OLVERA ︱ REVISTA DE LA REAL FERIA DE SAN AGUSTÍN Texto: José Herrera Calderón
LA TALLA DE LOS QUINTOS EN OLVERA
La “mili” era una oportunidad para salir de casa, conocer mundo"
Los “Quintos” eran la quinta parte de los mozos españoles que serían incorporados de forma obligatoria al servicio militar. Todo comenzaba en Olvera con una citación a domicilio en el Ayuntamiento, donde un empleado municipal, Manolo Cerezo, acompañado por un equipo de médicos, practicante y municipales, procedían a la talla, peso, vistazo a la planta de los pies y median la capacidad torácica y anotaban las posibles y primeras alegaciones para estar exento. Todos los mozos estaban concentrados en la Plaza del Ayuntamiento; porque entonces se alcanzaba la mayoría de edad, es decir, los 21 años. Ese día se organizaban fiestas, acompañados de cantes, danzas y palmas. Algunas de esas letrillas que se cantaban en la Fiesta de los Quintos pudieron tener su origen en los trabajos agrícolas, fuentes públicas y lavaderos. He aquí algunas por cantes de serrana o de trilla más propio de esta zona:
Cogiendo las aceitunas Se hacen las bodas. Quien no va a las aceitunas No se enamora. ¿Qué tendrá madre, para cosas de amores los olivares?
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La concentración de gentes en la Plaza del Ayuntamiento era masiva, con mucho jolgorio, palmas, voces y silbidos. Ese día se estrenaba los ternos; yo personalmente recuerdo que mi madre me compró una bonita cadenita de oro en casa de Gabriel el Ditero y que conservo con mucha añoranza y cariño. Se les comunicaba el destino militar: Ceuta, Madrid, Sevilla, el Sahara o cualquier otro punto de nuestra extensa y poco conocida Piel de Toro. Después lo celebraban en algunos bares o bodegas como la de Jurado, Martín, Chispa, etc; donde se comía un buen guiso de conejo, gallo, caracoles acompañados de algunos familiares y amigos. Antes, ir al Ejército era sinónimo de hombría, virilidad, patriotismo y otros epítetos más. Sin ir al ejército no se podía aspirar a ser guardia civil, policía o empleado público; sin embargo el socialista Felipe González nombró Ministro del Ejército (Defensa) a un ciudadano catalán que ni siquiera había hecho la “mili”. Las mujeres
En la fotografía, el autor del artículo.
de nuestro pueblo no veían con “buenos ojos” a aquellos que no fueron al ejército por las razones que el lector puede imaginarse y que en su día era algo aceptado por todos. En aquellos tiempos, hace unos cincuenta años, la “mili” era una oportunidad para salir de casa, conocer mundo; decían que uno se hacía un hombre, quiero decir de los de “antes”, de los de “pelo en pecho”; se viajaba por otros horizontes dejándose atrás los aburridos pueblos y campos inhóspitos. Los mozos eran asignados a un arma (infantería, artillería….), se les ingresaba en la Caja de Reclutas de la capital y posteriormente se le embarcaba en un tren militar en un viaje interminable al C.I.R (Centro de Instrucción de Reclutas). La época militar la absorbía un sin fin de disciplina, mandos, jerarquías etc. Era curioso el Cuadro de Inutilidades del Ejército: corto de talla, zambos, estrecho de pecho (capacidad torácica), bizco, tartajoso, pies planos o ciclán (que tiene un solo testículo). Los que no eran C.A.R (católicos, apostólicos y romanos), llámese Testigo de Jehová, sufrían en el calabozo las vejaciones y crueldades de los soldados, que obedeciendo a sus mandos los vigilaban constantemente con los fusiles cetmes. Los gays, los objetores de conciencia y otros asimilados lo pasaban bastante mal. La enseñanza permitía dejar de ser analfabeto; aunque los cursos de formación eran escasos, la tropa se convertían en verdaderos pillos, haraganes y zascandiles; pensando solo el pernocta, permisos y en la llegada de las cartas, principalmente de la novia.