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EVOLUCIÓN HISTÓRICA de la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de Los Mineros
“(…) procesión del Silencio –muda, callada, rompiendo con el grito estridente de sus tambores el misterio de la noche- ha de llevar consigo el alma de Cartagena” 1
Cuando en 1928 los californios decidieron ampliar el número de desfiles que echaban a la calle, entonces limitado a la Magna Procesión del Prendimiento en Miércoles Santo y al Traslado de San Pedro en Martes Santo, con un nuevo desfile en la noche de Jueves Santo denominado Procesión del Silencio, quisieron llevar a cabo una procesión distinta, en la que la oscuridad y el silencio ayudaran a crear un ambiente que propiciara la oración, en la que la pálida luz de cirios y velas y el ronco y monótono sonido del tambor con sordina tocaran los corazones de espectadores y cofrades. No obstante, creemos que no esperarían que, casi un siglo después, esta procesión, sobria, solemne, austera, calara tan hondo en el sentir de los procesionistas y espectadores que contemplan su rápido discurrir como epílogo de la participación anual california en la Semana Santa de Cartagena.
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Como el resto de las procesiones cartageneras, el desfile de Jueves Santo ha ido cambiando a lo largo del tiempo, ha experimentado modificaciones, aunque con una especial contención por parte de la Cofradía California que considera, precisamente, que buena parte de su éxito se encuentra en no perder el espíritu que llevó a los cofrades a acompañar al Ecce Homo de una forma muy distinta a lo, entonces y seguramente también hoy en día, habitual en nuestra ciudad. I.- LA CREACIÓN DE UN NUEVO Y PECULIAR DESFILE: LA PROCESIÓN DEL SILENCIO
El gran auge para las procesiones cartageneras que significó la incorporación de la clase burguesa a los puestos directivos de las cofradías desde el último tercio del siglo XIX tuvo, lógicamente, periodos más álgidos y momentos de relativo estancamiento. Probablemente uno de estos últimos coincidió con el mandato de Juan Sánchez Doménech como hermano mayor, que lo fue aproximadamente entre 1910 y 1920. No obstante, su sucesor Casiano Ros, marcó como contrapunto un periodo de gran desarrollo, caracterizado especialmente, pero no sólo por ello, por la adquisición de los tronos de Luis de Vicente para el Prendimiento, la Oración en el Huerto y el Ósculo. Del mismo modo, el ambiente que se respiraba en la ciudad con respecto a las procesiones era también muy propicio, pues se consideraba que estas eran la principal fiesta de la ciudad y que, por tanto, habían de ser potenciadas, no sólo por las cofradías, sino también por las instituciones locales, el comercio, etc. Pero para ello se hacía preciso que el ciclo procesional no estuviera limitado a los dos días tradicionales de Miércoles y Viernes Santo, sino que sería más adecuado que hubiera procesiones más días, convirtiendo el Traslado de San Pedro en una auténtica procesión y creando alguna otra para el Jueves Santo2, a la vez que se completaban los días de la Semana Santa con otras actividades de carácter ya no exclusivamente religioso.
La nueva procesión, cuya gestación se inició en el Cabildo celebrado el 26 de marzo de 19273, se pretendía que no fuera una repetición de las ya existentes, sino que, probablemente siguiendo modelos ya establecidos en otras ciudades, se quiso llevar a cabo una procesión distinta que eliminara los defectos que una observación imparcial y atenta de los desfiles existentes en Cartagena indudablemente detectaba. Así, un articulista que firmaba con el seudónimo de “Un procesionista activo” escribió con anterioridad a la salida del nuevo desfile californio lo siguiente: “Los californios hacen muy bien en no hacer una procesión más y sí en constituir una procesión nueva, que tendrá el mejor aliciente que es el de dar a la Semana Santa cartagenera el aspecto de fe, de severidad y de efecto religioso que le faltaba (…) Así pues, nuestras procesiones son únicas, son incomparables, pero tienen poco aspecto de religiosidad y de penitencia”.4 Los principales defectos se atribuían a los participantes en las procesiones que, con sus actitudes, desdecían de la pretendida religiosidad y orden: el repartir caramelos, el que músicos, portapasos o incluso hermanos de la Cofradía fumaran durante la procesión, el volver las imágenes frente a algunos balcones del recorrido, etc.5
1. Óscar Nevado, El Porvenir, 5-3-1928 2. El Porvenir, 14-3-1928 y Botí Espinosa, María Victoria, “El esplendor cofrade de los años veinte y la primera salida de la Procesión del Silencio”,
El Flagelo, XIII, 2003, pp. 29-31 3. La Verdad, 26-3-1927 y Cartagena Nueva, 27-3-1927 4. Cartagena Nueva, 11-3-1928 5. El Porvenir, 12-3-1928
Para llevar a cabo este nuevo desfile procesional, tan distinto a los conocidos en la ciudad, se redactó algo insólito hasta entonces: el Reglamento de la Procesión del Silencio que fue publicado para general conocimiento en diversos periódicos locales.6 La mayor parte de los artículos de dicho Reglamento estaban destinados a organizar la procesión de forma que se mantuviera el orden y la severidad que se pretendía dar al nuevo desfile: necesidad de obtener una contraseña para poder participar en el desfile (artículos 1º, 2º y 9º); uniformidad de los hermanos, destacando el que todos ellos tendrían cubierta la cara por un capirote de raso negro, con excepción del hermano mayor, el capellán y unos ayudantes para transmisión de órdenes (artículos 3º a 6º); fijación de la posición exacta de cada hermano en la procesión (artículos 6º a 8º y 10º); actitud de los hermanos en la procesión: prohibición de hablar y de volverse (artículo 12º); etc.
En definitiva, se trataba de realizar una nueva procesión en la que se le daba un valor extraordinario a la actitud de los hermanos en ella, al desfile en sí mismo, considerándolo como un garante de la seriedad, solemnidad y devoción, hasta el punto de que se estableció toda esta compleja reglamentación para conseguirlo. Es importante destacar que el orden, característica esencial hoy en día de nuestras procesiones, todavía no estaba implantado.
No obstante, esta inquietud no era cosa sólo de los dirigentes de la Cofradía, sino que en la prensa se observaban también bastantes notas de apoyo a esta nueva concepción e, incluso, se aportaban sugerencias para la misma, como la de que el grupo de portapasos del Ecce Homo estuviera compuesto por hermanos de la Cofradía y no por personal asalariado, y llevaran también cubierta la cara.7 De hecho, la sugerencia fue tenida en cuenta, por lo menos en el aspecto de que llevasen la cara cubierta, pues en una fotografía de la primera salida a la calle de la procesión en 1929 se observa a los portapasos con el rostro cubierto.
Así pues, la finalidad de todo este complejo proceso de la nueva Procesión del Silencio fue no sólo establecer el orden y la solemnidad, sino el realizar una pro-
Ϯ Ecce Homo sobre el trono del Prendimiento de Luis de Vicente. Foto Casaú
cesión distinta que, por lo que comentaba el ya citado “procesionista activo” se singularizara de las restantes procesiones de Cartagena. Así, este, antes de que se hubiera celebrado ninguna Procesión del Silencio hablaba ya de “lo atrayente del solemne desfile, al reflejo llameante de los hachones de cera que romperán las negruras de la noche en las calles silenciosas, haciendo oscilar las sombras de los severos penitentes al esparcir su temblorosa y vacilante luz, como si una bóveda de estrellas acompañase al cortejo. Alguna que otra vez, el doloroso lamento de una saeta se adentrará en los corazones del sobrecogido público; y presidiendo esta grandiosidad una imagen divina por su representación y sublime por su arte reinará sobre todas las almas desde lo alto de su refulgente trono”.8
Finalmente, la procesión se vería completada con el Miserere que debía de celebrarse en el interior de Santa María de Gracia al terminar el desfile, estando limitado el acceso al templo, exclusivamente, a los participantes en la procesión. Aparte de su carácter de oración cantada, con el Miserere se pretendía completar, aún más si cabe, el ambiente de recogimiento de la procesión. De esta forma, el articulista antes citado decía: “al llegar a su Iglesia, el acto aumentará todavía en interés; y la ceremonia que tendrá lugar, solamente entre los cofrades encarnados, será de un sobrenatural aspecto”.9
6. El Porvenir, 28 y 29 de febrero y 2 de marzo de 1928; Cartagena Nueva, 10-3-1928 y El Eco de Cartagena, 14 y 15 de marzo de 1928 7. Cartagena Nueva, 8-3-1928 8. Cartagena Nueva, 13-3-1928 9. Cartagena Nueva, 13-3-1928
Ϯ Primera salida a la calle de la Procesión del Silencio. 28-3-1929. Foto Casau
En cuanto a la composición de la procesión, según lo definido por el Reglamento, estaría formada únicamente por el sudario de la Cofradía, portado por el Secretario General y escoltado por los guiones que llevarían las borlas, los hermanos californios con cirios en dos filas, la presidencia con el Hermano Mayor y el Capellán, el trono del Ecce Homo, al que seguirían las promesas (mujeres con traje oscuro y hombres con túnica de percalina encarnada y mocho negro) y, finalmente, el clero. Como trono se utilizó el recientemente adquirido del Prendimiento de Luis de Vicente y como imagen la del Cristo del Prendimiento de Salzillo, aunque cabe la posibilidad de que, al menos el primer año de 1928, se utilizara la cabeza primitiva del Cristo fundacional de la Cofradía de Juan Porcel.10 La imagen iría vestida con una túnica de lamé de plata, corona de espinas y caña de oro y plata.
No obstante, a pesar de todos los preparativos y el enorme interés que despertó entre los cartageneros la nueva procesión, cuya celebración había sido finalmente aprobada por el Cabildo General celebrado el 22 de febrero de 192811 , no salió a la calle, ya que el Jueves Santo 5 de abril, se presentó un tiempo muy inestable, con vientos huracanados y frecuentes y violentos chaparrones que impidieron su salida12, aunque se celebró en el interior de Santa María de Gracia, a modo de procesión claustral y con la interpretación del Miserere cantado por Petra Fernández, Josefina de la Cuesta y los hermanos californios José Martínez y Jacinto Moncada, dirigidos por Camilo Pérez Monllor.13
Al año siguiente, ya sin problemas meteorológicos, la procesión discurrió con normalidad por el itinerario siguiente: Aire, Osuna, Mayor, Honda, lado norte
Ϯ Ecce Homo. Benlliure. Foto Casaú de la Glorieta de San Francisco, Arco de Caridad, Caridad, Duque, Cuatro Santos, Jara y Aire.14 En este año en los datos de la prensa no se indica el horario de salida, pero al año siguiente sí, fijándose las 23.00 horas,15 para probablemente recogerse, dada la longitud del itinerario, después de medianoche. En estos años no hubo más modificación que la incorporación de un crucifijo en 193016 que saldría delante del sudario.
Finalmente, la Procesión del Silencio sólo salió un año más, en 1931, ya que, a partir de 1932, dadas las circunstancias relativas a la seguridad de las procesiones17, se consideró conveniente no celebrarla por la oscuridad en la que solía transcurrir.
II.- LA RECUPERACIÓN DE LA PROCESIÓN DEL SILENCIO DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL
Tras la Guerra Civil, los californios, a la vez que recuperaron la procesión de Miércoles Santo para el año 1940, también lo hicieron con la del Silencio, pues, realmente, disponiendo, como ya se disponía, de una nueva imagen del Cristo del Prendimiento, realizada por Carrillo Marco, y del trono de Luis de Vicente, salvado de la destrucción, poco más se necesitaba para organizar la procesión del Jueves Santo. Solamente se le realizaría una túnica a la imagen y se pidió prestada una corona al cofrade marrajo José Romero Font para que el Ecce Homo la portara.18
La procesión se celebró bastante austeramente, como era habitual desde su creación, aunque empezaron a aparecer sugerencias para organizarla mejor, intentando recurrir al sistema entonces y ahora en boga y que tan buenos resultados estaba dando para las otras procesiones: las agrupaciones. Así, en 1942 se comentó en la prensa la posibilidad de crear una Agrupación del Silencio, nombrando presidente al contralmirante Cristóbal González Aller, entonces Comandante General del Arsenal. Con esto también se aseguraba la ayuda de
10. Sobre la hipótesis de que el primer año se utilizara la cabeza del Cristo del Prendimiento tallada por Juan Porcel en 1748 y que se conservaba en la sala capitular de la Cofradía, véase Baño Zapata, Rafael Manuel, del, “El Cristo del Prendimiento de Juan Porcel: ¿Una imagen sin imagen?”, artículo publicado en La Lanzada, 2016, pp. 59-66 y en El Flagelo, XXVII, 2017, pp. 32-37 11. Cartagena Nueva, 23-2-1928 12. Cartagena Nueva, 7-4-1928 13. El Porvenir, 7-4-1928 14. El Porvenir, 22 -3-1929 15. El Porvenir, 12-4-1930 16. Cartagena Nueva, 13-3-1930 17. Baño Zapata, Rafael Manuel, del, “Una conmemoración olvidada: el 75 aniversario de la destrucción del patrimonio californio”, El Flagelo, XXII, pp. 38-41, 2012 18. Archivo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento (ACNPJPP), “Agradecimiento a José Romero Font por el préstamo de una corona para el
Jueves Santo”, 25-3-1940, en Documentación de Secretaría General, 1940
la Marina para mejorar la procesión. Se pretendía completarla con un trono de la Virgen, que estaba previsto que fuera realizado en plata repujada y que llevara palio, utilizando la imagen que había sido encargada a Pérez Comendador, y con un nuevo y monumental manto bordado en Cartagena.19 No obstante, parece que la mayor parte de estos proyectos no se llevó a la práctica y la Procesión del Silencio quedó al margen durante bastantes años de la organización en agrupaciones. Por su parte, la Agrupación de la Virgen pretendió hacerse cargo del tercio de esta, pues argumentaba que sus hermanos debían de acompañar a la Virgen siempre que saliese,20 aunque posteriormente se rectificó el acuerdo que se había tomado en Cabildo, decidiéndose que podrían formar el tercio “todos los hermanos de la Cofradía que lo soliciten”.21 Realmente al principio fueron exclusivamente hermanos de la Agrupación de San Pedro, que lógicamente tenían túnicas negras, quienes vistieron en este tercio, aunque posteriormente “se dio cabida en nuestras filas a los penitentes de otras agrupaciones, los cuales vistiendo túnica y capuz negro podían incorporarse a ella.”22 La situación del tercio del Ecce Homo entendemos que sería también la misma.
Lo que sí se realizó, aunque ya en el año 1944 y, como se puede comprobar, con muchas modificaciones a lo previsto inicialmente, fue la incorporación de la Virgen a la Procesión del Silencio, en el trono del Ósculo, al que se añadieron cuatro faroles, regalados por el Hermano Mayor23, en sus esquinas y cirios delante de la imagen, que iba acompañada por un tercio de penitentes que vestían túnica negra y escapulario.24 La primera participación de la Virgen en la Procesión del Silencio resultó bastante deslucida por el viento huracanado y el chispeo intermitente que caracterizó a esa noche.25 Para dicha procesión se utilizó la imagen de Sánchez Lozano, propiedad del Marqués de Fuente el Sol, que también se había utilizado en un par de ocasiones como Virgen del Primer Dolor el Miércoles Santo, antes de que Pérez Comendador realizara una nueva imagen en 1943.
Es evidente que los californios no se encontraban a gusto con el aspecto final de la procesión, especialmente con el tercio y trono de la Virgen, pues se fueron realizando diversos cambios de poca entidad para mejorar el aspecto final: nuevos faroles de bronce realizados en la Casa del Niño Jesús de Valencia en 1945,26 sustitución del trono por el nuevo que se realizó para la Flagelación en 1947,27 procurar que los portapasos fueran con el rostro cubierto a diferencia de lo que parece que estaba ocurriendo,28 etc. De hecho, hasta en la prensa se decía que la “Procesión del Silencio no está lograda plenamente”, propugnándose que se incorporara algún paso más que diera sentido al momento que la procesión pretendía recoger.29 Esta consideración es muestra de la concepción imperante en esos momentos en la Semana Santa de Cartagena, que trataba de dar un carácter plenamente narrativo a la mayor parte de los desfiles procesionales, frente al
Ϯ Virgen del Silencio sobre el trono de la Oración en el Huerto en su primera salida de 1944.
Foto Archivo Gabriel Garrido
distinto carácter que habían tenido anteriormente y que ya no se entendía.
La procesión, desde 1928, se regía por el Reglamento redactado por Casiano Ros y, atendiendo a los cambios que había experimentado esta en los últimos años, los californios decidieron que habría que reformarlo.30 Se envió una propuesta de modificación al Obispo con fecha 23 de febrero de 1948, siendo aprobada con alguna leve modificación por el prelado el 1 de marzo del mismo año.31 Los cambios fundamentales del Reglamento con respecto al de 1928 hacían referencia a la incorporación del trono de la Virgen, manteniendo el carácter exclusivamente masculino de la procesión, (artículo 1º), al vestuario del tercio de la Virgen que debía de ser túnica negra y capuz negro (artículo 6º), y a la recomendación de que los penitentes fueran rezando mentalmente el rosario durante la procesión, cosa que fue modificada por el Obispo, que lo sustituyó por la meditación de la Pasión, para evitar el posible murmullo que podría generar el rezo del rosario. Este último aspecto estaba contenido en el artículo 11º que sustituyó al del mismo número de 1928 que hacía referen-
19. El Noticiero, 9-7-1942. El nombramiento de Cristóbal González-Aller como presidente de la Agrupación del Silencio no se formalizó hasta noviembre de ese año: AC-
NPJPP, Cabildo de Mesa, 14-11-1942 20. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 12-4-1944 21. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 26-4-1944 22. ACNPJPP, “Carta del Presidente de la Agrupación de San Pedro Apóstol al Hermano Mayor de la Cofradía California en relación a la participación de su Agrupación en las procesiones del Silencio y del Santísimo Cristo de los Mineros”, 14-3-1959, en Documentación de Secretaría General, 1959 23. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 12-4-1944 24. El Noticiero, 8-4-1944 25. ACNPJPP, Crónica-Memoria 1944 26. El Noticiero, 22-2-1945 27. El Noticiero, 1-4-1947 28. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 18-2-1956 29. Artículo de Juan Cualquiera (probable seudónimo de Juan Jorquera del Valle) en El Noticiero, 27-3-1945 30. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 9-4-1947 31. ACNPJPP, “Ampliación del Reglamento de la Procesión del Silencio que se propone al Excmo. e Ilmo. Señor Obispo de la Diócesis de Cartagena”, 23-2-1948, en Documentación de Secretaría General, 1948
cia al “ferrocarril” que se utilizaba antes de 1929 para echar las procesiones a la calle por la puerta de la calle de San Miguel y que, lógicamente, ya no existía.
III.- AÑOS POLÉMICOS. LA NUEVA PROCESIÓN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS MINEROS
Con el auge de las agrupaciones de los años 40, la rivalidad entre californios y marrajos no hizo sino aumentar paulatinamente, motivando el intento de sorprender cada año a los cartageneros con novedades y mejoras del patrimonio cofrade. No obstante, se consideraba que había pocas posibilidades de aumentar las procesiones ya existentes con nuevos tercios y grupos escultóricos y que, tanto la procesión de Miércoles Santo como la de Viernes Santo habían llegado a su límite de crecimiento. El único margen de aumento posible era la jornada del, entonces así llamado, Sábado de Gloria, vacío de procesiones por impedirlo la liturgia de la Semana Santa, establecida por el Misal y el Breviario Romano en tiempos del Papa Pío V en el siglo XVI. Según esta, la celebración de la Resurrección (Vigilia Pascual) tenía lugar en la mañana del sábado, lo que descartaba cualquier procesión pasionaria que pudiera haber tenido lugar en la tarde o noche del Sábado Santo. Sin embargo, el 16 de noviembre de 1955 Pío XII publicó el decreto Maxima Redemptionis que obligaba a que la Vigilia Pascual tuviera lugar en las horas de la noche del sábado al Domingo de Resurrección, lo que abría la posibilidad de llevar a cabo alguna nueva procesión antes de la hora de celebración de dicha Vigilia.
De esta manera, los californios y, especialmente, el hermano mayor Francisco Celdrán, empresario minero ansioso de favorecer a la Cofradía a la que acababa de regalar el manto azul de la Virgen, quisieron aprovechar la posibilidad litúrgica para crear una nueva procesión, ganando por la mano a los marrajos la jor-
Ϯ Virgen del Silencio en el trono antiguo de la Flagelación. Pérez Comendador. Foto Casaú
nada, acordándose la celebración de esta en el Cabildo Permanente que tuvo lugar el 28 de febrero de 1956: “(…)se acordó con grandes muestras de entusiasmo y a propuesta de nuestro hermano mayor don Francisco Celdrán sacar o celebrar el Sábado Santo, día 31 de marzo de este año, por la tarde la procesión del Santísimo Cristo de los Mineros”.32 Precisamente, la ocupación del Hermano Mayor fue determinante en la elección de la advocación principal de la procesión. De la misma manera, se acordó también inmediatamente solicitar permiso al Obispo y comunicarlo al Ayuntamiento.33 En el Archivo de la Cofradía hay constancia de la contestación municipal,34 pero no hay ningún rastro de que el Obispo contestara en ningún sentido en ese momento. No obstante, existe un documento en el Archivo de la Cofradía Marraja en el que el Obispo reconoce que, al menos, otorgó un permiso verbal para la procesión.35 De cualquier manera, en la Cofradía, en los medios de comunicación y en el Ayuntamiento se pensaba que se celebraría sin problemas la procesión en la tarde del Sábado Santo, pues tanto en el Programa Oficial de Fiestas de la Ciudad,36 como en un anuncio de El Noticiero, que publicitaba su especial de Semana Santa con una fotografía a toda plana del Cristo de la Fe de Benlliure “que saldrá por primera vez en la procesión california del Sábado Santo”,37 como en una nota del 28 de marzo,38 se decía que la procesión tendría lugar a las 18.00 horas de dicho día.
No obstante, debieron de haber problemas con la autoridad eclesiástica y no cabe descartar que hubiera también movimientos por parte de los marrajos en contra de la procesión california39, pues no se autorizó esta, según se decía en la prensa, “debido a coincidir la hora que tenía señalada la salida esta nueva procesión de la Cofradía California con los oficios que se celebrarán en la noche de hoy en el templo de Santa María de Gracia”,40 posponiéndose la procesión a la 1.00 de la madrugada del Domingo de Resurrección. La idea de que intervinieran los marrajos en este tema se sustenta en que, a pesar de que el cambio de hora de la procesión california era, según se decía, por coincidir con los oficios, que en realidad se celebrarían bastante más tarde, a la misma hora a la que estaba previsto que saliera a la calle la Procesión de los Mineros (18.00 h.), los marrajos echaron a la calle una procesión improvisada de la Soledad de María.41 La salida de dicha procesión debió de ser un recurso de última hora para evitar que los californios ocuparan definitivamente el día. Así, uno de los que participaron en dicha procesión, el que tiempo después que fue hermano mayor marrajo Pedro Ferrández Flores y que era penitente entonces del Santo Sepulcro, explicó en una entrevista que tuvo noticia de que debía participar en la misma al finalizar la procesión del Santo Entierro, ya en la madrugada de Sábado Santo: “cuando llegué a la iglesia y acabó el desfile del Santo Sepulcro (…) nos dijeron a los del
32. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 28-2-1956 33. ACNPJPP, “Escritos al Obispo y al Alcalde de Cartagena”, 1-3-1956, en Documentación de Secretaría General, 1956 34. ACNPJPP, “Carta del Alcalde al Hermano Mayor dando la conformidad a la Procesión de los Mineros el Sábado Santo”, 13-3-1956, en Documentación de Secretaría General, 1956, 35. Archivo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (en adelante ACNPJN), Carta del Obispo de Cartagena D. Ramón Sanahuja al Hermano Mayor D. Antonio
Ramos Carratalá, 14-7-1956. En ella el prelado reconoce que “se otorgaron en este año permisos verbales o escritos para organizar algunas procesiones nuevas a cofradías de solvencia y tradición reconocida”. 36. El Noticiero, 23-3-1956 37. El Noticiero, 22-3-1956 38. El Noticiero, 28-3-1956 39. Conversación mantenida con el mayordomo californio Pedro Pena Moreno, 30-1-2020 40. El Noticiero, 31-3-1956 41. El Noticiero, 2-4-1956
tercio que debíamos venir vestidos con el traje de la agrupación la tarde del sábado para la procesión de la Soledad”.42
Dada la negativa de la Iglesia a que la procesión saliera en la tarde del Sábado Santo de 1956 y al intempestivo horario en el que lo hizo finalmente, en 1957 los californios empezaron muy pronto las gestiones para normalizar la procesión, acordándose que el Hermano Mayor visitara al Obispo para que este determinara el día y hora en que debería celebrarse.43 Ya que no podía realizarse en Sábado Santo, por decisión del Obispo que decía que que “las procesiones esa tarde entorpecerían por lo menos, los actos litúrgicos de la noche del Sábado Santo,44 que también había prohibido a los marrajos que sacaran una procesión ese día,45 para los californios había dos posibilidades: el Viernes Santo por la noche, una vez finalizada la Procesión del Santo Entierro y el Jueves Santo, tras los oficios y compatibilizándola con la del Silencio. Se optó por esta última opción, pensándose primero en sacarla después de la del Silencio,46 aunque, finalmente, tras lo acordado en una reunión de las cofradías y con la autorización del obispo, según una nota publicada por el Arciprestazgo de Cartagena en la prensa, parece que fue a la inversa: salió a las 20.00 h. la de los Mineros y a las 23 h la del Silencio.47
El hecho de que se celebraran dos procesiones californias seguidas en la noche del Jueves Santo, a pesar del acuerdo inicial entre cofradías y de la intervención eclesiástica, motivó inevitablemente que la última de ellas estuviera en la calle todavía en los primeros momentos del Viernes Santo, cosa que ya había ocurrido en ocasiones anteriores con la Procesión del Silencio sin que se hubieran producido incidentes y que era previsible dada la hora anunciada de salida de dicha procesión. El pasacalles de los granaderos marrajos de la madrugada de Viernes Santo” empezó a celebrarse con la procesión california todavía en la calle, provocándose graves e importantes enfrentamientos, que sólo conocemos por la tradición oral y por veladas insinuaciones en documentos, ya que la prensa de la época silenció estos hechos. Así, en el Cabildo Pleno de Mesa posterior a Semana Santa se dieron “detalles en relación con los bochornosos y repudiables incidentes cometidos contra nuestra procesión”,48 pero dichos detalles no figuran en el acta. De la misma forma se decidió crear una Comisión que tratase el asunto con las “autoridades civiles, eclesiásticas y militares” y felicitar oficialmente “al Capitán Jefe de las fuerzas de Policía Armada por la actuación de las mismas al frente del teniente Mediavilla en la noche del Jueves Santo, así como también al Sr. Coronel Jefe del Regimiento de Artillería de Costa de esta plaza por la actuación acertada de las fuerzas del piquete de la misma al mando del teniente Vivancos”. El propio hermano mayor marrajo Antonio Ramos Carratalá reconoció en su Cabildo General de 1958 “los lamentables incidentes en las noches del Jueves y Viernes Santo de 1957, producidos por exceso de pasión en elementos de las Cofradías California y Marraja”.49
No obstante, a pesar de los comentarios en cabildos y tertulias procesionistas, parece que lo que realmente se hizo fue dejar un plazo prudencial de tiempo tras los desagradables acontecimientos de la Semana Santa de 1957 “pues han de serenarse los espíritus y tratar el problema con más serenidad”.50 La siguiente noticia relativa a este tema se produjo ya al comienzo del año siguiente, en el que se celebró una reunión en el despacho del Alcalde a la que asistieron los hermanos mayores de las tres cofradías, un mayordomo de cada una de ellas, el representante del Obispo, Juan de Dios Balibrea, y el arcipreste Gabriel Cebrián, con el fin de establecer un acuerdo que evitara nuevos incidentes.51 Por las distintas informaciones obtenidas de diversas fuentes en relación a la reunión, ya que no hay un documento oficial que recoja todo lo tratado, lo que parece que quedó establecido fue la no celebración el Sábado Santo de ninguna procesión, aunque si finalmente se celebrara alguna tendrían preferencia para ello los marrajos, las diversas alternativas para la celebración de la procesión de los Mineros (Domingo de Ramos, Martes o Jueves Santo, teniendo en cuenta que si se celebraba este último día debería estar recogida antes de la 1.00 de Viernes Santo)52 y la necesidad, señalada por el Alcalde, que es importante recordar que en ese momento era el sanjuanista marrajo Miguel Hernández Gómez, de que “el horario debe de ser en forma de que la llamada para una procesión sea una hora después de recogida la procesión anterior”.53
No obstante, a pesar de lo acordado en la reunión anterior, el Vicario General de la Diócesis prohibió la celebración de la Procesión de los Mineros,54 por lo que se adoptó el acuerdo por parte de la Cofradía de que, si no se autorizaba dicha procesión, no se celebraría nin-
Ϯ Carro bocina para la procesión del Cristo de los Mineros con el Arca de la Alianza y la Cruz de la Flagelación. Foto Sáez. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1959
42. Pagán Pérez, Alfonso, “La imagen de la Virgen de la Soledad de los Pobres y la Procesión del Sábado Santo”, Soledad, 2011, pp. 8-16 43. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 25-2-1957 44. ACNPJN, Carta del Vicario General del Obispado D. Juan de Dios Balibrea Matás al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 7-4-1956 45. ACNPJN, Carta del Obispo de Cartagena D. Ramón Sanahuja al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 30-4-1956 y Carta del Obispo de Cartagena D. Ramón
Sanahuja al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 14-7-1956 46. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 2-4-1957 47. La Verdad, 16-4-1957 48 ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 22-4-1957 49. El Noticiero, 20-2-1958 50. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 22-4-1957 51. El Noticiero, 17-1-1958 52. Las condiciones están recogidas en diversas fuentes: Intervención del Hermano Mayor Marrajo en el Cabildo General de 1958, ACNPJN, Libro de Actas de Cabildos
Generales y Juntas de Mesa, 1-2-1958, citado por Págán Pérez, Alfonso op. cit., o en Mínguez, Francisco, “Un alcalde, una batalla y dos procesiones”, Ecos del Nazareno, 1998, p. 7. 53. ACNPJPP, Copia del Acta de la Sesión de la Comisión Municipal Permanente de 7 de febrero de 1958 del Ayuntamiento de Cartagena 54. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 13-2-1958
Ϯ Vuelta del Calvario con las imágenes de
San Juan y la Virgen de Benlliure sobre el trono de la Oración en el Huerto. Archivo
Luis Linares tierro, ya en la madrugada de Sábado Santo.61 Así, habitualmente en un corto recorrido por las cercanías de Santa María, los penitentes de la Soledad llevaron a cabo en 1957 y 1958 un rosario con los capuces en la mano y, en 1959 participaron penitentes de varias agrupaciones con hachotes de cera y portando el trono con la imagen de la Soledad de los Pobres que acababan de adquirir.62 El hecho de que la Cofradía Marraja decidiese encargar esta imagen, junto con el grupo del Santo Enterramiento, a González Moreno parece indicar que tenían cierta seguridad de que, antes o después, se les autorizaría la procesión del Sábado Santo.63
Finalmente, tras la decisión de los californios de unificar las procesiones del Silencio y de los Mineros, estos vieron con sorpresa y considerándolo un agravio comparativo que, para ese mismo año de 1960, se autorizaba una procesión marraja para el Sábado Santo,64
guna de las californias,55 aunque continuaron las gestiones discretas conducentes a poder celebrarla. El Miércoles de Ceniza no hubo llamada california, aunque, finalmente, tras las negociaciones se anunció en Cabildo Permanente días después que habían “desaparecido los obstáculos que existían para la celebración de todas nuestras procesiones, gracias a Dios y a las acertadas gestiones que por la comisión nombrada al efecto se han llevado a cabo”.56 Así, la procesión de los Mineros se celebró en 1958 también el Jueves Santo, prácticamente a la misma vez que la del Silencio. Esta saldría a las 20.30 horas “y a continuación la del Santísimo Cristo de los Mineros”.57 El horario de recogida de ambas procesiones está reseñado en la prensa del año siguiente, indicando que la del Silencio se recogió a las 23.10, mientras que la de los Mineros comenzó su entrada a las 23.40 y finalizó totalmente a las 0.25 del Viernes Santo.58
En la Cofradía había cada vez un mayor sentimiento de que realizar las dos procesiones seguidas que tenían un carácter totalmente distinto (pues la de los Mineros contaba con música, luz eléctrica, etc.) iba en detrimento de ambas y se propugnaba por algunos californios la no celebración de la de los Mineros o la fusión en una sola. No obstante, esta era una cuestión casi personal para el Hermano Mayor quien afirmó que dicha procesión “sale y saldrá”.59 Finalmente, tras celebrarse de nuevo en 1959 ambas procesiones por separado, en 1960 se decidió la unificación en una sola que pasó a denominarse del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros.60
Entretanto los marrajos durante estos años habían bordeado, hasta cierto punto, la decisión episcopal de que no se celebraran procesiones el Sábado Santo. Efectivamente, al igual que los californios, respetaron la decisión de no hacerlo durante la tarde de dicho día, pero entre 1957 y 1959 llevaron a cabo diversas apariciones públicas, una vez finalizada la procesión del Santo En-
Ϯ Tercio, vestido por sanpedristas y trono de la Virgen del Silencio. Jueves Santo. 1944. Foto de Archivo Gabriel Garrido
55. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 13-2-1958 y Cabildo General, 19-2-1958 56. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 1-3-1958 57. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 19-3-1958 58. El Noticiero, 27-2-1959 59. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 9-3-1959 60. ACNPJPP, Cabildo General, 2-3-1960 61. Pagán Pérez, Alfonso, Op. cit. 62. El Noticiero, 28-3-1959 63. El Hermano Mayor Marrajo solía insistir cada año solicitando autorización para celebrar una procesión el Sábado Santo y se le denegaba. No obstante, en una ocasión el Vicario General le dijo a Antonio Ramos “Dejemos pasar el tiempo a ver si los criterios varían”. ACNPJN, Carta del Vicario General del Obispado D. Juan de Dios Balibrea Matás al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 28-2-1957 64. ACNPJN, Libro de Actas de Cabildos Generales y Juntas de Mesa, 14-4-1960 (Cabildo de las Yemas), en Pagán Pérez, Alfonso, Op. cit.
tras haber afirmado el Obispo “que no autorizaría a nadie a sacar procesiones en Sábado Santo”.65 Se decidió entrevistarse con el arcipreste para analizar el tema y este señaló que el Obispado había autorizado a los marrajos a celebrar dicho día “una procesión de penitencia y que nosotros podíamos pedir otra y que seguramente la autorizarían”. Ante esto hubo división de opiniones: quienes, como Juan Alessón, consideraban que por el prestigio de la Cofradía “había que solicitar del Obispado autorización para una procesión en Sábado Santo para el año que viene” y quienes, como Salvador Sánchez Vila, consideraban “que no son necesarias más cosas nuevas sino aumentar la riqueza de lo que tenemos”. Finalmente, en ese Cabildo no se decidió nada y en años siguientes el asunto quedó tal y como estaba.
IV.-LA COMPLICADA CONFORMACIÓN DE LA PROCESIÓN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS MINEROS (1956-1959) Y DE LA DEL SILENCIO Y SANTÍSIMO CRISTO DE LOS MINEROS (1960-1990)
En el proceso de ampliación del número de desfiles procesionales de la Cofradía California en general no se realizaron nuevas adquisiciones patrimoniales ya que, utilizando el patrimonio ya existente, con algunas modificaciones de carácter menor, se consiguió realizar nuevas procesiones. Así, con la Procesión del Silencio ocurrió esto desde su origen en 1928 y también después de la Guerra Civil, pues se utilizaba la imagen del Cristo del Prendimiento como Ecce Homo, suprimiendo los sayones que lo acompañan el Miércoles Santo, y modificando su vestuario. Cuando se incorporó la Virgen, ocurrió también algo similar.
De esta forma, cuando el Hermano Mayor planteó realizar la nueva Procesión de los Mineros se quiso hacer lo mismo, es decir, utilizando el patrimonio existente con algunas modificaciones, llevar a cabo una procesión nueva. Así, se redactó un proyecto de procesión66 que, en líneas generales, era el siguiente: Abría la procesión un grupo de representación con el sudario de la Cofradía y diversos enseres de los que utilizaban el Miércoles Santo el Ósculo, la Flagelación, la Cena, la Virgen y San Juan, que iría acompañando al carro bocina, formado por el trono que salía el Domingo de Ramos sobre el que se colocaría al Arca de la Alianza, que lleva en su parte superior dos ángeles, y, entre estos, la cruz de plata de la Flagelación. A continuación, irían dos tercios, uno, encabezado por el sudario de la Flagelación y vestido con las túnicas rojas del Prendimiento y capas negras, portando los hachotes de la Cena con lámparas amarillas y la imagen del Cristo de los Mineros, representado por la imagen cedida por la Parroquia del Carmen del Cristo de la Fe de Benlliure (aunque se llegó a plantear utilizar el Cristo de los Mineros de La Unión).67 La imagen iría sobre la peana de la Flagelación. El segundo tercio, llamado según el proyecto “de la Santísima Virgen de la Esperanza”, vestiría las túnicas negras de San Pedro y las capas azules de la Virgen, portaría el sudario del Ósculo y acompañaría a la imagen de la Virgen de Benlliure entronizada en la peana de la Cena, portando el manto azul que había regalado Francisco Celdrán.
Este proyecto finalmente no se llevó a cabo tal y como se había planteado, sino que experimentó modificaciones en la procesión que se celebró en la madrugada del Domingo de Resurrección de 1956: el Cristo de los Mineros se colocó en el trono del Prendimiento, escoltado por cuatro soldados romanos, se formó un nuevo grupo no previsto inicialmente, denominado Vuelta del Calvario, que estaba compuesto por la Virgen y San Juan de Benlliure “en artística combinación”68 sobre el trono de la Oración en el Huerto y, cerrando la procesión, la Virgen de Pérez Comendador, que, a pesar de lo indicado en el proyecto, no se llamaba todavía de la Esperanza, sino simplemente Virgen Dolorosa en el trono de la Cena. Cerraba la procesión una escolta de granaderos y figuraron representantes del Ayuntamiento de La Unión, mineros, un juez y un representante del periódico Madrid.
En 1957 se pretendió hacer la procesión con la misma estructura y composición, pero había una notable diferencia que lo complicaba con respecto al año anterior. En 1956 sólo había una procesión en la calle en la madrugada de Domingo de Resurrección, sin embargo en 1957 coincidían a la vez dos procesiones en Jueves Santo, con lo que, en primer lugar no se podía utilizar el trono del Prendimiento para el crucificado de la parroquia del Carmen cuyo préstamo se volvió a solicitar, pues se usaba para el Ecce Homo, y, en segundo lugar, faltaba una imagen de la Virgen, pues si se utilizaba la de Benlliure en la Vuelta del Calvario, la de Pérez Comendador sólo podía salir cerrando en una de las dos procesiones. Las complicadas maniobras que hubieron de realizar los californios para poner ambas procesiones en la calle a la vez son estudiadas en otro artículo de esta misma publicación69 , siendo necesario resaltar que la falta de documentación escrita en relación a qué tronos e imágenes se utilizaron cada vez, y la falta de certeza en cuanto a su datación de las fotografías existentes provocan que las conclusiones a este respecto no puedan considerarse totalmente definitivas. No obstante, lo que cabe concluir es que hasta 1958 se utilizó el Cristo de la Fe de la parroquia del Carmen70, que fue sustituido por el de los Mineros de Talens en 1959,71 para la Vuelta del Calvario se utilizaron distintas combinaciones de imágenes, fundamentalmente con el San Juan y la Virgen de Benlliure, y para el trono de la Virgen que cerraba la procesión, en 1957 y 1958 se pudieron utilizar imágenes prestadas de la Parroquia de Los Dolores72 y de la de Torre Pacheco.73 Además, a partir de 1957 participó otro
65. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 17-4-1960 66. ACNPJPP, “Proyecto de Procesión del Santísimo Cristo de los Mineros, patrocinada por las empresas mineras de Cartagena y bajo la dirección de la Cofradía California”, en Documentación de Secretaría General, 1956 y Paredes Salmerón, F.J., “Hace 50 años. Nuestro Jueves Santo”, Haz de Lictores, 11, 2010, pp. 27-32 67. Ródenas Rozas, F.J. y Mouzo Pagán, R., La Semana Santa Minera. Historia de los desfiles pasionales en La Unión, citando a Sáez García, A.,
El templo del Rosario de La Unión, 1982 68. El Noticiero, 2-4-1956 69. Huertas Amorós, Ángel Julio, Las imágenes de la Procesión del Silencio. Un recorrido por su historia 70. ACNPJPP, “Agradecimiento al Cura Párroco de la Iglesia del Carmen por la cesión del Cristo de la Fe para la Procesión de los Mineros”, 17-4-1958, en Documentación de Secretaría General, 1958 71. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 18-3-1959 72. ACNPJPP, “Agradecimiento al Cura Párroco de Los Dolores por su participación en la Procesión del Silencio”, 17-4-1957, en Documentación de Secretaría General, 1957 (por el texto podría interpretarse que, además de participar el sacerdote en la procesión prestó la imagen de la Virgen) 73. ACNPJPP, “Agradecimiento al Cura Párroco de la Iglesia de Torre-Pacheco por la cesión de una imagen de la Virgen para la Procesión”, 18-4-1958, Documentación de
Secretaría General, 1958
Ϯ Tercio del Cristo de los Mineros con el sudario del Ósculo. Foto Sáez. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1959
trono, el de la Magdalena en el Calvario, obra de García Talens, cuyo tercio era vestido por la Agrupación de San Pedro Apóstol,74 que de esta forma se veía obligada a desdoblarse esa noche, dado que también participaba en el tercio de la Virgen del Silencio.
Muchos californios consideraban que el tener dos procesiones en la calle a la vez iba en detrimento de ambas y del patrimonio de la Cofradía, tanto de imágenes como de tronos y vestuarios de penitentes, por lo que, a la vez que había partidarios de unificar ambas procesiones, también existían agrupaciones que acusaban el esfuerzo que esto suponía. Este fue el caso de la Agrupación de San Pedro que se veía obligada, como se ha comentado, a participar en los tercios de la Virgen del Silencio y de la Magdalena en dos procesiones distintas a la vez. Ello motivó que en la Cuaresma de 1959 se dirigiera al Hermano Mayor para manifestar la renuncia a vestir el tercio de la Magdalena por estar “recargada de trabajo”75 y preferir dedicarse a las procesiones que para dicha Agrupación tienen “un sabor tradicional” (Martes y Miércoles Santo). Finalmente, parece que, a pesar de lo que indicaron, aceptaron salir dicho año76 tanto con la Virgen del Silencio como con la Magdalena ya que, en el orden de la procesión de los Mineros que publicó El Noticiero el día antes de esta, aparecía “tercio y trono de la Magdalena”,77 y también existe un escrito en el Archivo de la Cofradía en el que esta solicita a la Unión Eléctrica S.A. apoyo de material eléctrico “para cuatro tronos y un carro bocina de la Procesión del Cristo de los Mineros”78 (dichos tronos serían el Cristo de los Mineros, la Magdalena en el Calvario, la Vuelta del Calvario y la Virgen).
A partir de 1960 con la unificación de ambas procesiones desaparecieron en parte los problemas de imágenes, quedando constituida la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros con cuatro tronos y una pequeña representación que abría el desfile con una cruz tumbada. Los tronos eran el Ecce Homo, con la imagen del Cristo del Prendimiento de Benlliure, Cristo de los Mineros de García Talens y Virgen con la imagen realizada por Pérez Comendador. La Magdalena en el Calvario desapareció como paso aislado y solamente fue la Vuelta del Calvario la que estuvo experimentando diversas composiciones con imágenes de otros pasos californios, como la que aparece en una fotografía, no datada con exactitud, en que el grupo está compuesto por la Magdalena, dirigiendo su mirada a la cruz, delante de la cual se encuentran una imagen de la Virgen (que podría ser la de Talens), flanqueada por el San Juan de la Cena y por otra imagen situada de pie que podría ser el hebreo de la Entrada en Jerusalén o el discípulo que está en pie en la Cena. Estas composiciones algo extrañas y que tenían un cierto regusto teatral, conformadas casi más por el atrezo que se añadía al paso que por la intención con la que hubieran sido talladas por sus autores, desaparecieron cuando la Agrupación de San Juan, que estaba a cargo de la Vuelta del Calvario, se comprometió a hacer imágenes en exclusiva para dicho paso.79 De esta forma Sánchez Lozano talló una copia del San Juan de Benlliure en 196980 para la procesión de Jueves Santo, completando el grupo en 197181 al realizar una Virgen Dolorosa, copia de la de Salzillo destruida en 1936, y una Magdalena, restaurando también la Virgen de Talens que convirtió en María Cleofás. Quizás por el gran tamaño del trono sobre el que desfilaba el grupo, que era el actual del Juicio de Jesús, en 1975 el californio Francisco Alarte esculpió las imágenes de los dos ladrones, Dimas y Gestas, en sendas cruces que, por su poca calidad, fueron eliminadas al poco tiempo.82
Con respecto a los tronos hubo que adoptar también medidas en el mismo sentido, pues si las imágenes sufrían con el trasiego, también ocurría lo mismo con las peanas. De esta forma, en 196483 se estrenaron las de la Virgen y la del Cristo de los Mineros, obra de Rafael Terón que también se utilizó para la Entrada en Jerusalén el Domingo de Ramos e incluso para Santiago el Martes Santo. Posteriormente, la cofradía construyó otro trono, obra también de Rafael Terón, con destino a la Santa Cena que quedó durante varios años sin dorar y sin salir en procesión84. Como esta Agrupación finalmente renunció a cambiar su trono, la Agrupación de San Juan decidió dorar esta peana inconclusa y que se destinara a la Vuelta del Calvario.85
Al unificarse las dos procesiones hubo que solventar algunos detalles que chirriaban un poco por el carácter distinto que habían tenido ambas en origen. En primer lugar, al Miserere se le quiso dar mayor espectacularidad, celebrándolo durante la procesión en la calle Campos donde lo cantaría un orfeón, comprimiendo los tercios y reuniendo en dicho lugar los cuatro tronos.86 Parece ser que la innovación no salió bien, pues, según Francisco de la Cerra, se aburría
74. Botí Copado, Arturo, “La Agrupación de San Pedro, la Virgen del Silencio y la Magdalena”, Tiara, 5, 1999, pp. 14-15 75. ACNPJPP, “Carta del Presidente de la Agrupación de San Pedro Apóstol al Hermano Mayor de la Cofradía California en relación a la participación de su Agrupación en las procesiones del Silencio y del Santísimo Cristo de los Mineros”, 14-3-1959, en Documentación de Secretaría General, 1959 y Cervantes, Fulgencio, “Historia de la
Agrupación (XXIV), 1959”, Tiara, 24, 2018, pp.26-28 76. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 18-3-1959 77. El Noticiero, 25-3-1959 78L ACNPJPP, “Escrito al Director de la Unión Eléctrica, S.A. solicitando un equipo de palos o enganches para la toma del fluido eléctrico de la red para cuatro tronos y un carro bocina para la procesión del Cristo de los Mineros”, 24-3-1959, en Documentación de Secretaría General, 1959 79. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 2-5-1969 80. www.sanjuancalifornio.com. Consultada el 1-2-2020 81. El Noticiero, 25-3-1971 y El Noticiero, 7-4-1971 82. Ortiz Martínez, Diego, La Semana Santa de Cartagena a través de sus imágenes desparecidas, 1998, p. 40 83. ACNPJPP, Cabildo General, 26-2-1964 84. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 17-5-1965, Cabildo Pleno de Mesa, 10-5-1966, Cabildo Pleno de Mesa 2-5-1969 85. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 22-2-1971 86. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 28-2-1960
el público.87 Finalmente se trasladó a la puerta de la iglesia, tal y como se celebra actualmente. Otro aspecto de distorsión eran los tambores y la iluminación eléctrica que utilizaban los tercios y tronos que provenían de la antigua procesión de los Mineros y que rompían el silencio y la oscuridad característicos de la Procesión del Silencio. La solución adoptada fue que debía prevalecer el carácter de la primitiva procesión del Silencio, por lo que se acordó que solamente figuraría un tambor con sordina a la cabeza del desfile y que el sistema de iluminación que se utilizaría sería el de cera, solicitando además de forma generalizada el apagado de luces a comerciantes y vecinos de las calles por las que trascurría la procesión.88 También se acordó implantar la lectura del Reglamento de la Procesión del Silencio antes de que comenzara esta, como forma de recordar a los participantes el espíritu de la misma. Por último, se decidió que el tradicional acompañamiento de promesas y señoras con mantilla tras algunos pasos californios se redujera exclusivamente al que iría detrás de la Virgen de la Esperanza en esta procesión.89
Un último aspecto que influyó en la evolución en estos años de la procesión fue el organizativo. En la Cofradía se había implantado desde finales de los años 20 el sistema de las agrupaciones, entendiendo por tales grupos de hermanos de la Cofradía que se ocupaban de buscar todos los años los medios económicos para sufragar los gastos del paso de su devoción y que se encargaban de vestir los trajes del tercio respectivo durante la procesión. Este sistema, tan exitoso para Martes y Miércoles Santo, no se llegó a aplicar en las procesiones del Silencio y del Santísimo Cristo de los Mineros. Así, vimos como en los años 40 se quiso constituir una Agrupación del Silencio que, según las características antes enunciadas, realmente no era tal, pues lo único que se hizo fue nombrar un presidente que ni siquiera era californio y que pronto fue olvidado. Durante bastante tiempo, penitentes de diversas agrupaciones vistieron los trajes de estos desfiles, más por que el color de sus túnicas fuera el adecuado, que por la devoción que pudieran tener a las imágenes. De los gastos habitualmente se hacía cargo la Cofradía o, en algún caso, alguna agrupación. Al unificarse ambas procesiones se incidió de nuevo en la idea de las agrupaciones por parte de la Cofradía, pero empezando en vez de por la base (los hermanos californios) por la cúspide. De esta forma, lo primero que se hacía era nombrar a un presidente de prestigio o adinerado que pudiera aportar medios económicos, como ocurrió en 1960 con la Virgen del Silencio, cuando se nombró presidente al ingeniero director de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, Rafael de la Cerda,90 con la intención no declarada pero evidente de que el organismo sufragara un nuevo trono para la Virgen. Como esto no ocurrió, poco después también para la Virgen, Balbino de la Cerra propuso que se nombrara presidente a
Ϯ Vista del manto azul de la Virgen en la procesión de los Mineros. Trono de la Santa Cena
87. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 12-5-1960 88. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 21-5-1962 89. ACNPJPP, Cabildo de Mesa Permanente, 14-3-1986 90. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 18-2-1960
Ϯ Magdalena en el Calvario sobre el trono del Ósculo. Archivo Gabriel Garrido
Mamerto Melgarejo, presidente de los Agentes Comerciales, y poner el tercio y trono bajo la protección de dicho Colegio.91 A pesar de este nombramiento, realmente el tercio y trono de la Virgen de la Esperanza, que a partir de este momento recibió dicho nombre oficialmente también a propuesta de Balbino, estaban bajo los auspicios de la Agrupación de la Virgen del Primer Dolor, cuyos hermanos eran los únicos encargados de vestir el traje de ese tercio desde ese mismo año.92
Los restantes tercios de Jueves Santo en realidad se constituyeron también en filiales de otros de la procesión de Miércoles Santo, de quienes dependían totalmente.93 La Vuelta del Calvario siempre lo había estado con respecto al de San Juan, pues en la práctica eran quienes aportaban los penitentes, quedando oficializado con el nombramiento como presidente de Luis Linares, destacado sanjuanista.94 El Cristo de los Mineros, por su parte, entró bajo los auspicios de la Agrupación de la Santa Cena, en una época de especial esplendor para dicha Agrupación de quien dependía también el tercio de Santiago Apóstol.95 Finalmente, aunque no hemos localizado documentación al respecto, el Ecce Homo estaba, lógicamente, bajo la del Prendimiento y la representación que abría la procesión bajo la del Ósculo, cuyo sudario portaban algunos penitentes portando también una cruz tumbada.
V.- LOS ÚLTIMOS AÑOS(1990-2020). LA PROCESIÓN ACTUAL Y EL PROBLEMA DEL HORARIO
Los californios habían conseguido conformar, a pesar de la ampliación con los pasos de la del Cristo de los Mineros y tras años de evolución, una procesión que mantenía el espíritu original que le habían otorgado los californios de 1928 a la del Silencio: solemnidad, devoción, silencio, oscuridad. Por ello, una vez alcanzado el estado en que se encontraba la procesión, en diversos cabildos se abogó por no tocar nada de la misma.96 No obstante, estos años han sido de especial desarrollo de las procesiones y ha sido frecuente la creación de tercios filiales o femeninos en algunas agrupaciones para acoger a más penitentes. Ello motivó con respecto a esta procesión diversos intentos de ampliarla, como con el denominado paso de Los Afligidos97 de la Agrupación de la Flagelación o con el del Cristo de la Sed de la de la Oración en el Huerto que, por diversos motivos, finalmente no se llegaron a materializar. Los únicos cambios que se han producido realmente en la procesión han sido que los tronos del Ecce Homo, Cristo de los Mineros y Virgen de la Esperanza ha pasado a ser portados a hombros, como otros muchos de la Semana Santa de Cartagena, y la incorporación de la Sección de Honores cerrando la procesión ante la disminución de los efectivos militares que impiden la salida de piquetes en todas las procesiones. Y también, que antes de la procesión se ha instaurado el acto
91. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 22-2-1963. Dicha protección perduró, más ficticia que realmente, hasta 1982: Cabildo Permanente, 13-4-1982 92. ACNPJPP, “Recordatorio de los acuerdos que se tomaron en la reunión celebrada el día 1 de junio de 1962 entre los presidentes de cada agrupación”, en Documentación de Secretaría General, 1963 93. ACNPJPP, Junta de Gobierno, 26-4-1983 94. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 3-2-1964 95. ACNPJPP, “Gastos 1968 Santiago Apóstol, Santa Cena y Cristo de los Mineros”, en Documentación de Secretaría General, 1968 96. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 19-4-1994 97. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 14-2-1983 98. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 15-3-1996. “Resumen del escrito enviado al Obispado en relación a la procesión de Jueves Santo” 99. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 19-4-1994
del Desagravio ante el Ecce Homo en el que el tercio de Soldados Romanos piden perdón al Señor.
Por otra parte, tras los incidentes de 1957 y los acuerdos de 1958, la procesión se debía recoger antes de la 1.00 del Viernes Santo y los pasacalles marrajos debían de comenzar al menos una hora después de dicha recogida. No obstante, con el fin de evitar incidentes en tiempos del hermano mayor californio Alessón y del hermano mayor marrajo Lara, la procesión del Silencio se fue recogiendo cada vez más temprano y los pasacalles comenzaron también cada vez más temprano,98 convirtiendo en “costumbre establecida” lo que, al fin y al cabo, era un gesto de prudencia.
Ese estado de cosas se rompió nuevamente el Viernes Santo de 1994, en tiempos de Carlos Ferrándiz como hermano mayor, dado que el cambio al horario de verano había provocado que no oscureciera totalmente hasta pasadas las 21.15 horas, y que hasta después de dicha hora no comenzara la procesión, haciendo que la Salve a la Virgen de la Esperanza, con la que finaliza la Procesión del Silencio, se cantase ya en los primeros minutos de Viernes Santo. En ese momento los granaderos marrajos irrumpieron en la calle del Aire, lo que provocó nuevamente incidentes, desde luego no tan graves como los de 1957, pero sí igualmente desagradables, pues los californios consideraron que se había faltado gravemente el respeto a la Virgen por los granaderos marrajos y su Hermano Mayor, que iba a la cabeza del pasacalles.99
Nuevamente, como en 1957, se dejó pasar un tiempo para serenar los ánimos, pero se consideró que había que dar una solución al tema, pues también en 1995 la Procesión del Silencio volvía a verse afectada por el cambio de horario. Por ello el obispo Javier Azagra dictó un decreto por el que la procesión saldría a las 21.15 y debería estar finalizada a las 0.15 horas, mientras que la aparición pública de los granaderos no debía de iniciarse antes de las 0.45 horas.100 El Obispo dictó el decreto “deseando favorecer el clima de entendimiento y fraternidad de toda la gran familia nazarena de nuestra Ciudad de Cartagena, y evitar cuanto pueda desdecir de la dignidad, del mutuo respeto y de la ejemplaridad religiosa y ciudadana que deben dar siempre ejemplo las Cofradías Pasionarias”, y fue cumplido escrupulosamente por ambas Cofradías.
Sin embargo, en 1996, volvían a concurrir las mismas circunstancias, entendiendo los californios que el decreto del año anterior debía de seguir en vigor. No lo entendían así los marrajos que consideraban que había sido dictado única y exclusivamente para 1995. Los rumores en los círculos procesionistas se extendieron y el Obispado dio a entender que dictaría un nuevo decreto de similares características al del año anterior. Ante ello, en la prensa, que en Cuaresma publica secciones relativas a procesiones, se indicó que “El Obispo vuelve a obligar a los marrajos a ceder en la noche de Jueves Santo.”101 Los marrajos consideraban que se estaban cambiando las “costumbres establecidas” y reaccionaron dimitiendo en pleno su Junta de Mesa, incluido el Hermano Mayor, y anunciando que no celebrarían procesiones ese año.102
Después de discretos contactos, en los que intervino también la alcaldesa, finalmente el Obispo dictó un nuevo decreto103 en el que se fijaban los siguientes puntos:
1.- El Prelado no aceptaba la dimisión del Hermano Mayor marrajo y de su Junta de Mesa
2.- Se fijaba el mismo horario para la procesión california y para los pasacalles marrajos que el año anterior
3.- Para el año 1997 y sucesivos se volverían a restablecer los horarios que regían “según costumbres de los últimos años” la finalización de la Procesión del Silencio y el inicio de los pasacalles.
En la prensa se comentó posteriormente que el Obispo había considerado que para el futuro debía ser la Junta de Cofradías la que llegara a un acuerdo al respecto104, cosa que, evidentemente, no ha ocurrido, produciéndose a partir de ese año la recogida de la Procesión del Silencio, a costa de considerables esfuerzos de portapasos y penitentes, siempre antes de la medianoche e, inmediatamente después, a las 0.05 la salida de los pasacalles marrajos.
En definitiva y finalmente, al margen de polémicas entre procesionistas, los californios hemos conformado una auténtica “joya” de procesión que es preciso conservar. Como decía un cronista local tras contemplar por vez primera la Procesión del Silencio por las calles de Cartagena: “¡Noche serena y silenciosa en la que con fervores de creyente se rinde culto a Cristo Redentor, sin escucharse una voz (…) y mientras discurren pausadamente los devotos hermanos y fervorosas hermanas al son del monótono y destemplado tambor y hiere la saeta los espacios y los corazones (…) y el rico y el pobre, el analfabeto y el intelectual, viven unas horas de solemne espiritualidad (…) una manifestación tan religiosa como ha sido esa ya consagrada por el pueblo: Procesión del Silencio”.105
Rafael Manuel del Baño Zapata
Mayordomo Archivero Cofradía California
100. ACNPJPP, “Decreto del Obispo en relación al horario de la Procesión del Silencio”, 4-4-1995, en Documentos del Obispado 101. La Opinión, 15-3-1996. 102. La Opinión, 17-3-1996 103. ACNPJPP, “Decreto del Obispo en relación al horario de la Procesión del Silencio”, 21-3-1996, en Documentos del Obispado 104. La Opinión, 23-3-1996 105. La Tierra, 30-3-1929