TREN A BANFIELD Juan Pablo Goñi Capurro Sé que mirás bajo mi pollera. Sí, sé que no se me corrió una media. No porque sean de anuncios de TV; las controlé antes de subir. Te gusto, te gusta lo que dejan ver mis piernas cruzadas, te conozco, te adivino. Todos tienen la misma reacción cuando me ven, no necesito mirarte. Este aire de descuido me sienta tan bien... Y lo acompaña al punto la carpeta tipo facultad. Al mirar el techo estiro bien la remera para que puedas ver las tetas que tengo. Sí, ya que las tengo que llevar colgando todo el día miralas bien, no te quedes solo con mis piernas; no estoy incómoda, ¿qué pensás?, ¿qué me estás desnudando? En la próxima curva aprovecho y la levanto un poco más, así, mirá imbécil. Las primeras minifaldas sí me hacían sentir desnuda, las medias me envolvían y me hacían tener más frío. Pero ya fue, nene, mirá tranquilo, fijalas para poder gozar esta noche con la gorda grasienta de tu mujer, Y sí, te estoy mirando; pero no vas a cruzarte y hablarme, no. Te basta con buen material para los ratones. En cambio ese otro ya está viejo hasta para mirar; y aquel disimula, ¿qué se creen?, ¿qué me van a levantar en un tren? Sí, me ato el cordoncito para que veas mejor, tonto, todas tuyas, vení, tocalas. Mis piernas, no las tuyas, salame. ¿Te creés que me excitás porque te tocás los huevos? Imbécil total. ¡Ay, tantas piernas para tan poco! Las cruzo al otro lado; la cosa promete, ya miran varios más. Controlá esa sonrisa de
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