún no salía ni una sola lágrima de mis ojos, al cabo de unos segundos de estremecedor silencio, por la puerta, que estaba del otro lado de la habitación, justo frente a mis ojos una caja de madera entró y no hubo un alma que lo soportara, uno a uno comenzaron a llorar desmedidamente. Fue hasta este punto, que mi corazón y mente entendieron lo que era morir. Significaba que ya nunca la vería reír, escucharía su tierna voz,ni la abrazaría. Nunca más. Las lágrimas por fin brotaron de mi ser, y no me podía contener, no paraban. Comencé a sentirme mal, me faltaba el aire, y de nuevo venían las dudas a mi mente. Mis primos, hijos de mi tía Alicia cayeron al suelo del dolor, en seguida mis tíos y mi abuelita también. Sentada con esa vista, seguí llorando. Pero al fin conocía lo que estaba sintiendo, sentía un enorme vacío y dolor, no se fueron durante toda la noche, tampoco dormí. Al día siguiente en el crematorio, al lado de mi padre destrozado por la muerte de su hermana, entendí la muerte; es dolorosa por algún tiempo, pero al final sanará; es inesperada, pero a todos nos alcanzará; es egoísta, pero nos brinda miles de recuerdos; es eterna, y justamente eso nos hará eternos. La muerte nos da una vida de ventaja, por ello hay que aprovecharla y vivirla al máximo, para que al final de nuestros días no duela tanto, pues lo que verdaderamente duele es lo que no hicimos, lo que no vivimos. Todo esto lo entendí a los 10 años, eso no quiere decir que ya no dolería cada vez que llegara a mi familia, sin embargo ahora sé que me falta aprender mucho más de la muerte y sobretodo de la vida, pues no pueden existir la una sin la otra.

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Cuando las flores marchitan

Desprendimiento Ximena Gutiérrez

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ivir con mi padre significaba una mezcla de emociones muy inestables, un día podría estar irradiando felicidad, al siguiente se encerraba en su cuarto y desde lejos podía escuchar sus sollozos, así como los gritos dirigidos hacia una fotografía de mi madre, la cual aunque quisiera jamás podría responderle. Estas escenas se repetían con regularidad, porque cuando mi madre quiso buscar su verdadera felicidad, papá no aceptó la idea de nunca más verla cada mañana a su lado, se negó a envejecer sin ella. Durante tres años ha pasado por una gran depresión, en donde, mi tíos quisieron ayudarlo, llevándolo con un especialista para tratar su situación, sin embargo, la solución fue inexistente, llevándonos a un abismo. A mis quince años necesitaba ser escuchado, abrazado, amado, porque la preparatoria no fue nada sencilla para mi, siempre me mantuve al margen con todos, jamás tuve un solo amigo y las chicas me huían, nunca pude entender cómo para algunos es una etapa inolvidable, yo constantemente lo comparaba con el infierno. Cuando mi padre acudió con el especialista pude notar cierta mejoría en su estado anímico, algunos días volvía a ser el mismo de hace años, cariñoso,feliz, amable, conviertiéndome nuevamente en su prioridad, al verlo así, imaginaba un mundo con muchas posibilidades, pero fue tan poca mi ilusión, ya que cada noche tomaba dos pastillas antes de acostarse. Durante varios meses nunca le pregunté sobre las píldoras, porque cuando se mostraba feliz, yo también lo era, aunque, en cuanto el efecto pasaba, nuevamente regresaba el padre, al cual detestaba tanto. Un día al volver de la preparatoria, estaba furioso, mis compañeros habían arrojado mi mochila y esparcido todo dentro de un bote

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con basura, no pude defenderme. Cuando llegué a casa mi padre no estaba, claro se encontraba trabajando, por lo tanto aproveche el momento para entrar en su habitación, una vez ahí, busqué sus pastillas, porque mi necesidad de sentirme mejor, era terrible. Al fin, las encontré en su cajón, me detuve un instante para revisarlas, descubrí que eran antidepresivos, entonces puede entender el cambio tan repentino de actitud, estaba tan enojado y triste, siendo estas las causas para ingerir tres pastillas. Fui a mi habitación, cerré la puerta con seguro para esperar el efecto provocado en mi sistema debido a aquellas píldoras, al pasar unos minutos,experimenté sensaciones de alivio y mejoría en mi estado anímico, fue tan radical el cambio en mí, llegando incluso a querer entablar una conversación con mi padre durante la cena, situación totalmente extraña. Quise repetir aquella misma sensación. Cuando regresaba de la preparatoria, corría con mucha prisa hacía mi felicidad, comencé a tomar tres pastillas cada día, mi padre al estar inmerso en su depresión no notaba las píldoras faltantes. Poco a poco dejé mis necesidades esenciales a un lado, comer, beber agua, inclusive ir al baño, ya no eran nada, simplemente quería más y más antidepresivos. Una tarde al buscar mi dosis, note el frasco totalmente vacío, no pude soportarlo, estaba ansioso, furioso, temeroso. Mi necesidad era tan grande, como si se tratase del último vaso con agua, entonces saqué todos mis ahorros y me dirigí a la farmacia más cercana, al llegar le pedía a la señorita los mismos antidepresivos usados por mi padre, sin embargo, ella se negó a vendermelos porque necesitaba una receta médica. Sin más, salí furioso del establecimiento, mi cuerpo temblaba, ,la furia continuaba creciendo. Regresé a casa y probé si otros medicamentos funcionaban igual, todos mis intentos fallaron. Cuando decidí salir de mi habitación, noté a papá ingerir dos píldoras, sentí como la calma inundó mi cuerpo, al fin tendría lo que tanto esperaba. Dos meses con la misma rutina, me provocó darle un sentido a la vida. Escuchaba murmurar a mis compañeros, los cuales me tachaban de loco, lo mismo decían de mi mirada, eso no tenía importancia para mi ahora, porque siempre estaba extasiado y alegre. Durante una ida al baño, mis compañeros volvieron a molestarme, golpeándome por todas

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partes, estaba herido, no solo física, sino también emocionalmente. Me dirigí a casa muy deprisa. Llegué directamente en busca de las pastillas e ingerí cinco,cerré la puerta de mi cuarto en donde me desmayé sin saber más sobre mí. Al tocar constantemente la puerta y sin obtener alguna respuesta, papá decidió forzar la puerta, encontrándome en el suelo con los ojos en blanco. Llamó enseguida a una ambulancia, cuando llegó fue muy tarde yo había fallecido hace dos horas antes. Al recibir mi autopsia y descubrir la causa de mi muerte, papá lloró aún más, culpandose por descuidarme, nunca imaginé una vida distinta para mí, pero estoy seguro que cada quien busca la forma para ser feliz y la mía trajo consigo mi propio fin.

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La función tiene que continuar Yessica Canarios

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os payasos siempre vienen a alegrar la vida de la gente con la que coinciden, pero había un payaso que tenía tanto carisma, que a veces sin querer serlo lograba hacer felices a los demás, Lecolín, siempre tenía alguna ocurrencia para hacer reír a cualquiera, él lo consideraba un arte. A dónde quiera que iba vestía con un traje elegante y colorido, su maquillaje era blanco, dibujaba una sonrisa rosada alrededor de sus labios, de sus párpados salían unas líneas verdes con mucho brillo, en su nariz se posaba una enorme bola roja; sus zapatos eran enormes y lo que nunca podía faltar era su sonrisa que resplandecía e iluminaba el lugar al que llegara. Su vida era muy tranquila, vivía viajando acompañado de su familia, siempre hacía amigos a dónde quiera que iba. En sus cumpleaños pasaba el día entero recibiendo mensajes de felicitaciones, la gente lo amaba en todos lados, siempre podía hacer feliz a cualquiera. El día más feliz de su vida fue cuando vio nacer a su tercer hija, era morena y heredó una sonrisa igual a la de su padre, ella nunca lloró, ni siquiera cuando nació, vino al mundo riéndose. Cuando vio a su papá le sonrió y nunca lo dejó de hacer, siempre que dormía sonreía y a veces se carcajeaba lo que provocaba que se despertara. La familia ahora estaba completa, el amor se sentía a kilómetros, a cada minuto disfrutaban de la vida. Un día se fueron a dormir, y al amanecer su hija no despertó, había partido de esta vida, ahora lo acompañaba con carcajadas desde el cielo. Al día siguiente de haber enterrado a su hija, aquel payaso sin sonrisa tenía que ir a una fiesta infantil a hacer reír a la gente como solo él sabía, se maquilló como de costumbre, pero en esta ocasión se pintó una estrella bajo su barbilla, esa estrella era su hija que le sostenía los labios para no tenerlos llenos de tristeza. 49


Antología sobre la muerte

El corazón del payaso se derrumbó por completo cuando llegó al salón de fiestas y se dio cuenta de que estaban festejando el cumpleaños de una niña, con el mismo nombre de su hija, Camila. Lecolín perdió la sonrisa, nunca más volvió a sentir la felicidad de la misma forma que cuando la compartía con su hija, sufrió tanto y lloró de una manera tan incontrolable que el maquillaje se comenzó a desvanecer, aquel payaso que le sacaba sonrisas a todos, no lograba encontrar la suya, así vivió toda su vida, porque la función tiene que continuar.

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Chinches Yessica Canarios

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a primera vez que escuche hablar sobre las chinches y su mal augurio tenía 11 años, en aquellos tiempos aún vivía en Tlaxcala, éramos siete hermanos y la pobreza en la casa era tanta que solamente había un colchón, ni siquiera tenía base, estaba el puro colchón protegido sobre una bolsa para que no se le fuera a meter el agua, en la cama a duras penas cabían mis hermanos. Mi padre y yo dormíamos en el piso, encima de una cobija. Tendría poco tiempo que mi madre nos había abandonado, se fue porque estaba cansada de que mi padre llegara todos los días borracho, durante mucho tiempo le guarde un rencor profundo, nunca la pude perdonar. Mi padre llegó un día borracho, llorando porque extrañaba a mi madre, en cuanto uno de mis hermanos preguntó cuándo volvería mamá, esa tristeza se convirtió en odio, le dio una cachetada y mandó a todos a dormir gritandoles como nunca antes lo había hecho. Pensé que si comía podría ayudarlo a sentirse mejor, le hice de cenar unos huevos fritos con frijolitos, en ese entonces era lo único que comíamos, cuando le serví la comida de pronto su semblante cambió, volteó a verme sus ojos brillaban y me sonrió, me dijo que no necesitábamos a mi mamá que yo ya estaba grande, además era muy abusada, podía hacer lo mismo o incluso más que ella, me dió un beso y comenzó a comer como si estuviera muerto de hambre. A la mañana mi padre se levantó temprano, fue a buscar unas gallinas y las trajo para que yo las guisara con mole, después de ese día todo empezó a ir mejor en la casa, mis hermanitos estaban aprendiendo muchas cosas en la escuela; a veces les ayudaba con lo poquito que pude aprender cuando fui, cuando estaba ayudándoles se me pasaba por la cabeza la idea de volver a estudiar para poder ser maestra, pero mis ilusiones se iban desvaneciendo entre tantas

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ocupaciones que tenía, hasta que un día me di cuenta que ya no tenía sueños, solamente quería que mis hermanos salieran adelante. Un día mientras dormíamos mi padre se levantó porque algo lo había mordido, revisó su piel, se puso blanco del susto, de inmediato fue a revisar a todos mis hermanos, ellos también tenían el cuerpo lleno de ronchas, mi padre me miró y dijo - Son chinches- suspiró -alguien se va a ir pronto-. Esa noche dormimos todos en el piso, mi papá le echó cloro al colchón, las cobijas y a nuestra ropa, todo quedó despintado, los vecinos nos empezaron a decir los pintitos. En la mañana sacamos el colchón al sol para que se secara. Apenas habían pasado dos semanas cuando mi hermano el más chiquito, Juanito, le dio pulmonía, no pudimos hacer mucho, el eucalipto no fue suficiente para salvarlo, murió y junto con él nuestra alegría. Quizá mi papá sintió que el mundo se le vino encima, lloró durante toda la noche y así siguió durante varias semanas, una noche me abrazó, se consoló en mi pecho, de pronto sus manos estaban sobre ellos, se quitó la ropa, quería que se detuviera, pero sabía que él estaba tan triste que sentí que era la única forma en la que hallaría consuelo, mi padre me violó y después de terminar me dio un beso en la frente, se dio la vuelta y volvió a dormir. En la mañana se fue a trabajar, tuve que fingir y hacer como si nada malo hubiera sucedido, estuve así por muchos meses, la luz que iluminaba mis días se fue, todo se volvió negro, lloraba mientras me bañaba, era el único lugar en donde nadie me veía, los meses fueron pasando y de pronto comencé a subir mucho de peso, una noche me dieron muchas nauseas, no paraba de vomitar. Mi padre me cargó y me llevó hasta la casa del doctor, me revisó y le dijo a mi papá: Espero que ya tenga esposo, porque su hija está embarazada. Mi padre se puso pálido, nos fuimos a la casa, hicimos de comer y después intentamos dormir. Habían pasado dos horas cuando algo me picó, estaban de regreso, habían venido las chinches una vez más. Esta vez mi padre no se despertó, volvimos todos a dormir. Toda la noche estuve acariciando mi

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vientre, pensando que nombre le pondría, que haría con esta criatura, sentí en ese momento que era como un juguete nuevo, un regalo divino, se fue mi hermano Juanito y llegaría alguien a llenarnos de luz y darle alegría a la casa. En la madrugada mi padre comenzó a llorar, pensé que era de alegría así que lo abracé, él se levantó y se fue del cuarto, imagine que fue al baño, pero ya nunca regresó. Por la mañana, entré a la cocina, ahí estaba él con una cuerda sujetada al cuello y sus pies colgando, estaba frío, mis hermanitos comenzaron a llorar, no pude contener sus lágrimas, la habitación se inundó de tanto llanto. No dejaba de preguntarme por qué se había matado, ahora me doy cuenta de que siempre se arrepintió de haber intentado que yo ocupara el lugar de mi madre, tuvo demasiada culpa cuando se enteró que estaba embarazada, no pudo soportar esa carga y prefirió huir, antes de enfrentar sus errores. Las chinches me quitaron las esperanzas de vivir, toda nuestra ropa se había infestado, no había rincón en la casa libre de ellas, esa noche tomé una botella de gasolina, empape todo, incluso a mis hermanitos y a mí, prendí un fósforo, todo comenzó a consumirse por las llamas, solo pude gritar: ¡Pinches chinches! Me han arrebatado lo que más he querido, ya no podrán hacerlo más.

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Esta tierra es mi plumaje Antonio Rodríguez

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levo a cuestas el gran peso de haber nacido aquí, aquí en la tierra donde las heroínas nos han demostrar que nunca jamás se dejaran y en dónde poco se reconoce el acto heroico de alzar la voz ante las injusticias implacables de la represión. Esta tierra se ha vuelto cobijo de valientes mujeres, mujeres que ahora rompen para vivir, rompen los miedos, rompen los estereotipos, destruye a los machitos misóginos, rompen instituciones, queman ideologías anticuadas, queman al sistema retrograda machista que solo ve por su bien, rompen y queman y destruyen todo lo que sea necesario para que sean escuchada, para que sean tomadas en cuenta y no solo sean una cifra más de la violencia en este país. Plumaje de lucha, lucha de cada día por salud, por su felicidad, por su seguridad, por su vida, lucha por ti, lucha por todas y cada una de las mujeres que han sido asesinadas, desaparecidas, violentadas, abusadas, acosadas y lastimadas. Lucha por todas y cada una de ellas, tierra de lucha que no será en vano y serán escuchadas, serán la nueva revolución que desde hace años buscaban, ustedes mujeres serán la historia de la generación que ya no se callo para verse bonitas, que ya no se dejó de ningún hombre, que ya no tuvo miedo de levantar la voz y exigir respeto y seguridad, que ya no dejo que ningún comentario machista las intimidara, que ya no tuvo miedo de salir a las calles y confrontar a el maldito sistema patriarcal de México, que ya no permitió más violencia hacia las mujeres. Pues su lucha, esa lucha es de ustedes mujeres, el presente y el futuro de esta tierra es de ustedes y ya no será solo un día internacional de la mujer, de ahora en adelante será toda la vida para la mujer, pues ya basta, ya basta de la violencia hacia ustedes, ya basta.

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Está tierra ahora lleva su plumaje, por todas las que no pudieron hacerlo, luchen por sus amigas, por sus mamás, por sus abuelas, por sus primas, por sus tías, luchen por cada mujer en el país y sean más fuertes que nunca, sean aún más fuertes, sean el cambio que se necesita. Mujeres... Sean la fuerza unida, ya nunca más una mujer violentada, ya nunca más dejen de luchar y de ahora en adelante y como siempre tuvo que ser ya no dejen de romper, quemar y destruir todas las barreras que les impidan vivir en paz... Todo sea por su seguridad, todo sea por su vida. Queremos ver ese plumaje de gran brillo y orgullo de defender los ideales de tolerancia, te aceptación y llevar como estandarte el haber nacido en esta tierra de heroínas que han luchado desde siempre y que jamás se detendrán hasta demostrar que está tierra se sienta orgullosa de llevar su plumaje a cuestas, ese plumaje de lucha y valor.

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No fue tu culpa Yessica Canarios

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o fue tu culpa nacer aquí, tú no decidiste crecer en esta jaula que mantiene encerrados tus pensamientos, habilidades y sentimientos. A tu padre, los pájaros viejos lo orientaron, pero el bruto no supo seguir los consejos, al parecer tenía cerilla en las orejas o la voz de los ancianos era cada vez más tenue. Cualquiera que haya sido la razón, terminó por llevarlo a otra jaula, donde para poder verlo debías pasar una inspección, donde no podías saber nada de él y cuando los pájaros lo picoteaban o navajeaban con sus plumas filosas, lo único que tú podías hacer era quedarte afuera de la jaula a llorar y pedir a tu Dios para que te permitiera poder volar un día más junto a él. Cuando tu padre pagó la condena y salió de la jaula pensaste que sería momento de volar a su lado, pero él siguió volando por aires grises, y tú te dejaste guiar, cegado por el gran amor que le tenías, sus malos pasos trazaron tu destino y no podías evitarlo, era la única forma de estar junto él. Ahora, tu padre llora y le pide a la vida que le permita dejarte guiar de nuevo, esta vez por cielos azules, está dispuesto a enseñarte a construir tu propio nido, sin embargo, en este momento lo único que puede hacer es llevarte flores y cargar consigo la pena de tu partida. No fue tu culpa nacer en ese mundo que crearon antes de tu existencia. Ahora te toca volar a otro cielo, te toca ir solo, como lo estuviste desde que llegaste al mundo.

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Amor confunso Daniel Hernández

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o te amaba con el alma, eras el amor de mi vida. Para ser honestos, aún me haces mucha falta. Amaba las vacaciones a tu lado: me hacías reír, me procurabas, me cuidabas, siempre estabas atento de todo lo que me pasaba, nunca me dejaste sola. Solo tu supiste como enamorarme y cautivarme. De hecho me ayudabas a ser mejor persona a diario. Sin duda no había algo que odiara de ti o me desagradara. Te agradezco demasiado todo lo que hiciste por mí. Por supuesto siempre fuiste el mejor y más amoroso conmigo. Ahora lo pienso. Me hubiera gustado estar un poco más de tiempo a tu lado, disfrutar más tu compañía. Para ser honesta en ocasiones te extraño muchísimo y me haces falta, pero creo que fue lo mejor para los dos. Tal vez en algún momento volvamos a estar juntos y volveremos a ser felices como en aquellos años, no lo sé, ojalá se dé la oportunidad. También quisiera disculparme por las peleas. Si en algún momento te ofendí y si te llegué a faltar al respeto, te pido que me perdones. No tengas ninguna duda de lo mucho que te amé y de todo el cariño que aún te guardo. Sé que nuestra relación quizá no era la mejor y no todo siempre fue miel sobre hojuelas, pero sí tuvimos nuestros momentos felices donde nuestro amor era lo máximo que podía existir; desde los días más románticos hasta las noches de sexo mas pasionales. Todo eso siempre lo llevaré conmigo y lo recordaré con gran nostalgia. Posiblemente te preguntarás por qué nuestra relación terminó de esta manera... ni yo misma lo puedo explicar a la perfección. Te llegué a amar tanto que me dio miedo perderte y me abandonaras por otra persona. Porque sé que tú eras perfecto para mí y estaba consciente de que cualquier persona daría lo que fuera por tenerte a su lado.

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Por eso no tuve otra opción, debía asegurarme de que no estuvieras con nadie más después de mí. Tú eras quien me entendía, quien me lo dio todo y quien me comprendió como nadie más lo hizo. Gracias por todo y perdón... perdón por asesinarte. El amor provocó que me asegurara de que nadie más pudiera ver la perfección en ti y nadie más quisiera involucrarse contigo. Nunca olvides cuanto te amo, eres mi vida entera. No siento ningún remordimiento, estaba totalmente consciente cuando tomé esta decisión y cuando lo hice. Y pronto llegará el día en que nos volvamos a ver y estemos juntos hasta la eternidad. Nunca me olvides porque yo nunca lo haré. Aunque hoy en día piensen que estoy loca y esté encerrada, sé que todo lo que siento por ti es real y así permanecerá intacto este sentimiento. Gracias por todo tu amor.

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El amor nunca fue lo mío Yessica Canarios

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enía 63 años cuando me di cuenta de que el amor no era para mí, no era porque yo no quisiera creo que solamente siempre llegaba a mi vida en momentos inoportunos, cuando eres joven parece que la vida es larga, que habrá mucho tiempo, con 20 años jamás pensé demasiado a futuro, quizá por eso me case con el primer hombre que me habló bonito y mostró un poco de interés por mí. De haber sabido que iba a terminar casada con un golpeador, jamás en mi vida le hubiera hablado. Pero después de tantos años de casada, como que una se apendeja, y no es que no me hubiera dado cuenta, pero para mí él era mi mundo. Ahora que lo pienso ni siquiera era la gran cosa, pero fue el padre de mis hijas y cuando las abrazaba a ellas, se me olvidaba todo el odio que le tenía por pegarme, me acostumbré a estar con él, pero el amor se perdió desde los primero años de matrimonio. Desde ahí supe que debía hacer algo, así que decidí inscribirme a la escuela de estilistas, empecé a trabajar en la estética de la colonia y todo lo que ganaba lo guardaba, cuando tuve suficiente dinerito ahorrado, agarré a mis hijas y me las llevé. Él les enviaba dinero y las podía ver cada quince días, ahora que lo veo es un anciano decrépito, hasta lástima me da, pobre hombre solitario y tan falto de amor. En el mercado dónde trabajaba había un café chino, iba ahí seguido a comer porque el buffet era bastante económico, comencé a ir con más frecuencia el día que noté la presencia de un hombre asiático, en realidad no tenía nada de atractivo, supongo que lo que me llamó la atención de él fue que era un hombre solitario. En ese entonces yo tenía 40 años, mis hijas se fueron de la casa y comencé a sentir de pronto la soledad, sentía que él y yo podíamos acompañarnos, el problema era que él no sabía hablar español, con

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trabajos sabía decir buenos días, en realidad eso fue lo que me gustó de él, nunca peleábamos y siempre me escuchaba, bueno me oía, porque no entendía nada de lo que decía. Con él pasé buenos tiempos, compartíamos el desayuno, después nos íbamos a trabajar, llegando del trabajo los dos cocinabamos y después de limpiar íbamos a la cama, y ahí en la cama era el único lugar en el que los dos podíamos hablar el mismo lenguaje, el lenguaje del amor. Ojalá me hubiera durado más tiempo el gusto, después de dos años de vivir juntos un día él ya no despertó, había muerto de un paro cardíaco en la noche. Me dolió cuando murió, había perdido a la persona con quien compartía mi soledad, en realidad no me deprimí tanto porque no lo conocí demasiado, con trabajos y sabía pronunciar su nombre, creo que lo que realmente me dolía era el sentirme sola, después de eso ya no quise saber más del amor, bueno del amor sí, pero no del amor de pareja, comencé a salir con mis amigas, mis nietos venían a visitarme a diario y comencé a consentirme más. Siempre me había gustado mucho bailar y sin embargo nunca había ido al Salón los Ángeles, así que un día me compré un vestido rojo con lentejuelas, me maquillé como nunca antes lo había hecho, me hice un peinado muy ochentero y fui a conocer el Salón los Ángeles al llegar me sentí muy cómoda, sabía que deslumbraba con ese vestido, la gente no dejaba de verme y yo me sentía soñada, espectacular, esa noche bailé como si tuviera 15 años. De pronto se acercó a mí un hombre de unos 60 años, alto, de ojos marrón, con unas cejas bien pobladas y unas manos enormes, me dijo que si le concedía el honor de bailar con la mujer más bella del lugar, le di mi mano y bailamos por mucho tiempo, de tanto bailar me dolieron los pies así que nos fuimos a sentar y tuvimos una plática amena que terminó cuando vi el reloj y era media noche, el tiempo se me fue volando, se ofreció a llevarme a mi casa, pero no accedí, había llegado sola a aquel lugar y así me iba a ir. Él pidió un taxi y apuntó su número en un papel, pidió que le avisará cuando llegará a mi casa, besó mi mejilla, me abrió la puerta del taxi, espero hasta que el taxi avanzará para irse. Todo el viaje estuve pensando en él, al llegar a mi casa le marqué y quedamos de vernos para desayunar al día siguiente. En el desayuno me contó que él no vivía aquí, solamente había venido a ver a sus hijas, en realidad vivía en Puebla y se dedicaba al campo, cuando me dijo eso pensé que aquello solamente 68


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quedaría como una bonita historia de una noche y ya. Pero seguimos hablando por teléfono casi a diario, venía a visitarme cada mes, pero ni él quería dejar su vida en la sierra para venir a la ciudad, ni yo quería dejar la ciudad para ir a la sierra, sin embargo nos acoplamos bien, los dos éramos muy felices, nos sentíamos seres libres y cuando estábamos juntos compartíamos el amor que nos teníamos. Cuando cumplí 62 años me invitó a comer a un restaurante muy elegante, ahí me pidió matrimonio, me sentía la persona más feliz del mundo. Nuestra boda fue una ceremonia sencilla y muy hermosa, a nuestra edad nos habíamos enamorado de nuevo y nos juramos amor hasta que la muerte nos separara, a esa edad esas promesas no parecen tan largas, pero estábamos comprometidos a hacerlo realidad. Habíamos pactado irnos a vivir a un lugar en donde los dos nos sintiéramos cómodos, pero íbamos a darnos un año para poder organizar nuestras cosas y después irnos a vivir juntos. Un día llegó mi hija a la casa, dijo que debíamos ir a Puebla a la casa de él, no me dijo para qué, solamente me dijo que era muy importante, todo el camino fui recordando cada momento que viví a su lado, al llegar a la casa sentí como si algo se me clavara en el corazón, la puerta de su casa estaba llena de coronas de rosas con una cinta que decía. Descansa en paz, comencé a llorar como nunca le había llorado a un hombre, lo amaba tanto y ahora ya no estaba más. Una de sus hijas me contó que su papá se fue a acampar, una víbora lo mordió, la ayuda no llegó a tiempo ¡Maldita víbora! Ahora me he dado cuenta de que él fue el gran amor de mi vida, el primero y el último. Nuestro amor ha trascendido más allá de la muerte, por nada del mundo voy a dejarlo de amar aunque la muerte nos haya separado, porque el amor es más fuerte que el adiós. No compartieron una cama No compartieron una vida Ahora solo comparten una tumba.

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Motivos Daniel Hernández

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n día decidí hacer lo que tanto había pensado. Lo que siempre me había pasado por la mente, pero no lo veía como una realidad; tal vez por miedo, desidia o por no tener el valor de hacerlo. Problemas todos tenemos y lo que para algunos podría ser una pequeñez, para otros podría ser algo inmenso y un problema del que no se puede salir fácilmente. Pero, ¿quiénes somos para juzgar a los demás? ¿Qué nos da el derecho de decidir sobre la vida de otros? cada quien es dueño de su vida y, por ende, responsable de sus decisiones. Por eso realmente estaba seguro de hacerlo. Me sentía mal. No tenía ganas de seguir. Simplemente navegaba sin un rumbo fijo: no encajaba en nada, no me sentía impulsado por nada, solo quería terminar con todo. Al final solo sería una persona más que terminaba así. Tal vez pareciera lo contrario: que tenía sueños, metas, objetivos por cumplir. Me veían, tal vez, como una persona alegre a la que no le afectan las cosas, pero, ¿cómo podrían saber eso en realidad? En fin, cualquiera que sea la explicación de todas formas seré juzgado e inclusive podrían llamarme mediocre, sin valor y cobarde, pero honestamente es lo que menos me preocupa. Solo así podré sentirme bien y en paz conmigo mismo. A todos nos ha pasado que, aunque estamos rodeados de muchas personas nos sentimos solos y tal vez son cosas que con el tiempo se pasan pero, ¿qué procede cuando ese sentimiento, por más que lo quieres abandonar, él a ti no? ¿Soluciones? Tal vez había muchas, pero esta fue la única que yo consideré ideal. No tengo ningún tipo de preocupación. Sin embargo, lo único que lamento fue no poder explicarles a mis seres queridos; no espero que entiendan mis razones, aunque me gustaría que lo comprendieran con el tiempo. 71


Antología sobre la muerte

Recurrí a las pastillas de cianuro; lo vi como algo fácil y efectivo. El día que lo llevé a cabo intenté estar feliz: escuché algo de la música que me gustaba, vi mis películas favoritas y comí toda la comida chatarra que pude. Finalmente llegó la hora de dormir, tomé el frasco e ingerí una buena dosis. Entonces, llegó el momento de descansar.

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Cuando las flores marchitan

Señales de muerte Karina Becerra

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n abuelo estaba en su silla mecedora frente a la ventana, cuando su nieto llegó a sentarse junto a él. La plática fluyó durante varios minutos, al cabo de un tiempo el abuelo dijo de la manera más serena posible: -Pronto me iré al otro mundo -No digas esas cosas abuelo, aún falta mucho por vivir- dijo el nieto, un tanto enérgico. -Calma, que yo estoy tranquilo, la muerte puede llegar inesperadamente para algunos, pero ha sido amable conmigo y me mandó a sus mensajeros. -¿Qué cosas dices abuelo? No hables de eso que falta mucho para que nos dejes. - Ya viví lo que me tocaba, debes aprender a leer esas señales - le contestó el abuelo con una sonrisa grácil. -No sé de qué hablas abuelo- respondió intranquilo el nieto. - Primero las canas empezaron a aparecer, una a una, hasta llenar por completo mi cabeza. Luego la vista y el oído comenzaron a disminuir. Ahora mis reflejos y mi agilidad están casi extintas. - Pero eso es por la… -Si, mi edad. ¿Ahora entiendes?, los mensajeros ya hicieron su trabajo, y fui haciéndoles caso, viví todo el tiempo que me quedó al límite. -Aún no estoy preparado para ese momento, abuelo. Expresó al borde de las lágrimas. El abuelo colocó su mano sobre la mejilla de su nieto y entonces le dijo - No se trata de nosotros, sino de la muerte. Ella vendrá cuando el tiempo se haya terminado para nosotros y no nos queda más que aceptarlo. Luego de esto, se quedaron sentados observando a través de la ventana, no dijeron nada más, solo vivieron el momento, que jamás volverían a repetir. 75



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Muerte noble Daniel Hernández

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no podría llegar a pensar que los amigos siempre estarán contigo, nunca te van abandonar. Siempre estarán a tu lado, más si se trata de un mejor amigo. Ese individuo que está contigo incondicionalmente sin ningún tipo de interés. Siempre te brindará el apoyo que necesitas, te acompañará en los buenos momentos y sobre todo en los peores de tu vida, sin embargo no todo en la vida es eterno y más si nos referimos a una mascota. Así es, ¿quién podría estar a tu lado sin ningún interés? Nuestras mascotas nos demuestran a diario cuanto nos aman, se ponen felices de vernos de nuevo así hayan pasado diez minutos. Muchos se refieren a ellos como hijos, mejores amigos o simplemente mascotas. Sin embargo, el cariño que les tenemos es muy grande pues hay quienes los vemos desde que nacieron o los adoptaron más grandes, pero el cariño es igual de inmenso. Y aunque estamos conscientes de que, como cualquier ser vivo, tenemos un límite de vida y aun cuando sabemos que ellos podrían dejar nuestro mundo antes que nosotros, simplemente preferimos ignorarlo aunque sea una posibilidad presente. Pero, ¿qué pasa cuando nuestro mejor amigo deja de vivir? Tal vez no es la muerte de algún hermano, de un primo o algún ser humano cercano pero el dolor es igual de enorme, incluso causándonos una inmensa tristeza durante varios días y hasta meses. El sentimiento de ya no ver a alguien brincando de felicidad cuando te ve, observarlo mientras duerme, jugar con él; todo ese tipo de cosas son las que hacen que la nostalgia sea inmensa. Es difícil asimilar que ya no tendrás esa compañía y evidentemente será trabajoso superarlo.

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Tal vez esto es una de las situaciones mรกs complicadas de vencer, pero con el paso del tiempo se puede ir comprendiendo de cierta forma que nos quede el recuerdo de haber disfrutado de una amistad sincera y desinteresada.




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Escalera al cielo Antonio Rodríguez

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o lo sabía, sabía muy bien que así era, que como la canción favorita de la abuela lo decía: hay una escalera que conduce al cielo, tenía tantas dudas en la cabeza de cómo se sentiría, eran zumbidos en mi oído y no sabían lo que me decían. Solo estaba esperando para que por fin todo se volviera oro. ¿Justo todo lo que vine a buscar? escuchaba a la aves cantar y el arroyo sonar junto al árbol donde solía descansar y hacer de mis pensamientos dudar, y sin embargo esas palabras mencionadas a veces buscaban doble sentido. Y esta sensación al ver por el mismo lugar donde ella se marchó, implorando por mi alma para por fin poder marcharme a su lado, escuchando a lo lejos aquella dulce voz que tanto anhele volver a oír, una voz que de nuevo me vuelve a guiar. Me guía hacia un nuevo día para volver a nacer, para sobrevivir de nuevo en el lugar correcto, un lugar en donde hay dos caminos por dónde ir y que sin importar cuál elija al final, al final... Podré cambiar y volver a empezar pues mis sombras se habrán ido y mi alma por fin será mayor. Y si, sí lo sabía, así tenía que ser mi última travesía del brazo de esa dama blanca que ahora me lleva a la escalera, que ahora me llama para volverse uno con todos, que ahora me lleva a esa tan anhelada escalera que por fin me mostrará el cielo

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Amor de padre Daniel Hernández

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odas las familias han pasado crisis difíciles ya sea económicamente o de cualquier otra cosa. Es en esos casos cuando más unión y apoyo debe haber en una familia, pues, aunque no todo está bien, se debe demostrar que es posible salir adelante y todo se puede superar. Alguna vez hubo una familia donde la situación no era tan fácil. De hecho, era bastante complicada, sin embargo, veían la forma de salir adelante. El padre había tenido que recurrir a pedir un préstamo, pero lamentablemente los intereses lo estaban comiendo; cada vez subía más y más la deuda. Además se acercaban las colegiaturas de los dos hijos. Los dos trabajos del padre no daban abasto para cubrir los gastos; tanto la madre como los jóvenes pusieron un negocio para salir adelante y ayudar a cubrir costes y demás cosas. Sin embargo, esto no era suficiente pues la deuda crecía con rapidez y se dificultaba cada vez más. El padre tuvo una idea para solucionar el problema del adeudo pero no se la contó a nadie de la familia; lo meditó durante un par de semanas. Sabía que si tardaba, el adeudo crecería más. Un día salió por la mañana a trabajar como de costumbre; se despidió de la familia como lo hacía todos los días. Sin embargo, esta vez los tres notaron algo raro pero no mencionaron nada, no le dieron mayor importancia. Por la noche, sonó el teléfono. Uno de los hijos, al atender la llamada se quedó frío, sin reacción. Al notar esto, tanto su hermano como su madre, se impacientaron y le comenzaron a preguntar qué sucedía. El joven apenas pudo responder: “mi papá tuvo un accidente”.


Antología sobre la muerte

De inmediato fueron al lugar de la cita donde les informaron que lamentablemente el padre había muerto al instante; pero habían encontrado una nota dentro de su cartera dirigida a ellos. Queridos hijos y amada esposa: No saben la pena que tengo de decirlo de esta manera: estábamos desesperados y fue lo mejor que se me pudo ocurrir. Lamento mucho no poder seguir a su lado y perderme de momentos importantes, pero sé que era lo mejor pues las deudas nos estaban acabando. No tengan duda de lo orgulloso que estoy de ustedes por todo su esfuerzo para ayudarme; se los agradezco infinitamente. Les ruego me perdonen, solo quiero lo mejor para ustedes. Nunca olviden lo mucho que los amo, lo son todo para mí. Hace unos años contraté un seguro de vida, afortunadamente ya lo había terminado de pagar. Con el dinero que les van a otorgar podrán cubrir las deudas sin ningún problema. Incluso, servirá para mucho más: al menos hasta que ustedes puedan trabajar y ayudar a su madre con los gastos de la casa. Nunca la dejen sola y cuídenla mucho. Recuerden: nosotros siempre dimos todo para que ustedes salieran adelante. Nuevamente les pido me perdonen, los amo tanto.

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Cuando las flores marchitan

Celebridad Daniel Hernández

E

n ocasiones, a las personas nos gustaría tener una reunión con nuestros seres queridos donde seamos los protagonistas y todo sea a nuestro nombre; que nos cumplan gustos, caprichos y fantasías. Sin embargo, esto solo es posible en alguna fiesta de cumpleaños o algo por el estilo. Y aún así no siempre se puede; no todo el tiempo estamos bien con todo mundo. A veces surgen problemas o malentendidos que provocan cierto distanciamiento con algunas personas, pero, ¿habrá algún momento en donde todo el mundo se reúna para estar con nosotros? Sí existe ese momento, pero lamentablemente es cuando nosotros no estamos conscientes de lo que está pasando; estamos presentes en cuerpo, pero no en alma. Ese día se nos otorga una ceremonia, nos llevan grupos para despedirnos con cariño, ese tipo de costumbres que se tienen, llevar mariachis, banda, trios y demas cosas, aunque no es con plena felicidad; ese día todos nuestros allegados están ahí, a nuestro lado. Tal vez es difícil de comprender para las personas cercanas; cada duelo es diferente y cada situación se afronta de diferente manera. Sin embargo en ese momento nos convertimos en una celebridad ese día, incluso personas con las que no convivimos tanto, están ahí. Aunque luego de un par de meses solo ciertas personas nos seguirán recordando con cariño y a su vez tristeza, pues para los demás luego de ese día nuestro recuerdo se habrá quedado en el olvido…

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Cuando las flores marchitan

Servicio privado Daniel Hernández

S

oy una persona común y corriente, paso desapercibido pues no soy alguien con rasgos que llamen la atención. Soy serio y no me gusta convivir con la gente, al contrario, me desagrada tener contacto con las demás personas; entre menor sea el contacto, mejor. Soy alguien dedicado y comprometido con su trabajo. Aunque es un tanto peculiar a lo que me dedico, me gusta y lo disfruto. Hoy en día, pocas personas disfrutan realmente de su ocupación, pero a mí sí. Así es, me gusta asesinar personas por una módica cantidad de dinero. Aunque no lo hago a menudo para no llamar la atención, mis honorarios alcanzan para vivir bien con solo realizar un par de trabajos al año. Intento que nadie me conozca a fondo o me empiece a ubicar. Para poder realizar mi trabajo debo pasar inadvertido: no me gusta tener amigos, no tengo redes sociales; no le veo ningún sentido a tener un espacio donde las personas exponen sus pensamientos y mostrar todo lo que viven. Aunque esto podría ser difícil para que me contacten, no me impide tener trabajo. Para poder comunicarse conmigo solo deben llamar a donde vivo: la casa de mi abuela. El cliente se hace pasar como un compañero de trabajo quien me conoce de hace tiempo. De ese modo nos ponemos de acuerdo para vernos en algún punto y hablar sobre el objetivo. Para este trabajo se necesita tener sangre fría. He llegado a asesinar todo tipo de personas: personas mayores cuyas familias o allegados buscan algún beneficio monetario, maridos infieles cuyas esposas descubren que les son infieles; problemas de negocios o cosas de esa índole.

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Antología sobre la muerte

Tal vez las demás personas podrían pensar que soy un desalmado y que merezco estar en la cárcel o incluso muerto. Tal vez sí. Pero me gusta pensar que yo no soy el homicida, soy el arma disparada por el verdadero asesino: el cliente. Ellos son quienes tienen ese resentimiento hacia la víctima. Y ni siquiera me involucro en saber quienes son o a qué se dedican o si son buenas personas; para mí solo son nombres a tachar en una lista.

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Cuando las flores marchitan

Reencuentro Daniel Hernández

F

inalmente ha llegado el día. Visitarás tu casa y a tu familia luego de la gran espera. Te recibirá un gran manjar, tus bebidas preferidas, tu comida favorita e incluso los cigarritos que tanto te gustaban, aunque sabías del daño que te provocan, pero, ¿qué importa? Este día te vamos a esperar con muchas ansias pues ha pasado bastante tiempo. No tengas duda de cuanto te hemos extrañado. Aunque no te podremos ver estaremos muy felices, sabemos que estarás cerca de nosotros, esperamos que te guste todo lo que preparamos para ti, lo hicimos con mucho amor y esperamos que lo disfrutes. Y por supuesto, si estuvieras aún con nosotros, seguido comerías todos tus platillos favoritos junto con ese refresco de limón que te encantaba. Aquí te esperamos con mucha felicidad y nostalgia. Nunca olvides que siempre estas en nuestros pensamientos y recuerdos, te amamos.

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Cuando las flores marchitan

Tu herencia, la muerte Daniel Hernández

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lo largo de nuestras vidas conocemos a muchas personas. Son pocas quienes realmente se vuelven amistades y aún son menos con las que efectivamente se toma un apego y te marcan en la vida. En mi etapa de preparatoria conocí a un chico. Todo normal, nos volvimos buenos amigos. En ocasiones él no iba a la escuela, pero nada fuera de lo normal, así que no le tomé mayor importancia. Tampoco me interesaba saber por qué se ausentaba, no quería parecer entrometida o algo por el estilo. Se acercaba el Halloween; esa fecha en las cuales todos estamos felices: ya sea porque se aproxima el Día de Muertos o las alocadas fiestas de Halloween. Todo el mundo hablaba de dichas fiestas pues es una gran oportunidad para disfrazarse, alcoholizarse, bailar y pasar un buen momento con los amigos. Sin embargo, a él no se le notaba esa felicidad. De hecho, se le podía ver algo impaciente, como si algo le preocupara. Conforme se acercaban dichas fechas, cada vez se le notaba más agobiado. Lo cual, también era notorio en su aspecto físico: se le comenzaba a ver más delgado, como con signos de desnutrición; con un cansancio inmenso, y sin ganas de nada. Además parecía que tenía delirio de persecución; en todo momento estaba en alerta. Conforme pasaban los días era más notorio el cambio en él. Un día me acerqué a preguntarle si se encontraba bien o si tenía algún problema pues cada vez lo veía más decaído. Él respondió que no ocurría nada e insistió en que no me preocupara. No me quedé tranquila. Dejé pasar un par de días y le volví a preguntar sobre su estado de salud, esta vez con más insistencia; el resultado fue el mismo. Para evitar cualquier tensión cambié el tema y lo invité a la fiesta

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Antología sobre la muerte

que se estaba organizando, le comente que nos podríamos disfrazar con los demás ya que planeábamos disfrazarnos iguales, no obstante, recibí una respuesta muy fría, parecía que a él no le agradaban esas cosas pues me respondió un tanto molesto así que preferí no insistir más y terminar ahí la conversación. Al día siguiente se acercó para pedirme disculpas por lo sucedido y para agradecerme por preocuparme y preguntar por su estado, yo solo acepte sus palabras y no quise tocar el tema de nuevo pues no quería que se repitiera esa incomodidad. Así que para tratar de olvidar el mal rato le mencione que si le agradaría que un día fuera a su casa para ver algunas películas, hacer la tarea o solo pasar el rato aunque para mi suerte de nuevo parecía no estar tan convencido pues sólo mencionó que lo pensaría y le agradaba la idea. Cada vez me parecían más extrañas las cosas pues, aunque podría entender que no le gustaran las fiestas o reuniones simplemente a todo me decía que no por lo que sentí cierta inquietud saber qué era lo que en realidad ocurría con él y no aceptaba hacer alguna actividad por simple que fuera. Más adelante y para mi impresión el me invito a salir en un par de ocasiones una salida al cine, me acompañaba a mi casa pues no vivíamos tan lejos uno del otro e incluso en una ocasión me llevó a su casa a comer, no se porque fue tan repentino su cambio de actitud, pero no me anime a preguntar, yo solo quería ayudar a que tuviera un poco de compañía. Algo que llamó bastante mi atención fue que en este lapso de tiempo que paso donde nos tomamos más confianza fue que nunca mencionó a sus padres y si en algún momento yo le pregunté sobre ellos para sacar más plática él solo mencionó que estaban de viaje y casi no los veía. Faltaba una semana para la fiesta y yo me anime a invitarle de nuevo pues consideré que la confianza había aumentado bastante y tal vez en esta ocasión sí lograría convencerlo, él accedió a ir conmigo y entonces pensé que tal vez todo había sido suposición mía hasta que en los cuatro días siguientes no supe de él, no respondía las llamadas, no asistió a la escuela y no se conectaba en sus redes sociales. Comencé a preocuparme y fui a buscarlo a su casa pero nadie salió a abrirme al día siguiente de irlo a buscar me llamó un tanto preocupado

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Cuando las flores marchitan

casi molesto, me pidió por favor que no volviera a ir a su casa a buscarlo sin previo aviso, aunque estaba sacada de onda por esto. Le pedí una explicación pero esta vez insistí hasta que me respondió con la verdad, él soltó en llanto y comenzó a decirme todo; me contó que sus padres eran parte de una secta satánica y ellos lo habían ofrecido como sacrificio así que él había sido criado de una manera sana e inocente para que llegará a los 18 años con sangre pura. Como era de esperarse, me dijo que no estaba de acuerdo y no sabía qué hacer para evitarlo, yo quedé helada al escuchar todo esto, solo le pedí, le imploré que fuera a mi casa que incluso yo iba por el pues me había dicho que no estaba en condiciones de salir ya que en estos días que habíamos perdido contacto lo habían dejado sin comer ni tomar nada para el sacrificio. Por un instante parecía que había logrado animarlo a huir y a librarse de ese horrible destino, pero ocurrió lo inesperado, se cortó la llamada. Entre en pánico como nunca en mi vida, estaba desesperada, impaciente y tenía muchísimo miedo, no sabía qué hacer ni cómo ayudarlo, ¿cómo afrontar una situación así a mi edad? Después de un par de horas me volvió a llamar, yo gritando y llorando le rogué me dejara ayudarle, aunque para mi sorpresa me dijo que no, ¿qué tanto pudo pasar en ese tiempo para que cambiara de opinión? Me agradeció por todo lo que hice por él, el cariño que me tomo en todo este tiempo de conocernos, me pidió me cuidara mucho y siguiera adelante; me desespere aún más y gritando le dije que no quería despedirme, de repente, se escuchó como le arrebataron el teléfono, entonces; escuché una voz fría y seria. “No te metas en esto o sufrirás las consecuencias” entonces entendí que era momento de parar, me amenazaron con hacerle daño a mi familia pues ya nos habían investigado y si interferimos en este asunto nos iría mal. No volví a saber nada más de mi amigo, aunque es evidente lo que pasó con él, al día de hoy sigo sin poder superar este suceso en mi vida y procuro no pasar cerca de esa casa pues me recuerda momentos de horror y desesperación que pasé.

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Cuando las flores marchitan

Recopilación de sentimientos Celina Contreras

L

a primera vez que la muerte visitó la casa, yo tenía tres años, vino por mi abuela paterna a la edad de los 53 años por un cáncer pulmonar que su cuerpo no aguantó y al mismo tiempo ella se dejó caer por la pérdida de su hijo, 6 años atrás. Mis recuerdos son vagos, pero los importantes permanecen en mi cabeza. Ella me cuidó mientras mi madre tenía que ir a trabajar, en esos tres años me llenó de amor incondicional. En toda mi niñez le reclamé a la vida y a la muerte por no dejarla más tiempo aquí, me faltó mucho por conocer y aprender de ella, con el tiempo entendí que todas las personas tenemos un día marcado para morir y no hay nada que podamos hacer. El único recuerdo que tengo con claridad fue el de mi padre cuando entró al dormitorio donde dormíamos mi hermana y yo. -Su abuelita está muerta, pónganse algo negro y bajen. Habían velado a mi abuelita mientras mi hermana y yo permanecimos dormidas. Apenas abríamos los ojos cuando escuchamos retumbar la palabra “muerta” en nuestros oídos. Quizá no fue la mejor manera de avisarnos sobre la visita de la muerte, pero ¿quién está preparado para su llegada? Exacto, nadie, porque a pesar de que nacemos con la certeza de que vamos a morir, lo ignoramos todos los días. Tampoco mi padre fue nada considerado cuando me cargó para verla por última vez en la caja fúnebre y me dijo: -mira a tu abuelita, despídete de ella, pero no te asustes sólo está dormida-. Caridad Carrillo, falleció el 9 de mayo del 2002 a las 23:49, minutos antes de ser 10 de mayo, me gusta imaginar que su último pensamiento fue -me voy este día para que no se olviden que tuvieron madre-.

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Antología sobre la muerte

Después de ese suceso en mi corta vida, los pensamientos existenciales se instalaron en mi cabeza hasta que me convertí en adolescente y preferí disfrutar en vez de cuestionarme cosas que solo sabría hasta el último día de mi vida. Sin embargo, la muerte no estaba de acuerdo con que me olvidara de ella. Volvió a tocar la puerta de la casa cuando tenía 14 años, esta vez vino por mi abuelo paterno, compañero de vida de Caridad Carrillo. Por segunda vez veía como la cara de mi padre se invadía de tristeza, sus ojos contuvieron lágrimas que nunca dejó salir. Ignacio Contreras falleció el 17 de agosto del 2012 a las 21:45. Mi abuelo Ignacio era un hombre que no sabía cómo demostrar sus sentimientos. A pesar de que vivimos en la misma casa no tuve la oportunidad de conocer su verdadera esencia. Los últimos días de su vida quiso ser el abuelo cariñoso que nunca fue. Me invitaba a desayunar un rico arroz con leche o un café acompañado de una concha y tacos de chicharrón con su peculiar pico de gallo. Al irme a la escuela me daba un beso en la mejilla y me decía -que dios te acompañe, hija-. Aún cuando salgo de mi casa, puedo escuchar aquellas palabras retumbando en mi mente. La muerte se alejó por 8 años, sin embargo regresó para llevarse a mi abuelito materno. Debo admitir que ha sido la muerte mas dolorosa que he experimentado, nunca pensé que se podían llorar días enteros por una persona, aprendí el verdadero significado de la palabra “extrañar”. Deje de ver mi galería de fotos para no encontrarme con imagenes de mi abuelito, no quería escuchar su voz porque estaba negada a que nunca más volvería escuchar su voz en vivo. Agustin Flores cerró sus ojos para siempre el 14 de junio del 2020 a las 10:50 am. Falleció en su pueblo natal, Chilacachapa Guerrero. Mi madre y mi abuelita presenciaron su último suspiro. 21-06-2020 Aquel domingo marcó mi vida, todo transcurría normal. Nos despertamos tarde porque el día anterior habíamos tenido una pequeña reunión. Nos despertó el hambre porque nadie quería levantarse de la cama, a la 1:00 pm apenas estábamos desayunando. Ivon se fue a su casa junto con mi cuñado y mi sobrino, por lo que solo nos quedamos Karina, Carlos y yo en casa. Mi madre se había ido a Guerrero a cuidar a mi abuelito y a mi padre le tocó trabajar. 100


Cuando las flores marchitan

Después de desayunar le dije a Carlos que nos fuéramos a dormir otro rato, el dia solo daba para estar en cama y ver películas, pero Carlos y yo tenemos la manía de platicar antes de dormir, no sé porque salió el tema de la muerte y le conté cómo nos enteramos de los fallecimientos de mis abuelitos, sin saber que ese dia mi abuelito Agustin ya llevaba horas de muerto. Nos despertamos a las 4:00 pm, Carlos se fue a su casa a bañar, nos quedamos de ver de nuevo a las 5.30 pm para comer juntos y seguir disfrutando del día. Karina y yo hacíamos de comer bistec en salsa verde cuando sonó el teléfono, Karina fue a contestar mientras yo me quede en la cocina a preparar la salsa. De repente vi como la sonrisa que tenía mi hermana desapareció, sus ojos se llenaron de lágrimas pero no recorrieron sus mejillas, se quedaron en sus ojos. Mi mundo se derrumbó cuando entendí lo que decían los labios de mi hermana -mi abuelito falleció-. Fue un impacto en todo mi cuerpo, no supe cómo reaccionar, solo la abrace mientras ella seguía hablando por teléfono. El día que tenía planeado dormir fue un día lleno de sentimientos y recuerdos. Justo en la charla con Carlos había recordado la muerte de mis otros dos abuelitos, pensé que todo se había conectado y que la muerte me decía -He regresado, por si me habías olvidado. Las lágrimas no podían dejar de salir por mis ojos, en mi mente solo habitaban momentos con él, los cuales pasaban unos tras otros como si fueran una película. Entre tantos recuerdos mi mente no aceptó esa realidad, sentí que era un malentendido, porque la persona que nos dio la noticia fue uno de mis tíos, yo tenía que escucharla de mi madre porque ella se encontraba con él. En el pueblo no había señal y quizá mi tío confundió las palabras por el estado de salud en el que se encontraba mi abuelito, pero no fue así. Como pude localicé a mi mamá y me confirmó que mi abuelito había muerto. Mi cuerpo se quedó inmóvil y por mis mejillas seguían resbalando lágrimas llenas de dolor, solo quería abrazar a mi mamá y a mi abuelita. Me reproché no estar ahí para ellas ni estar en los últimos días en el pueblo con mi abuelito. Después de hablar con mi mamá el tiempo se detuvo, me refugié en una esquina a llorar profundamente, le escribí a Carlos y a los cinco minutos ya estaba afuera de mi casa abrazándome, no tuvo que decir ni una palabra su presencia logró tranquilizarme. 101


Antología sobre la muerte

El tiempo evidentemente no se detuvo, cuando reaccioné ya era de noche, y tenía que poner mi ropa para irnos a Guerrero. La noche parecía no tener fin, la carretera fue muy fría llena de nostalgia. No podía dejar de llorar las lágrimas hacían un recorrido por mis mejillas, algunas terminaban en mi nariz, labios, en mi cuello incluso en mis piernas. Los recuerdos no dejaban de pasar en mi cabeza, mi frustración y ansiedad no desaparecían, quería gritar, quería hacer todo menos estar en ese carro rumbo al funeral de mi abuelito, no podía creer que solo regresaba al pueblo a eso. Para llegar al pueblo fue un suceso desagradable, llegamos a Iguala a las dos de la madrugada, parecía que el dolor y la tristeza no eran suficiente en mi cuerpo, también lo invadió el inmenso y fastidioso calor. Tuvimos que dormir en el carro en un estacionamiento de una gasolinera porque los federales nos advirtieron que el camino para el pueblo era peligroso, que era mejor esperar porque ya no sería solo un funeral, sino de cinco personas más. Esa madrugada no dormí absolutamente nada, lo intenté, pero fue inútil. Mi tío, quien nos llevó a Iguala, decidió regresar a la Ciudad por lo comentarios que nos habían hecho los federales, no quería arriesgar su regreso después de dejarnos en el pueblo. Karina e Ivon y mi sobrino se fueron con mis tíos quienes llegaron a Iguala a las siete de la mañana, Carlos y yo tuvimos que esperar la primera combi que salía para el pueblo. Una vez que estábamos esperando a que la combi saliera, una mujer se acercó al chófer. -Le encargó esta caja que lleva veladoras, flores y este sobre, se lo da a Serafina Flores, su esposo acaba de morir. En el sobre dice quien lo manda. - Si, está bien ¿En dónde vive? - Es la casa de Pichus - ¿En la de arriba o abajo? - En la de arriba. - Está bien, yo se lo entrego En realidad ni reconocí a la señora que hablaba con el chófer, quería interrumpir la conversación para decirles que era mi abuelita, pero solo salió por mi boca “yo voy para el funeral”. En el camino pude dormir un poco, no quería llegar al pueblo, porque no sabía cómo iba a reaccionar y no quería pasar por nada de lo que estaba a punto de pasar. 102


Cuando las flores marchitan

Desperté justo cuando llegamos al pueblo, el chófer nos dejó en la mera entrada de la casa. La primera persona que vi al abrir la puerta fue a mi mamá, la abracé y lloramos juntas, su mirada reflejaba una tristeza infinita y un vacío que jamás se podrá llenar. La casa estaba llena de personas pero no me importó, solo quería llegar a mi abuelita, abrazarla y compartir su dolor. Cuando la vi se me partió el alma, la abracé lo más fuerte que pude, y ella a mí, su llanto se escuchaba en toda la casa “se fue, se fue, me dejó aquí tu abuelo” No supe qué decirle, no hay palabras de consolación… Mi abuelita perdió a su compañero de vida a los 82 años con el que compartió 64 años de casada, mi abuelito cumplió con la promesa de la iglesia “hasta que la muerte nos separe”. Mi abuelita estaba perdida entre tanta gente ¿cómo vivir sin su compañero?, ¿cómo acostumbrarse de la noche a la mañana sin que alguien esté a lado de su cama? En ese momento quería morirse con él, irse a dónde él estaba “ya no quiero estar aquí, me quiero ir con él, no voy a aguantar tanto tiempo”, eran frases que constantemente repetía a aquellos que le daban el pésame. Mi alma no se había partido lo suficiente, se terminó desmoronando cuando entre al cuarto; vi flores, velas por todos lados y a los músicos tocando melodías de despedida. En la caja fúnebre azul percibí su cuerpo inmóvil, pálido, seco, sus ojos cerrados, sus manos en el pecho, vestido como siempre, con su pantalón de vestir, su camisa y un gorro. Realmente no quería ver así a mi abuelito pero mi mamá me dijo que me tenía que despedir de él. Mi sobrino fue una alegría en tanto dolor, ver sus ojos llenos de vida y cargarlo me daban fuerzas para seguir con el duelo. Teníamos que ir al panteón para que la tierra cubriera por completo su cuerpo. Cuando caminábamos hacia el panteón las calles me traían más recuerdos y me preguntaba; ¿qué valor tendrá el pueblo si él ya no está? El calor era intolerable, quería vomitar el dolor, no sabía si era sudor o lágrimas las que recorrían mi cara, al final, esas gotas sabían amargas. Lo que culminó con mi dolor fue el momento al enterrarlo, no quería que su cuerpo estuviera bajo la tierra. Todo fue confuso, inmensamente doloroso, sentí que una parte de mi murió en ese momento al ver cómo cubrían de tierra su cuerpo. No logré obtener respuesta a todas las preguntas que estaban en mi mente y quizá nunca las obtendré. Cuando regresamos del panteón mi madre se deshago contandonos como había vivido la muerte de su papá. 103


Antología sobre la muerte

Eran las diez de la mañana, mi abuelita preparaba sus cosas para el baño, cuando mi mamá le dijo : “Madre ven para acá, mi papá ya está muy mal, trae velas y un rosario”, mi abuelita dejó sus cosas de baño y trato de ir rápido a la habitación. La cara de mi abuelita no reflejaba dolor, sino compasión, no lloró para que su compañero pudiera irse en paz. A diferencia de mi mamá, sus ojos no pudieron contener las lágrimas, con voz cortante alcanzó a decir “Vete tranquilo, yo cuidaré de mi mamá, pídele a dios que te perdone para que te puedas ir”. Los ojos de mi abuelito apuntaban a los de mi abuelita, no pudo despedirse de su amada porque se le cortó la voz, su cuerpo ya no reaccionaba, ya no obedecía las señales que el cerebro envía para poder hablar, solo veía a mi abuelita, asi hasta que cerró sus ojos para siempre. Mi mamá le pasó la mano por sus ojos para afirmar que estaban cerrados, el dolor inundó la habitación, el llanto de mi mamá y de mi abuelita no podía detenerse, aunque sabían que era lo mejor para él, pues ya estaba descansando luego de una enfermedad crónica que poco a poco lo fue apagando, dejo de comer, de caminar, de trabajar, de tener sentido del humor, sin embargo no podían asimilar que ya no lo iba a ver nunca más, excepto en sus recuerdos y en sueños. Agustin Flores murió en el mes de junio cuando la tierra es más fértil, en su época de trabajo y favorita, tengo la idea que la tierra vino por él. Después de dos días largos pude descansar a lado de Carlos, sumergiéndome en un sueño tan profundo, escapándome de la realidad. Nunca es fácil hablar de la muerte, no estamos preparados para su llegada. Agradezco a Carlos por estar conmigo en todo momento, por abrazarme cuando lo necesite, por escucharme cuando tenía tantas cosas que decir, por limpiar mis lágrimas y por sus miradas llenas de compasión diciéndome: “no llores más, él ya está mejor”. De regreso al pueblo. Íbamos saliendo de la carretera de Iguala-Guerrero a una velocidad no recomendada, mi tío (hermano de mi madre) al volante con su ceño fruncido y a lado su mujer con cara de desesperada al ver la hora y que no habíamos llegado al pueblo, mi madre en el celular viendo el video donde mi abuelita baila conmigo, mi abuelita en medio de mi madre y de mi queriendo ver lo que mi mamá veía pero sus ojos del cansancio 104


Cuando las flores marchitan

no se lo permitieron al cien por ciento, yo, leyendo las intermitencias de la muerte, solo termine de leer “La muerte no nos quita los ojos de encima ni un minuto…” cuando el libro me fue arrebatado por el tope que mi tío se saltó y no pudo frenar, mi cuerpo dejó de pertenecerme por segundos, chocó mi cabeza con el techo del carro y di como tres saltos hasta que mi cuerpo regresó a su lugar original, estando inerte por un segundo, cuando regrese a la realidad vi a mi abuelita que se estaba quejando por su cadera, su dolor parecía como el de una mujer dando a luz por primera vez. Al ver el rostro de mi abuelita que reflejaba un dolor insoportable, su mirada se perdió, su conciencia salió de su cuerpo, sus labios y sus ojos, solo se quejaba con pequeños gemidos, no contestaba a ninguna de mis preguntas y las lágrimas de mis ojos querían salir pero no las deje, no podía creer que podía perderla, me sentí tan mal por haber leído esas frases de la novela, por un momento pensé que había invocado a la muerte y que las líneas que leí eran ciertas, sentí que la muerte también iba con nosotros en el carro. Es cierto que todos los días nos está observando, pero solo es necesario un contacto visual para decir adiós, para saber el verdadero significado de la palabra adiós.

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Cuando las flores marchitan AntologĂ­a sobre la muerte

Poemas



Cuando las flores marchitan

Despojos Antonio Rodríguez

Y

a no se vivir, entonces la muerte simplemente es la culminación más extraordinaria de una vida sin sentido y después por fin lograré estar en paz.

Y por fin mis cenizas podrán ser libres y vagar por todos esos lugares que un día me hicieron vivir y hoy solo en el olvido quedarán y ruinas de esos recuerdos habrá.

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Cuando las flores marchitan

El final es la luz Antonio Rodríguez

O

jalá la vida fuera tan fácil como morir.

Pues vivir es un acto total de valentía. Y morir solamente es el último paso para la eternidad. Una eternidad que se nos promete desde la primera luz y que cada día de vida se presenta más y más como una misericordia de salvación a tanta marginación. Hoy que estoy a unos días de ver la luz final, aquella luz de eternidad ya sólo imploro porque mi recuerdo quede marcado en cada persona que me amó y que hicieron de mi vida algo mejor

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Cuando las flores marchitan

Hasta que la muerte nos separe Antonio Rodríguez

D

esde ese día que te vi desde lejos lo comprendí, así de lejos pude notar que era a tu lado donde quería empezar a vivir y en dónde quería morir.

Y en esta vida, ser tuyo, que seas mi musa eterna y llegar contigo hasta la tierra. Besar tus labios un paraíso tan extenso de éxtasis para sentirme vivo, para sentirme morir mil veces y resucitar para seguir disfrutando del gozo de sentirte cerca. Desde ese día lo supe... Estaría a tu lado hasta que la muerte nos separe, hasta que la vida se me acabe.

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Cuando las flores marchitan

Los caminos por donde anduve Antonio Rodríguez

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ecorrí de aquí para allá, de allá para acá, estuve en un sitio y me moví a otro sin dudar, deje partes mías por todos los caminos, anduve por miles de kilómetros en busca de respuestas. Me perdí y me encontré. Me caí y me levanté. Anduve de paseo por dónde tú nunca podrás, visité lugares tan oscuros que ahora la soledad de esta tumba no se compara, trote en su tiempo ya, no podía correr más, poco a poco se fue atenuando mi búsqueda, poco a poco las preguntas se me iban olvidado y las respuestas resultaban más difíciles de asimilar. Y ahora vago por estos últimos lugares recónditos del ser, ahora voy recogiendo pedazos de mi alma, pedazos que deje al pasar por los lugares donde deambule y no recordaba que por ahí pase. Ahora mi viaje me llevará a otro lugar, a un lugar en donde habrá nuevos caminos por recorrer, pero esta vez lo haré con paz y tranquilidad.

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Cuando las flores marchitan

Luz Antonio Rodríguez

N

oches de incertidumbre total, oscuridades de preguntas que no encuentran respuestas oportunas, de tinieblas que devoran la luz a su paso y que lo único que buscan es terminar con la poca fe que aún cargamos. Noches llenas de penumbras que poco a poco se apoderan de mi fuerza y me arrastran a lo más profundo de mis miedos, para devorarme entre mandíbulas voraces, destrozando lo último que queda de mi carne ya podrida. Noches donde descubrimos que somos más fuertes que todo lo que nos atormenta y que ninguna oscuridad podrá opacar lo que ahora estamos creando con un pequeño destello de luz para guiar a nuestras almas a un lugar con calma. Noches en donde recuerdo que lo más valiente que hemos hecho es seguir viviendo. ¿Y la luz al final del túnel puede ser la salvación?

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Cuando las flores marchitan

Mi color, mi muerte Antonio Rodríguez

E

ntre las plantas de mi casa florecieron unas bellísimas florecillas moradas, mi color favorito, el color que me recuerda siempre a ti, mi amor.

Entre los muchos cielos que vi el tuyo es el más bello, bello como mi color favorito, sabías, me gustaba observar el cielo y siempre que lo veía cambiaba de color a diario, cambiaba de son pero... para mí siempre es morado, para mí siempre sonaba a morado. Entre las múltiples miradas que se cruzaban en mi camino hacia ti, ninguna tenía tu color, ese color para mí es morado. Hoy después de tanto esperar, de tantas flores que vi, de tantos cielos que observe, tantas miradas vacías que sentí, hoy por fin, mi amor vuelve a ti entre colores morados, los colores que me recuerdan a ti y que hoy me acompañan en mi camino hacia ti. Y entre tanto tiempo de espera después de tu partida, por fin, mi amor estaré contigo en la eternidad.

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Cuando las flores marchitan

Mi mayor miedo que la mataran

Y

Antonio Rodríguez

entonces lo supe cuando ella llegó, mis miedos banales se esfumaron y entonces lo supe cuando ella llegó a mi vida... Mi mayor miedo era que alguien se la llevara, que alguien la dañara, que alguien se atreviera tan solo a acosarla, que alguien se atreviera a tocarla. Que alguien me la arrebatara. Y entonces mi mayor miedo se volvió tener que buscarla porque salió de casa y no volvió, porque ya no respondió mi mensaje de si había llegado bien al trabajo, porque ya no contestó mi llamada y su celular decía línea apagada. Que alguien la matara. Y entonces mi mayor miedo fue cada hombre que se le cruzara, cada maldito hombre que estuviera cerca de ella y entonces cada hombre se volvió mi mayor enemigo. Tenía miedo, miedo de que se la llevaran. Y entonces lo supe cuando ella llegó... Yo daría mi vida por ella y no permitiría que nada le pasara. Y entonces ese día que ella llegó y mi más grande miedo se descubrió y lo supe y lo entendí y por fin abrí los ojos a ese gran dolor que ellas tanto pelean y por fin lo comprendí pues estaba sintiendo un miedo muy similar al que ellas vivían. Y entonces mi mayor miedo se volvió que me la arrebataran. . 121



Cuando las flores marchitan

Tinieblas Antonio Rodríguez

N

o puedo soportar la incertidumbre que hay en la oscuridad, ese vacío tan inmenso que avanza sin parar y con el tiempo todo se llevará.

¿Acaso podemos salvarnos? ¡Por favor imploro por una salvación! La oscuridad se está llevando lo poco que queda en este lugar. Las tinieblas me llevan y la muerte me llama para por fin calmar estas ansias de acabar.

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Antonio Rodríguez Yo descubrí “la muerte” a muy corta edad, a mis 5 años de vida ya sabía que nada, ni nadie sería para siempre y que en un abrir y cerrar de ojos todo podría acabar, la partida de mis abuelas y mi hermano me hicieron reflexionar y aprender a que lo verdaderamente difícil era aprender a vivir, desde entonces vivo mi vida un día a la vez, pero la vivo como si fuera el último.

Celina Contreras Nadie está preparado para la muerte de un ser querido, es confuso y doloroso. El mismo día que muere la persona una parte de nosotros muere. La cabeza se llena de preguntas que quizá nunca obtendremos respuesta. Con la muerte entendemos el verdadero significado de la palabra “extrañar”.

Daniel Hernández Solo en un par de ocasiones he estado cerca de la muerte, perder familiares es algo inexplicable y que simplemente no se puede comprender, cómo es que, personas que antes veías a diario; hoy ya no. Antes me aterrorizaba pensar siquiera en ello, sin embargo, propuse no temerle pero si respetarlo, pues nadie tiene la vida comprada y en cualquier momento podemos esfumarnos, procuro disfrutar las cosas pero también tengo presente que las cosas cambian en cuestión de segundos.


Karina Becerra La muerte está implícita en la vida misma. A diario algo muere a nuestro alrededor, flores, insectos y personas, no por ello asimilamos la muerte de un ser querido tranquilamente, o por lo menos no Karina que ha aprovechado la ocasión para entender lo que ha vivido y su relación con la muerte.

Ximena Gutiérrez La muerte forma parte de cada persona, ninguna está exenta de ella,he vivido experiencias muy dolorosas como lo que ha sufrido mi madre desde la muerte de mi abuela, así como lo difícil que han sido mis días sin ella o la muerte de mi perra, han sido inspiración para plasmar algunas de estas historias.

Yessica Canarios En mi familia siempre se nos ha enseñado que la gente solamente muere cuando la olvidamos, aunque la muerte trae mucho dolor, siempre nos ayuda a recordar que estamos vivos, y esa razón es suficiente para hacer que cada día valga, porque sin la muerte, la vida no tendría sentido.





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