CONCLUSIONES
Me había propuesto explorar y desarrollar una estética prudencial en el marco de la hermenéutica analógica, tanto porque dependiera de ésta como porque se fundara en ella. Comencé relacionando la estética con la hermenéutica en general. Después interpreté que la estética, como la hermenéutica, podía desdoblarse según las tendencias o predominios hacia la univocidad, la equivocidad y la analogicidad. Las dos primeras aparecieron como callejones sin salida. Sólo quedó la posibilidad de seguir la vía analógica. En este sentido, la estética resultante fue una en tanto que hermenéutica regional de la sensibilidad, la belleza y las artes que entiende como textos que requieren de ser comprendidos a profundidad o interpretados. De igual manera, lo mismo que la hermenéutica, la estética sería ciencia y arte, porque requiere de principios y reglas. El modelo analógico aplicado a la estética abre el diálogo. Este diálogo al que abre la analogía en la hermenéutica y en la estética es intersubjetivo y alcanza lo objetivo de la realidad, pero mediada por el ser humano en su encuentro con el mundo. En este recorrido se descubrió que si la estética se funda en la hermenéutica analógica, debía vertebrar como ésta, la analogía, el ícono y la prudencia, por más que se enfatice la última. La primera la relacionaría con la epistemología, el segundo con la ontología y la tercera con la ética. Estas relaciones la salvarían del aislamiento y la crítica a que la han relegado. 111