20 minute read
Por: Fernando Pellerano Morilla
from Revista Científica de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Año 2, Nº2 Santo Domingo, R.D.
Por Fernando Pellerano Morilla
Advertisement
Profesor titular e investigador Instituto de Estudios Socio Económicos (INISE) Universidad Autónoma de Santo Domingo
>Este artículo, cuya primera parte se publicó en el número anterior de la Revista Científica de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, es parte de un proyecto de investigación más extenso todavía en progreso. En el artículo anterior (primera parte) se expone la síntesis de una primera clasificación y reseña de la literatura comprometida con una visión materialista de la interpretación de la formación social histórica dominicana en cuanto al origen y desarrollo del capitalismo. Iidentifico tres interpretaciones teóricas dentro de esta corriente de la historiografía dominicana (Pellerano, 2019).
En esta segunda parte subrayamos la crítica de algunos de las principales premisas teóricas en las cuales se basan la primera de las tres interpretaciones expuestas en el artículo anterior. La primera interpretación la denominamos “Comercio, Enclave Azucarero y Capitalismo Dependiente.” La característica principal de esta visión es que le atribuye el principal rol en el desarrollo del capitalismo en la sociedad dominicana a los factores externos. La influencia o importancia dada a uno u otro de los factores externos, ya sea el mercado mundial capitalista, el influjo del capital extranjero o el enclave azucarero, varía según el autor. Los autores representativos de esta interpretación son Juan Isidro Jimenes Grullon, Frank Baez Evertsz, Luis Gomez Perez y Roberto Cassa. En este artículo nos concentramos en los dos primeros autores.
1. Nota metodológica
Es necesario resaltar que nuestro enfoque crítico no está dirigido principalmente al problema del uso apropiado de las fuentes históricas primarias por parte de los autores de las interpretaciones. Esta última tarea implicaría una apropiada investigación histórica de la historia económica y social dominicana del siglo XIX y primera mitad del siglo XX y ese no es el propósito de este trabajo.
Sin embargo, reconocemos que esta es una importante tarea para sustentar nuestra crítica y, más importante aún, para elaborar y corroborar la hipótesis que proponemos en nuestra investigación. Pero se debe rechazar la proposición de que los “hechos” y su ordenamiento es lo que le da el significado a los eventos históricos. Esa es la vieja concepción positivista la cual separa los hechos de los conceptos y que asume que la “teoría” (interpretaciones) emerge después de la recopilación de los datos: por inducción.
En ese sentido pensamos que la investigación empírica depende de los conceptos básicos que la determinan y demostraremos como distintas formulaciones teóricas (posiciones) constituyen la diferencia central entre los análisis de la historia dominicana e inclusive entre las diferentes estrategias políticas que se plantearon movimientos y partidos de centro-izquierda en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado.
La finalidad de nuestras críticas es ayudar a clarificar algunos de los puntos que han sido desarrollados en algunos trabajos y el subsiguiente debate entre historiadores marxistas dominicanos, de tal manera que pueda surgir un nuevo análisis del desarrollo capitalista en la sociedad dominicana a la luz de dicha labor de clarificación.
2. Crítica de los Conceptos Principales de la Primera Interpretación:
Una Concepción Circulacionista del Capitalismo
Jimenes Grullon identifica el capitalismo con producción de ganancias en el mercado y circulación de mercancías y plusvalía en el mercado mundial. El sistema mundial capitalista está compuesto por la metrópoli o centro y satélites o periferia. El polo dominante de este sistema económico mundial es el centro y el polo subordinado es la periferia. Todos los países incluidos en la periferia son subdesarrollados en lo que se refiere al mecanismo de transferencia de su excedente al centro, y su papel en la división internacional del trabajo como exportador de productos primarios. Luego, un capitalismo periférico o dependiente es el “modo de producción” dominante en estos países caracterizados por una acumulación noautocéntrica en oposición al capitalismo en los países del centro que es autosostenible y se ha desarrollado con un fuerte sector industrial y un mercado interno integrado.
Jimenes toma esta concepción como punto de partida, siguiendo el esquema teórico de Gunther Frank (1970) y Wallerstein (1974). Como ha sido demostrado por Brenner (1977), Laclau (1979) y otros autores, cuando se aplica al análisis histórico esta concepción prescinde del concepto fundamental de modo de producción con su concentración en las relaciones y fuerzas de producción, métodos de extracción de plusvalía (excedente), apropiación del excedente y la correspondiente estructura de clases.
Jimenes usa dos puntos para justificar su argumento sobre la dominación del modo de producción capitalista en la sociedad dominicana desde la década de los cuarenta del siglo XIX: primero, que la mayor parte del excedente del producto (plusproducto) en la unidad de producción precapitalista, las cuales él incluye en un modo de producción colonial, y en las pocas y dispersas unidades de producción capitalistas, estaba orientado al mercado mundial capitalista; y segundo, que desde ese tiempo de incorporación al mercado mundial una clase burguesa interna tenía el control del Estado. Discutiremos ambos puntos.
b) La Economía Dominicana durante la Primera República: ¿Una Economía Capitalista?
Por la investigación histórica hecha por otros autores (Cassa, 1978; Boin y Serulle, 1979; Gomez, 1979; Dominguez, 1994, 2018), sabemos que hasta bien entrado el siglo XIX (desde 1875 en adelante) la mayor parte de la producción de mercancías tenía lugar en empresas precapitalistas. Este es un hecho no rechazado o refutado por Jimenes. Existían unas pocas unidades de producción dispersas que usaban trabajo asalariado, limitadas a algunas fincas e ingenios de caña de azúcar y haciendas de producción de café, cacao, guineos y madera. El mercado de trabajo era muy limitado y la escasez de mano de obra era común debido, en parte, a la importancia de una economía campesina de autosubsistencia. La mayor parte de la producción comercial, tanto para el mercado interno como para exportación, era producida en las unidades campesinas bajo un sistema de pequeña producción y, en aquellas en que la especialización estaba más desarrollada, producción mercantil simple, y en las grandes haciendas precapitalistas utilizando diferentes formas de trabajo servil o dependiente tales como aparcería y salario en especie. Estos eran pagados al trabajador de la hacienda el cual producía parte de sus medios de subsistencia y de su familia en la pequeña parcela dada en términos provisionales por el propietario o señor de la hacienda. A este nivel de desarrollo de la economía mercantil o de intercambio, el dinero circulaba y era la principal fuente de acumulación de riqueza, aparte de la tierra, resultado del comercio exterior e interno. Esta acumulación era alimentada por la ganancia comercial o por el pago de los intereses en manos de los capitalistas comerciales y usureros, algunas veces fundidos en un mismo individuo como es el caso de los exportadores e importadores.
c) La teoría del modo de producción capitalista
Ahora permítasenos delinear qué entendemos como característica constitutiva del modo de producción capitalista de acuerdo a Marx. Lo primero es que es un sistema de producción generalizada de mercancías. Esto significa que no existe un control social global de la producción y que la economía está conformada por un número de empresas competidoras. Al través de la competencia en el mercado el trabajo individual en las unidades de producción se transforma en trabajo social abstracto y las empresas en esa industria o rama de actividad están compelidas a producir bajo condiciones aproximadas al promedio o al nivel del trabajo socialmente necesario en esa industria.
Este proceso conlleva la segunda característica del modo de producción capitalista: la organización de las unidades de producción como capitales, basadas en la compra de la fuerza de trabajo de los productores directos que están compelidos a trabajar más de lo necesario para reemplazar sus salarios y por tanto a producir plusvalía para los capitalistas. La competencia entre los capitales individuales a su vez los presiona a acumular plusvalía para reinvertir en un mayor y mejor nivel de producción. El resultado es la característica del modo de producción capitalista que lo distingue de los otros modos de producción: su tendencia a revolucionar contantemente las formas de producción, en la medida en que los capitales individuales se ven presionados por la competencia a buscar nuevos métodos de producción para elevar la productividad del trabajo y por tanto retener su posición o desplazar a sus rivales en el mercado. Esta característica del capitalismo se manifiesta en términos prácticos por el hecho de que la tasa de explotación puede elevarse no solo mediante la prolongación de la jornada de trabajo (método de extracción de plusvalía absoluta) sino también reduciendo el costo de reproducción de la fuerza de trabajo, mejorando la productividad (método de extracción de plusvalía relativa).
En este punto llegamos a la tercera característica del modo de producción capitalista que está indisolublemente ligado a las dos arriba mencionadas: la existencia del trabajo asalariado como el modo especifico de apropiación de plusvalía. Esto último tiene como precondición la existencia de un mercado de trabajo libre. Fuerza de trabajo libre significa libre del control de los medios de producción y de sus medios de subsistencia y libre de cualquier forma de servidumbre a una empresa en particular, es decir libre movilidad. Diferente a los modos de producción precapitalistas, la extracción de plustrabajo a través de la forma salarial en el capitalismo, depende primordialmente de una compulsión económica en lugar de la coerción física. Luego, el mercado de trabajo provee el mecanismo a través del cual la fuerza de trabajo es distribuida entre las distintas ramas de producción con fines de satisfacer las necesidades cambiantes del capital. Esto se logra con variaciones en las tasas de salarios para diferentes empleos y áreas de la economía. Solo los trabajadores asalariados tienen la flexibilidad y adaptabilidad para acomodarse a las leyes de la acumulación de capital. Por esto es que se dice que el trabajo asalariado no es una característica contingente de ciertas formaciones sociales capitalistas sino que es esencial a la misma dinámica del capitalismo (Callinicos, 1981). Finalmente, las leyes de movimiento propias del modo de producción capitalista están ligadas a su tendencia inherente de incrementar la productividad del trabajador a través de la innovación tecnológica, por tanto incrementando la composición orgánica del capital (c/v) y el tamaño del ejército industrial de reserva. Estos dos elementos causan una tendencia a la caída de la tasa de ganancia y el movimiento cíclico de la economía que contrarresta esta tendencia, resultando en la reestructuración del capital.
d) No dominancia del modo capitalista de producción en la sociedad dominicana
El identificar la mera incorporación de la formación social dominicana al mercado mundial capitalista con la dominación del modo de producción capitalista en dicha formación social es vaciar el concepto de modo de producción capitalista de su características esenciales que hemos expuesto arriba, por tanto, quitándole su utilidad como instrumento fructífero para el análisis histórico.
Tomando este concepto erróneo como punto inicial, Jimenes considera la acumulación proto-capitalista tal como las ganancias comerciales por comerciantes y usureros “capitalistas” y la promoción de sus intereses por el Estado, como elementos esenciales para definir la predominancia del modo de producción capitalista. Esto es completamente errado dado que esta forma de capital junto a la circulación de mercancías y la circulación de dinero pueden mediar “entre esferas de producción ampliamente diferentes (precapitalista) de organización cuya estructura interna esta todavía principalmente orientada a la producción de valor de uso”. Marx continúa diciendo: “La individualización del proceso de circulación, en el cual las esferas de producción están conectadas por medio de una tercera, tiene un significado doble. Por un lado, esa circulación no se ha establecido afincándose en la producción, sino que está relacionada a ella como una premisa dada. Por el otro lado, que el proceso de producción todavía no ha absorbido aun la circulación como una mera fase de la producción. Sin embargo, ambos suceden en la producción capitalista. El proceso de producción descansa completamente en la circulación, y la circulación es una mera fase transitoria de la producción, en la cual el producto creado como mercancía es manufacturado y sus elementos de producción, igualmente creados como mercancías, son reemplazados” (Marx, 1976, vol. III, p. 328; traducción al español del autor).
Luego, no es posible identificar un modo de producción capitalista en una formación social en particular sin la existencia de un mercado de trabajo bien desarrollado, esto es la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía, así como la mercantilización de los medios de producción y de subsistencia. Este no era el caso de la Republica Dominicana del siglo XIX en que la creciente producción para exportación, y la presión de mercado de la cual derivaba, desde mediados de siglo no condujo directa ni inmediatamente a una dinámica capitalista debido a dos razones básicas. Primero, debido a la estructura de clases existente en las diferentes regiones y las principales ramas de producción en la agricultura; y segundo, porque el proceso de expropiación de los productores directos de sus condiciones de trabajo no estaba aun suficientemente avanzado para crear un mercado de trabajo para las empresas capitalistas existentes para la acumulación a gran escala en toda la economía. Ambos aspectos están relacionados el uno al otro en tanto que el último es explicado por el primero.
El concentrarse en esos aspectos implicaría un análisis del grado de organización de las diferentes clases sociales, de su poder político, y de cómo esto se relaciona, a través del conflicto social, a las distintas alternativas de desarrollo económico. Esto, a su vez está vinculado a los diferentes modos de extracción y de apropiación del excedente por parte de las clases dominantes y/o el Estado y la fortaleza o debilidad de las clases dominadas para resistir los diferentes grados o formas de explotación. Esto explicaría el desarrollo desigual de las relaciones socioproductivas en la formación social dominicana por medio de la problematización del concepto de capitalismo en el contexto histórico en lugar de recurrir a “explicaciones” por asociación con un modelo (apriorístico) preconcebido del desarrollo capitalista “normal” (capitalismo central vs. capitalismo dependiente).
Otro error de Jimenes que deriva de su concepción circulacionista del capitalismo es la negación del proceso de acumulación primitiva como una precondición para que el modo de producción capitalista devenga en dominante en la sociedad dominicana. El mismo error explica su tesis sobre la subordinación-conservación de las relaciones precapitalistas por el modo de producción capitalista. Su afirmación de que el subdesarrollo sea una consecuencia directa del capitalismo “dependiente” se basa en esas erróneas premisas. e) La llamada Sobredeterminación de lo Político
Esto nos trae al uso por Jimenes de los conceptos de clases sociales (burguesía), formación social y del Estado. Su concepto de estructura de clases es principalmente derivado del vínculo entre éstas y el mercado mundial. Luego, dado que los terratenientes de las haciendas precapitalistas producían para el mercado, eran considerados como parte de la “burguesía” junto con los importadores de la burguesía “compradora”. En su concepto de formación social, en lugar de “una representación compleja del objeto concreto mediado por múltiples determinaciones resultado de un proceso progresivo de aproximación a lo concreto” , encontramos un vacío teórico llenado con una concepción formal de la dominancia a nivel d la instancia política solamente (Wolpe, 1980).
Esta supuesta sobredeterminación de la instancia política utilizada para explicar la imposición interna-predominancia del modo de producción capitalista, funciona como una “deus ex machina” en la obra de Jimenes, especialmente en su análisis de la violencia del Estado.
Tiene dificultades para establecer las diferencias entre el uso de la violencia y la coerción extraeconómica, que les permite a aquellos grupos sociales perseguir sus intereses, y el significado de esta violencia en términos del desarrollo económico capitalista. Lo primero ha sido una característica común, aunque en una gran variedad de formas, de toda sociedad de clases y lo segundo, necesita explicarse en términos de qué clase en particular o qué fracción de clase tiene la posición hegemónica en el Estado. Sin embargo, esto a su vez solo puede explicarse por referencia a la estructura de relaciones sociales de producción y formación de clases, y dicha estructura es un resultado de la lucha de clases durante el periodo histórico considerado. Pero como Jimenes no presenta un estudio riguroso de la estructura económica, su hipótesis no está sustentada por una investigación de los hechos y datos económicos para el periodo y como resultado de ello su trabajo pasa más por especulación que por análisis.
Más aun, lo opuesto a una intervención extraeconómica del Estado en la esfera de la apropiación capitalista del excedente y la organización de la producción sucedería si el modo de producción capitalista fuera el dominante. Esto es ya después que el proceso histórico de expropiación de los trabajadores directos (en el cual el Estado juega un importante papel) hubiese formado la base para la acumulación capitalista desarrollarse por sí misma.
Esto es así porque más que cualquier otro modo de producción anterior, el capitalismo hace una diferenciación de lo “económico” y de lo “político”. Esto último significa que la apropiación de plustrabajo tiene lugar en la “esfera económica” por medios económicos y que la apropiación de plusvalía es lograda por medios que están determinados por la completa separación del productor directo de sus condiciones de trabajo y por la propiedad privada absoluta de los medios de producción en manos del apropiador. Presión directa extraeconómica o coerción abierta son, en principio, innecesarias para compeler al trabajador expropiado a dar su plustrabajo.
Aunque la fuerza coercitiva de la esfera “política” es en última instancia necesaria para sostener la propiedad privada, y el poder de apropiación, la necesidad económica suple la compulsión inmediata que obliga al trabajador a transferir el plustrabajo al capitalista para poder acceder a los medios de producción. El trabajador es pues “libre”, en el sentido en que no está en una relación de dependencia o servidumbre; la transferencia del plustrabajo y su apropiación por alguien diferente a él no están condicionadas por dicha relación “extraeconómica”. La pérdida de trabajo excedente es una condición inmediata de la misma producción (Wood, 1981).
Lo contrario es el caso en formas precapitalistas, que están caracterizadas por los modos “extraeconómicos” de extracción de excedente en los cuales la apropiación del excedente por el terrateniente o el Estado, ya sea en la forma de trabajo, renta (en especie y monetaria) o tributo, es compulsiva por medios coercitivos políticos, legales o militares, dependencias y deberes tradicionales.
Por tanto, lo que la tesis de Jimenes de la sobredeterminación de lo político refleja de hecho más bien es, por un lado, la aceleración del proceso de expropiación ayudado por medio del Estado y el poder político, especialmente en la parte oriental y sur del país, simultáneamente con el surgimiento de la plantación azucarera y grandes haciendas cafetaleras, y por el otro lado, el importante peso en ese periodo de relaciones precapitalistas de producción en la economía dominicana.
f) La sobredeterminación de lo político en la dictadura de Trujillo
En otro contexto, el concepto de sobreterminación de lo político ha sido usado por Baez para estudiar el periodo cubierto por el régimen de Trujillo. El método de análisis adoptado por este autor es el de tratar cualitativamente diferente y por separado la instancia o estructura económica de la instancia o estructura política. No importa cuán insistente sea acerca de la interacción entre estas instancias, o sobre lo remoto de la “última instancia”, en la cual la estructura económica finalmente determina la otra, esta formulación meramente enfatiza la separación espacial de las instanci
En lugar de rastrear al través del análisis histórico las continuidades de los procesos económicos y políticos durante el periodo 1930-61, Báez toma por dado la consolidación del Estado capitalista por la fracción de Trujillo de la burguesía y entonces recurre al dispositivo de la sobredeterminación para “explicar” el desarrollo de la industria capitalista en ese periodo.
El desarrollo histórico del capitalismo, entre otras formas de apariencia, tales como el fetichismo de la mercancía, refleja una diferenciación entre la esfera económica y la esfera política. Esta diferenciación es una realidad que debe ser examinada en las condiciones históricas específicas. Sin embargo, tomar por dadas esta fragmentación y reproducirlo en el análisis científico es hasta cierto punto hacer un fetiche de las categorías capitalistas (tomar las formas de apariencia como realidad histórica). El efecto teórico de este mecanismo en el análisis histórico es, por un lado, evacuar la economía de su contenido social y hasta despolitizarla, Por el oro lado, es tratar la esfera política como algo externo a las relaciones sociales en las cuales el mecanismo económico esta incrustado y las cuales a lo mejor pueden intervenir en la economía.
El lidiar con una formación social concreta dentro de estas premisas teóricas es interpretar la historia “en abstracto”, como un juego de espejos en donde una estructura determina a otra, la que a su vez sobredetermina la primera y así sucesivamente. Por ende, oscurece en vez de iluminar el proceso histórico.
Una de las innovaciones radicales de Marx en relación a la economía política clásica fue precisamente el definir el modo de producción y las mismas leyes económicas como relaciones sociales, con formas jurídicas y políticas particulares. En un interesante ensayo Wood afirma que la relación entre economía y política es conceptualizada por Marx “como una estructura continua de relaciones sociales y formas con variados grados de distancia de los procesos inmediatos de producción y apropiación, comenzado con aquellas relacionas y formas que constituyen el sistema de producción mismo. La conexión ente “base’ y “superestructura” puede entonces rastrearse sin grandes saltos conceptuales porque ellas no representan esencialmente ordenes diferentes y discontinuos de la realidad” (1981, p. 70).
Bibliografía
Báez E., Franc 1978. Azúcar y Dependencia en la República Dominicana, Editora UASD, Santo Domingo.
Boin, J. y Serulle, J. 1979. El proceso de desarrollo del capitalismo en la República Dominicana (1844-1930). Tomo primero: El proceso de transformación de la economía dominicana (1844 a 1875), Editora Gramil, Santo Domingo.
Boin, J. y Serulle, J. 1981. El proceso de desarrollo del capitalismo en la República Dominicana (1844-1930). Tomo segundo: El desarrollo del capitalismo en la agricultura (1875-1930), Editora Gramil, Santo Domingo.
Brenner, Robert. 1977. “The Origins of Capitalist Development: A Critique of Neo-Smithian Marxism”, New Left Review, No. 104.
Callinicos, Alex. 1994. “England transition to capitalism”, New Left Review, number 207.
Carreño, Nelson. 1989. Historia Económica Dominicana. Agricultura y crecimiento económico. Siglos XIX y XX, Instituto Tecnológico de Santiago (UTESA)
Cassa, Roberto. 1979. Modos de producción, luchas sociales y luchas políticas (República Dominicana, Siglo XX), Editora Alfa y Omega, Santo Domingo (hay una edición corregida y ampliada del 1983).
Cassa, Roberto. 2014. “Hacia una Caracterización de la Dictadura de Trujillo”, en Academia Dominicana de la Historia, Historia General del Pueblo Dominicano. Tomo V: La dictadura de Trujillo (1930-1961), Santo Domingo.
Cassa, Roberto. 2013. “Historiografía Dominicana”, en Academia Dominicana de la Historia Historia General del Pueblo Dominicano. Tomo I: Aspectos Metodológicos, Culturas Aborígenes, Conquista y Proceso Histórico del Siglo XVI, Santo Domingo.
Dominguez, Jaime de Jesus. 2018. “Historia económica del pueblo dominicano en el siglo XIX”, Revista Dominicana de Economía, No.9, Academia de Ciencias de la República Dominicana.
Gunder Frank, Andre. 1970. Capitalismo y subdesarrollo en America Latina, Buenos Aires, Ediciones Signos.
Jiménez Grullón, Juan Isidro. 1980. Sociología política dominicana 1844-1966, Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, Volumen I, II y III.
Laclau, Ernesto. 1979. “Feudalism and Capitalism y Latin America”, en Politics and ideology in marxist theory, London, Verso (publicado originalmente en 1971, en New Left Review).
Marx, Karl. 1976. Capital. A Critique of Political Economy, Volume One, Edición original Das Kapital. Kritik der politischen okonomie (1867), Harmondsworth: Penguin Books. Introducción de Ernest Mandel. Traducción de Ben Fowkes. 1141 pp.
Marx, Karl. 1976. Capital. A Critique of Political Economy, Volume Two, Edición original Das Kapital. Kritik der politischen okonomie (1884), Harmondsworth: Penguin Books. Edición de Frederick Engels. Introducción de Ernest Mandel. Traducción de David Fernbach. 624 pp.
Pellerano, Fernando. 2019. “Tres Interpretaciones sobre el Desarrollo del Capitalismo en la República Dominicana: Primera Parte”, Revista Científica, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UASD, Año 1, No. 1, Marzo.
Wallerstein, I. 1974. The Origins of the Modern World System, New York.
Wolpe, H. 1980. The Articulation of Modes of Production, Routledge and Kegan Paul, London.
Wood, E. 1981. “The Separation of the Economic and Political in Capitalism”, New Left Review, No. 127, May-June.