CARTAGENA | SEMANA SANTA 2022
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COFRADÍA
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COFRADIA
SUMARIO Saluda Alcaldesa ........................................................................................................ 4 Saluda Obispo de Cartagena.................................................................................... 5 SALUDA Junta de Cofradías..................................................................................... 7 COFRADÍA DEL SANTÍSIMO Y REAL CRISTO DEL SOCORRO EL SOCORRO nos viene del Señor......................................................................... 8 COFRADÍA CALIFORNIA
Coordinador de la Cofradía del Santísimo y Real Cristo del Socorro Maite Fernández Tornell Coordinadores de la Cofradía California Rafael Manuel del Baño Zapata José Diego García Mercader Coordinadores de la Cofradía Marraja
APROXIMACIÓN A LOS ASPECTOS SIMBÓLICOS E ICONOGRÁFICOS de la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros........................................................................16 EVOLUCIÓN HISTÓRICA de la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de Los Mineros.......................................................................26 LAS IMÁGENES DE LA PROCESIÓN DEL SILENCIO, un recorrido por su historia....................................................................................41 COFRADÍA MARRAJA Saluda Hermano Mayor...........................................................................................49 LA LLUVIA es Marraja.............................................................................................50 LA NUEVA IMAGEN DE LA VERÓNICA del escultor José María Ruiz Montes...................................................................56 ECOS de Semanas Santas.......................................................................................61
José Luis Sáez Hernández
DE PANDEMIAS y Procesiones.............................................................................73
Pedro María Ferrández García
75 AÑOS del Nazareno de Cartagena.................................................................75
Jesús Resucitado
COFRADÍA NUESTRO PADRE JESÚS RESUCITADO
Susana Mendoza Bernal
SALUDA Hermana Mayor.......................................................................................80
Edita: Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cartagena
RECUERDO DE UN DOMINGO de Resurrección marcado por la lluvia.................................................................82 LA CONCEPCIÓN DE UNA ESTÉTICA ÚNICA PARA LA PROCESIÓN de Cristo Resucitado.....................................................85 TERCIO DE MUJERES EN LA SEMANA SANTA DE CARTAGENA: pasado y presente...................................................................88
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SOLEDAD...................................................................................................................78
Cofradía de Nuestro Padre
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COFRADIA
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SALUDA
Obispo de Cartagena Carta a los hermanos cofrades 2022
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Antes de nada, agradecer todos los esfuerzos que habéis hecho este tiempo de la cruda pandemia y tantas iniciativas que habéis llevado a cabo, todos ellas meritorias, porque no se pudieron sacar nuestras bellas imágenes por las calles de nuestros pueblos, barrios y ciudades, y conseguisteis preparar en las sedes de vuestras cofradías la más bella muestra de la Pasión de Nuestro Señor y el espléndido espectáculo de la caridad, cuando os hicisteis solidarios en tantos casos de pobrezas. Gracias. Pero la vida sigue y es necesario retomar el itinerario del Vía Crucis de Cristo, aprendiendo de Él a saber hacer la Voluntad del Padre. Nos viene bien esto, porque acabamos de pasar un tiempo en el que no pudimos ver cumplidas nuestras expectativas, posiblemente hasta alguno se habrá disgustado al ver los planes de vida rotos. La llamada es a seguir prestando atención a los acontecimientos de la mano de Nuestro Señor. Leemos en los evangelios, que antes de comenzar la vida pública, Jesús se retiró al desierto a orar y fue allí donde nos mostró la luz de su palabra, fue en la respuesta al tentador, donde le dijo, en la precariedad del desierto, que no le interesaban los panes, ni los bienes, ni los reinos, que su verdadero interés es hacer la Voluntad de Dios. Así de sencillo, que esto, aunque parezca simple, es una fuente de sabiduría. Os invito a
tir latir el corazón misericordioso del Señor, que vean a Cristo pasar, que las benditas imágenes de Jesús, la Virgen María y las de todos los testigos de la Pasión nos ayuden a dar gloria a Dios.
reflexionar un momento acerca de esto, porque no se trata de la Voluntad de Dios que nosotros hubiéramos deseado, ni tal y como nosotros la concebimos, ni como -en nuestra pobre sabiduría humana- consideramos que debería ser; sino la Voluntad de Dios la concibe y nos la revela cada día en las circunstancias concretas en que se manifiesta ante nosotros . Lo vivido nos ha enseñado a valorar la importancia de descubrir cual es la Voluntad de Dios y aceptarla sin protestar, que lo que no puede ser es pensar que Dios admita nuestra idea de lo que debería ser su Voluntad y que nos ayude a cumplir esa voluntad, en lugar de aprender a descubrir y aceptar la suya en el día a día de nuestra vida, incluso cuando las cosas no han ido bien a nuestro juicio. Esto sencillamente es el producto de la fe y una fe madura. Venga, amigos, comenzamos otra etapa en nuestra vida movidos por la esperanza y con deseo de hacer la Voluntad de Dios. En estas circunstancias también nos está llamando Jesús a seguirle. El es nuestro Maestro, que nos enseña con su Palabra y con su ejemplo. Jesús es el mejor amigo, camina con nosotros a través de las oscuridades de este mundo cerrado y vive con nosotros, nos da la fuerza que necesitamos y nos ilumina el camino, quién me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8,12). Vosotros, queridos cofrades, tenéis una misión especifica en esta aventura que hay que preparar bien, con exquisito primor, me refiero a la Semana Santa. Que en este año brille el rostro de Cristo, que cuando salgáis a la calle, vuestra mejor predicación sea que la gente pueda sen-
Vuelvo a recurrir a la voz solemne del Santo Padre, el Papa Francisco, que me gustaría que la volváis a escuchar con agrado, con el mismo cariño con el que él se dirige a los cofrades: que sean una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas… Amen a la Iglesia. Déjense guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sean un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana. Veo en esta plaza una gran variedad de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, al encuentro con Cristo... (Papa Francisco, Homilía en las Jornadas de Cofradías y Piedad Popular, mayo 2013). Habiendo escuchado estas palabras, os pido que colaboréis con la llamada que nos ha hecho el Papa Francisco, responder a la pregunta sobre cómo esta siendo vuestra experiencia en la Iglesia llamada a la comunión, a la unidad, decidnos como os sentís como iglesia y qué esperáis de ella. La mejor manera de participar es a través de la parroquia, pero también podréis entrando el la Web de la Diócesis, en el apartado sobre la Sinodalidad. Os encomiendo especialmente al cuidado de la Santísima Virgen María, en sus diversas advocaciones, pidiéndole que os ayude a todos los cofrades a responder tan rápidamente como los discípulos a la llamada de Cristo, para que por donde paséis seáis portadores de paz, misericordia y perdón; también para que caminéis siempre cerca de Jesús y atendáis con el mismo corazón del Señor los gritos y súplicas de los que están en las cunetas de los caminos pidiéndonos ayuda. Le pido a Nuestra Señora que os de fortaleza para que seáis generosos en dar el amor y la ternura de Dios. Que Dios os bendiga, José Manuel Lorca Planes Obispo de Cartagena
SALUDA OBISPO
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e incertidumbres, de los dos años de espera para la mayoría de las cofradías, cuando escribo estas letras estoy movido por la esperanza de volver a veros en la calle al son de las trompetas y tambores, llenando las calles del color de la Semana Santa, sintiendo el olor del azahar, de los claveles y alhelíes en la primavera de nuestra Región de Murcia. Estoy convencido que no soy el único optimista, porque todas las cofradías, incluso mucho antes de esta cuaresma, ya tendréis programadas las actividades esenciales, las reuniones y los pregones. En este año la Semana Santa discurre por los caminos de la confianza, con la esperanza de que todo saldrá bien, eso sí, sin olvidarse de las diversas cautelas.
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SALUDA
Alcaldesa Q
nos. Y una vez en la calle, emocionarte con cada procesión, sintiendo como algo tuyo todas y cada una de ellas, aunque haya una cofradía que nos tenga conquistado el corazón.
ueridos hermanos y hermanas procesionistas,
Este es un año de emociones, de ilusión y también de incertidumbre. Todos esperamos con ilusión volver a oír el redoble de tambores que precede a las procesiones, el sonido de las marchas o volver a percibir el olor a flor al entrar en Santa María. Tenemos añoranza de incienso y de salves.
Como decía al principio, compartimos los sentimientos de ilusión y de incertidumbre. Pero yo creo que también compartimos la sensación de un cierto vértigo, el vértigo que todos los procesionistas y quienes formamos parte del ayuntamiento tenemos porque somos conscientes de la enorme responsabilidad que nos obliga a hacer las procesiones que espera el pueblo de Cartagena.
Pero también tenemos incertidumbre. Por cómo evolucionará la pandemia, que confiamos en dejar definitivamente atrás; o por la actual situación internacional, con una guerra cruel e injusta que está suponiendo el éxodo de millones de personas que buscan refugio en Europa, y que está agravando la actual crisis de precios y de energía. Es precisamente en esos momentos de incertidumbre cuando nos refugiamos en nuestras creencias y tradiciones. Cuando anhelamos la normalidad anterior, tan extrañada en los dos últimos años.
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Y este año por fin hay procesiones. Sacaremos lo mejor de nosotros mismos para hacer que nuestros desfiles pasionales brillen más que nunca. Una vez más, nos uniremos para hacer algo grande por nuestra tierra durante los diez días de Semana Santa. Tanto las cofradías, como el Ayuntamiento y todos los cartageneros, porque ha habido demasiado tiempo de silencio y tenemos que sacar las procesiones.
Nos enfrentamos a las procesiones más esperadas de la historia reciente de Cartagena. Dos años de silencio, que son tres para hermanos de otras cofradías, son demasiado tiempo de silencio.
España si no conoce las procesiones de Cartagena. Ya seas cali, marra, del socorro o del resucitado, en Cartagena se vive con pasión los diez días de procesiones. Porque ante todo se es procesionista, y ser procesionista es ser cartagenero.
La Semana Santa es para muchos de nosotros una hermosa forma de recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Para todos es una valiosa manifestación cultural y un importante reclamo turístico.
Es emocionarte escuchando la marcha de los granaderos, La Micaela tras la Llamada, madrugar para el Vía Crucis del Socorro; escuchar a todas horas las marchas típicas de nuestra Semana Santa, que se convierten en banda sonora de nuestra Semana Grande; revivir la salida de San Pedro del Arsenal, la Magna Procesión del Prendimiento, volver a disfrutar de la Noche del Encuentro o el Viernes Santo marrajo tres años después, así como la salve a la Virgen del Amor Hermoso en el Domingo Resucitado.
En un país de grandes Semanas Santas, la nuestra es diferente. No solo es la primera de España, sino que tiene una marcada identidad propia. Por eso nadie conocerá bien la Semana Santa de
Es conocer cómo se ensaya meses antes de los desfiles, cómo preparan el vestuario en los almacenes de las cofradías; los cabildos, las vestidas de las imágenes y la preparación de los tro-
Unas procesiones que hemos convertido entre todos en un espectáculo de orden, luz y flor.
SALUDA ALCALDESA
La Semana Santa de Cartagena nos necesita a todos. Volver a poner en marcha después de tanto tiempo una enorme maquinaria como ésta requiere de grandes esfuerzos y de un gran compromiso. Este es un buen momento para agradecer por adelantado el trabajo de los cientos de cartageneros que este año van a poner toda su pasión y toda su ilusión para conseguir sacar las procesiones a la calle. Estoy segura de que nuestra Santísima Madre, la Virgen de la Soledad del Consuelo de la cofradía del Socorro; la del Primer Dolor de los Californios; la Soledad marraja o la del Amor Hermoso del Resucitado, mediarán para que toda esa ilusión de los cofrades tenga como premio el regreso de las procesiones que merece Cartagena.
Noelia Arroyo Hernández Alcaldesa de Cartagena
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SALUDA
Junta de Cofradías E
hombre que está clavado en una cruz o aparece saliendo de su sepultura.
n esta cuarta edición de la revista que gestiona la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cartagena, tras dos años consecutivos sin procesiones de Semana Santa a consecuencia del COVID-19 que estamos padeciendo, como Hermano Mayor Californio, me acerco a mis hermanos encarnados, así como a los de las otras Cofradías Pasionarias, con el deseo y la ilusión de haceros participes del contenido que, dentro de dicha publicación, tenemos asignados los californios. A través de la presente publicación, pretendemos divulgar aspectos destacables de la actividad que desarrollan nuestras Agrupaciones y Cofradías a lo largo de todo el año, en particular, en esta edición, queremos recoger los californios una breve historia sobre los diversos avatares por los que, desde su creación, ha pasado la procesión california del Jueves Santo, conocida popularmente como “Procesión del Silencio”. Como cada año, en estos días comenzamos el periodo litúrgico de la Cuaresma, tiempo de preparación hacia la Pascua de Resurrección. Periodo que se inicia con el Miércoles de Ceniza y finaliza el Jueves Santo, y tiene una duración de cuarenta días previo a la Pascua. Cifra que, tiene un importante simbolismo de acuerdo a los distintos fragmentos de la Biblia: Así, el retiro de Jesús en el desierto durante un periodo de cuarenta días, el tiempo de retiro que llevo a cabo Moisés y Elías en las montañas, periodo que duró el diluvio universal y la marcha del pueblo judío por el desierto durante cuarenta años. Para la Iglesia Católica, la Cuaresma es un tiempo de expiación por las faltas cometidas, tiempo de arrepentimiento y conversión a la que estamos llamados todos los cristianos, con la finalidad de encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en la vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna. Tiempo que sirve, también, a los cristianos para reforzar la fe y confianza en Cristo a través de actos de reflexión y penitencia.
Que este tiempo de Cuaresma, en el que los cofrades llevamos a cabo una intensa actividad preparatoria de nuestras procesiones, y que a través de las cuales conmemoramos, de una manera plástica, la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, nos sirva, además de sentirnos miembros activos de una Cofradía o Hermandad religiosa, que, con nuestro esfuerzo contribuimos, como en muchas ocasiones os he puesto de manifiesto, “al acto social, cultural y religioso más importante de nuestra ciudad, como es su Semana Santa” sintamos en nuestros corazones que tenemos la responsabilidad y el compromiso de plasmar con nuestras procesiones un Misterio de fe, que a través de las distintas imágenes que procesionamos, y más aún, con nuestro testimonio manifestado, no solo con palabras sino sobre todo con acciones, podamos despertar en muchas de las personas que contemplan nuestros desfiles, sentimientos religiosos dormidos, u olvidados, dándoles la oportunidad de explicar a sus hijos o nietos, quien es la persona que se ve atada a una columna y azotada por unos hombres; quien es el
Por último, sin olvidar los momentos que estamos viviendo, a consecuencia de la pandemia, roguemos a nuestro Padre Jesús Prendido que acoja en su seno a todas aquellas personas que han fallecido a consecuencia o no del COVID-19, dé consuelo y fortaleza a sus familiares, a las personas hospitalizadas, así como a aquellas que sufren las consecuencias de esta pandemia (han perdido su puesto de trabajo, empresas en quiebra y un largo etcétera). Pidamos con fe que, con todos los instrumentos que Él utiliza -personal sanitario, científicos, investigadores, servicios de seguridad, aprovisionamiento, transportes, distribución, religiosos, militares etc.nos ayuden a superar la situación que estamos padeciendo. Recibid un cordial y fraternal abrazo.
Juan Carlos de la Cerra Martínez Presidente de la Junta de Cofradías. Hermano Mayor de la Pontificia, Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Doloroso Paso del Prendimiento y Esperanza de la Salvación de la Almas (Californios)
SALUDA PRESIDENTE DE LA JUNTA DE COFRADÍAS
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Queridos hermanos cofrades, os animo a que sigáis trabajando por vuestras Agrupaciones o Cofradías, dando con ello atestación de lo que deben ser las Cofradías de las que formáis parte, dejándoos llevar, al mismo tiempo, por la luz de Cristo, pues en palabras de Monseñor Lorca Planes, recogidas en su Plan Pastoral, nos dice “que seamos capaces de dejar a Cristo entrar en nuestra vida y en la de nuestras parroquias y comunidades, para seguir iluminando el camino de la santidad, regalo del Bautismo” Y nos propone “como pedagogía para todos, la que nos enseña San Pablo: Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded unidos a Él, arraigados y edificados en Él, afianzados en la fe (Col 2,7)”.
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EL SOCORRO
nos viene del Señor que vigilaban el puerto principal ante el peligro de ser detenido al ser los cristianos una secta del judaísmo considera peligrosa en aquel entonces. O quizá, la decisión de llegar al puerto pesquero se debió a que el evangelizador quiso comenzar su predicación entre las gentes sencillas, entre los pescadores, cuyo oficio tan bien conocía y tal vez añoraba. Fue así, como un pequeño pueblo de pescadores, se convirtió en el primer receptor y acogedor de la Palabra de Dios cuya semilla se plantó aquí y se extendió por toda la península, convirtiéndose Cartagena en la cuna del cristianismo hispano.
CARTAGENA TRIMILENARIA, CARTAGENA CRISTIANA
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Junto al mar, entre murallas y castillos, salpicada de iglesias, antiguos conventos y cuarteles militares; rodeada de colinas, cual nueva Roma y cobijada bajo la sombra pro tectora de la inmensa caridad de Dios. Cartagena, la joya de esta ribera del Mediterráneo, mar antiguo desbordante de historias y leyendas, de rutas comerciales y de caminos sobre el mar portadores de antiguas culturas. Mar Mediterráneo portador de tesoros. Vía sacra por la que llegó hasta nosotros el cristianismo. Por esa puerta abierta, por ese puerto nuestro con forma de brazos extendidos en señal de bienvenida, entró la fe redentora. Cartagena “porta fidei”. Y fue un Apóstol de Cristo, uno de sus primeros llamados, Santiago, el que un día, intrépido, con esa valentía que da la fuerza del Espíritu Santo, el que tras dejar todo (familia, amigos, trabajo, seguridades, su amada tierra y su querido Mar Galileo) se aventuró a cruzar el mar para llegar a nuestras costas. Llegando el Apóstol hasta la bocana del puerto hizo que su embarcación virase hacia estribor, donde se encontraba un pequeño puerto de pescadores, quizá evitando así a los soldados romanos
Pasan los años y los siglos por esta ciudad hasta que el Rey Sabio restituye en la ciudad la Silla Catedralicia en la que volverían a sentarse los sucesivos obispos de Cartagena, aunque desgraciadamente ya sin ser lo que fue en principio, Sede Primada y Metropolitana, titulo perdido en detrimento de Toledo en época visigótica. Con el correr de los años y tras muchos avatares históricos llegamos al siglo XVII, y concretamente al año 1689, ahí comenzó todo. HIJOS DE UN MILAGRO Hay constancia de que en la Iglesia Principal de la ciudad, aquella que según la tradición custodiaba la Silla Episcopal, se daba culto a una imagen de Cristo, bastante oscurecida por el envejecimiento de la madera y, tal vez, por el humo de las velas encendidas a sus pies por sus muchos devotos, se trata del Cristo Moreno de la Catedral, como es conocido desde antiguo. Ese Cristo venido sobre las aguas, según antiguas y venerables tradiciones, era habitualmente sacado en procesión haciendo rogativas para pedir al cielo el preciado don del agua, esa agua que nos es tan necearía y es fuente de vida. Del agua surge la vida y de una de esas salidas en rogativa del Cristo Moreno implorando el ansiado líquido nace la Muy Noble, Devota, Ilustrísima y Pon-
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tificia Cofradía de la Hermandad de Caballeros del Santísimo Cristo del Socorro de la Ciudad de Cartagena. La ahora llamada, de forma abreviada, Cofradía del Socorro, es consecuencia de un hecho histórico acaecido en un lejano 1689, la milagrosa curación del hijo de un noble de la Ciudad realizada por el “Cristo Moreno de la Catedral” a su paso por la plaza que lleva el nombre del Patrón de la Ciudad, San Ginés de la Jara. La Cofradía es, pues, fruto de un milagro. La memoria nos traslada al 13 de marzo de aquel año, ese día, un desolado padre sale al encuentro de la imagen de Cristo; porque padre de una pequeña criatura enferma era, en ese momento angustioso, antes que cualquiera de sus grandes títulos, D. Pedro Manuel Colón de Portugal y de la Cueva, Duque de Veragua y Capitán General de las Galeras de España. Al paso de la sagrada imagen, el Duque corre angustiado a su encuentro y arrojado de rodillas a los pies de Cristo implora con el corazón desecho y con lágrimas en los ojos la compasión del cielo para que el niño que lleva en sus brazos alcanzase la curación. Cristo, consuelo de los que lloran y socorro de los que sufren, escucha las suplicas de aquel atormentado padre concediendo la implorada salud al pequeño niño llamado Manuel. Aquella imagen del Cristo Moreno que obra milagros para otros, no quiso hacer el milagro para salvarse a sí mismo de la barbarie de la pasada Guerra Civil y así el autor de aquel milagro, origen de la Cofradía del Cristo del Socorro, sucumbió ante el odio y la incultura en
9 una sombría tarde del 2 de Septiembre de 1936, apenas comenzada la guerra fratricida que durante tres años asoló nuestro país, siendo necesario encargar una nueva imagen al escultor cartagenero Manuel Ardil, tras la refundación de la Cofradía en febrero de 1961. COMO CASA UNA CATEDRAL En los primeros años del incipiente cristianismo, tras la llegada del apóstol y la conversión de los primeros cristianos, se establece en la Carthagonova Romana la primera iglesia, la llamada “domus eclesiae”.
Posteriormente, tras la legalización del cristianismo y su ascenso a religión oficial del Imperio Romano con el Emperador San Constantino, el Grande, y el aumento considerable de cristianos que ello supuso, es altamente probable que se buscase un lugar en el centro de la población, al abrigo de sus murallas. Tal vez, y siguiendo la lógica histórica, basada en las costumbres de la época, este debió ser el camino de la Catedral de Cartagena, que aunque de origen humilde como todas las primitivas iglesias, con el paso de los siglos fue adquiriendo mayor prestancia y dignidad. En aquella Catedral una vez restaurada, tras la Reconquista, la Sede Cartaginense y llegados mucho después al siglo XVII, el Duque de Veragua, en agradecimiento al Cristo autor del milagro de curación de su pequeño hijo, hace la promesa de erigir, sufragando todos los gastos, una esplendida capilla dentro del templo catedralicio, creando, al mismo tiempo, una cofradía pasionaria encargada de asegurar su culto y custodiar la sagrada imagen, así como sacar en procesión a la imagen del Titular de la misma siendo este el llamado Cristo del Socorro. Dicha capilla es la que se conserva, aun en pie, y totalmente restaurada, dentro de las ruinas de la catedral. La capilla,
propiedad de la actual Cofradía del Cristo del Socorro, es la más majestuosa del templo y cuenta con una admirable portada realizada en yesería. Hasta la Contienda Civil se conservó un magnifico retablo del siglo XVII donde fue entronizada la imagen del titular, hecho que se conmemora cada año, con una solemne eucaristía, el tercer domingo después de la Epifanía. Este es el lugar desde donde, hasta las obras de restauración y puesta en valor de Teatro Romano de Cartagena descubierto, en parte, bajo la catedral, salía en procesión desde el siglo XVII el Cristo del Socorro, este es el lugar fruto de muchas añoranzas de los hijos y devotos del Socorro. El refundador de la Cofradía, Juan Jorquera del Valle, hace poesía esa añoranza: Se está cayendo a pedazos la iglesia que Tú querías… Es la agonía de la piedra que acompaña a Tú Agonía. Los cofrades del Cristo del Socorro emprendemos cada año una nueva Semana Santa, con el mismo fervor y la misma ilusión de años anteriores, pero también con el sueño y el anhelo legítimo y, apenas disimulado, de volver a pisar el sagrado suelo catedralicio de nuestra Capilla y de elevar nuestras plegarias entre sus consagrados muros, testigos silenciosos de tantas salidas y recogidas de nuestra procesión. ¡Ay, Catedral de Cartagena, ¿cuándo volverás a abrir tus puertas para cobijar en tus entrañas sagradas la imagen bendita de tu Cristo Moreno!
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Según la costumbre de la primera expansión y establecimiento del cristianismo, la casa particular de los primeros conversos solía ser utilizada como lugar de culto. Como en otros lugares del universo cristiano, aquella casa de los primeros conversos, se convirtió en el lugar que acogería en la clandestinidad a todos aquellos que, poco a poco, fuesen adquiriendo la nueva fe venida de oriente pasando por la capital del Imperio.
10 NUESTRA ESENCIA Cada cofradía, hermandad o asociación religiosa tiene su propia esencia, sus particularidades que la hacen distinta a las demás, aunque prácticamente, al menos en Cartagena, todas ellas tienen pocas diferencias, principalmente en la forma estética de manifestar la fe. Entre todas ellas se aprecian cambios en el color identificativo y en los diversos formatos de sus actos litúrgicos principales. Sin embargo, la Cofradía del Cristo del Socorro, heredera de la más antigua de las cofradías cartageneras mantiene todavía, a pesar de sus refundaciones, bastantes elementos de su esencia primitiva, lo que la hace distinta del resto de las cofradías. Dentro del marco cofrade cartagenero, la Cofradía del Socorro, es algo radicalmente distinto lo que la hace realmente única. Pasamos a detallar, sin ánimo de enumerarlas todas, algunas de sus singularidades más patentes. LA AUSTERIDAD COMO VESTIDO El primer rasgo distintivo que quisiera destacar es el de la vestimenta procesional de los Hermanos del Socorro. Se trata de un hábito de sencilla factura y de pobres telas que pretende transmitir el sentido de austeridad de los primitivos hábitos penitenciales que distinguían las cofradías creadas para venerar la Pasión del Señor y ante la que el hombre quiere mostrar su arrepentimiento por la muerte causada a Cristo por sus pecados.
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Las túnicas de las primeras cofradías era una indumentaria toscamente tejida y de tela oscura en una actitud de arrepentimiento a causa del pecado. Era totalmente incomoda, picaba el cuerpo y representaba una humillación llevarla.
Actualmente, el hábito del Socorro se compone de túnica morada, color propio de la Cofradía, fabricado en tejido de estameña y ceñido con cinturón de cuerda de pita. Sobre la cabeza, cubriendo el rostro, un verdugo negro y como coraza, sobre el pecho, un escapulario con el escudo de la Cofradía cuajado de corazones, los corazones de aquellos primeros fundadores, rodeados de una frase de la Escritura. Acompañando a esa austeridad en el vestir, el desfile procesional es también austero en la escasa iluminación, aunque no faltan hermanos alumbrantes y, sobretodo, es austero en la música, pues solamente un tambor sordo acompaña el recorrido de la procesión haciendo silencio reverente ante la muerte de Cristo interrumpido únicamente por el rezo de las estaciones, el canto de alguna saeta y el de la primera Salve de la Semana Santa cartagenera, a los pies de nuestras patronas del Rosell y de la Caridad y de la Soledad del Consuelo al finalizar el Viacrucis. Esa austeridad que caracteriza a la Cofradía del Cristo del Socorro se traduce en obras de caridad, imitando la Caridad de Cristo, que siendo rico se hizo pobre por nosotros (cf. 2 Cor 8, 9). Así gran parte del su presupuesto, el 33 por ciento, es destinado a obras de caridad, uno de los fines principales que deben distinguir a una cofradía pasionaria. EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO Otro de los signos que caracterizan esta venerable Cofradía es la celebración de la Eucaristía como momento culminante de nuestros actos cuaresmales, al final del Triduo al sagrado titular, el viernes de la tercera semana de cuaresma. Es del todo lógico y coherente que la celebración principal en honor a una imagen de Cristo crucificado sea la celebración de la eucaristía porque ella conmemora el supremo sacrificio de Cristo, consumado en el altar de la cruz. En el centro de la litúrgica de la Iglesia está Cristo y el misterio de su muerte y resurrección. La celebración está presidida por la imagen del titular de la Cofradía clavado en la cruz como elemento principal junto el altar porque la misa es la actualización incruenta del sacrificio cruento llevado a cabo en la cruz. El crucifijo preside el altar para recordar a los fieles y al celebrante que la víctima que se ofrece sobre el altar es la misma que se ofreció en la cruz la tarde del primer Viernes Santo.
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La celebración de la Eucaristía ayuda a mirar al crucificado y es una oportunidad para caminar con la mirada puesta en Jesús, como dice la Escritura: “Mirarán al que traspasaron” (Jn. 19, 37). REMEMORANDO LA SALVADORA PASIÓN La celebración de la Eucaristía solemne en honor a nuestro titular quiere remitirnos al día de la Pasión redentora de Cristo, por eso, cada año volvemos a leer un fragmento de la Pasión según San Juan. El relato de la Pasión marca el centro de esta celebración. Su lectura nos invita a estar recogidos en torno a la cruz del Señor del Socorro, contemplándolo, entremezclados los sentimientos de dolor ante el sufrimiento de Cristo, y de gozo y esperanza porque su pasión y muerte son por nosotros, por los pecadores. En este relato descubrimos que cargo con nuestras culpas, y tomó sobre sí el castigo que era nuestro, que se hizo solidario por amor con nuestros sufrimientos y nuestros fracasos, y así les dio sentido y abrió el camino de la esperanza, sus cicatrices nos curaron. Este misterio de amor, es lo que contemplamos en el relato de la Pasión donde Cristo se hace más hombre que nunca. Y su muerte no es en vano sino que participa de nuestra misma muerte para que nosotros participemos de su misma Vida. SUS CICATRICES NOS CURARON En los días previos a la Procesión del Cristo del Socorro, cuando tan solo faltan dos días para subir la imagen hasta las inmediaciones de la Vieja Catedral los hermanos y devotos del Señor del Socorro, rememoran devotamente las cinco principales heridas sufridas por Cristo clavado en la cruz. Se trata de un acto realizado con sencillez y austeridad en el resuenan las palabras del profeta Isaías: “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron” (Is 53 4-5). Las llagas de Cristo, dibujadas con los clavos y la lanza y enmarcadas con la sangre redentora son la puerta de la misericordia, por ellas tenemos abierto de nuevo el acceso al Paraíso. Las cicatrices del cuerpo inmaculado de Cristo son
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El rezo de las Cinco Llagas de Cristo prepara el espíritu para el acontecimiento que pocos días después sucederá. La meditación de las sagradas cicatrices del Redentor pone ya en camino de recorrer las calles de Cartagena anunciando a nuestro paso: Mirad al que crucificaron, contemplad al que traspasaron, sus heridas nos han devuelto a la Vida, los sufrimientos de nuestro Salvador son nuestra medicina. CAMINANDO JUNTO A LA CRUZ El momento culminante de los actos de la Cofradía del Cristo de Socorro es el rezo del Vía Crucis en la madrugada del Viernes de Dolores. Fue un viernes, el primer Viernes Santo de la historia en el que se inauguró esta Vía, este camino doloroso de la cruz. Un camino doloroso recorrido en primer lugar por Cristo y recorrido después por multitud de creyentes. Cuantos fieles han querido a lo largo de los tiempos acercarse, aunque fuese un poquito, al momento en que el Señor nos trajo la salvación. Cuantos han querido venerar la Pasión de Cristo, cuantos han sentido la necesidad de adorar la
bendita cruz y los instrumentos de la Pasión redentora como una forma de agradecer a Cristo la nueva vida que estos nos procuraron.
el mundo, y a tantos hombres que las llevan sobre sus hombros, en cada hombre sufriente podemos ver el rostro del Señor y tocar su carne herida.
Este piadoso ejercicio consiste en recorrer, de forma espiritual, aquel camino que recorrió Jesús hasta el monte Calvario cargado con la Cruz. El Vía Crucis está compuesto por 14 estaciones que representan ciertas escenas ocurridas durante ese doloroso trayecto, sacadas de los Evangelios y de la tradición, como son las tres caídas y alguna otra como la del encuentro de la Virgen María con su hijo Jesús, que aunque no están recogidas en el Evangelio fueron muy probablemente hechos históricos.
JUNTO A LA CRUZ, ESTABA ELLA
Son dos los viacrucis que realiza la Cofradía del Socorro, el más importante que se realiza el Viernes de Dolores en la madrugada y el que ocupa la celebración del segundo día del Triduo cuaresmal. Se trata de un Viacrucis claustral al realizarse dentro de la Iglesia Castrense de Santo Domingo, actual sede de nuestros actos litúrgicos. El recorrido de las estaciones está presidido por la Cruz Tosca, uno de los símbolos de la Cofradía, portada por diversos hermanos; al finalizar el camino doloroso de Cristo los devotos del Cristo del Socorro participantes en la celebración pasan reverentemente a realizar la adoración de la cruz, acto cuya máxima expresión se realiza en los Sagrados Oficios del Viernes Santo, pero que nosotros adelantamos ya a este día. Adoramos la cruz y en ella al Crucificado, aunque en este caso, al tratarse de una tosca cruz de madera, sin más adorno que el Escapulario Procesional de la Cofradía, este no esté presente. Cuando besamos esa pequeña cruz, besamos también a Cristo clavado en ella. Cuando abrazamos al Crucificado es él quien termina abrazándonos a nosotros y llenando de sentido nuestro sufrimiento y nuestra propia vida. Todos llevamos alguna cruz, todos hemos sentido su peso que nos aplasta. Adoramos la cruz y en ella al Señor, con su rostro marcado por las huellas de la pasión, y, al adorarlo le pedimos que nos ayude a llevar la nuestra. La cruz de Cristo da sentido a tantas cruces que se levantan en el mundo y que laceran el corazón humano. Al acercarnos de forma sencilla pero llena de fe, a esa cruz que besamos, nos acercaremos a tantas cruces clavadas en
Junto a la cruz, bajo el crucificado está María, Ella siempre está al lado de todo aquel necesitado de socorro como intercesora y compañera en los momentos de dolor. Una de las imágenes más entrañables de la Pasión es la que nos muestra a la Virgen al pie de la cruz. Al mirar a su madre, y al discípulo que tanto quería, Jesús nos hace el mejor regalo: nos dio en herencia a su propia madre. María al pie de la cruz concibió a la humanidad nueva nacida del costado abierto de Cristo. Y desde ese día, María vive en nuestra casa y en nuestro corazón. María es la puerta de la Salvación, una puerta siempre abierta, Ella, con su Sí sin condiciones, abre la puerta de la Salvación. María de la Soledad del Consuelo, al descender al ritmo elegante de sus portapasos es la que abre la Semana Santa. La imagen actual de la Virgen, obra del insigne escultor José Hernández Navarro, la representa sedente, en actitud triste y contemplativa. Es una representación simbólica de la Patrona de la Ciudad en la que Cristo es sustituido por los símbolos de la Pasión que no solo representan la Pasión del Hijo, sino también la pasión de los hijos recibidos por Ella en el altar de la cruz. La Madre de la Cofradía, es conocida también como la Virgen de los toreros, por haber tenido antiguamente su casa en la capilla del Coso de Cartagena y Madre de los poetas. El mejor poema de María es Cristo, por Ella, la Palabra eterna del Padre se hizo carne. La mejor melodía salida de sus labios fue su aceptación del plan salvífico de Dios, su “Hágase en mí según su palabra” restableció la armonía del universo. María, Madre y corredentora, gracias por Jesucristo, el Redentor, que con la sangre de su Cruz se convirtió en el Socorro de la humanidad caída esperado y gritado por los antiguos profetas. La devoción a la Virgen se traduce en emoción, la emoción y el sentimiento de sus hijos al llevarla sobre sus hombros, y se traduce también en plegaria y oración:
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ventanas a través de las cuales puede verse la inmensidad del amor de Dios. Esas marcas son un sello de amor. Jesús quiso que en su cuerpo permanecieran las heridas de la Pasión aún después de resucitar porque aquellas llagas son el signo permanente del amor sin medida de Dios por nosotros.
12 Continúa el Viacrucis y las calles solitarias y aun en penumbras nos guían hasta la Madre de Cartagena para nuestro segundo encuentro; los pies de los cofrades y acompañantes se detienen para adentrarse, junto con las dos imágenes que se procesionan, en el interior de la Basílica buscando refugio bajo la cúpula de la Caridad de Dios, esa Caridad que tiene su máxima expresión en la imagen de la Virgen de la Caridad sosteniendo en sus brazos al Hijo yacente. ¿Qué mejor lugar pudo encontrar Cristo para entrar en el descanso de la muerte, que los brazos de su Madre? Cada año, fieles a la cita, los cofrades de la primera procesión de la Ciudad y de España, acuden a saludar a la Virgen en las primeras horas del día más sagrado de Cartagena, el día de su santo y celebrar la primera de las Eucaristías que se celebrarán en su honor. Los penitentes quieren acompañar en su angustia a la Madre dolorosa y sus corazones agradecidos estallan de nuevo en plegaria: Madre de tus hijos del Socorro, acogemos en tu regazo, junto a los símbolos de la Pasión de tu Hijo y ya nunca estaremos solos, míranos con tu dulce mirada materna y en ella encontraremos, como tu Hijo, la paz y el consuelo. Amén.
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CUARTA ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MARÍA, SU MADRE Nuestra devoción por la Madre del Salvador, se traduce también en encuentro y abrazo. Son dos esos momentos de abrazo a nuestra Madre en la hermosa noche del Viernes de Dolores. Mientas el cortejo va desgranado sus oraciones, las imágenes sagradas llegan a las puertas de Santa María de Gracia, sede de las cofradías cartageneras; y allí la oración se vuelve ofrenda de flores y Salve, la primera de la bella Semana Santa de Cartagena. Allí nos recibe la venerable imagen de la antigua Patrona, madre de brazos y de puertas abiertas, que en el primer día de la Semana Santa, en sus primeras horas, abre su casa para recibir a Cristo que acude en busca de socorro y de consuelo. Con nuestro entrañable encuentro le pedimos que abra nuestro corazón para que, diseñado a imagen del suyo y el de su hijo, sepa descubrir en el más necesitado el rostro bendito de Jesús.
Recibe Sagrada Virgen María, nuestras plegarias y oraciones piadosas como bálsamo para sanar las heridas corporales de tu Hijo y las heridas de tu corazón traspasado con los puñales del dolor. Madre de Cartagena, Señora llena de bondad, por caridad, apiádate de nosotros e intercede por estos pecadores ante tu Hijo. Amén. MADRUGANDO POR TI, CRISTO MORENO “Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo; velando medito en ti, porque tú fuiste mi auxilio”; estas palabras tomadas del salmo 62, sirven para dar sentido a la celebración que la Cofradía del Socorro realiza en la madrugada del Viernes de Dolores. Madrugamos para iniciar la Semana Santa, no solo de Cartagena, sino de toda España. Es significativo que el lugar que recibió por primera vez la fe cristiana, traída a Cartagena por el Apóstol Santiago hace casi 2000 años, sea también el lugar que da inicio en toda la Península a la conmemoración anual del gran acontecimiento de la Redención de los hombres, Así, cada año la sagrada imagen del Señor del Socorro, precedida de la Virgen de la Soledad del Consuelo, desciende a la ciudad desde los aledaños de su vieja Catedral. Cientos de miradas, de oraciones y de gestos piadosos cubren el cuerpo desnudo de Cristo.
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Y en medio de la noche cabría preguntarse: ¿Quién es ese que hace que salgamos a su encuentro en horas insólitas cuando aún el amanecer no corona nuestras cinco colinas y el sol no alumbra la bendita mañana de un día plagado de salves suplicantes a la Madre? Es el Cristo del Socorro que nos anuncia que la Cruz en que está clavado es para nosotros el inicio de una vida nueva. Al paso majestuoso del Cristo del Socorro que se abre camino entre las gentes, nos preguntamos, hoy como hace 2000 años los habitantes de Jerusalén, al ver pasar a Jesús camino del Calvario: ¿quién es este? Los Hermanos del Socorro, al desgranar las estaciones del Via crucis van desvelando el misterio y, a cada paso, y en cada estación van proclamando: “¡Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Jn 1, 29). Cada año, en una sola noche y, a través del ejercicio del Via crucis, vamos anunciando y meditando lo que sucederá a lo largo de una semana de diez días, la Semana Santa. Recorriendo las calles de nuestra ciudad, en medio de la oscuridad de una fría noche de primavera, vamos narrando la historia de amor más bella jamás contada. TENIENDO A CRISTO POR TESOSO El lema que aparece en el escudo de la Cofradía, dice: “Allí donde esté tú tesoro, estará también tu corazón” (Mt 6, 21). Nuestro corazón, como el de aquellos 33 nobles fundadores de la Cofradía en el siglo XVII, está puesto en el Cristo Moreno de la Catedral, nuestro Cristo del Socorro, Él es nuestro tesoro, aquel por el que madrugamos cada noche del Viernes de Dolores, día de la Virgen de la Caridad, el más sagrado de Cartagena.
Lázaro Gomáriz López. Rvdo. Sr. Capellán de la Cofradía del Cristo del Socorro de Cartagena.
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APROXIMACIÓN A LOS ASPECTOS SIMBÓLICOS E ICONOGRÁFICOS
de la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros C
ada Jueves Santo, desde hace casi un siglo, la Semana Santa de Cartagena acoge una de sus más peculiares procesiones, el más austero y penitencial de los cortejos californios, la Procesión del Silencio, que con el devenir de los años, y por diversas circunstancias que motivaron su unión con otra procesión, creada años más tarde por esta misma cofradía, pasó a denominarse Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros.
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Procesión del Silencio, única procesión reglamentada de las que realiza la Cofradía California que a través de los artículos de su reglamento, redactado desde su origen, estableció la actitud que debían mostrar los cofrades que en ella participaran, su composición y la severidad con la que había sido concebido este nuevo desfile. Noche de silencio, noche de dolor, noche de penitencia y oración expresada con el voto temporal de silencio que los cofrades realizan antes del inicio del cortejo. Práctica piadosa y de penitencia con la que sus participantes se comprometen a guardar silencio mientras dura la procesión, además de participar en ella con el rostro cubierto, a excepción del Hermano Mayor, manteniendo así el anonimato de todos sus penitentes y portapasos. El toque de una carraca1 anunciaba durante años, en el interior del templo, la formación de los cofrades minutos antes de ini-
ciar el desfile, carraca cuya misión era hacer callar y respetar el voto de silencio. Ritual que en la actualidad se ha perdido y que con el paso de los años fue sustituido por la lectura de un extracto de su reglamento. Lectura realizada con la finalidad de recordar a sus participantes el espíritu penitencial de la misma.
Esta nueva procesión, además de configurarse con una estética diferente4, aportó nuevos aspectos iconográficos y simbólicos a la Semana Santa de nuestra ciudad, ampliando con ella el ordenado relato que las procesiones cartageneras realizaban de los hechos acontecidos en el desarrollo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Noche de tinieblas, de ausencia de la luminosidad característica de nuestros cortejos, que en este desfile se convierte en símbolo de perdición y de muerte. Luz tan solo proveniente de los cirios y velas que iluminan los hachotes y tronos, fuego que ilumina, que quema y purifica, expresión de penitencia ante la inminente muerte del Redentor que se anuncia con la apagada y triste percusión de un tambor con sordina, con el que se alude al duelo por la muerte de Cristo. Redoble armonioso que se transforma en anuncio, oración e invitación al rezo a su paso.
VARÓN DE DOLORES, ECCE HOMO
Procesión del “Ecce Homo”, como así se denominó en su origen2, que se incorpora al ciclo sacro californio en el año 1928, enmarcada en un período de gran esplendor de las cofradías penitenciales cartageneras producido durante la tercera década del siglo XX, época que proporcionó a nuestra Semana Santa numerosos cambios y novedades que propiciaron una renovación conceptual de la misma, estableciendo las bases fundamentales de su actual modelo y configuración3.
La imagen del “Ecce Homo”, nuevo y único paso que en su origen formaba parte de la Procesión del Silencio, incorporó a la Semana Santa de Cartagena una nueva iconografía de la figura de Cristo, con la que se hará referencia a uno de los episodios más transcendentes y conocidos de su Pasión, enmarcada dentro de un conjunto de representaciones que tienen como objetivo excitar la compasión del espectador mostrando el sufrimiento de Jesús antes de su muerte. El Ecce-Homo, una de las más acertadas creaciones de la iconografía cristiana, constituye un trasunto del “Varón de Dolores” profetizado por Isaías5, al evocar el momento de la presentación de Jesucristo al pueblo de Jerusalén por parte de Poncio Pilatos, coronado de espinas, revestido de una clámide púrpura y un cetro de caña entre sus manos.6 La representación del Ecce Homo individualiza la figura de Cristo, segregándola del resto de los personajes que conforman el contexto narrativo de esta esce-
1. Artículo 10º del Reglamento de la Procesión del Silencio. 2. Artículo 1º del Reglamento de la Procesión del Silencio. 3. Botí Espinosa, María Victoria, “El esplendor cofrade de los años veinte y la primera salida de la Procesión del Silencio”, El Flagelo, XIII, 2003, pp. 29-31. 4. “…una joya de la fe; nada de ostentación ni brillo, no hay luces deslumbradoras, ni profusión de flores ni recamados trajes, ni músicas armoniosas, ni ese chocar de armas y tintinear de escudos, que pone—aún sin querer— una nota bulliciosa en todo animado cortejo;…” Óscar Nevado, El Porvenir, 5-3-1928. 5. Isaías 53 , 3-12 6. “Iconografía del Ecce Homo”, Comunidad de la Pasión en Sevilla. ABC de Sevilla, 23 de marzo de 2010. Recuperado de http://cofrades.sevilla.abc.es/profiles/blogs/iconografia-del-ecce-homo
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17 na. Constituye, por tanto, una representación mística, no histórica, para ponerse al servicio de una reflexión teológica y moral más profunda, no meramente narrativa7. Para representar esta imagen los californios trasforman la figura de Jesús Prendido, que como Ecce Homo se nos muestra en solitario, sin sus sayones, coronada de espinas, cubierta con un manto y un cetro de caña entre sus maniatadas manos, representación de la humanidad doliente del Hijo de Dios. VIRGEN DEL SILENCIO, ESPERANZA NUESTRA Denominada en origen, como Virgen del Silencio, en alusión al nombre con el que se concibió esta procesión, en 1944 los californios aprueban la incorporación de un nuevo paso en su cortejo de Jueves Santo8, el de una Virgen Dolorosa, que sin advocación concreta pasa a formar parte de ella hasta que años más tarde, por iniciativa de Balbino de la Cerra, y para rememorar la antigua relación de la Cofradía del Prendimiento de Cartagena con la de la Esperanza de Madrid, pasó a representar la advocación de la Virgen de la Esperanza9. Una nueva iconografía para la Semana Santa cartagenera, representación letífica del dolor de María que llora, sufre y calla ante su hijo vejado. “Stabat mater dolorosa“ para la que la esperanza en la victoria final de Cristo frente a la muerte, mitiga su angustia10. Esperanza, nombre que vence la tiniebla y la muerte.
Ϯ Ecce Homo. Fotografía de José Diego García
cla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor (…)”.
PROCESIÓN DEL CRISTO DE LOS MINEROS, GERMEN DE NUEVAS ESCENAS PARA LA PASIÓN CALIFORNIA.
“Spes Nostra”, “…vida, dulzura y esperanza nuestra”. Dolorosa arquetipo de Esperanza, a la que con el canto de la Salve los cofrades californios rompen el voto de silencio de esta procesión, con el que hacia la media noche de cada Jueves Santo concluyen su ciclo penitencial los cofrades del Prendimiento.
La reforma de la celebración Semana Santa, propiciada por la modificación de la liturgia llevada a cabo por la Iglesia en 1955, con el decreto Maxima Redemptionis nostrae mysteria (30 noviembre 1955), posibilitó a los californios la iniciativa de crear un nuevo desfile para la noche del Sábado Santo.
7. López-Guadalupe Muñoz, Juan Jesús, “Entre la narración y el símbolo. Iconografía del Ecce Homo en la escultura barroca granadina” Boletín de Arte, n.39, 2018, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, pp. 85-86. 8. Botí Copado, Arturo, La Agrupación de San Pedro, La Virgen del Silencio y La Magdalena, Tiara, nº 5, 1999, pp 14 y 15. 9. Solemne Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros, Recuperado de www.cofradiacalifornia.es/solemne-procesion-silencio-y-santisimo.asp 10. Sánchez Mantero, Rafael. Las cofradías de Sevilla en la modernidad/ Universidad de Sevilla, 1988 -p. 230. 11. Recorrido iconográfico por la advocación de la Esperanza, Recuperado de www.lavozdecordoba.es/tu-voz/terciopelo-y-ruan/2017/12/20/recorrido-icono-grafico-la-advocacion-la-esperanza/ 12. Carta a los Hebreos 6, 19.
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El origen de esta advocación lo encontramos en la época paleocristiana, cuando a través de símbolos se comenzaron a representar los distintos emblemas cristianos. En este caso, la Esperanza era representada a través de un ancla, relacionándose directamente con el ámbito marino y las dificultades que este conllevaba. De esta forma, este símbolo evolucionó a lo que conocemos como cruzancla11, símbolo de un nuevo comienzo y esperanza de vida para el cristiano, utilizada también como un atributo que alude a la Pasión de Cristo. Ancla de la que encontramos referencia en la Carta a los Hebreos12: “La cual tenemos como segura y firme an-
18 de la iconografía pasional cartagenera, a la que los cofrades del Prendimiento incorporaron pasajes que nos narran otras vivencias experimentadas por los personajes de la Pasión que estuvieron presentes en el momento de la Muerte de Cristo: la Virgen María, San Juan Evangelista y María Magdalena. Inspiradas, probablemente, por el conocimiento que los cofrades californios tenía de las obras pasionarias realizadas por Mariano Benlliure para la ciudad de Crevillente, como el Cristo de Difuntos y Animas, Las Tres Marías y San Juan, y la imagen de Santa María Magdalena perteneciente al paso titular de la Hermanad del Cristo de la Victoria. CRISTO DE LOS MINEROS, CRISTO DE LA FE Cristo representado muerto en la cruz tras el momento inmediatamente posterior a la lanzada que le dio muerte. El Cristo de los Mineros es la única en la Semana Santa de Cartagena que representa la imagen solitaria de Cristo, ya muerto, que aún permanece crucificado en la cruz. La denominación de Cristo de los Mineros, elegida por el entonces Hermano Mayor de los Californios, Francisco Celdrán, mentor de esta nueva procesión, hacía mención con esta nueva advocación a su vínculo profesional con la minería14 inspirado, quizá, en el también denominado Cristo de los Mineros de La Unión, obra realizada en 1913 por el escultor valenciano José Jerique, imagen que se planteó solicitar para que fuera cedida a los californios en este nuevo cortejo.15
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Ϯ Virgen de la Esperanza. Fotografía de José Diego García
En 1956, a instancias del entonces Hermano Mayor de los californios, Francisco Celdrán, en el Cabildo Permanente de 28 de febrero de ese año, se decidió sacar para la noche del Sábado Santo una nueva procesión denominada del Santísimo Cristo de los Mineros, compuesta por tres pasos: el Cristo de los Mineros, la Vuelta del Calvario y la Virgen Dolorosa, nuevas escenas que tan solo procesionaron en la noche del Sábado Santo cartagenero de ese año, al
ser suspendida en 1957 para ese día por decisión episcopal, tendiendo los californios que reubicar este cortejo en la noche de Jueves Santo tras el desarrollo de la Procesión del Silencio.13 Además de cambiar de día, este desfile incorporará ese año un nuevo paso, el de la Magdalena en el Calvario. El conjunto de nuevas escenas, elegidas por los californios para esta procesión supone un valioso enriquecimiento
Para la primera salida de la Procesión del Cristo de los Mineros celebrada en 1956, y las posteriores celebradas de 1957 y 1958, la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen cedió la imagen del Cristo de la Fe, realizada en 1941 por Mariano Benlliure, primera obra de este autor para la ciudad de Cartagena, imagen casi idéntica al Cristo de Difuntos y Ánimas, realizada en 1945 para la ciudad de Crevillente por el mismo autor. En 1959 la Cofradía California adquiere la actual imagen del Cristo de los Mineros al escultor Juan García Talens, vinculado con la obra de Benlliure, del que
13. Botí Copado, Arturo, La Agrupación de San Pedro, La Virgen del Silencio y La Magdalena, Tiara, nº 5, 1999. 14. Monerri, José, Francisco Celdrán, médico y minero, La Verdad, 9 de octubre de 2012. 15. Ródenas Rozas, F.J. y Mouzo Pagán, R., La Semana Santa Minera. Historia de los desfiles pasionales en La Unión, citando a Sáez García, A., El templo del Rosario de La Unión, 1982.
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Ϯ Pies del Cristo de los Mineros. Fotografia de José Diego García
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20 del Primer Dolor obra de Salzillo, desaparecida en la Guerra Civil, así como de otras dos figuras: María Cleofás y María Magdalena. En el ámbito cofrade español la escena procesional conformada por la Virgen María, acompañada por San Juan Evangelista y María Magdalena recibe el nombre de “Sacra Conversación”. Este “acompañamiento” puede situarse en cualquier momento de la Pasión o Muerte de Jesús, siempre que estos personajes concurran entre sí en la escena, y pueda darse algún tipo de comunicación entre ellos, ya sea oral o gestual, iconografía que tiene su origen a mediados del siglo XIX en la Semana Santa de Sevilla.16 Ϯ Cristo de los Mineros. Fotografía de José Diego García
fue colaborador, en la que reproduce el modelo de imagen solitaria de Cristo vencido por la muerte, sin apoyo de acción narrativa, figura que, como Benlliure, dota de un alto contenido religioso, emocional y espiritual, logrando una imagen de gran dramatismo, sin recurrir al efecto de la sangre. VUELTA DEL CALVARIO, LA SACRA CONVERSACIÓN Para configurar la escena de La Vuelta del Calvario, los californios en 1957
acuerdan hacer uso de la imagen de la Virgen del Primer Dolor y de San Juan Evangelista, realizadas por Benlliure, disponiendo ambas figuras ante la cruz vacía, grupo que mantuvo esta configuración hasta que en 1970 la Agrupación de San Juan Evangelista, que desfilaba ante este paso, encargó y costeó un nuevo grupo para La Vuelta al Calvario al escultor José Sánchez Lozano, compuesto por la imagen de San Juan (copia del realizado por Benlliure a los californios), la Virgen Dolorosa, para la que se solicitó tuviera los rasgos de la Virgen
El grupo de “Las Tres María y San Juan”, realizado por Mariano Benlliure en el año 1946 para Crevillente, que representa a la Virgen María, ayudada por María Magdalena, María Cleofás y San Juan que se dirigen al Calvario, que como se ha indicado anteriormente pudo ser la inspiración a los californios para elegir esta escena, alude también al acompañamiento representado en la Sacra Conversación. Años más tarde al grupo de la Vuelta del Calvario se le incluyeron dos nuevas cruces acogiendo en ellas las figuras de los dos ladrones crucificados junto a Jesús, esculturas que fueron talladas por el cofrade sanjuanista, Francisco Alarte17, imágenes que en la actualidad no figuran en esta escena.
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MAGDALENA EN EL CALVARIO En el año 1957, tras la suspensión, por orden episcopal, de la Procesión del Cristo de los Mineros celebrada el año anterior en la noche del Sábado Santo, los californios acuerdan trasladar su celebración a la noche de Jueves Santo, añadiéndole además en ella un nuevo trono, el de María Magdalena en el Calvario18.
Ϯ Vuelta del Calvario. Fotografía de José Diego García
La representación más habitual de la figura de Santa María Magdalena en el contexto cofrade suele ser como testigo de la Pasión y Crucifixión de Cristo. Individualmente se presenta como una de las Santas Miróforas19 que como atributo lleva entre sus manos el frasco con el perfume y ungüento utilizados, según la
16. Ojeda, Alexis, La Sacra Conversación en el mundo cofrade. Diario Sur, 20 de marzo de 2017. 17. Vuelta del Calvario. Agrupación de San Juan Evangelista. Cofradía California. Recopilación de texto de Diego Barahona Ortuño. Recuperado de www. sanjuancalifornio.org/?page_id=60. 18. Botí Copado, Arturo, La Agrupación de San Pedro, La Virgen del Silencio y La Magdalena, Tiara, nº 5, 1999. 19. Castellano Cervera, Jesús, Las mujeres miráforas junto al sepulcro. Carmelitas descalzas de León. Recuperado de www.carmelitasdescalzasdeleon. com/2019/04/22/las-miroforas/
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21 oración y el recogimiento ante la visión del tenebroso conjunto de escenas que transcurren por sus calles totalmente a oscuras. Ecce Homo, Cristo de los Mineros, Vuelta del Calvario y Virgen de la Esperanza precedidos por un único tambor con sordina y el estricto silencio de todos sus participantes, haciendo especialmente perceptible el tintineo de las lágrimas de cristal que golpean los hachotes de los penitentes y las tulipas de sus tronos, y acompañados por el canto de las innumerables saetas que se interpretan a su paso. Noches de Silencio, noche de penitencia, noche de oración. Noche en la que los californios manifiestan llanto y dolor ante la muerte del Redentor.
tradición hebraica, para el enterramiento de Cristo. La representación de María Magdalena en las escenas de la Pasión suele tener un carácter penitencial, bien penando por Jesús en el Camino al Calvario, abrazada al madero donde se halla crucificado Cristo, o formando parte de la comitiva fúnebre20. Mención aparte tiene su protagonismo en el pasaje denominado ‘Noli Me Tangere’, que narra la escena en la que Cristo Resucitado se apareció a María Magdalena que en principio no lo reconoció, pero cuando supo que era Jesús al hacer el ademán de tocarlo le dijo «No me retengas» (Noli me tangere), porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre».21
La noche del Jueves Santo, con la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros, los californios realizan una valiosa aportación a la iconografía de la Semana Santa de Cartagena. Cortejo lleno de piadosos símbolos que invitan a la reflexión, la
Y poniendo fin al desfile, el canto solemne de un miserere arropará la recogida de cada uno de sus pasos, y ante María, Esperanza California, las mudas voces de sus componentes romperán su voto de silencio con el canto emocionado de la Salve, poniendo así epílogo final a la Pasión California en la Semana Santa cartagenera. María Victoria Botí Espinosa
María Magdalena arrodillada junto a la Cruz en el Calvario, representada en su faceta penitencial, fue la configuración elegida para el nuevo paso de la Procesión del Cristo de los Mineros, imagen que los californios encargaron en 1957 a Juan García Talens, formando parte en este cortejo hasta que 1960, en el que al unir en un único desfile esta procesión con la del Silencio dejó, de procesionar.22 Como la imagen de María Magdalena realizada por Benlliure para Crevillente, la disposición de la figura se representa de rodillas ante la cruz, con los brazos decaídos ligeramente vencidos hacia atrás, cabeza alzada y expresión doliente, motivada por la atroz escena que ante ella se está desarrollado.
Ϯ Virgen de la Esperanza. Fotografía de José Diego García
20. Cabasco, Sergio y Abades, Jesús, Santa María Magdalena. Recuperado de www.lahornacina.com/dossiermagdalena.htm. 21. San Juan 20, 10-17. 22. Botí Copado, Arturo, La Agrupación de San Pedro, La Virgen del Silencio y La Magdalena, Tiara, nº 5, 1999.
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Ϯ Magdalena en el Calvario. Fotografías del Museo de la Semana Santa de Crevillente y Agrupación de San Pedro Apóstol
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Ϯ Manto de terciopelo azul de veinticuatro metros cuadrados, bordado en oro por Doña Consuelo Escamez Salmeron que procesiona la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza la noche del Jueves SanCOFRADIA to. Fotografía de José Diego García
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EVOLUCIÓN HISTÓRICA
de la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de Los Mineros “(…) procesión del Silencio –muda, callada, rompiendo con el grito estridente de sus tambores el misterio de la noche- ha de llevar consigo el alma de Cartagena” 1
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uando en 1928 los californios decidieron ampliar el número de desfiles que echaban a la calle, entonces limitado a la Magna Procesión del Prendimiento en Miércoles Santo y al Traslado de San Pedro en Martes Santo, con un nuevo desfile en la noche de Jueves Santo denominado Procesión del Silencio, quisieron llevar a cabo una procesión distinta, en la que la oscuridad y el silencio ayudaran a crear un ambiente que propiciara la oración, en la que la pálida luz de cirios y velas y el ronco y monótono sonido del tambor con sordina tocaran los corazones de espectadores y cofrades. No obstante, creemos que no esperarían que, casi un siglo después, esta procesión, sobria, solemne, austera, calara tan hondo en el sentir de los procesionistas y espectadores que contemplan su rápido discurrir como epílogo de la participación anual california en la Semana Santa de Cartagena. Como el resto de las procesiones cartageneras, el desfile de Jueves Santo ha ido cambiando a lo largo del tiempo, ha experimentado modificaciones, aunque con una especial contención por parte de la Cofradía California que considera, precisamente, que buena parte de su éxito se encuentra en no perder el espíritu que llevó a los cofrades a acompañar al Ecce Homo de una forma muy distinta a lo, entonces y seguramente también hoy en día, habitual en nuestra ciudad.
I.- LA CREACIÓN DE UN NUEVO Y PECULIAR DESFILE: LA PROCESIÓN DEL SILENCIO
taban los días de la Semana Santa con otras actividades de carácter ya no exclusivamente religioso.
El gran auge para las procesiones cartageneras que significó la incorporación de la clase burguesa a los puestos directivos de las cofradías desde el último tercio del siglo XIX tuvo, lógicamente, periodos más álgidos y momentos de relativo estancamiento. Probablemente uno de estos últimos coincidió con el mandato de Juan Sánchez Doménech como hermano mayor, que lo fue aproximadamente entre 1910 y 1920. No obstante, su sucesor Casiano Ros, marcó como contrapunto un periodo de gran desarrollo, caracterizado especialmente, pero no sólo por ello, por la adquisición de los tronos de Luis de Vicente para el Prendimiento, la Oración en el Huerto y el Ósculo. Del mismo modo, el ambiente que se respiraba en la ciudad con respecto a las procesiones era también muy propicio, pues se consideraba que estas eran la principal fiesta de la ciudad y que, por tanto, habían de ser potenciadas, no sólo por las cofradías, sino también por las instituciones locales, el comercio, etc. Pero para ello se hacía preciso que el ciclo procesional no estuviera limitado a los dos días tradicionales de Miércoles y Viernes Santo, sino que sería más adecuado que hubiera procesiones más días, convirtiendo el Traslado de San Pedro en una auténtica procesión y creando alguna otra para el Jueves Santo2, a la vez que se comple-
La nueva procesión, cuya gestación se inició en el Cabildo celebrado el 26 de marzo de 19273, se pretendía que no fuera una repetición de las ya existentes, sino que, probablemente siguiendo modelos ya establecidos en otras ciudades, se quiso llevar a cabo una procesión distinta que eliminara los defectos que una observación imparcial y atenta de los desfiles existentes en Cartagena indudablemente detectaba. Así, un articulista que firmaba con el seudónimo de “Un procesionista activo” escribió con anterioridad a la salida del nuevo desfile californio lo siguiente: “Los californios hacen muy bien en no hacer una procesión más y sí en constituir una procesión nueva, que tendrá el mejor aliciente que es el de dar a la Semana Santa cartagenera el aspecto de fe, de severidad y de efecto religioso que le faltaba (…) Así pues, nuestras procesiones son únicas, son incomparables, pero tienen poco aspecto de religiosidad y de penitencia”.4 Los principales defectos se atribuían a los participantes en las procesiones que, con sus actitudes, desdecían de la pretendida religiosidad y orden: el repartir caramelos, el que músicos, portapasos o incluso hermanos de la Cofradía fumaran durante la procesión, el volver las imágenes frente a algunos balcones del recorrido, etc.5
1. Óscar Nevado, El Porvenir, 5-3-1928 2. El Porvenir, 14-3-1928 y Botí Espinosa, María Victoria, “El esplendor cofrade de los años veinte y la primera salida de la Procesión del Silencio”, El Flagelo, XIII, 2003, pp. 29-31 3. La Verdad, 26-3-1927 y Cartagena Nueva, 27-3-1927 4. Cartagena Nueva, 11-3-1928 5. El Porvenir, 12-3-1928
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27 Para llevar a cabo este nuevo desfile procesional, tan distinto a los conocidos en la ciudad, se redactó algo insólito hasta entonces: el Reglamento de la Procesión del Silencio que fue publicado para general conocimiento en diversos periódicos locales.6 La mayor parte de los artículos de dicho Reglamento estaban destinados a organizar la procesión de forma que se mantuviera el orden y la severidad que se pretendía dar al nuevo desfile: necesidad de obtener una contraseña para poder participar en el desfile (artículos 1º, 2º y 9º); uniformidad de los hermanos, destacando el que todos ellos tendrían cubierta la cara por un capirote de raso negro, con excepción del hermano mayor, el capellán y unos ayudantes para transmisión de órdenes (artículos 3º a 6º); fijación de la posición exacta de cada hermano en la procesión (artículos 6º a 8º y 10º); actitud de los hermanos en la procesión: prohibición de hablar y de volverse (artículo 12º); etc. En definitiva, se trataba de realizar una nueva procesión en la que se le daba un valor extraordinario a la actitud de los hermanos en ella, al desfile en sí mismo, considerándolo como un garante de la seriedad, solemnidad y devoción, hasta el punto de que se estableció toda esta compleja reglamentación para conseguirlo. Es importante destacar que el orden, característica esencial hoy en día de nuestras procesiones, todavía no estaba implantado.
Así pues, la finalidad de todo este complejo proceso de la nueva Procesión del Silencio fue no sólo establecer el orden y la solemnidad, sino el realizar una pro-
Ϯ Ecce Homo sobre el trono del Prendimiento de Luis de Vicente. Foto Casaú
cesión distinta que, por lo que comentaba el ya citado “procesionista activo” se singularizara de las restantes procesiones de Cartagena. Así, este, antes de que se hubiera celebrado ninguna Procesión del Silencio hablaba ya de “lo atrayente del solemne desfile, al reflejo llameante de los hachones de cera que romperán las negruras de la noche en las calles silenciosas, haciendo oscilar las sombras de los severos penitentes al esparcir su temblorosa y vacilante luz, como si una bóveda de estrellas acompañase al cortejo. Alguna que otra vez, el doloroso lamento de una saeta se adentrará en los corazones del sobrecogido público; y presidiendo esta grandiosidad una imagen divina por su representación y sublime por su arte
reinará sobre todas las almas desde lo alto de su refulgente trono”.8 Finalmente, la procesión se vería completada con el Miserere que debía de celebrarse en el interior de Santa María de Gracia al terminar el desfile, estando limitado el acceso al templo, exclusivamente, a los participantes en la procesión. Aparte de su carácter de oración cantada, con el Miserere se pretendía completar, aún más si cabe, el ambiente de recogimiento de la procesión. De esta forma, el articulista antes citado decía: “al llegar a su Iglesia, el acto aumentará todavía en interés; y la ceremonia que tendrá lugar, solamente entre los cofrades encarnados, será de un sobrenatural aspecto”.9
6. El Porvenir, 28 y 29 de febrero y 2 de marzo de 1928; Cartagena Nueva, 10-3-1928 y El Eco de Cartagena, 14 y 15 de marzo de 1928 7. Cartagena Nueva, 8-3-1928 8. Cartagena Nueva, 13-3-1928 9. Cartagena Nueva, 13-3-1928
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No obstante, esta inquietud no era cosa sólo de los dirigentes de la Cofradía, sino que en la prensa se observaban también bastantes notas de apoyo a esta nueva concepción e, incluso, se aportaban sugerencias para la misma, como la de que el grupo de portapasos del Ecce Homo estuviera compuesto por hermanos de la Cofradía y no por personal asalariado, y llevaran también cubierta la cara.7 De hecho, la sugerencia fue tenida en cuenta, por lo menos en el aspecto de que llevasen la cara cubierta, pues en una fotografía de la primera salida a la calle de la procesión en 1929 se observa a los portapasos con el rostro cubierto.
28 de la Glorieta de San Francisco, Arco de Caridad, Caridad, Duque, Cuatro Santos, Jara y Aire.14 En este año en los datos de la prensa no se indica el horario de salida, pero al año siguiente sí, fijándose las 23.00 horas,15 para probablemente recogerse, dada la longitud del itinerario, después de medianoche. En estos años no hubo más modificación que la incorporación de un crucifijo en 193016 que saldría delante del sudario.
Ϯ Primera salida a la calle de la Procesión del Silencio. 28-3-1929. Foto Casau
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En cuanto a la composición de la procesión, según lo definido por el Reglamento, estaría formada únicamente por el sudario de la Cofradía, portado por el Secretario General y escoltado por los guiones que llevarían las borlas, los hermanos californios con cirios en dos filas, la presidencia con el Hermano Mayor y el Capellán, el trono del Ecce Homo, al que seguirían las promesas (mujeres con traje oscuro y hombres con túnica de percalina encarnada y mocho negro) y, finalmente, el clero. Como trono
Ϯ Ecce Homo. Benlliure. Foto Casaú
se utilizó el recientemente adquirido del Prendimiento de Luis de Vicente y como imagen la del Cristo del Prendimiento de Salzillo, aunque cabe la posibilidad de que, al menos el primer año de 1928, se utilizara la cabeza primitiva del Cristo fundacional de la Cofradía de Juan Porcel.10 La imagen iría vestida con una túnica de lamé de plata, corona de espinas y caña de oro y plata. No obstante, a pesar de todos los preparativos y el enorme interés que despertó entre los cartageneros la nueva procesión, cuya celebración había sido finalmente aprobada por el Cabildo General celebrado el 22 de febrero de 192811, no salió a la calle, ya que el Jueves Santo 5 de abril, se presentó un tiempo muy inestable, con vientos huracanados y frecuentes y violentos chaparrones que impidieron su salida12, aunque se celebró en el interior de Santa María de Gracia, a modo de procesión claustral y con la interpretación del Miserere cantado por Petra Fernández, Josefina de la Cuesta y los hermanos californios José Martínez y Jacinto Moncada, dirigidos por Camilo Pérez Monllor.13 Al año siguiente, ya sin problemas meteorológicos, la procesión discurrió con normalidad por el itinerario siguiente: Aire, Osuna, Mayor, Honda, lado norte
Finalmente, la Procesión del Silencio sólo salió un año más, en 1931, ya que, a partir de 1932, dadas las circunstancias relativas a la seguridad de las procesiones17, se consideró conveniente no celebrarla por la oscuridad en la que solía transcurrir. II.- LA RECUPERACIÓN DE LA PROCESIÓN DEL SILENCIO DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL Tras la Guerra Civil, los californios, a la vez que recuperaron la procesión de Miércoles Santo para el año 1940, también lo hicieron con la del Silencio, pues, realmente, disponiendo, como ya se disponía, de una nueva imagen del Cristo del Prendimiento, realizada por Carrillo Marco, y del trono de Luis de Vicente, salvado de la destrucción, poco más se necesitaba para organizar la procesión del Jueves Santo. Solamente se le realizaría una túnica a la imagen y se pidió prestada una corona al cofrade marrajo José Romero Font para que el Ecce Homo la portara.18 La procesión se celebró bastante austeramente, como era habitual desde su creación, aunque empezaron a aparecer sugerencias para organizarla mejor, intentando recurrir al sistema entonces y ahora en boga y que tan buenos resultados estaba dando para las otras procesiones: las agrupaciones. Así, en 1942 se comentó en la prensa la posibilidad de crear una Agrupación del Silencio, nombrando presidente al contralmirante Cristóbal González Aller, entonces Comandante General del Arsenal. Con esto también se aseguraba la ayuda de
10. Sobre la hipótesis de que el primer año se utilizara la cabeza del Cristo del Prendimiento tallada por Juan Porcel en 1748 y que se conservaba en la sala capitular de la Cofradía, véase Baño Zapata, Rafael Manuel, del, “El Cristo del Prendimiento de Juan Porcel: ¿Una imagen sin imagen?”, artículo publicado en La Lanzada, 2016, pp. 59-66 y en El Flagelo, XXVII, 2017, pp. 32-37 11. Cartagena Nueva, 23-2-1928 12. Cartagena Nueva, 7-4-1928 13. El Porvenir, 7-4-1928 14. El Porvenir, 22 -3-1929 15. El Porvenir, 12-4-1930 16. Cartagena Nueva, 13-3-1930 17. Baño Zapata, Rafael Manuel, del, “Una conmemoración olvidada: el 75 aniversario de la destrucción del patrimonio californio”, El Flagelo, XXII, pp. 38-41, 2012 18. Archivo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento (ACNPJPP), “Agradecimiento a José Romero Font por el préstamo de una corona para el Jueves Santo”, 25-3-1940, en Documentación de Secretaría General, 1940
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Lo que sí se realizó, aunque ya en el año 1944 y, como se puede comprobar, con muchas modificaciones a lo previsto inicialmente, fue la incorporación de la Virgen a la Procesión del Silencio, en el trono del Ósculo, al que se añadieron cuatro faroles, regalados por el Hermano Mayor23, en sus esquinas y cirios delante de la imagen, que iba acompañada por un tercio de penitentes que vestían túnica negra y escapulario.24 La primera participación de la Virgen en la Procesión del Silencio resultó bastante deslucida por el viento huracanado y el chispeo intermitente que caracterizó a esa noche.25 Para dicha procesión se utilizó la imagen de Sánchez Lozano, propiedad del Marqués de Fuente el Sol, que
Ϯ Virgen del Silencio sobre el trono de la Oración en el Huerto en su primera salida de 1944. Foto Archivo Gabriel Garrido
también se había utilizado en un par de ocasiones como Virgen del Primer Dolor el Miércoles Santo, antes de que Pérez Comendador realizara una nueva imagen en 1943. Es evidente que los californios no se encontraban a gusto con el aspecto final de la procesión, especialmente con el tercio y trono de la Virgen, pues se fueron realizando diversos cambios de poca entidad para mejorar el aspecto final: nuevos faroles de bronce realizados en la Casa del Niño Jesús de Valencia en 1945,26 sustitución del trono por el nuevo que se realizó para la Flagelación en 1947,27 procurar que los portapasos fueran con el rostro cubierto a diferencia de lo que parece que estaba ocurriendo,28 etc. De hecho, hasta en la prensa se decía que la “Procesión del Silencio no está lograda plenamente”, propugnándose que se incorporara algún paso más que diera sentido al momento que la procesión pretendía recoger.29 Esta consideración es muestra de la concepción imperante en esos momentos en la Semana Santa de Cartagena, que trataba de dar un carácter plenamente narrativo a la mayor parte de los desfiles procesionales, frente al
distinto carácter que habían tenido anteriormente y que ya no se entendía. La procesión, desde 1928, se regía por el Reglamento redactado por Casiano Ros y, atendiendo a los cambios que había experimentado esta en los últimos años, los californios decidieron que habría que reformarlo.30 Se envió una propuesta de modificación al Obispo con fecha 23 de febrero de 1948, siendo aprobada con alguna leve modificación por el prelado el 1 de marzo del mismo año.31 Los cambios fundamentales del Reglamento con respecto al de 1928 hacían referencia a la incorporación del trono de la Virgen, manteniendo el carácter exclusivamente masculino de la procesión, (artículo 1º), al vestuario del tercio de la Virgen que debía de ser túnica negra y capuz negro (artículo 6º), y a la recomendación de que los penitentes fueran rezando mentalmente el rosario durante la procesión, cosa que fue modificada por el Obispo, que lo sustituyó por la meditación de la Pasión, para evitar el posible murmullo que podría generar el rezo del rosario. Este último aspecto estaba contenido en el artículo 11º que sustituyó al del mismo número de 1928 que hacía referen-
19. El Noticiero, 9-7-1942. El nombramiento de Cristóbal González-Aller como presidente de la Agrupación del Silencio no se formalizó hasta noviembre de ese año: ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 14-11-1942 20. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 12-4-1944 21. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 26-4-1944 22. ACNPJPP, “Carta del Presidente de la Agrupación de San Pedro Apóstol al Hermano Mayor de la Cofradía California en relación a la participación de su Agrupación en las procesiones del Silencio y del Santísimo Cristo de los Mineros”, 14-3-1959, en Documentación de Secretaría General, 1959 23. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 12-4-1944 24. El Noticiero, 8-4-1944 25. ACNPJPP, Crónica-Memoria 1944 26. El Noticiero, 22-2-1945 27. El Noticiero, 1-4-1947 28. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 18-2-1956 29. Artículo de Juan Cualquiera (probable seudónimo de Juan Jorquera del Valle) en El Noticiero, 27-3-1945 30. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 9-4-1947 31. ACNPJPP, “Ampliación del Reglamento de la Procesión del Silencio que se propone al Excmo. e Ilmo. Señor Obispo de la Diócesis de Cartagena”, 23-2-1948, en Documentación de Secretaría General, 1948
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la Marina para mejorar la procesión. Se pretendía completarla con un trono de la Virgen, que estaba previsto que fuera realizado en plata repujada y que llevara palio, utilizando la imagen que había sido encargada a Pérez Comendador, y con un nuevo y monumental manto bordado en Cartagena.19 No obstante, parece que la mayor parte de estos proyectos no se llevó a la práctica y la Procesión del Silencio quedó al margen durante bastantes años de la organización en agrupaciones. Por su parte, la Agrupación de la Virgen pretendió hacerse cargo del tercio de esta, pues argumentaba que sus hermanos debían de acompañar a la Virgen siempre que saliese,20 aunque posteriormente se rectificó el acuerdo que se había tomado en Cabildo, decidiéndose que podrían formar el tercio “todos los hermanos de la Cofradía que lo soliciten”.21 Realmente al principio fueron exclusivamente hermanos de la Agrupación de San Pedro, que lógicamente tenían túnicas negras, quienes vistieron en este tercio, aunque posteriormente “se dio cabida en nuestras filas a los penitentes de otras agrupaciones, los cuales vistiendo túnica y capuz negro podían incorporarse a ella.”22 La situación del tercio del Ecce Homo entendemos que sería también la misma.
30 cia al “ferrocarril” que se utilizaba antes de 1929 para echar las procesiones a la calle por la puerta de la calle de San Miguel y que, lógicamente, ya no existía.
en el Ayuntamiento se pensaba que se celebraría sin problemas la procesión en la tarde del Sábado Santo, pues tanto en el Programa Oficial de Fiestas de la Ciudad,36 como en un anuncio de El Noticiero, que publicitaba su especial de Semana Santa con una fotografía a toda plana del Cristo de la Fe de Benlliure “que saldrá por primera vez en la procesión california del Sábado Santo”,37 como en una nota del 28 de marzo,38 se decía que la procesión tendría lugar a las 18.00 horas de dicho día.
III.- AÑOS POLÉMICOS. LA NUEVA PROCESIÓN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS MINEROS
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Con el auge de las agrupaciones de los años 40, la rivalidad entre californios y marrajos no hizo sino aumentar paulatinamente, motivando el intento de sorprender cada año a los cartageneros con novedades y mejoras del patrimonio cofrade. No obstante, se consideraba que había pocas posibilidades de aumentar las procesiones ya existentes con nuevos tercios y grupos escultóricos y que, tanto la procesión de Miércoles Santo como la de Viernes Santo habían llegado a su límite de crecimiento. El único margen de aumento posible era la jornada del, entonces así llamado, Sábado de Gloria, vacío de procesiones por impedirlo la liturgia de la Semana Santa, establecida por el Misal y el Breviario Romano en tiempos del Papa Pío V en el siglo XVI. Según esta, la celebración de la Resurrección (Vigilia Pascual) tenía lugar en la mañana del sábado, lo que descartaba cualquier procesión pasionaria que pudiera haber tenido lugar en la tarde o noche del Sábado Santo. Sin embargo, el 16 de noviembre de 1955 Pío XII publicó el decreto Maxima Redemptionis que obligaba a que la Vigilia Pascual tuviera lugar en las horas de la noche del sábado al Domingo de Resurrección, lo que abría la posibilidad de llevar a cabo alguna nueva procesión antes de la hora de celebración de dicha Vigilia. De esta manera, los californios y, especialmente, el hermano mayor Francisco Celdrán, empresario minero ansioso de favorecer a la Cofradía a la que acababa de regalar el manto azul de la Virgen, quisieron aprovechar la posibilidad litúrgica para crear una nueva procesión, ganando por la mano a los marrajos la jor-
Ϯ Virgen del Silencio en el trono antiguo de la Flagelación. Pérez Comendador. Foto Casaú
nada, acordándose la celebración de esta en el Cabildo Permanente que tuvo lugar el 28 de febrero de 1956: “(…)se acordó con grandes muestras de entusiasmo y a propuesta de nuestro hermano mayor don Francisco Celdrán sacar o celebrar el Sábado Santo, día 31 de marzo de este año, por la tarde la procesión del Santísimo Cristo de los Mineros”.32 Precisamente, la ocupación del Hermano Mayor fue determinante en la elección de la advocación principal de la procesión. De la misma manera, se acordó también inmediatamente solicitar permiso al Obispo y comunicarlo al Ayuntamiento.33 En el Archivo de la Cofradía hay constancia de la contestación municipal,34 pero no hay ningún rastro de que el Obispo contestara en ningún sentido en ese momento. No obstante, existe un documento en el Archivo de la Cofradía Marraja en el que el Obispo reconoce que, al menos, otorgó un permiso verbal para la procesión.35 De cualquier manera, en la Cofradía, en los medios de comunicación y
No obstante, debieron de haber problemas con la autoridad eclesiástica y no cabe descartar que hubiera también movimientos por parte de los marrajos en contra de la procesión california39, pues no se autorizó esta, según se decía en la prensa, “debido a coincidir la hora que tenía señalada la salida esta nueva procesión de la Cofradía California con los oficios que se celebrarán en la noche de hoy en el templo de Santa María de Gracia”,40 posponiéndose la procesión a la 1.00 de la madrugada del Domingo de Resurrección. La idea de que intervinieran los marrajos en este tema se sustenta en que, a pesar de que el cambio de hora de la procesión california era, según se decía, por coincidir con los oficios, que en realidad se celebrarían bastante más tarde, a la misma hora a la que estaba previsto que saliera a la calle la Procesión de los Mineros (18.00 h.), los marrajos echaron a la calle una procesión improvisada de la Soledad de María.41 La salida de dicha procesión debió de ser un recurso de última hora para evitar que los californios ocuparan definitivamente el día. Así, uno de los que participaron en dicha procesión, el que tiempo después que fue hermano mayor marrajo Pedro Ferrández Flores y que era penitente entonces del Santo Sepulcro, explicó en una entrevista que tuvo noticia de que debía participar en la misma al finalizar la procesión del Santo Entierro, ya en la madrugada de Sábado Santo: “cuando llegué a la iglesia y acabó el desfile del Santo Sepulcro (…) nos dijeron a los del
32. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 28-2-1956 33. ACNPJPP, “Escritos al Obispo y al Alcalde de Cartagena”, 1-3-1956, en Documentación de Secretaría General, 1956 34. ACNPJPP, “Carta del Alcalde al Hermano Mayor dando la conformidad a la Procesión de los Mineros el Sábado Santo”, 13-3-1956, en Documentación de Secretaría General, 1956, 35. Archivo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (en adelante ACNPJN), Carta del Obispo de Cartagena D. Ramón Sanahuja al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 14-7-1956. En ella el prelado reconoce que “se otorgaron en este año permisos verbales o escritos para organizar algunas procesiones nuevas a cofradías de solvencia y tradición reconocida”. 36. El Noticiero, 23-3-1956 37. El Noticiero, 22-3-1956 38. El Noticiero, 28-3-1956 39. Conversación mantenida con el mayordomo californio Pedro Pena Moreno, 30-1-2020 40. El Noticiero, 31-3-1956 41. El Noticiero, 2-4-1956
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Dada la negativa de la Iglesia a que la procesión saliera en la tarde del Sábado Santo de 1956 y al intempestivo horario en el que lo hizo finalmente, en 1957 los californios empezaron muy pronto las gestiones para normalizar la procesión, acordándose que el Hermano Mayor visitara al Obispo para que este determinara el día y hora en que debería celebrarse.43 Ya que no podía realizarse en Sábado Santo, por decisión del Obispo que decía que que “las procesiones esa tarde entorpecerían por lo menos, los actos litúrgicos de la noche del Sábado Santo,44 que también había prohibido a los marrajos que sacaran una procesión ese día,45 para los californios había dos posibilidades: el Viernes Santo por la noche, una vez finalizada la Procesión del Santo Entierro y el Jueves Santo, tras los oficios y compatibilizándola con la del Silencio. Se optó por esta última opción, pensándose primero en sacarla después de la del Silencio,46 aunque, finalmente, tras lo acordado en una reunión de las cofradías y con la autorización del obispo, según una nota publicada por el Arciprestazgo de Cartagena en la prensa, parece que fue a la inversa: salió a las 20.00 h. la de los Mineros y a las 23 h la del Silencio.47 El hecho de que se celebraran dos procesiones californias seguidas en la noche del Jueves Santo, a pesar del acuerdo inicial entre cofradías y de la intervención eclesiástica, motivó inevitablemente que la última de ellas estuviera en la calle todavía en los primeros momentos del Viernes Santo, cosa que ya había ocurrido en ocasiones anteriores con la Procesión del Silencio sin que se hubieran producido incidentes y que era previsible dada la hora anunciada de salida de dicha procesión. El pasacalles de los granaderos marrajos de la madrugada de Viernes Santo” empezó a celebrarse con la procesión califor-
nia todavía en la calle, provocándose graves e importantes enfrentamientos, que sólo conocemos por la tradición oral y por veladas insinuaciones en documentos, ya que la prensa de la época silenció estos hechos. Así, en el Cabildo Pleno de Mesa posterior a Semana Santa se dieron “detalles en relación con los bochornosos y repudiables incidentes cometidos contra nuestra procesión”,48 pero dichos detalles no figuran en el acta. De la misma forma se decidió crear una Comisión que tratase el asunto con las “autoridades civiles, eclesiásticas y militares” y felicitar oficialmente “al Capitán Jefe de las fuerzas de Policía Armada por la actuación de las mismas al frente del teniente Mediavilla en la noche del Jueves Santo, así como también al Sr. Coronel Jefe del Regimiento de Artillería de Costa de esta plaza por la actuación acertada de las fuerzas del piquete de la misma al mando del teniente Vivancos”. El propio hermano mayor marrajo Antonio Ramos Carratalá reconoció en su Cabildo General de 1958 “los lamentables incidentes en las noches del Jueves y Viernes Santo de 1957, producidos por exceso de pasión en elementos de las Cofradías California y Marraja”.49 No obstante, a pesar de los comentarios en cabildos y tertulias procesionistas, parece que lo que realmente se hizo fue dejar un plazo prudencial de tiempo tras los desagradables acontecimientos de la Semana Santa de 1957 “pues han de serenarse los espíritus y tratar el problema con más serenidad”.50 La siguiente noticia relativa a este tema se produjo ya al comienzo del año siguiente, en el que se celebró una reunión en el despacho del Alcalde a la que asistieron los hermanos mayores de las tres cofradías, un mayordomo de cada una de ellas, el representante del Obispo, Juan de Dios Balibrea, y el arcipreste Gabriel Cebrián, con el fin de establecer un acuerdo que evitara nuevos incidentes.51 Por las distintas informaciones obtenidas de diversas fuentes en relación a la reunión,
Ϯ Carro bocina para la procesión del Cristo de los Mineros con el Arca de la Alianza y la Cruz de la Flagelación. Foto Sáez. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1959
ya que no hay un documento oficial que recoja todo lo tratado, lo que parece que quedó establecido fue la no celebración el Sábado Santo de ninguna procesión, aunque si finalmente se celebrara alguna tendrían preferencia para ello los marrajos, las diversas alternativas para la celebración de la procesión de los Mineros (Domingo de Ramos, Martes o Jueves Santo, teniendo en cuenta que si se celebraba este último día debería estar recogida antes de la 1.00 de Viernes Santo)52 y la necesidad, señalada por el Alcalde, que es importante recordar que en ese momento era el sanjuanista marrajo Miguel Hernández Gómez, de que “el horario debe de ser en forma de que la llamada para una procesión sea una hora después de recogida la procesión anterior”.53 No obstante, a pesar de lo acordado en la reunión anterior, el Vicario General de la Diócesis prohibió la celebración de la Procesión de los Mineros,54 por lo que se adoptó el acuerdo por parte de la Cofradía de que, si no se autorizaba dicha procesión, no se celebraría nin-
42. Pagán Pérez, Alfonso, “La imagen de la Virgen de la Soledad de los Pobres y la Procesión del Sábado Santo”, Soledad, 2011, pp. 8-16 43. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 25-2-1957 44. ACNPJN, Carta del Vicario General del Obispado D. Juan de Dios Balibrea Matás al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 7-4-1956 45. ACNPJN, Carta del Obispo de Cartagena D. Ramón Sanahuja al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 30-4-1956 y Carta del Obispo de Cartagena D. Ramón Sanahuja al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 14-7-1956 46. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 2-4-1957 47. La Verdad, 16-4-1957 48 ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 22-4-1957 49. El Noticiero, 20-2-1958 50. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 22-4-1957 51. El Noticiero, 17-1-1958 52. Las condiciones están recogidas en diversas fuentes: Intervención del Hermano Mayor Marrajo en el Cabildo General de 1958, ACNPJN, Libro de Actas de Cabildos Generales y Juntas de Mesa, 1-2-1958, citado por Págán Pérez, Alfonso op. cit., o en Mínguez, Francisco, “Un alcalde, una batalla y dos procesiones”, Ecos del Nazareno, 1998, p. 7. 53. ACNPJPP, Copia del Acta de la Sesión de la Comisión Municipal Permanente de 7 de febrero de 1958 del Ayuntamiento de Cartagena 54. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 13-2-1958
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tercio que debíamos venir vestidos con el traje de la agrupación la tarde del sábado para la procesión de la Soledad”.42
32 ter totalmente distinto (pues la de los Mineros contaba con música, luz eléctrica, etc.) iba en detrimento de ambas y se propugnaba por algunos californios la no celebración de la de los Mineros o la fusión en una sola. No obstante, esta era una cuestión casi personal para el Hermano Mayor quien afirmó que dicha procesión “sale y saldrá”.59 Finalmente, tras celebrarse de nuevo en 1959 ambas procesiones por separado, en 1960 se decidió la unificación en una sola que pasó a denominarse del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros.60
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Ϯ Vuelta del Calvario con las imágenes de San Juan y la Virgen de Benlliure sobre el trono de la Oración en el Huerto. Archivo Luis Linares
Entretanto los marrajos durante estos años habían bordeado, hasta cierto punto, la decisión episcopal de que no se celebraran procesiones el Sábado Santo. Efectivamente, al igual que los californios, respetaron la decisión de no hacerlo durante la tarde de dicho día, pero entre 1957 y 1959 llevaron a cabo diversas apariciones públicas, una vez finalizada la procesión del Santo En-
tierro, ya en la madrugada de Sábado Santo.61 Así, habitualmente en un corto recorrido por las cercanías de Santa María, los penitentes de la Soledad llevaron a cabo en 1957 y 1958 un rosario con los capuces en la mano y, en 1959 participaron penitentes de varias agrupaciones con hachotes de cera y portando el trono con la imagen de la Soledad de los Pobres que acababan de adquirir.62 El hecho de que la Cofradía Marraja decidiese encargar esta imagen, junto con el grupo del Santo Enterramiento, a González Moreno parece indicar que tenían cierta seguridad de que, antes o después, se les autorizaría la procesión del Sábado Santo.63 Finalmente, tras la decisión de los californios de unificar las procesiones del Silencio y de los Mineros, estos vieron con sorpresa y considerándolo un agravio comparativo que, para ese mismo año de 1960, se autorizaba una procesión marraja para el Sábado Santo,64
guna de las californias,55 aunque continuaron las gestiones discretas conducentes a poder celebrarla. El Miércoles de Ceniza no hubo llamada california, aunque, finalmente, tras las negociaciones se anunció en Cabildo Permanente días después que habían “desaparecido los obstáculos que existían para la celebración de todas nuestras procesiones, gracias a Dios y a las acertadas gestiones que por la comisión nombrada al efecto se han llevado a cabo”.56 Así, la procesión de los Mineros se celebró en 1958 también el Jueves Santo, prácticamente a la misma vez que la del Silencio. Esta saldría a las 20.30 horas “y a continuación la del Santísimo Cristo de los Mineros”.57 El horario de recogida de ambas procesiones está reseñado en la prensa del año siguiente, indicando que la del Silencio se recogió a las 23.10, mientras que la de los Mineros comenzó su entrada a las 23.40 y finalizó totalmente a las 0.25 del Viernes Santo.58 En la Cofradía había cada vez un mayor sentimiento de que realizar las dos procesiones seguidas que tenían un carác-
Ϯ Tercio, vestido por sanpedristas y trono de la Virgen del Silencio. Jueves Santo. 1944. Foto de Archivo Gabriel Garrido
55. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 13-2-1958 y Cabildo General, 19-2-1958 56. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 1-3-1958 57. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 19-3-1958 58. El Noticiero, 27-2-1959 59. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 9-3-1959 60. ACNPJPP, Cabildo General, 2-3-1960 61. Pagán Pérez, Alfonso, Op. cit. 62. El Noticiero, 28-3-1959 63. El Hermano Mayor Marrajo solía insistir cada año solicitando autorización para celebrar una procesión el Sábado Santo y se le denegaba. No obstante, en una ocasión el Vicario General le dijo a Antonio Ramos “Dejemos pasar el tiempo a ver si los criterios varían”. ACNPJN, Carta del Vicario General del Obispado D. Juan de Dios Balibrea Matás al Hermano Mayor D. Antonio Ramos Carratalá, 28-2-1957 64. ACNPJN, Libro de Actas de Cabildos Generales y Juntas de Mesa, 14-4-1960 (Cabildo de las Yemas), en Pagán Pérez, Alfonso, Op. cit.
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IV.-LA COMPLICADA CONFORMACIÓN DE LA PROCESIÓN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS MINEROS (1956-1959) Y DE LA DEL SILENCIO Y SANTÍSIMO CRISTO DE LOS MINEROS (1960-1990) En el proceso de ampliación del número de desfiles procesionales de la Cofradía California en general no se realizaron nuevas adquisiciones patrimoniales ya que, utilizando el patrimonio ya existente, con algunas modificaciones de carácter menor, se consiguió realizar nuevas procesiones. Así, con la Procesión del Silencio ocurrió esto desde su origen en 1928 y también después de la Guerra Civil, pues se utilizaba la imagen del Cristo del Prendimiento como Ecce Homo, suprimiendo los sayones que lo acompañan el Miércoles Santo, y modificando su vestuario. Cuando se incorporó la Virgen, ocurrió también algo similar. De esta forma, cuando el Hermano Mayor planteó realizar la nueva Procesión de los Mineros se quiso hacer lo mismo, es decir, utilizando el patrimonio existente con algunas modificaciones, llevar
a cabo una procesión nueva. Así, se redactó un proyecto de procesión66 que, en líneas generales, era el siguiente: Abría la procesión un grupo de representación con el sudario de la Cofradía y diversos enseres de los que utilizaban el Miércoles Santo el Ósculo, la Flagelación, la Cena, la Virgen y San Juan, que iría acompañando al carro bocina, formado por el trono que salía el Domingo de Ramos sobre el que se colocaría al Arca de la Alianza, que lleva en su parte superior dos ángeles, y, entre estos, la cruz de plata de la Flagelación. A continuación, irían dos tercios, uno, encabezado por el sudario de la Flagelación y vestido con las túnicas rojas del Prendimiento y capas negras, portando los hachotes de la Cena con lámparas amarillas y la imagen del Cristo de los Mineros, representado por la imagen cedida por la Parroquia del Carmen del Cristo de la Fe de Benlliure (aunque se llegó a plantear utilizar el Cristo de los Mineros de La Unión).67 La imagen iría sobre la peana de la Flagelación. El segundo tercio, llamado según el proyecto “de la Santísima Virgen de la Esperanza”, vestiría las túnicas negras de San Pedro y las capas azules de la Virgen, portaría el sudario del Ósculo y acompañaría a la imagen de la Virgen de Benlliure entronizada en la peana de la Cena, portando el manto azul que había regalado Francisco Celdrán. Este proyecto finalmente no se llevó a cabo tal y como se había planteado, sino que experimentó modificaciones en la procesión que se celebró en la madrugada del Domingo de Resurrección de 1956: el Cristo de los Mineros se colocó en el trono del Prendimiento, escoltado por cuatro soldados romanos, se formó un nuevo grupo no previsto inicialmente, denominado Vuelta del Calvario, que estaba compuesto por la Virgen y San Juan de Benlliure “en artística combinación”68 sobre el trono de la Oración en el Huerto y, cerrando la procesión, la Virgen de Pérez Comendador, que, a pesar de lo indicado en el proyecto,
no se llamaba todavía de la Esperanza, sino simplemente Virgen Dolorosa en el trono de la Cena. Cerraba la procesión una escolta de granaderos y figuraron representantes del Ayuntamiento de La Unión, mineros, un juez y un representante del periódico Madrid. En 1957 se pretendió hacer la procesión con la misma estructura y composición, pero había una notable diferencia que lo complicaba con respecto al año anterior. En 1956 sólo había una procesión en la calle en la madrugada de Domingo de Resurrección, sin embargo en 1957 coincidían a la vez dos procesiones en Jueves Santo, con lo que, en primer lugar no se podía utilizar el trono del Prendimiento para el crucificado de la parroquia del Carmen cuyo préstamo se volvió a solicitar, pues se usaba para el Ecce Homo, y, en segundo lugar, faltaba una imagen de la Virgen, pues si se utilizaba la de Benlliure en la Vuelta del Calvario, la de Pérez Comendador sólo podía salir cerrando en una de las dos procesiones. Las complicadas maniobras que hubieron de realizar los californios para poner ambas procesiones en la calle a la vez son estudiadas en otro artículo de esta misma publicación69, siendo necesario resaltar que la falta de documentación escrita en relación a qué tronos e imágenes se utilizaron cada vez, y la falta de certeza en cuanto a su datación de las fotografías existentes provocan que las conclusiones a este respecto no puedan considerarse totalmente definitivas. No obstante, lo que cabe concluir es que hasta 1958 se utilizó el Cristo de la Fe de la parroquia del Carmen70, que fue sustituido por el de los Mineros de Talens en 1959,71 para la Vuelta del Calvario se utilizaron distintas combinaciones de imágenes, fundamentalmente con el San Juan y la Virgen de Benlliure, y para el trono de la Virgen que cerraba la procesión, en 1957 y 1958 se pudieron utilizar imágenes prestadas de la Parroquia de Los Dolores72 y de la de Torre Pacheco.73 Además, a partir de 1957 participó otro
65. ACNPJPP, Cabildo Permanente, 17-4-1960 66. ACNPJPP, “Proyecto de Procesión del Santísimo Cristo de los Mineros, patrocinada por las empresas mineras de Cartagena y bajo la dirección de la Cofradía California”, en Documentación de Secretaría General, 1956 y Paredes Salmerón, F.J., “Hace 50 años. Nuestro Jueves Santo”, Haz de Lictores, 11, 2010, pp. 27-32 67. Ródenas Rozas, F.J. y Mouzo Pagán, R., La Semana Santa Minera. Historia de los desfiles pasionales en La Unión, citando a Sáez García, A., El templo del Rosario de La Unión, 1982 68. El Noticiero, 2-4-1956 69. Huertas Amorós, Ángel Julio, Las imágenes de la Procesión del Silencio. Un recorrido por su historia 70. ACNPJPP, “Agradecimiento al Cura Párroco de la Iglesia del Carmen por la cesión del Cristo de la Fe para la Procesión de los Mineros”, 17-4-1958, en Documentación de Secretaría General, 1958 71. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 18-3-1959 72. ACNPJPP, “Agradecimiento al Cura Párroco de Los Dolores por su participación en la Procesión del Silencio”, 17-4-1957, en Documentación de Secretaría General, 1957 (por el texto podría interpretarse que, además de participar el sacerdote en la procesión prestó la imagen de la Virgen) 73. ACNPJPP, “Agradecimiento al Cura Párroco de la Iglesia de Torre-Pacheco por la cesión de una imagen de la Virgen para la Procesión”, 18-4-1958, Documentación de Secretaría General, 1958
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tras haber afirmado el Obispo “que no autorizaría a nadie a sacar procesiones en Sábado Santo”.65 Se decidió entrevistarse con el arcipreste para analizar el tema y este señaló que el Obispado había autorizado a los marrajos a celebrar dicho día “una procesión de penitencia y que nosotros podíamos pedir otra y que seguramente la autorizarían”. Ante esto hubo división de opiniones: quienes, como Juan Alessón, consideraban que por el prestigio de la Cofradía “había que solicitar del Obispado autorización para una procesión en Sábado Santo para el año que viene” y quienes, como Salvador Sánchez Vila, consideraban “que no son necesarias más cosas nuevas sino aumentar la riqueza de lo que tenemos”. Finalmente, en ese Cabildo no se decidió nada y en años siguientes el asunto quedó tal y como estaba.
34 cional” (Martes y Miércoles Santo). Finalmente, parece que, a pesar de lo que indicaron, aceptaron salir dicho año76 tanto con la Virgen del Silencio como con la Magdalena ya que, en el orden de la procesión de los Mineros que publicó El Noticiero el día antes de esta, aparecía “tercio y trono de la Magdalena”,77 y también existe un escrito en el Archivo de la Cofradía en el que esta solicita a la Unión Eléctrica S.A. apoyo de material eléctrico “para cuatro tronos y un carro bocina de la Procesión del Cristo de los Mineros”78 (dichos tronos serían el Cristo de los Mineros, la Magdalena en el Calvario, la Vuelta del Calvario y la Virgen).
Ϯ Tercio del Cristo de los Mineros con el sudario del Ósculo. Foto Sáez. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1959
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trono, el de la Magdalena en el Calvario, obra de García Talens, cuyo tercio era vestido por la Agrupación de San Pedro Apóstol,74 que de esta forma se veía obligada a desdoblarse esa noche, dado que también participaba en el tercio de la Virgen del Silencio. Muchos californios consideraban que el tener dos procesiones en la calle a la vez iba en detrimento de ambas y del patrimonio de la Cofradía, tanto de imágenes como de tronos y vestuarios de penitentes, por lo que, a la vez que había partidarios de unificar ambas procesiones, también existían agrupaciones que acusaban el esfuerzo que esto suponía. Este fue el caso de la Agrupación de San Pedro que se veía obligada, como se ha comentado, a participar en los tercios de la Virgen del Silencio y de la Magdalena en dos procesiones distintas a la vez. Ello motivó que en la Cuaresma de 1959 se dirigiera al Hermano Mayor para manifestar la renuncia a vestir el tercio de la Magdalena por estar “recargada de trabajo”75 y preferir dedicarse a las procesiones que para dicha Agrupación tienen “un sabor tradi-
A partir de 1960 con la unificación de ambas procesiones desaparecieron en parte los problemas de imágenes, quedando constituida la Procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros con cuatro tronos y una pequeña representación que abría el desfile con una cruz tumbada. Los tronos eran el Ecce Homo, con la imagen del Cristo del Prendimiento de Benlliure, Cristo de los Mineros de García Talens y Virgen con la imagen realizada por Pérez Comendador. La Magdalena en el Calvario desapareció como paso aislado y solamente fue la Vuelta del Calvario la que estuvo experimentando diversas composiciones con imágenes de otros pasos californios, como la que aparece en una fotografía, no datada con exactitud, en que el grupo está compuesto por la Magdalena, dirigiendo su mirada a la cruz, delante de la cual se encuentran una imagen de la Virgen (que podría ser la de Talens), flanqueada por el San Juan de la Cena y por otra imagen situada de pie que podría ser el hebreo de la Entrada en Jerusalén o el discípulo que está en pie en la Cena. Estas composiciones algo extrañas y que tenían un cierto regusto teatral, conformadas casi más por el atrezo que se añadía al paso que por la intención con la que hubieran sido talladas por sus autores, desaparecieron cuando la Agrupación de San Juan, que
estaba a cargo de la Vuelta del Calvario, se comprometió a hacer imágenes en exclusiva para dicho paso.79 De esta forma Sánchez Lozano talló una copia del San Juan de Benlliure en 196980 para la procesión de Jueves Santo, completando el grupo en 197181 al realizar una Virgen Dolorosa, copia de la de Salzillo destruida en 1936, y una Magdalena, restaurando también la Virgen de Talens que convirtió en María Cleofás. Quizás por el gran tamaño del trono sobre el que desfilaba el grupo, que era el actual del Juicio de Jesús, en 1975 el californio Francisco Alarte esculpió las imágenes de los dos ladrones, Dimas y Gestas, en sendas cruces que, por su poca calidad, fueron eliminadas al poco tiempo.82 Con respecto a los tronos hubo que adoptar también medidas en el mismo sentido, pues si las imágenes sufrían con el trasiego, también ocurría lo mismo con las peanas. De esta forma, en 196483 se estrenaron las de la Virgen y la del Cristo de los Mineros, obra de Rafael Terón que también se utilizó para la Entrada en Jerusalén el Domingo de Ramos e incluso para Santiago el Martes Santo. Posteriormente, la cofradía construyó otro trono, obra también de Rafael Terón, con destino a la Santa Cena que quedó durante varios años sin dorar y sin salir en procesión84. Como esta Agrupación finalmente renunció a cambiar su trono, la Agrupación de San Juan decidió dorar esta peana inconclusa y que se destinara a la Vuelta del Calvario.85 Al unificarse las dos procesiones hubo que solventar algunos detalles que chirriaban un poco por el carácter distinto que habían tenido ambas en origen. En primer lugar, al Miserere se le quiso dar mayor espectacularidad, celebrándolo durante la procesión en la calle Campos donde lo cantaría un orfeón, comprimiendo los tercios y reuniendo en dicho lugar los cuatro tronos.86 Parece ser que la innovación no salió bien, pues, según Francisco de la Cerra, se aburría
74. Botí Copado, Arturo, “La Agrupación de San Pedro, la Virgen del Silencio y la Magdalena”, Tiara, 5, 1999, pp. 14-15 75. ACNPJPP, “Carta del Presidente de la Agrupación de San Pedro Apóstol al Hermano Mayor de la Cofradía California en relación a la participación de su Agrupación en las procesiones del Silencio y del Santísimo Cristo de los Mineros”, 14-3-1959, en Documentación de Secretaría General, 1959 y Cervantes, Fulgencio, “Historia de la Agrupación (XXIV), 1959”, Tiara, 24, 2018, pp.26-28 76. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 18-3-1959 77. El Noticiero, 25-3-1959 78L ACNPJPP, “Escrito al Director de la Unión Eléctrica, S.A. solicitando un equipo de palos o enganches para la toma del fluido eléctrico de la red para cuatro tronos y un carro bocina para la procesión del Cristo de los Mineros”, 24-3-1959, en Documentación de Secretaría General, 1959 79. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 2-5-1969 80. www.sanjuancalifornio.com. Consultada el 1-2-2020 81. El Noticiero, 25-3-1971 y El Noticiero, 7-4-1971 82. Ortiz Martínez, Diego, La Semana Santa de Cartagena a través de sus imágenes desparecidas, 1998, p. 40 83. ACNPJPP, Cabildo General, 26-2-1964 84. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 17-5-1965, Cabildo Pleno de Mesa, 10-5-1966, Cabildo Pleno de Mesa 2-5-1969 85. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 22-2-1971 86. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 28-2-1960
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35 el público.87 Finalmente se trasladó a la puerta de la iglesia, tal y como se celebra actualmente. Otro aspecto de distorsión eran los tambores y la iluminación eléctrica que utilizaban los tercios y tronos que provenían de la antigua procesión de los Mineros y que rompían el silencio y la oscuridad característicos de la Procesión del Silencio. La solución adoptada fue que debía prevalecer el carácter de la primitiva procesión del Silencio, por lo que se acordó que solamente figuraría un tambor con sordina a la cabeza del desfile y que el sistema de iluminación que se utilizaría sería el de cera, solicitando además de forma generalizada el apagado de luces a comerciantes y vecinos de las calles por las que trascurría la procesión.88 También se acordó implantar la lectura del Reglamento de la Procesión del Silencio antes de que comenzara esta, como forma de recordar a los participantes el espíritu de la misma. Por último, se decidió que el tradicional acompañamiento de promesas y señoras con mantilla tras algunos pasos californios se redujera exclusivamente al que iría detrás de la Virgen de la Esperanza en esta procesión.89
Ϯ Vista del manto azul de la Virgen en la procesión de los Mineros. Trono de la Santa Cena
go la Cofradía o, en algún caso, alguna agrupación. Al unificarse ambas procesiones se incidió de nuevo en la idea de las agrupaciones por parte de la Cofradía, pero empezando en vez de por la base (los hermanos californios) por la cúspide. De esta forma, lo primero que se hacía era nombrar a un presidente de prestigio o adinerado que pudiera aportar medios económicos, como ocu-
rrió en 1960 con la Virgen del Silencio, cuando se nombró presidente al ingeniero director de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, Rafael de la Cerda,90 con la intención no declarada pero evidente de que el organismo sufragara un nuevo trono para la Virgen. Como esto no ocurrió, poco después también para la Virgen, Balbino de la Cerra propuso que se nombrara presidente a
87. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 12-5-1960 88. ACNPJPP, Cabildo Pleno de Mesa, 21-5-1962 89. ACNPJPP, Cabildo de Mesa Permanente, 14-3-1986 90. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 18-2-1960
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Un último aspecto que influyó en la evolución en estos años de la procesión fue el organizativo. En la Cofradía se había implantado desde finales de los años 20 el sistema de las agrupaciones, entendiendo por tales grupos de hermanos de la Cofradía que se ocupaban de buscar todos los años los medios económicos para sufragar los gastos del paso de su devoción y que se encargaban de vestir los trajes del tercio respectivo durante la procesión. Este sistema, tan exitoso para Martes y Miércoles Santo, no se llegó a aplicar en las procesiones del Silencio y del Santísimo Cristo de los Mineros. Así, vimos como en los años 40 se quiso constituir una Agrupación del Silencio que, según las características antes enunciadas, realmente no era tal, pues lo único que se hizo fue nombrar un presidente que ni siquiera era californio y que pronto fue olvidado. Durante bastante tiempo, penitentes de diversas agrupaciones vistieron los trajes de estos desfiles, más por que el color de sus túnicas fuera el adecuado, que por la devoción que pudieran tener a las imágenes. De los gastos habitualmente se hacía car-
36 oficializado con el nombramiento como presidente de Luis Linares, destacado sanjuanista.94 El Cristo de los Mineros, por su parte, entró bajo los auspicios de la Agrupación de la Santa Cena, en una época de especial esplendor para dicha Agrupación de quien dependía también el tercio de Santiago Apóstol.95 Finalmente, aunque no hemos localizado documentación al respecto, el Ecce Homo estaba, lógicamente, bajo la del Prendimiento y la representación que abría la procesión bajo la del Ósculo, cuyo sudario portaban algunos penitentes portando también una cruz tumbada. V.- LOS ÚLTIMOS AÑOS(1990-2020). LA PROCESIÓN ACTUAL Y EL PROBLEMA DEL HORARIO
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Ϯ Magdalena en el Calvario sobre el trono del Ósculo. Archivo Gabriel Garrido
Mamerto Melgarejo, presidente de los Agentes Comerciales, y poner el tercio y trono bajo la protección de dicho Colegio.91 A pesar de este nombramiento, realmente el tercio y trono de la Virgen de la Esperanza, que a partir de este momento recibió dicho nombre oficialmente también a propuesta de Balbino, estaban bajo los auspicios de la Agrupación de la Virgen del Primer Dolor, cuyos hermanos eran los únicos encarga-
dos de vestir el traje de ese tercio desde ese mismo año.92 Los restantes tercios de Jueves Santo en realidad se constituyeron también en filiales de otros de la procesión de Miércoles Santo, de quienes dependían totalmente.93 La Vuelta del Calvario siempre lo había estado con respecto al de San Juan, pues en la práctica eran quienes aportaban los penitentes, quedando
Los californios habían conseguido conformar, a pesar de la ampliación con los pasos de la del Cristo de los Mineros y tras años de evolución, una procesión que mantenía el espíritu original que le habían otorgado los californios de 1928 a la del Silencio: solemnidad, devoción, silencio, oscuridad. Por ello, una vez alcanzado el estado en que se encontraba la procesión, en diversos cabildos se abogó por no tocar nada de la misma.96 No obstante, estos años han sido de especial desarrollo de las procesiones y ha sido frecuente la creación de tercios filiales o femeninos en algunas agrupaciones para acoger a más penitentes. Ello motivó con respecto a esta procesión diversos intentos de ampliarla, como con el denominado paso de Los Afligidos97 de la Agrupación de la Flagelación o con el del Cristo de la Sed de la de la Oración en el Huerto que, por diversos motivos, finalmente no se llegaron a materializar. Los únicos cambios que se han producido realmente en la procesión han sido que los tronos del Ecce Homo, Cristo de los Mineros y Virgen de la Esperanza ha pasado a ser portados a hombros, como otros muchos de la Semana Santa de Cartagena, y la incorporación de la Sección de Honores cerrando la procesión ante la disminución de los efectivos militares que impiden la salida de piquetes en todas las procesiones. Y también, que antes de la procesión se ha instaurado el acto
91. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 22-2-1963. Dicha protección perduró, más ficticia que realmente, hasta 1982: Cabildo Permanente, 13-4-1982 92. ACNPJPP, “Recordatorio de los acuerdos que se tomaron en la reunión celebrada el día 1 de junio de 1962 entre los presidentes de cada agrupación”, en Documentación de Secretaría General, 1963 93. ACNPJPP, Junta de Gobierno, 26-4-1983 94. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 3-2-1964 95. ACNPJPP, “Gastos 1968 Santiago Apóstol, Santa Cena y Cristo de los Mineros”, en Documentación de Secretaría General, 1968 96. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 19-4-1994 97. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 14-2-1983 98. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 15-3-1996. “Resumen del escrito enviado al Obispado en relación a la procesión de Jueves Santo” 99. ACNPJPP, Cabildo de Mesa, 19-4-1994
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Por otra parte, tras los incidentes de 1957 y los acuerdos de 1958, la procesión se debía recoger antes de la 1.00 del Viernes Santo y los pasacalles marrajos debían de comenzar al menos una hora después de dicha recogida. No obstante, con el fin de evitar incidentes en tiempos del hermano mayor californio Alessón y del hermano mayor marrajo Lara, la procesión del Silencio se fue recogiendo cada vez más temprano y los pasacalles comenzaron también cada vez más temprano,98 convirtiendo en “costumbre establecida” lo que, al fin y al cabo, era un gesto de prudencia. Ese estado de cosas se rompió nuevamente el Viernes Santo de 1994, en tiempos de Carlos Ferrándiz como hermano mayor, dado que el cambio al horario de verano había provocado que no oscureciera totalmente hasta pasadas las 21.15 horas, y que hasta después de dicha hora no comenzara la procesión, haciendo que la Salve a la Virgen de la Esperanza, con la que finaliza la Procesión del Silencio, se cantase ya en los primeros minutos de Viernes Santo. En ese momento los granaderos marrajos irrumpieron en la calle del Aire, lo que provocó nuevamente incidentes, desde luego no tan graves como los de 1957, pero sí igualmente desagradables, pues los californios consideraron que se había faltado gravemente el respeto a la Virgen por los granaderos marrajos y su Hermano Mayor, que iba a la cabeza del pasacalles.99 Nuevamente, como en 1957, se dejó pasar un tiempo para serenar los ánimos, pero se consideró que había que dar una solución al tema, pues también en 1995 la Procesión del Silencio volvía a verse afectada por el cambio de horario. Por ello el obispo Javier Azagra dictó un decreto por el que la procesión saldría a las 21.15 y debería estar finalizada a las 0.15 horas, mientras que la aparición pública de los granaderos no debía de iniciarse antes de las 0.45 horas.100 El Obispo dictó el decreto “de-
seando favorecer el clima de entendimiento y fraternidad de toda la gran familia nazarena de nuestra Ciudad de Cartagena, y evitar cuanto pueda desdecir de la dignidad, del mutuo respeto y de la ejemplaridad religiosa y ciudadana que deben dar siempre ejemplo las Cofradías Pasionarias”, y fue cumplido escrupulosamente por ambas Cofradías.
para el futuro debía ser la Junta de Cofradías la que llegara a un acuerdo al respecto104, cosa que, evidentemente, no ha ocurrido, produciéndose a partir de ese año la recogida de la Procesión del Silencio, a costa de considerables esfuerzos de portapasos y penitentes, siempre antes de la medianoche e, inmediatamente después, a las 0.05 la salida de los pasacalles marrajos.
Sin embargo, en 1996, volvían a concurrir las mismas circunstancias, entendiendo los californios que el decreto del año anterior debía de seguir en vigor. No lo entendían así los marrajos que consideraban que había sido dictado única y exclusivamente para 1995. Los rumores en los círculos procesionistas se extendieron y el Obispado dio a entender que dictaría un nuevo decreto de similares características al del año anterior. Ante ello, en la prensa, que en Cuaresma publica secciones relativas a procesiones, se indicó que “El Obispo vuelve a obligar a los marrajos a ceder en la noche de Jueves Santo.”101 Los marrajos consideraban que se estaban cambiando las “costumbres establecidas” y reaccionaron dimitiendo en pleno su Junta de Mesa, incluido el Hermano Mayor, y anunciando que no celebrarían procesiones ese año.102
En definitiva y finalmente, al margen de polémicas entre procesionistas, los californios hemos conformado una auténtica “joya” de procesión que es preciso conservar. Como decía un cronista local tras contemplar por vez primera la Procesión del Silencio por las calles de Cartagena: “¡Noche serena y silenciosa en la que con fervores de creyente se rinde culto a Cristo Redentor, sin escucharse una voz (…) y mientras discurren pausadamente los devotos hermanos y fervorosas hermanas al son del monótono y destemplado tambor y hiere la saeta los espacios y los corazones (…) y el rico y el pobre, el analfabeto y el intelectual, viven unas horas de solemne espiritualidad (…) una manifestación tan religiosa como ha sido esa ya consagrada por el pueblo: Procesión del Silencio”.105
Después de discretos contactos, en los que intervino también la alcaldesa, finalmente el Obispo dictó un nuevo decreto103 en el que se fijaban los siguientes puntos: 1.- El Prelado no aceptaba la dimisión del Hermano Mayor marrajo y de su Junta de Mesa 2.- Se fijaba el mismo horario para la procesión california y para los pasacalles marrajos que el año anterior 3.- Para el año 1997 y sucesivos se volverían a restablecer los horarios que regían “según costumbres de los últimos años” la finalización de la Procesión del Silencio y el inicio de los pasacalles. En la prensa se comentó posteriormente que el Obispo había considerado que
Rafael Manuel del Baño Zapata Mayordomo Archivero Cofradía California
100. ACNPJPP, “Decreto del Obispo en relación al horario de la Procesión del Silencio”, 4-4-1995, en Documentos del Obispado 101. La Opinión, 15-3-1996. 102. La Opinión, 17-3-1996 103. ACNPJPP, “Decreto del Obispo en relación al horario de la Procesión del Silencio”, 21-3-1996, en Documentos del Obispado 104. La Opinión, 23-3-1996 105. La Tierra, 30-3-1929
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del Desagravio ante el Ecce Homo en el que el tercio de Soldados Romanos piden perdón al Señor.
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Ϯ Fotografía: José Diego García.
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LAS IMÁGENES DE LA PROCESIÓN DEL SILENCIO,
un recorrido por su historia La procesión del Silencio se constituyó oficialmente en el cabildo celebrado el 26 de marzo de 19272, donde también se acordó que en ella desfilaría un único trono con la imagen del Ecce Homo iluminada con cirios3. A pesar de la pérdida de documentación, sabemos que la imagen que procesionó como Ecce Homo durante los años anteriores a la Guerra Civil era la del Cristo del Prendimiento, titular de la cofradía, ataviada con una sencilla túnica blanca, corona de espinas y un cetro de caña entre sus manos, como puede apreciarse en una bella fotografía publicada en la revista Cartago-Nova en su edición de abril de
Ϯ A la izquierda, Ecce Homo. Imagen realizada posiblemente con la cabeza del Cristo del Prendimiento de Juan Porcel. Archivo Histórico Nacional, (A.H.N.) Pieza undécima de Murcia. Tesoro artístico y cultura roja, FC-CAUSA_GENERAL, 1068, EXP. 5, 1940-1944. A la derecha, Ecce Homo. Imagen del Cristo del Prendimiento de Francisco Salzillo. Página web de la Agrupación del Prendimiento.
19304. Una imagen debida a Juan Porcel cuya cabeza había sido sustituida por Francisco Salzillo en 17665. La talla de Salzillo procesionaría por última vez en la procesión del Silencio el Jueves Santo de 1931, pues durante los años de la II República se acordó no celebrar esta procesión6, que discurría con las calles apagadas, debido a la situación social y política que se vivía en España. Rafael del Baño, archivero de la cofradía, ha planteado recientemente la hipótesis de que a priori se pensase utilizar como Ecce Homo la primitiva imagen del Cristo del Prendimiento, realizada en 1748 por Juan Porcel, cuya cabeza se conservaba en las dependencias de la cofradía hasta su destrucción en 19367. El busto de Porcel, según la tesis de este autor, podría haberse adaptado a una devanadera para configurar la imagen del Ecce Homo. El resultado, sin embargo, no debió de ser del agrado de los cofrades que al año siguiente decidieron sustituirla por la de Francisco Salzillo8. El carácter penitencial de la procesión del Silencio y el hecho que concluyese con un solemne miserere en el interior de Santa María podrían avalar la teoría de del Baño, ya que la nueva procesión representaría una oportunidad para rendir culto a la imagen fundacional de la cofradía; argumento que sería igualmente válido para justificar la presencia de la imagen titular de la hermandad en la procesión del Jueves Santo. En cualquier caso, el interés de los cofrades en honrar al Cristo del Prendimiento, aunque fuese bajo otra advocación, en una procesión mucho más sobria y recogida que la del Miércoles Santo podría explicar por qué no se contrató una nueva
1. El Noticiero (Cartagena), 12 de abril de 1960: 1. 2. El Eco de Cartagena (Cartagena), 28 de marzo de 1927: 1. 3. Cartagena Nueva (Cartagena), 28 de marzo de 1927: 1. 4. Cartago-Nova (Cartagena), 1º de abril de 1930: 6. 5. Castellón M. Datos históricos de la Cofradía California. Hoja Oficial de Cartagena (Cartagena); 16 de febrero de 1940: 1. 6. Cartago-Nova (Cartagena), 1º de abril de 1936: 7. 7. Castellón M. Datos históricos de la Cofradía California. Hoja Oficial de Cartagena (Cartagena); 16 de febrero de 1940: 1 8. Del Baño Zapata RM. El Cristo del Prendimiento de Juan Porcel: ¿una imagen sin imagen? El Flagelo 2017; 27: 32-37.
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a procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros, tal como hoy la conocemos, es el resultado de la fusión de dos cortejos pasionarios que nacieron con un carácter muy distinto en épocas diferentes, aunque ambos respondían al afán de los cofrades cartageneros por completar su Semana Santa, es decir, que todos los días de dicha semana contasen con su propio desfile procesional. Al unificarse en 1960 las dos procesiones1, la del Cristo de los Mineros adoptó el sentido eminentemente penitencial que tenía desde sus inicios la del Silencio.
42 imagen con algún escultor de moda en la época, justo en unos años en los que la cofradía estaba en pleno proceso de renovación de su patrimonio artístico, con encargos tan importantes como los tronos de Luis de Vicente o los bordados del taller del asilo de San Miguel.
editada en 194415, se adapta al modelo tradicional de las Dolorosas levantinas, cuyos postulados fueron formulados por Francisco Salzillo a través de sus obras; entre otras, la imagen de la Virgen del Primer Dolor que poseía la cofradía california.
Tras la destrucción de la imagen de Salzillo en el verano de 1936, el nuevo Cristo del Prendimiento, debido a Manuel Juan Carrillo Marco9, encarnaría también la imagen del Ecce Homo en la Semana Santa de 1940 y 1941, como puede apreciarse en una fotografía publicada en 1944 en Cartagena y sus procesiones de Semana Santa10. En el año 1942, fue sustituido por la actual imagen del Cristo del Prendimiento, realizada ese mismo año por Mariano Benlliure11 que, desde entonces y hasta la actualidad, ha figurado también en la procesión del Silencio representando al Ecce Homo. La costumbre y el deseo de los hermanos de que la imagen de su Titular presidiese las dos procesiones californias más señeras podrían justificar por qué nunca se planteó la posibilidad de encargar un Ecce Homo, como sí se hizo en tantos otros casos, con el objeto de no repetir imágenes.
A partir de 1946 pasó a la procesión del Silencio la Virgen esculpida por Enrique Pérez Comendador16, al contar ese año la procesión del Prendimiento con una nueva imagen de la Virgen del Primer Dolor realizada por Mariano Benlliure17. La talla de Pérez Comendador había llegado a Cartagena en el año 194318, con el fin de reemplazar definitivamente a la Virgen de Salzillo destruida en 1936, sin embargo, su acusado hieratismo y sus planteamientos estéticos, cercanos a los de las Dolorosas andaluzas y alejados de los de Francisco Salzillo, hicieron que resultase extraña y no terminara de arraigar entre los cofrades californios que mantenían aún muy vivo el recuerdo de “su Virgen”; motivo por el que se decidió su pronta sustitución. Esta imagen de Pérez Comendador, primero como Virgen del Silencio y desde 1964 como de la Esperanza19, ha cerrado la procesión del Silencio desde el año 1946 hasta la actualidad.
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La primera modificación importante que experimentó la procesión del Silencio fue en el año 1944, cuando se le incorporó otro tercio de capirotes y su correspondiente trono con la imagen de la Virgen12. Una Dolorosa, obra de José Sánchez Lozano13, perteneciente al marqués de Fuente en Sol, entonces hermano mayor californio, que había cerrado los dos años anteriores la procesión del Miércoles Santo como Virgen del Primer Dolor. Esta imagen mariana participó en la procesión del Silencio en 1944 y 194514. La Virgen de Sánchez Lozano, como puede apreciarse en una fotografía
A pesar de haberse ampliado la procesión en 1944 con un trono con la imagen de la Virgen, al año siguiente la prensa local planteaba la conveniencia de añadirle algún otro20. Una cuestión que debía de contar con apoyos en el seno de la cofradía, pues en 1946 se hicieron gestiones para comprar un Cristo de la Flagelación, que había entonces en el estudio de Benlliure, con objeto de que figurase en la procesión del Silencio21, aunque esta escultura, una vez adquirida, procesionaría desde el primer momento la noche del Miércoles Santo22.
La procesión del Silencio como tal no sufrió ninguna modificación durante el resto de la década de 1940 ni tampoco en la siguiente, saliendo a la calle durante todos esos años con los dos tronos comentados anteriormente; sin embargo, a mediados de los años cincuenta concurrieron una serie de circunstancias que la transformaron sustancialmente y la configuraron tal como ha llegado hasta nuestros días. El detonante fue la reforma de la liturgia efectuada en 1956 que destinó el Sábado Santo a meditar sobre la presencia de Cristo muerto en el sepulcro23. Esto permitía cerrar el ciclo sacro de la Semana Santa con nuevas procesiones que llenasen el vacío de ese día, y marrajos y californios se apresuraron a ello organizando sendos desfiles procesionales ese mismo año. Los marrajos la procesión de “La Soledad de la Virgen María”, que salió la tarde del Sábado Santo, y los californios la de “El Cristo de la Fe” o “de los Mineros”, que desfiló en las primeras horas del Domingo de Pascua24, aunque había sido concebida para la noche del Sábado Santo, tras su aprobación en el cabildo celebrado el 28 de febrero de 195625. De hecho, El Noticiero anunciaba los días previos a la Semana Santa su salida a las seis de la tarde del Sábado Santo 31 de marzo26; si bien, en el último momento, con el fin de no interferir con los oficios celebrados en el templo de Santa María de Gracia, se retrasó a la una de la madrugada del Domingo de Resurrección27. La nueva procesión california, denominada del Santísimo Cristo de los Mineros, se concibió en principio con dos tronos, el del Cristo de los Mineros y el de la Virgen de la Esperanza28; aunque finalmente desfilarían tres: el Cristo de la Fe o de los Mineros, La vuelta del Calvario y la Virgen Dolorosa29. La
9. ACNPJPP. Contrato de ejecución del grupo de El Prendimiento, firmado el 13 de octubre de 1939 en Cieza por Juan Moreno Rebollo, hermano mayor californio, y Manuel Carrillo Marco. 10. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1944: pág. 44. 11. El Noticiero (Cartagena); 30 de marzo de 1942: 3. 12. El Noticiero (Cartagena); 8 de abril de 1944: 1. 13. La Virgen del Primer Dolor y nuestras procesiones. El Noticiero (Cartagena); 26 de marzo de 1941: 1. 14. Mínguez Lasheras F. Recuerdos de la Semana Santa de Cartagena; 2001: pág. 291. 15. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1944: pág. 7. 16. Triduo y Bendición de la Virgen de los Californios. El Noticiero (Cartagena); 6 de abril de 1943: 4. 17. El Noticiero (Cartagena); 13 de diciembre de 1945: 2. 18. ACNPJPP. Libro de Cabildos Generales (1939-1964). Cabildo permanente celebrado el 4 de abril de 1943; pág. 28. 19. ACNPJPP. Libro de Cabildos de Mesa y Pleno (febrero de 1956-febrero de 1971). Cabildo de Mesa celebrado el 21 de octubre de 1963, pág. 49v. 20. Cualquiera J. Meditaciones de un espectador ingenuo. El Noticiero (Cartagena), 27 de marzo de 1945: 15. 21. ACNPJPP. Libro de Cabildos de Mesa y Pleno (1939-1947). Cabildo de Mesa celebrado el 6 de noviembre de 1946, págs. 89 y 90. 22. ACNPJPP. Libro de Cabildos de Mesa y Pleno (1939-1947). Cabildo de Mesa celebrado el 14 de diciembre de 1946, pág. 94. 23. La nueva liturgia de Semana Santa. El Noticiero (Cartagena), 23 de marzo 1956: 24. 24. El Noticiero (Cartagena), 31 de marzo de 1956: 1. 25. ACNPJPP. Libro de Cabildos Generales (septiembre de 1939-febrero de 1964). Cabildo permanente celebrado el 28 de febrero de 1956; pág. 72. 26. El Noticiero (Cartagena), 22 de marzo de 1956: 1; y El Noticiero (Cartagena), 23 de marzo de 1956: 14. 27. El Noticiero (Cartagena), 31 de marzo de 1956: 1. 28. ACNPJPP. Carpeta de documentación de Secretaria General (1956). Proyecto de procesión del Santísimo Cristo de los Mineros. 29. El Noticiero (Cartagena), 31 de marzo de 1956: 1.
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43 realizadas en 1946 por Mariano Benlliure32, y tras ellas se dispuso una cruz vacía, símbolo de la pasión y muerte del Redentor. Estas dos imágenes siguieron componiendo esta escena hasta el año 1959; si bien, en el año 1957, al pasar la procesión a la noche del Jueves Santo33, salieron separadas, desfilando cada una de ellas en sus respectivos tronos del Miércoles Santo, con el fin de que la imagen de la Virgen pudiese cerrar la procesión del Cristo de los Mineros, ya que la de Pérez Comendador estaba procesionando simultáneamente en la procesión del Silencio. De modo que, en el año 1957 se suprimió, en sentido estricto, el trono de La vuelta del Calvario, aunque se mantuvo conceptualmente la idea del retorno del Calvario representada por las imágenes de la Virgen y San Juan desfilando tras el trono del Cristo de la Fe. Además, aquella noche de 1957, la imagen de San Juan lució manto y cíngulo negro en señal de luto, como puede apreciarse en una fotografía captada en la época34.
premura obligó a improvisar para poder echar la procesión a la calle. Así, como Cristo de los Mineros se utilizó el Cristo de la Fe, una imagen realizada por Mariano Benlliure en 194130, que recibía culto en el Carmen, donde sigue en la actualidad. Esta imagen desfilaría en la procesión este primer año y el siguiente, siendo sustituida a partir de 1958 por la del Cristo de los Mineros, realizada en 1957 por Juan García Talens. Un escul-
tor valenciano, discípulo y colaborador del taller de Mariano Benlliure, que comenzó a trabajar para los californios tras la muerte de Benlliure, entregando en 1949 las trece figuras que componen el grupo de la Santa Cena31. El grupo de La vuelta del Calvario se configuró, el primer año, con dos imágenes, la de San Juan Evangelista y la de la Virgen del Primer Dolor, ambas
Al coincidir los tres años siguientes, de 1957 a 1959, las dos procesiones la noche del Jueves Santo, con un pequeño intervalo de tiempo, los californios hubieron de ingeniárselas para que una imagen de la Virgen pudiese cerrar ambos cortejos, ya que la de la actual Virgen de la Esperanza desfiló esos años tras el Ecce Homo en la procesión del Silencio. Todo parece indicar que en 1957 fue la Virgen del Primer Dolor, ins-
30. Ante el Cristo de la Fe. El Noticiero (Cartagena); 8 de abril de 1941: 1. 31. Melendreras Gimeno JL. El escultor valenciano Juan García Talens, su obra para la Semana Santa de Cartagena. La Voz del Resucitado. 2009: pág. 7. 32. Los californios se preparan. El Noticiero (Cartagena), 22 de febrero de 1946: 2. 33. El Noticiero (Cartagena), 13 de abril de 1957: 1. 34. Archivo General de la Región de Murcia. Proyecto Carmesí. AC (archivo Casaú) Ac-064-002852. 35. Nuevo manto. El Noticiero (Cartagena), 30 de enero de 1953: 2. 36. El Noticiero (Cartagena), 11 de abril de 1957: 43. 37. El Noticiero (Cartagena), 28 de marzo de 1958: 35-36.
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Ϯ Ecce Homo. Imagen del Cristo del Prendimiento de Carrillo Marco. Foto Sáez. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1944
La procesión del Cristo de los Mineros se cerró en 1956 con el trono de la Virgen Dolorosa, encarnada por la imagen de Pérez Comendador, que portaba el monumental manto azul bordado por Consuelo Escámez sobre un diseño de Miguel Fernández Rochera35, como puede apreciarse en el número especial de El Noticiero editado con motivo de la Semana Santa de 195736. El trono de la Virgen desfilando en las primeras horas del Domingo de Pascua quedó inmortalizado por el pintor Nicomedes Gómez37. Por tanto, en el año 1956, la imagen de la denominada entonces Virgen del Silencio procesionó dos días: la noche del Jueves Santo y la madrugada del Domingo de Resurrección.
44 talada sobre su trono del Miércoles Santo, la que cerró la procesión del Cristo de los Mineros. No obstante, la existencia de un oficio del hermano mayor invitando al párroco de la iglesia de Los Dolores a asistir a la procesión del Silencio, donde textualmente dice “ya que es su Virgen la que nos ha inspirado a efectuar tal evitación [sic]”38, abre la posibilidad de que fuese la imagen de la Virgen de esa parroquia la que se utilizó esa noche para procesionar. Si bien, lo expuesto antes, con respecto a La vuelta del Calvario y la fotografía de San Juan en su trono vestido de luto, hace pensar que debió ser la Virgen de Benlliure la que desfiló esa noche.
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Al año siguiente, en 1958, fue una imagen de La Dolorosa procedente de la parroquia de Torre Pacheco la que procesionó en el cortejo del Cristo de los Mineros, como atestigua la documentación conservada en el archivo de la cofradía39. Por último, en el año 1959 fue estrenada una imagen de la Virgen, realizada por Juan García Talens, bendecida en la Salve Grande de ese mismo año40. El encargo de esta obra a García Talenes, convertido en
escultor de referencia para los californios tras fallecer Mariano Benlliure, demuestra que la Cofradía California apostaba a finales de la década de los cincuenta del pasado siglo por consolidar la procesión del Cristo de los Mineros con independencia de la del Silencio. Este mismo autor, Juan García Talens, realizó también para la procesión del Cristo de los Mineros la imagen de Magdalena en el Calvario41, donde se representaba a la Santa arrodillada ante una cruz vacía42. Esta imagen sólo desfiló los años 1957 y 1958, dejando de hacerlo al año siguiente43. A pesar del deseo de los hermanos, a partir del año 1960 se acordó unificar las dos procesiones del Jueves Santo en una, que quedó configurada desde entonces y hasta la actualidad con los tronos del Ecce Homo, Cristo de los Mineros, La vuelta del Calvario y la Santísima Virgen44. Desde su unificación, hace sesenta años, sólo fue modificada la escena de La vuelta del Calvario. Así, en 1960 la Virgen tallada el año anterior por García Talens pasó a formar parte del grupo junto a la talla de San Juan de Mariano Ben-
Ϯ A la izquierda, Vuelta del Calvario. Virgen, San Juan y María Magdalena de Sánchez Lozano; María Cleofás de García Talens y Ladrones de Alarte. Años 70. Foto de Archivo Gabriel Garrido. A la derecha, Vuelta del Calvario con San Juan de Benlliure y Virgen no identificada (Talens u otra cedida). Archivo Luis Linares
lliure, sustituyendo a la del Primer Dolor. Asimismo, en 1969 la imagen de San Juan sería reemplazada por otra realizada por José Sánchez Lozano, reproduciendo los rasgos de la de Benlliure. Este mismo autor, en 1971, también esculpió para el grupo las imágenes de la Virgen, inspirada en la desaparecida de Francisco Salzillo, y de María Magdalena45, conformando las tres figuras juntas una iconografía poco común entre las cofradías pasionarias de la diócesis de Cartagena, la sacra conversación, mucho más habitual en los pasos de palio andaluces. A partir de ese año, la Virgen de García Talens pasó a encarnar a María de Cleofás, siendo ubicada en un plano posterior a las tres imágenes de Sánchez Lozano. De manera efímera, coincidiendo con el estreno en 1971 del nuevo trono de La vuelta del Calvario, se instalaron junto a la cruz vacía otras dos46, con las figuras de los dos ladrones realizadas por el escultor local Francisco Alarte, que no gustaron y fueron retiradas al año siguiente. Aunque desde 1960 no se ha modificado la composición y estructura de la procesión california del Jueves Santo, a lo largo de estos muchos años, sí hubo varios intentos de ampliarla. El primero en la década de los años ochenta, cuando la agrupación de la Flagelación planteó sacar un Calvario, formado por Cristo en la cruz y a sus pies la Virgen y San Juan, denominado El Cristo de los afligidos, tras ser aprobado en junta directiva celebrada en junio de 198047. Unos años más tarde la de la Oración en el Huerto proyectó un nuevo grupo, El Cristo de la sed, donde se representaba a Cristo agonizante en la cruz y un sayón ofreciéndole una esponja en el extremo de una caña48, cuyo boceto se expuso en el escaparate de la librería Escarabajal en la calle Mayor. Finalmente, ya en el siglo XXI, la agrupación del Ósculo solicitó al cabildo procesionar un trono con la imagen de El Cristo de Humildad, propuesta que fue desestimada como las dos anteriores. Ángel Julio Huertas Amorós
38. ACNPJPP. Carpeta año 1957. Documentación de Secretaria. Oficio de fecha 17 de abril de 1957 dirigido al Rvdo. Padre Sr. don Carmelo Cánovas, cura párroco de la iglesia de Los Dolores. 39. ACNPJPP. Carpeta año 1950. Documentación de Secretaria. Oficio de fecha 18 de abril de 1958 dirigido al cura-párroco de Torre Pacheco agradeciéndole la cesión de una imagen de la Virgen para la procesión del Jueves Santo. 40. www.sanjuancalifornio.com/vuelta-del-calvario/historia.html. (última consulta 19 de octubre de 2018). 41. El Noticiero (Cartagena), 13 de abril de 1957: 1. 42. La Magdalena y la cruz. Cartagena y sus procesiones de Semana Santa. 1959 43. ACNPJPP. Libro de Cabildos de Mesa y Pleno (1956-1971). Cabildo de Pleno de Mesa celebrado el 9 de marzo de 1959; f. 18v. 44. El Noticiero (Cartagena), 12 de abril de 1960: 1. 45. www.sanjuancalifornio.com.Historia del tercio de San Juan en La vuelta del Calvario (última consulta 24 de febrero de 2020). 46. La vuelta del Calvario, trono y grupo escultórico nuevos. El Noticiero (Cartagena), 7 de abril de 1971: 3. En la reseña de prensa se hace mención de las tres cruces, no así de las figuras de los ladrones. 47. Botí Espinosa MV. Flagelación. 50 Aniversario 1946-1996. Cartagena. 1996: págs. 130-131; y ACNPJPP. Cabildo de Mesa celebrado el 14 de febrero de 1983. 48. Ferrándiz Araújo C. Verde y negro. Cartagena 1990: págs. 171-173; y ACNPJPP. Cabildo de Mesa celebrado el 24 de abril de 1990.
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COFRADIA SALUDA HERMANO MAYOR
ϮE ntrada de la Dolorosa a Santa María de Gracia. Madrugada de Viernes Santo, 19 de abril de 2019.
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Hermano Mayor ueridos hermanos:
Escribía el año pasado para un revista lo siguiente: “Esta Semana Santa será distinta a la del 2020, la más restrictiva de todas, con algo más de actividad cofrade en cuanto a los cultos se refiere, pero me atrevo a decir que la próxima Semana Santa del 2022 tampoco será como las vividas habituales, habrá que adaptarse a las necesidades del futuro. Nuestra capacidad de reinventarnos es encomiable”. Un año después, puedo afirmar que iniciamos el año 2022 con la ilusión y el convencimiento de que este año sí habrá procesiones. Y los cofrades en general y nuestra Cofradía en particular está preparada para que los cartageneros puedan disfrutar y deleitarse con nuestra entrañable, incomparable e inigualable Semana Santa. Es indudable que para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar no solo en las procesiones sino en todas las celebraciones propias de este tiempo litúrgico. Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua. Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Jesús padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra. La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios. Este es el verdadero sentido de la Semana de Pasión, pero ¿tenemos la suficiente fuerza para que nuevos hermanos, sobre todo jóvenes, se vayan incorporando a este proyecto de evangelizar, de formar parte de nuestra Cofradía, o los jóvenes de hoy tienen otras prioridades más lejanas a seguir a Jesucristo? Estaba haciéndome esta reflexión cuando me acordé de un artículo que hace 17
años escribí, en el que recordaba la cita anual del Miércoles de Ceniza, en la tradicional Llamada, en la que me encontraba (año 2005) con un gran amigo, y con nuestra bufanda marraja, insignias de la Agrupación y Cofradía a la vista, en una fría y lluviosa noche, cuando observaba la media de edad de los que allí acudíamos: de los treinta y tantos hacia arriba. No quería decir con esto que no existiera un ingente número de jóvenes hermanos Cofrades de las distintas Agrupaciones de Semana Santa, que los había, pero otra cosa es que vivan, que disfruten y, sobre todo, que participen en los actos que marcan el preludio y que giran en torno a nuestra Semana de Pasión. Sí que es cierto que llegadas las fechas claves los jóvenes se animan, acuden a por su vestuario, quizás a la Misa de su Agrupación o incluso a la cena de hermandad, a lo mejor los ves en el Miserere o en tradicionales desayunos de Nazarenos, y sobre todo en la Procesión y en la devolución del vestuario, pero también es cierto, y desde luego ese es mi punto de vista, que su intervención se queda ahí, en acudir a dos o tres sitios y en salir en la Procesión, y luego, como coloquialmente se dice, si te he visto no me acuerdo. Lo cierto y verdad es que participar, lo que se dice participar, y permítaseme la redundancia se participa poco, más bien nada. El ímpetu, las ganas y el ansia por vivir y compartir los momentos más importantes se reducen a lo imprescindible, salvo muy honrosas excepciones. Me remonto a hace muchos años (demasiados años) y retrospectivamente contemplo mi fotografía de aquella época, de mi ilusión por salir, de formar parte de la Junta Directiva, de hacer una Agrupación activa y atractiva para los demás, de aprender de los mayores, de conversar mucho con ellos para que te transmitieran su conocimiento y forma de hacer las cosas, de corregir errores para no caer en ellos en el futuro, de entusiasmarme e ilusionarme por mi Cofradía, de adorar e invocar a mi Titular, del que todos los días te acuerdas y al que todos los días le rezas y tienes presente.
No podemos consentir que la salida en una Procesión se convierta en una acto más del periplo de actos culturales y/o lúdicos que se programan durante el año: ahora toca Cartagineses y Romanos, ahora Navidad (cuyo espíritu se ha desvirtuado totalmente por cierto) ahora Carnaval, ahora Semana Santa, y vuelta a empezar el ciclo. La Semana Santa no es un trámite, no es un salir en un acto programado, es algo más profundo, es revivir la Pasión de Jesús, es una vivencia que debe llevarnos el espíritu. Por eso, cuando contemplas que la Semana Santa ya no es atractiva para determinados jóvenes, que se cansan con los ensayos y que prefieren explorar otros campos y actividades donde se encuentran más cómodos y con menos compromiso, te das cuenta de que algo está fallando, que quizás seamos nosotros culpables porque no sabemos transmitir a nuestro hijos la esencia de la Semana de Pasión, quizás sea culpable la sociedad y su ausencia de valores, pero en nuestras manos está incitar e invitar a la participación, a que disfruten como nosotros lo hicimos y lo seguimos haciendo, a que participen, y vivan el espíritu de ser cofrade y trabajen para la Cofradía durante todo el año. La familia juega un papel fundamental. Muchos jóvenes dejaron de participar en la misa de los domingos porque sus padres, en cuanto ellos hicieron la primera comunión y dejaron de ir a catequesis, también la abandonaron. Algunos siguieron vinculados algún tiempo más, por sus abuelos. En mi opinión la cofradía debe ser, y si no lo es, debe convertirse en un cauce de transmisión de valores cristianos. E insisto hace falta más implicación de los jóvenes, sin duda. Hubo una época de efervescencia en los años noventa. Pero estoy convencido, que después del paréntesis de la pandemia de la Covid-19, tendremos que volver a ilusionar a una parte de la juventud. Ojalá entre todos la consigamos. Un abrazo a todos. Nos vemos este Lunes Santo en la rampa de Santa María. Francisco Pagán Martín-Portugués Hermano Mayor de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno
COFRADÍA MARRAJA
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Ϯ ETercio de la agrupación de San Juan. Madrugada de Viernes Santo, 19 de abril de 2019.
LA LLUVIA
es Marraja
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on este título escribía el Cronista Oficial de Cartagena Isidoro Valverde en 1994 un breve artículo en el que afirmaba que tradicionalmente la lluvia se asociaba a la Cofradía Marraja más que a la California y como seguidamente veremos no le faltaba razón. Como marrajo que soy reconozco que me daba una sana envidia ver cómo las procesiones de los encarnados siempre se salvaban, y en cambio llegaba el Jueves Santo y las nubes cargadas del líquido elemento se aproximaban y amenazaban con obligar a aligerar el paso o a suspender alguna de nuestras procesiones más centenarias. Y algo parecido debió sentir él pues conocida era su vinculación a nuestra Cofradía, nada extraño si tenemos en cuenta que sus primeras letras las aprendió en el colegio del Patronato, cuna de la Agrupación de la Agonía
COFRADÍA MARRAJA
gracias a Sor María Mailhan. Por destacar algunos datos para la historia hay que recordar que desempeñó la función de Comisario de Arte de la Cofradía junto a una gran marraja como fue Amelia Portela y ejerció de Mantenedor de los Primeros Juegos Florales que los marrajos organizaron en junio de 1980. Pero esa asociación que mencionaba mi admirado Cronista tiene su razón de ser en algunas de las experiencias que le tocó vivir o seguramente le transmitirían sus mayores, algunas de las cuales recordaré en este artículo, y otras que sucedieron después de su fallecimiento en 1995 y que no hicieron sino reforzar la leyenda y no tan leyenda por desgracia de los marrajos y la lluvia. De las que le fueron contadas la de la Madrugada del Viernes Santo de 1928,
un año antes de su nacimiento, en la que los marrajos salieron y terminaron su procesión aunque la lluvia hizo acto de presencia en varios momentos del recorrido. En el repaso a las vividas por D. Isidoro viajamos a la Semana Santa de 1946, a los días previos al Viernes Santo en el que los partes meteorológicos presagiaban que la lluvia podría aparecer y así fue. La procesión de la Madrugada llegó a salir pero nada más producirse el Encuentro y cuando la procesión andaba por la calle Cuatro Santos tuvo que disolverse. El trono del Jesús que se encontraba en la calle del Aire se dirigió a la iglesia y lo propio hicieron la Verónica, San Juan y la Virgen por las calles San Francisco, Honda, Tres Reyes y Aire hacia la iglesia. Note el lector que todavía no se había ensanchado el estrecho callejón de Campos con la anchura que tiene actualmente, de ahí el
51 gran rodeo que tuvo que hacer la segunda procesión. En cuanto a la procesión del Santo Entierro a la altura de la calle de la Serreta dada la cantidad de agua que caía se disolvió teniendo que buscar refugio para los tronos en la iglesia de la Caridad y el Parque de Artillería. El trono de la Virgen de la Soledad fue llevado directamente a la iglesia de Santa María de Gracia saliendo a recibirla el tercio de Granaderos y no faltó una Salve emocionada ni aplausos y vivas a la Madre de los Marrajos. Aquí hay que decir que un lugar tradicional para cobijar los tronos cuando llovía era el desaparecido Arco de la Caridad, que unía las dos partes del Hospital de Caridad y que estaba situado al principio de la calle San Vicente, pero este fue derribado en 1944 dado su estado ruinoso y el peligro para los transeúntes. Sin duda los años cuarenta influyeron bastante en la formación del binomio marrajos y agua porque el siguiente año la procesión del Viernes Santo fue una réplica casi exacta del anterior. Lo que comenzaron siendo unas pequeñas gotas en la calle del Parque se transformó en un chaparrón gordo que provocó de nuevo la disolución de la procesión en la calle de la Caridad como si a partir de ese
punto tuviera que ser la Patrona la que nos protegiera y ayudara a llegar sanos y salvos a Santa María de Gracia. De nuevo las carreras precipitadas hacia el punto de recogida, de nuevo la gran solidaridad de los cartageneros ayudando a los penitentes a proteger su vestuario y una vez más la emoción de una Salve en la que las lágrimas y la lluvia se entremezclaban con los aplausos que intentaban consolar a los Marrajos ante su mala suerte que marcó su destino durante dos años seguidos. Damos un salto para situarnos en el año 1968 con D. José María de Lara como Hermano Mayor, un año en el que la previsión no estaba clara y la procesión del Viernes Santo salió con una hora de retraso intentando buscar ese hueco que respetara el desfile pero la historia desgraciadamente se repitió. Esta vez fue a la altura de la calle del Parque cuando la llovizna se convirtió en una lluvia intensa que obligó a suspender la procesión. El trono del Santo Sepulcro que se encontraba a la altura de la calle del Arco de la Caridad atajó por ella para dirigirse rápidamente a la iglesia de Santa María de Gracia seguido de los tronos de San Juan y la Virgen de la Soledad.
Cambiamos de década pero no de costumbres y llegamos a otro año malo para los marrajos como fue el de 1976 en el que directamente la lluvia impidió la salida de la procesión del Viernes Santo, circunstancia que originó la celebración de dos procesiones inéditas. La primera de ellas tuvo lugar el Sábado Santo con un único trono el de la Soledad de los Pobres que recorrió únicamente las calles Aire, Cañón, Mayor, Plaza de San Sebastián, Jara y San Miguel y que contó con la presencia del Obispo Azagra que se incorporó en la calle Jara. La segunda procesión inédita fue la que salió a la una de la madrugada del Domingo de Resurrección con los tronos del Viernes Santo por la noche, circunstancia que la prensa decía había sido la primera vez que esto ocurría. Una nota a destacar fue la presencia en esta procesión de representantes de las otras cofradías cartageneras como muestra de apoyo a la Cofradía Marraja. Seguimos nuestro recorrido y la siguiente parada es 1979, un año en el que el Viernes Santo por la mañana el sol lució espléndido y nada hacía presagiar que los marrajos tuvieran que correr para regresar a Santa María de Gracia. A las once y
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Ϯ I magen y trono del Cristo de Medinaceli. Madrugada del Viernes Santo, 19 de abril de 2019.
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Ϯ I nterior de Santa María de Gracia. Exposición de Tronos y rezo del Vía Crucis. Noche del Viernes Santo, 19 de abril de 2019.
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veinticinco de la noche sonaron los tres cohetes anunciando la disolución de la procesión y en ese momento los tronos de San Juan y la Virgen circulaban por la calle Mayor. Quien esto escribe se encontraba en la procesión como un niño nazareno del Santo Sepulcro y si algo recuerdo es que en las Puertas de Murcia todo el mundo corría y corría en dirección contraria para llegar cuanto antes a Santa María de Gracia. Y tanto se corrió que sólo veinte minutos después de que sonaran los tres cohetes hizo su entrada en la iglesia el último de los tronos que fue el del Santo Entierro, un tiempo récord si tenemos en cuenta que el Santo Cáliz tuvo que venir desde la calle del Parque. Los penitentes del Jesús Nazareno se refugiaron en el Parque de Artillería gracias al coronel Díaz Ripoll y los del Descendimiento en la calle del Carmen hicieron lo mismo en domicilios particulares donde les ayudaron a proteger su vestuario. Los gestos de solidaridad no se hicieron esperar y los californios rápidamente comenzaron a preparar grandes plásticos para cubrir imágenes y mantos, algo que hizo el ilustre procesionista de pro Balbino de la Cerra subiéndose al trono del Jesús Nazareno y el sanjuanista californio Salvador Pedreño al de la Virgen de la Soledad. Una vez recogida toda la procesión el trono de la Virgen de la Soledad salió al umbral de la puerta de Santa María donde se le cantó una Salve llena de emoción Reunida la Junta de Mesa marraja se decidió que el Sábado Santo saliera también la Virgen de la Soledad cerrando la procesión precedida por su sudario y acompañada por una representación formada por cuatro penitentes de cada tercio con sus propios hachotes. Antes del cambio de siglo nos detenemos en 1990 para recordar que ese año la procesión del Viernes Santo salió a las diez de la noche para intentar evitar una lluvia, que finalmente cayó cuando la Virgen de la Soledad iba por la calle del Parque, pero que paró dejando entrar los últimos tercios sin lluvia alguna. Precisamente la imagen de esa noche del trono de la Virgen de la Soledad mecida por sus portapasos sobre un suelo mojado fue la que sirvió de ilustración para acompañar el artículo de D. Isidoro Valverde que mencioné al principio. Ya metidos en el Siglo XXI la lluvia no se hizo esperar mucho y en el año 2002 volvió a tener protagonismo pero esta vez la gran perjudicada fue la procesión del Encuentro. El Jueves Santo en el Cabildo de las Yemas el Hermano Mayor D. José Miguel Méndez no dudó en afirmar que teníamos un “tiempo marrajo” y es que la
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Ϯ Tercio de la Dolorosa con los hachotes apagados camino de Santa María de Gracia. Madrugada del Viernes Santo, 19 de abril de 2019.
ϮL a Comisión de Iglesia, en la rampa, esperando la llegada de la Dolorosa para recogerla. Madrugada del Viernes Santo, 19 de abril de 2019.
ntrada del trono de la Dolorosa Madrugada del Viernes Santo, 19 de abril de 2019. ϮE
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Ϯ Encuentro del Nazareno y la Virgen Dolorosa en la Plaza de la Merced. Madrugada de Viernes Santo, 19 de abril de 2019.
Cinco años después en el año 2007 la Semana Santa coincidió con un temporal de lluvia y viento que asoló la ciudad de manera intermitente, la procesión de la Burrica salió por la mañana, la Piedad tuvo suerte y hasta el viento se paró, la del Miércoles salió con una hora de retraso protegida por plásticos, el Encuentro también fue afortunado pero la del Viernes Santo por la noche se suspendió por la mala previsión meteorológica. Esta vez las palabras del Hermano Mayor D. José Miguel Méndez en el Cabildo de las Ye-
mas fueron premonitorias al afirmar que “la lluvia era patrimonio de los Marrajos”. A las doce de la noche la Virgen de la Soledad se asomó al dintel de la puerta de Santa María donde le esperaban el piquete de Infantería de Marina y miles de personas que entonaron una salve triste y dolorosa. La Semana Santa de 2016 trajo consigo una cancelación histórica como fue la de la procesión del Lunes Santo, algo que no había sucedido nunca desde que comenzara a salir en 1930. El Hermano Mayor Domingo Bastida reunió hasta dos veces a la Junta de Mesa y presidentes de agrupaciones pero el pronóstico era muy malo. A las diez de la noche se abrieron las puertas de Santa María, la cantante onubense Ana García Caro entonó una saeta mientras los portapasos de la Virgen de la Piedad la mecían y se cantó otra Salve amarga. Ya en el interior se rezó el Santo Rosario en el que el capellán marrajo Fernando Gutiérrez animó a los asistentes a orar por las intenciones que tuvieran para esa noche y posteriormen-
te se le cantó la última de las salves de un día histórico. Y terminamos este repaso con los hechos más recientes y por ello más frescos en la memoria de los cartageneros. Me estoy refiriendo a la Semana Santa de 2019, la última que se celebró antes de la pandemia y que quedará para la historia como aquella en la que debido a la lluvia la procesión de la Madrugada tuvo que recogerse apresuradamente tras la celebración del Encuentro y no pudieron salir ni la procesión del Viernes Santo por la noche, ni la del Sábado Santo y tampoco la del Domingo de Resurrección. Algo insólito en la Semana Santa cartagenera, pues los resucitados tradicionalmente han gozado de buen tiempo, y que los marrajos en aquellos momentos solo pudimos explicar llegando a la misma conclusión a la que había llegado D. Isidoro Valverde 25 años antes y es que la lluvia es marraja. Juan Ignacio Ferrández García Cronista Oficial de Cartagena
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previsión para la Madrugada era de lluvias con chubascos intermitentes y no se equivocó. A las tres menos cuarto de la madrugada se tomó la decisión histórica de no salir, a la Dolorosa se le cantó más de una Salve dentro de la iglesia y una de ellas pilló al equipo de Comisión de Iglesia bajando el manto de la Virgen de la Soledad porque si algo teníamos claro los marrajos era que la vida seguía. El Jesús Nazareno de manera excepcional salió a hombros en la procesión de la noche que sí que pudo desfilar al mejorar el tiempo.
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Ϯ Bendición de la nueva imagen de la Verónica por el Capellán de la Cofradía D. Fernando Gutiérrez Reche. 6 de diciembre de 2019.
LA NUEVA IMAGEN DE LA VERÓNICA
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del escultor José María Ruiz Montes
La capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, anexa al antiguo templo dominico de San Isidoro, y sus documentos de compra, constituyen los testimonios materiales y propiamente documentales más antiguos de la existencia de lo que actualmente conocemos como Cofradía de los Marrajos. Es en la capilla donde la cofradía despliega, de una manera permanente a lo largo del año, su discurso iconográfico del tiempo de la Semana Santa, sustanciado en las imágenes esenciales de las procesiones del Viernes Santo, dispuestas todas en torno al Titular de la Cofradía, entronizado en el camarín central del excepcional retablo barroco. El destacado volumen convexo del camarín del Nazareno se muestra
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acompañado por el resto de escenas y personajes con los que cada año la cofradía revive la escenificación del Encuentro en la Calle de la Amargura, y la crucifixión, muerte y sepultura de Cristo, en sus dos procesiones del Viernes Santo. Pero de entre los personajes que históricamente han conformado ese drama sacro de la Pasión, tras la guerra civil de 1936-39 había quedado un hueco vacío a la derecha del Nazareno: la hornacina destinada a la Verónica. Desde luego, a nadie se le escapa que la Verónica ha continuado estando presente en la madrugada del Viernes Santo, pero desde que en 1948 se estrenara el grupo escultórico obra de Federico Coullaut-Valera no sólo se produjo un cambio de in-
sospechada trascendencia andando el tiempo en la configuración de la procesión del Encuentro, sino que también se dejaba sin posibilidad de realizar una completa lectura del retablo del Nazareno, por lo inadecuado de ubicar en la hornacina una imagen de talla completa, entre imágenes de vestir, de difícil encaje por formato, lenguaje y composición. Para solucionar la ausencia de una pieza iconográfica clave en la lectura del retablo, tras varios años de maduración de la idea, y tras estudiar diferentes posibilidades, finalmente, el 4 de febrero de 2017, el escultor malagueño José María Ruiz Montes firmaba en el despacho del Herma-
no Mayor, en la sede de la Cofradía, el contrato para la realización de una nueva imagen de vestir de la Verónica. Aquel mismo día, el escultor visitó la capilla del Nazareno, tomando medidas de la hornacina que habría de acoger la futura imagen, al tiempo que asumía la disposición del espacio arquitectónico, los puntos de vista del retablo 33 desde el espacio destinado a los fieles, y la relación visual de las imágenes escultóricas entre sí; todo ello habría de resultar fundamental a la hora de lograr una adecuada integración de la imagen en el conjunto, al servicio del mensaje de conjunto del retablo marrajo. Al mismo tiempo, el escultor pudo conocer de primera mano la imaginería de la Cofradía, con el fin de adecuar, en la medida de lo posible y sin renunciar a su lenguaje personal, el carácter de la nueva escultura en el carácter de noble serenidad clásica característico de la obra de Capuz y González Moreno. Según afirmaría el propio escultor, empatizaría especialmente con los volúmenes contundentes de Capuz y especialmente con la espiritualidad de la obra de González Moreno, cuya Virgen de la Soledad de los Pobres le dejaría totalmente subyugado. En el proceso de realización de la obra, primeramente Ruiz Montes eligió el modelo natural que consideró más adecuado para plasmar la idea que llevaba en mente de la Verónica, realizándole una serie fotográfica a partir de la que elaborar un primer boceto sobre el papel, que haría llegar a la cofradía en mayo de 2018. Hay que señalar que la inicial vocación artística de Ruiz Montes fue la del dibujo y la pintura, y sus excepcionales dotes para la expresión visual en dos dimensiones quedan bien patentes en los extraordinarios dibujos de sus proyectos escultóricos, o en obras más elaboradas, como el cartel de la Semana Santa de Málaga 2018. No fue de extrañar, por tanto, el general agrado con que fue acogido en la cofradía el boceto de la Verónica, que ya fue incluido, reproducido a escala natural, como una Encaje del dibujo en el soporte definitivo. Boceto original. José María Ruiz Montes. 34 pieza destacada en la exposición conmemorativa del aniversario de la Agrupación de la Verónica, celebrada el mismo mes de mayo en la capilla. A finales de mayo de 2018, el escultor presentaba en sus redes sociales el boceto en papel y una primera ima-
gen del modelo en barro del busto, mostrando una visión posterior de la cabeza en la que destacaba el delicado trabajo del recogido del pelo. Una vez realizado el modelado de la cabeza de la imagen, con el fin de trasladar a las tres dimensiones la idea plasmada en el boceto, el escultor realiza un dibujo a escala natural de
desde la cabeza hasta la pelvis, completado, junto con los antebrazos, manos y pies, con un armazón de madera, articulado en el caso de los brazos, para facilitar el vestido, y que aporta a la imagen el movimiento plasmado en la libertad del dibujo sobre papel. Es éste un detalle del prurito profesional del artista, tallando con idéntico
la imagen para realizar el encaje de los volúmenes en el soporte definitivo en madera de cedro.
detalle tanto las partes visibles como aquellas otras que nunca se habrán de ver. Trabajo innecesario, puede ser, desde un punto de vista práctico, pero imprescindible para la idea del arte del escultor malagueño. Así, bajo las vestiduras con las que los cofrades complementan su obra, el escultor es consciente que late un sereno contra-
Hay que destacar que, si bien se trata de una imagen de vestir, Ruiz Montes ha realizado un estudiado modelado de la anatomía de la imagen, tallando un clásico, y naturalista, desnudo
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ϮR etabloCOFRADIA de la Capilla Marraja con la nueva imagen de la Verónica.
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60 buto iconográfico principal de la imagen, el paño con la huella del rostro de Cristo. Teniendo en cuenta que, en rigor, es este paño el motivo central de la imagen, parecía aconsejable que fuera el propio escultor quien se encargase de su ejecución, teniendo en cuenta, además, su condición de excelente dibujante y pintor. A tal efecto, además del recuerdo de la contemplación de la imagen del Nazareno en su visita a la capilla, el escultor solicitó unas fotografías de detalle del rostro de la escultura de Capuz, a partir de las cuales realizaría el paño. También se aconsejaba la utilización de algún tipo de velo sutil que, sin llegar a tapar por completo la cabeza, contribuyera a enmarcar y resaltar el rostro, teniendo en cuenta su ubicación en la hornacina. posto que aúna lo clásico de su equilibrado movimiento con la modernidad de la belleza de un cuerpo real, sin concesiones idealizadas.
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Una vez aplicado el fino estucado, la imagen recibiría una policromía al óleo, en tonos mates, en la tradición también de la imaginería cartagenera. Como en toda escultura vestidera, gran parte del resultado final dependería de la naturaleza de las vestiduras, sus calidades, colores y disposición formando pliegues y volúmenes, especialmente en una imagen destinada al hueco de un retablo. En este sentido, teniendo en cuenta las consideraciones del escultor en cuanto a la composición de la imagen y sus líneas expresivas, y a instancias del Hermano Mayor, se realizó un informe sobre las posibilidades del vestuario de la nueva imagen. En dicho informe se señalaba que el vestuario de la escultura debía ayudar a la consecución de los objetivos dramáticos y expresivos de la imagen, realzando y construyendo el movimiento previsto por el escultor, al mismo tiempo que se conjuga esta necesidad con los valores devocionales y la tradición propia de la cofradía y la ciudad a la hora de vestir las imágenes procesionales. En primer lugar, se consideraba la importancia del atri-
En cuanto a la combinación cromática, se consideró que no debía desviar la atención ni entrar en competencia visual con la imagen titular del retablo, el Nazareno, ubicada justo al lado. Para ello resultaba aconsejable la elección de tonos oscuros – negro, morado, azul…- que permitieran la coexistencia con el marco dorado del retablo sin provocar un efecto distorsionante en la focalización del camarín del Titular. Junto al color, se mostraba también relevante la cuestión de las distintas calidades del tejido, con el fin de resaltar los volúmenes y el movimiento de la idea plasmada por el escultor.
superaba incluso las expectativas. La conexión visual entre la imagen de la Verónica y la del Nazareno es de tal naturaleza que da la impresión de una constante dramatización del momento del encuentro, realzando la expresión admirada y serenamente angustiada de la Verónica la grandeza heroica de la portentosa imagen del Nazareno de Capuz, hasta tal punto que cabe considerar a la nueva imagen de Ruiz Montes como un atributo iconográfico del Nazareno, cuyo rostro ha quedado admirablemente impregnado en el lienzo. Lejos de restar protagonismo a la imagen del Titular, la nueva Verónica realza la presencia del Nazareno, completando, por fin, la lectura del discurso iconográfico del retablo barroco. Y todo ello sin renunciar al marcado carácter contemporáneo que Ruiz Montes ha sabido aportar al naturalismo de serena expresión de la que ya es una referencia incontestable del patrimonio artístico que los marrajos aportan, una vez más, a la ciudad de Cartagena.
José Francisco López Martínez
Siguiendo estas consideraciones, el propio escultor realizó una presentación provisional de la imagen en su taller malagueño, con tejidos sobrepuestos sin confeccionar; tarea que sería posteriormente desarrollada, con la imagen ya en Cartagena, por el taller de costura de la Cofradía. Finalmente, el viernes 6 de diciembre de 2020 tuvo lugar la bendición de la nueva imagen en la capilla marraja, con la presencia del escultor. Una vez ubicada en el lugar para el que fue concebida, se pudo apreciar que el encaje de esta nueva pieza en el conjunto iconográfico del retablo
ϮE l escultor José María Ruiz Montes junto a la imagen. Capilla Marraja. 6 de diciembre de 2019.
Notas: (1) Archivo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno Cartagena, Caja 23 “Cofradía”, Carpeta 2 “Facturas”, 29/09/1642. (2) LÓPEZ MARTÍNEZ, J.F., Sobre el vestuario de la nueva imagen de la Verónica, informe para el Hermano Mayor de la Cofradía Marraja, Cartagena 4/3/2019.
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Ϯ I glesia de Santa María de Gracia. Lunes Santo, 6 de abril de 2020.
ECOS
H
an pasado tres años de aquella madrugada de Viernes Santo, de aquellas primeras horas del 19 de abril de 2019, cuando la Dolorosa se recogía de manera apresurada en medio de la lluvia que le acompañaba en su caminar finalizado el Encuentro. La lluvia que de nuevo “quería ser marraja”. Tres años trascurridos del regreso de la Madre en aquellas horas al Templo de la Semana Santa para que, después de darle refugio, Santa María de Gracia cerrara sus puertas definitivamente a la celebración pasionaria en Cartagena. Para que no volviera desde aquel día a pasar bajo su dintel ni atravesar su umbral desfile procesional alguno con la intención de realizar sincera manifestación de fe y afirmación de su
Credo por las calles de nuestra ciudad. Semana Santa de 2019 de los marrajos que el temporal de lluvia truncó de forma abrupta, impidiendo culminar la Pasión y Muerte de Jesucristo en la noche del Viernes Santo con su Santo Entierro, y en la tarde del Sábado Santo con la Vera Cruz y la Soledad de la Virgen a la espera de su Resurrección. En la confianza de sobreponernos como tantas veces a una desgracia reconocible y casi familiar, en la confianza de volver a culminar un año de Hermandad y Cofradía echando a la calle nuestras procesiones al llegar la primavera, la pandemia declarada de la COVID 19 con origen en el virus SARS-CoV-2 aso-
laba el mundo desde el mes de marzo de 2020 en vísperas de la anhelada Semana Santa y transformaba nuestras vidas. Las crisis sanitaria y social, la enfermedad y el dolor, golpeaban con fuerza y marcaba el devenir de la Cofradía Marraja como el de la sociedad, en sus múltiples aspectos, realidades, y circunstancias, de la que formamos parte. Dos semanas santas más llegaron en este tiempo, después de la suspendida obligados por la lluvia. Y dos años celebrando la Pasión, Muerte, y Resurrección de Cristo de forma muy distinta a como imaginábamos y deseábamos los cofrades marrajos y los procesionistas de nuestra ciudad. El estado de alarma y el confinamiento decretados por las
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de Semanas Santas
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Ϯ Capilla de la Piedad. Misa a la Santísima Virgen de la Piedad. Lunes Santo, 6 de abril de 2020.
63 autoridades públicas en el 2020 ante el colosal estallido de la pandemia, cuando nos encontrábamos en plena Cuaresma y a pocas fechas del inicio de la semana pasionaria, nos condujo a la Semana Santa sin duda más difícil, extraña, triste, y desconsolada posible de nuestra historia reciente sin considerar el periodo 1936-1939 y el impacto infinitamente mayor que supuso la desgracia de nuestra Guerra Civil. Y por otra parte conscientes del enorme problema sanitario afrontado a partir de ese mes de marzo de 2020, responsabilizados en la lucha por hacer frente a la pandemia y aliviar las desgracias sociales y económicas que nos invadieron, y sin superar todavía la enorme conmoción de ese primer año con la irrupción
del problema pandémico de una forma tan brutal como descontrolada, los procesionistas marrajos asumíamos la suspensión de la Semana Santa de 2021. Para vivir la Cuaresma y la celebración pasionaria, de nuevo sin procesiones, a través de las liturgias y los cultos oficiados que nos mostraran, desde la fe, el sentido último de la manifestación pública de nuestro Credo que habríamos llevado a cabo en cortejos pasionales inigualables. Porque la Cofradía Marraja celebraba en esos dos años la Pasión, Muerte, y Resurrección de Jesucristo. Y aún sin procesiones, llegaba a la hermandad morada la Semana Santa para, como cristianos, unirnos la Iglesia en la conmemoración del Misterio de la Salvación.
En cualquier caso los marrajos escribimos a lo largo de todo el año, y en cada uno de ellos, un nuevo capítulo de nuestra historia. Abarcando, en sus páginas, todo cuanto tiene que ver con el quehacer en el día a día de una cofradía pasionaria constituida como “asociación pública de fieles laicos cauce de convivencia y participación cristiana de sus hermanos”. Han sido así dos años, como sabemos, condicionados enormemente en su actividad por la situación pandémica pero en los que, asumiendo las limitaciones y las circunstancias que nos han afectado, la Cofradía continuaba con su labor. Y aspirando a cumplir en este 2022 con nuestro fin primordial de procesionar la Pasión y la Muerte del Señor, quedan en la memoria de todo este tiempo y estos años los hitos más
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Ϯ Callejón de Bretau. Madrugada del Viernes Santo, 10 de abril de 2020.
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ϮP laza de la Merced y esquina del Palacio de Aguirre. Madrugada del Viernes Santo, 10 de abril de 2020.
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Ϯ Puerta del Nazareno, Pescadería. Madrugada del Viernes Santo, 10 de abril de 2020.
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señalados de su escritura. Y los “ecos de semanas santas” que han jalonado el acontecer, proceloso y complicado, de un bienio que nunca olvidaremos. Uno de los acontecimientos fundamentales para esa historia de la Cofradía Marraja que se traza, y que tiene que ver con su extraordinario conjunto patrimonial, sería la llegada de la nueva imagen de la mujer Verónica destinada a completar el retablo de la Capilla y el discurso iconográfico alrededor del Nazareno que desde 1732, cuando culminara su construcción y fuera entronizada la imagen del Titular, ofrece la joya barroca de la Cofradía y de Cartagena. La talla de la Verónica que se incorporaba al patrimonio de los marrajos, una imagen de vestir, se debía al escultor malagueño José María Ruiz Montes quien recibía el encargo en el mes de febrero de 2017. Dos años más tarde, el 6 de diciembre de 2019, entregaba la obra que era bendecida en la Capilla la mañana de ese día. Más de ochenta años después de los sucesos de la Guerra Civil y la destrucción y pérdida de imágenes y tallas de nuestro patri-
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monio, entre ellas la de la Verónica, la Cofradía cumplía un anhelo largamente ansiado. Y la representación de la mujer valiente que en el pasaje de la Calle de la Amargura limpia el sudor y la sangre del rostro de Jesús, volvía a ocupar su lugar en el retablo y lucia espléndida en su hornacina. En un 2020 difícil de olvidar en la historia de la Cofradía Marraja, dos efemérides, dos aniversarios con enorme significación de nuestro pasado reciente, tenían lugar. Por un lado conmemorábamos el 25 aniversario de la Coronación Canónica de la Santísima Virgen de la Soledad. La recordada tarde del 7 de mayo de 1995, siendo Hermano Mayor de la Cofradía Pedro Ferrández Flores y Capellán D. Francisco Montesinos PérezChirinos, el obispo de la Diócesis de Cartagena D. Javier Azagra Labiano coronaba canónicamente a la Madre de los Marrajos en la plaza de los Héroes de Cavite en el transcurso de la Santa Misa que tuvo lugar para que en ella recibiera la Soledad su preciado reconocimiento y su homenaje. Momento de emoción indescriptible al recibir en su sien la co-
rona, y las miradas fijas en Ella de cientos, de miles de personas, las miradas del pueblo de Cartagena que aquella tarde llenaba el emblemático lugar de la ciudad para rendir tributo de devoción a la Virgen de la Soledad. Y una fecha grabada ya para siempre con letras de oro en nuestra historia. La Virgen de la Soledad era así la primera Titular de las cofradías de nuestra Semana Santa, y la segunda advocación mariana de la Virgen en Cartagena después de que en 1923 recibiera su corona la Virgen de la Caridad, cuyo arraigo, historia, y el profundo fervor de los fieles, procesionistas de toda condición y cartageneros en general, consideraba la Iglesia méritos suficientes para distinguirla de esta manera y con este honor, y que tuviera su canónica coronación en aquel glorioso día del mes de mayo de 1995 del que se cumplían veinticinco años. La pandemia declarada y las normas adoptadas por las autoridades que llevaría al estado de alarma y el confinamiento, la suspensión de todos los actos cuaresmales a partir del 11de marzo de 2020, y la decisión de la Junta de
67 Cofradía el 14 de marzo de suspender igualmente las procesiones, impidieron conmemorar la efemérides como la Cofradía hubiera deseado. Y el 3 de mayo de 2020, coincidiendo con el primer domingo de mayo y Día de la Madre, se celebraba la solemne eucaristía conmemorativa del XXV aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Soledad con la Santa Misa que tenía lugar en la Capilla del Santísimo de la iglesia de Santo Domingo a las 11,00 horas de ese día. Misa oficiada por el Capellán de la Cofradía D. Fernando Gutiérrez Reche ante la imagen de la Soledad, la Madre de los marrajos, que presidía la ceremonia en su retablo donde recibe culto todo el año adornada de flor. La eucaristía, sin asistencia de público y acompañado el Capellán por el Comisario de Liturgia José Truque Guijarro, fue retransmitida por TeleCartagena a través de su canal de YouTube y contó con el acompañamiento musical al órgano de Iban Huertas San Millán. Una salve íntima cantada a la Santísima Virgen de la Soledad concluía la celebración. Como segundo hito del año 2020, y uno más de los ecos de semanas santas que nos dejaban este tiempo de triste memoria para los procesionistas marrajos, se celebraba el 75 aniversario de la llegada a la Cofradía y a Cartagena de la
imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno que José Capuz entrega a la Hermandad en 1945. Dentro de los enormes daños ocasionados al patrimonio de las cofradías de Cartagena por los desgraciados sucesos de la Guerra Civil (1936-1939), los marrajos sufrimos la desaparición, junto a otras, de las dos imágenes del Nazareno que poseíamos, la antigua imagen fundacional y la talla del Titular que Capuz realiza en el año 1931. Para reponer las imágenes desaparecidas, la Cofradía recurría de nuevo al genial escultor que en esa década de los años cuarenta del siglo XX contribuye con su trabajo a reconstruir nuestro patrimonio con las nuevas tallas que lleva a cabo en 1943 de San Juan y la Soledad, para sustituir a las igualmente desaparecidas en la Guerra Civil. Siguiendo con este necesario impulso renovador se encargaría una nueva imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno a José Capuz que el “escultor de los marrajos” realiza en 1945, imagen sufragada y donada a la Cofradía por el Pósito de Pescadores de Santa Lucía. La talla del Nazareno llegaba a Cartagena el 9 de marzo de 1945 y se exponía en el local social de la Cofradía, para que el 15 de marzo tuviera lugar su bendición en la iglesia de Santiago Apóstol de Santa Lucía por el Arcipreste de Cartagena D. Tomás Collados. Finalmente el 18 de
marzo de 1945 una procesión desde el barrio de Santa Lucía conducía la nueva imagen del Titular y recorría las calles de la ciudad hasta la iglesia de Santo Domingo, donde tendría lugar la entrega oficial por el Pósito de Pescadores a la Cofradía Marraja. Y Nuestro Padre Jesús Nazareno llegaba ese día a su Capilla y a su Casa. Pero 2020 fue ante todo el primer año del último siglo de nuestra historia, después del referido periodo de la Guerra Civil, donde las procesiones no se echaron a la calle en Cartagena al llegar la primavera y conmemorar así la Pasión, Muerte y Resurrección. Donde Santa María de Gracia no se llenó de su Semana Santa para alumbrarla cada noche, cada madrugada, cada tarde y cada mañana de cortejo pasionario. Esa celebración “difícil, extraña, triste, y desconsolada” fue lo que nos dejó, recluidos en nuestras casas, el año de pandemia, de sufrimiento y de dolor. Pero estábamos en Semana Santa, y sin la narración evangélica de los días que corresponde procesionar a los marrajos, la Cofradía celebraba la Pasión y Muerte redentora del Señor, y la apoteosis previa del fervor y la promesa siguiendo a La Piedad, en las liturgias que tuvieron lugar el Lunes, Viernes, y Sábado San-
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Ϯ Calle del Carmen. Noche del Viernes Santo, 10 de abril de 2020.
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Ϯ Altar del Miserere, viernes 5 de marzo de 2021.
to de la semana pasionaria de 2020. Es así que en la tarde del Lunes Santo, 6 de abril de 2020, cuando la Virgen debería haber salido al encuentro con el pueblo de Cartagena embarcada en un mar de promesas, el Capellán de la Cofradía D. Fernando Gutiérrez Reche, auxiliado y con la sola compañía del Comisario de Liturgia José Truque Guijarro oficiaba en su Capilla de Santa María de Gracia, a los pies de la imagen en ese lugar entronizada, la Santa Misa en Honor a la Stma. Virgen de la Piedad. Eucaristía íntima y emotiva, sin otra presencia que los oficiantes, retransmitida y seguida en directo gracias a la emisión realizada por TeleCartagena, y a través de sus canales de TV y Youtube. Al finalizar la misa el gran cantaor Antonio Ayala el “Rampa” acompañado al tambor por Luis Tebas ofrecería una saeta dedicada a la Virgen de la Piedad. Para que a su conclusión tuviera lugar el Canto de la Salve de ese día dedicado con inmenso cariño por toda Cartagena a la Madre Piadosa del Lunes Santo. Como sucediera con el primer “día marrajo” que nos tocó vivir en una Semana Santa muy distinta a la que todos hubié-
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ramos deseado, llegado que fue el Viernes Santo a la ciudad y a los marrajos, y privada inevitablemente Cartagena de su bendita Madrugada y del esplendor del Santo Entierro en la noche del día más importante de su Pasionaria, la Cofradía quiso celebrar la Pasión del Señor honrando al Nazareno y a nuestra Madre la Virgen de la Soledad. Y en la mañana de este viernes singular se emitía a través de las redes sociales la grabación del rezo del Vía Crucis realizado por el Capellán D. Fernando Gutierréz Reche y José Truque Guijarro, Comisario de Liturgia, en la Capilla Marraja y delante de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Teniendo lugar a su conclusión el canto de la salve a la Virgen Dolorosa, la Virgen de la Madrugada, frente a su imagen en el retablo, y la saeta al Nazareno cantada por el saetero José Cayuela. Ya por la tarde de este Viernes Santo 10 de abril de 2020, los marrajos y la Cofradía rendíamos homenaje a la Virgen de la Soledad que en la noche debería haber acompañado y seguir en el cortejo a su Hijo, el Cristo Yacente que reposa en el Sepulcro, cuya maravillosa escena y su inmensa soledad no vieron las ca-
lles de Cartagena en este 2020. Organizado por la agrupación de la Virgen de la Soledad y su Junta de Damas tendría lugar a las 19,00 horas el rezo del Santo Rosario, y a su conclusión el Capellán de la Cofradía D. Fernando Gutiérrez Reche elevaría su oración a la Virgen en nombre de toda la Cofradía y de los marrajos en su capilla del Santísimo de la iglesia de Santo Domingo, y cantaría la salve a la Santísima Virgen de la Soledad que esa noche permanecía en su retablo y no era llevada a hombros en el altar de su trono en procesión. El saetero José Cayuela cerraría este homenaje y rezo a la Virgen con el canto emocionado de una saeta a la Madre de los marrajos. Canto de la salve que fue retransmitido por Cartagena Cofrade por medio de canal de YouTube. Finalmente el Sábado Santo, 11 de abril de 2020, la agrupación de la Santísima Virgen de la Soledad con la participación principal de su Junta de Damas celebraba el Canto de “Los Siete Dolores de la Virgen”, rezo y oración dirigido en la capilla del Santísimo y ante la imagen de la Soledad en su retablo por el párroco de la iglesia castrense de Santo Domingo D.
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Francisco Muñoz Moreno. Un acto emotivo y entrañable que tenía lugar a partir de las 12,15 horas de este día y que se pudo seguir a través de la web y redes sociales de la Cofradía. Los ecos de la Semana Santa de 2021 vinieron marcados por la lucha contra la pandemia en el país y la necesidad de tomar medidas para combatirla. En especial las limitaciones a las reuniones sociales adoptadas desde marzo del año anterior, los aforos limitados en actos, eventos, y encuentros, y por lo mismo una actividad muy reducida de la vida cofrade. Y aún esperanzados en volver a procesionar, la realidad se impuso frente a la ilusión y a esa esperanza. Para que los ecos de semanas pasionarias con siglos de historia y de tradición que recogemos nos condujeran al mes de febrero del pasado año y al acuerdo de la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradía, a partir de la “prudencia y el sentido común” al que exhortaba en aquellos días nuestro obispo D. José Manuel Lorca Planes, por el que se decidía, y así se hacía público el 2 de febrero, suspender y no organizar los desfiles y procesiones de la Semana Santa de 2021.
Sin embargo llegaba de la misma manera el eco de la conmemoración de la Pasión, Muerte, y Resurrección de Jesucristo a la Cofradía del Nazareno. Y llegaba la previa celebración de la Cuaresma y de los cultos solemnes en honor al Titular, Nuestro Padre Jesús Nazareno, que en el año 2020 no se pudo completar por la irrupción de la pandemia y las medidas adoptadas, siendo así que solo el Vía Crucis que abre la semana de cultos y los dos primeros días del Triduo tuvieron lugar. En este de 2021, con las limitaciones de aforo establecidas y las normas sanitarias y de precaución que se adoptaron, la Cofradía Marraja pudo culminar todos sus actos cuaresmales. Y celebrar el 5 de marzo de 2021 un Miserere, obligado por todas las circunstancias, novedoso y diferente a su habitual configuración y desarrollo. Sin la procesión de alumbrantes que acompañan la entrada de la Cofradía desde su Capilla al templo dominico siguiendo al sudario, que iluminan ocupando todo el presbiterio el oficio de la solemne ceremonia, y con la novedad de no interpretarse el Miserere de Orlando di Lasso que desde 1967 entonan las voces de la Masa Coral Tomás Luis de Victoria. En su lugar,
al no requerir un conjunto coral y cumplir de este modo las medidas sanitarias, se escuchó la composición, para solista y tres voces, que el maestro lorquino Pedro José Jiménez Puertas compuso expresamente para la Cofradía en el año 1933 basada en el salmo 50 del salterio o libro de los salmos del Antiguo Testamento, una obra que estuvo presente en el Miserere marrajo hasta ese 1967. La “Capilla de Música de Cartagena”, con la dirección de Iban Huertas San Millán, también en el órgano, el barítono Pablo Cano Rojas, y la soprano Rocío Martínez de Salazar Arboleas, fueron los encargados de su interpretación y de recuperar más de medio siglo después esta obra compuesta para los marrajos y su culto más importante al Titular. La celebración de la Semana Santa por los marrajos en el año 2021, de nuevo sin procesiones, giraría alrededor de las diferentes liturgias preparadas para el Lunes Santo, con las eucaristías y demás actos programados en honor de la Santísima Virgen de la Piedad en su jornada de fervor y promesas, y las funciones religiosos que acogió la iglesia de Santo Domingo en el Viernes y el Sábado Santo.
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Ϯ Miserere, viernes 5 de marzo de 2021
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Ϯ Vía Crucis en la mañana del Viernes Santo, 2 de abril de 2021.
Así, los marrajos celebrábamos un Vía Crucis, el “Camino de la Cruz en tiempo de pandemia”, que tenía lugar el Viernes Santo de abril de 2021 en la iglesia castrense a las 7,00 horas. Al despertar la mañana, dentro de un ambiente de recogimiento y solemnidad con presencia limitada de hermanos cofrades y presidiendo la imagen del Nazareno la celebración, los marrajos rezábamos bajo la dirección espiritual de nuestro Capellán D. Fernando Gutiérrez Reche la Vía Dolorosa. Y rememorábamos, cuando la procesión del Encuentro debería estar recogiéndose, el Vía Crucis de la “madrugada más hermosa de Cartagena” al recorrer sus calles, en esas horas, la maravillosa “procesión de procesiones” que envuelve al Hijo al encuentro de su Madre. Vía Crucis, que pudo ser seguido en directo por el canal de televisión 7 Región de Murcia que lo retransmitió y por redes sociales, que quizás por primera vez en ese día, a esa hora, y en ese lugar, celebraba la Cofradía a lo largo de su historia. Concluyendo, al regresar la procesión claustral a la Capilla, con el canto de una emotiva salve a la Virgen Dolorosa cuya imagen se encontraba junto a la reja del recinto marrajo. Se ponía fin de
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este modo a un Vía Crucis para el recuerdo y la historia de nuestra Hermandad, mientras se escuchaban con emoción las notas de la marcha Nuestro Padre Jesús Nazareno interpretada al órgano por Iban Huertas San Millán. Viernes Santo de los marrajos de 2021 culminado en la noche de este día con la Solemne Celebración del Santo Entierro de Cristo y el oficio religioso de las “Lamentaciones de Jeremías”. Liturgia de la Iglesia en tiempo de Semana Santa que por primera vez se oficiaba en la Cofradía, presidida por el Obispo de la Diócesis de Cartagena D. José Manuel Lorca Planes, y que constituía la segunda función preparada para conmemorar la Pasión y Muerte de Jesucristo en el Viernes Santo. Esperado acto en la noche del día más importante de la Semana de Pasión que comenzaba a las 20,00 horas de nuevo en el marco de la iglesia de Santo Domingo con la imagen del Cristo Yacente, sobre un lecho de terciopelo adornado de bordados, un centro de rosas rojas, y con la guirnalda que los amorcillos portan en el trono, en un sobrio altar en el centro de la iglesia a los pies del altar mayor.
La ceremonia religiosa se iniciaba con la procesión claustral encabezada por la Cruz Sudario del tercio del Santo Sepulcro, y tras ella el sudario de la Cofradía que precedía al Obispo de Cartagena D. José Manuel Lorca Planes que ofició la liturgia, acompañado por el arzobispo emérito de Burgos D. Francisco Gil Hellín, el Vicario de Cartagena D. José Abellán Ibáñez, el Capellán de la Cofradía D. Fernando Gutiérrez Reche, el párroco castrense de Santo Domingo D. Francisco Muñoz Moreno, y D. Maximiliano Caballero Caballero, que le auxiliaron en el acto. Emoción contenida en un ambiente de profundo recogimiento, y una homilía reconfortante invitando a la reflexión en las palabras de nuestro obispo, que al terminar nos decía cómo en esos momentos estaría esperando para salir en la procesión del Santo Entierro acompañando al Yacente, algo que llevaba tres años sin suceder. Y por ello quería tener un recuerdo especial para la Cofradía que venía ofreciendo todo este tiempo ese sacrificio al Señor, y deseaba con cariño que con ello los marrajos tuviéramos “un purgatorio corto”.
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Escuchándose en la ceremonia que nos reunía en Santo Domingo la noche del Viernes Santo el canto de la obra “El Lamento de Jeremías” compuesta en 1866 por el músico Cosme José de Benito (1829-1888) basada en una de las cinco lamentaciones del libro de Jeremías. Composición, para una sola voz y acompañamiento de órgano, interpretada por la “Capilla de Música de Cartagena”, con la mezzosoprano Inmaculada Sánchez López y el maestro Iban Huertas San Millán en la dirección y el órgano. Música celestial en un ambiente de enorme solemnidad que sonó y llenó esa noche la iglesia dominica, envolviéndola en una atmósfera especial invitándonos a meditar sobre las palabras de D. José Manuel Lorca Planes y a contemplar la impresionante imagen del Yacente de Capuz, el Cristo vencedor de la muerte del que nos hablara el Obispo de Cartagena en sus palabras. Para terminar con la procesión de regreso a la Capilla Marraja mientras se escuchaba el órgano de Iban Huertas San Millán, y Francisco Domené López al violín interpretando las notas de “In Memoriám”, la marcha compuesta por el músico Agustín Coll Agulló en 1921 que adaptada a
conjunto de cuerdas acompaña la salida procesional del Cristo Yacente cada noche de Viernes Santo. Y concluía así una maravillosa liturgia religiosa realizada por primera en el seno de la Cofradía que ponía punto final a la jornada de este viernes singular llamado a escribir una brillante página en la celebración de la Semana Santa y en la historia de los marrajos. El último de los “ecos de semanas santas” huérfanas de desfiles y cortejos pasionarios, el postrer eco de este tiempo que vivimos los cofrades marrajos, se alumbraba y recogía en la mañana del Sábado Santo 3 de abril de 2021 cuando la iglesia de Santo Domingo abría sus puertas de nuevo a la Hermandad del Nazareno. Y ofrecía la misma familiar hospitalidad desde que la Orden de Predicadores quisiera en un lejano siglo XVII que su templo fuera siempre nuestra casa. Función final de la celebración pasionaria del pasado año que la Cofradía dedicaba a la Santísima Virgen de la Soledad, la Madre de los Marrajos, con la liturgia de “La Virgen María en sus Siete Dolores” bajo la dirección espiritual de nuestro Capellán D. Fernando
Gutiérrez Reche. La oración y el silencio en un día de duelo, las reflexiones ante cada uno de los dolores de la Virgen profundizando en su significado, especialmente en medio de la situación y de los momentos complicados que vivíamos a causa de la pandemia, estuvieron acompañados para ayudar a la meditación propuesta de la música ofrecida por la “Capilla de Música de Cartagena” con Iban Huertas San Millán, dirección y órgano, la mezzosoprano Inmaculada Sánchez Alcaraz, y Francisco Domené López en el violín, interpretando la obra “Coplas a los 7 dolores de la Santísima Virgen” que el músico Francisco Laporta y Mercader compusiera en 1892. En la Soledad de la Virgen, contemplando su dolor por el Hijo muerto, y en la esperanza en la Resurrección salvadora que habría de llegar a nuestra Semana Santa en la mañana del día siguiente, la Cofradía Marraja dejaba escrita la página con la que cerraba un capítulo de su historia. Pedro María Ferrández García. Cronista de la Cofradía Marraja.
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Ϯ A ltar del Yacente. Liturgia de Las Lamentaciones de Jeremías. Viernes Santo, 2 de abril de 2021.
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COFRADIA
Ϯ Virgen de la Soledad. Los Siete Dolores de la Virgen. Sábado Santo, 3 de abril de 2021.
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DE PANDEMIAS
y Procesiones
Es cierto que las guerras y posguerras han sido un más que evidente motivo para la suspensión de las procesiones. Al igual que en la ya mencionada, sucedería también en la revolución de 1873 y es de suponer que en otros conflictos bélicos que convirtieron España en un campo de batalla, como las Guerras de Sucesión e Independencia. Pero las guerras no han sido el único, ni probablemente el más extendido de los motivos por los que las procesiones no pudieron salir a la calle. Desde la conmoción y el consiguiente luto que se guardó en la ciudad en 1895 por el naufragio del crucero Reina Regente, con 420 fallecidos, la mayor parte de ellos cartageneros, en los primeros días de la Cuaresma de aquel año, al motivo más habitual: la falta de recursos económicos para sufragar los gastos de salida, que motivó que en los primeros años del siglo XX las imágenes se quedasen en Santo Domingo y los tronos en la calle Adarve mientras los marrajos lamentaban aquella ausencia y esperasen a un tiempo más propicio. Sin embargo, las pandemias –epidemias en un lenguaje menos actual- han estado presentes a lo largo de nuestra historia. De hecho, muy probablemente, el origen de las procesiones marrajas parte, precisamente, de una de ellas. Sabemos que los documentos más antiguos que conservamos de la historia de nuestra cofradía nos remiten al año 1641, en que nuestros ancestros compraron a la Orden Dominica la capilla que aún hoy poseemos en el templo del que fuera su convento. También que no sería hasta 1663 cuando el Obispo Juan Bravo encomendó a la Cofradía de Jesús Nazareno la organización de las dos procesiones de
Viernes Santo, la de la calle de la Amargura y la del Santo Entierro, que hasta unos años antes eran responsabilidad de la Cofradía del Rosario, sita también en el convento dominico. Es evidente que no existe una documentación concreta, pero sí que sabemos que todo el sur de España vivió una gran epidemia de peste bubónica entre 1647 y 1652. En Cartagena tuvo su inicio en marzo de 1648, provocando las primeras muertes, tanto por la enfermedad como por la hambruna que comenzó a extenderse, al no llegar a la ciudad productos del campo ni salir a pescar los pescadores, pues gran parte de la población se refugió por el miedo que se extendió a la par –o antes- que la enfermedad. Sirva como ejemplo lo que afirma Casal cuando escribe que de “los cuatro boticarios que había en la ciudad, uno murió y los otros tres desaparecieron”. El Alcalde se contó entre las primeras víctimas; las fuentes de agua dejaron de correr por falta de mantenimiento… y aunque en unos meses la peste desapareció fueron tantas las muertes que prácticamente toda la actividad quedó paralizada. Las cifras de muertos no fueron oficiales, pero el Ayuntamiento calculó que de los 2.100 habitantes que tenía Cartagena murieron más de 1.500, “quedando reducida la población a unas seiscientas almas”. Como digo, no hay constancia de que aquel fuera el motivo, pero es más que evidente que la pérdida del 75 por ciento de la población debió ser motivo más que suficiente para que se dejasen de organizar procesiones de Semana Santa, y que no fuera hasta quince años después, cuando la ciudad había comenzado su recuperación, cuando el Obispo Bravo, al igual que haría en otras ciudades de la Diócesis plantease el retorno de las procesiones y, sin salir del convento dominico, fuera a los primitivos cofrades del Nazareno a los que encomendase dicha tarea.
No es por tanto descabellado afirmar que las procesiones marrajas tuvieron su origen en una pandemia. Y desgraciadamente aquella no sería la última con una gran mortalidad, aunque quizá no en tanta proporción como la de 1648. Una plaga como la del paludismo o la malaria terciana sacudió numerosas veces a Cartagena, al menos diez en diez ocasiones durante el siglo XVIII. La condición de ser una ciudad amurallada, donde la ventilación no era buena intramuros y situada además junto a un Almarjal que, de mar interior había pasado a convertirse en una suerte de zona pantanosa, tendría buena culpa de ello y, con toda seguridad, impediría más de una vez la salida de las procesiones. De hecho se afirma que sería esta epidemia la que, sin dejar aún el siglo XVII, motivaría la creación del hospital de Caridad, y que también fue la causa que llevó a reemplazar en 1761 a la Virgen del Rosell por la de la Caridad como patrona de la ciudad. Es complicado encontrar referencias concretas a las procesiones de cada uno de los años en que sabemos a ciencia cierta que el paludismo sacudió Cartagena, como también otras enfermedades derivadas de la escasa calidad del aire en las inmediaciones del Almarjal, algo que afectaría en más de una ocasión al convento franciscano de San Diego, el más cercano a aquellas tierras anegadas, y que fue, precisamente, donde sabemos que se diseñó el Vía Crucis que dio origen en 1614 a la actual procesión de la calle de la Amargura en la madrugada del Viernes Santo. Esa falta de documentación no se da en la más reciente de las pandemias hasta la actual, la que tuvo lugar en 1918 y que, leyenda negra mediante, pasaría a la historia como la de gripe española. Aunque el paciente cero de aquella se dio en Estados Unidos (en Kansas, para ser más exactos), y se extendió rápidamente
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La suspensión de las procesiones de Viernes Santo durante los tres últimos años nos lleva a menudo a recordar el desgraciado precedente que supuso –con muchas y más que palpables diferencias la Guerra Civil española, que implicó que no hubiera procesiones en Cartagena durante cuatro años (1936-1939).
74 por toda Europa, casi todos los países estaban inmersos en los últimos combates de la Primera Guerra Mundial, la prensa de aquellos estaba mucho más pendiente del gran conflicto bélico, cosa que no sucedía en España, donde las páginas de los periódicos dedicaron más espacio a la gripe que acabó por tanto bautizada como “española”. Observar las fotografías de aquellos años, leer la prensa, nos parece de una desgraciada actualidad. Desde las mascarillas, su tipología y utilidad, a los confinamientos, a las restricciones, a las medidas higiénicas y sanitarias, todo es prácticamente igual a lo que hemos vivido desde 2020.
Con una clara diferencia: no se suspendieron las procesiones. Aunque las páginas de los periódicos de Cartagena daban cuenta de los vecinos que habían contraído la enfermedad o se habían curado (en aquellos años era muy habitual dar noticia del estado de salud de muchos cartageneros, de sus viajes, llegadas, vacaciones, etc. en una suerte de crónica rosa en las páginas de información general), no hay ninguna referencia a que se plantease siquiera interrumpir unas procesiones que parecían haber encontrado esos años la estabilidad que se había echado en falta en la primera década del siglo XX.
Durante los tres años en que se puede considerar activa la pandemia (19181920) encontramos no sólo noticia de la salida de las procesiones, sino incluso de novedades de lo más destacado en su discurrir. Así, en 1918 la efímera Cofradía de San Juan, que procesionó esos años desde la Iglesia del Carmen el Lunes Santo estrenó la imagen de su Titular, obra de Sánchez Araciel. El Martes Santo el tercio de San Pedro estrenaba túnicas de terciopelo negro con un peto con el escudo pontificio. El Viernes Santo la prensa da cuenta de que el Encuentro volvía, tras varios años, a realizarse en la plaza de la Merced y se estrenaba reformado el trono de la Verónica. También salían con normalidad las procesiones de Miércoles y Viernes Santo. Al año siguiente, en 1919, las procesiones salen y la prensa destaca el buen tiempo que hizo aquella Semana Santa, en que se estrenaron la marcha del veterano procesionista marrajo Julio Hernández Costa ‘¡Madre Mía!’ y un nuevo manto para la Virgen Dolorosa en la procesión de la madrugada. Y por último, en 1920, cuando la pandemia se daba ya casi por extinguida, los marrajos organizaban una procesión extraordinaria con motivo del segundo centenario de la Bula Pontificia otorgada a la Cofradía por el Papa Clemente XI y en Semana Santa sólo fue noticia que pudieron salir todas las procesiones pese al intenso frío y la lluvia que hubo a lo largo de esos días.
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Así pues ni la suspensión de las procesiones por causa de fuerza mayor ni la existencia de pandemias –e incluso la conjunción de ambas- ha sido una novedad en nuestra historia, aunque sí en las generaciones que nos hemos visto privadas de procesionar desde aquel 19 de abril de 2019 en que despedimos con una apresurada salve a la Virgen Dolorosa ante la entrada de la iglesia de Santa María. Agustín Alcaraz Peragón. Comisario General de la Cofradía Marraja.
BIBLIOGRAFÍA:
Ϯ Retrato del Obispo Juan Bravo de Asprilla. Palacio Episcopal de Murcia.
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- CASAL MARTÍNEZ, Federico. “La epidemia de peste de 1948”. Cartagena Histórica, nº19. Cartagena, 2017. Págs. 31-47. - CASTEJÓN PORCEL, Gregorio. Paludismo en España en los siglos XVIII-XIX: Distribución espacial y erradicación’ en DE LA RIVA, J. y otros. Análisis espacial y representación geográfica: innovación y aplicación. Universidad de Zaragoza, 1978. Págs. 69-78.
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75 AÑOS
E
n su imagen de Jesús Nazareno entregada a la Cofradía de los Marrajos en 1945, se aparta José Capuz de la composición más tradicional utilizada en sus dos anteriores nazarenos – para la misma cofradía, en 1931, y para Cuenca, en 1942 -, claramente direccionales, en una reafirmación del eje marcado por la cruz. Lo que hubiera podido ser un condicionante para su creación, la necesidad de adaptar la imagen a su función en la representación teatralizada del Encuentro con la Virgen
Dolorosa en la calle de la Amargura, lo convierte el escultor en una oportunidad para variar el arquetipo tradicional, haciendo levantar la mirada del Nazareno y girar el rostro hacia un lado, mostrándolo claramente -altivamente, se podría decir- y creando una composición más abierta, en la que la cruz ya no es el elemento principal de la composición sino el fondo que realza la mirada sobrecogedora de Jesús, confiriéndole ese aura de dignitas tan propia de la estatuaria antigua, referencia constante en la obra de Capuz.
Esta composición abierta respecto al eje del madero redundará en el éxito de una imagen itinerante, en la que los puntos de vista van variando a medida que se desplaza andando – triunfando- sobre su trono. Y es que Capuz nos muestra a Cristo como un héroe trágico, triunfante en su sufrimiento, portando la cruz no ya como instrumento de martirio sino como atributo de triunfo final. Este discurso de la cruz enlazaría perfectamente con su presencia a modo de altar en el Descendimiento (1930) y como
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del Nazareno de Cartagena
76 emblema de victoria en su Resucitado para Málaga (1946), corroborando ese desarrollo continuado de una misma idea en toda su creación procesional.
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Según el pensamiento humanista, el principal atributo del héroe era la virtú, entendida como la capacidad de dominar las fuerzas adversas de lo natural o fortuna. Cristo aparece como el nuevo héroe, soportando con entereza (dignitas) el martirio, superando como nuevo Hércules la adversidad máxima de la muerte con la resurrección. Este carácter trágicamente heroico lo desarrolla Capuz sin recurrir a la retórica exacerbada barroca, buscando, por el contrario, conseguir lo más con lo menos: la boca entreabierta, el cuello en tensión y las veladuras pictóricas que consiguen una mirada a un tiempo firme y serena. Participa de este modo la imagen de la misma dualidad de lenguajes presente en la procesión de la madrugada del Viernes Santo cartagenero, puesto que si la mirada de Cristo se adapta a la perfección a los requerimientos teatrales de la escenificación del Encuentro, también su recorrido procesional de la vía Dolorosa reviste todo el carácter mayestático de las entradas triunfales. Es la majestuosidad de la imagen aislada que, arropada por todo el aditamento procesional, adquiere los caracteres del héroe. Cristo aparece como rey, y como tal se le representa. Se ha señalado que en la cultura del Barroco, la imagen del rey debía brillar entre su corte, y esa teatralidad barroca se aplicará tanto al ámbito profano como a la retórica de la imagen sacra. A tal fin contribuye el uso de la riqueza, de los bordados o el aislamiento majestuoso de la imagen de devoción. Se trata de elementos retóricos que vienen a completar y reforzar el mensaje de la obra escultórica. Y, en este caso, Capuz hace suyos los elementos aportados por los cofrades para completar la imagen de vestir, en un modo análogo a cómo utilizaba el contraste con la talla abrupta de las vestiduras de tonalidades violáceas en su obra para Cuenca. La dualidad de autoría, que en cierto modo es posible señalar en las imágenes de vestir, les confiere una suerte de ánima vital a estas esculturas, mediante la renovación e incremento del ajuar. Elementos llenos de significación, como los lirios bordados en oro sobre el terciopelo morado. El oro, tan presente en la imaginería de Capuz como sustanciación de la luz, de la promesa de la redención, presente ahora, no bruñido
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De esta manera, el Nazareno de los Marrajos se puede considerar como la difícil y acertada conjunción entre la nobleza y dignidad de la escultura de un artista tan personal como Capuz, con la majestuosidad aportada por todo el aparato del exorno proce-
XVII, y que, por su plena vigencia, no nos resistimos a recordar una vez más: “Profunda emoción religiosa, respeto y veneración imponía el Jesús Nazareno en la procesión de la madrugada del Viernes Santo cuando […] como un rey y señor pasa por las calles de la urbe entre nubes de incienso y los salmos del miserere y el pueblo cartagenero que, los ojos bajos, sin atreverse a mirar, caía de rodillas”.
sional, donde la imagen aislada, ensalzada por el trono de estilo cartagenero, logra el efecto de aparición divina en el escenario de la cotidianeidad, de manera similar a aquella imagen literaria evocada por el cronista Federico Casal refiriéndose a las procesiones del siglo
José Francisco López Martínez De “La imagen del Héroe. La renovación iconográfica del Nazareno por el escultor Capuz”. En Ecos del Nazareno. Cartagena, Semana Santa 2020.
sobre la talla sino bordado sobre el terciopelo, pero significando, de cualquier modo, la luz de Cristo.
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Ϯ Altar del Nazareno, COFRADÍA Vía Crucis del Viernes Santo. 2 de abril de 2021.
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SOLEDAD
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uando el 20 de diciembre de 2019 se daba a conocer el cartel de la Semana Santa de 2020 nadie podía pensar, contemplando el maravilloso trabajo elegido para anunciar la celebración de la Pasión, Muerte, y Resurrección de Jesucristo a la manera en la que desde siglos tiene lugar en nuestra ciudad, lo que estaba por llegar. Ninguno podíamos imaginar que la imagen de la Virgen de la Soledad de los Pobres no sería en el venidero año 2020 la mejor invitación a los procesionistas y cofrades a participar, y así manifestar la fe en uno u otro de los desfiles pasionales que transitan en sus días y recorren sus calles. Que no sería ese espectacular cartel la anhelada llamada a los cartageneros para asistir y admirar, con respeto, las procesiones, únicas e inigualables, que conforman el personal discurso catequéticos de Cartagena ahormado en torno al arte, la luz, el orden, la flor, y la música. Pero Ella estaba allí.
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Ella estaba allí porque, llegado lo que llegaría, quiso el destino que el cartel con su imagen de la Semana Santa de esta ciudad que no pudo celebrar la puesta en escena de sus cortejos procesionales, la espléndida imagen de la Virgen de la Soledad de los Pobres, fuera el irremisible compendio de lo que vivimos ese año en aquellos días de la Pasión. La emotiva estampa de la Soledad de la Virgen que en la noche del Sábado Santo permanece sola ante la Vera Cruz y llora al Hijo muerto. Y la soledad de Cartagena, la inmensa desolación de toda una ciudad y de sus gentes, que aguardaba la llegada de la Semana Santa y poder volver a conmemorar en sus calles el Misterio Pascual para la salvación del hombre. Porque, sin nadie poderlo saber aquel mes de diciembre de 2019, Ella resultaría el mejor motivo, el más expresivo y acertado, para un cartel anunciador y tristemente premonitorio de la inconsolable soledad con la que cada uno de los procesionistas y cada uno de los cartageneros vivimos la Semana Santa de 2020 que, de la peor forma que hubiéramos imaginado, escribiría una página de pesaroso recuerdo en nuestra historia. Ella, la bellísima estampa de una Virgen estaba allí, en ese evocador cartel, porque hacía más de sesenta años, en la tarde del Viernes Santo 27 de marzo de 1959, se bendecían en la iglesia de Santa María de Gracia el grupo del Santo Enterramiento de Cristo y la imagen de una Virgen de la Soledad que el escultor Juan González Moreno había terminado para la Cofradía Marraja. Cumplía
de este modo el artista con el encargo realizado tres años antes por los marrajos, que recurrían al escultor murciano para estas dos obras pensando como primera intención en el discurso narrativo de la procesión que en la tarde del Sábado Santo los marrajos aspirábamos a poner en la calle como el cuarto cortejo morado de nuestra Semana Santa. En todo caso el extraordinario grupo que muestra la escena del Entierro del cuerpo de Cristo, y que el propio González Moreno consideraba su mejor grupo procesional, no llegaría nunca a figurar en esta procesión, procesión de la Vera Cruz todavía en ciernes cuando en 1956 recibe el encargo de la Cofradía Marraja. Y por otra parte hoy este soberbio conjunto, viendo cumplido un viejo anhelo de la Cofradía, puede ser admirado todo el año, más allá de su salida en la noche del Viernes Santo a cuyo cortejo procesional quedo incorporado desde su llegada, en la capilla de la iglesia de Santo Domingo que desde el año 2017 lo acoge y donde recibe culto. Pero situémonos por un momento en esos días más de sesenta años atrás, y en el asombro que sin duda provoca la llegada del Santo Entierro que antes de la tarde de su bendición se exponía en la planta baja de la casa Cervantes de la calle Mayor, sede entonces de la Caja de Ahorros del Sureste de España. Posibilitando que los cartageneros pudieran contemplarlo y maravillarse de la obra llamada finalmente a completar la narración de la noche del Viernes Santo en perfecta armonía con las imágenes y grupos de Capuz que, como sabemos, trazan el guion perfecto en esta representación. Porque, volviendo a nuestra imagen, las crónicas periodísticas de ese 1959 nos hablan de esa exposición donde “separadamente hay una talla policromada de gran tamaño, de la Virgen, de la Soledad, en la que González Moreno ha acertado a dar una elocuente expresión de dolor y de sumisa conformidad en padecerlo”. Pensemos, siguiendo con esa estampa recreada del instante y de aquel día que refiere el medio escrito de la época, en la monumentalidad del conjunto del Santo Enterramiento allí expuesto que componen las seis figuras de la escena de la Pasión nacidas de la genialidad de su escultor. Y en la presencia, en el mismo lugar, de una delicada imagen que parece en cierto modo y por las palabras del cronista alejada, distante, ajena al revuelo formado alrededor del nuevo grupo que con su imponente presencia requiere y ocupa la atención y las miradas de
cuantas personas pasan. En todo caso pareciera que fueran esas mismas miradas anónimas de entonces que, “separadamente”, vislumbran el prodigio de la obra alumbrada en 1959 por González Moreno, como tantas otras millones de miradas que hasta hoy se han encontrado con Ella, las que ante el pudor de una Madre atrapada en su inmenso dolor en la impresionante representación de la Soledad expuesta esos días tras llegar a Cartagena, y que descubríamos entonces, quieren, por respeto, rehuir su presencia y procurar no perturbar su pena y su angustia de madre. La Soledad cuya cara ausente y manos entrelazadas acierta sin embargo a ver el buen cronista que con curiosidad y enorme intuición se aleja y abstrae de la gran escena que llena por completo el espacio, para encontrarse al hacerlo con la mirada esquiva de una Virgen primorosamente tallada. Y concluye en su observación, y nos deja escrito en el resumen del feliz encuentro de ese día, cómo “en la expresividad de esa cara y de esas manos se patentiza un gesto inconfundible de infinita aflicción”. En la pasionaria de nuestra ciudad sus protagonistas, las imágenes y grupos sobre tronos que rivalizan en la exuberancia del exorno y la luz, interpelan y se dirigen directamente a cuantos los contemplan mientras van desgranando el relato evangélico en cada uno de sus cortejos. Pero una entre todas las presencias que encontramos en nuestra Semana Santa parece romper esta premisa. Una imagen despojada casi de luz y de flor, en penumbra, que en apariencia muestra no tener en cuenta al espectador al pasar ni buscar su diálogo. No refleja en su actitud ni el desafío ni la imploración. No pide la ayuda o el auxilio, no aparenta querer en ese momento nada y a nadie. Sólo esconde su cara, baja la mirada, y recoge sus manos. Y así, nadie osaría molestarla en sus pensamientos. Pero todos quisiéramos consolarla en ese instante cuando, al caer la noche del Sábado Santo, nos encontremos con la más emotiva, con la más íntima y contenida manifestación del abandono y la pérdida; con la soledad de soledades. La Madre rota y exhausta de la que nos habla la hermosa y primorosa imagen de la Virgen de la Soledad de los Pobres. La Madre, Ella, que en una primavera de infausta memoria quiso anunciar su callada soledad. Para que todos nosotros, en esa inmensa Soledad, encontráramos el amparo y el consuelo. Pedro María Ferrández García. Cronista de la Cofradía Marraja.
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SALUDA
Hermana Mayor La Cofradía del Resucitado es la que aporta alegría a la Semana Santa cartagenera, porque nuestro mensaje es de esperanza, de luz y, como digo, de vida eterna.
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os vamos acercando a la Cuaresma, la Semana Santa y todos los procesionistas estamos deseando que llegue ya ese momento, esa semana que para nosotros se alarga a 10 días. Durante los primeros nueve días, iremos mostrando desde la entrada de Jesús en Jerusalén, preludio de lo que vendrá: primero la pasión y seguidamente su muerte. Todo ello esperando con ansia la llegada del Domingo de Resurrección, el décimo día, para que la tragedia se transforme en alegría, la tristeza se convierta en gozo, del desconsuelo pasemos al regocijo, porque JESÚS HA RESUCITADO. Cada año, en casi perfecta sucesión cronológica, las cofradías cartageneras ponemos esta catequesis en la calle, por medio de las imágenes que representan esos momentos en los que Jesús pasa de la vida a la muerte y, finalmente, vuelve a la vida, en este caso vida eterna.
El Santo Ángel con la Cruz Triunfante, nos previene del triunfo de la vida sobre la muerte, Jesús se presenta ante nosotros con todo el esplendor de su resurrección, los soldados que vigilaban el sepulcro huyen atemorizados ante la presencia del Ángel y Cristo Resucitado, ese mismo Ángel advierte a las mujeres que Jesús ya no se encuentra en su tumba, porque ha vuelto a la vida. María Magdalena, es la primera en encontrarse con Él. Acompaña a sus discípulos hasta Emaús y le reconocen al partir el pan. Santo Tomás, sufre porque no ha creído hasta que no ha visto a Jesús con sus propios ojos. Los apóstoles, le hacen caso obteniendo una enorme pesca en el lago Tiberiades, todo ello para que finalmente San Juan y nuestra Madre, la Virgen del Amor Hermoso, cierren la procesión. Al menos eso es lo que esperamos suceda este año, ya que desafortunadamente llevamos tres años en los que no podemos cumplir uno de nuestros fines, celebrar cada año la procesión de Domingo de Resurrección. Hace tres años, las inclemencias meteorológicas nos impidieron salir a procesionar y los dos años posteriores, la pandemia nos ha relegado a un encierro y a un retiro sanitario que siguieron impidiendo procesionar por las calles de Cartagena. En el año de la lluvia, todo estaba preparado, los tronos cargados de flor, los sudarios, galas y banderines debidamente protegidos porque esperábamos que el tiempo nos permitiera salir, a pesar del riesgo de lluvia. Finalmente no pudo ser, las previsiones no eran de riesgo, eran de lluvia segura y eso llevó a todos los que formamos el Cabildo de Mesa, a tomar la decisión de
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suspender la procesión. No podíamos poner en peligro el patrimonio de esta joven cofradía, que hacía poco acababa de cumplir 75 años. Al menos, pudimos realizar el Via Lucis y, en las puertas de Santa María, un breve encuentro entre Jesús Resucitado y su Madre, finalizando con el canto de la Salve, que cerraba la Semana Santa 2019, en este caso con unas horas de antelación al horario habitual y sin poder disfrutar del sol que normalmente nos acompaña. Para todos nosotros fueron momentos dolorosos, solamente paliados por la alegría del día en que nos encontrábamos y el apoyo de los hermanos del resto de cofradías e, indudablemente, de los numerosos cartageneros que nos acompañaron esa mañana. Al año siguiente, nos pilló a todos en casa, en pleno encierro sanitario. Tuvimos que reinventarnos para poder seguir manteniendo viva la ilusión de nuestros hermanos y con las emociones a flor de piel, nuestro anterior Hermano Mayor, Ramón Pérez Saura, celebró un cabildo de monas virtual a través de las plataformas digitales que nos permitieron interactuar con todos los hermanos. El año pasado continuábamos con las restricciones sanitarias. Celebramos el Resurrexit con las máximas precauciones. y tuvimos que desarrollar de nuevo el cabildo de monas, también a través de las redes sociales, pero esta vez, dirigido por nuestra primer mayordomo, Emilia Agüera, debido a la indisposición del Hermano Mayor. El Domingo de Resurrección, y guardando también todas las medidas sanitarias, se celebró una misa solemne y se emitió un programa especial, que había sido grabado la semana previa, en el cual participaron todas las agrupaciones de la Cofradía y donde se comentaba algunos de los momentos mas
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Momentos difíciles, como los que nos han acontecido estos años, nos ayudan a ir creciendo como hermanos en Cristo. Todos los que formamos parte de alguna cofradía debemos intentar mejorar, creciendo en la fe, demostrándolo cada día con nuestras acciones y obras. En momentos de dificultad, cuando los valores cristianos van diluyéndose en nuestra sociedad, debemos estar más unidos que nunca. Debemos pensar como si fuéramos uno a todos los niveles, las agrupaciones que forman parte de las distintas cofradías, deben tender a pensar como lo que son, elementos indispensables de su cofradía y trabajar conjuntamente con el resto de agrupaciones para que la cofradía crezca en todos los sentidos. Del mismo modo, las cofradías deben caminar en una misma dirección, por-
que nuestro fin es el mismo, llevar a Cristo a todos aquellos que aún no ven su luz. Estamos unidos por un mismo credo y sabemos que todos nuestros pensamientos, nuestras obras y acciones, las hacemos por Él. Es muy importante la implicación de la juventud en esta tarea. Debemos escucharles, apoyarles y darles su lugar dentro de los órganos de gobierno de la Cofradía. Aprender de ellos, de sus ideas, de su empuje y visión de lo que son las Cofradías hoy en día. Por nuestra parte, enseñarles transmitiéndoles nuestros conocimientos, experiencias, inquietudes y todo lo que les pueda servir, pero, no con la intención que sigan haciendo las cosas como se han hecho hasta ahora, sino que las hagan con sus ideas, con sus nuevas formas de ver la sociedad en la que estamos inmersos pues, sin duda, para que nuestro mensaje cale, lo primero que debemos hacer es adaptarlo a los momentos en que vivimos y son ellos los que mejor pueden hacerlo. Debemos intentar inculcarles ideas, valores, etc, pero nunca debemos intentar inculcarles formas de actuar porque,
de ese modo, podrían considerar que pretendemos manipularlos y llevarlos a hacer las cosas como nosotros queremos que se hagan. Oigámoslos, están pidiendo a gritos ser escuchados. Quiero aprovechar este momento para animaros a todos, mayores, jóvenes, niños, ….. a participar de la alegría de esta joven cofradía. Por último, desearos una buena Semana Santa y, sobre todo, una feliz Pascua de Resurrección. Tú sabes bien lo que quiero, En mi barca no hay oros ni espadas, Tan solo redes y mi trabajo. Señor, me has mirado a los ojos, Sonriendo, has dicho mi nombre, En la arena, he dejado mi barca Junto a ti, buscaré otro mar.
Marien Garcia Boj. Hermana Mayor, Cofradía de Nuestro Padre Jesus Resucitados
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emotivos que se desarrollan en un año normal, programa que fue emitido por la cadena local Telecartagena y difundido a través de las plataformas digitales del ayuntamiento, la Cofradía y la propia cadena local.
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RECUERDO DE UN DOMINGO
de Resurrección marcado por la lluvia CARTAGENA | SEMANA SANTA 2022
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amentablemente, debido a la previsión de lluvia durante todo el día, reunido el Gabinete de Emergencia, se ha decidido suspender la procesión de la Resurrección de Cristo”. Con estas palabras, sobre las 7:00 horas, se daba a conocer la decisión tomada sobre la no salida en procesión el Domingo de Resurrección de 2019. Una triste y dura decisión que tuvo que tomarse debido a la situación meteorológica. Para los que hoy salimos en procesión, pocas son las ocasiones en que esto ha ocurrido, pero sin duda, son muy recordadas y dolorosas para todos. La ilusión de preparar durante meses, ensayar, entregar vestuario, arreglar tronos y enseres… tenerlo todo listo para que finalmente la lluvia decida no dejarnos salir en procesión, es algo que
en ocasiones cuesta asimilar. “Desde que acaba la Navidad con el día de Reyes, para mí ya empieza la preparación de la procesión. Empezamos a ultimar detalles, revisar si hay algo que retocar del vestuario, pre-parar material, citaciones para las juntas de formación, los ensayos, etc. Son unas semanas de preparativos muy especiales y también de intenso trabajo, sobre todo cuando más se acerca el inicio de la Semana Santa”, asegura Paloma Pérez, de la Agrupación de la Aparición de Jesús a María Magdalena. Ella, implicada desde pequeña, asegura que todo se preparó por si “la previsión finalmente daba una tregua y unos rayos de sol nos dejaban sacar nuestra procesión a las calles”. Es por eso que, en el almacén de tronos, se pusieron plásticos y se preparó todo protegiendo el patrimonio.
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Por su parte, Carmelo Conesa, de Nuestro Padre Jesús Resucitado, afirma que la procesión del Domingo de Resurrec-ción “es todo un ritual, no solo para mí, es un ritual que vivimos en familia, tanto la más cercana como son mi mujer, mi hijo y sobrinos, pero también mi gran familia de procesión; estamos en con-tacto desde las vísperas comentando inquietudes, el típico nerviosismo previo a la salida, el recogimiento individual y el pequeño rezo de la mañana del domin-go. Las túnicas planchadas, el cíngulo y la medalla preparadas, todo está listo y comenzamos en familia a vestirnos para la ocasión, una ocasión que se repite año tras año y que no por repetitiva deja de ser emocionante”. Él también tenía es-peranzas de que la lluvia cesara, hasta que finalmente la Cofradía comunicó su decisión: “El sentimiento en un pri-mer momento fue de
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Finalmente se decidió abrir las puertas de Santa María de Gracia, a donde por suerte, el Sábado Santo pudieron tras-ladarse los tronos y enseres, para que el pueblo de Cartagena pudiera visitar las imágenes que no pudieron salir en pro-cesión. Se rezó un via lucis y salieron a la calle las imágenes de Nuestro Padre Jesús Resucitado y la Santísima Virgen del Amor Hermoso, a quien se le cantó una emocionada Salve Cartagenera. “Realizamos el traslado de tronos y material a la Iglesia, no en el horario ha-
bitual, ya que lo retrasamos hasta las primeras horas de la mañana del Sábado Santo, pero éramos conscientes de que la salida a la calle iba a estar muy difícil. Con la amenaza de lluvia, aunque las precipitaciones no hubieran sido tan abundantes como lo fueron la víspera del domingo, creo que nadie se hubiera atrevido a sacar la procesión a la calle. En esos momentos hay que tener la cabeza muy fría. Pensar ya no en salir, sino en las condiciones que se te pueden dar durante la procesión. Lo último que queremos son daños materiales y sobre todo humanos”, recuerda Domingo López, de la Agrupación de San Juan Evangelista. “El pueblo de Cartagena respondió muy bien a nuestra llamada para acompañarnos en estos momentos tristes. Sí que estás con los tuyos, ami-gos y familia, pero siempre te quedará la espina de que en 2019 no saliste a la calle. La iglesia abarrotada es símbolo de que la Semana Santa es la fiesta grande de Cartagena. Tanto es así, que no todo el mundo que quiso entrar pudo hacerlo. Se quedó muchísima gente fuera. Al final, te apoyas en los tuyos para sobre-llevar estos momentos para los que has trabajado todo el año. La
tristeza, la impotencia son sentimientos que afloran en esos momentos”. “Con profunda tristeza y un cúmulo de recuerdos de todo el trabajo realizado durante el año. El momento más difícil fue comunicarlo al resto de hermanos de la Agrupación. A pesar de las previsio-nes de lluvia, todos los preparativos siguieron su curso y estuvimos listos para salir a la calle, hasta el momento de la suspensión”, relata Javier Sánchez, del Sepulcro Vacío Mensaje del Ángel. “Fue triste por no poder salir y lucir la proce-sión. Pero a la vez un momento bonito y de unión cofrade”. “Por suerte pudimos hacer un acto muy bonito, aunque breve, pero lo acontecido fue muy emotivo y maravilloso. Hicimos un pequeño pasacalle por la calle san Miguel, aun mojándonos por la lluvia, muy orgullosos y con nuestra cabeza bien alta, con esa marcialidad que nos hace brillar aunque con los ojos acristalados, hechos un mar de lágrimas y los nervios a flor de piel. Fue un día muy emotivo, a la vez triste, todos hechos un mar de lágrimas, temblando de la emoción, de los nervios, de la
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una gran tristeza y pesar, todo un año trabajando para este día y al final no se puede ver ese trabajo en la calle, pero después recapacitando y pensando con un poco de lógica y más pausado he de admitir que sentí alivio al no ver salir los tronos por las puertas de Santa María, pues como responsable de uno de ellos y del material de mi agrupación no me hubiera gustado ver la posibilidad de ningún percance ni para los hermanos ni para el patrimonio de la cofradía por causa de la lluvia y con todos los suelos mojados”.
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frustra-ción por no poder procesionar ese día, fue un día gris, apagado pero a la vez lleno de luz y elegancia y arropados por tantísimos cartageneros que acudieron a nuestro encuentro”. Así lo recuerda Ángeles María Llorente, de la Agrupación de Escolta y Honores. “Aún recuerdo esa mañana, lo triste que estuve todo el día, pues soy una persona que vive la Semana Santa muy intensamente, que no se pierde una sola procesión o acto y a la vez soy muy emotiva. Me viene a la mente el recuerdo de poder ver pasar a la Virgen del Amor Hermoso, mi virgencita, tan cerca ante mis ojos y poder gritarle ‘Viva la Virgen del Amor Hermoso y viva la Virgen guapa’ con tanto entusiasmo, llorando a más no poder, con los nervios a flor de piel, un recuerdo muy bonito y que guardaré en mi corazón siempre. Recuerdo la iglesia repleta de gente arropando a nuestros hermanos resucitado y demás cofrades. Ese día sentí que todos los cofrades estábamos más unidos que nunca indistintamente de la cofradía a la que se perteneciese y eso es lo que
considero que hace bonito y maravilloso nuestra Semana Santa”. La portapasos de la Agrupación de la Aparición de Jesús a Santo Tomás, Caridad López, vive año tras año la Semana Santa de una forma muy especial, aunque el pasado 2019 la rabia, la impotencia y la tristeza le invadieron. “Aunque fue muy bonito no puede compararse con lo que sientes cuando haces tu procesión por las calles de Cartagena. Lo recuerdo con tristeza, sin más. Una vez ha pasado lo asumes y a trabajar para el próximo año. Deseo que no llueva y que podamos sacar el Resucitado a la calle”. Un deseo compartido por todos los hermanos blancos: “Del Domingo de Resurrección del año pasado lo que más recuerdo es el apoyo de la gente, en Cartagena la gente es procesionista independientemente de que salga en las procesiones o no, sienten la Semana Santa como algo muy suyo, y no po-derla despedir el año pasado como se merece nuestra semana grande, caló en los cartageneneros y así nos lo hicie-
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ron ver a todos los resucitados que veíamos pasar de largo la posibilidad de salir a pasear nuestro desfile por las calles de Cartagena. Mi deseo para este año es que Nuestro Padre Jesús Resucitado y la Santísima Virgen del Amor Hermo-so intercedan por nosotros y nos per-mitan disfrutar plenamente de nuestra semana grande, para poder, a través del buen hacer de todos mis hermanos re-sucitados y por extensión de todos los hermanos cofrades, ser testimonio del mensaje liberador de nuestro señor Je-sucristo”, desea Dulce Ruiz, de la Virgen del Amor Hermoso. Un deseo compartido por todos y para todos: que la meteorología nos permita a Resucitados, Californios, Marrajos y del Socorro sacar a la calle nuestras procesiones de Semana Santa, catequesis viva y profesión eterna de fe. Susana Mendoza Bernal Mayordomo de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Cofradía del Resucitado
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LA CONCEPCIÓN DE UNA ESTÉTICA ÚNICA PARA LA PROCESIÓN
de Cristo Resucitado
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Serán los años posteriores a la guerra, especialmente en la década de 1940, cuando se va a dar un momento propicio en el que se va a configurar una nueva línea estética dentro del patrimonio cofrade de la ciudad. Serán tiempos de grandes objetivos, para los cuales se realizaban proyectos a medio y largo plazo buscando siempre un resultado de máxi-ma calidad. Para esta renovación estética se va a apostar por los mejores escultores a nivel nacional, como ya ocurriera en el siglo XVIII con Francisco Salzillo y su escuela, ahora los valencianos Mariano Benlliure y José Capuz2. A pesar de que ambos escultores se ocuparan de la recomposición de las cofradías del Prendimiento y del Nazareno, también se va a producir la irrupción de otros artistas, que en este caso serán continuadores de la estética barroca de Salzillo, como José Sánchez Lozano y Juan González Moreno, aunque este último va a mostrar una clara influencia de los valencianos ya mencionados, pues será aquí, en Cartagena, donde se inicie una relación entre la obra de ambos artistas. La escultura de estos tres artistas estará en cierto modo alejada de los cánones de la obra anterior, destruida el fatídico 26 de julio de 1936, pues ahora se potenciará una
1. Pérez Madrid, J. (2017). La Agrupación Marraja de N.P. Jesús Resucitado (1939-1943). Cartagena: Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús (Marrajos). 2. Hay que reseñar que José Capuz ya había establecido relación con la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos), ya que estos le habrían confiado con anterioridad a la contienda la realización de una Virgen de la Soledad (1924), de la Virgen de la Piedad (1925), del Cristo Yacente (1926), del Descen-dimiento de Cristo (1930) y de un Jesús Nazareno (1931). Desgraciadamente las imágenes de la Virgen de la Soledad y del Nazareno se perdieron durante los sucesos de 1936.
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a Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado nace en unas circunstancias muy complicadas, ya que, a los diversos daños materiales y humanos ocasionados durante la fatídica Guerra Civil, había que sumar la gran precariedad social en la que quedó sumida la población, la cual apenas lograba sobrevivir. Es el momento de las cartillas de racionamiento. Estos fueron unos tiempos muy difíciles para las cofradías pasionarias de la ciudad, las cuales debieron hacer frente a la reconstrucción, casi totalitaria, de su patrimonio1.
86 Semana Santa cartagenera sin la procesión del Domingo de Resurrección4. Tras la constitución de aquella agrupación de Nuestro Padre Jesús Resucitado, comenzaba un largo y complejo camino, para el cual los inte-grantes de esta tendrían que hacer frente a importantes decisiones como quién sería el encargado de realizar la imagen de Nuestro Padre Jesús Resucitado, cómo sería el hábito de los penitentes, que portarían en sus manos o incluso quién y en qué material se elaboraría el sudario que abriría el cortejo. Tras la consecución de importantes logros, 25 de abril de 1943 recorrería por primera vez las calles de la ciudad de las cinco colinas la imagen del Resucitado5.
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obra de proporciones mayores, de rasgos más duros, menos dulcificados, donde el estofado y el enlienzado de las obras pierde importancia frente a la atomización de estas. Se produce una doble concepción por parte del artista, puede debe trabajar con la idea de obra de arte e imagen devocional3. Si bien, acabamos de señalar la importancia que van a tener estos tres escultores tras la Guerra civil, a los que posteriormente se le añadirán otros imagineros como Federico Coullaut-Valera o José Antonio Hernández Navarro, ahora debemos señalar la importancia Balbino de la Cerra Barceló y Miguel Fernández Rochera en el diseño de nuevos elementos textiles con los que se exornaran las imágenes titulares de agrupaciones, y los diversos
elementos que compondrán los cortejos procesionales, prueba de ello serán los mantos de la Santísima Virgen del Primer Dolor (1960), de Balbino de la Cerra, o los de la Virgen de la Esperanza (1953) y la Dolorosa (1966/67), del citado Fernández Rochera. Este sería el contexto en el que se iban a desarrollar las nuevas agrupaciones de nuestra Semana Santa, un contexto necesario para entender la fundación y posterior configuración estética de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Pa-dre Jesús Resucitado. La hermandad nace en el seno de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos), como una agrupación más dentro de la misma, promovida por la inquietud de un nutrido grupo de entusiastas, que veían incompleta la
Esta primera etapa será fundamental para la futura imagen propia que se configuraría entorno a la recién creada cofradía, ya que en este momento se producen dos contactos artísticos fundamentales, el primero de ellos sería con el escultor e imaginero murciano Juan Gonzáles Moreno, a quien todavía bajo el amparo marrajo se le encargará la realización de la imagen de Jesús Resucitado, dándole así mismo total libertad para la concepción de esta6. Tras diversos proyecto y bocetos, el estudio económico permitió la realización de la imagen de Cristo, quedando pendiente la culminación de un grupo escultórico en años sucesivos. Finalmente, dicho grupo escultórico quedaría en el cajón y no se llegaría a realizar, pero afortunadamente, la imagen de Nuestro Padre Jesús Resucitado llego a Cartagena días antes de la Semana Santa de aquel año, una imagen completamente innovadora, pues la imagen de Cristo se alza, levitando sobre una nube, generando una hélice, hoy distorsionada por la introducción de un elemento añadido, como es banderín que alude a la resurrección. Una imagen que debemos señalar que respeta por completo la tradición barroca murciana, pero en la que González Moreno ya manifiesta su carácter personal y único, debido principalmente a la in-fluencia artística de Capuz, especialmen-te de obras como el Descendimiento. Dicha imagen no fue bien recibida por la sociedad cartagenera ni por la curia local, llegando incluso a ser objeto de burlas y comparaciones malintencionadas. Lo cierto es que en esos momentos va a
3. Ortiz Martínez, D. (2009). La Semana Santa de Cartagena en la Transición Democrática (1975-1982). Cartagena Histórica, 4-21. 4. Sera el 12 de abril de 1940 cuando se reúne por primera vez de forma oficial aquella agrupación del Resucitado, sería en los salones que poseía por aquel entonces, la Cofradía de NPJ Nazareno, en la calle Adarve. En dicha reunión solicitaban la integración de esta agrupación en dicha cofradía. Petición aprobada días más tarde. 5. Paradójicamente la procesión de 1943 sería la primera y la última procesión de la agrupación de Jesús Resucitado organizada por la cofradía Marraja, pues el 29 de diciembre de ese mismo año, y tras diversas desavenencias desde prácticamente sus inicios con la cofradía, el obispo de la diócesis de Cartagena, D. Miguel de los Santos, autorizaría la creación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado, erigiéndola canónicamente en la parroquial de Santa María de Gracia. 6. D. Juan González Moreno ya había realizado para Cartagena las imágenes de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli (1941), para la Asociación Piadosa de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, y un San Francisco de Asís (1942), para la iglesia del Carmen.
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Vemos, por tanto, como aquel encargo en el seno de la hermandad morada se convertiría, tan solo en un precedente de la imaginería “blanca”. Algo igual su-cedería con otra figura muy importante para los blancos, pero esta vez, se trataría de uno de aquellos entusiastas marrajos que se implicarían en la fundación de la agrupación. Este personaje sería Miguel Fernández Rochera, a quien se van a deber infinidad de proyectos, que irán destinados a dotar de un estilo personal y único a esta cofradía, prueba de ello son los sudarios fundacionales de la agrupaciones de la Santísima Virgen del Amor Hermoso (1946) y de la Aparición de Jesús a María Magdalena (1948), los cuales siguen perfectamente la línea del que pintara en 1943 Vicente Ros para la agrupación del Resucitado, así pues podemos apreciar grandes similitudes en los trazos, con cierta inspiración modernista8. A su trazo también debemos la ejecución de la viga del tercio de Soldados Romanos, agrupación para la cual creó una estética novedosa, completamente alejada de los tercios de “armaos” o “judíos” que per-tenecían a las otras dos cofradías cartage-neras. Otra de las grandes aportaciones de Fernández Rochera a la cofradía sería el trazo del trono típico resucitado, este seguirá un esquema totalmente alejado al trono típico cartagenero, pues al estar concebido para una procesión diurna, la peana o cajón ganará una gran altura y sobre esta se colocarán directamente las imágenes, rodea-
das de flor diversa, aportando una nota alegre al conjunto. Así mismo, hay que destacar su contribución a la idea de que la madre resucitada pro-cesionara bajo palio, generando así una estampa única en la ciudad9. Si las aportaciones mencionadas con anterioridad denotan la importancia que Migue Fernández Rochera tuvo para la cofradía en la que fue Comisario de Arte, más importantes van a ser las aportaciones simbólicas que va a comenzar a introducir y que posteriormente serán aprovechadas por otros artistas para aumentar el patrimonio de nuevas agrupaciones. Estos símbolos dotarán de un mensaje culto a la procesión. Este es el caso del Ave Fénix, pensado para la Agrupación de la Aparición de Jesús a María Magdalena, este ser mitológico simboliza la resurrección de la vida sobre la muerte, entorno a él hay numerosas leyendas entorno a su muerte y su vuelta a la vida, pero desde las civilizaciones de Mesopotamia o Egipto se ha vinculado a ese mensaje, por lo que en el momento en el que lo introduce en el escudo de la agrupación, está haciendo alusión directa a la resurrección, algo que podría quedar ambiguo, por lo que se acompaña de las letras griegas OXOYC, que hacen referencia a algu-nos símbolos que eran utilizados por los primeros cristianos en las catacumbas, en concreto está vinculado con el mensaje de Jesucristo Hombre Salvador. Por tanto, el escudo alude directamente a la Resurrección de Cristo. Caso similar al del escudo de la Aparición a la Magdalena ocurrirá con el casco del vestuario del tercio de romanos, donde volvería a introducir un ser mitológico con mensaje oculto, en este caso sería el dragón, el cual se puede asociar con la guarda de la sabiduría. Establece por tanto otro mensaje culto, que a simple vista vuelve a pasar desapercibido para el espectador, los romanos están guardando el cuerpo de Cristo en el sepulcro, para evitar que roben su cadáver, por lo que al igual que el dragón están guardando la sabiduría, están guardando a Cristo10. Tras la desaparición de Fernández Ro-chera apenas se va a continuar trabajan-do en esta línea, es cierto que abría que señalar algunas intervenciones como las de Án-
gel Joaquín García Bravo, quien podríamos decir que continuó la labor pictórica iniciada por Vicente Ros y continuada por Fernández Rochera, en este caso interviniendo en frisos y medallones de tronos, como el del Santísimo Cristo de la Resurrección o incluso en galas, como las de la Aparición a la Magdalena. Será también García Bravo quien volverá su mirada a la mitología a la hora de diseñar el nuevo hachote de la Agrupación de la Aparición de Jesús a los Apóstoles en Emaús, en el que al igual que el ave fénix o el dragón anteriormente citados, va a introducir la figura de un pelícano, rasgándose el pecho y alimentando a sus crías; la leyenda asociada a este ser nos habla del sacrificio del padre por sus hijos, un sacrificio que está plenamente relacionado con el momento bíblico que representa la citada agrupación, pues Je-sús, sentado a la mesa con los discípulos de Emaús, parte el pan, rememorando la Institución de la Sagrada Eucaristía, es decir, está recordando la redención del cordero pascual, que precisamente figura delante del grupo escultórico11. Por tanto, podemos ver cómo, salvando algunas excepciones, Miguel Fernández Rochera va a crear un estilo propio, completamente alejado al corte clasicista renovado de las dos grandes cofradías de la ciudad, para quienes incluso trabajaba, adaptándose en todo momento al estilo propio de cada una de ellas. Dicho estilo resucitado se mantuvo más o menos inal-terado hasta la década de 1980, momento en el que la cofradía va a aumentar su cortejo12. Precisamente esta penúltima ampliación coincide con un pedido a partir del cual se comienza a dejar de lado el interés por el mantenimiento de una estética propia en cada una de nuestras cofradías, en parte, esto va a venir provocado por el aumento del capital de agru-paciones o cofradías, las cuales tendrán a partir de ahora mayores facilidades para ampliar y mejorar su patrimonio, y no se verán sujetas a planes a medio y largo plazo, los cuales debían de estar muy pen-sados y estudiados. Esto no quiere decir que la Semana Grande de Cartagena de hoy sea peor que la de aquellos años, pero sí que debe hacernos reflexionar acerca de la unidad estética y la puesta en escena que cada cortejo debe de poseer.
7. Ortiz Martínez, D. (2014). Amor Hermoso Coronada. Cartagena: Agrupación de la Santísima Virgen del Amor Hermoso. 8. Miguel Fernández Rochera sería el encargado de pintar estos dos sudarios, por lo que a él no solo se le debe el diseño, sino también su ejecución. 9. Ortiz Martínez, D. (2017). La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado de Cartagena, 75 años de Historia. Cartagena: Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado. 10. Ortiz Martínez, D. (2017). La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado de Cartagena, 75 años de Historia. Cartagena: Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado. 11. Muñoz Robles, J. (200). 50 aniversario fundacional de la Agrupación “Aparición de Jesús a los discípulos de Emaús” de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado. Cartagena: Agrupación de Aparición de Jesús a los discípulos de Emaús. 12. El Domingo de Resurrección de 1983 se incorporarán a la Procesión de la Resurrección el tercio y trono del Santo Ángel de la Cruz Triunfante, la agru-pación del Sepulcro Vacío Mensaje del Ángel y la agrupación de la Aparición de Jesús a los Apóstoles en el lago de Tiberíades.
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existir muy buena relación entre González Moreno y los dirigentes de la nueva cofradía, llegando incluso el escultor a ser uno de los primeros en felicitar a la hermandad por su constitución como tal. Lo cierto es que, tras el encargo del Resucitado, y aun sin haber realizado el grupo escultórico proyectado, González Moreno recibiría el encargo de tallar la imagen de la Virgen del Amor Hermoso, para la cual se abstraería totalmente del estilo barroco imperante en la zona, creando un modelo dulce y delicado, de ojos abultados, que reflejan aun el sufrimiento de una madre, pero a su vez la dota de una dulzura y una delicadeza muy especial, que acompañados de su tez tostado, hicieron que las criticas fueran totalmente contrarias a las que recibió el escultor tras la realización de Cristo7.
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TERCIO DE MUJERES EN LA SEMANA SANTA DE CARTAGENA:
pasado y presente
Posteriormente comentaría: “Tras la procesión inaugural el 25 de abril 1.943, en la que solo se procesionaba la imagen del Cristo titular, ya se empezaba a ges-tionar la idea de procesionar a la Madre de Dios a través de una advocación que fuera sugerente y apropiada: de amor, de dolor casi olvidado, de contenida alegría y de especial belleza, acoplada a los cánones tradicionales de las mujeres de estas tierras”.
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“Soy Madre de la sabiduría, Madre del Amor Hermoso, del conocimiento y de la Santa Esperanza y me doy a todos mis Hijos desde la eternidad, a los que por Él, han sido designados”. Quizá fueron estas hermosas palabras del Eclesiástico capítulo 24 versículos 17 y 18, de don-de salió el nombre que llevaría nuestra Madre; pues en junta general celebrada el 22 de abril de 1.945, el hermano mayor D. José Antonio Pérez González, informa sobre el proyecto de constitución de una nueva agrupación en el seno de la cofradía, bajo la denominación de Agrupación de la Santísima Virgen del Amor Hermoso, diciendo que estaba todavía en proceso de organización, pero lo que sí anunciaba es que el traje solo lo vestirían señoras y señoritas.
S
in prisa pero sin pausa. Sin aceleraciones peligrosas, aunque sin adormecimientos, ni paso lento, surgieron en el panorama procesionil de la vieja Cartagena las mujeres y los hombres del Resucitado. Y así, con perseverante modestia y sin levan-tar polvarinas inútiles, se hicieron oír y ver intensamen-
te dentro del ambiente religioso pregonero de la hermosa her-mandad”. Así empezaba nuestro bien recordado Agustín Diéguez González el libro: ‘Real e Ilustre cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado’, con motivo del 50 aniversario de su fundación, efeméride celebrada en 1.993.
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¡Casi nada! Realmente, habría que retro-traerse a la mentalidad del año 1.945, (fecha en la que una mujer no podía ni firmar si no era con la autorización del marido o tutor). Lo cierto es que me hubiese gustado estar allí para poder ver la expresión de algunas caras… ¡Mujeres desfilando con la cara tapada en una Semana Santa que hasta entonces había sido solo cosa de hombres! ¡Realmente Impensable! Se le encarga la imagen a Juan González Moreno, que realiza la talla en madera de pino policromada, a tamaño natural. Aproximadamente 160 cm. De altura, imagen de las llamadas ‘de vestir’. Se inspira el autor en las representaciones de
89 cua 22 de abril, precisamente el mismo día que un año antes se había aprobado en cabildo general la salida de la agrupación de la Santísima Virgen del Amor Hermoso. Treinta y nueve mujeres, fueron las que acompañaron a nuestra Madre, en su primer paseo por las calles de Cartagena, tras un estandarte pintado al óleo sobre raso azul de bello dibujo realizado por el mayordomo de arte de la cofradía, Fer-nández Rochera. El vestuario era también de raso azul y llevaban en sus manos una vara rematada por el ‘Ave María’. Este primer recorrido de la bellísima Madre acompañando al Hijo Resucita-do fue sencillamente apoteósico (según palabras de Agustín Diéguez). “Bien custodiada por su tercio femenino, (no-vedoso en Cartagena y generador de mucha curiosidad popular y hasta de cotilleo) desfilando y vistiendo impecablemente, enseguida las veladas críticas vertidas sobre la participación femenina, en los tercios encapuchados, se mutaron en alabanzas”. No ha hablado mucho la prensa sobre esta primera salida, de cómo reaccionó el público ante el desfile de las féminas, lo cierto es que lo que más controver-sia suscitó fue que muchas ‘personas pudientes’, se sintieron incómodas por que la Virgen fuese bajo Palio, pues no podían admirar la imagen desde los miradores de sus casas.
Se le encarga la labor de organizar la nueva agrupación a Doña Dolores Bo-ni-
lla de Bretau, la cual además de pro-poner a la cofradía una directiva, se en-cargó junto con otras mujeres cofrades de la realización de todo el vestuario, tanto del tercio como de la Virgen. Y así llegamos al domingo de Resurrec-ción de 1.946, concretamente el día 21 de abril, que como todo el mundo procesionista sabe, por lo mucho que se ha escrito, hubo una lluvia torrencial en Cartagena y no pudo salir la procesión a la calle. Según palabras de D. Agustín Diéguez en el libro mencionado anteriormente: “el sol se negaba a salir para no verse empalidecido por los misteriosos reflejos de una Virgen de bello rostro y dulce alegría, tallada para ser recepto-ra de amores y para vencer la tristeza”. Así que salió al día siguiente el Lunes de Pas-
Lo que sí es cierto, es que se había dado un paso muy importante, después de aquellas 39 mujeres que iniciaron su singladura en 1.946, se le añadieron una gran cantidad de señoras, que hizo que se creara una larga lista de espera, para poder desfilar con nuestra querida Madre del Amor Hermoso y que afortunadamente se mantiene hasta nuestros días. El 5 de abril de 1.953 la Virgen estrenó un manto de terciopelo azul de seda de Lyon, regalo de su camarera Dª Ampa-ro Gómez de Castro y confeccionado por la Señorita Anita Vivancos. Manto que ini-
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la Inmaculada, en las que la Virgen tiene la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda, y con las manos juntas, en señal de pudor y de humildad. Por este bello trabajo, cobró su autor 5.000 pesetas. Según la opinión de D. Elías Fernández Albaladejo, en el libro “las cofradías pasio-narias de Cartagena”: la Virgen del Amor Hermoso, para la cofradía del Resucitado, tiene toda la espontánea frescura de un modelado natural, vitalista, que le aleja del prototipo almibarado de estas cando-rosas imágenes. La Virgen del Amor Hermoso es una Virgen real, no un arquetipo y ofrece la sensación de que aún no ha recibido la noticia de la Resurrección.
Del desfile no se dijo nada especial en ‘El Noticiero’, hasta el lunes 18 de abril de 1.949, después de tres años. Lo que no sabemos, es si es que ese año las chicas lo hicieron mejor, o simplemente es que la mentalidad machista ya se estaba empezando a acostumbrar a la “intromisión” de la mujer, en un terreno tan masculino hasta entonces.
90 ciaría su bordado con el anagrama de la agrupación en 1.959, y que se iría ampliando su bordado hasta su total terminación en 1.961, y confec-cionado por la mencionada Anita Vi-vancos, según diseño de D. Francisco Rambal Sánchez. Corría ya el año 1.969, cuando se estrena el nuevo trono de la Virgen, elaborado por la Casa Orrico de Valencia, causando muchos comentarios elogiosos, y siendo muchas la felicitaciones recibidas. En 1.970, ocurre un hecho muy im-portante y decisivo para años posterio-res, con relación a la mujer en nuestra Semana Santa, y es que aunque se cons-tituyó como agrupación en 1.943, La Verónica, era una agrupación masculi-na, pero en este año y con Dª Amalia Portela como presidenta, sale a la calle por primera vez como agrupación fe menina. Aunque aquí hay que hacer una pequeña salvedad y es que se ve que la cofradía no se fiaba de que llevase el sudario una chica, pues durante varios años, el único caballero entre las damas, era el sudarista: para más información D. Cristóbal García Araez. De todas formas, era un paso importantísimo, ya no estábamos solas.
pero sí un poco oculto por el machis-mo semanasantero imperante); empezó a relucir, cada vez con más fuerza; y casi cada año, una o varias agrupaciones se fundaban o abrían sus puertas, para re-cibir a las nuevas cofrades, que estaban deseando formar parte de la maravillosa Semana Santa, de la que disfruta nuestra querida trimilenaria. Así en 1.973, el 21 de abril, sale a la calle el tercio de las Santas Mujeres, íntegra-mente femenino. Aunque esta agrupación y su filial la de los Estudiantes del Cristo de Medinaceli pasan a ser ambas de tercios mixtos desde el año 1.982. En 1.979, se constituye la agrupación del Santo Sudario de Cristo, en la que se representa una copia realizada por la NASA, de la Sábana Santa de Turín, que fue también totalmente femenina y capitaneada por la incombustible Paquita Clemente Martínez.
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Era tal la rivalidad, pero siempre afec-tiva, que en 1.974, decidieron ambas directivas jugar un partido de futbol, entre los equipos “VIAMHER 46” y “VERYFAZ 43”, los nombres sonaban bien, parecíamos equipos internacionales, pero lo cierto es que “Las Verónicas”, nos daban sopa con ondas, en lo que ju-gar al fútbol se refiere. Aunque un año, creo recordar que fue en 1.976, por fin conseguimos ganarles. Estos partidos se celebraron en el antiguo campo del Almarjal y en el Campo de los Juncos, en la mañana del Viernes de Dolores. Y la entrada costaba 50 pesetas. Así conseguíamos un dinerillo extra, para el mantenimiento de nuestras respectivas agrupaciones. En 1.978, por fin las chicas californias, se animan; particularmente las perte-necientes a la agrupación de San Juan Evangelista, y salen a la calle con el Juicio de Jesús, una maravillosa obra de José Sánchez Lozano. ¡Y aquí sí que nos pusieron las pilas! Pues lo cierto, es que salieron con el paso lento, cadencioso y elegante del San Juan; y su desfile fue perfecto. Así que las veteranas aumentamos el tiempo y días de los ensayos, para no quedarnos a la zaga y poder seguir estando a la altura. Ya había 3 agrupaciones en la calle, pero a partir de aquí, el sentimiento cofrade de la mujer, (que estaba, no dormido,
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En 1.981, otra importante agrupación, filial del Santo Sepulcro, comienza su andadura por las calles de Cartagena, me refiero, naturalmente, al Expolio de Jesús, una bella imagen de Cristo, talla-da por Juan Abascal, que detalla el mo-mento en que Jesús, es despojado de sus vestiduras, cumpliendo así las escrituras: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. En 1.984, otra agrupación de gran rai-gambre en nuestra ciudad como es La Agonía, crea una filial: La condena de Je-sús e imposición de la Cruz, que salieron a la calle, capitaneadas por María Luisa Ramón Ballesta, que precisamente, tam-bién estuvo varios años al frente del tercio de la Virgen del Amor Hermoso. En el año 1.989, una agrupación em-blemática y “mariana”, en Cartagena La Soledad de los Pobres, aunque constitui-da en 1.956, pasa a ser su tercio ínte-gra-
91 Y hablando de dar lecciones… en el año 2.004, se crea la Asociación de Mujeres Cofrades de Cartagena, maravillosamente capitaneadas por Maria Victoria Botí Espinosa. Como faltaba en nuestra Cofradía del Resucitado que un trono fuera portado a hombros por mujeres, en el año 2.009 las damas-portapasos de Santo Tomás, llevaron en volandas al discípulo de “La duda”. Aunque ellas jamás “dudaron” que serían capaces de lograrlo; y así lo siguen haciendo año tras año, demos-trando su valentía y pundonor. También en los tercios de los Romanos y en las Escoltas y Honores, se ha podido ir verificando la presencia femenina. In-cluso en los piquetes tan emblemáticos, como Infantería de Marina o Artillería Antiaérea, la mujer ha seguido subiendo en el escalafón. También en el año 2.016, ocurrió un hecho sin precedentes en nuestras procesiones. Y es que la agrupación de La Sentencia, por primera vez sacó su trono portado por hombres y mujeres. Al unísono, con el mismo batir del tam-bor; hombro con hombro; ilusión con ilusión; alma con alma. Con una fuerza que solo tenemos los hombres y mujeres de nuestra tierra, cuando se trata de defender lo que más amamos: Nuestra Semana Santa.
En 1.991, las chicas “sampedristas”, también se suman a nuestra Semana Santa con El arrepentimiento de San Pedro. Con el paso del tiempo han ido apareciendo también distintas filiales, sobre todo en la procesión del Viernes de Dolores, como las de la Oración del Huerto, con sus túnicas con cola y grandes cirios; El Prendimiento (que sale con el trono insignia de la Cofradía California). También en los marrajos pues el Jesús Nazareno, sacó al grupo de acompañamiento femenino. Y algunas más que seguramente me habré dejado en el tintero… Llegamos al año 1.998; aquí sucede un hecho que pasará a los anales de la his-toria cofrade de Cartagena. Pues si en 1.946 se creó el primer tercio de peni-tentes femenino, en este año, se crea la
primera agrupación, cuyo trono es portado a hombros por damas-portapasos, me refiero a La despedida de Jesús de la Santísima Virgen, filial del Ósculo. Sin duda, estas mujeres han sabido dar una lección de fuerza y pundonor, que algunas mentes arcaicas, aún no han podido asumir. En 1.999, y con motivo de la tan esperada salida de Nuestro Padre Jesús Resucitado, de nuevo en procesión como titular de la Cofradía. El grupo escultórico del Santísimo Cristo de la Resurrección espectacular obra de Federico Collaut Valera, salió a la calle con un tercio formado por chicas. ¡Por fin éramos dos agrupaciones en nuestra cofradía! Aunque bien es cierto, que todas las agru-paciones “resucitadas” que vieron la luz en 1.982, eran todas mixtas, pero eso sí, con una gran mayoría de féminas. En el año 2.002, las Santas Mujeres marrajas, se ponen las pilas y sacan a hombros sus veneradas imágenes; creándose el grupo de portapasos femeninos de la Santas Mujeres, dando también una lección de elegancia y buen hacer.
Sería ilusa, si no supiese que quedan muchas murallas por derribar, muchos escalones por subir; y sobre todo… mu-chas zancadillas por recibir. Pero, ahí seguiremos, al pie del cañón y espero que con el empuje que tienen los jóvenes actualmente en las agrupaciones pasionarias de nuestra ciudad, algún día, en un futuro, se pueda decir que hay alguna mujer en los puestos más al-tos de la Junta de Cofradías. Sé que yo no lo veré, pero espero que las futuras generaciones sí lo vean.
Ana Ros Serrano Mayordomo de Culto de la Cofradía del Resucitado
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mente femenino, cosa que me alegra muchísimo, no solo porque otra Virgen sea custodiada por mujeres sino porque además es “hermana” de la mía. Y es que esta bella imagen, salió también de la ar tística gubia de Juan González Moreno.
Como se ha podido demostrar en estas páginas, desde aquel lejano 1.946, la mujer ha ido haciéndose hueco en la Semana Santa cartagenera, no sin es-fuerzo, sino con trabajo, ilusión y lucha, para poderse mantener en el lugar que le corresponde por méritos propios.
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