Lengua e INTEGRACIÓN Diego Techeira
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1. Los alcances del problema En alguna ocasión, Octavio Paz advirtió que cuando desaparece una lengua, se extingue con ella una imagen del mundo. El dramatismo de la sentencia no debe interpretarse como un mero recurso retórico del Premio Nobel mexicano. Expone una realidad aún más dramática si comprendemos que una cosmovisión implica un conjunto de creencias y conocimientos que configuran la existencia de una comunidad. Visto desde esta perspectiva, el deceso de una lengua (su eliminación o su disolución) es nada menos que una forma sutil de genocidio. Son múltiples los ejemplos históricos de intento de exterminio cultural por parte de regímenes (reconocidos o no como autoritarios) que enarbolaron la hegemonía como patrón cultural (lingüístico, filosófico, religioso, histórico, etc.), desconociendo o reprimiendo, abierta o veladamente, cualquier evidencia de diversidad, sobre todo cuando ésta se manifiesta como rasgo de enraizada identidad. Baste recordar que en Estados Unidos fue práctica recurrente el arrancar a los niños indígenas de sus familias para criarlos en el paradigma protestante y enajenarlos así de las costumbres, de los saberes, de las expresiones y hasta de la historia de sus comunidades de origen. No fue excepcional ese caso en América Latina tampoco. Recordemos también las prácticas inquisitorias trasladadas de las mazmorras católicas a las escuelas españolas durante el régimen de Franco, quien prohibió el empleo de las lenguas no castellanas (catalán, gallego, vasco, etc.). El mero uso de la expresión Diccionario de la Real Academia Española lleva implícita la discriminación del resto de las lenguas nativas de la nación ibérica.
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CORREO del MAESTRO
núm. 188 enero 2012