Totana Fiestas de Santa Eulalia 2021

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FIESTAS DE SANTA EULALIA

TOTANA 2021 Aunque no soy muy de escribir vivencias personales en este tipo de artículos, puede que en esta ocasión pudiera estar justificado. Y es que, las experiencias vividas durante este tiempo, son muy personales. Y en lo relativo a Santa Eulalia, también.

EL Día “ de la Purísima”: LA CARRETERA DE LA SANTA, SIN LA SANTA

D

esde muy pequeño siempre decía que el 8 de diciembre era el mejor día del año. Ya en el mes de noviembre, siendo bien niño, y luego no tan niño, contaba los días que faltaban para que bajase Santa Eulalia. Entonces vivíamos en Murcia y mi madre llamaba por las tardes a mis abuelos para hablar y ver cómo estaban. Aún se usaban los teléfonos de toda la vida, con su cable y todo. Y yo siempre le pedía que me dejase hablar con mi abuela Concha para preguntarle:

ponían en la Plaza y poco más. A lo que mi abuelo, El Periquillo, me contestaba que había unos hombres colgando las “peras” (bombillas) en La Farola. Y así pasaban los días hasta que llegaba diciembre. Contaba los días y las horas para ver a Santa Eulalia bajar y pasar por la casa de mis abuelos, junto al Huerto de Parranda, donde le colocaban una mesa para su descanso.

-Abuela ¿Han sacado ya la “estampa”? La estampa no era otra cosa que el cartel de Santa Eulalia. -No te preocupes, nene. Cuando la saquen le digo al Hito, vecino de la calle Mayor, que te la recoja.

La noche de la víspera de la bajada transcurría con el sonido y la algarabía de la gente que entonces subía a pie por la carretera. Yo no sé lo que dormía. Creo que poco. Y antes de amanecer ya estaba yo levantado, saliendo y entrando, asomándome a la carretera.

Otras veces la pregunta era si habían puesto las luces de las fiestas, que entonces se

Me compraban por entonces una docena de cohetes y una traca para recibir a Santa

Eulalia. Yo tenía que cumplir la tradición a rajatabla, aunque debido a mi corta edad, recuerdo a mi madre y a mi abuela, las pobres, sujetando la tablilla de los cohetes para que yo pudiera encenderlos. Digo yo que pensarían: No tengo yo otra cosa que hacer que estar aquí tirando cohetes. Y así transcurría la mañana, a la orilla de la carretera. Primero empezaban a bajar unos grupos de zagalones que andaban haciendo zigs zags. No porque les divirtiese, sino porque debían haber combatido el frío con más mantellina de la cuenta (y supongo que alguna bebida más) y les era difícil seguir la raya de la carretera. Después la pareja motorizada de la Guardia Civil, que también hacía su pequeña parada para tomarse un pequeño tentempié. Un poco más arriba aparecía el pendón. -¡Ya está aquí el pendón! ¡Salid,


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