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INTRODUCCIÓN: LA EDUCACIÓN SECUNDARIA OBLIGATORIA COMO ETAPA DE DESARROLLO DE LA CULTURA DE PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES En el proceso de transición de la Educación Primaria (EP) a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) pueden darse diversas situaciones complejas, tanto a nivel aprendizaje como de intervención, en este tipo de alumnado, a la hora de actuar y/o gestionar un riesgo o accidente en su entorno más próximo. El paso de una etapa educativa (Educación Primaria) a otra (Educación Secundaria Obligatoria) siempre comporta para el alumnado una serie de cambios en un momento en que, por otra parte, se inicia, en el ámbito personal y académico, una situación relativamente diferente a nivel psico-cognitivo y/o madurativo. Si bien estos cambios se producen de forma general para todo el alumnado que deja atrás la Educación Primaria, son significativamente más relevantes para los que pasan de un Centro de Educación de Infantil y Primaria (CEIP) a un Instituto de Educación Secundaria (IES) que para aquellos que se mantienen en un Centro Escolar Público Integrado (CEPI. Incluye en sus instalaciones, Infantil, Primaria y Secundaria). Las palabras de Tonkin y Watt (2003:31) expresan que el autoconcepto que genera el tipo de comportamiento o actitud ante el riesgo o accidente de los estudiantes es afectado desfavorablemente por esta transición escolar debido a que: (…) “una vez que los estudiantes alcanzan el punto de transición, el tamaño del centro educativo de secundaria se convierte significativamente más grande que en el centro educativo de primaria, los estándares académicos son más rigurosos, los círculos sociales y la presión de grupo cambian profundamente, la disciplina es más abruptamente tratada …” (…) y los estudiantes, en la mayoría de los casos, tienden a “retar” continuamente las diferentes situaciones de peligro que les acontece sin valorar el resultado que pudiera obtenerse a consecuencia de la imprudencia o “atrevimiento” aplicado a tales situaciones generadas. Entre otros, autores como Psaltis (2002. En Isorna, Navía y Felpeto, 2013) plantea que la transición a la Secundaria “está marcada por diversos cambios en las prácticas y expectativas educativas” y, por este motivo, Pratt y George (2005. En Isorna, Navía y Felpeto, 2013) expresan que, en la mayoría de las escuelas primarias, a los estudiantes se les enseña, principalmente, en un aula, con un grupo familiar de compañeros y por uno o tres docentes a lo sumo. Sin embargo, una vez que los estudiantes alcanzan la secundaria, ellos interactúan con muchos y probablemente distintos estudiantes en diferentes aulas, con más profesorado y a menudo con diferentes expectativas en cuanto a su cometido, desempeño y responsabilidad. En cualquier caso, existen una serie de estudios (Castro et al., 2009; San Fabián (s.f.); McGee, Ward, Gibbons y Harlow, 2004; Gimeno, 1996; Smith, 1997; Anderson, Jacobs, Schramm y Splittgerber, 2000; Gairín, 2005. En Isorna, Navía y Felpeto, 2013) que explican los diversos cambios que afectan al alumnado en este periodo de transición, derivados de su llegada a la Educación Secundaria, y que son la base referencial por la que debemos sentar los pilares fundamentales en el desarrollo de una cultura de prevención de riesgos laborales: 1. Se producen cambios en las relaciones sociales (alumnado, profesorado, etc.). 2. Cambio del clima institucional, relacionado con aspectos de tamaño de la institución, tipo de relaciones, mecanismos de regulación y autocontrol. 3. La alta capacidad cognitiva que emerge en los adolescentes no se relaciona con las estrategias de aprendizaje que utiliza el profesorado, caracterizadas por ser de baja demanda cognitiva. 4. Cambio de la metodología didáctica: en la ESO tienen mayor peso las exposiciones del profesorado, el libro de texto y el aprendizaje memorístico, predomina un sistema de trabajo donde el grupo realiza la misma actividad. 7