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EVOLUCIÓN HISTÓRICA
de la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de Los Mineros “(…) procesión del Silencio –muda, callada, rompiendo con el grito estridente de sus tambores el misterio de la noche- ha de llevar consigo el alma de Cartagena” 1
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CARTAGENA | SEMANA SANTA 2022
uando en 1928 los californios decidieron ampliar el número de desfiles que echaban a la calle, entonces limitado a la Magna Procesión del Prendimiento en Miércoles Santo y al Traslado de San Pedro en Martes Santo, con un nuevo desfile en la noche de Jueves Santo denominado Procesión del Silencio, quisieron llevar a cabo una procesión distinta, en la que la oscuridad y el silencio ayudaran a crear un ambiente que propiciara la oración, en la que la pálida luz de cirios y velas y el ronco y monótono sonido del tambor con sordina tocaran los corazones de espectadores y cofrades. No obstante, creemos que no esperarían que, casi un siglo después, esta procesión, sobria, solemne, austera, calara tan hondo en el sentir de los procesionistas y espectadores que contemplan su rápido discurrir como epílogo de la participación anual california en la Semana Santa de Cartagena. Como el resto de las procesiones cartageneras, el desfile de Jueves Santo ha ido cambiando a lo largo del tiempo, ha experimentado modificaciones, aunque con una especial contención por parte de la Cofradía California que considera, precisamente, que buena parte de su éxito se encuentra en no perder el espíritu que llevó a los cofrades a acompañar al Ecce Homo de una forma muy distinta a lo, entonces y seguramente también hoy en día, habitual en nuestra ciudad.
I.- LA CREACIÓN DE UN NUEVO Y PECULIAR DESFILE: LA PROCESIÓN DEL SILENCIO
taban los días de la Semana Santa con otras actividades de carácter ya no exclusivamente religioso.
El gran auge para las procesiones cartageneras que significó la incorporación de la clase burguesa a los puestos directivos de las cofradías desde el último tercio del siglo XIX tuvo, lógicamente, periodos más álgidos y momentos de relativo estancamiento. Probablemente uno de estos últimos coincidió con el mandato de Juan Sánchez Doménech como hermano mayor, que lo fue aproximadamente entre 1910 y 1920. No obstante, su sucesor Casiano Ros, marcó como contrapunto un periodo de gran desarrollo, caracterizado especialmente, pero no sólo por ello, por la adquisición de los tronos de Luis de Vicente para el Prendimiento, la Oración en el Huerto y el Ósculo. Del mismo modo, el ambiente que se respiraba en la ciudad con respecto a las procesiones era también muy propicio, pues se consideraba que estas eran la principal fiesta de la ciudad y que, por tanto, habían de ser potenciadas, no sólo por las cofradías, sino también por las instituciones locales, el comercio, etc. Pero para ello se hacía preciso que el ciclo procesional no estuviera limitado a los dos días tradicionales de Miércoles y Viernes Santo, sino que sería más adecuado que hubiera procesiones más días, convirtiendo el Traslado de San Pedro en una auténtica procesión y creando alguna otra para el Jueves Santo2, a la vez que se comple-
La nueva procesión, cuya gestación se inició en el Cabildo celebrado el 26 de marzo de 19273, se pretendía que no fuera una repetición de las ya existentes, sino que, probablemente siguiendo modelos ya establecidos en otras ciudades, se quiso llevar a cabo una procesión distinta que eliminara los defectos que una observación imparcial y atenta de los desfiles existentes en Cartagena indudablemente detectaba. Así, un articulista que firmaba con el seudónimo de “Un procesionista activo” escribió con anterioridad a la salida del nuevo desfile californio lo siguiente: “Los californios hacen muy bien en no hacer una procesión más y sí en constituir una procesión nueva, que tendrá el mejor aliciente que es el de dar a la Semana Santa cartagenera el aspecto de fe, de severidad y de efecto religioso que le faltaba (…) Así pues, nuestras procesiones son únicas, son incomparables, pero tienen poco aspecto de religiosidad y de penitencia”.4 Los principales defectos se atribuían a los participantes en las procesiones que, con sus actitudes, desdecían de la pretendida religiosidad y orden: el repartir caramelos, el que músicos, portapasos o incluso hermanos de la Cofradía fumaran durante la procesión, el volver las imágenes frente a algunos balcones del recorrido, etc.5
1. Óscar Nevado, El Porvenir, 5-3-1928 2. El Porvenir, 14-3-1928 y Botí Espinosa, María Victoria, “El esplendor cofrade de los años veinte y la primera salida de la Procesión del Silencio”, El Flagelo, XIII, 2003, pp. 29-31 3. La Verdad, 26-3-1927 y Cartagena Nueva, 27-3-1927 4. Cartagena Nueva, 11-3-1928 5. El Porvenir, 12-3-1928
COFRADÍA CALIFORNIA