Historias que se entrecruzan, homosexuales que viven su pasión en contra de la hipocresía social, homosexuales perseguidos por la policía, la televisión, lo lírico, el qué dirán. Homosexuales que se autoparodian a sí mismos y se travisten. Homosexuales que gritan, violan, buscan a su Agrimensor; que se esconden de su familia y devienen –casi con risa– su propia familia… La nueva novela de Nonardo Perea más que un texto en sí es fragmento de un proyecto mayor. Un proyecto que incluye fotos y cine. Un proyecto que, por su mezcla de violencia, eros y kitsch, nunca ha tenido mucho recorrido en Cuba. País eminentemente machista, como sabemos todos. Anestesiado por su falsa moral y pseudocarnaval. País cero.