Vivimos en un mundo regido por reglas invisibles, probadas por nosotros y para nosotros, por lo que Lovecraft utilizó este pensamiento para llegar a una sensación de pequeñez. Afirmaba que en nuestro mundo las sensibilidades y reglas no son importantes para lo que se encuentra en el “exterior”, por lo tanto no es posible definir a aquello que es intrínsecamente incomprensible sin importar cuanto se acerque a nuestra realidad. Y por tanto aquello que se encuentra afuera tampoco le es posible asociarse a nosotros. Creó una cultura bibliográfica verosímil, la cual sustentaba sus mitos y era citada en varias de sus obras. El famoso Libro de Al Azif o Necronomicón, escrito por el árabe loco Abdul al Hazred, es el punto de contacto entre el mundo arcano y el real. (Escudé, 2012, p. 8 ).
La mitología del Necronomicón. Imagen obtenida de: https://tertulia-animal.blogspot.com/2016/01/durante-muchos-anos-el-necronomicon-ha.html
En el terror cósmico por último se establece al ‘observador’ o el ‘testigo’ como un rol para solucionar el problema estético de naturalizar a este tipo de narrativa y de reformularla como algo viable y fácil de creer. De igual forma se limita la necesidad de una explicación, la cual tiende a quitarle fuerza al sentimiento de horror. Es muy útil el ‘encontrar’ cuadernos o manuscritos ya en tiempos en los que sus autores han muerto o se encuentran desaparecidos, de esta manera los narradores pueden relatar experiencias para los lectores aun mientras el autor pierde la cordura o es consumido por los horrores de los que fue testigo.
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