La Conversación J. Ramón Vidal Esteve
Llamamos conversación al acto de charlar familiarmente dos o más personas, de modo afable y ordenado, intercambiando puntos de vista y opiniones. Y de una persona se dice que es conversable, cuando es de fácil trato y comunicable, que sabe hacer la conversación amena y agradable. Parece que hoy están en peligro de desaparecer todas las cualidades expresadas. Basta ver lo que ocurre en tertulias, debates o cualquier otro acontecimiento en el que participan varias personas. Tampoco abundan en las conversaciones corrientes entre dos o más personas. Recuerdo con nostalgia las charlas que hace años mantenía ocasionalmente con un amigo profesor de instituto, conversaciones variadas sobre multitud de temas, pero llenas de contenido y con una riqueza en el lenguaje, por su parte claro está, que me proporcionaban verdadera satisfacción y alegría. Siempre he lamentado que dichos encuentros no fueran más numerosos y fre-
cuentes, ya que después de ellos me sentía muy satisfecho y plenamente enriquecido. Para mí era la persona ideal para conversar, de un trato fácil, que nos permitía una conversación con tono y volumen moderado y discreto: en resumen, resultaba la persona apropiada con la que se puede contar para compartir un rato de intercambio de opiniones. Dice Paul Auster, escritor, guionista y director de cine estadounidense: “Una conversación es como un peloteo. Un buen compañero te tira la bola al guante de modo que es casi imposible que se te escape; cuando es él quien recibe, coge todo lo que lanzas, incluso los tiros más erráticos e incompetentes”. Así era mi amigo, ese buen compañero. Hablar con los demás nos ayuda a conocerlos y comprenderlos; lo mismo les ocurre a ellos; nos proporciona puntos de vista deferentes a los propios, amplía nuestras relaciones y puede hacer desaparecer muchos prejuicios. Pero la conversación debe ser un diálogo y no un monólogo por alguna de las partes. Hay que escuchar con inteligencia, comprensión y habilidad porque una conversación así es estimulante y deja huella. El inicio de una simple charla más o menos seria, la podemos convertir en una conversación con contenido, porque temas no faltan y, aunque hay opiniones contrarias, ya que cada uno tiene la suya, si tenemos sensatez y sosiego, se puede mantener un inteligente intercambio de pareceres, respetándose mutuamente, sin interrumpirse ni pretender que nuestra opinión sea la única válida y verdadera, sabiendo escuchar y siendo modestos en nuestras aseveraciones, evitando criticar. Usar pocos “yo” o “mí” y, si hay que corregir errores de los demás, que sea con prudencia. Además, si tenemos moderación en los elogios conseguiríamos el conjunto de reglas correctas a seguir. Conversemos que es gratis y no paga IVA, al menos por el momento. Viene a cuento todo lo dicho porque cada día se conversa menos y se discute demasiado, se abusa de las redes sociales, de los móviles y el lenguaje es cada vez más pobre, con frases cortas, mal redactadas y expresadas, llenas de abreviaturas. Recobremos la costumbre de expresarnos con naturalidad, tal como nos sentimos, intentando unas conversaciones correctas, agradables y satisfactorias.
•••
119 Xàbia | Mare de Déu de Loreto | 2019