entrevista Paco Arango
Presidente, fundador y alma de la Fundación Aladina
«Mis películas tienen tres propósitos: entretener, que sean benéficas y que hablen de Dios» ZORAIDA ARRIBAS Dpto. de Comunicación de EC
Hace 20 años Paco Arango decidió donar su tiempo, su magia y su sonrisa a los pequeños pacientes oncológicos del Hospital Niño Jesús de Madrid. Ese fue el origen de la Fundación Aladina, formada por un equipo de profesionales, una verdadera familia que acompaña a los niños y adolescentes con cáncer, y a sus familias, en los momentos más difíciles de la enfermedad. Arango es un hombre de fe, y así nos lo demuestra en esta entrevista, en la que además de hablarnos de su relación con Dios nos cuenta cómo han adaptado su labor a la pandemia y nos adelanta algunos de sus próximos proyectos. La Fundación Aladina cumplió en 2020 su 15 aniversario, pero tu labor como voluntario se remonta años atrás, cuando decidiste “mancharte las manos” y “donar tu tiempo” con los pequeños ingresados en el Hospital Niño Jesús. ¿Qué recuerdos tienes de aquellos años que servirían para gestar posteriormente la Fundación?
Yo tengo mucha fe y me siento muy abrumado por la suerte que he tenido en la vida. ¿Por qué Dios me dio a mí tanto? Una familia simpática y amorosa, económicamente saludable, salud… ¿Por qué a mí sí y a otros no? Siempre tuve la inquietud de ayudar y llegó un momento en que pensé que tenía que dedicarle mi tiempo a Dios. Entonces hablé con un cura amigo mío y le dije “me tienes que ayudar a encontrar algo, que sea difícil, no quiero donar dinero, quiero estar presente, manchándome 32 • revista de escuelas católicas
las manos”, y fue él quien escogió. A la semana me llamó y me dijo “mañana comienzas con niños con cáncer en el Hospital Niño Jesús”. Entré un miércoles por el hospital a dedicarle una tarde a la semana de mi tiempo a los niños, al mes empecé a ir todos los días, y eso no ha cambiado hasta que llegó el maldito coronavirus. Era una experiencia verdaderamente para mí, y así empezó todo. Cuando me topé con el fallecimiento de uno de nuestros pequeños guerreros, o ángeles como les llamó yo, ahí fue el momento en el que me tuve que plantear si verdaderamente era consciente de dónde estaba. Gracias a Dios me di cuenta de que yo podía seguir sonriendo para ir al hospital, con esos niños a los que Dios les ha dado muy poca vida pero que vienen a trastocar a todo el mundo, a mí entre ellos, a mi gente, y por supuesto a sus familias, entonces yo
con esa visión pude lidiar con ello. Y así empezó todo.
Vivir junto a las familias esas situaciones tan duras no debe ser fácil. ¿Cómo es acompañar a esas familias y a sus pequeños en esos momentos de tanta vulnerabilidad, dolor y miedo?
No hay manual, yo llevo 20 años y me encuentro con la misma cara de paleto muchas veces cuando me enfrento a momentos muy difíciles, pero lo bonito de estas situaciones, de estos hospitales oncológicos, es que en ellos se cuece mucho amor, se cuece una amistad especial con las enfermeras y los médicos, hay una unión muy muy bonita. Una de las mejores cosas que hace Aladina es formar parte del núcleo familiar, y hacerse muy amigo del paciente, del niño, del adolescente, porque cuando los momentos malos lleabril 2021