Historias de las otras Méridas “La unión comercial de las Méridas no debe dejar atrás las acciones filantrópicas entre las tres ciudades” ÁNGEL TEXEIRA
Ángel Texeira Brasero (1931) es un enamorado de Mérida, su ciudad natal, tanto que le ha dedicado lo mejor de su vida para enaltecerla y honrarla, no solo dentro de sus milenarias calles, sino también fuera de ellas e incluso más allá del océano. Se le puede ver casi todos los días paseando por la calle Santa Eulalia, bastón en mano, saludando y siendo saludado por muchos emeritenses que le aprecian. Este constructor de vocación y escultor por devoción, o viceversa, tiene un largo currículo de acciones filantrópicas ligadas a la urbe emeritense. Caballero de la Orden de Yuste, ha impulsado el mayor de los concursos regionales de albañilería, el Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) de Mérida y sus premios, la Asociación de Amigos del Camino de Santiago y su albergue de Pancaliente y tantas otras acciones que merecerían el reconocimiento de su emeritensismo con el título de Hijo Predilecto de Mérida. Tanto el CIT con su premio, como la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Arte Romano con el suyo, le han galardonado merecidamente; los estantes y muros de su despacho domiciliario están jalonados con placas, diplomas y distinciones que a lo largo de los años ha obtenido. Verdaderamente, sus hijos Mercedes y Ángel pueden sentirse orgullosos. Texeira conoció personalmente al empresario benefactor José Fernández López. Tal es así que, cuando Ángel tenía 11 años, se cayó de una bicicleta y fue el propio don José quien le llevó en su vehículo al Hospital San Juan de Dios, hoy sede de la Asamblea de Extremadura. Reconoce que la amistad que surgió entre ambos le ha marcado para siempre. 64 | Mérida 2017
Sin lugar a dudas, una de las facetas personales más destacadas de Texeira es su apoyo incondicional al hermanamiento de las ciudades homónimas, es decir, lograr una unión social y cultural entre lo que popularmente se conoce como las “Méridas del Mundo”. Cuando hablamos con Ángel, se le nota una mirada de nostalgia al recordar otros tiempos y los buenos amigos que se han ido quedando por el camino, incluida su querida esposa Mercedes. Rememora que los primeros contactos entre las Méridas se remontan al año 1948, cuando el arzobispo de MéridaYucatán, Fernando Ruiz Solórzano, fue invitado por las autoridades de la Mérida hispana por mediación de César Lozano, párroco de Santa Eulalia en aquellos días. Recibido por el alcalde Francisco Babiano Giner, y también por Manuel Sanabria Escudero y Francisco García Galván, entre otros notables de la ciudad, cuando el prelado mexicano visitó la iglesia eulaliense, quedó prendado de la belleza de la imagen y, al año siguiente, la Mérida hispana obsequió a la yucateca con una réplica, obra de Juan de Ávalos, cuyo importe fue de 12.000 pesetas por suscripción popular. Esta imagen se conserva y venera actualmente en la catedral, templo del que fue canónigo don César desde 1950 hasta su fallecimiento, por orden del arzobispo yucateco. Ángel Texeira habla de esos amigos que se fueron para siempre, pero que siguen ahí, en la memoria. Uno de ellos es Francisco García Galván, más conocido por todos como Paco “El Madrileño”, ese empresario afincado en tierras emeritenses con su empresa de ambulancias. Con motivo de un viaje familiar a México, García Galván tuvo ocasión de visitar fugazmente la Mérida hermana en 1957. Veinte años después, a principios de enero, “El Madrileño” hace a propósito un viaje a la “Ciudad Blanca” y una de sus
◆ Ángel Texeira
primeras visitas es la catedral, donde la patrona emeritense reside ya permanentemente desde hace casi tres décadas al lado de san Bernabé. La actitud devota del empresario ante la Mártir llama la atención de un sacerdote, que tras una agradable conversación decide informar al arzobispo, Manuel Castro Ruiz, de esta inusual visita. Monseñor Castro invitó a Francisco García a un almuerzo y, en la sobremesa, surgió que el alcalde yucateco debía saber de la llegada del visitante hispano; así que, sin trámite de petición de audiencia y con la recomendación arzobispal, fue recibido de la misma forma fraternal por el primer edil, por entonces Federico Granja Ricalde, que ya mantenía correspondencia con su homólogo emeritense Manuel Sanabria, quien por motivos de salud en aquellos días ya había delegado en Pedro José Aránguez Gil. En aquellas tierras exóticas, Paco “El Madrileño” empezó a ser llamado con todo cariño ”Don Panchito”, y se quedó unos días más a representar a nuestra