sentidos Y SIGNIFICADOS
Las nueve MUSAS, PRIMERO, FUERON sólo tres Arrigo Coen Anitúa (†)
En un principio,
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las musas, encarnaciones del don poético, del canto y de la música (que del de ellas toma su nombre), fueron sólo tres: Melete, la meditación; Mneme, la memoria, y Aoide, el canto; principales atributos de los antiguos rapsodas. Parece que se trataba de ninfas que habitaban en los manantiales de las montañas y en los ríos, es decir, genios de las aguas, y de este ambiente agreste se elevan a la categoría de númenes inspiradores (inspiratio, en latín, significa, ‘soplo interno’; compárese con entusiasmo, que en griego dice ‘un dios que se agita dentro’). Hesíodo es el que en su Teogonía las convierte en nueve. El origen del culto de las musas se puede rastrear hasta las faldas del Olimpo, donde había antiguos santuarios, pero alcanzó su mayor esplendor en Beocia, en los alrededores del monte Helicón, especialmente en Tespias, donde cada cuatro años se celebraban sus festejos. La imaginación popular creía percibir los cantos de las musas en los murmullos de las aguas y desde muy antiguo se las dotaba de virtud profética, por lo que las asociaron con Apolo, cuyo oráculo, en Delfos, ellas guardaban. Con el sobrenombre de musageta, ‘guía de las musas’, aparece el dios a la cabeza de su coro, pulsando la lira, para acompañar el canto. Para los primitivos poetas eran las musas inseparables, sin atributos especiales, a excepción quizá de Calíope, que ocupa un lugar destacado. Sólo ateniéndose a textos posteriores, cada musa se convirtió en inspiradora y protectora de un arte en particular. Es posible que el griego mousa sea una forma de mouthia, cuyo elemento principal se encuentra asimismo en manthanein, ‘aprender’, de la raíz indoeuropea mendh-, que da la idea de ‘dirigir’ la mente hacia un objeto; esto es, ‘pensar’. (Da la casualidad de que mente, mens en latín, pertenece al mismo grupo etimológico de musa.)
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CORREO del MAESTRO
núm. 160 septiembre 2009