artistas Y ARTESANOS
Variaciones sobre un tema de Mireya Cueto RETRATO MUSICAL DE LA ARTISTA A UN AÑO DE SU MUERTE Oswaldo Martín del Campo* J. José Barreiro y M. Guijosa, Títeres mexicano s, Roche-Syntex, México, 1997.
Pensar en Mireya Cueto no sólo es revivir una experiencia artística, también implica recordar a una gran persona. Esta mujer adorable y brillante murió el año pasado, y escribo estas líneas un día antes de que se cumpla el primer aniversario de su partida, el 26 de abril.
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ocos intentos por parte de las instituciones oficiales que apoyan la cultura en México hay por recordar a quien recibiera la Medalla Bellas Artes en 2012, y fuese una de las más destacadas titiriteras de este país. La mayor parte de los reflectores se enfocan en grandes homenajes, necesarios y bien ganados, para quienes han logrado fama en el medio, pero casi no hay lugar para alguien que aprovechó cada instante de su vida en trabajar para la niñez, en lo pequeño desde lo pequeño, que brindó a la
* Licenciado en música por el Centro Cultural Ollin Yoliztli; maestro en literatura, Centro de Cultura Casa Lamm. Titiritero, conductor de radio y televisión y director de escena.
CORREO del MAESTRO
núm. 221 octubre 2014
infancia experiencias estéticas asombrosas, trascendentes, dirigidas a estimular su inteligencia y no al ocio vacío. Es común, tal como decía Mireya, que las ofertas artísticas de calidad que se realizan para los niños sean ninguneadas, y ello es signo del desprecio de algunos sectores por la infancia, por su formación y sus necesidades, actitud que está condenando el futuro –y parte del presente– de esta nación. Los aprendizajes que dejó esta maestra a sus alumnos, como es mi caso, se aplican constantemente. Es común escucharnos decir: “Mireya Cueto pensaba…”, “Mireya Cueto decía…”, o “en uno de sus textos, Mireya afirmaba…”.
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