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LAS RELACIOqS ECO \MICAS ENTRE ARAGOX Y CATALUÑA (Siglos XVIII-XX)
Actas del I Simposio
Josep Maria Delgado Luis Germán
Eloy Fernández Clemente Vicente Finilla Jaume Torras
Coordinadores Diseño y fotografía cubierta: José Luis Acín Fanlo
ACTAS DEL I SIMPOSIO SOBRE LAS RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA (ss. XVIII-XX)
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ACTAS DEL I SIMPOSIO SOBRE LAS RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA (ss. XVIII-XX) RODA DE ISÁBENA, MAYO 1990
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES (DIPUTACIÓN DE HUESCA)
BIBLIOTECA dalelb INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARA6ONESES
11111111.1604
Edita: Instituto de Estudios Altoaragoneses Composición: EBROlibro, S. L. Impresión: Grafic RM Color, S. C. I.S.B.N.: 84-86856-38-8 Depósito Legal: HU-226/90
El I Simposio sobre las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña (ss. XVIII-XX) se celebró en Roda de Isábena (Huesca) los días 17, 18 y 19 de mayo de 1990. Su organización corrió a cargo de las siguientes instituciones: •
Ayuntamiento de Isábena
•
Universidad de Zaragoza
•
Universidad Autónoma de Barcelona
•
Instituto de Estudios Altoaragoneses (Diputación de Huesca)
con la colaboración además de la Diputación General de Aragón y el Ayuntamiento de Graus.
ÍNDICE
SALUDO INTRODUCTORIO, por Eloy Fernández Clemente
9
PONENCIA 1: Relaciones económicas entre Aragón y Cataluña antes del ferrocarril, por Jaume Torras Elías
17
COMUNICACIONES: Comercio de trigo y desindustrialización: las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña, por Antonio Peiró Arroyo
35
Las relaciones mercantiles entre Aragón y Cataluña en el siglo XVIII, por José Ignacio Gómez Zorraquino
65
Tortosa, puerto de Aragón. La conexión aragonesa con la América española (1765-1808), por Josep M. Delgado Ribas
77
PONENCIA 2: Las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña (1860-1975), por Luis Germán Zubero y Vicente Pinilla Navarro
89
COMUNICACIONES: Mercado aragonés e industria catalana: los orígenes de la Banca Garriga-Nogués, por José Ramón García López
117
Sierra Menera y los carbones de Utrillas (Datos para un análisis de la competitividad de estos carbones en el mercado catalán a principios de siglo), por Eugenio Torres Villanueva
137
Clientes, amigos y buenos parroquianos, por Ángel Calvo Calvo
157
Las transferencias de energía entre Aragón y Cataluña en el primer tercio del siglo XX, por Jordi Maluquer de Motes
177
Las transferencias de energía eléctrica entre Aragón y Cataluña en el segundo tercio del siglo XX, por Carles Sudriá
191
Las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña, 1972 a 1985, por Francisco Bono Ríos
201
SALUDO INTRODUCTORIO
Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE
El encuentro que aquí se recoge en actas fue posible gracias a varias ayudas e iniciativas, y no queremos dejar de mencionar y agradecer a cuantas instituciones y personas nos han ayudado a llevarlo a cabo. Un gran entusiasmo y colaboración pusieron el Ayuntamiento de Isábena con su alcalde, Sr. Barrabés, al frente; el Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca (primero en el inmediato padrinazgo que nos otorgó el profesor Agustín Ubieto, inmediatamente con idéntico apoyo su sucesor, José Ramón López, y la secretaria del Centro, Pilar Alcalde, en cuyas manos y las de Jesús Turbidí quedaron las siempre delicadas y fundamentales tareas de apoyo; y, desde luego, desde el principio, el propio presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Marcelino Iglesias, veterano compañero en luchas democráticas y hombre de estas tierras. Gracias a IEA y DPH se puede editar, por otra parte, este libro); el Ayuntamiento de Graus, que nos acogió con simbólicas palabras de su alcalde R. Miranda en la recepción y, tras visitar con ellos y J. M. Auset la casa de Joaquín Costa, en un grato ágape; el buen cura de Roda mosén Leminyana, sin cuyo esfuerzo ese reducto altomedieval sería apenas cuatro ruinas, y el de Agüero, Luis Galindo, que nos deleitó con un concierto de órgano al atardecer. O el ilustre abogado Juan Antonio Cremades, que vino ex-profeso desde París para darnos una recepción en su restaurada, bellísima casa, que fuera prioral. Y, no en último lugar, la Diputación General de Aragón, que sobre colaborar también en el patronazgo, deseó presidir el final de nuestros trabajos con la presencia de su consejero de Industria y Turismo, Luis Acín. La idea de este Encuentro corresponde, como organizadores e inspiradores, a un grupo de profesores de Historia Económica de las Universidades Autónoma de Barcelona y de Zaragoza (esta segunda aportó también una serie de bolsas de viaje que lo facilitaron a un grupo de universitarios). Si todos pusimos desde el principio un gran interés en ello, y ayudamos a preparar las cosas para que sucedieran del modo más grato y eficaz posible, es de justicia destacar a Josep Maria Delgado, oriundo de este valle y enormemente entusiasta con la idea, que difícilmente hubiera terminado de cuajar sin su empuje. 9 Índice
SALUDO INTRODUCTORIO
Por otra parte, un encuentro así, ni tendría sentido ni sería posible sin la acogida y el esfuerzo investigador de un grupo de personas que nos aportaron informaciones muy valiosas y sugerencias para debates jugosos y enriquecedores para todos. Y ese otro puñado de colegas venidos de unos cuantos puntos cardinales, testigos de que deseamos hacer de estos estudios patrimonio común de la ciencia histórico-económica, compartirlos con cuantos están interesados en este método, tan poco frecuente entre nosotros aún, de analizar las relaciones económicas pretéritas entre diversos pueblos. Querríamos aprovechar esta primera oportunidad que esperamos tenga acompasada continuidad en años futuros, para invocar el viejo estilo hospitalario aragonés y evocar, siquiera a vuelapluma y de memoria, algunas cuestiones que muestran que esto quizá no sea muy frecuente, pero tampoco es, en absoluto, radicalmente nuevo. Las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña, especialmente en los siglos XVIII al XX a que casi exclusivamente nos vamos a ceñir, no han sido estudiadas sistemáticamente, pero contamos en cambio con una larga historiografía política, institucional, particularmente referida a la época en que formamos una gran Corona común. Citemos como más reciente la magna edición bilingüe, a mi entender respetabilísima, sobre «La Corona de Aragón», que dirige nuestro compañero el profesor de Historia Antigua Guillermo Fatás. Permítanme una algo larga, pero sabrosísima cita de un gran historiador a quienes todos veneramos, el hispanista Pierre Vilar. En su celebradísima Cataluña en la España Moderna (Barcelona, 1987, t. I, pp. 122-128) advierte cómo: «los límites occidentales de Cataluña, desde la confluencia del Segre y el Cinca al Valle de Arán plantean un problema histórico-geográfico de los más confusos. Aquí la naturaleza no impone nada, no sugiere nada. La historia parece favorable a una fusión desde el siglo XII. Cataluña y Aragón tuvieron el mismo soberano desde 1137. Y sus economías podían parecer complementarias. ¿Por qué los dos países no se identificaron entre sí? Si se piensa que durante los últimos cien años la diferencia entre las dos regiones —Aragón, Cataluña— se ha consolidado más que difuminado, se comprenderá que la noción de "frontera catalano-aragonesa" haya suscitado algunas controversias, a menudo eruditas, y casi siempre impregnadas de pasión». Y añade que «es en Aragón donde el "catalanismo" contemporáneo ha encontrado a sus adversarios más instintivos, a sus críticos más acerbos. La frontera catalano-aragonesa, pese a no haber sido, en sus orígenes, un límite bien definido, ha conservado, más que otras, una significación». Y eso que «Cataluña continuó siendo... el intermediario obligado entre Aragón y el Mediterráneo; le compraba sus aceites, sus trigos; pero sabemos que no dudaba en confiscar estos productos, en caso necesario, bloqueando, gracias a los castillos adquiridos por la municipalidad barcelonesa, el desfiladero del Ebro. A la inversa, los puertos catalanes aprovisionaban a Aragón en telas, objetos fabricados, productos exóticos. Pero suele ocurrir que tales economías complementarias, en vez de aproximar dos países vecinos, los oponen, por poco que tenga uno de ellos la sensación de una dependencia excesiva».
De ello, precisamente, se ocupó hace ya siete años en un sutil y profundo ensayo, una reflexión que enfocaba adecuadamente la vieja polémica de la de10 Índice
Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE
pendencia, que ahora nos va a continuar, el profesor Jaume Torras, a quien tuvimos la gran satisfacción de tener entre nosotros en Zaragoza, demasiado poco tiempo, apenas año y medio, pero el suficiente para trabar una profunda amistad personal y unos lazos profesionales eficacísimos con todo el equipo de la Universidad Autónoma y, por extensión, de la de Pedralbes, lo que también tiene mucho que ver con el logro de este encuentro. Desde Aragón, en los tres últimos lustros, un reducido pero valioso grupo de investigadores ha avanzado en estudios demográficos, agrarios, sobre el comercio y la industria, y algunas pruebas tendremos de ello, como, seguramente con mayor tradición y dimensión, comprobaremos en otros participantes de Cataluña o de otras zonas de España. Y Vilar, que es tan riguroso y honesto como claro, recuerda que, en tantas polémicas fronterizas, reforzadas por lo que califica casi de «un verdadero desierto»...«los nombres retenidos por los textos antiguos nos parecen simplemente puntos de referencia. Hay que confrontarlos, si es posible, con hechos sociológicamente más significativos: la lengua y el derecho». No creo haga falta extenderse mucho sobre nuestra visión de la cuestión lingüística. Para nosotros, sin duda, «La Franja» es una tierra aragonesa que habla catalán, aunque con especiales variantes dialectales, especial idiosincrasia, que hace tiempo arrastra algunos equívocos, algunas sordas quejas, más de un recelo hacia Zaragoza y el resto de Aragón. Y no porque se sientan sus gentes, en su inmensa mayoría, menos aragonesas que otras, quizá todo lo contrario, que la frontera hace afirmar la personalidad propia para evitar ambigüedades, sino porque se sienten relegadas, olvidadas —sobre todo en el aspecto cultural, aunque no sólo—. Catalán, pues, hablado en Aragón, del que nuestros lingüistas (de aquí y allá, de Coromines a Artur Quintana), nuestros escritores y poetas (del recién desaparecido Desideri Lombarte al triunfador Jesús Moncada, Edmón Vallés, Tomás Bosque, Héctor Moret, etc.), se ocuparon y ocupan de estudiar las diferencias, de defenderlas como rasgos de identidad, a la vez que una elemental normalización codifica el habla escrita y el marco lingüístico general. En esa línea, magníficamente, terminaba la «Declaració de MequinenQa» (de 1 de febrero de 1984): «Som plenament conscients que la integració cultural i política d'Aragó no és possible cense que tots els aragonesos reconeguim com a própia la riquesa cultural i lingüística de la Franja Oriental d'Aragó». Ahora bien, no todo es eso. Hay una grave falta de sistematización y estudio de nuestras relaciones comunes, de nuestras culturas. Escribe Teresa Pamiés, en sus Vacaciones aragonesas (ed. de Zaragoza, 1981): «Debo admitir que los catalanes somos unos ignorantes de la realidad de otros pueblos de España, y sin embargo nos quejamos de que ellos ignoren la nuestra. Es una ignorancia recíproca. Desorbita situaciones y falsea hechos históricos. En esta insuficiencia encontraríamos el origen de muchas reivindicaciones artificiales y de ciertas actitudes opresoras y chovinistas». 11 Índice
SALUDO INTRODUCTORIO
Duro juicio, en verdad, que no creo muy exacto en lo relativo a las relaciones y el conocimiento entre los intelectuales de Cataluña y Aragón, aunque en los estratos más populares funcionen el tópico y la ignorancia mutua, que se queda a veces al nivel de rivalidades futbolísticas, estereotipos del baturro y el viajante, generalidades culinarias, recelos de gentes de tierra adentro hacia los triunfadores de la costa, la gran industria, el clima y el paisaje más dulces y acogedores. Frente a ello, realiza la conocida escritora y política un análisis sobre los aragoneses, quizá también desproporcionado aunque no falto de agudeza y realismo: «Hablando con la gente que he tratado en el curso de un mes de estancia en Aragón, encontré un sentimiento autonomista de matiz exclusivamente económico. La mayoría es consciente de que los problemas económicos locales, provinciales y regionales exigen una descentralización que sólo puede ser política». Dos modos, pues, bien diferentes de encarar la propia identidad y el propio proyecto de futuro. ¿Qué ha resultado de ello, así como de las particulares circunstancias que a ambos países habría de asignarles la Historia? Veamos algunos aspectos: a) En primer lugar, la Edad Media, en buena parte común. Hemos tenido durante más de tres siglos los mismos reyes, estructuras semejantes, grandes influencias artísticas (ahí está el románico aragonés, incluido en el Museo de Montjuic, las tablas góticas en el de Lérida, en ambos casos con indudable escozor aragonés). Ahí está el controvertido Compromiso de Caspe, sobre cuya significación no es preciso entrar aquí. Una riquísima historia común, reflejada en obras compartidas tan importantes como los Anales de Zurita, los Cronistas de la Corona que le suceden, etc. En estos días, justamente, vuelve a ser noticia porque parece que los políticos de los cuatro territorios de la antigua Corona pudieran acabar de ponerse de acuerdo, el Archivo de la Corona de Aragón. O las tareas, en tan buena parte organizadas y coordinadas desde Zaragoza, de los Congresos y la revista Estudios de Edad Media en la Corona de Aragón (EEMCA), que tuvo como alma a José María Lacarra. Las polémicas planteadas con pasión y erudición, con intuición a veces discutible, desde Andrés Giménez Soler a Antonio Ubieto... La bibliografía sobre las tierras de frontera es abundante, como lo deben ser las obligadas alusiones a fenómenos perfectamente compartidos, a personajes que son de aquí y viven mucho allá, aragoneses que hablan catalán sin renunciar a ambas características, de los almogávares a José de Calasanz, de protagonistas allá como el general Ricardos o el gran escultor Pablo Gargallo. b) Y es que ha sido muy grande, no sólo cuantitativamente, como nos van a decir los estudiosos de la demografía, una emigración proporcionalmente tremenda, la presencia de destacados personajes aragoneses en Cataluña. La época dorada, quizá sea la de los años 20: pensemos en el papel aragonés en la editorial Labor (Sánchez Sarto, Minguijón, Giménez Soler, Ibarra, Pío Zabala, Severino Aznar...); en la importancia de figuras literario-políticas tan interesantes como Felipe Aláiz, Samblancat, Maurín, Carrasquer, o Gregorio López 12 Índice
Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE
Raimundo. El desarrollo, emulando ejemplos catalanes, de un peculiar nacionalismo aragonés, impulsado por emigrados en Barcelona como Gaspar Torrente o Julio Calvo Alfaro; el papel de Unión Aragonesa, de la importante revista impresa allá, El Ebro, o el desigual, cambiante, con frecuencia ambiguo papel de los Centros aragoneses... Durante la Guerra Civil, Cataluña se vuelca sobre el frente aragonés, influye en nuestras colectividades agrícolas, «libera» zonas limítrofes, de Barbastro a Alcañiz, defiende en el Ebro una frontera que supone su propio derrumbamiento al fin... Y qué diremos de los profesores y escritores en los años de la larga posguerra: de Castro y Calvo y Manuel del Arco a los Blecua, de Masoliver a Alfonso Carlos Comín, del destacado periodista José María Hernández Pardos (el padre, para quienes no lo sepan, de Hernández Pijoan), a Juan Ramón Masoliver... Y no hablaremos, si en un siglo han emigrado a Cataluña más de medio millón de aragoneses, del eco familiar reflejado en que apenas hay familia sin algún antecedente aragonés: díganlo dos ejemplos bien conocidos, los de las madres de Josep Fontana o Joan Manuel Serrat. c) Pero esa presencia, y no sólo por la vecindad, tiene devolución en interés y en dedicación de alta calidad de los catalanes que estudian Aragón: citemos sólo algunos como Abadal, Bosch Gimpera, Verdaguer, Víctor Balaguer, Feliu i Codina, o aquel raro estudio de Antoni Griera i Caja sobre La frontera catalano-aragonesa. Estudio geográfico-lingüístico (Barcelona, 1914), editado por el Institut d'Estudis Catalans. Y, ya en nuestros días, las figuras de Pedro Montserrat o mosén Antonio Durán Gudiol, destacadísimos biólogo y medievalista afincados hace décadas entre nosotros. La importancia del excursionismo, en que Cataluña fue pionera y extraordinariamente entusiasta, y de la que se derivarán numerosos reportajes, por ejemplo, ya que estamos en Roda, las crónicas, desde la de Pere Pach y Vistuer (Reseña histórica de la antigua e ilustre Ciudad ribagorzana hoy Villa de Roda, Barcelona, 1899), a las de Dolores Franco en los 60, resumidas en su libro Crónicas de la frontera (Planeta, Barcelona, 1980). Y no sólo los que nos han estudiado desde allá o se han establecido aquí, valgan esos ejemplos. También algunos casos destacadísimos de esos profesores que, por mor de traslados y accesos a cátedras, enseñaron e investigaron aquí, más o menos tiempo: Joaquín Xirau, Pi i Sunyer, Vicens Vives, Fabián Estapé, los dos primeros en la II República, los otros dos al filo de 1950. d) Zaragoza, sin duda por su ubicación central en el cuadrante rico de España, justo a mitad de camino entre Barcelona y Madrid, Bilbao y Valencia, será cómodo lugar de congresos (desde el de la AIT, en 1872, que prologó Fontana en una humilde edición facsímil no hace mucho, al de 1916 preparatorio de la huelga general del año siguiente). Como lo será Huesca, sede del II Congreso de Historia de la Corona de Aragón en 1920. Es larga la lista de asuntos comunes, no siempre llevados con común criterio, porque los intereses de los pueblos no siempre coinciden, y ése es el lugar del pacto: por ejemplo en El Pirineo, que ha visto nacer una esperanzadora y supranacional Comunidad de los Pirineos. Los estudios son tan abundantes so13 Índice
SALUDO INTRODUCTORIO
bre esa común columna vertebral, que citaré tan sólo ese primor de libro que es El Pirineo español, de Violant y Simorra, en los años 40... Otro gran tema común, El Ebro (estudiado no ha mucho en un hermoso libro por José Ramón Marcuello), con todas las viejas y renovadas discusiones sobre el control de sus caudales en la Confederación Hidrográfica, o el tan viejo ya, y enrarecido debate sobre el Trasvase. Y ahora, en tiempos revolucionarios en los medios de comunicación, se han roto casi del todo las fronteras, porque aquí, a veces sin buscarlo, otras en vez del propio canal autonómico mal organizado, vemos la TV3, o en las comarcas fronterizas se lee bastante La Vanguardia, o se recibe la edición catalana de El País. e) Está, en fin, con el paro de estos últimos años el freno del éxodo, y, con el renacer de las raíces propias, diversas formas de regreso, al jubilarse, o en fines de semana y vacaciones, reavivando tantos pueblos envejecidos o semidesiertos. O la visita de aquellos excursionistas de hace setenta años, hoy transformada en masivos viajes de turismo, que buscan reservas naturales como Ordesa, Albarracín, el Moncayo o el Maestrazgo. f) Por terminar, y pidiendo mil disculpas por una introducción ensayística y notablemente marginal al tema central del encuentro, al que pretendía servir de marco referencial, bien audazmente, recordemos que la actual estructura del estado mantiene unas fuertes dificultades y suspicacias constitucionales a organizaciones supracomunitarias, sin duda por el miedo a que se reaviven viejas «confederaciones»... No es el caso, porque esto quiso ser y fue un humilde, relajado, cordial encuentro entre colegas que, fraternal y seriamente, intercambiaron generosamente sus investigaciones y sus puntos de vista. Tratamos, simplemente, de reflexionar juntos sobre estos temas, y nos propusimos, aunque con el lógico realismo de nuestras limitaciones, que de aquí surgieran planes de investigación específicos, o una mayor atención a éstos en estudios de mayor ámbito o diferente enfoque. O incluso que, aunque no fueran temas específicos de relación o comparación histórico-económica entre Cataluña y Aragón, pudiéramos seguir encontrándonos y debatir de nuestros trabajos e ideas. Porque, en todo caso, el solo intercambio y la corta pero apretada y cordial convivencia, tuvieron ya el valor añadido de una grata experiencia.
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RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA ANTES DEL FERROCARRIL
Jaume TORRAS ELÍAS*
Esta ponencia no presenta resultados de investigaciones propias, ni ofrece tampoco una síntesis de los trabajos de otros historiadores que sirven para medir y valorar la intensidad y la repercusión de las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña en la época anterior al ferrocarril.' El propósito de la ponencia es, simplemente, plantear unas cuantas reflexiones generales que ayuden a entrar en materia y, también, destacar algunos puntos que están aún poco claros, por lo menos para el autor. Se trata, en definitiva, de una exposición pensada para servir de preámbulo a comunicaciones más documentadas y, sobre todo, al intercambio de informaciones y de ideas que es la razón de ser de este simposio. Establecer un punto de partida para el estudio de algo tan cargado de inercia como son las relaciones económicas entre territorios contiguos es una decisión que casi siempre hay que fundar en criterios convencionales, por no decir arbitrarios. El caso de las relaciones entre Aragón y Cataluña no es una excepción, pues han sido intensas desde la misma constitución de ambas entidades políticas en la alta edad media y han tenido efectos sobre la configuración de sus economías que no han escapado a la atención de los historiadores. Son razones de índole práctica las que hacen aconsejable una reducción drástica de la profundidad temporal de la discusión en el marco de este simposio, y no retroceder mucho más atrás de 1700. Hasta comienzos del siglo XVIII, la existencia en cada territorio de un marco institucional propio y autónomo hacía de Aragón y de Cataluña dos economías diferenciadas en el sentido de que la actividad económica estaba interferida por órganos de poder diferentes, cuyas decisiones obedecían a intereses distintos y tenían objetivos independientes entre sí. El hecho de tener * Universidad Autónoma de Barcelona.
1. Sobre esto, véase la información que aporta la síntesis de FERNÁNDEZ CLEMENTE y PÉREZ SARRIÓN.
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RELACIONES ECONÓMICAS ANTES DEL FERROCARRIL
sistemas monetarios separados y la existencia de barreras arancelarias entre ambos territorios eran signos muy ostensibles de discontinuidad. No cabe duda de que las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña, particularmente las relaciones comerciales, estaban condicionadas por este marco, que súbitamente se alteró tras la guerra de Sucesión. Este cambio es el punto de arranque de la argumentación que expongo en la ponencia, aunque del mismo examinaré solamente un aspecto, el de efectos más claros y, aparentemente al menos, el de más sencilla valoración: la supresión de las aduanas entre ambos territorios y su repercusión sobre el tipo de relación existente entre una y otra economías. Me referiré en primer lugar a las características generales de la unión aduanera entre Aragón y Cataluña dentro de un conjunto más amplio, el de gran parte de España. Comentaré a continuación los rasgos distintivos de las dos economías en el momento de esa unión y los intercambios que más podían ser afectados por ella. En último lugar aludiré, ya muy escuetamente, a la profundización de las relaciones, y de las diferencias, económicas entre Aragón y Cataluña a partir de entonces y hasta que el tendido de la red ferroviaria alteró sustancialmente el soporte físico de esa interacción. En 1714 fue decretada la supresión de los puertos secos y, desde entonces, Aragón, Valencia y Cataluña pasaron a ser consideradas como «provincias unidas» a la Corona de Castilla a efectos aduaneros; en 1717 se ordenó el traslado de todas las aduanas a puertos de mar y a las fronteras terrestres con el extranjero.2 A partir de 17183 dejaron pues de existir, en principio, aduanas entre Aragón y Cataluña, y entre ambos territorios y el resto de la España peninsular —salvo las Provincias Vascongadas y Navarra—.4 Sin embargo, antes de plantear cuáles pudieron ser los efectos genérales de estas medidas es necesario precisar su verdadero alcance. En efecto, quedan todavía puntos por aclarar en lo tocante a su aplicación. La unión aduanera supone, por un lado, la eliminación de toda barrera arancelaria entre los componentes de la unión y, por otro lado, el estableci2. El texto legal declara que, en los territorios de la antigua Corona de Aragón, ya «están establecidas las Aduanas en la frontera, y Puertos, y libre el Comercio con las Castillas», pero admite que quizás «enteramente no estuvieren arregladas» y urge que, en tal caso, se tomen «las providencias convenientes al logro de estos fines, para cumplir el ánimo de que las Aduanas se establezcan en los confines, y quede libre el Comercio en todas partes de lo interior del Reyno», citado en UZTÁRIZ, p. 137; sobre este proceso de unificación aduanera, véase el trabajo de MuÑOZ PÉREZ (en p. 772 la referencia a estas disposiciones); ARTOLA, pp. 279-80; RODRÍGUEZ LABANDEIRA, pp. 155-6. 3. Aunque no antes, pues, por ejemplo, tras la caída de Barcelona y a pesar de la mencionada disposición de 1714 se habían restablecido las aduanas entre Aragón y Cataluña según la información que aporta A. PEIRó, 1985, p. 47 (donde se encuentra excelente información sobre la supresión de las aduanas interiores en Aragón). Y sólo en 1718 se suprimieron los derechos que recargaban con el cinco por cien la extracción por mar de géneros del reino de Valencia, según el decreto citado por UZTÁRIZ, p. 140. 4. Para las que el gobierno rectificó en 1722 su decisión de 1717 y restableció las aduanas terrestres con Castilla y con Aragón a la vez que suprimía las marítimas y fronterizas recién creadas, MUÑOZ PÉREZ, pp. 774-6; ARTOLA, pp. 280-1.
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Jaume TORRAS ELÍAS
miento de un arancel común con el exterior. Consideremos hasta qué punto ocurrió esto al final de la guerra de Sucesión, con las disposiciones mencionadas. Empezando por lo segundo, el establecimiento de un arancel común con el exterior se verificó sólo de manera incompleta a lo largo del siglo XVIII. En efecto, el criterio de uniformidad de exacción en todas las aduanas no parece haberse ido imponiendo sino a partir de mediados de siglo, y de modo harto imperfecto hasta bien avanzado el reinado de Carlos III.S Ni la tasa de exacción ad valorem ni los aranceles que contenían los precios con arreglo a los cuales se calculaba el pago eran uniformes en todas las aduanas antes de 1782.6 Por una parte, tratados internacionales impedían modificar procedimientos aduaneros especiales establecidos desde el siglo anterior y que eran muy ventajosos para los intereses exportadores de potencias extranjeras.' Por ejemplo, subsistieron los célebres y sin embargo mal conocidos convenios de Eminente, que regían en las aduanas meridionales y cuya vigencia justificó inicialmente el mantenimiento de las aduanas interiores en Andalucía.' Además, subsistieron otros particularismos en el régimen aduanero, como en el caso de Cantabria,9 pero también en el de otras provincias. Así, aunque la Secretaría de Hacienda había dispuesto en 1717 que en las aduanas de Cataluña se estableciesen los mismos procedimientos e idénticos gravámenes que en Castilla, ello no se llevó a cabo. Se impuso la opinión contraria del Intendente, preocupado por los problemas de recaudación y por las complicaciones que la modificación del sistema antes existente podía acarrear sobre otras rentas antiguas que se decidió conservar, como el derecho de bolla.' De modo que se mantuvo el método de cobro del anterior derecho del 5. A partir de 1741, cuando Campillo y La Ensenada ocuparon sucesivamente la Superintendencia de Rentas Generales, MUÑOZ PÉREZ, pp. 754-5. Sólo en 1773 se suprimieron los privilegios a ciertos extranjeros en determinadas aduanas, como la baja a pie de fardo, y se arregló un arancel general, CANGA ARGÜELLES, II, p. 495. 6. PIEPER, pp. 94-95; ARTOLA, p. 283. 7. Los británicos muy particularmente. Sobre las negociaciones en torno a este punto, y en particular el tratado de Madrid de 1715 que impedía modificar el trato arancelario a mercancías británicas establecido desde el reinado de Carlos II de España, véase MciAcHLAN, especialmente p. 69. 8. En relación con esto, UZTÁRIZ (p. 139) lamenta que «este gran beneficio» de la supresión de las aduanas interiores «no aya tenido efecto en el Reynado (sic) de Sevilla, donde mas convenía su practica, por ser la garganta, ó passo principal de la mayor parte de frutos, y generos nuestros, que se llevan á embarcar en Cádiz para las Indias». Sobre este asunto, véase también MUÑOZ PÉREZ. 9. Véase MUÑOZ PÉREZ, pp. 778-779. 10. CARRERA PUJAL, t. III, p. 2; FERNÁNDEZ DE PINEDO, especialmente p. 129. Según un memorial de los gremios de terciopeleros y sederos fechado en 1722, la conservación de los bajos aranceles anteriores se decidió «atendiendo a lo subido que era el derecho de Bolla», citado por UZTÁRIZ, p. 350.
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RELACIONES ECONÓMICAS ANTES DEL FERROCARRIL
General, o de entrades i eixides," y unos tipos de exacción que eran por término medio claramente más bajos, del orden de la mitad' del genérico 15 por 100 de las aduanas de Castilla (que parece que sí se aplicó enseguida en las aduanas aragonesas y valencianas). Por esta razón, en 1742 hubo que poner una «aduana de adeudo» en Fraga, a fin de que los tejidos y otros géneros extranjeros desembarcados en Barcelona pero que se internaban en Aragón abonasen allí la diferencia con lo que habrían tenido que pagar en otra aduana.13 En definitiva, la heterogeneidad de regímenes en las aduanas marítimas y de frontera, y también sin duda su permeabilidad, justificaron el mantenimiento o la creación incluso de aduanas interiores «de adeudo», «de afianzo» o de «segundo registro», que subsistieron hasta mucho después:4 Su mera existencia lleva a plantear en qué medida se verificó el primero de los dos aspectos arriba mencionados de las uniones aduaneras, esto es, la supresión de toda barrera arancelaria entre sus componentes. En el caso de la España del siglo XVIII, sólo con matices puede hablarse de unión arancelaria en este sentido (aun dejando de lado el caso de las provincias vascas y de Navarra). Y ello no solamente por el estorbo que las aduanas interiores debían de suponer para el tráfico interno, que era sin duda muy real y daba lugar a que, por ejemplo, en 1779 se pudiera presentar a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País un trabajo «Sobre los perjuicios que sufría el comercio de Aragón con las nuevas aduanas de Cataluña, en especial con la de Fraga»." Ni tampoco por el hecho de que subsistieran portazgos y otros variados derechos de tránsito que no estaban afectados por 11. La Tarifa deis reals drets, se deuhen percebir, segons lo estil, y observansa de las Reals Aduanas de Barcelona, y del valor que á cada qual se li dona comunament sobre tot genero de Mercaderies de 1718 tiene idéntica disposición de capítulos y conceptos que las editadas antes por la Generalidad, de las que parece simple reimpresión; al final se le añadieron, en castellano, las normas relativas a las rentas sobre cacao, azúcar, chocolate y sus ingredientes, por un lado, y lanas por otro, los ramos en que sí se aplicó el método de las aduanas de Castilla. 12. El 7,9 por 100 a la importación y el 7,1 por 100 a la exportación según PIEPER, p. 95. Pero no tendrían este carácter tan uniforme, a juzgar por el contenido del interesante memorial que cita UZTÁRIZ, cap. CII, pp. 357-66. 13. Otra aduana del mismo tipo se estableció en Tortosa, para controlar el tráfico desde Cataluña hacia Valencia, véase MUÑOZ PÉREZ, p. 755. Cuando a fines de 1769 se abolió el derecho de bolla, no se modificaron sin embargo los derechos de aduanas en Cataluña, según PIEPER, p. 95. Debieron subsistir, por lo tanto, las aduanas de adeudo. 14. A pesar de la extinción de esas aduanas decretada en 1780 y 1782, MUÑOZ PÉREZ, pp. 766-8. 15. Citado por Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE, «Los economistas aragoneses ante el libre comercio con América», comunicación inédita. En 1785, NORMANTE escribía que la abolición de las aduanas interiores era «el primer auxilio» que reclamaba el comercio interior, Proposiciones, p. 67. Las aduanas interiores, escribía poco más tarde el mismo autor, «impiden la libertad del transporte, sujetan á los traficantes á declaraciones y á visitas de muy malas conseqüencias (...), alteran el Comercio, hacen decaer la industria, é introducen los demás males que son efecto de estos», Espíritu, p. 52 (si bien aquí queda claro que se refiere a los controles derivados de la existencia de las aduanas interiores de Navarra concretamente).
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las medidas de 1714 y de 171716 —aunque en Aragón, según Ignacio de Asso, los peajes del rey habían sido «suprimidos para siempre»17 por las Cortes de 1686—. Es que, además, iban contra los principios de la unión arancelaria hechos como el de que en Cataluña, por ejemplo, siguiera vigente la lezda del rey, y concretamente la lezda de Tortosa que pagaban en todos sus puertos las mercancías de fuera que hubiesen atravesado la línea imaginaria que va del cabo de Tortosa a las Baleares.' También significativo en este sentido es que, además, ciertos tráficos entre territorios afectados por esta unión arancelaria seguían sujetos a reglamentos específicos que prevalecían de hecho sobre las disposiciones unificadoras de 1714 y 1717. Y no me refiero a reglamentaciones de la actividad mercantil de naturaleza distinta a la de los aranceles, como es el caso de la tasa de granos. Me refiero, por ejemplo, a las formas de exacción de la renta de lanas que hacían que la lana castellana que se dirigía a Cataluña siguiera pagando como si se exportase a reinos extranjeros cuando menos hasta 1746.'° O, por citar otro caso, todavía a comienzos del siglo XIX estaba en vigor, pues había sido incluida en la Novísima Recopilación, la ley que desde 1351 prohibía la introducción en Castilla de vino, vinagre y sal procedentes de Aragón?) Primera conclusión, pues, que puede sacarse de un rápido repaso de lo que he podido averiguar sobre esta cuestión: hay que ser muy precavido y no apresurarse a especular en torno a los efectos de la supresión de las aduanas interiores sobre determinado tráfico o sobre determinado territorio. Antes es necesario indagar lo que concretamente representó dicha supresión para este tráfico o para este territorio. Y me parece que el estudio de las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña en este período necesita partir de un mejor conocimiento de los distintos aspectos de una cuestión que no es precisamente marginal. La segunda conclusión, de todos modos, no puede ser sino que efectivamente desapareció uno de los gravámenes que soportaba el comercio entre Aragón y Cataluña, y entre cada una de ellas y otras regiones, sin que fuese substituido por otro de índole semejante. Tendieron así a disminuir las cargas sobre la circulación de mercancías en general, puesto que no se modificaron apreciablemente las que gravaban los intercambios con el extranjero (aunque se alargó la lista de prohibiciones de importación, éstas afectaban sobre todo a 16. Sobre esto, véase MADRAZO, pp. 706-13. 17. Asso, p. 252. 18. Sobre las vicisitudes de este derecho en el siglo XVIII, véase CARRERA PUJAL, III, pp. 299-300, y VILAR, IV, p. 27. 19. Año en que, para remediar esta situación, tales derechos se redujeron al depósito de fianzas recuperables con la presentación ulterior de tornaguías acreditativas de su destino, operación para la que se habilitaron los puertos de Valencia, Alicante, Cartagena, Málaga y el Puerto de Santa María, MUÑOZ PÉREZ, p. 761. Sólo en 1757 se decretó la libertad de circulación por el interior del reino de las mercancías producidas en el mismo, excepto la seda y la lana, RODRÍGUEZ LABANDEIRA, p. 156. 20. PEIRÓ ARROYO, 1985, p. 48.
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ciertos artículos de lujo, algunos coloniales y productos nuevos como las indianas). Los efectos de esta reducción de gravámenes sobre la circulación interior tenían que ser, por una parte, el «efecto creación de comercio», un aumento del volumen total de intercambios y, por otra, el «efecto desviación de comercio», esto es, alteraciones en la composición y en la dirección de los flujos de intercambios. Para hacer una valoración fundada de sus repercusiones sobre el comercio entre Aragón y Cataluña no se conoce bien todavía cuánto, en términos absolutos y relativos, fue aliviado el tráfico por la abolición de los aranceles antiguos. Pero no tendré más remedio que comprometerme y proponer algunas conjeturas a partir de información incompleta sobre lo que importaban dichos aranceles antes de la abolición. Para no multiplicar las ocasiones de error, hablaré sólo de los intercambios más significativos entre ambas economías. Para identificarlos, paso al segundo de los puntos que he anunciado que iba a tratar en esta exposición. Tal vez la más notable de las diferencias entre la economía catalana y la aragonesa a comienzos del siglo XVIII fuese, desde el punto de vista de este análisis, el distinto nivel respectivamente alcanzado en cuanto a la división del trabajo social, a la intensidad de la circulación mercantil y, en definitiva, al grado de monetarización. Detrás de todo ello había diferencias muy básicas, de carácter estructural, pero también divergencias recientes. Al igual que otras regiones europeas, Aragón vivió a lo largo del Seiscientos una situación de «baja presión demográfica», agravada aquí por factores singulares, la cual contribuyó al desmoronamiento de la anterior división interna del trabajo a escala regional y a la reorganización de las relaciones con otros territorios. La contracción de la demanda interna y la cada vez mayor circulación de géneros extranjeros, a pesar de los reiterados fueros proteccionistas, arruinaron a buena parte de la producción artesana autóctona. Así ocurrió con la industria textil de comarcas productoras de lana, gradualmente abocadas a partir de entonces a un futuro de economías ganaderas de exportación con muy bajas densidades humanas." La incapacidad de la industria para reaccionar de modo efectivo ante estas dificultades tiene diversas causas, pero una explicación hay que buscarla, creo, en la anemia del capital mercantil aragonés, conocida gracias sobre todo a los trabajos de Gómez Zorraquino,22 la cual abrió enormes boquetes por donde penetraban comerciantes de fuera, sobre todo franceses. Éstos habían tenido siempre una presencia destacada en Aragón, pero en la primera mitad del Seiscientos la reforzaron en términos que entrañaban un cambio cualitativo con respecto a situaciones pasadas. En sus manos quedaron los principales circuitos comerciales, y negocios especulativos como arrendamientos de diezmos y derechos señoriales. Es decir, los principales medios de captación de ex21. Véase el trabajo todavía inédito de Antonio PEIRó: «La industria textil en las tierras altas turolenses». 22. GÓMEZ ZORRAQUINO, 1987 a y b.
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cedente y de acumulación después de la titularidad de derechos feudales. Esto era importante, porque el protagonismo extranjero en la esfera de la circulación privaba a la economía aragonesa de los medios financieros y humanos precisos para reorganizar la producción industrial en la línea en que ello tenía lugar en otras regiones, y que implicaba disponibilidades considerables de capital circulante." Esta situación daba lugar a unas relaciones exteriores cuyos rasgos principales pueden entreverse en los datos sobre recaudación de aranceles en 1675." El peso de los intercambios con Francia era decisivo, aplastante en lo que se refiere a las importaciones." De allende los Pirineos se recibían sobre todo productos manufacturados (los textiles pagaron la mitad de todo lo cobrado por importaciones de esa procedencia), pero también especias y drogas, pescado y ganado. Hacia Francia se exportaron característicos frutos de la tierra, como aceite, vino y .trigo, pero, por encima de todo, el artículo en que se centraban los afanes compradores de los mercaderes franceses, la lana, que dio lugar a las tres cuartas partes de lo cobrado sobre exportaciones. Cuyos aranceles sumaron, en total, poco más de un quinto de los cobrados a las importaciones, pese a que la tasa de exacción para éstas no pasaría del doble de la de aquéllas. Pese a la imprecisión, a la vista de estos datos parece indiscutible que el déficit comercial con Francia debía de ser grande.' Por poco que los datos de 1675 sean indicativos de lo que estaba ocurriendo a lo largo de todo este período, la salida de dinero consiguiente a un déficit comercial muy considerable solamente podía sostenerse si se conseguían superávits en otras direcciones. Los contemporáneos sabían bien que el principal medio para atraer moneda hacia Aragón eran las exportaciones de trigo, y Antonio Peiró en su comunicación aporta sólidos indicios de que a lo largo de la segunda mitad del siglo estuvieron aumentando las que se hacían por el Ebro en dirección a Cataluña. En el Principado tenía lugar por entonces un conjunto de cambios que pueden encajar con esta hipótesis. En efecto, en Cataluña se inició y avanzó ya bastante durante el Seiscientos la inserción en circuitos de intercambios más amplios que los tradicionales, en particular por la creciente vinculación con el Atlántico que se superpuso a las antiguas relaciones mediterráneas." Esta inserción acarreó la decadencia de la antes prominente industria urbana, pues 23. Así, según Asso, «en el memorial que los Gremios y artífices de Aragón presentaron en las Cortes de 1678, se dice que los Franceses con dinero anticipado aseguraban la compra de la lana fina de Albarracín, y que en los lugares donde se conservaba algún residuo de fábricas no podían sostener la concurrencia de aquéllos por falta de caudales» (p. 229). 24. Que ha dado a conocer REDONDO VEINTEMILLAS, pp. 245-8. 25. El valor de lo recaudado sobre textiles traídos de Francia multiplicaba más de diecisiete veces lo que se cobró sobre los mismos productos de origen peninsular, sujetos al mismo gravamen. 26. REDONDO VEINTEMILLAS, p. 65. 27. FONTANA; un importante testimonio de esta vinculación en TORRAS RIBÉ.
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los textiles extranjeros figuraban en lugar destacado entre las importaciones barcelonesas del último tercio de siglo, además de la pesca salada y de los nuevos coloniales." Todo indica que las importaciones del Norte se pagaron principalmente con la exportación de productos agrícolas, sobre todo semielaborados como el aguardiente, cuyo auge en Cataluña llamaba ya a fines del siglo XVII la atención de la Junta de Comercio,29 según reseñó Larruga. La especialización vitícola así inducida empezaba ya entonces a ser acusada en algunas comarcas del Principado, y esto es lo que concuerda con los indicios de reforzamiento de los suministros aragoneses de cereal que aporta la comunicación de Antonio Peiró. Por otro lado, la integración en circuitos mercantiles de ámbito más extenso tuvo sobre la economía catalana una repercusión más compleja que el paralelo proceso observado, a menor escala, en Aragón. En el caso de Cataluña, estas relaciones actuaban sobre una economía cuya dimensión demográfica era bastante mayor y que heredaba del pasado un entramado económico más diversificado. La penetración de comerciantes extranjeros en Cataluña en el Seiscientos fue intensa, pero lo que de ella se sabe hace pensar que no fue tan asfixiante como en Aragón y, desde luego, la acumulación de capital mercantil por nativos continuó siendo significativa. Y la ruina de la industria textil urbana fue hasta cierto punto compensada por un desplazamiento territorial hacia determinadas áreas rurales cada vez más especializadas en la producción de géneros sencillos y de calidad media que habían reconquistado el mercado regional a comienzos del siglo XVIII. Pero no se trata aquí de comparar las trayectorias económicas de Aragón y de Cataluña, sino de identificar cuáles eran sus puntos de tangencia en el momento de la unión aduanera, en particular qué productos intercambiaban entonces y qué productos podían intercambiar, y cómo afectaba a tales productos la supresión de los aranceles interiores. Después se podrá hacer alguna especulación en torno a los efectos de la unión sobre el volumen de los intercambios y sobre la reorientación de sus flujos. Las principales exportaciones aragonesas hacia Cataluña consistían sobre todo en trigo, en lanas también y, en menor medida, en aceite y otros productos en cuyo detalle no tiene sentido entrar en esta aproximación. El azafrán iba a Cataluña sobre todo en tránsito, y los cordellates de Rubielos figuraban específicamente en las tarifas de los arrendatarios del derecho del General en Cataluña, aunque no creo que a comienzos del XVIII tuvieran mucha importancia. 28. FONTANA; y el trabajo todavía inédito de Josep M. DELGADO RIBAS: «Barcelona i el comerg exterior de Catalunya (1200-1820)», incluido en su contribución a la História económica del port de Barcelona (con A. CARRERAS y J. CLAVERA). 29. Se destilaba aguardiente para exportar en una localidad de la Andalucía oriental, en tres de Murcia, en cinco del País Valenciano, en varias de Aragón (se mencionan tres, añadiendo que hay algunas más), y en cincuenta y cuatro de Cataluña, según el documento que Eugenio DE LARRUGA cita en su manuscrita Historia de la Real Junta General de Comercio, Moneda y Minas (Biblioteca del Ministerio de Economía y Hacienda), t. III, fol. 583.
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Las exportaciones catalanas hacia Aragón, y más allá en tránsito hacia la España interior, eran entonces escasas, sin duda, y podían consistir, principalmente, en tejidos sencillos o de calidad mediana o en otras manufacturas de consumo corriente entre los que el calzado, mejor dicho las suelas, tenían al parecer bastante relieve. No consideraré la repercusión de la unión arancelaria sobre las reexportaciones, un aspecto importante para el estudio de la actividad mercantil, la barcelonesa sobre todo, pero que en cambio es secundario en la perspectiva de este argumento. ¿Cómo pudo repercutir la abolición de los aranceles interiores en 1717 sobre el tráfico de las mercancías a las que acabo de referirme? Para esta valoración sería indispensable conocer la cuantía de los derechos suprimidos, lo cual no es fácil de averiguar a partir de la bibliografía que he utilizado. Es sabido que en las Cortes aragonesas de 1686 se fijó un arancel uniforme del 10 por 100 a la entrada y a la salida, si bien «los productos de los naturales sólo pagarían el 5% al ser exportados».3° Aunque al parecer se impuso el arancel castellano del 15 por 100 durante la guerra de Sucesión, un documento citado por Antonio Peiró atestigua que, en 1715, en las aduanas aragonesas fronterizas con Cataluña se cargaba el 5 por 100 a los géneros que salían y el 10 a los que entraban, «en la misma forma que se acostumbraba antes»." Habría que saber si existían excepciones a esta tasa de exacción, si era realmente uniforme para todos los productos. Pero, sobre todo, habría que saber cómo se valoraban los géneros, algo tan importante como el tipo de gravamen que se les aplicara. En este sentido, en Cataluña, el importe del derecho de entrades i eixides sobre la mayor parte de los productos tenía que calcularse a partir de la prolija Tarifa deis preus de les teles, y altres sorts de robes, y mercaderies que la Generalidad hacía imprimir cada trienio, coincidiendo con el arriendo del impuesto. Habría que averiguar cómo se elaboraba esta Tarifa, y cuál era la proximidad de sus precios a los precios reales en origen." No lo sé, y éste será un factor más de imprecisión en las consideraciones que siguen. En ellas voy a suponer, en principio, que no estaban muy alejados y que a este respecto no existían grandes diferencias entre las aduanas aragonesas y las catalanas. El tipo de gravamen era en Cataluña muy diferenciado según productos, y no tenía el carácter tan uniforme que las fuentes citadas atribuyen al impuesto de generalidades en Aragón. En relación con las mercancías que aquí interesa considerar, a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII el trigo no pagaba en Cataluña derechos de entrada; la lana, sucia o lavada, pagaba al entrar 30. REDONDO VEINTEMILLAS, p. 73. 31. PEIRó, 1985, p. 47. 32. Por ejemplo, un memorial de los terciopeleros y tejedores de seda de Barcelona denunciaba en 1722 que la Tarifa impresa en 1718 y con arreglo a la cual se cobraba el derecho de entrada a los géneros extranjeros, valoraba los terciopelos a 7 libras por cana, mientras que los recaudadores del derecho de bolla, que gravaba el consumo, les asignaban un valor de 10 libras por cana, citado por UZTÁRIZ, p. 358.
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cuatro dineros por libra, esto es, el 1,66 por 100 (a la salida, el 11,25 por 100 la sucia y el doble, el 22,5 por 100, la lavada) y el aceite también cuatro dineros por libra a la entrada (y el 5 por 100 de salida). A los cordellates de Rubielos se les imponía asimismo el tipo más corriente, cuatro dineros por libra, como a los demás paños de cualquier procedencia que entrasen en Cataluña. Se trataba pues, para estos productos, de derechos francamente bajos (salvo que sus valores estuvieran muy inflados en las tarifas que servían de base para calcular el importe que había que pagar). Al menos para las más plausibles exportaciones aragonesas de aquel momento, la economía catalana era ya una economía bastante abierta antes de la supresión de los aranceles interiores —lo que no deja de ser lógico, habida cuenta de la naturaleza de estos productos—. La abolición de las aduanas se habría hecho notar, sobre todo, por la desaparición del pago del 5 por 100 a la salida de Aragón, que era más oneroso que los derechos de entrada en Cataluña." En cuanto a las potenciales exportaciones catalanas, los paños de la tierra pagaban al salir tres dineros por libra, esto es, el 1,25 por 100, y la mayoría de los demás tejidos, cuatro (el 1,66 por 100). Para estos géneros, lo sustancial de la abolición era, naturalmente, que desaparecía el pago de las generalidades aragonesas, el 10 por 100. Éstos eran los productos potencialmente más beneficiados por la supresión de los aranceles interiores: por la misma magnitud de la carga que se suprimía, pero también porque la repercusión de los costes aduaneros sobre el precio final era en ellos proporcionalmente mayor que en productos de menos valor por unidad de peso y volumen, como eran la mayor parte de los que Aragón exportaba a Cataluña, en los cuales tenía que ser mayor la repercusión de los costes de transporte sobre el precio final. En términos generales, se puede avanzar la hipótesis de que, tanto por la índole de los productos implicados como por la cuantía de las cargas suprimidas, el efecto de creación de comercio de la unión arancelaria tenía que ser menor sobre los productos aragoneses de más fácil exportación que sobre los productos manufacturados que Cataluña podía introducir en Aragón. Traducir lo anterior en términos de ampliación de mercado para los tejidos catalanes implica una serie de suposiciones de momento bastante gratuitas, en primer lugar sobre su competitividad con los locales y con los de otras regiones que también pasaban a acceder a más bajo coste al mercado aragonés (piénsese en los de Cameros, sobre todo); o, asimismo, sobre la elasticidad de la demanda de estos bienes. Pero lo que a priori puede pensarse sobre una y otra cosa permite plantear, creo, la hipótesis de que la abolición de los aranceles interiores pudo contribuir en grado apreciable al subsiguiente y bien atestiguado aumento de la circulación de tejidos catalanes en Aragón. Y más allá, 33. Un cambio que podía ser significativo para los precios de la lana aragonesa en Cataluña es la modificación que supuso la introducción de la renta de lanas en los territorios de la antigua Corona de Aragón, que para algunas abarataba el derecho de salida hacia fuera de España y para otras lo encarecía, aparentemente; así, la Tarifa antes citada de 1718 incluye en un anexo la Relación de los Derechos que corresponde exigirse en las Aduanas de Mar, y Tierra del Principado de Cathaluña, de las Lanas de dicho Principado, y de las del Reyno de Aragón, y Valencia, que se extrageren por ellas según sus calidades, y proporción de su valor con las de Castilla.
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puesto que la entrada en Castilla de los mismos se desgravaba, además, en el otro 10 por 100 del impuesto de generalidades a la salida de Aragón y en el 15 por 100 que pagarían en los puertos secos castellanos. Esta disminución de costes aduaneros era indudablemente mayor, al menos para paños de calidad media, que el aumento de costes de transporte consiguiente a la mayor distancia recorrida. Todo lo cual introduce una cuestión que es obvia, pero que prefiero dejar de lado para no complicar la exposición: que la supresión de los aranceles interiores no debe analizarse sólo en un contexto de relaciones bilaterales, sino en el marco multilateral que le corresponde. Y que ha de ser el que tome en consideración el estudio empírico que es imprescindible para conocer algo más sobre esto. Esta dimensión multilateral es insoslayable al hablar de la reorientación de flujos comerciales que pudo derivarse de la abolición. Los intercambios de Aragón con Francia, en efecto, tuvieron que resultar afectados por estas medidas. Si exceptuamos el caso de los productos sujetos a medidas prohibicionistas, las barreras aduaneras frente al exterior no se hicieron en general ni más altas" ni tampoco más tupidas que antes de la guerra de Sucesión y, en este sentido, la protección arancelaria no aumentó sensiblemente en España al menos hasta el último tercio del siglo XVIII. Pero, en cambio, en otro sentido sí mejoraron las condiciones en que productos españoles podían competir con los extranjeros dentro de los límites de la imperfecta unión arancelaria creada entonces. Los tejidos catalanes, por ejemplo, hasta 1717 pagaban para entrar en Aragón los mismos derechos aduaneros que los franceses si éstos entraban directamente, por el Pirineo; y casi lo mismo, incluso, que si lo hacían a través de Cataluña, en cuyo caso los géneros franceses abonaban en total ocho dineros por libra por derecho de tránsito y los catalanes tres por derecho de salida (y luego, unos y otros el diez por 100 de entrada en Aragón). A partir de 1717 desapareció para los catalanes el derecho de salida de Cataluña y la entrada en Aragón, a la vez que se elevaba el arancel para los franceses que entraban por el Pirineo, ya que entonces «se introduxo en las Aduanas de Aragón el methodo de las de Castilla, y se estableció desde luego el 15 por 100 sobre los géneros de entrada».35 Si entraban por Cataluña pagaban menos en la primera aduana, pero al internarse en Aragón tenían que abonar la diferencia con respecto al 15 por 100 en la aduana de adeudo de Fraga, donde en cambio los catalanes ya no pagarían nada. Con el nuevo régimen aumentó ligeramente la protección de los manufacturados aragoneses frente a los extranjeros que tanto mercado les arrebataran en el pasado. Pero, a la vez, se veían más expuestos que nunca a la competencia de los de otros territorios incluidos en la unión arancelaria. 34. Salvo precisamente a lo largo de la frontera aragonesa con Francia y con Navarra, donde debió pasarse del 10 por 100 de las antiguas Generalidades al 15 por 100 ordinario de las aduanas de Castilla, y lo mismo debió ocurrir en Valencia. 35. Asso, p. 251.
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Hay aquí un aspecto a subrayar, y es que la protección de los tejidos catalanes de lana y de seda frente a los extranjeros no aumentó apenas dentro de Cataluña hasta 1769, cuando fue suprimido el derecho de bolla que gravaba el consumo de estos géneros cualquiera que fuese su procedencia. Si los tejidos catalanes salían de Cataluña, en cambio, la protección de que gozaban frente a los extranjeros aumentó ya desde 1717. Esta circunstancia tenía que reforzar los incentivos que la abolición de los aranceles interiores ofrecía para que las manufacturas textiles catalanas se dirigiesen hacia otras regiones, Aragón en primer lugar. Todo indica que así lo hicieron, y bien pronto. Ya en 1724 escribió Uztáriz que la escasez de ganado y de granos de Cataluña «se suple ahora en gran parte de lo que passa de Aragón, y Castilla, adonde viene por consequencia porcion de dinero, que antes se extrahía á Francia, y aun á Berberia, y otras partes, y á veces lo satisfacen [los catalanes] con la permuta de encages, y otros generos, que introducen á lo interior en mayor cantidad».36 Estas apreciaciones tienen un carácter retórico más que otra cosa, dada la fecha y la información de la que entonces se podría disponer, y son tan apriorísticas al menos como la mayor parte de la presente exposición. Pero era difícil equivocarse dando ya como hechos ciertos pronósticos de este tipo, que en efecto pronto fueron ratificados por el desarrollo de los intercambios entre Cataluña y Aragón a lo largo del Setecientos. La penetración de mercancías catalanas en Aragón, y en concreto la de tejidos, que era inapreciable en los registros aduaneros de 1675, creció seguramente ya desde la primera mitad del siglo XVIII aunque sólo esté bien documentada, por ahora, para la segunda mitad; recíprocamente, se intensificaron las ventas de trigos y de lanas de Aragón en Cataluña. Este proceso de reforzamiento, en términos absolutos y relativos, de los intercambios bilaterales necesita todavía mucho trabajo de investigación que lo mida y lo explique y que evalúe todas sus implicaciones. Como, por ejemplo, el hecho de que estuviera acompañado por el establecimiento en Aragón, desde mediados de siglo al menos, de comerciantes catalanes que terminarían ocupando posiciones clave en el comercio regional" sin que, en cambio, se tenga constancia de una corriente significativa en sentido inverso. Correlativamente parece que fue debilitándose la presencia francesa en Aragón, en un proceso que asimismo sería del mayor interés poder describir y luego explicar. En términos generales, a lo largo de la mayor parte del siglo XVIII tuvo lugar un fuerte crecimiento económico en Aragón y en Cataluña, como en la mayoría de regiones europeas. Un crecimiento reflejado en primer lugar en el más elocuente de los indicadores, el número de habitantes, que en Aragón pasó de unos trescientos mil en 1711 a seiscientos mil en 1787" y, en Cataluña, de 36. UZTÁRIZ, p. 139. 37. GÓMEZ ZORRAQUINO, 1988 y 1989; una aportación del mayor interés porque expone el modus operandi de los comerciantes catalanes que canalizaban buena parte de los intercambios entre Aragón y Cataluña, en PÉREZ SARRIÓN, 1984b. 38. PÉREZ SARRIÓN, 1984.
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alrededor de medio millón a unos novecientos mil entre 1718 y 1787." No se trata aquí de resumir los rasgos fundamentales de la expansión de una y otra economías a lo largo del siglo," sino únicamente de relacionarla con el asunto que ha de ser el centro de esta sesión. El crecimiento económico era en ambos casos un proceso que combinaba la puesta en explotación de una mayor cantidad de recursos productivos con la mayor eficacia en el empleo de los mismos, que se explica, sobre todo, por la especialización productiva territorial (cuyo avance, a su vez, dependería de los excedentes consiguientes a esa mayor productividad). A dar impulso a dicha especialización debieron contribuir, sin duda, las reducciones globales de los costes del intercambio debidas principalmente a la integración de territorios en un marco institucional que tendía a homogeneizarse. Un proceso, éste, del que la unión arancelaria fue sin duda eslabón importante. La especialización productiva avanzaba siguiendo líneas diferentes en Aragón y en Cataluña, o, mejor dicho, en ciertas comarcas de una Cataluña que distaba mucho de ser homogénea desde este punto de vista." La especialización obedecía, por supuesto, a condicionantes relacionados con las respectivas dotaciones de recursos físicos a que aplicar trabajo, pero tenía otros, más relacionados con la historia inmediatamente anterior. Según la línea de producción de que se trate, el proceso de especialización tiene requisitos distintos en cuanto a métodos de comercialización y a soporte financiero, cuya disponibilidad está muy sujeta a desarrollos precedentes. Y ahí sí que las diferencias entre las economías cuya relación se estrechó a partir de 1717 tienen que haber desempeñado un papel en la determinación de las complementariedades que se explotaban y del carácter de la polarización que resultaba del proceso. Como es bien sabido, el crecimiento representó en Aragón reforzar la especialización agropecuaria que tuvo en la exportación de cantidades crecientes de cereal a Valencia y sobre todo a Cataluña su más clara expresión, en términos que Antonio Peiró concreta en la comunicación que aporta a este simposio. Una especialización que, como no podía ser de otro modo, se hacía en detrimento de los recursos aplicados a la producción industrial, cuya decadencia había llegado a fines del siglo a un grado «qual nunca se experimentó, aun en las épocas más calamitosas». Lo que, para Ignacio de Asso, desmentía rotundamente a «los que por sistema vinculan la felicidad pública en el fomento de las artes, y manufacturas»." A pesar de esa decadencia, o mejor dicho, gracias a ella, la economía aragonesa había prosperado a lo largo del Setecientos, simplificando su estructura productiva a impulsos de una división territorial del trabajo que entonces ensanchaba su ámbito. Así, la producción de seda creció mientras en cambio perdía peso la manufactura sedera, de modo que a fines 39. NADAL, p. 74. 40. Un estado de la cuestión y abundantes referencias bibliográficas, en FERNÁNDEZ CLEMENTE y PÉREZ SARRIÓN y en MARTÍNEZ SHAW. 41. Elementos para profundizar este punto, en TELLO y VICEDO i Rius. 42. Asso, p. 118.
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del siglo la mitad o más de la materia prima salía de Aragón sin haber sido hilada siquiera." Salía en parte hacia Cataluña, donde la manufactura sedera creció sobre la base de importar de fuera, en parte de Aragón, una materia prima cuya producción era allí insuficiente. Asimismo, en el último cuarto del siglo XVIII, más de los dos tercios de la producción aragonesa de lanas se exportaba," en parte a Francia pero también a Cataluña, en algunas de cuyas comarcas tenía lugar un proceso de especialización que seguía una línea bien distinta, la de desplazar recursos productivos hacia la actividad manufacturera. El tipo de especialización recíproca que a lo largo del siglo XVIII se desarrolló entre Aragón y Cataluña daría lugar a una polarización en el sentido de reforzar antiguas diferencias en la dedicación productiva que, a su vez, impulsaban desarrollos distintos en cuanto a las formas de estratificación y de vertebración de la sociedad. Las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña tenían raíces muy antiguas y, sin duda, las había favorecido una historia política común; por lo demás, la misma contigüidad territorial y diferencias básicas muy estables, como por ejemplo la distinta densidad de población, habrían favorecido estas relaciones en cualquier caso. Pero me parece que se puede afirmar que los cambios institucionales que siguieron a la guerra de Sucesión marcan un hito en esta trayectoria, en la medida en que hayan podido determinar para ambas partes una fuerte reorientación de los anteriores flujos de intercambio. El condicionamiento económico recíproco entre Aragón y Cataluña ha sido intenso en todas las épocas, y casi siempre ha operado en una misma dirección, debido a factores que, en este sentido, pueden considerarse como estructurales. Pero sin la unión arancelaria de 1717 este condicionamiento habría sido menor de lo que fue, mientras que habría sido aún mayor, en cambio, si dicha unión hubiese tenido carácter bilateral solamente. De todos modos, lo que es seguro es que fue uno de los elementos determinantes de la intensidad especial que estas relaciones adquirieron a partir de entonces y que se mantuvo, frente a las que con otras regiones podían establecer, al menos hasta que el ferrocarril vino a restar importancia al factor contigüidad territorial. Por esta razón he creído que era oportuno hacer girar en torno a la unión arancelaria el preámbulo que aquí concluye. Las comunicaciones que se presentan a esta sesión aportarán datos más sólidos, y no ya meras conjeturas, sobre el carácter y la intensidad de las relaciones económicas entre Aragón y Cataluña en este período. 43. FORNIÉS CASALS, p. 175. Según Asso, la producción en su tiempo triplicaba la del siglo anterior, pero «como las fábricas por su notable decadencia gastan mui poca seda, han podido los Catalanes hacerse dueños de este comercio» (p. 230). 44. Véanse las informaciones de FORNIÉS CASALS, pp. 208-11 y de FERNÁNDEZ CLEMENTE, 1986, especialmente pp. 109-10. Para ARTETA DE MONTESEGURO, «uno de los más grandes descuidos de esta provincia [Aragón], y el mas digno de llorarse, es el mal empléo de sus excelentes lanas. La mayor parte de las finas sale á manobrarse á fuera del Reino» (p. 59); en el caso de la de Albarracín, la de mejor calidad, «casi toda se conducía en rama á las fábricas de Marsella y Languedóc en Francia, y á la de Terrasa en Cataluña» (p. 60), aunque en el momento en que él escribía había cobrado nuevo impulso la manufactura local gracias a la creación de una «Junta de industria».
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Jaume TORRAS ELÍAS
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COMUNICACIONES
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COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN: LAS RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA
Antonio PEIRÓ ARROYO
LAS RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA La tesis central del presente trabajo se refiere a la transformación que experimentó la estructura productiva aragonesa a partir de mediados del siglo XVII. Una transformación en la que la exportación de cereales dejó de ser el destino dado a los excedentes producidos en Aragón, para convertirse en el principal motor de la economía aragonesa, alcanzándose —a fines del siglo XVIII— una situación en la cual buena parte de la producción se hallaba vendida incluso antes de haber sido cosechada. La exportación de cereales aragoneses a Cataluña es muy antigua, pero la transformación de su carácter se produjo únicamente a mediados del siglo XVII. En ese momento, el brusco hundimiento del nivel de la población aragonesa motivó la existencia de mayores excedentes, que se comercializaron en Cataluña para poder hacer frente a la salida monetaria generada por la importación de productos textiles procedentes primero de Francia, y luego de Cataluña. La hipótesis de la que partimos es que esta especialización fue buscada conscientemente por los grandes propietarios, por la facilidad que suponía la venta de los excedentes de cereales y aceite. Por el contrario, los pequeños propietarios fueron incapaces de adaptarse, y siguieron produciendo vino, casi imposible de comercializar a fines del siglo XVIII. La transformación no afectó únicamente a la estructura de cultivos. Uno de sus efectos fue el hundimiento de la producción textil, y el destino de buena parte de los brazos a la agricultura. En conjunto, el fenómeno significaba poner límites al crecimiento poblacional: las mejoras agrarias (nuevas roturaciones, puesta en riego, etc.) implicaban aumento de la producción, pero ésta no iba destinada al consumo sino a la exportación. 35 Índice
COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN
Cuanto más se avanza en el tiempo, de forma más evidente aparece el fenómeno en la documentación. A fines del siglo XVIII, se había pasado de producir para consumir (y exportar los excedentes) a producir para exportar (y consumir los excedentes). Hallándose prefijado el volumen de la exportación, el nivel del consumo interior podía ser muy alto en años de buenas cosechas, pero reducidísimo en los de malas. De ahí la importancia relativa de protestas populares, como la que tuvo lugar en 1766 (precisamente cuando comenzaban a notarse los efectos del libre comercio) o la que estuvo a punto de producirse en 1789 (siendo evitada a tiempo, mediante el recurso a la importación de trigo). Este esquema general ha sido descrito por J. Torras, quien hace hincapié en el hecho de que «crecimiento económico y "desindustrialización": no es ninguna paradoja, entre otras cosas porque no hay "desindustrialización" más que si se atiende solamente al espacio económico aragonés, un marco de análisis insuficiente. En esa época no es ya inteligible por sí mismo, sino que debe entenderse su evolución en relación con una dinámica de especialización interregional cada vez más polarizada por Cataluña o por ciertas comarcas catalanas».' La exposición que aquí realizaremos se enmarca en esta misma línea explicativa y persigue, como objeto fundamental, la datación de las distintas fases del proceso, así como el análisis de los efectos que el comercio de cereales tuvo sobre la especialización productiva de Aragón. El trigo no fue el único producto aragonés exportado a Cataluña, pero sí el más importante (en 1840 representaba el 38,6% del valor de las exportaciones a Cataluña).2 Otros productos eran también importantes: el aceite representaba en la misma fecha el 14,4% del valor de dichas exportaciones. Sin embargo, la importancia del trigo radica en que su salida hacia Cataluña ha sido prácticamente constante en la historia aragonesa y ha afectado a zonas muy amplias del centro de Aragón.
EL COMERCIO DE TRIGO ARAGONÉS Y SU REGULACIÓN HASTA 1707 Desde fecha muy temprana Aragón exportaba cereales a Cataluña. Esta extracción se documenta ya en 1307, y continuó durante toda la Edad Media. Se trataba de un tráfico que seguía la vía fluvial del Ebro hasta Tortosa, embarcándose posteriormente por mar hasta Barcelona. Un recorrido que se haría tradicional en años sucesivos y que provocaría numerosas disposiciones del rey y de la ciudad de Zaragoza, en orden a regular el comercio y eliminar 1. TORRAS ELÍAS, Jaume: «La economía aragonesa en la transición al capitalismo. Un ensayo», en Tres estudios de Historia Económica de Aragón. Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1982, pp. 31-32.
2. MADOZ E IBÁÑEZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, P. Madoz y L. Sagasti, vol. III (1846), p. 481.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
los obstáculos (azudes) construidos en el curso del río.' A pesar de la importancia de este comercio, el reino careció por mucho tiempo de una auténtica política comercial que regulase las exportaciones, y en un primer momento las atribuciones más importantes estaban en manos de la Cofradía de Mercaderes de Zaragoza. No fue hasta el siglo XVI cuando intentó definirse una política comercial propia del reino de Aragón, que se superpuso a la determinada por cada una de sus ciudades. Durante los siglos XVI y XVII las Cortes de Aragón fueron realizando algunos intentos de definir una auténtica política comercial. Intentos tímidos en sí, pero que a causa de la inercia en su aplicación, se concretaron a lo largo del siglo XVII en una política definida en función de los niveles de precios. En 1585 las Cortes de Monzón-Binéfar ordenaron que las viedas de panes fuesen generales, prohibiendo a los diputados dar licencias particulares bajo pena de perder el oficio y salario de todo el año.' Esta medida es excepcionalmente importante, si tenemos en cuenta la generalización a lo largo de este siglo de disposiciones que impedían la exportación y que tenían un carácter limitado y, por tanto, de escasa efectividad. De esta manera, quedaba perfectamente definido el carácter general de las viedas. Por otra parte, el Fuero otorgaba a los diputados dicha facultad, en contra de su atribución al virrey, cuestión que había dado lugar a graves enfrentamientos a lo largo del siglo. Las Cortes de Tarazona de 1592 renovaron la vigencia de este Fuero.' El siguiente paso fue el adoptado por las Cortes de Barbastro-Calatayud de 1626, que permitieron la libre extracción del trigo, pagando los derechos reales. La única limitación que se ponía a este comercio era cuando su precio alcanzase los 45 reales por cahíz, durante ocho días seguidos. En tal caso, los diputados habrían de prohibir la exportación, pregonándola previamente, sin perjuicio de los privilegios de Teruel, Albarracín y sus comunidades. Se señalaba también la función reguladora del almudí de Zaragoza, donde habrían de observarse los precios. El Fuero introducía por primera vez un elemento objetivo en la adopción de la decisión de vieda, que antes quedaba a voluntad de los diputados.' La medida había sido propuesta en el brazo de las Universidades por los síndicos de Zaragoza, que habían planteado que la prohibición fuese adoptada cuando el precio alcanzase los 40 reales por cahíz, durante quince días. La oposición de los síndicos de las villas de Almudévar, Bolea, Loarre y Murillo (todas ellas en la zona triguera de los alrededores de Huesca) llevó a una solu3. Asso, Ignacio de: Historia de la economía política de Aragón. Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Estación de Estudios Pirenaicos, pp. 221-223 (1.a ed.: reimp.: 1983). 4. Todo ello sin perjuicio de los privilegios de Teruel, Albarracín y sus comunidades (Fveros y Observancias del Reyno de Aragon. [Zaragoza, Diego Dormer, 1667], ff. 222'-223). 5. Ibíd., f. 239'. 6. Ibíd., f. 255.
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COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN
ción de compromiso, como la finalmente tomada.' Las siguientes reuniones de Cortes no variaron esta política, adoptando únicamente disposiciones parciales.' La fijación en 1626 de una tasa para la exportación de trigo tuvo como efecto —en un primer momento— limitar su exportación, ya que el umbral señalado era muy alto. Los Actos comunes de los Diputados del Reino recogen periódicamente los pregones de viedas. Podían tener lugar en cualquier época del año, pero su significación económica era muy variable según cuál fuese ésta. En efecto, no es lo mismo que la vieda tuviese lugar en junio, con la cosecha recién recogida, que en los meses posteriores cuando la mayor parte de las partidas destinadas a la exportación habían tenido ya salida. Los diputados del reino ocupaban su cargo el 1 de junio; una de sus primeras tareas era investigar el nivel de precios para decidir la proclamación de la vieda. Los Actos comunes de los diputados, completados por la documentación municipal zaragozana,' permiten obtener una serie bastante completa de aquellos años en los que fue posible exportar trigo y de aquellos en que dicha exportación estuvo prohibida. Pero además de las viedas, otros elementos han de ser tenidos en consideración: la interrupción del tráfico comercial a causa de la guerra y la existencia de epidemias. Por lo que respecta al primero, la Guerra de Secesión catalana motivó la interrupción de los envíos de trigo aragonés a Barcelona entre la cosecha de 1642 y la de 1652. Es cierto que en estos años hubo algunos envíos destinados al ejército real, pero el tráfico regular con Barcelona se interrumpió por completo. Lo mismo sucedió, a causa de la Guerra de Sucesión, en las cosechas de 1706 y 1707. Finalmente, hemos de considerar la incidencia negativa de la epidemia de peste de mediados de siglo que, casi con seguridad, impidió cualquier relación comercial entre la cosecha de 1650 y la de 1652.
7. A[rchivo] de la D[iputación] P[rovincial] de Z[aragoza], ms. 376; Registro del Brazo de Universidades de las Cortes de 1626, 16-VII-1626, ff. 741-741', 833-833'. 8. El brazo de caballeros e hijosdalgo de las Cortes de 1702 debatió una propuesta para la reforma del Fuero, según la cual para que los diputados pudiesen impedir la saca se precisaba que el precio del trigo alcanzase los 45 reales por cahíz, durante 15 días continuos en el almudí, carros y casas particulares de Zaragoza, en lugar de los 8 días en el almudí entonces vigentes (ADPZ, ms. 617; Registro del Brazo de los Caballeros e Hijosdalgo de las Cortes de 1702, ff. 181'182). Las Cortes de Zaragoza de 1646 autorizaron al convento de monjas de la villa de Ágreda a sacar cada año 100 cahíces de trigo (Fveros y Observancias..., f. 294) y las de 1677-78 autorizaron por una sola vez la saca de 8.000 cahíces de trigo y 4.000 de cebada para el ejército de Cataluña; concedieron a la ciudad de Barcelona la extracción de 6.000 cahíces de trigo y renovaron la autorización al convento de monjas de Ágreda; sin pagar derechos en ninguno de estos casos (Fveros y Actos de Corte de el Reyno de Aragon: Hechos por la Sacra, Catolica, y Real Magestad del Rey Don Carlos II. Nvestro Señor, en las Cortes convocadas en la Ciudad de Calatayud, y prorogadas [sic] á la de Zaragopa, y en ella fenecidas en los Años de M.DC. LXXVII. y M.DC.LX XVIII. Zaragoga, Pasqval Bveno, 1678, f. 27). 9. Los precios del trigo en estos años han sido publicados: PEIRÓ, Antonio: «El mercado de cereales y aceite aragoneses (siglos XVII-XX)», Agricultura y Sociedad, 43 (1987), pp. 213-279.
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Antonio PER«) ARROYO
Cuadro 1 SITUACIÓN DEL COMERCIO DE TRIGO ARAGONÉS CON CATALUÑA. MESES DE JUNIO. 1627-1707 AÑOS
SITUACIÓN
AÑOS
SITUACIÓN
1627 1628 1629-33 1634-35 1636-38 1639-40 1641 1642-45 1646-49 1650 1651 1652 1653-54 1655-57 1658-62 1663 1664 1665-68 1669
No consta Autorizado Prohibido No consta Autorizado Prohibido . No consta Prohibido. Guerra No consta. Guerra Autorizado. Guerra. Epidemia Prohibido. Guerra. Epidemia Autorizado. Epidemia Autorizado No consta Autorizado No consta Prohibido No consta Autorizado
1670-71 1672 1673-75 1676 1677 1678-80 1681-83 1684 1685-89 1690-91 1692-94 1695 1696 1697-99 1701-02 1703 1704-05 1706 1707
No consta Autorizado No consta Autorizado Prohibido Autorizado No consta Prohibido Autorizado No consta Autorizado No consta Autorizado No consta Autorizado Prohibido Autorizado Autorizado. Guerra No consta. Guerra
Fuente: A[rchivo] de la D[iputación] P[rovincial] de Z[aragoza], mss. 387, 399-400, 403, 407, 424-425, 429-430, 434, 443, 445, 449-450, 468, 471, 479, 483, 503, 506, 509, 516-517, 522, 528, 533, 542, 554, 559, 561, 573, 575, 585, 588, 593-594, 601, 605, 618-619, 621; Actos comunes de los diputados, 1628-34, 1636-46, 1650-55, 1659-67, 1669-70, 1672-73, 167781, 1683-89, 1693-94, 1696-97, 1701-04; ms. 394; Cartas misivas, 11-X-1629, 5-1, 19-II, 4, 11 y 18-V, 4 y 10-VI-1630, 28-111, 3-IV, 9, 22-VIII-1631, 25-VI-1632, ff. 10, 20, 24, 32-33', 35', 40'-41, 94'-95, 97-97', 119, 122', 161; A[rchivo] M[unicipal] de Z[aragoza], ms. 61; Actos comunes, 1651; ms. 45-B-44 a 47, 49 a 59, Bastardelos, 1649-55, 1658-65, 1668-70, 1675-80, 1688-89, 1692-95, 1699-1706.
Hechas estas consideraciones, el período de estudio puede dividirse en varias fases de características especificas, que analizaremos a continuación.
EL COMERCIO LIMITADO (1626-53) Entre 1627 y 1652 únicamente encontramos 4 años en que fue posible la exportación a Cataluña, 18 en que no lo fue y 4 para los que carecemos de información. Es decir, únicamente fue posible exportar en el 18,2% de los años para los que disponemos de datos, concretamente en 1628, 1636, 1637 y 1638. Esto no significa que durante esos años agrícolas el trigo pudiese ser 39 Índice
COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN
exportado en todo momento, aunque sí en las semanas inmediatas a la cosecha. Los diputados del reino se ocuparon por primera vez del precio del trigo el 15 de septiembre de 1628. En los últimos ocho días, el trigo de huerta se había vendido entre 40 y 43 rs. y el de monte entre 45 y 48 (aunque algunas carretadas malas se habían vendido a sólo 44 rs.).'' Sin embargo, los diputados no tomaron ninguna disposición. Al día siguiente, los Actos comunes anotan que «en el pueblo hay murmuración contra dichos SS. diputados porque no hacen dicha prohibición», mientras que en muchos lugares del reino se superaban los 60 rs. por cahíz, a causa del elevado volumen de la exportación y muchas partidas de trigo estaban preparadas para salir por el río. Los diputados se dividieron ante las medidas a adoptar: cinco eran favorables a hacer el pregón de vieda, mientras que otro opinaba que el Fuero hablaba de que el precio fuese comúnmente de 45 reales y ése no era el más corriente. Otro de los diputados solicitó la opinión de los abogados. Dos días más tarde uno de los abogados fiscales informaba que el trigo estaba a un precio inferior al señalado en el Fuero para autorizar la vieda. Finalmente, el 27 de septiembre los diputados acordaron la vieda." Entre 1636 y 1638 estuvo también autorizada la exportación de trigo, pero en 1636 llegó muy poco al almudí, aunque no se dio pregón de vieda, al no alcanzar el precio fijado. Lo mismo ocurrió en la cosecha de 1638.12 En 1637-38 la vieda afectó al período comprendido entre el 17 de diciembre de 1637 y el 9 de enero de 1638, así como al siguiente al 21 de abril." En las cosechas de 1650 y 1652 no se prohibió la exportación de trigo (aun- que hubo vieda desde el 19 de octubre de 1650, en la cosecha de 1652 hubo plena libertad de extracción)," pero otros acontecimientos impidieron el comercio con Cataluña: la Guerra de Secesión catalana (que afectó a las cosechas de 1642-51) y la epidemia de peste, que afectó a las de 1650-52.' La prohibición de exportar llevaba consigo la necesidad de un sistema de control sobre las salidas de trigo y otros cereales. Los primeros momentos fueron los más difíciles. En primer lugar, era necesario realizar la tarea diplomática de negar las salidas para Cataluña (lo que se hizo en cartas dirigidas a las 10. ADPZ, ms. 387; Actos comunes de los diputados, 15-XI-1628, ff. 278'-279. 11. Ibíd., 16, 18, 27 y 28-IX-1628, ff. 279'-284, 280'-281, 295'-298'.
12. ADPZ, ms. 424; Actos comunes de los diputados, 9, 10, 13, 14 y 16-VI-1636, ff. 20, 28, 29', 30', 33-33'; ms. 429-430; Actos comunes de los diputados, 18, 21, 23, 25-26, 30-VI, 1, 3-VII1638, ff. 50-51, 53-54', 56, 57-57', 62'. 13. ADPZ, ms. 425; Actos comunes de los diputados,17 y 19-XII-1637, 9 y 11-I, 21 y 24-IV1638, ff. 165'-167, 174'-175, 185', 253'-254, 258' (y 4 hs. s.f.). 14. ADPZ, ms. 458; Actos comunes de los diputados, 14 y 21-X-1650, ff. 71-72 (y 2 hs. s.f.). 15. MAISO GONZÁLEZ, Jesús: «Noticias de la peste de Zaragoza de 1652», Estudios, 1973, pp. 17-45; ... «La peste de Huesca de 1651 y 1652», Estudios, 1975, pp. 141-163; ... La peste aragonesa de 1648 a 1654. Zaragoza, Universidad de Zaragoza. Departamento de Historia Moderna, 1982, 212 p.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
ciudades de Tortosa y Barcelona, que habían solicitado sacar 3.500 cahíces) y Castilla (solicitadas por Alfaro).'6 En ocasiones, los propios diputados contravinieron sus disposiciones, como cuando en mayo de 1631 concedieron autorización a la ciudad de Zaragoza para transitar por el reino 84 cahíces de trigo, que habían adquirido en Cerdeña y querían pasar a Francia, a pesar de la prohibición acordada el 3 de junio del año anterior." Otras veces, las autorizaciones fueron concedidas de forma irregular. El 11 de diciembre de 1677, con la vieda en vigor, los cuatro brazos de las Cortes que se estaban celebrando decidieron que se librasen a Barcelona 6.000 cahíces de trigo. Cuando la Diputación del Reino recibió la comunicación, cinco de los seis diputados se mostraron de acuerdo, pero el sexto —el noble don Félix Guillén de Rebolledo y Palafox— se opuso, alegando la vigencia del Fuero de 1626, y que la nueva decisión no se había tomado en solio. A pesar de todo, cuatro días más tarde los diputados dieron comisión para hacer la extracción, que se prolongó al menos hasta el 19 de enero, y la favorecieron con varias disposiciones.' Por otra parte, tenían que hacer frente a la especulación de los propietarios de trigo. Los días 18 a 20 de abril de 1678, el precio del trigo fue de 44 reales por cahíz.19 Este último día, "ante dichos SS. Deputados presentes yo dicho Notario y testigos infrascriptos parecio [reserva de espacio] medidor del almudi de la presente ciudad el qual debajo el mismo juramento que presto al principio de su oficio dixo que havia hoydo decir que el trigo que el dicho Miguel Mala portero ha hecho relacion se havia vendido a quarenta y quatro reales era de unos lugares del Duque de Hijar y que se havia llevado al Almudi por parte de Juan del Pla mercader vecino de la presente ciudad para que vendiendolo a dichos quarenta y quatro reales se levantase la vieda y pudiese el sacar un trigo que tenia».2° Finalmente, era preciso poner en funcionamiento un sistema de control de las salidas. El 30 de junio de 1651 los diputados hicieron comparecer ante ellos a Miguel Duarte, barquero de Zaragoza, que con tres barqueros más había sacado por el Ebro a Cataluña ciertas cantidades de trigo, cebada y otros panes sin haber pagado derechos del general, estando prohibido. Duarte confesó haber transportado de Escatrón a Flix a fines de mayo, una barca cargada con 200 cahíces de trigo, con una libranza que le dieron. También, en fecha no especificada —pero entre noviembre y marzo—, había llevado de 16. ADPZ, ms. 394; Cartas misivas, 11-X-1629, 19-11-1630, 3-IV-1631, ff. 10, 24, 97-97'; ms. 783; Cartas responsivas, 21-XII-1637, f. 658. 17. ADPZ, ms. 400; Actos comunes de los diputados, 3 y 5-VI-1630, 27-V-1631, ff. 10', 1111', 2 hs. s.f., 615-615'. 18. ADPZ, ms. 554; Actos comunes de los diputados, 11,15 y 16-XII-1677, 19-1-1678, ff. 67', 6 hs. 69'-70', 75-75'. 19. Ibíd., 18 a 20-IV-1678, ff. 100-100'. 20. Ibíd., 20-IV-1678, f. 101.
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Escatrón a Tortosa una barca con 300 cahíces; ésta y la otra habían sido mandadas por don Agustín Val Castillo?' Junto a las salidas por vía fluvial se encontraban las que tenían lugar por tierra, de más difícil control. A pesar de la prohibición, en los años 1630-31 salía trigo para Francia, Navarra y Cataluña." En 1677 tuvo lugar ante los jurados de Zaragoza el proceso de Joan Diego Blasco, vecino de Andorra, que había extraído de Aragón 17 cahíces 1 anega de trigo, vendidos a dos vecinos de Cherta, en Valencia." Los procedimientos para realizar esta exportación ilegal eran abundantes. El 14 de febrero de 1697, Salvador Gaspar Calvo, causídico de Zaragoza, como procurador del Reino de Aragón se dirigió a los diputados pidiendo letras intimatorias. La villa de Villaler y sus vecinos, del Principado de Cataluña, cuyos términos confrontan con Aragón, intentaban construir un molino harinero a esta parte del Noguera. De semejantes fábricas se habían experimentado en tiempos pasados grandes perjuicios a los derechos de las Generalidades, «porque los de este Reyno con pretexto de hir al molino, passan al Principado de Cataluña el trigo y otros panes y mercaderias y los de Cataluña tambien hazen lo mismo entrando dichos panes y mercaderias en dicho Reyno». Pedía que los jurados y vecinos de Montanuy no permitiesen ni diesen lugar a que se hiciese la fábrica." LA ESPECIALIZACIÓN PRODUCTIVA Restablecido el comercio con Cataluña tras la epidemia de peste, la realidad fue totalmente diferente de la del periodo anterior. El Fuero de 1626 que fijaba el precio máximo para que pudiese haber extracción fue renovado en cada una de las Cortes. El resultado fue que entre 1653 y 1705, el comercio de trigo con Cataluña estuvo autorizado durante 27 años y prohibido únicamente en 4 (1664, 1677 1684 y 1703),25 sin que dispongamos de información para otros 21. ADPZ, ms. 471; Actos comunes de los diputados, 30-VI y 1-VII-1651, ff. 77-78'. 22. Hemos documentado salidas por Canfranc, Fraga, Gallur, Jaca, Malón, Mallén, Monzón, Sádaba, Tamarite de Litera, Tarazona y Villanúa (ADPZ, ms. 400; Actos comunes de los diputados, 5-1, 4 y 18-y, 4 y 10-VI-1630, 28-111, 9 y 22-VIII-1631, 25-VI-1632, ff. 20, 32, 35', 40'-41, 94'-95, 119, 122', 161). 23. A[rchivo] M[unicipal] de Z[aragoza], Procesos ante los jurados, 1135. 24. ADPZ, ms. 605; Actos comunes de los diputados, 14-11-1697, f. 137', 1 h. 25. ADPZ, ms. 522; Actos comunes de los diputados, 9, 10-11, 13-15, 17, 19-20 y 23-VI1664, ff. 7'-8, 11', 15', 16'-17, 19, 30-30', 31'-35; ms. 554; Actos comunes de los diputados, 14-16, 18, 21, 23 y 30-VI, 9, 12-14, 20-21, 23-24, 27-VII, 9-VIII, 16, 18 y 20-IX-1677, 18-20, 26-27, 29-IV, 1, 3 y 6-V-1678, ff. 18, 19, 22, 23, 25', 29 (y 2 hs. s.f.), 32, 33'-35', 37, 41 (y 1 h. s.f.), 59-60, 100-100', 102-102', 104, 106, 108, 111'-112; ms. 575; Actos comunes de los diputados, 6 y 17-X-1684, ff. 61', 64' (y 1 h. s.f.); ms. 621; Actos comunes de los diputados, 1, 3-7, 10 y 11-IX-1703, ff. 40-41'. En 1654 (20 de octubre), 1660 (13 de septiembre), 1661 (26 de septiembre) y 1687 (16 de septiembre) se realizaron viedas de trigo, pero en momentos muy alejados de la cosecha, cuando las partidas susceptibles de exportación eran ya muy reducidas (ADPZ, ms. 483; Actos comunes de los diputados, 20-X y 1-XI-1654, ff. 408', 411'-412'; ms. 506; Actos comunes de los diputados, 13-IX1660, ff. 98-100; ms. 509; Actos comunes de los diputados, 27-IX-1661, ff. 143-145; ms. 593; Actos comunes de los diputados, 16 y 18-IX-1687, ff. 53'-54 (y 2 hs. s.f.).
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22. Así pues, la extracción sólo estuvo prohibida en el 12,9% de las cosechas para las que disponemos de información.26 En definitiva, se produjo un aumento de las exportaciones de trigo, que hay que poner en relación con la especialización productiva que tuvo lugar dentro de Aragón. Aunque el proceso por el que se llegó a ella apenas nos es conocido, es indudable que se dio y que su existencia se debe a dos factores principales: la crisis demográfica y la política comercial diseñada por las Cortes del Reino, que fue acompañada por una insuficiente comprensión por parte de los contemporáneos del funcionamiento de la economía de éste. La crisis de la población aragonesa en la segunda mitad del siglo XVII tuvo dos causas principales: la Guerra de Sucesión catalana" y la epidemia de peste de mediados de siglo. En cuanto a los efectos de la Guerra, estuvieron limitados a las poblaciones cercanas a la frontera, en las comarcas de Ribagorza, Litera, Medio y Bajo Cinca y Matarraña. Un total de 23 poblaciones situadas en ellas, estudiadas por G. Colás y J. A. Salas, pasaron entre 1495 y 1647, de 2.124 a 1.091 fuegos, con una reducción del 48,6%. Monzón perdió el 68,8% de su población y Tamarite de Litera el 81,1% 28 La epidemia de peste que tuvo lugar entre 1648 y 1654 afectó a numerosos lugares del reino. La insuficiencia de la documentación no permite realizar un balance final del número de muertos, pero J. Maiso ha propuesto para Zaragoza la cifra de más de 6.000 (es decir, de más del 23,9% de la población)." Otras localidades se vieron también afectadas y, en conjunto, las Cortes de 1677 calcularon que entre esa fecha y 1646 Aragón había pasado de 70.737 fuegos a 60.000, con una pérdida del 15,2% de su población.3° Una reducción de estas características no implicaba igual hundimiento de la producción agraria. Parece lógico que las tierras primeramente abandonadas —sí es que hubo alguna— fuesen las de menor productividad. Por tanto, la cantidad disponible de cereales por persona hubo de ser mayor, lo que llevó consigo un descenso del nivel de precios y la existencia de mayores excedentes destinados a la exportación. 26. Aunque no sean estrictamente comparables con los datos de Zaragoza, los recogidos por A. BERENGUER para Fraga entre 1669 y 1736 son significativos. Para este periodo, la información se refiere a los años 1669-75, 1577, 1679, 1681-82, 1684-90, 1692-97 y 1699-1702; en todos ellos, el precio estuvo por debajo de los 45 reales por cahíz (BERENGUER GALINDO, Antonio: Un ejemplo para el estudio de los libros de cofradías de oficios. La cofradía de San Joseph de Fraga. Trabajo inédito, que amablemente me ha permitido citar su autor). 27. Las demás campañas militares en las que se vio mezclado el reino tuvieron unos efectos reducidos o nulos sobre su población. 28. COLÁS LATORRE, Gregorio; SALAS AUSENS, José Antonio: Aragón bajo los Austrias. Zaragoza, Librería General, 1977, p. 62. 29. MAISO, J.: op. cit., p. 140. 30. De acuerdo con esta estimación, el descenso de la población fue mayor en las localidades de menos de 100 fuegos (descenso del 20,6%), seguidas por las ciudades (12,7%) y por las poblaciones de más de 100 fuegos (8,4%) (B[iblioteca] de la R[eal] A[cademia] de la H[istoria], Colección Nasarre, ms. 11-1-1, ff. 547-562').
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Por otra parte, en la década de los ochenta se suscitó el interés de las ciudades aragonesas por construir en su cercanía obras de almacenamiento de agua. En 1680 las Ordinaciones de Huesca hablaban ya de la construcción de un pantano en el Isuela, ordenando diligencias para su puesta en ejecución. En 1687 comenzó la obra del pantano de Arguis, finalizando los trabajos en 1704. En 1688 se ideó un dique en el estrecho de Marimarta, en Mezalocha (cercanías de Zaragoza), con objeto de formar un pantano. La idea no prosperó, pero en 1718 se intentó el mismo proyecto, esta vez con éxito." Este interés no pudo basarse —únicamente— en la necesidad de asegurar e incrementar las cosechas, puesto que la población seguía siendo inferior a la de mediados de siglo y también eran menores las cantidades de cereal precisas para el autoabastecimiento. Las nuevas necesidades, motivadas por la apertura del mercado catalán, debieron jugar un papel importante a la hora de intentar este incremento de la producción. Por lo que respecta a la política comercial del reino, las Cortes de 1626 habían prohibido introducir en el reino (a partir del 20 de enero de 1627) tejidos de oro, plata, seda y lana; excepto tapicerías y alfombras de raz y lencería. El Fuero regulaba también la introducción en régimen de tránsito.' En definitiva, se inauguraba una política proteccionista, que estuvo en vigor hasta 1646, fecha en la que las Cortes no renovaron la validez del Fuero, a pesar de las numerosas peticiones para prolongar su vigencia. Como sintetiza G. Redondo: «los memoriales recogían un elemento común como factor de la situación degradada de la economía aragonesa: los mercaderes franceses. Los mercaderes aragoneses arremeterían en extensos y aparentemente documentados memoriales contra sus competidores franceses. Se les acusaba de haberse ido apoderando del comercio en todos sus aspectos y volver con las ganancias a su lugar de origen, cuando no de continuar sus actividades por medio del contrabando que incluía la extracción de moneda aragonesa, aspecto en el que incluían a pastores, caldereros, serradores, segadores de yerba (que pasaban a Castilla, y volvían a Francia por Aragón), canteros, aguardenteros, zapateros de viejo, castradores, amoladores de cuchillos, cedaceros y otros»." 31. ARCO Y GARAY, Ricardo del: El antiguo pantano de Arguis o de Huesca (Contribución a la historia de la política hidráulica en Aragón). Zaragoza, Talleres editoriales de Heraldo, 1924, 55 p.; Discurso sobre la execución, y establecimiento de nuevo riego para los lugares, y términos de la Huerva, y conveniencias que de ello se siguen. [Zaragoza], Herederos de Diego Dormer, 1688, 16 p.; GONZÁLEZ RODRIGO, L.: Tres reyes llamados Carlos. Lo que a ellos debe Zaragoza y la Ribera del Huerva. Zaragoza, Ind. Gráf. La Moderna, 1975, pp. 10-14; BOLEA FORADADA, José Antonio: Los riegos de Aragón. Huesca, Sindicato Central de Riegos de Aragón, 1978, pp. 90-95, 398, 404 (2.a ed. ampliada: Huesca, 1986). 32. Fveros y Observancias..., ff. 248-249. 33. REDONDO VEINTEMILLAS, Guillermo: Las Corporaciones de Artesanos de Zaragoza en el siglo XVII. Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1982, p. 61. Los memoriales pueden verse en ADPZ, ms. 451; Registro del Brazo de Universidades de las Cortes de 1645-46, ff. 141146, 194-195', 196, 253-253', 256, 315-316', 341-341'. También corresponde posiblemente a esta fecha: [Memorial del mayordomo y oficio de guanteros de Zaragoza], [Zaragoza, s.n., s.a.], 2 hs. (B[iblioteca] N[acional], VE Ca. 209/145).
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No eran los mercaderes los únicos en quejarse, pues a las Cortes llegaron también memoriales procedentes de otros sectores económicos; gremios de la lana, seda, confección, cuero y metal coincidían en sus críticas a los franceses y en su oposición a la apertura del mercado aragonés al comercio de importación. Sin embargo, parece que la invasión de Aragón por parte de productos extranjeros se había iniciado antes de las Cortes. Por ejemplo, los sombrereros zaragozanos citaban 1640 como inicio de las importaciones de los mercaderes franceses, habiéndose reducido las botigas de 37 a 9 entre esa fecha y la celebración de las Cortes." Esta cifra debe de hallarse bastante cercana a la realidad, al menos en lo referente a 1646, pues era fácilmente comprobable. Cuatro años antes encontramos en la ciudad 28 sombrereros," por lo que hay que concluir que la reducción se produjo realmente y fue muy rápida. El resultado de la renovación del Fuero de 1626 fue la entrada masiva de productos textiles franceses, que no eran compensados con ingresos semejantes. El cuadro siguiente recoge la estructura del comercio aragonés con Francia en 1675: Cuadro 2 ESTRUCTURA DEL COMERCIO ARAGONÉS CON FRANCIA EN 1675 EXPORTACIONES A FRANCIA PRODUCTOS
ARANCELES
Lana Aceite Cereales Vino, sal y otros
7.305/ 7/ 2 1.527/10/1 207/12/ 4 332/ 5/ 2
IMPORTACIONES DE FRANCIA %
77,9 16,3 2,2 3,5
PRODUCTOS
ARANCELES
%
Tejidos de lana Tej. oro y plata Puntas Tejidos de seda Holandillas Lencería
9.504/13/ 5 170/ 5/ 0 602/19/ 2 1.379/18/ 9 869/14/11 9.219/10/ 92
22,6 0,4 1,4 3,3 2,1 1,9
21.747/ 2/ 0
51,7
800/18/ 5 253/ 8/ 5 1.040/ 0/ 6 9.144/10/102 1.110/13/ 4 158/19/ 5 2.925/16/6 4.997/15/101
1,9 0,6 2,5 1,7 2,6 0,4 7,0 1,9
Total textil
Prod. de cuero Prod. de madera Prod. metálicos Especias y drogas Papel y tabaco Queso y manteca Pescado Ganado TOTAL
9.372/14/9
100,0
TOTAL
42.075/0/2
100,0
Datos en libras, sueldos y dineros. Fuente: ADPZ, ms. 734, ff. 276-279, 405-408.
34. ADPZ, ms. 451; ff. 194-194'. 35. AMZ, caja 27. 45
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El cuadro es suficientemente elocuente: el 77,9% de las exportaciones aragonesas a Francia estaba compuesto por lana, como materia prima que podía ser transformada en textiles para su posterior venta en Aragón. Parecida composición tenían las importaciones aragonesas procedentes de dentro de la Península Ibérica: el 76,1% de ellas correspondía a tejidos, mientras el 23,4% lo hacía a la seda en madeja.36 Por su parte, los textiles constituían el 51,7% de las importaciones aragonesas desde Francia, que también incluían —como partidas más significativas— el ganado (especialmente mular y caballar) y las especias. En conjunto el valor de la importación era 4,5 veces el de la exportación, lo que generaba una situación permanente de saca de moneda, a la que acompañaban las correspondientes falsificaciones y fraudes." Dado que los derechos de aduanas se situaban en el 10% , puede calcularse que la moneda que en 1675 salió de Aragón camino a Francia fue de más de 327.000 libras. La cantidad de moneda que cada año salía de Aragón debía de estar cercana a esta cantidad: «en un Discurso, que se publicó en 1626 respondiendo á la consulta de los Diputados de Aragon sobre admision de texidos estrangeros, y otros puntos de Economia, tratandose de la balanza de comercio de este Reino, se rebate con la razon, y la experiencia el concepto, que entonces prevalecia, de que salian cada año 300 mil libras mas que entraban. El Dr. Arpayon, y el Arcediano Dormer, que escribieron algunos años después, demostraron por nuestros principios la falsedad de este dato, porque suponiendo, que en aquel tiempo no circulaban en Aragon mas de 500 mil libras, no hubiera quedado un real en dos años, siendo asi, que con ser la extraccion en la forma, que decian, no se advertia disminucion en la masa circulante».' Para que el reino no quedase sin moneda era necesario que la extracción que se realizaba camino a Francia tuviese su contrapartida en la entrada de moneda desde otros lugares y esta entrada de moneda únicamente podía proceder de la exportación de productos diferentes a los textiles. Una exportación que había de ser intensa porque, como punto de comparación, la moneda extraída a Francia en 1675 representaba, a los precios del trigo de este año (bastante reducidos) el valor de casi 220.000 Hl. La revisión de la literatura económica de los siglos XVII y XVIII muestra que los contemporáneos fueron incapaces de comprender el circuito comercial 36. El volumen de la importación de Navarra, Valencia, Castilla y Cataluña era muy reducido: apenas 1.234 libras 5 sueldos y 5 dineros (ADPZ, ms. 734; Registro del Brazo de Caballeros e Hijosdalgo de las Cortes de 1677-78, ff. 405-408). 37. Sobre el comercio aragonés con Francia durante el siglo XVII, puede verse REDONDO, G.: op. cit., pp. 57-75 (Reproducido por el mismo autor, con pequeñas variaciones: «Las relaciones comerciales Aragón-Francia en la Edad Moderna: datos para su estudio en el siglo XVII», Estudios, 1985/86, pp. 123-154); ... «Datos para el estudio del comercio aragonés con Francia en 1675», Estudios, 1978, pp. 213-237. 38. Asso, I. de: op. cit., p. 257. La cifra aportada para 1626 parece muy alta; se trata de una simple estimación que permite formarse una idea del nivel de exportación de moneda.
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en el cual se veían inmersos. Si los escritos de todo tipo contra el comercio francés son abundantes, y las quejas sobre la introducción de textiles de esta procedencia y la extracción de moneda están a la orden del día tanto en los debates de las Cortes como en las obras de los arbitristas, tan sólo hemos podido encontrar una referencia al papel que jugaba en el proceso el comercio de trigo con Cataluña. Se trata de la escueta referencia de los jurados de Zaragoza en 1680, que afirmaban que la saca de los panes del reino es «el medio principal para traer dinero a él»." Polémicas como la que tuvo lugar en 1684 entre Diego Josef Dormer y José Gracián Serrano, se referían a la conveniencia o no de permitir la importación textil, pero en ningún caso ponían en duda la importancia de ésta, ni hacían referencia a la otra componente del circuito comercial: la exportación de cereales.4° No fue hasta 1779 cuando Antonio Arteta de Monteseguro se preocupó de ésta por primera vez, pero entonces el circuito comercial había cambiado, pues el comercio con Francia era muy reducido y en algunos casos de sentido diferente. La reacción contra los productos franceses no se hizo esperar. En 1674 varias poblaciones aprobaron estatutos prohibiendo las mercancías extranjeras, a la vez que menudeaban los escritos de gremios y arbitristas en el mismo sentido.' Si aceptamos los datos que aportan, el número de maestros pelaires en Zaragoza habría pasado de 30 en 1674 a 47 en 1676 y 50 en 1684. Las Cortes de 1677-78 intentaron reparar los desastres producidos por la apertura de Aragón a los productos franceses. Allí se vieron memoriales, que propugnaban la prohibición de los productos franceses." Las Cortes se plega39. AMZ, ms. 69; Actos comunes, 2-V-1680, ff. 237-240. Esta incapacidad de comprensión ha sido trasladada, con creces, al único intento de análisis global de la economía aragonesa de los siglos XVI y XVII, el reciente trabajo de BLANCO LALINDE, Leonardo: Aragón y la economía americana bajo los Austrias. Zaragoza, Editorial Luis Vives et al., 1989, 71 p., 3 hs. (La palabra «americana» tiene un sentido meramente venal, al estar promovido el libro por la Comisión Aragonesa V Centenario. La cubierta suprime, correctamente, tal palabra, que, sencillamente, soslaya la cuestión del comercio con Cataluña). 40. IOSEF DORMER, Diego: Discvrsos historicos-políticos, sobre lo qve se ofrece tratar en la Junta de los Ilustrissimos Quatro Bravos del Reyno de Aragon, de los Eclesiasticos, Nobles, Cavafieros, é Hidalgos, y de las Vniversidades, que el Rey nuestro Señor Don Carlos Segundo ha mandado congregar este año de 1684, en la Ciudad de Zaragova, conforme lo dispuesto por su Magestad en las Cortes de 1678. Zaragoza, s.n., 1684, 208 p. (reimp. facsímil. Zaragoza, 1989); NAVACVCHI, Marcelo [GRACIÁN SERRANO Y MANERO, José]: Exortacion a los aragoneses al remedio de sus calamidades. Zaragoga, Pasqval Bveno, Impressor de Reyno, 39 p. (Publicado en facsímil por: REDONDO VEINTEMILLAS, Guillermo: «Aragón y José Gracián Serrano: datos para un estudio», Teruel, 63 (1980), pp. 49-74). 41. Sobre estas medidas y las opiniones contrarias a los productos extranjeros: Asso H, I. de: op. cit., pp. 133-135. 42. Como es conocido por las palabras de su inicio («Llegó el tiempo deseado...»), que ha sido reproducido por NAHARRO, José M.a: «Un anónimo del siglo XVII sobre el proteccionismo textil en Aragón», Moneda y crédito, 45 (1953), pp. 24-49. Sobre los memoriales dados a estas Cortes y a las siguientes, puede verse: HERRANZ y LAINZ, Clemente: Estudio crítico sobre los Economistas Aragoneses (notas para un). Zaragoza, Tipografía del Hospicio, 1885, 88 p. (Reimp.: Zaragoza, La Cadiera, 1954; y en La Cátedra de Economía Civil y Comercio de Zaragoza fundada y sostenida por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (1784-1846). Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1984, pp. 19-86).
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ron a la presión social y el Fuero que aprobaron prohibió la entrada de tejidos de oro, plata, seda y lana; así como de sombreros, guantes y otros productos; exceptuando las tapicerías, paños y alfombras de raz, lencería y lienzos teñidos (holandillas). No se autorizó la introducción en régimen de tránsito y se prohibió fabricar en el reino tejidos semejantes a los citados; salvo para el culto y los frenes de los magistrados. Se permitía que los géneros prohibidos entrasen libremente hasta el 20 de enero de 1678, teniendo los mercaderes seis meses a partir de esa fecha para consumir las mercancías prohibidas." Los efectos de estas medidas debieron de ser muy reducidos: en 1684 los géneros extranjeros continuaban vendiéndose, aunque un 20% más caros que antes de la prohibición." Las Cortes de 1684 (precedidas por una Junta de Brazos del reino, en ese mismo año) recibieron los memoriales de varios gremios zaragozanos y del resto del reino,' reafirmando la necesidad de mantener la política proteccionista. Las Cortes reconocieron que la prohibición del libre comercio no había producido los efectos deseados, por lo que fue revocada, manteniéndose únicamente la de buhonería y quinquillería. Se derogó también la prohibición de fabricar tejidos de oro y plata, y se prohibió comerciar dentro de Aragón a los franceses que no estuviesen casados con «vasallas de su Magestad» y residiesen en el reino (salvo ganado y pieles de abarcas), concediendo a quienes no reuniesen esas condiciones dos meses para poder vender sus mercancías. Asimismo, se prohibió utilizar factores o ministros que no fuesen naturales del reino." El análisis de las cifras del número de talleres de 65 gremios zaragozanos, entre 1642 y 1849, es ilustrativo de la evolución de los distintos sectores económicos.
43. Fveros y Actos de Corte... M.DC. LXXVII y M.DC.LXXVIII. ff. 5-8, 18'.
44. Asso, I. de: op. cit., p. 239. 45. ADPZ, ms. 576; Registro del Brazo de Universidades de las Cortes de 1684-87, ff. 1.013, 1.125-1.125', 1.387-1.388, 1.392-1.394', 1.417-1.417', 1.419-1.419', 1.414; ms. 580; Registro del Brazo de Caballeros e Hijosdalgo de las Cortes de 1684-87, ff. 392-393, 426, 460-467, 2.316-2.319, 2.329'-2.358; varios de ellos reproducidos por REDONDO, G.: op. cit., pp. 226-239. 46. Fveros y actos de Corte del Reyno de Aragon: Hechos por la Sacra, Catolica, y Real Magestad del Rey Don Carlos 11. Nvestro Señor, en las Cortes convocadas en la ciudad de Zaragoca el dia diez y siete de Marzo del año MDCLXXXIV. Zaragoga, Pasqual Bveno, Impressor del
Reyno, 1686, ff. 1-6.
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Cuadro 3 NÚMERO DE TALLERES ABIERTOS EN ZARAGOZA
(1642-1849) SECTOR
1642
1721
1737
1762
1771
1823
1831
1849
Lana Seda Tintorería Confección
329 156 17 392
89 98 13 237
100 143 14 297
127 187 31 178
107 140 30 326
85 39 15 151
98 34 15 143
16 12 12 50
Textil
894
437
464
523
603
290
290
90
312 163 98 159 137 149
212 122 52 147 102 152
257 140 63 165 119 192
251 161 72 152 116 162
260 176 88 186 106 187
233 153 24 143 156 172
251 183 28 147 198 175
141 163 20 119 117 54
Otras actividades
1.014
785
933
899
989
879
979
614
TOTAL
1.908 1.222 1.397 1.420 1.592 1.169 1.269
704
Cuero, calzado, fibras Madera Construc. y alfarería Metal Alimentación Otros oficios
Fuente: AMZ, cajas 4, 27 y 127; mss. 241, 292, 300, 336; Catastro, cajas 43 y 44; Don Domingo Traggia y Roncál, como Capitular de V.S.I. aviendo assistido la semana de Catastro, en cumplimiento á lo determinado por V.S.I... [Zaragoza, s.n., 1737], cuadro; MADOZ E IBÁÑEZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, P. Madoz y L. Sagasti, vol. XVI (1850), pp. 631-633.
Como se desprende del cuadro, entre 1642 y 1721 se produjo el hundimiento del número de talleres abiertos en Zaragoza, con una reducción global del 36,0%. Pero esta reducción no fue similar para todos los sectores. En el textil, alcanzó el 51,1% (72,9% para la lana; 39,5% para la confección; 37,2% para la seda y 23,5% para la tintorería), mientras que en el conjunto de los demás sectores fue sólo de un 22,6%. Aunque las fechas de comparación son los años 1642 y 1721, la información de que disponemos acerca de los efectos de la Guerra de Sucesión en la ciudad no permite explicar este descenso, por lo que hemos de concluir que el hundimiento de la actividad lanera se produjo frente al empuje de las importaciones francesas. Este hundimiento fue inferior en las actividades de la seda, apenas desarrolladas a mediados del siglo XVII, y en las de la confección y tintorería, mucho más ligadas al volumen global de la población, con una exportación generalmente muy reducida. La reducción del número de talleres afectó a todos los sectores. A la hora de analizar los datos anteriores, desconocemos uno de gran importancia: el tamaño medio del taller. Pero, en cualquier caso, el número de 49 Índice
COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN
talleres descendió, mientras la población total aumentó en torno al 17,7%. Salvo que se produjese un considerable aumento del tamaño medio del taller (acompañado de un intenso proceso de concentración de la propiedad), no puede explicarse la reducción del número de talleres si no es por la penetración de productos procedentes de fuera de la ciudad, o por un descenso del volumen de exportación; en cualquier caso, una pérdida de cuotas de mercado de la producción zaragozana. Pero el aumento de tamaño medio parece poco probable en las dimensiones requeridas: habría de multiplicarse por 4,35 para la lana y por 1,95 para la confección. La documentación de la época no permite siquiera atisbar un cambio de estas dimensiones. En los años siguientes, el textil y las demás actividades siguieron cursos muy diferentes. Éstas se recuperaron pronto y a mediados del siglo XVIII el número de talleres era prácticamente el mismo que un siglo antes. Por sectores, el comportamiento fue también desigual: mientras que metal y otros oficios se recuperaron muy pronto, y les siguieron la madera y la alimentación, otros sectores no se recuperaron nunca: la construcción y alfarería y el cuero, calzado y fibras. Por lo que respecta a este último sector, la causa fue, probablemente, la importación masiva de calzado de cuero. Dentro del sector textil, la seda y la tintorería se recuperaron y tuvieron incluso un aumento de sus efectivos, pero la lana nunca alcanzó ni siquiera la mitad del nivel de partida. Las cifras de la confección muestran la penetración en el mercado zaragozano de productos ya elaborados.
Cuadro 4 NÚMERO DE TALLERES ABIERTOS EN BARBASTRO
1619-1680 SECTOR
1619
1680
Lana Seda Tintoreros Confección Textil
61 3 2 67 133
34 1 3 39 77
TOTAL
293
205
SECTOR Cuero, calzado y fibras Madera Construcción y alfarería Metal Alimentación Otros oficios Otras actividades
1619
1680
49 36 30 23 19 3
58 14 17 16 14 9
160
128
Fuente: SALAS AUSENS, José Antonio: La población de Barbastro en los siglos XVI y XVII. Zaragoza, Institución "Fernando el Católico", 1981, pp. 292-294.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
La disminución del número de talleres se produjo también en otras poblaciones. En Barbastro, el número de talleres textiles descendió en un 41,1% entre 1619 y 1680. La reducción se debió, sobre todo, al descenso de los oficios de la lana (44,3%) y de la confección (41,8%). Las otras actividades se redujeron en apenas un 20,0%, ascendiendo únicamente la soguería. En Huesca puede observarse el descenso del número de maestros en algunos oficios y una ligera alza en otros,' destacando el hundimiento de los oficios de la lana. Los 22 pelaires de 1582 se redujeron a 20 en 1673, pero en 1716 eran apenas 7; mientras que los 32 tejedores de 1663 pasaron a ser 17 en 1716."
LA DESAPARICIÓN DE LAS ADUANAS Durante los primeros años del siglo XVIII la extracción de trigo a Cataluña estuvo interrumpida debido a la Guerra de Sucesión. Aunque en 1706 estuvo autorizada, únicamente en 1711 pudo restablecerse el comercio a través del Ebro. La integración en Castilla de los reinos de la antigua Corona de Aragón llevó consigo la adopción de las medidas necesarias para la creación de un mercado nacional unificado y, por tanto, la desaparición de las aduanas interiores. Durante los primeros años se atravesó en este aspecto por distintas alternativas, según fuese el desarrollo de los acontecimientos bélicos. La eliminación de las aduanas con Castilla, Valencia y Cataluña fue decretada por primera vez el 25 de enero de 1708 y renovada el 9 de noviembre del año siguiente. Poco después, el 25 de diciembre, una Orden del Consejo de Castilla los restableció, determinando que se cobrase un arancel del 15% (en todos los productos, menos las lanas), como equivalente a los derechos de diezmos y agregados. Otras disposiciones restableciendo las aduanas interiores se tomaron el 28 de julio de 1711 y el 9 de diciembre de 1714, tras la ocupación de Barcelona, cobrándose entonces el 5% en los géneros que salían de Aragón para Cataluña y un 10% en los que entraban. Finalmente, la Real Instrucción de 31 de agosto de 1717 suprimió nuevamente las aduanas interiores, estable47. Los pintores pasaron de 5 en 1608, a 1 en 1716; los libreros variaron, en pocos años, de 2 en 1689, a 3 en 1699 y 1 en 1716; mientras que los zapateros pasaron de 23 en 1602 a 28 en 1716; y los cereros y confiteros, 8 en 1676 y 11 cuarenta años más tarde (A[rchivol M[unicipal] de H[uesca], ms. 100; Actos comunes, 2-XII-1602, ff. 37-38; ms. 104; Actos comunes, 6-VII-1608, s.f.; ms. 181; ms. 170, Actos comunes, 24-XI-1676, ff. 39'-40'; Actos comunes, 27-11-1689, ff. 89-90'; ms. 189; Actos comunes, 18-X-1688, ff. 193-194; REULA ARASANZ, M. José: «Demografía oscense: el Vecindario de Campoflorido (1712-1717)», Argensola, 96 (1983), pp. 213-244 (Los datos corresponden al 12 de diciembre de 1716). 48. AMH, ms. 82; Actos comunes, 30-X-1582, s.f.; ms. 157; Actos comunes, 15-XII-1663, s.f.; ms. 166; Actos comunes, 16-X-1673, s.f.; REULA, M.J.: loc. cit.
BIBLIOTECA <AZLOR, INSTITUTO DE ESTUDIOS
ALTOARkeatni Índice
IS II • CA A
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ciéndolas en las fronteras y en los puertos de mar. A pesar de que posteriormente se creó una aduana en Fraga, en ella únicamente eran gravados los productos extranjeros." Al margen de los impuestos de aduanas, las almadías que pasaban por Tortosa seguían pagando los derechos de imperiage y lleuda (258 reales de vellón, o 137 reales 2 dineros de plata por cada almadía), que se cobraban aún en 1791.5° En definitiva, desde la cosecha de 1718 desaparecieron por completo los aranceles que gravaban la exportación de trigo aragonés, facilitando así su salida masiva hacia Cataluña. Para analizar la importancia del comercio en este período disponemos de una información mucho más reducida que en el caso anterior, debido a la ausencia del registro de los precios del trigo. Aunque los Fueros de Aragón fueron derogados, la práctica de prohibir la extracción de trigo cuando su precio superase los 45 reales por cahíz «continuó con las mismas travas hasta la abolicion de la tasa, que ordenó la Pragmatica de 1764 [sic], bien que esta tampoco ha tenido entero cumplimiento, ya por las declaraciones posteriores sobre venta de granos, que ocasionaron muchos pleitos, embargos, y otras vexaciones, y ya por haberse suspendido alguna vez la facultad de extraerlos á Cataluña aun en años abundantes»." Durante el siglo XVIII, el control del comercio del trigo quedó en manos del Real Acuerdo de la Audiencia, que en algunos casos prohibió la extracción." En otras ocasiones, como en 1757, fue el Intendente quien adoptó esta decisión." La carencia de precios del trigo para Zaragoza nos obliga a reconstruir a través de datos indirectos las fechas en que su comercio estuvo autorizado. En 1728 la Cofradía de Mercaderes de Zaragoza se dirigió al Consejo de Castilla, pidiendo volver a cobrar los 2 dineros jaqueses que antes recibía por cada cahíz de trigo o cebada que transitaba por el Ebro, costumbre que había caído en desuso después de la Guerra." Creemos —aunque carecemos de documen49. ADPZ, ms. 755, núm. 22; Renta de Aduanas de Aragón, desde su origen hasta el de 1717; A[rchivo] H[istórico] N[acional], Consejos; Leg. 6811 A, núm. 37; MuÑoz PÉREZ, José: «Mapa aduanero del XVIII español», Estudios Geográficos, 61 (1955), p. 780; PEIRó ARROYO, Antonio: Las Cortes Aragonesas de 1808. Pervivencias forales y revolución popular. Zaragoza, Cortes de Aragón, 1985, pp. 47-48. 50. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1791, ff. 656-687'. 51. Asso, I. de: op. cit., p. 226. 52. Así ocurrió con las sacas particulares en 1748, aunque ese mismo año estuvieron permitidas las destinadas al ejército (A[rchivo] H[istórico] P[rovincial] de Z[aragoza]. Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1748, ff. 29-30'; Libro de Consultas e Informes, 1747-48, f. 42'; ANZANO, Thomas: Discurso sobre los medios que pueden facilitar la restauración de Aragón. Continuación de las reflexiones económico-políticas [sic]. Zaragoza, Imprenta de Joseph Fort, 1768, p. 39; PEIRó, A.: loc. cit., pp. 220-221. 53. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1758, ff. 241-244'. 54. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1728, ff. 78-83'.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
tación sólida— que este comercio se había reanudado tras el fin de la Guerra, y que hasta mediados de siglo no se alcanzó con frecuencia el nivel de precios que impedía la extracción. Éstos se elevaron desde 1750. En este año comenzó a cobrarse contribución a las instituciones religiosas por los bienes adquiridos posteriormente a la firma del Concordato de 1737. La respuesta de las instituciones fue hacer recaer los nuevos impuestos sobre los arriendos de fincas rústicas y urbanas, que llegaron a duplicarse; los arrendatarios elevaron, a su vez, los precios de los productos, lo que provocó un alza generalizada de precios." Los datos que presentan E Baras y E J. Montero, obtenidos a partir de la contabilidad de la Casa de Misericordia y del Hospital de Niños y Niñas revelan —a pesar de ser incompletos— que en 1747 el precio del trigo que adquirieron fue inferior a 45 reales por cahíz, entre 1749 y 1752 lo alcanzó o rebasó, en 1753 fue otra vez inferior y en 1754-55 lo superó nuevamente." Por su parte, los datos que aporta A. Berenguer para Fraga, para los años 1714, 1716-17, 1719-22, 1725-30 y 1736 muestran que únicamente en este último se superaron los 45 reales por cahíz." En definitiva, como hipótesis podemos afirmar que entre 1711 y 1740 estuvo abierto el comercio de trigo a través del Ebro, para frenarse a partir de 1750." Pero la causa de la elevación del precio no era la carencia de trigo, sino la elevación general del nivel de precios: los excedentes seguían existiendo, pero mientras se mantuviesen las limitaciones en base al nivel de precios, no podrían ser exportados. Era necesario, por tanto, realizar una nueva regulación jurídica de dicho comercio. A pesar de las prohibiciones, es muy posible que T. Anzano tuviese razón al afirmar que la extracción por vía fluvial «ni se ha prohibido muy particularmente en tiempo de abundancia, ni en ninguno es posible prohibirse; porque haciendo caxas en las inmediaciones de Mequinenza, extrahían furtivamente, guando se limitaba la salida á Cataluña por el Rio».59 También en esta época debió de producirse el inicio de la penetración directa de los comerciantes catalanes en el mercado aragonés. En esta línea hay que situar la afirmación de Gerónimo de Uztáriz, que en 1724 escribe, refiriéndose a la escasez de ganado y granos de Cataluña, que 55. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1765, ff. 358-366; Libro de Consultas e Informes, 1765, ff. 153-158; PEIRó, A.: loc. cit., p. 233. 56. BARAS, Fernando, MONTERO, Francisco Javier: «Crisis de subsistencias y conflictividad social en Zaragoza: el motín de 1766», Estudios de Historia Social, 36-37 (1986), pp. 523-546. Tomamos los datos del gráfico de la p. 526. 57. BERENGUER, A.: op. cit. 58. La evolución del precio del aceite, que sólo creció en los últimos años del siglo, permite confirmar esta hipótesis. 59. ANZANO, T.: op. cit., p. 39.
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«se suple ahora en gran parte de lo que passa de Aragon, y Castilla, adonde viene por consequencia porcion de dinero, que antes se extrahía á Francia, y aun á Berberia, y otras partes, y á veces lo satisfacen [los catalanes] con la permuta de encages, y otros generos, que introducen á lo interior en mayor cantidad».6°
Son los años en que algunas compañías catalanas realizan sus primeras operaciones en Aragón.61 Nuestra documentación es también deficiente sobre este punto, pero, sin duda, la fuerte penetración catalana en el mercado aragonés durante el último tercio del siglo obliga a suponer que sus bases fueron puestas en esta época. Durante este período se produjo cierta recuperación de la industria textil, pues el número de talleres en Zaragoza pasó de 437 en 1721 a 464 en 1737 y 523 en 1762. La recuperación se produjo, sobre todo, por el incremento del número de los dedicados al trabajo de la seda (que aumentaron un 90,8%) y por el de los tintoreros (138,5%), puesto que los dedicados a la lana sufrieron una menor variación y los de confección disminuyeron entre 1737 y 1762. Otras actividades pasaron de 785 talleres en 1721 a 933 en 1737 y 899 en 1762.
LA LIBERALIZACIÓN DEL COMERCIO La nueva regulación del comercio llegó en 1760. Como afirma Thomas Anzano: «en el año de 1760, resolvió el Rey que pasados los quatro primeros meses despues de la cosecha, en cuyo intermedio se proveyesen los Pósitos y Comunes, no se prohibiese despues á ninguno la extracción de los Granos: se observó puntualmente, no obstante que en el año de 1763 miraba con dolor, que cuando la Providencia divina le felicitaba con una cosecha superabundante habia de experimentar los rigores del hambre, por socorrer las Provincias confinantes. Tan en su punto estuvo la extracción, que no obstante de tan evidente ruina, no se embarazó á los Extractores el conducir los Trigos á donde les convino, con bastantes rezelos de que muchos hacian grangería de ellos, con pretexto de socorrer á otros Reynos».62 El efecto de estas medidas fue limitado, puesto que pasados cuatro meses desde la cosecha, poco era el trigo que podía quedar, salvo que aquélla fuese muy abundante. Sin embargo, la medida ha de entenderse no tanto por sus repercusiones prácticas, sino por constituir la puerta abierta a la libertad de comercio. 60. UZTÁRIZ, Gerónymo de: Theórica, y Práctica de Comercio, y de Marina. Madrid, s.n., 1757, p. 139.
61. Los Cortadellas realizaron sus primeras operaciones con Zaragoza en 1733 y con Huesca en 1736; operaciones que se vieron fuertemente incrementadas en el último tercio del siglo (PÉREZ SARRIÓN, Guillermo: «Capital comercial catalán y periferización aragonesa en el siglo XVIII. Los Cortadellas y la "Compañía de Aragón"», Pedralbes, 4 (1984), p. 191). 62. ANZANO, T.: op. cit., pp. 20-21.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
Desde el cambio del régimen de comercio, la extracción fue masiva. En 1763 una parte importante de la cosecha se destinó a remediar la falta de trigo en Valencia, Cataluña, Navarra y Castilla. En 1764 se realizaron también sacas de trigo para Valencia y en 1765 para Cuenca." La medida decisiva con respecto al comercio de trigo fue la Real Pragmática de 11 de julio de 1765, que abolió la tasa de granos y permitió su libre comercio." Aunque el comercio era libre, el Real Acuerdo tenía la posibilidad de impedir la extracción, recurso que utilizó en diversas ocasiones. En septiembre de 1780 una orden suya prohibió —a petición del Ayuntamiento de Zaragoza— la extracción hasta la cosecha siguiente. Otras prohibiciones tuvieron lugar en febrero de 1789 y noviembre de 1793; hay que dudar de su efectividad, pues en los tres casos las cosechas estaban ya muy lejanas." Una parte importante de los granos producidos en Aragón no pasaban por el mercado, sino que estaban vendidos antes de la cosecha, sobre todo a comerciantes catalanes. Según un informe de 1773, «Los más adinerados se dedican á este Comercio son varias Compañías de Catalanes, que arriendan Estados, Rentas decimales, Encomiendas, y otras tierras que proporciona el acopio de Granos en cantidad considerable, los cuales entrojan con los que adquieren de sus préstamos y compras».' En la misma línea de explicación de la penetración comercial catalana, Pierre Vilar reproduce un discurso de 1780, referido a los catalanes del oeste: «Con sus caudales, emprenden en Aragón y Valencia los arrendamientos de las diezmas y primicias de las Mitras, Comunidades, títulos y demás señoríos, haciendo maiores posturas y adelantamientos en dinero que los moradores de aquellos reinos, promoviendo la salida de aquellos fructos y reduciendo los vinos sobrantes a aguardientes que extraen por el Ebro, igualmente que los aceites, lanas, sedas y otros efectos, cuia práctica va despertando a Aragón de su letargo».67 Una muestra del grado de penetración de los comerciantes catalanes en Aragón nos la proporcionan las noticias que un anónimo informador de Ejea de los Caballeros dirigía al Correo Mercantil de España y sus Indias entre 1793 y 1795. Según escribe en 1793, «nuestros vecinos los Catalanes han introducido en este reino de pocos años a esta parte muchas fábricas de aguardiente, especialmente en la Capital». Al año siguiente, señala que los catalanes tenían 63. Ibídem, pp. 20-21, 25-26; RODRÍGUEZ, Laura: «Los motines de 1766 en provincias», Revista de Occidente, 122 (1973), p. 195. 64. Sobre el comercio de trigo aragonés con destino a Cataluña, en este período, puede verse: PEIRÓ, A.: loc. cit., pp. 220-224. 65. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1780, ff. 356-361; PEIRÓ, A.: Las Cortes..., p. 79; Correo Mercantil de España y sus Indias, 21-XI-1793, p. 115. 66. Citado por: PÉREZ SARRIÓN, Guillermo: Agua, agricultura y sociedad en el siglo XVIII. Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 1984, p. 397. 67. VILAR, Pierre: Cataluña en la España moderna. Barcelona, Editorial Crítica, vol. II (1987), p. 443.
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diversas lonjas por todo el partido, donde vendían bacalao y otras cosas y, finalmente, en 1795, manifiesta que «solo un comerciante Catalán de los establecidos en esta Villa, tendrá acopiadas en el dia para remitir á Cataluña, como unas 5.000 arrobas» de lana, en un año en que apenas se habían esquilado 6.400." Si esto ocurría en una zona tan alejada de Cataluña como las Cinco Villas, y en productos como el aguardiente, en los que la penetración comercial catalana hubo de ser muy tardía, hay que pensar en cuál sería el grado de penetración en el comercio del trigo. A esta exportación de productos aragoneses —especialmente trigo, aceite y lana— le correspondía una importación de textiles. No conocemos con exactitud las rutas por las que ésta se realizaba; pero parece ser que mientras la vía de salida del trigo seguía siendo la fluvial, la de penetración de tejidos era terrestre, a través de Lérida y Fraga hasta Zaragoza, para extenderse más tarde hacia Madrid. En cualquier caso, la ausencia de cualquier referencia al comercio francés durante todo este período muestra la efectividad que para la sustitución de franceses por catalanes tuvo la desaparición de las aduanas. Si atendemos a la documentación disponible, puede afirmarse que —en los últimos años del siglo XVIII—, Aragón estaba materialmente invadido por los textiles catalanes. La información de que disponemos es todavía insuficiente, pero revela la importancia de Aragón para la expansión de las fábricas catalanas. Entre 1759 y 1796 la casa Torrelló, de Igualada, realizó el 22,0% de sus ventas en Aragón." Por su parte, la fábrica Antón y Joaquín Sagrera, de Terrassa, realizó en Aragón —entre 1792 y 1807— el 28,6% de sus ventas.70 Este control del mercado aragonés por comerciantes catalanes se produjo en una época en la que se estaba recuperando lentamente la actividad industrial zaragozana. En 1771 (fecha más tardía para la que disponemos de información), habían recuperado el nivel de mediados del siglo anterior la mayor parte de las actividades, excepto las de la lana (cuyo número de talleres era inferior en un 67,5%). El número de talleres de las demás actividades textiles era apenas un 12,2% inferior al de 1642, y los de otras actividades un 2,5%. La misma recuperación se produjo en otras poblaciones aragonesas. Los 2 pasamaneros y 20 sastres que hemos registrado en Barbastro en 1680 se habían convertido en 26 y 42 maestros en 1773 y 1796, respectivamente.n 68. Correo Mercantil de España y sus Indias, 8-IV-1793, p. 18; 13-111-1794, pp. 164-165; 2-
VII-1795, p. 418. 69. Los puntos de destino estaban muy diversificados: Zaragoza (45,9%), Calatayud (35,8%), Barbastro y Huesca (12,4%), Tamarite de Litera (3,9%) y Daroca (2,0%), con un total de 25 compradores (DURÁN, Montserrat, TORRAS, Jaume: Los mercados de una empresa pañera catalana en la segunda mitad del s. XVIII. La casa Torelló, de Igualada, 1759-1796, comunicación presentada al XII Simposio de Análisis Económico. Barcelona, septiembre de 1987). 70. Del total, apenas el 1,0% se vendía en Tarazona y el resto en Zaragoza. En su mayor parte, las ventas eran de los géneros más comunes: bayetas y paños veintiseisenos (BENAut. BERENGUER, Josep M.: La comercialización de los tejidos de Lana a fines del s. XVIII y comienzos del XIX. El ejemplo de la fábrica de Terrassa "Antón y Joaquim Sagrera", 1792-1807, comunicación presentada al XII Simposio de Análisis Económico. Barcelona, septiembre de 1987). 71. AHPZ, Audiencia; Libro del Real Acuerdo, 1772 [sic], ff. 227-232; 1796, ff. 736-796.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
Las posibilidades exportadoras del cereal inclinaron a los grandes propietarios hacia su cultivo; mientras que los pequeños (artesanos y labradores) fueron muchas veces incapaces de sustituir el viñedo (que en Zaragoza presentaba elevados volúmenes de producción y grandes dificultades de comercialización). Los datos de que disponemos para Zaragoza en 1806 permiten afirmar que eran los sectores de cultivadores directos (artesanos y labradores, tanto de la ciudad como de las poblaciones vecinas) quienes tenían una menor proporción de tierra de cereal en sus propiedades." En conjunto, casi la mitad (el 45,1%) de la tierra de cereal de Zaragoza estaba en manos de la iglesia y otras manos muertas; el 14,1% en las de la nobleza; el 23,0% en las de los hacendados" y el 2,2% en las de eclesiásticos particulares. Los cultivadores directos únicamente eran propietarios del 15,6% de la tierra de cereal.74 Esta concentración de buena parte de los excedentes trigueros en pocas manos facilitaba su tarea a los exportadores, que podían adquirir con antelación grandes partidas. A esta época corresponde la primera estimación de que disponemos del volumen de trigo exportado a Cataluña. Según Antonio Arteta, de la cosecha de 1778-79 se extrajeron por el Ebro 50.000 cahíces (89.680 Hl.), a los que habría que añadir los que por tierra salieron de Torrente de Cinca, la ribera de este río, Tamarite de Litera y Huesca." La construcción del Canal Imperial de Aragón facilitó el transporte de cereales, a partir del inicio de su navegación, en febrero de 1789.76 Junto al tráfico fluvial-marítimo existía otro terrestre. En 1814 Antonio Plana señala que Aragón surtía de trigo a Lérida, Balaguer, Agramunt, Tárre72. Los datos proceden de: PEIRÓ, Antonio: Regadío, transformaciones económicas y capitalismo (La tierra en Zaragoza, 1766-1849). Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1988, pp. 40, 48. 73. Con esta denominación aparecen agrupados en la documentación los empleados y funcionarios, miembros de profesiones liberales, comerciantes, infanzones y algunos labradores. 74. Lo mismo ocurría en otras localidades cercanas. Así, en La Puebla de Alfindén (1768), artesanos y labradores únicamente tenían plantadas de cereal el 73,8% de sus tierras, frente a un promedio del 82,7% para todos los sectores. Las mismas proporciones eran, respectivamente, del 87,3% y el 89,2% para Zuera (1819). Tan sólo el 43,6% y el 42,6%, respectivamente, de la tierra de cereal estaba en manos de artesanos y labradores (Elaboración propia a partir de: A[rchivo] del T[érmino] del U[rdán], sin sign.: Cabreo del Término de Urdán, ff. 428-579; A[rchivo] M[unicipal] de Zu[era], caja 434, exp. 7398; Catastro de la villa de Zuera, 1819). 75. ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio: Discurso instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos concedida por S.M. para el comercio de América en que se proponen los géneros y frutos de este Reino más útiles a este fin, y los medios de extraerlos y negociarlos con mayor economía y beneficio. Madrid, Imprenta Real, 1783, pp. 26-27 (1.a ed.: Zaragoza, 1780. Reed. facsímil: Zaragoza, 1984). 76. PÉREZ SARRIóN, Guillermo: El Canal Imperial y la navegación hasta 1812. Zaragoza Institución «Fernando el Católico», Junta del Canal Imperial de Aragón, Facultad de Filosofía y Letras, 1975, p. 133.
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ga, Montblanc, Reus, Valls y Tarragona," pero el volumen de estas extracciones parece ser muy reducido. La Guerra de Independencia tuvo sobre la economía aragonesa unos efectos muy inferiores a los que tradicionalmente han sido admitidos. Efectivamente, la visión catastrofista está dejando paso a otra, según la cual dichos efectos tuvieron importancia sólo a un plazo muy corto. Ahora sabemos, por ejemplo, que el número de nacimientos en Zaragoza en el periodo 1814-22 fue apenas un 3,1% inferior al del período 1800-08," lo que muestra la rápida recuperación de la población, incluso en una ciudad que había sufrido tan profundamente las consecuencias de la guerra. Por otra parte, la utilidad fiscal anterior a la guerra se había ya recuperado en 1818 ó 1819, y los otros efectos —tala de olivar y viñedo— fueron incluso positivos a medio plazo, dado que permitían sustituir la producción de vino (sin apenas salida en el mercado) por la de cereales." Por el contrario, los efectos sobre la industria fueron más duraderos. La Guerra de Independencia supuso un nuevo hundimiento de las actividades textiles en Zaragoza (descenso del 51,9% en el número de talleres entre 1771 y 1823), mientras que otras actividades se mantuvieron prácticamente estables (descenso del 11,1%, que ya se había recuperado en 1831). El hundimiento del textil se debió a la seda, tintorería y confección; pues los bajísimos niveles de la lana hacían casi imposibles nuevos descensos.' El resultado de la Guerra sobre la estructura productiva aragonesa fue, por tanto, un nuevo incremento de la producción de cereales y una disminución de la de textiles. Aunque la información de que disponemos es incompleta, parece indudable que prosiguieron tanto las importaciones desde Cataluña de productos manufacturados, como la exportación de cereales. Éstas debieron de aumentar aún más a partir de 1820, cuando se prohibió la importación de cereales extranjeros, de los que se proveía —en su mayor parte— la ciudad de Barcelona.' 77. P[LANA], A[ntonio]: Manifiesto del vecindario, producciones, y cargas de Aragón, antes del año 1808, y en el de 1813: publicado con motivo del cargamento de Contribución directa, decretado por las Cortes generales y extraordinarias á dicha Provincia. Zaragoza, Oficina de Miedes, 1814, p. 14.
78. Calculado a partir de: CASTILLO VALGAÑÓN, Ismael et al.: «Evolución de la población de Zaragoza en el siglo XIX (Un estudio a partir de los registros parroquiales)», Zurita, 57 (1988), p. 40. 79. PEIRó, A.: Regadío..., p. 186. 80. Una visión del hundimiento de la actividad industrial tras la Guerra de Independencia, en: FORCADELL, Carlos: «Manufacturas y descomposición gremial. Una encuesta en la Zaragoza de fines del antiguo régimen», Cuadernos Aragoneses de Economía, 6 (1981/82), pp. 191-202 (recogido en: FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy, FORCADELL ALVAREZ, Carlos: Aragón Contemporáneo. Estudios. Zaragoza, Guara editorial, 1986, pp. 13-25). 81. Sobre su repercusión sobre el mercado catalán puede verse: FRADERA, Josep M.: «El comercio de cereales y la prohibición de 1820 (el caso del mercado catalán)», Agricultura y Sociedad, 30 (1984), pp. 137-168.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
Cuadro 5 EXPORTACIÓN DE TRIGO ARAGONÉS A CATALUÑA
FECHA
1778/79 1818 1840 1848/49
VÍA FLUVIAL
VÍA TERRESTRE
89.680 72.544 140.000 358.720
— — 17.936
TOTAL
> 89.680 > 72.544 > 140.000 376.656
Cantidades en Hl. Fuentes: 1778/79: ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio: Discurso instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos concedida por S.M. para el comercio de América en que se proponen los géneros y frutos de este Reino más útiles a este fin, y los medios de extraerlos y negociarlos con mayor economía y beneficio. Madrid, Imprenta Real, 1783, pp. 26-27 (1'. ed.: Zaragoza, 1780. Reed. facsímil: Zaragoza, 1984). 1818: Archivo] H[istórico] N[acional], Consejos; leg. 1.346. 1840: Calculado a partir de: MADOZ E IBÁÑEZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, P. Madoz y L. Sagasti, vol. III (1846), p. 481; SEGURA I MAS, Antoni: «El mercat de cereals i liegums a Barcelona (1814-1868)», Recerques, 14 (1983), p. 203. 1848/49: NOUGUÉS SECALL, Mariano: Medios de evitar la carestía, o sea Observaciones económico-legales sobre la producción de granos en la Península, con especialidad en Aragón y sobre la Real Orden de 14 de marzo de 1847 prohibitiva de su extracción. Zaragoza, Imprenta de Antonio Gallifa, 1848, p. 17; MADOZ, E: op. cit., vol. XVI (1850), p. 526.
La exportación de cereales aragoneses a Cataluña siguió aumentando una vez que se recuperó de los efectos negativos de la Guerra. Tras ésta, se interrumpió su transporte por el Canal Imperial, pero siguió realizándose por el Ebro." En 1840 la exportación por vía fluvial-marítima se situaba ya en 140.000 Hl. (superior en más de un 50% a la de antes de la Guerra), pero sería en esta década cuando estas cantidades aumentasen aún más, al producirse dos hechos que alteraron profundamente la posición de los trigos aragoneses en el mercado catalán: la aparición de las primeras harineras y la revolución de los transportes."
82. BURRIEL, M.A.: Porvenir industrial de Zaragoza, si se aprovecha la fuerza motriz que hoy se pierde en el Canal Imperial. Zaragoza, Imprenta de M. Peiró, 1841, pp. 19-24. 83. PEIRÓ, A.: loc. cit., pp. 224-230.
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LAS HARINERAS Y LA REVOLUCIÓN DE LOS TRANSPORTES Tras la paralización del transporte por el Canal Imperial, la alternativa para mejorar las comunicaciones y facilitar el transporte pasaba por la canalización del Ebro. La idea —con precedentes muy antiguos— fue retomada coincidiendo con los precios más bajos del trigo de todo el período que hemos podido estudiar," en 1840 (coincidiendo también, por tanto, con la mayor importancia relativa de los gastos de transporte sobre el precio total). Al año siguiente el alcalde progresista de Zaragoza, Miguel Alejos Burriel, se hizo eco de la validez del proyecto del italiano Juan Enrique Misley, consistente en transportar las mercancías por el Canal, hasta la terminación de éste en las cercanías de Fuentes de Ebro, y luego por tierra hasta Sástago, donde serían embarcadas por el Ebro. En noviembre de 1842 se inició en Barcelona la suscripción de acciones, que fracasó." En 1849 E Royo y Segura e I. Pano proponían, por separado, la continuación del Canal Imperial y la canalización del Ebro, persiguiendo entre sus objetivos facilitar el comercio.86 Al año siguiente, firmado por el director de la Caja de Descuentos Zaragozana, el futuro ministro progresista Juan Bruil, apareció un Proyecto de navegación del río Ebro, desde el Bocal de Tudela hasta el Puerto de los Alfaques, en el que se indican las auténticas causas del interés aragonés por navegar el Ebro: «...sin embargo de que Aragón es el país indicado naturalmente para llenar aquel vacío [el de granos en Cataluña], no es el que disfruta de estas ventajas, sino que con evidente perjuicio de su prosperidad, Castilla la Vieja es el territorio privilegiado para alimentar la Cataluña, no obstante la inmensa distancia á que se encuentran ambos países. Esta situación tan ruinosa para los aragoneses, desaparecería desde el momento en que la navegación permanente del Ebro facilitase á precios cómodos el transporte de sus frutos á Cataluña, al mismo tiempo que fomentando y aumentando los riegos, de que tanta necesidad tienen aquellas fértiles campiñas, fuesen más pingües y constantes las cosechas».'
Con el mismo objeto de navegar el Ebro, el 29 de diciembre de 1852 se constituyó en Barcelona la Real Compañía de Canalización del Ebro, con un capital de 126.000 reales de vellón, presidida por el Duque de Rianzares, segundo esposo de doña María Cristina. Las obras se centraron en el curso bajo del Ebro, llegando un caporcito a Escatrón en 1858, y suspendiéndose las 84. Al menos, es el mínimo entre 1649 y 1920. 85. CARRERAS Y CANDI, Francisco: La navegación en el río Ebro. Notas históricas. Barcelona, Imprenta La Hormiga de Oro, S.A., 1940, pp. 213-223. 86. ROYO Y SEGURA, Francisco: Memoria sobre la continuación del Canal de Aragón, su desagüe en el Ebro y canalización de este hasta el mar, con el presupuesto de gastos para dichas obras cálculo de los productos. Zaragoza, Imprenta y Librería de Ramón León, 1849 (Reimp.: Zaragoza, 1980); PANO DE SESÉ, Ignacio: Observaciones sobre el proyecto de canalizar el río Ebro, y enlazarlo con el Canal Imperial de Aragón. Zaragoza, Imprenta y librería de Roque Gallifa, 1849, 16 p. 87. BRUIL, Juan: Proyecto de navegación del río Ebro, desde el Bocal de Tudela hasta el Puerto de los Alfaques presentado al Excmo. Sr. Ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Zaragoza, Imp. y Lit. de Peiró, 1850, 5 h., 1 h.b.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
obras por la dificultad que suponía continuarlas hasta Cataluña. La empresa hubo de cerrar en 1879, al no poder soportar la competencia del ferrocarril." Este interés creciente por navegar el Ebro se producía a causa del aumento de la exportación: entre 1840 y 1848/49 las salidas por vía fluvial pasaron de 140.000 Hl. a 358.720 Hl., con un aumento del 156,2%. La estructura de cultivos hubo de adecuarse para poder hacer frente a estos elevados volúmenes de exportación. Así, en Zaragoza, ciudad para la que disponemos de una serie larga de superficies cultivadas, en 1806 la superficie de cereal, frutal y huerto era de 5.426 Has. (el 49,9% de la superficie cultivada); en 1849 ascendía a 6.983 (el 60,5%), y en 1881 alcanzó las 9.361 (71,9%).89 El segundo elemento que hemos de considerar es la aparición de las harineras. Hasta la década de 1840, los molinos abastecían a Zaragoza de harina para su consumo, mientras que los cereales destinados a la exportación eran extraídos sin sufrir ninguna transformación. Pero en 1845 se crearon dos harineras en la ciudad, a las que en 1848 se unió otra. En 1860 su número se elevaba ya a 12, y en 1864 a 19, alcanzando en 1868 las 30, con una capacidad de molturación de un millón de Qm. de harina.90 Tras la aparición del ferrocarril, el panorama exportador cambió por completo, puesto que ahora resultaba más fácil para Barcelona proveerse de trigos castellanos. El 21 de marzo de 1862 Zaragoza quedó unida a Barcelona por ferrocarril. A partir de 1863-64 se redujo bruscamente la llegada de harina por cabotaje a los puertos catalanes.' El ferrocarril permitía una mayor rapidez y seguridad que el transporte fluvial-marítimo, a la vez que unos costes inferiores. Paradójicamente, el desarrollo del ferrocarril supuso un grave obstáculo para la industria harinera aragonesa, ya que para competir con el transporte marítimo que colocaba a bajo precio el trigo extranjero en los puertos españoles, las compañías de ferrocarriles concedían tarifas especiales a las harineras del litoral catalán que adquiriesen trigo castellano.' Pero la crisis harinera y la reestructuración de la economía aragonesa para hacer frente al trigo castellano corresponden ya a un período más reciente, del que no vamos a ocuparnos aquí. 88. CARRERAS, E: op. cit., pp. 225-263. 89. PEIRÓ, A.: Regadío..., pp. 178-179. El crecimiento del cereal se dio en el primer tercio del siglo; en una zona eminentemente vinícola como la de Miralbueno-Garrapinillos la superficie destinada al cereal, frutal y huerto pasó de 359 Has. en 1806 (14,0% del total) a 957 Has. en 1837 (31,0%) (Poitó, A.: Regadío..., pp. 182, 184; A[rchivo] del C[anal] l[mperiall de A[ragón], caja 537). 90. PEIRó, A.: loc. cit., p. 228. 91. GARRABOU, Ramón, SANZ FERNÁNDEZ, Jesús: "La agricultura española durante el siglo XIX: ¿Inmovilismo o cambio?, en GARRABOU, Ramón y SANZ FERNÁNDEZ, Jesús (eds.): Historia agraria de la España contemporánea. 2. Expansión y crisis. Barcelona, Editorial Crítica, 1985, pp. 53, 61. 92. Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País: Exposición que eleva la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País al Ministro de Fomento, sobre los perjuicios que a los fabricantes de harina de Zaragoza, origina la rebaja de precios que las empresas de ferrocarriles de Barcelona y Pamplona han otorgado a los fabricantes de harinas de Castilla. Zaragoza, Imp. de Castro, 1863, 7 p.
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COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN
EL MODELO DEMOGRÁFICO Y SOCIAL ¿Qué modelo demográfico y social se deducía de la transformación de la economía aragonesa en el siglo XVII? Disponemos de algunos elementos para esbozar sus líneas generales. En primer lugar, la especialización en la producción cerealista llevaba consigo un aumento de la producción de trigo, pero ese trigo no se consumía dentro de Aragón sino en Cataluña. Por tanto, el número de personas que podían alimentarse en Aragón creció de forma más limitada de lo que permitía la producción de trigo. En efecto, aunque la población aragonesa representaba en 1797 el 6,24% de la española, la producción de trigo en 1799 era el 9,15% del total." El resultado fue, por tanto, un crecimiento demográfico inferior a las posibilidades productivas y una densidad notablemente inferior a la media española (13,8 ha./km2, frente a 20,9 hablking." La sustitución de los textiles propios por los de importación llevó aparejada una reducción de la mano de obra empleada en la industria. Por otra parte, el aumento de producción agraria exigía un mayor contingente de trabajadores, pero al tratarse de un cultivo extensivo en mano de obra como el cereal, ésta únicamente era necesaria en los momentos de la cosecha. Las consecuencias sociales dependieron —en gran medida— de la velocidad a la que se produjo el proceso. Si aceptamos que la introducción de textiles franceses aumentó rápidamente desde 1646 y que el incremento de la exportación de cereales fue continuo al menos desde 1653, hemos de pensar que el fenómeno estuvo en auge al menos desde esta fecha y hasta 1677, en definitiva que el primer impacto se produjo en un período relativamente corto de tiempo, aunque sus consecuencias se dejaron notar durante todo el siglo XVIII. Las repercusiones fueron diversas dentro de cada uno de los sectores productivos. Conviene recordar el cursus tradicional del artesano dentro de la actividad gremial: tras un periodo de aprendizaje (generalmente de uno a cuatro años), se accedía a la condición de mancebo (designación que en Aragón tenían los oficiales), a partir de la cual y tras aprobar un examen podía convertirse en maestro y establecerse por cuenta propia. Este cursus se vio profundamente alterado. Cumplido el aprendizaje, el acceso a la condición de mancebo era automático en la casi totalidad de los gremios. Era, por tanto, imposible mantenerlo en la categoría de aprendiz, realizando las labores propias de éste. De esta manera, aunque lo ideal para adaptarse a la nueva situación hubiese sido una reducción de los efectivos gremiales, el resultado fue que siguió siendo necesario admitir nuevos aprendices para que realizasen las tareas que les eran propias. Es posible que este crecimiento fuese controlado, pero aun así el número de personas capacitadas para 93. El conjunto formado por Aragón y Cataluña presentaba una posición más equilibrada: el 14,38% de la población y el 12,11% de la producción de trigo. 94. La • media del conjunto Aragón-Cataluña se encontraba también más cercana a la media: 19,0 hab./km2.
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Antonio PEIRÓ ARROYO
realizar labores más complejas (maestros y mancebos) no se redujo. Por el contrario, sí disminuyó la producción, por lo que una parte importante de los mancebos cayeron en una situación de subempleo. En conjunto la población artesanal asalariada (registrada en los censos bajo las denominaciones de maestros jornaleros, jornaleros y mancebos) no hizo sino crecer. No disponemos de datos para el siglo XVII, pero en el siguiente el fenómeno es claramente perceptible: en Zaragoza de un 19,3% del total de la población artesanal en 1723, se pasó al 27,8% en 1733 y al 33,4% en 1766." Poco sentido tenía que los mancebos accediesen a la categoría de maestros, puesto que el aumento del número de talleres únicamente aseguraba que cada uno de ellos tendría menos trabajo.' En definitiva, los gremios adoptaron medidas para limitar cada vez más el acceso a dicha categoría. A lo largo del siglo XVII las pruebas exigidas fueron complicándose cada vez más, mientras se consolidaba una situación de autorreclutamiento. Al margen de que algunos gremios fijasen para hijos y yernos de maestros menos operaciones que para los demás examinados, se les señalaron cantidades menores por la entrada. Una muestra de la efectividad de estas medidas nos la ofrecen los gremios zaragozanos de sogueros y alpargateros y de saqueros y lineros. Entre 1661-70 y 1701-11, la proporción de nuevos maestros hijos y yernos de maestros ascendió de forma continuada, pasando del 6,9% al 46,9%." De esta forma, la condición de mancebo dejó de ser temporal y se convirtió —en muchos casos— en definitiva, por lo que se generaron formas propias de organización y de defensa de unos intereses que cada vez se diferenciaban más de los de quienes accedían a la maestría. Conocemos la existencia de cofradías de mancebos, distintas de las de los maestros, a partir —al menos— de 1601. En Zaragoza hemos documentado doce, de las cuales en 1737 y 174750 existían al menos nueve de forma simultánea." Sus efectivos eran —frecuentemente— muy elevados; tan sólo la de mancebos sastres contaba, en 1790, con 292 miembros. Junto al objeto puramente religioso y la ayuda mutua, las cofradías de mancebos fueron el vehículo para organizar las reivindicaciones de éstos. Reivindicaciones que recogieron un amplio abanico: control del mercado de trabajo, desaparición de limitaciones al ingreso en el gremio, imposición de condiciones de trabajo, limitación del trabajo de los aprendices o, sencillamente, reparto de la plusvalía. Por otra parte, el aumento de las necesidades de mano de obra en las épocas de cosecha llevó consigo un aumento del número de jornaleros del campo. 95. Elaboración propia a partir de AMZ, cajas 145, 146 y 158. 96. Es necesario considerar también las dificultades adicionales para la instalación de nuevos talleres, ya que la disposición de un local en condiciones y los costes de instrumentos y materias primas (que el maestro debía adelantar) eran importantes y esta importancia aumentaba relativamente en tiempos de escasa demanda. 97. Elaboración propia a partir de REDONDO, G.: op. cit., pp. 268-276. 98. Cofradías de mancebos existieron también en Barbastro, Huesca y Tarazona.
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COMERCIO DE TRIGO Y DESINDUSTRIALIZACIÓN
Aunque las cifras de que disponemos son muy incompletas, algunos ejemplos locales nos permiten afirmar un incremento de su número, que se iniciaría en los últimos años del siglo XVII y proseguiría hasta bien entrado el siguiente. Así, los jornaleros pasaron de constituir el 10,6% de la población activa en Barbastro en 1619, al 11,4% en 1680 y el 63,2% en 1786. Un crecimiento menos importante, pero también notable, se produjo en Jaca, pasando del 7,5% en 1718 al 23,5% en 1787. En Huesca su importancia se mantuvo estable entre 1716 (30,1%) y 1787 (29,1%). En Zaragoza, su número osciló entre el 4,2% y el 4,5% de la población total entre 1723-66, pero ascendió al 7,3% en 1787, para volver a caer posteriormente." Este sector planteó también reivindicaciones laborales propias, especialmente en las dos últimas décadas del siglo XVIII. En definitiva, el surgimiento de un nuevo circuito comercial, primero de exportación de trigo a Cataluña y de importación de textiles desde Francia, y luego de doble sentido en dirección a Cataluña, llevó consigo una profunda transformación de la estructura económica y social de Aragón, marcando las líneas generales de su crecimiento hasta la llegada del ferrocarril.
99. Estas cifras están basadas en: ADPZ, ms. 628; Vezindario de Zaragoza echo por el Sr. Intendente D. Juan Antonio Diaz de Arze en el año de 1723; AMZ, caja 146, núms. 2 y 3; caja 158, núm. 2; BRAH, legs. 9/6179, legs. 9/6181, 9/6185, 9/6186 y 9/6188; CANELLAS LóPEZ, Ángel: «Demografía de la ciudad de Jaca en el reinado de Felipe V de Borbón», Pirineos, 83-86 (1967), pp. 203-269; D.R.: «Zaragoza a fines del siglo XVIII», Revista Aragón, II, 3 (1901), pp. 80-84; REULA ARASANZ, M. José: «Demografía oscense: el Vecindario de Campoflorido (1712-1717)», Argensola, 96 (1983), pp. 213-244; SALAS AUSENS, J. A.: op. cit., pp. 292-294.
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LAS RELACIONES MERCANTILES ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA EN EL SIGLO XVIII
José Ignacio GÓMEZ ZORRAQUINO*
En esta Comunicación pretendemos aportar algunos pequeños apuntes que puedan servir para conocer mejor las relaciones comerciales y humanas entre Aragón y Cataluña. Desgraciadamente, nuestro análisis no sirve para medir cuantitativamente estas relaciones, sino que al hilo de varias noticias plantearemos algunas reflexiones sobre los contactos comerciales. Antes de empezar a precisar el estudio queremos hacer las siguientes observaciones: — Debemos decir que una parte importante de las relaciones mercantiles catalano-aragonesas estaban controladas por miembros de la burguesía originarios de Cataluña. Este aspecto no es muy novedoso si tenemos en cuenta que existen varios estudios sobre las actividades de la colonia catalana asentada en diversas zonas peninsulares y de los contactos mercantiles de estos territorios con Cataluña. La mayor parte de la documentación utilizada para la realización del estudio procede de los diferentes archivos aragoneses. Esto significa que el análisis se centra mucho más en las particularidades de las relaciones comerciales desde Aragón hacia Cataluña que desde el territorio catalán hacia Aragón. Creemos que el conocimiento de las relaciones mercantiles entre Aragón y Cataluña está en manos de los investigadores que estudian el ámbito catalán. Esto es debido, principalmente, a dos motivos: a la pobreza documental de Aragón en relación con estos temas (creemos que ha desaparecido o se encuentra en paradero desconocido gran parte de la documentación privada) y a que los intercambios, como hemos dicho, estaban controlados en buena medida por la burguesía de origen catalán. (*) Universidad de Zaragoza.
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LAS RELACIONES MERCANTILES EN EL SIGLO XVIII
Una vez realizadas estas precisiones deseamos centrarnos en dos apartados. Por una parte, se debe destacar la presencia —permanente o temporal— de comerciantes catalanes en Aragón que se dedicaban a las más diversas actividades comerciales a través de compañías mercantiles. Esta presencia se desarrolló en el contexto de la nueva situación creada tras la guerra de Sucesión (con cambios en el marco institucional, monetario,... y donde destaca la supresión de las aduanas interiores de los territorios de la Corona de Aragón y de éstos con Castilla)' y, principalmente, debido a la nueva expansión económica de Cataluña durante las últimas décadas del siglo XVIII.' La colonia catalana se asentó en Aragón en el período que va aproximadamente de 17701808, aunque con antelación también podemos encontrar esporádicamente algunos comerciantes catalanes.' El territorio aragonés era un ámbito ideal para que la burguesía catalana extendiese sus negocios, ya que podían adquirir productos agrícolas y materias primas para el consumo directo y para su transformación, bien fuesen para el mercado interior catalán o para la comercialización en el exterior. Aunque el mercado aragonés no era muy grande, la burguesía catalana también vio en dicho mercado la posibilidad de introducir productos elaborados (textiles y otros transformados industriales) y redistribuir algunos de los bienes adquiridos en dicho territorio. Por otra parte, hay que incidir en la doble relación mercantil que mantenían algunos particulares y compañías tanto de origen aragonés como catalán. Nos estamos refiriendo a la casi exclusiva ocupación de comercializar en Cataluña las lanas y plantas tintóreas (roja o rubia,...) aragonesas y de vender en Aragón los productos textiles catalanes (paños, tejidos de algodón,...).4 Estos intercambios tenían vida al amparo de la especialización agropecuaria y del escaso peso industrial de Aragón. También gracias al crecimiento de las industrias lanera y algodonera de Cataluña, lo que propiciaba una fuerte demanda de lana y plantas tintóreas y la búsqueda de nuevos mercados para dar salida a 1. Este planteamiento lo tomamos prestado del trabajo de TORRAS ELÍAS, J. expuesto en las páginas precedentes. 2. VILAR, P. (1973), Vol. III, pp. 335-367. 3. En torno a 1750 existió una fuerte afluencia de pescadores y comerciantes catalanes hacia Galicia. La llegada de catalanes al reino murciano se centró en el período 1770-1780, teniendo gran incidencia a partir de 1820-1830. En Cádiz, los catalanes estaban presentes en 1735-1736 e incluso antes. ALONSO, L. (1986), pp. 27-47. MEUIDE, A. (1984), pp. 7-38. PÉREZ PICAZO, M. T., y LEMEUNIER, G. (1984), p. 184. PÉREZ PICAZO, M. T., y LEMEUNIER, G. (1984), pp. 747-755. MARTÍNEZ SHAW, C. (1978), pp. 347-356. MARTÍNEZ SHAW, C. (1981), pp. 89-198. DELGADO RIBAS, J. M. (1978), pp. 127-139. NAVARRO MIRALLES, L. J. (1978), pp. 63-80. OLIVA MELGAR, J. M.a (1978), pp. 113-131. GONZÁLEZ ENCISO, A. (1985), pp. 31-57. 4. ANDREU VIDIELLA, M. (1985), pp. 533-544. DURÁN, M., y TORRAS, J. (en prensa). BENAUL BERENGUER, J. M. (en prensa). MUSET PONS, A. (1988), pp. 395-403. MUSET PONS, A. (1989), pp. 45-67. TORRAS, J. (1987), pp. 145-160. SÁNCHEZ SUÁREZ, A. (1989), pp. 9-24. FERNÁNDEZ, R. (1982), pp. 1-131.
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José Ignacio GÓMEZ ZORRAQUINO
los productos fabricados.5 La estrategia empresarial de los particulares y compañías estaba montada en el trabajo a comisión, a riesgo, a cuenta, actuando como corresponsales, etc... Al lector le puede extrañar que no incidamos en la comercialización del excedente agrario aragonés en Cataluña (principalmente el trigo). Las razones de la aparente exclusión son evidentes, ya que la Comunicación de A. Peiró es suficientemente clarificadora y porque una parte importante de la exportación debió estar controlada por los arrendatarios de las rentas feudales. Esto último implica que durante gran parte de la segunda mitad del siglo XVIII la exportación del excedente agrario aragonés estuvo en manos de las compañías catalanas asentadas en Aragón, aspecto que ya hemos señalado. Para el resto del siglo, podemos vaticinar que la salida de los excedentes agrícolas aragoneses hacia Cataluña no alcanzaron el volumen de la segunda mitad. Las razones de esta situación deben ser diversas (el crecimiento de la producción agrícola inició su despegue conforme avanzaba el siglo, la incidencia del Canal Imperial de Aragón y del Canal de Tauste en la agricultura y en el transporte solamente es constatable a finales del siglo, etc.) y quizá una de ellas tenga mucho que ver con la configuración del grupo social de la burguesía mercantil que residía en Aragón, ya que durante el setecientos los miembros originarios de Francia (durante los primeros decenios), Navarra (entre el tercer decenio y la mitad de siglo) y Cataluña (segunda mitad del siglo) eclipsaron sucesivamente a los regnícolas. Esto significa que los franceses y navarros debieron orientar sus actividades exportadoras e importadoras hacia sus lugares de origen o donde los beneficios fuesen mayores pero sin que Cataluña contase con las ventajas de los años de finales de siglo. Todo lo dicho hasta el momento significa que las relaciones mercantiles entre Aragón y Cataluña estaban fundamentadas en la exportación de productos agropecuarios aragoneses a Cataluña y en la importación por parte de Aragón de productos elaborados en el territorio catalán (principalmente textiles). Además, también debemos añadir la particularidad de que una parte importante de este tráfico estaba controlado por los fabricantes y comerciantes catalanes. Estos aspectos reforzaron la especialización productiva de ambos territorios en la dirección citada anteriormente, dándose la circunstancia de que, previsiblemente, la balanza de pagos era favorable a Cataluña. Tampoco podemos perder de vista el que el capital acumulado por los catalanes —gracias a la comercialización por tierras aragonesas— se invertía en sus lugares de procedencia, provocando una descapitalización a largo plazo de Aragón. *
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Como hemos anticipado, las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña debieron adquirir mayor importancia durante la segunda mitad del siglo 5. MALUQUER DE MOTES, J. (1984), pp. 268-280. TORRAS, J. (1981), pp. 7-28. TORRAS, J. (1984), pp. 113-127. MUÑOZ LLORET, J. M. (1984), pp. 399-409. BADOSA COLL, E. (1984), pp. 345349. MARTÍNEZ SHAW, C. (1985), pp. 55-131. MUSET PONS, A. (1989), pp. 45-67. MARTÍNEZ SHAW, C. (1974), pp. 243-267. FONTANA, J. (1974), pp. 358-365. VILAR, P. (1981), pp. 173-191. GRAU, R., y LóPEZ, M. (1974), pp. 59-91. VÁZQUEZ DE PRADA, V. (1984), pp. 635-642. SÁNCHEZ SUÁREZ, A. (1984), pp. 779-785. FERRER ALóS, LL. (en prensa). CARRERAS, A. (1990), pp. 260-274.
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LAS RELACIONES MERCANTILES EN EL SIGLO XVIII
XVIII y una especial relevancia en el último cuarto de siglo. Es en ese momento cuando la economía catalana vivió bajo un fuerte expansionismo y cuando llegó al territorio aragonés la colonia catalana de comerciantes. Aragón también estuvo inmerso en un destacado crecimiento económico durante gran parte del siglo XVIII, al amparo de la coyuntura favorable, de los cambios en la agricultura,... y porque el dinamismo de la economía catalana también influyó positivamente en el territorio aragonés. La llegada de diversas compañías comerciales catalanas al territorio aragonés supuso una inyección importante en los intercambios catalano-aragoneses, ya que las actividades de estas compañías se fundamentaban en la comercialización en el interior y exterior de los excedentes agropecuarios aragoneses y en la importación desde Cataluña de diversos productos elaborados. Las compañías de los Cortadellas (Francisco Cortadellas, José Cortadellas, Francisco Satorras, Antonio Figarola, Tomás Ignacio Soler, Ramón Jover, José Comas y Antón Bosch), de los Goser (Ramón Casellas, Francisco Goser, Ramón Goser, Vicente Goser, José Goser y Pablo Morros), de Castaño (Miguel Francisco Garde, Pablo Pijuán —padre—, Pablo Pijuán —hijo—, José Castaño y Jaime Espina), de Cos (José Cos y Cía), de García Molas (Jaime García Molas, José Bover y José García Alegre) y de Iglesias (Magín Iglesias) participaron activamente en los arrendamientos de las rentas feudales.' Gracias a estos contratos tenían la posibilidad de conseguir un primer beneficio fundado en la diferencia entre lo pagado y lo recaudado. Además, la recaudación de las rentas feudales aportaba una serie de productos agropecuarios dispuestos para su comercialización. Seguramente, una pequeña proporción de estos productos eran distribuidos dentro del territorio aragonés (especulando con la escasez) y el resto se destinaban a la exportación con dirección a Cataluña (donde eran consumidos directamente o reexportados y también podían ser transformados para el consumo interior o para ser nuevamente exportados).' El interés de las compañías catalanas por la recaudación de las rentas feudales se demuestra claramente por su continuada participación en los arrendamientos. Todas las compañías reseñadas fueron arrendatarias de las rentas de las más diversas poblaciones de las actuales provincias aragonesas, aunque, como es lógico, el campo de actuación era más amplio en el caso de las sociedades de mayor peso económico. Tampoco podemos olvidar que estas sociedades fundaron varias factorías con el fin de facilitar la administración de las citadas rentas y, a la par, poder adquirir diversos productos y participar en la intermediación comercial (alquiler de mulas, compra-venta y arriendo de pro6. GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. (1988), pp. 405-423. Algunas de estas compañías han sido analizadas en diversos trabajos. Las referencias sobre estos estudios se pueden localizar en las páginas del citado artículo.
7. El interés de la compañía Cortadellas por la transformación de los productos agrarios puede explicar la creación de una fábrica de jabón propia, fundada en Calaf (en junio de 1784), y donde además de jabón elaboraban aguardiente, vino y aceite. MUÑOZ MELGAR, R. (1984), pp. 321-331.
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piedades rústicas y urbanas, préstamos monetarios, etc.).8 La compañía de los Cortadellas fundó factorías o administraciones en Canfranc, Huesca, Mallén, Siétamo, Ballobar, Monzón, Salillas, Sena, Fraga, Mequinenza, Sariñena, Teruel y Zaragoza. La sociedad de los Goser creó factorías en Híjar, La Puebla de Híjar, Sástago y Zaragoza. Aunque estas claves no sirven para cuantificar el volumen de lo recaudado, de lo exportado y, mucho menos, del beneficio comercial, ello no descarta que una parte importante de los excedentes agropecuarios contratados por los catalanes tomasen rumbo a Cataluña gracias al transporte fluvial o terrestre.'
El otro aspecto importante de las relaciones mercantiles entre Aragón y Cataluña es la casi exclusiva ocupación de algunos particulares y compañías en comercializar la lana aragonesa en Cataluña y de hacer lo mismo en Aragón con los textiles catalanes. Esta doble actividad se complementaba con otras actuaciones como la exportación de productos aragoneses a Cataluña (plantas tintóreas, azafrán...) y la importación de otros que podían provenir de la producción catalana o del comercio exterior de este territorio (cacao, canela, azúcar,...)." Como hemos anticipado, la doble relación comercial que mantenían Aragón y Cataluña con respecto a la lana y a los textiles tenía su fundamento en que ambos territorios eran excedentarios en los productos que exportaban y deficitarios en los que importaban. Aunque desconocemos el volumen de la producción lanera de Aragón, el consumo interior de este producto y las sumas exportadas, suponemos que la mayor parte de la producción salía al exterior como consecuencia del escaso peso de la industria textil aragonesa y de la demanda de lana de la industria europea y catalana." Debemos tener en cuenta que la industria lanera catalana experimentó un importante crecimiento hasta 1760-1770." Posteriormente, esta industria dio un giro importante entre 1833 y 1849, con el comienzo de la fabricación de géneros finos y de «novedad» —que exigía materia prima de primera calidad— y la introducción de las primeras máquinas de vapor. Este subsector se mecanizó íntegramente, aunque con mayor lentitud que el algodonero, y se concentró en Sabadell y Terrassa." 8. GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. (1988), pp. 411-423. 9. Solamente contamos con escasas noticias sobre la salida de productos hacia Cataluña. 10. ANDREU VIDIELLA, M. (1984), pp. 533-544. 11. Seguramente, la demanda catalana y europea propició el que los precios de la lana aragonesa satisfechos por la industria de dichos territorios fuesen superiores a los pagados en Aragón. Por ello, algunas partidas que «a priori» podían ser objeto de transformación cerca del ámbito de la producción recalarían definitivamente en el exterior. Aunque aquí estamos destacando los contactos entre Aragón y Cataluña tampoco podemos olvidar que unas relaciones similares se desarrollaban entre Aragón y el sur de Francia. 12. TORRAS ELíAS, J. (1981), pp. 7-28; (1984), pp. 113-127. MUÑOZ LLORET, J. M. (1984), pp. 399-409. BADOSA COLL, E. (1984), pp. 345-349. 13. MALUQUER DE MOTES, J. (1984), p. 274.
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Así pues, a los condicionamientos económicos propios del territorio aragonés debemos unir el proceso evolutivo de la industria catalana. Además, tampoco podemos olvidar los cambios acaecidos en el comercio exterior español (de los que no debió escapar Aragón), centrados principalmente en los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX. Si nos referimos a los tejidos se puede decir que a mediados del ochocientos se nota una caída importante de las importaciones de estos bienes manufacturados." Por otra parte, en torno a 1820 hay una pérdida de los mercados laneros europeos y un descenso del precio de la lana, situación que se agrava conforme avanza el siglo." Serán, pues, estas cuestiones las que nos permitirán interpretar los datos disponibles hasta el momento, sin olvidar algunas particularidades de Aragón. Tradicionalmente, una parte importante de la lana aragonesa viajaba a diversos países europeos y especialmente a Francia. Durante los primeros años del siglo XVIII debió mantenerse esta tendencia gracias al papel que desempeñaba la burguesía mercantil francesa dentro de Aragón. Solamente en la segunda mitad del siglo XVIII debió cambiar esta dinámica por la fuerte influencia de la burguesía originaria de Cataluña. Esto significa que el comercio específico de la lana aragonesa exportada a Cataluña solamente fue destacado durante la segunda mitad del setecientos. Cuando esta situación podía perdurar —en los inicios del siglo XIX—, el proceso de modernización de la industria pañera catalana, su especialización en géneros de calidad y los cambios acaecidos en el comercio exterior echaron por tierra estos intercambios. Se prefería la lana castellana —de mejor calidad— porque la aragonesa sólo podía emplearse en la fabricación de paños de calidad baja y media.' La importación de productos textiles catalanes por parte de Aragón se desarrolló en términos similares al proceso exportador de la lana aragonesa, aunque con alguna matización. Durante la primera mitad del siglo XVIII, Aragón debió abastecerse principalmente de géneros textiles franceses, ingleses,... y sólo esporádicamente de catalanes. Esta tendencia debió empezar a decantarse a favor de Cataluña muy a finales del siglo XVIII, cuando mejoraron la calidad de sus paños, cuando los precios fueron más competitivos y cuando la colonia catalana tomó fuerza en Aragón. Conforme se penetra en el siglo XIX, los géneros textiles catalanes eran más apreciados en Aragón y en el resto del territorio peninsular, todo ello coincidiendo con el proceso modernizador de la industria catalana y con la prohibición de entrada en España de un buen número de productos europeos. Así pues, encontramos la paradoja de que la lana aragonesa era rechazada en Cataluña cuando más aceptación 14. Remitimos al lector a los trabajos de L. PRADOS DE LA ESCOSURA. 15. Destaca el trabajo de GARCÍA SANZ, A., «La agonía de la Mesta y el hundimiento de las exportaciones laneras: un capítulo de la crisis económica del Antiguo Régimen en España», Agricultura y Sociedad, n.° 6,1978, pp. 296-310. 16. La cabaña aragonesa no estaba formada por ovejas merinas, raza ovina que producía una materia de excelente calidad. Solamente en la sierra de Albarracín y en otras áreas limítrofes con Castilla existía un buen número de cabezas de esta raza. Además, estas zonas altas se beneficiaban de las ventajas de la transhumancia, lo que facilitaba una mejor alimentación durante el invierno y propiciaba una mayor cantidad y calidad de lana por oveja.
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tenían los textiles catalanes en Aragón. Esto es debido a que la producción lanera no se ajustó a las demandas del mercado y sí lo hizo la industria textil. Como ejemplo de lo que decimos podemos citar los siguientes datos: Así, durante la segunda mitad del siglo XVIII, la empresa pañera creada por la casa Torelló, en Igualada, vendió en Aragón una proporción importante de su producción pañera (en Tamarite de Litera, Barbastro, Huesca, Daroca, Calatayud y Zaragoza). A la par, esta empresa adquirió en el territorio aragonés buena parte de la lana de calidad media que la empresa necesitaba, pero también aceite para utilizarlo en la fabricación de paños." Algo semejante hacía la fábrica de Antón y Joaquín Sagrera, de Terrassa, durante los años 1792 y 1807.18 Otros ejemplos de actuaciones similares se encuentran en la casa Francesc Ribas y Cía, que vendía indianas en Zaragoza, Huesca y Barbastro (la distribución en Zaragoza representaba el 0,69% del total de las ventas de la casa durante 1766-1768 y 1774-1783) y compraba roja en Tarazona.'9 La fábrica de indianas barcelonesa de Joan Rull y Cía se proveía en Aragón de productos tintóreos y otras materias primas a través de la compañía zaragozana creada por Joaquín Bentué y Cía (durante 1791-1800)." La casa Armengol Gener distribuía azúcar, cacao, canela, cera, cochinilla, palo campeche y palo de Brasil en el territorio aragonés y adquiría cacao, canela, cochinilla y grana en Zaragoza (esta casa adquirió el 4,22% del total de sus mercancías en Aragón y exportó a dicho territorio el 3,27% de sus ventas, todo ello durante los años 1749-1784).2' Desde el territorio aragonés, los Torres y otras casas comerciales actuaban como corresponsales de varias fábricas de textiles y comerciantes de Cataluña durante la segunda mitad del setecientos.' Estas corresponsalías tenían la función de distribuir los productos textiles catalanes en Aragón y su entorno y proveer a la industria con lana y otras materias primas. Así, los Torres servían lana y aceite a los Torelló, Gloria, Valls, etc., y percibían paños y otros productos textiles de los Torelló y otras fábricas para luego ser distribuidos por el territorio aragonés. Esta actuación comercial se concretaba principalmente a comisión, aunque en otras ocasiones se realizaba al contado, a plazos, a cuenta,...23 Otra casa comercial con orígenes catalanes que actuó de forma similar a la de los Torres —también originarios de Cataluña— fue la de los hermanos Garriga, aunque éstos trabajaron en los primeros decenios del siglo XIX. Esta casa, asentada en Zaragoza, distribuía por Aragón los productos textiles cata17. DURÁN, M. y TORRAS, J. (en prensa).
18. BENAUL BERENGUER, J. M. (en prensa). 19. MUSET PONS, A. (1988), pp. 397 y 399-400. 20. SÁNCHEZ SUÁREZ, A. (1989), pp. 16-17. 21. ANDREU VIDIELLA, M. (1984), pp. 535-540. 22. GÓMEZ ZORRAQUINO, J. I. (1989), pp. 121-123. 23. TORRAS, J. (1987), p. 154. FERNÁNDEZ, R. (1982), p. 40.
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lanes24 y, seguramente, adquiría las materias primas necesarias para la industria pañera. Fue a partir de 1831 cuando la sociedad «Garriga Hermanos» se especializó en estas actividades pero también participó en otros negocios (transportes, hilatura y minería)." Por último, queremos citar la casa comercial de los Fortea. Esta casa, asentada en Zaragoza, tenía unos orígenes aragoneses, a diferencia de los fabricantes y comerciantes de textiles citados (Torelló, Sagrera, Ribas, Rull, Armengol, Torres y Garriga). A pesar de esta particularidad, las actuaciones mercantiles de los Fortea no difieren mucho de lo dicho hasta el momento. Sin embargo, la documentación localizada nos permite profundizar en algunas particularidades de los contactos de esta casa con el exterior y ratificar los pequeños cambios que hay en las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña, especialmente durante los primeros años del siglo XIX." La sociedad de los Fortea empezó fundamentando sus actuaciones en el trabajo de los hermanos Joaquín y Manuel Fortea. Joaquín controlaba la sociedad desde Zaragoza, donde estaba la sede social. Manuel, residente en Calamocha, participaba en la adquisición de las materias primas que luego eran exportadas y distribuía los géneros textiles que llegaban a manos de su hermano. Este papel de Manuel nos muestra una de las señas de identidad de la casa Fortea en los primeros años del siglo XIX. Nos referimos a que Calamocha —lugar de nacimiento de los miembros de la sociedad— y su entorno jugaban un papel imprescindible en los negocios, porque eran el centro del aprovisionamiento y distribución de las mercancías comercializadas. Otra seña de identidad es que buena parte de la lana exportada se adquiría en Aragón y en las zonas castellanas limítrofes (Lechago, Santa Eulalia del Campo, Blancas, Bello, Bañón, Fuentes Claras, Odón, Torralba de los Sisones, Used, Monreal del Campo, Peracense, Pozondón, Monterde, Pozuel, Albarracín, Miravete, El Campillo y la sierra del entorno de Molina de Aragón). Finalmente, debemos destacar que la mayoría de los contratos de compra de tejidos y de venta de lana aragonesa eran concordados con Francia —donde Marcelo Maisounabe, residente en Olorón, actuaba como factor de la casa, encargándose de la distribución de la lana en Toulouse, Bordeaux... y de las compras de tejidos franceses, aunque también pasaban por sus manos los adquiridos en otros países del continente europeo—, quedando Cataluña relegada a un segundo lugar." Esta situación, constatable en los años 1817-1818, sólo cambió un poco cuando el siglo XIX estaba bien avanzado (tenemos constancia de ello para los años 1842-1846). Además, como ya hemos adelantado, se puede plantear la 24. Remitimos al lector al trabajo de GARCÍA LÓPEZ, J. R., incluido en este volumen. 25. Ibídem. 26. Este trabajo lo estamos concretando en la actualidad. 27. Se pueden constatar relaciones comerciales recíprocas con los fabricantes de paños José Castelví (vecino de Esparreguera), Francisco 011er (vecino de Centelles), José y Juan Bautista Galí (vecinos de Terrassa). Además, la casa Fortea adquirió textiles de algodón a los fabricantes José Rogen y Cía (de Barcelona), Ramón Joval (de Reus) y Juan Martí (de Valls).
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hipótesis de trabajo de que la situación descrita para 1817-1818 se debe ampliar a buena parte del siglo XVIII. La citada hipótesis no entra en contradicción con lo dicho hasta ahora por los siguientes motivos: — Aunque la presencia francesa en Aragón fue debilitándose conforme avanzaba el siglo XVIII, esta relación no podía desaparecer de la noche a la mañana. Por ello, no nos debe extrañar que Aragón mantuviese con Francia unas importantes relaciones comerciales durante el siglo XVIII y principios del XIX. — Anteriormente hemos hablado del desarrollo de la industria textil catalana durante buena parte del siglo XVIII y, principalmente, durante los primeros decenios del siglo XIX. Sin embargo, no podemos olvidar que la industria inglesa, francesa,... inició su crecimiento y modernización con anterioridad a la catalana. Esto significa que la producción textil de los citados países iba por delante de la catalana tanto en calidad como en precios. Por ello, es lógico pensar que Aragón prefiriese comprar los productos textiles europeos, solamente desplazados por los catalanes cuando éstos fueron verdaderamente competitivos en el mercado. Una prueba documental de lo que afirmamos se encuentra en una carta de Joaquín Fortea, fechada el 17-1-1818, y remitida a los señores Galí y Vinyals, fabricantes de paños, vecinos de Terrassa, donde les dice lo siguiente: «No dudo que con la plantificación de nuevas máquinas y la reunión de capitales podrán Vds. llevar su fábrica de paños al grado de mayor perfección y que los precios modificarán alguna cosa, a fin de que por este medio consigamos sean preferidos a los extranjeros, que es lo que tanto conviene a nuestro ramo de la industria nacional...».28 — Tampoco podemos perder de vista las duras prohibiciones de introducir algunos géneros europeos en España durante las primeras décadas del siglo XIX. Con esta actuación y con la creación de determinados aranceles se protegía la industria nacional y se castigaban las importaciones europeas. Con la implantación de esta política exterior y la paralela modernización de la industria textil catalana se crearon los pilares básicos para que los textiles europeos quedasen relegados a un segundo lugar, por detrás de los nacionales. Esta última cuestión enlaza con las observaciones del inicio del trabajo y nos permite mostrarnos pesimistas sobre el largo y dificultoso camino que hay que recorrer para conocer en profundidad las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña. Los trabajos monográficos sobre diversas casas comerciales y fabricantes textiles catalano-aragoneses están permitiendo hacer valoraciones sobre los intercambios entre ambos territorios e incluso plantear hipótesis sobre los momentos en que hay un mayor o menor volumen. Sin embargo, estos datos no clarifican el peso de las relaciones comerciales catalano-aragonesas en el monto total de los contactos mercantiles de estos territo28. Biblioteca de la Fac. de CC. EE. Fondos Fortea. L-164. Carta de 17-1-1818.
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ríos con el exterior. Este aspecto final es de vital importancia para poder calibrar en su justa medida los intercambios entre Aragón y Cataluña. Este planteamiento no enmascara una realidad bastante constatable. Aragón y Cataluña mantuvieron durante el siglo XVIII y principios del siglo XIX unos contactos comerciales nada despreciables. Ambos territorios, fronterizos y hermanados históricamente, tenían unas particularidades económicas que se complementaban a la perfección. Buena parte de los excedentes agropecuarios aragoneses tenían salida en el mercado catalán y una proporción de la producción industrial catalana encontraba compradores en Aragón. Estos intercambios, fundados en buena medida en el paulatino avance de la especialización productiva, contribuían a que la citada especialización aumentase. De acuerdo con los productos intercambiados —y sin tener en cuenta el volumen— podemos pensar que la balanza de pagos entre Aragón y Cataluña era favorable al territorio catalán. También existían diferencias en cuanto a los agentes de la comercialización, ya que las sociedades catalanas controlaban la mayoría de los intercambios y ello permitía que el beneficio comercial fuese a parar a Cataluña. Éstos y otros aspectos nos ponen en contacto con una serie de conceptos como «descapitalización», «dependencia», «atraso industrial»..., aplicables a la economía aragonesa y que están conectados con las relaciones económicas catalano-aragonesas. Sin embargo, a la hora de utilizar estos conceptos no se pueden perder de vista los puntos positivos de estas relaciones en Aragón, tales como la dinamización de la vida comercial y el desarrollo del sector agropecuario. Todo ello, gracias al destacado papel de la colonia catalana asentada en el territorio aragonés y al dinamismo de la economía de Cataluña.
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TORTOSA, PUERTO DE ARAGÓN. LA CONEXIÓN ARAGONESA CON LA AMÉRICA ESPAÑOLA (1765-1808)
Josep M. DELGADO RIBAS
Este ensayo tiene la modesta pretensión de indagar sobre cuál fue el resultado final de una de las principales preocupaciones de los políticos e ilustrados aragoneses del último tercio del siglo XVIII: el abrir una vía de acceso al comercio con América a través de la habilitación del puerto dels Alfacs de Tortosa. El delta del Ebro constituye el relieve más característico de la costa catalana y a la vez, el que en tiempos históricos ha sufrido más alteraciones en su morfología como resultado de la acción, a largo plazo, de la sedimentación de arenas y limos arrastrados por las corrientes marinas, y a corto plazo, de las crecidas del río y los temporales. Por sus dimensiones —320 Km2 y una penetración mar adentro de 25 kilómetros— es el tercer delta del Mediterráneo, después del Nilo y el Ródano. Su formación comenzaría hace unos 3.000 ó 3.500 años tras la estabilización del nivel del mar, creciendo hasta mediados del siglo XX a un ritmo de alrededor de 10 m2 por año. Aún en época romana, la desembocadura del Ebro se asemeja a una ría y las embarcaciones de cabotaje accedían sin dificultad hasta Tortosa.' Ya a mediados del siglo XVIII, el delta presentaba un perfil muy similar al actual, destacando en su relieve la formación de dos abrigos naturales, uno en dirección noroeste, entre la punta de la Figuera y la del Fangar, utilizado por pequeñas embarcaciones de poco calado, y el otro en dirección sudoeste, de mayores dimensiones, fruto de la acción del levante en el arrastre de los sedimentos fluviales. Este último, cerrado por la punta de la Banya y la punta del Fac,2 constituía propiamente el puerto deis Alfacs de Tortosa, el mejor de 1. RIBA, BOLOS, PANAREDA, NUET y GOSÁLBEZ (1979), pp. 43-44. Para mayor detalle, véaMALDONADO, «El delta del Ebro: estudio sedimentológico y estratigráfico», Boletín de
se A.
I, Barcelona, 1972. 2. Utilizamos la toponimia de mediados del siglo XVIII. Hoy, estos promontorios son conocidos como «punta de la banya» y «punta del Galatxo». Estratigrafía,
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TORTOSA, PUERTO DE ARAGÓN
todo el litoral catalán hasta avanzado el siglo XIX. Entre sus cualidades destacaba la excelente protección que ofrecía frente a todos los vientos, a excepción del poniente, que cuando soplaba con fuerza podía dificultar la entrada en la olla. Asimismo su calado en la parte central alcanzaba los 22 pies, permitiendo el fondeo de los veleros dedicados a la navegación de altura. Sin embargo, la naturaleza misma del abrigo creaba algunos problemas que llegaban, incluso, a hacer peligroso el fondeo en el puerto, y difícil la conexión con la navegación fluvial a través del curso bajo del Ebro. Por su carácter insalubre, los alrededores de la bahía deis Alfacs estaban despoblados y el sinuoso terreno formado caprichosamente por el régimen de vientos y mareas era ideal para la acción de los corsarios berberiscos que hasta las últimas décadas del siglo XVIII tenían en esta zona una de sus áreas de captura preferidas. El cañón de la Torre de San Juan constituía la única defensa existente en la bahía, y las embarcaciones procuraban echar el ancla dentro de su campo de tiro para el caso de una eventual agresión corsaria.' La necesidad de utilizar el caudal de los ríos españoles para el transporte de mercancías a larga distancia es un reclamo constante en los escritos económicos que desde el siglo XVI intentaron buscar soluciones al complejo proceso de la decadencia peninsular. En este sentido, los precedentes quizá sean el Memorial sobre la navegación de los principales ríos de España,' escrito en 1580 por Juan Bautista Antonelli y dirigido a Felipe II, que se ocupaba extensamente de la navegación en el Tajo, y el Razonamiento sobre la navegación del Guadalquivir (1585), de Fernán Pérez de Oliva.' Es necesario esperar, sin embargo, 100 años para encontrar la primera referencia al aprovechamiento del Ebro para la navegación fluvial. En 1677, Liñan y Vera y Busignac de Bordón recogían el fruto de una experiencia realizada por encargo de las Cortes de Aragón a bordo de una pequeña embarcación para comprobar «si se podría hacer navegable el río Ebro desde Zaragoza hasta el Mediterráneo, y acerca de elegir un puerto en este mar para el comercio de aquel Reyno».6 Cien años después, los notables de la ilustración aragonesa, y su órgano más representativo, la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País vinculaban la navegación por el Ebro, con el comercio libre de Indias, y el arreglo del camino carretero que unía Zaragoza con Tortosa.7 Todos estos textos coincidían en destacar las dificultades con que se encontraban las barcazas que descendían por el Ebro para realizar el último 3. La información sobre las características del puerto deis Alfacs procede de la Relación que individualiza y acompaña el Proyecto del canal que se propone para facilitar la Navegación del Río Ebro, en una porción de su curso que se halla impracticable, como asimismo lo que debiera ejecutarse para poner el puerto de los Alfaques en el debido estado, elaborado en 1749 por el ingeniero militar Juan Caballero (AGS, D. G. R., 2 r., leg. 795). 4. AHN, Estado. 5. CANGA ARGÜELLES (1827), t. V, p. 184. 6. Mss. cit. por CORREA (1981), p. 167. 7. Estos textos, recogidos en las Actas de la RSAAP, son citados por FERNÁNDEZ CLEMENTE (1988).
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tramo de su trayecto, entre Amposta y la desembocadura, como resultado de la irregularidad en el caudal de agua. Durante el estiaje veraniego, debían ser descargadas a la altura de Amposta y sus mercancías transbordadas a embarcaciones aún más pequeñas, encareciendo y dilatando la navegación fluvial. Aun en condiciones normales, el transporte en este tramo del río no permitía el paso de embarcaciones de más de 1.000 quintales, y las de mayor cabida debían ser arrastradas por reatas de mulas que avanzaban penosamente por el camino de sirga de las orillas. Las avenidas planteaban problemas no menos complicados a la navegación. La crecida del río superaba con facilidad el alveo desbordando el cauce natural y propiciaba el embarrancamiento de las barcazas patroneadas por manos poco diestras. Pero todas estas dificultades podían, y debían ser superadas por el hombre.' Los primeros esfuerzos serios dirigidos a desarrollar una infraestructura que resolviera estos problemas y facilitara la salida al mar de las mercancías aragonesas destinadas a mercados extrapeninsulares deben relacionarse necesariamente con la creación de la Compañía de Comercio y Fábricas de Zaragoza, autorizada por Real Cédula de 27 de junio de 1746. Esta iniciativa empresarial, puesta en marcha por los grupos sociales que controlaban el excedente agrario e industrial, y querían rentabilizarlo canalizándolo hacia el exterior, planeó y realizó en parte importantes obras en infraestructura destinadas a facilitar la salida de los productos aragoneses al mar. Además de invertir fuertes sumas en la rehabilitación del maltrecho castillo de Amposta para convertirlo en almacén destinado a la recepción de las diferentes mercancías que bajaban por el Ebro durante los meses que era navegable,' la Compañía transformó en camino carretero practicable la senda que unía Amposta con Els Alfacs para salvar el último tramo del río. Durante estos mismos años, y en el marco del proceso de modernización de la armada española emprendido por Ensenada, el acondicionamiento del puerto tortosino se convirtió también en un objetivo del estado. Fruto de esta preocupación, hacia 1749, el ingeniero Juan Caballero elaboró un proyecto que pretendía resolver las dificultades que las expediciones de la Compañía habían puesto de relieve mediante la construcción de un canal navegable que uniera Amposta con la torre de La Rápita, eludiendo de este modo el terreno pantanoso y poco firme de la parte central del delta, y reduciendo las distancias entre Amposta y el puerto deis Alfacs. El canal proyectado debía cubrir una distancia de 7,8 km, con una anchura de 15 metros, y una profundidad de 1,95 metros. Con la tierra extraída, se elevaban los márgenes del canal hasta una altura de 0,8 metros para evitar que la crecida del río anegara el canal, cegándolo con lodos y arenas.' 8. Los problemas que plantea la navegación del curso bajo del Ebro son tratados de forma detenida en el Estudio de Juan CABALLERO que acompaña al proyecto de navegación de 1749. Vid. nota 3. 9. AGS, Secretaría de Hacienda, leg. 856. 10. Las características técnicas del proyecto, en AGS, Hacienda, DGR, 2 r., leg. 795: Condiciones que deben observar el Asentista o Asentistas que tomaren a su cargo el asiento del canal que debe executarse en el terreno intermedio de la villa de Amposta hasta la Plata contigua al Puerto de los Alfaques.
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La obra no se llevaría a cabo hasta el reinado de Carlos III, y sobre la base de otros proyectos que aparecen recogidos en la obra de Frances1 Carreras i Candi dedicada a la navegación del Ebro." El fracaso de este primer intento no puede desvincularse del de la iniciativa empresarial aragonesa que pretendía darle vida. Pese a sus privilegios y al entusiasmo inicial con que la nobleza y el clero aragonés suscribieron el proyecto, lo cierto es que la Compañía de Comercio y Fábricas de Zaragoza, como la inmensa mayoría de las compañías privilegiadas, fue un rotundo fracaso. Las dificultades para cubrir el fondo social de 500.000 pesos obligaron a acudir al mercado de capitales para obtener dinero a censo al 3%. Aun así, nunca pudo operar con más de un tercio del capital social previsto." Quizá el mejor resumen que pueda hacerse de la trayectoria de esta empresa y de las causas de su fracaso sea el que estampó un oficial de la Secretaría de Hacienda en la primera hoja de un expediente sobre la Compañía: «La extracción de granos que intentó la Compañía, la variación en la cuenta y ley de los tejidos, y la desunión entre los asociados fueron causas de sus pocos progresos. Hubieron de tomar mucho dinero a censo de tres por ciento para poder sostener los gastos de obras y de establecimientos de muchas fábricas; en éstas tuvieron mala elección y dirección, de donde resultaron muchos artefactos poco vendibles y gastos muy grandes para almacenarlos en Madrid, en Cádiz y en América, donde permanecían largo tiempo sin venderse»." Una Orden de 7 de junio de 1754 encargó la gestión de la Compañía a la Junta de Comercio y Moneda, sin que su gestión en los 20 años siguientes se reflejara positivamente en la cuenta de resultados. En 1774, y a instancias de uno de los miembros más destacados del partido aragonés, el Conde de Fuentes, hubo un último intento por reflotar una empresa «reducida a menos de la mitad de su fondo principal y cargada de enseres inútiles»; con tal bagaje, el resultado final era previsible. Carlos III decidió, diez años después, proceder a su liquidación. El triste final de la Compañía de Comercio y Fábricas de Zaragoza no provocó el desánimo entre los que pensaban que la salida al mar a través de Tortosa ofrecía una gran oportunidad para transformar el Ebro en una especie de Mississippi aragonés. La influencia creciente en la corte del «lobby» aragonés, sobre todo en el período comprendido entre el motín de Esquilache y la caída de Grimaldi, permitió que los proyectos que no se habían podido llevar antes a la práctica por falta de financiación o de apoyo político fueran asumidos por la política de obras públicas de la monarquía. La habilitación del puerto dels Alfacs de Tortosa al comercio libre con las Indias por R. O. de 16 de 11. CARRERAS I CANDI (1940), pp. 191 y SS. 12. Sobre la Compañía, véase CANELLAS (1952) y ZARAGOZA (1984). Conozco este último trabajo gracias a la amabilidad de Antonio Peiró Arroyo. Resulta sorprendente que la historiografía aragonesa no haya aún afrontado el estudio en profundidad de esta empresa privilegiada. 13. AGS, Secretaría de Hacienda, leg. 856, «Hechos y expedientes de la Compañía de Zaragoza».
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marzo de 1778 abrió una nueva etapa de expectativas entre los ilustrados y políticos aragoneses, como lo demuestran los informes de Pignatelli, J. A. Hernández Larrea y M. Tornos, sobre las posibilidades que la liberalización del tráfico colonial ofrecía a la exportación de los productos aragoneses.'4 Incluso la documentación oficial, tan insensible en otras ocasiones, parecía contagiada por el renovado optimismo que existía en torno a las posibilidades del puerto recién habilitado. El administrador de la aduana de Tortosa no dudaba en reconocer que «el puerto de los Alfaques y el río Ebro están convidando a hacer allí uno de los mejores puertos que tenga el Mediterráneo, que es sin duda sitio para producir muchas ventajas al comercio de Tortosa y sacar de Aragón todos sus frutos y manufacturas, concurriendo también las de Valencia»,15 aunque advertía de que la ausencia de infraestructura no era la única causa del fracaso de las iniciativas anteriores. Las exageradas esperanzas depositadas en el mercado colonial quedarían recogidas de modo muy especial en el Discurso Instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos concedida por S. M. para el comercio de América, de Antonio Arteta de Monteseguro, que, aunque impreso en 1783, fue escrito, como indica Pérez Sarrión, cuatro años antes;" de otro modo no se explicaría el tono empleado a la hora de enumerar los previsibles efectos que la habilitación dels Alfacs iba a reportar a la economía aragonesa. El excelente estudio de Pérez Sarrión sobre esta obra hace innecesario cualquier comentario extenso sobre el contenido de la misma. No obstante, me gustaría hacer dos comentarios sobre el trabajo de Arteta. El primero es su falta de originalidad en lo que se refiere a planteamientos generales. Su lectura de la decadencia económica aragonesa, debida a la «falta de saca y consumo» y al comercio pasivo con el extranjero, reproduce los mismos argumentos utilizados en los años cincuenta y sesenta por algunos de los expertos consultados por la administración para proceder a la reforma del comercio colonial, como el marqués de los Llanos, Campomanes, o Craywinckel, y que luego pasaron a ser lugar común en la literatura posterior. Posiblemente, su análisis de la capacidad exportadora aragonesa sea más original, aunque sería interesante compararlo con el que, poco antes, realizaba Pignatelli con el mismo fin. Donde, en cambio, los errores de bulto son notables, posiblemente porque toda su información es meramente libresca, es en los cálculos sobre la rentabilidad de la exportación de los diferentes productos aragoneses a las colonias. Así, cuando habla de los granos, anticipa una «ganancia exorbitante» a los exportadores (p. 27), sin tener en cuenta los fletes que los navieros podrían cobrar por transportar la mercancía hasta América. Su opinión sobre las enormes posibilidades que un mercado como el antillano tenía para los trigos aragoneses, se basaba en la afirmación genérica de que los cereales se pueden 14. Véase FERNÁNDEZ CLEMENTE, 1988. 15. AGS, Hacienda, DGR, 2 r., leg. 795. 16. PÉREZ SARRIÓN, 1985, XXXV.
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exportar «con la misma seguridad que el vino y el aceite a los parages que no los recogen» (p. 32), ignorando la complementariedad existente entre las economías antillanas y la costa atlántica de lo que ya eran los Estados Unidos. Respecto al comercio de vinos y aguardientes sostenía opiniones erróneas por falta de información —se refería, por ejemplo a que el Reglamento de 1778 había concedido a vinos y aguardientes franquicia de «derechos de salida y entrada en América» (p. 47), o las «porciones considerables de vinos» exportadas a Indias desde Cartagena (p. 42). Sin embargo, no fueron las consideraciones más o menos certeras de los ilustrados aragoneses las que indujeron a la administración de Carlos III a convertir el área del delta del Ebro en uno de los principales objetivos de su política de obras públicas. El enorme poder e influencia que el Conde de Aranda mantenía sobre los ministros del monarca, pese a su dorado exilio en la embajada de París, obró el milagro de que todo aquello que repetidamente se había negado a la influyente burguesía comercial barcelonesa, esto es dinero público para evitar que el puerto de la ciudad condal no corriera el peligro cada invierno de quedar impracticable, se diera con extrema generosidad para la construcción de la nueva población de San Carles de la Rápita, del canal entre ésta y Amposta, y el acondicionamiento del puerto dels Alfacs. Pese a que los proyectos de fomento eran competencia exclusiva de un hombre poco amigo de recibir sugerencias como era el Conde de Floridablanca, Aranda no se olvidaba de recordarle la importancia de la obra y darle consejos sobre su realización. «Tengo premisas de que V. E. no olvida el puerto de los Alfaques, que es una alhaja por su situación, y suficiente para el comercio. Es un punto que reúne tres provincias contiguas como Aragón, Valencia y Cataluña, y aunque de más lejos, también la Rioja y Navarra por el Ebro. La navegación de éste no es tan difícil ni costosa como se imaginan, tengo mucho oído sobre ella. En los Alfaques por tierra, y barcos de costa pueden Valencia y Cataluña reunir una grandísima parte de sus efectos de muchas leguas. Lo primero que importa es un principio de población con plano hecho y arreglado para su continuación..., y un poner parte de aquel Puerto en estado de uso cómodo para embarcar y descargar con principio de muelle, y costados que el progreso del establecimiento iría adelantando bajo el plano también adecuado que se hubiere prescrito».' El Secretario de Estado se mostraba plenamente receptivo a estas ideas, tranquilizando al aragonés: «El puerto de los Alfaques es uno de mis objetos y un canal que he hecho allí para quitar el rodeo, y peligro de salir por el río al mar. Repose V. E. sobre mi actividad en este punto, sin el cual jamás se haría comercio, ni tendrían salida ventajosa los productos de Aragón».'" Como 17. ARANDA a FLORIDABLANCA, Pau, 21-VII-1785, AGS, Estado, lib. 180, fol. 51 v. La propuesta de Aranda era mucho más ambiciosa que la de los ilustrados aragoneses pues pensaba en Els Alfacs como gran puerto articulador de las economías valenciana, aragonesa y catalana, dando a entender que sólo con esta complementariedad el proyecto era viable.
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recientemente han señalado Fernández Clemente y Pérez Sarrión «la realidad fue mucho más prosaica».19 Las cifras de exportación a América registradas en el puerto deis Alfacs de Tortosa durante los años del comercio libre dejan al descubierto la insensibilidad de la economía aragonesa hacia los estímulos del mercado colonial. Cuadro 1 EXPORTACIONES A AMÉRICA A TRAVÉS DEL PUERTO DELS ALFACS (1778.1803)
REALES VN.
1778 1779 1780 1781 1782 1783 1784 1785 1786 1787 1788 1789 1790 1791 1792 1793 1794 1795 1796 1797 1798 1799 1800 1801 1802 1803
— — — — — — 795.861 2.000.953,5 1.666.780,5 422.116 1.878.788,5 695.820 4.586.794 360.204 2.071.903 2.305.403 891.884 — 1.788.571 470.904 2.433.814 1.255.123,5 125.022 — 831.070 3.994.415,5
Fuente: DELGADO RIBAS, 1981.
En treinta y seis años de «comercio libre» el volumen total de exportaciones a las colonias no alcanzaba por poco los 25 millones de reales, es decir, el valor de las mercancías registradas en Barcelona un año mediocre, y menos de la mitad del año récord de 1792. Respecto al total español, Els Alfacs mantie18. AGS, Estado, lib. 180, fol. 66 r. FLORIDABLANCA a ARANDA (3-IX-1785). Floridablanca compartía el sueño de Pignatelli de lograr la total navegabilidad del Ebro: «Ojalá pudiera yo remontarme hasta el Oceáno desde Tudela, que es en lo que pienso y trabajo». 19. FERNÁNDEZ CLEMENTE-PÉREZ SARRIÓN (1985), p. 595.
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ne casi constante una participación del 1% del comercio efectuado desde todos los puertos habilitados. Sería erróneo atribuir tal porcentaje a la participación del comercio aragonés: el 60% corresponde a aguardiente catalán, el 5% a vino catalán o de Castellón, otro 5% a papel y libros y otro 5% a pintados sobre lino y algodón de manufactura nacional, y un 4% a manufacturas extranjeras. El resto de las exportaciones es imputable a partidas cuyo origen resulta más difícil de precisar, tales como, manufacturas domésticas —medias, gorros, encajes, hilo, etc.—, zapatos, y muy especialmente las sederías, con un 13,5%, que por su elevado valor intrínseco podían soportar mejor un flete alto, sin que ello nos lleve a concluir que se trate tampoco de productos aragoneses. El administrador de la aduana de Els Alfacs es parco en palabras a la hora de tramitar el registro de carga. Nada dice sobre si las mercancías registradas se han cargado en este puerto, o bien simplemente se declaran en él para el adeudo de derechos. Tampoco ofrece el menor indicio sobre su procedencia. En conclusión, Tortosa continuó constituyendo, en el marco de la especialización productiva que caracterizó a la economía catalana del siglo XVIII, un área de servicios destinada a suministrar materias primas y alimentos a la activa capital del Principado utilizando para ello la flota de cabotaje más especializada del litoral catalán. La visión que nos ofrece de la burguesía comercial tortosina el Almanak Mercantil de 1796 indica que, algunos pequeños empresarios supieron aprovecharse de las posibilidades que ofrecía la visita, de tanto en tanto, de algún registro del comercio libre. Pero fueron pocos. Frente a 6 grandes mayoristas en el comercio de vinos y aguardientes, y cinco tratantes en maderas, Tortosa cuenta con 3 fábricas de papel y dos de aguardiente «que regularmente se embarca para América». La pequeña manufactura no siempre está vinculada al mercado colonial; de las cuatro fábricas de jabón que existen en la ciudad sólo una «algunas veces lo remite de su cuenta a América». Cuando tanto los ilustrados como el séquito de la corte de los milagros no sean más que un recuerdo en letra impresa o manuscrita, Madoz se referirá a los faraónicos proyectos puestos en marcha para transformar el bajo Ebro, y en especial a la fundación de San Carles de la Rápita, en un tono que no oculta cierto reproche hacia los que, a la muerte del monarca, los abandonaron: «El rey don Carlos III proyectó formar en este punto una colonia, edificando una gran ciudad con el título de San Carlos, como punto céntrico y mercantil por su posición topográfica entre las provincias de Aragón, Valencia y Cataluña; sin duda se habría llevado a efecto la idea, sino hubiera ocurrido la muerte de aquel monarca, y la separación de su ministro el Conde de Floridablanca, prescindiendo aún de los medios de ejecución, y de las medidas antieconómicas que se adoptaron, gastando inmensas sumas en la construcción de una lujosa ciudad antes de abrir su puerto, y los canales que debían hacerla florecer, y proporcionar a los territorios de las márgenes del Ebro la fácil exportación de sus frutos. Así es que sus inmensos almacenes, iglesias y cuarteles quedaron en bosquejo y consta hoy la población de estados por concluir». 20. MADOZ, P., Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico, XIII (1849), p. 373.
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Josep M. DELGADO RIBAS
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LAS RELACIONES COMERCIALES ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA, 1860-1975 Luis GERMÁN ZUBERO* Vicente PINILLA NAVARRO*
HACIA LA ARTICULACIÓN DEL MERCADO INTERIOR Durante la primera mitad del siglo XIX, la creciente articulación de la economía española en torno a la configuración de un único mercado interior, supuso para Aragón el mantenimiento de una economía de base agraria cuyos excedentes eran destinados mayoritariamente hacia Cataluña, con una economía más diversificada que, en esos momentos, estaba verificando su proceso de industrialización. Esta división regional del trabajo se consolidó con la creación y desarrollo de la red ferroviaria, que a su vez iba a impulsar la ampliación e integración del mercado interior. Es conocido cómo el eje básico en la articulación de este mercado interior, iniciada en 1820 con el decreto de prohibición de entrada de granos extranjeros, se constituyó sobre los intercambios de trigo y harina desde el interior peninsular hacia la periferia y las exportaciones de tejidos y manufacturas desde esta última, relación saldada con un balance comercial positivo para Cataluña. Este sistema de relaciones comerciales que se mantiene durante medio siglo entró en crisis especialmente desde los años de la depresión agropecuaria, en la década de los ochenta. En este contexto, asistimos en Aragón durante las décadas centrales del siglo, al igual que en toda la España interior, a un crecimiento significativo de la producción agraria, especialmente de cereales y viñedo (en este caso, el crecimiento quedó vinculado a la coyuntura filoxérica en Francia). El crecimiento agrario español que tuvo lugar durante estas décadas no se puede entender, además, sin el importante cambio institucional que previamente tuvo lugar. Con el conjunto de medidas que englobamos bajo la denominación de reforma agraria liberal se abrieron nuevas posibilidades para la agricultura que pueden sintetizarse en una mayor flexibilidad en las respuestas del sector agrario frente a los estímulos del mercado, el pleno disfrute de la producción y sus beneficios por sus propietarios y la libre disposición por parte de éstos sobre el factor tierra.' * Universidad de Zaragoza. Á. y GARRABOU, R. (1985).
1. GARCÍA SANZ,
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RELACIONES COMERCIALES (1860-1975)
Parece oportuno preguntarnos por el papel jugado por el tendido de la red ferroviaria española desde la década de los sesenta. Pese a haberse constatado de forma suficiente los obstáculos que los medios de transporte tradicionales impusieron al incremento de los intercambios por su alto coste, irregularidad y lentitud,' también de forma fehaciente se ha puesto de relieve cómo en ocasiones estos obstáculos se fueron removiendo lentamente y no impidieron que la articulación del mercado interior antecediese con mucho a la llegada del ferrocarril. Ahora bien, también es indudable que la construcción de aquél fue, como se ha dicho, un «eficaz instrumento de integración económica»3 por cuanto hizo posible un crecimiento significativo de los intercambios al abaratar su coste, acelerar su rapidez y asegurar su regularidad, permitiendo no sólo un aumento del comercio tradicional sino también el acceso al comercio a larga distancia de productos hasta entonces marginados de él. En este contexto de integración del mercado interior y tendido de la red ferroviaria la pregunta que debemos responder concierne a la importancia que tuvieron para la economía aragonesa y su crecimiento, las relaciones con la economía catalana durante el período que estamos examinando. Para ello puede ser útil, en primer lugar, y dado el carácter básicamente agrario de la economía aragonesa, caracterizar el tipo de crecimiento del sector primario que tuvo lugar tanto en Aragón como en Cataluña, para luego intentar definir en qué medida sus relaciones mutuas influyeron en él. Se partía a mediados del siglo XIX de estructuras agrarias bien distintas. Mientras que la agricultura aragonesa seguía siendo básicamente cerealista, la catalana ofrecía un perfil mucho más diversificado, como consecuencia de los cambios iniciados ya en el siglo XVIII, en el sentido de haberse alcanzado en algunas comarcas una especialización importante en algunos cultivos de exportación, como viñedo, olivar o algunos árboles frutales. El vino y el aguardiente se habían constituido en los principales productos de exportación del Principado, insuficientes, por otra parte, para compensar el déficit comercial producido por las necesarias importaciones de algodón, materia prima esencial para el desarrollo de la industria textil algodonera.' Esta distinta especialización agrícola quedaba perfectamente reflejada en las importantes superficies ocupadas por estos cultivos en 1860 así como en su evolución posterior. A pesar de la tosquedad de los datos de 1860, que ni siquiera permiten saber con exactitud la superficie ocupada por el sistema cereal, en ambos casos nos encontramos con una expansión significativa de la superficie agrícola hasta 1888. Dentro de esta expansión destacaron especialmente la del sistema cereal y la de olivares y viñedos. Un desglose de los datos por provincias matiza, sin embargo, notablemente estos datos.
2. RINGROSE, D. (1972); MADRAZO, S. (1984); GÓMEZ MENDOZA, A. (1982), pp. 20-26. 3. GARCÍA SANZ, Á. y GARRABOU, R. (1985), p. 51. 4. Sobre la agricultura aragonesa en el siglo XVIII, vid. PÉREZ SARRIóN, G. (1984); sobre la catalana, vid. VILAR, P. (1987).
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Luis GERMÁN y Vicente PINILLA
Cuadro 1 USO DEL SUELO AGRÍCOLA EN ARAGÓN Y CATALUÑA, 1860-1888 (EN HECTÁREAS)
CATALUÑA
ARAGÓN 1860
Total agricultura S.' Cereal
1888
1860
1888
1.082.333
1.331.956
960.787
1.142.230
(1) 943.104
1.056.403
473.749
536.799
Cereales y Leguminosas
591.080
372.899
Barbechos
465.324
163.900
Viñedo
89.777
162.556
311.228
367.445
Olivar
39.108
43.706
111.536
139.827
1.191
(3) 843
51.058
51.198
(2) 9.153
(3) 68.448
13.216
46.961
Árboles frutales Cultivos intensivos
Fuente: Aragón, PINILLA, V. (1990); Cataluña, PUJOL, J. (1988). (1) El total de cereales incluye probablemente también todos los cultivos intensivos excepto praderas artificiales, sin que sea posible realizar un desglose. (2) Sólo incluye praderas artificiales. (3) Estimación. Para detalles vid. fuentes.
En Aragón, un abrumador porcentaje del crecimiento de la superficie agrícola se localizó en Huesca (38%) y Zaragoza (44%), siendo muy inferior el de Teruel. En Cataluña, gran parte del crecimiento se situó en la provincia de Lérida. Ello fue especialmente notable en el caso de los cereales, donde casi con exclusividad tuvo lugar la expansión, destacando también esta provincia en el caso del viñedo por su espectacular crecimiento. Centrándonos, en consecuencia, tanto en los cultivos que más crecieron, cereales y viñedo, como en las zonas que también más lo hicieron, el interior catalán leridano y la zona de la depresión central aragonesa, cabe preguntarse por las razones que explican este crecimiento. En el caso de los cereales, aquéllas residirían en el crecimiento general de la población y especialmente de la de Barcelona y su área de influencia, y en la posibilidad de abastecerla una vez que el suministro exterior fue disminuyendo, mientras que en el caso del viñedo tanto en Aragón como en Lérida sería la demanda francesa la que explicó el formidable crecimiento. Aunque nos ocuparemos de explicar las razones que justifican el crecimiento de la producción aragonesa de cereales, creemos que el mismo esquema con ciertas matizaciones funciona en el caso de Lérida. 91 Índice
RELACIONES COMERCIALES (1860-1975)
Aragón, autosuficiente en la producción de cereales para su consumo interno, era con anterioridad a 1820 un proveedor regular de trigos a Barcelona, adonde llegaban sus excedentes por medio del cabotaje desde Tortosa a través del Ebro. El decreto de 1820 que reservaba el mercado interior para los productores nacionales, excepto en el caso de que el precio del trigo superase unos determinados límites, no significó a corto plazo en Cataluña un cierre inmediato al comercio exterior por cuanto la producción nacional se mostró insuficiente en los años de crisis de subsistencias o malas cosechas para evitar dicho recurso. Por ello el mercado catalán de cereales funcionó hasta los años treinta con un sistema mixto, basado principalmente en la producción interior, pero completado con cereales importados mediante autorizaciones temporales o contrabando. Por lo tanto, si a corto plazo la política prohibicionista aseguraba una salida segura para los excedentes cerealistas españoles, y entre ellos los aragoneses, en los años en que éstos existieran, a más largo plazo se iba a convertir en un fuerte estímulo para que aumentase la producción, hasta que ésta llegara a satisfacer completamente el mercado interior. De esta forma, Cataluña pasó de abastecerse de cereales importados y nacionales, a hacerlo con los procedentes de los puertos del norte de la península —punto de salida del grano castellano—, de la periferia mediterránea —donde se embarcaba el cereal andaluz y castellano-manchego— y del producido en la propia Cataluña interior y Aragón.' El grano aragonés —y las harinas obtenidas de su transformación industrial en Zaragoza especialmente desde finales de los años cuarenta— eran exportados por el río Ebro hasta Tortosa por medio de laúdes, barcos de poco calado, y desde aquí por medio de cabotaje hacia Barcelona. Durante la década de los cincuenta, en un contexto de fuerte crecimiento de la demanda de grano, se constituyó en Barcelona la Real Compañía de Canalización del Ebro, llevándose a cabo en los años siguientes obras de canalización y drenaje del curso bajo del Ebro, si bien jamás llegó a establecerse el contacto hasta Zaragoza, teniendo finalmente que cerrar la empresa fluvial ante la inexorable competencia del naciente ferrocarril. La entrada en servicio en 1861 del ferrocarril que unió Barcelona con Zaragoza iba a resultar trascendental en el desarrollo de estos intercambios, desplazando el flujo comercial a través del Ebro y posibilitando su crecimiento. Una parte muy importante de las mercancías transportadas por esta línea férrea fueron cereales y harinas, no sólo de origen aragonés o del interior catalán, sino también castellano, al ponerse en funcionamiento ese mismo año la línea Alsasua-Zaragoza, conectada a la red del Norte. A finales de la década de los setenta se había ya completado prácticamente dicho desplazamiento.' El saldo comercial de trigo y harina de este cereal remitido hacia Cataluña desde Huesca y Zaragoza por ferrocarril, alcanzó en aquellos años una cifra media de cuarenta y cuatro mil toneladas anuales a través de la línea de la 5. FRADERA, J. M. (1984), pp. 156-160 y FRADERA, J. M. (1987).
6. PASCUAL, P. (1989), p. 140.
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Compañía de los Ferrocarriles del Norte. La proporción que la harina representaba en las exportaciones totales era muy importante —unas tres cuartas partes del trigo se remitía transformado ya en harina— y evidenciaba el importante desarrollo de la industria harinera zaragozana en estos años. Con la construcción del ferrocarril, Zaragoza consiguió nuevas oportunidades productivas apoyadas en el factor localización. El innovador sector fabril harinero que había surgido en la ciudad desde 1845 iba a desarrollarse al beneficiarse del nuevo medio de comunicación y encontrarse respecto de Castilla (principal núcleo productor cerealista y harinero del país) a mitad del camino del mercado barcelonés. Así, durante la década de los años sesenta, Zaragoza se constituyó como tercer centro productor y expendedor de harinas de la España interior, tras Valladolid y Palencia. Las harineras zaragozanas alcanzaron una notable expansión productiva en esos años representando en 1863 el 13,7% de la capacidad productiva fabril española. Sin embargo, desde la reforma arancelaria de Figuerola (1869), que posibilitó la importación de trigos foráneos, el creciente consumo barcelonés de trigos y harinas cubierto generalmente por la producción interior fue complementado por importaciones. En esta expansiva coyuntura, sin embargo, la industria harinera interior todavía no pareció mostrar recelo de las posibilidades productivas del nuevo núcleo fabril harinero barcelonés (surgido alrededor de San Martí de ProvenQals), que representaba en 1863 sólo un 3,8% de la capacidad productiva fabril harinera española.' En definitiva, es muy difícil calcular el incremento de las exportaciones a Cataluña después de 1820 y el impulso que a aquéllas dio el referido tendido ferroviario. Sólo las estadísticas ferroviarias ofrecen garantías en cuanto a su calidad. De las comparaciones con las estimaciones recogidas por Peiró de las salidas de trigo por vía fluvial hacia Cataluña se deriva la constatación de un importante incremento entre 1818 y 1848 del volumen de trigo exportado, que todavía crecerá mucho más a finales de los setenta cuando su transporte se realice por ferrocarril.' En resumen, la producción cerealista en Aragón y su comercialización aumentaron de forma importante durante el segundo y parte del tercer tercio del siglo XIX, de manera que fue capaz no sólo de alimentar a una población en crecimiento, sino también de exportar hacia el mercado catalán importantes excedentes. El impulso para aquel crecimiento habría sido en primer lugar el propio aumento de la población y también la articulación, sobre todo a partir de 1820, de un mercado interior protegido fuertemente frente a la competencia exterior. El incremento de la oferta sólo fue posible gracias a las transformaciones introducidas por la reforma agraria liberal y que suponían el progresivo desarrollo del capitalismo en el campo. Estos crecientes excedentes alimentarios pudieron ser comercializados gracias a la implantación del ferrocarril, que posibilitó, además, el desarrollo de un nuevo núcleo fabril harinero en Zaragoza. 7. GERMÁN, L.
(1990), pp. 188-190.
8. Vid. datos de la comunicación presentada por PEIRÓ, A., cuadro 5.
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Si nos referimos ahora al viñedo, su crecimiento respondió sobre todo al incremento de la demanda francesa de vinos una vez que la filoxera asolara sus pagos a partir de 1868 y los tratados comerciales firmados con Francia permitieran la exportación a aquel país de importantes cantidades de mosto a precios muy remuneradores. En Aragón, el crecimiento de la producción vitícola se centró en comarcas que contaban con tradición vitícola y claras posibilidades para comercializar sus caldos a través del tendido ferroviario. En Cataluña la demanda francesa tuvo una importancia relativa menor, ya que contaba con una sólida tradición exportadora hacia el mercado americano, que es hacia donde se dirigía una gran parte de su producción. Ahora bien, los altos precios que el vino alcanzó impulsaron una mayor extensión del área vitícola, sobre todo en terrenos menos adecuados para este cultivo, especialmente en la provincia de Lérida.'
DEPRESIÓN AGROPECUARIA Y DESESTRUCTURACIÓN DEL MERCADO INTERIOR Es conocido cómo el sistema de relaciones comerciales establecido durante más de medio siglo entre Cataluña y las economías agrarias del interior peninsular se rompió durante los años ochenta al producirse el rápido descenso de los precios internacionales de los productos agropecuarios llegados de ultramar, obtenidos con menores costes de producción y beneficiados del abaratamiento de los fletes que supuso la incorporación del vapor a la navegación oceánica. En el caso de los cereales, donde quizás la crisis se sintió con una mayor intensidad, la posición de las zonas productoras del interior peninsular fue extraordinariamente grave al verse la periferia española inundada por las importaciones de granos a precios inferiores. El efecto lógico de ello fue una reducción de los envíos desde el interior hacia la periferia deficitaria de granos, quebrándose una tendencia en el mercado interior que arrancaba de las primeras décadas del siglo XIX, lo que ha llevado a hablar de «desestructuración del mercado interior», en el sentido de «desestructuración del sistema de relaciones comerciales que mantenían Cataluña y el resto de España, acusadamente polarizado..., en el intercambio de cereales y tejidos», como una de las consecuencias de dicha crisis.'" Es lógico, por lo tanto, que como consecuencia de las fuertes importaciones, en 1890-94 la conexión importadora de Cataluña con el mercado exterior fuera más importante que con el propio interior peninsular." En Aragón, al igual que en las restantes regiones agrarias interiores, con un importante peso de la producción cerealista en sus agricultores, la incidencia de la depresión agropecuaria fue mayor. Asimismo, su industria fabril vin9. PUJOL, J. (1984). 10. PASCUAL, P. (1990). 11. SANZ, J. (1985), p. 301.
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culada a la transformación de productos agrarios, en gran parte localizada en Zaragoza y concentrada en el sector harinero, perdió peso relativo ante las dificultades de comercialización que le impusieron aquellos núcleos industriales más avanzados y competitivos que contaban con un mayor grado de modernización en su estructura industrial. Pese a que desde 1869 el sistema prohibicionista había sido sustituido por un arancel proteccionista que posibilitaba la importación de grano extranjero, ello no planteó problemas a los productores del interior hasta que los importantes descensos de los precios internacionales del trigo hicieron que a comienzos de la década de los ochenta el nivel de protección ya no asegurase la reserva del mercado interior a aquéllos, y en consecuencia se pasó de un saldo neto positivo exportador, merced a los envíos a las colonias, a un saldo neto importador para el quinquenio 1880-1884. En este contexto, los precios aragoneses comenzaron a no ser competitivos en el mercado barcelonés, estrechándose los diferenciales hasta entonces existentes, lo que supuso graves dificultades de comercialización para las harinas zaragozanas y el grano, este último en su mayor parte altoaragonés. Comparando los saldos ferroviarios en los años finales de la década de los setenta con los primeros ochenta, en los que como se ha visto la crisis se siente con intensidad en España, la caída del saldo exportador aragonés de cereales y harinas hacia Cataluña es bastante importante, reduciéndose casi a la mitad. En los primeros noventa la situación permanece estacionaria. Ahora bien, si en un primer momento cayeron, sobre todo, las exportaciones de grano, posteriormente es la exportación de harina, reducida ya considerablemente en los primeros ochenta, la que en los noventa experimenta una caída más impresionante, caída que como veremos más adelante se prolonga hasta los inicios del siglo XX. Se puede decir, en consecuencia, que la caída de las exportaciones aragonesas de harina es indicativa de la pérdida de un mercado que era capaz ahora de producir aquélla, como muestra la evolución de la industria fabril harinera en España y su localización (cuadro 2). Si en 1863 la industria fabril aragonesa moderna, exceptuados por lo tanto los molinos tradicionales, suponía por la contribución industrial pagada el 13,7% de la española, frente a una industria catalana que sólo representaba el 3,8%; en 1886-87, la industria catalana había ascendido hasta el 10,1% mientras la aragonesa había bajado al 9,6%. En 1900 la industria catalana era ya el 13,5%, y la aragonesa un raquítico 4,1% (Zaragoza suponía el 3,5%). Esta pérdida de posiciones de la industria aragonesa está relacionada con el crecimiento del núcleo harinero catalán localizado en la costa barcelonesa, en San Martí de Provengals. En consecuencia, parece bastante claro que la crisis de la industria harinera aragonesa y el descenso de sus exportaciones tuvieron su causa directa en la oportunidad para la nueva industria catalana de comprar trigos más baratos del exterior. Lógicamente, cuando en la década de los ochenta tuviera lugar un mayor descenso del precio de aquél, las ventajas que esta industria tuvo en Barcelona fueron todavía mayores, a costa lógicamente de sus competidores del interior, bien fueran éstos aragoneses o castellanos, que vieron perder con rapidez sus importantes 95
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cuotas en aquellos mercados. La industria barcelonesa, en pleno proceso de expansión, fue capaz, además, de adoptar las tecnologías más modernas, generalizando en el sector la difusión de la nueva tecnología austrohúngara: en 1900, el 90% de la capacidad productiva barcelonesa se vinculaba al nuevo sistema de cilindros frente a un menor nivel de modernización en las harineras zaragozanas que alcanzaba sólo un 50% del total. Un análisis de los saldos comerciales de harina en estos años muestra cómo, junto al fuerte descenso del saldo zaragozano, Barcelona pasa de ser importadora neta hasta mediados los ochenta a exportadora neta durante las dos décadas siguientes. Cuadro 2 COMPARACIÓN ENTRE LA CAPACIDAD PRODUCTIVA FABRIL HARINERA Y SALDO COMERCIAL HARINERO DE ZARAGOZA Y BARCELONA (1856-1906)
L CAPACIDAD PRODUCTIVA INDUSTRIAL ZARAGOZA
II. SALDO COMERCIAL HARINERO
BARCELONA
ZARAGOZA
BARCELONA
1856
4,7
0,6
1878-81
20,1*
-12,9
1863
13,7
3,8
1882-86
14,3
-9,6
1886-7
8,0
10,1
1890-94
13,7
22,9
1900
3,5
13,5
1901-06
3,6*
3,1*
Porcentaje Bspaña: 100
Saldo comercial: miles de Tm.
Fuente: Contribución Industrial...
Fuente: Cía de FECC. Norte y MZA *sin datos de la Cía MZA.
La gravedad de la crisis motivó numerosas protestas primero contra la importación de trigos extranjeros, y más adelante contra la política de tarifas de las compañías ferroviarias. Estas, con objeto de asegurarse tráficos interregio: nales en sus líneas y también de competir con el cabotaje, desarrollaron progresivamente tarifas especiales entre distintos centros geográficos y también para determinados productos. En general, el tráfico de cereales y harina se hacía sobre la base de estas tarifas. El problema no era evidentemente que la competencia castellana estuviera desplazando a los cereales aragoneses, sino que en un mercado en el que estaban descendiendo fuertemente las ventas como consecuencia de los más bajos precios del trigo importado, la mera presencia de trigo o harina procedente de otras zonas del interior peninsular era un peligro para las ventas aragonesas. Si a ello unimos el hecho de que las tarifas vigentes en los años ochenta eran proporcionalmente más reducidas para el 96 Índice
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comercio entre Castilla y Cataluña que entre esta última y Aragón, puede entenderse el origen del problema. En un cálculo realizado para 1887 sumando los precios del trigo en distintas zonas productoras y el coste del transporte a Barcelona y hallando su diferencia con el precio de Barcelona, Zaragoza resultaba ser la provincia que presentaba un menor déficit respecto del obtenido por las localidades castellanas." Por ello, en 1888 se rebajaron por las compañías ferroviarias dichas tarifas con objeto de posibilitar en momentos especialmente difíciles que continuase el comercio de cereales entre las zonas productoras y Barcelona, para lo cual era imprescindible que el precio del trigo en aquéllas más el coste de transporte fuera inferior al del trigo importado. La rebaja no fue similar para todos los trayectos, y las localidades castellanas se beneficiaron de una disminución proporcionalmente mayor que la de Zaragoza, lo que acumulado a las diferencias anteriores daba como resultado precios del transporte mucho más desfavorables para el realizado entre esta ciudad y Barcelona. Hacia finales de siglo, el coste de transporte de trigo por tonelada y kilómetro era en el trayecto Zaragoza-Barcelona de 0,077 pesetas frente a 0,048 pesetas entre Valladolid y Barcelona, es decir, un 60% más caro en el primer caso." Si la crisis cercenó las posibilidades exportadoras hacia Cataluña tanto de industriales harineros como de comerciantes de granos, el debilitamiento de la demanda afectó de forma indudable a los productores. En primer lugar las expectativas favorables que habían empujado el impulso roturador desde al menos la década de los cuarenta cesaron y de esta manera finalizó un período claramente expansivo para la agricultura aragonesa. Si hemos ejemplificado en los cereales y especialmente en el trigo las consecuencias que la crisis tuvo en cuanto a la ruptura de una determinada tendencia a la articulación entre las dos economías catalana y aragonesa, ello no quiere decir que en otros productos no existieran problemas. En algunos de ellos fueron de índole similar a los de los cereales, es decir, una caída de la demanda catalana que ponía en graves aprietos a los productores aragoneses. El caso más significativo en este sentido es el de la ganadería ovina en Aragón. El principal mercado, tanto de carne como de lana, estaba en la provincia de Barcelona. La caída de la demanda desde este mercado en la década de los ochenta, como consecuencia de la competencia exterior y también interior, afectó duramente al lanar aragonés. Según la Casa de Ganaderos de Zaragoza, se había pasado de vender desde la ciudad de Zaragoza en 1868 10.000 cabezas en Cataluña a 7.000 en 1880, y sólo 200 en 1887, lo que puede ser indicativo de la magnitud de la crisis. En otros productos como en el aceite o el vino no fue en las relaciones entre ambas economías donde surgieron los problemas sino en la incidencia de problemas comunes. Así, en el caso del aceite la crisis que éste atravesó, como consecuencia de la competencia que el petróleo, el gas y otras semillas vegeta12. PASCUAL, P. (1990). 13. GERMÁN, L. y FORCADELL, C. (1988), p. 76.
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les le hicieron en distintos usos fue común para todos los productores. Sólo quienes producían un aceite más fino, es decir, el Bajo Aragón y Tarragona, con destino a la exportación para el consumo de alta calidad, vieron descender sus precios en menor medida. En el vino, el fin del tratado comercial con Francia en 1891 que hasta entonces había paliado los efectos de la crisis haría caer bruscamente las exportaciones para aquellos productores que se habían especializado en atender aquel mercado. A partir de 1895, con la confluencia de la política arancelaria inaugurada en 1891, la depreciación de la peseta y la recuperación de los precios internacionales del grano, parece iniciarse el restablecimiento precario del mercado interior de cereales y harinas: se reduce el nivel de importación de granos extranjeros, y, en contrapartida, aumentan en la periferia los procedentes del interior peninsular. Si la industria agroalimentaria aragonesa, especialmente vinculada a la molturación de granos y muy localizada en Zaragoza, experimentó una clara recesión, ésta también se produjo en el más pequeño y tradicional subsector textil. La decadencia de la tradicional industria textil aragonesa —en general, una industria rural, dispersa, de consumo local y comarcal, de atrasado utillaje y escasa calidad en sus productos—, muy centrada en fibras textiles como el cáñamo y el lino y, en menor medida, en la lana, se había iniciado ya con anterioridad a la instalación del ferrocarril y prosiguió tras su implantación. En el caso de su rama principal, la industria cañamera y linera, siguió retrocediendo su presencia vertiginosamente durante la segunda mitad del siglo sin que consiguiese adaptarse en Aragón a la lenta renovación tecnológica del sector. Desapareció en Aragón la hilatura sin incorporarse a la mecanización del tisaje, en contraste con la concentración y mecanización del sector en Cataluña. En definitiva, también el peso industrial fabril aragonés (estimado a partir del peso de la contribución fabril), que suponía en 1863 alrededor del 5% del total español, descendió hasta mediados de los noventa, representando en 1895-96 un 2,7%, y sólo a partir de ese momento parece empezar a recuperarse.
PROTECCIONISMO Y RECOMPOSICIÓN DE LAS RELACIONES COMERCIALES ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA DURANTE EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX
El proceso de crecimiento económico español durante el primer tercio del siglo XX —una vez superada la fase depresiva de finales del siglo XIX— produjo toda una serie de transformaciones estructurales que configuraron un proceso lento, pero constante, de modernización económica. Todo ello, dentro de una política económica calificada como la «vía nacionalista» del capitalismo español, propiciada por trigueros, textiles y siderúrgicos, promotores del pro98 Índice
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teccionismo arancelario, del intervencionismo estatal en la producción y del corporativismo. En este contexto proteccionista se avanzó en la reconstrucción del sistema de relaciones económicas entre el interior y la periferia. Ello posibilitaba el crecimiento y recuperación de las producciones de las regiones agrarias del interior, tanto desde el punto de vista agrícola como de su industria agroalimentaria. La recuperación del sector agrario en España tras la crisis agropecuaria finisecular combinó, como es sabido, medidas puramente proteccionistas con una seria modernización de su agricultura. Los cereales son un buen ejemplo de ello: la política comercial no pretendió un aislamiento de los precios del grano español con respecto a los exteriores. Se buscó conciliar protección para los productores nacionales con seguridad de suministro exterior en los momentos de precios altos y escasez, y un nivel de precios que no superase unos ciertos límites." De esta forma desde 1898 se estableció un sistema de recargos o rebajas sobre el arancel según cuál fuera el precio medio del trigo en los mercados reguladores (Burgos, Palencia, Salamanca, Valladolid y Zamora). Hasta que en 1923 se prohíba por primera vez la importación de trigo del exterior, anunciando ya el progresivo cierre del mercado ante los problemas que aparecieron en los mercados agrarios mundiales a partir de aquella década, el sistema permaneció de forma similar. Quedaba con ello claro que si, por un lado, la protección no garantizaba la reserva del mercado interior a cualquier precio; por otro, no había más remedio que ser competitivo y producir más a un menor precio. Para ello la vía más adecuada era la modernización de la agricultura, la especialización. La salida a la crisis, en definitiva, sólo podía provenir de una modernización de la agricultura, lo que implicaba una serie de cambios técnicos imprescindibles, así como una mayor especialización del secano y regadío en los cultivos más adecuados para ambos. El crecimiento agrícola aragonés del primer tercio del siglo XX se articuló en torno a dos modelos diferenciados, coexistentes y complementarios: una agricultura cerealista en el secano que tendió hacia una alta producción por activo antes que por hectárea, y una agricultura de regadío basada en el cultivo de plantas de alto rendimiento económico, algunas nuevas y otras hasta entonces poco difundidas, donde destacaban sobre todo la remolacha azucarera y también las plantas forrajeras. La agricultura de regadío en contraste con la de secano no sólo era intensiva en el uso de capital sino también en el de trabajo. Así por ejemplo, la mayoritaria utilización, hacia 1900, del importante regadío zaragozano en el sistema cereal (ocupaba aquí más de cincuenta y cinco mil Ha) se redujo en 1913 a menos de treinta mil Ha, siendo desplazados el trigo y la cebada por los dos cultivos intensivos citados, la remolacha azucarera y, en menor medida, la alfalfa.15 14. Grupo de Estudios de Historia Rural (1980). 15. La argumentación sobre la evolución de la agricultura aragonesa aquí expuesta, tanto para el siglo XIX como para el XX, sigue en sus líneas generales la de la tesis doctoral de V. Pinilla (1990).
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Ambas agriculturas exigieron cambios técnicos significativos, algunos de ellos útiles para ambas, aunque en ocasiones con finalidades distintas: intensificación y ampliación del regadío, arados de vertedera, abonos inorgánicos, lucha contra las plagas, selección de semillas, mecanización de ciertas labores e investigación y difusión de nuevos conocimientos agronómicos, fueron los aspectos más llamativos de aquella modernización. Este conjunto de cambios tendió a localizarse en la zona del valle, mientras el norte y sur montañoso se adaptaban con dificultad a la nueva situación. Su especialización en una agricultura de autoconsumo y una ganadería basada en el ovino trashumante —cuando ambas actividades estaban en crisis y transformándose hacia la especialización en el primer caso y el ganado estante complementario de la agricultura en el segundo—, sus menores posibilidades agronómicas y en definitiva su peor dotación de recursos naturales para el tipo de desarrollo agrario que estaba teniendo lugar así como la falta de alternativas a éste, deprimió profundamente aquellas zonas que registraron crecimientos negativos e importantes pérdidas de población. La producción agraria aragonesa creció impulsada lógicamente no sólo por la propia demanda regional, sino sobre todo por la procedente de otras zonas. En algunos productos cuyos mercados tradicionales estaban en Cataluña como los cereales o los productos ganaderos, estas relaciones tendieron a recomponerse tras la crisis. Para sus nuevas producciones de regadío ya no podemos hablar de un único foco de demanda localizado en Cataluña, sino referirnos al conjunto del mercado interior español como explicativo de su desarrollo, tal y como sería el caso de la remolacha azucarera o los forrajes. La exportación al exterior del país jugó en esta etapa un papel poco relevante en Aragón y sólo en el caso de la producción de aceite de alta calidad en el Bajo Aragón se experimentaron importantes transformaciones en un sentido modernizador como consecuencia de las exigencias de la demanda exterior. El aumento de la población en el primer tercio del siglo XX en un contexto institucional proteccionista fue un fuerte estímulo para la producción cerealista española, que hasta 1920 tuvo un importante crecimiento. De la misma forma creció hasta aquella fecha de forma considerable la producción cerealista aragonesa, impulsada tanto por el crecimiento de la demanda regional como por la posibilidad de exportar excedentes a otras zonas, y especialmente al área barcelonesa. Los datos que tenemos sobre tráfico ferroviario muestran una recuperación de las exportaciones hacia Cataluña. Considerando las cifras de la Compañía de los Ferrocarriles Norte —y teniendo en cuenta que desde 1894 comenzó a funcionar la línea de los directos Zaragoza-Barcelona, integrada rápidamente en la compañía MZA y que por lo tanto absorbió una parte del tráfico comercial— aquéllas muestran una recuperación de las exportaciones de trigo desde fines de la primera década del siglo, y de harina sobre todo desde inicios de la segunda. Así, Huesca continuó exportando granos hasta que a partir de la década de los veinte el surgimiento de una industria harinera provincial determinó una mayor proporción de harina en este comercio; mientras 100 Índice
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el tráfico ferroviario de la compañía Norte en Zaragoza retomó durante la segunda década del nuevo siglo los saldos exportadores alcanzados en los años previos a la depresión agraria. En 1900, la industria harinera catalana, tras su fuerte crecimiento durante las décadas finiseculares, estaba «cerca de tocar techo».'6 Así ocurrió efectivamente, pues el giro proteccionista y la no existencia de un régimen de admisiones temporales que permitiera importar grano para luego ser reexportado limitaron las nuevas posibilidades de crecimiento para aquélla, mientras los núcleos harineros del interior localizados en las regiones productoras de cereal adquirieron ahora un mayor ritmo de expansión productiva. Entre 1912 y 1929 la potente industria harinera de Barcelona permaneció estancada mientras el conjunto de la industria harinera española aumentó un 48% su capacidad molturadora." Provincias productoras de cereales del interior, como Navarra, Huesca, Zaragoza, Valladolid o Palencia, expandieron aquella capacidad de forma notable. De esta forma si bien no tuvo lugar un derrumbe de la industria harinera catalana, sí que es cierto que al favorecer las condiciones del mercado al interior, industrias como la zaragozana tuvieron nuevas oportunidades. Así, la capacidad productiva aragonesa aumentó desde un 4,1% en 1900 a un 6,7% en 1929 del total español (Zaragoza pasaba de un 3,5% a un 4,8%) frente al descenso del peso relativo harinero barcelonés desde un 13,5% en 1900 a un 8,61)/0.'8 En el caso de la ganadería ovina se produjo un cambio progresivo desde una orientación mixta en la producción de lana y carne de animales mayores, hacia la especialización preferente en la producción de carne de corderos. La caída de la importancia de la lana en el valor de la producción ganadera ovina fue notable en el primer tercio del siglo XX en Aragón. En resumen, en estos años se pasó de tener una cabaña con aprovechamiento mixto lana-carne, a otra especializada en la producción de ternascos para su venta en el mercado barcelonés. Además de Zaragoza también Teruel exportaba una significativa parte de ganado lanar a Barcelona, Tarragona y Castellón, y cabrío a esta última provincia. También el mercado casi exclusivo del lanar y cabrío oscense era Cataluña. De esta forma parece claro que a finales del siglo XIX Cataluña se había consolidado ya como el mercado principal del ganado ovino de las tres provincias aragonesas. Fue la producción de remolacha azucarera una de las claves del desarrollo agrícola aragonés, y sobre todo zaragozano, del primer tercio del siglo XX. Se concentró aquélla en la ribera del Ebro entre Tudela y Zaragoza y en la ribera del Jalón, donde tendió a desplazar a los cereales del regadío, convirtiendo a Zaragoza en la primera zona productora de la península. El crecimiento de un 16. NADAL, J. (1987), p. 30. 17. MONTOJO SUREDA, J. (1945). 18. Los totales de España de 1900 no incluyen el País Vasco y Navarra.
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complejo remolachero-azucarero-alcoholero en Aragón, como hemos apuntado anteriormente, vino impulsado por las oportunidades que surgieron tras la pérdida de las colonias en 1898 y el establecimiento de un marco proteccionista para el azúcar. Este desarrollo azucarero-alcoholero se concentró en formas oligopolistas alrededor de tres principales compañías. La producción aragonesa durante la primera mitad de los años veinte superaba el 45% de la total española, si bien este alto peso se fue reduciendo (en 1930-34 representaba alrededor del 36%) en beneficio de otras zonas remolachero-azucareras (Andalucía y Castilla). Se vinculó, por lo tanto, al abastecimiento del mercado interior español un intenso proceso de modernización agraria y de desarrollo agroindustrial. En el caso aragonés, este complejo agroalimentario está en la base de la industrialización aragonesa, un moderado proceso de industrialización integrado muy localizado en Zaragoza. Así, la reciente demanda de utillaje agrícola (que se incrementó especialmente desde la década de los años veinte con el inicio del descenso del número de activos agrarios, tras haberse producido previamente un fuerte crecimiento de las superficies de cultivo) y de servicios de mantenimiento técnico del complejo agroindustrial aragonés fueron dos de los ejes que posibilitaron la consolidación de un creciente y diversificado sector de transformados metálicos en Zaragoza, que constituía ya en 1930 el principal subsector industrial en cuanto a población activa.' Las transferencias energéticas desde Aragón hacia Cataluña Durante el primer tercio del siglo XX, junto con el desarrollo agroalimentario y de transformados metálicos, Aragón contó con una nueva oportunidad productiva vinculada al desarrollo y difusión de la energía eléctrica y de su transporte a larga distancia mediante la innovación de la corriente alterna. Esta innovación tecnológica posibilitó desde principios de siglo la construcción de grandes centrales hidroeléctricas, alejadas de los núcleos de consumo, en las cuencas con gran potencia hidráulica, que iban a sustituir la hegemonía mantenida hasta ese momento por la producción obtenida a partir de las centrales termoeléctricas. Especialmente, la coyuntura de la Guerra Mundial, ante la escasez de combustibles, impulsó la construcción desde las zonas Industrializadas del país, Cataluña y País Vasco, de grandes centrales hidroeléctricas en el Pirineo central. Las crecientes necesidades eléctricas de ambas zonas trajeron consigo el aprovechamiento de los recursos hidráulicos de la cuenca del Ebro, especialmente centrados en los afluentes pirenaicos situados en las dos provincias centrales de la cordillera (Huesca y Lérida), que suponía en 1934 el 41% del total de la producción eléctrica del país." En Aragón, el aprovechamiento hidráulico iba a vincularse especialmente a aquellos caudales regulares que discurren por pendientes pronunciadas. Las 19. GERMÁN, L. y PINILLA, V. (1989). 20. GERMÁN, L. (ed.) (1990).
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Luis GERMÁN y Vicente PINILLA
cabeceras de los afluentes pirenaicos del Ebro cumplen con estas características dado que, al tiempo que su alimentación nival les otorga una cierta regularidad de caudal, están asociados a fuertes pendientes orográficas. Es el caso de los tres grandes afluentes: Aragón, Gállego, Cinca-Ésera. La importancia del caudal del Ebro a partir de la comarca del Bajo Aragón, a pesar de su escasa pendiente, le otorga asimismo un importante potencial hidroeléctrico. Así, el aprovechamiento eléctrico de los recursos hidráulicos del Altoaragón se complementaba con los del Ebro medio en la provincia de Zaragoza (Sástago) y constituían la base de la notable producción eléctrica aragonesa: durante la primera mitad de los años treinta suponían más de medio millón de kW/h., que representaban alrededor del 18% del total de la producción eléctrica del país. Alrededor de un 60% de su producción se exportaba (representaba un 11% de la producción española). El 40% restante, un 7% de la producción española, se consumía en Aragón, destinándose la mitad de ese consumo al nuevo sector electrometalúrgico y electroquímico aragonés (localizado en parte en Sabiñánigo, Huesca), el cual venía a consumir en esos años alrededor de la mitad del consumo eléctrico español destinado a estos fines. Casi toda la energía exportada se dirigía hacia Bilbao y Barcelona. Las dos empresas eléctricas domiciliadas en Barcelona y actuantes en Aragón remitían en 1935 hacia Cataluña alrededor de 145 millones de kW/h., que suponían algo más del 12% de la demanda eléctrica de Cataluña. En definitiva, el estructural déficit energético de la industria catalana se intentaba paliar, por un lado, con la importación de recursos energéticos desde Aragón, vinculados como hemos señalado al aprovechamiento eléctrico de recursos hidráulicos; por otra parte, mediante la importación de carbón (lignito) de la vecina cuenca de Mequinenza. La producción de lignitos en Aragón se localizaba en dos cuencas: Mequinenza, con concesiones enclavadas principalmente en las provincias de Zaragoza y Lérida; y Utrillas en la provincia de Teruel. La producción de la segunda de estas cuencas fue explotada por una sociedad zaragozana, ciudad en la que se consumía la mayor parte del mineral extraído y transportado por el ferrocarril de la propia empresa (algo más de cien mil Tm anuales durante 19311932). En el caso de la cuenca de Mequinenza, la casi totalidad del consumo de sus lignitos se vinculaba a Cataluña: además de la vecina Electro Química de Flix (empresa que además controlaba alrededor del 70% de la superficie zaragozana en explotación carbonífera), otras industrias tarraconenses establecidas en muchos casos aguas abajo del Ebro, así como el área de Barcelona. La producción zaragozana era menor que la de Utrillas, alrededor de cuarenta y cuatro mil Tm anuales durante 1931-1932. El carbón se trasladaba mediante barcazas por el Ebro hasta Fayón (Zaragoza) en donde conectaba con la línea ferroviaria de MZA. Todavía, a principios de siglo, la producción de Mequinenza se reducía a unos pocos miles de Tm anuales; sin embargo, los lignitos aragoneses tuvieron su coyuntura de mayor expansión durante los años de la Gran Guerra (se alcanzó en Mequinenza una producción superior a las cien mil Tm en 1918) incrementándose con gran intensidad tanto su demanda como su cotización, ante el fuerte déficit de carbón importado. 103 Índice
RELACIONES COMERCIALES (1860-1975)
En definitiva, a lo largo del primer tercio del siglo XX, Aragón continuó con su tradicional especialización productiva, recuperando los niveles de comercialización exterior de productos y transformados agrarios conseguidos previos a la depresión agraria finisecular. Recuperación a la que, en modo alguno, fue ajena la política proteccionista aplicada esos años. De nuevo se comercializaban al exterior productos agrarios (cereales, creciente peso de los forrajes, carnes...) y transformados agroalimentarios (se recuperaban y ampliaban los mercados harineros, aparecía la nueva especialización azucareroalcoholera,...), diversificando su oferta comercial con nuevos subsectores industriales: productos energéticos (electricidad), productos químicos, material móvil... Al tiempo, Aragón continúa como importador neto de productos manufacturados (especialmente textiles, metal, materiales de construcción, abonos...) y combustibles. El sector «exterior» constituyó, en definitiva, el principal apoyo en el avance y diversificación de este moderado proceso de industrialización especialmente localizado en Zaragoza, dado el escaso peso del mercado interior aragonés. CRECIMIENTO ECONÓMICO Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS Es sabido que la industrialización española entre 1830 y 1930 no se distribuyó de forma uniforme por todo el territorio peninsular. Más bien, al contrario, tendió a polarizarse en algunas zonas concretas, mientras otras quedaban en mayor o menor medida al margen de ella, aunque lógicamente no escaparon de su influencia. En este contexto, la economía aragonesa estuvo caracterizada durante este período por el preponderante peso de su sector agrario, al tiempo que llevaba a cabo especialmente alrededor de Zaragoza, en el valle medio del Ebro, un moderado proceso de industrialización, basado en el sector agroalimentario, y una cierta diversificación estructural. En contraste, la vecina economía catalana había experimentado un profundo proceso de industrialización vigorosamente impulsado desde la década de los treinta del siglo XIX y con raíces que se hundían en las últimas décadas del anterior. Éste se basó, primero, en el sector textil y, con el cambio de siglo, apoyada en la política proteccionista y el desarrollo de la electrificación, tuvo lugar una amplia diversificación estructural de su industria, protagonizada por el desarrollo de los transformados metálicos, las construcciones mecánicas, las industrias químicas o el sector de la construcción. En cuanto a la articulación comercial entre ambas economías, hemos señalado cómo tendió a establecerse, primero, a través de la venta por parte de Aragón de alimentos y algunas materias primas y, posteriormente, mediante la ampliación de los productos agropecuarios suministrados y la incorporación a estos flujos de la energía eléctrica. En contrapartida, la industria catalana vendió en Aragón, de forma similar al resto de las zonas del interior, primero sobre todo textiles y, posteriormente, la amplia gama de productos industriales allí obtenidos. 104 Índice
Luis GERMÁN y Vicente PINILLA
La diferente especialización productiva regional condicionó la evolución económica aragonesa y catalana y determinó la existencia de un ritmo de crecimiento muy superior de esta última. Ello implicó su necesidad de un mayor volumen de ciertos factores productivos y entre ellos significativamente de factor trabajo. En este sentido de nuevo fue muy relevante en la interrelación entre ambas economías, la aportación que de mano de obra realizó Aragón a la industria catalana. No se limitó por lo tanto Aragón a suministrar alimentos, materias primas y energía a Cataluña, también la aportación de fuerza de trabajo fue muy significativa. Es importante precisar que si las economías catalana y aragonesa evolucionaron de forma diferente, también su comportamiento demográfico difirió notablemente, por cuanto si entre 1857 y 1935 Aragón tuvo un crecimiento de su población bastante inferior al medio español, Cataluña no sólo superó éste, sino que también se caracterizó por la mayor rapidez con que inició el proceso de transición demográfica. Lógicamente sus diferentes economías explican también las disimilitudes entre ambos comportamientos. En el caso aragonés, el menor crecimiento demográfico vendría explicado por la existencia de un menor crecimiento vegetativo, caracterizado por una menor natalidad y una mayor mortalidad, características todas ellas de regiones afectadas por la emigración. La emigración se constituye como uno de los grandes protagonistas de la vida económica de esta región agraria y escasamente urbanizada, con una sola ciudad importante, Zaragoza, que va a conseguir atraer a una parte de esta mano de obra rural." La corriente emigratoria aragonesa se inició desde la segunda mitad del siglo XIX, muy vinculada a las consecuencias sociales de la depresión agropecuaria, y se incrementó de forma progresiva durante el primer tercio del siglo XX ante el fuerte aumento del crecimiento vegetativo propiciado por el inicio de la transición demográfica. Algo menos de un cuarto de millón de aragoneses emigraron entre 1877 y 1930. La pérdida de importantes contingentes poblacionales fue común a las provincias de Huesca, Teruel (especialmente intensa en ambas) y a la de Zaragoza, excluida su capital. Esta última obtuvo de forma paralela saldos migratorios positivos a lo largo de todo el período, que en números absolutos sumaron algo menos de ochenta mil personas. Ello significa que, durante el primer tercio del siglo XX, alrededor de uno de cada tres emigrantes rurales aragoneses fue atraído por Zaragoza, una de las cinco capitales españolas con mayor ritmo de crecimiento demográfico en estos años.
21.
GERMÁN, L. (1986), pp. 164-170.
105 Índice
Índice
28,1
25,2
1910-1920
1920-1930
33,8 3,2
9,4
6,1
8,7 -6,0
-1,5
-4,4
-2,4
[4] Saldo Migratorio
18,6
23,2
25,7
31,8
6,7
4,9
8,6
4,5
-9,7
-4,0
-7,3
-5,6
PROVINCIA DE HUESCA
18,7
23,3
26,1
ARAGÓN
Crecimiento Vegetativo
131= [1] - 121
-3,0
0,9
1,4
-1,2
3,4
4,6
4,3
0,8
[51 = 131 - 141 Crecimiento Real
31,1
29,6
1900-1910
1910-1920
1920-1930
18,3
22,8
25,5
33,8 3,4
11,3
8,2
10,0
-2,5
-9,0
-3,5
-5,5
2,4
4,6
4,4
0,9
26,2
26,6
30,4
33,8
29,9
29,6
36,3
39,0
29,2
29,8
34,1
35,4
Natalidad
III
10,2
6,4
9,1
4,9
ESPAÑA
[3] = [1] - [2] Crecimiento Vegetativo
-0,1
0,3
-2,2
0,2
[4] Saldo Migratorio
10,8
5,7
9,8
4,5
-10,7
-7,1
-6,0
-3,7
19,2
23,3
28,1
36,7
7,0
3,2
2,3
-2,9
13,6
20,2
9,5
9,5
CIUDAD DE ZARAGOZA
19,1
23,9
26,5
34,5
PROVINCIA DE TERUEL
19,0
23,4
25,0
30,5
Mortalidad
12]
20,6
23,5
11,9
6,6
0,2
-1,3
3,8
0,6
10,1
6,7
6,9
4,7
[5] = [3] • [4] Crecimiento Real
Fuente: L. GERMÁN (1986), pp. 164-166. Todos los cuadros son elaboración de este autor a partir de los datos poblacionales. En el caso de España los realizó este mismo autor con base en los de J. NADAL (1966), pp. 145-146.
37,2
35,4
1878-1900
PROVINCIA DE ZARAGOZA (SIN ZARAGOZA CAPITAL)
36,3
34,3
28,1
1920-1930
1878-1900
29,3
1910-1920
1900-1910
37,0
34,8
1878-1900
Mortalidad
Natalidad
1900-1910
12]
II]
TASAS MEDIAS DEMOGRÁFICAS EN TANTOS POR MIL PARA EL PERÍODO 1878-1930 PARA ARAGÓN Y ESPAÑA
Cuadro 3
RELACIONES COMERCIALES(1860-1975)
Luis GERMÁN y Vicente PINILLA
Junto a esta ciudad, Barcelona fue el otro destino principal de la emigración aragonesa. La atracción ejercida por la industrialización barcelonesa fue muy importante, especialmente intensa a partir del fuerte crecimiento productivo que experimentó la ciudad desde los días de la Gran Guerra." Así, esta ciudad acogía ya en su Censo de 1920 a unos cincuenta y ocho mil nativos aragoneses que en 1930 habían aumentado a ochenta y un mil (uno de cada 12 barceloneses), para un total de ciento ochenta y cinco mil emigrantes aragoneses censados fuera de Aragón, de los cuales el 64% se localizaba en Cataluña. Alta tasa emigratoria para una comunidad de algo más de un millón de habitantes en 1930. El factor de atracción principal residió en la posibilidad de obtener un trabajo en las nuevas industrias, servicios urbanos o en el expansivo sector de la construcción barcelonés. Si en una primera etapa el propio interior catalán proporcionó la mano de obra demandada por su industria, localizada sobre todo en la provincia de Barcelona, posteriormente fueron los territorios más próximos los que tendieron a suministrar aquélla, y lógicamente Aragón ocupaba en este caso una posición idónea para verse seriamente afectado por dichos factores de atracción. Hay que señalar también factores de expulsión, que propiciaron la salida de población y que tendrían que ver tanto con coyunturas adversas como la crisis finisecular o la epidemia filoxérica, como con el estancamiento agrario de algunas zonas aragonesas y su incapacidad para proporcionar medios de subsistencia a una población que en el primer tercio del siglo XX estaba verificando su transición demográfica. Dentro de Aragón se percibe con claridad cómo fueron las zonas de montaña de Huesca y Teruel las que perdieron más población, mientras que las comarcas con mayor desarrollo agrario fueron capaces de retener un mayor volumen de población, produciéndose internamente un fuerte contraste entre el desarrollo urbano zaragozano y la despoblación de amplias superficies de Huesca y Teruel.
EPÍLOGO, 1940-1973 Es conocido cómo sólo a partir de la década de los cincuenta pudo la economía española volver a retomar los niveles productivos alcanzados durante los años previos a la guerra civil —tras quince años de agudización de su atraso económico— procediéndose paralelamente a su progresiva apertura y liberalización. Así, coincidiendo con la fase expansiva de la economía occidental, la economía española experimentó en los años siguientes fuertes tasas de crecimiento, apoyada en la entrada de importantes inversiones exteriores. Crecimiento económico protagonizado por un sector industrial que desarrolló profundas variaciones en su estructura interindustrial, actuando como motor de esta expansión las industrias metalúrgicas, químicas y de bienes de equipo, frente al menor crecimiento y pérdida de peso relativo de las industrias de bienes de consumo. 22. ARANGO, J. (1976).
107 Índice
RELACIONES COMERCIALES (1860-1975)
En este contexto, la economía catalana aumentó durante esta etapa su peso en el conjunto de la economía española: su PIB pasaba de representar en 1955 el 19,3% al 20,2 en 1975, manteniendo su sector industrial, muy concentrado en Barcelona, un similar peso, en torno al 26,1% del total de la industria española. Internamente, se producía la pérdida de posiciones del, hasta los años sesenta, hegemónico subsector textil y el complementario ascenso de las industrias metálicas. El incremento del peso relativo de la producción catalana es inferior al que experimentó su población: de representar el 12,2% de la población española en 1955 pasaba a suponer el 15,8% en 1975, al incorporar importantes contingentes inmigratorios especialmente procedentes del interior y sur peninsular. En claro contraste, el crecimiento de la economía aragonesa en este período (4,7% de incremento anual) fue menor que el de la española (5,5% anual). Menor crecimiento de la producción, vinculado a una pérdida de recursos productivos, paralelo al menor crecimiento de la población: ambas representaban el 3,8% en 1955 y el 3,3% en 1975. Menor crecimiento productivo estructuralmente achacable a un menor crecimiento de los sectores industrial, construcción y servicios. Dentro del sector industrial perdían peso relativo los subsectores minero y energético (la producción eléctrica aragonesa, que representaba alrededor del 12% de la española durante los años cincuenta, descendió al 9% durante los sesenta y a algo más del 6 entre 1975-79, evolucionando el consumo neto aragonés entre un 40% de la producción bruta durante los sesenta y un 55% durante los setenta, exportándose el resto) frente al mayor sostenimiento del peso de la industria fabril, muy concentrada en Zaragoza. También aquí se producía una clara redistribución interna aumentando notablemente el peso de las industrias metálicas y perdiéndolo el tradicional subsector de alimentación, especialmente ante el desmantelamiento en Aragón en estos años de la industria azucarera.23 Cuadro 4 EVOLUCIÓN COMPARADA ENTRE LAS ECONOMÍAS DE ARAGÓN Y CATALUÑA, 1955-1975 CATALUÑA
Agricultura Industria Construcción Servicios Total P.I.B. Población
ARAGÓN
1955
1975
1955
1975
7,1 26,2 18,0 20,2 19,3 12,2
8,1 26,1 18,9 19,0 20,2 15,8
3,9 3,9 3,7 3,7 3,8 3,8
5,0 3,2 3,0 3,0 3,3 3,3
Fuente: Banco de Bilbao, Renta Nacional de España. 23. GERMÁN, L. (1990), pp. 204-208.
108 Índice
(España = 100)
Luis GERMÁN y Vicente PINILLA
Este avance en la industrialización de la economía aragonesa se producía a la par que se transformaba en una economía más abierta e interdependiente, crecimiento que venía acompañado de un aumento de su desarticulación interna, tanto espacial como productiva. Por un lado, se acentuaba su concentración —productiva y demográfica— en el bien comunicado eje del Ebro zaragozano, beneficiándose especialmente Zaragoza, municipio que aprovechó toda una serie de economías externas vinculadas a su creciente ritmo de urbanización y a oportunidades derivadas de su excelente localización, equidistante de las zonas más industrializadas del país (las cuales constituyen los principales mercados de la producción aragonesa). Junto al crecimiento zaragozano y de su área de influencia, se ampliaban las diferencias respecto del restante territorio aragonés. Asimismo, unido al proceso de industrialización, aumentaba su desarticulación productiva, mostrando unas escasas diversificación sectorial e integración productiva, pudiéndose únicamente señalar como excepciones la existencia de los complejos electro-minero, transformados metálicos y agroindustrial. La economía aragonesa muestra un elevado grado de apertura económica. Durante los años setenta (Tablas input-output para 1978), Aragón vendía al exterior el 60,5% de su producción de bienes y adquiría fuera de su territorio el 61,7% de los bienes demandados, siendo más acusada esta proporción para el sector industrial. Hasta la instalación de la factoría de General Motors (1982) casi la totalidad de sus compras y ventas se restringían al resto de España, destacando, en este contexto, su relación comercial con la economía catalana, saldada positivamente y hacia donde se dirigía el 27,7% de sus exportaciones y donde adquiría el 21,8% de sus importaciones?' Las relaciones comerciales entre ambas economías se han diversificado respecto de etapas anteriores. Si bien Cataluña sigue siendo el mejor cliente del campo aragonés (más de la tercera parte de sus exportaciones agrarias en dicho año), son ahora lógicamente los intercambios industriales, especialmente en bienes intermedios, las principales partidas exportadoras (e importadoras) aragonesas. Entre aquéllas destacan los productos químicos básicos, confección, transformados metálicos (fabricación de productos metálicos y repuestos de automóvil...), productos alimentarios (molinería y otros) y el papel. Por el lado de las compras, Aragón importa especialmente productos textiles, transformados metálicos (productos metálicos y material mecánico y eléctrico...), de construcción y productos químicos.
24. BONO, E (1984).
109 Índice
Índice
33.006
84.665
238 33.129 -10.513 1.383 -2.178 -4.054 -1.271
5.630 18.617 2.590
SALDO
1.277 5.246 11.391 1.373 3.571 5.489 6.151 -
23.785 906 1.232 -
LLEGADA
232.730
43.711 5.020 13.633 1.193 60.010 3.118 3.921 2.200 3.563 9.804 -
EXPEDIDO
(*) En 1930 aparecen agregadas las partidas lana y algodones y tejidos. Fuente: Datos estadísticos..., Cía. de Ferrocarriles de Norte.
29.415 Cereales 19.523 Harinas 3.822 Forrajes Remolacha Azúcar Aceites (grasas) 1.039 Bebidas (vinos) 38.375 878 Combustibles Lana y Algodones 2.756 Tejidos 1.393 1.435 Metales Material-Construc. 4.880 Abonos Productos químicos Papel y cartón Material móvil 117.671 TOTAL
EXPEDIDO
1879
297.984
3.964 6.688 67.178 2.546 4.824 16.405 33.826
36.880 3.546 5.836 -
LLEGADA
1902
-2.771 53.322 -64.060 1.375 -2.624 -12.842 -24.022 -65.254
6.831 1.474 7.797 -
SALDO
59.795 8.194 5.020 207.508 6.656 9.307 16.223 115.058 8.405 42.928 116.283 79.013 9.674 5.425 40.472 838.081
5.220 14.689 49.120 48.650 18.381 2.893 49.342 696.309
LLEGADA
110.898 52.371 25.166 167.688 34.836 8.482 19.104 12.011
EXPEDIDO
1930 SALDO
(*) -3.185 -28.239 -67.163 -30.363 8.707 -2.532 8.870 -141.772
51.103 44.177 20.146 -39.820 28.180 -825 2.881 -103.047
EVOLUCIÓN DEL TRÁFICO COMERCIAL FERROVIARIO DE LA LÍNEA BARCELONA-ZARAGOZA (Cía. Norte). PROVINCIAS DE HUESCA Y ZARAGOZA
Anexo 1
RELACIONES COMERCIALES (1860-1975)
Índice
1-,
9.366 4.032 2.095 6.235 2.657 14.982 23.071 14.252 22.235 5.843 4.594 137.189
158.759
28.847 11.403 3.246 3.961 3.747 25.158 21.697 17.433 10.718 4.155 5.834 -
LLEGADA
-19.481 -7.371 -1.151 2.274 -1.090 -10.176 1.374 -3.181 11.517 1.688 -1.240 21.570
SALDO
9.120 16.278 3.142 10.463 9.005 15.097 85.545 55.480 52.304 18.860 24.331 421.065
EXPEDIDO
581.263
162.010 13.400 20.726 20.439 6.805 25.096 70.958 40.630 42.210 11.312 65.370 -
LLEGADA
1902
(*) Incluye las estaciones del tramo Calaf-Barcelona de la línea Zaragoza-Barcelona. (**) En 1930 aparecen agregadas las partidas de lana y algodones y tejidos. Fuente: Datos estadísticos..., Cía. de Ferrocarriles de Norte.
Material móvil TOTAL
Papel y cartón
Cereales Harinas Forrajes Azúcar Aceites Bebidas (vinos) Combustibles Lanas y Algodones Tejidos Metales Material-Construc. Abonos Productos químicos
EXPEDIDO
1879
-160.198
-
-152.890 2.878 -17.584 -9.976 2.200 -9.999 14.587 14.850 10.094 7.548 -41.039
SALDO
115.954 46.009 89.662 18.437 7.838 7.862 64.701 57.792 26.908 159.425 16.093 10.278 8.482 42.829 771.595
78.878 26.649 154.890 9.195 4.542 5.086 45.993 566.123
LLEGADA
25.609 14.359 10.745 1.053 9.565 12.178 35.043
EXPEDIDO
1930
-90.345 -31.650 -78.917 -17.384 1.727 4.316 -29.658 (**)
SALDO
21.086 -259 -4.535 -6.898 -5.736 -3.396 3.164 -205.472
EVOLUCIÓN DEL TRÁFICO COMERCIAL FERROVIARIO DE LA LÍNEA BARCELONA-ZARAGOZA (Cía. Norte). PROVINCIA DE BARCELONA(*)
Anexo 2
Luis GERMÁN y Vicente PINILLA
RELACIONES COMERCIALES (1860-1975) BIBLIOGRAFÍA ARANGO, Joaquín (1976): «Cambio económico y movimientos migratorios en la España oriental del primer tercio del siglo XX: algunas hipótesis sobre determinantes y consecuencias», Hacienda Pública, n.° 38, pp. 51-80. BONO Ríos, Francisco (1981): «La balanza de pagos de Aragón», en Estructura productiva y renta regional de Aragón. Año 1978. Tablas Input-Output, vol. II, pp. 335347, Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, Zaragoza. BONO Ríos, Francisco (1984): «Notas sobre el comercio exterior de Aragón», Información Comercial Española, n.° 610, pp. 95-102. CARRERAS, Albert (1990): «Cataluña, primera región industrial de España», en NADAL, J. y CARRERAS, A. (dirección y coordinación), Pautas regionales de la industrialización española (ss. XIX y XX), Ed. Ariel, Barcelona, pp. 259-295. FRADERA, Josep M. (1984): «El comercio de cereales y la prohibición de 1820 (el caso del mercado catalán)», Agricultura y Sociedad, n.° 30, pp. 137-168. FRADERA, Josep M. (1987): Industria i mercat: les bases comercials de la industria catalana moderna, 1814-1845, Barcelona. GARCÍA SANZ, Ángel; GARRABOU, Ramón (eds.) (1985): Historia agraria de la España contemporánea, 2. Cambio social y nuevas formas de propiedad (1800-1850), Editorial Crítica, Barcelona. GERMÁN ZUBERO, Luis (1986): «La demografía aragonesa durante el primer tercio del siglo XX», Cuadernos Aragoneses de Economía, n.° 10, pp. 163-176. GERMÁN ZUBERO, Luis (1988): «Aragón invertebrado. Atraso económico y dualismo interno. 1830-1930», en Revista de Historia Económica, n.° VI-2, Madrid, pp. 311340. GERMÁN ZUBERO, Luis (1990): «La industrialización de Aragón: atraso y dualismo interno», en NADAL, J. y CARRERAS, A. (dirección y coordinación), Pautas regionales de la industrialización española (siglos XIX y XX), Editorial Ariel, Barcelona, pp. 185-218. GERMÁN ZUBERO, Luis (ed.) (1990): Eléctricas Reunidas de Zaragoza, 1910-1990. El desarrollo del sector eléctrico en Aragón, Institución Fernando el Católico, Zaragoza. GERMÁN, Luis; FORCADELL, Carlos (1988): «La crisis finisecular en la agricultura interior: el caso de Aragón», en GARRABOU, R. (ed.), La crisis agraria de fines de siglo, Editorial Crítica, Barcelona, pp. 69-93. GERMÁN, Luis; PINILLA, Vicente (1989): «Transformaciones agrarias e industrialización en Aragón, 1860-1935», II. Seminario internacional sobre aspectos del crecimiento regional en la orilla norte del Mediterráneo, 1750-1980. El papel de la agricultura en el proceso de desarrollo regional, Murcia. GRUPO DE ESTUDIOS DE HISTORIA RURAL (1980): Los precios del trigo y la cebada en España, 1891-1907, Banco de España, Madrid. GÓMEZ MENDOZA, Antonio (1982): Ferrocarriles y cambio económico en España 1855-1913, Alianza Editorial, Madrid. MADRAZO, Santos (1984): El sistema de transportes en España 1750-1850, Madrid.
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Luis GERMÁN y Vicente PINILLA MALUQUER DE MOTES, Jordi (1985): «La revolución industrial en Cataluña», en SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (compilador), La modernización económica de España. 18301930, Alianza Editorial, Madrid, pp. 199-225. MONTOJO SUREDA, Jorge (1945): La política española sobre trigos y harinas (años 1900-1945), Madrid. NADAL, Jordi (1987): «La industria fabril española en 1900. Una aproximación», en NADAL, J.; CARRERAS, A. y SUDRIA, C. (compiladores), La economía española en el siglo XX. Una perspectiva histórica, Editorial Ariel, Barcelona, pp. 23-61. NADAL, Jordi y MALUQUER DE MOTES, Jordi (1985): Catalunya, la fábrica d'Espanya (1833-1936), Barcelona. PASCUAL I DOMENECH, Pere (1989): «Ferrocarrils i circulació mercantil a Catalunya durant la segona meitat del segle XIX», Recerques, n.° 21, pp. 125-161. PASCUAL I DOMENECH, Pere (1990): Agricultura i industrialització a la Catalunya del segle XIX, Crítica, Barcelona. PÉREZ SARRIÓN, Guillermo (1984a): Agua, agricultura y sociedad en el siglo XVIII. El Canal Imperial de Aragón 1766-1808, Institución Fernando el Católico, Zaragoza. PINILLA NAVARRO, Vicente (1990): La producción agraria en Aragón desde 1850 hasta 1935, Tesis Doctoral leída en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Zaragoza. PUJOL ANDREU, Josep (1984): «Les crisis de malvenda del sector vitivinícola catalá el 1892 i el 1935», Recerques, n.° 15, pp. 57-78. PUJOL ANDREU, Josep (1988): Les transformacions del sector agrari catalá entre la crisi finisecular y la guerra civil, Tesis Doctoral leída en la Facultad de Ciencias Económicas de la U. A. B. RINGROSE, David R. (1972): Los transportes y el estancamiento económico de España (1750-1850), Tecnos, Madrid. SANZ FERNÁNDEZ, Jesús (1985): «La crisis triguera finisecular: los últimos años», La España de la Restauración. Política, economía, legislación y cultura, Siglo XXI de España Editores, Madrid, pp. 265-310. VILAR, Pierre (1987): Cataluña en la España moderna, Editorial Crítica, Barcelona, vol. II, «Las transformaciones agrarias».
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COMUNICACIONES
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MERCADO ARAGONÉS E INDUSTRIA CATALANA: LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS* José Ramón GARCÍA LÓPEZ**
La necesidad de conseguir un amplio mercado interior capaz de absorber la creciente producción textil catalana del ochocientos provocó una diáspora de miles de catalanes encargados de conducir el flujo de mercancías a todas las regiones españolas. Esas «avanzadillas» comerciales de que nos habla el profesor Vicens Vives,' al tiempo que distribuían los géneros, contribuyeron a difundir una cultura mercantil de extraordinaria importancia para el conjunto español, desarrollando en muchos casos otras actividades derivadas o inducidas, de las cuales probablemente una de las más significativas haya sido la progresiva realización de operaciones «de banca». Los beneficios obtenidos de la venta de géneros, la respetabilidad que la práctica comercial continuada fue acumulando, la disponibilidad de un local abierto al público gestionado por personas con una notable profesionalidad, y las relaciones con una extensa red de proveedores, todo ello unido, hizo posible que estas casas de comercio fuesen incluyendo en sus operaciones habituales, el giro, la negociación de letras, el cambio, la concesión de anticipos y préstamos..., en definitiva, que se fuesen consolidando como intermediarios financieros, para llegar a convertirse en Casas de Banca.' * Este trabajo ha podido realizarse gracias a la generosa disposición de D. José GarrigaNogués y Marcet, a quien me permito dedicarlo para corresponder, aunque sea simbólicamente, a su confianza y amistad. ** Universidad de Oviedo. 1. VICENS VIVES, J.: Los catalanes en el siglo XIX.
Alianza Editorial - Enciclopédia Catalana, Madrid, 1986, p. 73. El profesor Vicens Vives nos habla de sociedades barcelonesas que se constituyen con el propósito de establecer una sucursal en otras regiones españolas (p. 71). Un fenómeno simétrico se aprecia visto desde esas otras regiones: las compañías que para la venta de géneros «extranjeros y del reino» se constituyen en Valladolid, Oviedo, Zaragoza..., lo hacen estableciendo a uno de sus socios en Barcelona «para realizar las compras» (GARCÍA LÓPEZ, J. R.: «Notas sobre la presencia de comerciantes catalanes en Oviedo en el siglo XIX», Boletín del I. D. E. A., núm. 119, Oviedo, 1986, pp. 795-803). 2. Hemos planteado este tema con carácter general en «Banqueros y comerciantes-banqueros, clave oculta del funcionamiento del sistema bancario español del siglo XIX», Moneda y Crédito, núm. 175, diciembre 1985, pp. 59-85, y «El sistema bancario español del siglo XIX, ¿una estructura dual? Nuevos planteamientos y nuevas propuestas», Revista de Historia Económica, 1/1989, pp. 111-132. 117 Índice
LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
El Banco Garriga-Nogués, que llegó a alcanzar un notable desarrollo en Cataluña, fundamentado en el prestigio conseguido por la eficaz y laboriosa gestión de varias generaciones del mismo apellido, tuvo sus orígenes en la casa de comercio establecida en Zaragoza por José Garriga a principios del siglo XIX, con el objeto de dedicarse a la distribución de géneros catalanes. En este trabajo estudiamos precisamente esos orígenes, analizando los negocios de la casa Garriga Hermanos (hijos del fundador), entre 1843 y 1852, años, por otra parte, especialmente importantes para la industria textil catalana, que experimentó en ellos su primer gran impulso de mecanización.' Para realizar este trabajo hemos utilizado como fuente fundamental de información los libros de inventarios de dicha casa, cuya transparencia y riqueza de datos nos han permitido conocer los tipos de mercancía con que comerciaban, la procedencia y precios de la misma, el ámbito espacial que con su actividad cubrían, la aplicación del excedente patrimonial en otras inversiones y participaciones complementarias, y, en fin, los resultados que todo ello les produjo. El trasfondo de la trayectoria mercantil aquí estudiada queda definido por la interconexión de dos regiones con economías complementarias: la producción agraria aragonesa y su exportación a Cataluña" llegará a potenciar un mercado para los textiles catalanes. Es, por tanto, un caso que creemos se ajusta al tema que motiva el presente Simposio.
CONSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD «GARRIGA HERMANOS» El 1 de enero de 1831, los hermanos José y Manuel Garriga Llastanós suscriben un contrato de compañía' por el que se constituyen en sociedad bajo la denominación de «Garriga Hermanos». El objeto es continuar los negocios de la casa de comercio establecida en Zaragoza que hasta entonces habían venido gestionando conjuntamente con su padre. Establecen en dicho contrato como fines de la sociedad, la dedicación al «comercio de toda clase de géneros nacionales», dejando abierta la posibilidad —fórmula habitualmente utilizada en las escrituras de constitución de la época— de dedicarse también a «cualquier otro que juzguen oportuno». Quedaba de este modo establecida la sociedad por término de diez años, prorrogables tácitamente, y en ella comprometían un capital de 492.581 reales 28 maravedíes, suma que ambos hermanos aportaban por mitad, como por mitad habrían de repartirse los resultados. 3. NADAL OLLER, J.: El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913, Ed. Ariel, Barcelona, 1975, pp. 196-197. 4. FERNÁNDEZ CLEMENTE, E.: Aragón contemporáneo, 1833-1936, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1975, p. 20. 5. La escritura está reproducida en facsímil en Banco Garriga Nogués, 1829-1848, pp. 15-21.
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José Ramón GARCÍA LÓPEZ
El comercio en estos años, y especialmente el comercio de tejidos, era todavía mayoritariamente itinerante, de manera que quienes se dedicaban a él solían establecerse en una plaza importante y bien comunicada que utilizaban como base para realizar continuos desplazamientos a las ferias y mercados de las localidades circundantes, en un radio determinado por la disponibilidad de medios y la capacidad de demanda de dichas localidades. La vinculación del comercio textil con Cataluña como centro productor, unida a las limitaciones comerciales de la época, aconsejaban situar en Barcelona a una persona capacitada, generalmente uno de los socios, para allí realizar las compras. Así lo hizo la sociedad Garriga Hermanos, abriendo casa en Barcelona, y colocando a su frente al socio José Garriga, quien habría de encargarse de efectuar las compras de géneros que serían expedidos a Zaragoza, para allí ser vendidos o distribuidos por el otro socio, Manuel Garriga. Ambas casas tenían autonomía administrativa, aunque en fin de ejercicio refundían todas las operaciones en un solo balance realizado en Zaragoza. Aunque la sociedad Garriga Hermanos se constituyó en 1831, los libros de cuentas de que hemos podido disponer se abren con el balance-inventario del año 1843, que reproducimos tal como figura en el libro correspondiente (cuadro 1) y que nos servirá para establecer las primeras consideraciones. Pero antes de hacerlas, bueno será aclarar el contenido de algunas de las partidas que por su equívoca denominación pueden inducir a confusión desde una perspectiva actual. La primera aclaración necesaria se refiere a las curiosas denominaciones empleadas para designar a Activo y Pasivo. El primero se denomina en el balance «Haber», aparentemente lo contrario de lo que nos enseña la técnica contable al uso, pero que guarda perfecta coherencia con el significado que tiene como aplicación del «haber patrimonial». Por la misma razón, al Pasivo se le denomina «Debo», al entender que su contenido no representa otra cosa que la deuda del negocio con sus titulares y otros acreedores que lo financian. Otra particularidad es la correspondiente a la partida «Resulta de beneficios», que en realidad es el remanente acumulado de los beneficios obtenidos en todo el tiempo de existencia de la sociedad. Pero, sin duda, la más curiosa, y al mismo tiempo ilustradora, es la partida «Papel moneda», que nada tiene que ver con billetes de banco, como su rúbrica parece indicar inequívocamente, sino que contiene el «papel» que hacía las veces de moneda cotidianamente: letras de cambio y pagarés, lo que hoy llamaríamos «Efectos a cobrar y a negociar». Ninguna expresión puede resultar más precisa para definir lo que a lo largo del siglo XIX fue un instrumento monetario de primer orden, que, por cierto, apenas ha sido considerado por la historiografía española.
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LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
Cuadro 1 GARRIGA HERMANOS BALANCE AL 31 DE DICIEMBRE 1843 (REALES) DEBO
HABER
106.031 Metálico existente en Caja 249.742 En papel moneda 616.415 En deudas corrientes 743.630 En géneros Metálico puesto en diferentes 223.169 sociedades Por la parte de la lana que tenemos 51.596 de c/ y m/ con Lluch Metálico puesto por la casa de Barcelona en diferentes 616.149 sociedades y demás negocios Valor de la casa en Zaragoza 225.800 SUMA
Por n/primitivo capital Al socio José Debe la casa de Zaragoza Debe la casa de Barcelona Resulta de Beneficio
2.832.532
SUMA
492.581 235.583 288.819 67.294 1.748.255
2.832.532
La información que nos aporta el balance es diversa, y del mayor interés. Por él podemos ver que la dedicación fundamental de esta casa de comercio (utilizaremos este término de época por abarcar un amplio contenido, como en realidad correspondía a la índole de esos establecimientos) era, como ya hemos apuntado, el comercio de tejidos. Pero esta dedicación no era exclusiva, porque la casa realizaba además otras actividades —giro, préstamos, negociación de efectos— y participaba en varias empresas de transportes. Es, pues, un caso más de la frecuente vinculación de partida de la actividad bancaria con el comercio de mercancías.
ANÁLISIS DE LA ACTIVIDAD COMERCIAL La venta de tejidos, que había sido el origen de esta casa, seguía siendo la dedicación básica al constituirse en sociedad los hermanos Garriga Llastanós. Los «géneros» eran mayoritariamente de fabricación catalana, y aunque algunas variedades eran francesas, británicas o belgas —que por su calidad y precio penetraban en todos los mercados— el suministro se hacía a través de distribuidores barceloneses. En páginas siguientes nos proponemos examinar los tipos de géneros con que la casa comerciaba, para a continuación ocuparnos de los proveedores, su localización y especialidades, y, finalmente, de los clientes. Haremos la estimación a partir de los datos contenidos en los inventarios, y aunque éstos limitan su información a una fecha determinada, el final de año, 120 Índice
José Ramón GARCÍA LÓPEZ
a falta de otras fuentes supondremos que el volumen de la existencia de géneros guarda proporción directa con el volumen de ventas, y que los saldos en esa fecha de proveedores y deudores son también proporcionales a su movimiento a lo largo de cada año.
Géneros objeto de comercio Resumir en un apartado el amplísimo surtido de un establecimiento dedicado al comercio de tejidos no resulta fácil. Cierto que en la época que estudiamos sólo se empleaban como materias primas textiles las fibras naturales, pero aun así, existía una inacabable variedad basada en la combinación de componentes y métodos de fabricación. Tres son los elementos esenciales que definen un tejido: la fibra de que está compuesto, el ligamento o entrelazado de los hilos, y las peculiaridades con que su fabricación se lleva a cabo.' Pero a su vez, cada uno de estos elementos admite una gran variación, lo que multiplica las posibilidades de diferenciación. Por lo que se refiere a las fibras,' dentro del gran grupo de las fibras naturales se pueden establecer subgrupos, según su origen vegetal o animal, y éstas a su vez admiten nuevas subdivisiones, en función de la especie de que procedan. Pero una vez clasificados según criterios botánicos y zoológicos, empieza la verdadera diferenciación, con la consideración de su procedencia y de las múltiples calidades comerciales que se establecen en virtud de sus características externas de longitud, grosor, resistencia... Después, los tratamientos a que se someten los hilos antes del tisaje, como el apresto, lustrado, mercerizado..., acaban por añadir nuevas particularidades, lo que repercute en la característica final del producto, es decir, en la aparición de otros tantos tipos de tejidos. Por otra parte, los ligamentos o entrelazado de los hilos que forman un tejido, al darles distinto aspecto y cualidad, originan nuevas variedades (tafetán, sarga, raso, diagonal...). Otras características pueden derivarse del acabado que se le aplica (muaré, encerado...), o del tipo de telar o mecanismo con que se elabora. Todavía hay otras causas que originan más variedades en los tejidos, bien por el aspecto que presentan (piqué, canutillo, espiga...) o por el uso a que se destinan (entretela, tela de colchón...). En fin, que son tantas las combinaciones posibles (a las que habría que añadir los colores y las medidas) que harían interminable la relación de géneros en existencia en una casa como la que nos ocupa. La panorámica de las variedades de tejidos que hemos esbozado —quizás prolija para un artículo, pero necesaria para hacerse una cabal composición de lugar— debe ser reducida si queremos que tenga alguna operatividad. Por este motivo, para reflejar los principales géneros con que comerciaba el establecimiento estudiado, hemos realizado un agrupamiento en función de la fibra con que estaban elaborados. Con este criterio se ha elaborado el cuadro 2, en el que se recogen las existencias en fin de ejercicio del número de piezas de cada tejido y su valoración. 6. CASTANY SALADRIGAS, F.: Diccionario de tejidos, Ed. Gustavo Gilí, Barcelona, 1949. 7. SCHUSTER, K.: Materias primas textiles, Ed. José Montesó, Barcelona, 1955.
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LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
Cuadro 2 GARRIGA HERMANOS PRINCIPALES GÉNEROS INVENTARIADOS EN FIN DE EJERCICIO NÚMERO DE PIEZAS / MILES DE REALES 1843
1844
1845
1846
1847
1848
1849
1850
1851
1852
/ ' / ' , I , I , '
530 52 25 3 230 25 150 17 72 5 140 12
372 35 22 2 80 9 90 10 46 4 194 16
527 57 48 5 200 22 200 22 31 3 260 23
1
2
2
2
351 31 22 2 297 31 142 16 75 7 270 25 37 5
330 28 9 1 143 13 130 13 60 5 200 20 28 3
325 26 20 2 240 22 104 11 40 3 70 7 69 7
340 32 31 3 227 19 304 34 44 3 520 45 254 23
286 26 34 3 57 4 210 27 16 1 330 34 37 4
236 20 18 1,5 90 9 630 80 88 7 430 40 300 33
310 29 16 1,5 70 7 426 52 163 14 260 27 123 17
/ '
32 16
45 32
42 34
36 20
26 18
34 19
34 19
28 13
32 17
10 6
1
85 6 2
29 18 6
22 22 8
10 19 7 -
22 17 7 18 3
15 11 3 28 4
33 11 4 185 26
23 10 4 464 64
21 10 3 960 128
12 8 2 620 80
3 10 2
2
2 4 1 14 3
2
-
-
1 15 3
54 9
352 61
6 2 162 28
5 2 64 11
38 7
TEJIDOS DE ALGODÓN Asargados Pan pobre Mahones Indianas Percal/Percalina Cotón/Cotonías Retores
1
TEJIDOS DE LANA Bayeta Pañería Franelas
1
Patenes
1
Merinos Estameña
{ , 1
Lanilla
{
2 13 4 14
1
55
38
36
14
20
10
8
12
10
8
1
32
15
16
8
7
9
10
20
21
19
1
2
4
9
4
6
2
6
6
6
2
1
6
4
4
6
1
3
1
11
19
2
{
18
9
17
24
18
20
22
2.11
16
12
1
20
10
14
2
11
3
2
2
6
8
7
19
21
18-
1
1
-
TEJIDOS DE SEDA Seda Blondas Raso de seda Tafetanes Terciopelo
TEJIDOS DE LINO Lienzo Telas de hilo
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José Ramón GARCÍA LÓPEZ
Tanto por su variedad, como por el número de piezas y su valoración, eran los tejidos de algodón los que predominaban: suponían entre un 20 y un 30 por 100 del valor total, y mayor proporción aún representaban en unidades físicas. La presencia dominante de las telas de algodón se explica, no sólo por su bajo precio, sino también por su aptitud para cubrir determinadas funciones. Mahones, pan pobre y asargados son telas resistentes y baratas, y tenían gran aceptación, especialmente para ropa masculina y de trabajo. Las indianas, telas más finas y con estampaciones y colorido, también con precios asequibles, eran utilizadas para vestidos femeninos, colchas, cortinajes y otros usos domésticos. Percales, percalinas, cotonías y retores, especialmente los blanqueados, tenían aplicación en ropa interior y de cama. Su presencia en los inventarios del período estudiado es desigual, y mientras los mahones, el pan pobre, los asargados y percales permanecieron estancados o disminuyeron ligeramente, las indianas, las cotonías y los retores experimentaron un fuerte crecimiento en los años finales. En esta sustitución, sin duda tuvo una influencia grande la mayor caída de los precios de estos últimos géneros, pues, por ejemplo, las indianas para vestidos, que en 1843 estaban en torno a los 7 reales/vara, de promedio, en los años 1850-52 tenían un precio medio inferior a los 5 reales/vara (encontramos en el inventario de 1851 «indianas máquina superiores» a 4,5 reales). Son consecuencias de la mecanización, que hace que «les indianes y d'altres artefacts, cada vegada a més baix preu, desplacen del consum a d'altres generes de més tradició».8 Pero no debemos excluir la influencia de otros factores, como la consecución de mejores y más variadas calidades que los fabricantes estaban logrando a partir de estos tipos de tejido, pues de otro modo no se explica la disminución del volumen de mahones, cuyo precio también experimentó una drástica reducción (pasó de 4 a 3 reales/vara, apareciendo calidades por debajo de los 2 reales/vara). Los tejidos de lana —paños, bayetas, patenes, merinos, franelas, estameña— seguían en importancia, y aunque en menor volumen físico, en conjunto aproximaban su valor al de los géneros de algodón, debido a su mayor precio unitario. Algunos paños de calidad superaban los 80 reales/vara, aunque la mayoría oscilaba entre los 40 y 60, descendiendo en los últimos años hasta los 25-30 reales/vara. También las bayetas y merinos tenían precios considerables, entre 30 y 60 reales/vara, yendo siempre por debajo en el precio las primeras, y siendo insignificantes las existencias de los segundos. Unas y otros también acusaron a lo largo del período una sensible baja en los precios. Aunque los paños de lana, difícilmente sustituibles en sus variedades más gruesas, tenían un considerable volumen, también dentro del grupo de los tejidos de lana predominaban los tipos más baratos, como los patenes (quizás de mezcla de lana y algodón), cuyos precios bajaron de los 7 u 8 reales/vara en 1847 a unos 3 a 5 en 1851 (por tanto, sólo ligeramente por encima de las telas de algodón más baratas) convirtiéndose en los años 1850-1852 en el primer renglón de la casa, tanto por volumen como por valor. 8. NADAL, J. y RIBAS, E.: «Una empresa cotonera catalana: la fábrica de la Rambla, de Vilanova, 1841-1861», Recerques, 3/1974, p. 51.
123 Índice
LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
La seda era la tercera fibra en importancia dentro de los tejidos vendidos por la casa Garriga Hermanos, no tanto por el volumen cuanto por el importe que sus altos precios suponían. Terciopelos (con precios entre 30 y 40 reales/vara), tafetanes, rasos, blondas y seda para bordar, cifraban sumas similares a las de los tejidos de algodón, y añadiendo los cortes de raso para chalecos, en ocasiones las superaban. Un renglón muy importante era el de las blondas, base de la confección de mantillas. En cuanto a los tejidos de lino, eran mucho más escasos. Retortas, algunos cutíes, lienzos y telas para pantalones (la mayor partida), formaban una sección minoritaria dentro de las estanterías de la casa, si bien tuvieron un fuerte crecimiento en los últimos años. Debe tenerse presente que había tejidos elaborados con mezcla de fibras, por lo que las denominaciones pueden inducir a error: así, los cutíes, que si originariamente eran de lino, se confeccionaban también en algodón. Se deduce de todo lo anterior una primera conclusión, y es el predominio de las telas baratas: mahones, indianas, pan pobre, percalinas, cotonías, asargados, patenes... Tenían en su mayor parte unos precios que oscilaban entre 3 y 5 reales por vara, lo que los situaba en el nivel más asequible. La casa Garriga Hermanos, como comerciantes mayoristas y vendedores en ferias, debían de tener una clientela mayoritariamente rural, y, por tanto, lo mismo por el uso a que esos géneros se destinaban, como por el nivel de renta de los compradores, las existencias se componían de telas resistentes y de bajo precio. El predominio de las telas baratas tenía como reverso la ausencia de tejidos finos y caros. Es curioso observar que en todos los inventarios de estos diez años, no figura ni una sola vara de batistas, popelines, organdíes o céfiros. Sólo cantidades insignificantes de holandas, y, excepcionalmente, en 1852, aparecen 2 piezas de irlandas de algodón y 29 piezas de irlandas de lino, demasiado poco en un surtido tan amplio. La segunda conclusión que extraemos de lo anterior es la confirmación de un persistente descenso de los precios unitarios, consecuencia evidente del intenso proceso de mecanización que sucesivamente fue alcanzando a la hilatura y al tisaje. Pero esa mayor producción realizada con nueva tecnología, no sólo iba a afectar a los precios, sino también a una mejora general de las calidades y a la aparición de nuevas variedades que ampliarían el mercado, impulsando el comercio textil. La casa Garriga Hermanos participó de ese proceso, viendo crecer su volumen de negocio y sus resultados, como veremos más adelante. Por lo que se refiere a las confecciones, en conjunto suponían la mayor parte (en valor) del total de existencias. Dentro de ellas, el mayor surtido correspondía a pañolería y fajas. Tengamos en cuenta que el ámbito de venta de esta casa cubría la baja Navarra, Rioja, Aragón y parte occidental de Cataluña, donde faja y pañuelo eran elementos imprescindibles de la vestimenta popular. Por ello no es extraño que en fajas hubiera como promedio más de 30.000 reales en existencias, predominando las de estambre, moradas y encarnadas, con precios entre 8 y 16 reales, según su longitud —12, 14, 18, 20 palmos— y calidad. Mayor surtido aún había en pañuelos, que doblaban el importe de las fajas. Vendía esta casa pañuelos de todas clases: en seda, hilo, 124 Índice
José Ramón GARCÍA LÓPEZ
gasa, algodón, raso, crespón, tafetán, nacré, pita, casimir, estambre, muletón, greda, etc., y su apariencia tenía también una gran diversidad: adamascados, ambarinos, chinescos, tapizados, tibet, olé, navarrinos, tártaros, culebrinos, polacos, califados, orientales... Otras confecciones, aunque con menos volumen, eran las de uso doméstico, como colchas, toallas, servilletas, y en menor medida, complementos del vestido, como guantes, corbatas, zapatos, mantones, velos y mantillas. Los proveedores A partir de las relaciones de firmas acreedoras que detallan los inventarios, podemos recomponer el cuadro de los proveedores de géneros —fabricantes, comisionistas, distribuidores—. Son casi todos casas catalanas. Las excepciones se reducen a algunos fabricantes de Alcoy, a la Fábrica de Tejidos de Lino de Rentería y, ocasionalmente, a alguno de Logroño. No aparece ninguna referencia a casas extranjeras hasta 1852. La tarea de establecer una relación de proveedores, con indicación de su razón social y localidad, se ve facilitada por la transparencia de los libros de contabilidad de la casa. Mayor dificultad, en parte insalvable, supone la pretensión de fijar los tipos de géneros que cada uno elaboraba o expendía, y que aquí acometeremos hasta donde sea posible. El rastreo de los inventarios nos ha permitido encontrar para algunas partidas de tejidos referencias a la casa fabricante, lo que, unido a las características de la plaza en que estaban establecidas, permite aventurar alguna generalización, aunque siempre dentro de las limitaciones indicadas. Tampoco la fuente disponible nos permitirá distinguir el nivel técnico de las firmas productoras, por lo que en la relación aparecerán mezcladas empresas de diferentes dimensiones y grados de mecanización, que en los años de referencia coexistían en la industria textil catalana.' La década que aquí consideramos, 1843-1852, se inscribe plenamente en el primer impulso fuerte de la mecanización de la industria algodonera catalana.1° Coincide, pues, el crecimiento de la casa Garriga Hermanos con el despegue y modernización del sector fabril catalán, por lo que estarán en cierto modo afectados por las mismas vicisitudes. Agrupando los proveedores por plazas, las que concentraban el mayor número eran: Barcelona en primer lugar, seguido de Valls, Reus e Igualada. Barcelona era, con mucho, la más importante. Lo fue en los primeros años y lo continuó siendo en los siguientes en mayor proporción aún, de modo que al comienzo de los años cincuenta el número de proveedores barceloneses se había multiplicado por diez, mientras que en las demás plazas sólo se producirían algunas nuevas incorporaciones (cuadro 3). De Valls procedían casi exclusivamente tejidos de algodón. Los «asargados de Valls» y las cotonías eran renglones fijos y voluminosos, fabricados por 9. MALUQUER DE MOTES, J.: «La estructura del sector algodonero en Cataluña durante la primera etapa de la industrialización (1832-1861)», en Hacienda Pública Española, núm. 38, 1976, pp. 139-146. 10. NADAL, J.: Vid. nota 3.
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LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
Cuadro 3 GARRIGA HERMANOS PRINCIPALES PROVEEDORES, AGRUPADOS POR PLAZAS 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852 VALLS Francisco Galufré e hijo Viuda de Roca y Joquet Alberto Dasca y Baldrich Ramón Tomás y Buada (En 1847, María Tomás e Hijo) (En 1849, Juan Tomás y Cía.) Juan Martí Sanz Farrés y Guasch REUS Matías Vila (En 1850, Matías Vila, Prat y Cía) Pablo Segimón Victoriano Camplá y Cía Francisco Puj Pallarés y Castells Elías y Poch (En 1852, José Elías) Canals, Pamiés y Huguet Pedro Barbera MANRESA Pedro Fortuny Cristóbal Torra IGUALADA Jaime Vives e hijo Ramón Godó Francisco Castells y Comas Bartolomé Forgas Balín y Griñó (En 1849, Antonio Balín) Bartolomé Centellas Cía. Fabril Igualadina TARRASA Ramón Prats José Maurí Viuda de Argemí Juan Escursell y Ballbé VARIAS Luis Achard (Mataró) José Domingo y Lluch (Vich) Pedro Perereda (Puebla de Lillet) Soc. de Tejidos de Lino (Rentería)
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José Ramón GARCÍA LÓPEZ 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852 BARCELONA Andrés Valls Fortuny Lorenzo Pons y Hermano (En 1847, Lorenzo Pons y Cía) Miguel Domingo y Lluch Juan Arañó Miguel Albareda Sagarra y Compañía (En 1845, Sagarra y Pondevida) Rita Roca Jerónimo Juncadella Prat Hnos. (En 1848, Jerónimo Juncadella) Lucía Mas Cayetano y Luis Arañó Mariano Güell J. Achón y Cía Miguel Castañs y Masoliver Jaumandreu y Compañía José Monteys Juan Junoy y Hermano Ramón Carbonell La España Industrial Jaime Lafont Fernando Puig Paúl e hijos Salvador Bonaplata Ramón Nogués y Compañía Jaime Sadó Hnos. y Compañía Fabril Algodonera Francisco Colomer
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las casas Galufré, Roca, Dasca, Tomás y otras. La persistencia de estas casas, salvo la de Francisco Galufré, fue constante en el período considerado. Reus era otra de las plazas donde se localizaban los proveedores de una gran parte de los géneros. En esta plaza, y para este período, vinieron a unirse a la tradicional fabricación de tejidos de seda (terciopelos, tafetanes, rasos...) los tejidos de algodón y mezclas. Especialmente voluminosas eran las partidas de mahones, de los que Segimón, Barberá y Elías eran destacados abastecedores. También de Reus procedía buena parte de las grandes cantidades de patenes (posiblemente imitaciones en algodón o mezcla, dado su bajo precio) que hemos apreciado en los inventarios a partir de 1850. En el aprovisionamiento de géneros de Valls y Reus debió de ser significativa la mayor proximidad y la facilidad de comunicaciones, pero lo que sin duda contó decisivamente fue el empuje experimentado en ambas localidades por la industria algodonera, que entre los años 1847 y 1849 vio pasar los establecimientos fabriles de 52 a 76 en Reus y de 16 a 34 en Valls." 11. MADOZ, P.: Diccionario Geográfico-estadístico-histórico, voz «Tarragona», T-XIV,
p. 619.
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LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
De Igualada provenían también cantidades considerables de tejidos de algodón: cotones, cotonías, cutíes, patenes... Ramón Godó y Jaime Vives fueron los dos proveedores principales, a los que se unirían más tarde Francisco Castells, Bartolomé Forgas, Antonio Balín y Bartolomé Centellas, que junto con la Compañía Fabril Igualadina harían que en 1852 fuese Igualada una de las primeras plazas de aprovisionamiento de la casa. Tarrasa tenía fama de ser sede de la elaboración de buenos paños de lana. De allí provenían géneros de lana de calidades tanto finas como bastas. Paños, franelas, bayetas, «estameña de Tarrasa», etc., así como tejidos de algodón y mezcla. El principal proveedor en esos años era José Maurí, citado por Madoz como una de las casas «más adelantadas».'2 En otras localidades catalanas había también importantes proveedores, aunque más reducidos en número. Así, en Manresa, Pedro Fortuny y Cristóbal Torra; en Mataró, Luis Achard; en Vich, José Domingo... Dejamos para el final la referencia a Barcelona, donde se localizaban la mayor parte de los proveedores, y donde, sobre todo, el incremento numérico de los mismos fue más notable. En los primeros años fueron Juan Arañó, Miguel Albareda, Sagarra y Cía., y Rita Roca los más significativos, a los que se irían añadiendo los hermanos Juncadella y Prat (desde 1848, Jerónimo Juncadella, que se constituiría en uno de los principales abastecedores de patenes) y la importante casa Jaumandreu y Cía., que, desde 1849 al menos, proveía de indianas finas y para vestidos. En los últimos años, el aumento numérico de casas suministradoras barcelonesas fue fortísimo, quizás no todos fabricantes. Entre las que vemos incorporarse después de 1850, destacaremos tres firmas: Jaime Sadó Hermanos y Cía., La España Industrial y la Fabril Algodonera. Los géneros procedentes de otras regiones españolas debían de ser muy escasos, y como ya indicamos, quedaban reducidos a poco más que paños y bayetas de Alcoy y a los tejidos de lino de Rentería. En cuanto a tejidos fabricados en el extranjero, eran muy poco significativos; sin duda los vendían, pero a tenor de los reflejados en los inventarios debían de hacerlo en cantidades reducidas: «lienzos de Bearn», «lionesas», «holandas» aparecen en pequeñas cantidades. Por lo que se refiere a proveedores extranjeros, sólo en 1852 aparecen dos en los inventarios: la casa Bruneel, fabricantes de lienzos, pañuelos y tejidos de lino en Courtrai, y la casa Ponison, de París, ésta última, con toda seguridad, comisionistas. Su presencia sólo en los años finales nos permite suponer que los géneros extranjeros habrían llegado hasta entonces a través de importadores e intermediarios barceloneses. Deudores y ámbito de actuación De manera similar a lo dicho para los proveedores, los libros de inventarios relacionan las cantidades pendientes de cobro en fin de cada ejercicio, con expresión de los nombres, razones sociales y localidades. Se trata, por tanto, de los saldos de las cuentas abiertas a los clientes de la casa. No nos es posible, 12. MADOZ, P.: Diccionario..., voz «Tarrasa», T-XIV, p. 671.
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José Ramón GARCÍA LÓPEZ
sin embargo, afirmar con total certidumbre que los deudores lo sean por razón de suministros de géneros; más aún, nos consta que algunos de esos deudores lo son por préstamos y no por mercancías. Pero esto, lejos de invalidar el análisis que aquí hacemos de este grupo de cuentas, lo reafirma, pues lo que entendemos por «clientes» no son sólo compradores de tejidos, sino de la otra mercancía con que comercia esta casa, es decir, dinero y crédito. Bien es verdad que tampoco se agota con esta cuenta el total de deudores por préstamos, pues hay otra fórmula de concertarlos, a través de pagarés, que quedan recogidos en la rúbrica «Efectos», pero al no poder separar en ésta lo que corresponde a ese concepto, debemos limitarnos a dejarlo indicado. A pesar de las limitaciones señaladas, de la consideración de este epígrafe podemos extraer una doble información: por una parte, evaluar la cuantía de la función financiera desarrollada por esta casa; y por otra, conocer su ámbito espacial de actuación. Ambos aspectos reflejarán el área y la intensidad de la influencia ejercida por la casa Garriga Hermanos. La primera conclusión que sacamos de la consideración del monto de las deudas es que, tanto en términos absolutos como relativos, cifran un volumen muy elevado (véanse balances, cuadro 5). Grosso modo, suponen una tercera parte del total de Activo, y teniendo en cuenta que los acreedores suponen una menor cantidad y proporción respecto del Pasivo, habremos de convenir que esta casa aporta a su entorno una financiación neta muy considerable. Veamos ahora quiénes son los deudores más importantes y en qué localidades están establecidos (cuadro 4). Cuadro 4 GARRIGA HERMANOS MAYORES DEUDORES (EN MILES DE REALES) 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852
José Barnolas (Alcañiz) Ramón Capdevila (Alcañiz) A. Corredor y Cía. (Almudévar) Garcés y Sazatornil (Haro) Manuel Pardillos (Zaragoza) Agustín Rubira (Zuera) Miguel Cadena y Hno. (Tafalla) José Inda (Tudela) José Sinoés (Pedrola) Miguel Aznar (Borja) Carlos Castilla (Zaragoza) Silvestre Supervía (Tauste) Ramón Quer (Madrid) Francisco Fortea (Morella) José Sanz (Logroño) Miguel Lluch (Zuera)
8 3 143 22 40 18 22
14 5 161 24 33 9 21
28 12 183 21 36 23 19
13 9 175 11 36 26 13
13 9 173 3 34 28 15
27 14 201 28 30 — 21
37 12 267 33 35 — 19
38 14 267 33 44 4 *
41 21 267 113 11 4 *
59 20 267 141 — 4 *
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1 40 — — — —
12 31 3 107 — —
15 25 2 277 — —
16 — 2 177 — —
24 — 24 — — —
23 — 32 — 7 —
35 — 32 — 25 33
37 — 41 — 49 42
44 — 48 — 52 46
* Pasa al grupo de «Deudores de segunda clase».
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LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
La relación de deudores recogida en el cuadro 4 sugiere varios comentarios que pueden arrojar alguna luz sobre un tema del que se ha escrito mucho, aunque no siempre con datos reales: la financiación de actividades empresariales, sus fuentes, sus cuantías y sus plazos. En este caso, es indudable que las cantidades son de una cierta consideración (para «pequeñas y medianas empresas»), y que se trata de una financiación no estrictamente de «corto plazo». Es muy probable que las cantidades así adeudadas lo fuesen por simple autorización de descubiertos en cuenta, es decir, sin formalización documental alguna, pero ello no obsta para que su constante renovación ejercicio tras ejercicio los convirtiese en créditos a largo plazo. La muestra reseñada recoge una variada tipología de créditos: unos son pequeños, otros mayores; los hay que se incrementan cada ejercicio, otros se reducen; algunos se cancelan, otros, por el contrario, han de amortizarse por resultar fallidos... en fin, que se producen diferentes situaciones en correspondencia con las diferentes particularidades. De la relación contenida en el cuadro 4, destacan por sus importes los correspondientes a Antonio Corredor y Cía., de Almudévar, y a Ramón Quer, de Madrid. Ambos están vinculados al transporte por diligencia, en el que también tenían intereses los hermanos Garriga, según veremos al tratar la cuenta de «Inversiones y Participaciones». En ambos casos se trata de créditos a medio y largo plazo. El primero de ellos aún se prolongará en los años siguientes al período aquí estudiado. Por lo demás, el número de deudores es muy grande, y se sitúan en un espacio amplísimo, que abarca las provincias de Navarra, Huesca, Zaragoza, Teruel, Logroño, Burgos, Soria, Lérida y Tarragona. Docenas de clientes situados en multitud de pueblos, algunos muy distantes, dan fe de la amplitud de relaciones de esta casa. El mercado interior estaría reservado, pero para vender los géneros había que moverse. Queda únicamente por decir que aquí nos hemos ocupado de los deudores que la casa denomina «de primera clase», que son los deudores propiamente dichos, y cuya cifra es la que se refleja en los balances. Pero existen además, como anexas a los inventarios, y sin ser incluidas en ellos, otras dos relaciones de deudores: los de «segunda clase», que son aquellos que por morosos fueron amortizados con cargo a los resultados, y los de «tercera clase», que incluye a los que se han vuelto prácticamente incobrables por insolvencia, quiebras... Esta medida de depuración de la cuenta de deudores dice mucho en favor de la casa, y es buena muestra, no sólo de técnica contable, sino del interés de sus gestores de mantener el negocio saneado.
INVERSIONES Y PARTICIPACIONES EN OTROS NEGOCIOS La dinámica de la actividad comercial propia de la casa, es decir, la compraventa de tejidos, fue dando lugar a una progresiva ampliación de relaciones. Ya nos hemos ocupado de las correspondientes a las compras —los proveedores— y a las ventas —los clientes—. Detrás de ellas, o junto con ellas, decíamos que se iba desarrollando otro tipo de operaciones —la negociación 130 Índice
José Ramón GARCÍA LÓPEZ
de efectos, el cambio, el crédito...— que podríamos denominar «financieras», o, utilizando su propio lenguaje, «de banca». Pues bien, de manera similar, las relaciones comerciales —y personales— dieron también lugar a conexiones en forma de participaciones en comandita o de depósitos a interés en algunas firmas establecidas en el entorno donde estos negocios se desenvolvían. A lo largo de la década estudiada, la casa Garriga Hermanos mantuvo participaciones por un importe entre 800.000 y 1.000.000 de reales, dirigidas a tres sectores principalmente: transportes por diligencia, hilatura y minería. Las inversiones más importantes, tanto por importe como por el número de firmas con que se llevaron a cabo, fueron las realizadas en el transporte, que en esos años se hacía todavía por diligencia. La mayor correspondió a la Sociedad de Tiros de Ramón Quer, en la que de los 150.168 reales de 1843 se pasó a 330.000 en 1848, para bajar de nuevo la cifra a 103.000 reales en 1851. Otra compañía participada era la Sociedad de Diligencias de Huesca y Calatayud (60.000 reales, que bajaron a 56.000 en 1859 y a 32.000 en 1851 por pérdidas). De la Sociedad Diligencias y Postas Generales llegaron a tener 46 acciones en 1845 (230.000 reales), de las que vendieron 29 al año siguiente, manteniendo las restantes 17 hasta 1850 en que fueron vendidas con un 80 por 100 de pérdida. Todavía se comprometerían en 1851 en una nueva sociedad, la de Diligencias del Oriente de España, con 120.000 reales, que durante unos años iba a mantener buenos rendimientos; no así el «coche de Vich», que a partir de igual fecha rebajaría su valor contable. Otro medio de comunicaciones importante en la región era el que prestaba el Canal Imperial, y para el servicio del mismo, la casa Garriga Hermanos tenía destinada una cantidad que en el inventario de 1849 ascendía a unos 10.000 reales, materializados en siete caballerías, un carro y sus aparejos. De las otras participaciones, la de la hilatura debió de ser la más sólida y rentable a largo plazo, limitada a una sola firma, la Fábrica de Hilados de Cardona, que se revalorizó de 304.000 a 324.000 reales entre los años 1843 a 1849, mientras se desvalorizaban hasta desaparecer de los balances por pérdida total las participaciones en negocios mineros (únicamente mantuvo rendimientos positivos la sociedad destinada a explotar canteras de mármol).
BALANCES Y RESULTADOS Llega el momento ahora de resumir todo lo dicho y trazar una visión panorámica de la evolución de la casa Garriga Hermanos a lo largo de los diez años aquí considerados. Nada mejor para ello que analizar los balances correspondientes a esos ejercicios, y ver la evolución de sus partidas y de los resultados. Pero antes de acercarnos al cuadro de balances es necesario hacer unas pequeñas precisiones. La primera es que el balance correspondiente al primer ejercicio, 1843, no nos permite conocer la cifra de beneficios de ese ejercicio, por estar englobados todos los obtenidos desde la fundación de la sociedad; la segunda, que tampoco nos sirve para la comparación el balance de 1852, pues a lo largo de ese año se produjeron operaciones extraordinarias de liquida131 Índice
LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
ción, que alteraron la estructura interna de dicho balance. Finalmente, debemos advertir que no es posible incluir el balance de 1844 por no figurar completo en el libro correspondiente. Hemos hablado ya en apartados anteriores de las partidas más importantes que componen los balances. Hagamos ahora una breve especificación del contenido de las restantes. La cuenta «Valores» contiene 16 títulos del 4 por 100, a los que se suman a partir de 1847 dos títulos de Deuda sin interés. Los primeros son contabilizados al 68,75 por 100 durante los cuatro primeros años, depreciándose continuamente hasta llegar al 43,75 por 100 en 1850. En el Pasivo, la cifra de Capital correspondiente al ejercicio de 1843 representa el capital fundacional de 1831, y lo mantenemos así, como en los libros, para reflejar los beneficios acumulados a lo largo de los trece primeros ejercicios. Como éstos se reinvierten en el negocio, no tiene sentido mantenerlos por separado, de modo que cada año iremos incorporando los beneficios netos obtenidos a la cifra de Capital, pues unos y otros son recursos propios. La cuenta del socio José Garriga recoge una suma complementaria aportada por dicho socio, por la que percibe el interés correspondiente. De los Efectos a Pagar, debemos apuntar sólo que recogen aquellos efectos girados a cargo de la casa, y de la cuenta de Pérdidas y Ganancias, que representa las pérdidas (en el Activo) o los beneficios (en el Pasivo) de cada ejercicio. Tras estas consideraciones, hagamos el análisis económico-financiero de los balances. Cuadro 5 GARRIGA HERMANOS BALANCES EN FIN DE EJERCICIO (Miles de reales)
1843 ACTIVO Metálico en Caja Letras y pagarés Deudores Valores Mercaderías Participaciones Inmuebles Pérd. y Ganancias
110 250 630 22 744 817 260 SUMA
PASIVO Capital Cta. socio J. Garriga Acreedores Efectos a pagar Pérd. y Ganancias SUMA
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... ...
1845 1846 1847 1848 1849 1850 1851 1852
27 110 415 202 972 1.011 22 22 561 597 1.063 1.009 302 296 35 -
61 459 776 25 490 983 307 62
210 104 205 219 940 1.030 20 22 760 477 863 972 349 313 -
177 343 1.212 18 643 784 318 -
364 37 145 245 1.559 1.862 18 669 877 564 821 22 321 -
2.833
...
3.262
3.382
3.163
3.047
3.437
3.495
3.878
3.626
493 236 347 10 1.747*
... ... ... ... ...
2.240 236 514 272**
2.512 236 242 392 -
2.477 236 291 159 -
2.415 236 255 117 24
2.439 236 453 96 213
2.652 236 320 126 161
2.813 236 529 151 149
2.169 236 783 210 229
3.262
3.382
3.163
3.047
3.437
3.495
3.878
3.626
2.833
* Beneficios acumulados desde 1831; ** Beneficios correspondientes a dos ejercicios, 1844-45.
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José Ramón GARCÍA LÓPEZ
El primer comentario global que sugieren los balances es el de un crecimiento moderado de los activos a lo largo de la década estudiada. Esto con carácter general, porque en los años 1847 y 1848 se produce una brusca interrupción, a consecuencia de la intensa crisis económica que en toda España se manifiesta con notable crudeza. Esta mala coyuntura se detecta en la casa Garriga Hermanos ya en el anterior año de 1846, año en que se constata un fuerte incremento de la cartera de efectos —que se duplica— y un aumento de la cifra de deudores, mientras el metálico en Caja se reduce a la cuarta parte. Son las consecuencias de la falta de liquidez propia del momento, que finalmente se traduce en un resultado negativo en dicho ejercicio (pérdida neta de 35.000 reales). En 1847, sin duda a consecuencia de una política restrictiva, que se manifiesta en la reducción de compras y créditos, se reducen también las oportunidades de negocio, lo que se refleja en una nueva y superior pérdida (62.000 reales). No obstante, parece que con ello se ha conseguido evitar males mayores y el siguiente ejercicio de 1848 ya presenta las características de una firme recuperación. Pero los resultados netos que aparecen en los balances son sólo una parte de los recursos totales generados por el negocio. Para calcular éstos es necesario añadir a los resultados netos las cantidades asignadas a amortizaciones y lo retirado por los socios para gastos personales. Una vez considerado todo ello, sí podremos conocer el resultado integral de cada ejercicio (lo que hoy se denomina «cash flow»), que recogemos en el cuadro 6. La casa Garriga Hermanos, al practicar un riguroso criterio de valoración contable, mantuvo un Activo permanentemente saneado, lo que nos garantiza la fiabilidad de las cifras manejadas. Sobre tres conceptos se practicó la regularización de las valoraciones: sobre la cuenta de «Deudores» (amortizando los considerados morosos o insolventes), sobre la cuenta de «Valores» (contabilizándolos por su cotización, siempre descendente en el período estudiado) y sobre las Participaciones e Inversiones (recogiendo la minusvalorización que afectó a algunas de ellas). Esas amortizaciones y reducciones se hacían con cargo a Pérdidas y Ganancias, razón por la que ahora las incorporamos como sumandos bajo la rúbrica de «amortizaciones». Por otra parte, en virtud de los acuerdos estatutarios, ambos socios podían retirar del negocio cantidades para sus gastos personales, lo que hicieron en diferentes cuantías, y que, por consiguiente, deben considerarse como parte de los beneficios generados. Las cifras con signo negativo del cuadro 6 significan, en el caso de los beneficios netos, que son resultados negativos, es decir, pérdidas, y en el caso de las amortizaciones, que en ese año no sólo no se amortizó nada, sino que se recuperaron sumas ya amortizadas, por lo que han de deducirse.
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LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
Cuadro 6
GARRIGA HERMANOS RECURSOS GENERADOS (MILES DE REALES) 1831/43 1844/45 1846
1847
1848
1849
1850
1851
1852
1.747 364 — —
272 57 — —
—35 —62 — —
—62 —5 74 2
24 21 — 2
213 74 32 2
161 33 — 2
149 58 24 —
229 —
301
78
33
42
74
—7
30
36
—
BENEFICIO TOTAL 2.412
397
—64
51
121
314
226
267
229
Beneficio neto Amortiz. deudores Id. participaciones Minusv. valores Detraído para gastos personales
La lectura del cuadro 6, al mismo tiempo que permite conocer los recursos generados de la empresa, añade nuevos datos que confirman la mala situación de los años 1846 y 1847. En el primero de esos años, 1846, no se amortizó nada de la cuenta de deudores, recuperándose, por el contrario, 62.000 reales que, por ser de dudoso cobro, figuraban entre las «deudas de segunda clase» (esto atenuó los malos resultados, y aquí lo deducimos por suponer un ingreso atípico). El año siguiente, 1847, en que la crisis general se manifestaba en toda su intensidad, la casa Garriga Hermanos, a la vez que ponía en práctica medidas correctoras, habría de soportar la pérdida total de la participación en la sociedad de minas con Jaime Lafont, que ascendía a 74.000 reales y que tuvo que amortizar, junto con 2.000 reales de baja en la cotización de los valores. Otras fuertes amortizaciones habría de realizar en ejercicios siguientes, aparte de las habituales de deudores: en 1849 nada menos que el 80 por 100 de la participación en la Sociedad de Postas Generales (32.000 reales) y en 1851, 24.000 reales de la Sociedad de Diligencias de Huesca, empresas afectadas por fuertes pérdidas. Una vez vista la capacidad de generar recursos de esta casa, pasemos a analizar su estructura financiera y su grado de solvencia, para lo que estableceremos tres coeficientes que nos permitirán conocer su evolución a través del período considerado (ver cuadro 7). El primero, porcentaje de rentabilidad financiera, se obtiene dividiendo el beneficio neto de cada ejercicio por el capital (en este caso, Capital más beneficios netos de años anteriores). El coeficiente de rentabilidad económica compara los beneficios totales (beneficios netos, más amortizaciones, más detraído por los socios) con la suma total del Activo. Finalmente, el ratio de solvencia se elabora dividiendo el Activo disponible más el realizable, entre el Pasivo exigible (aquí hemos considerado la cuenta particular de J. Garriga como exigible). No procede calcular el coeficiente de financiación porque está bien claro que esta casa funciona mayoritariamente con capital propio. 134 Índice
José Ramón GARCÍA LÓPEZ
Cuadro 7 COEFICIENTES OBTENIDOS A PARTIR DE LOS BALANCES 1844/45 1846 % RENTAB. FINANC.
1847
1848
1849
1850
1851
1852
12,1
-1,4
-2,5
1,0
8,7
6,0
5,3
—
12.5
-1.9
1,6
4,0
9,2
6,5
6,9
—
2.5
2.3
2,6
2,9
2,8
3,5
3,0
—
Beneficio neto Capital
x100
% RENTAB. ECONÓM. Recursos generados Activo total
x 100
RATIO DE SOLVENCIA Disponible + Realizable Exigible
Con la lectura del cuadro 7 se aprecia, una vez más, el impacto de la coyuntura sobre los resultados del negocio, visible en las cifras negativas para los años 1846 y 1847. Tras la recuperación de 1848 se alcanzaron, e incluso superaron, los porcentajes de beneficios de los años anteriores a la crisis. Podríamos calificar de moderada la rentabilidad alcanzada por esta casa, dentro de lo arriesgado que significa pronunciarse sobre tan relativo concepto, tanto más cuanto que faltan referencias para efectuar comparaciones. Si consideramos el tipo de interés legal del 6 por 100, o el rendimiento que producía la depreciada Deuda Pública, entre un 6 y un 8 por 100, los resultados aquí obtenidos pueden considerarse como más que aceptables, vista la fatal coyuntura que caracterizó una parte de esta década, y que en no pocos casos dio al traste con negocios similares. Respecto al ratio de solvencia, muestra unas cifras quizás demasiado elevadas, lo que induce a calificar de excesivo el volumen del capital propio (mucho más si incluimos la cuenta del socio José Garriga como no exigible). Este exceso de capital, además de a las escasas posibilidades de inversión alternativa, sin duda se debía a que los hermanos Garriga tenían un arraigado concepto de cómo asegurar una base sólida para los negocios de banca que estaban empezando a emprender, y para cuyo desempeño la solvencia personal y la disponibilidad de medios eran los determinantes del crédito que estos establecimientos tenían que inspirar.
RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES 1. El negocio de la casa Garriga Hermanos, con establecimientos en Zaragoza y Barcelona y vigencia temporal entre 1843 y 1852, se basó en la compraventa de tejidos, catalanes casi exclusivamente, predominando los de algodón 135 Índice
LOS ORÍGENES DE LA BANCA GARRIGA-NOGUÉS
y mezcla, y dentro de ellos las calidades más resistentes y baratas: mahones, asargados, cotonías, patenes, indianas. Además de los tejidos, ocupaban un lugar destacado confecciones sencillas como fajas y pañuelos. A lo largo del período estudiado, hemos podido comprobar que los precios unitarios de los tejidos experimentaron una persistente baja, acentuada en las variedades de mayor consumo, logrando que algunos tipos como las «indianas máquina» aumentasen su presencia al unirse al bajo precio su mayor vistosidad. 2. La relevancia de la función distribuidora de géneros como complemento vital para el crecimiento de la industria textil catalana queda fuera de toda duda, y en este sentido, el papel desempeñado por esta casa en la mediación comercial fue ciertamente importante. El ámbito espacial en que desenvolvió su actividad incluía las tres provincias aragonesas, además de las zonas más occidentales de Lérida y Tarragona, la Baja Navarra y parte de las provincias de Soria, Burgos y La Rioja. 3. La influencia de esta casa sobre su entorno puede clasificarse igualmente de muy considerable. Ya no sólo por su función de mediación cerca de los cientos de clientes localizados en docenas de pueblos, lo que no sería poco, sino porque aportó una importante financiación neta en todo su amplio ámbito de actuación. Las operaciones activas —deudores, préstamos, efectos— supusieron como término medio 2,5 veces las operaciones pasivas —acreedores, efectos a pagar—, lo que es tanto como decir que el amplio capital propio sirvió para facilitar la financiación de otras unidades económicas. Y, aunque la aplicación al negocio de un excesivo capital estuvo condicionada, aparte de por exigencias de solidez financiera, por la escasez de inversiones alternativas, no puede decirse que los hermanos Garriga no las hayan intentado: transporte por carretera y por canal, industria del hilado, minería..., fueron sectores en los que invirtieron sumas de cierta importancia, de las cuales algunas resultaron poco rentables —los transportes— y otras incluso ruinosas —minería—. En resumen, hemos analizado la dinámica mercantil a lo largo de diez años de una casa de comercio catalano-aragonesa, quedando resaltada su contribución a la difusión de los tejidos catalanes, tanto como al abastecimiento y financiación de un amplio mercado. Todo ello les permitió una notable acumulación de capital, de experiencia y de relaciones, cuya consecuencia sería la formación de una casa de banca primero, y de un banco después. Los protagonistas de esta historia fueron, desde luego, unos esforzados avanzados de su tiempo, y debe reconocérseles una decisiva contribución a la ampliación de los horizontes mercantiles en nuestro país.
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SIERRA MENERA Y LOS CARBONES DE UTRILLAS (Datos para un análisis de la competitividad de estos carbones en el mercado catalán a principios de siglo)
Eugenio TORRES VILLANUEVA*
INTRODUCCIÓN
Como es bien sabido, el carbón fue el combustible utilizado para obtener la energía más empleada en la Revolución Industrial, el vapor, aunque no dejaron de utilizarse otras, como la hidráulica, cuya contribución a este proceso de transformaciones económicas y sociales tuvo menor relevancia. De esta manera, los países con abundantes reservas de carbón dispusieron, en principio, de mejores oportunidades para el crecimiento industrial que los que carecían del mismo o contaban con yacimientos más pobres. España puede considerarse al respecto no como un país pobre en cantidad de carbón sino más bien como no rico.' El consumo nacional de este recurso estuvo cubierto durante muchos años con la producción interior más la importación, que no fue con frecuencia más cuantiosa gracias al sistema protector vigente durante prolongados períodos de tiempo. Las razones de la limitada competitividad del carbón nacional frente al importado deben encontrarse en las condiciones de su explotación así como en su composición mecánica y química, pues ambos aspectos encarecieron su comercialización. Si lo primero estaba relacionado con las condiciones geológicas de los yacimientos, provocando una elevación del coste de extracción del carbón nacional, lo segundo repercutió directamente en el consumo, pues guardaba relación con la limpieza del combustible, su tamaño y consistencia, así como con su producción de calor; condiciones en las que, consideradas en conjunto, los carbones nacionales quedaron por debajo de los importados. Estas circunstancias condicionaron la explotación y el destino de la producción de algunas cuencas carboníferas españolas, como la de Utrillas. Situa* Departamento de Economía Aplicada. Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Universidad Complutense. Campus de Somosaguas. 28023 MADRID.
1. Con y SUDRIA (1987): p. 96. 137
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SIERRA MENERA Y LOS CARBONES DE UTRILLAS
da en el Bajo Aragón, en la provincia de Teruel, tenía a su alcance un mercado potencial de consideración: además del propiamente aragonés, el del litoral mediterráneo desde Barcelona hasta Almería. Sin embargo, la falta de comunicaciones y, sobre todo, la inferior calidad de sus carbones para ser utilizados eficientemente en los distintos procesos industriales, marginaron su explotación durante muchos años. Las páginas que siguen pretenden ofrecer elementos para una explicación de este fenómeno a partir de la posibilidad frustrada de explotación de estos carbones por parte de una gran empresa de la minería del hierro: Sierra Menera. La relevancia del caso no sólo está en la constatación de la escasa viabilidad y la dudosa rentabilidad que tenía el negocio para esta compañía, sino también en comprobar las limitaciones de estos carbones para cubrir las necesidades de combustible de la pujante industria catalana, compitiendo con las hullas asturianas e inglesas que llegaban al puerto de Barcelona. En consecuencia, las esperanzas de conseguir la incorporación de Teruel al desarrollo industrial español de comienzos de este siglo por medio de una explotación en gran escala de la cuenca de Utrillas quedaron sin cumplirse.
LOS CARBONES DE UTRILLAS AL COMENZAR EL SIGLO XX A pesar de ser conocidos desde tiempos remotos, estos carbones no despertaron el interés por su utilización industrial hasta mediados del siglo XIX.' Pero pasada esta primera fiebre, no volvería a resurgir hasta los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, como consecuencia del encarecimiento que experimentó el carbón importado al depreciarse la peseta en su cambio exterior. Ahora bien, tanto en uno como en otro momento quedaron expuestos los dos grandes problemas que se interponían para hacer una explotación rentable con ellos: su baja calidad como combustible y la necesidad de establecer vías de comunicación para ponerlos en condiciones competitivas en los principales centros de consumo del litoral mediterráneo, especialmente en Barcelona. Por lo que se refiere a su calidad como combustible, Fernández Clemente ha recogido las pruebas, análisis, observaciones y estudios de diverso carácter a que fueron sometidos estos carbones a lo largo del siglo XIX y primeras décadas del XX por geólogos, ingenieros y químicos.' Con algunas diferencias de apreciación, casi todos coincidieron en que se trataba de lignitos, cuyo rendimiento en la producción de calor se situaba por debajo de las hullas asturianas e inglesas, y en que ofrecían muchas limitaciones para su utilización en los altos hornos debido a sus dificultades para coquizar. El problema de la falta de comunicaciones ha sido expuesto también por este autor' en los términos en que habitualmente se planteó por quienes tenían intereses en esta cuenca carbonífera: como una auténtica obsesión. Te2. FERNÁNDEZ CLEMENTE (1982):
pp. 99 y ss.
3. Ibid., pp. 99-108. 4. Ibid., pp. 125-132.
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Eugenio TORRES VILLANUEVA
ruel era una provincia aislada de las grandes líneas nacionales de ferrocarril. De modo que la explotación de sus carbones exigió la construcción de vías férreas, que necesitaban una notable aportación de capital, cuyo desembolso eran incapaces de realizar por sí solos los dueños de los cotos mineros de Utrillas. De ahí que, a pesar de los muchos rumores de construcción y diversas solicitudes de concesión de ferrocarriles económicos, hasta 1901 la provincia aragonesa no dispuso de este medio de comunicación terrestre. En este año entró en funcionamiento la mayor parte de la vía —de ancho normal— de Calatayud a Teruel, Sagunto y Valencia, conocida como Ferrocarril Central de Aragón, cuya concesión se había hecho en 1895 en favor de la empresa belga Société genérale pour favoriser l'industrie national. Este ferrocarril se había convertido en la gran esperanza para enlazar la provincia de Teruel con la red nacional y facilitar la explotación industrial de sus riquezas mineras. Durante la última década del siglo XIX, la Agencia Gascón,' fundada en Madrid en 1889 por el abogado turolense Domingo Gascón, desarrolló una gran labor de difusión de estas riquezas mineras, especialmente de los carbones de Utrillas. Al comenzar el nuevo siglo se había convertido también en la principal intermediaria de estos y otros cotos mineros tanto por las propiedades que tenía como por las que representaba, contribuyendo así a eliminar uno de los problemas que dificultaban la explotación en gran escala de dichos carbones: el minifundismo y la dispersión de la propiedad de las concesiones. El principal resultado de su actividad comercial fue la cesión de un coto de 1.100 hectáreas para cuya explotación se fundó en 1900 en Zaragoza la Sociedad Minas y Ferrocarril de Utrillas6 con un capital inicial de 12 millones de pesetas. Construyó un ferrocarril de 125 kilómetros hasta esta ciudad, con objeto de suministrar a la industria allí instalada el combustible de Utrillas y reducir la dependencia de las hullas asturianas e importadas, que entonces utilizaba a precios muy elevados. Ésta fue la primera y la única empresa que hizo una explotación de consideración en esta cuenca antes de la Guerra Civil.
SIERRA MENERA Y LOS CARBONES DE UTRILLAS El proyecto de Sierra Menera Los años finales del siglo XIX coincidieron con una elevación de los precios y de la demanda de mineral de hierro, que elevó los beneficios de los empresarios del sector. El grupo bilbaíno Sota y Aznar tenía una aceptable participación en el mismo y trataba por entonces de aumentarla, tanto para consolidar su posición en el mercado de exportación de este recurso como para garantizarse la materia prima necesaria para su proyecto siderometalúrgico, cuya primera parte se ponía en marcha en 1900 con la instalación de los astilleros 5. Ibid., pp. 121-125. 6. Ibid., pp. 145-155.
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SIERRA MENERA Y LOS CARBONES DE UTRILLAS
Euskalduna en la Ría de Bilbao. La segunda parte consistiría en levantar altos hornos e instalaciones complementarias para obtener diversos productos siderúrgicos. En este contexto debe entenderse la adquisición, mediante un contrato de arrendamiento, de las minas de hierro de Ojos Negros (Teruel) a Echevarrieta y Larrínaga. Las cláusulas del mismo sirvieron de base para la redacción del acta de constitución de la Compañía Minera de Sierra Menera en septiembre de 1900. En ellas se encontraba perfectamente delimitado el negocio que iba a poner en marcha esta empresa, que se definía ante todo como minera, pero que dejaba abierta la posibilidad de dedicarse también a fundir este mineral para la obtención de lingote y demás productos siderúrgicos. Con un capital de 32 millones de pesetas, notable para la época, esta empresa iba a explotar un coto de mineral de hierro de unas 1.600 hectáreas, que se encontraba a 200 kilómetros de la costa mediterránea. Para salvar esta dificultad, puesto que la finalidad inmediata era la exportación de la producción, el contrato estipulaba que Sierra Menera quedaba obligada a construir un ferrocarril para el arrastre de los minerales desde el coto hasta un punto no determinado de dicha costa, y que este ferrocarril había de estar en todo momento dedicado exclusivamente al servicio de la explotación de las minas,' al igual que todas las instalaciones relacionadas con el transporte y embarque del mineral. Lo que, a nuestro juicio, lastraba cualquier otra alternativa de negocio que hubiese incluido la explotación y arrastre de los carbones de Utrillas. Aunque debe admitirse también que si Sota y Aznar hubiesen encontrado rentable este negocio de explotación conjunta de ambos minerales, estas cláusulas podían haberse modificado, pues probablemente hubiese sido necesario refundar la sociedad para aumentar el capital e incluir a nuevos socios, en particular algunas empresas con propiedades mineras en Utrillas. En cualquier caso, el contrato que dio lugar a la constitución de Sierra Menera definía un negocio estrictamente de exportación de mineral de hierro, que podía completarse en el momento apropiado con otro siderúrgico, para cuya realización no se contaba con los carbones de Utrillas, sino con la hulla inglesa traída en el retorno de los viajes de exportación del mineral. Por tanto, la ubicación de los altos hornos a levantar en su momento debería realizarse en el punto de la costa mediterránea donde finalizase la vía férrea de servicio de las minas, pues era el lugar donde más barata podía obtenerse la hulla a emplear y donde más facilidades había para comercializar la producción siderúrgica. Tanto en la fase minera como en la minerosiderúrgica, uno de los elementos centrales del negocio, y el que más capital absorbió, fue el ferrocarril. Para Sota y Aznar, la racionalidad de la cuantiosa inversión realizada en su construcción —casi 25 millones de pesetas— residía en garantizar la autonomía del negocio y, con ella, la regularidad y el abaratamiento del transporte del mineral en ambas fases. Un objetivo a su alcance si, como preveían, se llegaba a una explotación regularizada en torno al millón de toneladas anuales. De ahí la firme posición que mantuvieron en las negociaciones con el Central de Aragón en busca de una tarifa barata para el arrastre del mineral, y de ahí también que buscaran el trayecto más corto y menos costoso cuando se decidieron a construirlo. 7.
TORRES VILLANUEVA: VOI. I, p. 381.
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Eugenio TORRES VILLANUEVA
Las propuestas de la carbonífera de Utrillas y de la agencia Gascón A pesar de todo, Sota y Aznar, los gerentes de Sierra Menera, no desecharon a priori la posible explotación industrial de la cuenca de Utrillas. Estudiaron sus posibilidades antes de abandonar cualquier opción sobre su aprovechamiento, e incluso llegaron a registrar allí algunas pertenencias mineras. Pero cierto es que lo hicieron influidos por los ofrecimientos de la Sociedad Carbonífera de Utrillas y de la Agencia Gascón, propietarias de numerosas concesiones en dicha cuenca e incapaces por sí mismas de ponerlas en explotación. No es, pues, de extrañar que, dadas las escasas iniciativas empresariales en la zona, la aparición de una compañía del capital de Sierra Menera, dispuesta además a construir un largo ferrocarril, despertase en estas dos entidades esperanzas de ver puestas en actividad y de rentabilizar sus propiedades. Antes de que acabase el año 1900, Sota y Aznar recibieron ofertas de minas de carbón y propuestas de negocio por parte de estas dos entidades. Según nuestros datos,' la Sociedad Carbonífera de Utrillas, cuyo presidente era el Conde de Amarante y su director gerente el Marqués de Bogaraya hasta su muerte en 1898, les remitió dos informes técnico-económicos sobre sus minas firmados por los ingenieros Lucas Mallada y Elías Palacios, así como un tercero sin firma sobre las alternativas existentes para la construcción de un ferrocarril minero hasta la costa mediterránea, que arrastrase conjuntamente los minerales de Ojos Negros y los carbones de Utrillas. Según los dos primeros informes, las propiedades que esta empresa ponía a disposición de Sota y Aznar sumaban alrededor de 1.100 hectáreas, a las que se les calculaba una cubicación de unos 80 millones de toneladas de carbón. Según el tercer informe, la mejor solución para el negocio que se proponía era construir la línea férrea de un metro de ancho Ojos Negros-Utrillas-Vinaroz de 220 kilómetros de longitud, cuyo coste se calculaba en 28,5 millones de pesetas. De ello y de su explotación se haría cargo una nueva compañía a constituir. Las ventajas que tendría esta vía férrea eran las siguientes: construcción barata, cesión gratuita de terrenos por parte de los pueblos interesados, disponibilidad del puerto de Vinaroz con gravamen reducido y explotación poco costosa por las pendientes poco pronunciadas y por el consumo del propio carbón local a bajo precio (8 pesetas/tonelada). El objetivo, por tanto, era comercializar los carbones de Utrillas en el litoral mediterráneo suponiendo su competitividad con las hullas inglesas. Mientras Sierra Menera realizaba durante el invierno de 1900-1 los estudios sobre el terreno para averiguar el trazado más favorable o menos costoso para construir su ferrocarril, la Carbonífera de Utrillas solicitó al Gobierno la concesión del ferrocarril Ojos Negros-Utrillas-Vinaroz, que fue aprobada en el Congreso y pasó en enero de 1901 al Senado, aunque nada más sabemos de ella, pues quedaron disueltas las Cámaras.' Meses más tarde, en junio de 1901, 8. Archivo de la Diputación de Vizcaya. Fondo Sota y Aznar. 9. TORRES VILLANUEVA (1989): vol. I, pp. 389 y 635 (nota 136).
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SIERRA MENERA Y LOS CARBONES DE UTRILLAS
la empresa de Sota y Aznar concluyó su proceso de ferrocarril para presentarlo a las Cortes a efectos de la oportuna concesión, que no se haría realidad hasta enero de 1902. En él se establecía definitivamente el trayecto de 205 kilómetros entre Ojos Negros y Sagunto siguiendo los pasos de la línea del Central de Aragón. De entre las diversas opciones barajadas, los ingenieros de Sota y Aznar habían desechado en primer lugar la propuesta por la Carbonífera de Utrillas, al considerarla la más costosa por lo accidentado del terreno.'° Aunque es preciso tener en cuenta que desde febrero de ese año se hallaba en su poder un informe técnico-económico de la cuenca de Utrillas, realizado por el ingeniero Pablo Fábrega, director de la explotación minera de Sierra Alhamilla (Almería), una de las empresas del grupo, que reflejaba con claridad las grandes limitaciones que tenían los carbones de Utrillas para hacer de ellos un negocio rentable, tanto si se utilizaban en la siderurgia como si se comercializaban en gran escala en el litoral mediterráneo." Luego veremos algunos datos aportados por Fábrega sobre estos carbones. De momento debe decirse que a mediados de 1901, Sota y Aznar habían desechado por completo vincular el negocio original de Sierra Menera con la explotación de los cotos de carbón que se les ofrecieron en Utrillas. No obstante, todavía en octubre de 1901 seguía la Carbonífera insistiendo en las ventajas de su alternativa, a juzgar por otro informe de esta fecha firmado por el ingeniero militar de Madrid, Epifanio Barco. Por lo que se refiere a la Agencia Gascón, también ofreció a Sota y Aznar antes de que acabase 1900 la cesión de unas 3.500 hectáreas de minas de carbón, aunque sin proponerle una alternativa de negocio concreta. Pero, tanto Domingo Gascón como su hijo y continuador de los intereses de la Agencia, Antonio Gascón, siempre consideraron el arrastre de estos carbones hasta Vinaroz para comercializarlos en el litoral mediterráneo como la solución más adecuada. En el verano de 1901, Antonio Gascón se entrevistó personalmente en Bilbao con Sota y Aznar' para calibrar las nuevas posibilidades del negocio de los carbones de Utrillas, una vez conocido que el proyecto definitivo del ferrocarril de Sierra Menera no contemplaba una explotación conjunta de minerales de hierro y carbones. Para entonces, los Gascón habían traspasado las propiedades y derechos mineros de su Agencia de negocios a la Sociedad General de Carbones de Teruel y a su filial, la Carbonífera del Río Martín, con el indudable deseo de aumentar las posibilidades de explotación de sus concesiones carboníferas, pues así lo recogía el acta de constitución de aquella empresa,' la cual editaba ese mismo verano un folleto divulgador de sus pertenencias mi10. GIRONA RUBIO (1989): p. 436.
11. TORRES VILLANUEVA (1989): vol. I, pp. 387-9. Los resultados de este informe volverían a ser tenidos en cuenta por Sierra Menera en 1915 para rechazar el uso de los carbones de Utrillas en la fabricación de nódulos y briquetas en Sagunto ante la carestía del carbón importado. GIRONA RUBIO (1989), pp. 192-3.
12. Boletín Minero y Comercial, 5 de enero de 1904, p. 5. 13. Ibid., mayo de 1901, p. 7.
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Eugenio TORRES VILLANUEVA
neras y de la riqueza carbonífera turolense con el título de Nota acerca de las principales cuencas carboníferas de la provincia de Teruel. Gascón les propuso a Sota y Aznar en la referida entrevista la posibilidad de construir un enlace ferroviario entre Utrillas y el ferrocarril de Sierra Menera (Ojos Negros-Sagunto) por cuenta exclusiva de los dueños de las minas de aquella cuenca. Pero Sota y Aznar «muy amable y cortésmente» declinaron la oferta amparándose en que no conocían todavía el tipo de carbón que les convendría utilizar para uso de la maquinaria de tracción de su ferrocarril, cuyo tipo y características aún no habían elegido, y, sobre todo, en que, siendo tan grande el tráfico previsto del mineral de hierro propio, bastante tendría con atenderlo; por lo que no se podía pensar en añadirle el transporte de mercancías ajenas, sino a riesgo de limitarle su capacidad para el cumplimiento de su objetivo principal." Así pues, a mediados de 1901 Sierra Menera había eliminado cualquier posibilidad de vincular la explotación de los minerales de hierro de Ojos Negros con los carbones de Utrillas. Pero la relación entre Sota y Aznar y los Gascón tuvo dos años después un epílogo ciertamente interesante. En 1903, Antonio Gascón publicó un libro titulado Estudios sobre los carbones de Teruel y especialmente sobre la cuenca de Utrillas, que recogía una vez más las distintas opiniones de los especialistas sobre las potencialidades de la riqueza minera allí existente así como los resultados de recientes experimentos realizados por químicos." Ese mismo año, Pablo Fábrega, ingeniero al servicio de Sota y Aznar, publicó el estudio que había hecho de la cuenca de Utrillas en febrero de 1901 por encargo de éstos, con la finalidad de dar a conocer las alternativas industriales que estos carbones tenían a su entender. Con ligeras modificaciones respecto al original apareció en la Revista Minera en septiembre de 1903, motivando una respuesta del propio Gascón.' La polémica desatada mostraba claramente no sólo dos valoraciones diferentes de la riqueza carbonífera de la cuenca, sino también alternativas completamente distintas acerca de los posibles negocios a realizar con dichos recursos.
CARACTERÍSTICAS Y UTILIZACIÓN INDUSTRIAL DE LOS CARBONES DE UTRILLAS Vamos a delimitar a continuación las características geológicas de los yacimientos de Utrillas, la condición mecánica y composición química de sus carbones y las posibles aplicaciones industriales que se derivaban de ambas, según los datos aportados por los informes y escritos anteriormente citados. De esta manera compararemos tres opiniones diferentes pero suficientemente autorizadas: la del ingeniero Elías Palacios como portavoz de la Carbonífera de 14. Ibid., 5 de enero de 1904, p. 5. 15. FERNÁNDEZ CLEMENTE (1982): pp. 109-.115.
16. Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería (1903): pp. 415-7, 461-4, 492-4, 506-7 y 545-550.
143 Índice
SIERRA MENERA Y LOS CARBONES DE UTRILLAS
Utrillas, cuyos criterios siguen prácticamente al pie de la letra las investigaciones de Lucas Mallada; la del ingeniero Pablo Fábrega, cuyos estudios fueron asumidos por Sota y Aznar para desligarse de una eventual explotación de carbón en Utrillas; y la de Antonio Gascón, que a la postre era un compendio de las diversas investigaciones hechas en los últimos 50 años sobre la cuenca. Características geológicas de los yacimientos A pesar de las diferencias que se observan en el cuadro n.° 1 entre Fábrega y los otros dos conocedores del problema, las características geológicas de los yacimientos carboníferos de Utrillas eran bastante favorables a su explotación. Cierto es que los tres coincidían en que se trataba de lignitos por la edad geológica del terreno. Pero de sus apreciaciones se deduce que permitían una explotación barata por el espesor medio de las capas, superior por ejemplo al de los yacimientos asturianos, por la poca inclinación de éstas, en lo que también aventajaban a los del Principado," por la limpieza de las mismas, y por disponer (las capas) de muro y techo (astiales) resistentes, que reducían el gasto en materiales para la entibación. Cuadro 1 CARACTERÍSTICAS GEOLÓGICAS DE LOS YACIMIENTOS DE UTRILLAS CARACTERÍSTICAS
FÁBREGA
PALACIOS
200 kilómetros cuadrados
1. Superficie de la cuenca. 2. Capas de carbón.
15 reconocid., 10 aprovech. 8 aprovechables, 4 constantes en toda la cuenca
GASCÓN 200 km2 (mínimo) 13 reconocid., 10 explotab.
3. Espesor medio de las capas.
0,80 - 3 metros
1 metro
1,25 - 1,60 metros
4. Potencia media de la cuenca.
4 metros (Aldana)
1 metro (potencia media útil)
4 metros
1,30
1,20 -1,30
—
5. Densidad media de carbón. 6. Cubicación total de la cuenca. 7. Inclinación de las capas. 8. Otras características.
—
200 millones de toneladas (mínimo)
20 grados
40-45 grados
Limpieza de las capas y astiales resistentes.
—
17. COLL y SUDRIÁ (1987): p. 98. 144
Índice
Varios cientos de millones de toneladas Poca inclinación Limpieza de las capas y muro y techo de las mis. resist.
Eugenio TORRES VILLANUEVA
Tampoco el montante de la cubicación era un dato desfavorable si se repara en que la más baja, la de Fábrega (200 millones de toneladas), era un cálculo sobre las reservas mínimas que podía albergar la cuenca. El ingeniero de Sota y Aznar sólo tenía en cuenta el carbón útil, es decir, aprovechable industrialmente." De ahí que sólo concediese una potencia media de 1 metro en toda la cuenca, cuando de sus datos sobre capas de carbón constantes en toda ella (4) y sobre espesor medio de cada capa (1 metro) se deducía una potencia media de 4 metros. Por otro lado, el rigor del dato sobre las reservas totales de combustible dependía de lo acertado de la cuantificación de la extensión de la cuenca, algo que no podía afirmarse con rotundidad a falta de prospecciones e investigaciones más numerosas. En cualquier caso, no podía atribuirse ni a la cantidad de carbón ni a las condiciones favorables para su extracción la falta de actividad productiva en las minas de Utrillas. Condición mecánica y composición química de los carbones
Tampoco era mala su condición mecánica. Se trataba de un carbón de gran dureza y compacidad, una característica muy positiva para el consumidor al darle la oportunidad de utilizar la casi totalidad del combustible adquirido debido a las reducidas mermas que sufría hasta los puntos de consumo. Su gran consistencia era motivo de que el porcentaje de carbón grueso que se podía comercializar fuese elevado, otra ventaja añadida que prácticamente no se encontraba en ninguna cuenca carbonífera de España." Hasta aquí las ventajas. Las desventajas aparecían en cuanto se llegaba a la composición química del combustible. El elemento principal, el porcentaje de carbono, difícilmente llegaba al 50 por ciento, según Fábrega, lo que dejaba a los carbones de Utrillas por debajo de cualquier tipo de hullas, incluso por debajo de las hullas secas, las de peor calidad. Como resultado de su inferioridad como combustible, las calorías que producía al quemarse eran por término medio menores que las de cualquier tipo de hullas: en torno a 5.000 calorías según Fábrega, menos incluso según Palacios, y alrededor de 6.000 en la apreciación más optimista de Gascón. Así que en el caso de aplicarse a la producción de vapor, el uso más corriente, estos carbones ofrecían un rendimiento inferior a cualquier clase de hulla. Tenían además un inconveniente adicional. Producían mal olor al arder por el elevado componente de azufre. En cambio, eran unos carbones bastante limpios (porcentaje de cenizas) si se los compara con el resto de los carbones nacionales de la época, sobre todo con los asturianos." En definitiva, todos coincidían en clasificar a estos carbones como lignitos aunque de buena calidad.
18. Carbón aptense, pues el carbón cenomanense lo consideraba de peor calidad: baja consistencia y muchas impurezas. 19. Com., y SUDRIÁ (1987): p. 101. 20. Ibid., p. 100.
145 Índice
SIERRA MENERA Y LOS CARBONES DE UTRILLAS
Cuadro 2 CONDICIÓN MECÁNICA Y COMPOSICIÓN QUÍMICA DE LOS CARBONES DE UTRILLAS
Condición mecánica 1.Dureza y compacidad 2. Porcentaje carbón grueso 3. Porcentaje de menudos
Composición química 1. Porcentaje carbono fijo 2. Íd. mat. volátiles y agua 3. Íd. de cenizas 4. Íd. de azufre 5. Calorías por término medio Otras características 1.Clase de combustible 2. Capacidad para coquizar
3. Capacidad para arder
PALACIOS
FÁBREGA
GASCÓN
Altas 80 por 100 20 por 100
— 50 por 100 50 por 100
Altas 75 por 100 25 por 100
45-50 por 100 {Mineral puro 55-50 por 100 sin cenizas 4-18 por 100 2-5 por 100 4.500-5.500
55-55 por 100 Mineral en 40-39 por 100 estado natural 5-6 por 100 05-1,5 por 100 5.400-6.200
Lignito de buena calidad No coquiza como hulla corriente
Lignito de buena calidad No coquiza
Arde con facilidad
Arde espontáneamente (menudos) y con mal olor por el azufre
Lignito superior, casi hulla Coquiza como resultado del proceso de gasificación íntegra (Savirón-Mendizábal) —
— — — 4.800
Aplicaciones industriales Los carbones de Utrillas, según lo expuesto hasta ahora, tenían una ventaja y un serio inconveniente. La ventaja era las favorables condiciones de los yacimientos para una explotación barata del producto. El inconveniente era su calidad y, en consecuencia, su rendimiento, inferior al de las hullas en las aplicaciones corrientes de la época. Por tanto, su competitividad con ellas era bastante reducida, tanto más cuanto que ello llevaba unido el problema de la carestía del transporte que los pusiera en los centros de consumo. Pues parece evidente que una cubicación tan importante de carbón, como la de esta cuenca, no podía limitarse al consumo local, muy reducido. Veamos a continuación cuáles eran las aplicaciones industriales que indicaban cada uno de los tres expertos considerados. Elías Palacios planteaba estrictamente la utilización de estos carbones para producir vapor, la aplicación más tradicional. En consecuencia, la demanda sólo podía venir, en cantidad económicamente rentable, de los centros industriales más cercanos, sobre todo del catalán, aunque tuviese que competir con las hullas inglesas y asturianas que llegaban al puerto de Barcelona. Por eso, 146 Índice
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este ingeniero y la empresa que representaba, la Carbonífera de Utrillas, plantearon dos opciones alternativas para llevar los carbones hasta el mercado catalán: el empalme ferroviario a construir entre Utrillas y Samper, donde se uniría al ferrocarril de Madrid a Barcelona, y la construcción del ferrocarril de Utrillas a Vinaroz. Sus cálculos garantizaban la competencia de estos carbones en el mercado catalán, como veremos luego, siempre que estas vías férreas las construyese la empresa que hubiera de explotarlos. Pablo Fábrega, por su parte, más cauto en sus cálculos económicos, negaba la competitividad del combustible turolense en Barcelona e incluso en el mismo litoral mediterráneo, como también veremos en el próximo apartado. De modo que desaconsejaba su utilización en la producción de vapor. Como tampoco aceptaba que pudiese aplicarse al proceso siderúrgico, tanto en la producción de lingote como en los procesos de elaboración de aceros, consideraba que la mejor aplicación industrial de estos lignitos era consumirlos localmente en muy amplia escala para producir energía eléctrica o energía lumínica fabricando carburo de calcio. Aquélla podría llevarse por medio de tendidos de alto potencial a una distancia de hasta 250 kilómetros, que en línea recta alcanzaba a Barcelona. Ésta podría obtenerse por medio de la venta del carburo de calcio, una sustancia más fácil de transportar que el carbón y, por tanto, con menos inconvenientes de comercialización. Una y otra aplicación se conseguirían mediante la gasificación del lignito, un procedimiento económico al admitir cualquier clase de carbón sin importar su calidad. Antonio Gascón se negaba a restringir las posibles aplicaciones de los lignitos turolenses, sobre todo después de los experimentos del profesor de la Universidad de Zaragoza Paulino Savirón y del ingeniero Carlos Mendizábal," que a juicio de Fábrega estaban bastante relacionados con la alternativa que él mismo proponía. Estos experimentos suponían la gasificación integral del lignito y la aplicación de los gases obtenidos en gasógenos tanto para mover motores como para calefacción. De la gasificación integral quedaba un residuo con propiedades muy parecidas al coque metalúrgico, que, según Gascón, podía aplicarse perfectamente a todos los procesos de la siderurgia subsiguientes a la fabricación de lingote, y, por qué no, a la obtención del lingote mismo. Algo exagerado, según Fábrega, pues a su juicio el problema deja coquización del lignito seguía estando sin resolver en el terreno práctico. Este era, desde luego, uno de los puntos de mayor controversia entre Fábrega y Gascón, y de gran trascendencia para la propia Sierra Menera, que debía dar una solución económica al problema del suministro de combustible a sus futuros altos hornos. Los experimentos de Savirón y Mendizábal permitieron también comprobar cómo la destilación de los lignitos de Utrillas arrojaba productos básicos como brea, amoníaco, bencinas, creosota, asfaltos, betunes, etc., es decir, toda una serie de sustancias que muy bien podían constituirse en la base de una futura industria química regional. Por tanto, para Gascón la producción de va21. FERNÁNDEZ CLEMENTE (1982): pp. 109-113.
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por o el consumo doméstico sólo eran dos de las muchas aplicaciones de importancia que los lignitos de Utrillas podían tener.
LA COMPETITIVIDAD DE LOS CARBONES DE UTRILLAS EN EL MERCADO CATALÁN Aunque un Antonio Gascón bastante optimista destacaba en su libro de 1903 sobre los carbones de Teruel que el procedimiento Savirón-Mendizábal borraba las diferencias reconocidas hasta entonces en contra de los combustibles de categorías inferiores, lo cierto es que del experimento a la aplicación práctica siempre ha habido que recorrer un camino, en el que se ha interpuesto la rentabilidad económica como barrera a superar. En el momento que estamos estudiando, este procedimiento sólo era un experimento que debía llevarse al terreno práctico, donde se comprobaría su eficacia y la rentabilidad de su utilización. De modo que en nuestro análisis sobre la competitividad de los carbones de Utrillas en el mercado catalán no vamos a tener en cuenta las aplicaciones industriales que se derivaban de él. Como tampoco vamos a tener en cuenta, por la misma razón, la utilización siderometalúrgica del coque obtenido de la gasificación integral del lignito. Según Fábrega, el último intento para la obtención del coque de lignito se estaba haciendo en 1903 en Italia por el sistema Velma, y los resultados eran desconocidos." Así pues, aparte del uso doméstico, la principal aplicación que entonces podía hacerse con estos carbones seguía siendo la de producir vapor por el procedimiento habitual. Después veremos la alternativa que planteaba Fábrega para la producción de energía eléctrica y su posible competitividad en Barcelona. Carbones para producción de vapor Comencemos por los cálculos más favorables. El ingeniero Elías Palacios y la Carbonífera de Utrillas plantearon su estudio económico en relación con el precio de las hullas asturianas en Barcelona. Le daban a este combustible un promedio de 7.000 calorías por 5.000 a los lignitos de Teruel. De ahí resultaba que, siendo un 28,6 por ciento menor el rendimiento industrial de éstos, con que su precio de venta en Barcelona quedase por debajo del de aquéllas en ese mismo porcentaje, existían posibilidades de negocio transportando el producto de Utrillas hasta dicho centro industrial. Para una producción media anual de 200.000 toneladas, calculaban un coste de la tonelada sobre vagón de 6 pesetas, muy bajo si se tiene en cuenta este mismo dato en la explotación de Minas y Ferrocarril de Utrillas en 1905 o en el precio a bocamina dado por la Estadística Minera de ese mismo ario." Si 22. Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería, 1903, p. 548. 23. CoLL y SUDRIA (1987): pp. 428 y 403 respectivamente. En el cálculo de Coll para la empresa zaragozana se incluye el coste de fabricación de aglomerados. Véase también FERNÁNDEZ CLEMENTE (1982): p. 149.
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se construía por parte de la empresa explotadora el enlace ferroviario de las minas con el ferrocarril directo en Samper (70 kilómetros), su rendimiento quedaba incluido dentro del generado conjuntamente por toda la explotación, por lo que el transporte, según este cálculo, sólo recargaba el coste del carbón en el trayecto Samper-Barcelona (263 kilómetros) en 7,90 pesetas/tonelada, suponiendo una tarifa de 0,03 ptas/tonelada/kilómetro, algo poco corriente en la política de las grandes compañías ferroviarias. Por tanto, el carbón de Utrillas se podía poner en Barcelona a 14 pesetas. Como el precio tope para su competitividad con la hulla asturiana en dicho mercado era de 24 pesetas, siempre que el precio de ésta fuese de 34 ptas/tonelada, quedaba todavía un margen de 10 ptas/tonelada, suficiente para amortizar la inversión realizada en el enlace ferroviario y para repartir beneficios, aunque sólo se vendiesen en él los dos tercios de la producción prevista. Los cálculos eran muy parecidos para el caso de que la comercialización de los carbones se hiciese por mar. Construyendo el ferrocarril Utrillas-Vinaroz (160 kilómetros), y suponiendo una tarifa de transporte de 0,04 ptas/tonelada/kilómetro, el carbón podía ponerse en Vinaroz a casi 12,5 ptas/tonelada (6 pesetas a bocamina más 6,4 pesetas de transporte). Aunque el planteamiento de la Carbonífera de Utrillas en este caso era venderlo en el puerto castellonense, queda claro que aún había un margen de 11,5 pesetas para conducirlo con ventaja a Barcelona. No menos favorables eran las previsiones de Antonio Gascón. Recogiendo las pruebas hechas en fábricas catalanas con carbones de Utrillas y de Cardiff, consideraba que una tonelada de aquéllos tenía un rendimiento equivalente al 80 por ciento de una tonelada de éstos. Por tanto, siempre que el carbón inglés no bajase en Barcelona de 37 ptas/tonelada, el precio de competitividad del combustible turolense en dicha plaza se situaba en 29 ptas/tonelada. Si se dispusiera de los medios de transporte adecuados, el coste con que se podían llevar los lignitos de Utrillas a Barcelona quedaba sobradamente por debajo de este precio, garantizando la rentabilidad del negocio. Contrarios a la competitividad de los carbones de Utrillas en Barcelona eran los resultados del cálculo que hacía Pablo Fábrega, pues a su juicio tenían ya grandes dificultades para ser competitivos en la costa levantina más próxima (Castellón o Valencia). Consideraba que la hulla inglesa que llegaba al Mediterráneo, con un promedio de calorías en torno a las 8.500, tenía prácticamente el doble de rendimiento que los lignitos de Utrillas (5.000 calorías), sobre todo si se tenía en cuenta que la utilización generalizada del lignito en el Levante supondría la sustitución de los hogares de combustión de los generadores de vapor que se utilizaban corrientemente para la hulla inglesa. Lo que ocasionaba un coste añadido a no despreciar. Tomando como tipo medio un precio de 38 ptas/tonelada de hulla inglesa en Castellón o Valencia, resultaba que sólo a un precio máximo de 19 pesetas sería vendible la producción de Utrillas en dichos puntos. Pues bien, según Fábrega, calculando 12 ptas/tonelada como coste de producción del lignito cribado y lavado, y un mínimo de 5 pesetas para el transporte a una distancia media de 200 kilómetros con una ta149 Índice
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rifa (muy baja) de 0,025 ptas/tonelada/kilómetro, el coste al que se podía poner este producto en Castellón o Valencia era de 17 ptas/tonelada. Quedaba, en efecto, por debajo del precio máximo de competencia. Pero un margen tan estrecho podía desaparecer en cualquier descenso del precio del combustible inglés, y no ofrecía garantías suficientes a la gran inversión que exigía la construcción del ferrocarril minero. Para el caso de Barcelona, este margen de 2 pesetas desaparecería totalmente absorbido por el coste del transporte por mar más los gastos de descarga en su puerto, eliminando cualquier posibilidad de competencia con el combustible importado. Para Fábrega, pues, los lignitos de Utrillas tenían un mercado de escasa entidad: la provincia de Teruel y ciudades como Zaragoza o Calatayud. Por eso se atrevió a plantear la alternativa de la producción de energía eléctrica, cuya racionalidad económica veremos ahora. Pero antes conviene realizar nuestro propio cálculo recogiendo lo que pueda ser aceptable de los datos anteriores y aprovechando los que nos proporcionan las investigaciones más recientes. Concedamos un rendimiento medio a las hullas inglesas y asturianas, que llegaban al puerto de Barcelona en los primeros años del siglo, de 8.000 y 7.000 calorías respectivamente, después de ponderar las opiniones de los tres expertos considerados. Si atribuimos 5.000 calorías a los carbones de Utrillas, como parecía aceptado por casi todos los conocedores de esta cuenca, nos queda que su precio de competencia en el mercado barcelonés, permaneciendo inalterable cualquier otro elemento que pudiese influir en su demanda, debería de ser un 37,5 por ciento más bajo que el de la hulla inglesa y un 28,6 por ciento inferior al de la asturiana. Al comenzar el siglo, el precio de la hulla inglesa, que servía de referencia a los precios de la nacional, era bastante elevado en los puertos españoles. Según Coll,24 en 1900 este combustible costó 48 ptas/tonelada en el puerto de Barcelona, mientras que el asturiano valió 46. Fue una época de altos precios, que continuaron en los años siguientes, pero con tendencia a reducirse. Así, en 1910 ya eran sólo de 29 y 28 respectivamente. En 1903, año que estamos tomando generalmente como referencia por coincidir con la controversia entre Fábrega y Gascón, el precio medio de estas hullas, cribadas y de primera calidad, en Barcelona fue de 42 y 39 ptas/tonelada respectivamente, según la sección de combustibles del Boletín Minero y Comercial. Tomándolos para nuestro cálculo, resulta un precio competitivo de los lignitos de Utrillas en dicho mercado de 26 pesetas en relación con la hulla inglesa y de 27,5 con respecto a la hulla asturiana. El mismo Coll25 ha calculado el precio de los lignitos producidos por Minas y Ferrocarril de Utrillas en 15 ptas/tonelada, incluyendo a los aglomerados, durante el primer año completo de explotación (1905). Lo que podemos aceptar como válido para otras posibles explotaciones en esta cuenca. Por lo que se refiere al transporte, en el caso de que se utilizase el enlace (a cons24. 'bid., p. 476. 25. Ibid., p. 428.
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truir) con el ferrocarril directo, la distancia total a recorrer alcanzaría los 333 kilómetros, mientras que por el ferrocarril (a construir también) de Utrillas a Vinaroz sólo serían 160. Con una tarifa de 0,04 ptas/tonelada/kilómetro, baja si se tiene en cuenta que al ferrocarril de Minas y Ferrocarril de Utrillas se le autorizó una de 0,05 pesetas,' tendríamos un coste de arrastre de 13 ptas/tonelada para el primer caso y de 6,5 para el segundo. En consecuencia, utilizando el enlace del ferrocarril directo, los lignitos de Utrillas no podrían ponerse en Barcelona a menos de 28 ptas/tonelada, por encima del precio de competencia con las hullas inglesas y asturianas. En cambio, dándoles salida por Vinaroz su suerte mejoraba ligeramente. Aunque desconocemos un valor plausible para el flete de carbón entre Vinaroz y Barcelona, suponiendo el de 3 ptas/tonelada, que incluya la descarga en este puerto, resultaría que el combustible turolense podría llegar así a Barcelona a un precio aproximado de 25 pesetas, por debajo de los precios de competencia con las hullas inglesas y asturianas. Ahora bien, un margen tan estrecho no podía ofrecer muchas garantías teniendo en cuenta la tendencia a la normalización —es decir, a bajar de precio— del combustible inglés en los puertos españoles. Dicho de otro modo, sólo en épocas de gran carestía de éste tenían los lignitos de Utrillas alguna posibilidad de competencia en el mercado catalán. Eran, en efecto, un recurso sustitutivo del combustible importado, pero su capacidad para sustituirlo en la práctica se reducía mucho tanto por la gran diferencia de calidades y rendimientos como por los costes que llevaba aparejados su consumo en Barcelona: del lado de la oferta, el de preparar los medios de transporte adecuados; del lado de la demanda, como había observado Fábrega, el de modificar los hogares de combustión de los generadores de vapor de las instalaciones que habitualmente utilizaban hulla inglesa, sin olvidar tampoco la preferencia por la energía hidráulica mostrada desde hacía años por la industria algodonera, cuyo uso ahorraba en 1901 un cuarto del carbón inglés y asturiano recibido en Cataluña." Como señala Coll, «antes de 1910 los consumidores españoles sólo parecían decididos a emplear un porcentaje —nunca mayoritario— de carbón autóctono cuando existía una gran diferencia de precios a favor del mismo»." Finalmente, el carbón de Utrillas tal vez sólo tenía capacidad para ganar el segmento del mercado catalán que cubrían en estos años los lignitos de Berga, Calaf o Mequinenza. Pero la dimensión de dicho segmento, según puede colegirse de los datos de producción lignitífera de las tres provincias afectadas" —Lérida, Barcelona y Zaragoza respectivamente—, no era suficientemente grande como para garantizar la rentabilidad de una explotación de aquel combustible en la escala adecuada, contando incluso con el complemento de otros mercados, como el regional, parte del cual —Zaragoza— iba a ser atendido por Minas y Ferrocarril de Utrillas.
26. FERNÁNDEZ CLEMENTE (1982): p. 149.
27. CARRERAS, Albert (1983): p. 47. 28. Com, y SUDRIÁ (1987): p. 481.
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29. Ibid., p. 310.
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Carbones para producción de energía eléctrica A falta de competitividad en el mercado catalán y en el litoral mediterráneo, Fábrega planteaba un uso alternativo de los lignitos de Utrillas: consumirlos in situ en amplia escala en grandes gasógenos, que moviesen máquinas destinadas a la producción de energía eléctrica, para transportarla a grandes distancias con tendidos de alta potencia. A su juicio, esto podía realizarse con una pérdida de sólo el 25 por ciento de la energía producida para el caso de las máximas distancias. Esta cuenca carbonífera equivalía, por tanto, a un enorme salto de agua, que podía proporcionar energía a ciudades situadas en un radio de hasta 250 kilómetros en línea recta de Utrillas, alcanzando incluso a Barcelona. Lo que no dejaba de tener interés, si se recuerda que en Cataluña la opción de la electricidad como fuente de energía fue afianzándose desde los primeros años del siglo a medida que la tecnología y los demás recursos disponibles permitieron obtenerla con precios relativos más bajos que los del carbón importado. Fábrega pensaba en una explotación de partida, pero ampliable y, por tanto, generadora de costes unitarios más bajos, capaz de tener 7.000 caballos de fuerza útiles, es decir, disponibles en el punto de consumo, una vez detraídas las mermas causadas por el sistema de transporte. Esta producción podía colocarse de la siguiente manera: 1.000 caballos en Ojos Negros para uso de las instalaciones de Sierra Menera (50 kilómetros de distancia en línea recta), 1.000 en Zaragoza (100), 250 en Calatayud (100), 500 en Castellón (120), 1.000 en Valencia (150), 250 en Lérida (150), 1.000 en Tarragona y Reus (180) y 1.500 en Barcelona (250). El transporte tendría que hacerse con un tendido de alta tensión de no menos de 40.000 voltios. El conjunto de las instalaciones de producción y distribución de energía requería una inversión de 13,4 millones de pesetas. Tomando como referencia la distancia máxima, la de Barcelona, y dada la pérdida originada por el transporte, calculaba que para suministrar a esta ciudad un caballo de vapor sería necesario producir aproximadamente en Utrillas un kilovatio, para lo cual habría que producir en este punto 1,5 caballos de vapor. Como esta cifra podría conseguirse con buenas máquinas utilizando 3 kilogramos por hora de hulla corriente, al gastar lignito se consumiría el doble (6 kilogramos). Costando la tonelada de lignito en Utrillas a 12 pesetas, resultaba un gasto por combustible de 0,072 pesetas por caballo-hora útil, es decir, puesto en el punto de destino (Barcelona). Si se le añadían otros gastos —mano de obra, reparaciones, dirección y administración— el coste ascendía a 0,158 pesetas caballo-hora y a 0,210 el kilovatio-hora en dicho punto de consumo. Un precio aceptable si se tiene en cuenta que en 1913 el kilovatio-hora de electricidad valió en España 0,217 pesetas,' y es de suponer que el mayor desarrollo de la producción de energía eléctrica y la mejora de la técnica empleada en esta fecha favoreciesen una reducción de precios. Aunque estos cálculos 30. CARRERAS, Albert (1989): p. 217.
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debían de tomarse sólo como orientativos, para Fábrega la utilización de los lignitos de Utrillas de esta manera era mucho más rentable que construyendo ferrocarriles para transportarlos a los centros de mayor consumo del litoral mediterráneo, en los que tenían una competitividad muy dudosa o nula. Por el contrario, Antonio Gascón, aunque no descartaba la producción de electricidad para un mercado más reducido, consideraba que ésa no sería la principal aplicación de este combustible, ni mucho menos la que determinase su explotación.
EL DESARROLLO ECONÓMICO DE TERUEL Y LOS CARBONES DE UTRILLAS Al despedirse de los lectores de su primer proyecto periodístico —Miscelánea Turolense— en enero de 1901, Domingo Gascón daba cuenta, satisfecho, del porvenir esperanzador que le aguardaba en el orden económico a la provincia de Teruel después de la constitución el año anterior de dos grandes empresas para explotar sus riquezas mineras, como eran Sierra Menera y Minas y Ferrocarril de Utrillas: «se alzarán hornos y fábricas en abundancia; aldeas hoy miserables serán poblaciones ricas; habrá trabajo para todo el que quiera trabajar; afluirán gentes de fuera, porque resultará escasez de brazos; habrá pan, llegará el progreso, y el pueblo de Teruel, hasta ahora en un atraso forzado, se dignificará y podrá ocupar un puesto entre los más adelantados y cultos»." Casi nada de esto se cumplió. Ni estas dos grandes empresas contribuyeron al desarrollo económico de esta provincia, ni las que les siguieron fueron numerosas, importantes y de sectores productivos capaces de generar una industria local de cierta entidad. En efecto, tanto Sierra Menera como Minas y Ferrocarril de Utrillas apenas contribuyeron a aumentar la riqueza provincial. Sólo a través de los salarios percibidos por sus trabajadores, del gasto en algunos inputs de escasa consideración, y del pago de parte de las minas adquiridas por la segunda puede decirse que lo hicieron, pues la primera, incluso, satisfizo una renta de alquiler de las minas que no se quedó en Teruel, dado que pertenecían a la sociedad bilbaína Echevarrieta y Larrínaga. Una y otra extrajeron las riquezas mineras de la provincia enviándolas al mercado exterior y a la siderurgia de Sagunto, años después, en el caso de los minerales de hierro, o al mercado zaragozano en el caso de los lignitos. Así que esta producción no se destinó a hacer de Teruel el Ruhr español fundiendo sobre el terreno aquellos minerales con este combustible. Por otra parte, no parece que hubiesen cumplido un papel diferente los lignitos de Utrillas en el caso de haberse emprendido una explotación en gran escala con destino a los mercados del litoral mediterráneo, especialmente el catalán, mediante la 31. Miscelánea Turolense, n.° 23; p. 454.
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construcción del ferrocarril correspondiente. De manera que estas riquezas mineras difícilmente podían generar por sí solas un proceso de crecimiento económico local, si tenemos en cuenta los grandes obstáculos existentes en la provincia: un mercado muy reducido, malas comunicaciones terrestres y escasez de capitales e iniciativas. Teruel era minera fundamentalmente y estaba destinada, como tantas otras provincias, a suministrar materias primas a industrias de otras regiones o de otros países, como en el caso del mineral de Ojos Negros. Queda por saber cómo hubiesen influido en el desarrollo económico local las alternativas de aplicación industrial que planteaban Antonio Gascón, especialmente la referida a la creación de una industria de productos químicos derivados de la destilación de los lignitos, y Pablo Fábrega acerca de la producción de energía eléctrica. Puede pensarse que aquélla no tenía una implantación fácil a corto plazo por el retraso que llevaba la industria química en España y por las dificultades para eliminar el azufre de las sustancias obtenidas; y que ésta tampoco tenía de inmediato un panorama mucho mejor debido a los problemas existentes en el transporte de electricidad a grandes distancias. No es fácil suponer, pues, que su establecimiento hubiese contribuido de forma sustancial y a corto plazo al desarrollo económico de la provincia de Teruel mientras se mantuviesen los grandes obstáculos antes citados.
CONCLUSIONES Aunque la disposición de los yacimientos, la cantidad de carbón existente en la cuenca y la condición mecánica de los lignitos de Utrillas eran favorables para su explotación, sin embargo adolecían de una menor calidad y de un bajo rendimiento en las distintas aplicaciones industriales, en especial en la producción de vapor, con respecto a los carbones consumidos corrientemente por la industria española: las hullas inglesas y asturianas. Ésta era la razón principal de su falta de competitividad con dichos combustibles en los mercados del litoral mediterráneo, sobre todo en el más importante: el catalán. No obstante, también contribuyó a ello la distancia de los cotos mineros a los grandes centros de consumo, que encarecía el producto, y la ausencia casi total, si exceptuamos al Ferrocarril Central de Aragón, de comunicaciones ferroviarias que facilitasen el transporte. De manera que cualquier iniciativa, que tuviese como objetivo vender los lignitos de Utrillas en dichos mercados, debía de afrontar una inversión considerable en medios de transporte, un gran handicap incluso en los períodos de precios altos del combustible importado. En una situación de estabilidad del mercado nacional del carbón, la competitividad del combustible turolense quedaba reducida al mercado regional, sobre todo al de Zaragoza, como lo demuestra la permanencia hasta nuestros días de la empresa Minas y Ferrocarril de Utrillas. Incluso, este mismo merca154 Índice
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do parecía el principal destinatario de las producciones derivadas de otras aplicaciones industriales, como la química a partir de la destilación de los lignitos, o la producción de energía eléctrica por medio de su combustión en grandes gasógenos, ninguna de las cuales llegó a implantarse en los años considerados, los primeros del siglo XX. No es de extrañar, por tanto, que Sierra Menera, consciente de estas limitaciones, eludiese las propuestas que se le hicieron para explotar los lignitos de Utrillas. En primer lugar, porque al no coquizar no podían utilizarse en los altos hornos que había previsto levantar en la costa levantina. En segundo lugar, porque iba a encontrar más dificultades que ventajas para comercializarlos en los mercados del litoral mediterráneo por su menor calidad y rendimiento en relación con las hullas que concurrían en ellos. Y, en tercer lugar, porque la construcción del ferrocarril Ojos Negros-Utrillas-Vinaroz, para hacer posible la salida conjunta al mar de minerales y carbones, era la más costosa y su realización hubiese implicado probablemente constituir una empresa nueva o refundar Sierra Menera. En consecuencia, las grandes posibilidades de desarrollo económico de Teruel, que vio Domingo Gascón a principios de siglo a partir de la explotación de sus riquezas mineras, quedaron reducidas prácticamente a la aportación de las dos grandes empresas mineras constituidas entonces: Sierra Menera y Minas y Ferrocarriles de Utrillas. Pero su aportación apenas tuvo repercusiones en el desarrollo económico provincial, porque ninguna de las dos tenía necesidad de inputs variados y cuantiosos para funcionar, anulando la posibilidad de que surgiesen empresas suministradoras de los mismos en el ámbito local, y porque sus producciones traspasaron los límites provinciales con destino a otros mercados.
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CLIENTES, AMIGOS Y BUENOS PARROQUIANOS
Ángel CALVO CALVO*
En plena «segunda línea divisoria tecnológica» o «tercera ola», no es de extrañar que la tecnología tienda a ocupar un espacio creciente en los estudios de historia económica. La perspectiva histórica, a su vez, invita a reivindicar el papel de la tecnología en el crecimiento económico o en el alza de la productividad del trabajo y contribuye a captar mejor el alcance de modelos que, como el de la «especialización flexible», permiten salir airosas de la crisis a comarcas enteras.' Se corre el riesgo, sin embargo, de que la creciente demanda en la historia de la tecnología convierta a estos estudios en mercancía barata, en historias de quincalla. Urge, pues, reclamar una historia social de la tecnología que permita la comprensión de las causas, desarrollo y consecuencias de los fenómenos tecnológicos.' Por otra parte, resulta difícil sustraerse al impacto de hechos o noticias puntuales, relacionadas con la tecnología, que obligan al investigador a valorar y a ponderar la importancia de su aplicación. Así, por ejemplo, los comentarios de una revista técnica al anuncio de cierre definitivo de la fábrica textil * Universidad de Barcelona. 1. MOKYR, J.: «La revolución industrial y la nueva historia económica», Revista de Historia Económica, otoño 1987, 3, p. 451. Dado el interés que tienen para zonas deprimidas me parece oportuno traer a colación aquí mis reflexiones sobre el llamado modelo NEC, que potencia las pequeñas empresas financiadas directamente con el ahorro familiar y distribuidas por diversas zonas del norte de Italia. Cf. CALVO, Á.: «La modernización de la industria en Barcelona», en Historia urbana del Pla de Barcelona, vol. 1, Ajuntament de Barcelona, 1989. Sobre el neoartesanado, ver PI0RE, M. y SABEL, CH.: La segunda ruptura industrial, Alianza, Madrid, 1990. 2. HEADRICK, D. R.: Los instrumentos del imperio, Alianza Univ., Madrid, 1989, p. 10. Un componente esencial de la historia social es la tecnología: FOLSOM, M. B.: Technology and Culture, april 80, 21, 2, p. 262. Tampoco serviría una concepción «heroica» del desarrollo de la técnica, centrada en la búsqueda exclusiva de los grandes inventores, cf. KULA, W.: Problemas y métodos de la Historia Económica, Península, Barcelona, 1974, p. 105. 157 Índice
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«Batlló y Batlló». En funcionamiento desde hacía 25 años, dotada con 53.000 husos y casi 1.000 telares, había resuelto problemas técnicos de tanta relevancia como el de la economía de consumo de vapor y disponía de personal técnico más hábil que otras fábricas. Con todo, no había solucionado el problema de la organización del trabajo.' Situada en estas coordenadas, mi comunicación, tras hacer un repaso de la literatura sobre transferencia de tecnología, analiza las condiciones cambiantes de la transferencia para detenerse, finalmente, en el contenido y formas de las trasferencias de tecnología entre Aragón y Cataluña, según un enfoque selectivo, centrado en la energía y en los transportes, fundamentalmente.
LITERATURA SOBRE LAS TRANSFERENCIAS Por razones metodológicas, veo conveniente un repaso, sin pretensiones de exhaustividad, a obras significativas que permitan una exacta definición, delimitación y comprensión del tema objeto de estudio. Respecto al primer aspecto, acepto la definición que D. Noble hace de la tecnología como resultante de una combinación de conocimiento científico, herramientas, usos lógicos, productos materiales de la gente.' También me parece adecuada la que ofrecen J. A. y J. Sotelo para la transferencia de tecnología como un «proceso que permite la difusión de la ciencia y la tecnología a través de la actividad de los hombres» y cuyos contenidos son: la cesión de los derechos de propiedad industrial, suministro de bienes y servicios, cesión de un saber tecnológico (documentos, planos, diagramas...) y transmisión de servicios técnicos asociados a la venta o alquiler de maquinaria o bienes de equipo».5 L. A. Brown identifica difusión de innovación con transferencia de tecnología. Señala dos tendencias entre los historiadores de la tecnología: la despreocupación por la forma como actúa la difusión y el empleo descriptivo del concepto. Concibe la difusión de la innovación como un proceso, resultado de la actividad empresarial, comprensible desde tres perspectivas distintas. Desde la perspectiva de la adopción, dominante hasta hace poco, la difusión de una innovación es el resultado de un procese de aprendizaje o de comunicación. La perspectiva del mercado y de la infraes3. Industria e Invenciones, junio1989, pp. 237-8. 4. NOBLE, D.: America by design. Science..., p. XXII, sobre todo porque pulveriza la estrechez semántica que circunscribe la tecnología a «conocimiento sistemático de las artes industriales», LAYTON, E.: «Conditions of technological development», en SPIGEL-RÓSING, I., y DE SOLLA PRICE, D. (eds.): Science, Technology and Society. A Cross-Disciplinary Perspective, Sage Publ., London and Beverly Hills, 1977, pp. 197 y ss. 5. SOTELO, J. A., y SOTELO, J.: «Política económica y transferencia de tecnología en España», Situación, 1988, 4, pp. 53 y ss.
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tructura, por el contrario, se interesa por el aspecto de la oferta de difusión. Finalmente, la perspectiva del desarrollo se inclina por el impacto de la difusión.6 A. G. Kenwood y A. L. Lougheed7 hacen una introducción a la difusión de la moderna tecnología y a la historia del crecimiento industrial desde el s. XVIII hasta 1914. Su visión, más matizada y menos mecánica que la de Rostow, pone el acento sobre el proceso de aprendizaje que implica demostración y actividades de imitación. Por otra parte, su enfoque a nivel microeconómico les lleva: 1.°) a afirmar que la difusión está determinada por la presencia en un país dado de precondiciones sociales, políticas y económicas y por la existencia de adecuados y efectivos mecanismos de transferencia; 2.°) a no limitarse a ciertos países o innovaciones específicas y 3.°) a referirse a mecanismos específicos de transferencia, tales como la economía internacional, el mercado, las inversiones bancarias o el Estado. E. C. Pytlik y su equipo, en el marco de los trabajos interdisciplinares de la década de los 70 sobre tecnología, ciencia y sociedad, reivindican la tecnología como «determinante primordial del cambio social» que «modifica el estilo de vida humano hasta sus raíces» (p. XIII). La definen como un «proceso emprendido en todas las culturas (universal), que supone la aplicación sistemática de conocimiento organizado (síntesis) y tangible (instrumentos y material) para la extensión de la facultades humanas que están limitadas como resultado de un proceso evolutivo» (p. 6). Establecen tres niveles del desarrollo tecnológico (bajo/intermedio/alto) y otros tantos de sociedades tecnológicas (tribal/de transición/emergente).8 R. L. Heilbronner sintetiza sus conclusiones sobre tecnología y sociedad en tres puntos: 1.°) el progreso tecnológico es, en sí, una actividad social; 2.°) la dirección del progreso tecnológico es, en parte, el resultado de la política social; 3.°) el cambio tecnológico debe ser compatible con las condiciones sociales existentes. En un segundo bloque, añade: 1.°) el ascenso del capitalismo facilitó un importante estímulo para el desarrollo de la tecnología de producción; 2.°) la expansión de la tecnología dentro del sistema de mercado adoptó un nuevo aspecto «automático»; 3.°) el ascenso de la ciencia dio nuevo impulso a la tecnología.9 Sh. M. Brown hace hincapié en la rareza de los estudios históricos del cambio tecnológico guiados por un entramado teórico y en la tendencia a la realización de estudios de transferencia tecnológica entre regiones similares Señala que la transferencia de tecnología es un componente y condición del cambio tecnológico en algunos países. Su teoría es una versión modificada de 6. BRowN, L. A.: Innovation Diffusion: A new Perspective, Methuen, New York, 1981. 7. KENWOOD, A. G. y LOUGHEED, A. L.: Technological Diffusion and Industrialization before 1914, St. Martin's Press, New York, 1982. 8. PYTLIK, E. C. et alt.: Technology, Change and Society, Worcester, Mass., Davis Publ., 1979. 9. HEILBRONNER, R. L.: «¿Hacen historia las máquinas?», en KRANZBERG, M. et alt.: Tecnología y cultura, G. Gili, Barcelona, pp. 36-40.
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la teoría tradicional de la firma: lo que ésta considera parámetros Brown lo considera como variables.' En el terreno de las grandes teorías que sirven de entramado básico para trazar la transferencia de tecnología desde una perspectiva histórica, D. J. Jeremy," al hacer depender de cada innovación la forma de transferencia, toma del pensamiento económico neoclásico la idea de que los costes relativos de los factores trabajo y capital condicionan la actividad de innovación con objeto de conservar el uso del factor más caro. K. Bruland sugiere que los competidores europeos de Inglaterra fueron establecidos por las propias firmas inglesas de ingeniería, que desde mediados de los años 40 del s. XIX buscaron con ahínco mercados extranjeros para la nueva tecnología de la revolución industrial:2 Finalmente, en el Simposio Escandinavo sobre tecnología, M. Fritz señalaba la importancia de la difusión de la pericia."
LAS CONDICIONES DE LA TRANSFERENCIA En nuestra propia historia, hay un episodio revelador relacionado con la transferencia internacional de tecnología escasamente difundido. Se trata del triste destino de 1.500 tornos de hilar seda según el sistema Vaucanson hallados en un convoy inglés apresado por L. de Córdova hacia 1783. Comprados por la Real Hacienda y distribuidos en las zonas sederas, a Cataluña le correspondieron 108, destinados a los «cosecheros y demás individuos que se exerciten en la fianza», que podrían adquirirlos a razón de 200 reales vellón por unidad. De momento, quedaron en poder de la Aduana de Cádiz, a pesar del interés, al menos formal, que la Administración mostró por extender su uso. Problemas de montaje y puesta en funcionamiento, añadidos al retraso en su llegada al destino (a Cataluña tardaron 7 años en llegar), a la menor eficiencia demostrada en los ensayos frente a los tornos piamonteses y al escaso interés por parte de los destinatarios, explican su permanencia en los almacenes." El suceso es incomprensible fuera de un contexto global y una situación como los de finales del siglo XVIII. Por entonces, la industria continental copia los procedimientos técnicos ingleses, no teniendo ningún empacho en recurrir al espionaje industrial para romper el secreto. Precisamente, la centu10. BROWN, SH. M.: «The Ewo Filature: A Study in the Transfer of Technology...», Technology and Culture, july 1979, 20, 3.
11. JEREMY, D. J.: Transatlantic Industrial Revolution: The Diffusion of Textile Technologies between Britain and America, 1790-1830s, MIT Press, Cambridge, Mass., 1981. 12. BRULAND, K.: British Technology and European Industrialization, Cambridge Univ. Press, Cambridge, 1987. 13. MORLEY, J.: «The 1988 Scandinavian Symposium on the Diffusion of Technology», Technology and Culture, 1989, 30, 4, pp. 1.004 y ss. 14. Fondo Junta de Comercio, leg. 23, 35, 9.
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ria siguiente aporta un acontecimiento de consecuencias transcendentales para el mundo entero: el progreso y poder alcanzado por la tecnología industrial y los efectos desiguales del cambio tecnológico sobre todo el globo." Pero las nuevas condiciones se presentan, si cabe, con perfiles más diáfanos a finales del siglo XIX. Como dice Hobsbawm, los decenios anteriores a la I Guerra mundial configuran una de las ocasiones en que se produce una rápida transformación de la forma en que el hombre aprehende y estructura el universo. Entonces es cuando se asiste al fin de una interpretación del universo a la manera del arquitecto o ingeniero, es decir, algo inacabado pero realizable en un futuro próximo. Por si fuera poco, a la eliminación de la explicación religiosa sucede el rechazo de la «intuición y del sentido común». Conviene no perder de vista que, para entonces, Gran Bretaña ha perdido su hegemonía industrial y que nuevas naciones han emergido como potencias industriales, creando, por tanto, nuevas condiciones en el sistema económico, en general, y en las transferencias de tecnología, en particular." Sancionada la decadencia de Europa por el enfrentamiento bélico, tras la I Guerra mundial, las ententes industriales (cartels, trusts, konzern) a nivel nacional o internacional como formas de organización dominantes y generalizadas de producción tienen su origen principal en la preocupación entre las empresas por asegurarse el aprovisionamiento de materias primas y garantizar la expansión de la propia producción mediante la estandarización del proceso productivo, la posesión de patentes industriales y la racionalización del trabajo humano. A menudo, sobre todo en las empresas de alto contenido tecnológico, los cartels internacionales estaban basados en la reglamentación, cambio y control de las patentes. Una invención podía acarrear consecuencias económicas imprevisibles. Los acuerdos sobre patentes se intercalaban, habitualmente, con acuerdos de reparto del mercado. Ya durante la I Guerra mundial, se produjo una aceleración del proceso de concentración de las patentes en manos de las «corporations»: en USA el control pasó del 3% al 17,2%, en dos años. Entre 1915-30, la expansión y refuerzo del control sobre la innovación tecnológica desembocó en la adquisición directa de patentes, en la formación de cartels sobre patentes, en acuerdos de intercambio cruzados con licencias y en la producción de know-how o investigación industrial. En los años 20, nuevas características del desarrollo de USA impusieron nuevas finalidades a la investigación industrial, cuya primera motivación pasó a ser el predominio a través de un uso ofensivo y protegido de las patentes para llegar a formar cartels con las industrias rivales desde posiciones de fuerza." 15. GODECHOT, J.: «La industrialización europea en la época revolucionaria», en VILAR, E: La industrialización europea, Crítica, Barcelona, 1981, pp. 86, 97; HEADRICK, D. R.: Los instrumentos del imperio, Alianza Universidad, Madrid, 1989, p. 9; LILLEY, S.: «El progreso teconológico y la revolución industrial, 1700-1914», en CIPOLLA, C. M. (ed.): Historia económica de Europa (3), Ariel, Barcelona, 1979, pp. 195 y ss. 16. HosssAwm, E. J.: La era del imperio (1875-1914), Labor, Barcelona, 1989, pp. 243-244. 17. DE MARÍA, M. A.: «Ristrutturazione industriale e innovazione tecnologica negli anni '20 in USA», en VV. AA.: Fisica & Societá negli anni 20, CLUP-CLUED, 1980, pp. 215 y ss.; HALFMANN, J.: «The Recasting of American Capitalism and the Development of the Transistor», International Conference, Florence-Rome, 1980.
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CONTENIDOS Y VÍAS DE DIFUSIÓN Examinadas las condiciones cambiantes de la transferencia de tecnología, conviene detenerse en los mecanismos o vías de difusión. a) Parece indudable que uno de los más significativos pasa por la transferencia de maquinaria y bienes de equipo. En ausencia de series estadísticas, es preciso recurrir a indicadores, útiles para una aproximación al fenómeno. Nada mejor, en este sentido, que el análisis microeconómico. Para ello, he recurrido a las transferencias realizadas por la Maquinista Terrestre y Marítima, empresa emblemática del sector de transformados metálicos. No se trata de un caso único, pero sí altamente significativo y complejo. Otras fueron, en efecto, utilizadas por empresas extranjeras como vehículo para transmitir maquinaria incluso a sociedades del mismo o de diferente ramo. Casas de otros países aprovecharon las buenas relaciones de la Riviére, también del sector de transformados metálicos, con los fabricantes de papel para suministrarles bienes de equipo." La Sociedad Española de Construcciones Eléctricas actuaba como representante en exclusiva de la Sociedad Española de Electricidad Brown-Boveri para Cataluña y Aragón, entre otras; de la FARE de Milán, para toda España, y de la Société Génévoise d'Instruments de Physique." Optar por este camino supone utilizar una de las vías privilegiadas en la transferencia de tecnología, como son las firmas. La propia Maquinista Terrestre y Marítima asumió ese papel de mediación en la transferencia de tecnología entre importantes casas inglesas y los industriales del textil." Así pues, la Maquinista Terrestre y M. juega un papel significativo, si no decisivo, al transferir una parte de su producción a la industria y los servicios, prioritariamente. Ambos sectores no son los mayoritarios en el Aragón de la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, pero, dado su dinamismo, ofrecen un indudable interés." 18. CALVO, Á.: La transformación de la estructura industrial en Cataluña, 1898-1920, Universidad de Barcelona, 1986, inédita. 19. Reseña Ilustrada de la Industria y el Comercio de Cataluña, 1921. 20. ARCHIVO NACIONAL DE CATALUÑA (ANC). MTM, Copiador de Cartas, n.° 7, carta a L. Rosal, de Berga, 22 de junio de 1861; íd., 31 de julio de 1861. Se trataba de cuatro selfacting y 4.791 púas a Platt Brothers y Peugeot et Cie., respectivamente. 21. «Con esta base, carentes de hierros y aceros baratos, las empresas de construcciones mecánicas llevaron casi siempre una vida lánguida, plagada de dificultades, de rendimientos muy bajos. A pesar de los esfuerzos tempraneros de varias firmas barcelonesas —«Bonaplata», «Nueva Vulcano» y «La Maquinista Terrestre y Marítima, S. A.»— y de una sevillana —«Portilla Hnos. & White»—, la mayor parte de los pedidos de material agrícola y textil, ferroviario y de navegación fue servido, desde el principio, por fábricas extranjeras». NADAL, J.: El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913, Ariel, Barcelona, 1975, pp. 157-158; FERNÁNDEZ, E.: Aragón contemporáneo (1833-1936), Siglo XXI, Madrid, 1975; GERMÁN, L.: «La industrialización de Aragón. Atraso y dualismo interno», en NADAL, J. y CARRERAS, A. (dir. y coord.): Pautas regionales de la industrialización española (siglos XIX y XX), Ariel, Barcelona, 1990, pp. 185 y ss.; BIESCAS, J. A.: El proceso de industrialización en la región aragonesa en el período 1900-1920, I. Fdo. Cat., Zaragoza, 1985.
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Con ocasión de la construcción de compuertas para el Canal de Aragón y Cataluña, la Maquinista T. M. remite, en 1904-5, planos y cartas con explicaciones sobre la disposición de algunos mecanismos (guía intermedia para el tornillo de las compuertas grandes). Igual sucede con el material suministrado a Minas y FFCC de Utrillas22 y todo hace pensar que constituía una práctica habitual." La industria aragonesa mostró una gran sensibilidad hacia el equipo para aprovechar y producir energía. Numerosas fábricas se dotaron de turbinas, máquinas de vapor y motores de gas fabricados en Cataluña. Ya en 1861, M. T. M. presupuestaba a M. Ordas, de Huesca, la maquinaria para sendas fábricas de harinas y de aserrar madera, y entre ella, dos turbinas. La número O de las construidas, una máquina hidráulica de pequeña potencia para un salto de 1,1 m y 1.175 litros, fue a parar precisamente a un «buen parroquiano» aragonés. En años sucesivos, varios «clientes» instalarán otras de diversos sistemas y potencia' (apéndice 1 y gráfico 1). No hay que olvidar que el mercado aragonés de turbinas se nutrió, además y esencialmente, de la casa Planas (tercer puesto en importancia, detrás de Cataluña y el País Valenciá), y de las fabricadas por la Averly y, por tanto, autóctonas." Planas, lejos de limitarse a la construcción de 4 turbinas, con un total de 140 CV para la harinera de Villarroya y Castellano, en Puente Gállego, había efectuado experimentos con ellas." La industria aragonesa recibió también tecnología de vapor de casas catalanas ya que los talleres de construcción de máquinas de vapor de la región no podían satisfacer la demanda creciente. Alexander Hnos., por su parte, había vendido cuatro máquinas de vapor a otras tantas harineras aragonesas." Qui22. ANC. MTM, 11/37. Cf. apéndice 3. La M. T. M. vende a J. N. de Escoriaza 4 locomotoras para el ferrocarril Sádaba-Gallur. Copiador s/n, Carta del 20 de febr. de 1913. Mientras que el puente sobre el Cinca en Monzón (1883) es de M. T. M., el de Grado de 1867 es de Le Creusot: Publication Industrielle, 1867. 23. Copiador n.° 6, Carta a J. P. Moreno, 2 de agosto de 1861. 24. Íd., 10 de agosto de 1861 y 24 de febr. de 1862. 25. NADAL, J.: España 200 años de tecnología, Ministerio de Industria y Energía, 1988, p. 43. Planas disfrutaba en España del privilegio de invención de la turbina Fourneyron, transformada por Fontaine. Cf. El Indicador de España, 1864-65. La turbina es una especie de máquina hidráulica provista de una rueda horizontal que gira bajo el agua accionada por la caída del agua o por el simple efecto de la corriente. BOUILLET, M. N. Dictionnaire Universel des Sciences, des Lettres et des Arts, L. Hachette, Paris, 1862; WEISBACH, M.: Théorie de la turbine Fourneyron, G. Gounouilhou, Bordeaux, 1856. Por los mismos años, una revista barcelonesa elogiaba la máquina y se extrañaba de su escasa difusión. La Ilustración Barcelonesa, 15 dic. 1858, p. 189. Para aspectos técnicos, ver la Publication Industrielle. 26. ILLA, A.: El libro del molinero, Tip. A. Arqués, Murcia, 1883. Debo la referencia a J. Nadal. 27. SANS Y GUITART, P: El porvenir industrial de Zaragoza, Barcelona, Imp. Peninsular, 1885, p. 50. Sans señala dos talleres de construcción de máquinas de vapor con cinco caballos de fuerza en total. Tan sólo la Sociedad General Azucarera de España encarga, entre 1909-1913, dos máquinas de vapor de 250 y 200 CV para la refinería de Alagón y otras tantas de 360 CV/u. para la Puebla de Híjar. Incluyo en el apéndice 1 testimonios del fenómeno, que espero poder cuantificar desde la M. T. M. en cuanto disponga del Registro de calderas.
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zás sea conveniente recalcar aquí que una parte de las máquinas servidas por la M. T. M. constituían grupos electrógenos destinados a producir energía eléctrica, que debían ser completados con tecnología de la AEG." Si, como dice J. Nadal, «la turbina ha actuado como alternativa al vapor, en los territorios deficitarios de carbón mineral»," el motor de gas se hizo atractivo, durante un corto período de tiempo, por su mayor economía." Sin embargo, la cuota de mercado en Aragón fue muy baja, como se deduce del cuadro 1 y del gráfico 2." Ahora bien, ¿cómo valorar lo expuesto? Queda claro que La Maquinista Terrestre y Marítima, sin desempeñar un papel central en la transformación de la economía aragonesa, está presente en sectores punta, como el de la producción de energía para industrias variadas, algunas de ellas tan significativas como las azucareras. Hay que añadir que una parte importante de la tecnología transferida por la M. T. M. (equipo, información, personal especializado) procede del extranjero.' Por otra parte, transferir tecnología suponía garantizar la asistencia y enseñanza técnicas adecuadas. Montadores de la M. T. M. se desplazan para «cuidar la máquina de vapor» durante seis meses en el establecimiento de un cliente, «enseñando a la persona que le pongan a su lado», o para instalar prensas." Sin duda, la M. T. M. disponía de una red primaria de asistencia, o, al menos, de algunos enclaves, tal como deja entrever la carta a otro cliente aragonés: «Para el bajo aragón (sic) y riberas del Ebro, siempre tenemos herramientas, tornillos y linternas en Tortosa, que un «amigo» entiende, montando las prensas con madera...»." Maquinaria y repuesto llegaban a Tortosa por ca28. ANC, MTM: Libros de Recopilación de Trabajos, 18, 20 y 21. La Sección de Correspondencia, leg. 122, contiene los contratos de suministro de dos grupos electrógenos a vapor cerrados entre la M. T. M. y la Sociedad General Azucarera de España, por un lado, y aquélla y la AEG, por otro. 29. NADAL, J.: Op. cit., p. 43. 30. Boletín de la Asociación Central de Ingenieros Industriales, II, 1881-1882, p. 30. Sobre el gas, resulta imprescindible el apartado escrito por SUDRIA, C., en la obra colectiva dirigida por NADAL, J.: Producció i consum d'energia a Catalunya, inédita; también SUDRIA, C.: «L'Energia: de l'alliberament hidroeléctric a la dependéncia petroliera», en História Económica de la Catalunya Contemporánia. Segle XX, Enciclopédia Catalana, Barcelona, 1989, pp. 209 y ss. 31. ANC. MTM., Registro de motores de gas, 1902-1932. 32. Por ejemplo, la empresa utilizó los servicios de Whitehouse, un contramaestre fundidor de hierro. ANC. MTM, Copiador de Cartas n.° 6, carta de M. T. M. a G. C. Ress, 18 de marzo de 1862. 33. ANC. MTM., íd., a J. Esparó, Dos Torres, 17 de agosto de 1861; íd. a García Arévalo Hnos., 30 de set. de 1861. El salario del montador corre a cuenta del cliente; íd. a M. Eguerigüe, de Calaceite, 5 de oct. de 1861. El cliente, T. Puchol, estaba satisfecho de la prensa pero no del material servido. 34. Íd. a Agapito Llanas, Barbastro, 8 de abril de 1862.
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botaje para ser distribuidos a los clientes por intermediarios que la Compañía llama «posadores»." Tras el montaje de una máquina, la relación entre empresa proveedora y cliente no se interrumpía necesariamente. La asistencia cubría eventuales defectos de los aparatos y, cómo no, el repuesto necesario en caso de rotura o desgaste por el uso. Para no hacer excesiva la lista, unos ejemplos bastarán. Entre enero de 1861 y comienzos de junio de 1862, la Maquinista Aragonesa efectúa doce pedidos a la M. T. M. de contenido variado (tubos, hervidores, cilindros para prensas...). La Sociedad General Azucarera de España no tarda en pedir accesorios para una máquina de vapor de 200 CV instalada recientemente en la refinería de Alagón. De forma similar, solicita suplementos para la fábrica de Calatayud y accesorios para la de Puebla de Híjar (modificación de reguladores de las máquinas de vapor, cuerpos de excéntrico, engrasadores, records...).36 La situación se repite en los casos de la C. A. Electro-metalúrgica del Ebro, una vez que dispone de turbinas M. T. M.," y de la Electra Central del Jalón." Para mantener el buen nombre, la M. T. M. no dudaba en desaconsejar instalaciones que no ofrecían suficientes garantías. Así ocurre, al menos, con el motor hidráulico proyectado por J. M. Hueso para mover un molino de chocolate y preparaciones en Ateca.39 b) Transferir tecnología equivale, también, a trasvasar información y conocimientos técnicos a través de manuales, revistas o publicaciones especializadas. Conviene recordar que los manuales nacen en el siglo XVIII, cuando acaba el aprendizaje tradicional para un amplio sector de la producción y se fundan nuevas y grandes instituciones, como el Conservatorio de Artes y Oficios o la Escuela Politécnica que implican una enseñanza reglamentada y la obtención del oficio en aquéllas.' Entre las publicaciones técnicas, destacan el Diccionario Tecnológico o Nuevo Diccionario Universal de Artes y Oficios, y de Economía Industrial y Comercial,;^' La Revista Industrial, vinculada a la Junta de Fábricas; La Industria, Periódico Científico Industrial,' El Porvenir de la Industria; Industria e Invenciones; La Electricidad y un largo etcétera. 35. Íd. a José Cepera, Valderrobres, 27 de febrero de 1862. Con toda seguridad, tenían también agente en Valencia. El tema del transporte exigiría un estudio específico. 36. ANC, MTM, Copiadores de Cartas n.° 6 y s/n, correspondencia en 1861-62 y 1912-1913. 37. ANC, MTM, Copiador de Cartas s/n, 1912-1914. Cf. apéndice 2. 38. Íd., cartas del 4 de abril y 20 de mayo de 1913. 39. ANC, MTM, Copiador de Cartas n.° 6, 30 jul. 1861. 40. Scuolaofficina, dic. 1986, p. 2; CALVO, Á.: La Arqueología Industrial, CECBLL, 1990. 41. Publicado en Barcelona, Imp. de J. Torner, años 30 s. XIX. 42. Lo editaba en Barcelona J. Bellsolell i Bosch con periodicidad semanal y tenía un punto de suscripción en Zaragoza.
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Como no podía ser de otra manera, parte de la información técnica procedía de países que habían desarrollado en mayor medida lo que algunos llaman «praxis científica», junto a un sistema de enseñanza avanzado." Los técnicos de la M. T. M. podían consultar el Bulletin de la Société d'Encouragement pour l'industrie nationale y, por tanto, tenían acceso a las noticias sobre inventos y procedimientos puestos a punto en Francia." c) La importancia de las Escuelas técnicas va más allá de los aspectos meramente cuantitativos (número de alumnos matriculados o de títulos expedidos). Por R. D. de 4 de septiembre de 1850, quedó abierta la posibilidad de crear escuelas industriales." La Escuela de Barcelona, heredera de una rica tradición," inicia su actividad en 1851 y la carrera de ingeniero se convierte en superior nueve años más tarde. El centro es clave en la formación de técnicos procedentes de todas las regiones españolas." Sin embargo, la incidencia fue desigual, teniendo en cuenta el diverso grado de desarrollo regional existente. Entre 1869 y el 6 de diciembre de 1873, la Escuela de Barcelona expide títulos de ingenieros a 240 naturales de Cataluña y tan sólo a 9 aragoneses." A fines del siglo XIX, un 34,4% de ingenieros existentes en España residen en Barcelona.'
43. BARACCA, A. et alt.: Scienza e industria 1848-1915, Laterza, Roma-Bari, 1979, pp. 109 y SS.; LILLEY, S.: op. cit. 44. El Bulletin de la Société d'Encouragement pour l'industrie nationale se editaba en París. 45. El Consultor, Barcelona, 1858. 46. Hay que subrayar la política de promoción técnica llevada a cabo por la Junta de Comercio y algunas realizaciones, como el Gabinete de Máquinas y las Cátedras de Estática y de Maquinaria. Cf. MONÉS, J.: «La formació técnico-professional i científico-técnica», en L'obra educativa de la Junta de Comerp, 1761-1851, Cambra Oficial de Comerc, Indústria i Navegació, Barcelona, 1987. 47. GARRABOU, R.: Enginyers industrials, modernització económica i burgesia a Catalunya, L'Avenp, 1982; Anuario Estadístico de la Ciudad de Barcelona, 1917, p. 228. 48. Registro de títulos de Ingeniero Industrial Fondo Antiguo de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona, elaboración propia. Agradezco a su director, G. Lusa, el esfuerzo que realiza y su labor en el Grupo de Historia de la Ciencia y de la Técnica de la Escuela. 49. GARRABOU, R.: Op. cit., p. 92.
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Barcelona Gerona Lérida Tarragona CATALUÑA
55 5 7 67
Zaragoza Huesca Teruel ARAGÓN
9 3 1 (al servicio MTM) 13
Fuente: Guía..., SERRA HNOS. y ROSELL Barcelona, 1894.
Diversas ciudades españolas contaban con la presencia de miembros de Instituciones de Ingenieros, tales como la Institución de Ingenieros Civiles o la Institución de Ingenieros Metalúrgicos." d) A falta aún de un estudio específico sobre el sistema de patentes de invención como un todo, en la medida que la invención puede ser vista y analizada como una actividad económica, no parece demasiado aventurado afirmar que el trasvase tecnológico entre Aragón y Cataluña por esa vía tuvo una relevancia nada despreciable" y un carácter temprano, a juzgar por ejemplos como el de la máquina de moler trigo y olivas inventada en 1777 por J. Alosas, un albañil aragonés de Moyuela52 (apéndice 4). e) Finalmente, la inversión constituye un vehículo importante de transmisión de tecnología. El control financiero ejercido sobre numerosas empresas permite a las firmas, a través de la intervención personal o por otros mecanismos, convertirse en abastecedoras de equipo. Un simple repaso de los Anuarios Financieros, tarea que dejo para otra ocasión, permitiría poner nombres y apellidos al fenómeno." En conclusión, las líneas precedentes, primer esbozo de un trabajo de mayor alcance, todavía incipiente, pretenden abordar un tema que no ha recibido un tratamiento adecuado en la historiografía internacional, inclinada al estudio de las transferencias de tecnología entre países, ya sea de economías 50. ANC. MTM., Engineers and Constructors, 1880. 51. Sobre los privilegios de industria, véase MARTÍNEZ, M.: Diccionario... Madrid, 1869, pp. 238 y SS.; DUTTON, H. I.: The patent system and inventive activity during the industrial revolution, Manchester Univ. Press, London, 1984; GILFILLAN, S. C.: «An Attemp to Mesure the Rise of American Inventing and the Decline of Patenting», Technology and Culture, Summer 1960, pp. 201 y ss. CARON, E: Le résistible déclin des sociétés industrielles, Perrin, Paris, 1985; HIRSCH, J. E: «Á propos des brevets d'invention dans les entreprises du Nord au XIXe siécle», Revue du Nord, avril-juin 1985, pp. 447-459. 52. ACA. Fondo de la Junta de Comercio, legajo 23. 53. Un tratamiento integral del tema exigiría hablar del impacto de las Exposiciones Universales: la Hispano-francesa de Zaragoza, las de Barcelona (1888; 1929). Cf. CARON, F.: «Réflexions á propos de l'Exposition de Paris de 1881», Bulletin d'Histoire de l'Électricité, 2, déc. 1983, p. 7; FOREST, P., y SCHROEDER, B.: «La Science á tout faire», Protée, automne 1988, pp. 49 y ss. Junto con A. Roca, estoy empeñado en el estudio de las Exposiciones, dentro de un proyecto internacional que coordina el Centre de Recherches en Histoire des Sciences et des Techniques, Cité des Sciences et de l'Industrie (Paris).
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CLIENTES, AMIGOS Y BUENOS PARROQUIANOS
similares o, más recientemente, de economías dispares. Resulta, con todo, de sumo interés asomarse al comportamiento de dos economías desiguales en el interior del mismo mercado nacional. Desde una óptica microeconómica, sin rehuir los planteamientos teóricos y asumiendo mis propias deficiencias, he optado por un amplio marco cronológico, capaz de traslucir los profundos cambios acaecidos en la situación internacional y que no pudieron por menos que influir en las condiciones, formas y mecanismos de las transferencias. En efecto, arranca del período final del librecambio y coincide con la pérdida de la hegemonía industrial por parte de Gran Bretaña y el ascenso de países nuevos. En idéntico intervalo, se produce la plena mecanización de la actividad." Estimo que puede afirmarse que la dirección principal —no única— de las transferencias de tecnología va de la economía con mayor peso en la producción industrial (Cataluña, en este caso) a las de menor peso en la mencionada producción (Aragón) si bien no necesariamente en la producción total, como sería el caso de Andalucía (ver gráfico 5). Gráfico 1 TRANSFERENCIAS DE TECNOLOGÍA (1868-1913) MERCADO ARAGONÉS DE TURBINAS M. T. M.
RESTO ESPAÑA 91,6%
ARAGÓN 8,4%
Fuente: A.N.C. M.T.M. 03.30
54. GIEDION, S.: La mecanización toma el mando, G. Gili, Barcelona, 1978, pp. 54-56.
168 Índice
Ángel CALVO CALVO
Gráfico 2 TRANSFERENCIAS DE TECNOLOGÍA (1902-32) MERCADO ARAGONÉS DE MOTORES DE GAS M. T. M.
RESTO ESPAÑA 97,1%
ARAGÓN 2,9%
Fuente: A.N.C. M.T.M. 04.21
Gráfico 3 EL PROBLEMA ENERGÉTICO. MERCADO ARAGONÉS DE TURBINAS «PLANAS»
ESPAÑA 32,5%
CATALUÑA 61,1%
ARAGÓN 6,3%
Fuente: NADAL, J., «Las turbinas...», op. cit. Elabo. Á. CALVO.
169
Índice
CLIENTES, AMIGOS Y BUENOS PARROQUIANOS
Gráfico 4 DISTRIBUCIÓN POR SECTORES MERCADO ARAGONÉS DE TURBINAS «PLANAS»
ELECTRICIDAD 67,3%
OTROS 3,8% PAPEL 9,9% HARINA 14,0% TEXTIL 5.0%
Gráfico 5 DISTRIBUCIÓN DE LA PRODUCCIÓN (PRINCIPIOS SIGLO XX)
(1907)
•
12,50%
E
ARAGÓN
❑
MADRID
•
VALENCIA
▪
CASTILLA-LA MANCHA
▪
CATALUÑA
5,70%
8,90% Fuente: Varios, Una historia..., p. 66. El. prop.
170
Índice
RESTO
•
CASTILLA
•
ANDALUCÍA
Ángel CALVO CALVO
Apéndice 1 TURBINAS TRANSFERIDAS A ARAGÓN POR LA MAQUINISTA T. M. PROPIETARIO
Bailarín Cacho Hnos. Albiñana Junyent Bailarín Cantí Rafaela López C. A. Electrom. Ebro
CABALLOS
12 133 ? 50 875
LUGAR INSTALACIÓN
FECHA
Zaragoza S. Juan (Zaragoza) Zaragoza Río Cinca, Monzón Río Ebro
1868 1878 1878 1880 1907
Fuente: ANC. M. T. M., Registro de trabajos.
MÁQUINAS DE VAPOR INSTALADAS POR ALEXANDER HNOS. EN HARINERAS ARAGONESAS HASTA 1883 (CABALLOS) Mequinenza Alcañiz Zaragoza Sádaba
15 30 125 15
Venancio Olalquiaga Hijos de Fco. Palos Villarroya y Castellano Antonio Blecua Fuente: A. ILLA, op. cit.
MOTORES DE GAS TRANSFERIDOS A ARAGÓN POR LA M. T. M. (36) PROPIETARIO
CABALLOS
Soc.
Aguas Potables Expos. Hispano Francesa Felipe Monsech Maquinista T. M. A. Millán Fábrica Militar Subsistenc. Electra Central del Jalón
100 100 10 30 10 60 50
TOTAL ARAGÓN TOTAL MOTORES M. T. M.
360
LUGAR INSTALACIÓN
Barbastro Zaragoza Fabara Gallur Fabara Peñaflor Calatorao
FECHA
1904 1907 1911 1912 1911 1913 1913
12.623
171
Índice
CLIENTES, AMIGOS Y BUENOS PARROQUIANOS
Apéndice 2 SUMINISTROS DE M.T.M. A ELECTRO METALÚRGICA DEL EBRO (1912-1914) 3 enero 1913
1 polea para motor eléctrico 35 CV 3 poleas para movimiento molino de bolas
8 enero 1913
1 placa hierro fund. cruzamiento vías 47 tornillos
11 enero 1913
50 tornillos de acero
22 enero 1913
2 placas giratorias; 4 cartelas 1 doble viga; 12 tornillos 16 soportes; 4 piezas suspensión conduct.
19 marzo 1913
12 viguetas
25 marzo 1913
1 embranque de fundición; 1 embudo 1 válvula
5 abril 1913
5 planchas de acero
11 abril 1913
1 entramado 1.- piso servicio de hornos
9 mayo 1913
176 tornillos
16 mayo 1913
1 placa hierro fundido; 48 tornillos
8 julio 1913
1 compuerta canal desagüe turbinas
10 julio 1913
casquillos y defensas para turbinas
14 agosto 1913
3 placas hierro fundido
25 agosto 1913
20 arandelas de bronce para turbinas
6 septiembre 1913
20 ruedas cadena para tornos de elevación
11 septiembre 1913
4 juegos tornos movimiento electrodos
4 nov. 1913
1 piñón para gato de 4 tm 2 rodetes bomba galerías 14 discos para rodillos trituradora cal 2 ejes para rodillos trituradora cal
15 diciembre 1913
25 tuercas, 6 cubetas, 12 tapones hierro fundido, 1 polea, 1 juego poleas, 6 planchas
3 enero 1914
2 viguetas laminadas
172
Índice
Ángel CALVO CALVO
Apéndice 3 SUMINISTROS DE LA M. T. M. A MINAS Y FFCC DE UTRILLAS (1903-13) Puentes: S. Jorge; S. Martín; Segura (2.° paso); Muniesa; Segura (2.° paso); Lahoz y Aguas Vivas. Giratoria de 12,78 m. Giratoria de 8 m. Modificación de la placa de apoyo central y de las fundaciones. Corazones para la giratoria de locomotoras: estación de Zaragoza. Giratoria de 4 m para vagones. Proyecto de almacenes de carbón y muelle. Disposición general de las armaduras y correas de la cubierta de los lavaderos. Canales para la cubierta del lavadero. Mecanismo tolva torre de esquistos. Armaduras pequeñas para la cubierta de los lavaderos. Plataforma de descarga para los lavaderos de carbón (proyecto). Esquema de las armaduras para los lavaderos de carbón. Plano parcial de Loma Blanca. Chimenea cilíndrica de plancha. Chimenea cónica de plancha (no aprobada). Croquis del basculador de los lavaderos de carbón. Vagoneta berlina para vía. Recorte de suspensión grúa para vagón de 6.000 kg. Planchas onduladas y galvanizadas. Presupuesto de chimeneas de hierro para Utrillas (borrador). Proyecto de almacenes de carbón y muelle de descarga. Puerta de entrada desde la carretera. Transbordador eléctrico de carbón de 5.000 kg de potencia. Aguada para la estación de Zaragoza: disposición(es); planos de consulta; croquis de los tanques; sección transversal; planta y alzado. Bomba de vapor con una caldera para las aguadas de Plan, Belchite y Zaragoza. Tubería principal de conducción de vapor. Disposición de cáncamos para servicio de la máquina de vapor. Torre de esquistos. Recorte del tope de la grúa sobre vagón. Estación de Utrillas. Armazón; Gabait. Disposición de la máquina. Disposición general del bastidor y del armazón. Modificaciones de la caldera y armazón. Cubierta para la fábrica de aglomerados. 173 Índice
CLIENTES, AMIGOS Y BUENOS PARROQUIANOS
Caballete para bombas; bomba centrífuga. Caja para carga y descarga del carbón. Plano original en m de locomotora. Manivela y cigüeñal eje motor locomotora. Tolva de transporte. Carro transbordador para vagones cargados. Grúa giratoria de 6 tm sobre vagón. Eje y ruedas. Recorte para la grúa sobre vagón. Vagón intermedio para enlace de locomotora para vía de metro con vía normal. Vagón; vagón con puertas y freno. Giratoria de 12,78 m. Giratoria de 12,78 m: otra disposición; disposición de cuñas e indicación de los ángulos de las vías. Giratoria de 8 m: modificación de la placa de apoyo central; modificación de las fundaciones. Corazones para la giratoria de locomotora (estación de Zaragoza). Giratoria de 8 m para vagones. Proyecto de almacenes de carbón y muelle. Disposición general de armaduras y correas para cubierta de los lavaderos. Proyecto de estructura metálica para enlace de la vía minera. Planchas onduladas para la cubierta de los lavaderos. Canales para la cubierta de los lavaderos de carbón. Mecanismo tolva torre de esquistos. Proyecto de plataforma de descarga para los lavaderos. Esquema de las armaduras para los lavaderos de carbón. Plano parcial de Loma Blanca. Armaduras grande y pequeña para la cubierta de los lavaderos. Fuente: ANC, MTM, 09.46, 1, 2; 09, 106; Copiador de Cartas, s/n, Cartas de 21 de enero de 1905 y 15 de septiembre de 1913.
174 Índice
Ángel CALVO CALVO
Apéndice 4 ALGUNAS PATENTES DE INVENCIÓN REGISTRADAS EN CATALUÑA
TITULAR
PROCEDIMIENTO O INVENCIÓN
A. GENOVART
Distribuidor de hilos (bobinoir): supresión de carretes y sustitución por tubo madera o cartón.
R. PINEDA
Perfeccionamiento de descortezar ramio en baño calentado hasta ebullición.
FLAQUER Y PLANAS
2 telares mecánicos.
FRADERA Y VILA
Correa transmisión de 1 y 3 hilos.
HETHERINGTON
Carda chapones encadenados.
LAESERSON
Telar Laeserson de pedal constr. en Lyon.
H. CHARDOUNET
Invento fabric. seda artific. a partir de una especie de colodión.
Casa E SIMÓN
Humectador de lana y algodón por vapor (desaparición retortijón y vello; adquisición de fuerza y elasticidad).
T. JENNY (Sabadell)
Tensor automático de las cuerdas y regulador de torsión en máquinas de hilar (tensión regular; mayor rapidez movimientos).
R. BACIANA (Sabadell)
Tundidoras longitudinales para lanas cardas o mecheras; desmotadoras; accesorios.
DURÁN CAÑAMERAS (Sabadell)
Adaptación del telar Jacquard. Telar que sustituye al Jacquard por máquina Crompton reformada.
FECHA 1887
175
Índice
LAS TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX
Jordi MALUQUER DE MOTES*
La puesta a punto de una tecnología capaz de emplear productivamente la energía eléctrica y de transportarla a larga distancia, sin pérdidas insoportables, constituye uno de los grandes cambios técnicos que han modificado la historia de la humanidad, de un modo muy particular en lo que concierne al desarrollo económico moderno. Si esto es siempre cierto, todavía lo es más en el caso de aquellos países cuya dotación de recursos energéticos no permitió, antes de fines del siglo XX, un proceso de industrialización vigoroso. Justamente las economías de la Europa meridional, casi sin excepción alguna, vieron frenado su crecimiento en la centuria pasada, entre otras razones, por la escasez de la energía inanimada determinante en aquella fase histórica del desarrollo económico: el carbón mineral. La explotación de la energía hidráulica y su empleo en forma de electricidad, a gran distancia de los lugares en que ésta era generada, vinieron a ser, por lo tanto, una especie de liberación frente a uno de los más graves obstáculos que debían afrontar esas mismas economías. Su importancia estratégica pudo ser por ese motivo muy grande. Del mismo modo en que lo estamos formulando casi tres cuartos de siglo después, supieron comprenderlo ya buena parte de los observadores contemporáneos. Al repasar su período de responsabilidad al frente del Ministerio de Fomento, Francesc d'A. Cambó, por ejemplo, anunciaba que la energía hidroeléctrica se había de convertir, en unos pocos años, en un «arma formidable de dominación económica» y comparaba su trascendencia con lo que había supuesto la red ferroviaria en el siglo anterior: «los grandes aprovechamientos * Universidad Autónoma de Barcelona. 177 Índice
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA (1." TERCIO S. XX)
y los grandes transportes de energía hidroeléctrica tienen una importancia capital, que va creciendo de día en día y no es arriesgado afirmar que serán en el presente siglo, un hecho económico universal tan importante como lo fueron los ferrocarriles en el siglo pasado». ' Es un hecho conocido que en ese período, cuando comenzaron a tomar cuerpo los procesos de electrificación de las distintas regiones españolas, algunas iniciativas empresariales de origen catalán, o por lo menos orientadas al mercado catalán, dieron lugar a la explotación de determinados recursos hidráulicos aragoneses con la finalidad de transferir energía hacia el mercado formado por el área industrial y urbana de Barcelona y su entorno comarcal más próximo. Me propongo analizar, en los párrafos que siguen, la problemática de las transferencias de energía eléctrica entre Aragón y Cataluña durante el primer tercio del siglo XX a la luz de este tipo de consideraciones. 2 Revisaré ahora, brevemente, los proyectos que se ultimaron entonces y su realización para valorar, luego, el monto de las transferencias de electricidad, su papel dentro del conjunto del sistema eléctrico catalán y la transcendencia que pudo tener para ambas regiones el mantenimiento de ese flujo de energía desde una a la otra. LA HULLA BLANCA CONTRA LA HULLA NEGRA En los comienzos de la historia de la electrificación en España, hasta el estallido de la Guerra Civil, pueden distinguirse claramente dos etapas. La primera abarcaría desde los ensayos iniciales, a partir de 1875, hasta mediados de la segunda década del siglo XX. Estaría caracterizada por el bajo consumo, medido en términos per cápita, por la producción a pequeña escala y por la dispersión en lo que concierne a la distribución geográfica de la misma. La explicación de ello reside, obviamente, en la necesidad de mantener una correspondencia casi absoluta entre producción y consumo a causa de la imposibilidad de realizar transportes de fluido a larga distancia. En consecuencia, la provincia de Barcelona, en la que se registraba el grueso del consumo a causa de la importancia de la aglomeración urbana e industrial metropolitana, producía una proporción muy alta de la electricidad total demandada por el sistema económico catalán. En general, las grandes concentraciones del consumo requerían de grandes centrales de generación de electricidad de carácter térmico y, por ello, el sistema eléctrico se encontraba condicionado por la disponibilidad y precio del carbón mineral. 1. CAmsó, Francesc d'A.: Vuit meros al Ministeri de Foment, Barcelona, Editorial Catalana, 1919, pp. X y XXVI. La traducción es mía. 2. Este trabajo se basa en «L'electricitat», título de la aportación de mi exclusiva autoría en la obra colectiva Producció i consum d'energia en el creixement económic modem: el cas catalá (inédita), que realicé junto con Jordi Nadal, Albert Carreras y Caries Sudriá.
178 Índice
Jordi MALUQUER DE MOTES
Desde los años iniciales de la década de 1911-1920, en cambio, la realización de grandes trabajos hidroeléctricos en los Pirineos y en otros puntos, posibilitados por los cambios en la tecnología del transporte de electricidad y de la gran ingeniería civil, determinaron importantes modificaciones en la localización de la producción y permitieron, por primera vez, transferencias a larga distancia sin pérdidas de energía económicamente insoportables. La hulla blanca sustituyó a la hulla negra. Las posibilidades de producción de la zona pirenaica adquirieron valor súbitamente. Sólo entonces, a la vez que aumentaba de forma espectacular la producción total —y también, con ella, el consumo—, quedaría bien establecido el clásico distanciamiento entre generación de fluido y utilización productiva del mismo. Su efectivo aprovechamiento, en los años de la Primera Guerra Mundial e inmediatamente posteriores, daría paso a la hegemonía de la hidroelectricidad en el sistema eléctrico de nuestro país. La batalla por el control de los potenciales saltos de agua se había iniciado ya, sin embargo, en la década anterior de forma muy especulativa, atendiendo a las esperanzas, bien fundadas por otra parte, de alcanzar ganancias considerables en la negociación de los derechos de explotación obtenidos por los concesionarios. Luis Rouviére se había reservado las concesiones del Noguera Ribagorzana, Hermenegildo Gurriá las del Segre, Emilio Riu las del Alto Flamicell, Domingo Sert las del Noguera Pallaresa, Coll, Espiell y Bielsa las del Bajo Ebro y Fajardo las del Ésera. Estas últimas pasarían más tarde a Francisco Bastos y, finalmente, a Manuel Bertrand. Sobre ese panorama complicado de posibilidades se iba a plantear, en última instancia, el contencioso entre una serie de grandes grupos financieros y empresariales para dominar los aprovechamientos estratégicos cara al abastecimiento del suculento mercado de la zona industrial catalana. Cuatro grupos de promotores y financieros entrarían inicialmente en la disputa por ese patrimonio hidráulico. El más potente de ellos, encabezado por el ingeniero norteamericano Frank Stark Pearson, se iba a hacer de inmediato con la que venía siendo empresa líder del sector, la Compañía Barcelonesa de Electricidad bajo control de la poderosa Allgemaine Elektrizitáts Gesellshaft (A. E. G.), que poseía la más potente central térmica de Cataluña y de España y la mayor parte de la red eléctrica del área urbana barcelonesa. Con tales bazas, Pearson no tardaría en absorber la red y los recursos del más grande de sus competidores, el consorcio franco-suizo constituido bajo el nombre de Energía Eléctrica de Cataluña. Tampoco iba a resistírsele mucho tiempo la empresa vasco-catalana Sociedad Productora de Fuerzas Motrices, promovida por Emilio Riu y titular de la concesión de algunos saltos muy destacados en el Pallars, pero carente de cualquier posibilidad de acceder a un número regular de abonados. Muy pronto iba a quedar solo frente a un único grupo competidor patrocinado por Catalana de Gas. Esta empresa autóctona era ya copropietaria, de hecho, de las instalaciones y servicios de la antigua Central Catalana de Electricidad, fundada en 1896 por iniciativa de las dos compañías de gas barcelonesas 179 Índice
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA (I." TERCIO S. XX)
entonces existentes, que explotaba una central térmica relativamente pequeña en la calle de Vilanova y distribuía fluido a través de una red propia en la misma capital catalana, en competencia con la red de la Compañía Barcelonesa de Electricidad. La Central Catalana de Electricidad disponía, para 1911, de una potencia instalada de 5.000 HP, con la que facturaba 3,8 GWh a un número total aproximado de 6.500 abonados. No eran dimensiones excepcionales, ciertamente. Pero, en cambio, poseía algo muy valioso desde el punto de vista estratégico: una red de cables de distribución en la ciudad y, con ello, el control de un espacio urbano significativo, aunque menor que el de la Compañía Barcelonesa de Electricidad. Cumplía así una condición necesaria para ofrecer resistencia a las iniciativas auténticamente avasalladoras de Pearson. La otra condición necesaria, y ahora, además, suficiente, había de ser la capacidad de producir fluido de origen hidráulico en condiciones que permitieran alcanzar una competitividad satisfactoria. LOS SALTOS DEL ÉSERA: LAS REALIZACIONES DE CATALANA DE GAS En el momento de efervescencia en lo que atañe a la constitución de grandes empresas dispuestas al aprovechamiento de la hidroelectricidad, el grupo articulado alrededor de Catalana de Gas se dispuso a competir con las mismas armas. Así, en el propio año de 1911 se constituía en Barcelona la Sociedad General de Fuerzas Hidroeléctricas con un capital en acciones de doce millones de pesetas, suscrito en su totalidad mediante una aportación de tres millones de pesetas de la casa M. Bertrand e hijo y el resto por Catalana de Gas y Central Catalana de Electricidad. La Sociedad General de Fuerzas Hidroeléctricas disponía de tres series de concesiones hidráulicas de cierta importancia. En primer lugar, las del río Ésera, en la provincia de Huesca, traspasadas por Bastos a Bertrand y aportadas por éste al activo hidráulico de la Sociedad. En segundo lugar, un conjunto de saltos en el Noguera Ribagorzana, en el límite de las provincias de Huesca y Lérida. Finalmente, una serie de opciones en la parte alta del Noguera Pallaresa, situadas en la comarca de Esterri d'Aneu, que habían sido adquiridas a Emilio Riu. Este paquete de concesiones representaba inicialmente una suma total superior a 160.000 HP de potencia. Todo el conjunto presentaba, sin embargo, dos grandes inconvenientes: la práctica inaccesibilidad de los saltos motivada por la falta de medios de comunicación, y singularmente de carreteras, y la distancia excesiva de los futuros centros productores respecto del núcleo consumidor barcelonés, en comparación con las centrales del grupo encabezado por Riegos. Ante el elevado volumen de las inversiones necesarias, y el riesgo que comportaban, el empresario francés Lebon, propietario de la segunda compa180 Índice
Jordi MALUQUER DE MOTES
ñía gasista de Barcelona, se retiraba del proyecto. Ya en 1912 Catalana adquiría los derechos de Lebon sobre Central Catalana de Electricidad, de la que quedaba como única propietaria, por la cantidad de ocho millones de pesetas. Una vez que pudo disponer en exclusiva del negocio eléctrico, Catalana procedió a absorber a la recién nacida Sociedad General de Fuerzas Hidráulicas. De forma inmediata la nueva Catalana de Gas y Electricidad emprendía un plan de producción ambicioso basado en la realización de grandes obras hidroeléctricas en el Ésera. Frente a su propia tradición conservadora, la empresa se iba a lanzar, en esta ocasión, a una amplia emisión de obligaciones hipotecarias, empezando a fines del mismo año 1912, que serían muy bien recibidas por los ahorradores. A pesar de este vigoroso arranque, Catalana no conseguiría competir de verdad con las empresas del grupo fundado por Pearson en la batalla por la captura del mercado catalán y había de quedar en una posición momentáneamente muy marginal a causa de la lentitud de sus trabajos. De hecho, la construcción de la primera central hidroeléctrica comenzó en 1914. Las obras consistían en la construcción sobre el río Ésera de una presa de 80 m de longitud y 5 m de altura, un canal de 8.871 m de largo, cubierto, y de unos 4.000 m adicionales descubiertos, para atravesar el congosto del Ventamillo. Al llegar a Seira se provocaría el salto de Run, compuesto por dos conducciones forzadas, de 4 m de diámetro y 1.100 m de longitud cada una, hasta alcanzar la central, capaz de producir 35.000 HP. 3 Al mismo tiempo hubo que tender una línea de transporte de 225 Km de longitud a una tensión de 110.000 voltios, la más elevada de Europa en aquellos años, desde Seira hasta las subcentrales de Terrassa, Sabadell, Sant Adriá del Besós y Barcelona (calle Vilanova), así como una nueva central térmica de reserva situada en Sant Adriá del Besós, junto a la estación transformadora. La nueva térmica no pudo ser inaugurada hasta 1917 y el salto de Run, con una potencia inicial limitada a 12.000 HP, hasta el 6 de agosto de 1918. Sólo en 1919 se consiguió, por lo tanto, transportar a Barcelona una parte de la energía hidroeléctrica producida en la nueva central aragonesa. En ese preciso momento comenzaron las transferencias de energía eléctrica desde Aragón a Cataluña. Para entonces, Catalana compraba unos 3,5 Gwh a Riegos y Fuerza del Ebro, la empresa líder del grupo fundado por Pearson. Dicho de otro modo, Catalana, que había aspirado a convertirse en una de las empresas eléctricas líderes en el mercado catalán, había quedado limitada a la función de distribuidora en el espacio urbano barcelonés. Los años de la Primera Guerra Mundial fueron muy negativos, por consiguiente, para el desarrollo del negocio eléctrico de Catalana. Esto había de ser doblemente perjudicial ya que, en ese mismo lapso, el grupo encabezado por Riegos incrementaba de forma muy espectacular producción y facturación y 3. VIDAL BuRrmis, Francesc: «L'evolució hidroeléctrica de Catalunya», Economia i Finances, XIII (1930), 8, pp. 128-130; 9, pp. 144-146; 13, pp. 215-217; y 15, pp. 339-340. Véase p. 144.
181 Índice
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA (1." TERCIO S. XX)
multiplicaba su penetración en el mercado, a base de adquirir un número muy importante de pequeñas empresas eléctricas para conectar los sistemas locales a su propia red general. Conviene subrayar las principales motivaciones de ese resultado. En primer lugar, las dificultades financieras de la empresa, derivadas de la profunda crisis de su negocio principal, la producción y venta de gas manufacturado, provocada por la rapidísima elevación del precio de los combustibles sólidos a nivel catalán, español y mundial. Una segunda causa estaba determinada precisamente por la irrupción en el mercado catalán de un grupo de potentes empresas extranjeras, dispuestas a la explotación de la energía hidroeléctrica, y que se implicaron en una feroz competencia de precios para expulsar a los competidores. Semejante dinámica resultaba necesariamente ruinosa a corto plazo. Mientras tanto, Catalana seguía vendiendo electricidad de origen térmico producida con carbón carísimo y utilizando instalaciones obsoletas de muy bajo rendimiento. Un tercer motivo, no menos importante que los anteriores, consistía en la calidad relativamente mediocre de su patrimonio hidráulico. El coste del transporte de los implementos necesarios al escenario de la producción, en un valle casi inaccesible del Pirineo aragonés, resultó muy elevado y, junto a las pesadas cargas financieras derivadas de la forma de financiación a que se hubo de recurrir, produjo una grave sobrecapitalización. El coste por caballo de vapor instalado alcanzó a casi cuadriplicar el de la Sociedad Productora de Fuerzas Motrices, a duplicar el de Energía Eléctrica de Cataluña y a superar en más de un 26% al de Riegos y Fuerza del Ebro. 4 La ventaja estaba, en todos los casos, del lado de las empresas del grupo competidor. La gran guerra, más bien beneficiosa para el conjunto de la economía regional a causa de la neutralidad española en la misma, afectó muy negativamente a Catalana de Gas y Electricidad. A partir de 1919 la situación comenzó a mejorar con la instalación en Seira de dos unidades más de 12.000 HP, hasta completar 36.000 HP de potencia, y con la construcción de las obras de la central de Puente Argoné, también sobre el Ésera, donde se instaló un grupo generador Piccard Pictet Oerlikon de 5.000 HP. Más adelante, se puso en funcionamiento una central auxiliar de 1.000 HP en Campo y se explotó el Salto de Arias, sobre el Cinca, con una potencia de 3.500 HP. Esta última central pertenecía a la Sociedad Eléctrica del Cinca, a la que Catalana arrendó sus instalaciones y negocio, con una red de distribución extendida en la zona entre Barbastro y Lérida, en 1918. El comienzo de la explotación del utillaje hidroeléctrico coincidió con una segunda circunstancia favorable a Catalana: el acuerdo alcanzado con el grupo de Riegos y la consiguiente elevación de las tarifas para el servicio a los abonados. Así, el total de energía eléctrica para alumbrado producida por Catala4. SOLER, Juan: «Las fuerzas hidro-eléctricas en Cataluña», Electricidad, 57 (septiembre de 1923), p. 12.
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Jordi MALUQUER DE MOTES
na saltaba de 6,2 Gwh en 1918 a 12,3 Gwh como promedio en 1925-1926. Pero seguían siendo cifras muy bajas. En la práctica, cuando Catalana pudo disponer de recursos energéticos relativamente abundantes y baratos, ya había perdido toda opción a proyectarse a través de las dos vías posibles: ampliación del mercado, extendiendo la red de suministro, o profundización del mismo, mediante el servicio para consumos industriales y para tracción. Ambos caminos eran ya impracticables a causa de la anticipación del grupo liderado por Riegos y la captura de todas las oportunidades existentes por sus empresas. Catalana de Gas y Electricidad había quedado irremisiblemente condenada a actuar como exclusiva suministradora de consumidores domésticos, en número probablemente bastante elevado, dentro de una área limitada a algunos sectores de los mercados urbanos de Barcelona y Lérida y una zona rural de pequeñas dimensiones a caballo entre las provincias de Lérida y Huesca. Esta situación era irreversible, en mi opinión, a corto y medio plazo y proporcionaba, vistas las características del mercado, expectativas de rentabilidad muy comprometidas. De ahí que la decisión de la empresa de desprenderse de su negocio eléctrico, cuando surgió una buena oportunidad para realizarlo, parece plenamente racional y justificada. EL EFECTIVO APROVECHAMIENTO DEL ÉSERA: COOPERATIVA DE FLUIDO ELÉCTRICO La ocasión para Catalana de Gas y Electricidad surgió de las dificultades con que tropezaría un nuevo grupo autónomo nacido en 1918 de la iniciativa de un numeroso conjunto de grandes consumidores. Se trataba principalmente de industriales textiles, pero también de empresarios de otros sectores, organizados en una Asociación de Consumidores de Fuerza Motriz Eléctrica de Cataluña contra los acuerdos entre los dos grupos eléctricos hegemónicos, Riegos y la propia Catalana, en orden a una sustancial elevación de tarifas a sus clientes. La Asociación se fijó bien pronto el objetivo de intervenir directamente en el campo de la producción y distribución de electricidad. A fines de 1920 y comienzos de 1921 promovió la constitución de la sociedad anónima Cooperativa de Fluido Eléctrico, con un capital de 25,3 millones de pesetas enteramente suscrito por los mismos fundadores. En su consejo de administración se encontraban dos representantes del Banco de Cataluña, junto a buena parte de los nombres más ilustres de la industria catalana. El objetivo fundacional básico consistía en convertirse en «instrumento de emancipación de las Compañías (eléctricas) monopolistas». 5 O, como 5. PUJOL, Eugenio: «La cooperativa de consumidores de fuerza eléctrica», Electricidad, 22 (octubre de 1920), p. 10.
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escribía otro técnico, librar «al consumidor de la explotación que se entiende injusta, abusiva, desconsiderada, por parte de las Empresas eléctricas que abastecen el mercado local o regional». La tentativa aparecía como muy ambiciosa, pero las dificultades tenían que ser también muy grandes y quizá no habían sido correctamente evaluadas. En todo caso, alguno de esos técnicos mostraba un escepticismo más que regular acerca de las efectivas posibilidades del proyecto: «no es tan sencillo —escribía Juan Soler— construir y explotar grandes centrales eléctricas como construir y explotar fábricas de tejidos». Efectivamente, la operación no resultó tan sencilla como sus promotores imaginaban. Cooperativa consiguió en seguida una serie de siete saltos de agua en el Pirineo y Pre-Pirineo a través de la absorción de la Hidroeléctrica del Cadí, sociedad sospechosamente recién fundada por iniciativa de Joan Pich i Pont, un pintoresco personaje que alcanzaría a tener alguna notoriedad en la vida política catalana. A la vez se adquiría una serie de yacimientos de carbones inferiores en la misma zona geográfica pirenaica. Los problemas comenzaron a aparecer cuando se trató de ejecutar la construcción de alguna central para producir fluido y servirlo a los clientes comprometidos para el segundo semestre de 1923, fecha en que vencían numerosos contratos cerrados diez años atrás entre industriales vinculados al proyecto de Cooperativa y las empresas del grupo Riegos. Entonces se comprobó que, a pesar de los dictámenes técnicos positivos, los recursos energéticos básicos con que contaba Cooperativa eran francamente mediocres. Los saltos de agua pertenecían a las cuencas altas de dos ríos distintos, Segre y Llobregat, aunque situados en una área geográfica bastante reducida y armónica. Cuatro de ellos presentaban un considerable desnivel pero un caudal escasísimo: dos en el riachuelo Aigua de Valls, afluente del Cardener, un tercero en el propio Cardener y el último en el río de la Vansa, afluente del Segre. El otro subconjunto correspondía a tres saltos situados en el mismo Segre, río caudaloso pero de regulación y explotación prácticamente inviable. De hecho, en este último caso el proyecto preveía la construcción de embalses reguladores de muy pequeña capacidad. Tras una importante crisis en la sociedad, resuelta con la salida del consejo de administración de Cooperativa por parte de Pich i Pont y de sus tres compañeros procedentes de Hidroeléctrica del Cadí, se decidió abandonar aquellos proyectos y construir una central térmica en Adrall, a la vez que una línea de 110.000 para el transporte de fluido desde allí a San Andrés, en Barcelona, y un conjunto de líneas distribuidoras a través de las comarcas industriales cercanas a la capital catalana, con especial incidencia en Sabadell, Terrassa, Mataró e Igualada. Aun así, Cooperativa no logró servir a sus clientes del área barcelonesa en los años de 1925 a 1927. Por ello se hizo necesario encontrar una salida de 6. GALLEGO, E.: «Notas de actualidad», La Energía Eléctrica, 1921, 8 (25 de abril), p. 86.
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emergencia, finalmente aceptada por los accionistas en junta general extraordinaria celebrada el 15 de diciembre de 1926. Allí se presentó y aprobó un importante acuerdo de colaboración con la empresa suiza Motor Columbus, Société Anonyme d'Entreprises Électriques y se procedió al saneamiento financiero de la sociedad con la incorporación de nuevos accionistas franceses y suizos. Se acordó reanudar la construcción de la central térmica de Adrall y se cerró, para ello, un acuerdo, con las Sociétés Anonymes des Foyers Automatiques, como representante de la Internacional Combustion Engineering Corporation de Nueva York, que contemplaba otros aspectos de la necesaria operación de relanzamiento. Finalmente, a consecuencia de todo ello, se lograba poner en marcha, en 1927, la central térmica de Adrall. La consolidación del grupo pasaría, además, por un acuerdo de arrendamiento y opción de compra del patrimonio eléctrico de Catalana de Gas y Electricidad a favor de la propia International Combustion Engineering Corporation firmado en julio de 1927. A fines de año quedaba formalizado este contrato, pero con Cooperativa de Fluido Eléctrico como subrogadora de las obligaciones y derechos de la mencionada entidad norteamericana y ya en el año siguiente se procedía a la correspondiente conexión de instalaciones y redes. La coordinación de los negocios de Catalana de Gas y Electricidad y Cooperativa de Fluido Eléctrico, bajo la dirección de esta última, tenía inicialmente la enorme virtud de la complementariedad. Catalana disponía de un excedente potencial de energía en los saltos del Ésera, pero un mercado limitado a los consumidores domésticos del sector de la ciudad de Barcelona en que estaba implantada su red de distribución. Cooperativa no lograba valorizar su mediocre patrimonio productivo, pero contaba con una red de distribución amplia y un cierto número de consumidores industriales, probablemente bastante grande y además muy importante en cuanto a las cantidades de energía que estaban dispuestos a contratar. Cooperativa pudo, por fin, aumentar el número de abonados y la facturación, a la vez que reducía la producción en su central térmica de Adrall. La hulla extraída de las minas pirenaicas bajó de 33.111 Tm en 1929, año de hidraulicidad especialmente escasa, a 4.050 Tm en 1933. Finalmente, en 1934 no se extrajo ni una sola tonelada y se procedió al cierre de la térmica de Adrall. Desde 1928 hasta 1935 la producción hidroeléctrica, procedente del Ésera en su casi totalidad, creció hasta duplicarse. Sólo una parte muy pequeña del total, que resulta imposible distinguir con precisión, correspondía al Cinca. A pesar de la incidencia de la gran depresión en aquellos años, la oferta de energía de origen hidráulico en el sistema de Cooperativa creció a una tasa acumulativa del 7%, si bien es cierto que en alguna parte semejante incremento respondía, como se ha notado, a la sustitución de termoelectricidad.
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TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA (1." TERCIO S. XX)
Acompañando estos resultados de medidas para mejorar la organización y la gestión, tales como la reducción de plantillas y la reestructuración de los servicios, que se aplicaron en los años 1932 y 1933, la empresa consiguió acercarse a una situación de relativo equilibrio, que la muy especial situación de 1936 y años siguientes interrumpirían dramáticamente. LA EXPLOTACIÓN DE LA FUERZA DEL EBRO, ÚLTIMA VINCULACIÓN ELÉCTRICA ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA Un segundo frente en lo que atañe a la importación de energía eléctrica de procedencia aragonesa correspondió al aprovechamiento de fuerza generada por el río Ebro. En este caso fue la empresa Riegos y Fuerza del Ebro, cabecera del grupo eléctrico que fundara Pearson, la que promovió una segunda operación industrial destinada al transporte de fluido de origen aragonés para el consumo interno catalán a través de un acuerdo cerrado con la empresa Electro-Metalúrgica del Ebro (E. M. E. S. A.) en el año 1926. La última de las sociedades mencionadas era una sociedad anónima constituida en 1904 por un grupo de accionistas catalanes para la producción de carburo de calcio. Desde su mismo comienzo adquirió la importante concesión hidráulica de que era titular Joan Espiell i Rovira, miembro de su propio consejo de administración, sobre las aguas del Ebro, en el municipio aragonés de Sástago. En 1907 quedó terminada una primera central eléctrica y comenzó a funcionar para los usos previstos en el momento de la formación de la sociedad. Pero diez años después, en 1917, la empresa comenzó la construcción de un nuevo salto de mayores dimensiones y de una segunda central también notablemente mayor. La construcción del segundo salto progresó lentamente, quizá a causa de las variaciones en la demanda de carburos, hasta que, por iniciativa de la dirección de Riegos y Fuerza del Ebro, se alcanzó un acuerdo de venta de electricidad fechado en 25 de junio de 1926. Según los términos del contrato, Riegos se comprometía a absorber un mínimo de 50 Gwh anuales, ampliables en otros 10 Gwh. La nueva central entró en servicio en 1928 y alcanzó una producción media anual de unos 65.000 Mwh en el período 1929-1935. Las compras de energía de Sástago por el grupo Riegos se situaron alrededor de una media anual de 59.000 Mwh en el mismo período, es decir al límite de la práctica totalidad de las disponibilidades comprometidas contraetualmente. Esto significa, atendiendo a la inexistencia de otras fórmulas para acrecentar su producción, que el grupo comprador pudo hacer frente a los incrementos de energía demandada y de consumo de electricidad en el mercado catalán gracias al convenio con E. M. E. S. A. y a las consiguientes importaciones de electricidad producida en Aragón. La importancia de semejante solución queda resaltada convenientemente cuando se recuerda que se trataba del período de la gran depresión, en que hubiera resultado dificilísimo el éxito de cualquier proyecto inversor de envergadura. 186 Índice
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ENERGÍA ARAGONESA E INDUSTRIA CATALANA: A MODO DE BALANCE Para Aragón, la producción de energía destinada a su venta en Cataluña no significó prácticamente ningún tipo de contrapartida. Sus efectos directos pudieron ser casi nulos, salvo el impacto que produjera la construcción de las mismas centrales, probablemente muy limitado dado que no se trataba de grandes obras de ingeniería en ninguno de los casos. La parte del valor del producto —es decir de los ingresos generados por la venta de los Kwh de esta procedencia— retenida en Aragón fue pequeña. Las compras efectuadas localmente tuvieron que suponer cifras muy bajas, y los impuestos satisfechos en la región todavía mucho más. El tercer componente clásico en la cuantificación del valor recuperado o retenido en los intercambios entre distintas economías, los salarios, sí tuvo que alcanzar cierta importancia en los años de las construcciones, pero difícilmente habría producido una incidencia perceptible en él conjunto de la economía regional. Una segunda forma de acercarse al valor de las transferencias sería la de atender a sus costes de oportunidad, es decir a aquellas posibilidades que pudieron quedar dañadas o simplemente frustradas a causa del desarrollo de los mencionados proyectos hidroeléctricos. Desde este punto de vista, el balance final no parece muy distinto. Aragón disfrutó del más bajo precio de la energía eléctrica en toda la península desde que se generalizó la hidroelectricidad hasta la unificación de las tarifas en 1952-1953, lo que significa que no se registró ninguna clase de escasez en la región a causa de su transporte al exterior. En lo que se refiere a los impactos ecológicos y sociales de las obras hidroeléctricas, hubieron de ser muy reducidos asimismo, a la vista de las características físicas y geográficas de saltos y centrales en aquella etapa. La trascendencia de las distintas iniciativas emprendidas en territorio aragonés en orden a su impacto sobre la economía de Cataluña, puede ser objeto de valoraciones de dos tipos. De un lado, en el terreno microeconómico, en relación con los resultados obtenidos por las propias empresas en tanto que tales, es decir en la explotación de su propio negocio. Del otro, conviene atender, asimismo, al flanco macroeconómico, o sea al efecto de tales realizaciones sobre el sistema energético y sobre la economía catalana en su conjunto. Respecto del primer punto, cabe señalar tan sólo, de momento, que la energía de origen aragonés constituyó la clave de la viabilidad económica del proyecto eléctrico que desarrollaron Catalana de Gas y Electricidad, en primera instancia, y Cooperativa de Fluido Eléctrico, después. La rentabilidad de ambas tentativas no llegó a quedar decididamente clara en ningún momento del período que hemos estado considerando. Con todo, la actual Hidroeléctrica de Cataluña resulta directa continuadora de aquella experiencia. Para el 187 Índice
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA (1." TERCIO S. XX)
otro grupo, más importante, de Riegos y Fuerza del Ebro —actualmente Fuerzas Eléctricas de Cataluña, S. A.—, el aporte de la electricidad aragonesa no tuvo influencia notable en su trayectoria en tanto que empresa. Los efectos sobre el conjunto del sistema eléctrico pueden medirse con mucha precisión a partir de las cifras de producción, importaciones y energía demandada de cada año. El Cuadro numérico adjunto permite una cuantificación precisa del monto de las transferencias de origen aragonés, desglosado para las dos cuencas principales, la del Esera y la del Ebro, así como de su participación conjunta en el total de la energía demandada (algo así como el consumo aparente en términos brutos, es decir producción+ importaciones) por el conjunto del sistema económico. La primera columna de datos y la segunda expresan las fechas iniciales del aprovisionamiento de fluido de las redes de Catalana de Gas y Electricidad/Cooperativa de Fluido Eléctrico, de una parte, y de Riegos y Fuerza del Ebro, de la otra. Se trata, evidentemente, de los años 1919 y 1929. Las columnas tercera y cuarta muestran respectivamente la importación de electricidad, resultante de la agregación de las dos cifras anteriores para cada año, y el total de la energía demandada por el sistema económico catalán. Esta última serie de cifras responde a la agregación de producción e importaciones, por lo que incluye los valores de las compras al exterior. De la comparación de ambos conjuntos resalta, como es lógico, el superior dinamismo de las importaciones, hecho atribuible, entre otras cosas, a su reducido punto de partida en el primero de los años de la serie. La última columna expresa, en porcentajes, la participación de las importaciones en la energía demandada total para cada año. Con sus datos puede comprobarse la veracidad de la afirmación anterior, pero también el limitado alcance relativo de las mismas hasta 1928. Con esas cifras a la vista, parece razonable subrayar el salto cuantitativo y cualitativo que tuvo lugar a partir de 1929.
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ENERGÍA ELÉCTRICA TRANSFERIDA DE ARAGÓN A CATALUÑA (EN MWH). (1)
(2)
(3)
(4)
(5)
1919
2.000
2.000
431.491
0,5
1920
11.436
11.436
480.534
2,4
1921
12.641
12.641
480.967
2,6
1922
37.724
37.724
586.669
6,4
1923
32.148
32.148
588.072
5,5
1924
39.792
39.792
627.479
6,3
1925
41.046
41.046
679.187
6,0
1926
63.078
63.078
721.766
8,7
1927
64.956
64.956
777.164
8,4
1928
69.532
69.532
848.711
8,2
1929
80.418
68.316
148.735
983.522
15,1
1930
92.943
41.853
134.796
1.014.882
13,3
1931
121.755
71.446
193.201
1.058.947
18,2
1932
116.190
58.585
174.775
1.062.454
16,4
1933
121.952
54.743
176.695
1.072.958
16,5
1934
135.950
54.331
190.281
1.111.731
17,1
1935
140.461
62.589
203.051
1.177.715
17,2
(1) Procedente del Ésera. (2) Procedente del Ebro. (3) Total de Aragón (1+2). (4) Energía demandada (producción+importaciones) por el sistema eléctrico catalán. (5) Porcentaje de las importaciones procedentes de Aragón (3) sobre la energía demandada (4).
Fuente: J. MALUQUER DE MOTES: «L'electricitat».
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TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA (1." TERCIO S. XX)
Desde ese punto de vista, puede afirmarse que la economía catalana transitó mucho más cómodamente por la crisis de los años treinta gracias a una ampliación del suministro de electricidad que difícilmente hubiera podido producirse, en ese momento, de otra forma. La alternativa de aumentar en parecida proporción la electricidad de origen térmico, mediante la importación de carbón mineral o de petróleo, hubiera supuesto unos costes añadidos muy notables a las dificultades de la gran depresión. Con todo, esas cifras no deben engañarnos: la importación de electricidad de origen aragonés resultó importante entre 1920 y 1935, pero, desde luego, no decisiva en ningún caso. Después de la Guerra Civil, la constitución de Unidad Eléctrica (U. N. E. S. A.), integrada por diecisiete sociedades, con la finalidad de coordinar las centrales existentes en el escenario peninsular, y la creación dp la Red General de Transporte Eléctrico vinieron a reducir la transcendencia de la utilización diferencial de la energía por áreas regionales. La unificación de tarifas, a que se ha hecho alusión más arriba, terminó de arrebatarle cualquier capacidad de impacto de carácter selectivo en la geografía española.
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LAS TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ELÉCTRICA ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA EN EL SEGUNDO TERCIO DEL SIGLO XX* Caries SuDRIÁ**
INTRODUCCIÓN El objeto de este trabajo es estudiar las transferencias de energía eléctrica que tuvieron lugar entre Aragón y Cataluña durante los veinticinco años posteriores a la Guerra Civil (1940-1965). No creo poder aportar al tema novedades realmente importantes. Mi objetivo no es otro que ofrecer ordenados y relacionados entre sí los datos conocidos y presentar, a la vista de ellos, algunas consideraciones de carácter general. Empecemos señalando que el suministro de electricidad fue un aspecto de la máxima importancia dentro de la gravísima depresión que tuvo que soportar la economía española durante los años que siguieron a la contienda civil. He analizado en otros trabajos la magnitud que alcanzaron las restricciones eléctricas y el impacto que tuvieron sobre la actividad económica española y catalana.' Sólo es necesario recordar aquí que la insuficiencia de la oferta de electricidad se dio de forma sistemática entre 1944 y 1955, que en la etapa comprendida entre 1944 y 1951 más de un diez por ciento de la demanda quedó insatisfecha, y que Cataluña fue con mucho la región más afectada. Los * La redacción final de este trabajo se ha beneficiado grandemente de la animada discusión que tuvo lugar en el marco del simposio. Con la voluntad de no olvidar a ninguno de los muchos participantes que intervinieron, quiero mostrar aquí mi agradecimiento a todos ellos. ** Universidad de Barcelona. 1. Para España en su conjunto, véase SUDRIA, Carles: «Un factor determinante: la energía», en NADAL, J.; CARRERAS, A., y SUDRIA, C., eds.: La economía española en el siglo XX. Una perspectiva histórica. Ariel, Barcelona, 1987, pp. 333-335; y «La industria eléctrica y el desarrollo económico de España», en GARCÍA DELGADO, J. L. (director): Electricidad y desarrollo económico: perspectiva histórica de un siglo. Hidroeléctrica del Cantábrico, Oviedo, 1990, pp. 169-176. Para Cataluña, SUDRIA, Caries: «L'energia: de l'alliberament hidroeléctric a la dependéncia petroliera», en História Económica de la Catalunya Contemporánia. 5. s. XX. Població, agricultura i energia. Enciclopédia Catalana, Barcelona, 1989, pp. 251-263.
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TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ELÉCTRICA (2.° TERCIO S. XX)
efectos de las restricciones fueron especialmente graves en la industria. Un cálculo aproximado sitúa en un 8 por ciento el producto industrial perdido por falta de electricidad entre 1944 y 1950.2 En definitiva, el tema aquí tratado es importante, en tanto que afecta a uno de los factores clave de la grave crisis que sufrió la economía española en su conjunto y la catalana en particular durante los años 1940 y 1950.
LAS TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ELÉCTRICA: UN CÁLCULO APROXIMADO Establecer el monto de la producción, distribución y consumo de electricidad en los años que aquí estudiamos no es una tarea fácil. El problema no proviene de la escasez de fuentes sino más bien de su multiplicidad. Para determinados años pueden hallarse hasta cuatro o cinco estimaciones de la producción eléctrica española, todas ellas oficiales y todas diferentes. Algunas de estas diferencias están relacionadas con la inclusión o no de los autoproductores, pero otras carecen de explicación aparente. Esto significa, como es natural, que las cifras que voy a manejar son tan sólo aquellas que me han parecido más sólidas, no forzosamente las correctas. El método empleado para establecer la producción de energía eléctrica en Cataluña ha consistido en agregar las producciones de todas las compañías comerciales y estimar luego de forma separada la producción autoconsumida. Ha sido necesario excluir de estas cifras la energía producida por empresas catalanas fuera de Cataluña. Para calcular el consumo bruto se han agregado igualmente los datos de todas las empresas que comercializaban electricidad en Cataluña, teniendo en cuenta que algunas de ellas distribuían energía fuera del Principado y vendían fuera parte de su producción. La fuente básica utilizada ha sido la publicación del Sindicato Nacional (antes Vertical) de Agua, Gas y Electricidad titulada Datos estadísticos técnicos de las centrales eléctricas españolas, de periodicidad anual. Esta estadística era heredera de otra anterior publicada por la Cámara de Productores de Electricidad. Debo advertir que la información que contiene parece fiable para lo referido a la producción, incluso a nivel de central, pero poco segura en lo referido a las compras y ventas de fluido realizadas por las diversas empresas. En concreto, resulta poco tranquilizador comprobar que a menudo las cifras de las compras correspondientes a una empresa no coinciden con las de las ventas de la empresa que consta como vendedora.
2. SUDRIÁ, C.: «Shortage of electricity and industrial depression in Spain, 1944-1957».
Inédito.
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Caries SUDRIÁ
Tabla 1 CONSUMO, PRODUCCIÓN Y TRANSFERENCIAS DE ELECTRICIDAD EN CATALUÑA
1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965
CONSUMO TOTAL MWh
PRODUCCIÓN IRDROELEC MWh
1.327,6 1.335,4 1.343,6 1.403,9 1.429,3 1.219,1 1.466,6 1.566,8 1.603,1 1.382,9 1.739,7 1975,3 2.298,2 2.334,6 2.360,3 2.611,7 3.015,1 3.182,0 3.363,0 3.609,4 3.694,4 4.134,4 4.416,2 4.968,0 5.484,2 7.980,7
1.118,7 1.126,5 1.134,7 1.198,0 1.223,4 775,4 1.075,3 1.233,9 1.267,3 887,1 1.340,6 1.561,9 1.786,3 1.658,8 1.667,8 1.748,2 2.164,7 1.921,8 1.900,6 2.902,2 3.172,9 3.006,0 3.006,7 3.445,1 3.464,7 3.128,0
PRODUCCIÓN TÉRMICA MWh
3,8 3,8 3,8 8,1 59,4 260,4 196,9 126,6 151,3 280,7 173,0 123,3 180,6 228,3 229,2 195,8 167,5 281,8 200,0 181,4 152,0 371,3 614,0 414,2 755,6 3.313,3
ELECTRICIDAD IMPORTADA MWh
% 'IMPORT. SOBRE CONS. TOTAL
205,1 205,1 205,1 197,8 146,5 183,3 194,5 206,3 184,4 215,2 226,1 290,1 331,2 447,5 463,3 667,7 682,9 978,4 1.262,4 525,8 369,6 757,1 795,6 1.108,7 1.264,0 1.539,3
15,4 15,4 15,3 14,1 10,2 15,0 13,3 13,2 11,5 15,6 13,0 14,7 14,4 19,2 19,6 25,6 22,6 30,7 37,5 14,6 10,0 18,3 18,0 22,3 23,0 19,3
PRODUCCIÓN EMPRESAS CATALANAS EN ARAGÓN MWh
100,3 100,3 100,3 119,6 94,9 98,0 106,6 121,8 112,3 111,4 133,4
284,9 294,3 218,2 279,3 303,1 335,4 357,5 447,1 482,4 537,2 1.031,4
COMPRAS COMPRAS FUERA DE LA EN ARAGÓN ZONA CATALANA (ESTIMACIÓN) MWh MWh
104,8 104,8 104,8 78,2 51,6 85,3 87,9 84,5 72,1 103,8 92,7
382,8 388,6 760,2 938,1 222,7 34,2 399,6 348,5 626,3 726,8 507,9
39,7 35,5 28,4 40,9 49,9 53,0
156,6 217,5 321,1 318,7 775,6 228,3 17,4 300,6 447,8 697,7
Una segunda consideración previa en relación con los datos utilizados debe referirse al carácter puramente formal de algunos criterios de clasificación. Una serie de centrales eléctricas de la denominada zona catalana se sitúan en el tramo de la Noguera Ribagorzana que sirve de límite entre Cataluña y Aragón. En este caso, la adscripción a una u otra región depende de un factor irrelevante: la orilla en la que está situada la central. Hechas estas salvedades, podemos pasar a comentar las cifras que se contienen en la tabla 1, referidas al consumo total bruto de energía eléctrica en Cataluña y a su distribución según procedencia. Desde una perspectiva global destaca, en primer lugar, la existencia de diversas fases en el ritmo de incre193 Índice
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ELÉCTRICA (2.° TERCIO S. XX)
mento del consumo. Entre 1940 y 1950 el consumo bruto de electricidad aumentó a una tasa anual acumulativa del 2,7 por ciento. Un crecimiento muy lento marcado además por profundas fluctuaciones en especial en 1945 y 1949. Como ya se ha comentado, a partir de 1944 el consumo se situó por debajo de la demanda, dando lugar a las restricciones. Entre 1950 y 1965, en cambio, el ritmo de aumento del consumo alcanzó el 10,7 por ciento anual. Las últimas restricciones graves se dieron en 1953 y 1954, aunque siguió habiendo problemas hasta 1957. Habrá que tener presentes estas dos etapas diferenciadas al estudiar la participación exterior en el suministro. Las importaciones de electricidad han sido significativas en el mercado catalán desde el inicio mismo de la producción hidroeléctrica a gran escala. Su estudio para el período anterior a la Guerra Civil es el objeto del estudio de Jordi Maluquer de Motes. Durante el período que aquí estudiamos, las cifras del cuadro nos permiten distinguir diversas situaciones. Durante una primera larga fase, desde 1940 hasta 1952, la participación de las importaciones en el suministro total se mantuvo estable en torno a un 13-15 por ciento. Queda claro que no pudo recurrirse a las importaciones para paliar los gravísimos problemas de insuficiencia de la producción que se dieron en esos años. Esta situación se altera durante el período comprendido entre 1953 y 1958. En esos años, las importaciones de electricidad aumentan de forma substancial, llegando a representar más de un tercio del suministro total. Como veremos más adelante este incremento se debe tanto a la construcción de nuevas centrales en Aragón por parte de empresas catalanas como a la adquisición de fluido a empresas no catalanas. Podemos afirmar pues que las importaciones sí tuvieron un papel destacado en limitar, primero, y eliminar, después, la penuria eléctrica en Cataluña en la década de 1950-60. A partir de 1959 se abre una tercera fase en la cual el incremento de la producción catalana hace menos necesarias las importaciones, que se reducen tanto en términos absolutos como relativos. A partir de 1963 las importaciones vuelven a aumentar, aunque su importancia relativa no recupere las cotas anteriores. En definitiva, se mantuvo la tradicional participación de las importaciones de electricidad en el suministro catalán. Sin embargo, sólo en la fase final del período de escasez —entre 1953 y 1957— contribuyeron de forma efectiva a reducir las restricciones que paralizaban la actividad económica de Cataluña.
LAS FORMAS DE ADQUISICIÓN DE ENERGÍA La mayor parte de la energía eléctrica importada por Cataluña procedía de Aragón. Aunque en este caso nuestras fuentes son menos precisas, las cifras no dejan lugar a dudas. De hecho hasta mediados los años 1950 no hubo conexión con la zona levantina y sólo se obtenía electricidad de Aragón y de Andorra. 194 Índice
Caries SUDRIÁ
Hay que distinguir dos formas diferentes de obtención de energía eléctrica fuera del ámbito territorial catalán por parte de las compañías que distribuían en Cataluña: la instalación de centrales en territorio aragonés y la adquisición de energía a empresas ajenas al mercado catalán. Ambas formas se habían desarrollado ya en el período precedente, aunque con características distintas. Inmediatamente antes de la Guerra Civil las relaciones eléctricas externas de Cataluña estaban articuladas de la siguiente forma. Existían en primer lugar una serie de centrales sobre los ríos Cinca y Ésera construidas en su momento por Catalana de Gas y Electricidad y que eran explotadas por la Cooperativa de Fluido Eléctrico. En segundo lugar, las compañías catalanas adquirían de forma regular los excedentes productivos de dos empresas situadas fuera del Principado pero vinculadas al capital catalán: la Electro Metalúrgica del Ebro —instalada en Sástago— y Fuerzas Hidroeléctricas de Andorra. A partir de 1940 ambos tipos de relaciones cambiaron. Se construyeron nuevas centrales en territorio aragonés, que correspondieron casi exclusivamente a una nueva empresa pública: la Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana (ENHER). De hecho, al margen de las centrales construidas por ENHER, sólo se registran la de Castillonroy sobre la Noguera Ribagorzana —perteneciente a Explotaciones Hidroeléctricas— y la de Aragoné construida por Hidroeléctrica de Cataluña sobre el Ésera.3 ENHER, protagonista principal de esta historia, fue fundada por el Instituto Nacional de Industria en 1946. La gestación del proyecto fue compleja. Se partía, claro es, del gravísimo problema de suministro que estaba experimentando Cataluña y de la peculiar situación que atravesaba el grupo de empresas que, bajo el control de la Barcelona Traction, Light and Power, casi monopolizaba el suministro. La Barcelona Traction —la «Canadiense»— era un conglomerado financiero con sede en Toronto que había desplazado a otros competidores en la batalla por el control de mercado eléctrico catalán entablada en los años 19101920. Despúes de la Guerra Civil, este conjunto de empresas se encontró en una situación extremadamente delicada. Buena parte de los capitales que tenía invertidos los había conseguido en el mercado financiero internacional, y debía realizar el consiguiente servicio de intereses y principal en moneda extranjera. El gobierno español, enfrentado a graves problemas de disponibilidad de divisas, denegó repetidamente las solicitudes de la empresa para transformar sus beneficios acumulados en España en libras u otra moneda fuerte extranjera. Así las cosas, la Barcelona Traction no pudo hacer frente a sus compromisos en el exterior, acumulando una deuda considerable. En esta situación, la empresa dejó de lado cualquier esfuerzo inversor, con lo que la insuficiencia productiva llegó a Cataluña antes y con mayor fuerza que al resto de España. 3. Hidroeléctrica de Cataluña fue creada en 1946 por Catalana de Gas, que le transfirió la propiedad de sus centrales y el control sobre la empresa explotadora, la Compañía de Fluido Eléctrico, antigua Cooperativa.
195 Índice
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ELÉCTRICA (2.° TERCIO S. XX)
Esta anómala situación halló salida en 1951 cuando un grupo financiero español, encabezado por Juan March, instó la quiebra de la empresa canadiense y consiguió hacerse con el control de sus activos en España. Así nació Fuerzas Eléctricas de Cataluña (FECSA). La actividad inversora de la nueva empresa fue en los primeros años muy moderada. Hasta la segunda mitad de los años 1960 no construye nuevas centrales de dimensiones apreciables. El hecho relevante, pues, es que durante más de veinte años la principal compañía eléctrica catalana no realizó ningún esfuerzo para cubrir la creciente demanda de electricidad. La creación de ENHER hay que relacionarla con la existencia previa de otra empresa, la Minera Industrial Pirenaica, participada por el INI desde 1943 y que contaba con diversas concesiones sobre la Noguera Ribagorzana. El mismo 1946, el INI consigue concesiones sobre el conjunto de la cuenca, y con unas y otras y ante la urgente necesidad de paliar la escasez de electricidad, se funda ENHER. Empezando por Senet y Bono y siguiendo por Llesp, Pont de Suert, etc., ENHER fue creando nuevas centrales a ambos lados del límite entre Cataluña y Aragón. Entre 1951 y 1962 puso en explotación 320.000 kW, de los que cerca de 80.000 estaban ubicados en la provincia de Huesca. La potencia hidroeléctrica instalada por ENHER alcanzaba en 1962 casi el 30 por ciento del total instalado en la denominada zona catalana. En ese mismo año la potencia instalada en Aragón (ENHER más Hidroeléctrica de Cataluña) era de 120.000 kW, algo más de un 10 por ciento del total (Tabla 2). La estrategia de ENHER tuvo una segunda fase centrada en la explotación de las cuencas del Cinca y del Ebro. En 1964 se inauguró la central de Mequinenza, una de las mayores de España (312.000 kW), a la que siguió la de Riba-roja (ya en Cataluña) sobre el Ebro. Entre 1967 y 1969 entraron en funcionamiento las centrales de Grado I y II y Mediano, sobre el Cinca. En 1980, ya fuera del ámbito temporal de este trabajo, ENHER explotaba un total de 1.100.000 kW hidráulicos, de los que 500.000 estaban establecidos en Aragón. La segunda forma de obtención de energía foránea era la compra a compañías que no distribuían en Cataluña. Ya se ha señalado que en este aspecto los datos disponibles son poco fiables. Sólo la consulta de la documentación de las empresas permitirá verificarlos. En cualquier caso, las cifras de la Tabla 1 permiten distinguir dos fases bien diferenciadas. El punto de inflexión debe situarse en este caso en 1952, con la entrada en funcionamiento del primer grupo de la central térmica de Escatrón, en la provincia de Zaragoza, construida por otra sociedad del INI, la Empresa Nacional «Calvo Sotelo» (ENCASO). En 1955 entró en funcionamiento un segundo grupo y en 1958 el tercero. Una parte substancial de la producción de esta central, especialmente hasta 1958, fue vendida a FECSA o a Hidroeléctrica de Cataluña. 196 Índice
Caries SUDRIÁ
Al margen de esta nueva vía de transferencia, se mantuvo y amplió la tradicional conexión entre la Electro Metalúrgica del Ebro y el mercado catalán. A la antigua central de Sástago se añadió en 1957 el salto de Menuza, en la misma zona del Ebro, lo que permitió ampliar las ventas a FECSA y ocasionalmente a ENHER. Es preciso destacar también que en 1953 se crea a través de Unidad Eléctrica (UNESA) —entidad creada en 1944 para coordinar los intereses de las compañías privadas— el Repartidor Central de Cargas para fomentar la interconexión entre las diversas zonas eléctricas. La imposibilidad de transferir energía entre las distintas redes regionales había impedido aliviar la escasez sufrida desde 1944. La conexión entre las zonas catalana y del norte se efectuó por la parte septentrional de la provincia de Huesca en 1959. En el marco de las transferencias de energía eléctrica entre Cataluña y Aragón, la relación con las empresas específicamente aragonesas —Eléctricas Reunidas de Zaragoza y Energía e Industrias Aragonesas— fue muy débil. Sólo Eléctricas Reunidas estuvo recibiendo energía de forma regular de FECSA y ocasionalmente de ENHER.'
CONSIDERACIONES FINALES De todo lo dicho hasta aquí podemos extraer algunas conclusiones. En primer lugar, parece claro que la aportación aragonesa al suministro de electricidad a Cataluña fue en todo momento relevante, pero que sólo tuvo valor decisivo en los años 1953-1958. Hay que destacar, en segundo lugar, la notable expansión de las instalaciones eléctricas propiedad de empresas catalanas sobre tierra aragonesa. Las cifras elaboradas por Vicente Pinilla indican que estas empresas disponían en 1959 del 15 por ciento de toda la potencia eléctrica instalada en Aragón y del 25 por ciento de la potencia hidroeléctrica.' Para valorar el impacto que pudo tener para la economía aragonesa esta transferencia de energía habría que tener en cuenta diversos factores. Hay que considerar, primero, qué parte del valor añadido incorporado a la electricidad transferida quedaba en Aragón. En tanto en cuanto la transferencia era realizada por empresas no aragonesas cabe pensar que una parte de ese valor pasó a otras zonas. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que entre los costes de la energía transferida el más importante era sin duda el derivado de las inver4. Sobre la evolución de la producción y el consumo de energía eléctrica en Aragón debe consultarse el trabajo de PINILLA, Vicente: «Crisis, cambios y expansión en el sector eléctrico en Aragón entre 1940 y 1960», dentro del volumen Eléctricas Reunidas de Zaragoza (1910-1986). El desarrollo del sector eléctrico en Aragón. En prensa. Agradezco a Vicente Pinilla que me permitiera consultar este artículo antes de su publicación. 5. Ibidem.
197 Índice
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ELÉCTRICA (2.° TERCIO S. XX)
siones realizadas en la construcción de las centrales. Estas inversiones movilizaron sin duda un volumen muy considerable de mano de obra y servicios radicados en Aragón. En el caso de la electricidad térmica es preciso considerar la actividad inducida sobre las minas turolenses de las que procedía el combustible. Finalmente, y en el plano negativo, habría que valorar los costes económicos, ecológicos y humanos que se derivaron de la inundación de valles y pueblos. Parece claro que las indemnizaciones concedidas no cubrieron los daños ocasionados ni tan sólo en lo referido a la propiedad individual. En el mismo renglón negativo es preciso considerar el coste de oportunidad de la opción adoptada. La utilización del agua para la generación de electricidad se hizo en buena parte a costa de su posible uso para el riego. En definitiva, una evaluación correcta del impacto que tuvieron y tienen las transferencias de energía para las dos regiones resulta extremadamente compleja, aunque no cabe duda de que —al menos en el período aquí considerado— el balance aragonés sería menos positivo que el catalán. Esto mismo obliga a llamar la atención sobre la necesidad de evaluar de forma muy cuidadosa los costes de este tipo de actuaciones, más allá de los intereses estrictamente económicos a corto plazo de unos y otros. Tabla 2 CENTRALES ELÉCTRICAS CONSTRUIDAS POR COMPAÑÍAS ELÉCTRICAS CATALANAS EN ARAGÓN (1940-1970)
AÑO
CENTRAL
1944
Castillonroy
1948 1951 1953 1955 1962 1964 1967 1968 1969
Aragoné Senet Bono Escales Santa Ana Mequinenza Grado I Grado II Mediano
COMPAÑÍA
POTENCIA (kW)
Explotaciones hidroeléctricas Cía. Fluido Eléctrico ENHER ENHER ENHER ENHER ENHER ENHER ENHER ENHER
1.450 7.200 8.640 3.800 36.000 30.400 312.000 18.080 27.200 66.400
Fuentes: Sindicato Nacional de Agua, Gas y Electricidad, Datos Estadísticos Técnicos de las Centrales Eléctricas Españolas. Memorias estadísticas de Unidad Eléctrica, S. A.; y Vicente Pinilla (trabajo citado en nota 4).
198 Índice
Índice
1940
—
1948
- - CONSUMO BRUTO TOTAL
1944
....... ,,,,,
,-•
...,'
1956
- ELECTRICIDAD IMPORTADA
1952
—
19
•
/
CONSUMO BRUTO TOTAL DE ELECTRICIDAD EN CATALUÑA Y ELECTRICIDAD IMPORTADA (Miles de MWh)
,..--
I
19(4
I
I
I
I
I
y llIal1Ssaliv.)
Índice
1940
-
I)44
1945
1952
19- 6
PARTICIPACIÓN DE LA ELECTRICIDAD IMPORTADA SOBRE EL CONSUMO TOTAL (%)
1960
1964
TRANSFERENCIAS DE ENERGÍA ELÉ CTRICA(2.° TERCI OS. XX)
LAS RELACIONES COMERCIALES ENTRE ARAGÓN Y CATALUÑA (1972 a 1985)
Francisco BONO Ríos
INTRODUCCIÓN METODOLÓGICA La única fuente de datos existente para analizar las relaciones comerciales entre Aragón y Cataluña es la serie de Tablas Input-Output de la Economía Aragonesa, años 1972, 1978 y 1985.1 En tales estudios se aborda la realización de una encuesta industrial, entre cuyos datos se solicita a las empresas información relativa al origen/destino sectorial de sus transacciones de compras y ventas, así como la procedencia y destino geográfico de las mismas. Hay que hacer notar que en la publicación de las dos primeras tablas aparece la información referida a los flujos interregionales, mientras que no ocurre así en la última de ellas. No obstante, se posee la documentación de base que permite poder estimar los flujos para 1985, con el mismo nivel de fiabilidad que en los estudios precedentes. Por lo que se refiere al tipo de bienes para los que se dispone de información, no ha sido posible abordar, en ningún caso, el análisis completo de los mismos, a causa de las propias limitaciones de la investigación, la cual tiene posibilidad de estimar la totalidad de los flujos distinguiendo entre la procedencia-destino de Aragón y resto de España, pero no la de distinguir entre espacios geográficos concretos para determinados bienes. El marco informativo permite analizar las relaciones de bienes industriales entre industrias, tanto de compra como de venta, pudiéndose elaborar lo que podemos llamar «Balanza comercial interindustrial». Otro tipo de balanzas, o la balanza comercial completa, carece de información por el lado de las compras o de las ventas, o de ambos, y una estimación de las mismas —sin disponer de unas mínimas referencias— no pasaría de ser un ejercicio teórico sin suficiente fiabilidad ni elementos de contraste con la realidad. 1. Tablas Input-Output de la economía aragonesa, año 1972 (Director Pedro Piñera); Estructura Productiva y Renta Regional de Aragón, 1978 (Director Francisco Bono); Estructura Productiva de Aragón, 1985 (Director Francisco Bono). Las tres han sido editadas por iberCaja.
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Índice
ALTOARADDRESES 11111111111SCIA
201
RELACIONES COMERCIALES (1972-1985)
Aunque las limitaciones citadas son importantes, es preciso señalar, sin embargo, que no es menos importante poder llegar a conocer de forma completa la Balanza Interindustrial, aparte de la propia utilidad en sí misma, porque desde un punto de vista analítico es la balanza que mejor refleja las relaciones productivas más permanentes en el tiempo.
ANÁLISIS DE RESULTADOS Balanza Interindustrial Entendiendo por «Balanza Interindustrial» las transacciones de bienes intermedios entre las industrias de Aragón y Cataluña (es decir, sin considerar los bienes de consumo e inversión, ni los sectores agrario y servicios), la situación de los tres años de referencia del estudio es la siguiente:
(MILLONES DE PESETAS)
Compras de Aragón a Cataluña Ventas de Aragón a Cataluña BALANZA
AÑO 1972
AÑO 1978
AÑO 1985
7.313
30.017 37.681
99.309 120.022
7.664
20.713
12.399 5.086
Puede constatarse la permanente situación de saldo favorable a la Comunidad Aragonesa, que representa sobre la cifra de ventas: — Un 41,02 % en 1972 — Un 20,34 % en 1978 — Un 17,26 % en 1985 Lo anterior demuestra, también, que en términos relativos aumentan en mayor proporción las compras que las ventas de bienes intermedios, lo cual se debe a varias causas, entre las que destacamos: a) La industria aragonesa ha evolucionado, como consecuencia de la reconversión, hacia la producción de bienes finales en detrimento de los bienes interindustriales. Pueden citarse como ejemplos llamativos: la instalación de General Motors, la consolidación del subsector de electrodomésticos, la fuerte crisis del subsector de maquinaria, etc. 202 Índice
Francisco BONO RÍOS
b)La apertura de nuevos mercados se ha intensificado más por el lado de las ventas que por compras. Estos mercados se han ampliado especialmente hacia la CEE y otros países extranjeros. Naturalmente, otras causas deberán buscarse en el comportamiento propio de la industria catalana, extremo éste sobre el que no estamos en condiciones de opinar.
Análisis de las compras Se aprecia secularmente un fuerte grado de concentración de compras de inputs en unas pocas actividades, aspecto éste que tiene relación tanto por el peso especifico de determinadas ramas en Aragón, como por la misma especialización de la industria de Cataluña, es decir, que no se advierten particularidades atípicas. Las principales ramas compradoras son: • Transform. metálicos
32,44 %
• Textil y confección
16,91 %
• Construcción
12,29 %
• Químicas
11,60 %
Entre las cuatro totalizan el 73% de todas las compras de Aragón a Cataluña, absorbiendo las dos primeras ya prácticamente la mitad de las transacciones (véase cuadro n.° 1). Desde el punto de vista de su evolución, debe destacarse el incremento de peso relativo de Transformados metálicos (especialmente por el impacto de G.M.) y la disminución relativa de Textil y confección.
Análisis de las ventas También por este lado se aprecia una fuerte concentración: • Industria alimentaria
26,69 %
• Textil y confección
22,65 %
• Químicas
22,30 %
• Transf. metálicos
16,04 %
El caso de Alimentarias se debe tanto a la fuerte producción de la economía aragonesa en este sector de actividad como a la especialización de algunas ramas como Cárnicas, Conservas, Alimentación animal, etc. 203 Índice
RELACIONES COMERCIALES (1972-1985)
Dependencia productiva Los cuadros 2 y 4 ofrecen indicadores que pueden dar idea del grado de dependencia de la economía aragonesa respecto de Cataluña. Debemos advertir de dos cuestiones previas: por una parte, que hablamos de dependencia de Aragón y no al revés, por considerar de partida que es una economía más subordinada en general; por otra parte el término dependencia, en un contexto regional, debe ser considerado de forma distinta que cuando se comparan economías nacionales. Por el lado de las compras, las compras de inputs intermedios a Cataluña representan, en 1985, el 13,23% del total de inputs intermedios, así como alrededor del 25% de todas las adquisiciones extrarregionales. Por el lado de las ventas, éstas significan el 10,46% de la producción industrial y la tercera parte de las ventas extrarregionales. En términos globales, pues, hay que admitir un fuerte grado de interrelación productiva entre ambas regiones, que se traduce en una elevada dependencia de Aragón. Porcentajes superiores al 30% de las ventas significan que la evolución de la economía catalana tiene siempre un fuerte impacto sobre la aragonesa. Esta dependencia se hace más patente en ramas concretas, entre las que cabe destacar: la industria química (que vende el 33,76% de su producción a Cataluña, lo que supone más de la mitad de las ventas extrarregionales), Textil y confección (con porcentajes del 65,6 y 80% respectivamente), Vidrio y otras que pueden observarse en el cuadro.
Referencia a relaciones no estrictamente industriales Para el año 1978 pudo ampliarse la investigación a otro tipo de transacciones distintas a las mencionadas anteriormente, que si bien no permiten un análisis cruzado completo, pueden orientar acerca de aquéllas. El mismo análisis, para 1985, se encuentra en avanzado proceso de elaboración (pudiéndose adelantar que, a nivel global, la situación de referencia no difiere significativamente de la de 1978). Por el enfoque de compras, las cifras son las siguientes: — Compras de la industria aragonesa al s. agrario de Cataluña 2.442,2 millones de pesetas. — Compras de la industria aragonesa a los servicios de Cataluña 195,3 millones de pesetas. Dado que las adquisiciones al s. industrial alcanzaron, en el mismo período, 30.016 millones, pueden servir como referencia de orden de magnitud. Por el enfoque de las ventas, se dispone de mayor información: 204 Índice
Francisco BONO RÍOS
VENTAS DE LA IND. ARAGONESA A:
M1LL. PTAS.
%
S. agrario S. industrial S. servicios Consumo e inversión No sectorizable
752,2 37.681,5 1.109,0 21.855,1 402,6
1,22 60,97 1,79 35,36 0,65
61.800,4
TOTAL
100
Como puede observarse, es muy importante el flujo de bienes finales (tanto consumo final como bienes de inversión). Éste representa en 1978 el 20% de todas las ventas extrarregionales de Aragón por este concepto, lo que también demuestra un alto grado de dependencia.
205 Índice
RELACIONES COMERCIALES (1972-1985)
Cuadro 1 COMPRAS DE LA INDUSTRIA DE ARAGÓN A LA INDUSTRIA DE CATALUÑA (millones de pesetas) 1978
1972 TOTAL ENERGÍA Y AGUA IND. EXTRACT. Y TRANSE. MINER. Extrac. y prep. min. metálicos
Fabr. cementos, cales y yesos
TOTAL
%
TOTAL
%
68,729
0,94
119,675
0,40
538,538
0,54
164,748
2,25
1.478,339
4,93
2.360,674
2,38
1,449
0,02
60,902
0,83
Extr. min. no metál. ni energét. Prod. y 1.' transf. metales
%
1985
0,00
0,00
0,00
0,00 742,285
2,47
0,00 1.572,277
1,58
8,700
0,12
231,112
0,77
80,769
0,08
Ind. del vidrio
44,865
0,61
237,121
0,79
506,319
0,51
Otras ind. ml. no metálicos
48,832
0,67
267,821
0,89
201,309
0,20
908,603
12,42
3.004,338
10,01
11.520,889
11,60
INDUSTRIA QUÍMICA Ind. química básica
1.516,717
5,05
2.357,471
2,37
Otras ind. químicas
1.487,621
4,96
9.163,418
9,23
5.649,727
18,82
32.211,356
32,44
INDUSTRIA TRANSE METALES
1.407,619
19,25
Fabr. de prod. metálicos
303,583
4,15
1.538,216
5,12
9.571,477
9,64
Fabr. maquinaria y eq. mecánico
444,055
6,07
1.350,938
4,50
4.748,309
4,78
6,04
3.762,872
3,79
Fabr. maquin. de of., instr. precis., óptica...
4,984
0,07
Fabr. maquin. y mat. eléctrico y electrón.
404,300
5,53
1.813,773
Fabr. vehículos automóviles y piezas rep.
200,564
2,74
876,571
2,92
13.546,805
13,64
50,133
0,69
70,229
0,23
581,893
0,59
236,077
3,23
2.340,683
7,80
11.662,384
9,02
IND. TEXTILES Y DE CONFECCIÓN
1.892,328
25,88
8.218,758
27,38 16.789,524
16,91
IND. DEL CUERO Y DEL CALZADO
218,755
2,99
1.065,537
3,55
91,458
1,25
680,157
2,27
910,162
0,92
567,200
7,76
1.564,741
5,21
6.764,124
6,81
25,967
0,36
292,841
0,98
750,666
0,76
173,219
2,37
957,819
3,19
3.595,694
3,62
29,103
0,40
1.529,280
20,91
Fabr. otro mat. de transporte IND. PROD. ALIMENT., BEBIDAS, TABACO
IND. DE LA MADERA, CORCHO Y MUEBLES IND. DE PAPEL Y ART. DE PAPEL ARTES GRÁFICAS Y EDICIÓN IND. DE TRANSE. CAUCHO Y MAT. PLÁST. OTRAS MANUFACTURERAS CONSTRUCCIÓN TOTAL
7.313,086 100,00
206
Índice
0,00
0,00
0,00
0,00 4.644,319
15,47
30.016,934 100,00
0,00 12.205,803
12,29
99.309,814 100,00
Francisco BONO RÍOS
Cuadro 2 PESO DE LAS COMPRAS A CATALUÑA EN RELACIÓN CON: TOTAL INPUTS INTERMEDIOS
TOTAL COMPRAS EXTRARREGIONALES 1978
1972
1978
1985
19,98%
12,95%
2,79%
1,43%
0,94%
IND. EXTRACT. Y TRANSE MINER.
4,99%
12,70%
3,37%
7,90%
6,15%
Extrac. y prep. min. metálicos
5,36%
0,00%
3,64%
0,00%
0,00%
Extr. min. no metal. ni energét.
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
Prod. y 1.' transf. metales
2,62%
8,87%
2,03%
6,16%
7,59%
Fabr. cementos, cales y yesos
5,07%
33,94%
2,09%
17,07%
2,08%
Ind. del vidrio
14,47%
28,03%
12,03%
14,36%
13,26%
Otras ind. min. no metálicos
11,13%
17,41%
5,31%
8,68%
2,31%
INDUSTRIA QUÍMICA
23,97%
28,83%
16,06%
18,68%
23,59%
Ind. química básica
0,00%
24,73%
0,00%
15,84%
6,93%
Otras ind. químicas
0,00%
34,70%
0,00%
22,86%
61,81%
11,74%
10,97%
8,24%
7,87%
11,80%
8,19%
6,80%
5,83%
5,13%
17,39% 14,78%
1972
ENERGÍA Y AGUA
INDUSTRIA TRANSE. METALES Fabr. de prod. metálicos
11,53%
12,84%
7,40%
8,56%
Fabr. maquin. de of., instr. precis., óptica...
7,40%
0,00%
4,20%
0,00%
0,00%
Fabr. maquin. y mat. eléctrico y electrón.
16,32%
17,09%
13,19%
12,99%
9,62%
Fabr. vehículos automóviles y piezas rep.
11,85%
13,85%
8,57%
9,03%
Fabr. otro mat. de transporte
25,87%
6,32%
14,60%
4,34%
20,45%
0,92%
3,05%
6,81%
IND. TEXTILES Y DE CONFECCIÓN
70,04%
67,97%
44,91%
37,85%
57,00%
IND. DEL CUERO Y DEL CALZADO
21,87%
33,82%
14,44%
21,72%
0,00%
5,54%
16,56%
3,55%
7,45%
6,16%
IND. DE PAPEL Y ART. DE PAPEL
47,42%
22,53%
28,66%
14,74%
45,17%
ARTES GRÁFICAS Y EDICIÓN
15,98%
26,45%
9,23%
15,79%
20,92%
IND. DE TRANSE. CAUCHO Y MAT. PLÁST.
30,84%
40,79%
20,64%
26,19%
33,56%
OTRAS MANUFACTURERAS
30,25%
0,00%
15,18%
0,00%
0,00%
CONSTRUCCIÓN
44,88%
43,58%
19,34%
16,38%
21,56%
20,52%
23,72%
9,72%
11,02%
13,23%
Fabr. maquinaria y eq. mecánico
IND. PROD. ALIMENT., BEBIDAS, TABACO
IND. DE LA MADERA, CORCHO Y MUEBLES
TOTAL
4,02
9,51% 14,62%
207
Índice
RELACIONES COMERCIALES (1972-1985)
Cuadro 3 VENTAS DE LA INDUSTRIA ARAGONESA A CATALUÑA (millones de pesetas) 1978
1972 TOTAL ENERGÍA Y AGUA IND. EXTRACT. Y TRANSF. MINER.
Prod. y 1.' transf. metales Fabr. cementos, cales y yesos
TOTAL
905,590
7,30
%
TOTAL
0,00
0,00
Extrac. y prep. min. metálicos Extr. min. no metál. ni energét.
%
1985
2.622,193
0,00
6,96
% 0,00
8.383,493
0,00
6,98 0,00
23,055
0,19
2,017
0,01
14,160
0,01
391,876
3,16
1.848,796
4,91
1.936,820
1,61 0,19
53,279
0,43
22,517
0,06
233,650
0,00
183,968
0,49
4.269,112
3,56
437,380
3,53
564,895
1,50
1.929,751
1,61
3.480,657
28,07
8.358,106
22,18
26.763,061
22,30
Ind. química básica
7.792,460
20,68
23.183,252
19,32
Otras ind. químicas
565,646
1,50
3.579,809
2,98
19,16
6.268,588
16,64
19.255,890
16,04
Ind. del vidrio Otras ind. min. no metálicos INDUSTRIA QUÍMICA
INDUSTRIA TRANSE METALES
2.375,469
Fabr. de prod. metálicos
1.013,450
8,17
2.745,019
7,28
8.728,607
7,27
102,501
0,83
659,015
1,75
1.763,023
1,47
2,36
6.409,134
5,34
Fabr. maquinaria y eq. mecánico Fabr. maquin. de of., instr. precis., óptica...
0,00
0,00
0,00
Fabr. maquin. y mat. eléctrico y electrón.
450,923
3,64
889,976
Fabr. vehículos automóviles y piezas rep.
796,390
6,42
1.974,578
12,205
0,10
IND. PROD. ALIMENT., BEBIDAS, TABACO
3.122,264
25,18
IND. TEXTILES Y DE CONFECCIÓN
1.057,183
8,53
IND. DEL CUERO Y DEL CALZADO
107,224
0,86
IND. DE LA MADERA, CORCHO Y MUEBLES
524,102
4,23
1.238,404
3,29
3.819,152
3,18
IND. DE PAPEL Y ART. DE PAPEL
728,871
5,88
4.334,420
11,50
1.344,084
1,12
5,578
0,05
94,427
0,75
Fabr. otro mat. de transporte
ARTES GRÁFICAS Y EDICIÓN IND. DE TRANSE CAUCHO Y MAT. PLÁST.
5,24
1.596,926
1,33
0,00
758,200
0,63
6.660,888
17,68
32.034,580
26,69
7.584,388
20,13
27.180,625
22,65
0,00
0,00
0,00 614,558
1,63
0,00 1.241,316
1,03
OTRAS MANUFACTURERAS
0,00
0,00
0,00
CONSTRUCCIÓN
0,00
0,00
0,00
TOTAL
12.399,365 100,00
208
Índice
37.681,545
100,00 120.022,201 100,00
Francisco BONO RÍOS
Cuadro 4 PESO DE LAS VENTAS A CATALUÑA EN RELACIÓN CON:
TOTAL INPUTS INTERMEDIOS
TOTAL COMPRAS EXTRARREGIONALES
ENERGÍA Y AGUA IND. EXTRACT. Y TRANSF. MINER. Extrac. y prep. min. metálicos
1972
1978
1972
1978
1985
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
19,69%
17,50%
11,35%
9,15%
14,41%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
0,11%
0,78% 7,27%
Extr. min. no metál. ni energét.
54,21%
16,47%
4,34%
Prod. y La transf. metales
12,84%
15,78%
10,60%
12,47%
Fabr. cementos, cales y yesos
21,82%
18,13%
5,85%
0,99%
3,23%
0,00%
42,95%
0,00%
7,36%
64,38%
Otras ind. min. no metálicos
41,23%
25,92%
20,66%
8,41%
12,68%
INDUSTRIA QUÍMICA
58,37%
56,79%
38,62%
32,07%
33,76%
Ind. química básica
0,00%
59,64%
0,00%
50,33%
44,62%
Otras ind. químicas
0,00%
34,24%
0,00%
5,35%
13,11%
23,73%
19,42%
8,17%
5,25%
4,66%
Fabr. de prod. metálicos
23,64%
18,77%
11,15%
5,58%
9,01%
Fabr. maquinaria y eq. mecánico
17,36%
13,93%
0,98%
2,42%
3,58%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00% 10,20%
Ind. del vidrio
INDUSTRIA TRANSE METALES
Fabr. maquin. de of., instr. precis., óptica... Fabr. maquin. y mat. eléctrico y electrón.
20,30%
26,18%
9,07%
3,85%
Fabr. vehículos automóviles y piezas rep.
30,58%
23,21%
21,29%
12,40%
0,82%
Fabr. otro mat. de transporte
13,40%
0,00%
2,03%
0,00%
9,91%
IND. PROD. ALIMENT., BEBIDAS, TABACO
41,27%
34,10%
10,05%
7,04%
15,02%
IND. TEXTILES Y DE CONFECCIÓN
59,30%
79,80%
15,91%
22,67%
65,60%
IND. DEL CUERO Y DEL CALZADO
26,65%
0,00%
4,12%
0,00%
0,00%
IND. DE LA MADERA, CORCHO Y MUEBLES
45,31%
25,29%
11,47%
7,33%
13,80%
IND. DE PAPEL Y ART. DE PAPEL
35,86%
36,18%
24,74%
282,09%
6,08%
ARTES GRÁFICAS Y EDICIÓN
28,72%
0,00%
0,85%
0,00%
0,00%
IND. DE TRANSF. CAUCHO Y MAT. PLÁST.
17,62%
24,76%
6,53%
10,03%
6,98%
OTRAS MANUFACTURERAS
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
CONSTRUCCIÓN
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
0,00%
35,33%
32,30%
10,55%
9,03%
10,46%
TOTAL
209
Índice
INSTITUTO DE ESTUDIOS (DIPUTACIÓN DE 11
1 11 1
05698