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Nota de tapa: La economía se define más por la ejecución que por el propósito
from BANK MAGAZINE 69
by daloga60
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LA ECONOMÍA SE DEFINE MÁS POR LA EJECUCIÓN QUE POR EL PROPÓSITO
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“Entre lo que quiero y lo que hago”: Un profesor (Artigas) de la Universidad de Mar del Plata, decía que en la facultad nos enseñan primero a planificar lo que queremos hacer. Luego lo comparamos con lo que realmente hicimos. La diferencia es lo que no pudimos conseguir y por lo tanto debería ser nuestro “problema a resolver” y el desafío era esforzarse para conseguirlo.
Entonces el profesor, Artigas, decía que el verdadero problema no es lo que hicimos, puesto que es simplemente lo que pudimos hacer. El problema es lo que planificamos. Quizás nos imaginamos más de lo que somos. Muchas veces nos fijamos metas, que luego se transforman en frustración.
Divorcio entre lo planificado y lo ejecutado:
El propósito o la intención dirigencial sostiene que
no importa la seguridad jurídica; para aumentar la inversión tiene que haber crecimiento, y para eso solo hay que fomentar el consumo que a su vez requiere distribuir la plata del contribuyente. Entonces, usan el martillo de las regulaciones para distribuir el ingreso, sin importar el mérito o el esfuerzo que uno haya hecho. Lo importante es la distribución, no la generación.
Sin embargo, la experiencia nos demuestra que el martillo no sirve para fomentar la inversión. Está claro que si no hay ventas no va a haber producción, aunque tengamos mucha seguridad jurídica. Pero, si el empresario percibe que está a merced de lo que decida un burócrata de turno, la inversión solo se orientará a proyectos de altos retornos, o a conseguir los contactos justos para obtener los beneficios de las regulaciones,
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dejando a veces parte de esos retornos. Casi de manual, casi de “cuaderno”.
Agrego: sin seguridad física tampoco va haber aumento de inversión. Si no respetamos la vida y subestimamos la inseguridad, vamos a vivir como todos los países que pasaron por lo mismo, de las remesas de los ciudadanos que abandonan el país, de la plata que los emigrantes les envían a sus familias.
El propósito o la intención dirigencial sostiene que “el precio del dólar lo decide el martillo del BCRA porque siempre debe administrar el tipo de cambio para defender a la industria nacional, aunque el consumidor deba pagar más”. Además, sostiene que “el valor del dólar es razonable y una devaluación solo bajaría el salario real (por aumento de precios) y se beneficiarían únicamente los que están posicionados en dólares, o sea los ricos”. Solo hace falta convencer a la ciudadanía de que ahorre en pesos. Por eso regulan el dólar a 75, usando el martillo para determinar quién puede comprar y quién está obligado a vender.
Sin embargo, la experiencia nos demuestra que con el martillo solo, no se controla el tipo de cambio. Hoy a $75, hay un solo vendedor: los exportadores obligados. Pero esos dólares solo sirven para los importadores (a los que ellos autorizan) siempre y cuando alcancen. Para el resto de los ciudadanos el dólar vale como mínimo $130 ¿Si el precio no surge por voluntad de las partes ¿por qué vamos a creer que vale $75?
El dólar en Argentina no funciona como moneda sino como refugio de valor. Es imposible regular la voluntad del ahorrista. Aparecen otros mercados: el paralelo, el dólar cable, el dólar MEP, el dólar cueva y son los que
finalmente se toman como referencia, porque es donde realmente se consigue operar.
El gobierno quiere que los activos se negocien en pesos, pero déjenme llevarlos al absurdo utilizando una gran enseñanza de Adrián Paenza para interpretar números grandes.
Imaginemos que contar hasta uno, nos lleva 1 segundo (y contar hasta cien, 100 segundos). ¿Cuánto nos costaría contar hasta 1.000? Relativamente poco, 17 minutos. Hasta un millón nos llevaría 12 días y un billón, 32.000
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años. Aquí es donde realmente apreciamos la diferencia tan grande que hay entre un millón y un billón. No es lo mismo estar contando dinero 12 días que hacerlo durante 32.000 años.
Hoy 100.000 dólares representarían unos 13.500.000 pesos. Si se paga en billetes de 100, se necesita 1 día y medio para contarlos y 3 días si lo tienen que contar ambas partes. El propósito o la intención dirigencial sostiene que la inflación en Argentina no tiene que ver con la emisión, es multicausal. Salario, tarifas y tipo de cambio son las causas principales. Para ello usan el martillo y pisan el salario y las jubilaciones, congelan las tarifas y pretenden regular la variación del tipo de cambio, así se puede emitir lo necesario para financiar el déficit fiscal.
Sin embargo, la experiencia nos demuestra que las herramientas van perdiendo filo como el hacha, y dejan de ser efectivas. El salario ya no se puede pisar porque empezó a crecer la conflictividad laboral. El tipo de cambio sin reservas se les hace inmanejable y por congelamiento de precios cae la inversión y aparece el desabastecimiento, que es peor que la suba de precios.
Amigos, si tenemos el doble de pesos que hace un año por emisión y menos productos (caída abrupta del PBI) permítanme sospechar cómo termina esto. Ya lo viví varias veces.
El propósito o la intención dirigencial sostiene que realizar una quita de impuestos a los de mayores ingresos en esta etapa de crisis internacional y de menor crecimiento de la economía no sería acertado, ya que se restarían recursos para continuar con las políticas de un Estado presente (viviendas sociales, inversión pública, asignación universal, IFE, ATE, etc.). La prioridad son los trabajadores de bajos ingresos, los informales y los desempleados.
Sin embargo, la experiencia nos demuestra que subir impuestos para sacarle a los que producen y darle a los que no pueden producir termina afectando a los dos. Bajar impuestos aumenta la inversión, con ella el trabajo genuino y la inclusión ayudan a disminuir el gasto asistencial del Estado. A mayor ganancia más pago de impuestos. Ya está probado que bajar impuestos suma, no resta.
Las soluciones no están en el control de la demanda sino en incrementar la oferta. En seducir, no en imponer.
¿QUIÉN PAGA LA CUENTA?
Luego de muchos años de experiencia, muchas crisis y euforias en la mochila, déjenme contarles que hay un momento en los mercados en el que la percepción, la intuición, el olfato y -por sobretodo- el “coraje” de un inversor, es mucho más productivo que basarse en modelos matemáticos, en teorías de administración de riesgos o simples estadísticas aunque estas estén
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Postales de Martín Guzmán
hechas por grandes gurúes. Ojo, soy un admirador del conocimiento, solo digo que en estos momentos protege más las inversiones un buen olfato que un modelo matemático.
Hoy estamos en presencia de uno de estos momentos. Momentos de ser astutos, y ser astuto no es “no” tomar riesgos sino saber medirlos.
Los mercados perdieron los miedos y el pánico a un cambio de sistema, ya no se discute el fin de los bancos o de la moneda dólar o de los sistemas de seguros. El plan de rescate vía emisión de muchas empresas globales en este sentido ya logró su primer objetivo. Quizás no recuperó todavía la confianza del inversor, pero al menos ya frenó el aumento de la desconfianza.
Los precios de los activos reaccionaron más de un 40% desde sus mínimos simplemente porque se exageró con el pesimismo. Pero ahora viene la verdadera discusión: luego de la pandemia quién queda, quién paga el ajuste, qué nuevo jugador nace.
La sobreemisión de dinero y el gran déficit generado alguien lo va a tener que pagar en algún momento. Vamos a saber si será el consumo de los ciudadanos por reducciones de gastos y ajustes de los gobiernos (no ahorre en materias primas), si será el consumidor por brote inflacionario o devaluación de la moneda para licuar las deudas (compre materias primas), si será el contribuyente con suba de impuestos, si serán los accionistas por emisión de capital para capitalización de deudas (en ese caso no ahorre en acciones) o si serán los acreedores por reducciones de deudas o concursos preventivos (en ese caso no compre bonos). Cada uno va querer que lo paguen los otros y como siempre va ver algunos grandes ganadores y muchos perdedores.
Según lo que usted crea que decidirá la sociedad sobre quién debe pagar, deberá elegir su accionar, en qué instrumento financiero posicionarse.
Yo por ejemplo creo que el próximo escenario será más inflacionario, por eso prefiero tener activos. Acciones de empresas que puedan trasladar la inflación. Bonos que ajusten por inflación (real), mercaderías fácilmente transables.
Un proverbio africano dice que todos los días nace una
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gacela que sabe que tiene que correr porque si no se la va a comer un león. Pero todos los días nace un león que sabe que tiene que cazar una gacela porque si no se muere de hambre. Así es la supervivencia. Así es la naturaleza. Así son los mercados. Viene una etapa en la que se luchará por la supervivencia. El accionista quiere que se renegocien los pasivos, para achicar deudas y hacer rentable a las empresas. Los acreedores prefieren que las empresas emitan más acciones para conseguir capital y poder pagar la totalidad de deudas. Todos quieren el subsidio del Estado, pero nadie quiere que le suban los impuestos.
Ojalá pueda estar en el lugar adecuado.
1El BCRA planificó e implementó como modelo “el Mercado Único y Libre de Cambios « (MULC) pero hoy no es Mercado, puesto que solo se le compra y vende al BCRA, no es Único (hay al menos 5 valores para el dólar). No es Libre ya que hay que pedir permiso y ni si quiera nos dan certeza a cambio.
2No estamos aplicando una política energética para autoabastecernos, y vamos a tener problemas de abastecimiento.
3Vamos a tener menos poder de consumo: si trabajás 14 horas por día, siempre con el miedo a quedarte sin trabajo, te pagan 60.000 pesos por mes. Los que solo discuten qué hacer y cómo distribuir la guita ajena, dicen que es mucha ganancia y te dejan en el bolsillo 40.000. Ahora, cuando te jubilás después de 35 años te devuelven 20.000, pero por suerte tenés descuentos en las farmacias.
En estos momentos de decisiones importantes en el mercado, les recuerdo que los únicos peces que solo nadan a favor de la corriente son los que están muertos.
UN PROVERBIO AFRICANO DICE QUE TODOS LOS DÍAS NACE UNA GACELA QUE SABE QUE TIENE QUE CORRER PORQUE SI NO SE LA VA A COMER UN LEÓN. PERO TODOS LOS DÍAS NACE UN LEÓN QUE SABE QUE TIENE QUE CAZAR UNA GACELA PORQUE SI NO SE MUERE DE HAMBRE. ASÍ ES LA SUPERVIVENCIA. ASÍ ES LA NATURALEZA. ASÍ SON LOS MERCADOS.